Bakunin, Mijaíl - La instrucción integral [Otra Edición].pdf

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    LA INSTRUCCIN INTEGRAL

    MIJAL BAKUNIN

    Traduccin de Claudio Lozano.Digitalizacin KCL.

    Revisin y edicin: @rebeldealegre.*

    * Para esto, hemos utilizado la traduccin de Frank Mintzdisponible en el Archivo Miguel Bakunin

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    El texto deLa Instruccin Integral apareci sinfirma en las pginas del peridicoLEgalit enlos das 31 de julio, 7, 14 y 21 de agosto de1869. Sabemos por James Guillaume1 que loescribi Bakunin.

    CAPTULO I

    La primera cuestin que hemos de considerar hoy es sta: Podr ser completa laemancipacin de las masas obreras mientras reciban una instruccin inferior a la delos burgueses o mientras haya, en general, una clase cualquiera, numerosa o no, pero

    que por nacimiento tenga los privilegios de una educacin superior y ms completa?Plantear esta cuestin no es comenzar a resolverla? No es evidente que entre doshombres dotados de una inteligencia natural ms o menos igual, el que ms instruidosea, cuyo conocimiento se haya ampliado por la ciencia y que comprendiendo mejorel encadenamiento de los hechos naturales y sociales, o lo que se denominan las leyesde la naturaleza y la sociedad, comprender con ms facilidad y ms ampliamente elcarcter del medio en el que se encuentra, que se sentir ms libre, que serprcticamente tan hbil y fuerte como el otro? Quien sepa ms dominar naturalmentea quien menos sabe, y no existiendo en principio entre dos clases sociales ms queesta sola diferencia de instruccin y de educacin, esa diferencia producir en pocotiempo todas las dems y el mundo volver a encontrarse en su situacin actual, esdecir, dividido en una masa de esclavos y un pequeo nmero de dominadores, losprimeros trabajando, como hoy en da, para los segundos.

    Se entiende ahora por qu los socialistas burgueses no piden ms que instruccin parael pueblo, un poco ms de lo poco de ahora, y por qu nosotros, demcratassocialistas, pedimos para el pueblo instruccin integral, toda la instruccin, tancompleta como la requiere la fuerza intelectual del siglo, a fin de que por encima de laclase obrera no haya, de ahora en adelante, ninguna clase que pueda saber ms y queprecisamente por ello pueda explotarla y dominarla. Los socialistas burgueses quierenel mantenimiento de las clases, pues cada una debe, segn ellos, representar una

    funcin social diferente, una por ejemplo la ciencia y otra el trabajo manual. Nosotrosal contrario queremos la abolicin completa y definitiva de clases, la unificacin de lasociedad y la igualdad econmica y social de todos los individuos de la tierra. Ellosquerran, conservndolas, aliviar, aminorar y disimular las bases histricas de lasociedad actual, la desigualdad y la injusticia, que nosotros queremos destruir. De loque resulta que entre los socialistas burgueses y nosotros no es posible acuerdo,conciliacin ni coalicin alguna.

    Pero, se dir y este es el argumento que a menudo se nos opone y que los seoresdoctrinarios de todos los colores consideran irresistible es imposible que lahumanidad entera se dedique a la ciencia: morira de hambre. Es preciso, por tanto,

    "J. Guillaume:LInternationale. Documensts et Souvenirs (1863-1878). Paris, 1905, T. I., pg. 180.

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    que mientras unos estudian otros trabajen para producir los objetos necesarios paravivir ellos en primer lugar y despus para los hombres que se han dedicadoexclusivamente a trabajos intelectuales; pues estos hombres no trabajan slo paraellos: sus descubrimientos cientficos, adems de ampliar el conocimiento humano,no mejoran la condicin de todos los seres humanos, sin excepciones, al aplicarlos a

    la industria y a la agricultura y, en general, a la vida poltica y social? Sus creacionesartsticas, no ennoblecen la vida de todo el mundo?

    Pero no. No de todo el mundo. Y el reproche ms grande que tendramos que dirigir ala ciencia y a las artes es precisamente el no extender sus beneficios y el no ejercer suinfluencia til ms que sobre una mnima parte de la sociedad, excluyendo y porconsiguiente perjudicando a la inmensa mayora. Se puede afirmar acerca delprogreso de la ciencia y de las artes, , y con toda razn, en los pases ms civilizadosdel mundo, lo que se dice del prodigioso desarrollo de la industria, del comercio, delcrdito; de la riqueza social, en una palabra. Esta riqueza es totalmente exclusiva ytiende hacerlo cada da ms, al concentrarse siempre en manos de unos pocos,

    arrojando a la pequea burguesa y a las capas inferiores de la clase media, hacia elproletariado, de manera que ese desarrollo est en razn directa de la miseriacreciente de las masas obreras. As resulta que se abre cada da ms el abismo que yasepara a la minora feliz y privilegiada de los millones de trabajadores que la hacenvivir con el trabajo de sus manos, y que mientras ms felices son los felicesexplotadores del trabajo popular, ms desdichados son los trabajadores. Que serecuerde, frente a la fabulosa opulencia del gran mundo aristocrtico, financiero,comercial e industrial de Inglaterra, la situacin miserable de los obreros de esemismo pas; que se lea y relea la carta, tan ingenua y desgarradora a la vez, escritahace poco por un inteligente y honesto orfebre de Londres, Walter Dugan, que se haenvenenado voluntariamente con su mujer y sus seis nios para escapar a lashumillaciones de la miseria y a las torturas del hambre; entonces habr que confesarque esta civilizacin tan glorificada no significa, desde el punto de vista material, msque opresin y ruina para el pueblo.

