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Juan Ruiz de Alarcón La verdad sospechosa está considerada su obra maestra (1581?- 1639). Juana Inés de la Cruz La escritora mexicana, sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), se reveló como niña prodigio aprendiendo a leer a la edad de tres años, a pesar de que en aquella época no era habitual que las mujeres accedieran a la cultura. Joven brillante, culta y admirada, su poesía, ingeniosa, elocuente y expresiva, la convirtió en la personalidad más destacada de las letras virreinales del siglo XVII. El poema "Hombres necios" de Carta a sor Filotea está considerado como un ejemplo elocuente de poesía feminista. José Joaquín Fernández de Lizardi El escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi escribió la que se considera la primera novela mexicana: El Periquillo Sarniento. Es una obra de corte picaresco que le sirve al autor para presentar la sociedad novohispana a través de un protagonista que va pasando de un lugar a otro y por multitud de oficios y menesteres. De clara intención didáctica y próxima al costumbrismo, sin embargo, está considerada como una anticipación del romanticismo hispanoamericano Laura Esquivel En la novela Como agua para chocolate de la escritora mexicana Laura Esquivel, la protagonista tiene el don de realizar hechizos con la comida. Y así, un mismo plato producirá efectos diferentes y hasta contrarios según el carácter y alma de quien lo tome

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Juan Ruiz de Alarcón

La verdad sospechosa está considerada su obra maestra (1581?-1639).

Juana Inés de la Cruz

La escritora mexicana, sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), se reveló como niña prodigio aprendiendo a leer a la edad de tres años, a pesar de que en aquella época no era habitual que las mujeres accedieran a la cultura. Joven brillante, culta y admirada, su poesía, ingeniosa, elocuente y expresiva, la convirtió en la personalidad más destacada de las letras virreinales del siglo XVII. El poema "Hombres necios" de Carta a sor Filotea está considerado como un ejemplo elocuente de poesía feminista.

José Joaquín Fernández de Lizardi

El escritor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi escribió la que se considera la primera novela mexicana: El Periquillo Sarniento. Es una obra de corte picaresco que le sirve al autor para presentar la sociedad novohispana a través de un protagonista que va pasando de un lugar a otro y por multitud de oficios y menesteres. De clara intención didáctica y próxima al costumbrismo, sin embargo, está considerada como una anticipación del romanticismo hispanoamericano

Laura Esquivel

En la novela Como agua para chocolate de la escritora mexicana Laura Esquivel, la protagonista tiene el don de realizar hechizos con la comida. Y así, un mismo plato producirá efectos diferentes y hasta contrarios según el carácter y alma de quien lo tome

Mariano Azuela

(1873-1952) Narrador mexicano, inauguró la novela de la Revolución Mexicana.

Nacido en Lagos de Moreno, Jalisco. Empezó a escribir durante la dictadura de Porfirio Díaz: María Luisa (1907), su primera novela, la publicó cuando era estudiante. Visionario, se integra como médico a las fuerzas de Francisco Villa durante la Revolución Mexicana y escribe Los de abajo (1916), la novela que lo haría famoso, publicada primero como folletín en Texas (EEUU); Los de abajo inaugura un estilo nuevo acorde con la lucha armada, en el que destacan los cuadros rápidos, violentos, realistas. Con Lamalhora (1923), El desquite (1925) y La luciérnaga (1932) Azuela inicia un periodo de experimentación vanguardista. Autor fecundo, al final de su vida publicó varias novelas realistas: Regina Landa (1941), Nueva burguesía (1944), La marchanta

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(1944) y La mujer domada (1946), entre otras. Son póstumas: La maldición (1955) y Esa sangre (1956). Mariano Azuela fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1949. Murió en la ciudad de México.

Martín Luis Guzmán

Martín Luis Guzmán (1887-1976), novelista y político mexicano que participó en la Revolución Mexicana, muy cerca de Francisco Villa. Nacido en Chihuahua, en 1911 se incorporó al movimiento de Francisco I. Madero y tres años después militó al lado de Pancho Villa. Entre sus obras histórico-políticas destacan La guerrilla de México (1915) y A orillas del Hudson (1920). Sus dos novelas más famosas, que pertenecen al género de la literatura de la Revolución Mexicana, fueron publicadas por entregas y escritas en su destierro en España, país en el que vivió durante 12 años y que abandonó en 1936. En El águila y la serpiente (1928) retrata impresionantes figuras y acciones de la vida revolucionaria, y en La sombra del caudillo (1929), la novela política mexicana más coherente, recrea con precisión un acontecimiento histórico, la revolución hecha gobierno, configurando una estética cercana a la tragedia griega para determinar cuáles son los usos y abusos del poder.

Agustín Yáñez

Agustín Yáñez (1904-1980), escritor, abogado y político mexicano. Licenciado en Derecho, fue profesor universitario y gobernador de su estado natal. En 1945 fue nombrado coordinador de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en 1946 embajador universitario en América del Sur. Entre 1964 y 1970 fue secretario (ministro) de Educación Pública.

Agustín Yáñez, al emplear técnicas narrativas nuevas como el monólogo interior y la alteración de planos temporales, inaugura con la publicación, en 1947 de Al filo del agua, la novela mexicana moderna. En esta obra narra la vida de un pueblo rural del centro de la República, en el estado de Jalisco. Sus personajes, prisioneros de la religión y llenos de culpabilidad y deseos, se ven sacudidos por los presagios del cambio revolucionario de 1910. A diferencia de los novelistas de la Revolución Mexicana, Yáñez relata los acontecimientos desde la distancia de una prosa ceñida y suntuosa, con intención estética. Su aspiración era lograr "una síntesis de nuestra historia. Más aún: la idea de la historia como eterno retorno". Escribió numerosos relatos y novelas: Flor de juegos antiguos (1942), Melibea, Isolda y Alda en tierras cálidas (1945), La creación (1959), La tierra pródiga (1960), Ojerosa y pintada (1960), Las tierras flacas (1962). Agustín Yáñez fue miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua.

Carlos Fuentes

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Carlos Fuentes (1928- ), escritor mexicano, cosmopolita y polígloto, es uno de los grandes narradores y pensadores de su país. Nacido en la ciudad de México, se educó en diversos países americanos a causa de la profesión diplomática de su padre. Estudió en Suiza y Estados Unidos, aunque la carrera de abogado la realizó en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde conoció al profesor exiliado español Manuel Pedroso, que ejerció una gran influencia en su vocación literaria. Empezó a publicar en la revista Medio Siglo con sus compañeros de generación, Salvador Elizondo, Flores Olea, González Pedrero y Sergio Pitol. Fundó y dirigió con Emanuel Carballo la Revista Mexicana de Literatura (1955-1958) y fue codirector con Luis Villoro, Francisco López Cámara y Jaime García Terrés de El Espectador (1959-1960), una importante revista política.

Ocupó cargos administrativos y diplomáticos, y fue embajador de México en Francia de 1975 a 1977.

Desde la publicación de la colección de cuentos Los días enmascarados (1954) empezó a definirse su narrativa y su popularidad: lo fantástico colinda con lo real y empieza a fusionar el mundo prehispánico con el actual. Su primera novela, La región más transparente (1958), lo consagró de inmediato en los medios literarios mexicanos; en ella trata el tema de la ciudad de México en franco futuro apocalíptico, superpone distintas técnicas literarias y diversas clases sociales, así como diferentes épocas y culturas. En Las buenas conciencias (1959) explora otra vena más realista y planea una nueva comedia humana mexicana. En su tercera novela, La muerte de Artemio Cruz (1962) —donde adquiere su perfil característico y muestra la asimilación de técnicas modernas, como el monólogo interior y la alternancia de narradores, propias de la literatura estadounidense—, reconstruye cincuenta años de la vida nacional y enjuicia la Revolución Mexicana.

En otros títulos ha continuado trazando un gran fresco de la sociedad mexicana contemporánea: Aura (1962), una narración breve y uno de sus mejores textos, a caballo entre lo histórico y lo fantástico, es una versión singular del eterno tema del vampiro. Otros libros de cuentos son Cantar de ciegos (1964), Chac Mool y otros cuentos (1973) y Constancias y otras novelas para vírgenes (1989). Con sus novelas Zona sagrada (1967) y Cambio de piel (1967) regresa a lo épico y esboza una cosmovisión carnavalesca irreverente.

Terra Nostra es una empresa colosal, un trabajo intrincado con el lenguaje y la historia, uno de los textos más atrevidos que se hayan construido en español, en donde entrelaza distintos tipos de ficción y distintos mitos. En La cabeza de la hidra (1978) ensaya una novela policiaca con un tema histórico mexicano; Una familia lejana (1980) se enraíza en la fantasía y en la historia, relacionando varios continentes, diversos niveles de historicidad (el mundo prehispánico) y tradiciones literarias.

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Escritor muy prolífico, ha publicado en los últimos años Agua quemada (1981), Gringo viejo (1985) —sobre el periodista y escritor estadounidense Ambrose Bierce—, Cristóbal Nonato (1987), La campaña (1990), El naranjo o los círculos del tiempo (1993), Diana o la cazadora solitaria (1994), La frontera de cristal, una novela en nueve cuentos (1995), Los años de Laura Díaz (1999) e Instinto de Inez (2001), sobre la relación amorosa entre un director de orquesta y una cantante de ópera. También ha escrito para el teatro: Todos los gatos son pardos y El tuerto es rey (1970) o Los reinos originarios y Orquídeas a la luz de la luna (1982). En 2002 publicó En esto creo, una obra en la que traza su autobiografía intelectual y que le sirve para reflexionar sobre asuntos como literatura, cine, historia, política, amistad o amor, entre otros. Su última publicación, La silla del águila, es una novela política escrita en clave epistolar sobre lo que será el México del año 2020.

Algunos de sus libros de ensayo se han vuelto clásicos, como La nueva novela hispanoamericana, Tiempo mexicano, Valiente mundo nuevo y recientemente El espejo enterrado, todos ellos polémicos textos tanto sobre la literatura y la historia de México y de América, como sobre los problemas y perspectivas de la actualidad del mundo. Carlos Fuentes cuenta con numerosos premios literarios, entre los que destacan: Biblioteca Breve (España, 1967), Rómulo Gallegos (Venezuela, 1974), Xavier Villaurrutia (México, 1975), Alfonso Reyes (México, 1979), Nacional de Literatura (México, 1984), Cervantes (España, 1987) y Príncipe de Asturias de las Letras (España, 1994).

Rodolfo Usigli

Rodolfo Usigli (1905-1979), escritor, ensayista y crítico mexicano, es sobre todo hombre de teatro. En su sátira social El gesticulador (1937) siguió el modelo del Julio César de Shakespeare: reflexionando sobre la Revolución Mexicana definió un prototipo de político mexicano.

Entre sus dramas históricos sobresale Corona de sombras (1943) sobre la Intervención francesa en México y, sobre todo, el papel trágico que jugaron en ella Carlota y Maximiliano. Otros de sus dramas son: El niño y la niebla (1936), La mujer no hace milagros (1937), La familia cena en casa (1942), La función de despedida (1949), Los fugitivos (1960), Jano es una muchacha (1962), Corona de luz (1963), El gran circo del mundo (1969), Carta de amor (1972) y Buenos días, señor Presidente (1972). Fue también traductor de T.S. Eliot y autor de una novela policiaca, Ensayo de un crimen (1945), llevada a la pantalla por Luis Buñuel (1955) con el título de La vida criminal de Archibaldo de la Cruz.

