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María Alejandra lrigoin y Roberto Schmit (editores) Carlo.s S. Assadourian - Eduardo Cavieres - \liviana Conti - Alicia Crll Lázaro J\tlaría Alejandra Irigoin - CYuillenno iVIira - Esteban Nicolini - Silvia Palon1eque .tvliguel Ángel Rosal - Roberto Sch1nit - Carlos F. Scrin1ini LA DESINTEGRACIÓN DE LA ECONOMÍA COLONIAL Comercio y moneda en el interior del espacio colonial (1800-1860) Prólogo: José Carlos Chiaramonte Con1entario: Jorge Gelman C. SEMPAT ASSADOURIAN Y S. PALOMEQUE, 2003, “Las relaciones mercantiles de Córdoba, 1800-1830. Desarticulación y desmonetización del mercado interno colonial en el nacimiento del espacio económico nacional” En Irigoin, M.A. y Schmit, R (Ed.) La desintegraciòn de la economía colonial, Editorial Biblos, Buenos Aires., p.151-225

Assadourian Palomeque 2003 Las Relaciones Mercantiles de Cordoba 1800 1830-Libre

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Historia argentina; Assadourian Palomeque ; Las Relaciones Mercantiles de Cordoba 1800 1830-Libre

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  • Mara Alejandra lrigoin y Roberto Schmit (editores)

    Carlo.s S. Assadourian - Eduardo Cavieres - \liviana Conti - Alicia Crll Lzaro J\tlara Alejandra Irigoin - CYuillenno iVIira - Esteban Nicolini - Silvia Palon1eque

    .tvliguel ngel Rosal - Roberto Sch1nit - Carlos F. Scrin1ini

    LA DESINTEGRACIN

    DE LA ECONOMA COLONIAL

    Comercio y moneda en el interior

    del espacio colonial (1800-1860)

    Prlogo: Jos Carlos Chiaramonte

    Con1entario: Jorge Gelman

    C. SEMPAT ASSADOURIAN Y S. PALOMEQUE, 2003, Las relaciones mercantiles de Crdoba, 1800-1830. Desarticulacin y desmonetizacin del mercado interno colonial en el nacimiento del espacio econmico nacional En Irigoin, M.A. y Schmit, R (Ed.) La desintegracin de la economa colonial, Editorial Biblos, Buenos Aires., p.151-225

  • 982.04 IR!

    lrigoin. Mara Alejandra La desintegracir1 de la econo1na colonial: con1ercio y n1onccla e11 el inte1ior del espacio colonial 1800-1860 / Maria Alejandra lrigoin y Roberto Scl1mit.- la. ed. - Buenos Aires: Biblos. 2003. 336 pp.; 23xl6 cm. (Historia Argentina)

    ISBN 950-786-346-X

    l. Ttulo - 1. Historia Argentina del Siglo XIX

    Diseo de tapa: Isabel Rodrigu Arn1ado: Hernn Daz Coordinacin_: Mnica Urrestarazu

    Los autores, 2003 Editorial Biblos, 2003 Pasaje Jos M. Giuffra 318, Cl064ADD Buenos Aires [email protected] / [email protected] www.editorialbiblos.com Hecho el depsito que dispone la Ley 11. 723 Impreso en la Argentina

    Ninguna parte de esta publicacin. incluido el diseno de la cubierta, puede reproducirse. almacenarse o transrnitirse en forma alguna. n1 tampoco por medio alguno. sea ste elctrico. quhnico, inecnico, ptico de grabacin o de ttocopia. sin la previa autorizacin escrita por parte de la editorial.

    Es ta primera edicin de l, 000 ejemplares fue impresa en Grfica Laf SRL, Loy0la 1654, Buenos Aires, Repblica Argentina, en febrero de 2003.

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  • NDICE

    Prlogo, por Jos Carlos Chiaramonte ................................................................ 11

    Agradecin1ientos ............................................................................................ , ... 15

    Introduccin: la desintegracin de la economa colonial, por Mara Alejandrairgoiny RobertoSchmit ..................................................... 17

    Minera, comercio y moneda en un perodo de transicin. Potos, la crisis colonial y las bases del crecimie11to econmico del Rio de la Plata desptls de la Independencia, por Guillemw Mira y Alicia Gil Lzaro ................................ 37

    Introduccin ................................................................................................. 37 El espacio rioplatense, la plata y el eje Potos-Buenos Aires .......................... 38 La crisis de 1802-1805 en Potos como prlogo a la crisis colonial en el

    espacio rioplatense .................................................................................. 40 Crisis imperial ... conflictos regionales en Amrica: la Revolucin de

    Mayo en Buenos Aires ............................................................................. 42 La familia Anchorena ante la crisis ............................................................... 46 Conclusiones ................................................................................................ 49 Anexo , . , ....... , , , , , , , , . , .......... , , . , , ........ , . , , , ....... , ...... , , , , , , , , , ........ , .. , , .... , .. , , ... , ........ , , 52

    La fabricacin de moneda en Buenos Aires y Potos y la transformacin de la economa colonial en el Ro de la Plata (1820-1860), por Mara Alejandra frigoin ................................................................................ 57

    La moneda y las polticas monetarias .................................................. , ........ 61 La moneda feble en Bolivia ...................................................................... 61 El papel moneda en Buenos Aires ............................................................ 65 La coexistencia de diversas monedas ............................................... , ....... 67

    Los intercambios comerciales ....................................................................... 70 El comercio exterior y la estructura fiscal en Bolivia y en Buenos Aires .... 79 Los efectos de las polticas monetarias ..................................................... 81 Comercio e,xterior e impuestos en Buenos Aires ....................................... 84

    Conclusiones ................................................................................................ 88 Anexo , , . , , , , ........... , , ..... , , ........ , .. , , , , , .... , ... , ................... , , , .. , , . , ....... , . , ..... , , , , , , , , , .. , 91

    Con1ercio, diversificacin econmica y formacin de mercados en una econoina en transicin. Chile en el siglo XIX, por Eduardo Cavieres F . ............... 93

    Introduccin ............................................................................... _ .................. 93 El factor britnico y la readecuacin de mercados ......................................... 97

  • Capacidades en1presariales, diversificacin de actividades y formacin de 111ercados ...................................................... .

    La expansin inl('rna: Es lado, mercados y consumidores ..... Expansin del mercado y crecin1iento econn1ico: los lmites de la

    1nodernizacin ................................... .

    Circuitos rnercantiles, n1edios de pago y estrategias en Salla y Jujuy

    100 103

    110

    (1820-1852), por Viviana Con ti .. . .. .. .. .. .. .. .. . . .. . .. . . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 113 Salla y Jujuy en 1820..................................................................... 115 Circuitos y estrategias mercantiles durante las dcadas de 1820 y 1830 . . . . . 117 La opcin del Pacifico ................................................................................ 120 Circuitos y estrategias mercantiles durante las dcadas de 1840 y 1850 ..... 121 La opcin de Val paraso ............................................................................. 124 Anexo ........................................................................................................ 127

    La situacin monetaria en Tucumn (1825-1853), por Esteban A. Nicolini y Carlos Federico Scrimini ............................................. 135

    h1troduccin ............................................................................................... 135 La identidad de la teora cuantitativa del dinero .......................................... 137 La evolttcin de los precios ......................................................................... 138 La produccin en Tucumn entre 1825 y 1853 ........................................... 140

    Las esU111aciones contemporneas ......................................................... 140 Los precios de los factores ..................................................................... 141

    La circtdacin monetaria ............................................................................ 144 La velocidad de circulacin .................................................................... 144 Ingreso anual de plata en ....................................................... 144 La emisin de moneda en Bolivia ........................................................... 145

    La magnitud de los flujos a comienzos ele la dcada de 1850 ....................... 146 Conclusiones .............................................................................................. 146 Anexo ......................................................................................................... 148

    Las relaciones mercantiles de Crdoba {1800-1830). Desartictdacin y desmonetizacin del mercado interno colonial en el nacimiento del espacio econmico nacional. por Carlos Sempai Assadourian y Silvia Palon1eque .......... 151

    La economa regio11al y sus relaciones en los ltimos aos coloniales .......... 152 Las relaciones mercantiles con el Alto y el Bajo Per .............................. 153 Las relaciones mercantiles con Buenos Aires, el Litoral y Paraguay ........ 155 Las relaciones mercantiles con Chile y con los circuitos martimos del

    ocano Pacfico ....................................................... ........................ 159 Las relaciones mercantiles con San Juan, La Rioja y Mendoza ............... 162 Las relaciones mercantiles con Catamarca ............................................. 164 Las relaciones con las provincias del norte {Tucun1fu1, Santiago

    del Estero, Salta y Jujuy) .................................................................. 166 Sntesis sobre las relaciones mercantiles interregionales en la primera decada del siglo XLX ..................................................................................... l 67 Las relaciones mercantiles despus de 1810 ............................................... 169

    Las relaciones mercantiles con el Alto y el Bajo Per .............................. 169 Las relaciones con Buenos Aires, el Litoral y Paraguay ........................... 177 Las relaciones con Chile y el mercado del Pacfico .................................. 186 Las relaciones con San Juan, La Rioja y Mendoza .................................. 189

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    Las relaciones con Catamarca ............................................................... 195 Las relaciones con las provincias del norte ............................................. 198

    Conclusiones .............................................................................................. 199 Los cambios en la balanza comercial de Crdoba ................................... 199 Los can1bios en las relaciones inlcrregionales ........................................ 200 Mencin al proble1na del dinero para el pago de in1portaciones

    ultramarinas .................................................................................... 20 l Anexo l. Las fuentes y su lralamienlo ........................................................ 203 Anexo 2 ...................................................................................................... 209

    Flujos comerciales e integracin econmica del espacio rioplatense hacia el final del periodo rosista, por Miguel ngel Rosal ............................................... 227

    Las fuentes ................................................................................................. 228 Regiones y subregiones ............................................................................... 229 Los lujos con1erciales ................................................................................. 231

    Componentes del lujo ........................................................................... 234 Conclusiones .................................................................. .-........................... 238 Anexo ........................................................................................................ 240

    Enlaces conlictivos: comercio, fiscalidad y n1edios de pago en Entre Ros durante la primera mitad del siglo XIX, por Roberto Schmt ............................... 251

    El con1ercio de Entre Ros en el espacio n1ercantil rioplatense ..................... 252 El comercio entrerriano ......................................................................... 254 El comercio durante el lapso 1820-1840 ................................................ 255 El "gran salto" comercial (1843-1853) .................................................... 257

    Las finanzas pblicas y la moneda .............................................................. 264 El co1nerco y los medios de pago ................................................................ 266 Conclusiones .............................................................................................. 273 Anexo ........................................................................................................ 275

    Condiciones y estmulos en la rect1peracin de una economia regional. Prcticas mercantiles e instituciones empresariales en Mendoza (1820-1880), por Beatriz Bragoni .......................................................................................... 277

    Consideraciones en torno del comercio, el mercado y la moneda ................. 280 Negocios, crdito y mercados. La dinc3.mica empresarial de los Gonzalez (1820-1880) ....... "." ...... " ............ " ................................... """ ..... "" ...... "'.'' 287

    Los trminos del intercambio (1827-1840) ............................................. 287 Reformulacin, de negocios, patrimonio y pautas de inversin ................ 292 Daniel Goncilez y Ca.: la fon11alizacin de los 11egocios familiares ......... 296

    Conclt1siones .............................................................................................. 306 Anexo ......................................................................................................... 309

