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5/23/2018 Boron Poder Contrapoder Antipoder
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Poder, "contra-poder" y "antipoder"
Autor(es): Boron, Atilio
Boron, Atilio. Miembro de PLED, Programa Latinoamericano de Educacin a
Distancia en Ciencias Sociales y de la Facultad de Ciencias Sociales, Uniersidad de
Buenos Aires. !nestigador Su"erior del C#$!CE%
Notas sobre un extravo terico poltico en el pensamiento crtico contemporneo !
Uno de los rasgos ms categricos de la victoria ideolgica del neoliberalismo ha sido
su capacidad para influenciar decisivamente la agenda terica y prctica de las fuerzas
sociales, las organizaciones de masas y los intelectuales opuestos a su hegemona. Sibien este atributo parecera haber comenzado ahora a recorrer el camino de su
declinacin, reflejando de este modo la creciente intensidad de las resistencias que a lo
largo y a lo ancho del planeta se erigen en contra de su predominio, las secuelas de su
triunfo en la batalla de las ideas estn llamadas a sentirse todava por bastante tiempo.
s bien sabido que no e!iste una relacin lineal, mucho menos mecnica, entre el
mundo de las ideas y los dems aspectos que constituyen la realidad histrico"social de
una #poca. sto e!plica, por ejemplo, que las concepciones medievales sobre la unidad
del $organismo social% &justificatorias del carcter cerrado del estamentalismo feudal y
de la primaca del papado sobre los poderes temporales" sobrevivieran por siglos al
advenimiento de la sociedad burguesa y a una de sus instituciones bsicas, el contrato.
'o debiera sorprendernos, por lo tanto, si teorizaciones surgidas durante el apogeo delneoliberalismo y coincidentes con el mayor reflujo histrico e!perimentado por los
ideales socialistas y comunistas desde la (evolucin )rancesa hasta hoy perduren tal
vez por d#cadas, a*n cuando las condiciones que les dieron origen hayan desaparecido
por completo.
Un ejemplo de esa pertinaz colonizacin ideolgica lo ofrece en la actualidad la obra de
algunos de los ms conocidos intelectuales crticos de la izquierda. Si se e!amina con
detenimiento el pensamiento de autores tales como +ichael ardt y -ntonio 'egri o la
ms reciente contribucin de ohn ollo/ay, puede comprobarse sin mayor esfuerzo
cun vigorosa ha sido la penetracin de la agenda, las premisas y los argumentos del
neoliberalismo a*n en los discursos de sofisticados intelectuales seriamente
comprometidos con una crtica radical a la mundializacin neoliberal. 0orque ninguno
de los tres autores arriba mencionados $se ha pasado de bando%, peregrinando a las filas
de la burguesa y el imperialismo en busca de reconocimiento u otro tipo de
recompensas. 'inguno de los tres abjur de la necesidad de avanzar hacia la
construccin de una sociedad comunista, o por lo menos decididamente $post"
capitalista.% 1odo lo contrario2 el sentido de su obra es justamente el de fundamentar, en
las nuevas condiciones del capitalismo de inicios del siglo veintiuno, las formas de
lucha y las estrategias que podran ser ms conducentes al logro de tales fines. n ese
sentido es preciso establecer, antes de plantear nuestra divergencia con sus
teorizaciones, una clara lnea de demarcacin entre ardt, 'egri y ollo/ay y autorestales como +anuel 3astells, (egis 4ebray, rnesto 5aclau, +aria -ntonieta
+acchiochi, 3hantal +ouffe, 5udolfo 0aramio y toda una pl#yade de e!"mar!istas
http://www.herramienta.com.ar/autores/boron-atiliohttp://www.herramienta.com.ar/debate-sobre-cambiar-el-mundo/poder-contra-poder-y-antipoder#_foot1http://www.herramienta.com.ar/printmail/44http://www.herramienta.com.ar/print/debate-sobre-cambiar-el-mundo/poder-contra-poder-y-antipoderhttp://www.herramienta.com.ar/autores/boron-atiliohttp://www.herramienta.com.ar/debate-sobre-cambiar-el-mundo/poder-contra-poder-y-antipoder#_foot15/23/2018 Boron Poder Contrapoder Antipoder
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europeos y latinoamericanos que al iniciar una necesaria renovacin terica del
mar!ismo para rescatarlo de la ci#naga del estalinismo culminaron su arrepentimiento
con una capitulacin terica tan grosera como imperdonable. n este descenso, y so
prete!to de la supuesta superioridad civilizacional del capitalismo, muchos abandonaron
el mar!ismo dogmtico que haban cultivado con especial celo durante largo tiempo
para convertirse en furiosos profetas que ahora pretenden persuadirnos de la imposiblesuperioridad etica de un modo de produccin basado en la e!plotacin del hombre por
el hombre y la destruccin de la naturaleza. 0ocos casos, no obstante, igualan la
denigrante trayectoria de +ara -ntonieta +acchiochi, quien transit desde el ms
irresponsable ultraizquierdismo hasta el neofascismo, culminando con ignonimia su
trayectoria poltica e intelectual en el 0arlamento italiano representando nada menos que
a )orza 6talia y su capo, Silvio 7erlusconi.