Salvador Novo

Salvador Novo (1904-1974), poeta, dramaturgo, cronista y ensayista mexicano, uno de los escritores más cultos y de mayor instinto literario de su generación. Nacido en la ciudad de México, formó parte del grupo Contemporáneos, y se distinguió por su ironía, acidez y apego a las situaciones cotidianas. Sus primeros libros muestran la influencia anglosajona y vanguardista

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(véase Vanguardias). Más tarde su poesía se concentra en una visión al mismo tiempo desencantada y emotiva. Publicó XX Poemas (1925), Espejo (1933), Nuevo amor (1933), Poesías escogidas (1938), Dueño mío: cuatro sonetos inéditos (1944), Florido laude (1945) y dos recopilaciones de su Poesía (1955 y 1961).

Hizo traducciones de autores de drama extranjeros, adaptaciones para niños y escribió, entre otras, La culta dama (1951), Yocasta o casi (1961), Ha vuelto Ulises (1962), El sofá (1964) y Diálogo de ilustres en la Rotonda (1966). Su poesía y teatro, las crónicas sobre la ciudad de México y sus libros de viaje muestran a un escritor que va de la descarnada visión del yo a una inquisición continua y atenta sobre los otros y lo otro, con diferentes dosis de humor, pasión y despojo. Desde 1952 perteneció a la Academia Mexicana de la Lengua.

Emilio Carballido

Emilio Carballido (1925- ), autor mexicano, destacó por su producción teatral. En 1946 escribió su primera obra, Los mundos de Alberto. A ésta siguieron El triángulo sutil y La triple porfía, ambas escritas en 1948, y Rosalba y los llaveros, en 1950. Ha trabajado como supervisor literario del Ballet Nacional de México y realizado giras por América Latina, Europa y Asia. En 1960 escribió el guión cinematográfico de Macario, película que dirigió Roberto Gavaldón y que fue nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. En 1962 le fue otorgado el Premio Casa de las Américas de teatro por Un pequeño día de ira y publicó el libro de cuentos La caja vacía.

De entre sus más de 50 guiones cinematográficos y su abultada producción teatral destacan: Fotografía en la playa (1989), Yo también hablo de la rosa (1984), Rosa de dos aromas (1985), La caprichosa vida (1988), Tejer la ronda (1990) y Algunos cantos del infierno (1990). Es profesor en las universidades de Rutgers (Nueva Jersey) y Estatal de California (Los Ángeles), en Estados Unidos. Véase Teatro latinoamericano.

Alfonso Reyes

Alfonso Reyes (1889-1959), escritor mexicano, uno de los grandes humanistas de América, figura excepcional, que trabajó muy diversas disciplinas y ocupó un lugar singular en la cultura de México, con radiaciones hacia todo el mundo hispánico y, también, cosa poco frecuente, hacia el Brasil.

Exiliado en España (1914-1924) un año después de la muerte de su padre, el general Bernardo Reyes, se relaciona con las más importantes figuras literarias del momento. Se formó en la escuela de Menéndez Pidal y luego en la estética de Benedetto Croce, y pronto publicó numerosos y sabios ensayos sobre la poesía del Siglo de Oro español, entre los que destacan sus trabajos sobre el barroco y Góngora. Además, fue uno de los primeros en estudiar a sor Juana Inés de la Cruz. De esa época son sus obras: Cartones de Madrid (1917), reunión sintética de varias estampas

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suculentas y con gran sentido del humor; su breve obra maestra, Visión de Anáhuac (1917), en la que revisa la labor de la conquista de México, la paulatina y trágica desecación del valle (véase Valle de Anáhuac) y la ya perdida transparente región, además de El suicida (1917) y El cazador (1921).

De 1924 a 1939 (año en que regresa a México) vive como diplomático en Francia, Argentina y Brasil, y no es exagerado decir que se convierte en una figura esencial del continente hispánico, como lo atestigua el propio Borges. Entre sus ensayos de esos años se cuentan: Cuestiones gongorinas (1927), Simpatías y diferencias (1921-1926), Homilía por la cultura (1938), Capítulos de literatura española (1939 y 1945) y Letras de la Nueva España (1948).

Maestro de la lengua, de 1939 a 1950 está en la cumbre de su madurez intelectual y escribe una larga serie de libros sobre temas clásicos, como La antigua retórica y Última Tule de 1942, El deslinde (1944), La crítica en la Edad Ateniense (1945) o Junta de sombras (1949). También escribió sobre problemas mexicanos y americanos, y sobre otros temas muy variados: Tentativas y orientaciones (1944), Norte y Sur (1945), La X en la frente y Marginalia, ambos de 1952. Entre sus traducciones se encuentra parte de la Iliada de Homero, en 1951.

Aunque ocupó cargos diplomáticos y fue director de El Colegio de México, institución creada para recibir a los exiliados de la República española, su definición fundamental fue la de escritor, sentando así las bases del profesionalismo en la literatura mexicana. Su trabajo con el mundo clásico no se limita al de la erudición, es más bien una reinvención de metáforas poéticas y hasta políticas que definen nuevas perspectivas para articular la realidad mexicana, como su Discurso por Virgilio (1931). En Ifigenia cruel (1924), poema dramático en el estilo del teatro clásico, el mito contado por Eurípides se reinventa y se transforma en una reflexión sobre la identidad y el pasado, una alegoría de su propia vida y también de la del México surgido de su propia Revolución.

Quizá el mejor Reyes es el de los ensayos escritos con una gran economía de medios y erudición clara y precisa, lo que lo ha convertido sin discusión en el paradigma de la ensayística latinoamericana y en el maestro de México. Hasta ahora, sus obras completas abarcan por el momento 26 tomos, que han sido editados entre 1955 y 1994. En 2002 salió a la calle el libro Algunos ensayos, que ofrece un compendio de textos de temática variada escritos por Reyes desde su infancia hasta el final de sus días.

Octavio Paz

Octavio Paz (1914-1998), poeta y ensayista mexicano galardonado con el Premio Nobel de Literatura, considerado “el más grande pensador y poeta de México”. Nacido en Mixcoac, ciudad de México, pasó su niñez en la biblioteca de su abuelo, Ireneo Paz. A los 17 años publicó su primer poema “Cabellera” y fundó la revista Barandal, con la que inició su actividad relacionada con la creación y difusión de revistas literarias. En 1933 apareció su primer poemario Luna silvestre y fundó la revista Cuadernos del Valle de México. En 1937 se trasladó a Yucatán como profesor rural

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y poco después se casó con la escritora Elena Garro, con quien asistió ese mismo año al Congreso de Escritores Antifascistas celebrado en Valencia (España). En esta última ciudad publicó Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre España (1937) y entró en contacto con los intelectuales de la II República y con el poeta chileno Pablo Neruda.

Ya de regreso a México publicó ¡No pasarán! y Raíz del hombre. Un año después publicó A la orilla del mundo y Noche de resurrecciones. En 1942, a instancias de José Bergamín, dio la conferencia titulada “Poesía de soledad, poesía de comunión”, en la que estableció sus diferencias con la generación anterior y trató de conciliar en una sola voz las poéticas de Villaurrutia y Neruda.

En 1944, gracias a una beca Guggenheim, pasó un año en Estados Unidos, donde descubrió la poesía de lengua inglesa. En 1946 se incorporó al Servicio Exterior Mexicano y fue enviado a París. A través del poeta surrealista Benjamin Péret conoció a André Breton y entabló amistad con Albert Camus y otros intelectuales europeos e hispanoamericanos del París de la posguerra. Esta estancia definirá con precisión sus posiciones culturales y políticas: cada vez más alejado del marxismo, se fue acercando al surrealismo y empezó a interesarse por otros temas.

Durante la década de 1950 publicó cuatro obras fundamentales: Libertad bajo palabra (1949), que incluye el primero de sus poemas largos, “Piedra de sol”, una de las grandes composiciones de la modernidad hispanoamericana; El laberinto de la soledad (1950), ensayo que retrata de forma muy personal la sociedad y la idiosincrasia del pueblo mexicano; ¿Águila o sol? (1951), de influencia surrealista, y El arco y la lira (1956), su esfuerzo más riguroso por elaborar una poética. En 1951 viajó a la India y en 1952 a Japón, países que influirán de forma decisiva en su obra. Un año después regresó a México, donde hasta 1959 desarrolló una intensa labor literaria.

En 1960 volvió a Francia y en 1962 a la India como embajador de su país. Conoció a Marie-Jose Tramini, con quien contrajo matrimonio en 1964. Publicó los libros de poemas Salamandra (1961) y Ladera Este (1962), que recoge su producción de la India y que incluye su segundo poema largo “Blanco”. En 1963 obtuvo el Gran Premio Internacional de Poesía. Publicó el ensayo Cuadrivio (1965), escritos sobre poesía dedicados al español Luis Cernuda, al portugués Fernando Pessoa, al mexicano Ramón López Velarde y al nicaragüense Rubén Darío. Más tarde verían la luz Puertas al campo (1966) y Corriente alterna (1967), en los que muestra el crisol de sus intereses: la poesía experimental, la antropología, Japón y la India, el arte de Mesoamérica, la política y el Estado contemporáneos. En 1968 renunció al cargo de embajador en la India a raíz de los sucesos de Tlatelolco y en 1971 fundó en México la revista Plural, en la que colaboraron algunos de los escritores más importantes de la generación posterior a él.

Ese mismo año publicó El mono gramático, poema en prosa en el que funde reflexiones filosóficas, poéticas y amorosas; en 1974 Los hijos del limo, recapitulación de la poesía moderna, y en 1975, Pasado en claro, otro de sus largos poemas, que fue recogido al año siguiente en Vuelta, obra con la que obtuvo el Premio de la Crítica en Barcelona, España.

En 1977 Octavio Paz abandonó Plural e inició Vuelta, revista literaria que dirigió hasta el final de su vida y que fue cerrada unos meses después de su muerte. Continuó con sus reflexiones políticas

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en su obra El ogro filantrópico (1979) y en 1981 obtuvo el Premio Cervantes. En 1982 se editó Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, retrato de sor Juana y la sociedad mexicana del siglo XVII; en 1987, Árbol adentro, último volumen de poesía. En 1990 se le concedió el Premio Nobel de Literatura y publicó La otra voz y Poesía de fin de siglo, que recoge sus últimas reflexiones sobre el fenómeno poético. En 1993, La llama doble: amor y erotismo, y en 1995, Vislumbres de la India.

De una personalidad exigente y exigida, su escritura ha sabido recoger distintas tradiciones e hilar los más variados intereses en una sola voz y una herencia plural. Además de sus poemas, ha buscado en otras áreas de la cultura coincidencias y cercanías que alimenten su obra y abran espacios para la comprensión del mundo. Si su poesía viaja del vacío del yo a la plenitud del mundo y el amor, sus ensayos son un mosaico de reflexiones puntuales sobre los aspectos más diversos de nuestra época. Su muerte, acaecida el 19 de abril de 1998 tras una larga enfermedad, supuso la pérdida del poeta mexicano por excelencia.

