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Bonsái Literatura mínima tres

Bonsái, número 3

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Literatura mínima

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Page 1: Bonsái, número 3

BonsáiLiteratura mínima

tres

Page 2: Bonsái, número 3

Directorio

EditorEs

Miréia AnievaHerson Barona

ConsEjo Editorial

Belinda OrtizGraciela RomeroJezreel SalazarRafael Zamudio

asEsorEs

Alberto ChimalCristina Rivera GarzaBlanca Rodríguez GaonaLiliana Weinberg

ContaCto

@[email protected]

Bonsái. Literatura mínima. Año 1.

Número 3. Septiembre 2011. México.

Bonsái es una publicación electrónica independiente

de periodicidad mensual sin fines de lucro.

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tribuido y compartido libremente siempre que se

reconozcan los créditos del autor y de la revista.

Las opiniones expresadas en los textos publicados

en esta revista son responsabilidad exclusiva de

sus autores y no representan necesariamente el

criterio de Bonsái y sus editores.

Page 3: Bonsái, número 3

Las parejas y las revis-tas literarias / duran casi siempre dos números.

Fabián Casas

Page 4: Bonsái, número 3

POESÍA

EmplazamiEnto, 7(inútil), 8BurquiEr, 9Enrique Winter

la punta dE la mirada, 22l a m E n t a d a, 23Cuauhtémoc Pérez-Medrano

los dominios pErdidos, 31Epístola con caráctEr dE urgEntE, 32andrés BEllo, 33Iván Cruz Osorio

somnolEncia, 45EsfuminEs, 46Víctor Burgos

CUENTO

naturalEza muErta, 10Nadia Villafuerte

fuEra dE cuEnto, 27Guillermo Samperio

Vida frágil, 34Enrique Nájera Chávez

ENSAYO

(in)significados: los tExtos huEcos, 18Vicente Luis Mora

animalia, 38rafael Toriz

microEnsayos, 53Jezreel Salazar

Contenido

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TUITS

la nochE Es infantil EspEra, 14Josefa Isabel Rojas

palíndromos: al lEEr, somos, 29Esteban Ponce de León

tanta tinta, 47

RESEÑA

El mEjor dE los VErdEs posiBlEs, 24Graciela Romero

inVEntario dE ausEncias, 42Herson Barona

VARIA INVENCIÓN

prosEmas, 50Isaí Moreno

ilustración “Koala”, 41A. R. Buitrón

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Page 7: Bonsái, número 3

Enrique Winter

EmplazamiEnto 0094

Un pueblo flanqueado a la diestra

por la usina (materia prima:

los maderos como leña (el interior, bosque))

y a la siniestra por la ballenera

(materia prima: el cetáceo como aceite

(el exterior, mar)).

No se produce acero, no se faenan ballenas.

Apenas queda bosque. No.

El mar. 7

POESÍA

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(inútil) 0101

Los dirijo por un túnel

que no sé dónde

empieza

menos

dónde termina

y al recorrerlo

intuyo

que no va a parte alguna.

A la muerte

le hacemos zancadillas

con las alas

de

este

paréntesis.

Una canica un rodamiento medio cuchillo una tapa una argolla.

Luego de seis paladas se encuentran los ojos. Se empañan

más que los ojos.

8

POESÍA

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BurquiEr 0105

Si el monumento es de un pájaro,

natural es que los niños lo giren para que vuele

y desatornillado caiga sobre uno o dos de ellos.

9

POESÍA

Page 10: Bonsái, número 3

Nadia Villafuerte

naturalEza muErta

Me pregunto cómo terminará esto. Ayer E me insultó y

respondí con un golpe en su mejilla. Después salí a la calle.

Tuve miedo al atravesar el pasillo —mierda de perros, hierba

seca, basura en las esquinas—. Un miedo más grande que la

paz del cementerio en plena ciudad. Gris sobre gris. Muertos

sobre muertos. Una ventana alta, romper el cristal, saltar y

descubrir lo que uno es: apenas un coágulo de sangre seca.

Me dirigí al trabajo. Cuando estuve en el ascensor, pensé en

E.

—Anoche me rechazaste.

—Estaba dormida.

—¿Con quién soñabas?

—Escucha: “Los celos pueden comerse un corazón has-

ta el centro”.

Entregué unos documentos y salí deprisa. Tuve miedo.

Un miedo igual de cálido que un crepúsculo entrando a la hu-

mildad de una oficina vacía. No quería volver a casa. Subí al

autobús. “Seguir siendo humano es romper un impedimento.

Quiérelo si eres capaz. Quiérelo si te atreves”, recordé. Anne

Carson. Llamó mi atención una mujer que leía en su asiento.

10

CUENTO

Page 11: Bonsái, número 3

Llevaba un libro de Fernando Vallejo. Me pareció una turbia

casualidad. El colombiano no es un autor precisamente feliz,

no al menos para leerse en el transporte, por naturaleza depri-

mente. En la portada, el título del libro tenía una tachadura

negra. Decía: “La puta de Babilonia”. La censura de la pa-

labra “puta” me gustó. Un hoyo negro: pudor, represión, dis-

creción.

Silencio.

Ocultar.

Callar.

Solté una risita. Era una risa opaca, diría que empática.

La mujer siguió leyendo.

Tenía hambre. Quise cambiar el rumbo, la rutina. Bajé

en el centro de la ciudad. Bajar hacia el centro, imaginé, como

quien araña las paredes circulares de un pozo y no tiene otra

alternativa que ahogar los ojos en la noche inmensa. Ámbar y

almizcle al fondo. Luz.

“Si todas las luces de la casa estuvieran apagadas

podrías adornar esta herida

con su brillo”.

11

CUENTO

Page 12: Bonsái, número 3

Así me sentía. Caminé por la avenida, cegada con mi

propio resplandor. Me detuve en el aparador de una tienda.

Había, en la orilla de la pared, una hilera de cabezas. Cabezas

de muñecas. Yo estaba ahí, con mi cabeza pegada al muro,

sin cuerpo. Tuve miedo. Un miedo más grande que los ma-

niquíes mirándome sin parpadear.

Entré a un restaurante. Pedí frutas y café. Había cande-

labros y óleos como salidos de una revista italiana. La noche

se extendió como supongo se tiende el sosiego sobre un lago.

Me pregunto cómo terminará esto, murmuré otra vez,

entre dientes. El miedo fue desvaneciéndose en la medida en

que mordía cada trozo de fruta. El bálsamo rojo de la sandía.

Una piña colérica que hizo rechinar mis dientes. El verde su-

surro del kiwi.

Son las cosas cotidianas las que guardan con celo, como

si fueran cajas, nuestras experiencias. Y una sabe que una caja

está hecha de un material frágil. Supuse que el miedo tenía

que ver con la posibilidad de que todas las cajas que guardaba

en el cuarto de mi cabeza, se abrieran de par en par, haciendo

rechinar sus goznes.

12

CUENTO

Page 13: Bonsái, número 3

E y yo.

Cerrar la puerta.

Despedirnos.

Mudar de domicilio.

