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ESPÍRITU QUEBRANTADO Llevo algunos días pensando en lo que me hace falta para agradar enteramente al Señor. No sé si soy la única, creo que no, pero a veces pienso que estoy honrándole con mi comportamiento, palabras, actividad; y en un instante, todo eso se derrumba, y me siento como la creyente más indigna, como si no pudiera hacer nada bueno. Y así es, si es por hacer, nada podemos hacer. Menos mal que "Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos" (Sal.34:15), porque cuando presenté esta inquietud delante de él en oración, me respondió. Después del cansancio y la rendición, la conclusión a la que llego es que el sacrificio que Dios pide es el espíritu quebrantado, como también se menciona en su palabra (Sal.51:17). Yo, como el salmista, dedico tiempo pensando en hacer, dar, decir, y lo que Dios quiere es más sencillo que todo esto. Se agrada más de la humildad que del esfuerzo físico, de la mansedumbre más que de lo cognitivo, del amor, inclusive más que de muchos dones espirituales, "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, si tuviese profecía y toda la fe, si repartiese mis bienes a los pobres, y no tengo amor, de nada me sirve" (1Cor.13.1-3). ¿No te pasa que estudias la palabra, elevas oración de intercesión, petición, gratitud, memorizas versículos, pero un encuentro mal gestionado con el jefe, tu vecino, familiar o algún amigo, echa por tierra el sentimiento de plenitud que ganaste con el Señor antes que esto ocurriera?. Y me pregunto ¿dónde está el problema? Es entonces cuando el Señor me recuerda que sí es verdad que soy nueva criatura (2Cor.5:17), es cierto que el Espíritu me renueva día a día (Tito 3:5, 2 Cor.4:16), y que poseo dones espirituales, dados en abundancia (1Cor.1:7), pero no puedo ignorar que ésta carne de pecado, en ésta esfera terrenal, mientras exista, seguirá siendo la principal causa de hacer el mal que no quiero, en lugar del bien que quiero (Rom.7:15-25). Soy nueva criatura por la gracia de Dios, por medio de Jesucristo, mi hombre interior se renueva por la intervención divina de su santo Espíritu, y los dones que poseo me son dados como él quiere, de manera que nada de esto lo consigo por mí misma ni por mi propio esfuerzo. El punto de frustración en el Señor llega cuando me olvido que nada depende de mí, sino que todo procede del puro afecto de su voluntad. Así es como también recupero la cordura, la paz y el entendimiento, cuando alumbra mis ojos la verdad de su palabra. Todas las veces que sean necesarias me rendiré en tus manos Señor, agradecida porque conoces mis debilidades y no te decepcionan mis errores, pues, no esperas nada de mí, sino que perdonas mis pecados. Gracias por no pedir ninguna acción a cambio. Todo el trabajo que pueda hacer yo en tu obra, sin la humildad de la que hablas, no me dará nunca el gozo; pero, si no me alcanzara la vida para servirte, con presentarme contrito y humillado ante ti, tú no me despreciarás, oh Dios (Sal.51:17). Nº 9, Septiembre 2015 [email protected] ANA RUIZ

BOLETÍN "HABLATU SIERVO OYE" Nº9

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Boletín HABLA TU SIERVO OYE Nº 9

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ESPÍRITU QUEBRANTADO

Llevo algunos días pensando en lo que me hace falta para agradar enteramente al Señor. No sé si soy la única, creo que no, pero a veces pienso que estoy honrándole con mi comportamiento, palabras, actividad; y en un instante, todo eso se derrumba, y me siento como la creyente más indigna, como si no pudiera hacer nada bueno. Y así es, si es por hacer, nada podemos hacer.Menos mal que "Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos" (Sal.34:15), porque cuando presenté esta inquietud delante de él en oración, me respondió. Después del cansancio y la rendición, la conclusión a la que llego es que el sacrificio que Dios pide es el espíritu quebrantado, como también se menciona en su palabra (Sal.51:17).Yo, como el salmista, dedico tiempo pensando en hacer, dar, decir, y lo que Dios quiere es más sencillo que todo esto. Se agrada más de la humildad que del esfuerzo físico, de la mansedumbre más que de lo cognitivo, del amor, inclusive más que de muchos dones espirituales, "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, si tuviese profecía y toda la fe, si repartiese mis bienes a los pobres, y no tengo amor, de nada me sirve" (1Cor.13.1-3).¿No te pasa que estudias la palabra, elevas oración de intercesión, petición, gratitud, memorizas versículos, pero un encuentro mal gestionado con el jefe, tu vecino, familiar o algún amigo, echa por tierra el sentimiento de plenitud que ganaste con el Señor antes que esto ocurriera?. Y me pregunto ¿dónde está el