    Y ocurre igual con los modernos adelantos de la ciencia y las artes. Son inmensosestos progresos, es verdad. Pero mientras ms extraordinarios son, ms se conviertenen causas de esclavitud intelectual y, por tanto, material; origen de miserias einferioridad para el pueblo, pues tambin ellas ensanchan la distancia que ya separa lainteligencia popular de la de las clases privilegiadas. La primera, desde el punto devista de la capacidad natural, est hoy evidentemente menos hastiada, menos usada,

    menos sofisticada y menos corrompida por la necesidad de defender intereses injustosy es, por consiguiente, ms fuerte que la inteligencia burguesa; pero, en cambio, estaltima posee todas las armas de la ciencia y estas armas son formidables. Sucede amenudo que un obrero muy inteligente se ve obligado a enmudecer ante un eruditotonto, que le hace callar no por mayor finura de espritu, de la que carece, sino por suinstruccin, de la que el obrero ha sido privado y que el otro a podido recibir, puesmientras su necedad se desarrollaba cientficamente en las escuelas, el trabajo delobrero le vesta, le daba casa, le alimentaba y la proporcionaba todo, los maestros ylos libros necesarios para su instruccin.

    Sabemos muy bien que el grado de ciencia que se imparte a cada uno no es igual,

    incluso dentro de la clase burguesa. Entre ellos existe tambin una escala,determinada, no por la capacidad de los individuos, sino por la mayor o menor

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    riqueza de la capa social donde han nacido. Por ejemplo, la instruccin que recibenlos nios de la pequea burguesa es casi igual a aquella que consiguen los obreros, ycasi nula en comparacin de la que la sociedad reparte generosamente a la alta ymedia burguesa. Qu vemos, adems? Vemos a la pequea burguesa que no estsujeta a la clase media ms que por una vanidad ridcula, por un lado, y su

    dependencia frente a los grandes capitales, por otro, y que se encuentra a menudo enuna situacin ms miserable y mucho ms humillante que la del proletariado. Cuandohablamos de clases privilegiadas, no nos referimos a esta pobre pequea burguesa,que si tuviera un poco ms de inteligencia y de coraje, no tardara en venir a unirse anosotros para combatir a la alta y media burguesa, que hoy la aplasta tanto como alproletariado. Y si el desarrollo econmico de la sociedad continuara en esta direccinuna decena de aos ms, cosa que, por otra parte, nos parece imposible, veramostodava a la mayor parte de la burguesa media caer en la situacin actual de lapequea burguesa, primero, para irse un poco ms tarde a perder en el proletariado,siempre gracias a esta fatal concentracin en un nmero de manos cada vez msrestringido, lo que tendra como consecuencia infalible dividir definitivamente a la

    sociedad en una pequea minora excesivamente opulenta, instruida, dominante, y unainmensa mayora de proletarios miserables, ignorantes y esclavos.

    Hay un hecho que debe impresionar a los espritus escrupulosos, a todos los queaprecian sinceramente la dignidad humana, la justicia, es decir, la libertad de cada unoen la igualdad y por la igualdad de todos. Se trata de que todas las invenciones de lainteligencia, todas las grandes aplicaciones de la ciencia a la industria, al comercio y ala vida social en general, slo han beneficiado hasta ahora a las clases privilegiadas ya la soberana de los Estados, protectores eternos de todas las iniquidades polticas ysociales, jams a las masas populares. No tenemos ms que nombrar las mquinaspara que cada obrero y cada partidario sincero de la emancipacin del trabajo, nos dla razn. Gracias a qu fuerza las clases privilegiadas se mantienen an hoy con todasu insolente felicidad y sus goces inicuos, ante la indignacin tan legtima de lasmasas populares? Es por una fuerza que les es propia, inherente a ellas? No. Esnicamente por la fuerza del Estado, en el que, por otra parte, sus hijos desempeanhoy, como lo han hecho siempre, todas las funciones dominantes, e incluso todas lasfunciones medianas e inferiores, salvo las de trabajadores y soldados. Y qu es loque constituye principalmente toda la fuerza de los Estados? La ciencia.

    S, la ciencia. Ciencia de gobierno, de la administracin, ciencia de los negocios;ciencia de esquilar los rebaos populares sin hacerles gritar demasiado y cuando

    comienzan a gritar, ciencia de imponerles silencio, paciencia y obediencia por mediode una fuerza cientficamente organizada; ciencia de engaar y dividir a las masaspopulares, de mantenerlas siempre en una saludable ignorancia para que no puedannunca, ayudndose y uniendo esfuerzos, crear un poder capaz de derribarlos; cienciamilitar ante todo, con todas sus armas perfeccionadas y esos formidables instrumentosde destruccin que maravillan; ciencia del genio, en fin, que ha creado los barcos devapor, los ferrocarriles y los telgrafos; ferrocarriles que, utilizados en la estrategiamilitar, multiplican por diez el poder defensivo y ofensivo de los Estados; telgrafosque, al transformar cada gobierno en una mquina de cien, de mil brazos, hacenposible su presencia intervencionista y triunfante en todas partes, creando las msformidables centralizaciones polticas que hayan existido nunca.

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    Quin puede, pues, negar que todos los progresos cientficos han servido hasta ahora,sin excepcin, para el enriquecimiento de las clases privilegiadas y para aumentar elpoder de los Estados, en detrimento del bienestar y de la libertad de las masaspopulares, del proletariado? Pero, se objetar, es que las masas obreras no se hanbeneficiado tambin de ello? No estn mucho ms civilizadas en nuestra poca de lo

    que lo estaban en pasados siglos?