LITERATURA MEXICANA

Las producciones más conocidas de la época precortesiana corresponden a las culturas mixteca, náhuatl y maya. La cultura del pueblo mixteco dejó muchos vestigios en lápidas, pinturas, cerámicas, huesos y libros portadores de representaciones pictográficas en el área oaxaqueña. La cultura náhuatl, que no hay que entenderla como algo global, ya que se trata en realidad de grupos nahuas de origen chichimeca y distintas culturas como la teotihuaneca, la tolteca y la mexica o azteca, floreció en el altiplano mexicano y en sus grandes centros ceremoniales de Teotihuacán, Tula, Cholula, el valle de México y Tlaxcala, y puede documentarse a partir del siglo X. Sobresale una abundante veta poética (se han recuperado más de dos millares de poesías), en su mayoría himnos de alabanza, aunque también han aparecido poemas sacros y algunas piezas líricas. Miguel León-Portilla, especialista en el tema, ha recuperado Trece poetas del mundo azteca (1967), que se añaden al mítico rey poeta Nezahualcóyotl (1402-1472). En otra obra, Visión de los vencidos, el mismo León-Portilla reunió los testimonios en prosa más importantes escritos antes y después de la conquista.

Se desconoce prácticamente todo el acervo literario maya que tuvo que desarrollarse durante el periodo clásico (300-900 d.C.), ya fuera en forma jeroglífica, oral u otra, en el área que se extiende desde Yucatán y parte del sureste hasta El Salvador. Gracias a la singular dedicación de algunos misioneros de los primeros años de la conquista, se consiguió reproducir el Popol Vuh o Libro del Consejo, fruto de la tradición oral, que un indio quiché escribió en su lengua pero con caracteres latinos. El manuscrito se descubrió a comienzos del XVIII y se tradujo al castellano. Los libros de Chilam Balam constituyen un verdadero monumento de la literatura indígena de América. El

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Rabinal Achi es la única muestra que se conserva de una evidente tradición teatral y permite conocer los usos y costumbres mayas.

Con la conquista, a comienzos del siglo XVI se inicia una nueva cultura cuya literatura va a ser testimonio de los hechos excepcionales que se recogerán en crónicas y relatos, en gran parte autobiográficos. Desde las Cartas de relación (1519-1526) de Hernán Cortés hasta la Historia de la conquista de México (1684) de Antonio de Solís, se extiende una producción abundante de historias, debidas a la pluma de López de Gómara, Cervantes de Salazar, la Relación de Andrés de Tapia, Bernal Díaz del Castillo y los relatos de los misioneros, como Motolinía, fray Bernardino de Sahagún o Bartolomé de Las Casas, obispo de Chiapas.

Esta centuria, tan llena de contenidos augurales, ofrece también la poesía de Bernardo de Balbuena, a quien Menéndez y Pelayo calificó de “primer poeta genuinamente americano”. Cultivaron la lírica Gutierre de Cetina y Francisco Terrazas, que en Flores de varia poesía reunió sonetos, epístolas y décimas siguiendo modelos petrarquistas. En prosa se recuerdan los Diálogos latinos, en los que se describe la ciudad de México, de Francisco Cervantes de Salazar.

Fue muy importante la producción teatral, que aprovechó el gusto de los indígenas por las representaciones de tipo muy variado para ejercer una actividad evangelizadora, aunque también se representaron los entremeses de Lope de Rueda, traídos desde España. Juan Pérez Ramírez es autor de una comedia pastoril y alegórica, Desposorio espiritual entre el pastor Pedro y la iglesia mexicana (1574). Por otra parte, Juan Ruiz de Alarcón, nacido en México, es el único dramaturgo indiano que figura con todos los honores en el gran escenario del Siglo de Oro español.

A lo largo de los dos siglos siguientes, Nueva España vivió culturalmente al ritmo de la metrópoli, aunque con destellos propios importantes. El siglo XVII, en plena efervescencia del barroco, permite apreciar la obra de algunos autores novohispanos como Arias de Villalobos (1568-?), el poeta más celebrado del virreinato; Juan de Palafox y Mendoza, que llegó a ser obispo de Puebla y virrey de Nueva España y cuyas Obras (14 volúmenes) tienen un contenido religioso y a favor de los indígenas; Carlos de Sigüenza y Góngora, sobrino del poeta cordobés Luis de Góngora y Argote, que escribió Primavera indiana (1668) y Triunfo parténico (1683), y Matías de Bocanegra, de sólida erudición. Destaca sobre todos ellos la obra singular y enciclopédica de sor Juana Inés de la Cruz, cuya fama rebasó muy pronto las fronteras de la Nueva España y a la que se consagró como “la única poetisa, Musa Décima”.

En el siglo XVIII, durante el neoclasicismo, la actividad científica y la Ilustración se vivieron con grave intensidad; fue una época marcada por la expulsión de los jesuitas, el espíritu científico y la llegada de las nuevas doctrinas que anunciaban la época de las revoluciones. Entre los jesuitas expulsados se encontraban Francisco Javier Clavijero, autor de Historia antigua de México, y Rafael

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Landívar, poeta de la latinidad moderna, que en su Rusticatio mexicana (1782) abarca “todo cuanto en materia de historia natural patria pudiera pedirse”. En el campo de la ilustración, José Antonio de Alzate es el prototipo del hombre de esta generación y su curiosidad enciclopédica lo llevó a cultivar la historia, la meteorología, la astronomía y la botánica. Fue el fundador de la Gaceta de México, el primer periódico del virreinato.

El proceso que culminó en la independencia dio lugar a la proliferación de ensayos y críticas innovadoras. Baste mencionar la obra de Servando Teresa de Mier o la de José Joaquín Fernández de Lizardi, fundador de El Pensador Mexicano (1812) y primer novelista de América con El Periquillo Sarniento (1816), Noches tristes (1818) o La Quijotita y su prima (1819).

A partir de estos años se inicia la andadura intelectual y literaria del México contemporáneo. Abierto a todas las influencias y corrientes, será caja de resonancia y crisol de invenciones, a la par que mantendrá un permanente esfuerzo de identificación y construcción nacional. El romanticismo dominante cristalizó en ensayos y arengas al servicio de las dos grandes corrientes en que se dividió el país, liberales y conservadores, en pugna inacabable.

La poesía romántica pasó por tres periodos. El independiente, con Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Andrés Quintana Roo y Francisco Ortega (1793-1849), sus precursores. Después, en torno a la Academia de Letrán se agrupó un amplio elenco de románticos muy influidos por las corrientes europeas: Fernando Calderón, en permanente oposición a Santa Anna; Ignacio Rodríguez Galván, e Ignacio Ramírez, el Nigromante, conocido por su tono mordaz y satírico. Pero sobre todos ellos destaca Guillermo Prieto, fundador de la Academia, diputado y ministro con Benito Juárez.

La siguiente generación de escritores se reunió en torno a Francisco Zarzo (1829-1869), periodista y diputado, defensor de la Reforma, y a Ignacio M. Altamirano, la figura literaria de mayor relieve de su tiempo en busca de la afirmación de los valores nacionales.

En la novela, el costumbrismo tuvo realizadores de la envergadura de Manuel Payno con El fistol del diablo (1845-1846), novela romántica por entregas, o Los bandidos de Río Frío (1889-1891), su obra más conocida. Le siguieron Luis G. Inclán, José María Roa Bárcena y José Tomás de Cuéllar, inagotables productores de galerías de cuadros y costumbres. Cultivaron la novela histórica Justo Sierra O’Reilly, Juan Díaz Covarrubias y Vicente Riva Palacio, director de México a través de los siglos (1876).

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A finales de siglo, con el régimen de Porfirio Díaz y el predominio de los llamados “escritores científicos”, se dio paso a nuevas corrientes como el positivismo filosófico, el modernismo poético o el realismo y naturalismo narrativos. Se considera a Manuel Gutiérrez Nájera el primer poeta moderno de México, acompañado de Salvador Díaz Mirón, Manuel José Othón, Luis Gonzaga Urbina y, sobre todo, Amado Nervo. Enrique González Martínez es el último gran poeta del modernismo mexicano.

En la novela realista, influida por el naturalismo francés y español, destacan Rafael Delgado, Federico Gamboa y Carlos González Peña, el cual desarrolló además una importante labor periodística.

|6 | |EL SIGLO XX |

Una robusta tradición cultural y la más reciente experiencia del modernismo y el positivismo dieron paso a un nuevo siglo lleno de acontecimientos, realizaciones y posibilidades. Se inició con el enfrentamiento entre el impulso modernista del porfiriato y la rebeldía de los jóvenes del Ateneo, agrupados en torno al dominicano Pedro Henríquez Ureña, que actuaba de animador permanente. El Ateneo de la Juventud se propuso una transformación radical y dio un nuevo impulso, riguroso y crítico, a la vida cultural. Lo encabezaron Antonio Caso, autor dedicado a la filosofía que liquidó el positivismo abriendo horizontes universales a la conciencia nacional; José Vasconcelos, una personalidad desbordante y comprometida, en actitud polémica permanente, protagonista de una prolongada actividad educativa y política; y Alfonso Reyes, sabio y humanista por excelencia, escritor fecundo y diplomático que culminó una obra de reflexión, síntesis y estudio desde la presidencia de El Colegio de México.

La Revolución de 1910 provocó la dispersión de la generación ateneísta, pero dio paso a nuevos grupos, formaciones y tendencias. Proliferaron las revistas (Nosotros, La Nave, Pegaso), surgió el grupo denominado de los Siete Sabios y aparecieron movimientos vanguardistas, como el estridentismo o el grupo de los Contemporáneos en torno a la revista homónima. Véase Revistas literarias.

En los nuevos autores predominó una preocupación exclusivamente literaria, claramente influida por los modelos franceses y la nueva estética de los prosistas españoles. Entre ellos, Carlos Pellicer, poeta plástico imaginativo; José Gorostiza, que con Muerte sin fin (1939) resultó tributario de Luis de Góngora y sor Juana Inés de la Cruz; Jaime Torres Bodet; Xavier Villaurrutia.

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Avanzado el siglo, el impacto revolucionario dio paso a un grupo de novelistas que cultivaron el género autobiográfico, empeñados en dar razón de los cambios radicales que vivía el país a través de la llamada literatura de la Revolución Mexicana, con Mariano Azuela (Los de abajo); Martín Luis Guzmán (El águila y la serpiente y La sombra del caudillo, en realidad crónicas noveladas); Rafael Felipe Muñoz (Vámonos con Pancho Villa); Mauricio Magdaleno (autor de El resplandor, novela que años más tarde llevaría al teatro). En línea aparte se puede registrar la obra de José Mancisidor (1894-1956), que escribió La ciudad roja (1932) y Nuestro petróleo (1953), de inspiración socialista, y la de José Revueltas, que hizo de las luchas sociales su tema principal, como en su novela de 1964, Los errores. La literatura indigenista estuvo representada por Andrés Henestrosa, Héctor Pérez Martínez (1906-1948) o Ricardo Pozas (Juan Pérez Jolote, 1948), y la inspiración provinciana por Agustín Yáñez, autor de una obra narrativa importante (Al filo del agua). Todos ellos se abrieron paso sin dificultad y tuvieron muchos seguidores.