    Las tensiones de la economia rioplatense en la primera milad del siglo XIX. 7 Algunos comentarios, por Jorge Gelman .......................................................... 311 9 g Bibliogralla ...................................................................................................... 321 7 6 Sobre los autores ........................................................................... -.................. 335 9

  • LAS RELACIONES MERCANTILES DE CRDOBA (1800-1830)

    DESARTICULACIN Y DESMONETIZACIN DEL MERCADO INTERNO

    COLONIAL EN EL NACIMIENTO DEL ESPACIO ECONMICO NACIONAL

    Carlos Sempat Assadourian y Silvia Palomeque

    bien en esta investigacin nos centramos fundamentalmente en el anlisis cuanti-tativo de la circulacin mercantil regional de Crdoba en un perodo que abarca desde los Ultimas aos coloniales hasta las dos dcadas posteriores a la crisis de la il1depen-dencia, el hecho de constituir a esta regin en centro de observacin de las relaciones interregionales nos permite reflexionar sobre un espacio ms amplio y sealar las s'erias n1odificaciones que afectan a las otras regiones del mercado interno colonial cuando se inicia el contacto directo con el n1ercado mu11dial. En este trabajo analiza-remos primero las articulaciones mercantiles de las distintas especializaciones pro-ductivas regionales para fines del perodo colonial y luego las compararemos con las que se dan entre 1810 y 1830 y, en cada etapa, lo haremos a travs de un anlisis cuantitativo que permite observar las oscilaciones y los cambios en el movimiento de las exportaciones e importaciones, las cuales consideran tanto los productos europeos como los provenientes del antiguo mercado interno colonial. Slo hen1os podido alcan-zar estos resultados luego de varios aos de trabajo durante los cuales hemos ido presentado avances parciales (Assadourian, 1983, cap. v; Palomeque, 1989; Assadou- rian y Palomeque, 2001).'

    La investigacin se basa en la docun1entacin cuantitativa de la serie de 1-lacienda que se agrupa en la Administracin de Alcaba1as2 principalmente, y se ha consultado

    l. Slo cita1nos las publicaciones principales. En la primera publicacin (Assadourian. 1983, cap. VI) se presentan los resultados de una investigacin sobre el sector exportador cordobs realizada durante 1974 y 1975 por C.S. Assadourian gracias a un subsidio del SSRC y con la colaboracin de Silvia Palo1neque y Miguel ngel Cuenya principalmente. En la segunda de ellas (Palomeque, 1989) constan los resultados de una investigacin sobre la circulacin inierregional realizada durante 1985 y 1987 gracias a una beca de CONICET. La tercera publicacin (Assadourian y Palorneque. 2001), referida al anlisis de las importaciones europeas tes un avance del proyecto de investigacin conjunto que venirnos realizando desde 1995 hasta ahora. El largo trabajo de ingreso de datos se ha logrado subsidiar gracias al apoyo de SECyT-UNC, CON!COR, CONlCET y Agencia Crdoba Ciencia. Agradecemos la colaboracin y responsabilidad de Luis Tognelti en el cargado en base de daios de las importaciones de efectos de Castilla-ultramarinos y a lida Tedesco por su colaboracin en la recoleccin de informacin sobre importaciones de efectos de la iierra.

    2. Las alcabalas. impuesto colonial con continuidad republicana, nom1at.ivan1ente slo afectan a los productos en su lugar de consun10.

    [ 151 J

  • 152 Carlos Seinpat Assaclourian y Silvia P
  • 5 relaciones n1e1Tn.ntiles de Crdoba (1800-1830) 153

    ;:a,_significar lln tercio de los habitantes de las provincias del "interior" Y La poblacin _:}te Crdoba alcanzaba un lota! de 44.506 habitantes en 1778, c.on 84 por ciento de ],fpoblacin rural. Es la poblacin s? encuentra en un proceso de iranco crecinlienlo y ; alcanza a 71.637 personas en 1813 (Arcondo, 1998, 1995), 81. 791 en 1822 y 100.652

    en 1840 (En.drek, l 980; Celton, 1982). La proyeccin de los datos permite calcular que en el perodo de nuestro es ludio la poblacin se incren1cnla en 32 por ciento. 7

    Las relaciones mercaniiies con el Alto y el Bajo Per

    La especializacin de Crdoba en la cra e invernada de mulas se inici velozmente en la segunda dcada del siglo XVII y estaba destinada a abastecer a Potos primero y luego a los otros centros n1ineros altoperuanos. Ya en la dcapa de 1630 se denominaba como "el sustento y trato de la tierra"; las CA'])Ortaciones alcanzaron a doce mil cabezas en 1630-1650 y subieron al doble en la segunda mitad del siglo. Esta exportacin fue fuertemente afectada por la crisis minera; en 17 lQ la produccin haba cado en 75 u 80 por ciento, al igual que los precios ya cercanos al costo de produccin y cuya tendencia decreciente ya haba comenzado en la segunda mitad del siglo XVII (Assa-dourian, 1983, cap. VT). Al culminar la primera mitad del siglo XVUI, la economa minera del espacio peruano inici un lento repunte {Bakewell, 1990: 83) y co11 ella la economa de Crdoba {Punta, 1997). Las mulas volvieron a ser una mercanca con precio y demanda creciente, aunque enfrentando criticas periodos a causa de sequas corno la de 1773 o la de los primeros aflos del siglo XIX (Tandeter, 1991) o por la quinquenal interrupcin por las sublevaciones indgenas (1780-1785) que termina con el sistema de "repartos" 1983, cap. VI). Despus de las rebeliones y a pesar de la supresin del "reparto",8 se dio un aumento de los precios que estimul nuevamente la oferta. Segn un importante comerciante de Salta, en 1800, "los hacendados con-siderar1do [la prohibicin del reparto] han abandonado las cras, pero desengaados

    6. Bajo esta denominacin estamos agrupando a las provincias de Crdoba, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, Tucun1n, Salta y Jujuy, es decir, todas las de la antigua Gobernacin del Tucurnn. Se encuentran ms detalles sobre la comparacin entre consutno de importaciones y poblacin de las provincias del .. interior" en Palomeque ( 1989: 138-140). Se advierte que algunas cantidades sobre la economa de la regin de Crdoba que constan en ese trabajo se han modi-ficado pero que ello no varia las tendencias ya registra_das. Los cambios se dieron al incorporar ms aos en las series y al hacer un anlisis porn1enorizado de las partidas que corr1ponen las importaciones.

    7. Agradecemos la proyeccin a Sonia Tell. Proyeccin realizada sobre el perodo intercensal 1778-1813 (para la estitnacin de 1800) o 1822-1840 (para la estin1acin de 1830). Los datos de poblacin total de 1778 y 1813 han sido tomados deArcondo (1998, 1995). Los de 1822 y 1840, de Endrek (1980) y Celton (1982).

    8. Antes de las sublevaciones la mula formaba parte de los repartimientos forzosos que los corregidores diStribuian sobre todo a la poblacin indgena. siendo "'el elemento ms in1portante del arancel. ! ... J La mayor parte provena de las provincias del Tucumn [ ... J y unas pocas de la norteila de Piura [ ... J las n1ulas repartidas sobrepasaban como prorriedio un anirnal por familia" (Golle, 1980: 87),

  • J 54 Carlos Sernpn! Assaclourian y Silvia Palon1et{

    ya de este error. o estimulados por el subido precio de su venta, propenden con el n1ay esn1ero a su fornen Lo" Y

    Esta fuerte e inesperada demanda ocasion subido:5 precios y una ofcrla de mul de poca edad, no muy aptas para el ascenso a las tierras andinas, con quiebras desconocidas en las dcadas anteriores. En esta situacin, los exportador lograron poner sus condiciones e ilnpusieron a los con1pradores un sistema de preci "al barrer" y "sin desechar", w y los que soportaron las prdidas fueron los comercian( alloperuanos. 11 Esta coyuntura pern1iti que durante el primer quinquenio de la p mera dcada del siglo XIX la exportacin de mulas recuperara su mejor n1on1ento paf los productores, alcanzando precios que en Crdoba fueron tan altos como los mejore del siglo XVII; todo lo cual nos lleva a coincidir con el infom1e del Cabildo respecto d la gran importancia de este rubro exportador.

    Si vemos la relacin entre las mulas de Crdoba y la feria de Salta, tambin ac daremos en parte con el informe del Cabildo pero podemos brindar n1s precision En la feria de Salta se concentraban las mulas criadas en Santa Fe y Buenos Aires, q pasaban a los invernadores de Crdopa y Santiago del Estero y que, junto a las a criadas, llegaban para su ltima invernada en Salta, que tambin tena sus propi campos de cra, desde donde se exportaban junto a una escasa cantidad de gana vacuno {Snchez-Albornoz, 1965b). Una exportacin mular de menor envergadur ms proveniente de Santiago, TL1cumnyJujuy, se concentraba tambin en la tabla de Jujuy donde tomaban mucho ms importancia los vacunos que eran con1prados p los con1erciantes de Chichas quienes, a la inversa que en el caso de las mulas, eran} que lograban los mayores beneficios (Palomeque, 1989: 163167).

    Segn el documento del Cabildo de Crdoba de 1801, en la tablada de Salta s exportaban de 40 a 50 mil n1ulas de las cuales 1ns de la mitad eran criadas en Crdob y otra parte invernada en sus tierras, lo que nos permite pensar que se refieren a un 30 mil mulas. Nuestra documentacin confirma que cerca de la mitad de las mu} negociadas en Salta tena relacin con las exportaciones de comerciantes cordobe pero ello nos reduce la cantidad "legal" exportada. En los aflos de mejores exportac nes de la primera dcada del siglo ( 1800-1807) en los libros de sisa de Salta se regs una exportacin de 37 mil mulas de pro1nedio anual y, por los libros del nuevo ilnpu to de Crdoba de 1806, encontrarnos que de esta jurisdiccin salen unas 15 mi n1ulas.12 Tambin hay que considerar que la exportacin de los comerciantes cord_o beses era aun mayor porqL1e parle de sus mulas se invernaban en las vecinas sierr situadas hacia el sur de Santiago del Estero, que quedaban fuera del control fiscal Crdoba. Por ejemplo, sabemos que en tres aos de la primera dcada del siglo. Sixt: y Diego Funes extrajero11 de sus campos deAmbargasta en Sanliago como 14 mil mul ,, con destino a Per (Palomeque, 1992: 51). .

    La exportacin de ganado mular por Salta comenz a decaer en 1808-1809, retra,

    9. AGN, IX, 4-6-7, f. 38.

    10. Entendemos que estos tmlinos ulilizados en los infonnes del Telgrafo significaban que con1prador tenia que comprar tropas enteras. es decir que le reducan la posibilidad de elegir 1 calidad de la mula adquirida.

    11. Telgrafo ... , lll, pp. 197, 188, 305-308.

    12. Esta cifra incluye los "excesos" registrados en Pozo del Tigre.

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  • 156 Carlos Setnpal Assadourinn y Silvia Palon1eq

    la carne consumida dentro de la jurisdiccin, lo que nos indica que en la regin exista la caza sisten1lica de vacunos al solo efeclo de despellejarlos, prcUca den n1inada "vaquera".

