Upload
others
View
10
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
64ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016
EDICIÓN ESPECIAL: ETNO–ORNITOLOGÍA
ASPECTOS DE LA ETNO–ORNITOLOGÍA DE LA PROVINCIA DE EL LOA, NORTE DE CHILE
Aspects of the ethno–ornithology of the El Loa Province, northern Chile
VICTORIA CASTRO1,2 & JÜRGEN ROTTMANN3
1Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago, Chile.2Departamento de Antropología, Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile. Dirección Postal: Las Perdices 575, La Reina, Santiago de Chile.3Casilla 160, Talagante, Chile.
Correspondencia: [email protected].
RESUMEN.– Diversos contextos históricos y sociales dan cuenta de la importancia cultural de las relaciones entre los humanos y las aves. En este trabajo revisamos la relación humano–ave en el mundo andino del norte de Chile. Para ello, analizamos la etno–categorización de las aves, recopilando los nombres vernáculos y los saberes ornitológicos locales en las tierras altas de la Provincia de El Loa, Región de Antofagasta. Este registro reviste significación en un contexto donde los crecientes cambios producidos en el paisaje por la extracción indiscrimi-nada del agua con fines industriales han afectado tanto a las aves, como a los pueblos y sus interrelaciones con la avifauna. PALABRAS CLAVE.– Etno–ornitología, poblaciones andinas, patrimonio biocultural, tierras altas de Antofagasta.
ABSTRACT.– Diverse social and historical contexts acknowledge the cultural importance of the relationships between humans and birds. In this paper, we explore the human–bird relationships in an area of the Andean world in northern Chile. To this end, we provide an ethno–categorization of birds, their common names and local ornithological knowledge in the highlands of the El Loa Province, Antofagasta Region. This account is of great significance because increasing changes in the landscape by the random extraction of water for industrial purpos-es has strongly affected birds, local peoples and their relationships. KEYWORDS.– Ethno–ornithology, Andean people, biocultural heritage, highlands of Antofagasta.
Manuscrito recibido el 22 de febrero de 2015, aceptado 23 de febrero de 2016.
INTRODUCCIÓN Con un acercamiento interdisciplinario y un enfo-que antropológico, desde los años 80 hemos explorado los significados que tienen las aves para las sociedades indíge-nas de la zona andina del norte de Chile. Esta exploración incluyó elementos propios de disciplinas tales como la ar-queología, la etnografía y la etnohistoria. Esta apertura dis-ciplinaria nos permitió generar intereses comunes con zoó-logos y ornitólogos, y mostrarles cómo las ciencias sociales le han dado relevancia a las relaciones entre los humanos y las aves en el mundo andino. Por ejemplo, la arqueolo-gía, por una parte, ha hecho notar el valor de las aves para
consumo alimenticio, uso de huesos, tendones y plumas como materia prima la confección de herramientas, ador-nos corporales, usos rituales y su expresión ideológica en el arte rupestre (Valenzuela 2013). Por otra parte, tal como los ornitólogos clasifican a las aves por hábitat, la etnografía ha demostrado que el hombre andino tiene su propia taxo-nomía o etno–categorización de distintos niveles del paisaje como, por ejemplo, la categorías de chacra, campo o cerro (Castro & Aldunate 2003). Del mismo modo, los poblado-res de los Andes frecuentemente se refieren a los animales de acuerdo a sus modos de alimentación y a la utilidad fun-cional o “práctica” para los seres humanos.
65 ARTÍCULOS Castro & Rottmann
Subyacente a cualquier categorización, hay un orden cos-mológico en el que los animales tienen un “dueño” que puede ser humano o no humano (Castro & Varela 1992, Millones & López–Austin 2012, Millones & Mayer 2012). Asimismo, la etnohistoria profundiza el entendi-miento temporal para los habitantes de los pueblos an-dinos. En esta visión existe un tiempo mítico primigenio donde los antepasados del inka, conocidos como gentiles o chullpa, habitaron la tierra antes de la salida del sol. De acuerdo al saber andino, los chullpa eran seres sabios en íntima comunicación con la naturaleza (Castro & Martí-nez 1996). En aquel tiempo mítico primigenio, humanos y animales eran en alguna forma “lo mismo”. Esa época es también conocida como el “tiempo inquieto”, porque humanos y animales intercambiaban sus formas fácilmen-te (Platt 1976). Este tiempo etnohistórico corresponde a periodos anteriores a los procesos de domesticación de plantas y animales, donde la quínoa y papas de los chu-llpa correspondían a las variedades silvestres actuales y su llama (Lama glama) era la vicuña (Vicugna vicugna) y su gallina, la perdiz de la puna, kíula (Jaramillo 2005) o p’isaqa (Tinamotis pentlandii). Los gentiles entonces es-tán asociados a una situación social previa, donde existía continuidad entre los seres humanos y los animales. De esta forma, la visión de mundo de los pueblos andinos es inclusiva y comprende todas las esferas de la realidad, con funciones de los humanos y animales muy definidas den-tro de un universo que no segrega naturaleza y cultura. Ello permite que las etno–categorías sean paritarias en las referencias a humanos y no humanos. El marco referencial en que descansamos se aso-cia a los trabajos pioneros de Brent Berlin (1992) en el ám-bito de las etno–categorías o el modo en que la gente de un grupo cultural específico nombra, usa y organiza la flora y fauna que hace parte de su paisaje. Los seres humanos se aproximan a la experiencia a través de categorías formales básicas que denotan la forma por la cual las personas dis-tinguen elementos directamente con sus sentidos (forma, color). Las combinaciones de estas categorías básicas, a su vez, generan otras categorías más complejas o con-ceptuales, sobre todo para elementos de nuestro entorno que percibimos como asociados o mutuamente dispuestos formando parte de fenómenos o procesos. El análisis se-mántico de estas asociaciones permiten a los antropólogos acercarse al entendimiento de los dominios y sub–domi-nios de pensamiento tradicional e indígena (Goodenough 1975). Este tipo de trabajos han permitido valorar las re-laciones de los pueblos con el ambiente y con otros suje-tos no humanos, como animales o plantas, y considerarlas como patrimonio biocultural (Castro & Romo 2006, Iba-rra et al. 2012). Dentro de las sociedades tradicionales, los pueblos indígenas han contribuido mayormente con sus
sistemas de conocimiento y etno–categorización, al punto que hoy podemos nombrar esta sistemática como ciencia indígena (Villagrán & Castro 2004). El propósito de este trabajo es contribuir a la va-loración del patrimonio biocultural andino mediante la presentación de distintos aspectos relacionados al conoci-miento de las sociedades indígenas andinas sobre las aves. Para esto, ofrecemos una síntesis de descripciones de aves basada en informaciones entregadas por expertos locales de la provincia de El Loa, Región de Antofagasta, nor-te de Chile. Posteriormente, exponemos una descripción más amplia centrada en el picaflor (etno–especie represen-tada por Oreotrochilus estella y Rhodopis vesper). Para esta ave, mostramos cómo es posible adentrarse y atisbar la complejidad del pensamiento, ciencia y filosofía andi-na. Finalmente, señalamos el efecto de distintos factores históricos sobre los cambios en el paisaje que, inevitable-mente, han afectado las relaciones entre los seres huma-nos y las aves. Esperamos, a través de esta contribución, construir un espacio para un diálogo interdisciplinario que oriente futuras comparaciones etno–ornitológicas.