    A eso contestaremos con una observacin de Lassalle, el celebre socialista alemn.Para juzgar los procesos de las masas obreras desde el punto de vista de suemancipacin poltica y social, no es necesario comparar su situacin intelectual en elpresente siglo con la de pocas pasadas. Lo que s es preciso considerar es si, a partirde una fecha cualquiera, la diferencia que haba subsiste an entre ellas y las clasesprivilegiadas, constatando si han progresado en la misma medida que estas ltimas.Pues si hay igualdades, los respectivos progresos, la distancia intelectual que lessepara hoy del mundo privilegiado, ser la misma; si el proletariado progresa ms yms rpido que los privilegiados, la distancia se habr acortado; pero, si por el

    contrario, el progreso del obrero es ms lento y consecuentemente menor que el de lasclases dominadoras, en el mismo espacio de tiempo la diferencia aumentar; elabismo que les separa se habr agrandado, el hombre privilegiado ser ms poderoso,el obrero ms dependiente, ms esclavo que en la poca tomada como punto departida. Si los dos salimos a la misma hora de dos puntos diferentes y llevas 100 pasosde ventaja sobre m, si recorres 60 y yo slo 30 por minuto, al cabo de una hora ladistancia que nos separara no ser de 100, sino de 280 pasos.

    Este ejemplo da una idea muy exacta de los reactivos progresos de la burguesa y delproletariado, hasta ahora. Los burgueses han ido ms deprisa en el camino de lacivilizacin que los proletarios, no porque su inteligencia haya sido mayor que la deestos ltimos hoy podra afirmarse con todo derecho justamente lo contrario ,sino porque la organizacin econmica y poltica de la sociedad ha sido tal hastaahora, que nicamente los burgueses han podido instruirse; que la ciencia no haexistido ms que para ellos, y que el proletariado se ha visto condenado a unaignorancia forzosa, de forma que si avanza y sus progresos son indudables noes gracias a la sociedad, sino a pesar de ella.

    Resumimos: En la organizacin actual de la sociedad, los progresos de la ciencia hansido la causa de la ignorancia relativa del proletariado. Al igual que los progresos dela industria y del comercio han sido la causa de su miseria relativa, los progresos

    intelectuales y materiales han contribuido, pues, a aumentar su esclavitud. Cul es elresultado? Que debemos rechazar y combatir esta ciencia burguesa, lo mismo quedebemos rechazar y combatir la riqueza burguesa. Combatirlos y rechazarlos en elsentido de que destruyen el orden social que es patrimonio de una de varias clases,debiendo reivindicarlas como un bien comn de todos.

    (Ginebra,LEgalit,31 de julio de 1869)

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    CAPTULO II

    Hemos demostrado que, mientras haya dos o varios grados de instruccin para lasdiferentes capas de la sociedad, habr necesariamente clases, es decir, privilegioseconmicos y polticos para un pequeo nmero de afortunados, y la esclavitud y lamiseria para la mayora.

    Como miembros de la Asociacin Internacional de Trabajadores, queremos laigualdad, y porque la queremos, debemos querer tambin la instruccin integral, igualpara todos.

    Pero, surge la pregunta, si todo el mundo es instruido, Quin querr trabajar?Nuestra respuesta es sencilla: todos deben trabajar y todos deben ser instruidos. Confrecuencia se contesta a esto que si se mezclan el trabajo industrial con el trabajointelectual se perjudica a uno y otro; los trabajadores sern malos eruditos y loseruditos no sern ms que tristes obreros. S, en la sociedad actual estn igualmentefalseados el trabajo manual y el intelectual, a causa del aislamiento artificial al que seles ha condenado. Pero estamos convencidos de que el hombre vivo e integrado, cadauna de estas dos actividades, muscular y nerviosa, deben ser desarrolladas por igual y,lejos de perjudicarse mutuamente, cada una debe apoyar, ensanchar y reforzar a laotra; la ciencia del sabio se volver ms fecunda, ms til y ms amplia cuando elintelectual no ignore el trabajo manual; y el trabajo del obrero instruido ser ms

    inteligente, y por consiguiente ms productivo que el obrero ignorante.De lo que se deduce que, en inters del trabajo y de la ciencia, no debern existir niobreros ni intelectuales, sino slo hombres.

    Suceder entonces que aquellos hombres a los que por su inteligencia superior se lesencausa hoy en el mundo exclusivo de la ciencia, que, una vez instalados en l, cedena la necesidad de una posicin completamente burguesa, y orientan todos sushallazgos para la utilidad de la clase privilegiada de la que forman parte; esoshombres, una vez que se solidaricen realmente con todo el mundo, no slo imaginariani verbalmente, sino de hecho, con su trabajo, convertirn los descubrimientos y las

    aplicaciones de la ciencia en algo til para todos y, sobre todo, aliviarn yennoblecern el trabajo, que es la nica base legtima y real de la sociedad humana.

    Es posible, e incluso muy probable, que en la poca de transicin ms o menos largaque suceda naturalmente a la gran crisis social, las ciencias ms elevadas desciendanconsiderablemente por debajo de su nivel actual; como tambin es indudable que ellujo y todo lo que constituye los refinamientos de la vida, debern desaparecerdurante mucho tiempo y no podrn reaparecer ms que cuando la sociedad hayaconquistado lo necesario para todo el mundo. Pero este eclipse temporal de la cienciasuperior, ser una gran desgracia? Lo que pierda en sublime elevacin no lo ganaral ensanchar su base? Sin duda habr menos sabios ilustres, pero al mismo tiempo

    habr infinitamente menos ignorantes. Ya no habr ese pequeo nmero de hombresque tocan los cielos, pero, en cambio, millones de hombres hoy degradados,

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    aplastados, caminarn humanamente por la tierra. Nada de semidioses, nada deesclavos. Los semidioses y los esclavos se humanizarn a la vez, unos descendiendoun poco, los otros elevndose mucho. No habr, pues, lugar ni para la divinizacin nipara el desprecio. Todos se darn la mano y, una vez juntos, caminarn con un ardornuevo hacia otras conquistas, tanto en la ciencia como en la vida.