8ueremos dejar claramente sentado que ardt, 'egri y ollo/ay de ninguna manera
entran en esta lamentable categora de los que bajaron los brazos, se resignaron y se
pasaron a las filas del enemigo de clase. Son, en buenas cuentas, camaradas que
proponen un anlisis equivocado de la situacin actual. Su integridad moral, totalmentefuera de cuestin, no les ahorra sin embargo caer en la trampa ideolgica de la
burguesa al hacer suyas, de manera inconsciente, algunas tesis consistentes con su
hegemona y con sus prcticas cotidianas de dominio y que de ninguna manera pueden
ser aceptadas desde posiciones de izquierda. !pliqu#monos. 0ara la burguesa y sus
aliados, para el imperialismo en su conjunto, es imprescindible potenciar el carcter
fetichista de la sociedad capitalista y ocultar lo ms que se pueda su naturaleza
e!plotadora, injusta e inhumana. 0arafraseando a 7ertolt 7recht podemos decir que el
capitalismo es un caballero que no desea que se lo llame por su nombre. 5a
mistificacin que produce una sociedad productora de mercancas y que todo lo
mercantiliza requiere, de todos modos, un reforzamiento generado desde el mbito de
aquello que 9ramsci denominara $las superestructuras complejas% del capitalismo, y
fundamentalmente de la esfera ideolgica. -s, no basta con que la sociedad capitalista
sea $opaca% y la esclavitud del trabajo asalariado aparezca en realidad como un universo
de trabajadores $libres% que concurren a vender su fuerza de trabajo en el mercado. s
preciso adems silenciar el tratamiento de ciertos temas, deformar la visin de otros,
impedir que se visualicen unos terceros y que alguno de ellos se instale en la agenda del
debate p*blico. 4e ah la importancia que asume para la derecha cualquier teorizacin
:sobre todo si es producida por crticos del sistema; que empa
http://www.herramienta.com.ar/debate-sobre-cambiar-el-mundo/poder-contra-poder-y-antipoder#_edn1http://www.herramienta.com.ar/debate-sobre-cambiar-el-mundo/poder-contra-poder-y-antipoder#_edn2http://www.herramienta.com.ar/debate-sobre-cambiar-el-mundo/poder-contra-poder-y-antipoder#_edn1http://www.herramienta.com.ar/debate-sobre-cambiar-el-mundo/poder-contra-poder-y-antipoder#_edn25/23/2018 Boron Poder Contrapoder Antipoder
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n sntesis2 la tesis fundamental que quisi#ramos probar en las pginas que siguen
sostiene que la concepcin general y las orientaciones heursticas que se desprenden de
los planteamientos que encontramos en la obra de ardt y 'egri y ollo/ay lejos de
instalarse en el terreno poltico del pensamiento contestatario son plenamente
compatibles con el discurso neoliberal dominante. (eflejan la derrota ideolgica sufrida
por aqu#l, y la lamentable vigencia del diagnstico al que arribara, a finales del siglodiecinueve, os# +art cuando deca que $de pensamiento es la guerra mayor que se nos
hace% y convocara a los patriotas latinoamericanos a ganar la batalla de las ideas. 1area
que, por cierto, constituye una de las ms importantes asignaturas pendientes de la
izquierda.
