21
 Javier Balsa En América Latina los gobiernos posneoliberales se encuentran en coyunturas particularmente dificiles, más complicadas para los que tuvieron políticas menos decididas. La derecha se ha reor- ganizado y viene logrando cad a vez mejores resultados electora- les. En este contexto se hace evidente la carencia histórica de una estrategia política tanto de las fuerzas de centro-izquierda como de izquierda. Como señala Sader, ambas han teorizado muy poco sobre su propio accionar político y hoy se encuentran en la ence- rrona de dicotomizar las opciones entre la reforma y la revolución, cuando "ningún proyecto reformista superó el proceso de refor- mas para transformarse en proyecto revolucionario", pero tam- poco "ninguna propuesta doctrinaria -directamente socialista- triunfó jamás" (Sader,2009, p. 123). Er su argumentación, este sociólogo brasileño pareciera bordear la cuestión del populismo como un elemento para sortear esta dicotomía pero nunca lo in- cluye, tal vez influido por la imagen completamente negativa que posee este término en su país. Sin embargo, como nos proponemos en este artícu- lo, el populismo entendido como una combinación de operacio- nes lógicas de la política, podría articularse dentro de una estrate- gia socialista que supere la dicotomía entre reforma y revolución.l Además, a través del significante "pueblo", permitiría disputar la hegemonía del conjunto de las clases subalternas de un modo mucho más efectivo que una lógica exclusivamente clasista. Reto- mando al Laclau de fines de la década de 1970, podríamos decir Truru ffimruffirruffiffirrffi;ffi-ffi ffimffi ffiffiffirrffiffirrururuTrffi,ffi ffir-ffiTrr,ffiffi%^ffirwffirffimffi Wffir ffiffi%Wffi%^ffiTrffiruru ffiTrffimWm ..rrfrrrrrfffffi ffi*ffi ffi ,"ffi ffirW f.*n ffi"'ffi""rkffi I Resulta obvio que esta ar- ticulación requiere no solo repensar el populismo, sino también el socialismo. No te- nemos espacio para delimitar aquí qué entendemos por una estrategia socialista, simple- mente diremos que su núcleo se basaría en el objetivo del autogobierno pleno, es decir, en la posibilidad de que la sociedad decida democráti- camente y sin dogmatismos, sobre todas las cuestiones que hacen a su dinámica, incluyendo la organización de las formas de producción, dis- tribución y circulación Solo este primer, pero estratégico, paso contra el neoliberalismo, implica una crítica a la lógica del mercado como blooueado- ra de la intervención política (Jameson, 2003) J i revista de ciencias sociales, segunda época I I N" 17, otoño de 2010, pp. 7-27

Balsa Lógicas del populismo

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Javier Balsa

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En Amrica Latina los gobiernos posneoliberales se encuentran

en coyunturas particularmente dificiles, ms complicadas para los que tuvieron polticas menos decididas. La derecha se ha reorganizado y viene logrando cad a vez mejores resultados electorales. En este contexto se hace evidente la carencia histrica de una estrategia poltica tanto de las fuerzas de centro-izquierda como de izquierda. Como seala Sader, ambas han teorizado muy poco sobre su propio accionar poltico y hoy se encuentran en la encerrona de dicotomizar las opciones entre la reforma y la revolucin,cuando "ningn proyecto reformista super el proceso de reformas para transformarse en proyecto revolucionario", pero tampoco "ninguna propuesta doctrinaria -directamente socialistatriunf jams" (Sader,2009, p. 123). Er su argumentacin, este socilogo brasileo pareciera bordear la cuestin del populismo como un elemento para sortear esta dicotoma pero nunca lo incluye, tal vez influido por la imagen completamente negativa que posee este trmino en su pas.Sin embargo, como nos proponemos demostrar en este artcu-

I Resulta obvio que esta ar-

ticulacin requiere no solorepensar el populismo, sino tambin el socialismo. No tenemos espacio para delimitar aqu qu entendemos por una

estrategia socialista, simplemente diremos que su ncleo

se basara en el objetivo del autogobierno pleno, es decir,

en la posibilidad de que

la

sociedad decida democrticamente y sin dogmatismos,

sobre todas las cuestiones que hacen a su dinmica,incluyendo la organizacin de las formas de produccin, dis-

lo, el populismo entendido como una combinacin de operaciones lgicas de la poltica, podra articularse dentro de una estrategia socialista que supere la dicotoma entre reforma y revolucin.l Adems, a travs del significante "pueblo", permitira disputar la hegemona del conjunto de las clases subalternas de un modomucho ms efectivo que una lgica exclusivamente clasista. Retomando al Laclau de fines de la dcada de 1970, podramos decir

tribucin y circulacin Soloeste primer, pero estratgico,paso contra el neoliberalismo,

implica una crtica a la lgicadel mercado como blooueado-

ra de la intervencin poltica(Jameson, 2003)

J i

I

revista de ciencias sociales, segunda poca

I

N" 17, otoo de 2010, pp. 7-27

que "no h"y socialismo sin populismo", pero que "las formas ms altas de populismo solo pueden ser socialistas" (Laclau, 1978, pp.227 -228 y 23D.2

temolgica que bu, ambigedades, o bi

exploratorio sobremente. Sealemoss

Para analizar estas cuestiones partiremos de las rltimas elaboraciones de Ernesto Laclau, eD particular de Ia raz6n populista (2005; en adelante LRP).3 Sintticamente, podemos decir que en LRP se propone una ruptura con respecto a las anteriores visiones sobre el populismo. Este quiebre est presente ya desde el ttulo de la obra: hay una "raz6rt" poprlista, 1o que implica un doble movimiento, por el cual el populismo puede ser abordado por la ciencia social (ahora es racionalizable, justamente porque en su ncleo es una operacin lgica), .l tiempo que la propia accin de las masas de adherir entusiastamente a los rnovimientos populistas se vuelve razonable y hasta racional. Buscar Llna racionalidad especfica al populismo significa no pensarlo, como casi siempre se haba hecho, como un epifenmeno y/o como una clesviacin. En este sentido, Laclau realtza una serie de operaciones de inversin de los elementos que caracterizaban el populismo en la bibliografa preexistente (como su "vaguedad" o la supuesta manipulacin retrica de las masas). En vez de rechazarlos, los retoma e integra, pero ahora con un sentido positivo/constructivo, desvinculndolos de la idea de que son feirmenos polticos "aberrantes" relacionados con la "psicologa deI De lpola y Portantiero (1986)

cierta combinacinAdems de estos los conceptos tradicde las crticas que s(

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la suerte de la indus Consideramos QUe van aparejados estc modo se alcanza 1 populista en el mar

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Las dos lgica

las multitudes".

han realizado una

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crtica a la asociabilidad del

populismo y el socialismo propuesta por Laclau, sinembargo caen en la asimetra de considerar los populismos

existentes y tener solo en cuenta al socialismo comoproyecto, ignorando los gra-

ves problemas de las expe-

riencias socialistas reales(Aboy Carls, 2004,

3 Puede

p

1

02)

conceptua liza rse

a LRP como el cierre de una larga parbola de reflexin sobre la poltica que iniciLaclau (1978) con un esfuerzo por comprender el populismo

Pero, no buscamos aqu reconstruir la argumentacin de Laclau, sino qlle sistematizaremos las lgicas implcitas en slr conceptualtzaciln del populismo, al tiempo que intentaremos resolver algunas antinomias que se presentan en LRPy una serie de "olvidos" o tensiones que Laclau ha preferido evitar. Es gue, en su exitoso intento de cambiar la valencia negativa que las ciencias sociales le haban otorgado al populismo, el halo semntico de este trmino se le ha vuelto demasiado amplio. El primero de estos solapamientos es el que se establece entre los conceptos de "populismo" y de "lo poltico". En este sentido, Laclau llega a afirmar que "la operacin poltica por excelencia va a ser siempre la construccin de un 'puebl o"' , y luego afirma que "1o poltico se ha convertido en si-

