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BOLETÍN

enero - marzo - 2014MUNA

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enero - marzo - 2014MUNA

7B O L E T Í N T R I M E S T R A L - E N E R O / M A R Z O - 2 0 1 4

ARQUEOLOGÍA MARÍTIMAREGISTRO DE PECIOS POR

EL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA“DR. DAVID J. GUZMÁN”

EL SALVADOR

Por: Roberto Gallardo

Introducción

En la historia de la arqueología mundial, el patrimonio arqueológico subacuá-tico ha sido subestimado y generalmente es poco comprendido. Este recurso cultural ha sido objeto de destrucción, saqueo y en la mayoría de los casos no se emplea un método científico en las intervenciones que se hacen en estos sitios, perdiéndose importante información y condenando a miles de artefactos a su destrucción por deterioro al ser extraídos de su medioambiente. La convicción basada en que los materiales culturales tienen valor económico parece predo-minar en nuestras sociedades y el patrimonio cultural subacuático es víctima de esta errónea percepción. Parte de nuestro trabajo debe ser valorizar cultural-mente este patrimonio para cambiar esta visión generalizada.

El saqueo de materiales culturales que se encuentran bajo y cerca de aguas te-rritoriales es endémico y aumenta rápidamente. La pérdida irreversible de estos sitios es una realidad que debe ser afrontada a corto plazo ya que paulatina-mente nuestra sociedad está perdiendo su pasado marítimo. El aumento de personas que se dedican al buceo recreativo, grandes proyectos que alteran el suelo marítimo y los avances tecnológicos en el buceo han hecho que estos sitios

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se vuelvan más vulnerables, agravándose el problema sin la implementación de medidas de protección y conciencia en la población. La proliferación de empresas con grandes recursos dirigidas por saqueadores del patrimonio que se dedican a la extracción de bienes culturales para venderlos también es un factor importante en la destrucción de muchos sitios subacuáticos. Aunque la “Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural” de El Salvador toma en consideración los materiales y sitios subacuáticos, prácticamente todo nuestro patrimonio marítimo está desprotegido y bajo amenaza de perderse.

El Salvador es rico en recursos culturales marítimos que deben ser investigados y protegidos. Sin duda, entre estos recursos los más importantes son los restos de embarcaciones que se encuentran en el mar territorial. Para proteger estos si-tios es necesario identificarlos y documentarlos ya que no podemos proteger lo que no conocemos. El Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán realiza el proyecto “Registro y Documentación de Sitios Arqueológicos Suba-cuáticos en El Salvador”, con el objetivo de investigar, documentar y proteger el patrimonio cultural marítimo.

A continuación se presenta un resumen de los pecios registrados en El Salvador por el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

Registro de Pecios

Hasta la fecha, en el país se tienen registrados un total de 11 sitios arqueológicos subacuáticos de los cuales 2 se encuentran en cuerpos de agua tierra adentro y 9 son pecios en el mar territorial (Figura 1).

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Los naufragios que se tienen registrados pertenecen a diferentes épocas. Siete de ellos son vapores que estuvieron en función durante la segunda mitad del siglo XIX, dos son veleros y uno era un barco mercante de motor diesel. A continuación se presenta una tabla con información básica de los diez pecios identificados (Figura 2), incluyendo el Honduras que se encuentra en proceso de documentación histórica.

Figura 1. Mapa de El Salvador con la ubicación de pecios registrados: 1. Anden, 2. SS Colón, 3. SS Columbus, 4. Cheribon, 5. Douglas (Sakkarah), 6. SS San Blas, 7. PSJ-1, 8. Kirkdale, 9. Brucklay Castle. En este mapa no se incluye el SS Honduras ya que este sitio fue identificado el 13 de enero del presente año y se encuentra en proceso de registro.

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Descripción de los sitios

1. Anden. Este pecio se ubica frente al pueblo de la Barra de San-tiago, departamento de Ahuachapán. Son los restos de un barco mercante de nacionalidad peruana que estaba anclado en el muelle de Acajutla cuando fue sorprendido por una tormenta tropical en 1982. Al desprenderse de sus amarras quedó a la deriva por varias horas terminando en la playa de la Barra de Santiago. Nueve mari-nos perdieron la vida en el percance. Fue registrado en el año 2011 (Gallardo 2011).

2. SS Colón. Este sitio se ubica en la playa de Acajutla, departamento de Sonsonate a unos doscientos metros hacia el este de la bocana del río Sensunapán. El Colón es el vapor más grande identificado hasta ahora y fue construido en 1872 por Roach & Son en Chester, Pensilvania para la Pacific Mail Steamship Company. En la ma-

Figura 3. El Colón encallado en Acajutla. Tomado de la Revista La Quincena, abril 11 de 1904.

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drugada del 11 de abril de 1904 colisionó con el arrecife de Punta Remedios cuando se dirigía desde puerto San José en Guatemala hacia Acajutla. El Capitán Irvine se percató que el casco había sido perforado y entraba agua a los compartimientos, por lo que dio la orden de encallar el buque en la playa de Acajutla donde actual-mente se encuentran sus restos. El Colón fue registrado en el año 2011 (Gallardo 2013).

3. SS Columbus. Este pecio es uno de los sitios arqueológicos marí-timos más importantes en El Salvador. Este fue un vapor con cas-co de madera construido en 1848 en Nueva Jersey y en un inicio realizó el recorrido Filadelfia-Charleston, Carolina del Sur (Suárez 2011). El Columbus fue uno de los primeros 14 vapores de la Pa-cific Mail Steamship Company y fue el pionero en la ruta comer-cial del Pacifico centroamericano en 1856 bajo la Panama Railroad Company. Se hundió al colisionar con el arrecife de Punta Reme-

Figura 4. Restos del Colón en la playa de Acajutla.

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dios en diciembre de 1861. El Columbus fue registrado en el año 2010 (Gallardo y Suárez 2010).

4. Cheribon. Este pecio fue construido en Dumbarton, Escocia en 1882 para una empresa francesa. Naufragó en Punta Remedios cuando viajaba hacia Panamá con bandera chilena llevando un cargamento de café (Suárez 2011). El Cheribon fue registrado en el año 2005.

5. SS Douglas. Este vapor fue construido en West Hartlepool, Inglate-rra en 1872 por John Pushton Denton y Sir William Gray para G. Pyaman and Company. En 1875 el barco fue vendido a la empre-sa alemana DDG Kosmos y su nombre fue cambiado a Sakkarah. El Douglas colisionó con el arrecife de Punta Remedios en 1890, hundiéndose con una carga de café. Este pecio fue identificado por Julio Rivas Gardiner en 1994 y registrado posteriormente en el año 2005 (Escamilla et. al 2006).

Figura 5. El Cheribon en su viaje de Marsella a Nueva York 1887. Óleo de Antonio Jacobsen.

