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CUADRO DE MANDO INTEGRAL – BALANCE SCORECARD El Cuadro de Mando Integral, CMI, es la traducción al español que se da a "Balanced Scorecard," sistema originalmente desarrollado para la medición de procesos financieros, el cual se ha convertido en un reconocido Sistema Integral de Administración de la Eficiencia o del Desempeño. La aportación de los creadores del CMI, Robert Kaplan y David Norton, se centra sobre la estructuración de los criterios que deben seguirse en la elaboración del cuadro de mando empresarial. El objetivo del CMI es dar a las empresas u organizaciones elementos para medir su éxito. El principio que lo sustenta es: "No se puede controlar lo que no se puede medir". Se considera como el antecedente del Cuadro de Mando Integral, al "Tableau de Bord", que por los años sesenta se utilizó en Francia. El tablero de mando incorporaba en un documento diversos ratios para el control financiero de la empresa. Para Howard Rohm del Balanced Scorecard Institute de EE.UU., el CMI es "un sistema de administración de desempeño que puede utilizarse en cualquier organización, grande o pequeña, par alinear la visión y misión con los requerimientos del cliente, las tareas diarias, administrar las estrategias del negocio, monitorear las mejoras en la

Balance Scorecard

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Page 1: Balance Scorecard

CUADRO DE MANDO INTEGRAL – BALANCE

SCORECARD

El Cuadro de Mando Integral, CMI, es la traducción al español que se

da a "Balanced Scorecard," sistema originalmente desarrollado para

la medición de procesos financieros, el cual se ha convertido en un

reconocido Sistema Integral de Administración de la Eficiencia o del

Desempeño. La aportación de los creadores del CMI, Robert Kaplan y

David Norton, se centra sobre la estructuración de los criterios que

deben seguirse en la elaboración del cuadro de mando empresarial. El

objetivo del CMI es dar a las empresas u organizaciones elementos

para medir su éxito. El principio que lo sustenta es: "No se puede

controlar lo que no se puede medir".

Se considera como el antecedente del Cuadro de Mando Integral, al

"Tableau de Bord", que por los años sesenta se utilizó en Francia. El

tablero de mando incorporaba en un documento diversos ratios para

el control financiero de la empresa. 

Para Howard Rohm del Balanced Scorecard Institute de EE.UU., el CMI

es "un sistema de administración de desempeño que puede utilizarse

en cualquier organización, grande o pequeña, par alinear la visión y

misión con los requerimientos del cliente, las tareas diarias,

administrar las estrategias del negocio, monitorear las mejoras en la

eficiencia de las operaciones, crear capacidad organizacional,

comunicando los progresos a todo el personal". 

Para el Ing. Antonio Dávila de la U. de Navarra, "la aportación que ha

convertido al CMI en una de las herramientas más significadas de los

últimos años es que se cimienta en un modelo de negocio. El éxito de

su implantación radica en que el equipo de dirección dedique tiempo

al desarrollo de su propio modelo de negocio".

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La idea del CMI es sencilla y transparente, como toda buena idea.

Reconoce que la finalidad la actividad empresarial, conseguir

beneficios, es el resultado de una cadena de causas y efectos que

suceden en cuatro ámbitos: financiero, marketing

(comercialización), procesos internos; preparación y

desarrollo del personal.

LOS 4 EJES DE LA ESTRATEGIA EMPRESARIAL

1. Perspectiva Financiera

La necesidad de los objetivos financieros es indiscutible y primaria en

toda actividad comercial.

2. Perspectiva del cliente.

El punto más frecuente en los enfoques modernos de la gestión es la

importancia de la orientación al cliente y la satisfacción de sus

requerimientos (concepto central del marketing). 

3. Perspectiva interna.

Este enfoque se refiere a los procesos de negocios internos. Los

objetivos y las métricas basadas en esta perspectiva permiten a los

ejecutivos saber como está funcionando su negocio, y si sus

productos o servicios están cumpliendo con los requerimientos del

cliente. 