Siguiendo la refler como un rgimen , mente, colrlo la col dran ser llevadas a aun cuando su des talogarlos como "p' ciacin de estas dos obtener mayor clari

habitualmente se c Por un lado. er plica un corrimier,^

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mulacin de la teora poltica marxista y que luego devino en el desarrollo de su destacada elaboracin posmarxis-

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Una descripcin de estaen

trayectoria se encuentraBalsa (20011

nnimo de populismo" (LaclaLr,2005, pp. 192 y 195). En segundo lugar, plantea que el populismo sera la operacin bsica de toda construccin de hegemona, con lo cual toda hegemona sera Lrna hegemona populista. Y, en tercer lugar, presenta un solapamiento entre populismo y democracia. El propio Laclau se declara consciente de este exceso de significado, de modo que no siempre queda claro hasta qu punto es un recurso retrico provocador, una toma de posicin terico-epis-

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revista de ciencias sociales, segunda poca

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Las dos lgicas del popttlisno,

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Jevrrn Berse disrttptividad y la estrategia socialista

JnvrEn Brse Las dos lgicas del

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temolgica que busca intencionadamente los solapamientos y las ambigedades, o bien simplemente el efecto de un trabajo de tipo exploratorio sobre cuestiones difciles de aprehender conceptualmente. Sealemos simplemente que es posible que exista en Laclau cierta combinacin de estas tres opciones. Adems de estos solapamientos, las operaciones de inversin de los conceptos tradicionales que realiza Laclau no resuelven algunas de las crticas que se le haban sealado al populismo. En este sentido, efecta tres "olvidos" sorprendentes: lo mtico ha desaparecido en LRP (a pesar de que en sus obras previas tena un papel clave en la construccin de las identidades sociales); no aborda la tensin entre liderazgo populista y participacin popular, y no analiza la relacin entre los modelos de acumulacin de capital y los regmenes populistas (cuando la descripcin clsica los haba vinculado a la suerte de la industrializacin por sustitucin de importaciones). Consideramos que es necesario resolver las inconsistencias que llevan aparejados estos solapamientos y "olvidos", pues solo de este modo se alcanza la coherencia necesaria para articular la lgica populista en el marco de una estrategia socialista.

Las dos lgicas del

populismo

Siguiendo la reflexin de Laclau, consideramos al populismo no como un rgimen sino como una lgica poltica.a Ms especficamente, como la combinacin de dos operaciones lgicas que podran ser llevadas a cabo por distintos tipos de regmenes polticos, aun cuando su despliegue consecuente y simultneo permite catalogarlos como "poptlistas". En Laclau no hay una neta diferenciacin de estas dos lgicas cuando corresponde distinguirlas para obtener mayor claridad en la comprensin del populismo (si bien habitualmente se dan en forma combinada). Por un lado, existe una operacin de inclusin radical que implica un corrimiento de la frontera de lo socialmente legitimado, una drstica ampliacin y profundizacin de la ciudadana. Como veremos a continuacin, el calificativo de "radical" no solo se debe al carcter cuantitativo de la inclusin de amplios sectores hasta entonces marginados, sino que adems las caractersticas cualitativas de esta inclusin seran radicales.

Por otro lado, la operacin populista despliega una particular lgica para construir una hegemona de nuevo tipo. Ella funciona proponiendo la resignificacin del concepto de "soberana popular" como eje del principio democrtico: sostiene que la pleb.s (el pueblo en el sentido de los sectores populares) .t el nico populus

a Retomando

a Laclau, la "lgica" sera el tipo de re-

laciones entre entidades oue hace posible que el sistema de reglas (que constituye lagramtica ) funcione rea I mente (Laclau, 2000,

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Jnvrnn Belsn Las dos lgicas del populisno, su disruptividad y Ia estrategia socialista

Q i revista de ciencios sociales, segunda poca J iNo 17, otoo de 2010, pp. 7-27

legtimo (el pueblo en el sentido del conjunto de la ciudadana, o al menos en el sentido de la voluntad de la mayoriay,por ende, el que posee la legitimidad poltica para dirigir la nacin).

La inclusin radicalLa primera operacin populista es la de desarrollar procesos de inclusin de sectores sociales hasta entonces fuera de la dinmica socio-poltica, excluidos como un "otro externo". Esta operacin de inclusin es diferente a la inclusin de tipo liberal. En esta ltima los sujetos son incorporados como ciudadanos individuales con derechos meramente polticos ), como veremos ms adelante, desplegndose una lgica de la diferencia atendiendo, en todo caso, a sus demandas de forma atomizada. En cambio, en el proceso de inclusin populista los hasta entonces excluidos son reconocidos como sujetos colectivos con tradiciones, formas Propias de identificaciny d. ver el mundo (gue, por lo tanto, son legitimadas), y no como individuos que tienen que ser (re)educados, socializados en una ciudadana liberal para poder recin luego ser aceptados como ciudadanos legtimos y plenos. La diferencia entre la prdica socialista-liberal y la populista-peronista en la Argentina de la dcada de 1940 es un claro ejemplo de la distancia en las propuestas de integracin de las mujeres y d. diversos sectores populares hasta el momento excluidos de una ciudadana efectiva. En este sentido, la inclusin populista es una inclusin mucho ms respetuosa de la multiculturalidad que la que parte de las tradiciones liberales. Adems, al menos en teoria,los suma organizados en sus propios colectivos socio-polticos (sindicatos, comunidades, movimientos sociales, etc.). Como seala Portantiero (lg}7,p. 166),"la presencia poltica de las clases populares estuvo mediada por instancias organizativas 'de clase'y no Por una

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pura vinculacin emotiva con un liderazgo personal". Aunque esto no excluye la existencia de graves tensiones entre los lderespopulistas y las organizaciones poPulares.esta inclusin radical, el populismo no realiza un mero otorgamiento de beneficios, generando una relacin de tipo clientelar (si bien habitualmente este fenmeno tambin se encuentra presente en los gobiernos populistas), sino que

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Al mismo tiempo, er

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ir.-

blemtico par c. la arena demo L :: :ra toda la oposici

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revista de cenclos sociales, segunda poca 17 otoo de 2010, pp. 7 -27

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Jevrrn BersaLas doslgicas del p,;';'-.

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discurso populista crean en ellos un sentimiento de activacin poltica y social que modifica el conjunto del orden social (esto implica no solo su relacin con el Estado, sino tambin con la clase dominante y con las capas medias). Por eso, la inclusin populista significa una redefinicin del campo de lo social que opera desde arriba y desde abajo, de modo que resulta fuertemente disruptiva3

lI

y altera las bases de la construccin de la hegemona.S Tal vez el ejemplo ms claro de inclusin radical populista sea el caso argentino, cuando en unos pocos aos (entre 1943y 1949) r. sancionaron una serie de decretos y leyes y se crearon dispositivos institucionales con un despliegue territorial del aparato estatal y de las organizaciones populistas que garantizaron el efectivo cumplimiento de la legislacin socioeconmica a nivel local. De este modo, los "nuevos" ciudadanos se convirtieron en detentores de una serie de efectivos derechos polticos y sociales que los sujetos localmente ms poderosos tuvieron que respetar.