    Mucho mas importantes que las exportaciones de cueros, por su 1nagnilud y p sus impl.::ancias econmicas y sociales, eran los tejidos. La actividad lexUI no era uri continuidad de la inicial especializacin productiva de fines del siglo XVI y principio del XVII (Garzn Maceda, 1968; Assadourian, I 983, cap.!) nterru1npida hacia 1610 la par de la mortalidad de la poblacin indge:r;ia encomendada que Jos producia. (" produccin textil mercantil que perdura luego slo fue la realizada en los obraj jesuitas {Arcando, 1992: 112} y recin en la segunda n1itad del siglo XVIII reaparece est actividad {Punta, t992) pero ahora desarrollada por las mujeres de las unidad domsticas campesinas principalmente (Assadourian, 1983: 340-349).

    Esta produccin domstica rural que se haca en simples telares de cuatro pal consista en tejidos de lana, en su mayor parte, y tan1bin en tejidos realizados e algodn importado desde Catamarca.18 Los textiles de lana estaban compuestos p "piezas" de ponchos, alfombras o ti-azadas y de "varas" de bayeta,jerga y sayal, t9d de ovt;ja, y tambin a1go de picote de cabra. La mayor parte de ellos eran de baja calid y precio {ponchos, ponchillos, frazadas llanas, jergas, pcote's, etc.) pero haba otr ms elaborados (sayales y pellones). 19 La lana provena de la esquila del propio reb campesino y las tinturas se obtenan de los vegetales recogidos en la zona o comprand el ail de Guatemala que se importaba a travs de Chile.

    Si bien la produccin de tejidos de algodn se destinaba al propio consumo regional" la de tejidos de lana tena su gran mercado consumidor en Buenos Aires, la zona litar y el Paraguay. En la primera dcada del siglo estas exportaciones llegaron a su ms alt nivel, alcanzando a unas cien mil piezas anuales20 con un valor promedio de un peso; de las cuales tres cuartas partes iban a Buenos Aires y el otro cuarto a travs de Santa Fe.

    Los tejidos de lana "de la tierra" irnportados desde Buenos Aires consistan princ palmen te en estos textiles cordobeses, cuantiosos pero de baja calidad, y en los escas y valiosos ponchos santiagueos de alta calidad. Estas importaciones presentaron u tendencia al alza a lo largo de la segunda mitad del siglo.xvnr, en consonancia con aumento de la poblacin y de la demanda en esta zona, aunque tambin se estima qt estarian reemplazando la ropa de lana que hasta 1760 entraba desde Chile {GaravagJi y Wentzel, 1990). Si bien todas.las investigaciones concuerdan en que las crecientes;

    datos de esta serie hemos calculado que las exportaciones de cueros por el puerto de Buenos.Aire$ eran de 378 mil desde 1790 a 1796 y de 671 mil desde 1810 a 1819, como prorr1edio anual.

    18. En 1790, segn referencia de Arcando, al lienzo tejido en Crdoba se lo denominaba "lienzo criollo" .

    . 19. Estas diferencias se notan en el informe del Consulado de Crdoba del 16 de octubre de 1801. ,, "Efectos (textiles} que produce este pas: ponchillos, 9-11 r; fresadas de caracol: 12-16r; fresadas>, llanas: 7-9r.; gergas: 2-2 1/2 r.; picotes: 2-3r; sayales de cordoncillo buenos; 12-14.r; dichos:?.,: regulares: 8-lr.: sayaletes: 5-6r; pellones: 7-8$: bayetones de algodn: 8-llr; bayetillas de\'f: algodn: 4-5$ el corte" (TelgrqfoMercantil ... , 11, p. 191). '

    20. Para unificar las exportaciones de piezas y varas, se ha calculado que cuatro varas hacen unli pieza. Tan1bin, ele acuerdo con el conlenido de los fardos exportados en ia pri1nera dcada del , siglo y registrados en el cobro del nuevo ilnpuesto, hemos calculado noventa piezas por fardo.

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  • , _,:i.;as relaciones 111ercauUles de Crdoba (1800-1830) 157

    cai1tidades exportadas no fueron interrumpidas por la mayor afluencia de textiles europeos que trajo aparejada la aplicacin del Reglamento de.Libre Co1nercio (Yomaha, 1969; Garavagliay Wentzel, 1990; Punta, 1992), entendemos que esto se dq dentro de una coyuntura de baja de los precios de los textiles de lana en la segunda mitad del siglo xvm (Tandeter y Wachtel, 1984: 23; Arcondo: 1992). Esto se nola en la investi-gacin de Punla cuando nos advierte que los niveles de precios alcanzados en la dcada de 1760 se redujeron a la mitad en la de 1780 (Punta, 1992: 57, 58)."

    La produccin de textiles se entrelazaba con la distribucin compulsiva de los efectos de Castilla (telas europeas de alta calidad principalmente) introducidos desde el puerto de Buenos Aires. Los "comerciantes de la campaa" son loS mercaderes que organizaban esta produccin en su beneficio a travs de un mecanismo donde este mercader itinerante, que antes haba tomado a crdito efectos de Castilla, recorra la campaa endeudando a las productoras, que as quedaban obligadas a venderles sus tejidos a precios inucho mas bajos que los del mercado urbano. 22 Para este Intodo de explotacin el Den Funes encontr el equivalente peyorativo perfecto: "Ese comercio de tejidos es poco mas o menos otro reparto peruano: no tan campanudo eri el nombre, pero s tan desolador en sus efectos". Para Funes el uso del trmino "reparto peruano" se justificaba en razn de la forma y la no-equivalencia del intercam9io entre merca-deres y productores y porque el aparato legal represivo conduca a la "mujer fabricante" a estar "perpetuamente sujeta a la esclavitud mercantil" (Assadourian, 1983: 340 y ss.). La iinportancia de esta produccin textil y el mal trato a las productoras eran reconocidos en lejanas regiones, como puede observarse en el texto remitido desde el Alto Per por Gabriel de Heviay Pando quien contradeca la opinin del Cabildo, no slo al marcar la importancia de la produccin textil sino tambin al calificar muy favora-blemente a la poblacin rural que segn el Cabildo era "poco aplicada al trabajo". Hevia deca que "en ninguna de las provincias del virreinato y acaso en las del reyno todo, hay un rincn de tierra mas poblado de gentes laboriosas", aunqtle "por una reunin de circunstancias destructivas y opresoras [ ... ] sean estas gentes industriosas acaso las ms desdichadas e infelices de In Arnrica".23

    Junto a estos tejidos, hacia Buenos Aires tambin se eA--portaban otros productos menores como jabn. tapetados y cordobanes, pero sin alcanzar la importancia de los textiles y los cueros. Sintetizando los datos cuantitativos, las exportaciones cordobe-sas que iban principalmente hacia Buenos Aires y en segundo lugar hacia el Litoral y Paraguay consistan sobre todo en tejidos de lana para el consumo interno y en cueros vacunos para la exportacin ultramarina, alcanzando ambos un valor aproximado de 125 mil pesos.

    21. Sus citas muestran que mientras en 1760 los ponchos se vendian a 21 reales en Buenos Aires, en la dcada de 1780 ya habian bajado a 8-9 reales.

    22. Ellos mismos describan y elogiaban su actividad: " ... que siendo el Comercio en que Giramos, el mas laborios.o y uUl al estado [. .. J los repartos de efectos de Castilla por esta bastajurisdiccin, y escabrosidades de serranias a fin de agitar las manufacturas de Tejidos de Ponchos, Jergas, Pellones, Fresadas como igualn1ente de Cordovanes tapetados y ciernas efectos del pas, frnndo Y abetitando por largo tiernpo, a las rnugeres, !J hombres que sin este requisito, no se dedicarian al trabqjo, de que redunda un notable aumento a la Provincia y a los Reales Derechos de S.M." (Consulado de Buenos Aires, Actas y doclin1entos, Buenos Aires. AGN, 4 tomos, t. 2. p. 179) (el subrayado es nuestro}.

    23. Serrrn.nario de Agricultura, Industria y Cornercio, 130, p. 218.

  • 158 Carlos Sernpat Assaclourian y Silvia Pa!oineqU

    Para revisar las importaciones que se realizaban desde estas zonas, separare1n los productos propios de aquellos que tienen un 01ip:en europeo o ultra1narino.

    Desde los prin1eros siglos coloniales. la produccin rnercanUI de las praderas lit rales y porteas que les permitia obtener algn retorno rnonctario del Alloy el Bajo Pe era la c1ia de 1nulas que, en gran parle, luego eran inverr1adas en las speras tierrc de Crdoba rr1ienlras lograban el endurecirnienlo necesario para sus vasos (Arcond 1992). De ello se hace eco el mentado inlnne del Cabildo en 1801, el cual nos indi la continuidad de esas introducciones pero, aunque no podan1os calcular la 1nagnitu del cambio, si tenemos que considerar como posible qL1e desde l 780 se haya dado un disminucin de los envos de ganado mular desde las praderas litorales y portea Segn un informe del n1arqus de Lorelo, la cria de los mulares en 1790 ya no recu perar los niveles anteriores a la interrupcin ocasionada por la sublevacin deTpa An1aru (1780-1785) ya que durante esos aos en esas praderas muchos criaderos d mu1as se reorientaron hacia la produccin de vacunos destinados a la creciente expor:c lacin martima (Loreto, 1945 (! 790]: 249).

    La otra gran y permanente imporlacin es la yerba cultivada en Paraguay qu llegaba a Crdoba principalmente a travs del puerto de Santa Fe y ocasionalmcnt desde Buenos Aires, la cual alcanzaba -durante la primera dcada del siglo-un pro medio anual de 13.500 arrobas que avaluadas a 20 rea1es24 significaban 33. 700 peso Junto a la yerba se introducan tambin muy pocas arrobas de algodn, man, miel azcar del mismo origen, con las cuales alcanzaban un valor de treinta y seis mil peso anuales las importaciones que venan de Paraguay. .

    Tambin se introducia tabaco paraguayo a travs del Estanco de la Real Hacienda cuyo volumen y valor an no hemos invesligado.25 Segn referencias deArcondo, hasta_ la dcada de 1 760 en Crdoba no se haba organizado el estanco del tabaco y 1 primeras menciones al mismo son de 1772. Entendemos que este estanco se termin de organizar hacia 1780 Cl.tando Paula Sanz logr instaurarlo en la zona deTraslasierr (Paula Sanz, 1977 [1779]: 47). Antes del estanco, entre 1750-1 762, la arroba de tabac paraguayo en Crdoba se pagaba de 3 a 4,5 pesos (Arcando, 1992: 285-287) pero luegcl hubo un aL1mento constante en sus precios que cuhnin hacia la ltima dcada siglo XVIII cuando vemos que haba dos precios diferentes, un tabaco de 6 pesos la::_ arroba y otro de 9 pesos.26 Estos 'ltimos valores confirman la validez de la referencia>' de que la arroba de tabaco estancado de mala calidad se venda en San Juan, en 1804; a 9 pesos y 3 reales, al por mayor (Godoy Oro, 1957 [1806]).

    Los efectos de Castilla (mercancas que principalmente tenan origen espaol o_ europeo, estaban compuestas de gran cantidad de tejidos de alta calidad, papel, hierro/ algunos alimentos27 y muchas menudencias) se importaban desde el puerto de Bueno$

    24. Entre 1 750-1762 su precio en Crdoba puede haber sido semejanle o ms bajo ya que, segri Arcando. ste oscilaba entre 12 y 24 reales (Arcando, 1992: 285-287).

    25. La serie documental de la Ad1ninistracin General de Tabaco y Naipes de todo el virreinato -se encuentra en el AGN, Sala 9.