La generación de mediados del siglo XX se agrupó en torno a la revista Taller, que vivió el profundo impacto de las grandes convulsiones de su tiempo y se enfrentó al esteticismo de los contemporáneos, quienes se opusieron al nacionalismo y lo combatieron arduamente, defendieron la libertad de expresión y el rigor en la forma poética y tuvieron un innovador estilo de entender y vivir la cultura. De este grupo cabe destacar a Xavier Villaurrutia y su Nostalgia de la muerte, poesía de la pluralidad de los sentidos; Salvador Novo, que además de poeta fue ensayista, crítico y cronista; Jorge Cuesta, agudo crítico y poeta; y Gilberto Owen, autor de varios libros de poesía, que pinta en Simbad el varado la elegía del amor viajero.

En este periodo, como síntesis y superación de todas las tendencias, sobresale la obra excepcional de Octavio Paz, ensayista y poeta que domina y trasciende las diversas épocas y las muchas tendencias y corrientes década tras década: Entre la piedra y la flor (1937), Libertad bajo palabra (1949) o Piedra de Sol (1957), su obra maestra. En ensayo, El laberinto de la soledad (1950), es una reflexión excepcional. Es también la época en la que surgen dos nuevos maestros de la prosa narrativa, Juan Rulfo y Juan José Arreola, “el juglar burlesco”, fabulador y hablador incansable.

A partir de la década de 1960, México inició una fase de esplendor narrativo y literario. En sus inicios fue la década de Carlos Fuentes, que en un primer periodo publicó, entre otras obras, La región más transparente (1958), ambicioso y brillante mural novelístico, La muerte de Artemio Cruz (1962) o Cambio de piel (1967), seguidas años más tarde de nuevas creaciones que amplían los límites de sus posibilidades narrativas.

La gran convulsión de la sociedad mexicana, como consecuencia del movimiento estudiantil de 1968 (véase Sucesos de Tlatelolco), coincidió con el florecimiento de nuevos autores, tendencias y

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corrientes. Los narradores de este periodo se caracterizan por su libertad creadora, la falta de arraigo al pasado, la adscripción a las tendencias más vanguardistas y la ruptura de todos los moldes. Cada nueva generación, en intensidad creciente, está siendo capaz de superar a su antecesora en originalidad, brillantez e incluso agresividad. A Francisco Tario (1911-1977), Jorge López Páez (1922- ), Elena Garro, Rosario Castellanos y Ricardo Garibay, les han seguido Salvador Elizondo, Juan García Ponce, José Emilio Pacheco, Vicente Leñero, Sergio Pitol o Fernando del Paso. Pero todavía más jóvenes, José Agustín Ramírez y Gustavo Sainz han conseguido abrirse paso y conquistar una atención llena de sorpresas.

La poesía de estos años, animada y apoyada por Paz, ha encontrado su expresión antológica más completa en la Poesía en movimiento, 1915-1966, editada por Chumacero, Aridjis, Pacheco y el propio Paz, pero se sigue enriqueciendo cada vez más: Eduardo Lizalde, Jaime Sabines y Gerardo Deniz son nombres hoy imprescindibles en cualquier referencia. Y, sin embargo, la lista continúa abierta.

En la narrativa, la llamada “saga del 68” ha dado paso a la multiplicación de ejercicios literarios de todo tipo, en una pugna abierta entre el realismo renovado y la fantasía ilimitada. Todos los temas de México, los que han estado presentes en su desarrollo de dos siglos, vuelven al primer plano y se visten y se ven con ropajes y miradas distintas. Del realismo a la vanguardia, el horno creativo funciona a rendimiento pleno, ya sea en los fogones de Laura Esquivel, en las boticas de Ángeles Mastretta o en cualquier otro espacio literario.

PINTORES Y MURALISTAS

José María de Velasco

José María de Velasco (1840-1912), pintor paisajista mexicano que desarrolló el costumbrismo decimonónico. En un principio fue discípulo de Landesio, formado en Europa y creador de una escuela paisajista mexicana, pero pronto el alumno supera al maestro, desarrollando un estilo propio que pasa por tomar notas del natural, llenas de emoción y espontaneidad, en contraste con la rigidez de su maestro. Sus paisajes retratan los ambientes naturales de su país, en particular del valle de México, que pintó desde puntos muy diversos. Naturalista convencido, se alejó de las corrientes impresionistas de la época. Su naturalismo no responde a la observación directa de la naturaleza, sino que sus cuadros tienen una plástica e imaginación muy personales que le dieron reconocida fama. Viajó por el interior de su país y expuso en Filadelfia, París y Chicago. Entre sus obras destacan: Patio de una casa vieja (1861), El valle de México (1875), Catedral de Oaxaca (1887), serie de ocho cuadros sobre el Valle de México (1894-1905).

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José Guadalupe Posada

José Guadalupe Posada (1852-1913), grabador mexicano, conocido en todo el mundo por sus estampas populares y caricaturas sociales, inspiradas en el folclore mexicano. Por motivos políticos debe trasladarse, en compañía de Pedroza, a un pueblo de la provincia de Guanajuato, donde da clases en la Escuela Secundaria y se dedica a la realización de litografías para ilustraciones de libros y tarjetas. En 1888 se traslada con su hijo a México D.F. donde monta su propio taller, situado muy próximo a la imprenta de Vanegas Arroyo, editor, activo trabajador durante la República y con quien colaboró en la Gaceta callejera, haciendo las ilustraciones (La carestía del maíz, Revolucionario muerto, Asalto armado de los zapatistas a un tren, Los horrores de la guerra). Su creatividad artística estuvo al servicio del editor Vanegas Arroyo, para el que ilustraba vidas de santos, corridos, leyendas, canciones, horóscopos, chistes y demás literatura popular, que era distribuida en ferias, mercados o en las calles a las gentes del pueblo. También ilustró dos corridos del poeta Suárez en La Patria Ilustrada. En 1895 introdujo la técnica del grabado de cinc, que utilizó en la mayor parte de sus trabajos. Ilustrador de periódicos satíricos, popularizó las calaveras o 'calacas' y esqueletos utilizados como caricaturas y sátiras de la vida social y política mexicana. Como opositor al régimen de Porfirio Díaz, publicó en el periódico El Hijo del Ahuizote distintas caricaturas en alusión a los abusos del gobierno y las intrigas políticas. Su obra se entiende como un claro precedente del muralismo mexicano. u producción artística puede clasificarse en tres etapas: la primera, hasta 1888, representada por la producción de litografías; la segunda, por xilografías, introduciendo la técnica del grabado de cinc y la tercera etapa en la que alternó su trabajo de reportero gráfico y de grabador.

Diego Rivera

Diego Rivera (1886-1957), pintor mexicano que realizó murales con temas sociales, considerado como uno de los grandes artistas de este siglo. Nació en Guanajuato y se formó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, en la ciudad de México. Entre 1907 y 1921 estudió pintura en Europa, principalmente en España y Francia, familiarizándose con las innovadoras formas cubistas de Pablo Picasso, el impresionismo de Renoir, la composición de Cézanne y otros artistas de la época. En 1921 regresó a México, donde desempeñó un papel determinante en el renacimiento de la pintura mural iniciado por otros artistas y patrocinado por el gobierno. Se dedicó a pintar grandes frescos sobre la historia y los problemas sociales de su país en los techos y paredes de edificios públicos, ya que consideraba que el arte debía servir a la clase trabajadora y estar fácilmente disponible o a su alcance. Entre 1923 y 1926 realizó los murales al fresco de la Secretaría de Educación en la ciudad de México, pero su obra maestra es La tierra fecunda (1927) para la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, donde representa el desarrollo biológico del hombre y su conquista de la naturaleza.

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Diego Rivera pintó murales en el palacio de Cortés, en Cuernavaca (1930), y en la Secretaría de Salubridad. En 1929 se casó con Frida Kahlo, considerada una representante insigne de la pintura introspectiva mexicana del siglo XX. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano. Su fama lo llevó a exponer y trabajar en Estados Unidos; su obra allí incluye un mural (1932-1933) para el Instituto de Bellas Artes de Detroit y un fresco, Hombre en la encrucijada (1933), encargado para el nuevo edificio de la RCA en el Rockefeller Center de Nueva York y destruido poco después de su realización porque contenía, al parecer, un retrato del líder soviético Lenin. Un año después, Rivera lo reprodujo para el palacio de Bellas

Artes de México.

En 1935 concluyó uno de sus proyectos más ambiciosos: los frescos para la escalera monumental del palacio nacional de la ciudad de México, con su propia interpretación de la historia de su país, desde los tiempos precolombinos hasta la actualidad. En la década de 1940 pintó dos grandes murales en el Instituto Nacional de Cardiología (1944) y otro gran mural para el hotel del Prado, Sueño de la alameda (1947), de tema histórico-crítico. Sus últimas obras las realizó en mosaico de piedras naturales, como las del estadio de la ciudad universitaria de México o el del teatro de los Insurgentes, ambas en el exterior.

Diego Rivera fue también prolífico en su obra de caballete, con una visión muy alegre y también sensual del folclore de su país.

Dibujante magistral y estupendo colorista, demostró un gran talento para estructurar sus obras. Legó a México una importante colección de estatuillas de diversas culturas indígenas, que instaló en su casa-museo, el Anahuacalli, en la ciudad de México. Como él mismo dijo, condensando el sentido de su obra, su propósito era "ligar un gran pasado con lo que queremos que sea un gran futuro de México". Murió el 24 de noviembre de 1957 en la ciudad de México.

David Alfaro Siqueiros

David Alfaro Siqueiros (1896-1974), pintor mexicano, uno de los más famosos muralistas de su país junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco. Siqueiros nació en Chihuahua y se formó en la Escuela de Bellas Artes de México y en la escuela de Santa Anita de esta ciudad. Participó en el renacimiento de la pintura al fresco efectuada bajo el patrocinio gubernamental de las decoraciones murales en edificios públicos (véase Muralismo).

Vivió en París, Barcelona y Estados Unidos. Regresó a México y organizó el sindicato de pintores, escultores y grabadores revolucionarios. Miembro del Partido Comunista Mexicano, fundó su periódico El Machete y se dedicó al activismo político, representando en sus frescos temas de dinámica revolucionaria para alentar a las clases sociales más desfavorecidas. Sus pinturas representan una síntesis muy particular de los estilos futurista, expresionista y abstracto, con

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colores fuertes e intensos. En 1962, el gobierno mexicano sentenció a Siqueiros a ocho años de prisión por organizar disturbios estudiantiles de extrema izquierda dos años antes; el artista fue indultado en 1964. Sus obras más monumentales son: Marcha de la Humanidad (1971), realizada después de su salida de la cárcel, que decora las paredes del Hotel de México, y que ocupa una superficie de 4.600 m2 de paneles articulados, y Del porfirismo a la revolución, de 4.500 m2, en el Museo de Historia Nacional de la ciudad de México. Recibió el Premio Nacional de Arte de México y el Premio Lenin de la Paz.

José Clemente Orozco

José Clemente Orozco (1883-1949), pintor muralista mexicano, contribuyó a recuperar la técnica, el diseño y los temas de la pintura al fresco. Está considerado como uno de los más destacados muralistas desde los tiempos del renacimiento.

