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B ibliografia 241 CORTtNA ORN, A.: Crítica y utopía: la escuela de Francfort& Ed. Cincel. Madrid, 1986. 208 págs. Hay estudios que, pretendiendo ser imparciales, con frecuencia caen en la ex- posición minuciosa, en la inflexibilidad y en estricto desapasionamiento; otras veces, —y sobre todo si se aborda un tema tan atractivo a la crítica como es este de la Escuela de Francfort—, se incurre con facilidad en la crítica acerba y en la desazón consiguiente por encontrar insatisfaetorias las salidas que se proponen en el libro de turno. Un mérito importante —a nuestro juicio— de la obra Crítica y Utopía.’ la Es- cuela de Francfort, reside en la contenida y a la vez radical crítica a que la autora somete, especialmente, al actual heredero y coherente continuador, —según se acentúa—, de la primera generación franclortiana: Júrgen Habermas. Pero siga- mos el hilo histórico de la cuestión. Los primeros franefortianos (Horkheimer, Adorno y Marcuse) se considera- ban a mismos enfrentados a la tradición idealista, se sentían oponentes del ra- cionalismo criticista de la cientificidad empírico-analítica, y se consideraron se- guidores y superadores de la dialéctica hegeliana a la vez que reconstructores del materialismo —histórico y dialéctico— marxiano. El vuelco que se ha producido en los cuatro autores —incluyendo aquí a Habermas— desde su comienzo en el que defendían, como enseñaba la teoria materialista histórica, que la felicidad te- nía que alcanzarse a partir de un cambio en las relaciones materiales de existen- cia (pág. 62), hasta las diferentes soluciones que cada uno ha dado al problema del dominio de la razón teleológica, ha conllevado numerosas críticas; mas aun cuando el sello marxista ha empezado a hacerse difuso. Pero veamos primero en qué se basaba su discurso critico y dejemos para el análisis último la cuestión de si las soluciones han sido o no utópicas según la interpretación de Cortina Orts. Adorno y Horkheimer se valen de la descripción webeiiana del proceso de ra- cionalización de occidente (págs. 81-85) para poner al descubierto la dialéctica de la Ilustración. Las críticas que la escuela ha mantenido contra la racionaliza- ción yel cienlificismo, no es una lucha contra la razón ni contra la ciencia. La ra- zón constituye la entraña misma del saber filosófico, y es la facultad que puede liberar al hombre de lo que sea capaz de destruir su ser más propio; tampoco la ciencia es blanco de sus críticas, más bien lo es«la actitud epistemológica de creer quela ciencia no es una forma dc conocimiento posible, sino que cl cono- cimiento se identifica con la ciencia” (pág. 107), de modo, que todo lo que no sea conocimiento científico, es decir, las valoraciones morales, la reflexión sobre los fines, etc., no tiene carácter racional. Adorno y Horkheimer (primero, y luego MarcuseyHabermas de distinto modo), toman de Weber la descripción de cómo las sociedades actuales tras engrandecer las acciones sociales que responden al esquema de la utilidad medios-fines (razón teleológica), devalúan las demás ac- ciones —las que tienen en cuenta valores, emociones, etc.—. Y al no tener ya la razón unos valores últimos, al no existir ninguna cosmovisión que haga que los miembros de una sociedad se identifiquen, al monoteísmo racional-teleológico íe acompaña un politeísmo axiológico, y todo ello deriva en desencantamiento. En esta sociedad en la que nada que pertenezca a un orden supraindividual tiene sentido, lo único que puede hacerse es proponer objetivos y hallar los medios pa- ra alcanzarlos; pero, ¿y una vez alcanzados?, ¿sacian ellos la aspiración huma- na?, ¿podemos parar en algún momento de ambicionar otra cosa? Este es un

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CORTtNA ORN, A.: Crítica y utopía: la escuelade Francfort& Ed. Cincel. Madrid,1986. 208 págs.

Hay estudiosque,pretendiendoserimparciales,con frecuenciacaenen la ex-posición minuciosa,en la inflexibilidad y en eí estrictodesapasionamiento;otrasveces,—y sobretodo si seabordaun tematan atractivoa la crítica comoesestede la Escuelade Francfort—,se incurrecon facilidad en la críticaacerbay en ladesazónconsiguientepor encontrarinsatisfaetoriaslassalidasqueseproponenen el libro de turno.

Un mérito importante —a nuestrojuicio— de la obraCrítica y Utopía.’ la Es-cuelade Francfort, resideen la conteniday a la vez radical críticaa quela autorasomete,especialmente,al actual herederoy coherentecontinuador,—segúnseacentúa—,de la primerageneraciónfranclortiana:JúrgenHabermas.Perosiga-mos el hilo histórico de la cuestión.