Observé el plato. Estaba desnudo.

Sólo quedaban, claro, algunas migajas.

13

CUENTO

Page 14: Bonsái, número 3

Josefa Isabel Rojas @Joisab

la nochE Es infantil EspEra

1. Tener la vida lista. Siempre. El corazón bien dispuesto. Las

manos calientitas. Limpia la lengua. Las palabras precisas.

2. Salamanquesa, cualquier rato me pondré a inventar pa-

labras... ojalá me salga una así.

3. La noche escurre, mis palabras no pueden sostenerla, es

arena, agüita que se va, se pierde entre todo el lodo de lo que

ya no habrá.

4. Por cada palabra que aquí escribo, tiro a no sé dónde (sí

que sé pero no lo diré) por lo menos otra más que no supe

usar.

5. Las letras que conforman la palabra noche son viscosas,

gelatina insípida llena de fantasmas.

6. La palabra volver es redonda. Esquina, pica. La palabra

lodo se te pega, salamandra no se deja agarrar. Fantasma...

ésa ni se ve.

7. Noche, palabra mojada y llena de escalones...

8. Éstas no son palabras, son sabores: madreselva, leche,

mandrágora, resina, talco, marquesina. No, son palabras,

claro ¿Y níspero, tampoco?

9. Y este placer de las palabras dónde lo pongo que es tan

14

TUITS

Page 15: Bonsái, número 3

grande que casi me ahoga.

10. Este placer que busco y encuentro de enhebrar una pa-

labra con otra y otra más, hacer nudos, cadenas, escaleras,

lianas, amarras.

11. Anclarme en una red llena de letras.

12. Una sombra de la que creí haberme separado, desde la

infancia: palabra.

13. Me duelen las palabras como astillas en el corazón. No

todas. Sólo las de madera.

14. Las palabras no son nada si la piel no está dispuesta a

repetirlas.

15. Me dejaste con la palabra en la boca. Se alimentó con

fruición de mi saliva tibia y arropada con mi lengua dulce,

creció como no imaginas.

16. Esta noche la noche es una palabra mal escrita.

17. No decir nada para que me respondas. Enlistar palabras:

sanmiguelitos, neón, lodos ambarinos, bufadora, bisagra,

aceite, propóleo y canapé.

18. Si yo fuera palabra, ¿que preferiría ser? ¿Punto, oscuri-

dad, gato, malo? ¿O ser cerio, ámbar, tumefacto?

15

TUITS

Page 16: Bonsái, número 3

19. Hay palabras que no ambicionan mucho: aguamanil,

trompillo, lapislázuli... pobres palabras tan bien hechas y

abarcan tan poco.

20. Eterno es una palabra sumamente ambiciosa.

21. Las palabras escritas tienen el delirio del elefante en circo,

agarradas de la trompa y las colas, dan vueltas sin parar.

22. Algunas palabras vertidas como plata derretida en mi

vientre. Necesito.

23. Las palabras como plata derretida son líquidas y blancas,

caen como cascada suave y fresca, aunque calientan. Mucho.

24. ¿Qué necesita una palabra para estar más mojada? El

agua le brota por los ángulos y por las redondeces, salpica

goterones desde los acentos.

25. Ya basta de tanta estupidez. Las palabras me dan vuelta,

me jalan del cabello y se me ponen en los dedos, para que les

dé letras. Control.

26. Sucede que afuera no hay palabras, sólo cosas que nom-

brar.

27. La palabra lengua está mojada. Y lame.

28. Dulce palabra: tenerte. Tenerte dulce. Mente. Dulce té

16

TUITS

Page 17: Bonsái, número 3

inerte, palabra.

29. El que no puede decirse con palabras, no puede ni aunque

tenga mil o una letras, o ciento cuarenta.

30. Necesito dormir mis palabras, que no son mías pero son

las que me rondan, me pican los ojos, el corazón. El corazón

sobre todo.

17

TUITS

Page 18: Bonsái, número 3

Vicente Luis Mora

(in)significados: los tExtos huEcos

T. S. Eliot habló del horror de los hombres huecos en The Hollow Men, y tan terrible como esa imagen me parece la

de los textos huecos, los libros que han perdido el significa-

do. En sus Mitologías de invierno, Pierre Michon imagina a

un monje guerrero capaz de armar un ejército y ejecutar una

matanza sólo para apoderarse de un ejemplar de los Salmos con cuya lectura ha disfrutado. Al conseguirlo finalmente,

comienza a releerlo pero “de repente, ya no tiembla, ya no

ríe, está triste, tiene frío, busca en el texto algo que ha leído

y ya no encuentra, en la imagen, algo que ha visto y ha desa-

parecido”.1 José María Merino cuenta en “Los libros vacíos”

la historia de un enloquecido personaje –que puede verse

como paciente de un extraño síndrome Quijano o como un

exasperado profesor de Hermenéutica–, que llega aterrado a

una librería porque sufre un terrible mal: comenzó a leer En busca del tiempo perdido y “aquel libro no parecía el mismo

que yo creía haber recordado”.2 Había perdido algo, se había

vaciado de metáfora (o, como resume Michon en su relato

medievalista, “el libro no está en el libro”). Para el personaje

de Merino, En busca del tiempo perdido contenía de pronto

18

ENSAYO

Page 19: Bonsái, número 3

sólo chismes de snobs franceses, y La isla del tesoro era una

magra historia de la piratería. Jorge Luis Borges, en “La

cámara de las estatuas”, habla de un misterioso libro blanco,

del que “no se pudo descifrar su enseñanza, aunque la letra

era clara”.3 La pérdida de significado en los libros es un mal

terrible, una ceguera pasiva donde la invidencia pasa a situarse

en el objeto, no en el sujeto lector. Es el libro el que no ve,

pese a que nosotros recorremos sin dificultad las letras.

Todos estos cuentos pueden leerse como metáforas de la pri-

vación del sentido, de la necesidad de la interpretación, de la

libertad lectora –y seguramente lo son–. Toda escritura es un

acto de libertad, y la lectura también. Los textos huecos son

una metáfora tan pavorosa como la de los no-libros, los li-

bros quemados, los libros perdidos, los que se hicieron polvo

o fueron pasto de ratas. Todos nos alejan de la posibilidad de

acceder a su significado, de alimentar nuestra imaginación.

