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7/30/2019 BOUYER Eucarista 03 - PALABRA DE DIOS Y BERAKAH (y conocimiento de Dios)
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CAPfTULO III
PALABRA DE DIOS Y BERAKAH
Palabra de Dios y conocimiento de Dios
El elemento de la liturgia sinagogal que atrae inmediatamente
nuestra atencin cuando buscamos los orgenes de la eucarista
cristiana es ese tipo de oraciones llamadas en hebreo berakotls,
trmino cuya traduccin habitual fue en un principio la palabra
griega cpaw6cc. En castellano, se traduce generalmente syxptaT
por accin de gracias, al igual que berakak, si bien en el uso judo
se llama a las berakoth ms bien bendiciones. El padre Audet,
OP., en estudios muy sugestivos, ha maltratado un tanto esta traduccin 1, Ha subrayado con razn el hecho de que accin de
gracias, en el uso corriente que hacemos de la expresin, ha venido
a significar sencillamente un agradecimiento. Se da gracias en ci
sentido de que se expresa a Dios el agradecimiento por un favor
particular que nos ha hecho. Por el contrario, subraya J.-P. Audet,
la euckaristia primitiva, al igual que anteriormente la berakahjuda, es fundamentalmente una proclamacin, una confesin de
los mirabilia Dei. Su objeto no se limita en modo alguno a un don
recibido y a la gratitud, ms o menos egocntrica, que ha podido
suscitar.
Por muy justificada que est esta observacin, no habra, sin
embargo, que endurecerla tanto como lo hace, o tiende a hacerlo,
el autor. La berakak judia, ni tampoco la eucarista cristiana, pueden
1. J..P. Anogr, Esquine histoqique da genre istraire de a Bndiction ju,v,et de cEucharistie cjsrftjenne, en Revue biblique, 19S8, p. 371ss. Vase tambin si
edici6n comentada de La Didach?, Paris 1958.
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Pa abra de Dios y herakab
en modo alguno asimilarse a la alabanza desinteresada, tal como
se halla, por ejemplo, en los himnos cultuales de la antigedad
clsica, en esos himnos, ya ms literarios, que leemos en Homero, o
en los himnos netamente filosficos de la poca helenstica, como el
famoso himno de Cleantes. En efecto, la berakah, especialmente las
berakoth litrgicas que son los antecedentes inmediatos de la
eucarista cristiana, es siempre la oracin propia del judo como
miembro del pueblo elegido, que no bendice a Dios en general,
a la manera de un filsofo neoplatnico, por los ,nirabiiia Dei
que no le afectan personalmente. Se tnta, por el contrario, de la
bendicin del Dios que se ha revelado a Israel, que se le ha comu
nicado de manera nica, que le conoci y consiguientemente se
le dio a conocer; lo cual quiere decir que cre entre l y los suyos
una relacin sui generis, relacin que, sea cual fuere el objeto
preciso de la alabanza, est por lo menos latente en sta.
Si no queremos, por tanto, extraviarnos, ya restringiendo, ya
ampliando abusivamente el sentido preciso de una expresin que
designa una oracin de tipo muy especial, debemos comenzar por
restituirla a su contexto literario e histrico. En efecto, la berakali
es especial con la especificidad de toda la piedad juda. fista es
una piedad que no considera nunca a Dios en general, en abstracto,
sino siempre en correlacin con un hecho fundamental: la alianza
de Dios con los suyos. Con ms precisin todava, la herakak es una
oracin, cuya caracterstica esencial consiste en ser una respuesta:
la respuesta que brot finalmente como la respuesta por excelencia
a la palabra a Dios.
Por consiguiente, el prembulo indispensable para todo estudio de
las berakoth judas es un estudio de lo que haba venido a significar la palabra de Dios para los judos que las compusieron y utili
zaron. Y el primer punto que hay que seilalar tan pronto se aborda
este estudio, es hasta qu punto la palabra de Dios significa para
los judos contemporneos de los orgenes cristianos algo ms y
muy distinto de lo que significa pan la mayora de los cristianos
modernos. Las ms de las veces nuestros manuales teolgicos prefieren hablar de la revelacin ms bien que de la palabra de
Dios. La palabra de Dios no parece interesarles sino en cuanto
revela ciertas verdades inaccesibles a la razn humana. Dado que
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Palabra de Dios y conocimiento de Dios
estas mismas verdades se conciben como enunciados doctrinales
separados, la palabra de Dios acaba por reducirse a una coleccin
de frmulas. Adems se desprendern de la palabra misma de Dios
para reorganizarse en una secuericia ms satisfactoria lgicamente,
y hasta para retocarlas y refundirlas de modo que resulten ms
claras y ms precisas. Todo lo que despus de esto quede de la
palabra divina aparecer como un residuo, como una especie de
tejido conjuntivo sin inters en s mismo. De esta manera, se quie
ra o no, la palabra. de Dios acaba por producir el efecto de un
frrago heterclito, del que el telogo profesional podr sacar,
como un mineral fuera de su ganga, exiguos, pero preciosos cono
cimientos abstractos, que luego habr de clarificar y sistematizar.
As pues, en esta perspectiva, no es ya la palabra de Dios ms que
una presentacin elemental, grosera, confusa, de verdades ms o
menos involucradas, que los telogos tienen el quehacer de sacar
a la luz y de poner en orden .
Pero aun para los que no estn afectados directamente por esta
deformacin profesional, fruto de una teologa concebida como una
ciencia abstracta, la palabra de Dios, considerada globalmente como
Sagrada Escritura, no pasa de ser con frecuencia ms que una
comunicacin de ideas. Es que para nosotros los modernos, la pa
labra, y particularmente la palabra escrita, tiende a no ser ms queesto. Una deformacin escolar, prcticamente universal, nos con
vence de que no se escucha, y sobre todo no se lee, sino para apren
der algo que no se saba. El resto, si es que hay algn resto, pasa
por ser una diversin o fantasa superflua.