Orozco nació en Zapotlán, Jalisco, el 22 de noviembre de 1883. A los 7 años se trasladó a la ciudad de México, donde realizó sus estudios superiores en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Conoció el taller del grabador José Guadalupe Posada, que lo impresionó y cuya influencia marcaría toda su obra. En 1922 se unió a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores, que buscaba recuperar el arte de la pintura mural bajo el patrocinio del gobierno mexicano. Una de sus primeras y más destacadas obras fue la serie de murales que hizo para la Escuela Nacional Preparatoria sobre la conquista, la colonización y la Revolución Mexicana. Entre 1927 y 1934 trabajó en Estados Unidos. Allí realizó un grupo de murales para la New School for Social Research de Nueva York y en el Pomona College de California pintó un mural con el tema del héroe griego Prometeo. Sus murales para la Biblioteca Baker en el Dartmouth College (1932-1934) escenifican la historia de América con la serie La llegada de Quetzalcóatl, El retorno de Quetzalcóatl y Modern industrial man. De regreso a su país realizó grandes murales en el Palacio de Bellas Artes (1934) o la Suprema Corte de Justicia (1941) en la ciudad de México, además de diversas series en importantes instituciones de la ciudad de Guadalajara, como el Palacio de Gobierno, la Universidad o el Hospicio Cabañas. En la década de 1940 pintó algunos lienzos caracterizados por las líneas diagonales y el color gris que ya venía utilizando para sus murales. En los últimos años su estilo se fue simplificando, buscando sobre todo un carácter más dramático y violento que le aproximara más al expresionismo. Orozco murió en México D.F. el 7 de septiembre de 1949. Fue enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres, honor que por primera vez se dio en México a un pintor.

Frida Kahlo

Frida Kahlo (1907-1954), pintora mexicana que realizó principalmente autorretratos, en los que utilizaba una fantasía y un estilo inspirados en el arte popular de su país. Hija del fotógrafo judioalemán Guillermo Kahlo, Frida nació en Coyoacán, en el sur de Ciudad de México. A los 16

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años, cuando era estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria de esta ciudad, resultó gravemente herida en un accidente de camión y comenzó a pintar durante su recuperación. Tres años más tarde le llevó a Diego Rivera algunos de sus primeros cuadros para que los viera y éste la animó a continuar pintando. En 1929 se casaron.

Influida por la obra de su marido, adoptó el empleo de zonas de color amplias y sencillas plasmadas en un estilo deliberadamente ingenuo. Al igual que Rivera, quería que su obra fuera una afirmación de su identidad mexicana y por ello recurría con frecuencia a técnicas y temas extraídos del folclore y del arte popular de su país. Más adelante, la inclusión de elementos fantásticos, claramente introspectivos, la libre utilización del espacio pictórico y la yuxtaposición de objetos incongruentes realzaron el impacto de su obra, que llegó a ser relacionada con el movimiento surrealista.

Sus cuadros representan fundamentalmente su experiencia personal: los aspectos dolorosos de su vida, que transcurrió en gran parte postrada en una cama, son narrados a través de una imaginería gráfica. Expresa la desintegración de su cuerpo y el terrible sufrimiento que padeció en obras como La columna rota (1944, colección Dolores Olmedo, Ciudad de México), en la que aparece con un aparato ortopédico de metal y con el cuerpo abierto mostrando una columna rota en lugar de la columna vertebral. Su dolor ante la imposibilidad de tener hijos lo plasma en Hospital Henry Ford (1932, colección Dolores Olmedo), en la que se ve a un bebé y varios objetos, como un hueso pélvico y una máquina, diseminados alrededor de una cama de hospital donde yace mientras sufre un aborto. Otras obras son: Unos cuantos piquetitos (1935, colección Dolores Olmedo), Las dos Fridas (1939, Museo de Arte Modernos de México) y Sin esperanza (1945, Dolores Olmedo).

Expuso en tres ocasiones. Organizó las exposiciones de Nueva York de 1938 y de París de 1939 a través de sus contactos con el poeta y ensayista surrealista francés André Breton. En abril de 1953 expuso por primera vez en la galería de Arte Contemporáneo de Ciudad de México. Un año después murió. El matrimonio Kahlo-Rivera fue miembro del Partido Comunista Mexicano. El día de su entierro, el féretro de Frida fue cubierto con la bandera del partido, un hecho que fue muy criticado por toda la prensa nacional. Su casa de Coyoacán fue transformada en Museo y lleva su nombre.

Lilia Carrillo

Lilia Carrillo (1930-1974), pintora mexicana, integrada en el grupo Generación de la Ruptura, que está considerada como la introductora del informalismo abstracto en México.

Nació en la ciudad de México en 1930. Tras estudiar con M. Rodríguez Lozano, acude a la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, donde sigue cursos con Agustín Lazo y Pablo O'Higgins y se gradúa en pintura en 1951. En 1953 viaja becada a París; allí estudia en la Academia de la Grande Chaumiere y expone en la Maison du Mexique y en la Exposición de Artistas Extranjeros en Francia (1954), regresando en 1955 a su país. Entre 1957-1961 expone con

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regularidad en la galería Antonio Souza y en el Museo de Arte Moderno de México. En 1960 contrae matrimonio con el también pintor y escultor Manuel Felguérez. A partir de 1960 su obra se expone en Washington, Nueva York, Tokio, Lima, São Paulo, Madrid, Barcelona, Bogotá y Cuba. En 1966 participa en la muestra Confrontación 66 (Palacio de Bellas Artes de México), donde se suscita un enfrentamiento entre las nuevas tendencias y los últimos representantes de la escuela mexicana de pintura. Este suceso da lugar al nacimiento del grupo conocido como Generación de la Ruptura, donde se la reconoce como introductora del informalismo abstracto. Un aneurisma en la médula espinal (1969) la aparta de la pintura hasta su muerte, acaecida en 1974. Su obra se desarrolla desde los primeros años dentro de la abstracción más pura, con una fuerza explosiva de color: Abstracto, 1957; Tormenta de fuego, 1958; Encuentro, 1960; Principio y fin, 1969.

Leonora Carrington

Leonora Carrington (1917- ), pintora de origen inglés que se inicia en el surrealismo de la mano de Max Ernst y desarrolla la mayor parte de su vida y obra en México.

Nacida en Clayton Green, Lancashire, Inglaterra, en el seno de una rica familia de la industria textil, en 1920 queda junto a sus hermanos bajo los cuidados de una institutriz francesa, un instructor de religión y una nana inglesa, que la introduce en el mundo de las hadas y cuyos relatos tendrán una fuerte influencia sobre la artista. Después de ser expulsada de varias escuelas religiosas, es enviada a un internado de Florencia (Italia) y más tarde a una escuela parisina. En 1936 ingresa en la academia de Amédée Ozenfant donde realiza estudios de dibujo y pintura. En 1937 conoce a Max Ernst con el que marcha a París y la introduce en el círculo de los surrealistas, estilo del que será una gran intérprete. Un año más tarde expone con los surrealistas en París y Amsterdam (The meal of lord Candlestick, 1938). Al comienzo de la II Guerra Mundial, en 1939, marcha a España y Portugal, donde conoce al diplomático mexicano Renato Leduc, amigo de Pablo Picasso, con quien se casa en 1941 y viaja a Nueva York. En 1942 llegan a México y tras divorciarse, en 1943, conoce a Edward James, mecenas de los surrealistas y máximo coleccionista de su obra. Durante los 43 años que permaneció en México formó parte del movimiento surrealista, compaginando la pintura (Pain Chant, 1947; Gato blanco, 1952; Kabala, 1960; Belfry, 1980) con las escenografías teatrales (Penélope, 1945-46). En 1985 huyendo del terremoto que destruyó parte de la ciudad, se estableció en Nueva York y más tarde en Chicago (1988), regresando finalmente a México (Labyrinth, 1991), donde vive en la actualidad.

Pedro Coronel

Pedro Coronel (1922-1985), pintor, escultor y grabador mexicano, que evolucionó desde el realismo a las formas abstractas, teniendo como objetivo de su obra el hombre y su destino.

En 1947 viaja a Europa, fijando su residencia en París, donde frecuenta la amistad de Brever, Brancusi y distintos intelectuales mexicanos. Durante el periodo 1949-52 viaja por Francia, Bélgica,

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España, norte de África y realiza distintas visitas a su país. En 1959 gana el Primer Premio en el I Salón Nacional de Pintura con su obra La lucha y un año más tarde el de Pintura y Grabado de la II Bienal Interamericana. Durante la década de 1960 reside en México y desarrolla una gran actividad, a la vez que realiza numerosos viajes por Europa (París 1961, 1966, 1968, Roma 1967), Asia (Japón 1962), Norteamérica (Phoenix 1965, Houston 1966, Canadá 1968); junto a Mathias Goeritz, Tamayo y Friedeberg participa en la decoración del Hotel Camino Real de la ciudad de México. Como pintor pueden diferenciarse dos etapas, la primera (hasta 1960) es figurativa y se caracteriza por planos lisos yuxtapuestos que construyen imágenes ideales, donde se funde la fantasía y la realidad (La lucha, 1958; Los personajes del callejón azul, 1960); en la segunda, a partir de la década de 1970, alcanza su madurez pictórica y encuentra su propio estilo, la figura se libera para pasar a la forma, construida por el color, la luminosidad y el brillo. Su plástica es prehispánica, apoyada en imágenes semiabstractas en las que se vislumbran los elementos del pasado mexicano, como Quetzalcóatl o los códices mexicanos (El regreso de Quetzalcóatl). En escultura, por el contrario, se mantuvo dentro de un estilo formalista, siendo en todo momento una actividad secundaria. En 1960 presenta por primera vez esculturas en una exposición, pero sólo 8 frente a 54 pinturas. A partir de esta fecha incorpora esculturas en sus exposiciones, pero siempre en pequeño número. Entre éstas cabe señalar: Duelo (1960); Cráneo (1964); Torso (1964).

Alberto Gironella

Alberto Gironella (1929-1999), pintor y dibujante mexicano que tomó parte activa en el movimiento internacional Phases. A los veinte años publicó algunos poemas, pero pronto se inclinó por la plástica, donde alcanzó gran éxito. Así, en 1952 fundó la Galería Prisse y pintó su primer cuadro La condesa de Uta. En 1960 tomó parte activa en el movimiento internacional Phases, afín a los principios del surrealismo y la pintura de lo imaginario, y en 1961 viajó por Europa, donde entró en contacto con la obra de Velázquez (Madrid, 1961) y con los movimientos artísticos parisinos (París, 1962), en particular con el pintor belga Pierre Alechinsky y con André Breton.

Muy próximo a los principios surrealistas, se apoyaba en personajes o cuadros de pintores clásicos, como Velázquez o El Greco, por ejemplo, para realizar obras en las que los elementos del lienzo se transformaban dando paso a figuras imaginarias, adornadas de un lenguaje sarcástico (Las Meninas), que a menudo se completaba con cierta dosis de crueldad (El éxtasis de la reina Mariana). Para su realización se servía de una técnica compleja, que combinaba la línea con gruesos empastes de materia, y una inmensa variedad de recursos como fotografías, bocetos, colgaduras e iluminaciones insólitas.