Dice Bloom que las obras maestras o fuertes se alimentan de

la restricción de sentido, y Aira recuerda, con parte de razón,

que no se deben dar textos claros a los niños, “porque a los ni-

ños les encanta, los hechiza la palabra que no entienden”.4 En

19

ENSAYO

Page 20: Bonsái, número 3

los textos huecos –por eso son angustiosos– todo lo que hay

es claro y sin embargo ha desaparecido lo nuclear, la lección, la

enseñanza, aquello (inteligible o hermético) que constituía su

sustancia misma. La receta que se nos prescribe es la obvie-

dad, lo fácil, lo evidente, lo visible, lo vendible. Todo parece

en estos tiempos apelar a la accesibilidad, a la falta de misterio;

la nueva Edad Media, la de los media, nos conduce por su

falta de (auto)crítica al resplandor vacío, al texto hueco, a la

imposibilidad de interpretación porque el texto tiene electro-

encefalograma plano, porque la historia del saber ya no es

más, como apuntaba Blumenberg, la historia de sus metáforas;

porque las palabras, contradiciendo a Nietzsche, ya parecen

decir sólo lo que dicen, son materia desvestida, píxeles ar-

dientes. La literatura es misterio contra lo deliberadamente

claropaco, penumbra contra la oscuridad, luz negra (Sánchez

Robayna), apuesta invisible (Méndez Rubio), enigma que

sostiene la escritura (Blanchot), “cosa para andar en lo oculto”

(Valente), (in)significado. Guardémonos de los textos claros,

pues todos están huecos, como la cabeza de Pinocho o el anillo

de Clarisse, antes del milagro de la literatura.

20

ENSAYO

Page 21: Bonsái, número 3

________________

NOTAS

1 Pierre Michon, “Tristeza de Columbkill”, Mitologías de invierno, Alfabia,

Barcelona, 2009, p. 44.

2 J. M. Merino, “Los libros vacíos”, en J. J. Muñoz Rengel, Perturbaciones.

Antología del relato fantástico actual, Salto de Página, Madrid, 2009, p. 31.

3 J. L. Borges, Historia universal de la infamia, en Obras Completas, tomo I,

Emecé Editores, Buenos Aires, 1989, p. 336.

4 C. Aira, entrevistado en Letras Libres, noviembre 2009, p. 48.

21

ENSAYO

Page 22: Bonsái, número 3

Cuauhtémoc Pérez-Medrano

la punta dE la mirada

la punta de la mirada

está el miedo,

vertical dibuja

una silueta,

en gotas cae

perenne y

penetrante,

en el centro

de nuestra

ca

be

za

22

POESÍA

Page 23: Bonsái, número 3

l a m E n t a d a

A mí mismo por la aridez

el pestífero ambiente

secretado por las cinco lúnulas en cuarto creciente

se arremeten en una figura

cuasi cuneiforme,

se deletrea al mismísimo Ciro

en la estela del souvenir,

mas,

qué lo trajo a la mamoria

qué dolorosa rememuera:

el in vocativo expresado,

las polineuropatías en Erato,

el metano y cresas de la poesía lo exigen.

Y eso… Como dijo Hans-Peter-Fritz:

nada más es el nombre:

23

POESÍA

Page 24: Bonsái, número 3

Graciela Romero

El mEjor dE los VErdEs posiBlEs

Un libro de cuentos es un cuento, es un

cuento, es un cuento, hasta que uno de sus

personajes decide mudarse a una nove-

la; se lleva las historias que habitó como

quien carga con su equipaje para amueblar

su presente e ir construyendo desde ese

nuevo hogar su futuro.

Hace casi 15 años años, Cristina Rivera Garza escribió el

libro de cuentos La guerra no importa (ganador del Premio

nacional de Cuento San Luis Potosí en 1987), pero importa

lo demás, importan quienes lucharon, y Xian, personaje de

aquellos textos, salió de ahí para seguir su vida, empezar una

nueva o continuar la de otro en Verde Shanghai (Tusquets,

2011).

Sin embargo, este es el libro de Marina, una mujer que es

su propio personaje, que vive sólo su vida junto a su esposo,

en su ciudad, que es su origen y su destino, hasta que tras un

accidente automovilístico, que emocionalmente es un choque

contra ella misma, descubre, tal vez recuerda o inventa o le

inventan, que también es Xian.

24

RESEÑA

Page 25: Bonsái, número 3

Así como Marina es Marina y es Xian, esta novela, que va

de los recuerdos vagos de los personajes a los datos duros de

la historia, es además otros textos, desde las notas periodísti-

cas (en el capítulo titulado “Noticias intrascendentes”) y los

recuerdos del pueblo chino asentado en el país, escapando

de su historia para comenzar otra no menos difícil, hasta los

cuentos de La guerra no importa, en los que Marina va en-

contrando la vida de Xian, su propia vida, su otra vida, su

yotro, pasando incluso por los encuentros de la escritora,

que es también personaje, con los habitantes de su narración.

Quien lee Verde Shanghai se aventura a una persecusión.

Habiéndola descubierto tras el accidente y en sus historias,

en lo que le cuentan otros personajes, en el café de chinos

que da nombre a la novela, Marina persigue a Xian querien-

do atraparla para encontrarse, mientras el lector va a su vez

persiguiendo a Marina entre las páginas, deseando develar

su historia, saber quién es, quién debió ser, de qué clase de

abandono huía que terminó por abandonarse a sí misma.

«Supongo que nosotros también formamos parte de esa

raza que ha perdido la guerra. Supongo que tampoco impor-

25

RESEÑA

Page 26: Bonsái, número 3

ta. Pero anonada», se lee en uno de los cuentos que se leen

en la novela, y como anonada, hay que seguir persiguiendo a

Marina, hay que aclarar esto, hay que saber.

Ya en la última sección de la novela se lee el título “Andamos

perras, andamos diablas”, que bien puede ser una adverten-

cia tardía de qué clase de personajes enfrentará el lector.

Enfrentarlos, sí, como quizá Cristina Rivera Garza tuvo que

enfrentar a Xian después de La guerra no importa. Enfren-

tarlos porque son personajes que, aunque algunos huyen,

no se esconden, y para los que el sexo, por ejemplo, ya no es

refugio sino salida; personajes que aun enredados en su pro-

pia locura cotidiana quieren conocer su historia y que ésta

se sepa, que quieren ser al fin lo que tengan que ser, así no

existan, así se mueran.

Después de leer Verde Shanghai será difícil acudir a un

café de chinos sin preguntarse si alguien ahí estará viviendo

la vida de la que uno escapó. O, más allá, sin preguntarse si

uno puede realmente escapar, si uno es quien es, pero tam-

bién alguien más con el que eventualmente, y «uno nunca

sabe qué sucede después», se encontrará.

