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Resumen ejecutivo de la investigación
“Autonomías indígenas como construcción de nación y fortalecimiento del Estado”
José Antonio Rocha T. (Coordinador)1
Carla Bazoalto O.
Luis Fernando Cuéllar C.
El agravamiento de las crisis en la sociedad boliviana en los últimos años, en especial en 2000, 2003 y
2005, ha planteado revisar las estructuras de la institucionalidad estatal, sus formas de acción y
administración. En ese sentido, las reformas del Estado iniciadas en la década del 90, con la
modificación de la Constitución Política del Estado y la promulgación de leyes como la Ley de
Participación Popular, de 1994, y la Ley de Descentralización Administrativa, de 1995, fueron
respuestas paliativas, insuficientes para efectuar cambios estructurales al ancien regime de 1952.
En ese marco se han planteado, por un lado, propuestas de una mayor descentralización y, por otro,
propuestas de un Estado autonómico, en el que existan el gobierno municipal, el gobierno departamental
y el gobierno nacional.
De esta estructura estatal piramidal –gobiernos nacional, departamental y municipal– la propuesta de la
autonomía departamental ha suscitado amplias discusiones y reflexiones, que han conducido a medidas
estatales como la convocatoria a la elección democrática de los prefectos, quedando todavía por definir
la situación de los concejos departamentales. Además de ello, habrá que manifestar que, según Urenda
Díaz (2005), los departamentos bolivianos carecen todavía de ciertos aspectos como un órgano que
norme los aspectos de su competencia y un órgano que fiscalice adecuadamente los recursos del
departamento.
A la par de la discusión sobre las autonomías departamentales surge la exigencia de las sociedades
indígenas para hablar de su propia autonomía. Ahora bien, en el contexto de los análisis de la
descentralización y de las autonomías departamentales y de reuniones de discusión sobre las autonomías
indígenas de cara a la Constituyente, existen muy pocos análisis sistemáticos sobre las autonomías
1 José Antonio Rocha es antropólogo. Doctor en Ciencias Humanas y Biológicas, con mención en Antropología Cultural.
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indígenas. Se conocen estudios más desde una perspectiva concreta como la de Álvaro García Linera
(2005), para quien la autonomía indígena se fundamenta en la lengua, y la de Yampara (2005), quien
esgrime argumentos desde la cosmovisión indígena.
Con el objetivo de llenar este vacío teórico y empírico, se lleva adelante una investigación en el ámbito
de las autonomías indígenas centrada en tres regiones: Norte de Potosí, con población quechua y
aymara; el Isosó (Santa Cruz), con población guaraní, y la región Kallawaya, con población quechua.
La elección de estas tres regiones para el estudio se debe principalmente a los siguientes hechos: Norte de
Potosí, por ser históricamente la región cuna de un sinnúmero de sublevaciones, tanto en la época
colonial como republicana, cuyo objetivo fue siempre la autodeterminación política. Isosó, por ser un
pueblo que permitió la articulación y unificación de todos los pueblos indígenas de la amazonía, oriente y
chaco en la Confederación de Indígenas del Oriente Boliviana (CIDOB). Y finalmente el pueblo
kallawaya, por la práctica del ejercicio de su saber, así como la constante redefinición identitaria, étnica y
territorial en la que se encuentra.
Una vez elegidas las regiones del estudio, los investigadores se hacen dos preguntas: ¿Qué es y en qué
consiste la autonomía indígena territorial y administrativa desde la cosmovisión de sus pueblos? y
¿cuáles son los elementos estructurantes de la autonomía indígena? Por otro lado, se intentó conocer la
relación de esta autonomía indígena con el Estado y la nación boliviana.
La hipótesis que guió el estudio fue: la gestión de un territorio, basada en la recuperación de formas
propias de educación, salud, producción, administración de recursos naturales y económicos, así como
del saber tecnológico comunitario conduce a la construcción de autonomías indígenas, que son un
medio de articulación de las naciones originarias en el manejo del Estado. Por tanto, a mayor ejercicio
de la autonomía indígena mayor fortalecimiento del Estado, pero visualizado como un Estado
intercultural.
El objetivo de la investigación fue determinar las características de la autonomía territorial y
administrativa indígena a través de estudios de caso en las tres regiones mencionadas.
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RESULTADOS
La autonomía indígena desde el Norte de Potosí:
No al cierre de fronteras Los pueblos seleccionados por el equipo de investigación en el norte de Potosí fueron Chayanta y
Phanacachi. Allí el concepto de autonomía está basado en la existencia de un sistema de gobierno propio
que tiene fuerza y que conserva valores, normativas y principios, que se contraponen a otras propuestas
autonómicas, en particular las departamentales. Por ello rechaza el cierre de fronteras, planteando más
bien la apertura, aunque manteniendo la independencia.
Esta concepción está ligada a la reivindicación territorial como ejercicio de un derecho de los indígenas
en su condición de originarios de un territorio y al desarrollo de una vida plena e integral que
conjunciona distintos órdenes: el humano, el natural y el cósmico. Después de todo, la autonomía
indígena norte potosina es desde la cultura, pues la configuración de un territorio lleva consigo la
conformación de una cultura
Respecto a los aportes de esta autonomía indígena a la construcción de nación, mencionamos que
proporciona una nueva visión basada en la diferencia y en la hermandad entre los distintos pueblos, y en
la recuperación de las formas de ser, de los saberes y de valores propios que posibilitarían la
construcción de un Estado plurinacional.
La autonomía indígena desde la visión guaraní:
Por el encuentro de todos los pueblos
Desde la cosmovisión isoceña-guaraní la autonomía se resume en el Ñanderekoae, un concepto que
expresa la interrelación social y política intraétnica, donde la forma de ser guaraní pervive por medio de
la unidad de todos los individuos, familias y comunidades que conforman el pueblo. Por otro lado,
autonomía es Ñanderekorekae o Ñanderekoaereta, concepto que expresa la interrelación social y política
de una pluralidad de pueblos en pos de la Yemboati Guasu, esto es el encuentro de todos los pueblos en
una gran Asamblea y la armonía de todos ellos.
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Los elementos estructurantes de la propuesta de autonomía indígena isoceña-guaraní son la tierra y el
territorio, la administración de los recursos naturales y económicos, la organización de los sistemas
productivos y de alimentación, la afirmación y el despliegue de su organización sociopolítica y el
desarrollo de la educación comunitaria y de los sistemas de salud. Para el guaraní existe la convicción de
que él “es guaraní, pero también es cruceño y boliviano”.