En cambio, para el judo piadoso, y en el mayor grado para
aquellos judos que meditaban la palabra divina al final de todo loque nosotros llamamos el Antiguo Testamento, la paiabra divina
significaba una realidad intensamente viva. No era en primer lugar
ideas que haba que manejar, sino un hecho, un acontecimiento,
una intervencin personal en su existencia. Para ellos no exista
la tentacin de identificar religin de la palabra con religin inte
2. Una reaccin comienza por lii, a dejarse sentir en este punta, de ia que es un
signo especialmente confortante la serie de trabajos de Pinas GRELOT, en particular
Le Biblia, palabra de Dios, Herder, Barcelona 1968, y Biblia y teofagio, Herder, Bar
celona 1968.
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Palabra de Dios y berakah
lectualista. El mero enunciado de tal equivalencia les habra pare
cido absurdo y hasta falto de significado.
En primer lugar, en efecto, cuando se servan del trmino pa
labra de Dios, estaban muy prximos al sentido primitivo dela
palabra humana. Pero adems eran dciles a lo que tal palabra
divina dice por si misma, a la manera como todava se nos presenta
a nosotros en la Biblia.
Los hombres no comenzaron a hablar para dar cursos o con
ferencias. Y Dios, al hablarnos, no se constituye en profesor de
teologa. La experiencia primera de la palabra humana es la de
otro que entra en nuestra vida. Y la experiencia, todava fresca y
ya completa, de la palabra divina al final de la antigua alianza, era
la de una intervencin anloga, pero infinitamente ms impresio
nante y ms vital: la intervencin del Dios todopoderoso en la vida
de los hombres.
Escucha, Israel, yo soy el Seor tu Dios, y t no tendrs otro
dios sino a m. He aqu, para el judo, no slo el resumen detoda la palabra de Dios, sino la palabra de Dios ms tpica. En
ella hace Dios irrupcin en este mundo, para imponrsenos en l
con su presencia, venida a ser en cierto modo tangible. Pero la
palabra de Dios se define en cada pgina de la Biblia o, mejor, se
manifiesta as. No es un discurso, sino una accin: la accin por
la que Dios interviene como dueo de nuestra existencia. El
len rugi, dice Ams, quin no temer? El Seor Dios habl;
quin no profetizar? Lo cual quiere decir que la palabra, tan
pronto se hace oir, toma posesin del hombre para realizar su
designio. Isaas dice por su parte:
Corno bajan la lluvia y la nieve del cielo y no vuelven all sin haber
empapado y fecundado la tierra y haberla hecha germinar, dandola simiente
al sembrador y el pan al que come, as la palabra que sale de mi baca no
vuelve a m vaca, sino que hace lo que yo quiero y cumple mis de
signios.
3, Vanse los estudios de M. Buaxa sobre la palabra. 11. Uas VON BALfleASAR ha
mostrado todo lo que de ellos debera sacar la teologa cristiana: Einsame Zwesprache.
Martin Beber end das Christentu,n, cok,nia y Olten 1958.
4. Dt 6,4.
5. Mu 3,8.
6. Ss 5S,iOss,
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Palabra de Dios y conocimiento de Dios
Para Israel, la palabra divina, como toda palabra digna de este
nombre, no slo es accin, intervencin personal, presencia que se
afirma y se impone, sino que, siendo como es la palabra del Todopoderoso, produce por su propia virtud lo que anuncia. Dios es
verdadero, no slo en el sentido de que no miente nunca, sino en
el sentido de que lo que l dice es la fuente de toda realidad. Basta
que l diga algo para que se haga.
Esta conviccin es tan fuerte que en Israel ni siquiera los im
pos pueden esquivarla. Los reyes infieles atormentarn a los profetas para que profeticen lo que a ellos les agrada, o por lo menos
para que se callen, pues estn convencidos de que tan luego se ha
dejado oir la palabra de Dios, aunque sea por boca de un sencillo
pastor como Ams, va derecha a su realizacin
Los profetas, por su parte, ilustran su conviccin de ese poder
de la palabra de Dios que los desborda a ellos mismos. Ezequiel novacilar en representar anticipadamente, con acciones simblicas,
que recuerdan los manejos de los magos, los acontecimientos que
anuncia, para recalcar su ineluctable realizacin Sin embargo,
esto no es magia, puesto que no se trata de un esfuerzo del hombre
para forzar a los acontecimientos a seguir su voluntad. Muy al
contrario: como en un signo sacramental, es la afirmacin concreta
del poder de Dios que habla, que puede hacer lo que dice con su
simple palabra expresada.
El trmino de todo esto ser la certeza traducida por el relato
sacerdotal de la creacin: la palabra de Dios no se limita a inter
venir en el curso de las cosas preexistentes para modificarlas, sino
que todas las cosas slo tienen existencia, radicalmente, por una
palabra de Dios que las hizo ser. Y no son buenas sino en cuanto
permanecen tales como la palabra divina las proyect en el ser
Hasta que no se comprenda esto, o mientras se niegue uno a
aceptarlo, no tendr sentido alguno la Biblia, O bien, si se le halla
algn sentido, no es el suyo, no es el que el pueblo de Dios reco
noci en la palabra de Dios.
7. Vase el artculo dXOzia en Theologisches Wrterb,ch de O. K nt..
8. cf. Am 7,lOss; Jer 26, etc.
9. Cf. Ez 5,1-3, y el comentario de ADOLPRE LODS, Les proph?tes dlsral st les
db,its da ,id&sme, arIa 1935, p. 58-59.
lo. Gn 1.
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Palabra de Dios y berakah
Pero con esto no se quiere decir que la palabra de Dios est
vaca de contenido intelectual o que pareciera tal a los judos. Lle
gar a esta conclusin equivaldra a llevar hasta el absurdo la reac
cin necesaria contra el error precedente. En realidad no es esto
sino ceder a la tentacin permanente de agnosticismo, que con
demasiada frecuencia paraliza el pensamiento religioso moderno
sobre todo, pero no exclusivamente, protestante, pero que era
tan ignorada por el judasmo. antiguo, como le era ajeno nuestro
intelectualismo exange.