De él dijo Octavio Paz que era un "poeta de imágenes y no de palabras" y él mismo confesó que "lo mío es un loco intento de pintar el tiempo". Su obra se difundió por todo el mundo y expuso en numerosas ciudades de Europa y América. Entre sus cuadros más representativos cabe citar: Reina

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Mariana (1960, 1964, 1971), Entierro de Zapata (1972), Metamorfosis de una reina I, II, III (1958), Diego Velázquez, artista fotógrafo (1968) y La musa violenta (1978).

Carlos Mérida

Carlos Mérida (1891-1984), pintor de origen guatemalteco, formado en Francia y afincado en México, que formó parte del movimiento muralista mexicano. Tras una etapa marcada por la abstracción en la forma, evolucionó hacia el constructivismo.

Nació en Quetzaltenango (Guatemala) en 1891. De origen maya-quiché inició los estudios de pintura con el profesor Manuel Carrera y desde 1902 a 1905 asistió a la Escuela de Artes y Oficios. En 1910 celebró su primera exposición y viajó a París, donde estudió con Van Dongen y Anglada Camarasa; trabajó con Modigliani y se relacionó con Picasso, cuya influencia marcaría su obra posterior. En 1914, con motivo de la I Guerra Mundial, regresó a Guatemala y empezó a pintar temas autóctonos basados en la cultura maya. En 1917 viajó a Estados Unidos y dos años más tarde a México, donde vivió más de treinta años. Tras desempeñar el cargo de agregado cultural de la embajada de Guatemala en Italia, en 1951 regresó a México donde siguió trabajando hasta su muerte.

Desde 1922 formó parte del grupo de muralistas mexicanos, colaborando con Diego Rivera en el mural del Anfiteatro Bolívar (México, D.F.); un año más tarde fundó con éste, Orozco y Siqueiros el Sindicato de Obreros, Técnicos, Pintores y Escultores y en 1931 organizó la Escuela de Danza de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Como muralista independiente se inició en 1923 con el de la Biblioteca Infantil de la Secretaría de Educación Pública (Caperucita Roja y Los cuatro elementos). En 1927 regresó a París, donde estuvo dos años y contactó con Paul Klee, Miró y las nuevas corrientes artísticas; como resultado de ello abandonó la figuración política para desarrollar una etapa marcada por la abstracción en la forma y sus raíces indígenas en los temas. Mérida siempre publicó con orgullo su ascendencia maya-quiché y española. A la vuelta de su viaje a París, en 1929, fue nombrado director de la Galería del Teatro Nacional en México, y tres años más tarde dirigió la Escuela de Danza. En 1940 participó en la Exposición Internacional Surrealista celebrada en México. Un año más tarde fue nombrado profesor de arte en el North State Teacher College en Denton, Texas, y a partir de 1949 comenzó sus investigaciones sobre integración de las artes, aplicando los resultados en los murales que realizó para la Secretaría de Recursos Hidráulicos (1949), para el centro infantil del multifamiliar Miguel Alemán de Coyoacán (1950), y para el edificio multifamiliar Presidente Juárez, en la ciudad de México (1950-1952); en este último la temática se centró en torno a una serie de leyendas mexicanas acerca del origen del mundo —el Popol Vuh, los ocho dioses del Olimpo mexicano, el Ixtlexilt, los Cuatro Soles—. Desde 1950 su arte experimenta ciertos cambios y su obra ofrece un estilo más próximo al constructivismo, como se observa en el edificio de Reaseguros Alianza de la ciudad de México, cuyo mural Estilización de motivos mayas (1953) está realizado en mosaico de vidrio. Con esta misma técnica, en la década de 1950 realizó diversos murales para empresas comerciales y privadas mexicanas. También en

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1956 realizó, en el Palacio Municipal de Guatemala, un mosaico de vidrio (La mestiza de Guatemala). Desde entonces Mérida alternó la realización de murales para México y Guatemala, en los que dominaban motivos abstractos y constructivos. Con el espíritu innovador que le caracterizaba, en 1964 hizo un muro vitral en la sala Cora Huichol (Los adoratorios) del Museo Nacional de Antropología de México D.F. y en 1968, otro en el Centro Cívico de San Antonio (Texas) (La confluencia de las civilizaciones en América). En 1965 recibió la medalla de oro de la Dirección General de Cultura y Bellas Artes de Guatemala, y en 1980 "El águila azteca" de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

Rufino Tamayo

Rufino Tamayo (1899-1991), nacido en Oaxaca, pintor mexicano cuyo estilo combina temas populares autóctonos con las formas artísticas de la vanguardia europea como el cubismo. Su obra evolucionó de una pintura de pequeñas dimensiones (con un color insensible a las influencias posimpresionistas) a un cromatismo mucho más brillante al servicio de la temática social. Tamayo también recuperó la pintura de caballete, que combinó con la pintura mural de carácter social, como La revolución (1938, Museo Nacional de Antropología), tras lo cual marchó a vivir a Nueva York. En obras como Mujeres de Tehuantepec (1939, Galería de Arte Albright-Knox, Buffalo, Estado de Nueva York), dispone las figuras fuertes y monumentales del arte tradicional mexicano en una sutil y compleja composición inspirada en el cubismo francés. Sus obras gozaron de un reconocimiento internacional, que derivó en encargos para amplias decoraciones murales como Homenaje a la raza (1952), en París, o México hoy (1953, Palacio de Bellas Artes, México). Le siguieron otros murales como América (1956, Banco del Suroeste, en Houston), el de mayor envergadura que ejecutó, y para el nuevo edificio de la UNESCO en París realizó Prometeo (1958) y, posteriormente, Eclipse total (1977). En 1943 Tamayo realizó su primera obra completamente abstracta, La naturaleza y el artista (Smith College Collection, Northampton, Massachusetts). Muchas de sus obras siguientes en la década de 1950 desarrollaron esta tendencia hacia la abstracción unida a un estilo sumamente emocional y violento. Tamayo fue un gran conocedor del arte prehispánico y en 1974 donó su espléndida colección de piezas de ese periodo a su ciudad natal. En la capital mexicana se encuentra el museo que lleva su nombre y que fue inaugurado en 1981. Se trata de uno de los centros de arte contemporáneo más modernos del mundo en el que se exhiben obras de más de 150 artistas internacionales. La donación del museo y de casi la totalidad de su acervo artístico al pueblo de México representó una de las mayores satisfacciones para el pintor y artista gráfico. Además de sus obras monumentales, la permanencia de Tamayo radica en la belleza de los retratos que pintó de su esposa Olga y en la sensualidad que despiertan sus inolvidables cuadros de sandías.

Vicente Rojo

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Vicente Rojo (1932- ), pintor y grabador español, exiliado y nacionalizado mexicano. Destaca tanto por la obra pictórica, como por la gráfica que maneja en todas sus posibilidades. Su obra se sitúa dentro del grupo de los ópticos mexicanos.

Nacido en Barcelona en 1932, realizó estudios de escultura en la Escuela Elemental del Trabajo. En 1949 llega a México e inicia estudios en la Escuela de Pintura y Escultura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y en el taller de A. Souto, compaginando su vocación artística con el trabajo editorial. A lo largo de su vida fundó y dirigió varias revistas (véase Publicaciones periódicas): Artes, México en la Cultura, La Cultura en México. Su nombre ha alcanzado gran fama en el diseño gráfico para las revistas Plural, Artes Visuales y Discos Visuales. Sobre cualquier soporte y técnica la obra de Rojo posee un indudable interés, pero en la especialidad gráfica es un virtuoso en todos sus dominios: aguafuertes, aguatintas, litografías, serigrafías y collages. Pintura y obra gráfica discurren en paralelo, siendo no obstante lo mismo. Evoluciona desde una opción expresionista al geometrismo de círculos, cuadrados, hexágonos con una visión frontal. Como pintor hay que destacar sus series: Señales, Negaciones y México bajo la lluvia.

Juan O'Gorman

Juan O'Gorman (1905-1982), arquitecto y pintor mexicano, influenciado por el movimiento muralista.

Nació en Coyoacán, D.F., en 1905 y estudió arquitectura, pero muy pronto se sintió atraído por el movimiento muralista. Bajo la influencia de Diego Rivera se dedicó a la pintura. Utilizó el temple, aunque también usó el fresco. En 1931 decoró al fresco la biblioteca de Azcapotzalco y en 1937, al temple, los murales y oficinas del antiguo aeropuerto de la ciudad de México con la historia de la aviación. Para la iglesia de San Agustín de Pátzcuaro, convertida en biblioteca 'Gertrudis Bocanegra', hizo en 1940 un gran mural con la conquista de Michoacán, la evangelización de Vasco de Quiroga, y la lucha por la emancipación de los españoles. En esta década realizó también, para algunos particulares, distintos murales al fresco con mosaicos de piedras naturales y vidrio en losas precoladas, con temas históricos y científicos. Su empresa más ambiciosa fue la decoración de la Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria (UNAM, 1949-1953), en la ciudad de México: 4.000 metros cuadrados lucen representaciones históricas de las culturas mexicanas: prehispánica, colonial, Revolución de 1910 y cultura moderna, hechas con diferentes piedras del país. Con materiales acrílicos sobre cemento decoró también, en la ciudad de México, un centro interamericano de la Seguridad Social (el tema elegido fue Miguel Hidalgo Libertador), el Banco Internacional del paseo de Reforma, algunos parques públicos, teatros y museos. Como arquitecto se formó en el estilo de Le Corbusier y el purismo desnudo de Villagrán, teniendo como compañeros a Legarreta, De la Mora y Yáñez, que representan el punto de partida de la nueva arquitectura mexicana.

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Pedro Ramírez Vázquez

Pedro Ramírez Vázquez (1919- ), arquitecto mexicano que pertenece a la generación más reciente de arquitectos contemporáneos de su país.

Pedro Ramírez Vázquez comenzó su labor profesional en el Comité Federal de Construcción de Escuelas de México y en el Patronato del Distrito Federal (1949). Participó con Álvarez Espinosa, Torres Martínez y Velázquez en el diseño de la Escuela Nacional de Medicina en la Ciudad Universitaria (1953) de México D.F., para proyectar un año después junto a Rafael Mijares la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. En este último trabajo destaca el estudio de los aspectos funcionales y circulatorios, así como las potencialidades del sistema de cimentación flotante.

A partir de 1955 construyó junto a Félix Candela y Javier Echevarría los conjuntos de mercados, en los que desarrolló una tipología que retomaba elementos de la tradición mexicana. En 1960 acometió las obras de la Galería de Historia en Chapultepec, en colaboración con el escultor José Chávez Morado y el museógrafo Julio Prieto. La trama de este edificio está dispuesta en función del tránsito continuo que ordena la exhibición didáctica, con una rampa helicoidal que rememora la solución del Museo Solomon Guggenheim de Frank Lloyd Wright en Nueva York. Este diseño circular se encuentra también en las trazas del Museo Fronterizo de Ciudad Juárez (1962), mientras que en el Museo de Arte Moderno (1964) el interés se centra en el manejo de los espacios externos como incitación al ingreso.