    Lejos de temer este momentneo eclipse de la ciencia, lo deseamos fervientemente,pues tendr como efecto humanizar a los sabios y a los trabajadores a la vez,reconciliar la ciencia y la vida. Y estamos convencidos de que, una vez conquistadaesta base, el progreso de la humanidad, tanto en la ciencia como en la vida, extendercon creces todo lo que hemos visto y lo que podemos imaginar hoy.

    Pero aqu se plantea otra objecin: Tienen todos los individuos igual capacidad paraelevarse al mismo grado de instruccin? Imaginemos una sociedad organizada de unmodo totalmente igualitario y en la que todos los nios tengan desde su nacimiento elmismo punto de partida, tanto en le aspecto poltico, como en el econmico y social,

    es decir, absolutamente los mismos cuidados, la misma educacin, la mismainstruccin. No habr entre esos pequeos diferencias infinitas de energa, detendencias naturales, de aptitud?

    Este es el gran argumento de nuestros adversarios, burgueses y socialistas burgueses.Lo creen irresistible. Intentemos, pues, demostrarle lo contrario. En primer lugar,con qu derecho apelan al principio de las capacidades individuales? Hay lugar parael desarrollo de esas capacidades en la sociedad, tal como est? Puede haber lugarpara su desarrollo en una sociedad que contine teniendo como base econmica elderecho de herencia? Evidentemente, no, pues desde el momento que existe laherencia, la carrera de los nios no ser nunca el resultado de sus capacidades y de suenerga individual; ser, ante todo, el del estado de la fortuna, de la riqueza o de lamiseria de sus familias. Los herederos ricos, pero tontos, recibirn una instruccinsuperior; los nios ms inteligentes del proletariado continuarn recibiendo enherencia la ignorancia, tal como se practica ahora. No es, pues, una hipocresa elhablar no slo en la sociedad actual, sino con vistas a una sociedad reformada quecontinuara teniendo como bases la propiedad individual y el derecho de herencia, noes un engao infame el hablar de derechos individuales fundados en las capacidadesindividuales?

    Hoy se habla mucho de libertad individual, y sin embargo lo que domina no es el

    individuo humano, el individuo en general, sino el individuo de una posicin socialprivilegiada. Es, pues, la posicin, la clase social. Que un individuo inteligente de laburguesa ose tan slo levantarse contra los privilegios econmicos de esa respetableclase, y se ver cunto respetarn la suya esos buenos burgueses que ahora no tienenen la boca ms que la libertad individual! No vemos cada da a grandes inteligenciasobreras y burguesas forzadas a ceder el paso e incluso inclinarse ante la estupidez delos herederos del becerro de oro? Que se nos hable de capacidades individuales! Lalibertad individual, no la privilegiada, sino la humana, y las capacidades reales de losindividuos, no podrn desarrollarse plenamente ms que en absoluta igualdad.nicamente podemos hablar de igualdad intelectual y material cuando exista elmismo punto de partida para todos los hombres; slo entonces podremos decir, con

    ms razn que hoy, que todo individuo es hijo de sus obras, protegiendo, sin embargo,los derechos superiores de la solidaridad, que es y permanecer siempre como el

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    generador de las relaciones sociales. Por todo ello, concluimos que, para que lascapacidades individuales prosperen y no se les impida dar todos sus frutos, esnecesario, ante todo, que los privilegios individuales, tanto polticos comoeconmicos, es decir, todas las clases, sean abolidas. Ser preciso que desaparezca lapropiedad privada y el derecho de la herencia para que triunfe la igualdad econmica,

    poltica y social.

    Pero, una vez que la igualdad haya triunfado y est bien establecida, no habr yaninguna diferencia entre las capacidades y los grados de energa de los diferentesindividuos? Quiz no tanta como existe hoy, pero sin duda siempre la habr. Hay unaverdad hecha proverbio, que no cesar nunca de ser verdad: que no existen dos hojasidnticas en el mismo rbol. Con mucha ms razn, esto ser cierto en relacin a loshombres, puesto que son seres mucho ms complejos que las hojas. Pero estadiversidad, lejos de ser un mal, es, al contrario, como muy bien lo ha observado elfilsofo alemn Feuerbach, una riqueza para la humanidad. Gracias a ella lahumanidad es un todo colectivo, en la que cada uno completa el todo y tiene

    necesidad del todo; de forma que esta diversidad infinita de los individuos es la causamisma, la base principal, de su solidaridad, un argumento todopoderoso a favor de laigualdad.

    En el fondo, incluso en la sociedad actual, si se exceptan dos grandes categoras dehombres, los hombres de genio y los idiotas, y si se hace abstraccin de lasdiferencias creadas artificialmente por mil causas sociales, tales como la educacin, lainstruccin, la posicin econmica y poltica, que difieren no slo en cada capa de lasociedad, sino en cada familia, se reconocer que, desde le punto de vista de lascapacidades intelectuales y de la energa moral, la inmensa mayora de los hombres secomplementan o que, al menos, se saben valer, al ser compensada la debilidad de cadauno en un aspecto por una fuerza equivalente en otro aspecto, de manera que esimposible decir que un hombre est por encima o por debajo de otro. La inmensamayora de los hombres no son idnticos, sino equivalentes y por consiguienteiguales. Slo quedan pues para la argumentacin de nuestros adversarios, los hombresde genio y los idiotas.