Este pueblo reivindica históricamente sus aportes al Estado como pueblo-nación en una guerra de pares
guaraníes (la guerra del Chaco). Por otro lado, pone en consideración su forma de ser y la tradición de
sus saberes.
La autonomía indígena desde la visión kallawaya:
Querer, saber, hacer y poder
La autonomía indígena Kallawaya es una expresión de cuatro dimensiones humanas: munay (querer),
yachay (saber), ruway (hacer) y atiy (poder) andino. La simbología de estas dimensiones es la cruz
cuadrada o chakana que resume la integralidad de las diversas facetas humanas, naturales y cósmicas. El
querer kallawaya se resume en el munaynincheq o nuestra voluntad para hacer algo o nuestra decisión
para actuar. El saber kallawaya conjuga el t’ukuriy (pensar, meditar, reflexionar) y el yachay (saber,
sabiduría, conocimiento), y supone la reflexión y el análisis comunitario centrado en los beneficios o
perjuicios de cualquier iniciativa o proyecto que busque cambiar o transformar sus espacios comunales,
distritales y provinciales. El hacer es la dimensión práctica que aglutina a la comunidad en torno a una
“idea fuerza o sueño a futuro” consensuada y decidida en Asamblea. Finalmente, el poder o atiy se logra
desde el qutuchakuy. En él se manifiesta la horizontalidad del poder, ya que es la voz y la capacidad de
decisión de todos los miembros de la comunidad.
Para los Kallawayas la relación de la autonomía con la nación se expresa en el hecho de que su
construcción sólo será posible cuando se valore cada una de las naciones.
Semejanzas y diferencias
Fruto del trabajo de campo se pudo establecer que quienes han participado en el proceso de investigación
han afirmado su concordancia con la propuesta de las autonomías indígenas. Tanto en el Norte de Potosí,
como en el Isosó y la región Kallawaya, las organizaciones y sus miembros proponen una reorganización
de Bolivia, como nación y como Estado, a partir de las autonomías indígenas.
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Sin embargo, a pesar de esta propuesta común existe en cada uno de ellos diferencias que devienen de su
proceso histórico. Mientras que en la región isoceña-guaraní y el Norte de Potosí la autonomía indígena
se entiende como autodeterminación, en la región kallawaya significa la afirmación de sus sistemas de
organización y de autoridades como parte de un proceso. En esta región, la autonomía es parte de un
proceso más reciente de restitución del sistema de autoridades originarias. Sólo en los últimos años se ha
retornado al sistema de los ayllus, que existe todavía junto a los sindicatos, mientras que en el Norte de
Potosí el proceso deviene desde los años 90.
Otro elemento en común en las tres regiones de estudio es que la autonomía indígena supone la existencia
de territorio, la administración de recursos y el fortalecimiento de la organización originaria. No obstante,
esta autonomía no significa sólo tener bajo su control realidades que están más allá de él, sino
fundamentalmente es la capacidad de ser él mismo, de ahí los conceptos de Ñanderekoae y
Ñanderekoaereta, así como munayninchej. En este marco, en las tres regiones la concepción y vivencia
de la autonomía proviene de su cultura y de su cosmovisión.
Un rasgo característico en las tres regiones de estudio es que la autonomía indígena se entiende como un
proceso integral, que no sólo abarca el mundo humano, sino también se refiere a la naturaleza y el
cosmos. Esta integralidad es una propuesta política, en el entendido de que lo político es diseño de
sociedad. Al tiempo que autonomía indígena es una propuesta de sociedad intracultural e intercultural (se
insiste en la justicia, en la solidaridad y reciprocidad e igualdad entre naciones), es también de
convivencia con la naturaleza y relaciones cordiales con el cosmos y el ámbito sagrado.
En los tres casos, la autonomía no significa “cerrarse en sí mismo”. La apertura a los otros es parte de su
dinámica social, sólo que abrirse a los otros debe ser bajo las mismas condiciones. Los norte potosinos,
los guaranís y los kallawaya hacen parte de naciones que están dispuestas a formar junto con otras
naciones la nacionalidad boliviana, pero para ello es indispensable el ejercicio pleno de sí mismos.
En cada caso, sin embargo, esta apertura está determinada por su historia y su desarrollo cultural:
mientras que el guaraní puede ofrecer, como lo ha hecho desde siglos, sus estrategias de relación con la
naturaleza; el kallawaya aporta con sus conocimientos y su tecnología en la medicina tradicional,
también secular; y los norte potosinos con sus tecnologías de adecuación a la minería y a la agricultura
cambiante y dependiente de las condiciones de su ecosistema.
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En las tres regiones, la propuesta de autonomía se basa fundamentalmente en la continuidad de su
organización originaria, expresada a través de la pervivencia de su sistema de autoridades. Este sistema
concede a las autonomías su carácter eminentemente político.
Es evidente que las autonomías no sólo llevan consigo el analizar y entender el proceso al interior del
propio ayllu, comunidad o tenta, sino que abarca también la percepción de los otros respecto a la
autonomía, por la presencia de mestizos o “ciudadanos urbanos” en las tres regiones.
Algo que marca la diferencia de la percepción de aquellos elementos que componen la autonomía
indígena es que en la región de Isoso y Kallawaya se considera la salud como un elemento importante,
sin embargo en el Norte de Potosí esto no es mencionado, debido a la no conservación de sistemas
propios medicinales.
ALCANCES
Vistas esas semejanzas y diferencias, la investigación tiene los siguientes alcances: el estudio permite
identificar las bases de una propuesta autonómica indígena, la cual se sustenta fundamentalmente en la
cultura y en la cosmovisión de los pueblos. Esta cultura concede rasgos característicos a las formas de
organización social y política. En la cosmovisión de los pueblos, la autonomía es una cuestión política,
en el sentido de propuesta de sociedad, pero también es social, económica y propiamente cultural. Esta
autonomía va a poder desarrollar a profundidad la cultura y va a reforzar los valores que orientan el
cotidiano vivir de los pueblos estudiados, ayudando a afirmar su identidad. Por otro lado, la autonomía
propiamente cultural permitirá ofrecer a los otros pueblos pautas para la construcción de una sociedad
más compleja, que es capaz de hacer frente a las desregulaciones societarias desde sistemas educativos,
sistemas alimentarios y de salud propios. Otro alcance del estudio es el hecho de que la autonomía no
significa fragmentación del país, sino que posibilita la construcción de una nación en el marco de varias
nacionalidades a base a acuerdos, alianzas y pactos de reciprocidad. Construir naciones en igualdad de
condiciones, y en ningún caso como proceso de subalternización, de inclusión y de dominación.