26

RESEÑA

Page 27: Bonsái, número 3

Guillermo Samperio

fuEra dE cuEnto

en la mañana del lunes estoy escuchando a Bob Dylan

mientras un camarógrafo me enfoca y me entra una tristeza

potente que yo no esperaba pues la combinación de las viejas

canciones de Dylan con la cámara enfrente me llevan en viaje

de evocación hacia los días en que mi padre me llevaba a los

rodajes de la películas en las que él salía y se une también

con la primera vez que estuve ante una cámara para la TV e

iba muerto de miedo y yo entonces era un muchacho de unos

20 años lleno de pavor y desconfianza sin creer que yo fuera

escritor sino un simple amanuense o un hombre que el 2 de

octubre del ‘68 se había salvado de morir además de otras

ocasiones por x o y circunstancias sociales y el Señor de Ca-

siopea me tenía reservado más sufrimiento con la inyección

letal de una tarántula de pelaje sanguíneo muy pegado a su

cabeza y que iba a irme envenenando poco a poco al pasar de

los años y si cuento las veces en que no me he muerto ya no

tengo dedos ni los de los pies para contarlas pero en ese tiempo

de los Dylan y las Janis creía que era un hombre feliz y que

morir con un propósito a favor de los humanos jodidos no

era tan despreciable pero quién iba a decir que la inoculación

27

CUENTO

Page 28: Bonsái, número 3

de la tarántula me alcanzaría hasta una mañana de julio del

2011 cuando yo pensaba que pasaría de los 80 años y aquí me

tiene la arácnida sufriendo un día más mientras la melan-

colía insondable es como una telaraña espesa que se adhiere

a mis pulmones y hace que se me dificulte respirar y que las

lágrimas se queden allí en el centro del pecho sin salir y luego

yo dar buena cara a los presentes sabiendo que la tarántula

está aquí subiendo por la gran arteria del corazón y se me

dificulta mucho respirar como si la vena cava me oprimiera el

tórax cada momento con suma pesadez y ya me es imposible

articular palabra ni respirar y menos poner buena cara, con

el intolerable dolor en el pecho, ante la sonrisa vehemente del

camarógrafo, pero al menos se llevará un buen video, ideal…

28

CUENTO

Page 29: Bonsái, número 3

Esteban Ponce de León @Sarcastiprethar

palíndromos: al lEEr, somos

1. Leer, eso somos. Ser, es a los autores. Ser o tú, a solas

eres. Somos o seré el

2. son a Moravia: con amor o idilio. Oí lidió Roma, no caí, va

romanos;

3. soñé: uso, da prana. Hoy sé silueta, leer tras oír beso

diurnos; son ruidos ebrio Sartre, —él: até Ulises; —yo: han

arpado sueños

4. allá, calles o dalo, vos. Ojo solo: casa. Duren los arrabales.

Sé la barra, sol. Neruda, saco los ojos, o volados, ella calla;

5. oí volada mota, saca árida, verá Cortázar a la raza trocar,

evadirá a casa tomada, lo vio,

6. ¡oh Cid! a Hesse: lobo, ruta. A tu robo les sé. Ha dicho:

7. —Séneca habla no mitos -acaso- llenos; la brevedad da, de

verbal son. Ellos acaso, timón, alba hacen. Es

8. Edipo Rey, ojos él a él, saturados, apagados; oportuno

Layo (o ya lo nutro) posó daga, pasó. Da rutas leales, o joye-

ro pide:

9. —A Dublinés, ama Dedalus, a ese par, un retrato; dotar

ternura. Pese a su, la de dama, senil buda,

10. Émile Lacan, retorno ha leído, ala real no cae, sí dona

29

TUITS

Page 30: Bonsái, número 3

ese verbo, obré ¿ve? sean odisea con la era, la odié, la honró;

terna calé, limé

11. seso. Id, Sol, al leer erró, caí, no Goethe, o iris alivia con

esa vida a diva, seno, caí vil, así río, ¿eh? teogonía, correré

el, la, los dioses,

12. leí pala, recalo sed, ras anima, Camus sale, versa la caída,

a día calas, revelas suma, caminas, ardes o lacera la piel,

13. ¡zapa! atonal, allá coronel posó coros, revisa. Así, verso

rocoso, pleno: rocalla, la nota a Paz.

30

TUITS

Page 31: Bonsái, número 3

Iván Cruz Osorio

los dominios pErdidos

No tenemos una patria,

tenemos un paisaje,

tenemos cólera, indignación,

tenemos divinidades rotas,

tenemos a los muertos hundidos

en las entrañas,

tenemos un puñado de escombros

que el viento intenta dispersar.

31

POESÍA

Page 32: Bonsái, número 3

Epístola con caráctEr dE urgEntE

Queridos asesinos:

Buscamos, pedazo a pedazo, un sueño desmembrado para

revivir nuestros cuerpos, para encender nuestros cadáveres,

para reunir el cielo, el mar, y las montañas de este país de

archipiélagos. Quizá puedan ayudarnos, quizá, si trabajamos

en equipo, si nos apuramos, quizá todavía se muevan solos,

quizá aún palpiten los miembros arrebatados. Por favor,

dense prisa, la hierba ya ocupa el lugar de nuestros cráneos,

de nuestras narices, del cuenco agusanado de nuestros ojos...32

POESÍA

Page 33: Bonsái, número 3

andrés BEllo

Navegué toda la noche

con la mirada fija en los días por delante,

con el miedo apretado en los puños.

Algo de la Tierra que dejé atrás

ha labrado mi sombra y mi abismo,

y aún no sé de qué patio,

de qué puerto sin brillo partí

con los sueños desvanecidos.

Pero sé que no habrá regreso,

porque nadie vuelve

para atizar los rescoldos

de su propia ceniza.

33

POESÍA

Page 34: Bonsái, número 3

Enrique Nájera Chávez

Vida frágil

A Jess Cocozza

Estaba con Chester en la caseta de vigilancia. Chester es

alcohólico y tiene 40 años más que yo. El viejo siempre saca

buenas historias y uno puede ir a fumarse un porro con toda

confianza (se supone que vigila que nadie vaya y se robe un

auto, pero a quien cuida es a nosotros). Desde tempra le pega

al pisto. Para entrar en calor. Me dijo que en su juventud fue

luchador, bien duro, de ésos de barrio. Hasta tuvo su bue-

na racha. Alzando un cinturón de campeón, con esos ojos

azules de brillo rabioso, traía muertas a todas las morras del

vecindario. Ahora se junta con putas añejas o con mujeres

piedrosas, pero igual tiene compañía femenina y así va

pasando la vida, entre copa y copa. Chester se había bebido el

resto de su charro negro. Eran casi las dos, hora de la salida.

Comenzó a redactar el informe: once de diciembre de dos mil

siete… catorce horas… SIN NOVEDAD.

En ese momento el tiempo se desfasó vagamente. Todo

sucedió muy rápido. Escuchamos un golpe en la ventana y

vimos caer un bultito. Una pandilla de zanates que perseguía

34

CUENTO

Page 35: Bonsái, número 3

a un gorrión había girado bruscamente en el aire. El gorrión,

más concentrado en escapar de sus victimarios que en otra

cosa, se había estrellado contra el vidrio de la caseta y ahora

permanecía inmóvil en un escalón despostillado. Chester lo

recogió. Era una cría. Sus párpados estaban cerrados. Sus

párpados parecían difusamente humedecidos, como el ras-

tro que queda de un halo sobre un cristal ahumado. Chester

comenzó a soplarle en la nuca, a frotarle el pecho. No

respondía. Abrió su pico y se lo puso en la boca para darle

aire. Tampoco. El golpe lo había dejado extraviado. Con frial-

dad quirúrgica fue girándolo de cabeza hasta que el gorrión,

por instinto, aleteó un poco. Sus ojos seguían cerrados, pero

ya abría el pico. Luego lo paró sobre uno de sus dedos y por sí

solo se mantuvo erguido. Chester me dijo que si no se paraba,

se moría. Tomó la botella de tequila y se echó unas gotas en

la palma de la mano. Le mojó la nuca y la cloaca y otra vez le

dio respiración con la boca. El gorrión entreabrió los ojos a la

mitad y supe que ese horizonte representaba el paso ambiguo

entre la vida y la muerte. Parecía no decidirse.