ardt y Ne#ri
n un libro publicado poco despu#s de la aparicin en lengua espa
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insurreccin popular para que la parafernalia represiva del imperialismo se pusiera en
juego. (ecordemos lo acontecido con oIo 9oulart en 7rasil de ?@AJ,uan 7osch en
(ep*blica 4ominicana en ?@AK, Salvador -llende y la Unidad 0opular en 3hile de
comienzos de los a
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tan slo una visin alucinada de sesentistas trasnochados, o se produjo de verdadH sa
huda desesperada desde los techos de la embajada norteamericana en Saign, donde
espas, agentes secretos, asesores militares y torturadores policiales destacados en
Nietnam del Sur se mataban entre s para subir al *ltimo helicptero que los conducira
sin escalas del infierno vietnamita al 'American dream(, Ghabr sido verdadera o fue
una mera ilusinH 5os cuarenta y tres a
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revolucionaria. l tercer elemento, el poder constituyente, estaba formado por los
soviets y los consejos, en la visin de 5enin y 9ramsci.
0ero si e!istira la posibilidad de retraducir, insistimos, en el plano de la
conceptualizacin ms abstracta, los tres componentes del $contra"poder% al lenguaje de
la tradicin revolucionaria comunista, no ocurre lo mismo cuando llega la hora deidentificar los agentes sociales concretos llamados a encarnar el proyecto emancipador y
las formas polticas especficas mediante las cuales #ste ser llevado a cabo. Si en la
tradicin de comienzos del siglo veinte el proletariado en conjunto con las clases aliadas
:campesinos, peque
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completo la especificidad del capitalismo como modo de produccin y las relaciones de
e!plotacin y de opresin poltica que le son propias. 4esaparecidas las clases sociales
&en efecto, Gqui#nes e!plotan y qui#nes son los e!plotadosH" y diluidos tambi#n por
completo los fundamentos estructurales del conflicto social, lo que nos queda es una
rudimentaria po#tica de la rebelin ante un orden abstractamente injusto que nada tiene
que ver con los procesos reales que sacuden al capitalismo contemporneo. n laformulacin de ardt y 'egri el fenmeno del $contra"poder% se diluye por completo en
la formalidad de una gramtica que, por razones inescrutables, opone la multitud al
imperio, sin que se sepa, a ciencia cierta, que es lo uno y que es lo otro y, sobre todo,
qu# es lo que hay que hacer, y con qu# instrumentos, para poner fin a esta situacin.
ollo$ay
5a obra de ollo/ay plantea una tesis que, si bien es afn a la de ardt y 'egri,
radicaliza a*n ms el movimiento auspiciado por #stos.=iv>n efecto, si los autores de
!m"eriorehuyen el tratamiento del tema del poder en su especificidad histrica &el
poder de la burguesa y sus efectos, en esta fase del capitalismo mundializado& y caenembelesados ante la contemplacin del $contra"poder%, en ollo/ay la huida es mucho
ms pronunciada. Oa no se trata de postular la e!istencia de una nebulosa frmula que,
supuestamente, se enfrenta al poder real ejercido por las clases dominantes, sino de
abogar a favor de la total erradicacin del poder de la faz de la tierra. 4e lo que se trata,
nos dice este autor, es de disolver para siempre las relaciones de poder. 'ada se gana
con intentar $tomar el poder%, o $conquistar el poder del estado,% porque tal estrategia
ha fracasado rotundamente.=v>5o que se requiere es, entonces, la construccin de un
$anti"poder%, es decir, de un nuevo entramado social en donde las relaciones de poder
sean un doloroso recuerdo del pasado.