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Resumen ejecutivo de la investigación
“Estado, nación y autonomías. Posiciones discursivas hacia la Asamblea Constituyente”
María Teresa Zegada (Coordinadora)2
Yuri Tórrez
Patricia Salinas
La profunda crisis social y política desencadenada en el país a partir del año 2000 ha interpelado no sólo
a los gobernantes de turno y a la forma de administración de las políticas públicas, sino también los
fundamentos básicos de la actual estructura estatal. La noción de crisis asociada a la génesis o creación
de un nuevo orden pone en juego un conjunto de interpelaciones discursivas, al mismo tiempo que
permite la formación o recreación de fuerzas políticas, mediante alianzas, confrontaciones,
negociaciones y concertaciones.
En este contexto, se han generado las condiciones propicias para el debate sobre los temas relacionados
con una necesaria reforma y reestructuración del Estado de cara a la Asamblea Constituyente, entre
ellos, el tema de las autonomías se ubica en un lugar central.
En el marco de la crisis estatal, la cuestión del Estado y la nación (o del Estado-Nación), constituye el
“telón de fondo” del debate en torno a las autonomías. En este sentido, el objetivo central de la presente
investigación fue trazar analíticamente las orientaciones ideológicas de las posiciones discursivas
existentes en el país sobre el Estado, la nación y, particularmente, las Autonomías, con el fin de
encontrar elementos comunes y divergentes, así como desentrañar los procesos de construcción
discursiva de los sujetos estratégicos sobre el tema.
Desde el punto de vista metodológico, la crisis Estatal permitió visibilizar un conjunto de tensiones y
contradicciones económicas, políticas y socio-culturales que, de alguna manera, se expresan en los
discursos y propuestas hacia la Constituyente.
2 María Teresa Zegada es socióloga. Tiene maestría en Ciencias Políticas.
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En principio, se ha recogido y sistematizado en una matriz discursiva alrededor de 80 propuestas a nivel
nacional sobre el tema de las autonomías, provenientes de organizaciones de la sociedad civil, pueblos
indígenas, Organizaciones No Gubernamentales, instituciones públicas, partidos políticos y
agrupaciones ciudadanas, para obtener una primera aproximación global al problema, tomando en
cuenta como parámetros las visiones y propuestas sobre las autonomías –en sus componentes
ordenamiento territorial, organización político-institucional, gestión de recursos y competencias–, así
como las distintas visiones y propuestas sobre el Estado y la nación como contextos ineludibles para
comprender la problemática de las autonomías. De la revisión de las diferentes cosmovisiones se
desprende la presencia de dos tendencias marcadamente diferenciadas que condensan las disputas
discursivas: la primera de corte indígena/campesina y la segunda de carácter cívico/regional que, en
definitiva, articulan el debate en torno al tema. Por esta razón, se hizo hincapié en estas dos matrices
discursivas, sus elementos constitutivos, las condiciones de emisión discursiva así como los procesos de
construcción de las propuestas.
Con respecto a las visiones y propuestas en relación con el Estado y la nación, un hallazgo importante da
cuenta de que, a pesar de las diferencias socio culturales y político ideológicas de las propuestas, todas
ellas coinciden en la necesidad de reformar o transformar el Estado actual, es decir, existe un
cuestionamiento institucional y simbólico, desde sus propios contextos discursivos a una estructura
estatal que no representa la diversidad socio/cultural y territorial de Bolivia. Por un lado, por su carácter
centralista e históricamente “marginador” de las regiones y, por otro, por su naturaleza colonial,
excluyente y monocultural. Pero, al mismo tiempo, todas ellas coinciden en proponer un Estado
unitario, es decir plantean la unidad del país como condición sine qua non para la constitución de un
nuevo Estado. Esta convergencia desmitifica aquellos prejuicios tejidos en torno a que tanto las
autonomías departamentales como las indígenas buscan el resquebrajamiento de Bolivia.
Por otra parte, en la mayoría de las propuestas está presente la enunciación de lo plurinacional, que sirve
como dispositivo discursivo para interpelar al Estado-nación moderno que se basó en la integración
social y la homogenización cultural. La realidad socio-cultural múltiple y diversa es incorporada en las
propuestas, en unos casos como el eje central de reconfiguración estatal y en otros como un elemento
complementario, pero que no deja de estar presente en los discursos.
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En relación con este tema, existe expectativa sobre todo de los movimientos indígenas del país de
trascender el mero reconocimiento formal de los derechos colectivos en el texto constitucional -que ya
sucedió sin mayores repercusiones en la reforma constitucional del 1994- y propender a una verdadera
transformación en que la diversidad del país se refleje en la estructura político-institucional y territorial.
Respecto al tema específico de las autonomías, una primera constatación es que si bien hay
coincidencias en la crítica a la administración territorial actual, las divergencias aparecen en el momento
de definir –o redefinir– las nuevas unidades territoriales, sus competencias, su capacidad de poder, sus
relaciones con los otros niveles de gobierno, así como la propiedad y administración de los recursos. Y
ahí evidentemente no solo hay visiones diversas sino también confrontadas.
En las propuestas de las organizaciones indígena/campesinas se tiende a cuestionar, y en su caso
desestructurar, las actuales fronteras y unidades territoriales como los departamentos, provincias,
municipios y cantones, y reorganizar el país en nuevas unidades territoriales indígenas y regionales
recuperando los territorios ancestrales de las naciones originarias, por continuidad geográfica, por
afinidades culturales o lingüísticas, trascendiendo las fronteras departamentales e incluso nacionales. En
el otro extremo se encuentran aquellas posiciones cuya propuesta se basa más bien en la preservación y
reafirmación de las actuales delimitaciones territoriales y en base a ellas se proponen calidades
gubernativas autonómicas; es el caso de los movimientos cívicos departamentales. En medio de estas dos
posiciones, existen otras que buscan una combinación de ambas lógicas, por ejemplo, manteniendo
algunas unidades territoriales actuales como los municipios para conformar sobre esa base, las nuevas
unidades gubernativas indígenas o, más bien, regionalizar el país agrupando municipios o departamentos
con objetivos más concretos ligados al desarrollo. También se ha pensado en modelos basados en la
creación de nuevas unidades territoriales más representativas de las características territoriales, como las
regiones, en función del desarrollo. Por lo tanto, se considera que, en este tema concreto, a pesar de que
se entrecruzan matrices discursivas culturales y políticas distintas, se podría lograr un diseño
institucional combinado y complementario.