    El idiotismo es, como se sabe, una enfermedad fisiolgica y social. No debe, pues, sertratada en las escuelas sino en los hospitales, y debemos esperar que la instruccin deuna higiene social ms racional y, sobre todo, ms preocupada por la salud fsica ymoral de los individuos que la de hoy, y la organizacin igualitaria de la nueva

    sociedad, acaben por hacer desaparecer de la tierra esta enfermedad tan humillantepara la especie humana. En cuanto los hombres de genio, hay que observar en primerlugar que, afortunada o desgraciadamente, como se quiera, no han aparecido en lahistoria ms que como raras excepciones en todos los sistemas conocidos, y lasexcepciones no se organizan. Esperemos, sin embargo, que la sociedad futuraencontrar en la organizacin realmente democrtica y popular de su fuerza colectivael medio de hacer menos necesarios a estos grandes genios, menos aplastantes yrealmente beneficiosos para todos. Pues no hay que olvidar jams las palabras deVoltaire: Hay alguien que tiene ms inteligencia que los ms grandes genios:todos2. Slo se trata, pues, de organizar a este todos por medio de una gran libertad,

    #Bakunin us casi la misma cita en septiembre de 1869 en el congreso de la I Internacionalen Basilea, Oeuvres compltes, tomo 8, p. 565 (Nota de F. Mintz)

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    fundada sobre la ms completa igualdad, econmica, poltica y social, para que nohaya nada que temer de las veleidades dictatoriales ni de la ambicin desptica de loshombres de genio.

    En cuanto a producir hombres geniales por medio de la educacin, no hay que pensar

    en ello. Adems, de todos los hombres de genio conocidos, ninguno o casi ninguno seha manifestado como tal en su infancia o en su adolescencia, ni incluso en su primerajuventud. No han aparecido como tales ms que en la madurez, y a muchos no se lesha reconocido hasta despus de su muerte, mientras que muchos de los grandeshombres frustrados, que haban sido proclamados en su juventud como hombressuperiores, han acabado su carrera en la ms completa nulidad. No se puedendeterminar las superioridades y las inferioridades relativas de los hombres, ni el gradode su capacidad, ni sus inclinaciones naturales, en la infancia, ni tampoco en laadolescencia. Todos estos aspectos no se manifiestan y no se determinan ms que aldesarrollarse el individuo, y as como hay naturalezas precoces y otras muy lentas,aunque nunca inferiores y con frecuencia superiores, es evidente que ningn profesor

    ni ningn maestro podrn precisar de antemano la carrera o el tipo de ocupacionesque los nios elegirn cuando lleguen a la edad de la libertad.

    Por lo dicho, la sociedad debe a todos, sin excepcin, una educacin y una instruccinabsolutamente iguales, sin tener en cuenta la diferencia, real o ficticia, de lasinclinaciones y de las capacidades, ni derecho alguno a determinar la carrera futura delos nios.

    (Ginebra,LEgalit,7 de agosto de 1869)

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    CAPTULOIII

    La instruccin debe ser igual en todos los grados para todos, por consiguiente debe serintegral, es decir, debe preparar a los nios de ambos sexos tanto para la vidaintelectual como para la del trabajo, con el fin de que todos puedan llegar a serhombres completos.

    La filosofa positiva destruy y alej de los espritus las fbulas religiosas y lossueos de la metafsica, permitindonos entrever cul debe ser la instruccin

    cientfica en el futuro. Tendr como base el conocimiento de la naturaleza y como finla sociologa. El ideal no ser dominar el mundo y violar la vida, como sucedesiempre en todos los sistemas metafsicos y religiosos, sino la expresin ltima y msbella del mundo real. Al dejar de ser un sueo, se convertir en realidad.

    Ninguna inteligencia, por extraordinaria que sea, es capaz de especializarse en todaslas ciencias y, como, por otra parte, un conocimiento general de todas esabsolutamente necesario para el desarrollo completo del espritu, la enseanza sedividir en dos partes: la parte general, que proporcionar los principales elementosen todas las ciencias sin excepcin, as como el conocimiento completo de suconjunto, no un conocimiento superficial; y la parte especial, necesariamente dividida

    en varios grupos o facultades, que abarcarn todas las especialidades de cierto nmerode ciencias, las que por su misma naturaleza estn llamadas a complementarse.

    La primera parte, la parte general, ser obligatoria para todos los nios; constituir, sias podemos expresarnos, la educacin del espritu, reemplazando totalmente a lametafsica y a la teologa, y, al mismo tiempo, colocando a los nios en un nivelelevado como para que una vez lleguen a la adolescencia puedan elegir con plenoconocimiento de causa la facultad especial que ms convenga a sus disposicionesindividuales o a sus aficiones.

    Puede suceder, sin duda, que, al elegir su especialidad cientfica, los adolescentes,influidos por alguna causa secundaria, ya sea interna o externa, se equivoquen algunasveces, y puede que opten en primer lugar por una facultad o por una carrera que nosean precisamente las que mejor convenga a sus aptitudes. Pero como nosotros somospartidarios sinceros, no hipcritas, de la libertad individual, como en nombre de estalibertad detestamos de todo corazn el principio de autoridad y todas lasmanifestaciones posibles de este principio divino, antihumano, y como detestamos ycondenamos, desde lo ms profundo de nuestro amor por la libertad, la autoridadpaterna y tambin la del maestro; como las encontramos igualmente desmoralizadorasy funestas, y como la experiencia diaria nos demuestra que el padre y el maestro, apesar de su obligada y proverbial prudencia e incluso a causa de esta prudencia, se

    equivocan acerca de las capacidades de sus nios con ms facilidad que los propiosnios y que, como segn esta ley tan humana, ley incontestable, fatal, de la que abusa

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    todo el que puede, los maestros y los padres, al determinar arbitrariamente el porvenirde los nios, interrogan ms a sus propios gustos que a las tendencias naturales de losnios; como, en fin, los errores cometidos por el despotismo son siempre msfunestos y menos reparables que los cometidos por la libertad, mantenemos, contratodos los tutores oficiales y oficiosos, paternales y pedantes del mundo, la libertad

    plena y entera de los nios para elegir y determinar su propia carrera.