    26. Agradecemos las referencjas personales de Anbal Arcando sobre la organizacin del estanco:,: y sobre los precios de 1763 a 1800. Se estima que cada precio corresponde a calidades diferentes en tanto el tabaco de 6 pesos se dice que es .. para los esclavos". 27. Son productos europeos como vino. aceite. fideos, especias. bacalao. etc .. cortas parlidas de azcar brasilea.

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  • Las relaciones rnercanliles de Crdoba ( l 800-1830) 159

    Aires:.rn y, duran te la primera dcada del siglo, alcanzaron a ciento 5 7 1nil pesos anuales. Estos n1ontos superaron a los pron1edios anuales que tales importaciones haban alcanzado en el ltin10 cuarto del siglo XVIII e incluso los de la dcada de 1785-1794, cuando hubo grandes itnportaciones debido a la vigencia del Reglamento de Libre Comercio. 29

    Resumiendo, desde Crdoba se exportaban tejidos de lana y cueros y, de retorno, se i1nportaban productos regionales y de origen europeo. Los principales productos regionales eran la yerba y el tabaco de Paraguay y las n1ulas criadas en las praderas santafesinas y porteias; y los productos europeos eran los que agrupa1nos el nombre de "efectos de Castilla". Si estimamos el saldo de la balanza co1nercial con esta zona tenemos que es desfavorable para Crdoba en tanto se exportaban productos por valor de 125 mil pesos mientras se importaba por el de 193 mil pesos co1no mnimo, ya que desconocemos el valor de los tabacos y las mulas. El saldo negativo de al menos 68 mil pesos, sin duda, era pagado con dinero proveniente de las exportaciones inu-lares.30

    Las relaciones mercantiles con Chile y con los circuitos martrnos del ocano Pacfft.-co

    A travs de Mendoza y San Juan se daban las re]aciones mercantiles de Crdoba con Chile y con las regiones coloniales cuyos productos circulaban por va martima en las costas del Pacfico. Las exportaciones cordobesas hacia Chile en la primera dcada del siglo consistan en escasas mil piezas de te:Aiiles de lana y de ganado vacuno cuya n1agnitud an desconocemos a pesar del temprano planteamiento de este pro-blema {Assadourian, 1983, cap. VI). 31 Si bien nuestros primeros datos cuantitativos slo pudieron confirmar la existencia de cortas extracciones de ganado destinadas ms hacia San Juan que a Mendoza32 (Palomeque, 1989}, una primera consulta sobre los

    28. A excepcin de 1808 cuando ingres una gran partida de 27 mil pesos de efectos de Castilla desde Chile, la que signific 20 por ciento del total importado ese aflo.

    29. Las importaciones de efectos de Castilla desde Crdoba, que entre 1780 a 1784 alcanzaban a 88 mil pesos de promedio anual, se duplicaron alcanzando al 55mil pesos en la dcada de 1785-1794 debido ala aplicacin del Reglamento de Libre Comercio, para luego bajar a 75 rr1il pesos entre 1795-1799 debido a la intenupcin del trfico martimo (clculo basado en Punta, 2001 ).

    30. Entre 1777 y 1786, una investigacin de Yomaha {1969: 37) nos muestra que mientras se enviaban 379.508 pesos en productos (de los cuales los textiles eran 74 por ciento) desde Crdoba a Buenos Aires, junto a ellos tambin salen 604.109 pesos en plata.

    31. El escaso control fiscal sobre los movirnientos de este ganado en Crdoba se vea facilitado porque una parte importante sala desde la zona deTraslasierra situada al oeste de lajutisdiccin y otro tanto desde la zona norte. Estas zonas slo estaban separadas de las provincias colindantes con la cordillera {Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca) por un lmite adn1inistrativo fOrmal. Vase un in1portante documento sobre las caracletisticas de la produccin, la circulacin y el contrabando en estas zonas en Assadourian (1983: 337).

    32. En los libros de sisa de San Juan de 1800-1806 l?:e registra el ingreso de mil a tuil quinientas cabezas anuales de ganado vacuno proveniente de San Luis. La Rioja e incluso;Buenos Aires y, de slas. slo hay 150 cabezas ingresadas desde Crdoba (AHP/C, Hda. L. 71, 75, 68, 82, 86. 91).

  • 160 Carlos Sen1pat Assaclourinn y Silvia Pa!on1eq

    libros de alcabalas de Mendoza para 1806:-i:i y la investigacin de Caria ( 1988) sobre 10' archivos mendocinos nos han pern1ilido conflr1nar la existencia de esas exportacione.Si--aunquc an no podamos incdir sus oscilaciones. Se,qn es la investigacin, las existen-cias ganaderas rnendocinas t'ran muy !lucluanles pues dependan de la pazo laguerr en la cercana frontera indgena y, a p1incipios del siglo XIX, esle ganado. en proceso de recuperacin Juego de un largo perodo de dos dcadas ele escasez ( 1788). Segn el Cabildo de Mendoza, en esos af1os de caresta depftndieron de las provincias vecinas para el auloabaslecimiento y habian tenido que "n1endigar ( ... ]la;_ carne, el sebo y la grasa de los distritos de la ciudad de San Luis, Crdoba y Buenos--Aires" mientras los ganados e.xlJortados a Chile venian de otras zonas, como lo confnn el virrey Sobremonte en 1787 cuando deca que el ganado cordobs no slo se expor-: taba hacia Mendoza sino que una parte tambin pasaba hacia Chile, desde dond solan venir retornos en azcar (dem: 179-181). Coria, al analizar la Ultin1a dcada\ colonial donde Mendoza aparece con un stock ganadero recuperado, compara las existencias ganaderas de Mendoza y San Juan, considera la cantidad de ganact9--_:_ necesario para el consumo de ambas poblaciones urbanas y para la exportacin anul -de las 1 O mil cabezas que salan hacia Chile, para concluir que en esos aos el ganado' de Mendoza no alcanzaba para abastecer su propio consumo y los envos necesarios hacia el siempre desabastecido San Juan ms las exportaciones a Cl1ile, y que nece-,-, si taba importar ganado vacuno de otras provincias las cuales, seg-Un sus datos, eran_:-< San Luis y Crdoba piincipalmente (dem: 182, 213). Respecto de las exportacioneS::_:-ganaderas desde Crdoba a San Juan, nos queda la idea de que las escasas contabi-? lizadas en los libros de sisa slo eran parte de las exportaciones, que debe haber:';; circulado una mayor cantidad y que tambin deben haberse dado exportaciones hacia:--: Chile desde esta ciudad.

    Las importaciones provenientes desde Chile eran copiosas y de alto valor rnoneta

  • s relaciones n1ercanliles de Crdoba ( 1800-1830) 161

  • 162 Carlos Sen1pal Assadourian y Silvia Palo1neqt

    n1il pesos en tabacos, otro lanto sinli!ar en azcar, cien inil pesos en telas de algod y efectos de la Real Audiencia de Quito,37 12 mil pesos en afJ.i1 de Nueva Espaa y otr efectos de Per, lodos los cuales alcanzaban un valor de 900 1nil pesos. Gran parte d estos prodt1clos se distribuyen por los pasos cordilleranos y llegan a Crdoba y al resl de las provincias del interior (Palomeque, 1989). Los retornos de Chile a Per consistcn,-en n1s de 200 mil fanegas de trigo avaluadas en 270 1nil pesos y producidas en su , tierras, l 10 1nil pesos de sebo, charqui y grasa y otros 100 nlil pesos en varios efectos: de Chile, todo lo cual hace un total de 600 mil pesos. Segn Salas, es le circtlilo se con el de Buenos Aires slo a travs de la importacin de cien n1i1 arrobas de yerba pe , pode1nos ver qtie su informe no considera otros movimientos muy importantes. Desd Buenos Aires, por va terrestre y martima, salen cuan liosos efectos de Castilla, escla vos, la mencionada yerba paraguaya y tambin constantes exportaciones de se colado38 que van hacia Chile para ser consumidos all mismo o para ser reexporlad hacia Lima y otras poblaciones de la costa pacfica. El valor de estas exportacio11e reexportaciones (con excepcin de los esclavos) muestra que los envos de Buenos a Chile desde 1780 son tanto o ms importantes que los que se remiten por va lerrestr hacia el Alto y el Bajo Per o hacia las provincias del centro y el norte {VVentzel, l 99:: 8). Cabe sealar que mientras los envos hacia estos dos ltimos espacios mantiene un crecimiento superior a la media, las exportaciones hacia Chile presentan un vimiento inverso desde 1802 hasta 1809, lo cual a nuestro entender puede ser derado co1no un indicio de los cambios ocasionados por la prdida del mercado portefio:: y litoral para el azcar peruana a causa de su ree1nplazo por la brasilea. ,,

    Como consecuencia de todo lo anterior. podemos concluir que en la primera dcada--del siglo estamos observando un momento donde la importacin de azcar peruana_ acaba de quedar reducida a las provincias "interiores" a travs de su redistribucin pQr;--San Juan, cuando antes llegaba tambin a Buenos Aires y sus regiones vecinas. E espacio "interior" tampoco le est asegurado a futuro, porque en las guas de mp tacin de Crdoba vemos que ya comienza a sufrir la competencia de la incipien produccin de azcar jujea o tucumana o de las importaciones ocasionales de la "d Janeiro" tradas desde Buenos Aires. Sin duda, antes de 1 795 la situacin era diferen y eran mayores y ms complejas las articulaciones regionales establecidas en est circuito.

    Las relaciones mercantiles con San Juan, La Rioja y Mendoza

    Las occidentales provincias cercanas de San Juan, Mendoza y La Rioja no slo soi_ intermediarias beneficiadas de las relaciones mercantiles terrestres de todo el nato rioplatense con Chile;39 tanto o ms importantes an son sus propias produccfo-.:'

    37. Era cacao que vena de Guayaquil (Hamerly, 1973). los tejidos de algodn Cuenca 1995) y efectos artesanales de Quito (Borchart. 1998).

    38. Por Buenos Aires y hacia Chile y los puertos del Pacfico, desde 1799 a 1809, se exporta sebo por 40 n1il pesos anuales {\:Venlzel, 1990: 5). Corresponde recuperar una reflexin anled donde se deca: ..... hay motivos para creer que el siglo XVII chileno, 1el siglo del sebo segn Vic Mackenna. se desarrolla en buena parte gracias a la ganadera de C9rdoba y Buenos Air (Assadourian, 1983: 341). '

    39. En los libros de alcabalas de Mendoza, San Juan y La Rioja localizados en el AGN se registra

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  • relacio11f's rnercan!iks ele Crdoba (1800-1830) 163

    nes de vino y aguardienle que -en el caso de Mendoza y San Juan-se siguen expor-tando en grandes cantidades hacia Buenos Aires y el Litoral a pesar de las polticas cconn1icas borbnicas que ocasionaron la co111pelcncia de los productos similares espaoles (Amaral, 1990b).