La palabra de Dios en Israel tiene como correlativo el conocimiento de Dios. Es muy cierto que este conocimiento no es cues
tin de abstracciones. Pero no por ello deja de ser conocimiento,
en el sentido ms rico de que es susceptible el trmino ". El cono
cimiento de Dios que resulta de la palabra, que es su fruto por
excelencia, conocimiento cuyo objeto ser Dios, procede de un
conocimiento anterior a la palabra y que se expresa en ella: el conocimiento cuyo sujeto es Dios 12 El primero no procede, ni puede
comprenderse sino a partir del segundo. Conocer como he sido
conocido : esta frase de san Pablo expresa el circuito y la efica
cia de la palabra divina, evocados por Isaas.
El conocimiento de Dios, en el sentido radical del conoci
miento que tiene Dios de nosotros, es algo muy distinto de unasimple omnisciencia, impasible, o simplemente contemplativa. En la
Biblia, conocer Dios a un ser significa interesarse por l, ligarse
a l, amarlo, colmarlo de sus dones. Slo a vosotros os he conocido
entre todas las familias de la tierra, dice Dios a los israelitas por
Ams; por eso os castigar por todas vuestras iniquidades". En
otros trminos: he hecho por vosotros lo que no he hecho por nin
gn otro; as pites, os exigir lo que no podra exigir a a2die.
El conocimiento de Dios entendamos todava el conocimiento
que tiene de nosotros ir, pues, parejo con su eleccin: la elec
cin que ha hecho de algunos para que en ellos o por ellos se eum
11. Vanse sobre esta nocin las notas de A. NEMES, Cfl LEssence di. Prophtinne,
Para 1955, especialmente p. Iotas.12. ci. las excelentes observaciones sobre la importancia de esta consideracin, de
dom J. DupoNt, Gnosis, le conna,rsence reUgiei,se dan: les 6/sitres de amI Paul, ovni.
na . Pars 1949, p. 51,,.
13. ICor 13,12. 14. Am 3,2.
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Palabra de Dios y conocimiento de Dios
pla su designio Este conocimiento implica su compasin, su
simpata con nuestras miserias, incluso con nuestras flaquezas, lo
cual proviene no slo del hecho de habernos creado, sino de que espara nosotros como un padre lleno de comprensin:
Cuan benigno es un padre para con sus hijos,
tan benigno es el Seior para con los que le temen,
pues conoce bien de qu hemos sido hechos,
sabe que no somos ms que todo 16
Este conocimiento, finalmente, es amor: un amor misericordio
so, que condesciende en unirse, y para unirse, en abajarse hasta el
nivel de lo que est ms lejos de l, tanto y ms por su indignidad
que por su flaqueza. Esto es lo que se expresar en la imagen de las
nupcias, aplicada al Seor y a su pueblo. Todava ms en concreto,
segn Ams se comporta Dios con Israel como un hombre enamo
rado de una mujer indigna, de una prostituta, pero a la que acabar
por hacer digna la inmensidad del amor con que es amada . Segn
Ezequiel, el amor inmerecido de Dios se ha dirigido a una hija na
cida de adulterio, abandonada desde su nacimiento, verdadero en
gendro, a la que ha buscado para realzada, criarla y hacer de ella
una reinass*
El epitalamio real del salmo 45 dibuja esta unin comoen transparencia tras la de un rey israelita y de una princesa ex
tranjera Y el Cntico de Salomn no ser, a su vez, recibido en
el canon de los libros inspirados sino gracias a la interpretacin
que, a travs de la Sulamita, ve a la hija de Sin llamada a la unin
con un rey que es el Rey de los cielos .
Estasimgenes nupciales son la contrapartida de una expresin
tpicamente hebraica, que descubrimos desde las primeras pginas
del Gnesis 21 La unin de los esposos, en la conjuncin carnal, en
que se expresa y se realiza la unin de dos vidas en una sola, es
15. Cf. U.U. RowLIv, Tite Bibikal Doctrine of Election, Londres 1950.
16. Sal 103, 13-14.
17. Os 3.
18. Ez 16.19. Se trata verosmilmente de un poema compuesto para las bodas del rey Acab
con Jezabel.
20. Cf. A. Ronzar, La descriptkn de lpouz a de lpouse dans Ca,st. 5,11-15 a7,2.6, en Mtasges E. Podechard, Lyn 1945, p. 2llss.
21. Gn 4,1.
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Palabra de Dks y berakab
conocimiento por excelencia. Recprocamente, la sexualidad re
cibir as una suprema consagracin. La unin del hombre y de la
mujer hallar su sentido descubriendo su misterio, que es el del
conocimientorecproco en que debe florecer el dilogo de
amor
entre Dios, que habla, y el hombre, que le responde con la fe en
su Palabra.
El conocimiento que estamos llamados a tener de Dios, siendo
como es en nosotros, por la palabra, fruto del conocimiento que
tiene Dios de nosotros, se modelar segn lo que es su fuente. Ser
en primer lugar una fe obediente, como lo desarrollar especial
mente Isaas.
Slo se conoce a Dios creyendo en l de tal forma
que se desvanezca todo lo que no es l, todo lo que no procede de
su palabra. Pero no se cree as sin empearse efectivamente en la
obediencia a esta palabra.