Pero el tema se complejiza aún más cuando intervienen las variables referidas a la organización política
y la distribución del poder que involucra temas de gobierno, autogobierno y la administración de los
recursos. En general, las propuestas de las organizaciones indígenas y campesinas establecen premisas
claras de autogobierno y autodeterminación, basadas en la elección de autoridades por usos y
costumbres, la vigencia de sistemas de autoridad comunitarios en la toma de decisiones y el control de
la gestión con participación y consulta social. En el caso de las propuestas cívico-departamentales como
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Santa Cruz, el énfasis está puesto en la conformación de los poderes, la capacidad normativa, y
competencias autonómicas, con énfasis en el tipo de relación entre niveles descentralizados,
particularmente con el gobierno central.
Estos distintos énfasis demuestran evidentemente no sólo intereses diversos, sino también estratégicos en
relación con el Estado. Mientras las organizaciones indígenas y campesinas conciben a las autonomías
como un resguardo social, político y cultural de sus fronteras frente a un estado históricamente
“avasallador” y pretenden, desde la base, instaurar mecanismos de influencia en los niveles superiores,
las propuestas cívico-regionales asientan su poder en los departamentos, recursos y objetivos de
desarrollo regional y entran en una disputa con el gobierno central, sin prestarle demasiada atención a los
temas culturales e identitarios de las comunidades que abarcan dichos territorios.
Si bien, mediante un ejercicio de ingeniería constitucional se podría buscar un modelo de
administración territorial concertado –de hecho varios intelectuales, ONGs y organizaciones sociales lo
hacen–, los problemas se producen cuando se coteja esta posibilidad con las tensiones sociales,
económicas y de cosmovisión que conllevan ambas vertientes en relación con la crisis estatal y su
resolución.
Por otra parte, una mirada detallada a los matices que presentan las distintas propuestas echa por tierra
también mitos como el de “las dos Bolivias”, y más bien revela la existencia de múltiples Bolivias. Si
bien las propuestas, como dijimos, se encuentran articuladas a dos matrices discursivas, en su interior
existen distintas visiones, por ejemplo entre pueblos indígenas de tierras altas y de tierras bajas, entre
indígenas y campesinos, así como entre la propuesta cívica de Santa Cruz y la de Tarija, y mucho más en
relación con la de Chuquisaca, o con las de los comités cívicos provinciales y las microregiones.
Asimismo, el análisis de las dos propuestas seleccionadas para los estudios de caso, vale decir, la
propuesta de la “Asamblea Nacional de Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de
Colonizadores de Bolivia” (2006) y la suscrita por la “Asamblea Provisional Preautonómica de Santa
Cruz”, permiten observar otros elementos que enriquecen la reflexión sobre el tema.
Las condiciones de emisión del discurso de las autonomías en el movimiento regional cruceño se sitúan
en el espectro socio-político boliviano en dos temporalidades distintas: la primera vinculada a las luchas
históricas cruceñas por la descentralización del poder –particularmente desde el siglo XIX- pasando por
distintas fases. La lucha por la autonomía que culmina en la Revolución Federal de 1900, las luchas por
las regalías después de la revolución del 52 y, luego, la construcción de la demanda de descentralización
desde la década de los ochenta que culmina en 1995 con la aprobación de una Ley de Descentralización
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que, en realidad, fue más bien una disposición de desconcentración de funciones. La segunda
temporalidad se encuentra vinculada a la coyuntura de crisis socio-política reciente, en que la demanda
asume una evocación a la “autonomía” y ya no a la descentralización y (re)surge con una fuerza
inusitada, al punto de posicionarse en la agenda política nacional como uno de los temas cruciales a
debatirse en el próximo proceso de la Asamblea Constituyente, estrechamente relacionada con intereses
económicos y regionales concretos.
Las organizaciones indígenas y campesinas, recuperan en el centro de su discurso elementos de la
memoria larga de lucha por la descolonización, que data de las movilizaciones contra la presencia
colonial, luego se traslada al Estado Republicano como una representación de las mismas lógicas de
exclusión y dominación, y finalmente a los procesos de independencia del movimiento indígena-
campesino respecto del proceso de subordinación al Estado homogenizante y monocultural del 52. El
segundo momento se sitúa a partir de la década del noventa, vinculado con la demanda de
reconocimiento de derechos colectivos indígenas bajo el influjo del Convenio 169 de la OIT y las
movilizaciones indígenas de tierras altas y bajas del país.
En consecuencia, los actuales discursos hacia la constituyente no son producciones recientes ni alentadas
sólo por el futuro proceso, sino que se remiten a los momentos estructurales descritos que les otorgan
sustento histórico y político.
Por otro lado, en la emisión y circulación de los discursos seleccionados, se encuentran una serie de
elementos simbólicos que interpelan distintos aspectos, por ejemplo, la invocación a los héroes (Andrés
Ibáñez, por un lado, o Tupac Katari, por el otro), el regionalismo, las banderas regionales o la wiphala, el
himno cruceño, el rechazo al centralismo, la descolonización, los rituales indígenas, la
autodeterminación, ama sua, ama lulla, ama khella, el iyambae, entre otros, que en muchos casos han
logrado penetrar en los sustratos profundos del imaginario colectivo; en el caso de Santa Cruz, por
ejemplo, la autonomía interpela a diversos sectores de la sociedad cruceña, además que en este caso los
sujetos regionales han avanzado hacia formas de consolidación institucional de la autonomía, ya sea por
la vía de presión al estado nacional o bien asumiendo medidas de hecho.