Chester extendió sus alas y surgió un hermoso abanico

35

CUENTO

Page 36: Bonsái, número 3

multicolor, desde el amarillo limón hasta el gris pardo. No

te mueras, cabrón, le decía el viejo. Tomó un buche de agua

simple y le dio de beber en el pico. El gorrión agitó las alas,

pero esta vez con más vigor. Al fin consiguió abrir los ojos

por completo. En medio de dos océanos castaños, sus pupi-

las brillaban dilatadas y expectantes, como si la visión de la

realidad fuera algo insoportablemente nuevo. Su pico seguía

entreabierto, pidiendo oxígeno, o tal vez un poco de sosiego.

Chester puso de pie al gorrión, sujetando sus patas entre el

índice y el pulgar. Así se carga un ave, para no lastimarla, me

dijo. Salimos de la caseta. Los zanates se habían posado en un

árbol lejano. Para ellos, nosotros somos el peligro.

Chester acarició la cabeza del gorrión y le sopló de nuevo.

Le dio unos tirones del pico, como hacen con los gallos de

pelea que agonizan. El instinto de las aves siempre supervisa

sus partes más vulnerables, las obliga a reaccionar cuando

están prensadas. Repitió la maniobra hasta que el pico quedó

totalmente sellado. Con ese movimiento el gorrión parecía

afirmar la vida como nunca nadie lo ha hecho. Aunque

Chester se había mostrado circunspecto todo el tiempo, por

36

CUENTO

Page 37: Bonsái, número 3

primera vez lo noté verdaderamente relajado. Me miró y se

sonrió. Evidentemente, Chester ya había reanimado a varios

animales desahuciados. Creo que a un perro que se había co-

mido unas tortillas envenenadas. ¡Los cabrones le vaciaron

veneno en la comida!, me dijo. Y yo pensé, qué cabrones.

Mientras tanto, la pequeña ave contemplaba el estaciona-

miento posada sobre la mano de aquel viejo borracho que le

había regalado un suspiro.

37

CUENTO

Page 38: Bonsái, número 3

Rafael Toriz

animalia

la hiEna

La hiena es un animal inmundo e infame; carroñero como el

marabú, se diferencia de aquél porque puede cazar su ali-

mento y por su risa destemplada ante la desgracia ajena.

Vive en las cercanías de los cementerios y en ocasiones

suele engañar a los humanos con gritos de auxilio con la

finalidad de devorarlos.

Los antiguos sostenían que la hiena posee una piedra

mágica en los ojos y aseguraban que colocándola debajo de la

lengua sería posible predecir el futuro.

Es el único habitante de Animalia capaz de vencer a la

leona y posee un clítoris gigante que en algún momento hizo

pensar a los estudiosos que se trataba de un animal herma-

frodita.

“Cualquiera tiene la posibilidad de observar que una

hiena que en el año presente es macho, al siguiente estará

convertida en hembra; en cambio, si ahora es hembra, pasará

a ser macho. Estos animales adoptan uno u otro sexo, cam-

biándolo cada año, y pueden ser esposo y esposa; de esta

38

ENSAYO

Page 39: Bonsái, número 3

forma, no se comportan con actitudes arrogantes, sino que

con hechos concretos demuestran que Ceneo y Tiresias son

seres antiguos”

Claudio Eliano, Historia de los animales

rémora

Difícil es hablar de la rémora sin prejuicios debido a que

existen demasiadas leyendas negativas en torno suyo.

No fueron pocos los testimonios que gritaban a voz en

cuello que la rémora, al adherirse a los barcos, los retenía

para siempre en mares oscuros y olvidados.

Se pensaba también que era un animal parásito incapaz

de valerse por sí mismo, pero ahora se sabe que es un agente

necesario para ciertos animales sin brazos como los tibu-

rones.

Lo cierto es que la rémora es un animal inofensivo, de

39

ENSAYO

Page 40: Bonsái, número 3

gusto insípido y que pasa su vida en riguroso silencio.

Estudios necrológicos han demostrado que todos los

hombres desamorados viven con una rémora diminuta muy

cerca del corazón.

Koala

Si existe un amo del disfraz sin duda se trata del koala. Este

simbólico, apacible y tranquilo marsupial endémico de Aus-

tralia es en realidad una planta epífita que vive sobre el

eucalipto, que a su vez también es un simulacro porque no

es una planta sino un insecto palillo de colosales dimensio-

nes. El koala, al ser una planta, es un ser epizoótico, es decir,

una planta que vive sobre un animal. De tal manera que el

eucalipto y el koala viven en la más perfecta de las simbiosis

engañando al mundo entero.

(Por cuestiones políticas y folclóricas que sólo atañen a

40

ENSAYO

Page 41: Bonsái, número 3

los habitantes de Oceanía, y para evitar las desilusiones de

los niños, se recomienda mantener esta información en se-

creto escrupuloso.)

41

ENSAYO

Page 42: Bonsái, número 3

Herson Barona

inVEntario dE ausEncias

El casi proverbial fragmento de Heráclito

dice que no se puede entrar dos veces en

el mismo río; a contrapelo, esta novela se

desarrolla bajo la intuición de que lo im-

posible es salir de ese río (un río de mierda

que nos revuelca y ahoga en su porquería).

Hundida en el tedio de la cotidianidad,

la vida de Genaro, el narrador, transcurre sin sobresaltos,

sin motivos. Su madre era una mala pintora con problemas

de visión. Cuando accedió a hacerse unos lentes pudo ver fi-

nalmente sus obras como realmente eran y entró en crisis,

destruyó la mayoría de ellas y nunca más volvió a pintar.

Consiguió una pistola con la que se paseaba diciendo que era

una artista a todo el que se le acercara. Ella se mató y no dejó

nada tras de sí. Entonces Genaro se da a la tarea de buscar

alguna pintura de su madre como sobrevivencia, como vesti-

gio de que alguna vez existió. “Mi padre se va a morir —dice

Genaro— y luego yo y luego mi hermana y ya nadie recordará

jamás que Maribel Balbuena fue una pésima pintora”. Guia-

da más por la inercia que por la voluntad, la búsqueda es, al

42

RESEÑA

Page 43: Bonsái, número 3

mismo tiempo, una revisión de la vida de Genaro, las aristas

en las que se disgrega la narración: su trabajo, que detesta;

sus pasiones (la literatura, que abandonó, y el futbol, que, a

falta de cualquier tipo de experiencia significativa, termina

por convertirse en lo único importante) y su relación con las

personas cercanas a él (una amante, su hermana, su mejor

amigo y su padre), que no son más que extraños a los que

frecuenta. Finalmente, este recorrido no es otra cosa que un

inventario de ausencias.