Adase a esto que tal obediencia no es una obediencia cual
quiera a una palabra cualquiera. Como lo pusieron de relieve Ams
y Oseas, cada uno por su parte, si Dios nos exige la justicia, esporque l es el justo por excelencia. Y nosotros no podemos bene
ficiarnos de su misericordia sin lmites y ni siquiera reconocerla, sin
hacernos nosotros mismos misericordiosos. Por esto, a los ojos
divinos la niisericordia vale ms que el sacrificio. La fe obediente,
inherente al conocimiento de Dios a que es llamado el hombre, es
por consiguiente, de hecho, una conformacin de nosotros mismos
con l. Pero esta conformacin no es posible sino porque Dios-
y
ste es el secreto final de su palabra ha querido condescender
en unirse con nosotros para unirnos con l. Siguiendo este camino
es como conocer a Dios equivaldr a amarle, a amarle como os
ha amado, a responder a su amor, por la propia virtud de este amor
comunicado.
Aqu es donde se delinea el contenido intelectual de este conocimiento y donde se ve lo que tiene de nico. Conocer a Dios
como hemos sido conocidos por l, es finalmente reconocer el amor
con que nos ama y nos persigue a travs de todo, y - precisa
mente porque se reconoce- reconocindolo darle e1 consentimien
to, entregarse, confiarse a l.
22. Cf. la 1,19.20; 30,15, etc.23. Os 7,6, que ser citado por Jesis en TI 19,13.
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Palabra de Dios y conocimiento de Dios
As se puede comprender sin equvocos cmo la palabra de Dios,
en la piedad juda, tal como lo expresa el salmo 119, acabar por
identificarse con la ley: la torah. Por s misma, esta identificacinno significa en modo alguno un legalismo cualquiera. Porque la
torah, tal como la comprendi Israel, es algo muy distinto de una
ley en el sentido estrecho del latn kx, o incluso en el sentido ms
amplio del griego v6so La torah no es nicamente, ni en pri
mer lugar, una serie de prescripciones formales que ordenan una
determinada conducta. Es incluso mucho ms que una regla interior
que corresponda a alguna naturaleza eterna de las cosas. La torak
es una revelacin de lo que es Dios mismo en lo que quiere hacer
de los suyos, los que ha elegido, conocido, en el sentido de que
los ha amado hasta el punto de unirse a ellos como en la unin
indisoluble de un hombre y de una mujer. Cun revelador es el
leitmotiv del Levtico: Sed santos como yo soy santo, que Jess
reasumir y explicitar diciendo: Sed perfectos como vuestro Pa
dre celestial es perfecto 26
Es que la torah, su observancia fiel, debe marcar al pueblo de
Dios con su sello, un sello cuya impronta reproduce la propia ima
gen de aquel que la imprime. La revelacin de la torah sobre el
Sina, en el Exodo, tiene su preludio en la revelacin del nombre
divino hecha a Moiss, sobre el mismo macizo del Horeb.
Estarevelacin del nombre de Dios, que significa la revelacin, la comu
nicacin, de l mismo, es la base de la alianza entre l y los suyos27,
Recprocamente, ellos sern sus testigos por la prctica de la ley;
porque as constituirn para los otros pueblos el testimonio vivo
de lo que l hace y, en lo que hace del hombre, de lo que l es.
Eneste sentido la toraiz, en sus prescripciones morales, pero
tambin hasta en el detalle de sus disposiciones ceremoniales, viene
a ser como la expresin de una vida comn entre Dios y su pueblo,
de una presencia que es unin. As se puede decir ya de la torak
lo que Jess dir de la ley evanglica: es un yugo suave y una carga
24. V&ze E. JAcos, Thologie de rAncien Testanwnt, Neuchatel-Pars 1955, y. 219s,,as! como el artIculo v6to del Theologisckes W5rterbuch de O. KLTTEL.
25. Mt 5,48. Cf. Lev 19,2.
26. V&se E. JAcos, op. oit., p. 38ss.
27. Ibid.
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Palabra de Dios y berakali
ligera . Porque es un yugo de amor. Pone a Dios en la vida de los
que l ha conocido y que le conocen a su vez.
La meditacin que desarrollarn los sabios desplegar todas las
implicaciones de la palabra as comprendida y aceptada". En todoel Oriente antiguo era la sabidura un conocimiento prctico, nu
trido de experiencia meditada y que remataba en el arte supremo:
el arte de vivir. 14a sabidura real, en particular, no era sino el arte
de hacer vivir, no a un solo individuo, sino a todo un pueblo. Esta
sabidura, recibida en Israel con la realeza, se impregn all de las
enseanzasde la palabra. Como
elrey no es
allms que una epi
fana del nico Rey verdadero, Dios conocido en su tatrah, la sabi
dura aparecer all como el don de Dios al rey que le representa,
el don que har que reine conforme a los caminos divinos. El prin
cipio de la verdadera sabidura ser, por tanto, la meditacin de la
palabra divina, bajo la inspiracin del Espritu, del soplo de vida
divina que la inspira. Proyectar, por tanto, la luz de lo alto sobre
la experiencia y la reflexin racional del hombre.
Pero a travs de la experiencia histrica de Israel, guiada e ilu
minada por la palabra, no tardar en hacerse evidente que Dios,
como es el nico rey verdadero, es tambin el nico sabio digno de
este nombre. La sabidura, identificada con el contenido esencial
de la palabra, con la torali 30, acabar as por significar el designio
divino, segn el cual debe tomar forma la historia del hombre pararealizar un pueblo, una humanidad segn el corazn de Dios. La
torah revelada apareca inseparable de una preseiiia especial de
Dios con los suyos, la .frkina/z, que haca que habitase con ellos bajo
la tienda a lo largo de su peregrinacin; por ello la sabidura aca
bar confundindose con esta ekinah . Pero entonces sta no
habitar ya simplemente en un santuario en medio de los suyos, sinoque su santuario sern los corazones acordes de stos.
Esta interiorizacin y esta humanizacin de la palabra divina
28. Cf. MiX-nak, tratado Berahoti, cc, 2 y 10b. Los tratados Berakotis, respectiva
mente de la Mano]. y de la Toseftgh fueron traducidos si ingls con un comentario por
A. Luxvw WILLIAM5, Tractate Herakot]., Londres 1921.
29. Vase H. Duasano, Les Scribes inspirs, Paris 1939.
30. Cf. Edo 24,23.
31. Cf. todo el capItulo 24 deI Eclesistico, donde ae dice que la sabiduria mora en
la columna de fuego y de nube y en el tabernculo.