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Los procesos de construcción discursiva que siguen ambas propuestas son ciertamente distintos. Si bien
se podría afirmar que, en general, las propuestas son producto del trabajo de las élites dirigenciales con
el apoyo de asesores, del análisis de ambos procesos se pueden inferir lógicas distintas. En el caso de
Santa Cruz, la propuesta emergió de un grupo de asesores seleccionados por el movimiento cívico que,
en vinculación con el Comité y las comisiones designadas elaboraron un texto posteriormente
socializado entre las organizaciones regionales, en un proceso de “arriba hacia abajo”. En tanto que en el
caso de la propuesta del denominado Pacto de Unidad o Asamblea de los Pueblos, se partió de diversos
planteamientos sectoriales de las organizaciones sociales para ir decantando en una propuesta conjunta,
lo cual ha significado momentos de tensión y desacuerdos, pero finalmente consiguieron llegar a
acuerdos estratégicos en un proceso que podría caracterizarse como “de abajo hacia arriba”.
En suma, los discursos autonómicos –departamental o indígena– se constituyen en condensadores
ideológicos puesto que reflejan, o mejor, sintetizan por una parte la historia reinventada por sus
protagonistas; por otra, las luchas de poder y los intereses confrontados, pero además los imaginarios y
proyecciones sociales respecto de un ordenamiento estatal distinto.
Como se ha insistido en el transcurso del trabajo, la autonomía no es un concepto unívoco, sino más
bien connota una diversidad de sentidos articulados a los principios discursivos. De esta manera, en el
caso de las autonomías departamentales, las propuestas aparecen articuladas a un proyecto de desarrollo
y modernización regional anclado en las capacidades regionales y en el afianzamiento de los grupos de
poder local y empresarial vinculados a la entidad cívica departamental, que interpelan efectivamente las
expectativas de la sociedad local. Por otro lado, las autonomías indígenas se articulan a estrategias de
resistencia ante un Estado colonial, avasallador y, al mismo, tiempo propugnan la restitución de sistemas
de organización política comunitaria, de elección de autoridades y formas de organización con base en
usos y costumbres y, fundamentalmente, la recuperación de los territorios ancestrales. Sin embargo, no
se trata de sistemas discursivos cerrados, en ellos está presente “el otro” que lo complementa junto a la
idea de un Estado unitario. Complementariamente, existen diversos discursos sobre las autonomías que
permiten permeabilizar las dos posiciones abriendo posibilidades de concertación.
Por tanto, consideramos que para lograr un modelo concertado y común, que abarque las distintas
posiciones discursivas hace falta fundamentalmente partir de una mirada a las fracturas y
contradicciones actuales y encarar su discusión en el marco de la resolución de la crisis, la
recomposición de pactos políticos y acuerdos por la unidad del país. No es posible pues, abordar el tema
de las autonomías al margen de la discusión sobre el Estado y la nación que, sobre todo, en momentos de
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crisis, se convierten en el marco de referencia inmediato. Según un investigador latinoamericano, la gran
enseñanza de los procesos de descentralización realizados en Europa y en otros países de América Latina
es abordar el tema en el marco de la reorganización del conjunto del Estado, porque cuando se ataca un
problema parcial y, peor aún, si se lo hace desde una perspectiva unilateral, genera más conflictos que
soluciones. En realidades diversas y heterogéneas como la boliviana, no se trata ya de buscar inclusiones
formales, o peor aún, priorizar los particularismos que conduzcan a una nueva exclusión, sino de generar
visiones concertadas e intersubjetivas en el marco del respeto, la democracia y reconocimiento de las
diferencias.
Resumen ejecutivo de la investigación
“Visiones aymaras sobre las autonomías y propuestas para la construcción del Estado Nacional”
Mario Galindo (coordinador)3
Bonifacio Cruz Alanguia (+)
Tereza Elizabeth Pardo Venegas
Ramiro Bueno Saavedra
Marlene Ávalos Yepez
Al inicio de la investigación se pensó que el mejor título de la misma era: Visión de los aymaras en
torno a las autonomías regionales: Identidad y propuestas para la construcción del Estado nacional.
Sin embargo, conforme se fue escarbando en la temática, se constató que no hay una visión aymara
sobre las autonomías regionales. Lo que hay son visiones, en plural. Además no las hay sobre las
autonomías regionales sino sobre las autonomías en general. Hay muchas visiones aymaras y hay varios
tipos de autonomías. Por ello, no se debía, desde el título de la investigación, sesgar estos dos aspectos.
Tal vez lo que más se encontró fueron las visiones y propuestas sobre la construcción del Estado
Nacional.
3 Mario Galindo es economista. Ph.D. Master of Arts M.A.
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Esta pluralidad de visiones encontradas en los indígenas provenientes de diferentes sectores como los
sindicales, organizaciones de base indígenas, partidos y políticos e intelectuales aymaras y no indígenas,
ha sido verificada desde el punto de vista teórico y desde la constatación empírica con el contacto directo
en comunidades, ayllus y municipios predominantemente indígenas; y, por el otro, con las entrevistas
realizadas a una multiplicidad de intelectuales aymaras y no indígenas que contienen distintas visiones y
posiciones políticas con relación al tema.
De esta manera, se pensó que un trabajo sobre Visiones aymaras sobre las Autonomías y Propuestas
para la construcción del Estado Nacional contribuye al momento histórico y al debate político, social,
cultural, técnico y jurídico constitucional que vive el país.
Los pueblos indígenas tienen su visión de la naturaleza y del hombre, reclaman el derecho de uso de los
recursos naturales, el derecho a administrarlos y el derecho a vivir bien. En ese sentido, es importante
aportar desde distintos puntos de vista, para proponer alternativas que vayan a fortalecer al Estado
boliviano dentro de un marco de reconocimiento cultural, de derechos y en el marco de una
descentralización que beneficie a todos.
La sustentación de la investigación es constructivista básicamente y se basa en cuatro ejes temáticos:
interculturalidad, territorio, ecológico y económico. Y, como consecuencia, el factor político que da las
pautas en la construcción del país.
El punto de partida de esta investigación son los hechos históricos recientes, que llevan a suponer que el
occidente del país tiene una agenda que se basa en la Asamblea Constituyente y el oriente del país en las
autonomías, cuando son temas de una misma agenda. De allí la relevancia de la investigación en cuanto
a identificar aquello que se debe desentrañar, que son las visiones aymaras sobre las autonomías, tema
que aparece invisibilizado desde la óptica de la prensa, las instancias políticas gubernamentales,
académicas y de un observador poco interiorizado de las viejas demandas indígenas en el país.