En particular, un ejemplo notable que grafica lo cualitativat-

i.oa

mente radical de la inclusin populista es el caso de la instauracin de la ciudadana femenina en Argentina. Cuando en 1946 y 1947

los legisladores (varones) debatieron el otorgamiento de dicha ciudadana, esta fue centralmente conceptualizada como un meroacceso al voto. Incluso, algunos senadores plantearon que las mujeres todava no deberan poder ser candidatas. De hecho, cuatro aos ms tarde, cuando se realizaron las primeras elecciones en las que las mujeres pudieron votar, el principal partido opositor (la Unin Cvica Radical) no llev en sus listas candidatas femeninas ni siquiera en lugares secundarios. En cambio, el peronismo lleg a debatir y aprobar en una multitudinaria concentracin la candi.tura de una mujer (Evita) para la vicepresidencia. Merece destacarse, ms all de que posteriormente no se concretase la candidatura, el salto cualitativo que implic que cientqs de miles de hombres exigiesen que una mujer fuera su vicepresidenta.6 Esta inclusin radical produce una drstica modificacin en la ubicacin de la frontera de lo social. Si en el orden liberal el "otro" es el marginal (los indios, los negros, la peonada, los "cabecitas negras", las mujeres o, ms recientemente, los desocupados), en la lgica populista casi todos los habitantes adultos forman parte de la "ciudadana" y de la "nacin", quedando parcialmente lrr.r. solo "la antipatria", es decir aquellos que por un "odio" clasista se oPonen a la inclusin radical. Este es un punto de tensin problemtico para el populismo: quines deberan quedar fuera de la arena democrtica. Por momentos, pareciera que quedara fuera toda la oposicin (.t tanto el movimiento populista se propone como idntico a la nacin); sin embargo, si nos ceimos a la lgica

t-

:

5 Es este componente disrup-

tivo el que falta en las polticas de las presidencias de Lula (ms all del Programa"Bolsa Famlia"). Entonces, al no desarrollar una inclusin "reparadora" de siglos de injusticia hacia los sectores populares, se mantiene inaltera-

do el fuertemente jerrquicoorden social brasileo 6 Sobre el desarrollo

de

la

ciudadana poltica femenina durante el primer peronismo,vase Valobra (2008 y 2009)

Javrrn Bnrsn

las

dos l6gicas del populismo, stt disrttptividad.y

Ia estrategia socialistct

1 1

I I iN" 17, otoo de 2010,

', revista de ciencias sociales,segunda poca

pp. 7-27

populista estricta, solo deberan quedar fuera los antipopulistas antidemocrticos, es decir, aquellos que niegan la inclusin radical (aunque en los regmenes populistas estos sectores han podido participar de la vida poltica, al menos en trminos electorales). E. este punto vale la pena recordar, con Mouffe, QUe el pluralismo no es ilimitado: "ningn Estado u orden poltico, incluso uno liberal, puede existir sin ciertas formas de exclusin" (Mouffe, 1999, P. 19\.7 Esta ampliacin populista del orden social es efectuada, esencialmente, desde el discurso poltico; por lo tanto, en general implica un uso bastante reducido de la violencia poltica. Dos factores inciden en este bajo nivel de coercin.B En primer lugar, es una operacin poltica incluyente ), en general, son las redefiniciones excluyentes las que requieren del empleo de altas dosis de represin para constituirse, al desplegar una lgica de "inclusiones excluyentes", er tanto que no se permite a ninguna comunidad o

como opuesto a la inclusivo/iguala d c, ricamente central c bargo, en la actual tario de la democ:

moderna" emana i la democrtica r, 1 dible entre sus dc,'

democrtica"). En popular no garan:derechos ya exisrcr el populismo se p,

(Ard iti, 2004a )

:

:

grupo quedar fuera del orden capitalista (Fonte s,2005). En segundo lugar, buena parte de la base ideolgica que sustenta estos procesos de inclusin populista se ha construido enmomentos anteriores a la irrupcin de estas fuerzas. Entonces, de algn modo, forman parte del sentido comn acerca de los cambios que son necesarios realizar para (re)integrar el cuerpo de la nacin. Por eso, en un comiertzo, esta inclusin tiene cierta aceptacin generalizada, al menos en el discurso pblico. Sin embargo, cuando se desarrolla,y se despliega en esta forma radical (que, vale recordarlo, simplemente significa reconocer y efectivizar la igualdad poltica y social de todos los ciudadanos) surgen fuertes sentimientos de rechazo desde dos sectores sociales. Por un lado, desde aquellos que sacaban plena ventaja de la situacin de sometimiento de los excluidos ), por otro lado, tambin de los sectores medios que antes constituan la base de la ciudadana y que gozaban de cierto privilegio poltico y tambin de micropoder social sobre los otros hasta entonces no legitimados. Quizs por ello el populismo tiene graves dificultades para sumar polticamente a estos sectores medios, incluso cuando los beneficia econmicamente.9 Las capas altas y medias construyen discursivamente una interpretacin de estos procesos de inclusin como en esencia "violentos", a pesar de gue, a todas luces, los niveles de violencia poltica son mucho menores que los de cualquier otro orden social previo y posterior. Es que as lo viven ellas pues la inclusin radical es muy disruptiva, difcil de asimilar, ya que implica una redefinicin del orden social y sus jerarquas internas. Es este componente inclusivo radical el que Laclau destaca para llegar a plantear que sin populismo no habra democracia

tiones pues el libe : de que en anteric,r, del mismo (Lrcia * tiones cuando anautogobierno del : Ms all de e=r= cial e instaura un :ses de la

poltica, I-. truccin de una lie ontolgico, del or:, ampliacin del ca::rconstruccin de he gemona se constr-

,

'

i Sin embargo, queda aqu planteado el problema (irresuelto en Mouffe) de cul debera ser la estrategia poltica de las fuerzas que propugnan

minacin hegemrtodos los potenciale

quisito que no gaf lla hegemona. En :.

una democracia agonistacuando sus adversarios no aceptan la propuesta de institucionalizar el conflicto y se comportan con la lgica del enemigo, siendo capaces de acabar con la arena democrticaB

toda dominacin

:

no toda hegen-,or

La lgica popuPara Laclau, en

Sobre la relacin entre coer-

ic::

cin y consenso y su mejor comprensin a travs de la metfora del lenguaje puedeconsultarse Balsa (2008)

cin de demani'

.

titucional para equivalencial

manera sePaf ac:"^

-::.-

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I En el caso argentino,

estael

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dificultad no solo la tuvo

peronismo clsico, sino tambin actualmente la padece el kirchnerismo.

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una drstica torsin de la idea tradicional del populismo

gica de Ia dite :- - ticularse en u: i.:-: "pueb1o". dicc,:,:.. : ,

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No 17, otoo de 2010, pp. 7-27 ', L

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Jevrrn BnrsLas dos lgicas del populismo, stt disruptividad y la estrategia socialista

.)

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como oPuesto a la democracia). Para ello enfati za el componenre inclusivo/igualador de la democracia, QUe es un elemento histricamente central de la misma segn la tradicin clsica. Sin embargo, en la actualidad es dificil recuperar solo el sentido igualitario de la democracia.lO Co-o plantea Mouffe, la "demoiracia moderna" emana de la articulacin de dos tradiciones diferentes: la democrtica y la liberal, lo que conduce a una tensin ineludible entre sus dos lgicas irreconciliables (d. all la "paradoja

1o

re;

De hecho, durante el ltimo

siglo

el liberalismo

polticoe

logr disociar democracia

e

igualdad, para fundar conceptual y prcticamente unademocracia que es intrnsecamente desigual en el plano

]S

democrtica"). En este sentido, el componente democrticopopular no garantiza que no se "terminen vulnerando algunos derechos ya existentes" (Mouffe, 2003, pp. 2r-22) en un punro v el populismo se podra constituir en el reverso de la d.*oiracia (Arditi,2004.).11 Pero Laclau no aborda ninguna de estas cuestiones pues el liberalismo poltico no es retomado en LRp, a pesar de que en anteriores trabajos formulaba una valoracin positiva del mismo (Laclau, 1993, p. 744). Volveremos sobre estas cuestiones cuando analicemos la relacin entre el lder populista y el autogobierno del pueblo. Ms all de estas cuestiones, el populismo ampla el orden social e instaura una arena democrtica radical que modifica las bases de la poltica. Laclau conceptualiza este proceso como la construccin de una hegemona, claramente situada en el plano de lo ontolgico, del orden social. Sin embargo, consideramos que esta ampliacin del campo de lo social no es fructfero definirla como construccin de hegemona poltica sino solo de su base.12 La hegemona se construira sobre esta arena democrtica. As, una dominacin hegemnica plena requerira de una inclusin previa de todos los potenciales ciudadanos. Pero esta inclusin es un prerrequisito que no garantiza (y qt. es diferente d.) la construccin dela hegemona. En relacin con esta cuestin, vale recordar que no

econmico y social, como lo analiza Losurdo (2004). Porotro lado, indudablemente, tal como afirma Laclau, el socia-

lismo revolucionario hizo sus aportes permitiendo inclusola apropiacin de la democracia por el liberalismo11