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Las berakoth, respuesta a la palabra
en la sabidura, que preparan su universalizacin, vienen en cierto
modo al encuentro de las ltimas visiones y de las supremas pro
mesas profticas. Para Ezequiel como para Jeremas, la sustancia
de la nueva y eterna alianza que deben aguardar los exiliados,
llevando consigo, en s mismos, la presencia de la .ekinah, la cons
tituir una ley grabada en los corazones y no ya en tablas de piedra.
As el conocimiento del Seor recubrir la tierra como las aguas
recubren el fondo de los mares
En este momento va a afirmarse el carcter misterioso de la
sabidura divina. Desborda el pensamiento de los ms sabios de los
hombres, como los pensamientos de Dios desbordan los pensa
mientos del hombre: slo Dios la conoce. Es para Dios como otro
l mismo, de modo que conocerla es conocer a Dios en el sentido
ms fuerte. El hombre no puede acceder a ella sino por la revela
cin por excelencia. As, de la sabidura que pareca partir de la
tierra, hecha de la razn del hombre aplicada a las experienciasde aqu abajo, pero que se elev hasta el cielo, se pasa al apoca
lipsis: a la revelacin de los designios ltimos, impenetrables de
Dios, en la que l mismo se revelar a los suyos para revelarse
pronto al mundo entero de una manera final .
De ah resulta, al final de la antigua alianza, la espera de una
suprema revelacin de la palabra, en una efusin del Espritu sin
precedentes . Con el Mesas, el ungido de lo alto que viene a sal
var a su pueblo, Dios en persona debe venir como al descubierto
pan que el pueblo lo reconozca y lo acoja, a un mundo al que la
presencia desvelada consumir en sus aspectos temponles y tem
porarios, para consumarlo en la eternidad bienaventurada.
Las berakot.b, respuesta a la palabra
A la palabra as entendida aportar su respuesta la oracin de
las ber&eoth. stas son la respuesta, despejada poco a poco, de la
fe obediente a la palabra desplegada progresivamente en su anchu
37 Cf, Ez 36,26ss y Jer 31,3lss.
33. Vase ID. DPOEN, Le cmystire paetinien, en Ephemerides Thcologicae Lora.
nienaes, t. xiii, 1936.
34. Cf. JI 3,1-5, al que citar Pedro en Act 2,17-21.
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Palabra de Dios y ljcrakah
ra, su altura y su profundidad misteriosas. Son, por tanto, la ex
presin acabada del conocimiento de Dios en el corazn del pueblo
al que l ha conocido, nico entre todos los pueblos de la tierra.
Puede decirse que los salmos, los cnticos del pueblo de Dios,
que ste acab por reconocer tambin corno inspirados, como pa
labra de Dios, fueron progresivamente alimentando y preparando
el desarrollo de la oracin de Israel en la forma de las berakotit.
Notemos el sentido del hecho de que los salmos, las grandes ora
ciones de Israel, llegaran a ser recibidos como una parte integrante
t como una parte central, cordial, de la Biblia, de la Sagrada
Escritura en la que se deposit la palabra inspirada. Ningn hecho
podra poner mejor en evidencia este significado de la palabra de
Dios para Israel, como de una palabra creadora, cuya creacin por
excelencia es la de un corazn nuevo en el hombre, en cuyas tablas
de carne pueda grabarse la torali, de modo que el hombre responda
en todo su ser, y primeramente en su corazn, a la intencin profunda de la palabra divina. Lo que sta quiere hacer interviniendo
en su vida, el designio cuya realizacin persigue ella pacienteniente,
pero con omnipotencia, a travs de la historia de un pueblo en la
cual lo va modelando, es un hombre que conozca a Dios como l
mismo ha sido conocido, que responda a su palabra con una res
puesta que no es sinola
ltima palabra desta,
proferida enl
mismo. Aunque la traduccin del salmo 27 en Biblias protes
tantes: Mi corazn me dice de tu parte: Buscad mi faz, yo busco
tu faz, Dios mo, no sea ms que una conjetura, traduce a niara-
villa este designio de toda la palabra.
Los salmos, considerados en su variedad y en su conjunto, cons
tituyen como una vasta berakah, aun cuando desbordan la forma
precisa que ser definida por la tradicin juda slo despus de la
composicin y organizacin de toda su compilacin. Incluso el es
quema de la berakak, como esquema espontneo de la oracin que
responde a la palabra, les es anterior. Se halla en las ms antiguas
tradiciones de Israel. Por su parte, en cambio, lo alimentarn con
su sustancia, de tal forma que se puede decir que la tradicin ul
terior deducir de su recitacin constante su teora plenamente
35. Cf. el texto de Ams citado en la note 14.
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Las berakoth, respuesta a la palabra
explicitada. As se explica que la liturgia juda no haya cesado de
encuadrar el rezo de las berakoth en la oracin continuada de todo
e1 salterio, como lo hara tambin posteriormente la liturgia cris
tiana. Si las berakoth judas, como la eucarista cristiana, vinieran a aislarse del salterio, quedaran separadas de sus races. La
una corno las otras, no tardara en ver debilitarse y mermarse su
sentido y correran peligro de reducirse a un marco vaco.
Desde el Gnesis y el xodo aparece el esquema de la berakah.
Los ejemplos de ella que nos dan estos libros son ya de una nitidez
tan sorprendente que se ve uno tentado a descubrir en ellos un reflejo de la piedad tarda de los escribas sacerdotales, ltimos redac
tores o revisores de estos escritos. Las frmulas aparecen, sin em
bargo, en ellos tan sencillas y tan espontneas, que hay grandes
probabilidades de que sean ms bien modelos lejanos, retenidos y
conservados, de la respuesta inmediata a la palabra, modelos que
el desarrollo de sta habra ido sencillamente rellenando cadavez ms.