l poder es as satanizado en la obra de ollo/ay, convertido en un fetiche horrendo
que contamina a todo aqu#l que osa tomarlo en sus manos. 5os movimientos y los
agentes sociales que en el pasado intentaron transformar a la sociedad a partir de la
toma del poder y la utilizacin de los recursos que #ste brindaba para dar a luz una
nueva sociedad fracasaron completamente.=vi> 0ero, en lugar de e!aminar desde la
perspectiva del materialismo histrico las circunstancias bajo las cuales se ensayaron
estos proyectos lo que hallamos en ollo/ay es una e!hortacin a alejarnos de algo
considerado como pecaminoso y hasta mortfero. l $anti"poder% sera, en esta
conceptualizacin, la manifestacin del triunfo de la sociedad civil sobre el estadoB la
liberacin del g#nero humano de toda forma de opresin, concentrada y sublimada en la
visin de este terico en la figura omnipotente y terrible de lo que Lctavio 0az llamara$el ogro filantrpico% y que no es otra cosa que el estado.
5a g#nesis de esta crtica absoluta al estado y a la $ilusin estatal%, y de esta
intransigente &e injusta, por sesgada y parcial& condena a las revoluciones del siglo
veinte se encuentra en las ense
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aparentes diferencias, un acuerdo fundamental2 la construccin de la nueva sociedad
pasaba por la conquista del poder del estado. 4e ah el carcter estadoc#ntrico del
proceso revolucionario. 0recisamente por eso, para ollo/ay $:l;a gran aportacin de
los zapatistas :ha; sido romper el vnculo entre revolucin y control del estado% :ibid. ,
p. ?CQ;.
Sin decirlo, el programa que nos propone ollo/ay es, nada menos, que la serena e
indolora instauracin de la sociedad comunista. 'o otra cosa significara poner fin a la
separacin entre estado y sociedad, instituir el autogobierno de los productores y, de ese
modo, lograr la tan anhelada e!tincin del estado. :ollo/ay, ?@@C2 p. JQ; asta aqu la
propuesta no es para nada novedosa para la tradicin comunista, salvo que, en el caso de
este autor, todo este programa debera realizarse absteni#ndose las fuerzas populares de
tomar el poder del estado. aci#ndose eco del discurso zapatista ollo/ay asegura que
no se trata de $un proyecto de hacernos poderosos sino de disolver las relaciones de
poder.% :ollo/ay, JPP?a2 p. ?CQ;. l tema de la disolucin de las relaciones de poder
merece m*ltiples consideraciones. n primer lugar, es algo que no se puede discutir en
abstracto porque pierde todo significado. G8ui#n podra estar en contra de una propuestade ese tipo, que evoca visiones de una comunidad en la cual se han suprimido
definitivamente y en todos sus rdenes las relaciones de dominacinH s como proponer
la erradicacin del dolor y la enfermedad, la miseria y el sufrimiento2 nadie podra
disentir de tan nobles propuestas. 0ero por ms que nos disgusten, la realidad es que las
relaciones de poder aparecieron sobre la faz de la tierra junto con las formas ms
primitivas de la vida animal, como lo ha comprobado hasta el cansancio la
sociobiologa, y no parece que vayan a desaparecer a fuerza de lamentos y plegarias. Si
las jerarquas y las dominaciones, con todas sus secuelas degradantes y opresivas,
acompa
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Un segundo campo de problemas tiene que ver con la operatividad de una tal propuesta
"el cmo de la disolucin del poder" y los resultados prcticos que podran desprenderse
de la aceptacin de ese programa por parte de las fuerzas sociales insurgentes. 0orque
abogar por la disolucin del poder puede ser muy romntico y conmovedor, pero
condena a los agentes sociales y, en especial a las clases y capas subordinadas, a una
empresa ine!orablemente destinada al fracaso, al menos mientras subsista la sociedadcapitalista. O como #sta no va a pasar a la historia como producto de los ruegos e
invocaciones a nobilsimos ideales comunitarios sino como resultado de encarnizadas
luchas sociales, y en las cuales la cuestin del poder asume una centralidad e!cluyente
en el trnsito de la vieja a la nueva forma social, la asuncin de una propuesta
insanablemente equivocada cmo #sta no hace sino servir de prlogo a una nueva y ms
duradera derrota del campo popular.