Sin embargo, la muerte de la madre —si bien es el motor

de la narración— es simplemente un hecho que se asume sin

dramatismo, con un poco de frialdad incluso, como se puede

ver desde la primera línea: “Me gusta la historia del suicidio

de mi madre”. En este sentido, Balas en los ojos (Ediciones

B, 2011), la primera novela de Gabriel Rodríguez Liceaga,

pertenece a ese tipo de literatura que, al comenzar por el clí-

max, muestra sus cartas y trabaja con otro tipo de pacto con

el lector. Se trata de un ejercicio de honestidad narrativa más

que de artificio. Imposible no ver los vasos comunicantes con

otra novela ineludible: El extranjero, de Camus, en cuyo ini-

43

RESEÑA

Page 44: Bonsái, número 3

cio se lee: “Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé”.

Mas no hay que confundir el existencialismo de ésta con el

desencanto, la apatía y el humor negro con el que está car-

gada aquélla, que la hace guardar cierto parentesco con las

voces de Fadanelli y Fernando Vallejo.

Los breves capítulos de Balas en los ojos se suceden sin

tropiezos en un tono que no intenta moralizar ni hallarle sen-

tido a la experiencia. La madre ha muerto y ante eso no hay

nada que hacer, pero tampoco hay nada que aprender. Lleva-

mos ya mucho tiempo ensuciándonos en el mismo río con

todos nuestros muertos, es por eso que “tal vez a los humanos

nos estorba la memoria”.

44

RESEÑA

Page 45: Bonsái, número 3

Víctor Burgos

somnolEncia

Cuando la ciudad duerme, sueña con insectos recitadores de

monótonos monólogos y ladridos de perros invisibles, con

vientos súbitos y fríos, con sirenas de cristal que aúllan en

la oscuridad, con motores que rugen hambrientos de com-

bustiones y con el pavimento mojado que brilla lechoso bajo

el halo de una terrenal luz blanca. Puertas que se abren a

medias o que se cierran tras un amén de llaves pasadas y

cerraduras puestas, con bombas de aguas insomnes, con aves

de canto dormido. Una ciudad que se mueve inquieta bajo al-

cantarillas sueltas y grietas en el asfalto, una ciudad coronada

por cerros minados de muertos de hambre, putas y ladrones

que en medio de la noche brillan como piedras preciosas de

países exóticos. Sueña también con aceras pobladas de fauna

madrugadora e incierta, con areperas que abren las vein-

ticuatro horas y los setecientos días de la semana, con risas

obscenas y minifaldas generosas, con mujeres encerradas en

cuerpos de hombres vendiendo placeres fingidos a ingenuos

solitarios y devoradores de placeres.

45

POESÍA

Page 46: Bonsái, número 3

EsfuminEs

Estrellar tu nombre

contra la pared

y derramar

tu voz

tu ausencia

tu cuerpo

tu soledad

tus ojos cerrados

allí no queda más que tu sombra

crucificada en la pared, nublada y silenciosa

la profundidad sin tiempo de toda tu ausencia.46

POESÍA

Page 47: Bonsái, número 3

tanta tinta

@chicosintuiter

1. La escritura atinta contra el olvido.

2. Las palabras mueren entintadas al salir de la pluma;

cuerpos ensangrentados rodando en los peñascos de la hoja

en blanco.

3. Toda palabra, desde la tinta, sueña con ser piedra.

@fragmentario

4. Algunas noches también apartar la tinta es escribir pa-

labras.

@kittyYbarra

5. ¿Qué cuentos cantan los ríos de tinta?

@Sufrodemencia

6. Tanta tinta, que volvió la hoja en un océano.

7. Tan grande es mi deseo por escribirte, que se me hacen

tinta las palabras.

47

TUITS

Page 48: Bonsái, número 3

@TiempoDetenido

8. Se me hacen tinta las manos al pensarte.

@Cy___

9. Soy tinta negra en escribir poemas.

@abrapalabra

10. En la tinta que no hará historia, será el naufragio de la

memoria.

@LuzMFG

11. Cierra las palabras que se te va a correr la tinta.

12. Para ser tinta hay que tener vocación de historia, río de

palabras, tatuaje de color.

@cosmopollito

13. Estaba escribiendo un cuento erótico y se corrió la tinta.

@diestoische

14. Anclamos en la tinta a la palabra propensa al vuelo.

48

TUITS

Page 49: Bonsái, número 3

15. Si cortas al silencio, sangra tinta.

@BesosdeViento

16. Tengo tinta en los dedos para quitarle lo pálido a las nubes.

@DavidLavie

17. La ceniza en la hoja, y en el humo, fugaz e inmortal, la

tinta.

@Sarcastiprethar

18. La tinta incita al recuerdo.

19. Secó la tinta, la historia no terminó.

49

POESÍA

Page 50: Bonsái, número 3

Isaí Moreno

prosEmas

dE los nombrEs 1. no Cumplirás En vano

Bastan cinco palabras para jurar en un nombre cualquiera y

tres para indicar que no me acuerdo. Nunca olvido las prome-

sas ni los pactos, sino el nombre que invoqué al jurarlos.

También la ejecución de la promesa se hace en el nombre de

un nombre, el original y sólo éste, para no cumplir en vano.

dE los nombrEs 2. WittgEnstEin

Declara el médico que visitó por última vez a Wittgenstein

que sus ojos nublados de dios griego aún miraban las cosas

de este mundo cuando ya se adentraban en el otro. Sin tiempo

como medida, quiso llamar a Platón por su nombre verdade-

ro. Invocó a Schopenhauer y a Spinoza y a Tolstoi, a su madre

(la natural y la patria) y a los jinetes de la guerra, incluso a

50

VARIA INVENCIÓN

Page 51: Bonsái, número 3

Adolf Hitler llamó, insatisfecho en todos los casos porque no

eran sus nombres verdaderos (él mismo no era Ludwig). An-

tes de recobrar la lucidez por un minuto y solicitarle decid a los amigos que fui feliz, o fue después, dice el galeno, musitó

una dicción con voz temblorosa, desarticulada, casi silencio,

y con rostro complacido comenzó a dialogar con el nombrado

sobre la inexistencia del tiempo y del agua, coincidiendo en

que nadie, nunca, puede bañarse dos veces en el mismo río.

dE los nombrEs 3. al dios rEtiCular

En el cubo inacabado, en las posibilidades del cubo inacabado,

en la combinatoria de las posibilidades del cubo inacabado,

ausente de un trazo se difumina la geometría de un dios líqui-

51

VARIA INVENCIÓN

Page 52: Bonsái, número 3

do cuyo nombre se escribe delineando aristas.

avE A Evelyn

Alguien se pregunta un buen día si ser ave ha sido siempre:

se eleva del peso de la tierra ya instrumento del vuelo, ya ave

como palabra o ave como plegaria. Pronuncias ave cuando te

remontas, rezas ave para que aparezca tu luz mientras al-

guien musita: ave, reza: ave, ave maría, ave césar, ave: vuela.

En todo ello nos encontramos y nos perdemos: hay un ave

ahí, y sabemos que del cielo a la tierra hay tan sólo un salto, o

una amnesia, sabemos sin que nadie nos lo diga que el miste-

rio del vuelo es que el aeroplano es un ave sin sueños y el ave

un ángel perdido.