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6. SS San Blas. Este barco fue construido para la Pacific Mail Steam-ship Company por Roach & Son en Chester, Pensilvania en 1882. Realizó por lo menos un viaje en el Atlántico entre Nueva York y Colón en Panamá, pero la mayor parte de su existencia la dedicó a la ruta Panamá-San Francisco. El martes 17 de diciembre de 1901 el San Blas realizaba el viaje de Acajutla hacia La Libertad cuando se acercó demasiado a la costa, colisionando con las rocas del fondo y quedando encallado. Al día siguiente los pasajeros y tripulación remaron en las lanchas de emergencia hacia el puerto de La Liber-tad. La playa San Blas adquirió el nombre del barco. El San Blas fue registrado en el año 2011 (Gallardo 2012).

7. PSJ-1. Este barco es el único en el registro de pecios al cual no se le ha encontrado nombre. Probablemente se trata de un vapor que estuvo en función entre finales del siglo XIX y principios del XX. Encalló y permanece enterrado en la Península San Juan del Gozo. Aunque fue objeto de excavaciones arqueológicas, no ha sido posible identificarlo. Es el único caso de un barco enterrado en El Salvador. Fue registrado el año 2012 (Gallardo y Alvarado 2014).

8. Kirkdale. Este barco era del tipo barque, siendo básicamente un ve-lero de tres mástiles construido en 1877 en Inglaterra. Naufragó el 14 de octubre de 1908 cuando salía con una carga de madera proce-dente del puerto El Triunfo. El Kirkdale fue registrado por Gallardo y Dagenais durante el “Proyecto de Encadenamiento Productivo en el Marco de los Sitios Arqueológicos Subacuáticos de El Salvador” (Dagenais, Gallardo y Pazos 2012) financiado por MITUR.

9. Brucklay Castle. Este fue un velero (barque) nombrado así por un castillo del siglo XVI que se encuentra en el condado de Aberdeen, Escocia. Fue construido en 1867 por A. Hall & Co. El Brucklay Castle ha sido uno de los veleros más grandes que ha navegado Ji-quilisco y llevaba una carga de madera de mora cuando encalló en

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la barra de arena frente a la bocana el 8 de octubre de 1896. La ubi-cación de este pecio se logró cuando se encontró un mapa (Gierloff-Emden 1986) mientras se realizaba la investigación del sitio PSJ-1. El registro de este pecio se encuentra en proceso (Gallardo 2013).

10. SS Honduras. Este pecio fue descubierto por Gallardo, Llerena y Santa María (2014) cuando se realizaba el proyecto “En la búsque-da del Brucklay Castle” con el objetivo de encontrar el velero antes mencionado. Este vapor fue construido para la Panama Railroad Company en Liverpool, Inglaterra el año de 1871 y fue emplea-do exclusivamente para la ruta centroamericana entre Panamá y Champerico. Posteriormente fue vendido a la Pacific Mail Steam-ship Company. El Honduras encalló en un banco de arena en la barra del Lempa o “Lempa Shoals” al oeste de la bocana de Jiqui-lisco cuando viajaba de La Libertad hacia La Unión el 11 de abril de 1886. Toda la tripulación remó en los botes salvavidas hasta el puerto de La Unión. El fotógrafo Edweard Muybridge viajó en el Honduras entre 1875-76.

Figura 6. El Honduras fondeando en Corinto, Nicaragua. Fotografía de Edweard Muybridge 1875-76.

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Bibliografía

Dagenais Benois, Roberto Gallardo y Alvaro Pazos 2012 “Encadenamiento productivo en el marco de los sitios arqueológicos subacuáticos de El Salvador”. Proyecto financiado por MITUR realizado por la empresa CADA S.A de C.V., El Sal-vador Divers. Documento inédito en posesión del Miniserio de Turismo y el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

Escamilla, Marlon, Mónica Valentini y Javier García-Cano 2006 El Salvador Sumergi-do: Reconocimiento del Patrimonio Cultural Subacuático. En XIX Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala 2005.

Gallardo, Roberto 2012 Registro y documentación del pecio “SS San Blas”. Playa San Blas, depar-

tamento de La Libertad, El Salvador. En Revista Koot. Año 2, Universidad Tecnológica de El Salvador. Pp.80 – 110.

2013 Registro y documentación histórica del pecio “SS Colón” en Acajutla, De-partamento de Sonsonate, El Salvador. En Revista Koot. Año 3, Universidad Tecnológica de El Salvador. Pp.25 – 91.

2013 “En la búsqueda del Brucklay Castle”. Proyecto presentado a la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural y aprobado el 16 de diciembre del 2013.

Documento inédito depositado en el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

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2014 “Excavaciones arqueológicas en el pecio PSJ-1 y la historia marítima de Ji-quilisco en el departamento de Usulután, El Salvador. 1829-1900”. Informe depositado en el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.

Gierloff-Emden H. G. 1976 La Costa de El Salvador. Ministerio de Educación. Impreso en los Talleres de

La Dirección de Publicaciones. San Salvador, El Salvador.

Suárez, José Roberto 2011 1854 Barcos y Velas. Huellas Históricas Marítimas de El Salvador. Patrocinado

por el Grupo Calvo.

Retrato de Familia Doña Marina Pérez, José María Bregante y su primogénita María Josefa. Colección Museo de Arte de El salvador. Probablemente entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX.

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LAS ENCOMENDERAS EN LA PROVINCIA DE SAN SALVADOR

Arqueóloga Ana Claudia María Alfaro MoisaDirección de Registro de Bienes Culturales

El presente artículo, una aproximación primera del papel de las mujeres como encomenderas en El Salvador, rol que durante mucho tiempo se asig-naba de forma exclusiva a los hombres. Las sociedades novohispanas en América consideradas como patriarcales1, en las cuales figuraban virreyes, oidores, obispos, capitanes y encomenderos denotados como los actores pri-mordiales, mientras que dentro de la historiografía convencional las mujeres se constituyen como entes pasivos dentro del esquema social colonial. Es-tudios recientes de las sociedades novohispanas en México, entre las que se destacan las investigaciones de la Dra. Josefina Muriel que se enfocan en el rol femenino dentro de la estructura social de la colonia como encomende-ras, monjas y cacicas; donde aporta datos interesantes sobre las facetas, hasta hoy desconocidas.2 A partir de esta nueva información entonces surgen las preguntas: ¿Cuál era el papel de la mujer? ¿Su papel era secundario como espectadora pasiva o quizás más relevante de lo que pensábamos? Gracias

1 Sistemas políticos regidos por hombres en el que las mujeres tienen un estatus social y político inferior, incluidos los derechos básicos en Kotak, Conrad, Antropología Cultural. Pag.384.

2 La Dra. Muriel ha publicado desde 1946 hasta 1996 obras que se han constituido como la base para el análisis de las sociedades novohispanas entre sus publicaciones se destacan: Conventos de monjas en la Nueva España (1946), Las indias caciques de Corpus Christi (1963), Las mujeres de Hispanoamérica en la época colonial (1992), entre otras.

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a los documentos históricos base de la presente investigación pertenecen al Archivo General de Indias en Sevilla y son la fuente primordial de la in-formación. Los documentos han sido ubicados en los folios pertenecientes a la Real Audiencia de Guatemala y otros documentos en el Archivo General de Centroamérica.