n realidad, y esta es la tercera consideracin que quisi#ramos hacer en torno a este
tema, el abandono del proyecto de conquistar el poder refleja no slo una capitulacin
poltica ante la burguesa sino tambi#n los errores de una concepcin terica que no
alcanza a comprender lo que significa el fenmeno del poder social. ollo/ay estributario de una concepcin metafsica del poder que, curiosamente, tiene ms de un
punto de contacto con las visiones caractersticas de la derecha. n efecto, si para #sta el
poder es equivalente al gobierno y, por lo tanto, a una herramienta de direccin y
control social, para la izquierda posmoderna el poder aparece tambi#n como un
instrumento, slo que in*til, improductivo y patolgico, que destruye la fibra misma de
la vida social y que contamina insanablemente la integridad de un proyecto de
transformacin socialista de la sociedad.+s all de sus diferencias, ambas versiones
adhieren, en el fondo, a una concepcin teleolgica e instrumentalista del poder2 #ste es
concebido como un punto de llegada, un objeto que hay que alcanzar y, a la vez, un
seguro instrumento de gestin de lo social. 5o que el pragmatismo de la derecha
defiende a ultranza es objeto de crtica radical por parte de ollo/ay, pero en ambos
casos estamos en presencia de un equvoco porque el poder no es una cosa, o un
instrumento que puede empu
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fcilmente como en (usia, pas de 'icols y (asputn n un pas de esta naturaleza,
comenzar la revolucin era tan fcil como levantar una pluma%. O continuaba afirmando
que es $evidente que en uropa es inconmensurablemente ms difcil comenzar la
revolucin, mientras que en (usia es inconmensurablemente ms fcil comenzarla, pero
ser ms difcil continuarla% :5enin, ?@?D2 pp. AP@"A?Q;. )ue precisamente a partir de
estas lecciones que brindaba la historia comparativa de las luchas obreras y socialistasen los albores del siglo EE que 5enin insisti en la necesidad de distinguir entre los
$comienzos de la revolucin% y el desarrollo del proceso revolucionario. Si en el primer
caso la conquista del poder poltico y la conversin del proletariado en una clase
dominante era condicin indispensable &ms no suficiente& para el lanzamiento del
proceso revolucionario, su efectivo avance e!iga una serie de polticas e iniciativas que
trascendan largamente lo primero y que hundan sus races en el suelo de la sociedad.
-ntonio 9ramsci, por su parte, dej un legado de significativas aportaciones para el
estudio del poder. n m*ltiples escritos argument persuasivamente que la creacin de
un nuevo bloque histrico que desplazara a la burguesa del poder supona una doble
capacidad de las fuerzas contra"hegemnicas2 #stas deban ser dirigentes y dominantes ala vez. s ms, en realidad las fuerzas insurgentes deban primero ser dirigentes, es
decir, ser capaces de ejercer una $direccin intelectual y moral% sobre grandes sectores
de la sociedad &esto es, establecer su hegemona& antes de que pudieran plantearse con
alguna posibilidad de #!ito la conquista del poder poltico y la instauracin de su
dominio. 0ero direccin intelectual y moral y dominacin poltica eran dos caras
inseparables de una misma y *nica moneda revolucionaria. n el anlisis de ollo/ay
el poder aparece como una cuestin que se refiere e!clusivamente al dominio poltico,
desoyendo la necesidad de concebirlo antes que nada como una cuestin que se arraiga
en el suelo de la sociedad civil y que desde all se proyecta sobre el plano de las
superestructuras polticas.
'o se construye un mundo nuevo, como quiere el zapatismo, si no se modifican
radicalmente las correlaciones de fuerzas y se derrota a poderossimos enemigos.