    Si se equivocan, el mismo error que hayan cometido les servir de enseanza eficazpara el porvenir, y la instruccin general que hayan recibido les servir de luz, ypodrn volver fcilmente al camino que les indica su propia naturaleza. Tanto losnios como los hombres maduros no se vuelven sensatos ms que con sus propiasexperiencias, nunca por las de los dems.

    En la instruccin integral, al lado de la enseanza cientfica o terica, debe de habernecesariamente la enseanza industrial o prctica. Slo as se forma el hombrecompleto: el trabajador que comprende y sabe.

    La enseanza industrial, paralela a la enseanza cientfica, se dividir, como ella, endos partes: la enseanza general, que deber dar a los nios la idea general y el primerconocimiento prctico de todas las industrias, sin ninguna excepcin, y la idea de quesu conjunto forma la civilizacin en su aspecto material como totalidad del trabajohumano; y la parte especifica, dividida igualmente en grupos de industrias ligadasentre s de forma especial.

    La enseanza general debe preparar a los adolescentes a elegir libremente el grupoespecial de industrias y, entre ellas las industrias particulares por las que sientan msaficin. Una vez en esta segunda fase de la enseanza industrial, harn los primerosaprendizajes de trabajo serio bajo la direccin de sus profesores.

    Adems de la enseanza cientfica e industrial, existir necesariamente la enseanzaprctica, o ms bien una serie sucesiva de experiencias de moral, no divina, sinohumana. La moral divina est basada en estos dos principios inmorales: el respeto a laautoridad y el desprecio a la humanidad. La moral humana, por el contrario, no sefunda ms que en el desprecio por la autoridad y en el respeto a la libertad y a lahumanidad. La moral divina considera el trabajo como una degradacin y como uncastigo; la moral divina ve en l la condicin suprema de la felicidad y de la dignidadhumana. La moral divina conduce, como, consecuencia, a una poltica que no

    reconoce derechos ms que a los que por su posicin econmica privilegiada puedenvivir sin trabajar. La moral humana no los otorga ms que a quien vive trabajando.Reconoce que el hombre se hace hombre slo por el trabajo.

    La educacin de los nios, tomando como punto de partida la libertad, debe conducirsucesivamente a ella. Entendemos por libertad, desde el punto de vista positivo, eldesarrollo pleno de todas las facultades que se encuentran en el hombre, y desde lepunto de vista negativo, la completa independencia de la voluntad de cada uno frentea la de los dems.

    El hombre no es y no ser nunca libre frente a las leyes naturales y las leyes sociales;

    si se divide a las leyes en estas dos categoras se hace nicamente para mejorconocimiento de la ciencia, pero en realidad no pertenecen ms que a una sola, pues

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    ambas son leyes naturales, leyes fatales, que constituyen la base y la condicin mismade cualquier existencia, de manera que ningn ser vivo podr rebelarse contra ellassin suicidarse.

    Pero es preciso distinguir estas leyes naturales de las autoritarias, polticas, religiosas,

    criminales y civiles, que las clases privilegiadas han establecido a lo largo de lahistoria, siempre para explotar el trabajo de los obreros, con la nica finalidad deamordazar la libertad de stos, y que, con el pretexto de una moralidad ficticia, hansido siempre la fuente ms profunda de inmoralidad. As pues, obedienciainvoluntaria y fatal a todas las leyes, que, independientes de toda voluntad humana,son la vida misma de la naturaleza y de la sociedad; pero independencia, tambin, decada uno, tan absoluta como sea posible, frente a todas las voluntades humanas,colectivas o individuales, que quieran imponerle su ley, y no una influencia natural.

    En cuanto a la influencia natural que ejercen unos hombres sobre otros, es tambinuna de esas condiciones de la vida social contra las cuales la rebelda sera tan intil

    como imposible. Esta influencia es la base misma material, intelectual y moral de lasolidaridad humana. El individuo, producto de la solidaridad o de la sociedad, anpermaneciendo sumiso a sus leyes naturales, puede muy bien, bajo la influencia desentimientos procedentes del exterior y sobre todo de una sociedad extranjera,reaccionar contra esta influencia, hasta cierto grado, pero no podra liberarse de ellasin situarse enseguida en otro medio solidario, sin sufrir pronto nuevas influencias.Pues para el hombre, la vida fuera de toda sociedad y de todas las influenciashumanas, el aislamiento absoluto, es la muerte intelectual, y tambin moral ymaterial. La solidaridad no es el producto, sino la madre de la individualidad y de lapersonalidad humana y no puede nacer y desarrollarse ms que en la sociedadhumana.

    La suma de las influencias sociales dominantes, expresada por la conciencia solidariao general de un grupo humano ms o menos extenso, se llama la opinin pblica. Yquin no conoce la accin todopoderosa ejercida por la opinin pblica sobre todoslos individuos? La accin de las leyes restrictivas ms draconianas, no es nada encomparacin con ella. La opinin pblica es el educador por excelencia de loshombres; por eso, para moralizar a los individuos hay que moralizar en primer lugar ala misma sociedad, hay que humanizar su opinin o su conciencia pblica.

    (Ginebra,LEgalit,14 de agosto de 1869)

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    CAPTULOIV

    Para moralizar a los hombres, hemos dicho, hay que moralizar el medio social.

    El socialismo, fundado sobre la ciencia positiva, rechaza totalmente la doctrina dellibre albedro. Reconoce que todo lo que llaman vicios y virtudes de los hombres es,en realidad, el producto de la accin combinada de la naturaleza, de la sociedadpropiamente dicha. La naturaleza, en cuanto accin etnolgica, fisiolgica ypatolgica, crea las facultades y disposiciones que se llaman naturales y laorganizacin social desarrolla, detiene o falsea su crecimiento. Todos los individuos,

    sin excepcin, son en cualquier momento de su vida lo que la naturaleza y la sociedadles han hecho ser.