Las reformas que se avecinan en el país, en el marco de la Asamblea Constituyente, anuncian el
reconocimiento del país como multiétnico, multicultural; la existencia de los pueblos indígenas, sus
derechos; y la posibilidad de diseñar estrategias y políticas públicas para garantizar constitucionalmente
esos derechos. Estos escenarios tienen que darse en tres frentes. Uno, la dinámica de los pueblos
indígenas que cada día se revitaliza, y esto se debe a una multiplicidad de factores, entre otras cosas,
porque tienen muy poco acceso a los servicios de salud, alimentación, educación etc. Dos, hay que
reconocer que se está dando un proceso de reformas del Estado que surge a raíz de la mala experiencia
de gobiernos autoritarios, de dictaduras, de modelos económicos que violaron los derechos de las
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grandes mayorías. Y tres, el reconocimiento a los aymaras, su carácter de pueblo distinto, con ejercicio
pleno de sus derechos, lo que no solamente equivale decir “reconozco” que hay pueblos indígenas, sino
decir y dar en la medida en que Bolivia es un país plurinacional, plurilingüe, multicultural, multiétnico...
En ese sentido, el objetivo general de esta investigación fue el de indagar, analizar y profundizar en la
visión de los aymaras con relación a la conformación de regímenes autonómicos, a partir de la necesidad
de crear las bases para una profunda transformación del Estado, sustentada en una efectiva
descentralización política que garantice las relaciones de equidad y solidaridad de todos los bolivianos,
con valores culturales y autoridad propios, independencia de clase, religión, región o departamento del
país en el que viva o haya nacido.
Y los objetivos específicos:
• Examinar los cambios producidos en las relaciones espaciales y de conciencia sociocultural de
los aymaras, como corolario de las medidas políticas auspiciadas por el Estado desde 1952, que
deviene, entre otras consecuencias, en su aspiración de construir Autonomías Indígenas.
• Analizar los causales de las brechas socioeconómicas interregionales o inter-departamentales
que marcan las diferencias en el crecimiento económico y en las relaciones sociales y culturales,
producto de las prioridades en inversiones nacionales y extranjeras que ha generado una nueva
estructura económica desigual, además de proponer posibles escenarios de soluciones
estratégicas en el marco de la construcción de Autonomías en el país.
• Conocer las propuestas de los aymaras en cuanto al manejo de recursos naturales en un eventual
régimen autonómico.
• Indagar las ideas de los aymaras sobre los pilares de un nuevo Estado que rompa las asimetrías
en las relaciones entre departamentos y regiones, entre lo rural y urbano, así como entre pobres
y ricos, y logre su inserción competitiva en el proceso de globalización económica y política.
• Proponer a lo largo de la investigación puentes en las visiones occidentales y aymaras de
regímenes autonómicos y de construcción de un Estado Boliviano Multicultural e Intercultural,
que es el nuevo desafío de fondo de la próxima Asamblea Constituyente.
La indagación se hizo a partir de tres variables: el idioma, la pertenencia a una etnia y el idioma
ancestral. Con esos tres indicadores se identificó la zona aymara en poblaciones con 85 por ciento de
habitantes que se consideren tales. Esto es: provincias Pacajes, Omasuyos, Ingavi, parte de Manco
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Kapac, parte de Larecaja y parte de Nor y Sud Yungas. Y en Oruro tenemos Nor y Sud Carangas, que
son los centros aymaras.
Las conclusiones, en ese marco, señalan que en el área andina, como en América Latina, el Estado–
Nación es todavía una cuestión abierta, en la cual no pueden dejar de ser reconocidos tres problemas
pendientes: i) La colonialidad de las relaciones materiales de poder entre lo europeo y lo no-europeo (lo
aborigen, principalmente, pero también lo de procedencia africana e inclusive asiática); ii) La hegemonía
del paradigma eurocéntrico en la perspectiva mental de nuestra sociedad; iii) La manera eurocéntrica de
plantear y abordar la cuestión nacional.
Resumen ejecutivo de la investigación
Estado, nación y ciudadanía multicultural en la región amazónica de Bolivia: La formación de entidades territoriales autónomas como vía para la
democratización del Estado boliviano
Wilder Molina (coordinador)4
Cynthia Vargas
Pablo Soruco
El modelo de Estado-nación centralizado y su pertinencia en las sociedades de hoy ha dado lugar a
cuestionamientos teóricos y políticos respecto a su consistencia y validez. Tanto por la investigación
teórica y empírica como por las acciones y discursos de los actores sociales, en Bolivia y otros países, la
unidad sociopolítica estatal es vista como un mecanismo de dominación regional y étnica; como factor
de confrontación interna antes que de unidad y equilibrio.
Así es como surgen demandas de reconfiguración que, desde la reflexión crítica y teórica, apuntan a una
distribución del poder, sea a partir de criterios regionales, culturales o étnicos. Así nace la noción de
autonomías.
La propuesta de investigación se inspira en este escenario, proponiendo centrar el análisis en los casos de
Beni y Pando, dos sociedades marcadas por su diversidad etnocultural, sus dificultades de ser región, su
4 Wilder Molina es sociólogo y abogado. Mcs. en Ciencias Sociales.
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tipificación como territorios aislados del Estado, asumidas –sin embargo– en el discurso estatal como
una unidad territorial bajo el concepto de región amazónica.
Allí, en la amazonia, la crítica al modelo de Estado centralizado ha crecido de manera importante en los
dos últimos años, a la par que se diversificó el debate en torno a las demandas de autonomía y
descentralización política. Las posiciones emergentes, expresadas en talleres, entrevistas y artículos en
los medios locales de comunicación se focalizaron en lo que se denomina el centralismo estatal y su
propuesta de solución, las autonomías, pero poco se remitieron a cuestionar la pérdida de fe en el
concepto nación y los sentimientos del ser boliviano.
En el Beni, mientras algunos actores asumen el territorio departamental como escenario idóneo de las
autonomías, en el norte de este departamento se actualiza la idea de reconstituir la región amazónica
entre Beni y Pando, independientemente de los límites departamentales. Alternativamente, de otra parte
otros actores circulan la propuesta de autonomía regional a partir de un territorio articulado por el eje
Riberalta-Guayaramerín.
Un tema que no ha sido muy difundido y que es muy importante por la cualidad étnica de la región
amazónica, son las demandas de autonomías territoriales indígenas y derechos especiales de
representación política como propuestas de democratización multicultural, emergentes desde
organizaciones indígenas en los mismos espacios donde se construía la demanda de autonomía
departamentales.