Retrato de Sebastiana Ynes Josepha, hija de un cacique, 1757. Museo Franz Mayer, Ciudad de México, México.

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Los primeros años de la colonia

Al finalizar el proceso de conquista de América, los conquistadores recibie-ron encomiendas3 como reconocimiento de sus hazañas en batallas; es decir entre más méritos se lograban probar más encomiendas recibían. Detalles de los hechos fueron documentados en las “probanzas”, cartas donde se hacía constar los méritos logrados y servicios prestados durante la conquista.

La validación de las encomiendas nace en Valladolid un 23 de Febrero de 1536-38; cuando el Rey Carlos I y la Reina Dona Juana (Hija de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón) dictan la Real Cédula de Tasaciones y Suce-siones de Encomiendas para la Nueva España. En dicho documento se plan-tea lo referente a las herencias que recibían las esposas de los encomenderos :

“…Que cuando algún vecino de la dicha provincia muriere y hubiere te-nido encomendados indios algunos, dejare en esa tierra hijo legítimo y de legítimo matrimonio nacido, … si el tal casado no tuviere hijo legí-timo y de legítimo matrimonio nacido, encomendaréis los dichos indios a su mujer viuda, y si ésta se casare su segundo marido tuviere otros indios, darle heis uno de los dichos repartimientos cual quisiere; y si no los tuvie-re encomendarle heis los dichos indios que así la mujer viuda tuviere, la cual encomienda de los dichos indios mandamos que tenga por tiempo que nuestra merced y voluntad fuere, según y como ahora los tienen y hasta que nos mandemos dar la orden que convenga para el bien de la tierra y con-servación de los naturales de ella y sustentación de los españoles pobladores de esta tierra…”Extracto de Real Cédula a la villa de San Salvador sobre la tasación y sucesión en las encomiendas a las mujeres e hijos de conquistadores ES.41091.AGI/22.8.3.11//GUATEMALA,393,L.2,F.24 1538-7-20 Valladolid

3 Fowler define encomienda como: “la recompensa que el Rey Castellano le asignaba al caballero victorioso u “repartimiento” o “encomienda” de un territorio, pueblo, o grupo de pueblos con sus habitantes obligados a pagar tributo en bienes o servicios…”

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Es decir que la esposa/hija del conquistador se convertía en encomendera por herencia, y estas al contraer matrimonio por primera vez podían unir sus encomiendas a las de su marido. En caso de que la mujer enviudase podía contraer matrimonio por segunda ocasión y tenía la libertad de anexar sus encomiendas a las del esposo o no.

En algunos textos como los autos de los bienes de difuntos aparecen casos de encomenderas que no contrajeron matrimonio o sin hijos, ellas heredaban a los conventos y parroquias, tal de María de Gamboa, quien heredó sus bienes al Convento de Nuestra Señora de la Luz de la Isla Tercera ubicada en las Azores (España)4. El análisis preliminar de algunos documentos deta-lla pago de impuestos por encomenderas. Quiere decir que si bien es cierto que las mujeres tenían la potestad de heredar y manejar sus bienes, eran sujeto de obligaciones en el cobro y pago de impuestos y multas. Citando como ejemplo el documento de Tributos y Tasaciones de los Pueblos de la Provincia de San Miguel y la Choluteca, data del año de 1683 y registra los tributos de los año de 1680, 1681, 16835. En las primeras páginas se registran los pagos de tributos, tanto los pueblos que estaban solventes como aquellos que adeudaban cantidades de dinero. De los mismos pueblos se registran las deudas sobre los impuestos al vino y al aceite; deudas con el Hospital Real por servicios y derechos de Barlovento6. Se especifican también las épocas del año fechadas para pago de tributos: Día de Navidad y Día de San Juan. Estas dos fechas eran empleadas por todas las colonias, generalmente eran plazos inamovibles para efectuar los pagos. Las encomenderas Doña Maria-na de Avendaño de San Miguel y Doña Isabel Castro de la Cerda de Cha-peltique que fueron sujeto de cobro de multas al quedar pendientes de dicho

4 Autos sobre bienes de difuntos: María de Gamboa, natural de la Isla Tercera, difunta en San Salvador de Guatemala. Heredero: Convento de Nuestra Señora de la Luz de la Isla Tercera. ES.41091.AGI/10.5.11.12//CONTRATACION,207,N.1,R.9. 1569

5 Pagos de tributos por los pueblos de la Provincia de San Miguel y la Chuluteca, de Hospital y Barlovento AGCA ES. A3/ L 453/ E 5134. 1683.

6 Impuesto del Barlovento o a la Armada de Barlovento a los artículos de primera necesidad como el vino y aceite entre otros productos traídos por comercio de ultramar a las colonias de América.

23B O L E T Í N T R I M E S T R A L - E N E R O / M A R Z O - 2 0 1 4

pago. A continuación los datos de algunas encomenderas registradas en El Salvador, basados en el Archivo General de Indias y el Archivo General de Centroamérica.

Fragmento de Documento de Pago de Tributos de Doña Mariana Avendaño, encomendera de San Miguel al Barlovento y Hospital Real. 1683. AGCA

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TABLA 1Encomenderas registradas 1641-1700 para la Provincia de San Salvador, San Miguel y Sonsonate.

NOMBRE AÑO ENCOMIENDAS

Doña Beatríz de la Vera y Cerrato 1586 Encomienda de La Bermuda

Juana de Benavides. 1641Encomienda de Aguacatan, Nebac y Chaul en Totonicapan, Sacatecoluca y San Juan Nunualco en San Salvador

Maria y Francisca Ayala Mazariegos, Catalina de Mazariegos

1645 Encomienda de Jacatecoluca, San Juan de Nunbolco en San Salvador

Ana de Guzmán 1671Encomienda de Aguacatán, Nebac y Chaul en Totonicapán, Sacatecoluca y San Juan Nunualco en San Salvador

Francisca de Alvarado y Villacreces 1677 Encomienda de Termittepeque en San

Salvador, Naolingo en Sonsonate, Yquiaguitlan

Doña Mariana de Avendaño 1683 Provincia de San Miguel y la Chuluteca

Doña Isabel de Castro y de la Cerda. 1683 Encomienda de Chapeltique

María Manuela Zavaleta y Guzmán 1686 Encomienda de Santa Ana, Hilopango,

Soyapango y Tonacatepeque en San Salvador

Micaela Zapata, Marquesa de Olias y Montara 1700

Santa Bárbara de la Castilla, San Pedro y San Pablo, San Juan de la Laguna y otros, en el corregimiento de Atitlan; Cojutepeque, Santo Tomás Tesaquango, Suchitoto y Santa María Ostuma, en la provincia de San Salvador; Osolotega, Telica y Posolteguilla, en la provincia de Nicaragua; Mistepeque, Mestitlan, Coatlan y Cuytlapan.