En su obra más relevante, el Museo Nacional de Antropología e Historia (1964) en el parque de Chapultepec, destaca el planteamiento de recorridos acotados que potencia la fluidez y transparencia de los espacios. Tras participar en las tareas del Comité de los Juegos Olímpicos de México, que incluyeron las obras del Estadio Azteca (1965), acometió proyectos destacados a nivel internacional como el Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar (Senegal, 1972), los edificios gubernamentales en Dodoma (Tanzania, 1975), o la embajada de Japón (1975), en colaboración con Kenzo Tange y Manuel Rosea. También cabe mencionar sus obras para la nueva basílica de Guadalupe, junto a Benlliure, García Lascurain, Chávez de la Mora y Schoenhofer, en 1976, que señalan la culminación de una trayectoria arquitectónica de gran relevancia en el panorama contemporáneo mexicano.

MUSICOS

Carlos Chávez

Carlos Chávez (1899-1978), compositor y director de orquesta mexicano. Nació cerca de la capital de México y estudió piano con el compositor y pianista mexicano Manuel María Ponce, aunque fue en gran medida autodidacta en el terreno de la composición. Más tarde viajó a Europa, donde descubrió a Stravinski y Schönberg. En 1928 le nombraron director del Conservatorio Nacional de

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México y fundó y dirigió la Orquesta Sinfónica de esta ciudad hasta 1949. En 1960 fundó el taller de compositores en el Conservatorio Nacional. En sus obras más características, como el ballet El fuego nuevo (1921) y la Sinfonía india (1935), estrenada por el autor con la Orquesta Sinfónica de Boston, empleó los ritmos palpitantes, el carácter melódico y la percusión de la música tradicional mexicana, pero sin recurrir a fuentes folclóricas directas. No obstante, la mayor parte de su obra tardía, en especial la música de cámara, guarda poca relación con la música popular. Chávez se propuso una expresión musical de raíz prehispánica pero la ausencia de documentación al respecto lo condujo a una estética que evocara, mediante un singular constructivismo, la atmósfera de aquellas culturas. En estos casos Chávez se apartó conscientemente del mexicanismo de orientación hacia lo concreto de Manuel M. Ponce o Silvestre Revueltas. En otro tipo de obras, Chávez quiso plantear los problemas sociales de la actualidad mexicana. Así produjo la Sinfonía proletaria o Llamadas en 1934, la Obertura republicana en 1935 y El Sol, corrido mexicano (1962).

Entre otras obras de Chávez se deben incluir ballets como Los cuatro soles (1926) y Xochipilli, Macuilxóchitl (1940), los 10 preludios para piano estrenados en la Agrupación Nueva Música de Buenos Aires, el ballet La hija de Cólquide (1944), la ópera Pánfilo y Lauretta (1956) y la Sinfonía de Antígona (1930). Chávez escribió diversos artículos sobre la actualidad musical.

Silvestre Revueltas

Silvestre Revueltas (1899-1940), compositor y director de orquesta mexicano considerado, a pesar de su muerte prematura, como una de las figuras más destacadas del panorama musical contemporáneo de su país.

Nació en Santiago Papasquiaro, Durango. Comenzó a estudiar violín a los 8 años en su pueblo natal y en otras localidades cercanas y, en 1913, prosiguió sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música de la ciudad de México con José Rocabruma y con el maestro de composición Rafael J. Tello. En 1918 se trasladó a Estados Unidos para completar sus estudios de composición y violín con Félix Borowsky y Sametini, respectivamente. En 1929 asumió la cátedra de Composición del conservatorio de la capital mexicana a petición de su director, el compositor Carlos Chávez. Ocho años después marcharía a España a participar en la Guerra Civil al lado de los republicanos, colaborando en los programas culturales del nuevo gobierno. Falleció en la ciudad de México de una neumonía el día del estreno de su ballet El renacuajo paseador.

Dedicó los primeros años de su carrera al mundo del concierto como violinista y director de orquesta, ofreciendo conciertos tanto en su país como en EEUU, para más tarde centrarse en la composición. Su estilo es directo y en su música utiliza ritmos e instrumentos populares que reflejan muchas veces las tradiciones folclóricas mexicanas. Escribió obras sinfónicas, canciones, ballets y composiciones teatrales como Esquinas (1930), Redes (1938), La coronela, Homenaje a García Lorca, Janitzio y Sensemayá, para canto y pequeña orquesta, sobre texto del poeta cubano

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Nicolás Guillén. Fue contemporáneo de otro gran músico y compatriota suyo, Manuel María Ponce.

Pablo Moncayo

Pablo Moncayo (1912-1958), compositor y director de orquesta mexicano que desempeñó un importante papel como intérprete y director de las orquestas sinfónicas más importantes de su país.

Nació en Guadalajara (Jalisco) el 29 de junio de 1912 y realizó sus estudios de música en el Conservatorio Nacional de la ciudad de México, donde asistió a las clases de piano de Eduardo Hernández Moncada y de composición con Candelario Huízar y Carlos Chávez. Fue en dicho centro donde, junto a compañeros suyos, formó el grupo de los Cuatro, dedicado a difundir la música contemporánea de su país. Entre 1932 y 1947 ocupó varios cargos en la Orquesta Sinfónica de México, y entre 1949 y 1952 fue director de la Orquesta Sinfónica Nacional. Murió en la ciudad de México el 16 de junio de 1958.

Gran parte de su obra está relacionada con la música popular y las leyendas tradicionales de su tierra. De su producción destacan la ópera La mulata de Córdoba (1948), numerosas obras orquestales, como Huapango (1941) y dos sinfonías.

Julián Carrillo

Julián Carrillo (1875-1965), compositor, violinista, teórico y pedagogo mexicano de gran importancia por sus innovadoras técnicas compositivas.

Nació en Ahualulco (San Luis Potosí) el 28 de enero de 1875 y estudió en el Conservatorio Nacional de Música de Ciudad de México con Pedro Manzano y Melesio Morales, entre otros. Entre 1899 y 1904 estudió en los conservatorios de Leipzig y Gante (Bélgica). Durante esta época comenzó a desarrollar su teoría del sonido 13, que consiste en la división de la escala en intervalos más pequeños que los semitonos tradicionales. En 1911 asistió al Congreso Internacional de Música de Roma, donde expuso sus nuevas ideas compositivas. Desempeñó prestigiosos cargos dentro y fuera de su país, entre ellos el de director del Conservatorio Nacional de Música y de la Orquesta Sinfónica Nacional de México, y fundador y director de la American Symphonic Orchestra de Nueva York. A partir de 1924 se retiró de los cargos públicos y se dedicó a profundizar en sus nuevas teorías. Estuvo muy relacionado con Leopold Stokowski, con quien compartió sus estudios sobre los microtonos. Falleció en San Ángel, México, el 9 de septiembre de 1965.

Su complejo sistema se basa en la división fraccionaria del sonido, que abarca desde los cuartos de tono hasta los treintavos, como sucede en el Preludio 29 de septiembre para piano (1949). Para

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llevarlo a cabo encargó la construcción de diversos instrumentos destinados a la interpretación de sus obras.

De su extensa producción musical destacan la ópera Xulitl (1920, revisada en 1947), varias sinfonías, Preludio a Cristóbal Colón (1922), Fantasía sonido 13 (1931), el preludio Horizontes (1950) y numerosas obras vocales, corales e instrumentales, como los 70 estudios para violonchelo solo (existe una división entre las obras que utilizan el sistema tradicional y las que adoptan el sistema de microtonos). También fue autor de libros teóricos, como Sonido 13: el infinito en las escalas y en los acordes (1957), y de numerosos artículos.

El poeta nicaragüense, Rubén Darío (1867-1916), es un hito en las letras hispanas. Fue el gran embajador del modernismo, un movimiento literario, netamente hispano, que se complace en una poesía esteticista, llena de musicalidad y temas inspirados en ambientes refinados, elegantes y etéreos rococós. El libro Azul… de Darío es una miscelánea de verso y prosa, publicada en 1888 en Chile y que está considerado como el primer gran libro modernista

José Juan Tablada

José Juan Tablada (1871-1945), poeta y prosista mexicano, con Ramón López Velarde señaló el rumbo de la poesía mexicana posterior al modernismo.

Nacido en la ciudad de México, escribió a lo largo de medio siglo más de diez mil artículos sobre cine, artes plásticas, política, viajes y muchos otros temas, utilizando más de doce seudónimos. Ayudó a fundar la Revista Moderna en 1898 y fue uno de los poetas más radicales y subversivos del modernismo. Viajó a principios de siglo a Japón, cultura que influiría a la larga en el rumbo de su poesía y lo convertiría en el introductor de las vanguardias en México. Se exilió por pertenecer a una facción derrotada de la revolución y más tarde se incorporó a la diplomacia. Introdujo en español el haiku japonés y escribió poemas ideográficos casi al mismo tiempo que Apollinaire. Su poesía se mueve en la superficie, en lo que ve y lo que toca, y con una habilidad magistral hace de las cosas sencillas artificios sorprendentes. Publicó: Florilegio (1899), Al sol y bajo la luna (1918), Un día... (1919), Li-Po y otros poemas (1920), El jarro de flores (1922) y La feria de la vida (1928). Murió en Nueva York, poco después de ser nombrado vicecónsul de México.

POETAS

Ramón López Velarde

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Ramón López Velarde (1888-1921), poeta mexicano. Formó parte de los primeros gobiernos de la Revolución Mexicana. Con José Juan Tablada participó en la transición del modernismo a la poesía moderna. En 1916 publicó su primer libro de poesía con el título La sangre devota y en 1919 apareció el segundo, Zozobra. Su poesía, vista en un principio como recuperación de los temas de provincia, es la invención de imágenes y situaciones aparentemente vernáculas que en realidad presentan un desplazamiento moral insondable, resultado del uso exacto de las adjetivaciones. Lo que a primera vista parece inocente es en realidad profundamente inquietante y desestabilizador. Abrió el camino para los poetas del grupo Contemporáneos. Después de su muerte prematura se publicaron las prosas de El minutero (1923) y los poemas El son del corazón (1932). Posteriormente aparecieron los poemas El león y la virgen (1945), los ensayos El don de febrero y otras prosas (1952) y su Prosa política (1953). Sus Obras completas se publicaron en 1971. Murió en la ciudad de México.

Carlos Pellicer

Carlos Pellicer (1899-1977), poeta mexicano, uno de los más destacados del grupo Contemporáneos.

Nacido en Villahermosa, Tabasco, estudió en la ciudad de México. Viajero apasionado, recorre desde adolescente Sudamérica, Europa y Próximo Oriente. Fue profesor de Literatura e Historia en la Escuela Secundaria Nº 4 y catedrático de poesía moderna en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se especializó en Museología y tiene en su haber la creación de varios museos, algunos extraordinarios: el Parque Museo de La Venta, centro de cultura olmeca situado en Villahermosa que inauguró en 1958, la Casa-Museo Frida Kahlo en Coyoacán, ciudad de México, que inauguró en 1964, y el Anahuacalli de arte prehispánico, edificio y colección que fue donada al pueblo mexicano por Diego Rivera y que Pellicer fundó también en 1964.