MÉTODOSÁrea de estudio y contexto socio–cultural Este estudio etnográfico se realizó en la cuenca del río Loa Superior (22°S 69°O), particularmente en la zona de río Salado, principal afluente del río Loa. La po-blación con la que trabajamos es auto–subsistente y de-sarrolla una economía agropastoril, distribuida en cuatro pueblos: Caspana, Cupo, Ayquina y Toconce. Cada unidad familiar posee estancias distribuidas en sus territorios de pastoreo entre los 3000 y 4400 m de altitud. Los pastos de vegas y bofedales son humedales de altura de uso comu-nal y cada comunidad respeta los derechos adquiridos y transmitidos por años entre cada familia. Esta población desciende de las sociedades indígenas precolombinas de raigambre andina. Actualmente, el idioma que emplean para comunicarse es el español. Sin embargo, hasta me-diados del siglo XX, sus habitantes fueron mayoritaria-mente quechua y aymara parlantes en algunos casos. En Caspana, la lengua dominante fue el kunza o lengua del Salar de Atacama. El uso de varias lenguas se traduce en la diversa nomenclatura para la toponimia de cerros, pisos ecológicos y también la denominación de otros elementos de la naturaleza, flora y fauna. En lo social, esta sociedad andina está articulada por lazos parentales, los que se re-fuerzan a lo largo del año a través de eventos ordenados en el calendario económico–ceremonial (Castro & Martínez 1996, Castro 2009). La mayor parte de la biogeografía del paisaje del área de estudio corresponde a un altiplano riolítico desde donde emergen los cerros Panire, León y Toconce. El cli-
66ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016
ma sobre los 3000 metros sobre el nivel del mar (msnm) es de estepa marginal de altura. En un sentido amplio, el área de estudio puede categorizarse como un semi–desier-to de altura, con una vegetación dominada por matorrales xéricos, gramíneas y plantas en cojín. Esta vegetación se distribuye en la gradiente altitudinal en cuatro pisos ve-getacionales: a) Piso Pre–Puneño (meseta semiárida a los 2700 msnm) que se caracteriza por una cobertura dispersa de pequeños matorrales que se interrumpe hacia los 3000 msnm, por la vegetación azonal de las vegas de Turi; b) Piso puneño (sobre los 3000 msnm): es el más extenso de los pisos altitudinales y presenta la más alta densidad de plantas (Fig. 1); c) Piso altoandino (sobre los 3850 msnm): se caracteriza por una cobertura de gramíneas (e.g. Stipa venusta, Festuca chrysophylla), y plantas en cojín (Azore-lla compacta) que dominan la vegetación; d) Piso subni-val (entre 4200 y 4350 msnm): marca el límite superior de las plantas vasculares en el área, con una vegetación muy escasa, dominada por hierbas perennes y algunas plantas en cojín (Villagrán et al. 1981). En estas comunidades y contexto ecológico y so-ciocultural, registramos datos en terreno durante los años 1984 a 1994. En los primeros años realizamos el primer trabajo sobre etno–categorización de la fauna andina (Cas-tro 1986) en las localidades de Toconce, Inacaliri y Turi, principalmente (Fig. 2). Estos datos fueron obtenidos de tres yatiri (sabios indígenas que conocen las costumbres ancestrales y las prácticas en favor de la comunidad y de los individuos que la componen) de la localidad de Tocon-ce y del relato de pastoras de las localidades de Turi, Pani-ri e Inacaliri. Para este trabajo extendimos esta etno–cate-gorización con referencias complementarias obtenidas en
el mismo territorio y otras recopiladas en el área del oasis de San Pedro de Atacama y otras zonas de los Andes cen-trales, entre 1994 y 2015. Consideramos que abordar esta extensión de tiempo es muy relevante, ya que esta sociedad se encuen-tra bajo grandes presiones de cambio cultural, económico y paisajístico. Desde tiempos ancestrales y prácticamente durante todo el siglo XX, por ejemplo, los niños y jóve-nes constituyeron el andamiaje básico para el sistema de pastoreo en la sociedad andina. Hoy en día, el deseo de los padres es que sus hijos se eduquen para que luego puedan lograr un puesto en la sociedad occidentalizada. Se cree que, de esta forma, los jóvenes podrán aportar a la eco-nomía familiar con el circulante necesario para los pro-ductos y bienes que se obtienen por medio de dinero (e.g. café, sal, azúcar, aceite, arroz). Esto produce una paulatina desintegración de la economía agropastoril basada en un sistema de redistribución e intercambio que aún tiene vi-gencia en la sub–región nororiental de la Provincia de El Loa. El sistema educacional actual obliga también a que los niños, una vez cumplido el octavo básico, se movilicen de su comunidad a la ciudad de Calama. Esta emigración infantil genera en las familias la necesidad de mantener una casa en la ciudad y, en caso de que no existan parien-tes residentes en la urbe, uno de los padres o hermanos mayores de la familia también debe emigrar. Esta altera-ción a la estructura familiar afecta el sistema socio–eco-nómico de la sociedad local. Los efectos de esta movilidad en los mismos niños no son fáciles de evaluar, pues mu-chos no se adaptan a la ciudad, dejan de estudiar y vuelven a la comunidad y se dedican nuevamente a la economía tradicional y eventualmente a trabajos generados por el Municipio. Otros niños se quedan en la ciudad, desertan del colegio y se dedican a trabajos mal remunerados y de baja jerarquización social en la ciudad. Entre otros factores aparentemente aculturativos, se encuentran el Servicio Militar. El efecto de éste también sería temporal ya que, por lo general, luego de conclui-do éste los jóvenes vuelven a integrarse a su comunidad.
Figura 1. Camino en la transición tolar–pajonal a los 3800 me-tros de altitud, entre el pueblo de Caspana y el pueblo de Río Grande. Ésta es una ruta tropera que vincula la zona de El Loa Superior con la cuenca del Salar de Atacama, Región de Antofa-gasta, norte de Chile (Fotografía de V. Castro).
Figura 2. Toconce, localizada en el tolar a 3400 m de altitud, es el pueblo más oriental de la Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, norte de Chile (Fotografía gentileza de Fernando Maldonado Roi).
67 ARTÍCULOS Castro & Rottmann
Por otra parte, en cada comunidad existe una iglesia ca-tólica, sin cura residente, y desde hace unos 20 años una pentecostal. Como es sabido, esta última doctrina ha sido un fuerte factor de aculturación en toda América Latina. A su vez, el sistema de control fronterizo ha limitado el sis-tema tradicional económico de reciprocidad e intercambio con lugareños de comunidades hoy bolivianas como, por ejemplo, el intercambio de ch’uñu, de huevos de parina por papa y/o carne, y también intercambio de quínoa por maíz.
Trabajo etnográfico Para investigar la etno–categorización de las aves de El Loa, usamos entrevistas abiertas a los pobladores con el objeto de conocer sus propias categorías concep-tuales de uso y función de la avifauna. De esta forma, los conocedores locales nos mostraron la forma en que estruc-turan el mundo de su experiencia con su entorno y las aves (Guber 2001). Simplemente se pidió a los interlocutores que contaran lo que supieran sobre los animales, respetan-do su ritmo de descripción. Se entrevistó a una veintena de personas, entre los 86 y 14 años, de diferente sexo, edad y localidades. En conjunto con los participantes, se identi-ficaron las especies de aves que habitan el área y se cons-truyó un catálogo que compiló las categorizaciones de las aves por las comunidades humanas del curso superior del río Loa (Tabla 1). Los mayores de 40 años fueron, en general ay-mara–quechua bilingüe, por lo que contar con un lingüista y/o un antropólogo bilingüe sería un gran apoyo para fu-turos estudios (ver Madroño en esta Edición Especial). Sin embargo, como señala Arguedas (1984), el hombre andino logra convertir el castellano en un “instrumento suficiente y libre” para expresarse. En sus relatos, a los pobladores de mayor edad les gusta intercalar nombres, frases, con-
ceptos, oraciones y hasta canciones en quechua y aymara, donde el apoyo y uso de diccionarios en lenguas nativas resulta de utilidad.
RESULTADOS Y DISCUSION En la Tabla 2 ofrecemos algunos ejemplos de las descripciones sobre las aves realizadas por los expertos lo-cales. En la Tabla 2, además, ofrecemos comentarios a las descripciones que corresponden a nuestras apreciaciones o precisiones más allá de las definiciones locales. Termi-namos esta sección con un ejemplo centrado en el picaflor (Oreotrochilus estella; Rhodopis vesper) donde mostramos cómo es posible profundizar en la complejidad del pensa-miento, ciencia y filosofía del mundo andino a través del análisis de las relaciones entre las personas y las aves.
Etno–categorías de las aves de las tierras altas de la Región de Antofagasta Encontramos que, en el mundo andino, el dominio del color orienta fuertemente la descripción de la fauna. Este dominio conforma una categoría básica de reconoci-miento y designación, es usado por los pobladores de El Loa Superior para describir y comparar. El resto de las cate-gorías, a diferencia del color, son usadas por los pobladores para distinguir y clasificar animales sin ser, necesariamen-te, excluyentes entre sí y en muchos casos las cualidades de los animales se combinan según su forma de uso o función. A pesar de esta complejidad de la etno–categorización an-dina, detectamos similitudes entre la sistemática indígena y la zoológica y la ecológica, por lo que utilizamos nombres científicos para ayudar a los ornitólogos a comprender las categorización e identidad de las aves.. Los conocedores locales distinguen entre anima-les “libres” y “criados.” Estas categorías corresponden a
Nivel Altitudinal Vegetación Categorías del Paisaje
Zona ecológica Uso de la vegetación
Nival, (>4500 msnm)
No hay vegetación Panizo
Subnival(4500–4200 msnm)
Vegetación escasa. Plantas perennes y plantas en cojín
Panizo Cerro Principalmente Medicinal Forraje
Alto Andino(4200–3850 msnm)
Gramíneas y plantas en cojín
Pajonal Cerro Principalmente ritual, medicinal y forraje
Puna(3850–3000 msnm)
Matorral siempre verde y cactáceas
Tolar Campo Principalmente forraje y medicinal
Prepuna(3000–2700 msnm)
Planicie semiárida cubierta espaciadamente con pequeños matorrales
Pampa Campo Medicinal, forraje
Desierto(< 2700 msnm)
Sin mayor vegetación
Tabla 1. Niveles altitudinales, vegetación, categorías del paisaje, categorías de utilización del paisaje y uso de general de la vege-tación en la cuenca del río Loa Superior, Región de Antofagasta, norte de Chile (adaptada de Castro & Aldunate 2003).
68ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016
las occidentales de animales “silvestres” y “domésticos”. Esta categoría alude, en el primer caso, al “cuidado” de los animales y, en segundo plano, a la dependencia que se produce entre las especies y ser humano. De esta forma, los lugareños distinguen entre los animales libres a aque-llos que pueden potencialmente criarse, como las gualla-tas o piuquenes (Oressochen melanopterus). Esta sub–ca-tegoría corresponde a una distinción intermedia entre la cultivación y la domesticación. De la misma forma, existe una sub–categoría para los animales libres que no pue-den criarse, donde destaca la perdiz de la puna (Tinamotis pentlandii). Los interlocutores describieron iniciativas de crianza de esta especie sin éxito, comentando: “ella es li-bre porque no puede criarse” aunque se trate de domesti-car. Por otro lado, las parinas (Phoenicoparrus spp.) y los patos (Anatidae) se clasifican como animales libres que pueden criarse. Otra categorización utilizada por los pobladores andinos es la adscripción de las aves a etno–categorías del paisaje (Aldunate et al. 1983; Tabla 1). Por ejemplo, en-tre las aves libres y criadas, los lugareños nombraron un conjunto de aves pequeñas , pertenecientes a la etno–cate-goría de “chacra”. Entre las aves de chacra encontramos: palomitas (Columbidae), chiriwa (Sicalis sp.), ch’oto (Phrygilus atriceps), picaflores (Oreotrochilus estella; Rhodopis vesper), chiribitos (Sicalis olivascens), tordos (Turdus chiguanco), silbadores (Agriornis montanus) y chingolitos (Zonotrichia capensis). El culi culi (Attagis gayi) es un ave que la gente asocia con la etno–categoría de “cerro”, separándola de otras aves de las “quebradas” como la bandurrilla de pico recto o lucho–lucho (Ochetor-hynchus ruficaudus), el jilguero (Carduelis sp.), el chiri-lelunco y el chunchurrito. Estas dos últimas aves podrían referir a tortolitas del género Metriopelia, incluyendo M. aymara, M. melanoptera y también Zenaida auriculata. Encontramos una cuarta forma de ordenación de tipo cualitativo que llamaremos “cualidad”. La categoría cualidad incluye a varias otras que contienen animales al-tamente significativos en el contexto religioso indígena. Entre ellos se encuentran los “cargueros”, animales usados para los “pagos” u ofrendas y los animales medicinales. La denominación de “carguero de los Mallku” es categoría exclusiva para animales que trasportar la riqueza desde los cerros masculinos o Mallku hacia los cerros femeninos o Mallku t’alla durante la noche. Como en los casos ante-riores, estas nominaciones no son excluyentes de las cate-gorías mencionadas anteriormente. Así, se nombran como “cargueros” a aves como el cóndor (Vultur gryphus) y el águila (Geranoaetus melanoleucus), junto con otros ver-tebrados como la vicuñita (Vicugna vicugna), el guanaco (Lama guanicoe) y el sapo (Bufo spinulosus). También las parinas (Phoenicoparrus sp.) constituyen parte de lo que se
ofrenda en los pagos. Dentro de los animales para “pagos” se distinguen aquellos que participan como ofrendas para la lluvia, para las “antigüedades” (sus antepasados), para la vida (nacimiento) y para las enfermedades. Esta categoría es compleja y en ella se mezclan, por ejemplo, la ritualidad con la enfermedad. El cóndor (Vultur gryphus) y el lagarto (Liolaemus spp.), por ejemplo, poseen propiedades direc-tamente medicinales que pueden ser separadas de su fun-ción netamente ritual; sin embargo, se producen dualidades con especies de aves como el cóndor, la cual se percibe como perjudicial para el ganado, pero al mismo tiempo be-neficioso para la salud humana como animal medicinal. Otras cualidades claramente discernibles que organizan el pensamiento local son: transporte, contras-te, comestible, belleza, tamaño, movimiento y sonido. La categoría de contraste es una cualidad implícita en las descripciones. Por ejemplo aves de la categoría de “mal agüero” y “buena suerte” se nombran juntas. Cuando se nombra al ave de “mal agüero” chululunka1, por contrapo-sición se nombra al lucho–lucho que es de buena suerte. La categoría de belleza se usa también para la descripción de aves en un lenguaje connotativo.
El picaflor: un ejemplo de la complejidad del pensa-miento, ciencia y filosofía del mundo andino Los picaflores (genéricamente quenti en lengua quechua y sotar en kunza), fueron venerados al nivel de deidades en la América precolombina. Hay indicios plau-sibles de que los picaflores anunciaban tiempos de lluvia e incremento de agua. En efecto, la población de Nazca, Perú, representó un picaflor entre sus grandes geoglifos como forma de asegurar la fertilidad de la tierra y la ger-minación de los cultivos, integrando a su vez la trilogía simio–picaflor–araña (Reiche 1982, Castro 1997). ¿Podría este tributo representar los auspicios de agua para las prác-ticas agrícolas del desierto más extremo de los Andes? Los antiguos sacerdotes indígenas otorgaban a los picaflores el poder de mediar entre los seres humanos y los dioses. El picaflor o quenti fue reiteradamente aso-ciado por los cronistas no sólo al Qollasuyu y el barrio del sur en el Cusco del mismo nombre (Castro 2004), sino también al mito del orden inicial del mundo (Ponti 2008). En esta visión, el picaflor fue una deidad asociada al punto cardinal oeste: el lugar de los difuntos. Desde esta ubica-ción el picaflor “renace”. En este marco, la observación del cronista Cobo (1956) es acertada cuando señala que el picaflor, después de seis meses “colgado”, se reanima con el advenimiento de la primavera, haciendo referen-
1 la identificación del ave Chululunka permanece pendiente.
69 ARTÍCULOS Castro & Rottmann
Tab
la 2
. Reg
istr
os
etno–o
rnit
oló
gic
os
par
a en
la
Provi
nci
a de
El L
oa,
Reg
ión d
e A
nto
fagas
ta,
Chile.
#N
om
bre
ci
en
tífi
coN
om
bre
lo
cal
Cit
as
loca
les
Ob
serv
aci
on
es
de l
os
invest
igad
ore
sZ
on
a
eco
lóg
ica
Alt
itu
d
(msn
m)
1A
ttagis
gayi
K'u
li k
'uli
“Es
un p
aja
rito
. C
anta
much
o” (
Reg
istr
o en
Turi
). “
Del
ce
rro
vien
e el
culi c
uli.
Andan g
rita
ndo
esos
, ca
nta
n a
sí
(kuli –
kuli)”
. “E
s un a
ve g
rande.
Anda e
n b
andas.
En
Inaca
liri
(alt
a p
una)
cria
ban c
uli c
uli.
Esto
s anim
alito
s se
fuer
on c
uando
la v
ega s
e se
có.
Andan i
gual
que
per
-diz
, en
el ce
rro.
Vuel
an d
e tr
es y
cuatr
o. E
n la c
ordille
ra
vive
n c
on p
erdic
es.
Canta
y d
ice
k'u
li k
'uli”
“No
baja
. Es
del
cer
ro”.
Inac
alir
i es
par
te d
el t
erri
tori
o d
e pas
tore
o d
e la
com
uni-
dad
de
Toco
nce
. El
bofe
dal
de
ese
nom
bre
(4
25
0 m
snm
) co
men
zó a
sec
arse
en 1
91
4 y
se
secó
com
ple
tam
ente
en
19
50
, deb
ido a
la
const
rucc
ión d
e ad
ucc
iones
de
agua
par
a la
min
a de
Chuquic
amat
a.
Reg
istr
o e
n Inac
alir
i y
Toco
nce
.
Cer
ro3
85
0–
45
00
2Tin
am
otis
pen
tlandii
Perd
iz
cord
ille
rana
“Ella e
s libre
, no
pued
e cr
iars
e. S
olo
pued
e es
tar
tres
día
s en
una jaula
. D
espués
no
com
e. L
a p
erdiz
pon
e hue-
vos
en c
ualq
uie
r part
e. C
uando
lluev
e, b
aja
del
cer
ro,
del
pajo
nal. L
e gust
a c
omer
cach
iyuyo
(A
trip
lex
mada-
riagae)
y a
ñaw
a (A
des
mia
sp.;
Villa
grá
n &
Cast
ro 2
00
4).
En
la v
ega c
ome
alt
ega (
Junel
lia d
igit
ata
), q
ue
es d
ulc
e,
tola
de
per
diz
”.
Este
es
uno d
e lo
s m
ejore
s ej
emplo
s de
aves
que
no
pued
en c
riar
se;
son a
bso
luta
men
te s
ilve
stre
s o l
ibre
s par
a lo
s to
conce
ños,
tal
com
o e
llos
mis
mos
rela
tan.