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Conclusiones

No cabe duda que el estudio se las sociedades coloniales en El Salvador por medio del análisis de documentos históricos acompañados de evidencias ar-queológica ofrecen un panorama rico por explorar; especialmente en cuanto al papel y los roles de las mujeres en El Salvador colonial.

Esta temática es sujeto de investigación y trabajo continúo que persigue se-guir ahondando en las relaciones políticas, sociales y económicas estableci-das durante el período colonial entre hombres y mujeres, develando de esta forma los verdaderos roles jugados por el sexo femenino durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

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Bibliografía

1995 Caluco: Historia y Arqueología de un Pueblo Pipil en el Siglo XVI. Fowler, William. Pág. 25. Proyecto “Venga y Busque con Nosotros”. Patronato Pro- Patri-monio Culrural. San Salvador.

Kotak, Conrad Phillip. Antropología Cultural. 11 Edición, Editorial Mcgraw-Hill, Es-paña, 2006

Archivos historicos:

AGI (Archivo General de Indias) Expediente de Confirmación de Encomienda de Aguacatan, Nebac y Chaul en To-

tonicapan, Sacatecoluca y San Juan Nunualco en San Salvador a Juana de Benavides. Resuelto

ES.41091.AGI/22.8.6.7.6//GUATEMALA,101,N.13    CONFIRMACION DE ENCOMIENDA DE AGUACATAN, ETC 1641-2-1

Expediente de Confirmación de Encomienda de Aguacatán, Nebac y Chaul en Toto-nicapán, Sacatecoluca y San Juan Nunualco en San Salvador a Francisco de Godoy y Guzmán. Resuelto

ES.41091.AGI/22.8.6.7.10//GUATEMALA,105,N.7 CONFIRMACION DE ENCOMIENDA DE AGUACATAN, ETC 1671-4-30

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Expediente de Confirmación de Encomienda de Jacatecoluca, San Juan de Nunbolco en San Salvador a Maria y Francisca Ayala Mazariegos. Resuelto/Catalina de Mazariegos

ES.41091.AGI/22.8.6.7.7//GUATEMALA,102,N.6    1645-10-5

Expediente de Confirmación de Encomienda de San Martín y Chalchuapa en San Salvador y Theotega en Nicaragua a Pedro de Bonilla y Ana Salazar. Resuelto

ES.41091.AGI/22.8.6.7.11//GUATEMALA,106,N.1     1672-5-31

Expediente de Confirmación de Encomienda de Santa Ana Hilopango, Soyapango y Tonacatepeque en San Salvador a María Manuela Zavaleta y Guzmán. Re-suelto

ES.41091.AGI/22.8.6.7.12//GUATEMALA,107,N.18  1686-5-28

Expediente de Confirmación de Encomienda de Termittepeque en San Salvador, Nao-lingo en Sonsonate, Yquiaguitlan a Francisca de Alvarado y Villacreces. Re-suelto

ES.41091.AGI/22.8.6.7.11//GUATEMALA,106,N.16 1677-3-6

Expediente relativo al pago por parte de los oficiales reales del producto de la pensión que Micaela Zapata, Marquesa de Olias y Montara, tiene en las siguientes en-comiendas: Santa Bárbara de la Castilla, San Pedro y San Pablo, San Juan de la Laguna y otros, en el corregimiento de Atitlan; Cojutepeque, Santo Tomás Te-saquango, Suchitoto y Santa María Ostuma, en la provincia de San Salvador; Osolotega, Telica y Posolteguilla, en la provincia de Nicaragua; Mistepeque, Mestitlan, Coatlan y Cuytlapan. Pendiente de Resolución

ES.41091.AGI/22.8.6.7.14//GUATEMALA,109,N.9 1700-3-24

28 M U S E O N A C I O N A L D E A N T R O P O L O G Í A ( M U N A )

Autos sobre bienes de difuntos: María de Gamboa, natural de la Isla Tercera, difunta en San Salvador de Guatemala. Heredero: Convento de Nuestra Señora de la Luz de la Isla Tercera

ES.41091.AGI/10.5.11.12//CONTRATACION,207,N.1,R.9  1569

AGCA (Archivo General de Centroamérica)Pagos de tributos por los pueblos de la Provincia de San Miguel y la Chuluteca, de

Hospital y Barlovento AGCA ES. A3/ L 453/ E 5134 1683.

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ANÁLISIS DE SEIS ROCAS GRABADASPROCEDENTES DE LA ISLA IGUALTEPEQUE

PERTENECIENTES A LA COLECCIÓN DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA

“DR. DAVID J. GUZMÁN” (MUNA)1

Arqueólogo Hugo Iván ChávezDirección de Registro de Bienes Culturales / Secretaría de Cultura de la Presidencia

Arqueóloga Carmen Margarita MoránUniversidad Tecnológica de El Salvador (UTEC)

Arqueóloga Luisa Massiel RamosUniversidad Tecnológica de El Salvador (UTEC)

Al estudiar las Manifestaciones Gráfico Rupestres (MGR), se debe prestar espe-cial atención a que estas se encuentran dentro de un paisaje cultural compuesto por el ambiente y el espacio, producto de las construcciones dinámicas en las cuales los seres humanos expresaron sus ideas del mundo, las cuales estaban condicionadas por el tiempo y el espacio en el que éstos se desarrollaron. La in-tervención del ser humano en el medio ambiente es el resultado de un proceso cultural cargado de gran significado que puede servir a los investigadores para tener un mayor acercamiento a lo que pudo ser en el pasado.

1 Ponencia presentada en el XIII Coloquio Guatemalteco de Arte Rupestre, realizado en la Universidad de San Carlos, Guatemala, del 3 al 7 de septiembre de 2012. Para leer el articulo completo visite: http://issuu.com/apar/docs/boletinapar4__15_16

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El sitio arqueológico de Igualtepeque debe ser investigado desde esta perspec-tiva, conectado al paisaje y no separado de este, ya que las MGR comuni-can acontecimientos, vivencias, pensamientos y creencias, son imágenes que transmiten mensajes visuales que fueron plasmados en un material perdurable como la piedra, lo que ha permitido su permanencia a través del tiempo.

Para la realización de este trabajo se eligieron seis rocas con grabados pertene-cientes a la colección del MUNA, con esta descripción se pretende contribuir poco a poco a la interpretación de las MGR, ya que por el momento no se cuenta con una.

Descripción de las rocas

Todas las rocas descritas a continuación provienen de la Isla Igualtepeque. Son de origen basáltico de color gris oscuro, y la técnica utilizada para la elabora-ción de los diseños fue, probablemente, a base de desgaste de la roca, realizan-do un tallado al principio y posteriormente el desgaste de los diseños.

Roca 1

Representa dos figuras zoomorfas. La primera, ubicada en la parte derecha, es un ave (Guacamaya, Lora, Perico ¿?) en posición de vuelo, con sus alas y cola extendidas. De la parte de sus patas salen dos líneas, la línea de la pata derecha termina en forma de corazón. La segunda figura, ubicada al lado izquierdo del ave, es un personaje zoomorfo, posiblemente un mono de perfil izquierdo, con los brazos y manos extendidos hacia arriba, el cuerpo está compuesta por unas líneas que forman el tórax, patas y una pequeña cola curva, en la parte superior de la cola se anexan dos líneas largas, las cuales terminan formando cuatro cír-culos, dentro de los cuales, se hallan pequeños orificios (representación de una mariposa ¿?), y de la parte superior de los círculos sale una línea central, que a la vez se bifurca hacia la izquierda y derecha.