4. Perspectiva del aprendizaje y el crecimiento.

Esta perspectiva incluye la capacitación laboral y el desarrollo de una

cultura organizacional fuertemente orientada al mejoramiento

individual y corporativo. En una organización basada en el

conocimiento, la gente, depositaria básica del conocimiento, es un

recurso fundamental en el actual ambiente de rápidos cambios

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tecnológicos, y en el que se ha hecho prioritario que los trabajadores

del conocimiento se concentren en el aprendizaje continuo.

En pocas palabras, el CMI permite a la organización medir los

resultados financieros, satisfacción del cliente, operaciones y la

capacidad de la organización para producir y ser competitiva. Los

resultados financieros se basan en la disponibilidad de una cartera de

clientes rentables y fieles. Esta fidelidad sólo se consigue mediante

un funcionamiento correcto de los procesos internos de la empresa, lo

que, requiere de un equipo de empleados motivados y capaces de

llevar a cabo eficientemente las tareas asignadas.

El reconocimiento explícito de esta cadena causativa, tan simple en sí

misma, y la fijación de una serie de objetivos para cada uno de los

niveles es lo que da lugar a una estrategia empresarial definida. A

partir de aquí, Kaplan y Norton, proponen la elección de una serie de

indicadores numéricos, que reflejen adecuadamente cada una de las

perspectivas mencionadas y cuyo conjunto constituirá el Cuadro de

Mando Integral.

La diferencia entre un CMI y uno convencional es la relación causa-

efecto entre los indicadores que lo componen, ya que está orientada

al beneficio, único criterio de éxito empresarial. 

De esta forma pasa a convertirse en poderosa arma de control de la

eficacia empresarial. El CMI ya no es simplemente una acumulación

de indicadores o ratios más o menos inconexos entre sí, sino que

cada medición de la actividad es escogida porque refleja un aspecto

importante de la estrategia formulada por la dirección de la empresa

y porque mide un aspecto concreto de la cadena causativa indicada.

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Cadena causativa desde la perspectiva del cliente

Cada uno de los indicadores incluidos en el CMI debe cumplir un papel

bien definido. Ya sea como inductor, en el sentido de que mide una

actividad empresarial que hace que ocurran situaciones, ya sea como

un efecto causal.

Situándonos, por ejemplo, en la perspectiva del proceso interno, el

modelo genérico, viene a ser el siguiente: 

- Se reconoce una necesidad en un segmento determinado del

mercado.

- El departamento de desarrollo crea el producto adecuado.

- Se crea el proceso de fabricación. 

- Se vende el producto y se atiende al cliente, a través del servicio

post-venta.

La cuestión crucial es: ¿Cómo se controla cada una de estas fases del

proceso?.

Kaplan y Norton proponen una serie de indicadores genéricos que

cada organización debe adaptar a sus propias necesidades.

Capital Intelectual de la Empresa

Otra característica importante del CMI es que permite medir aspectos

intangibles en el activo de la empresa, tales como su capacidad de

proyección, proponiendo indicadores que reflejen el grado de

formación y capacidad de aprendizaje de los recursos humanos

disponibles.

El análisis de este aspecto ha dado lugar a lo que se conoce como

Medición del Capital Intelectual de la Empresa. Este concepto se hizo

popular por la aplicación que le dio en su oportunidad la empresa

Skandia.

Page 5: Balance Scorecard

CARACTERÍSTICAS DEL CUADRO DE MANDO

En la actualidad debido a las turbulencias del entorno empresarial,

influenciado en la mayoría de los casos por una gran presión

competitiva, así como por un auge de la tecnología- es cuando

comienza a tener una amplia trascendencia. El concepto de Cuadro

de mando deriva del concepto denominado "tableau de bord " en

Francia, que traducido de manera literal, vendría a significar algo así

como tablero de mandos, o cuadro de instrumentos.