En E
l Lo
a, la
gen
te la
llam
a per
diz
de
la p
una,
kiu
la o
pí-
saqa [
El n
om
bre
pís
aqa,
es u
na
def
orm
ació
n d
e p’isq
a-
qa,
térm
ino q
uec
hua
onom
atopéy
ico p
ara
den
om
inar
al
Salt
ato
r aura
nti
iros
tris
(V
ener
o 2
00
8)]
. En
San
Ped
ro d
e A
taca
ma,
la
per
diz
rec
ibe
el n
om
bre
kunza
de
ckol
an,
ckol
am
o c
kala
m–a
. Es
ta a
ve s
e co
nsu
me
asad
a y
coci
-da.
El a
sado s
e ofr
ece
con e
nsa
ladas
, co
n m
aíz tost
ado o
co
n f
ideo
s (G
óm
ez &
Sia
rez 1
99
5).
En la
zona
de
estu
dio
re
cibe
el n
om
bre
de
llutu
.
Cer
ro3
85
0–
45
00
3G
allin
ago
andin
aC
abal
lito
“Col
or c
afe
cito
un p
oquit
o ra
yado
las
alita
s co
n b
lan-
quit
o”.
“Pája
ro a
mari
llo
que
cuando
vuel
a r
elin
cha.
Sa-
len e
n la n
oche.
Paja
rito
com
o ca
ballo
bie
n d
elgadit
o de
abajo
. R
ebuzn
a igualito
que
caballo.
Chiq
uit
ito
paja
rito
”
Se e
ncu
entr
a en
Cab
ana
(loca
lidad
del
cer
ro o
paj
onal
al
to a
ndin
o a
42
50
msn
m,
terr
itori
o d
e pas
tore
o d
e T
o-
conce
.
Reg
istr
o:
Toco
nce
, A
yquin
a 1
98
6
Pajo
nal
38
50
–42
00
4Phoe
nic
oparr
us
jam
esi
Churu
ruU
na d
e la
s cl
ase
s de
pari
nas.
Col
ita n
egra
. R
osado.
Alita
neg
ra.
Ros
adit
os.
Bon
itas
son”
Ver
det
alle
s en
par
inas
, m
ás a
del
ante
.Pa
jonal
38
50
– 4
20
0
5Phoe
nic
oparr
us
andin
us
Joto
to“M
ás
colo
rado
de
plu
mas.
Ahor
a v
ienen
más.
Ante
s ha-
bía
más
arr
iba”
Otr
a de
las
"cla
ses"
de
par
ina.
Ver
par
inas
Pajo
nal
38
50
– 4
20
0
6Ph
oen
icopte
ridae
Pari
na
Otr
as a
ves
import
ante
s so
n l
as p
arin
as o
fla
men
cos.
H
ay t
res
“cla
ses”
(es
pec
ies)
dif
eren
tes:
‘to
coco
’ (P
hoe
ni-
copte
rus
chilen
sis)
, la
más
bel
la;
‘jot
oto’
(Phoe
nic
opa-
rrus
andin
us)
, co
n las
plu
mas
más
rosa
das,
y ‘
churu
ru’
(Phoe
nic
oparr
us
jam
esi),
liger
amen
te m
ás b
lanca
. “S
e dis
tinguen
por
las
plu
mas,
por
el
colo
r. D
e pari
na,
plu
-m
as
para
los
pagos
. Pagos
para
la ll
uvi
a, b
ien r
osadit
as,
pagos
para
que
lluev
a,
con a
gua d
e m
ar.
Ech
aban u
na
chulla p
oca.
Ya n
o es
tá h
aci
endo
la g
ente
. En
esa
s alt
u-
ras,
cuando
esta
ba b
ien n
ubla
do,
hací
an p
agos
en u
nas
ollita
s de
barr
o. L
e pon
en c
on f
lorc
itos
y f
lor
mis
ma,
con p
esko
flor
(Bacc
hari
s bol
ivie
nsi
s).
Con
cor
anzo
nci
-to
de
vicu
ña u
saban.
Much
as
clase
s de
chulla p
ara
ese
pago,
quín
oa r
osada.
Los
anti
guos
habla
ban m
uch
o de
quic
hua,
plu
mit
as
bie
n b
onit
as,
ros
adit
as
para
hace
r el
pago.
Plu
mas
de
joto
to p
ara
los
pagos
. Tam
bié
n e
l in
ka
ocupaba;
en C
hulq
ui, e
l in
ka lo
usa
ba.
Ahí es
tán las
pa-
rinas
pues
tas
en p
ago;
chucu
; lo
ros.
A u
na p
erso
na q
ue
sacó
cosa
s de
ahí le
dio
el “m
al de
Chulp
ita”.
De
joto
to
Sus
plu
mas
se
uti
lizan
en d
iver
sos
ritu
ales
, p
ara
la l
lu-
via,
la
tier
ra y
cura
ción d
e en
ferm
edad
es (
Cas
tro 1
98
6,
Rom
o 1
99
8).
Lo
s huev
os
de
par
ina
se co
nsu
men
e
inte
rcam
bia
n y
tam
bié
n s
e le
s at
rib
uye
n p
rop
ied
ades
m
edic
inal
es (
Cas
tro 1
98
6,
Most
ny
et a
l. 1
95
4,
Rom
o
19
98
). S
e ofr
ecen
nar
rati
vas
ori
gin
ales
tan
to p
or
su v
a-lo
r co
mp
rehen
sivo
y p
or
la n
eces
idad
de
conse
rvac
ión
de
esta
ora
lid
ad.
Reg
istr
o e
n T
uri
, T
oco
nce
e Inca
liri
, en
tre
19
84
y 1
98
6;
Cas
tro 1
98
6,
19
97
70ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016
#N
om
bre
ci
en
tífi
coN
om
bre
lo
cal
Cit
as
loca
les
Ob
serv
aci
on
es
de l
os
invest
igad
ore
sZ
on
a
eco
lóg
ica
Alt
itu
d
(msn
m)
para
las
enfe
rmed
ades
y p
ara
las
ánim
as,
para
los
an-
tiguos
. En
Lik
án,
de
los
abuel
os,
he
hec
ho
pagos
para
la
s anti
güed
ades
(un y
atir
i de
Toco
nce
). P
agando
a l
os
anti
guos
arr
iba,
en e
l ce
rro,
se
sana b
ien.
De
Toc
oco,
plu
mas
más
finas,
es
la m
ejor
para
los
pagos
, para
los
naci
mie
nto
s, p
ara
que
viva
n b
ien lo
s niñ
os. D
e C
huru
ru,
para
las
alm
as.
Esa
s plu
mas
vale
n.
De
Churu
ru p
ara
la
tier
ra, a las
anti
güed
ades
, a v
eces
pagan. A
sí d
ecía
n los
sa
bio
s, los
méd
icos
com
o D
on C
ecilio
Cru
z, d
on A
gapit
o A
nsa
. El
los
nos
cura
ban”
7R
hea
pen
nata
Ave
stru
z“S
u n
ombre
es
Suri
”[V
er S
uri
, in
fra]
Pajo
nal
38
50
– 4
20
0
8R
ecurv
irost
ra
andin
aC
aití
o t
uic
tor
Pic
o la
rgo,
ove
rito
dob
lado.
Se
enoj
an”.
Ave
Zan
cuda.
Reg
istr
o e
n Inac
alir
i.Pa
jonal
38
50
– 4
20
0
9V
ult
ur
gry
phus
Cóndor
“Los
esp
añol
es l
os l
lam
aro
n b
uit
res.
Así
le
dic
en a
l có
n-
dor
. Se
com
e a l
os l
lam
os.
Les
saca
los
ojo
s y
cuando
está
n c
iegos
los
mata
y s
e lo
s llev
a a
los
cer
ros”
.
“El
cóndor
se
renuev
a (
se r
epro
duce
) por
ahí; d
a d
e co
mer
a s
us
cría
s ig
ual
que
la g
allin
a a
sus
pol
los.
Se
com
en t
odo”
. C
uen
ta u
n h
abit
ante
toc
once
ño,
Don
Na-
tivi
dad B
erna A
nza
que,
“cu
ando
era p
ast
or d
e niñ
o,
cuid
aba e
l ganado
de
los
buit
res;
tam
bié
n l
e gust
a a
l có
ndor
com
er c
arn
e de
burr
o m
uer
to.
Ahor
a a
pare
cen
casu
alm
ente
. Su
s hues
os
sirv
en
para
hace
r fl
auta
s.
Cuando
era ch
ico,
co
mo
past
or usa
ba es
a fl
auta
. El
papá s
abía
hace
rlas.
El
cóndor
tie
ne
muy
buen
a v
ista
. A
ndan m
uy
alt
o. L
as
plu
mas
muy
lindas.