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Roca 2

Tiene como representación central el rostro de un posible ciervo de perfil derecho. En la parte inferior se encuentra una serie de líneas abstractas. En la parte superior, sobre el rostro del animal, se encuentra una figura abstracta muy elaborada.

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Roca 3

La representación principal es un personaje antropomorfo estilizado y erguido sobre sus pies, con ambos brazos extendidos; podría ser una representación del dios nahua Tlaloc, ya que en ella se observan una anteojera y una especie de bigotera (o “dientes”). En la parte inferior del personaje, cercano al cuerpo y a ambos lados, se observan dos personajes antropomorfos de forma rectangular que poseen cara, brazos y pies, los que podrían ser acompañantes del perso-naje principal.

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Roca 4

Posee grabadas tres imágenes fusionadas (un ave, un cabeza de serpiente y una figura humana de perfil izquierdo). Al observar la roca en forma vertical vemos una figura humana de perfil derecho, el cual tiene una especie de vestidura, y sobre su cabeza, un tocado en forma de venado. Al observar la roca en forma horizontal, en la parte superior se percibe un ave con un ala extendida y en la parte inferior una cabeza de serpiente con sus fauces abiertas mostrando su lengua bífida. Debido a su peculiar diseño, su interpretación podría estar sujeta a diversas reflexiones. Por el momento se puede mencionar que los animales representan la fauna local, aunque el simbolismo de la serpiente y del venado se encuentra ligado a la fertilidad y a la tierra (este último también al sacrificio), mientras que el personaje antropomorfo pudiera representar un shaman, sin embargo, para afirmar esto se necesitaría más investigaciones al respecto.

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Roca 5

Posee como diseño principal la figura de un posible can de perfil derecho, que aparenta estar corriendo o saltando, asimismo, en la parte inferior de la roca se logra identificar levemente (debido a la erosión) otras figuras, posiblemen-te antropomorfas. En cuanto a esta interpretación podemos mencionar que las culturas prehispánicas utilizaban los perros para diferentes actividades rituales como el sacrificio y la alimentación. En el aspecto simbólico este ani-mal era considerado como un ser ligado al inframundo, ya que el perro es el compañero inseparable del hombre, que va con él hasta el mas allá. Los grupos nahuas y mayas tenían la creencia de que al llegar al rio del inframundo, el espíritu encontraba a su perro y montaba sobre su lomo para atravesarlo. El perro que transportaba al espíritu, tenía que ser el propio perro del muerto, ya que otros perros constituían una amenaza en el camino (De la Garza, 2012).

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Roca 6

Posee como diseño principal diferentes figuras zoomorfas, antropomorfas y abstractas, la cuales, aparentemente, van expresadas de izquierda a derecha. En este orden de aparición, la primera figura es abstracta pero dentro de ella se aprecia la cabeza de un ave. Seguidamente encontramos la posible representa-ción de dos venados con astas sobre sus cabezas pero cuyos rostros son similares a los de aves, razón por la cual queda la incógnita de si estos animales fueron fusionados en el diseño. Bajo la representación de estos animales se aprecian dos pequeñas concavidades unidas por una línea, así como otras dos concavi-dades localizadas al lado derecho de la roca. En la parte superior se encuentra representado un posible rostro antropomorfo visto de frente. Se logran apreciar otros diseños pero debido a que esta se ha erosionado es difícil su descripción

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Expectativas de estudio en el futuro

Como ya se mencionó, lograr comprender un sitio arqueológico requiere co-menzar a tomar en cuenta conceptos como espacio y paisaje. De igual manera, lo más apropiado para el estudio de las MGR es la conjugación del paisaje y el espacio como un todo, pues es en este contexto donde el ser humano vive la totalidad de sus experiencias y transforma de acuerdo a sus necesidades; y es este cúmulo de conocimientos los que conforman la cultura (Consens 2000; Fournier&Vigliani,2007).

Referente a Igualtepeque, la abundancia de recursos en el área pudo haber dotado de un carácter especial a la isla, y esto lo vemos reflejado en sus estruc-turas, la gran cantidad de MGR relacionadas a fauna proveniente del agua y de los bosques, y en grabados que representan deidades como Tlaloc; recordemos que los cuerpos de agua eran lugares misteriosos y venerables, por lo cual no es de extrañarse que hasta la fecha este sea un lugar lleno de mitos y leyendas. Las MGR de Igualtepeque pueden ser de gran ayuda al momento de analizar las dinámicas socioculturales que ahí se pudieron dar pues los más de 200 grabados identificados hasta la fecha nos brindan la posibilidad de acercarnos a la relación simbiótica que estas personas mantuvieron con el ambiente que les rodeaba, nos brinda la oportunidad de conocer la relación humano-paisaje la cual, sin duda, se encontraba cargada de gran significado simbólico (Rodrí-guez, 2011; Sauer, 1925).

Consideraciones finales

No podemos presentar una conclusión definitiva acerca de este sitio hasta que se realice un análisis de todas las MGR del lugar, sin embargo, referente a las seis rocas analizadas en este trabajo, podemos mencionar que en ellas se en-cuentran manifestados el entorno y sus creencias, no obstante, para tener un conocimiento más concreto, estamos obligados a realizar estudios de las demás rocas y de las estructuras que se encuentran en la isla, de manera que las inves-

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tigaciones se complementen. Recordemos que la mejor interpretación que podemos hacer sobre un sitio arqueológico, es aquella en la cual conjugamos el paisaje y sus diversos elementos, no podemos desconectar las prácticas ru-pestres del resto de prácticas culturales que se llevaban a cabo. Debemos tener presente que los sitios con MGR no están separados del paisaje, se encuentran conectados a él, y si nos limitamos a interpreta exclusivamente los grabados como únicos y aislados estamos reduciendo la comprensión antropológica y arqueológica de los mismos y de quienes los crearon. Todos sabemos que las investigaciones ideales son las que implican estudios multidisciplinarios, y el área de Guija es el sitio perfecto para ponerlo en práctica, esperemos que en un futuro cercano podamos contar con investigaciones de este tipo para poder ir armando, aunque sea de a poco, la interesante historia de los habitantes del área de Guija.

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Lista de referencias

Consens, M. (2000). Arte rupestre en Sudamérica, el rol de los sitios en una aproxi-mación arqueológica. Ponencia Presentada en el V Simposio internacional de arte rupestre, Tarija (Bolivia). Montevideo.