52

VARIA INVENCIÓN

Page 53: Bonsái, número 3

Jezreel Salazar

microEnsayos

duraCión dE la EtErnidad

Los relojes suponen que la duración es precisa. Los suizos

basan buena parte de su identidad en esta mentira. El mundo

nos impone horarios establecidos; cada encuentro se agenda

anotando, puntualmente, una cifra en el calendario; para

realizar un proyecto (se nos ha dicho) debemos diseñar rigu-

rosos cronogramas; toda programación supone intervalos

medibles. Sabemos lo que haremos de un momento a otro,

revisando cuánto ha avanzado el reloj o a qué momento del

día hemos arribado. Ninguno de estos hábitos, sin embargo,

refieren a la verdadera duración de las cosas. Cada experi-

encia es un universo singular con sus propias dimensiones

temporales, con su propia vitalidad destructiva o creadora.

Un baile o una mirada, por ejemplo, pueden durar no una

eternidad, pero sí mucho más de los seis minutos o los tres

segundos que el cronómetro les concedió de vida. Ciertas

experiencias nos disocian del mundo y de sus tiempos perfectos;

es en esas treguas interiores en donde la realidad se presiente

y sucede. La herida producida en la honda profundidad de

53

ENSAYO

Page 54: Bonsái, número 3

un solo instante puede perpetuarse de manera indefinida.

¿Quién puede saber, en verdad, cuánto duró aquella conver-

sación que nos cambió la vida, que nos lanzó hacia el planeta

de los misántropos –dejándonos sin conexión con el universo

tranquilizador que hasta ese momento habitábamos? El tiem-

po también muere y a veces renace. El placer redimensiona la

eternidad de cada santiamén. El lapso de los días depende del

miedo cotidiano.

CEgar la mirada

La literatura, más que retrato del mundo, constituye (cada

vez más) una reacción en torno a lo ocurre en el mismo. Es-

cribimos para mostrar irritación, vergüenza o azoro —es

nuestro desconcierto hablando—. También escribimos para

darle sentido a la insensatez. Ordenar el caos es uno de los

motivos profundos que tiene la literatura y esto no deja de

54

ENSAYO

Page 55: Bonsái, número 3

ser poco triste y poco esperanzador: pareciera que sólo ahí,

en ese mundo de imágenes perfectas, la realidad logra de

algún modo aligerar su carga de horror cotidiano. Cuando el

desencanto es la atmósfera que respiramos y a través de la

cual vemos a los otros y nos vemos a nosotros mismos, resul-

ta difícil mostrar una representación oportuna, coherente o

indiscutible de la existencia. El espejo se suele llenar de man-

chas y se vuelve imposible dar una imagen adecuada y eficaz

de lo que retrata. La creación más que acto reactivo, a veces

debiera ser un modo de cegar la mirada para imaginar la luz.

Cuando la realidad es demasiado transparente se vuelve im-

prescindible abrir los ojos en medio de la niebla.

Elogio dE lo dEsapErCibido

Él pensaba que había que hacer un manifiesto a favor de lo

desapercibido, a favor de que las cosas pasasen —por voluntad

55

POESÍA

Page 56: Bonsái, número 3

propia— inadvertidas. Su apuesta era hacer de la estética de

Hemingway (la teoría del iceberg) una ética. En medio de

un mundo en donde el escándalo era la norma y la fórmula

del éxito, suponía necesaria una forma de vida en donde lo

más importante quedara silenciado: escribir la mejor de las

obras sin publicarla, evitando así el horror y el desprestigio

del mercado; perfeccionar la voz al grado de la genialidad y

transmitir el logro en una estación virtual y de madrugada;

lograr el descubrimiento de la piedra filosofal y sólo contar-

lo a los amigos. El arte verdadero, decía, debería de quedar

encerrado en baúles: Kafka y Pessoa habían sido traiciona-

dos. Si estaba contra algo era en contra de las reiteraciones de

sí mismo, pensaba que había que evadir todo tipo de publici-

dad o autopromoción y en su lugar restituir las historias que

ocurrían en el anonimato y lo trivial. Recordaba los cuentos

de Chéjov, en los que la anécdota es exigua, casi inexistente,

pero en los que ciertos momentos constitutivos de la vida de

alguien eran cifrados: un personaje, a partir de un encuentro,

un encuentro justamente con lo banal, ve afectada toda su

existencia… Lo suyo eran las épicas minúsculas, la apología

56

RESEÑA

Page 57: Bonsái, número 3

de la miniatura. Así debía titularse el manifiesto, pensaba:

“Por una épica menor”. Se trataba de remitirse a las cosas

insignificantes, completamente fútiles y mínimas, aquel-

las acciones, espacios o sucesos baladíes que si a la mayoría

no importaban, podían tener el más valioso significado para

un ser en particular o para dos. Según él, la defensa de los

acontecimientos anodinos era primordial y la vitalidad debía

responder a lo diminuto: fomentar pequeñas acciones y ges-

tos cuya finalidad sólo pocos pudiesen intuir, llevar a cabo

rituales cotidianos que permitiesen cerrar ciclos, que estab-

lecieran nuevas relaciones con el mundo, básicamente interi-

or. Pensaba por ejemplo, en aquel momento en el que alguien

decide dejar un departamento que le significó un proceso de

ruptura y metamorfosis, pero en lugar de celebrarlo con una

fiesta, simplemente se prepara una cena, guarda sus cosas en

una maleta y se va.

57

POESÍA

Page 58: Bonsái, número 3

Herson BaronaMéxico, DF, 1986. Estudió simultáneamente Lengua y Literaturas Hispánicas y Es- tudios Latinoamericanos, am-bas en la UNAM. Ha obtenido premios de cuento, ensayo y poesía. Textos suyos han sido publicados en revistas como El Tímpano, Periódico de Poesía, Literal Magazine, La palabra y el hombre y Opción, entre otras.

A. R. BuitrónMéxico, DF, 1979. Graba-dor e ilustrador egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Cuenta con más de 15 exposiciones colectivas y 3 individuales en diversos museos de México y el extranjero. Seleccionado en la 1ra. bienal de estampa Shinzaburo Takeda de Oaxaca 2008. Seleccionado en 3 oca-siones y 1 mención honorífica en el catálogo de ilustradores CONACULTA. Seleccionado en los catálogos 12 13 y 15 de la Asociación cultural TEATRIO de Italia. Ilustrador de los cor-tos animados: Imaginantes “Cómo nace un cuento” de Gabriel García Márquez, “La píldora de la imaginación” de Carlos Fuentes, “Días de guar-dar” homenaje a Monsivaís, “Me encontrarás en el polvo de

la ciudad” homenaje a Carlos Fuentes.

Víctor BurgosCaracas, Venezuela, 1988. Es-critor, autodidacta de bajo presupuesto, insomne. Profeso la estética del desconcierto y hago sombra cuando hay sol.