Los primerosfranefortianos(Horkheimer,Adorno y Marcuse)seconsidera-bana sí mismosenfrentadosa la tradición idealista,sesentíanoponentesdelra-cionalismo criticistade la cientificidad empírico-analítica,y se consideraronse-guidoresy superadoresde la dialécticahegelianaala vezquereconstructoresdelmaterialismo—históricoy dialéctico—marxiano.El vuelcoquesehaproducidoen los cuatroautores—incluyendoaquía Habermas—desdesu comienzoen elquedefendían,comoenseñabala teoriamaterialistahistórica,quela felicidad te-níaquealcanzarsea partir deun cambioen las relacionesmaterialesdeexisten-cia (pág. 62), hastalasdiferentessolucionesquecadauno ha dadoal problemadeldominio de la razón teleológica,ha conllevadonumerosascríticas; masauncuandoel sello marxistaha empezadoa hacersedifuso. Peroveamosprimeroenquésebasabasu discursocritico y dejemosparael análisisúltimo la cuestióndesi las solucioneshan sido o no utópicas según la interpretación de CortinaOrts.

Adorno y Horkheimersevalen de la descripciónwebeiianadel procesode ra-cionalizaciónde occidente(págs.81-85) paraponeral descubiertola dialécticade la Ilustración. Las críticasquela escuelaha mantenidocontra la racionaliza-ción yel cienlificismo, no esunaluchacontra la razónni contrala ciencia.La ra-zón constituyela entrañamisma del saberfilosófico, y es la facultadquepuedeliberaral hombrede lo queseacapazde destruirsu sermáspropio; tampocolacienciaeseí blancode sus críticas,másbien lo es«laactitud epistemológicadecreerquela cienciano esunaforma dc conocimientoposible,sino quecl cono-cimiento se identificaconla ciencia”(pág. 107),de modo,quetodo lo queno seaconocimientocientífico, esdecir, lasvaloracionesmorales,la reflexión sobrelosfines, etc., no tiene carácterracional. Adorno y Horkheimer (primero, y luegoMarcuseyHabermasde distinto modo), tomandeWeberla descripciónde cómolassociedadesactualestras engrandecerlasaccionessocialesquerespondenalesquemade la utilidad medios-fines(razón teleológica),devalúanlasdemásac-ciones—las que tienenen cuentavalores,emociones,etc.—.Y al no tenerya larazónunos valoresúltimos, al no existir ningunacosmovisiónquehagaquelosmiembros de unasociedadse identifiquen,al monoteísmoracional-teleológicoíe acompañaun politeísmo axiológico, y todo ello deriva en desencantamiento.En estasociedaden la quenadaquepertenezcaa un ordensupraindividualtienesentido,lo únicoquepuedehacerseesproponerobjetivosy hallar losmediospa-ra alcanzarlos;pero, ¿yunavez alcanzados?,¿sacianellos la aspiraciónhuma-na?, ¿podemosparar en algún momentode ambicionarotra cosa?Estees un

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procesoimparable:“Los objetivos queunavez alcanzados,no se conviertenellosmismosen medios, son consideradossupersticiones>’(Horkheimer,Crítica de larazón instrumental,apud.A. Cortina pág. 85).

La alternativaquese proponeanteestarazón subjetivaautoconservadoraymenguada,queentiendeel progresocomopostergaciónde la moral, y quepro-pendea reificar la naturalezahumanainternay externaesla delarazónobjetiva,quetiene la pretensión,para los francfortianos(segúnla autora),dc~”configurarunajerarquíade todo lo que esincluyendo los fines últimos» (pág. 87); esdecir,que englobaa todos los seresen unatotalidad, los enmarcaen unaideología,ypretendiendodar razónde Todo, olvida la particularidadinvididual de cadauno.Esta modalidadde razón, se revela a la postre, opresiva e insensibley acaba“prestandoarmasal ¡ti brer» —seaestedel tipo que sea—(págs.71, 149 y 179).

Como oponerseal dominio de la razóncientífico-técnicano parecequepue-da dar buenosresultados,Marcusejunto con Habermaspiensan,que esen lacienciay la técnicadondepuederastrearsela solución al problemade la legiti-macióndel afánde dominio en el capitalismotardío.Marcusecreequees nece-sario orienlar la rayón en un sentidono dominadorsino pacificador; las condi-cionesparaestecambioestánpuestas;pues,«Esindudablequelos hechos,al sercomprendidos,apuntendialécticamentea su transformación»pero“¿Cómopue-den los individuos administrados(...) liberarseal mismo tiempo de sí mismosyde susamos?»(Marcuse,El hombreunidimensionalApud.A. Cortina, pág. 104).Desesperadatuente,Marcuseseacogeal aforismodeW. Benjamin«Sólo por losquecarecende esperanza,nos esdadala esperanzw’,no obstante,no es un pro-nóstico muy viable, comonos argumentala autora,quelos marginadostenganfuerzapara iniciar la revolución en unasociedaden la quees imposiblequeselesoiga, entreotras cosas,porqueni siquierapuedengritar.