Fournier, P.; Vigliani, S. (2007). Pintura rupestre epiclásica en la región de Tula: una aproximación desde la arqueología del paisaje. En Estudios sobre representa-ciones rupestres en Hidalgo. (1era edición). M. A. Morales Damián (coordi-nador). Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Rodríguez, F. (2011). Representaciones rupestres como posibles indicadores del paisaje cultural en el Municipio de La Piedad, Michoacán: una propuesta. Tesisinédi-ta de Maestría en arqueología, Colegio de Michoacán, México.

Sauer, C. (1925). Themorphologyof landscape.Estados Unidos. En University of Cali-fornia Publications in Geography No. 2: 19-54.

En línea:

“El perro como símbolo religioso entre los Mayas y los Nahuas”. Mercedes de la Garza http://bonusclass.files.wordpress.com/2011/07/ecn27_006.pdf [agos-to 2012].

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COLONIA FLOR BLANCA. CONJUNTO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE SAN SALVADOR. COMENTARIOS SOBRE SUS HABITANTES,

VALORES Y PROCESO DE DECLARATORIA.

Arq. Magister. Mario Alberto MelaraTécnico de Dirección de Conservación y Gestión de Patrimonio Cultural Edificado

Abstract: La iniciativa de un grupo de vecinos dio paso a un proceso investigati-vo documental, de catalogación e inventario, de análisis arquitectónico-urbano, de valoración de las características patrimoniales de Colonia Flor Blanca que ha llevado a la comprensión de su importancia y su conservación para el futuro, y a la formulación de un documento para declararla como Conjunto Histórico de la ciudad de San Salvador como parte del apoyo brindado desde la Dirección de Conservación y Gestión de Patrimonio Cultural Edificado, por estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional y por la colaboración de funcionarios de la Alcaldía Municipal de San Salvador. En este artículo se comparten algunos aspectos importantes de éste proceso y se busca un recono-cimiento a los habitantes de Colonia Flor Blanca y al buen trabajo realizado desde la Institución y la Academia.

Cuando en temas de diversa índole arquitectónica, urbana, histórica se aborda o relaciona a la ciudad de San Salvador, inevitablemente cualquier discurso tiende a orientarse a ideas relacionadas a lo que, en un tiempo pasado, fue la ciudad, y a referencias sobre las edificaciones, urbanizaciones, avenidas y tramos de calles que todavía se encuentran dispersas, incluso inadvertidas, y en estado

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de deterioro por el tenaz olvido del aporte que tales hicieron en su momento, pero que aun en su mal estado, se yerguen como una prueba de que hubo un esplendor arquitectónico y urbano en el cual la ciudad tenía un rostro muy de-finido y distinto. De estos y otros comentarios, inquietudes, recuerdos, quejas, preocupaciones, anécdotas, e historias relacionadas a uno de los conjuntos más emblemáticos de la capital hablaban los vecinos de Colonia Flor Blanca el 9 de octubre de 2013 (Figura 1) en uno de los salones del Estadio Flor Blanca en reunión sostenida con personal de SECULTURA de la Dirección de Conser-vación y Gestión de Patrimonio Cultural Edificado cuando se les presentó la investigación documental y de campo realizada hasta esa fecha como parte del proceso para su Declaratoria de Conjunto Histórico y Formulación de Medi-das de Protección legales a iniciativa de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural a través de su director Arq. Gustavo Milán. A este respecto surgen algunos breves comentarios que contextualizan al lector en el medio de todo este proceso que conllevó la finalidad de brindar alternativas para la protección de Colonia Flor Blanca.

Figura 1: Asociación Comunal Pro Rescate de Colonia Flor Blanca, personal de la Dirección de Conservación y Gestión de Patrimonio Cultural Edificado (DCGPCE), estudiantes de la Universidad Nacional de El Salvador UES, habitantes y miembros de instituciones invitadas en reunión del 9 de octubre de 2013 en salón del Estadio Flor Blanca. Fuente: Archivo DCGPCE

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Como se decía en las primeras líneas del párrafo anterior, asistimos a un mo-mento de decadencia de la ciudad capital, sin embargo, en consonancia y para hacer justicia, debe mencionarse que hubo un momento particularmente des-tacable para la ciudad de San Salvador, fueron los inicios del siglo XX en sus primeras tres décadas, cuando por muchas razones de índole social, política e incluso cultural, el centro de San Salvador apenas extendía su brazo al costado poniente de su propia centralidad. Unos tímidos ensanches y ampliaciones de calles en ese rumbo, buscando entroncar con la 25 Av. Sur y llegando a la en-trada del Hospital Rosales. Tal zona, muy agreste hasta entonces, se volvió el nuevo desarrollo, provisión de equipamiento y habitación para la clase media y alta de San Salvador, con la asistencia, en muchos casos, de arquitectos de renombre. La expansión urbana de principios del siglo XX abarcó en parte: la Calle Rubén Darío, la 1ª Calle Poniente que se alargó para dar acceso al Estadio Flor Blanca en el contexto de los III Juegos Panamericanos, la Av. Roosevelt que se volvió una conexión importante con San Tecla y con el occidente del país al llegar al punto de la “Cruzadilla” actual Plaza Las Américas. El nuevo desarrollo abarcó también la construcción de una zona verde para la capital, el Parque Cuscatlán, de un escenario deportivo, el Estadio Nacional, y de la urbanización de los terrenos alrededor del Estadio, lo que se llamaría a partir de ese momen-to, Colonia Flor Blanca. Hablar entonces de Flor Blanca es hablar: De la prime-ra o una de las primeras colonias de San Salvador, de una arriesgada apuesta por la modernidad al iniciar el segundo cuarto del siglo XX, de la implementación de un orden que rompió el molde colonial de la cuadricula española y apostó por el diseño inglés de una Ciudad Jardín” impuesta mediante decreto presi-dencial del general Maximiliano Hernández Martínez en un intento quizás por modernizar la colonial y republicana ciudad. Es hablar también de provisión de servicios para la ciudad, de la llegada de nueva arquitectura a través de nuevos arquitectos. Es hablar de la expansión de la centralidad y de la conectividad con el occidente del país.

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Figura 2: Fragmento de Fotografía aérea de 1949 del área de Colonia Flor Blanca. Obsérvense las manzanas en formación y las pocas viviendas construidas en tal momento de formación. Fuente: SAL-4 L-28 F_166CNR 2013.

Tanto bagaje histórico, arquitectónico, político, social, urbano, hizo que, cons-ciente de los valores contenidos en esta área de la ciudad capital, la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, por indicaciones de su Director Arq. Gusta-vo Milán, a través de la, entonces, Unidad de Iniciativas de Gestión, abordará el proceso para la Declaratoria de Flor Blanca como Conjunto Histórico y la formulación de sus Medidas de Protección. Tal proceso fue trabajado de Agosto a Noviembre de 2013 por los Arquitectos Erick Orellana y Arq. Mario Melara en colaboración con estudiantes en horas sociales de la Escuela de Arquitec-tura de la Universidad Nacional de El Salvador, desde dos ámbitos: Trabajo de campo e Investigación documental. El primero se realizó a través de visitas continuas al conjunto y el levantamiento total de información a través de es-quemas gráficos de campo. Se hizo una Identificación de todos los Inmuebles con Valor, se elaboró para cada inmueble una ficha técnica que contiene datos sobre sus valores, nivel de intervención, estado de conservación, ubicación y demás datos técnicos. Se hizo el correspondiente levantamiento fotográfico de tales inmuebles. Con tales acciones se logró cubrir y complementar la necesaria catalogación e inventario patrimonial iniciado en 2011, como paso previo a los necesarios y posteriores análisis para la protección del conjunto desde su propia escala, contexto y realidad arquitectónica y urbana como parte de la ciudad de San Salvador.