La propuesta de investigación sobre autonomías y territorios nace antes de que se realice el referéndum
nacional, cuando la discusión sobre autonomías y modelos de Estado ya había transitado entre Beni y
Pando por diversos espacios públicos, facilitada por entidades de origen privado y estatal. Con mayor
intensidad desde octubre de 2003 hasta mayo de 2006, el debate se instaló a partir de iniciativas de
organizaciones no gubernamentales, instancias gubernamentales, universidades, organizaciones sociales,
gremios empresariales y prefecturas. Todos abrieron espacios públicos de discusión, de modo que la
cuestión de las autonomías ya tuvo la virtud de haber pasado por un amplio proceso de socialización,
interacción ciudadana y clarificación conceptual.
Ni ahora que se presentan los resultados ni entonces cuando nace el perfil de investigación, se asume la
misión de demostrar que las autonomías son parte del horizonte de expectativas de los actores políticos.
Por otra parte, no estaba ni está entre los objetivos causar el “efecto de consenso”, es decir, no se buscó
mostrar que los actores en el Beni y Pando se adhieren a las autonomías, en cambio, sí poner en prueba
ciertas conclusiones e hipótesis lanzadas respecto a su contenido social, a sus actores y a los efectos de
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este procesos político en los componentes que responden a la construcción del Estado y la comunidad
nacional.
La investigación analiza el proceso político que involucra la construcción del Estado-nación y las
autonomías políticas con relación a su incidencia en la reconfiguración de las identidades territoriales y
las prácticas de ciudadanía multicultural en la región amazónica.
Entre otros, los objetivos fueron:
• Interpretar las definiciones sociales respecto al Estado, la nación y las identidades territoriales
en la región amazónica, en su relación con las demandas de autonomías y democratización del
Estado
• Analizar la relación entre los procesos de construcción de demandas de autonomías con las
identidades territoriales y nuevas prácticas de ciudadanía en la región amazónica.
• Describir las lógicas de articulación socio-territorial presentes en Beni y Pando.
La pregunta de la investigación fue: ¿como se manifiestan y articulan los procesos de construcción del
Estado-Nación, los discursos sobre las autonomías territoriales y la descentralización del Estado con
relación a las prácticas de ciudadanía multicultural y las identidades territoriales en la región amazónica
de Bolivia?
Algunos esbozos de respuesta dicen que, en el momento que vivimos, las demandas de descentralización
política en la región amazónica, en su diferentes versiones, regionales, étnicas, departamentales, se
sostienen en una crítica a la concentración de poder, burocracia, competencias estatales y recursos
públicos en un solo lugar o en un solo grupo. En muchos actores se siente como una aspiración de más
democracia que justifican, asimismo, por los efectos positivos esperados de su aplicación en la reducción
de los desequilibrios inter e intra regionales. Pero tampoco es una idea universal y de un mismo sentido.
Las demandas de descentralización, autonomías y gobiernos regionales se perciben y definen de
diferentes maneras entre los ciudadanos de la región amazónica. Las posiciones varían desde aquellas
que acompañan la demanda con valores propios de contenido democrático y unidad nacional, hasta otras
que proponen formas autoritarias de resolver las desigualdades regionales y étnicas que se vinculan al
centralismo estatal. Por lo mismo, no es unívoca la relación entre las demandas de autonomía que
circulan en los territorios amazónicos con los ideales de la “nación camba” o de élites económicas”,
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como hasta ahora se intenta en los análisis provenientes desde ámbitos políticos e intelectuales de la sede
de Gobierno nacional.
En ese escenario, se concluyó que:
• Entre Beni y Pando la relación de los actores sociales con la región amazónica tiene dos
expresiones o vertientes: aquella que nos remite a lo amazónico como identidad y la otra
referida a la amazonia como espacio territorial. Es en la amazonia donde se emplazan los
territorios departamentales y las sociedades locales, cuyo argumento principal de pertenencia se
determina por la similitud de los paisajes naturales que comparten, por el acceso a una ecología
común. Es lo que se encuentra en ciudades tan distantes una de otra, como la ciudad de
Rurrenabaque y Cobija, pero que coinciden en definir sus lugares específicos como parte de la
región amazónica.
• En cuanto al reconocimiento o las adhesiones a una identidad amazónica encontramos también
dos vertientes: por un lado, los actores que se adhieren al sentimiento de “ser amazónico” como
un componente central de la identidad territorial. Esto es latente en Riberalta y Guayaramerin,
donde la gente se reconoce como amazónico. Por otro, en Cobija, Trinidad, San Borja y
Rurrenabaque, las adhesiones a lo amazónico como una identidad territorial son menos visibles,
aunque se presentan en algunos casos, pero es más clara la intención de representar la identidad
departamental –lo beniano, lo pandino– como el fundamento de la identidad territorial
aglutinante respecto a otras identidades territoriales. Por ello se concluye que lo amazónico es
una identidad territorial en construcción, es decir, una identidad en proyecto cuyo grado de
interpelación más fuerte se manifiesta en el territorio regional que tiene como eje articulador a
Riberalta y Guayaramerín.
• De acuerdo a los elementos conceptuales referidos al espacio y territorio, se concluye que la
amazonia es, en este momento, una región ecológica que contiene por los menos tres territorios
y tres sociedades regionales, además de múltiples sociedades locales y espacios. De la misma
forma, en la región amazónica se constata en este momento la presencia de varias identidades
territoriales, ya sea con referencia a territorios departamentales, regionales y locales. En ningún
caso se visualizan identidades territoriales en pugna sino, más bien, proyectos de identidad,
propuestas de reajuste y reacomodo frente a los procesos políticos derivados por la construcción
de por los menos cuatro tipos de demandas de autonomías territoriales (étnicas, regionales,
departamentales) y por las propuestas de diseño de otro modelo de Estado.
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• Los procesos políticos que involucran la construcción de las demandas de autonomías
departamentales han dado como resultados dos escenarios diferentes en Pando y en Beni en
cuanto a la reconfiguración de las identidades territoriales departamentales: en Pando, desde
Cobija, el sistema de actores se ha concentrado en la identidad pandina como eje del discurso,
sin que se enuncien cuestionamientos o se postulen elementos identitarios alternativos o nuevas
identidades territoriales o complementarias. En Beni, en cambio se encuentra dos escenarios:
por un lado, desde Trinidad han emergido nuevos elementos que se proponen integrar como
parte central de un nuevo discurso de la identidad beniana donde destacan como sus
componentes el concepto de lo amazónico, lo misional, lo mojeño y lo camba; por otro lado,
desde Riberalta se propone como proyecto la identidad amazónica y se debilitan las adhesiones
a los discursos sobre la identidad beniana que buscan constituirla sobre elementos misionales,
mojeños o camba.