En los Salmos, en los que se siente por todas partes este enrique
cimiento de la oracin primitiva por la palabra cada vez ms reve
ladora, el esquema de la berakak aparece ms de una vez subya
cente, aunque raras veces se destaca. Puede decirse que est ah
como un cristal en formacin en su agua madre, invisible todava
a la mirada superficial, pero dispuesto a precipitar toda su sustancia
cii una forma que sta exige.
Cuando Eliezer, en el Gnesis, encontr6 a Rebeca y tom con
ciencia de la manera como Dios, que se haba revelado a Abraham,
lo haba guiado todo, exclam: Bendito sea el Seor, Dios de mi
amo Abraham, que no escatm su benevolencia y su bondad a mi
amo U En otras palabras: se bendice a Dios porque ha mantenido
sus promesas a aquel que haba credo en su palabra. El objeto de
esta bendicin, por rudimentaria que sea, es el reconocimiento de lo
que haba de expresar san Pablo: Dios hace que todas las cosas
concurran al bien de los que l ama
Ms impresionante es quiz todava la berakah pronunciada por
36. Cf. DH, p. 26ss.
37, Gn 24,27.
38. Ron, 8,28.
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Palabra de Dios y berakab
Jetr, suegro de Moiss, sobre todo si se restituye a todo su con
texto. Jetr ve, como con sus propios ojos, que Dios ha hablado
efectivamente a Israel por Moiss y ha realizado sus promesas.
Entonces exclama: Bendito sea el Seor que os sac de las manos
de los egipcios y de las del faran, que liber al pueblo de la na
cin egipcia. Ahora s que el Seor es ms grande que todos los
dioses. El texto aade: Luego Jetr, suegro de Moiss, ofreci
a Dios un holocausto y sacrificios. Aarn y todos los ancianos de
Israel acudieron, en compaa del suegro de Moiss, a participar
de la comida tomada en presencia de Dios.
Esta berakak es, por tanto, en un extno al pueblo de Dios, la
expresin de su asociacin a la fe de ste. Con ella reconoce Jetr
que la palabra divina se ha hecho oir en Israel, que le ha mantenido
sus promesas. Esta proclamacin de Dios, reconocido en sus mira
billa, suscita la of renda del sacrificio y consiguientemente la entrada
en la comunin del pueblo al que form la palabra, en la presenciade Dios.
Numerosos salmos no sern sino berakoth de este gnero, sen
cillamente desarrolladas. Desplegarn la plenitud del sentido de
estas expresiones : bendecir benedicere, cantar cantare, confesar
confiteri, proclamar praedicare aplicadas a los mirabilia Dei,
tal como los anuncia, los manifiesta, Los produce la palabra todo
poderosa. Ya sea su objeto precisado la creacin en general, o algn
beneficio recibido individualmente, en todo caso est siempre impli
cada en su alabanza la experiencia propia de Israel: Dios manifes
tado primeramente en la historia de los suyos, y que ser luego re
conocido por todas partes y en todo, hasta tal punto que para el
israelita creyente todo es sencillamente un eco de su palabra, la
obra que la atestigua.
Los salmos que son oraciones de peticin suponen siempre
el trasfondo de esta alabanza; sta es el resorte de toda oracin: el
Dios al que ora Israel no es un desconocido. Es el Dios muy cono
cido por su palabra, reconocido en las altas gestas que la acompa
an y que son su producto. Incluso cuando este presupuesto es slo
implcito, es l el que subtiende la oracin: el Dios que ha hecho
39. x 18,9.10.
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Las berakoth, respuesta a la palabra
esas maravillas que se creen, es el nico de quien todo se puede
esperar.
Pero muchos salmos esbozan ya, y con frecuencia no slo es
bozan, un desarrollo del esquema que vendr a ser formal enlas
grandes berakotk litrgicas de la sinagoga. En particular, en los
salmos redactados para acompaar los sacrificios y que parecen
ser uno de los tipos ms antiguos y ms constantes en su estruc
tura, una primera fase evoca en el gozo de una confesin de fe
jubilosa las altas gestas pasadas de Dios en favor de los suyos.
Luego se ofrece el sacrificio en medio de splicas pan que renueve,
y confirme tambin, sus maravillas pasadas. Con frecuencia un
orculo sacerdotal, tomado sin duda en los orgenes, de los presa
gios discernidos a lo largo del rito, viene en este lugar a prometer
la liberacin o la gracia esperada. De esta manera el salmo, co
menzado en la alabanza, desarrollado en la splica, terminar en
doxologa: Dios es siempre el mismo; hoy y maana, como en otro
tiempo, colmar a los suyos4.
Este esquema aparece con particular relieve en un salmo como
el 39. Se abre con la proclamacin de las liberaciones pasadas:
[use toda mi confianza en ci Sefior,
y se inclin hacia mi
y escuch mi llamada.
Me sac de la hoya de ruina,del fango cenagoso.
Afirm mis pies sobre piedra
e hizo seguros mis pasos.
Puso en mi boca un cntico nuevo,
un himno de gloria a nuestro Dios.
Viene luegola
ofrendasacrificial,
con la oracin en que seruega que se muestre Dios siempre el mismo, que haga todava y
que remate lo que ha comenzado en favor del que le invoca. Pero es
al mismo tiempo una consagracin del orante mismo, en su sacri
ficio y ms all de la oblacin material, la cual no hace sino repre
sentar la confiada entrega de s mismo a la voluntad divina.
40. Vase AAOE Brwrzn., Introdactio,a to the Oid Testanwnt, vol. i, copenhague
1948, p. 146ss, y 5. MOWINCKEL, The Psatms in Isra.is Worship, Oxford 1962.
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Palabra de Dios y herakah
No te agradaron el sacrificio y la of renda,
pero me has dado un odo abierto.