Sin embargo, la relacin es

ms compleja pues la poltica

liberal democrtica ha incor-

porado rasgos de la representacin populista" (Arditi, 2004b,p 66) 12 En relacin a los planos ontolgicos y nticos de la hegemona, Howarth (2008) ha criticado a Laclau el haberse centrado demasiado en el nivel ontolgico y dejar indeterminado el plano ntico. Ante lo cual Laclau (2008)

simplemente ha respondido que s, que esa era su preocu-

pacin Para una distincin analtica entre estos dosniveles, y un tercero referido

le l5IOCS

toda dominacin poltica es una dominacin hegemnica y que no toda hegemona es populista (vase Balsa, 2006a).

identidades sociales, vase Retamoso (2009). Sin embargo, ninguno de estosdos autores ha impugnado el empleo del concepto de hegemona que realiza Laclau para considerar el nivel ontolqico de lo social13

a las

Itr'-

La !gica populista hegemnicaer determinadas condiciones histricas, la acumulacin de demandas insatisfechas y la incapacidad del sistema institucional para absorberlas d. rtr modo if.r..rcial (cada una de manera seParada de las otras ), establece entre ellas una relacin equivalencial ("Igica de la equivalencia" en contraste con la "lgica de la diferencia").t' L.rego, estas demandas comienzan a articularse en un sistema estable de significacin y a constituir unPara Laclau,

En Lnp Laclau avanza en la

CA

explicitacin de la articulacin de ambas lgicas. Los obstculos de la lgica de ladiferencia fuerzan a sus mismos proponentes a identificar enemigos y a reintroducir un discurso de la divisin social

lV_tv

el

CA

basado en lgicas equivalenciales. Por otro lado, lasequivalencias pueden debilitar pero no domesticar lasdif erencias.

ia

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"pueblo", dicotimizndose el espectro social con una frontera.

Jevlrn BarsaLas dos l6gicas del popttlismo, su disruptividad y Ia estrategia socialista

1 ?

IJ iN" 17, otoo de 2010,

', revista de ciencias sociales,segunda poca

pp. 7-27

En los discursos institucionalistas, a partir del princiPio universal de la "diferencialidad", cada demanda es desactivada e institucionalizada por la "buena administracin" (tl tiempo que se propone la ilusin de hacer coincidir los lmites de la formacin ir..rrsiva con los de la comunidad).to H. aqu la clave de la tendencia hacia la despolitizacin, hacia una piecemeal engineering, como se refiere implcitamente Laclau a la propuesta PoPPeriana para la intervenci" (a)poltica. En cambio, en el populismo encontramos una frontera que divide la sociedad en dos campos y a partir de ella se despliega la lgica populista para la construccin de una hegemona peculiar: una plebs ("los menos privilegiados" para Laclau, pero que tal vez sera mejor denominar "las mayoras populares") reclama ser el nico populus (.1 cuerpo de todos los ciudadanos) legtimo. Un componente parcial que aspira a ser reconocido como la nica totalidad legtima, en una operacin tpica de la elaboracin de hegemona. He aqu la segunda base disruptiva del populismo, pr.r si esta operacin se mantiene activa resulta imposible proponer un esquema institucionalista que persiga el "bien comn", y. que siempre habr un otro que tendr intereses particulares con los intereses de las mayoras populares. "No h.y

gn

1,

hara el pop

dicho poder. Zize,; la compl.ja realiC: poder en las socied sinnimos. Hisrn,poder (econmicoclase,,-

capitalista, r: sectores, ms all caceptar Ias polticas Entonces, la op.al poder concentr'i.el mantenimiento

:

siguiente apartadc calidad sumamen:c En particular, pen: actitud antagnic. se evitara la "tenre:.

""t.gnicossin una construccin discursiva del enemigo: el sncien populismor6gime,

1a

Sn embargo, la sola lgica

l" oligarqua, el estcblishtnent,

etc." (Laclau, 2009, P. 59).

de la inclusiva, tiende

diferencia, puramente

a generar una "inflacin de las demandas" (tal como se preocup

Para ello, el populismo necesita mantener desplegada una intensa interpelacin ideolgica de los sectores populares que reactualice

por sealar

Huntington).

Entonces, se las excluye por

marginalizacin ("irraciona-

les", "imposibles", "utpicas"). De este modo, sectores

sociales enteros pueden ser "excluidos por indiferencia",

abrindose

la posibilidad

de que sean "excluidos por exterminio" (Fontes, 2005,

p15

45)

Sobre la diferencia entre ambos tipos de consenso, vase Balsa (2006a, pp.1471

48)

16

Para Mouffe la democracia

necesita de la movilizacin de los ciudadanos, y para ello se

requiere de una "representacin conflictiva del mundo",

que es justamente lopulismos actuales.

que

critica la derecha de los po-

permanentemente la ruptura. Debe construir consensos activos, no pasivos.ls Er decir, tiene que conseguir que sus adherentes se conviertan en militantes, al menos en un sentido de un mnimo de actividad poltica. Y esto requiere gritar, denunciar, maldecir a "la oligarqua" y , "los vendepatrias". Acciones todas que hoy parecen "polticamente incorrectas", y& que resultan completamente contrarias a la idea del "consenso por dilogo" de la pospoltica, que excluye los "conflictos partisanos" y que niega la dimensin antagnica constitutiva de lo poltico (Mouffe, 200\.16 Por eso, mientras siga activa esta lgica populista, no puede haber institucional izacin En el caso del peronismo clsico, cuando hubo intentos del propio Pern para desactivar esta lgica y girar hacia una discursividad de tipo institucionalista ("comunidad organizada"), tuvo Poco eco entre propios y extraos. De este modo, el populismo siempre mantiene una lucha contra el poder (una vezllegado al gobierno, contra los poderes econmi.or. Por eso se confunde Zizel< (2006a) cuando afirma que h"y que "evadir la tentacin populista" en tanto que una accin revolucionaria no debe centrarse en demandar algo al poder (como, se-

cialdemcratas, q;. comn", reducen ^ toda medida que p'; Ahora bien, har r pulismo que desCi'\'. to entre poltica r : intervencin polric, clau,2005, p. 195 . I, gue, para el propio tica: el establecimie r se constituya como sea algo

J

fijo)y para

i

Nos encontramo concepto de populis con lo poltico, conr l pulismo queda desrsoluciones qLre proD

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garle sustantividai

El pueblo

y lo I

El valor del signific,LN

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revista de ciencios sociales,segunda poca ', 17 otoo de 2010, pp. 7 -27

,

i I-l

1 A

Javrtn BersaLas dos lgicas del populisnlo, su disrttptividad y la estrategia socialsta