Su c
arn
e es
m
uy
buen
a a
sada. Se
caza
. El
que
com
e ca
rne
de
cóndor
no
enve
jece
tan lu
ego,
es
buen
o. E
l cor
azó
n d
e có
ndor
es
rem
edio
para
las
punta
das;
cuando
uno
escu
pe
sangre
le
dan d
e co
mer
cor
azó
n d
e buit
re a
sado
al fu
ego,
café
”.
Don
Juan A
yavi
re,
rela
ta q
ue
“había
much
o có
ndor
en
Inaca
liri
. Es
malo
por
que
se c
ome
a los
cuch
itos
(llam
os
peq
ueñ
os).
Pri
mer
o se
com
e lo
s oj
os.
La c
arn
e de
bui-
tre
es m
uy
buen
a p
ara
la p
unta
da a
l co
razó
n.
Los
de
Ata
cam
a (Sa
n P
edro
) si
empre
lo
busc
an y
anti
guam
ente
pagaban c
ien p
esos
por
un c
orazó
n d
e có
ndor
. Se
lo p
re-
para
dej
ándol
o se
co c
omo
charq
ui, d
espués
los
tues
tan
en u
n s
art
én y
des
pués
se
lo r
alla o
se
lo m
uel
e co
n p
ie-
dra
. Se
lo
tom
a c
on a
gua,
así
com
o un c
afé
esp
eso.
En
este
anim
al se
pued
en r
econ
ocer
nuev
e cl
ase
s de
carn
e:
tien
e ca
rne
de
per
ro,
de
cabra
, de
gato
, de
llam
o, d
e vi
zcach
a,
de
buey
, de
burr
o, d
e co
rder
o...
Su c
arn
e es
m
anch
ada y
tie
ne
heb
ras
más
gru
esas
y m
ás
del
gadas.
El
olf
ato
del
buit
re e
s de
40
leg
uas;
de
aquí
de
Toc
once
hast
a In
aca
liri
, es
o si
empre
que
el v
iento
est
é a s
u f
avo
r.
Sus
hues
os
eran
usa
dos
par
a co
nfe
ccio
nar
fla
uta
s de
pan
. A
su c
arne
se l
e at
ribuye
n p
ropie
dad
es m
edic
ina-
les,
com
o r
etar
dar
el
enve
jeci
mie
nto
(C
astr
o,
19
86
) y
sus
plu
mas
tam
bié
n s
on m
edic
inal
es. Lo
s hab
itan
tes
de
Toco
nce
cla
sifi
can a
lgunos
anim
ales
sobre
la
bas
e de
una
consi
der
ació
n d
e si
gnif
icac
ión e
spec
ial y
señal
an a
l có
ndor
com
o p
arte
de
los
“car
guer
os”
de
los
mal
lku o
ce
rros
tute
lare
s, q
ue
tran
sport
an r
iquez
as e
ntr
e ce
rros
mas
culinos
y fe
men
inos
(Cas
tro 1
98
6).
Las
dos
per
sonas
que
nos
com
unic
aron e
stas
des
crip
-ci
ones
fuer
on y
atir
i, s
abio
s del
mundo a
ndin
o q
ue,
en-
tre
much
os
conoci
mie
nto
s her
edad
os
ance
stra
les,
son
quie
nes
inte
rmed
ian e
ntr
e el
mundo d
e la
nat
ura
leza
repre
senta
da
en s
us
dei
dad
es (ti
erra
, ag
ua,
cer
ros)
y los
sere
s hum
anos
y no h
um
anos.
Los
aym
ara
de
la c
om
unid
ad d
e Is
luga,
en l
as t
ierr
as
alta
s de
Iquiq
ue,
consi
der
an “
sagra
dos”
a l
os
cóndore
s y
los
conse
rvan
em
bal
sam
ados.
Se
les
rinde
cult
o e
l D
om
ingo d
e T
enta
ción,
día
de
cier
re d
el C
arnav
al,
en
el q
ue
se h
ace
una
mes
a, e
spec
ie d
e al
tar
con o
bje
tos
ritu
ales
, un c
óndor
y un q
uir
quin
cho (
Chaet
ophra
ctus
nati
oni),
adorn
ados
con c
hay
a (p
apel
pic
ado d
e co
lore
s de
form
a ci
rcula
r de
no m
ás d
e 1
cm
de
diá
met
ro)
de
carn
aval
y b
ille
tes
en s
u p
ico u
hoci
co.
Este
rit
ual
busc
a m
ejora
r la
s re
cipro
cidad
es y
tra
nsa
ccio
nes
com
erci
ales
(G
rebe
19
84
). U
na
amplia
des
crip
ción d
el v
alor
bio
cul-
tura
l de
esta
esp
ecie
se
encu
entr
a en
Ibar
ra e
t al. 2
01
2.
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
19
86
.
Pajo
nal
38
50
– 4
20
0
10
?C
hunch
urr
i“E
n T
uri
hay
much
o ch
uch
urr
i” P
are
cido
a k
uli k
uli y
est
e últ
imo
a la p
erdiz
.V
ega
de
Turi
30
00
11
Agri
ornis
m
onta
nus
Silb
ador
“Pája
ro q
ue
silb
a.
Ante
s se
veí
a p
or I
naca
liri
”, e
n e
l pa-
jonal.
Vari
as
esp
eci
es,
au
nq
ue lo
más
pro
bab
le e
s q
ue la e
s-p
eci
e e
n c
uest
ión
se t
rate
de A
gri
orn
is m
on
tan
us.
La
desa
pari
ció
n d
e g
ran
part
e d
el
sist
em
a d
e b
ofe
dale
s
Veg
a (b
ofe
dal
es)
y Pa
jonal
30
00
–45
00
38
50
– 4
20
0
71 ARTÍCULOS Castro & Rottmann
#N
om
bre
ci
en
tífi
coN
om
bre
lo
cal
Cit
as
loca
les
Ob
serv
aci
on
es
de l
os
invest
igad
ore
sZ
on
a
eco
lóg
ica
Alt
itu
d
(msn
m)
alto
andin
os
del
alt
ipla
no i
nte
r–m
onta
no e
n e
sta
zona
ha
consp
irad
o c
ontr
a el
ase
nta
mie
nto
hum
ano y
no h
u-
man
o e
n t
odo e
l se
ctor
de
Cab
ana
(por
la i
nst
alac
ión
de
una
pla
nta
azufr
era)
, C
ola
na,
Inac
alir
i y
Ojo
s de
San
Pedro
(deb
ido a
cap
taci
ones
de
agua
con f
ines
urb
anos
e in
dust
rial
es).
Es
te pro
ceso
ha
conve
rtid
o ex
tenso
s tr
amos
unid
os
de
bofe
dal
es a
lto–a
ndin
os,
esp
acio
s pre
-fe
ridos
por
cam
élid
os
silv
estr
es y
dom
ésti
cos
par
a pas
-ta
r y
beb
er a
gua,
anta
ño s
iem
pre
verd
es,
en v
erdad
eros
sala
res.
12
Rhea
pen
nata
Suri
(Ave
stru
z)
Se n
ombra
con
las
pari
nas.
“V
a a
los
ojito
s de
la v
ega a
to
mar
agua.
Des
pués
tod
as
vuel
ven a
subir
pa’
arr
iba
alt
iro.
Baja
n e
n t
odo
tiem
po.
En n
ovie
mbre
est
án p
onie
n-
do
huev
os. Pon
en e
n la o
rilla d
e la
veg
a, en
las
paja
s. E
l su
ri b
aja
a T
uri
. Tam
bié
n c
uando
lluev
e por
est
e ca
mpo
hay
suri
en P
unta
Neg
ra (lo
ma c
erca
na a
Toc
once
). P
one
huev
os p
or los
rin
cones
y t
am
bié
n a
rrib
a e
n e
l pajo
nal.
En l
a v
ega c
ome
“alt
ega”.
Cada h
uev
o eq
uiv
ale
a m
edio
kilo.
Dos
huev
os u
n k
ilo.
Más
gra
nde
que
los
huev
os d
e pari
na,
con o
tro
gust
o que
el d
e pari
na y
per
diz
”. S
e en
cuen
tra e
n las
lagunas
de
alt
ura
; ta
mbié
n b
aja
a T
uri
a t
omar
agua y
des
pués
vuel
ven a
subir
pa’
arr
iba a
lti-
ro.
Baja
n e
n t
odo
tiem
po.
En n
ovie
mbre
est
án p
onie
ndo
huev
os e
n l
a p
aja
, a l
a o
rilla d
e la
veg
a;
de
gust
o es
buen
o, c
omo
la g
allin
a”
Turi
es
una
vega
a 3
00
0 m
snm
.V
ega
(bofe
dal
es)
y Pa
jonal
30
00
– 4
50
03
85
0–4
20
0
13
Met
riop
elia
aym
ara
Palo
ma
“Palo
mit
a d
el c
am
po.