Hahermas,por otro lado, piensaque no esposible crearunaciencia exentadel interésdominador:ambos—cienciae interésdominador—son inseparables,porque,tal interésesconstitutivoen eí hombre;pero (y continuamosen la úlIi-ma generaciónfrancfortianaintentandoencontrarsentido a los valores en unasociedadcientificisía), tambiénotros interesesson tendencialesen el hombre:los interesesprácticos, los cuales,no se explican en el ámbito de las relacionessujeto-objeto,Sino queahora, las relacionesent.reconocimientoy acciónsecon-cebirán como interaccionesentresujetosproduciéndoseel cambiodel paradig-ma dela concienciaal paradigmadel lenguaje.

La distinción habermasianaentreacción racionalteleológica (en la quesees-pecifican dos tipos: acción instrumental y estratégica)y acción comunicativa,permitecanalizarconvenientementelos interesesqueexplícita (en el casodel in-terésde dominio) y socavadamente(en eí de la accióncomunicativacomointe-rés práctico),habíanllevado a susantecesoresa la denunciadel dominio cienrifi-cista en eí capitalismotardío. Las accionesinstrumentaly estratégica,que seatienena reglastécnicasy a reglasde elecciónracional respectivamente,hacenposible encauzarla necesidadde la sociedadde mecanismosde autogobiernoyautorregulación,pararesolverlos problemasqueplanteala conservacióndel sis-tema social; y la acción comunicativahace residir, en último término, los finesúltimos en los productoresdel trabajodeesasociedad,en los posiblesinterlocu-tores:“sólo la solidaridaddel inundo de la vidai” (no el dineroen el sist.emaCeo-nómico ni el poderen el político) “estálegitimadapara ponerlímites a los otrosdos sistemasy para tomar decisionescon respectoa opcionesúltimas” (pá-gina 126).

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En eí cap.7 nosexponeAdelaCortina laspropuestaséticasde HorkbeimeryMarcuse.Estosautoresseenfrentande nuevoa la separaciónidealistaentrera-zóny sentimiento,interésparticulare interésuniversal;y denuncianla proclamaque haceel idealismohaciala resignacióncomofuente de felicidad al declararquelos valoresesencialesse refieren al interior del individuo, al alma.Frenteaeíío partendel principio materialistadequela felicidad tiene quevenir dadaporla superacióndialécticade las lacrasqueen estasociedadseparanlos interesesde unos individuos con los de otros. Pero,Horkheimer, con su sentimientodepiedadporunahumanidaddesgraciadaqueno esdueñadesu destino,y, Marcirse con la utópicasuposiciónde que la técnica —cuandoseapacificadoray nodominadora—sentará«lasbasesde una sociedaden la que placery deberseidentifiquen haciendoinnecesariala moral” (pág. t51), terminanapostandoporeí poderdelo negativocomoarmacrítica; sustittíyendoelpoder de lo totalitariopor el de esperanza.Nos preguntamoscon la autora si «no esen definitiva lacompasiónquien hapuestoen marchael afántransformadorde estamoderni-dadqueempiezaa desconfiarde la ideade progreso»(pág. 148).

Con eí fin de proporcionarlos fundamentosnormativosqueeviten la absor-ción del mundo de la vida por los subsistemasde la acciónracional-teleológica,Habermas—junto con Apel— seproponeconstruirla~ basesuniversalesde vali-dezdel habla (pragmáticauniversalj quepermitandistinguir unacomunicaciónsistémicamentedistorsionadapor el poder,y a la vez,decircual esla actitudéti-caquedebeseguirel conocimiento. (Paraello recurre,contra lo quecabíaespe-rar, al trascendentalismokantiano—segúnnos señalay a vecescrítica la autoracon profundidad—;con lo cual,seoponea los planteamientoséticos,materialis-tas —al menosen parte—, de los jóvenesfranefortianos).

Entre lascondicionesformalesde la teoría dela comunicaciónen Habermas,seencuentran;unasque respondena unalógica mínima; otras,quenecesitan,en el discurso,del consentimientode los dialogantes;esasí, comosepuedeííe-gar al consensoracional, mediante«normasqueencuentran(o podrían encon-trar) aceptaciónpor parte de todos los afectados»(Habermas,1983. Apud. A.Cortina, pág. 170). Y por último cl entendimiento,eí acuerdo,sc producea travésdeunasituaciónidealdehabla, la cual, se construyesobrela libertad departicipa-ción en eldiscurso.Continuemosconunaspalabrasdelaclarativoy densoprólo-go (escritopor Muguerza):«la distribución simétricade lasoportunidadesde li-beración comportaría también una no menos simétrica distribución de lasoportunidadesde decisión»(pág. 16).