3ontrariamente a lo que proponen ardt, 'egri, ollo/ay &Tque en esto coinciden con
3astells& el poder social, en tren de imaginar metforas, se asemeja mucho ms a una
tela de ara
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Una *ltima consideracin. ollo/ay guarda silencio en relacin a varios temas
cruciales de su propuesta de cambiar el mundo. s ms, el *ltimo captulo del libro en el
cual, supuestamente, fundamenta terica e histricamente su argumento, termina con un
decepcionante $no sabemos como se cambia el mundo sin tomar el poder.% :p. VPD; s
decir, luego de unas trescientas pginas de elaboracin la respuesta que se prometa
desde el mismo ttulo del libro cae en el ms profundo vaco. 0odramos decir, a favorde ollo/ay, que +ar! y ngels tampoco saban como sera la dictadura del
proletariado, y que fue la e!periencia histrica concreta de la 3omuna de 0ars la que
les permiti $descubrir% en la prctica emancipatoria del proletariado parisino los
contornos de la nueva forma poltica. 0ero, hasta ese momento, por lo menos e!istan de
parte de los padres fundadores del materialismo histrico una serie de elementos
tericos que permitan prefigurar, aunque sea en sus trazos ms gruesos, la fisonoma
del nuevo poder poltico basado en la clase obrera. n el caso de ollo/ay esos
elementos estn ausentes, y ni siquiera se plantean algunas preguntas cruciales que, a
los efectos de iluminar su propio argumento, deberan haber sido puestas sobre la mesa.
0or ejemplo, Gcmo se construyen esas $formas alternativas% de organizacin social y el
$anti"poder anti"estatal% del que tanto nos hablaH G3mo hacer para obligar a losdespticos detentadores del poder burgu#s para que, de ahora en ms, $manden
obedeciendo%H GSe resuelven estos candentes problemas prcticos apelando a la nobleza
de las metas propuestasH G'o son esas $formas alternativas% de organizacin social, de
poder y de estado sino otros nombres para referirse a una revolucin social en ciernes,
que destruye el orden capitalista e instaura otro nuevoH G'o son #stos los problemas con
que se han topado todas las e!periencias revolucionarias desde la 3omuna de 0ars
hasta nuestros dasH ollo/ay argumenta que las fuerzas transformadoras no pueden
$adoptar primero m#todos capitalistas :luchar por el poder; para luego ir en el sentido
contrario :disolver el poder;.% :ollo/ay, JPP?.b. ; 'os parece que la lucha por el
poder, sobre todo si la situamos en el terreno ms prosaico de la poltica y no en el de
las abstracciones filosficas, mal podra ser concebida como un $m#todo capitalista% a
partir de la afirmacin de que $la e!istencia de lo poltico es un momento constitutivo
de la relacin del capital%. n realidad, el poder y la lucha que se origina en relacin a #l
es tan antiguo como el g#nero humano, y antecede en miles de a
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estado, mientras en el plano prctico no cesa de fortalecerlo y asignarle nuevas tareas y
funciones. n realidad, la $ilusin estatal% parecera ms bien anidar en aquellas
concepciones que, pese a las evidencias en contrario, no alcanzan a distinguir la retrica
anti"estatista de la prctica estatizante del capitalismo $realmente e!istente%, ni a
percibir el carcter cada vez ms estrat#gico que el estado ha asumido para garantizar la
continuidad de la dominacin burguesa.