    Slo gracias a estafatalidad natural y social es imposible la ciencia de la estadsticas,ciencia que no se contenta con constatar y enumerar los hechos sociales, sino quebusca la coordinacin y correlacin con la organizacin de la sociedad. La estadsticacriminal, por ejemplo, constata que en un mismo pas, en una misma ciudad, duranteun perodo de 10, de 20 de 30 aos y algunas veces ms si no sucede ninguna crisispoltica o social que cambie las disposiciones de la sociedad, el mismo crimen o elmismo delito se reproducen cada ao, ms o menos en la misma proporcin; y lo quees an ms notable es que la forma de perpetuarlos se renueva casi tantas veces en unao como en otro; por ejemplo, el nmero de envenenamientos, de homicidios conarmas blancas o de fuego, son casi siempre los mismos. Lo cual ha hecho afirmar alclebre estadstico belga M. Quetelet3 estas palabras memorables: La sociedadprepara los crmenes y los individuos se limitan a ejecutarlos.

    Esta repeticin peridica de los mismos hechos sociales no tendran lugar si lasdisposiciones intelectuales y morales de los hombres, as como los actos de suvoluntad, tuvieran como origen el libre albedro. O bien esta expresin de librealbedro no tiene sentido, o bien significa que el individuo se determinaespontneamente, por s mismo, al margen de toda influencia externa, ya sea natural o

    social. Pero si as fuera, al actuar los hombres por cuenta propia habra en el mundo lams grande anarqua; toda solidaridad sera imposible entre ellos y todos esosmillones de voluntades, absolutamente independientes unas de otras y chocando unascon otras, tenderan a destruirse e incluso acabaran hacindolo, si no hubiera porencima de ellas la voluntad desptica de la divina providencia, que las dirigiramientras se agitan y que aniquilndolas todas a la vez, impondra a esta confusinhumana el orden divino.

    Vemos tambin a los partidarios del libre albedro, fatalmente conducidos por lalgica, obligados a reconocer la existencia y la accin de la divina providencia. Es la

    $Adolphe Quetelet, clebre estadstico belga y uno de los fundadores de esta disciplina (Notade F. Mintz)

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    base de todas las doctrinas teolgicas y metafsicas, un magnfico sistema que durantemucho tiempo ha alegrado la conciencia humana y que, desde el punto de vista de lareflexin abstracta o de la imaginacin potica y religiosa, de lejos, parece, en efecto,llena de armona y grandeza. Es una pequea desgracia que la realidad histrica queha correspondido a este sistema haya sido siempre horrible y que el sistema mismo no

    pueda soportar la crtica cientfica.

    Sabemos, en efecto, que mientras ha reinado en la tierra el derecho divino, la inmensamayora de los hombres ha sido brutal y despiadadamente explotada, atormentada,oprimida, diezmada; sabemos que todava hoy, y siempre, en nombre de unadivinidad teolgica o metafsica, se esfuerza en mantener en la esclavitud a las masaspopulares; y no puede ser de otra forma, pues desde el momento en que haya unavoluntad divina que gobierne el mundo, la naturaleza, la sociedad, la libertad humanaest absolutamente anulada. La voluntad del hombre es necesariamente impotente enpresencia de la voluntad divina. Qu sucede, pues? Que queriendo defender lalibertad metafsica abstracta o ficticia de los hombres el libre albedro se est

    obligado a negar su libertad real. Ante cualquier poder y ante la omnipresencia divina,es hombre esclavo. La divina providencia destruye la libertad del hombre en general,por lo que no queda ms que el privilegio, es decir, los derechos especiales acordadosa tal individuo o a tal jerarqua, dinasta o clase.

    Del mismo modo, la divina providencia hace imposible toda ciencia; lo que quieredecir que es sencillamente la negacin de la razn humana o bien que parareconocerla hay que renunciar al buen sentido de cada uno. Desde el momento en queel mundo est gobernado por la divina voluntad, no es necesario buscar lacoordinacin natural de los hechos, sino una serie de manifestaciones de esta voluntadsuprema de la que, como dicen las Sagradas Escrituras, los designios son y debenpermanecer siempre impenetrables para la razn humana, bajo pena de perder sucarcter divino. La divina providencia no es slo la negacin de toda lgica humana,sino tambin de la lgica en general, pues toda lgica implica una necesidad natural, yesta necesidad sera contraria a la libertad divina; es, desde el punto de vista humano,el triunfo de la irracionalidad. Los que quieren creer deben renunciar, pues, tanto a lalibertad como a la ciencia y, dejndose explotar, apelar por los privilegios del buenDios; repetir con San Tertuliano: Creo en lo que es absurdo 4, aadiendo esta otrafrase tan lgica como la primera: Y quiero la iniquidad.

    En cuanto a nosotros, que voluntariamente renunciamos a las felicidades de otro

    mundo y que reivindicamos el triunfo completo de la humanidad en esta tierra,admitimos humildemente que no comprendemos nada de la lgica divina, y que noscontentaramos con una lgica humana fundada en la experiencia y en elconocimiento de la concatenacin de los hechos, tanto naturales como sociales.

    Esta experiencia acumulada, coordinada y reflexiva que llamamos ciencia, nosdemuestra que el libre albedro es una ficcin imposible, contraria incluso a la mismanaturaleza de las cosas; que lo que se llama voluntad no es ms que el producto del

    % La cita exacta es Creo porque es absurdo sealado en la edicin de Fernand Rude,

    Bakounine Le socialisme libertaire, Pars, 1972, p. 137, me parece que Bakunin tradujo delruso veruiuo, ibo absurdno en que ibo equivale a porque o puesto que (Nota de F.Mintz)

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    ejercicio de una facultad nerviosa, igual que nuestra fuerza fsica no es ms que elproducto del ejercicio de nuestros msculos, y que, por consiguiente, uno y otro sonproductos de la vida natural y social, es decir, de las condiciones fsicas y sociales delmedio en que ha nacido cada individuo y en el que contina desarrollndose; yrepetimos que cada hombre, en cada momento de su vida, es el producto de la accin

    combinada de la naturaleza y la sociedad, con lo que se aclara la verdad anunciada ennuestro anterior artculo: que para moralizar a los hombres hay que moralizar sumedio social.