A partir de los años 80, es cuando el Cuadro de mando pasa a ser

además de un concepto práctico, una idea académica, ya que hasta

entonces el entorno empresarial no sufría grandes variaciones, la

tendencia del mismo era estable, las decisiones que se tomaban

carecían de un alto nivel de riesgo. Para entonces, los principios

básicos sobre los que se sostenía el Cuadro de mando ya estaban

estructurados, es decir, se fijaban unos fines en la entidad, cada uno

de éstos eran llevados a cabo mediante la definición de unas

variables clave, y el control era realizado a través de indicadores.

Básicamente, y de manera resumida, podemos destacar tres

características fundamentales de los Cuadros de mando:

1. La naturaleza de las informaciones recogidas en él, dando cierto

privilegio a las secciones operativas, (ventas, etc.) para poder

informar a las secciones de carácter financiero, siendo éstas últimas

el producto resultante de las demás.

2. La rapidez de ascenso de la información entre los distintos niveles

de responsabilidad.

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3. La selección de los indicadores necesarios para la toma de

decisiones, sobre todo en el menor número posible.

En definitiva, lo importante es establecer un sistema de señales en

forma de Cuadro de mando que nos indique la variación de las

magnitudes verdaderamente importantes que debemos vigilar para

someter a control la gestión.

TIPOS DE CUADRO DE MANDO

A la hora de disponer una relación de Cuadros de mando, muchos son

los criterios que se pueden entremezclar, siendo los que a

continuación describimos, los más indicativos, a nuestro juicio, para

clasificar tales herramientas de apoyo a la toma de decisiones.

El horizonte temporal

Los niveles de responsabilidad y/o delegación

Las áreas o departamentos específicos

Otras clasificaciones:

La situación económica

Los sectores económicos

Otros sistemas de información

Puesta en práctica del Cuadro de mando

Seis serán las etapas propuestas:

1. Análisis de la situación y obtención de información

2. Análisis de la empresa y determinación de las funciones generales

3. Estudio de las necesidades según prioridades y nivel informativo

4. Señalización de las variables críticas en cada área funcional

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5. Establecimiento de una correspondencia eficaz y eficiente entre las

variables críticas y las medidas precisas para su control.

6. Configuración del Cuadro de mando según las necesidades y la

información obtenida

En una primera etapa, la empresa debe de conocer en qué situación

se encuentra, valorar dicha situación y reconocer la información con

la que va a poder contar en cada momento o escenario, tanto la del

entorno como la que maneja habitualmente. Esta etapa se encuentra

muy ligada con la segunda, en la cual la empresa habrá de definir

claramente las funciones que la componen, de manera que se puedan

estudiar las necesidades según los niveles de responsabilidad en cada

caso y poder concluir cuáles son las prioridades informativas que se

han de cubrir, cometido que se llevará a cabo en la tercera de las

etapas. Por otro lado, en una cuarta etapa se han de señalizar las

variables críticas necesarias para controlar cada área funcional. Estas

variables son ciertamente distintas en cada caso, ya sea por los

valores culturales y humanos que impregnan la filosofía de la

empresa en cuestión, o ya sea por el tipo de área que nos estemos

refiriendo. Lo importante en todo caso, es determinar cuáles son las

importantes en cada caso para que se pueda llevar a cabo un

correcto control y un adecuado proceso de toma de decisiones.

Posteriormente, y en la penúltima de nuestras etapas, se ha de

encontrar una correspondencia lógica entre el tipo de variable crítica

determinada en cada caso, y el ratio, valor, medida, etc, que nos

informe de su estado cuando así se estime necesario. De este modo

podremos atribuir un correcto control en cada momento de cada una

de estas variables críticas. En último lugar, deberemos configurar el

Cuadro de mando en cada área funcional, y en cada nivel de

responsabilidad, de manera que albergue siempre la información

mínima, necesaria y suficiente para poder extraer conclusiones y

tomar decisiones acertadas.