No deseas el holocausto y el sacrificio expiatorio.
Por ello dije: Heme aqu que vengo.
En el rollo de la ley se escribi de mi:
Tengo mi complacencia, Dios mo!, en hacer tu voluntad,
y dentro de mi corazn est tu ley;
he proclamado tu justicia en la asamblea numerosa.
No he tenido mis labios cerrados; t, oh Yahveh 1, lo sabes:
no he tenido encerrada tu justicia en el secreto de mi corazn,
sino que he proclamado tu fidelidad y tu redencin.,.
No apartes de m, 1oh Yahveh!, tu misericordia:
sean mi salvaguardia tu misericordia y tu piedad.
Desde esta base de la consagracin a la voluntad de Dios puede,
en efecto, brotar la oracin. Lo hace con tal certeza, que la splica
misma se convierte espontneamente en alabanza nueva y definitiva.
Agrdete librarme, oh Yahveh!
Corre, oh Yahveh!, en mi ayuda.
Sean confundidos y humillados
los que quieren arrebatarme la vida...
Salten de gozo y algrense e;:
aquellos que te buscan. --
Que exclamen sin cesar: i Ensalzado sea Yahvch 1,
los que esperan en tu auxilio.
El nudo de este salmo est en un pensamiento que se repite no
pocas veces en el Salterio y que es una enseanza capital de los
profetas, en particular de Isaas. No es la materialidad de ofrenda
alguna la que puede satisfacer al Seor, sino la ofrenda de s mismo.
Slo la consagracin de nuestra voluntad a su voluntad, reconocida en su palabra, da sentido a nuestros sacrifkios 1*
La exgesis del siglo XIX, bajo el influjo de prejuicios protes
tintes, quiso ver en estas frmulas un repudio de los sacrificios,
que se expresara con la mayor fuerza en las palabras de Isaas que
haba de reasumir Jess: Misericordia quiero, y no sacrificiot2
Pero, como lo ha mostrado bien la escuela escandinava contempornea, hay ah un falso literalismo que desconoce el estilo deli
41. cf. 15 1.42. Cf. nota 23.
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Las berakoth, respuesta a la palabra
beradamente paradjico de los profetas. stos no son protestantes
o anticlericales por anticipacin, que quieran sustituir por la qtii
mera de una religin laica la realidad inevitablemente ritual de la
religin concreta. Expresan sencillamente el sentido que debeadoptar el sacrificio en la religin de la palabra: una consagracin
del hombre y de su vida entera por el ritual mismo". Lo que de
ello resultar no ser una moral en la que quede absorbida la reli
gin que consagre las conciencias morales haciendo de toda la vida
un solo acto de religin.
Lo que hay de verdad en esta perspectiva es que la oracinconsecratoria que acompaa al sacrificio ir ocupando en ste un
puesto cada vez mayor, segn vaya expresando con ms fuerza la
consagracin del hombre mismo. Nada ms tpico desde este punto
de vista que la evolucin del sentido dado a una expresin litrgica:
evah todah sacrificio de alabanza o accin de gracias. En
los orgenes designa un gnero particular de sacrificios, cuyo signi
ficado lo expresa el salmo de alabanza que los acompaa. Pero poco
a poco el sacrificio de alabanza significar la alabanza misma,
venida a ser no slo una parte integrante del ritual sacrificial, sino
e.l. sacrificio por excelencia. De ah expresiones como sta, tan elo
cuente, que se halla todava en Oseas: el sacrificio de los labios".
Este sacrificio de los labios, en que se expresa a oblacin del
corazn, formar una misma cosa con ese corazn contrito y quebrantado que en la conclusin del salmo 51 se opone al ritualismo
sin contenido.
Que aqu no haba en modo alguno superacin, sino interiori
zacin del sacrificio, nada lo traduce mejor que un detalle de expre
sin de san Pablo. Le brota tan naturalmente, que deba ser ya ha
bitual entre los judos, pese a su giro tan paradjico que roza con
el contrasentido. En uno de los ms antiguos textos en que se
traduce el sentido sacrificial dado a la cruz por los cristianos, dir
que Cristo se entreg a s mismo por nosotros como una ofrenda
y un sacrificio a Dios en olor de suavidad". Es evidente la refe
43. vase en particular A. H*u,as, Associatious of Me Cuit P,ophers enwng the
ancie,st Semites, 1945, y 7. Ptunsw, The Rie piayed by insf4rcd Pcisons arnong tAp
ancins$ Semites, en Studies ja Oid Testament Prophecy presented Co TE!. Robinson,Edimburgo 1950.
44. Os 14,2. 45. Ef 5,2.
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Palabra de Dios y berakab
rencia al salmo 39 que acabamos de citar. Pero el salmo deca lite
ralmente: lo que t quieres no es la ofrenda, sino la aceptacin
de la voluntad divina. San Pablo traduce, o ms bien transpone el
sentido, dicieiido lo que en las palabras es poco ms o menos lo
contrario: esta aceptacin de la voluntad divina es la of renda que
rida por Dios .
La progresiva introduccin en el centro del sacrificio, de la ora
cin de of renda de uno mismo bajo la forma especfica de una
berakali, sacar sus ltimas consecuencias en el culto sinagogal. En
la imposibilidad de ofrecer ya sacrificios en que se hallarn losjudos de la cautividad y de la dispora, una oracin de este tipo,
que responde a la lectura de la palabra, acabar por reemplazar el
culto sacrificial. Cuando sea reconstruido el templo, acompaar en
l a los sacrificios de la maana y de la tarde. Y en todas las sina
gogas se pronunciar esta oracin, con la faz vuelta hacia Jeru
saln, y ms exactamente hacia el santo de los saiitos, donde el sumo
sacerdote, una vez al ao, introduca la sangre de la expiacin .