Iván Cruz OsorioMéxico, DF, 1980. Finalizó la carrera de Lengua y Literatu-ras Modernas Inglesas en la UNAM. Es miembro del con-sejo editorial de la revista de literatura y gráfica Viento en vela y codirector y editor de Malpaís ediciones. Es funda-dor y co-organizador de Vér-tigo de los aires. Encuentro Iberoamericano de Poetas (ediciones 2006, 2007, 2009 y 2011). Es autor de los poemarios Tiempo de Guernica (Edito-rial Praxis, 2005) y Contra-canto (Malpaís, 2010). Poemas suyos aparecen en diversas antologías como Un orbe más ancho. 40 poetas jóvenes. 1971-1983 (Punto de partida/UNAM, 2005); Los mejores poemas mexicanos. Ediciones 2005 y 2006 (Joaquín Mortiz/FLM, 2005, 2006); Anuario de poesía mexicana 2005 y 2006 (FCE, 2006, 2007); La luz que va dando nombre [1965-1985]. Veinte años de la poesía

última en México (Secretaría de Cultura del Estado de Puebla, 2007); El oro ensortijado. Poesía viva de México (Edicio-nes Eón/Secretaría de Cultura de Puebla, 2009); 20 años de poesía. Jóvenes Creadores del fonca (conaculta, 2010); y Ca-jita de música. Poetas de Es-paña y América del siglo XXI (AEP, Madrid, España, 2011). Fue becario del programa Jóvenes Creadores del fonca durante el periodo 2009-2010, en el área de poesía.

Vicente Luis MoraCórdoba, España, 1970. Es un escritor, poeta, ensayista y crítico literario. Colabora en revistas como Ínsula, Animal sospechoso, Clarín, El invis-ible anillo, Mercurio y Qui-mera, así como en el suple-mento Cuadernos del Sur del Diario Córdoba. Ha publicado libros de poesía, narrativa y ensayo. Ejerce la crítica cultur-al y literaria en su blog Diario de lecturas (Premio Revista de Letras al Mejor Blog Nacional de Crítica Literaria): vicenteluismora.blogspot.com

Isaí MorenoMéxico, DF, 1967. Ha publicado las novelas Pisot (Lectorum, Premio Juan Rulfo para Primera Novela) y Adicción (Planeta-

Colaboradores

Page 59: Bonsái, número 3

Joaquín Mortiz). Su novela El suicidio de una mariposa re-sultó finalista en el 2009 del Premio Rejadorada en Valladolid. Colaboraciones suyas se en-cuentran en diarios y revistas como La Jornada, Cuaderno Salmón, La Tempestad, Nexos y Círculo de poesía.

Enrique Nájera ChávezMéxico, DF, 1985. Diseñador de la comunicación gráfica y sociólogo rural en formación. Participa en un proyecto mul-tidisciplinario sobre economía solidaria en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Sus vías de ex-presión predilectas –en orden cronológico de incursión– son el dibujo, la palabra escrita, la música. Lleva la cuenta de Twitter @guamafune.

Cuauhtémoc Pérez-MedranoMéxico, DF, 1983. Licenciado en Estudios Latinoamericanos. Es becario del Kompetenzzen-trum Kulturelle Topographien der Universität Basel, Suiza. Ha publicado en algunas revistas literarias en México. Actual-mente prepara el libro poesía Arpóphysis coralkoide: poeta menor; y la traducción de algu-nos cuentos del escritor suizo Franz Hohler.

Esteban Ponce de LeónMorelia, México,1985. Realizó estudios en Psicología en la ciudad de Guadalajara. Actual-mente, en la Ciudad de México, se encuentra realizando estu-dios de desarrollo urbano y regional, en el ánimo de salvar la ciudad que es hecha para el humano, el espacio peatonal, y de algún modo, caminar los rincones del país. Carga libre-tas y a veces un libro, lápiz, goma y sacapuntas.

Josefa Isabel RojasCananea, México, 1960. Ha publicdo los poemarios Para que escampe, Detenerte tanto, y Versiones del porqué; y en prosa: Casi un cuento.

graciela RomeroGuadalajara, México, 1982. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadala- jara y ha publicado cuento en el Periódico Público (Milenio en Guadalajara) y la revista El perro, y artículos en Palabras Malditas y Blink. El resto de lo que escribe es todo en internet, antes en blog y ahora Twitter.

Jezreel SalazarMéxico, DF, 1976. Es licenciado en Estudios Latinoamerica-nos por la UNAM y maestro en Sociología Política por

el Instituto Mora. Colaboró en la edición del Archivo de José Juan Tablada y ha pub-licado diversos ensayos sobre crítica cultural y literatura lati-noamericana. Actualmente es profesor-investigador de tiempo completo en la Univer-sidad Autónoma de la ciudad de México y profesor de lit-eratura y teoría cultural en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha publicado La ciudad como texto. La crónica urbana de Carlos Monsiváis (Premio Nacional de Ensayo Alfonso Reyes 2004) y co-ordinó el libro La conciencia imprescindible, ensayos so-bre Carlos Monsiváis (FETA, 2009).

Guillermo SamperioMéxico, DF, 1948. Ha publi-cado más de veinticinco libros de cuento, novela, ensayo, literatura infantil, poesía y crónica. Se ha hecho acreedor de premios como: Casa de las Américas 1977, en la rama de cuento por el libro Miedo am-biente, y Nacional de Periodis-mo Literario al Mejor Libro de Cuentos por Cuaderno Imagi-nario, y el reconocimiento que por sus 25 años de escritor le rindieron en el palacio de Bellas Artes las instituciones edu-cativas y culturales más im-

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portantes de México (UNAM, IPN, CONACULTA e INBA). Ha sido también Director de Literatura del INBA y Director de Difusión Cultural de la Uni-versidad de las Américas y del IPN.

Rafael TorizXalapa, México, 1983. Fue be-cario en el área de ensayo de la primera generación de la Fun-dación para las Letras Mexicanas y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha publicado los libros Animalia (Univer-sidad de Guanajuato, 2008) y Metaficciones (UNAM, 2009). Ha sido distinguido con men-ción honorífica en el Concurso Internacional de Ensayo con-vocado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la República Islámica de Irán (2001). Es ganador del Premio Nacional de Ensayo “Carlos Fuentes” (2004).

Nadia VillafuerteChiapas, México, 1978. Autora de Barcos en Houston (Cone-culta-Chiapas, 2005), Presi-dente, por favor (Edaf, España 2005), ¿Te gusta el látex, cie-lo? (FETA, 2008), y Por el lado salvaje (Ediciones B, 2011). Ha sido becaria del Fondo Nacio-nal para la Cultura y las Artes y de la Fundación para las Letras

Mexicanas.

Enrique WinterSantiago, Chile, 1982. Es autor de Guía de despacho (Premio Concurso Nacional de Poesía y Cuento Joven, 2010), Rasca-cielos (Ciudad de México, 2008; Buenos Aires, 2011), Rascacielos, anticipo (beca del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, 2006) y Atar las naves (Premio Festival de To-das las Artes Víctor Jara, 2003; Rancagua-Valparaíso, 2009).