Se
convi
erte
n e
n r
ató
n y
por
eso
cu
ando
hay
much
as
palo
mas
en e
l ca
mpo
se s
abe
que
ese
año
será
malo
para
las
cose
chas,
por
que
se l
as
co-
mer
á e
l rató
n. La
s palo
mas
se m
eten
en e
l nid
o del
rató
n
y pon
en s
us
huev
os a
llí. E
s por
eso
que
esos
rato
nes
ti
enen
com
o plu
mit
as
en v
ez d
e pel
os”.
(R
egis
tro
en C
upo
19
86
). “
Hay
much
a p
alo
ma e
n T
uri
, una c
lase
no
más.
Palo
mas
bon
itas,
ori
to.
Le d
icen
tupu.
Chiq
uit
itas
con
plo
mit
o, b
lanquit
as.
Tie
ne
tupit
o. C
omo
orit
o so
n.
Se
sien
tan a
sí,
todas
tien
en t
upit
o..
Cabec
ita b
onit
a.
Bon
ita la p
alo
mit
a”
El t
upu e
s un a
lfiler
lar
go q
ue
usa
n las
muje
res
andin
as
par
a su
jeta
r su
Acs
u (
vest
ido l
argo t
ejid
o).
“Es
tos
tupu
tien
e la
cab
eza
en f
orm
a de
med
ia l
una”
. Se
alu
de
así
a la
form
a de
un p
enac
ho d
e plu
mas
en la
cabez
a del
ave
. La
condic
ión e
spec
ial de
algunas
ave
s de
conve
rtir
se e
n
otr
o h
um
ano o
no h
um
ano,
hac
e ev
iden
te e
l hec
ho d
e que
esta
s ta
xonom
ías
no s
on n
eces
aria
men
te c
erra
das
.
Reg
istr
o e
n T
uri
19
86
.
Pam
pa,
ch
acra
30
00
–38
50
3
00
0–
38
50
14
?C
hir
ilel
unko
Nom
bre
gen
éric
o p
ara
aquel
las
aves
que
se e
ncu
entr
an
entr
e Toco
nce
y K
arum
, y q
ue
se c
om
en (e
.g. l
uch
o lu
cho,
com
etoci
no, pal
om
a par
ecid
a a
la t
orc
aza
y to
rtolit
a)
Kar
um
es
una
queb
rada
que
se e
ncu
entr
a ag
uas
abaj
o
de
Toco
nce
y q
ue
form
a par
te d
el t
erri
tori
o d
e pas
tore
o
de
la c
om
unid
ad a
33
00
msn
m
Queb
rada
30
00
– 3
85
0
15
Agri
ornis
m
onta
na
Guai
cho
Se lo
nom
bra
tam
bié
n c
omo
“gauch
o”; se
lo e
ncu
entr
a e
n
Toc
once
. “E
s peq
ueñ
o co
mo
una p
alo
mit
a.
Canta
en l
a
mañana y
silb
a ü
icho
üic
ho.
Est
a a
ve s
olía
ser
una p
er-
sona,
un a
rrie
ro,
es p
or e
so q
ue
silb
a e
n la m
añana.
Así
so
lían d
ecir
. A
sí s
abía
n c
onta
r” (
sus
abuel
os). “
La g
en-
te n
o se
los
com
e. E
l guaic
ho
se a
limen
ta d
e ot
ras
ave
s co
mo
las
sucs
uri
tas
(nom
bre
loc
al) y
de
lagart
ijas.
Tie
ne
la c
ualid
ad d
e se
r un c
arg
uer
o de
los
mallk
u”.
“G
uaic
ho
Apar
ece
en u
na
condic
ión e
quív
oca
de
per
sona
y de
ave
(sie
mpre
com
o a
rrie
ro),
en e
l co
nte
xto
de
un r
ela-
to s
obre
los
anim
ales
car
guer
os
lagar
to y
vic
uña.
Par
a es
te c
aso,
par
te d
el r
elat
o d
ice:
“A
rrie
ro e
stá
dic
iendo
que
des
carg
ue
los
carg
uer
os.
Al otr
o d
ía,
la v
icuña
está
ec
had
a co
n s
u c
arguit
a de
pla
ta.
Esta
ba
cinch
ado c
on
una
cule
bra
, es
a er
a la
soga
par
a ap
reta
rlo. Baj
ó la
car
ga
y la
ech
ó s
obre
el hom
bro
. V
ario
s guai
chos.
.. E
l ar
rier
o
72ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016
#N
om
bre
ci
en
tífi
coN
om
bre
lo
cal
Cit
as
loca
les
Ob
serv
aci
on
es
de l
os
invest
igad
ore
sZ
on
a
eco
lóg
ica
Alt
itu
d
(msn
m)
tam
bié
n e
s para
rem
edio
. Piq
uit
o la
rgo,
plo
mit
o, c
olit
a
bla
nca
. Si
lba igual que
gen
te.
Per
o es
mal agüer
o. S
abe
que
una p
erso
na v
a a
mor
ir,
ento
nce
s se
pre
senta
por
aquí. Q
uie
re e
ntr
ar
a la p
ieza
, en
tonce
s m
uer
e alg
uie
n.
Gra
ndec
ito
es.
Wic
hu w
ichu d
ice.
Es
arr
iero
por
que
es
carg
uer
o de
los
mallku.
Una s
ola c
lase
. Ig
ual
será
la
guaic
ha”.
“Es
de
colo
r bla
nco
gri
s, e
l cu
erpo
y su
col
a
es b
lanca
. C
ome
lagart
ijas
y es
de
mal
agüer
o. C
uando
anunci
a la m
uer
te e
n u
na f
am
ilia
chif
la y
sus
plu
mas
se
pon
en t
rist
es y
dec
aíd
as”
.
iba
muy
pes
ado,
llen
o d
e pla
ta.
Así
sab
en c
onta
r”.
Serí
a el
gau
cho o
mer
o.
Efec
tiva
men
te s
e al
imen
ta d
e la
gar
tija
s y
aves
.
Reg
istr
o e
n C
upo T
uri
19
86
.
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
.
16
?Ilap
allito
“Canta
dor
, es
ch
iquit
ito.
C
afe
cito
, co
ronit
a
am
ari
lla.
Chiq
uit
ito.
Es
del
cam
po.
Cuando
sale
el
cebol
lín,
se l
o co
me”
Cam
po
30
00
– 3
85
0
17
Falc
o per
egri
nus
Hal
cón
“Había
hart
o. C
ome
maíz
. Es
muy
jodid
o es
e anim
alito
” R
egis
tro e
n T
oco
nce
.T
ola
r3
00
0–
38
50
18
Card
uel
is s
pp.
Jilg
uer
o“J
ílguer
o. H
ay
much
o en
Toc
once
y K
aru
m.
Es a
mari
llo
con n
egro
”T
ola
r3
00
0–
38
50
19
Ger
anoa
etus
poe
cilo
chro
us
Jucu
“Hay
en T
ocon
ce.
Es u
n p
ája
ro g
rande,
así
igual
que
el
carc
anch
o, p
ero
es o
tro;
de
otra
cla
se.
Canta
en l
a n
o-
che.
Le
gust
an l
os c
arc
anale
s (p
edre
gale
s, a
flor
am
ien-
tos
roco
sos)
. D
e día
andan v
olando
arr
iba d
e lo
s ca
rdo-
nes
, ahí se
sie
nta
n.
De
noc
he
anda c
anta
ndo”
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
.T
ola
r3
00
0–
38
50
20
Psi
lopsi
agon
auri
fron
sLo
rito
“Son
chiq
uit
itos
, lo
rito
s. D
e re
pen
te s
e ve
una b
anda”
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
.T
ola
r3
00
0–3
85
0
21
Turd
us
chig
uanco
Tord
o“N
egro
con
un p
ico
am
ari
llo.
Ellos
com
en e
l tr
igo.
En l
a
chacr
a”
El t
rigo n
o s
e cu
ltiv
a en
la
regió
n s
obre
esa
alt
itud.
Reg
istr
o e
n T
uri
– A
yquin
a, 3
00
0 m
snm
.
Chac
ra3
00
0–3
70
0
22
Zon
otri
chia
ca
pen
sis
Chin
golito
“Ave
de
chacr
a.
Pasa
com
iendo
maíz
” T
ambié
n l
e dic
en c
oci
ner
o o
chullu p
orq
ue
“usa
un g
o-
rrit
o.
Le g
ust
a m
uch
o la
lech
uga”
Reg
istr
o e
n T
uri
19
86
y
en T
oco
nce
.
Chac
ra3
.00
0
– 3
.60
0
msm
n.
23
Sica
lis
oliv
ace
ns
Chir
ibit
o“A
ve d
e ch
acr
a. A
sí m
edio
pare
cido
al l
oro.
Tam
bié
n m
e-dio
ver
dec
ito.