problema? Es entonces cuando el Señor me recuerda que sí es verdad que soy nueva criatura (2Cor.5:17), es cierto que el Espíritu me renueva día a día (Tito 3:5, 2 Cor.4:16), y que poseo dones espirituales, dados en abundancia (1Cor.1:7), pero no puedo ignorar que ésta carne de pecado, en ésta esfera terrenal, mientras exista, seguirá siendo la principal causa de hacer el mal que no quiero, en lugar del bien que quiero (Rom.7:15-25).Soy nueva criatura por la gracia de Dios, por medio de Jesucristo, mi hombre interior se renueva por la intervención divina de su santo Espíritu, y los dones que poseo me son dados como él quiere, de manera que nada de esto lo consigo por mí misma ni por mi propio esfuerzo. El punto de frustración en el Señor llega cuando me olvido que nada depende de mí, sino que todo procede del puro afecto de su voluntad. Así es como también recupero la cordura, la paz y el entendimiento, cuando alumbra mis ojos la verdad de su palabra.Todas las veces que sean necesarias me rendiré en tus manos Señor, agradecida porque conoces mis debilidades y no te decepcionan mis errores, pues, no esperas nada de mí, sino que perdonas mis pecados. Gracias por no pedir ninguna acción a cambio. Todo el trabajo que pueda hacer yo en tu obra, sin la humildad de la que hablas, no me dará nunca el gozo; pero, si no me alcanzara la vida para servirte, con presentarme contrito y humillado ante ti, tú no me despreciarás, oh Dios (Sal.51:17).

Nº 9, Septiembre 2015

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ANA RUIZ

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La expresión que encabeza este pequeño escrito es la declaración de un corazón que ha tenido un encuentro personal con el Señor Jesucristo, es la seguridad de pertenecerle a Aquel que nos ha librado de la condenación eterna y que pesa sobre este mundo. El Señor Jesús declaró: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mis manos” (Jn. 10:27,28), lo cual nos habla de pertenencia y seguridad.Aquel hombre que después de venir del templo en Jerusalén, a donde había ido para adorar a Dios, para buscar la paz de su alma, regresaba vacío. Seguía su preocupación y leía el profeta Isaías donde habla de uno que había venido a este mundo, que fue despreciado, desechado de los hombres, varón de dolores, experimentado en quebrantos, herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, castigado por nuestra maldad, quebrantado por Jehová, derramando su vida hasta la muerte, que fue contado con los pecadores, aún cuando no hizo maldad, ni hubo engaño en su boca (Isaías 53). Su corazón seguía angust iado, queriendo saber y entender si el que escribía hablaba de sí mismo o de algún otro, por lo que Dios conociendo el deseo de éste hombre y la necesidad de su corazón, envío a Felipe para que a través de aquel pasaje, y pasando por todas las Escrituras, le declarase acerca de Jesucristo. "Aquí hay agua, ¿qué impide que sea bautizado?", fue la pregunta de aquel Etíope; a lo que Felipe respondió: "si crees, bien puedes" (Hch.8:37). Las palabras de él fueron: "creo que Jesucristo es el Hijo de Dios". Ahora

podía decir con viva voz: ¡soy de Cristo! y siguió gozoso su camino.La mujer samaritana, tuvo su encuentro único y maravilloso aquel día que fue a sacar agua del pozo, se encontró con el que lo sabe todo, por lo tanto ella no pudo rechazar aquella agua de vida que iba a saciar para siempre la sed espiritual que tenía (Jn.4). Después de su encuentro con Cristo, la mujer se fue a los suyos y les pudo contar acerca del cambio que había experimentado al conocer a Cristo. Así como el Etíope, la mujer clamó sin duda alguna a sus paisanos: ¡soy de Cristo!Saulo de Tarso, tuvo su experiencia personal con el Señor cuando iba de camino a Damasco, llevando cartas y autorización plena de apresar y matar a aquellos que hallase, de éste Camino; pero los p lanes de Dios eran completamente diferentes, el que perseguía fue derribado ante el resplandor de aquella luz, ahora postrado escuchó la voz del Señor: "Saulo ¿por qué me persigues?" (Hch.9). Saulo, rendido, solamente pudo decir "qué quieres que yo haga". Esta transformación de perseguidor a una nueva creación en Cristo, le llevó casi de inmediato a proclamar desde aquel momento, hasta el fin de sus días, y por todo lugar donde iba: ¡soy de Cristo!Esta es la verdad de todo el que se reconcilia con Dios, obtiene perdón de pecados, vida eterna, lugar reservado en los cielos, paz con Dios y paz de Dios. El corazón redimido anhela proclamar lo que el Señor ha hecho con su alma: "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo." (Rom.10:8-10)

SOY DE CRISTO

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JOAB CERVINI

Mien t ras en e l mundo vemos separaciones en las relaciones de matrimonio, de padres e hijos, entre hermanos, de amistad, etc, el deseo de nuestro Señor es la unidad, “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste" (v.21). El versículo que encabeza nuestro texto nos habla también de la grandeza del Señor, porque además de orar por los presentes, intercedía por aquellos que después iban a creer por la palabra de ellos; él ya nos conocía antes de que viniésemos a este mundo. Su intercesión a nuestro favor ante el Padre tiene tal magnitud que todos los que han creído a través de los tiempos, y los que creemos hoy por hoy, podemos disfrutar de su fiel cuidado y protección, sabiendo que somos uno en él, y no hay duda de que en el presente el Señor sigue intercediendo por los que son suyos, defendiéndonos del acusador de nuestras almas, el diablo. Además, no estamos solos, porque el Espíritu Santo está con cada uno de nosotros, guardándonos hasta que llegue ese día cuando estaremos junto al Señor, allí donde él está.Gracias a Dios porque somos testigos de los hechos del Espíritu Santo, viendo almas que deciden seguir a Cristo; siendo transformadas y con corazones humillados están dispuestos a servirle y adorarle. A creyentes permaneciendo firmes en la fe, reconociendo cada día que los méritos son de Cristo y no de nuestras obras, porque “Tuya es, oh Jehová la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria; y el honor” (1Cr. 29:11-13).