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El segundo ámbito, documental, se abordó a través de la revisión de libros, ar-tículos de revista, fotografías aéreas, documentos y mapas del Archivo General de la Nación, periódicos del Archivo de la Prensa Gráfica de los años de 1930 a 1935, fotografías urbanas de la época, entre otros, que dieran una perspectiva de diferentes momentos de la formación y evolución de la Colonia Flor Blanca. Así la revisióndocumental arrojó la construcción de una reseña histórica elabo-rada por el Arq. Erick Orellana que puso este conjunto en su correcto contexto social y político y que permitió indagar en sus causas. Permitió también extraer pistas sobre sus diferentes etapas constructivas, lo que, unido a la información recabada en campo respecto a autorías y años de construcción de muchas de las viviendas más valiosas y relevantes, permitió generar mapas interpretativos sobre el origen y formación del área que abarca el conjunto, sus momentos previos, de inicio, como adquisición de terrenos, construcción del Estadio Na-cional, intermedios,como la paulatina consolidación de manzanas y expansión norte de la colonia, y su última etapa de consolidación urbana y arquitectónica a principios de los años 60´s

Figura 3: Encabezado de la Prensa Gráfica del miércoles 19 de julio de 1933 donde el Poder Ejecutivo autoriza la aceptación de terrenos de Flor Blanca para construcción del Estadio Nacional. Fuente: Archivo La Prensa Gráfica 2013.

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Así, con la información de campo y documental complementando el escenario histórico se pudieron analizar adecuadamente los aspectos para una valoración patrimonial que abarcara el completo espectro de su realidad física y social y sus diferentes etapas hasta su consolidación en tiempo y espacio. Para tal efecto se tomaron tanto los criterios de la ley vigente, como otros de algunas cartas internacionales sobre conservación arquitectónica y urbana y algunos conteni-dos del documento Assesing the Values of Cultural Heritage del Instituto Getty de Conservación de Los Ángeles respecto a la asignación de diferentes tipos de valores patrimoniales. Así puede afirmarse que de la Colonia Flor Blanca se ex-trajeron, a partir de ese análisis, los valores patrimoniales que justifican la fina-lidad de su conservación para el futuro. La colonia Flor Blanca ostenta un valor de antigüedad relacionado a la urbanización de los terrenos desde 1928 y la construcción del predio baldío que constituiría 4 a 5 años más tarde el Estadio Nacional, una antigüedad muy variable que surgió a partir de iniciativas pri-vadas de construcción individual o pequeños núcleos desarrollados a veces por relaciones familiares. La antigüedad puede rondar en las primeras expansiones al sur de la Alameda Roosevelt los 60 a 80 años, y en las posteriores expansiones al norte, 50 años aproximadamente. Por tanto ésta depende de sus periodos de formación y expansión.

La Colonia Flor Blanca muestra desde la muy primera observación de las fa-chadas de sus casas un valor arquitectónico y estético de variadas tendencias y elementos estilísticos, un lenguaje que usa elementos clásicos de arquitectura europea en contraste con una distribución racional de espacios. Sin embargo frente a este clasicismo exterior, la volumetría deja ver unos interiores funcio-nales; a la vez existen inmuebles que, de forma modesta, pero con muy buenos ejemplos, presentan un lenguaje modernista desligado de ésta misma tradición clásica. Además existe la presencia de “revivals” de Villas Francesas y Castillos europeos que aportan ciertamente, singularidad dentro de las cuadras donde se emplazan. Por tanto la Colonia Flor Blanca es una muestra ecléctica de arqui-tectura.

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Figura 4: Casa del sector más antiguo de la Colonia Flor Blanca en las manzanas aledañas del costado sur del estadio. Inmueble autoría de Arq. Ernesto de Sola 1945. Fuente: Archivo DCGPCE Levantamientos de campo 2013.

Buen porcentaje de los inmuebles de tales características arquitectónicas aún guardan intactas y auténticas en su materialidad un alto grado de valores ar-quitectónicos originales individuales, como también sus características urbanas y de conjunto. Aun siendo una muestra ecléctica, existe una integración, un lenguaje respetuoso de un estilo arquitectónico frente a otro, en una relación mantenida en el tiempo. Además de lo anterior, debe tomarse en cuenta que se exhiben las líneas estilísticas de algunos arquitectos de renombre presentes en las placas de autoría que destacan en algunos de los mejores ejemplos de ar-quitectura del conjunto. En tales placas figuran nombres como: Armando Sol, Ernesto de Sola, Noltenius Choussy, José María Durán, J. Alfaro D., R. Suarez, F. Morales, Velasco Gallardo, D. C. Domínguez, entre otros. La Colonia Flor Blanca guarda la memoria física de la buena arquitectura del primer cuarto y mitad del siglo XX.

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Representa Flor Blanca, un potencial investigativo para conocer el crecimiento de San Salvador de inicios del siglo XX y sus políticas urbanas. Es una muestra de patrimonio edificado que ayuda a conservar memoria de ideales e intereses de una etapa de la sociedad salvadoreña, y a entender influencias que ejercían ideas y pensamiento de sociedades extranjeras en la recientemente formada na-ción durante el periodo tardío del Liberalismo. Como otros conjunto históri-cos, Colonia Flor Blanca es, según (UNESCO 1975): “una parte esencial de la memoria de los hombres de hoy y es preciso que sea transmitida a las generaciones futuras en su auténtica riqueza y en su diversidad” (p.2) Flor Blanca ofrece di-ferentes líneas de investigación que pueden permitir recrear y reinterpretar un extenso panorama arquitectónico, urbano, social y político de las primeras dé-cadas del siglo XX a través de sus edificios.

Hablando en términos tecnológicos, Colonia Flor Blanca también exhibió la modernidad de su tiempo, y materializó los arriesgados diseños derivados de las permisivas bondades de los nuevos materiales de la época, lo que permite hechos constructivos hasta ese momento no vistos en la arquitectura salvado-reña: Volúmenes con cerramientos y esquinas en vidrio y armazón de metal que se constituyen amplios ventanales; Esquinas en voladizos de dimensiones considerables que prescinden de la columna esquinera en el punto de carga más apremiante y Vigas en algunos casos muy ornamentadas. Amplias terrazas mo-dernistas que combinan la simpleza de materiales con la elegancia estructural de voladizos a diferentes niveles; losas que se combinan con techos de teja y que se constituyen uno más de los niveles de la edificación, completamente integrado a la vivienda.