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ELABORACIÓN Y CONTENIDO DEL CUADRO DE MANDO

Los responsables de cada uno de los Cuadros de mando de los

diferentes departamentos, han de tener en cuenta una serie de

aspectos comunes en cuanto a su elaboración. Entre dichos aspectos

cabría destacar los siguientes:

- Los Cuadros de mando han de presentar sólo aquella información

que resulte ser imprescindible, de una forma sencilla y por supuesto,

sinóptica y resumida.

- El carácter de estructura piramidal entre los Cuadros de mando, ha

de tenerse presente en todo momento, ya que esto permite la

conciliación de dos puntos básicos: uno que cada vez más se vayan

agregando los indicadores hasta llegar a los más resumidos y dos,

que a cada responsable se le asignen sólo aquellos indicadores

relativos a su gestión y a sus objetivos.

- Tienen que destacar lo verdaderamente relevante, ofreciendo un

mayor énfasis en cuanto a las informaciones más significativas.

- No podemos olvidar la importancia que tienen tanto los gráficos,

tablas y/o cuadros de datos, etc, ya que son verdaderos nexos de

apoyo de toda la información que se resume en los Cuadros de

mando.

- La uniformidad en cuanto a la forma de elaborar estas herramientas

es importante, ya que esto permitirá una verdadera normalización de

los informes con los que la empresa trabaja, así como facilitar las

tareas de contrastación de resultados entre los distintos

departamentos o áreas.

De alguna manera, lo que incorporemos en esta herramienta, será

aquello con lo que podremos medir la gestión realizada y, por este

motivo, es muy importante establecer en cada caso qué es lo que hay

que controlar y cómo hacerlo. En general, tal como establecíamos en

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la página anterior, el Cuadro de mando debe tener cuatro partes bien

diferenciadas:.

- Una primera en la que se deben de constatar de forma clara, cuáles

son las variables o aspectos clave más importantes a tener en cuenta

para la correcta medición de la gestión en un área determinada o en

un nivel de responsabilidad concreto.

- Una segunda en la que estas variables puedan ser cuantificadas de

alguna manera a través de los indicadores precisos, y en los períodos

de tiempo que se consideren oportunos.

- En tercer lugar, en alusión al control de dichos indicadores, será

necesaria la comparación entre lo previsto y lo realizado, extrayendo

de algún modo las diferencias positivas o negativas que se han

generado, es decir, las desviaciones producidas.

- Por último, es fundamental que con imaginación y creatividad, se

consiga que el modelo de Cuadro de mando que se proponga en una

organización, ofrezca soluciones cuando así sea necesario.

A tener en consideración

Clientes: ¿Qué necesidades de los Clientes debemos atender para

tener éxito?

Procesos Internos: ¿En que Procesos debemos ser excelentes?

Aprendizaje: ¿Cómo debe nuestra organización aprender e

innovar para alcanzar sus objetivos?

Financiera: ¿Qué Objetivos Financieros debemos lograr para ser

exitosos?

De modo previo al abordar la presentación del Cuadro de mando, se

debe resaltar una cuestión que es de gran importancia en relación a

su contenido. Se trata del aspecto cualitativo de esta herramienta, ya

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que hasta el momento no se le ha prestado la importancia que se

merece y, sobre todo, porque existen numerosos aspectos como por

ejemplo el factor humano, cuyo rendimiento queda determinado por

el entorno que le rodea en la propia organización, y estas son

cuestiones que rara vez se tienen en cuenta.

La empresa -desde una perspectiva meramente global- constituye un

conjunto de vinculaciones más o menos establecidas y de recursos

compartidos con un fin común. Asimismo, se puede señalar que la

empresa en sí representa un conjunto de subsistemas de información,

claramente definidos y normalizados.

¿PUEDE APLICARSE EL BALANCED SCORECARD EN UNA PYME?