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JESÚS ORA POR NOSOTROS

DIANA ZAMBRANO

“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.” (Jn. 17:7). El Señor Jesucristo, unas horas antes de ser arrestado por los judíos, sabiendo que había llegado el momento de entregar su vida por los pecadores, oró al Padre celestial por sus discípulos, aquellos que habían recibido su palabra y habían creído que él era el enviado de Dios (v.8). Ellos confesaron: “Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente." (Jn. 6:68,69). Tuvieron el privilegio de escuchar sus palabras de sus propios labios, quedar maravillados al verle reprender al viento y las olas para que cesara la tempestad (Lc.8:25), fueron testigos presenciales de los milagros que el Señor hizo. Puedo imaginármelos a los pies del Señor Jesús aprendiendo, compartiendo, comiendo juntos, dejando lo que estaban haciendo para seguirle. Asimismo, el Señor dice en su oración “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.” (v.15), porque él conoce los peligros de este mundo, que hay uno que está cómo león rugiente alrededor buscando a quién devorar, éste es Satanás. Su propósito es hacernos caer y que deshonremos a Dios, pero la promesa para los que somos sus ovejas es que nadie nos puede arrebatar de su mano, pues nuestro Dios es mayor que todos (Jn. 10:28,29). Igualmente ruega por nuestra santificación, “Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad” (v.17), y es a través de su palabra que somos limpiados de las impurezas de este mundo; estamos en el mundo pero no somos del mundo.

pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón". El Señor fue conocido por todos, la historia corrobora esta gran verdad, nada se hizo a escondidas, él se dio a conocer a todos y cumplió con el propósito al que fue llamado. No se puede negar la existencia del Señor cuando vemos que se manifiesta de tantas maneras, la creación habla por sí sola, la perfección con que fue hecha, y con la que se mantiene. Sin duda hay un diseñador, un arquitecto, un Todopoderoso que es capaz de sustentarla. Nuestra propia existencia, su palabra que no deja indiferente a nadie cuando es leída. Su historia que ha traspasado fronteras, que se ha dado a conocer con el pasar de los siglos. Desde luego Dios quiere darse a conocer a todos los seres humanos, ese es el propósito por el cual vino su Hijo, para dar testimonio de su existencia, para morir en una cruz y dar salvación a todo aquel que decide creer en él. El deseo de Pablo era que todos fuesen como él, excepto sus cadenas, es decir, que todos fuesen salvos, hechos siervos del Señor, dedicados a su obra. Él sí que cumplió como apóstol.Sabemos que son muchas las formas en las que podemos servir, el Espíritu nos da capacidades, dones, talentos en abundancia; depende de nosotros, querer ser fieles y responsables para cumplir con el propósito que Dios tiene para cada uno. Y para todos aquellos que aún no han tomado una decisión por Cristo, hoy es el momento, no dejes pasar más tiempo sin disfrutar de las bendiciones que el Señor tiene preparadas para ti, recuerda que ésta decisión repercute para la eternidad.

"Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura. Pues el rey sabe estas cosas,... pues no se ha hecho esto en algún rincón. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.” (Hch.26:24-29).Después de su conversión y de empezar su ministerio como apóstol, Pablo sufrió todo tipo de tribulación: persecuciones, prisiones y cárceles; fue azotado, apedreado; sufrió naufragios, se vio en peligro de ríos, de ladrones, etc (2Cor.11:23-28). Los de su propia nación también eran un peligro y ante ellos presentó defensa, así como delante de autoridades romanas. El gobernador Festo y el rey Agripa fueron dos de esos testigos, de manera que se cumplió lo dicho por el Señor cuando dijo: "instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel" (Hch.9:15,16). Cuando Festo toma la palabra, llama a Pablo loco: "las muchas letras te vuelven loco", a lo que el apóstol responde: "No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura" (vv.24,25). ¡Con qué respeto, sumisión y humildad contesta, y también cuánta seguridad y convicción! Sabemos que todo esto lo da el Señor, cuando disponemos en nuestro corazón hacer su voluntad, poniendo la mirada en él y teniendo claras nuestras prioridades; pasando tiempo delante de su presencia, en oración y en la lectura diaria de su palabra. Dirigiéndose a Agripa, Pablo continúa diciendo: "el rey sabe estas cosas, no

RESPUESTAS

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ALEXA CASTRO