No se ha encontrado en ningún caso manifestaciones respecto a proyectos de identidad nacional como
expresiones de cuestionamiento, en todo caso es con relación a lo nacional que se halla una coincidencia,
una sola versión, de un sentimiento nacional arraigado que puede explicarse –en lo estructural– por la
incidencia de la socialización estatal y el hecho de que Pando y Beni son “productos republicanos”, –en
lo coyuntural– como cuestionamiento a los discursos y la simbología cultural que ahora se utiliza desde
algunos espacios públicos del Gobierno nacional. Pero al mismo tiempo, mientras se cuestiona una
forma de actuación del Estado, que es el modelo del Estado Central, el proceso político no ha gestado o
dado lugar a una nueva definición de Estado, que traspase el carácter benefactor y asistencial. En todo
caso, es general la posición respecto a configurar un Estado como garante del desarrollo regional y/o
departamental y obviamente como distribuidor de riqueza hacia los más pobres y “olvidados”, lugar en
el que se posicionan Beni y Pando.
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Lo primero no tiene otra vía de solución que una radical descolonización del poder, “nacional” e
“internacionalmente”, como punto de partida de una democratización de la sociedad. Lo segundo, salir
de las rígidas prisiones del reduccionismo eurocéntrico, ese provincianismo mental de origen colonial,
cuya pretensión de universalidad no tiene mejor sustento que el control del poder mundial, y que está ya
en crisis en la propia Europa. Lo tercero, el replanteamiento radical de las ideas de Nación y de identidad
nacional, como legitimación de la diversidad en la especie y en la experiencia histórico-cultural (fuera de
los estereotipos coloniales de “raza” y de “etnia”); como riqueza deseable y necesaria de toda existencia
social colectiva.
Todo ello, sin embargo, no agota esta cuestión. Lo que comenzó hace 500 años con la invasión y
colonización ibéricas y con la formación de las Américas, está hoy en plena culminación; la
globalización del poder y del mundo de la especie humana. Este hecho introduce un elemento nuevo en
esta historia. El mundo, en ese sentido, es nuevo.
Respecto de la cuestión de la identidad en Bolivia y en América Latina, la globalización del mundo
implica dos procesos que son, al mismo tiempo, entrelazados y contradictorios: uno, la mundialización o
globalización cultural; esto es, la formación de un universo de significaciones común a todas las
sociedades / culturas, a todos los hombres y mujeres del mundo. Dos, la presencia mayor y más acusada
de las diferencias, diversidades y especificidades histórico-culturales entre la población mundial.
En este nuevo contexto, ninguna identidad autonómica de Nación puede ser pensada o planteada como
un mero en-si-mismamiento en lo “nacional o regional”, en lo “aborigen”, etc., inclusive cuando el sí-
mismo tuviera una plena consistencia y una autonomía original como las que, precisamente, no
distinguen a la actual experiencia histórico-cultural latinoamericana o boliviana en particular. Esa
tentación confunde el problema de la autonomía con la separación, con el aislamiento, con el
enclaustramiento.
Lo mismo en términos colectivos que individuales, ningún proceso de autonomías puede ser planteado,
en adelante, sólo en relación con la historia previa o local, sino en referencia y a través de los procesos
de globalización del mundo contemporáneo. La identidad y autonomía, en consecuencia, no puede ser
planteada hoy sino como un modo y un momento, cambiantes, de cristalización de las relaciones que se
producen, se reproducen y cambian en el proceso de mundialización y globalización de las relaciones.
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Finalmente, la autonomía aymara implica todo el problema del carácter y del sentido de una sociedad
específica. Por lo tanto, no puede ser debatida fuera de la necesidad de liberar las relaciones sociales de
toda forma de dominación y de explotación. Es decir, no podría ser abordada, mucho menos resuelta
realmente, sino como una dimensión de un proyecto y de un proceso histórico de auto producción
democrática de la sociedad. En esa perspectiva, la descolonización de las relaciones de poder es, en un
marco y punto de partida de todo debate, de todo proyecto, de todo ejercicio de identidad histórica
autónoma.
De todo lo expuesto surgen algunas preguntas para la reflexión en el caso boliviano: ¿tienen vocación
independentista los aymaras en Bolivia? Es decir, ¿quieren autonomía o auto-determinación?
¿Separación o ejercicio de sus derechos? ¿Quiénes son los separatistas en Bolivia? ¿Las élites cruceñas o
los aymaras en Bolivia?
Nuestro esbozo de respuestas dice:
• Desde la cosmovisión aymara y andina, el concepto de autonomía no es parte de la misma, es
una construcción de los no indígenas como parte del paradigma de la modernidad, ajena a la
lógica andina.
• Los aymaras e indígenas son prointegracionistas, antes que separatistas.
• No existe una única visión aymara en torno a las autonomías, sino múltiples visiones en torno al
tema.
• Muchas de las visiones en torno a las autonomías, no tienen mucho asidero en su viabilidad,
pese a contar con un buen sustento teórico.
• Es posible conciliar, redefinir y reinventar el concepto de nación desde las dos lógicas: la
occidental y la andina como fundamento de un nuevo Estado-Nación multicultural.
• Mayoritariamente, no caben en la sociedad boliviana las visiones etnocentristas de un posible
retorno a las estructuras ancestrales de reconstitución de un pasado milenario que ya no existe ni
existirá en su versión original.
• Los pueblos indígenas no muestran en sus visiones desde la comunidad la intención de
adueñarse o capturar la propiedad de los recursos naturales. Antes bien, se concibe una posición
de solidaridad, de reciprocidad. La élite dirigente, sin embargo, alienta esta perspectiva de
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• propietarismo indígena de los recursos naturales, confundiendo este tema, incluso con visiones
cosmogónicas.
• Las voces de que los aymaras pretenden la construcción de su propio Estado no capturan el
verdadero sentimiento y pensamiento que, insistimos, está en una lógica integracionista, por el
mismo devenir histórico y por la misma realidad política actual que le toca vivir.