1, hara el populismo), sino que debe estar dirigida a destruir dicho poder . Zizek elude, con una idea tan abstracta de "poder", la compl.ja realidad de la relacin entre gobierno demociti.o y poder en las sociedades capitalistas, como si estos fueran simples sinnimos. Histricamente, los populismos surgieron contra el

gt

l':-, L

II

a

poder (econmico y social de las fracciones ms concentradas de la clase capitalista), ms que como demandas hacia el poder. Y estos sectores, ms all de actitudes negociadoras, nunca terminan de aceptar las polticas populistas. Entonces, la operacin populista es tendencialmente contraria al poder concentrado. Una mayor precisin del elemento popular y el mantenimiento de la frontera (cuestin que se desarroll.i ..t .l siguiente apartado), l. otorgaran a la estrategia populista una radicalidad sumamente interesante como propuesta para la izquierda. En particular, permitira a las propuestas reformistas mantener la actitud antagnica, incluso una vez que se accede al gobierno. As se evitara la "tentacin universalizante", tpica de los gobiernos socialdemcratas, que terminan proponiendo la bsqueda del "bien comn", reducen la poltica a la "buena administracin" y evitan toda medida que pueda llegar a ser percibida como conflictiva. Ahora bien, hty en LRP un deslizamiento en el significado del populismo que desdibuja este elemento disruptivo. En su solaparniento entre poltica y populismo, termina afirmando que "no existe intervencin poltica que no sea hasta cierto punto populista" (L"clau, 2005, p. 195).Pero este gradualismo ha olvidado un elemento 9ue, Para el propio Laclau, es imprescindible para esta lgica poltica: el establecimiento de una frontera, clave para qlre .l "pu.blo" se constituya como actor histrico (ms all de que esta frontera no sea algo fijo)y p"ta identificar permanentemente al "enemigo". Nos encontramos en un atolladero en el que la ampliacin del concePto de populismo, su total formalizaci 6n17 y su identificacin con lo poltico, convierte a toda poltica en poltica populista y el populismo queda despojado de su disruptividad. Frente a ello, las ot soluciones que proPonemos a continuacin tienen en comn el agregarle sustantividad al planteo excesivamente formalista de Lacl.".

El puebloa;

y lo popular en el populismo17 Como plantea Melo (2009, p. 6), Laclau "debe vaciar de

EI

valor del signiftcante "pueblo"

I.

i\'_I-

IJn elemento clave que permite avan zar en la sustantividad, se ubica en el plano lxico. Si bien podran pensarse otros significantesPara poner en prctica la gramtica sobre la que se propone la lgi-

contenido especfico al significante pueblo para hacerlo compatible con la hegemona como forma de la ontologa poltica en general".

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Javrrn Bnrs Las dos lgicas del populismo,

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disruptividad y la estrategia socialista

1 (

I J i N" 17, otoo de 2010,

i revisto de ciencias

sociales, segunda poca

pp. 7-27

ca hegemnica populista, el significante "pueblo" cumple un papel

casi ineludible en esta operacin. El mismo presenta la ventaja de

una doble significacin que articula con los significados de plebs y d. populus. Es decir, ese significante puede articularse perfectamente como una sincdoque bsica en la operacin hegemnica, ya que un particular (el pueblo bajo) t. presenta como la encarnacin del universal (el pueblo soberano). Con mayor precisin aun, sera una "sincdoque impura", pues sus lmites no son definibles con precisin, sino que existe un permanente deslizamiento de su ,ignificado restringido hacia el ampliado y vicev.rr..18 Y el significante "pueblo" no puede ser simplemente sustituido por el nombre del lder, por ms intentos que se realicen. Laclau no toma nota de que .l .opleto reemplazo .1 "pueblo" por el lder, en realidad terminara con la propia lgica populista, ya que este no puede reclamar constituirse en el nico populy.slegtimo, a riesgo

te para evitar la cc,. esto no implica Qu. consigue desplaz a: trndolo en la rCc. construirse Ltna h.=

mica similar se Co r: mocracia hacia I ^: berales. Por eso. t,-. soberana popul: de democracia- ^ actual de demo:':.,

como de conslrrnr, i

. acabar con la democraci

y, por ende,_con la hegemona.

Sin embargo, estos significados de "pueblo" no son inherentes al significante (debido a la arbitrariedad del signo), sino que son .l ,.irltado de dos procesos histricos relativamente autnomos. por un lado, tenemos la sedimentacin bastante vaga de una serie de imgenes vinculadas con "1o bajo", "lo popular"; por otro lado, existe una trayectoria ms anclada en la filosofa poltica para la cual la soberana popular sera sinnimo de democracia. Segn esta tradicin rousseauniana, de este modo se cerrara el problema de la legitimidad del Estado moderno ya que los sbditos seran al mismo tiempo el soberano. Justamente, el populismo se construye como opcin hegemnica gracias a proponer la identidad (relativa, a travs de la sincdoque) entre ambas tradiciones discursivas. En este sentido, si la dominacin hegemnica se construye sobre una arena poltica democrtica (a diferencia de otros tipos de dominaciones), en Ia medida en que la soberana popular es considerada como la base de la democracia, es difcil, aunque no

Observemos -'-mover el signii-i- , que dejar de la - : racin contrahe :.solo en disput^ " significantes vac , , tina de la dcaci beralismo, fue ;.:

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imposible, construir dominaciones hegemnicas plenas sin un componente de tipo populista. Creemos que solo siguiendo este18

Sobre el papel de la retrica en la construccin de lahegemona y particularmente

sobre la sincdoque imPura,

razonamiento, cobra sentido mantener los solapamientos que formula Laclau entre hegemona y populismo, y entre democracia y populismo.le Esto no puede ser entendido como una imposibilidad de cons-

ConsideramoS - --: necesario prc^::- : de "pueblo" cc ; , ,

vase Laclau (2000, P 95), ms all de que ah no se lavincule con el populismo.19

truir hegemona en torno a otroscuando

significantes. Es cierto 9ue,

por momentcS t-:. paraLaclaues;,.ia invocacin

De este modo, no es nece-

sario recurrir a la idea "antigua" de democracia identi-

ficada solo con la igualdad,como hace Laclau.

determinados perodos histricos los significantes vacos estructurantes han sedimentado en trminos de "pueblo", las propuestas no-populistas tienen dificultades para Presentarse como h.g.*nicas. La fuerte asociacin, hasta etimolgica, entre "pueblo" y "democracia" puede haber sido un obstculo importan-

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JnvrEn Bersn Las dos lEcas del populistno, su disruptividad y la estrategta socialista

te para evitar la construccin de hegemonas no-populistas. Pero esto no implica que no se puedan concretar. As, por ejernplo, si se consigue desplazar el significado de "democracia", digamos, centrndolo en la idea republicana de la divisin de poderes, puede construirse una hegemona no populista, de tipo liberal. Una dinmica similar se consigue con el desplazamiento del nrcleo de la democracia hacia la idea de libertad de eleccin (tanto de candidatos como de consumos ) y as pueden constituirse hegemonas neoliberales. Por eso, como dice Mouffe (2009,p.73), "1. referencia a la soberana popular -que constituye la columna vertebral del ideal de democracia- ha sido prcticamente eliminada de la definicin actual de democracia liberal". Observemos gue, si bien por un lado estas estrategias buscan mover el significante flotante de "democracia", por el otro tienen que dejar de lado el significante "pueblo". En este sentido, la operacin contrahegemnica de la derecha ha sido la de centrarse no solo en disputar los significantes flotantes, sino en modificar los significantes vacos estructurantes. As, por ejemplo, en la Argentina de la dcada de 1990, "el pueblo", gracias al xito del neoliberalismo, fue reemplazado en el discurso poltico, incluso del de centro-izquierda, por "la gente". Emergi entonces una exitosa hegemona que no era populista y que recin en los ltimos aos ha entrado en crisis, aunque solo de manera parcial.2o Por todo ello, consideramos que recuperar el concepto de "pr.blo" y volver a dotarlo de significacin estructurante del sistema poltico puede ser una interesante estrategia para combatir los resabios acechantes de la ideolo g^ neoliberal.2l Sin embargo, no alcanza con que se utilice el significante "pueblo" para oue podamos catalogar a una propuesta como populista. Ya que este significante puede ser vinculado a otros significados no populistas. Por ello, debemos precisar el sentido de "1o popular" en el populismo. Lo popular Consideramos que, para salir de los equvocos en que acaba LRp, es necesario precisar el significado de lo "pop*lar" en la concepcin de "pueblo" del populismo. Esta cuestin no est resuelta en LRp y por momentos pareciera que, en su crtica a todo esencialismo,Z2 para Laclau es populista cualquier interpelacin exitosa basada en la invocacin del "pueblo". El nfasis que le da a la lgica lo lleva a decir que los contenidos articulados pueden ser de cualquier tipo (Laclau,2009, p. 52 ). Existen, al menos, otras dos opciones para conceptualizar la construccin del "pueblo" que permiten solucionar estos proble-