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Figura 5: Inmueble de características modernistas en Colonia Flor Blanca, actualmente oficinas de SIGET, situado frente a entrada principal del Gimnasio Nacional. Obsérvese el predominio de la horizontalidad, voladizos y ausencia de ornamentación. Fuente: Archivo DCGPCE Levantamientos de campo 2013.

Colonia Flor Blanca es una muestra de arquitectura de inicios de siglo XX, en la que se concretizó la expresión de una nueva clase social, y del ascenso de algunos sectores. Está relacionada o es contemporánea con hechos y fechas que marcan puntos de inflexión en la historia salvadoreña, como lo fue en lo local: La segunda toma de poder del General Martínez el 1 de Marzo de 1935 cele-brada en el Estadio Nacional. Celebración de Terceros Juegos Panamericanos y del Caribe el 16 marzo de 1935. A partir de esa fecha ha sido escenario perma-nente de celebraciones de todo tipo. Destacable también la presencia actual de personas y familias que desde el inicio habitaron la Colonia o sus respectivos descendientes, que son depositarios de una memoria relacionada a la conserva-ción del uso habitacional histórico.

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Colonia Flor Blanca es expresión clara del auge económico y la diferenciación social alcanzada por la sociedad salvadoreña para el tercer decenio del siglo XX, existe una clara identificación de los habitantes originales del Conjunto o sus descendientes respecto a su lugar de vivienda y arraigo al lugar que genera un sentimiento de identidad y pertenencia, lo que vuelve a la colonia un nodo de memoria y la constituye un ancla física de sentimientos colectivos siendo así un imaginario ligado a vivencias de tipo local (tradición oral). Es además el contexto inmediato o escenario de fondo de eventos públicos de carácter social en la rutina de la vida ciudadana, en los grandes equipamientos que la Colonia contiene, sea el Parque Cuscatlán, Gimnasio Nacional, Estadio Nacional,

Hablando en términos de valores urbanos se hacen las siguientes consideracio-nes: La Colonia Flor Blanca marca un período de transición entre el esquema geométrico que se había venido utilizando desde tiempos de la época colonial, es una muestra de una nueva planificación y extensión de la centralidad histó-rica proyectada al Costado Poniente que se planteaba en la modernización de la ciudad y del aparato de Estado, materializa el concepto de una “Ciudad Jardín” con todas sus regulaciones urbanas y con ello la incorporación de un esquema Ingles y Norteamericano cuya expansión arrancó en 1933. La formación simul-tanea de Estadio Nacional y otros Hitos realizados posteriores, constituyeron la solvencia en el deficitario que tenía la ciudad en el tema de espacios recreativos y elevó la zona a uno de los sectores sociales más exclusivos de la época. La Alameda Franklin Delano Roosevelt (antes denominada “Doble Vía”), marcó pauta urbana respecto a correlación, conectividad, crecimiento potencial y den-sificación a futuro, como también, conexión con Colonia San Benito y Escalón, interconectando también hacia el Centro Histórico de nuestra ciudad capital y con Santa Tecla. Actualmente la presencia del trazo de la Colonia Flor Blanca dentro de la ciudad de San Salvador con todas sus variantes respecto al Centro Histórico, es justamente una huella fisica de lo que fue la ciudad de San Salva-dor, constituye una de sus partes, muy bien consolidada. Cualquier planeación urbana, territorial, patrimonial debe tomar en cuenta todo el valor que en este sentido representa para la sociedad salvadoreña.

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Figura 6: Estadio Nacional en construcción año 1932-1933. Se observa fin de 49 Av. Sur, actual Boulevard de Los Héroes, una cuadra al norte en la intersección con Alameda Roosevelt. Fuente: Archivo La Prensa Gráfica. Recuperado en Septiembre 2013.

Los intentos por generar algún impacto de reconocimiento han tenido sus fru-tos en el año 2013 cuando la Asociación Comunal Pro Rescate de Colonia Flor Blanca, un grupo de vecinos preocupados por la situación de riesgos y presiones de inseguridad, usos no deseados, y presiones inmobiliarias que presenta su lugar de habitación y conscientes del valor cultural del mismo, se reunió con personal de la Dirección de Conservación y Gestión de Patrimonio Cultural Edificado para pedir el apoyo en su iniciativa de promover la Colonia para su declaratoria como Conjunto Histórico lo cual llevo a sostener repetidas visitas y reuniones para labores de coordinación y gestión y motivar a trabajar por tal objetivo, escuchar las opiniones de los miembros de la asociación, y muy im-portante, escuchar lo que ellos tienen que decir sobre los recuerdos y memorias que tienen del lugar que habitan y estiman, pues tales, son tan importantes como la conservación de la materialidad de las edificaciones más artísticas que

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puedan existir. A este respecto es admirable también las acciones de los miem-bros de tal Asociación que durante 2013 se volcaron a visibilizar el tema, reunir firmas, pasar encuestas y contactar con instituciones.

En uno de los encuentros con Asociación Comunal Pro Rescate de Colonia Flor Blanca, en el que incluso estuvieron presentes Arq. Irma Flores y Arq. Nolvia Ventura, asesora de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural y Di-rectora de Conservación y Gestión de Patrimonio Edificado respectivamente, se compartió el borrador del documento que presenta la investigación sobre el origen y formación del conjunto histórico, especifica y justifica sus valores patrimoniales, presenta un catálogo completo de los inmuebles que se han re-conocido con valor cultural, mapas donde se regulan los aspectos para su pro-tección: delimitación, niveles de intervención, ámbitos de actuaciones urbanas, niveles y alturas de las edificaciones, entre otros. Además se especifican en una completa serie de artículos, las medidas propuestas para su protección. En este punto debe subrayarse la acertada y oportuna intervención técnica de la Arq. Irma Flores como asesora de la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, quien colaboró en sus intervenciones, a complementar y consolidar tales Me-didas de Protección.

Así, gracias al esfuerzo conjunto de la ciudadanía identificada con el tema, pre-cursora de esta iniciativa, al acompañamiento de la Direccion Nacional de Pa-trimonio Cultural, en alianza con otros actores municipales y la academia, se logró el principal objetivo, la elaboración de un Documento Borrador de De-claratoria de “Conjunto Histórico Colonia Flor Blanca” tal como lo establece el art. 10, numeral cinco del Reglamento de la LEPPCES; que fue entregado a mediados de Diciembre de 2013 por personas de la Asociación Comunal Pro Rescate de Colonia Flor Blanca acompañados por Arq. Mario Melara y Arq. Erick Orellana ante la Comisión de Educación y Cultura de la Asamblea Legislativa quienes también vieron con buenos ojos la iniciativa y actualmente se encuentra en proceso de estudio. Este primer logro no es la solución integral pero es un inicio de lo que puede hacerse por este histórico y emblemático

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conjunto que ofrece también inmensas posibilidades y mucho que aportar a San Salvador.

Que sea éste un compartir, un breve reconocimiento a los habitantes de la Colo-nia Flor Blanca y al buen trabajo realizado desde las instituciones y la academia.

San Salvador, febrero de 2014