Breve di#resin %inal sobre la dualidad de poderes&
8uisi#ramos cerrar este anlisis trayendo a colacin el debate surgido a partir de la
e!periencia revolucionaria rusa entre ?@PK y ?@?C. n esa ocasin la necesidad prctica
dictada por la inminencia de la ruptura revolucionaria dio origen a un encendido debate
en torno a la cuestin del estado y la dualidad de poderes. Sin embargo, ninguno de los
grandes protagonistas de ese debate, nos referimos principalmente a 5enin, 1rotsRy y
(osa 5u!emburgo, lleg a proponer frmulas abstractas del estilo del $contra"poder% o
elW$anti"poder% para resolver las contradicciones de la coyuntura a favor de las fuerzas
insurgentes. +s all de la aspereza que por momentos caracteriz a esta controversia,todos quienes tomaban parte en ella coincidan en un hecho2 que la dualidad de poderes
era una situacin eminentemente transitoria, producto de aquello que, a
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soviets, consejos obreros, etc.", que propona un programa especfico de gobierno
:nacionalizaciones, reforma agraria, e!propiacin de los capitalistas, etc.; y que, como
no poda ser de otra manera, proyectaba su creciente ascendiente tambi#n sobre el plano
militar. 0orque, en las coyunturas de disolucin del orden social la lucha de clases no se
resuelve en los serenos mbitos del debate parlamentario, o en negociaciones a puertas
cerradas en las oficinas del gobierno sino en las calles y, casi invariablemente, con lasarmas en la mano. sta es al menos la leccin que ense
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que no podemos dar aqu2 hay una sociologa de los intelectuales revolucionarios que
est reclamando investigaciones concretas que nos ayuden a iluminar la relacin arriba
mencionada.=vii>
(etomando el hilo de nuestra argumentacin, concluimos entonces que las propuestas
de ardt, 'egri y ollo/ay son la proyeccin sobre el plano de la produccinintelectual &como dijimos, mediatizada y nunca lineal& del reflujo e!perimentado por
las fuerzas populares a partir de finales de los a
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ollo/ay, ohn JPP?a $l \apatismo y las ciencias sociales en -m#rica 5atina%, en
#SAL, #bseratorio Social de Amrica Latina :7uenos -ires2 35-3SL;, '[ Q, unio.
ollo/ay, ohn JPP?b $5a asimetra de la lucha de clases. Una respuesta a -tilio
7oron%, en #SAL, #bseratorio Social de Amrica Latina :7uenos -ires2 35-3SL;,
'[ Q, unio.
ollo/ay, ohn JPPJ Cmo cambiar el mundo sin tomar el "oder:7uenos -ires2
erramienta;
] 0onencia presentada al N ncuentro 6nternacional de conomistas sobre
9lobalizacin y 0roblemas del 4esarrollo, 5a abana, 3uba, ?P al ?Q de )ebrero de
JPPV.
=i>Sobre este tema ver 7oron, JPPJa, pp. ?Q@"?KV.
=ii>'o es un dato menor que haya sido precisamente )ernando . 3ardoso quien
redactara el prlogo de la edicin brasileN#ase nuestro!m"erio - !m"erialismo, obra en la cual e!ponemos detalladamente
algunos de los ms graves errores de interpretacin de contenidos en dicho libro y que,
lamentablemente, e!ceden con creces el mbito ms restringido de la teora del estado
capitalista. Una refle!in sobre este tema se desarrolla ampliamente en 7oron, JPPP.
Una versin ms acotada de la crtica a la obra de ardt y 'egri se encuentra en7oron,
JPPJb. l presente trabajo retoma libremente algunos de los elementos contenidos en
este *ltimo trabajo y los re"elabora en funcin de los objetivos que aqu han sidopropuestos.
=iv>emos debatido algunas de las ideas de ollo/ay en 7oron, JPP?.
=v>n este sentido, el anlisis de ollo/ay es e!tremadamente general y no introduce
ning*n tipo de matices. 0ara #l la e!periencia de la U(SS y la de la revolucin cubana
son e!actamente lo mismo, y ambas han fracasado. 'o e!iste en su obra la menor
tentativa de distinguir situaciones, conte!tos internacionales, problemas especficos,
momentos histricos y logros, aunque sea parciales, de los procesos revolucionarios. Su
visin del $fracaso% de las revoluciones es similar a las que, desde la derecha, se
formula en la ciencia poltica de inspiracin anglosajona, y en nada ayuda a comprenderlas dursimas condiciones en las cuales aquellas tienen lugar y se desenvuelven.
=vi>4e ah el ttulo del nuevo libro de ollo/ay, en el cual plantea in e/tensotoda su
teorizacin2 Cmo cambiar el mundo sin tomar el "oder. 3f. ollo/ay, JPPJ.
=vii> Una peque