20

Pues esta hegemona neoliberal perdura en varios pla-

nos. Por ejemplo, todava hoy

no ha regresado el concepto de "pueblo", ni ningn equivalente, al centro del discur-

so poltico argentino En

un

plano ms profundo, creemos

que la hegemona neoliberal se mantiene a travs de una

forma de vida con un altocomponente consumista (Bal sa, 2006b)21

De oiro modo, siempre se

corre el riesgo que el trmino

sea captado por la derecha,como es el caso de los actuales movim ientos neofascistas europeos y el antiintelectua-

lismo de la derecha norteamericana (Frank, 2004, vMouffe, 2009).22 Esencializacin oue estaba

presente en "Hacia una teora del populismo": "pueblo" es "una determinacin objetiva, uno de los dos polos dela contradiccin dominante al

nivel de una formacin social

concreta" (Laclau, 1978,

p

S

193) lncluso en algunos pasajes de LRP se mantiene cierta esencializacin:

"'el

oueblo'

pf.r

no constituye una expresin ideolgica, sino una relacin real entre agentes sociales"(Laclau, 2005, pp 97 98)

Jevrnn Barse Las dos l6gicas del populisnTo, slt disruptividad y la estrategia socialista

1 -7

LI

', revisto Je ciencias socioles,segunda poca

i

N" 17, otoo de 2010, pp. 7-27

mas de una forma relativamente compatible con la concepcin de populismo que estamos desarrollando. IJna primera opcin sera pensar el "pueblo" como el efecto de una rearticulacin exitosa de diversas tradiciones previas que intentaban (con fortuna relativa) interpelar a los sectores populares. Consideramos que desplegar esta lnea es ms consistente con las elaboraciones de Gramsci,

Estos dos enfoqse: el

pueblo sera

l.s

el

filtro del "buen

"antipueblo", con

I

acotaran el margeque se introduce 1 cun popular resu^

siempre atento a que la propuesta poltica revolucionaria comprenda e, incluso, sienta las tradiciones populares. Cabe aclarar que desarrollar esta opcin requiere formular una crtica a cierta ahistoricidad que sobrevuela en los planteos de Laclau. El recurso al concepto de "demandas", entendidas como pregrupales, para que sean el punto de partida de su argumentacin, lo conduce casi inevitablemente a su deshistorizacin. Y laasociacin con la idea de "masas en disponibilidad" elaborada por Germani resulta difcil de eludir (ms all de las crticas que Laclau le formula a su antiguo profesor). Esta cuestin se vincula con

no sera, entonces.

le debera fidelidc "pueblo" y, en par: como para poder , los estudios sobi r :

la interpelacincrticas que DeLaclau

I: (1978)l q-

I

23

Sin embargo, en una direc-

cin relativamente similar,afirma, un tanto sorpresivamente para la lnea argumen-

tal de LRP, que "existe en toda

sociedad un reservorio

de

sentimientos anti status quopuros que cristalizan en algunos smbolos de nanera rela-

tivamente independiente delas formas de su articulacin poltica, y es su presencia la

que percibimos intuitivamen-

te cuando denominamos 'populista' a un discurso o unamovilizacin" (Laclau, 2005,

cierta inconsistencia que presenta la categora de "elementos" en la teorizacin de Laclau y Mouffe. Los "elementos" son "toda diferencia que no se articula discursivamente [.t contraste con los 'momentos']" (Laclau y Mouffe, 1985,p. 119). Pero no es posible la existencia de posiciones desarticuladas, disponibles. SiemPre toda posicin remite a totalidades o formaciones discursivas, aunque ms no sea bajo la forma de articulaciones dbiles o incluso de un juego de tensiones entre distintas formaciones discursivas. "Los individuos son siempre-ya sujetos" (Althusser, 1970, p. 148). H"y interpelacin y transformacin, pero no a partir de un vaco, sino de tradiciones populares que requieren ser tenidas bien en cuenta si se quiere realizar una operacin populista. Precisamente, esta rearticulacin de las tradiciones previas es lo que habitualmente han hecho de un modo mucho ms efectivo los movimientos populistas que los partidos marxistas. Una segunda formulacin posible de "lo popular" surge de hacer uso del concepto de "buen sentido" presente en Gramsci y retomado de forma ms sistemtica por Nun (1989),en un trabajo al gue, asombrosamente, Laclau nunca hace referencia.23 Segn Nun, "el sentido comn de los explotados suele contener un ncleo de buen sentido, un sentimiento elemental de separacin y de antagonismo (manifiesto o no) frente a los dominantes". Es "la misma experiencia concreta de los sectores populares" la que "genera un ncleo de buen sentido en el marco del sentido comn" (Nun, 1989, p.76). Por ello, la poltica revolucionaria debe introducir racionali"d en las masas apoyndose en su ncleo de buen sentido en una empresa de esclarecimiento mutuo entre ellas y los intelectualesorgnicos (Nun,1989

posteriores elabo:Como ya hab:=

populares como

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=.

"buen sentido". . *

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Jnvrrn BnlsaLas dos lgtcas del populivno, sr disrttptividad y la estrategia socialista

Estos dos enfoques no son contradictorios y pueden combinarse: el pueblo sera la suma de las tradiciones populares pasadas

porel

el

filtro del "buen sentido", para lograr marcar la separacin con

"antipueblo", con la "oligarqua". De este modo, ambas cuestiones acotaran el margen de maniobra que posee el lder populista, ya que se introduce la capacidad de los sectores populares de evaluar cun popular resultan sus propuestas y polticas. El lder populista no sera, entonces, un omnipotente soberano hobbesiano al que se le debera fidelidad ms all de sus acciones, pues los significantes "pueblo" y, en particular, su faz"popular" no quedaran tan vacoscomo Para poder ser llenados con cualquier significado. Entonces, los estudios sobre el populismo deberan atender a la recepcin de la interpelacin populista, cuyo olvido es una de las principales crticas que De Ipola (1983) le formul a la primera teorizacin de Laclau (1978)y qt. este parece no haber tenido en cuenta en sus posteriores elaboraciones. Como ya habr podido percibir el lector, tanto las tradiciones populares como el "buen sentido" requieren considerar la existencia de sujetos previos a la interpelacin populista (ms all de que la misma luego los reconstituya). Los anlisis necesitan precisar quines son los portadores de las tradiciones populares y del "buen sentido", cuestiones que reconducen hacia el concepto de clases sociales, que el posmarxismo haba intentado borrar. Es que sin clases no h"y sectores populares ni populismo y, de hecho, los movimientos populistas, en general, hicieron un amplio uso del concepto de clases.