    En la invesligacin de Amaral sobre las exportaciones de San Juan y Mendoza desde 1780 a 1820 se den1uestra un crecimiento general de la produccin er1 este periodo y que la con1petencia de productos cspaoles en Buenos Aires impacta menos sobre las crecientes exporlaciones de aguardiente de San Juan que sobre las de vino de Mendoza, las cuales se n1antienen mientras muestran claras oscilaciones en los perodos de paz y de guerra. 40 En la prin1era dcada del siglo XIX la produccin viatera cuyana se destinaba casi exclusivamente hacia Buenos Aires y el Litoral; hacia Cr-doba y el "interior" $lo se destinaban escasas cantidades de aguardiente sanjuanino. Entre 1780 a ] 81 \t94 por ciento de las exportaciones mendocinas de vino mendocino iba a Buenos Aires y el Litoral (Amara!: 1990b) y, entre 1800 a 1808, 82 por ciento del aguardiente sanjuanino iba a Buenos Aires y el Litoral, 17 por ciento al "interior" {Crdoba y provincias del norte) y slo 1 por ciento hacia el Alto Perl:t (Pa1omeque, 1989: 192).41 La escasa presencia del aguardiente sanjuanino en la zona altoperuana en la primera dcada del siglo es revisada por Amaral, quien explica que la competencia de los productos europeos en Buenos Aires slo habra producido L1na reoricntacin del aguardiente sanjuanino hacia el norte 11asta 1 794 y que, a partir de ese ao, mientras suban las exportaciones sanjuaninas hacia Buenos Aires, bajaban las destinadas hacia el norte y el Alto Per. Segn sus datos, las exportaciones de aguardiente sanjuanino hacia el Alto Peri1 bajaron desde 20 por ciento en 1783-1787 a 6 por ciento en 1788-1793 para quedar finalmente en l por ciento desde l 794a 1808para desapa-recer entre 1809 hasta 1824 (Amaral, 1990b: 14,

    Las relaciones mercaritiles de La Rioja, basadas en las exportaciones de vino prin-cipalmente, presentan la caracterstica particular de que sus productos casi no llegai1 a Buenos Aires a excepcin de la lana de vicua y guanaco y que su principal mercado se encuentra en todas las provincias del "interior" pues de aqu proviene el vino que consumen.

    Para matizar est:a idea de falla de relacin entre Mendoza y las provincias del "interior" cabe sealar que los vinos, aguardientes y dems productos que enviaba hacia Buenos Aires iban cargados en carretas fabricadas con maderas importadas desde Tucumn. 42

    las mltiples y complejas relaciones que estas zonas y las provincias interiores mantienen con Chile, y cmo Mendoza es el principal punto de transito para todos los productos y esclavos que van desde Buenos Aires a Santiago y Valparaiso; San Juan es intermediaria con las provincias del inlerior y, como La Rioja y Catamarca, parecieran mantener sus propias relaciones con Chile a travs de sus pasos cordilleranos.

    40. Si bien ambas zonas son productoras de vinos y aguardientes, Mendoza se especializa mas en vinos y San Juan en aguardlentes. Entre 1783 y 1810 89,3 por ciento de la exportacin de aguardiente provenia de San Juan y 10.7 por ciento de Mendoza, invirtindose la proporcin en el vino, donde 79, 1 por ciento era rnendocino y 20,9 sanjuanino (Amara!, 1990b: 29).

    41. Con10 parte de los libros de sisa de San Juan se encuentran en el AHP/C ( 1800, 1804-1806). para esos aos con1pletamos ls datos de la serie trabajada por Amara!.

    42. Esla referencia provlene de un docun1ento de 1825 donde se relatan algu:das relaciones rnercanUles antiguas. El Eco de los Andes, citado por Segretti (1981: 110).

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  • 164 Carlos Se1npal Assaciourian y Silvia Palonie}":

    En las importaciones de vino y aguardienle de Crdoba en la llltin1a dcada colon,, puede observarse tambin que casi no hay relaciones con Mendoza pues el vino set principalmente de La Rioja y el aguardiente de San Juan. En general, lodas las imp tac.iones de estas zonas alcanzan a 22.500 pesos anuales, de los cuales 11.800 corr panden a 367 cargas de aguardiente aforado a 32 pesos cada una,43 7.200 pesos al 615 cargas de vino aforadas a 11,5 pesos44 y el reslo a frutas secas, naranjas, que dillas, tabletas, dulces, alcaparrosa, alumbre y algunas cortas cargas de harina.

    Hacia estas provincias, los productos de Crdoba que se enviaban eran escas ponchos y frazadas {iban trescientas piezas a La Rioja y cien a San Juan},jabnyl ganados hacia San Juan y Mendoza que menciona1nos antes. Tambin las series d alcabalas nos permiten observar que los comerciantes de Crdoba reexportab hacia La Rioja algunos pocos efectos de Castilla y yerba, pero desconocemos magnitud de los retornos monetarios hacia la regin que pueden originarse en est beneficios mercantiles. Si acreditamos las salidas de ganado que van hacia Menda y San Juan para pagar las importaciones del circuito de la costa pacfica y ramos que los envos de textiles y jabn eran escasos, al igual que las reexportacio,: nes, slo nos queda concluir que hacia San Juan y La Rioja circulaba moneda desd -, Crdoba a causa de un saldo desfavorable en la balanza comercial del orden de mil pesos.

    Las relaciones 1nercantiles con Catamarca

    Tambin hacia el occidente se encontraba la vecina jurisdiccin de Catainarca que presentaba muchos elementos en con1n con las provincias recin mencionadas, tanto> en lo referente a sus permanentes relaciones con Chile como al tipo de recursos naturales. La diferencia era que, desde un tiempo desconocido por nosotros, haba ido; desarrollando una slida especializacin en la produccin y el tejido de algodn, en er cultivo de aj y en el curtido de cueros.

    En la primera dcada del siglo sus exportaciones se destinaban tanto hacia Buenos ,-Aires como a Crdoba y tambin, en menor cantidad, hacia Tucumn, Santiago del'::' Estero, Salta y Jujuy. Principalmente el algodn iba ms a Crdoba que a Buenos Aires, en los lienzos y el aj la situacin se inverta y las suelas iban slo hacia Crdoba. Tucumn y Santiago tambin reciban algodn y lienzo pero en menor cantidad, y Salta y Jujuy reciban slo algunas partidas de vino (Palomeque, 1989: 181-184, 189, 210). En la primera dcada del siglo sus lienzos de algodn ya se haban visto afectados no slo por la competencia europea sino tambin por la altoperuana, quiz por eso alcan-zaban tanta in1portancia relativa sus exportaciones de algodn las cuales, a su vez, cuando se convertan en tejidos domsticos de las zonas vecinas terminaban compi-tiendo con la importacin de sus propios lienzos.

    Segn Garavaglia y Wenlzel, los lienzos de Catamarca se vendan en el mercado

    43. Su valor de aforo nos hace suponer que la rnayoria de las cargas eran de aguardiente comn y no del resacado que se venda en Salta y Jujuy. El aguardiente comn vala 38 pesos la carga y el resacado 54 pesos en 1801 (Telgrafo Mercantil. .. , 11, p. 191).

    44. Para 1750-1762 su precio era el doble. el valor de la carga oscilab entre 20 y 22 pesos (Arcando, 1992: 285-287) (conversin: 1 botija= 1 barril= media carga: Amaral. 1990b: 63).

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  • Las relaciones n1ercanliles ele Crdoba ( 1800-J 830) 165

    porleo compitiendo con los de los pueblos de indios de Misiones primero y con los tocuyos cochaban1binos despus. La aplicacin del Reglamento de Libre Co111ercio durante los pe1ioclos de paz, ele fluida comunicacin con Europa, trajo Ja con1petencia de los tejidos de algodn europeos y la retraccin de estos tejidos locales de algodn. A la inversa, en los perodos de guerra -cuando se interrumpen las importaciones coinpelitivas-, los tejidos de algodn del mercado interno colonial volvian a resurgir en el mercado porleflo (Garavaglia, 1986: 65-70: Garavaglia y Wentzel, 1990: 227 y ss.). Pero, en medio de esas oscilaciones co1nunes para todos los tejidos de algodn, se puede observar qL1e en la primera dcada del siglo los tejidos catamarqueos que ingresa11 a Buenos Aires son muy escasos en relacin con los altoperuanos: los lienzos catamarqueos iban de 7 a 23 inil varas mientras los cochabambinos oscilaban entre 300 mil y 700 mil varas (Palomeque, 1989: 190, 210). En las provincias del interior se daban distintas situaciones: mientras Salta yJujuy se abastecan de tejidos altoperua-nos y no se importaba algodn, en Tucumn y Santiago competan los tejidos ruanos con los catamarqueos mientras ingresaba algodn catamarqueo para las tejedurias domesticas y en Crdoba no ingresaban tejidos altoperuanos pero s cuan-tiosas arrobas de algodn junto a algunos lienzos. En sntesis, observando el conjunto de las exportaciones de Catamarca en la prin1era dCcada del siglo, se puede concluir que slo alcanzaban a los mercados consumidores ms cercanos como los de Crdoba, Tucumn y Santiago, y que en esta dcada iban perdiendo importancia sus exporta-ciones hacia Buenos Aires.

    Nuevamente, desde Crdoba las exportaciones hacia Catamarca eran casi inexis-tentes, a travs de la cuantificacin de las series de alcabalas slo hemos registrado el envo de unas mil piezas de textiles de lana en la primera dcada y reexportaciones de efectos de Castilla y yerba semejantes a las que se daban con La Rioja.

    Lo que s tena gran importancia eran las importaciones de algodn, lienzo, aj y suelas que alcanzan a un promedio de 25 mil pesos anuales. Las 8.333 anobas de algodn aforadas a 20.850 pesos45 estaban destinadas a ser tejidas por las mujeres de Crdoba y significaban 80 por ciento del total de efectos importados desde Catamarca. Segn un informe de 1803 este algodn, que era "de calidad superior al de todo el Reyno" ,4n ingresaba junto a 9.500 varas de lienzo cuyo aforo oscilaba de 13/4 a 2 reales Ja vara, lo cual marcaba un notorio descenso en relacin con los precios de Crdoba entre 1750-1762 cuando la vara valia entre 4 a 5 reales (Arcondo, 1992: 285-287). Tambin ingresaban 500 f3-negas de aj anuales y unas 700 a 1.000 suelas que se curtan slo para venderlas en Crdoba.

    Al igual que en los casos anteriores, estas exportaciones presentaban un saldo negativo de 24 mil pesos que deban ser pagados en moneda de origen altoperuano. La diferencia con las relaciones mercantiles que venamos analizando consiste en el hecho de que, en este caso, el algodn importado era un insumo para la produccin, al igual que el ail.

    _45. Se aforaba a 20 reales la arroba, lo que indica una leve tendencia a la baja en relacin con 1750-1762 cuando alcanzaba un precio que oscilaba entre 17 a 27 reales (Arcondo, 1992: 285-287).

    46. Una descripcin de 1803 sobre las caractersticas de la produccin campesina en Catan1arca nos permite pensar que el alp;odn enviado a Crdoba era algodn desmotado: " ... Ng_ hay casa ni rancho en todo su distrito que no tenga uno o dos telares, con su para hilar y otro para desmotar algodn" (AGN. S. 9-4-6-7, f. 132-3).

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  • lGG Carlos Sernpat Assaclourian y Silvia Pnlorneqt\'.