Todo esto explica la descripcin que en el libro de Nehemas
se nos hace del quita!, es decir, de la asamblea litrgic3 del pueblo,
al retorno de la cautividad, en las ruinas del templo. En el primer
gaita!, en que se haba concluido la alianza, en el Sina, a las diez
palabras de la torak fundamental haba respondido el pueblo con su
adhesin unnime, y luego se haban ofrecido los primeros sacrificios de la alianza . En el quita! no menos solemne que haba mar
cado la reforma de Josas, despus de la lectura del Deuteronomio,
es decir, de la ley iluminada por los profetas, que renovaba la pros
cripcin de los dolos, se haba renovado igualmente esta adhesin,
y la alianza renovada se haba sellado en la pascua, el sacrificio me
morial de la salida de Egipto.
Enel
tercer gran quita!,el
del escriba Esdras, que la sinagoga del ltimo judasmo considerar como
su fundacin o su consagracin , se lee toda la torak sacerdotal
de los escribas, el Pentateuco acabado en su redaccin definitiva
46. Una discusin ms detallada de este problema se hallar en nuestra Spi,-it,ic,Nt
di. Nouveau Testa.nent et des Pares Histoire de la Spirit,,alit c/,rticnnc, tomo
ParIs 1960, p, l8Oss.
47. Cf. DR, p. Slss. 48. leh 8-9.
49. x 19ss. SO. 2Re 22ss.
SI. Cf. el primer captulo del libro clsico de A. ConaN, Le Ta,nud.
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en el exilio. Entonces todava no es posible celebrar los sacrificios
no hay templo, no hay altar, y seguramente ni siquiera vctima que
pueda hallarse para ofrecerla. Pero los ancianos, al comprometerse
a reconstruir el santo lugar y a restaurar su servicio, pronuncian
la berakah ms explcita, en su forma ms exhaustiva por su con
tenido, que se halla en la Biblia.
Los levitas comienzan exhortando al pueblo a la accin de
gracias:
Levantaos! Bendecid al Seijor vuestro Dios de eternidad en eternidad!
Bendito sea Di nombre glorioso, que rebasa toda bendicin y toda alabanza.
Sigue luego una gran oracin, que recorre toda la historia de
la creacin, luego toda la historia del pueblo de Dios hasta la hora
presente y que termina con una consagracin formal a sus desig
nios, almismo
tiempo que con una instante splica de que reanudeacabe su obra en favor de los suyos y en los suyos.
Puede decirse que tenemos aqu como el modelo de las dos
grandes oraciones del oficio sinagogal: las bendiciones, que enca
minan hacia la qedu.ah y la redaccin del &emah, y luego la gran
oracin de la aniidah, o teflah la oracin por excelencia. La
piedad del judasmo extender hasta a travs de la vida entera del
israelita piadoso las ramificaciones de estas berakoth, que se hallan
en detalle en los tratados de este nombre, en la Mi.nah y en la
Toseftah. Desde su despertar, en cada una de las acciones del da,
hasta que se acueste y se sumerja en el sueo, consagrarn el con
junto de sus actos. Y por el hecho mismo consagrarn el mundo,
restituyndolo en la alabanza a esa palabra que lo haba creado en
su origen, puesto que no sern, todas y cada una, sino otros tantos
actos de reconocimiento de dicha palabra, como origen y fin de
todas las cosas. Como dice a san Justino el rabino Trifnn, hacin
dose eco de toda la tradicin rabnica, es por la ofrenda incesante
de estas berakoth como los judos dispersos entre los gentiles ten
drn conciencia de ofrecer a Dios en todo lugar la of renda pura
de que haba hablado el profeta Malaquas.
Y de esta manera Is
52. Justiwo, Dilogo con Trifn, 116-117; PC 6, col. 745-746.
53. Mal 1,10.12.
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Palabra de Dios y beralcah
rael entero creer realizar la promesa del libro del xodo, de hacer
de l un puebla todo l sacerdotal, un reino de sacerdotes, consa
gradores de todo el universo a la sola voluntad divina revelada en
la toraiz .
Es cierto que con esta visin final que Israel lleg a formarse
de su propio papel pasamos definitivamente ms all del viejo
ritual tomado de Canan. Sean cuales fueren las transformaciones
de sentido y de contenido que ste hubiera podido sufrir, ahora se
ve ya superado. Y es seguramente por esto por lo que el aniquila
miento definitivo del templo y de sus sacrificios el afio 70 de nuestraen no podr aniquilar a Israel ni el culto de la torak.
Como ya lo hemos subrayado, esto no solamente no significa
tanto una moralizacin de los sacrificios como la sacralizacin de
la moral, o ms bien de la justicia de la torali, sino que adems
seria un error creer que esta religin del ltimo Israel se sustraera
a todo acto ritual particular, y ms especialmente a todo sacrificiodefinido. Nada es ms significativo que observar el nuevo ritual,
que, muy al contrario, surgi entonces como espontneamente, y
al que darn todo su sentido las comunidades, las habztroth, como
se dir un poco ms tarde, de la esperanza mesinica $; ios referi
mos al ritual de las comidas, en particular de las comidas en comu
nidad, las tardes de sbado o de fiesta. Para los sacerdotes de Qum
rn o de Damasco, como para los esenios o los terapeutas, de los
que nos habla Josefo, esta comida acaba por constituir no slo un
equivalente nuevo de los antiguos sacrificios, sino finalmente el
nico sacrificio que subsiste, en la espera de la nueva y eterna alian
za". La gran berahoii pronunciada por el presidente de la asamblea
sobre la ltima copa, repartida entre todos, invocara la venida inmi
nente del Mesas y consagrara, en esta espera, el resto fiel al
reino esperado. Con este nuevo sacrificio hemos llegado a la cena
y a la prehistoria inmediata de la eucarista cristiana.
54. Cf. x 19.
55. El trrirrino rin est atestiguado sino despus del comienzo de la era cristiana.
56. cf. G. VERM*S, Les me,wscrjts d.c Dseri de sida, Parfs-Tournai, 1953, ji. 59ss.