Muchos gerentes y directivos de PYME se preguntan hoy por hoy si el

Balanced Scorecard (BSC) como herramienta de gestión estratégica

puede ser utilizado en su empresa, o si por el contrario, la

aplicabilidad del concepto queda limitada por el tamaño de la

compañía y sólo puede ser implementado en grandes corporaciones.

La respuesta a la pregunta es completamente afirmativa, es decir, el

BSC sí puede implantarse sin restricción alguna en una PYME.

Recuérdese que el BSC persigue, según sus autores Kaplan y Norton

[1], cinco propósitos fundamentales:

Traducir la estrategia a términos operativos.

Alinear la organización con la estrategia.

Hacer que la estrategia sea el trabajo diario de todo el mundo.

Hacer de la estrategia un proceso continuo.

Movilizar el cambio mediante el liderazgo de los directivos.

Nótese que todos ellos implican la existencia de una estrategia

empresarial específica, cuya ejecución será inducida y monitoreada a

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través de la metodología y los indicadores del BSC. Y esa es la

verdadera cuestión relevante, que la mayoría de las PYME no cuenta

con unos objetivos organizacionales y con una estrategia definida

para alcanzarlos.

Así las cosas, no existe razón alguna para afirmar que en una PYME

no se puede utilizar eficazmente el BSC. En realidad, la definición de

una estrategia empresarial no ocurre de manera abstracta en la

mente de los directivos y gerentes, sino que al mismo tiempo se van

estableciendo las acciones concretas para implementarla. De hecho,

el BSC ha demostrado ser una poderosa herramienta de gestión para

encontrar el vínculo entre la estrategia empresarial y tales

actividades tácticas, por lo que en la práctica el proceso se realiza

simultáneamente, es decir, se define la estrategia y al mismo tiempo

se define el cuadro de indicadores y los mapas estratégicos propios

del BSC. Lo único que se requiere es la voluntad política de los

cuadros directivos de las PYME, quienes deberán armar una

estrategia coherente con la situación de su empresa y con el mercado

en el cual éstas se desenvuelven.

Sin embargo, se deben tener en cuenta algunas consideraciones

especiales para implantar el BSC en una PYME. En primer lugar, hay

que ser realistas en cuanto al Sistema de Información Gerencial (SIG)

con el que cuenta la empresa y su capacidad para generar datos

útiles. En muchas ocasiones se definen indicadores de gestión que no

se pueden medir de manera eficaz, bien sea por las limitaciones

propias del SIG actual, o sencillamente por no existe SIG alguno,

como sucede hoy por hoy en muchas PYME. Esta es una dificultad

importante aunque no insalvable, y debe ser tenida en cuenta al

momento de elaborar el BSC, buscando soluciones prácticas que

permitan contar con la información que se necesita para inducir y

controlar la estrategia.

Un segundo aspecto problemático detectado es la inercia que

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demuestran muchas PYME en sus esquemas salariales, los cuales se

consideran inamovibles. Es claro que la implantación de un BSC

implica necesariamente cambios en la remuneración de las personas,

pues la compensación laboral es uno de los inductores más efectivos

para lograr el cambio y el enfoque hacia la estrategia. Esto no

significa aumento salarial, principal temor de los directivos y

gerentes, sino una reorganización que establezca un pago por metas

logradas a todos y cada uno de los empleados.

Por último, es necesario estudiar con mucho cuidado los cambios que

se quieren implementar y las consecuencias en el flujo de caja de las

PYME, que suele ser muy deficitario. En una PYME, el plazo para

cumplir los objetivos estratégicos normalmente es de un año a lo

sumo, mientras que en una gran empresa puede hablarse sin

problema de tres a cinco años. Los cambios promovidos por el BSC

pueden ser a más de un año, pero eventualmente pueden deteriorar

la posición financiera de una PYME en el corto plazo. Por ejemplo, un

objetivo comercial como duplicar las ventas en un plazo de tres años,

puede implicar grandes gastos de marketing que pueden no ser

cubiertos adecuadamente por la empresa.