    Eslitnan1os que exista otro circuito paralelo cuyos intercambios eran cquivalent Se trataba de un con1ercio en pequefia escala, donde el co1nercianle era un product o eslaba direclan1cnle vinculado con ellos, a travs de quien se llevaban lanas o lejid de lana y su procluclo se traa en1p1cado en algodones. Estos pequeos intercan1bi se registraban doc:u1nenlalmenlc cuando los trajinantes eran indios tributarios que declaraban sus productos rnientras solicitaban que se les respelara su derecho a Ja exencin del pago de aleo balas, o cuando haba un registro judcial de algn eon!1ict como es un caso donde vemos la presencia de procluclorcs que llevan ponchos vellones de lana para traer lodo su produclo en algodn, calculando directan1ente un eqtvalencia entre el precio del velln a cinco libras de algodn.47

    Las relaciones con las provincias del norte (Tucumn, Santiago del Estero, Salla y Jujuy)

    A estas provincias del norte, para esta primera dcada del siglo, 110 correspon incluirlas en un solo grupo. Si bien todas parlicipaban del auge exportador hacia elAlt Per enviando no slo mulas sino tambiCn vacunos y lodas importan los efect europeos a travs del puerto de Buenos Aires, la yerba de Paraguay, los vinos de R1q1a y el aguardiente de San Juan, la circulacin de los otros "efectos de la tierra!' diferenciaban a las provincias de Salta y Jujuy de las de Tucu1nn y Santiago del Estero. Mientras er1 las dos primeras es muy alta la proporcin de efectos de la terra,< importados desde el Alto Per {coca y tejidos), sus cxportacjones no ganaderas eran escasas y casi no llegaban a Buenos Aires. En Santiago del Estero y rl'ucumn, cambio, estas relaciones con el Alto Per eran ms dbiles {tcjjdos) y ya se notaba un fuerte reorientacin de sus exportaciones hacia Buenos Aires ms que hacia otras_ zonas.48

    Las relaciones entre Crdoba y las provincias hacia el nOrt eran escasas, a excepcin de aquellas que se tejan alrededor de la invernada y tran porte de mulas destinadas al Alto y el Bajo Perll, la exporlacin de escasos textiles (m piezas a. Salta y quinientas a Jujuy) y la importacin de efectos provenientes del clidas tierras bajas. Las relaciones ms importantes se daban con Tucumn, desde-donde ocasionalffiente venan maderas, muebles, arroz, azcar y quiz bin ocasionalmente ingresaban partidas de azcar de Jujuy y de rrucuman al igual''

    47. Agradecemos este documento a S. Tell {AHP/C, E. 4. L. 46, t.!!, Exp.16).

    48. De 1800 a 181 O las exportaciones no ganaderas de Santiago alcanzaban un prornedio de 38.660pesos (30 mil pesos en ponchos. suelas. cueros de chinchilla, cueros, etc.), de Joscualeff por ciento iban hacia Buenos Aires. Las de Tucumn llegaban a 26.677 pesos de los cuales' 83 por ciento iba a Buenos Aires (12 inil peSosen suelas, 4 n11l pesos en arroz. 5 1nil pesos en de auqu.nldos, quesos. garbanzos. bateas. ele.). Ese tipo ele exportaciones era n1ucho mS'. reducido en Salta y Jujuy -11.543 la prhnera y 15.731 la segunda-y slo 50 por ciento de las rnisrnas llegaba a Buenos Aires y consistan en lana de vicua y guanaco de las tierras altas de'< la Puna y en algunos cueros y n1inerales. ,

    49. En 1779 Navarro y Paula Sanz anotaron que en TucurnJ1 se cultivaba tabaco ele buena calidad-< pero en escasa cantidad. y proyectan su inclusin en la rcnt_a del tabaco_para evitar el frecuente __ : contrabando que se haca hacia San ,Ju

  • {.,as re!acioues tnercantiles de Crdobn. ( l 800-1830) 167

    que cera y n1iel de San.hago del Estero." Todas esas iniporlaciones en su conjunto alcanzaban a un pron1edio anual de 4.600 pesos; desconlando los lcjidos, dejaban un saldo negativo de 3.100 pesos.

    SNTESIS SOBRE LAS RELACIONES MERCANTILES INTERREGIONALES ;N LA PRJMERA DCADA DEL SIGLO XJX

    Si agrupamos el conjunto de saldos de las balanzas comerciales realizados sobre la base de la circulacin "legal" de productos, nos enconlramos con que Crdoba tena una balanza comercial equilibrada o positiva ya que los movimientos que heinos podido cuantificar nos muestrai1 vn saldo a favor cercano a los 30 mil pesos anuales. En estos an falta agregar el ganado vacuno que sale hacia Chile a travs de Mendozay descon-tar las mulas a pagar en la can1paa santafesina y bonaerense, el estanco del tabaco y los costos de invernada y transporte de mulas al Alto Per51 pero, en conjunto, su res111tado nos habla de una situacin beneficiosa para la regin y con posibles retornos monetarios acumulables.

    Tambin, como sntesis, cabe mencionar que si bien haba rnuchos productos circulando, slo un grnpo de ellos se destacaba puesto que en conjunto representaban ms de 90 por ciento de los valores totales. Eslos importantes productos eran las mulas, los tejidos de lana y los cueros en las exportaciones y, para las importaciones, eran los efectos de Castilla, el azcar, la yerba, el algodn, el aguardiente, el vino, las suelas y. seguramente, el tabaco.

    Para entender cifras tan favorables para la economa regional en un siste1na eco-nmico donde el drenaje de dinero hacia la metrpoli era constante, hay que recordar que en la base de todas las relaciones mercantiles de Crdoba, como desde los inicios del siglo XVII, segua estcmclo la exportacin de mulas hacia los centros n1ineros alto-peruanos desde donde provenan los retornos en dinero que permitm1 pagar todo el conjunto de consumos e insumos importados. Justamente durante casi toda la prime-ra dCada del siglo XJX se dio un auge de estas exportaciones, hubo una importante recuperacin del "ramo de.mulas", con aumento de las mulas exportadas y con altos precios, y tambin hriy qt1e recordar que no consista en un movin1ie11to corlo sino que el ascenso de estas exportaciones ya se haba iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII. Tambin en esos aos haba comenzado el otro cambio favorable para la balanza comercial, que consista en las exportaciones crecientes de tejidos de lana y de cueros hacia el recientemente pujante Litoral y la ciudad de Buenos Aires, cambio rnuy favorable en trminos monetarios ya que con ellas se lograba recortar las exportaciones de moneda regional que deban salir en pago de las tambin crecientes imporlaciones de textiles europeos. Tejidos regionales bastos y baratos de lana a ca1nbio de caros, lujosos y crecientes tejidos europeos con precios a la baja, ambos destinados al abas-

    50. Las importaciones de Tucumn hacia Crdoba en 1805 alcanzaron a 7. 772 pesos {4 rnil pesos en azcar) pero en 1806 y en 1809 no ingres ningn producto de ese orlgen. DesdeJujuy en 1806 ingresaron 5 n1il pesos en azcar y de Santiago en 1805 entraron 600 pesos entre cera y miel.

    5 l. Sin ninguna duda estarnos ante un clculo inexacto. pero a su favor aducirnos que para construirlo hen1os seguido los rnisrnos criterios que Salas (1979), Baqujan (1979) u otros intelectuales de esa poca.

  • Carlos Sernpat Assaclourian y Silvia Palorr1eque

    Lccin1ienlo de un n1ercado consu1nidor porlcf10 y litoral en ascenso, era la relacin que estaba en la base de es le nuevo circuito exportador. eran ca1nbios fr1vorables que se asentaban en demandas crecientes originadas tanto en la eco11on1a n1inera aHope-ruariU cmo en:I-3uenos Aires y el Litoral con sus exportaciones ultramarinas.

    Pero los n1isn1os cambios que haban favorecido el desarrollo de las exportaciones ultran1arinas de Buenos Aires y del Litoral trajeron un can1bio desfavorable. a corto y a largo plazo, para todas las reg;ioncs del espacio colonial en ,general y soiJre todo para algunas en particular. El aumento creciente de las in1portaciones de productos euro-peos no slo reproduca incrementado uno de los mecanismos del antiguo sistema colonial por el cual flua metlico hacia la n1elrpoli en concepto de pago de efectos irnporlados y, en consecuencia, el au111ento de las importaciones europeas siempre signi11caba una iuerma del metlico disponible en todo el espacio colonial. Aparte de :' esto, los efectos europeos importados desde fines del siglo XVIII, a pesar de sus oscilan-tes presentaban un nuevo problema porque algunos de ellos ya comenzaron a entrar en competencia con determinadas producciones del espacio interno colonial, como vi1nos para el caso de los vinos mendocinos y los tejidos de algodn cochabam-binos y catan1arqueos en el mercado de Buenos Aires que si bien lograban persistir, lo hacan a cosla de una merma en sus cantidades y en sus precios.

    !-Jubo otro tipo de cambios cuya magnitud e importancia para Crdoba y las regio-nes del "interior" an no podemos dimensionar. Nos referin1os al recorte de los espacios articulados en los circuitos del mercado de la costa del Pacfico. Cmo afect la dismi-nucin de exportaciones de azcar peruana {como parte de un conjunto de articula-ciones intcrregionales) a las exportaciones ganaderas de Crdoba hacia Chile es algo que no podemos n1edir, no slo por falta de dalos sino porque en ello se entrecruzaba el ascenso de la competitiva produccin ganadera me11docina. Slo podemos concluir que en estos aos, y por pedido de los comerciantes de Buenos Aires, se debilit un circuito muy complejo, que generaba mltiples relaciones entre distintas especializa-ciones productivas del mercado interno colonial. Pensando en el futuro, corresponde citar una muy sugerente frase dicha en nombre de los afectados productores de azcar peruana:

    Debe ser una mxima fundamental { ... J no abandonar el comercio al ar-bitrio de los comerciantes [ ... J siempre [debe dirigirlo el] Gobierno Superior para que redunde en beneficio [. .. J del bien coinn. 52

    Si nos reducimos a las relaciones inlerregionales de Crdoba e intentamos llegar a alguna conclusin sobre lodos los cambios observados, u11a opcin podria ser una shnple suma de los valores exportados ms los importados, de los cuales podramos concluir que en esos aos la relacin rnercantil hegemnica se daba entre Crdoba, Buenos Aires, el Litoral y Paraguay, en lanto la suma de sus in1portaciones y expor-taciones era mayor que la de las exportaciones de n1ulas hacia los cent.ros mineros alloperuanos. Entendemos que esto no seria lo adecuado ya que, desde la perspectiva del posible desarrollo de las economas regionales, el intercambio de nporlaciones de productos europeos por plata americana segua siendo una de las vas a travs de las cuales el sisten1a colonial extraa el metlico del espacio y, justamente, esto iba en dclritnento del desarrollo de sus posibilidades econmicas. En consecuencia, podemos

    52 .. Consulado ele Buenos Aires, Actas ... , IV, pp. 107-11

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  • ":Las rc!acio11es rnerca11tilcs de C61ctobci ( ! 800 1830) 1 fi9

    planli:-ar que en los ltinios aos coloniales la diniunica de la econo1nia regional de Crdoba resultaba de su integracin al eje c10111inanle Alto Per-Buenos fal, dado que an1bos eran los dos principales 1nercados para su produccin nlercant.il {n1ulas y lejidos-cueros, en ese orden), zonas con las cuales haba escasos retornos de producciones locales excepto las rnulas de cra, pero desde donde ingresaban las costosas nporlaciones de efectos europeos redistribuidas desde el puerto de Buenos Aires. ,Junto a estas relaciones se daban otras de jerarqua secundaria pero donde los intercambios ton1aban n1ucha importancia; eraJ-1 las exportaciones de tejidos a Para-guay a cambio de la yerba y el tabaco, y las exportaciones de ganado a Chile a ca1nbio del azcar peruana y otros efectos. Para los otras regiones vecinas1.Crdoba era casl un mercado de consumo para sus productos locales, no haba mayores intercan1blos; en este grupo se incluan principalmente Catamarca con sus algodones y suelas, La Rioja con su vino y San Juan con sus aguardientes, aclarando que desde Catamarca se traa el algodn, un insumo indispensable para la produccin local.