    Para moralizarlo, no hay ms que un medio, y es el de hacer triunfar la justicia, esdecir, la ms completa libertad5de cada uno en la ms perfecta igualdad de todos. Lagran iniquidad colectiva, que da nacimiento a todas las iniquidades individuales, es ladesigualdad de condiciones y de derechos, y, como consecuencia, la ausencia delibertad para cada cual. Suprimidla y desaparecern todas las dems.

    Tememos mucho vista la poca diligencia que demuestran los hombres

    privilegiados a dejarse moralizar o, lo que es lo mismo, a dejarse igualar , tememosque este triunfo de la justicia no queda efectuarse ms que por medio de la revolucinsocial. No hablaremos hoy de ello. Nos limitaremos por otra parte a enunciar estaverdad, adems tan evidente: que mientras el medio social no se moralice, lamoralidad de los individuos ser imposible.

    Para que los hombres sean morales, es decir, hombres completos en el pleno sentidode la palabra, se necesitan tres cosas: un nacimiento higinico, una instruccinracional e integral, acompaada de una educacin fundada sobre el respeto al trabajo,a la razn, a la igualdad y a la libertad, y un medio social donde cada individuo gocede su plena libertad y sea realmente, de hecho y de derecho, igual a los dems.

    No existe este medio? No. Por consiguiente, hay que crearlo. Si en la sociedad quehoy existe se llegaran a fundar escuelas que dieran a sus alumnos una instruccin yuna educacin tan perfectas como podamos imaginar, llegaran a crear hombres

    justos, libres y morales? No; pues al salir de la escuela se encontraran en medio deuna sociedad que est dirigida por principios contrarios, y como la sociedad essiempre ms fuerte que los individuos, no tardara en dominarlos, es decir, endesmoralizarlos. Ms an, incluso la fundacin de esas escuelas es imposible en elmedio social actual. Pues la vida social abarca todo, invade tanto las escuelas como lavida de las familias y la de todos los individuos que forman parte de ellas.

    Los instructores, los profesores, los padres, todos son miembros de esta sociedad yestn ms o menos embrutecidos y desmoralizados por ella. Cmo iban a dar a losalumnos lo que les falta a ellos mismos! Slo se predica bien la moral con el ejemplo,y siendo la moral socialista completamente contraria a la moral actual, los maestros,dominados necesariamente ms o menos por esta ltima, haran delante de susalumnos lo contrario de lo que predicasen. Por tanto, la educacin socialista esimposible en las escuelas y en las familias actuales.

    &Ya hemos dicho que entendemos por libertad, de un lado, el desarrollo tan completo como

    posible de todas las facultades naturales de cada individuo, y del otro su independencia, norespecto de las leyes naturales y sociales, sino ante todas las leyes impuestas por otrasvoluntades humanas, ya sea colectivas, ya sea aisladas. (Nota de Bakunin)

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    Pero la instruccin integral en esta sociedad es igualmente imposible: los burguesesno comprenden que sus hijos se hagan trabajadores, y los trabajadores estn privadosde todos los medios para dar a sus hijos una instruccin cientfica.

    Me hacen gracia esos buenos socialistas burgueses que siempre nos gritan:Instruyamos primero al pueblo y luego emancipmosle. Nosotros decimos locontrario: que primero se emancipe y se instruya por s mismo. Quin instruir alpueblo, vosotros? Por supuesto que no le instruiris. Le envenenaris intentandoinculcarle todos esos prejuicios religiosos, histricos, polticos, jurdicos yeconmicos que garantizan vuestra existencia contra l, que al mismo tiempo matansu inteligencia, enervan su legtima inclinacin y su voluntad. Le dejis que se agotecon su trabajo cotidiano y en su pobreza y entonces le decs: instruos! Nos gustaraveros como os instrus a vuestros hijos, despus de 13, 14 16 horas de trabajoembrutecedor, con la miseria y la incertidumbre del maana como nica recompensa.

    No seores. A pesar de nuestro gran respeto por la importante cuestin de laeducacin integral, declaramos que no es eso lo ms importante para los pueblos. Loprimero es su emancipacin poltica, que engendra necesariamente su emancipacineconmica y ms tarde su emancipacin intelectual y moral.

    Por consiguiente, adoptamos plenamente la resolucin votada por el Congreso deBruselas: Reconociendo que de momento es imposible organizar una enseanzaracional, el Congreso invita a las diferentes secciones a establecer cursos pblicossiguiendo un programa de enseanza cientfica, profesional y productiva, es decir,enseanza integral, para remediar en lo posible la instruccin insuficiente que losobreros reciben actualmente. Se entiende que la reduccin de horas de trabajo escondicin previa e indispensable6.

    S, sin duda los obreros harn todo lo posible para conseguir tanta instruccin comopuedan en las condiciones materiales en las que se encuentran actualmente. Pero, sindejarse disuadir por los cantos de sirena de burgueses y socialistas burgueses,concentrarn, ante todo, sus esfuerzos en esta importante cuestin de su emancipacineconmica, que debe ser la madre de todas las dems emancipaciones.

    (Ginebra,LEgalit, 21 de agosto de 1869)

    'El Congreso de Bruselas, tercero de la Asociacin Internacional de los Trabajadores, tuvolugar del 6 al 13 de septiembre de 1868 (Nota de F. Mintz)