Lo mtco, el lder y los modelos de acumulacinSegn la trayectoria terica de Laclau, el "pueblo" no solo sera una construccin discursiva que articula tradiciones y "buen sentido", sino que tambin debera configurar un mito. Laclau haba afirmado que "todo sujeto es un sujeto mtico". El mito es un espacio de rePresentacin que no guarda ninguna relacin de continuidad con la "objetividad estructuralt' dominante y constituye un nuevo espacio de representacin (Laclau, 1993 ,p.77). Adems, como "un conjunto de imgenes equivalentes" es capaz de "galvanizar el imaginario de las masas y lanzarlas a la accin colectiva" (Laclau,2002, p.49). Sin embargo, la idea de mito es la gran ausente en LRP. Pareciera que en su esfuer zo por racionalizar el populismo ha sentido la necesidad de ocultar todas las cuestiones que pudieran connotar elementos menos racionales. Pero sin el despliegue de un plano m-

JevrEn Barse

Las dos l6gtcas del populisrno, su disruptividad y Ia estrategia socialista

1 O i revista de cienciassociqles, segunda poca I J i N" 17, otoo de 2010, pp. 7-27

tico, es muy difcil salirse de las determinaciones estructurales, escapar a los lmites fijados a la ideologa por la reproduccin social. En el pensamiento crtico es imprescindible un componente utpico (Zemelman, 1992). Tanto en la tradicin iluminista como en Ia marxista, la crtica al presente se basa en afirmar que en lo real

Regresando a I cos en la elaboraci

cionaria, entre "se otro problema coi

h.y algo ms que lo dado, que existe la potencialidad de un futuro radicalmente distinto desde el cual es posible criticar el presente. Podr alegarse que ese componente utpico tiene en estas tradiciones una base fuertemente racional; sin embargo, para que no solo sea una alternativa meramente potencial, requiere que se constituya una fuerza social con voluntad de luchar por ese futuro. Y, para ello, la utopa tiene que fundirse en un mito que otorgue a los sujetos subordinados la fuerza emocional y l. creencia en las posibilidades de triunfo. En esta lnea de reflexin, que combina pasin y mito para potenciar la interpelacin utpica-racional, Gramsci considera a El Prncipe de Maquiavelo "como una ejemplificacin histrica del 'mito' soreliaDo, o sea de una ideolo gapoltica que se presenta no como fra utopa ni como doctrinario raciocinio, sino como una creacin de fantasa concreta que acta sobre un Pueblo disperso y pulverizado para suscitar y organizar en l la voluntad colectiva" (Gramsci, 1929-1935, t. 5, cuaderno 13, p. 13). Estas cuestiones han sido difciles de comprender por parte de la intelectualictad de izquierda.24 Como lo planteaba Gramsci, "el error del intelectual consiste 'en creer' que se pueda saber sin comprender y especialmente sin sentir y ser apasionado (no solo del saber en s, sino por el objeto del saber) o sea que el intelectual puede ser tal (y ro un puro pedante) si es distinto y separado del pueblo-nacir, o sea sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendindolas y en consecuencia explicndolas y justificndolas en esa situacin histrica determinada, y vinculndolas dialcticamente a las leyes de la histori&, 3 una concepcin superior del mundo, cientfica y coherentemente elaborada, el 'saber'; no se hace poltica-historia sin esta pasin, o sea sin esta conexin sentimental entre intelectuales y pueblo-nacin" (Gramsci, 1929-1935, t. 3, cuaderno 11,pp. 346-347). Evidentemente la cuestin de un componente mtico-utpico dentro de la estrategia socialista es un tema que merecera una mayor consideracin. Aqu simplemente queramos destacar que no debera estar ausente. De hecho, luego del fracaso de los intentos de construir sociedades socialistas durante el siglo XX, el mayor obstculo para la reconstruccin de una izquierda revolucionaria es la falta de una utopa gue , partiendo de una crtica sincera y Profunda de estas experiencias, permita a las masas soar con otro modelo de sociedad.

se aborda una de I tos populistas: su i de que la masa no se equivoca". Podr

derivaciones, extr(

mer lugar, si en

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ya estn preparadc

del razonamiento.

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lismo como argum lugar, el camino de da lgica conduce plebs. De modo qu, como anti-"populala mayora electora salvo que se avance

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herramientas ideol implementadas pc si el pueblo las acceso.26 Consideran-r(

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derar el papel de la pasin en la poltica, esta ha terminado

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desbordando el accionar de los grupos revolucionarios y desplazado por completo la razn.a

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revistq de ciencias sociales, segunda poca

No 17, otoo de 2010, pp. 7-27

t,20

disruptividad y la estrategia socialista

Jevrrn Blrsn Las dos lgicas del popttlis*

Regresando a la cuestin del papel de los intelectuales orgnicos en la elaboracin de la sntesis entre utopa y estrategia r.uolu-

cionaria, entre "sentido comn" y "filosofa de la praxis" aparece otro problema con la lnea de razonamiento de Laclau. En LRp no se aborda una de las caractersticas propias de muchos movimientos populistas: su antiintelectualismo. Su raz ideolgica es la ideade que la masa no necesita de intelectuales pues "el pueblo nunca se equivoca". Podemos rastrear el origen de este esquema en dos

derivaciones, extremas, de ambas lgicas del populismo. En primer lugar, si en la inclusin radical se presupone que los suj.to,ya estn preparados para ejercer una ciudadana plena, en el lmite del razonamiento, ro requieren ampliar sus conocimientos y toda

posibilidad de "engao" o "manipulacin" es negada por el populismo como argumento retrico liberal-paternalist..2 lErr r.g.rtrdolugar, el camino de regreso de la sincdoque ambigua de la segunda lgica conduce de las decisiones electorales del populus hacia laplebs. De modo que al movimiento populista le es imposible negar

como anti-"popular" cualquier poltica que haya sido avalada por la mayora electoral, pues no puede distinguir ent re populus y plebs, salvo que se avance en la delimitacin de "lo popular" como propusimos en el anterior apartado. As, el populismo puede caer preso de su propia sincdoque. Histricamente, el mayor problema lo tuvieron los militantes de los partidos populistas que carecieron de herramientas ideolgicas para impugnar las polticas neoliberales implementadas por los lderes de esos mismos partidos, ya que si e[ pueblo las acompaaba, deba existir una secreta ,^t6np"r"eso.26 Consideramos que solo con la delimitacin de "lo poprl^.r" y una revalorzacln de la figura de los intelectuales orgnicos como mediadores entre las tradiciones populares y l" teoria poltica, es posible evitar los problemas que se derivan del esqr.*" de que "el pueblo nunca se equivoca".

Por otro lado, el antiintelectualismo se vincula con la centralidad de la figura del lder populista y la imposibilidad de la existencia de segundos enunciadores, como acertadamente indicaron SigalyVertt (1986). Este texto nos exime de abordar esta cuestin aqu gue, sin embargo, conduce al problema de la capacidad de desplegar el autogobierno (como ideal socialista) .., lo, casos en los que los movimientos polticos le otorgen tanta centralidad al lder. Esta es otra de las cuestiones irresueltas en LRp. Es cierto que Laclau aborda la cuestin del lder populista y despliega una muyacertada caracterizacin de la relacin de representacin, poniendo en claro que sin ella no existe la constitucin del sujeto. As, retomando sus elaboraciones anteriores, Laclau ( 1996, pp. 149182) sostiene que la funcin homogeneizante del significante va-

rb Decimos en

el lmite del razonamiento, pues los movi-

mientos polticos populistas, cuando son consecuentes, s despliegan procesos de formacin poltica de sus cuadros y bases. Ejemplos muy claros de este fenmeno los encontramos26

en los testimonios recogidos

por Martucelli Svampa (1997) acerca del desamparoideolgico de los militantes peronistas ante las polticasde Menem

y

Jevlnn Bnrse las dos lgicas del populismo,

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disrttptividad y Ia estrategia socialista

) L1 L

i N" 17, otoo de

', reuista de ciencias sociales,segunda poca

2010, pp.