    LAS RELACIONES MERCANTILES DESPUES DE 1810

    Las relaciones rnercaniiles con el Alto y el Bqjo Per

    Como ya se plante hace aos, las exportaciones de mulas de Crdoba, principal e indispensable circuito a travs del cual retornaba la plata a la regin, entra en crisis cuando las zonas del Alto y el Bajo Per quedan ocupadas por los partidarios del orden colonial. En 1811 se sacan de Crdoba para Salta slo 4.229mulas, 400 en 1812 e igual nn1ero en 1813: en 1814 y hasta el fin de la dcada la cifra de exportacin a las provincias de "arriba" es cero. El inicio del cjclo militar ocasionado por el moVimiento independiente y sus mltiples consecuencias explica el abrupto corte de las exporta-ciones n1ulares y nos permite inferir el incierto futuro de este ramo (Assadourian, 1983, cap. VI). La produccin de plata potosina, que e11 medio de la guerra se derrun1ba entre 1812 y 1815, luego se recupera pero sin alcanzar ni a la mitad del producido en la ltima dcada colonial (Platt, 1997, gnillco !).

    El derrumbe del trfico y algunas de sus consecuencias ms drsticas son expues-tas por el Cabildo de Crdoba:

    ... en esta Ciudad ha faltado el trfico activo de mulas, que era el que llenaba de numerario esta Provincia con su exportacin, y es constante que se hallan en represalia en el Alto Per, de Crdoba plo mas de setecientos mil pesos y otros tantos que se hallan en inulas en'Cstos potreros y los de Salta.53

    Al cerrarse el acceso a los ten-itorios que provean de numerario a la regin, sobre-viene una desmonetizacin generalizada de la economa junto a una crisis social de masas, afectando tanto a los pudientes como a los grupos subalternos ligados a este sector exportador. Algunos grandes criadores y sobre todo los mercaderes sufrieron grandes prdidas, como se observa en el documento antes citado y en otro de 1828 donde se relata que Dalmacio Allende, uno de los vecinos ms ricos e influyentes de Crdoba en su tiempo, con n1otivo dela quiebra del negocio de mulas " ... cuasi no tena

    53. AMC, L. 46", 1812, f. 121.

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    170 Carlos Se1npal Assadouria11 y Silvia Palo1neq

    ele que vivir en el puelJlo por lo que se rclir al campo ... ade1nt:is de eslo ya se le v:l pidiendo a los pedir uno u otro peso co1no para plala de Uolsillo" La crisis q_' ran10 de n1ulas ta1nbin afect a los pequeflos o n1edianos criadores e invernadores a Jos arrieros. La cra e invernada de niulas reposaba sobre la produccin a peque escala de cientos de carnpesinos que criaban entre cinco y lrcinla aniinales (incluso e las "estancias" n1ayores los capataces y agregados podan tener en propiedad un rnanada de yeguas y algn burro hechor) y la conduccin a Salta o al Per se haca con la participacin ele cuadrillas de arrieros especializados. F:s decir que haba un secti-, de trabajo lljo y estacional considerable vinculado a esta actividad que, con la crisis-:- tarnbin vio desaparecer sus ingresos rnonetarios (Assadourian, 1983: 318-320). '

    Cabe matizar la parle del documento del Cabildo de 1812 donde inenciona que h.:W-700 n1il pesos de cobro pendiente en el Alto Per y que no se pueden cobrar por "represalias", La existencia de las deudas, aunque no sabemos si de tal magnitud, y: las dificultades para cobrarlas se confinnan por la existencia de expedientesjudicialeS. cordobeses referidos a estos cobros hasta 1835.55 Lo que est en duda es la lidad de cobrarlas a causa de las "represalias" en tanto este argumento forma parte de':_ discurso poltico del momento. Por un documento de 1816 podemos saber que uri:, parte de las deudas se cobraron hasta 1811, que en 1816 en Per y Chile an quedaban cobros ln1portantes pendientes y que esta situacin incida en las decisiones polticas X del momento. Es interesante anotar que, hasta 1816, no parece haber habido un' desconocimiento de las deudas por parte de los altoperuanos ni represalias polticas espafi.olas que impidieran o diHcultaran la continuidad de las relaciones. El mencio-

  • k'lS relaciones rnercantiles de Crdoba (1800-1830) 171

    sino a lodo el espacio, corno lo rnuestran los docun1cntos de sisa ele Salla donde desaparecieron esas exportaciones. Pero, con10 plante }!alpern Donghi { 1979: 80), "la ruptura no poda ser lota!" ya que algunas relaciones se mantuvieron a travs del trfico clandestino que creca en Ja dificil y poco controlada ruta del Despoblado. can1ino que, segn Godoy Oro (1957 [1806]: 235), parta desde Jchal y llegaba a Potos, era poco usado en los ai.os coloniales: "No se trajina por despoblado (este es su no1nbre). todo l de pastos de puna". La parte norte de esta rula era una de las que seguan las recuas de n1ulas hacia el Alto PerU y Snchez-Albornoz ( 1965b) no la su poca utilizacin durante el perodo colonial, 1nientras su reactivacin en el siglo XIX es observada por Conli (1989) en coincidencia con lialpern Donghi.57 Cabe relacionar estas referencias con otra, de pginas atrs, donde vimos que haba un camino "de las sie1Tas" que una San Juan con Chile, tambin con poco control fiscal, porque con ste se con1pletara el recorrido de una ruta que saliendo de Chile por "las sierras" llegaba a San Juan y continuaba por el camino del "despoblado" que, a travs de los Valles Calchaques, suba por Cachi y Ja Poma directamente a la Puna. Todo un largo trayecto alejado de los centros urbanos y sin controles fiscales, con tramos desrticos pero tan1bin co11 buenas pasturas en algunas zonas de los valles, Cachi o la parle norte de la Puna jujea.

    1-ubo cortos perodos cuando los ejrcitos de las Provincias Unidas lograron entrar victoriosos al Alto PerU y Potos (septiembre de 181 O a junio de 181 l, fCbrcro a noviembre de 1813 y abril a noviembre de 1815) y junto con ellos tambin. ingre-saron los mercaderes. Si bien en todas las provincias del "interior" tendieron a subir las importaciones de efectos ultramarinos luego de 1810, en Tucumn y Salta son notorios s11s incrementos en 1815,cuando el ejrcito de las Provincias Unidas logra entrar al Alto Per. En Tucumn, donde las importaciones de efectos ele Castilla alcanzaban a 43 mil pesos anuales en la ltima dcada colonial, en 1815 suben a 152 mil. En Salta, donde sus importaciones de efectos ultramarinos alcanzaban a 60 n1il pesos anuales, en 1815 se cuadruplicaron alcanzando a 236 mil pesos, de los cuales hay cien mil pesos cuya introduccin proviene de "comerciantes ingleses" que venan de Buenos Aires. Incluso en 1815vue1ven a exportarse casi 500 mulas y 3 mil vacas, segn los libros de sisa de Salta.58 ParaJujuy no contamos co11 esos datos,59 pero si sabemos de los festejos que ocasiona la comunicacin con Per "hasta aqui suspen-dida por las circunstancias de la guerra [y] ay abierta[ ... ] se ha celebrado con repiques generales" (Rojas, 1913, n: 117).

    La guerra de la independencia ocasion grandes gastos y ocasionales bloqueos del

    57. SegnSnchez-Albornoz { l 965b: 281, 285) las 1nulas, desde Salla, seguan tres caminos: uno por la Quebrada del Toro hasta Piscuno. el otro por Jujuy y Quebrada de Humahuaca y el otro por los Valles Calchaques {zona de invernada) que suba directamente a la Puna sin pasar por la Quebrada del Toro ni por el Valle de Lenna facilitando la extraccin clandestina, pero en su opinin eran pocas las que lo transitaban por las dificultades que presentaba la subida a la Puna. Esas rnis1nas nitas son las utilizadas en el siglo XIX segn Conti (1989; 42).

    58. Parte de los libros de la serie de hacienda de las provincias interiores se encuenlra en el l\GN, Sala 13.junto a la docurnentacin colonial. De los deTucumn hemos consultado los correspon-dientes a 1815; de Salta. a 1811-1815; de Catamarca, 1815 y 1816; Santiago del Estero, 1815 y 1817; La Rioja 1811-1813.

    59. Los libros de hacienda de Jujuy en el AGN se interrurnpen en 181 O.

  • 172 Carlos SernpaL Assaclourian y Silvia Palon1eque

    pucrlo a BuenosAires00 pero quienes ms sufrteron fueron aquellas provincias con sUs exporlaciones interrumpidas y que, encima, soportaron a uno u otro ejrcito en sus tierras y fueron consun1iendo parte de los ganados que antes se exportaban. En 1813

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    para Manuel Jos Garca, aunque Buenos Aires tenga paralizado su con1ercio por e1 bloqueo del puerto y agotadas las reservas de dinero, las otras provincias estaban en situacin aun ms difcil:

    Las provincias de Crdoba, Tucun18.n y Salta, c11ya riqueza consista en ganados que exporlaban al Per, han perdido enteran1enle su trfico desde el ao primero de la H.evolucin. Han sufrido luego las cargas de contribucio-nes y c1nprstitos, y eslas dos llimas, han mantenido adems sobre su territorio, los ejrcitos de la Patria y los de sus cnen1igos y han talado los can1pos y Jos pueblos. Las provincias ele Montevideo y Entre Ros, estn desvastadas por los grupos armados que siguen a Artigas y a sus caudillos, despus de haber sufrido lodo el peso de la can1paa de Montevideo. (Citado por Nicolau, 1988: 60)

    La presencia de los ejrcitos en las provincias del norte tambin in1p1icaba 1.in nece-sario consu1no de varios efectos pero sobre todo de vacunos, mulas y caballos. 61 En los libros de hacienda de Salta de 1811, como "Data de Gastos de Guerra" se registra que el gobierno provincial compr ms de 5 mil 1nulas a un valor promedio de 11 pesos a los anl.iguos mercaderes exportadores.62 En Jujuy en 1813, ocupado por los partidarios del orden colonial, los comerciantes intentaron exportar ganado vacuno aprovechando la libre circulacin hacia el norte, pero en acuerdo con las autoridades militares el Cabildo emiti un bando prohiQiendo su extraccin porque el "Ejrcito Real de Banguarda situado en estas dos ciudades necesita de todo el que hai, y que quiz no ser suficiente por el aun1ento de Tropas que se aproximan a esta ciudad" (citado por Rojas, 1913, 1: 36). La situacin fue empeorando a medida que continuaba la guerra. y jun.to a los recursos propios comenz a aparecer el apoyo de otras regiones. El consumo de los recursos de esas regiones era muy grande, y ms an los relacionados con el sector ganadero. En l.816 el Cabildo de esta misma ciudad informaba que se halla "obstruida la del Per, paralizado todo el comercio que gira sobre aquellas Plazas, la Can1paa

    60. Seg.n Ni cola u ( 1988: 38-66), la poltica econmica de las autoridades de Buenos Aires desde 181 O tiende favorecer las exportaciones pecuarias. pero es errtica y llena de n1edidas coyuntu-rales. Si bien se mantiene una polilica favorable a los exportadores, que busca ron1per con las limitaciones impuestas por el monopolio espaol rnientras bajan los aranceles a algunas in1por-taciones procurando un mejor abastecilnicnto de su regin. lan1bin esperan lograr un crecimien-to del trfico mercantil que posibilite el incrernento de una recaudacin fiscal necesaria para enfrentar los crecientes gastos rnilitares. A pesar de estas pri1neras rnedidas de poltica econmi-ca, o a causa de ellas. junlo al aun1enlo de los gastos militares se da una reduccin noloria de la recaudacin aduanera que baja 55 por ciento entre 181 O y l 813 junto con la renta total del Estado que disminuye 45 por ciento, inicindose en 1811 una economa de guerra con ernprs-titos hacia cornerciantes y propietarios que cada vez sern rns frecuentes y con duras medidas de confiscacin ele fondos hacia los espaoles.