A estaéticaformalista,deontológicay procedimental—dice la autora—,no leimporta eí contenidode lasnormasdel habla:sólo seatrevea examinarlascon-dicionesformalesy los procedimientosquellevan aun verdaderoacuerdo(pág.155). Y entonces,—nos preguntamoscon Cortina—. “¿No interesaya pnmana-mente la felicidad material de los individuos, sino la justificación formal de lasnormas?»(pág. 142). Habermasha preferidono entraren los contenidosmora-les, y en estesentido“su limitación a un solo aspectodel fenómenomoral; susescasasmiras (...) dejanen la sombraeí temaprofundamentemoraldela valora-ción» (págs.176-177),y auncuandoHabermasno dejedereconocerla modestiade suspretensiones,parecesumarse—con el proyectode racionalidady su afánpor encontrarun canon ideal que sirva, a la par, de idea regulativay crítica—más,alaspretensionesde la granfilosofíaquea lasmodestasofertasdeunafilo-sofíamínima (pág. 181).

Parala autoraaquelloquemásmerecela penavalorar delesfuerzocrítico de

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la Escuelade Francfort, seencuentrabien delimitadoeneí conceptode Dialécti-cade la Ilustración.Es decir, queeí único mododeconstruirun mundomáshu-manoes,comointentanlos franefortianos,enfrentarsealos deprimentesefectosque en estasociedadha producido la racionalización; esto es lo mismo, paraellos, quepoderrealizarlos idealesde la ilustración (la recuperación,por partedelhombre,deldominio dela historia).Parala realizacióndetal objetivo no valeya con recurrir a utopiaspositivasque, ideologizadas,pretendensaberlotodo deantemano,sino apostarpor eí poderde lo negativo. Pero,eípoderde lo negativo,utilizado de forma crítica, nadatiene ya quever con la Ilustración.Y, por otraparte.¿Cómoestarseguros,de quela racionalidadilustrada—racionalidadpro-pia de la burguesía,queerala clasesocialabanderadade la Ilustración— no esla misma queha generadola razón técnicateleológicay los principios quehandesfiguradolas teoríascríticasqueaquísedefinencomoutopíaspositivas?Nosparece,por todo ello, quela Dialécticadela Ilustración esla másfalazdelasuto-pías si no seadmitequeunateoríacríticaautónomasólo puedetriunfar situán-dose en principios antagónicosa la ilustración.

Concluyendo,diremos,queCrítica y utopia: la escueladeFrancfort, conectalateoría de la comunicacióncon susraícesfrancfortianasy tambiéncon importan-tesfilósofos actualesque, desdemáso menoscerca, han contribuido —dentrode unafilosofía del lenguaje—a tal teoría.La autoralogra medianteunaexposi-ción fluida ~no por esomenosprofunda— hacercoherentesambasconexiones,y por ello, entre muchasotra razones,ha despertadonuestrointerés.La lecturade estelibro, en definitiva, nos hasido agradabley muy enriquecedora.

InmaculadaLóPEZ MOLtNA

DUQUE, Fi Filosofía de la técnicade la naturaleza.Madrid: Teenos,1986; 311 Pp.

1. El propósito de estaobradel profesorE. Duqueconsisteen la exposicióndel sentidode la historia material de la humanidad,sentidosólo desentrañablepor virtud deunacorrectainterpretaciónde la técnica.La obrapartedelrechazode lasdos grandesinterpretacionesdela historia humanahabidas:la del Progre-so y la del Regreso,interpretacionesfundadasen dos modosradicalmeniecon-trapuestosdeentenderlasrelacionesde técnicay naturaleza.La doctrinamoder-na del Progreso, por un lado, partía del enfrentamientodel hombre con lanaturalezay su fin estabaen la sustitución de la Naturalezapor la Historia, laCultura, la Libertad.Frentea estadoctrina,el desencantonihilista produce,porotro lado, el rechazode la sociedadpostindustrialy propugnael Regresoa la Na-turaleza.Sin embargo,Duque patentizala inconsistenciade estaempresaplan-teandoestasencillacuestión.”¿Enquéconsistetal Naturaleza?”(pág. 15), y sa-cando a la luz la imposibilidad de señalar una línea de demarcaciónentretécnicay naturaleza,escisiónenquesefundantanto los defensoresdelProgresocomo los del Regreso.La Naturalezano puedeni debebipostasiaí~secomo unaentidad separadae independientede, y sometibleal hombre;debeentendersemásbien como”la sedimentaciónde invencionessociotécnicasque seaceptan