7-27

co constituye la cadena y, al mismo tiempo, la represent a.27 Sin embargo, luego realiza un rpido deslizamiento, a partir de Freud, desde la nominacin a la individualidad, y de ella al individuo y al lder. Laclau se preocupa por demostrar que toda poltica requiere de un lder y 9ue, por lo tanto, el populismo en este punto tampoco se diferencia de otras formas polticas. Pero creemos gue, con este rnovimiento abstracto, no resuelve las crticas efectuadas a las trabas que muchos populismos pusieron (especialmente una vez que llegaron al poder) a la participacin popular. Es que los lderes populistas tendieron a limitar las capacidades autonmicas de sus bases polticas y a expulsar a grlrpos intelectuales que pudieran disputar su conduccin poltica.2B Este es un problema real que no debe ser ocultado, incluso teniendo presente que las fuerzas de izquierda tampoco lograron resolver la relacin lder/autogobierno en ninguna de sus experiencias revolucionarias exitosas. Y el caso de Stalin, por ser el ms alevoso, no se convierte en una mera excepcin. Vale la pena recordar aqu que, en pleno ascenso del estalinismo, Gramsci no solo escribi la famosa carta reclamando respeto hacia "la minora de oposicin" (Gramsci, 2006), sino que en los Cuadernos existe una clara preocupacin por pensar una democracia popular en la que los sujetos se vuelvan autodirigentes. En este sentido, la idea de "dirigentes" en Gramsci es ms amplia que la nocin de ciudadana, plles significa que est dada en todos la posibilidad concreta de convertirse en sujetos polticos capaces de conducir en forma conjunta la democracia (Semeraro, 2003). Para Gramsci, "la comprensin crtica de s mismos se produce a travs de una lucha de 'hegemonas' polticas, de direcciones contrastantes, primero en el campo de la tica, luego de la poltica, para llegar a una elaboracin superior de la propia concepcin de lo real". Pero para esto son imprescindibles los intelectuales, "Lrn estrato de personas 'especializadas' en la elaboracin conceptual y filosfica". Ahora bien; el proceso de desarrollo de los intelectuales orgnicos "est ligado a una dialctica intelectuales-masa": "cada salto hacia una nueva 'amplitud'y compl.jidad del estrato de intelectuales est [debera estar, decimos nosotros ] ligado a un movimiento anlogo de la masa de simples, que se eleva hacia niveles superiores de cultura" (Gramsci, 1999-2000, t.4, cuaderno 11,pp. 253-254). En fin, una estrategia socialista tiene que abordar este difcil tringulo: sectores populares-lderes-intelectuales orgnicos, que ni siquiera se resolvera con la mera eliminacin del lder populista. Mantener el ideal del autogobierno como horizonte puede ser una estrategia que permanentemente tensione los otros dos polos (los intelectuales y los lderes) a partir de un planteo crtico de la

representacron, qL

preservando la lee El tercero y lri las bases material, lista. El problema modelo de acumur siderar los interes. das como domin rantizar la reproC'. de este problem i ien Argentina: se ,: disputa ideolgic; sectores ), sino p cr :

convertibilidad

s,: I

Ahora bien, la ,, de acumulacin c,: hemos analizado itos. Histricamen: te articulacin con

trializacin porse situ en

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trmir, economa, por la ses, en un tpico e ',Therborn ( 1998 En la actualiC -

tran en graves d il:

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acordes con sll pi,camente viable r s;:sera mlly extrai:,

grado hasta ahorde acumulacin

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71

En este sentido, tal vez sereem plazar,

dido construir un.

ra aconsejable

en este esquema terico, el

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trmino

"representacin"

(tan asociado a la tradicinliberal representativa) por los de "articulacin poltica" y de

mente viable. Sin de estas dificulr c desarrollando Fr,- :\

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"delegacin", distinguiendolos dos significados contenibles en el primero28

otos que recogt:

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Cerecha constiiL:,,.:La otra opci,',-. zando la conirc,:::, iracia alguna t,-,::: de prodr-rccrr :r:---

El elemplo ms notorio es

la disolucin del Partido Labo-

rista argentino que Pern rea-

liz por radio en 1946, a pesar de que ni siquiera estaba

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afiliado a esta fuerza oolticaclave oara su reciente triunfo electoral (Beired, 1 993)

problem:.. :r --,

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revista de ciencias socales, segunda poca i 17 otoo de 2010, pp. 7 -27 ',

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Las dos lgicas del poptlisnlo,

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disruptiviclad.y Ia estrcftegia sociahsrc

rePresentacin, que retome las formulaciones de Rousseau aunque preservando la legitimidad de los otros dos elementos. El tercero y ltimo de los "olvidos" de Laclau es el de considerarlas bases materiales para la constitucin de una hegemona populista. El problema es que toda hegemona necesita basarse en un modelo de acumulacin qlle sea viable en trminos de no solo con-

rantizar la reproduccin de la sociedad en su conjunto. Un ejemplo de este problema es lo que aconteci con la hegemona neolibral en Argentina: se derrumb no tanto porque fuera derrotada en la disputa ideolgica (ms all de la creciente oposicin de muchos sectores), sino porque colaps el modelo econmico de la llamada

siderar los intereses de las clases y fracciones de clases (tanto aliadas como dominadas pero hegemonizadas ), sino tamln de ga-

convertibilidad sobre el que se haba construido esta hegemona. Ahora bien, la viabilidad econmica de un determinado modelode acumulacin coherente con las dos operaciones populistas que

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la

hemos analizado no es un problema menor para estos movimientos. Histricamente los populismos clsicos lograroR una excelente articulacin con el modelo de acumulacin denominado industrializacin por sustitttcin de importaciones. El mayor problema se sittt en trminos de garantizar la reploduccin ampliada de la economa, por la cada en la tasa de inversin de sectores burgueses, en Lln tpico ejemplo de "coaccin econmica" en trminos de Therborn (1998).zs En la actualidad, los populismos latinoamericanos se encuentran en graves dificultades para disear modelos de acumulacin acordes con sLl Propuesta poltico-social. Sin un modelo econmicamente viabl. y sin un sustento de clase compatible con el mismo, sera muy extrao que lograsen pervivir en el tiempo. Si lo han logrado hasta ahora se debe esencialmente a que la derecha no ha podido construir una unidad poltica fuerte ni reformular el modelo de acumulacin neoliberal de modo de hacerlo socio-econmicamente viable. Sin embargo, corresponde tomar nota gue, a pesar de estas dificultades, en los pases latinoamericanos qlle no estn desarrollando procesos posneoliberales decididos, la sumatoria de votos que recogen las diversas fuerzas polticas de derecha y cenrroderecha constituyen alrededor de la mitad de los electores. La otra opcin abierta es qlle los populismos avancen, profundizando la confrontacin, hacia modelos de acumulacin tendientes hacia alguna forma combinada entre economa socialista y formas de produccin capitalistas subordinadas. En este plano, adems del problema del diseo de economas socialistas que eviten los problemas que tuvieron los intentos ensayados en el siglo XX, se abre la cuestin de la capacidad de la va democrtica al socialismo.

29

Sin embargo, cabe aclarar que no fue esta coaccin laque termin con las experiencias populistas, sino que casi

invariablemente tuvieron oue

ser derrotadas a travsgolpes de Estado

de

JevrEn Barsn Las dos lgicas del popr.lisnlo,

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disrttptividad y la estrategia socialsta

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J i N" 17, otoo de 2010,

revista de ciencias sociales,segunda poca

pp. 7 -27

Es decir, hasta dnde las fuerzas militares acompaarn medidas

democrticas tendientes a liquidar las relaciones de produccin capitalistas. Para regresar a Laclau, estas son cuestiones que en sus trabajos no son abordadas. En parte porque por momentos pareciera que ha abandonado todo ideal socialista (tal como le critica Zizek,2000),y en parte porque Ia centralidad del discurso como modelador de un orden social ha eclipsado por completo la cuestin militar. En Grarnsci es claro que el momento "inmediatamente decisivo en cada ocasin" es el de la relacin de fuerzas militares (Gramsci, 1999-2000, t.5, cuaderno 13, p.38).Obviamente, esta es otra cuestin que merece un tratamiento especfico; simplemente queramos sealar aqu que otorgarle centralidad al discurso en la instauracin de un orden social, no debera hacer olvidar el papel de la violencia como garante de ese discurso.3O Como es posible observar, ha quedado una serie de interrogantes para pensar la relacin entre las lgicas populistas y las posibles estrategias socialistas; sin embargo, esperamos haber logrado una mejor identificacin de las operaciones que permiten mantener el papel disruptivo del populismo y, de este modo, abren la posibilidad de articular las tendencias reformistas v revolucionarias en la Amrica Latina actual.J

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30

Ya que Laclau cita repeti-

das veces a Hobbes, podemos oensar al soberano hobbesiano, siguiendo a Wolin (1994), como un instaurador

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No 17, otoo de 2010, pp. 7-27

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