    61. Vase un registro de los consumos del ejrcito en ganado vacuno, caballos, tabaco. aguardien-te y arroz en Tucurnn en 1815 y 1816 en un interesante artculo de LeontPinto (1978: 263).

    62. AGN, S. 13-10-5-1.

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  • LtlS relaciones n1crcanliles de Crdoba ( 1800-1830) 173

    lada, consun1idas sus producciones, recargado el pas con el sosten del Quartel General que ha mantenido por el tie111po de la rebolucin, arruinada la fortuna e interezes de los parliculares, exaustos los fondos nacionales y agotados todos los recursos y medios de produccin" y suspendi el cobro de unos derechos a los "hacendados y can1iceros [que abastecen la ciudad porque estn] aniquilados por los frecuentes aucilios de ganado que subministran para el sosten del Ejrcito Auxiliar". Pocos das despus, en una reunin con todos los vecinos donde se orgai1izabru1 para detener el avance del ejrcito realista que avanzaba desde Yavi, pedan prestadas cien monturas a ser devueltas con las que estaban al llegar de 'I'ucumn, cuatrocientos caballos a ser devueltos con los que ven.an de Crdoba, ganado vacuno y doce mil pesos a ser cubiertos con libranzas sobre Buenos Aires (dem,!: 216, 227),

    Crdoba fue lugar de paso de los ejrcitos y prest colaboracin con los recursos necesarios para la recuperacin de Allo Per y Chile63 hasta que, en 1818, el Ejrcito del Norte se asent en sus tierras. Recin despus de 1820, en el periodo de las "autonomas provinciales" y el gobierno de Juan B. Bustos, se inici un periodo pacfico que dur hasta 1829, cuando ste fue derrotado por el general Jos Mara Paz y se reinici "un tien1po de gran intranquilidad. de acciones guerreras hasta su caida en marzo de 1831, momento en que la situacin se tornar aun ms catica" (Converso, Grossi y Solveira: 1978: 221, 222).

    En un primer momento la guerra implic fuertes aportes de recursos de los sectores pudientes urbanos y de la Iglesia, que fueron sometidos a frecuentes contribuciones en dinero, 64pero tan1bin de la poblacin de la campaa. En 1817 el sndico procurador del Cabildo relataba que la poblacin de la campaa haba aportado "en el termino de ocho aos ponchos, caballos, mulas, y ganados sin intermision para todas las fuersas mili-tares que han pasado a Chile y al Per en defensa de nuestra amada patria".65 Esta situacin se agravar ms an luego con la presencia del ejrcito, y en 1819 el gober-nador de Crdoba ya se refera a "las calamidades de la guerra civil. [ ... ]Los campos se han agotado, los sembrados se han perdido y una peste amenaza a la salud publica''. rm

    Despus de noviembre de 1815 las zonas n1ineras quedaron bajo control espaol hasta la independencia de Bolivia. Para los ltimos aos de este perodo hemos encon-trado documentos que muestrai1 que en Crdoba tambin haba comerciantes alertas sobre los cambios en la situacin de la frontera y, desde 1821 a 1824, sus cartas nos expresan la accidentada continuidad de las relaciones mercantiles fronterizas para los co1nerciantes importadores de efectos ultrarnarinos67 (pero no tenemos referencia a]-

    63. Chile se mantiene con control de los revolucionarios hasta 1814, y luego stos vuelven a recuperar el poder despus ele las batallas de 1817 y 1818.

    64. Entre 1815 y 1816 hemos localizado muchas solicitudes de comerciantes que, frente a las dificultades para pagar los emprstitos exigidos, pedan rebaja o excepcin. Varios ya estaban encarcelados con sus bienes secuestrados y piden que se les levante el secuestro de bienes y la orden de prisin para poder juntar el dinero para pagar. En general, las respuestas del gobierno son muy duras (E4, Leg. 48, 1815, t. 2. E. 4. Leg. 49, 1816, ls. 1 y 2). Sobre las contribuciones de la Iglesia, vase Teclesco (2001).

    65. AIIP/c E. 1, L. 448, 1817, E. 7.

    66. !EA, N' 07368, N' 00308.

    67. Con ti ( 1989: 40) tambin localiza un expediente judicial de 1820 donde hay referencias a un comerciante santiaguef10 que reexporta efectos de Castilla hacia e'l Alto Per, Pareciera que con n18.s apoyo de las autoridades jujeas que de las salteas.

  • 174 Carlos Scn1pat Assaclourian y Silvia Pnlon1cqu

    guna sobre exportaciones de mulas). f

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    Las relaciones rnercsntiles de Crdoba ( l 800-1830) 175

    venan de Buenos Aires con ese des Uno (Pavoni, 1981, u: 2}, sigue otro de Con ti, quien sostiene qlle no se perdi todo el Alto Per para las ilnportaciones de efectos ultrarna-rinos ingresados por Buenos Aires, que slo la parte norte es la que depende del abastecin1iento de los puertos del Pacfico nlientras la parte sur qued vinculada a Buenos Aires. al igual que Salta, Jujuy yTucun1:in. Si nos Jljamos en el lmite sur de este espacio, en la provincia de Tucumn, puede observarse que si bien prefiere abas-tecerse en Buenos Aires, en el perodo ele bloqueo del puerto de Buenos Aires en el Uliin10 lustro de la dcada del 20, le llegan desde Bolivia 25 por ciento de los efectos ultramarinos (Cceres Cano, Martnez y Odstricil, 1979; Cceres Cano, Martnez y Nanni, 1982; Nicolini. 1992).

    Tenen1os que considerar que no slo las provincias del norte sino todas las del "inte1ior" lendieron a reanudar o reactivar antiguas relaciones durante el mencionado bloqueo del puerto, pero que esto se dio en dislintos grados. En Crdoba tambien ingresaron Ltnos 10 mll pesos anuales en efectos ultramarinos desde Chile durante dos aos, 1828 y 1829, pero significaron slo 13 y 5 por ciento del total importado por Buenos Aires, mientras en la ltima d:cada colonial slo haba ingresado una sola e importante partida en 1808. Distinta parec1era ser la situacin de La Rioja y Catamar-ca, donde sietnpre se puede observar una presencia ms permanente de las importa-ciones desde Chile, y no slo en periodos de bloqueo del puerto de Buenos Aires.71

    Posiblemente lo sucedido en estas dos provincias sea similar a lo ocurrido en Mendoza, cuyas importaciones de efectos de Castilla provenan tanto de Buenos Aires como de Chile pero que a partir de 1812 es invadida por las importaciones de efectos ultran1a-rinos procedentes de Buenos Aires, con excepcin de los aos de cortes de caminos o de bloqueos, cuando vuelve a' Ser abastecida desde Chile (segn se observa en los datos aportados por Acevedo, 1981: 44).

    Tambin Con ti den1uestra que la reanudacin de las reexportaciones de Jujuy y el Alto Per se iniciaron en 1824, las exportaciones de ganado mular en 1825 y las de los vacunos en 1829 (Conti, 1989: 46). De acuerdo con los registros del Libro de Guas, en 1824 por Jujuy se reexportaron efectos de la tierra como yerba, aguardientes y pellones y ninguna cabeza de ganado y, de acuerdo con nuestros clculos sobre esos datos. anualmente se exportaron 2.500 mulas entre 1825-1831y1. 700vacunos entre 1829 a 1831. Todos estos ganados provenan de San Juan, La Rioja, Catamarca y de parte de Salta, y su destino era la parte sur del Alto Per (dem: 40)

    Si comparamos estos datos con los del ganado que sala por la tablada de Jujuy en la ltima dcada (6.819 mulas y 9.682 vacas anuales) y pensamos en la posible demanda altoperuana, tenemos que concluir que sus cantidades no eran significati-vas; las exportaciones slo alcanzaban a un tercio de las mulas y a un sexto de los vacunos qL1e se exportaban en la ltima dcada colonial mientras la produccin minera potosina slo se haba reducido a la mitad. 72 La oferta relativamente baja debi tener relacin con las dificultades que enfrentaron los productores y los mercaderes para poder reorganizar las exportaciones.

    Si bien en investigaciones anteriores no logrbamos saber si Crdoba haba parti-

    71. Al n1enos sla es la idea que nos qued luego de una revisin de las escasas guas que han sobrevivido en ambos archivos.

    72. Es posible que en ello haya influido la veloz desmonetizacin-que en BoliV':ia provoc el alza de las i1nportaciones extranjeras en 1825 {Mitre, 1986: 21).

  • l 7(-) Carlos Se1npat Assaclourian y Silvia Pa\ornequ

    cipado o no en este reinicio de las exportaciones rnulares hacia el Alto Per (Romano:> 1999b: 178), un expediente judicial que recienten1ente hernos localizado nos pernt' sostener no slo que Crdoba particip de estas exportaciones sino que velozrnente organiz una feria de mulas en la ciudad, a pesar de los conflictos entre criadores ,-inven1adores, la indisciplina social que afectaba el siste111a de propiedad de ganadoS en la can1pafla y los nuevos conlliclos pollico-111iltares que se clan despus de 1829-:;'

    En el cltado expediente judicial vemos que en 1825 la viuda de don Juan del Sign, propietaria de ms de n1il n1ulas que babia entregado en invernada haca aos a don: Jos Maria Allende, menciona que tiempo antes haba quedado pendiente la resolucin de un juicio por el costo de la invernada ya que el gobierno haba considerado que este era un asunto que" por el estado y circunstancias politicas de nuestra Amrica no {era de] fcil disemimiento por cuanto la internacin de la especie fuese prohibida sin que a los propietarios les quedase otro arbitrto que esperar el tiempo de la internacin al Per para poder extraer de los potreros en donde las pusieron a invernar". En este 1825 la viuda de Del Signo se presenta ante el gobernador Bustos porque "en el dia parece est ya libre el giro de las mulas y por consiguiente en estado los propietarios de poderle dar destino" (f. 1).

    En 1826 tambin, un perito co11firma la existencia de un perodo anterior de pro- ___ ,, hibicin de saca de mulas cuando el gobierno "prohibi la extraccin de ellas e inter:- >' nacin al Per, porque as convena a las n1iras polticas de la causa de Amrica" y sostiene que los propietarios fueron ms afectados que los invernadores mientras menciona que uno de ellos que le ha comunicado que disponga de "sus mulas" porque' "ya esta abierta la internacion del Per" (f. 20). En el mismo ao otro perito opina que el invernador no puede hacerse cargo de devolver tantas mulas debido al "estado lamentable de nuestra campaa que toda ella est llena de ladrones" y que las mulas faltan tes deben pagarse al "precio de la Feria que ya se ha abierto en esta provincia" (f. 25). El expedientejud