Es
com
o la
chir
iwa”
Chac
ra3
00
0–
36
00
24
Sica
lis
sp.
Chir
iwa
“Es
med
io v
erdec
ita,
chic
a y
canta
cuando
está
salien
do
el s
ol.
Andan a
mon
tonadas
cuando
sale
el vi
ento
”.Pu
ede
trat
arse
de
Sica
lis
oliva
scen
s ch
lori
s.R
egis
tro e
n T
uri
19
86
.C
hac
ra3
00
0–3
60
0
25
Phry
gilus
atr
icep
sC
om
etoci
no
Com
etoc
ino
de
la p
una o
Chot
o o
t'ch
oto.
“Su
nom
bre
es
C'h
oto,
su n
ombre
ver
dader
o. S
e lo
encu
entr
a e
n T
ocon
-ce
y C
hulq
ui. E
n e
l ve
rano.
De
cabec
ita n
egra
y c
uer
pit
o así
am
ari
llit
o. E
s gra
ndec
ito,
neg
ro c
on n
ara
nja
. Es
muy
jodid
o. T
odo
com
e es
e pája
ro;
fruta
, to
do.
Muy
jodid
o es
e anim
al”
.
Tam
bié
n p
odrí
a tr
atar
se d
e T
hra
upis
bonar
iensi
s.C
hac
ra3
00
0–3
60
0
26
Zen
aid
a
auri
cula
taPa
lom
a to
rcac
ita
“Hay
otra
s palo
mit
as
más
gra
ndes
, a es
as
palo
mas,
tó
rtol
as
le d
ecim
os.
Esta
palo
ma a
nda p
ara
el
cam
po
y ch
acr
a”
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
.C
hac
ra y
ca
mpo
27
00
–38
50
27
Ast
hen
es s
p.
Juez
de
agua
Este
pája
ro t
iene
un n
ido
en f
orm
a d
e ca
nast
o. E
stá c
er-
ca d
el a
gua e
n las
queb
radas
y vi
gila”
Info
rmac
ión d
e la
s ve
gas
de
Turi
, si
tuad
a a
30
00
msn
m,
vast
o t
erri
tori
o d
e pas
tore
o d
e lo
s pueb
los
de
Ayq
uin
a y
Cupo
Hoya
da
(Queb
rada)
27
00
–38
50
28
Och
etor
hyn
chus
rufi
caudus
Luch
o–l
uch
o“S
e en
cuen
tran e
n la q
ueb
rada d
e C
hulq
ue,
cer
ca d
e la
s ri
ber
as.
Son
de
colo
r ca
fé y
exc
ava
n e
n e
l su
elo.
Es
lindo
y ti
ene
su c
ola p
ara
da”
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
.H
oya
da
(Queb
rada)
27
00
–38
50
73 ARTÍCULOS Castro & Rottmann
#N
om
bre
ci
en
tífi
coN
om
bre
lo
cal
Cit
as
loca
les
Ob
serv
aci
on
es
de l
os
invest
igad
ore
sZ
on
a
eco
lóg
ica
Alt
itu
d
(msn
m)
29
Met
riop
elia
m
elanop
tera
Pulluca
“Cuando
lluev
e hay
much
o pája
ro. U
nas
bandadas
gra
n-
des
de
palo
mas.
Plo
mit
as
son.
Sabía
n h
aber
much
as.
Pulluca
s, p
alo
mit
a d
e ca
mpo”
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
.C
ampo
27
00
– 3
85
0
30
Cin
clod
es s
p.
Luch
ito,
luch
o–
luch
ito
“Su c
ola e
s cu
adra
da y
peq
ueñ
a.
Es a
mari
llo
y el
col
or
am
ari
llo
es d
e buen
a s
uer
te.
Se l
o en
cuen
tra e
n l
a c
ha-
cra p
ero
es d
e la
s ri
ber
as.
Tam
bié
n e
stá e
n l
a c
hacr
a.
Es d
e queb
rada n
o m
ás.
Tam
bié
n s
e ve
en C
hulq
ui en
el
vera
no.
Hay
un l
ugar
en T
ocon
ce q
ue
se l
e dic
e Lu
cho
Luch
o lo
mas,
por
que
en e
sa l
oma s
e ju
nta
n m
uch
o en
la
s abri
tas
bla
nca
s, L
lora
j K
'asa
, que
van a
Cop
aco
yo”.
Copac
oyo
es
una
loca
lidad
en las
tie
rras
alt
as d
e T
oco
n-
ce,
y er
a par
te d
e su
anti
guo s
iste
ma
de
esta
nci
as d
e pas
tore
o d
istr
ibuid
as a
lo lar
go d
e la
gra
die
nte
alt
itudi-
nal
. A
bra
es
un c
once
pto
que
alude
a un e
spac
io a
mplio
y des
pej
ado e
ntr
e m
onta
ñas
; “a
bri
ta”
su d
imin
uti
vo.
Chac
ra y
Q
ueb
rada
27
00
–38
50
31
Phalc
oboe
nus
meg
alo
pte
rus
Car
canch
o o
ca
ranch
o“H
ay
dos
cla
ses:
col
or c
afé
y c
olor
neg
ro. Tie
ne
las
pata
s bla
nca
s. E
stán e
n t
odos
lados
y c
omen
carn
e”.
“Cuando
ves
un á
guila c
erca
tuyo
, es
por
que
te v
ino
a v
isit
ar
uno
de
tus
abuel
os (
ante
pasa
dos
)”
Car
anch
o c
ord
ille
rano. C
onoce
n a
las
aves
rap
aces
gen
é-ri
cam
ente
com
o “
águilas
” (G
eranoa
etus
mel
anol
eucu
s).
Reg
istr
o:
Kar
en L
uza
en S
an P
edro
de
Ata
cam
a a
M.
Arr
atia
, ve
trer
inar
ia,
com
unic
ació
n p
erso
nal
.
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
19
86
.
Pam
pa
30
00
–30
00
32
Geo
sitt
a s
p.
Chum
pilo
“Anda e
n l
a v
ega,
pare
ce p
alo
ma y
es
colo
r vi
cuña.
Es-
carb
a e
n las
chol
ule
ras”
La
s ch
olu
lera
s so
n las
mad
riguer
as d
el r
oed
or
“cholu
lo”
(Cte
nom
ys s
p.)
.
Reg
istr
o e
n T
uri
19
86
.
Pam
pa
30
00
–30
00
33
Psi
lopsi
agon
auri
fron
sC
aturr
o“E
n P
anir
i hay
much
o lo
ro c
atu
rro”
. La
loca
lidad
de
Panir
i se
loca
liza
a 3
20
0 m
snm
, en
los
fald
eos
del
volc
án d
el m
ism
o n
om
bre
y a
unos
8 k
m d
e T
uri
. És
te e
s te
rrit
ori
o d
e pas
tore
o y
agrí
cola
baj
o u
n
pat
rón e
stan
cier
o,
par
a co
muner
os
de
los
pueb
los
de
Ayq
uin
a y
Cupo.
Se r
econoce
com
o “
cam
po”
y su
veg
e-ta
ción c
orr
esponde
a to
lar
con c
actá
ceas
.
Pam
pa
y C
ampo
30
00
–38
50
34
?C
hir
u“E
s m
edio
ver
dec
ita,
chic
a y
canta
cuando
está
salien
do
el s
ol.
Andan a
mon
tonadas
cuando
sale
el vi
ento
” C
hir
u y
Vis
ula
n s
on n
om
bre
s lo
cale
s par
a dos
aves
par
a la
s que
aún n
o c
onta
mos
con la
iden
tifi
caci
ón c
ientí
fica
. El
pat
o r
eal se
tra
tarí
a de
Anas
sibilatr
ix.
Reg
istr
o e
n T
uri
19
86
.
35
?C
hulluru
nka
“Paja
rito
. Su
ca
bec
ita
bie
n
puntu
dit
a
pa'a
rrib
a.
Mal
agüer
o. S
e pre
sien
te a
vec
es,
com
o que
quie
re e
ntr
ar
a
la p
ieza
. D
e re
pen
te e
ntr
a y
es
malo
”
36
?C
hulu
lunka
“Es
peq
ueñ
o y
da m
ala
suer
te.
Es m
alo
. Es
mej
or n
i m
i-ra
rlo.
Es
chiq
uit
ito,
de
mal agüer
o”Po
drí
a tr
atar
se d
e la
mis
ma
ave
que
chulluru
nka
37
?C
hunch
urr
ito
Es n
ombra
do
con o
tras
ave
s co
mo
el L
uch
o lu
chit
o y
chulu
lunka.
38
?C
huyu
runka
“Paja
rito
. Pare
cido
a L
uch
o Lu
cho.
Del
cam
po.
No
anda
en la c
hacr
a”
Podrí
a se
r la
mis
ma
ave
que
las
dos
pre
ceden
tes.
39
Ore
ssoc
hen
m
elanop
teru
sG
ual
lata
Una e
spec
ie d
e pato
. “S
i uno
las
pilla
peq
ueñ
as,
las
pue-
de
cria
r. V
uel
an a
lto,
son
bla
nca
s. H
ay
much
as”
Es
tam
bié
n c
onoci
do c
om
o p
iuquén
, un g
anso
silve
stre
.R
egis
tro e
n T
oco
nce
.
40
Bubo
virg
inia
nus
Juco
tucu
cara
“Est
e pája
ro a
pare
ce d
e noc
he
y ti
ene
cara
de
gato
. La
s plu
mas
son c
omo
orej
itas.
Es
mal
agüer
o por
que
avi
sa
la m
uer
te.
Com
e la
gart
ijas
y ra
tones
”
Reg
istr
o e
n T
uri
.
41
Chro
icoc
ephalu
s se
rranus
K'e
llua
“Gavi
ota. C
abez
a n
egra
. Bandadas
en lagunas,
gri
tando”
Podrí
a se
r la
mis
ma
ave
que
queu
lla
(gav
iota
).
74ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016
#N
om
bre
ci
en
tífi
coN
om
bre
lo
cal
Cit
as
loca
les
Ob
serv
aci
on
es
de l
os
invest
igad
ore
sZ
on
a
eco
lóg
ica
Alt
itu
d
(msn
m)
42
Tyt
o alb
aLe
chuza
“Canta
en l
a t
ard
e y
llor
a c
omo
guagua [
niñ
o].
Cabec
i-ta
com
o gato
. H
ay
alg
unas
en e
l pot
rero
. C
uando
está
en
trando
el s
ol,
llor
an igual que
una g
uagua.
Da m
iedo
de
noc
he.
Son
bie
n o
veri
tas,
cafe
cito
con
bla
nco
, co
n p
lo-
mo.
Gra
nde
es”
Reg
istr
o e
n T
uri
.
43
Anat
idae
y
Ral
lidae
Pato
s“H
ay
much
as
clase
s de
pato
s. P
ato
rea
l; s
ok'a
; vi
sulá
n;
chir
u p
ato
, co
n p
echit
o bla
nco
, plo
mit
o. T
agua g
rande
de
pic
o ro
jo o
lla
gor
eta;
chilla
rara
; ch
uru
punku,
de
ca-
bez
a n
egra
, es
pald
a n
egro
y b
lanco
, co
n b
lanquit
o, p
asa
en
el
agua;
chum
ata
, guallata
s. L
os p
ato
s re
ale
s so
n
de
aquí, e
n l
a q
ueb
rada,
cuando
había
llu
via,
se c
ria-
ban t
am
bié
n.
Vis
ula
n t
am
bié
n c
riaban,
es m
ás
chic
o.
Hay
much
os p
ara
el Li
nzo
r” (
aguas
arr
iba d
e Toc
once
a
38
00
msn
m).
“Lo
s pato
s no
son p
oned
ores
, so
n b
uen
os
para
com
er.
Cri
ados
, hay
que
esta
r co
rtando
las
ala
s para
que
no
se v
aya
n.
Hay
much
os p
ato
s para
Ojo
s de
San P
edro
”
Reg
istr
o e
n T
oco
nce
.
Churu
punko e
s la
Tag
üa
corn
uda
(Fulica
cor
nuta
). P
o-
drí
an e
star
rep
rese
nta
dos
en e
stas
des
crip
ciones
el p
ato
juar
jual
(Lo
phon
etta
spec
ula
rioi
des
), p
ato j
ergón c
hic
o
(Anas
flavi
rost
ris)
, pat
o p
una
(Anas
puna),
pat
o j
ergón
gra
nde
(Anas
geo
rgic
a)
y pat
o c
olo
rado (
Anas
cyanop
-te
ra).
44
Ore
troc
hilus
este
lla;
Rhod
opis
ve
sper
Pica
flor
Quen
ti e
s su
nom
bre
en q
uec
hua.
En e
l co
nte
xto
etn
ográ
fico
reg
ional
lo l
lam
an í
nti
ma-
men
te e
l “p
ájar
o r
esuci
tado”
o e
l “p
ájar
o q
ue
renac
e”
por
su p
arti
cula
r et
olo
gía
, que
le p
erm
ite
un l
etar
go e
n
la é
poca
inve
rnal
. Pe
ro, por
sobre
todo, el
pic
aflo
r es
po-
liva
lente
en s
u s
ignif
icad
o,
confi
rién
dose
le la
capac
idad
de
pro
pic
iar
la b
uen
a su
erte
(C
astr
o 2
00
4).
Véa
se m
ás a
del
ante
un a
par
tado s
obre
el
pic
aflo
r, q
ue
invo
lucr
a un n
ivel
de
anál
isis
más
inte
rpre
tati
vo e
n t
ér-
min
os
cult
ura
les.
Ore
troc
hilus
este
lla e
n
Toco
nce
a
34
00
msn
m;
Rhod
opis
ve
sper
a
men
or
alti
tud
45
Thin
ocor
us
orbig
nya
nus
San F
ranci
sco
“Es
un a
ve c
on e
l pec
ho
bla
nco
, ca
bez
a c
afé
y e
spald
a
gri
s. A
lgunas
per
sonas
las
caza
n p
ara
alim
enta
r a s
us
per
ros”
.
46
Met
riop
elia
m
elanop
tera
Tort
olita
co
rdille
rana,
ver
Culluca
, C
ucu
lí
En e
l ár
ea d
e Sa
n P
edro
de
Ata
cam
a se
res
erva
la
nom
i-nac
ión d
e cu
culí p
ara
reco
noce
r la
s pal
om
as c
on p
lum
as
bla
nca
s ar
riba
de
las
alas
. En
kunza
se d
enom
ina
a la
s tó
rtola
s baj
o e
l nom
bre
de
Chic
kir
(M
. A
rrat
ia,
com
uni-
caci
ón p
erso
nal
)
75 ARTÍCULOS Castro & Rottmann
cia al fenómeno de sopor o letargo estacional durante el invierno. Según Mires Ortiz (2000), los picaflores eran considerados embajadores divinos de la primavera, en que se abren los capullos y empiezan a germinar las plantas, de modo que contienen todo un sentido de la fertilidad (Castro 2004). El colibrí concentra representaciones de profunda significación. Esta ave evoca, por ejemplo, la riqueza y colorido de los metales y su capacidad de trans-formación; su energía y vitalidad denotan la luz, el relám-pago, el arcoíris. En los Andes, y particularmente en la zona de El Loa, el picaflor alcanzó una dimensión social como So-tar Condi o “el picaflor de la gente” (Castro 1997, Castro 2004). El Sotar Condi está descrito en un texto de extirpa-ción de idolatrías del siglo XVII como aquel a quien “todos los indios de estas Provincias teniamos por Dios tenien-dolo nuestro Padre en la mano bestido de cumbe con su pillo [cintillo] y plumas en el de oro y pájaro flamenco...” (Castro 1997). Sotar Condi da lugar al inicio del ciclo anual reproductivo “poco más o menos, y en comenzado por la primavera a florecer las plantas torna él a cobrar vida o despertar de aquel largo sueño” (Cobo 1956, Castro 1997). El culto al picaflor estuvo vinculado con la repro-ducción, fecundidad y fructificación de la tierra. De acuer-do a lo anterior, parece seguro que Sotar Condi representa mitos de origen prehispánico que confirmarían la propuesta cronológica del registro de un petroglifo con un diseño de picaflor identificado por el ornitólogo cusqueño Dr. José Luis Venero (Comunicación personal 2009; Fig. 3). Al igual que las narrativas del quenti y el Sotar Conti, las etnografías del picaflor se vinculan en distin-tos espacios de los Andes a la productividad agrícola. En
la Región de Puno en Perú, se dice que cuando este ave aparece súbitamente en los campos de cultivos las plantas florecerán a tiempo y que su llegada “trae buena cantidad de alimentos de regiones muy lejanas” (Condori 1991). Además, el color del plumaje del picaflor está asociado a la abundancia de hortalizas específicas; si es verde–pla-teado, se esperan cosechas óptimas de habas y si es azul–verde y plateado, la cosecha de tubérculos será abundante. Por otro lado, la forma alongada del pico del picaflor es asociada con la abundancia de alimentos en general. Por el contrario, si el picaflor no aparece, será un año agrícola pobre con eventos naturales adversos como heladas y gra-nizadas (Condori 1991).
Cambio cultural en el mundo andino: potenciales im-pactos sobre las relaciones entre humanos y aves en el mundo andino La naturaleza parcial de los datos con que hemos construido este trabajo limita la posibilidad de evaluar procesos de cambio cultural en la relación de las personas con las aves. Sin embargo, queremos llamar al desarrollo de trabajos etnográficos que aborden los impactos de fac-tores socioculturales de cambio sobre la sociedad andina en general. Por ejemplo destacam