Pellicer es el poeta del trópico, el cantor de los grandes ríos, de la selva y del sol. Es el poeta de los recintos cerrados, las emociones íntimas y la sensualidad, y está considerado como uno de los espíritus más religiosos de la lírica mexicana. Entre sus libros se encuentran: Colores en el mar y otros poemas (1921), Hora y 20 (1927), Camino (1929), Hora de junio (1937), Recinto y otras imágenes (1941), Subordinaciones (1948) y Práctica de vuelo (1956). En 1953 fue elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y en 1964 se le concedió el Premio Nacional de Literatura.

Xavier Villaurrutia

Xavier Villaurrutia (1903-1950), poeta, crítico y dramaturgo mexicano.

Nacido en la ciudad de México, junto con Salvador Novo fundó la revista Ulises (1927-1928) y el Teatro de Ulises (1928). Formó parte del grupo reunido alrededor de la revista Contemporáneos

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(1928-1931), y fue su crítico de arte y literatura más original (véase Contemporáneos). Cercano al surrealismo, en sus poemas la voz repercute en arquitecturas desoladas, descripción aplicable tanto al lenguaje como a las imágenes. Sus juegos de palabras y los espacios vacíos son el resultado de una inteligencia unida a la emoción, y los ecos que aparecen en ellos son la reverberación de un diálogo íntimo con la muerte. Con José Bergamín impulsó la revista El hijo pródigo (1943-1946). Escribió la novela Dama de corazones (1928). Sus libros de poemas son: Reflejos (1926), Nocturnos (1933), Nostalgia de la muerte (1938) y Canto a la primavera y otros poemas (1948). Entre sus obras de teatro destacan Autos profanos (1943), Invitación a la muerte (1944), La mulata de Córdoba (1948) y La tragedia de las equivocaciones (1951) publicada poco después de su muerte. Escribió numerosos guiones de cine y tradujo, entre otros, a Antón Chéjov, William Blake y André Gide. Sus Obras completas se editaron en 1953. Murió en la ciudad de México.

José Gorostiza

José Gorostiza (1901-1973), poeta mexicano, perteneció al grupo Contemporáneos.

Nació en Villahermosa (Tabasco). Sin ser polémico, fue el que mejor integró en su poesía las distintas búsquedas del grupo Contemporáneos. Extremadamente riguroso, sólo publicó dos libros: Canciones para cantar en las barcas (1925) y Muerte sin fin (1939). En el primero coinciden una búsqueda por la expresión poética pura, el interés por la métrica tradicional y los temas populares (véase Versificación). La interrelación de estos elementos le permite escribir poemas aparentemente simples pero sumamente complejos en su significación y lirismo. El segundo es uno de los más importantes poemas largos escritos en español. En él, los versos dejan la simplicidad y, sin abandonar el diálogo entre vida común y expresión exacta, se sumergen en una búsqueda poética exhaustiva del ser, del mundo y de la muerte. Poesías (1964) reúne los libros anteriores, poemas inconclusos bajo el título Del poema frustrado y el ensayo Notas sobre poesía. Una edición posterior incluye materiales no recopilados con anterioridad. Murió en la ciudad de México.

Manuel Gutiérrez Nájera

El más característico representante del modernismo mexicano fue Manuel Gutiérrez Nájera. No fue un creador de escuelas, pero sí un extraordinario artífice que alcanzó una gran popularidad en su época. El tema hedonista del carpe diem ('disfruta el momento') es el motivo central de su poema "En un cromo", al que corresponde este fragmento

Amado Nervo

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Amado Nervo (1870-1919), poeta, novelista y ensayista mexicano, afiliado en sus comienzos al modernismo, evolucionó hacia el misticismo con una poesía de enorme contenido espiritual. En 1894 se instaló en la ciudad de México donde conoció a Manuel Gutiérrez Nájera y con él fundó la Revista Azul que pretendía llevar a cabo una renovación artística. Su primera obra, la novela El bachiller (1896), todavía mantiene rasgos naturalistas, pero sus primeros libros de poemas, Perlas negras y Místicas, ambos de 1898, ya presentan características de la poesía modernista. Ese año funda también la Revista Moderna.

En 1900 viaja a París, donde entra en contacto con Rubén Darío y Leopoldo Lugones cuya influencia le hizo abrazar por completo el modernismo. Escribe en este momento cuentos, libros de viaje, ensayos y, por supuesto, poesías que agrupó en el libro El éxodo y las flores del camino (1902), un compendio de intimismo y simbolismo.

Nervo fue una personalidad marcada por la búsqueda obsesiva de Dios y por la preocupación de establecer una relación con la naturaleza de corte místico trascendente. Su religiosidad le llevó a apartarse del modernismo para encontrar una vía propia teñida de panteísmo y fervor religioso, que algunos de sus coetáneos consideraron anacrónica. Su exuberancia religiosa la manifestó en obras como Los jardines interiores (1905), que anuncia libros de serena intimidad, como en En voz baja (1909), Serenidad (1914), Elevación (1917) y Plenitud (1918). Pero la obra por la que Amado Nervo es recordado y leído todavía con gran interés es La amada inmóvil (1922), publicada póstumamente, inspirada en la muerte de Ana Daillez, mujer a la que el poeta amó en vida. También escribió ensayos, como Juana de Asbaje (1910), en torno a la figura de la poetisa mexicana sor Juana Inés de la Cruz.

Desde 1905, y hasta el final de sus días, fue miembro del cuerpo diplomático, primero como secretario de la Legación mexicana en Madrid (España) y después como ministro de México en Buenos Aires (Argentina) y Montevideo (Uruguay). Nervo murió en esta ciudad y sus restos fueron conducidos a México, donde recibieron sepultura en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

Luis Gonzaga Urbina

Luis Gonzaga Urbina (1864-1934), escritor mexicano.

Nació en la ciudad de México y murió en Madrid (España). Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria. Se relacionó con el poeta modernista Manuel Gutiérrez Nájera y con Justo Sierra, con quien trabajó en la Secretaría de Instrucción Pública. Se dedicó a la docencia y a la crítica teatral y musical para diversos periódicos. Durante la Revolución Mexicana se trasladó a Cuba, a Madrid y a Buenos Aires.

Figura entre los grandes poetas mexicanos por su alta calidad estética, plena de madurez, en la transición entre el romanticismo y el modernismo. Escribió: Ingenuas (1902), Puestas de sol (1910), Lámparas en agonía (1914), El glosario de la vida vulgar (1916), El corazón juglar (1920), Los últimos pájaros (1924) y El cancionero de la noche serena (1941). Entre sus relatos: Cuentos

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vividos y crónicas soñadas (1915), Bajo el sol y frente al mar (1916), Hombres y libros (1923) y Psiquis enferma (1922). Antología del Centenario (1910), en colaboración con otros escritores, y La vida literaria de México (1917) son dos títulos importantes para el estudio de la literatura mexicana.

Juan Rulfo

Juan Rulfo (1918-1986), novelista y cuentista mexicano, nacido en Apulco (Jalisco), escenario de la Guerra Cristera (1926-1929) que había de influir tanto en su vida y en su obra.

En 1924, entró en la escuela primaria y ese mismo año murió su padre, y en 1930, su madre, por lo que quedó bajo la custodia de su abuela y entró en un orfanato de Guadalajara. Se trasladó a México en 1934 y en 1938 empezó a escribir su novela Los hijos del desaliento, y a colaborar en la revista América; en 1942, publicó dos cuentos en la revista Pan, que formarían parte de El llano en llamas (1953) junto con otros que fueron apareciendo en revistas. Comenzó a trabajar para la Goodrich Euzkadi en 1946 como agente viajero y allí inició su notable labor fotográfica. Se casó en 1947 con Clara Aparicio con la cual tendría cuatro hijos.

Pasó a trabajar en el departamento de publicidad de la Goodrich y dos capítulos de su novela Pedro Páramo (1955) se publicaron en revistas y, luego el libro, traducido casi de inmediato al alemán por Mariana Frenk (1958), en breve y, sucesivamente, a varios idiomas; inglés, francés, sueco, polaco, italiano, noruego o finlandés.

Muchos de sus cuentos han sido llevados al cine y también él escribió guiones, como El despojo, sobre una idea original suya; El gallo de oro (1964) basado en una idea del novelista con guión de Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez; La fórmula secreta (1965), de Rubén Gámez con textos de Rulfo. En 1967, se hizo una película de Pedro Páramo, dirigida por Carlos Velo, y en 1973, El rincón de las vírgenes, largometraje de Alberto Isaac, sobre dos cuentos de Rulfo.

Siempre ha sido un gran viajero y ha participado en varios encuentros internacionales. En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura en México y en 1983 el Premio Príncipe de Asturias en España (véase Premios literarios). Murió en 1986 en la ciudad de México.

Gracias a la publicación, en 1994, de los borradores de sus Cuadernos puede advertirse el proceso de escritura en el cual Pedro Páramo se ha decantado de manera parecida a la poesía de César Vallejo, a fuerza de hachazos efectuados sobre el cuerpo mismo del texto, despojándolo de cualquier excrecencia explicativa o hasta narrativa. Si, además, se comparan los distintos borradores de estos Cuadernos con los variados fragmentos que en Pedro Páramo estructuran la novela, se advierte que en ésta la discontinuidad cronológica y anecdótica les da sustento y sirve como contrapeso necesario entre las palabras impresas y el silencio, y también instaura ese espacio sin límites al que se refiere Rulfo, cuando asegura, en una entrevista que, “... los muertos no tienen tiempo ni espacio. No se mueven en el tiempo ni en el espacio. Entonces así como aparecen, se desvanecen”.

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Polémica que de alguna manera se perpetúa cuando, simplificando, se etiqueta su obra como realismo mágico o se la estereotipa simplemente como novela indigenista. Emparentado con la tradición de la literatura de la Revolución Mexicana (Azuela, Guzmán, Muñoz), luego Revueltas (1943), o Yáñez (1947), sin lugar a duda antecedentes importantes de su obra, Rulfo rompe con esos escritores inaugurando un nuevo lenguaje y una nueva forma novelística, y a la vez creando a Comala, ese espacio novelesco que está devastado por la violencia y habitado sólo por almas en pena.

Cuando Rulfo concluye el proceso a que ha sometido sus textos dejándolos en vilo, consumidos, colindando con el silencio, la muerte se ha despojado también.

Juan José Arreola

Juan José Arreola (1918-2001), actor y narrador mexicano. En 1936 marchó a la ciudad de México, donde emprendió estudios de arte dramático en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Hizo teatro con Rodolfo Usigli, Xavier Villaurrutia y en Francia con Louis Jouvet, Jean-Louis Barrault. Fue miembro del grupo teatral Poesía en Voz Alta; fundó talleres literarios, dirigió importantes publicaciones (Los Presentes, Cuadernos y Libros del Unicornio, la revista Mester y las ediciones del mismo nombre, durante la década de 1960). Entre sus publicaciones se cuentan Gunther Stapenhorst (1946), Varia invención (1949), Cinco cuentos (1951), Confabulario (1952), La hora de todos (teatro, 1954), Bestiario (1958), La feria (1963); Palindroma (1971); La palabra educación (1973), una recopilación de sus intervenciones orales; y Lectura en voz alta (1968). Su prosa es cincelada, breve, humorística, erudita, en la añeja tradición del mester medieval, oficio artesanal: "Las palabras, —dice Arreola, definiendo el sentido de la oralidad—, bien acomodadas crean nuevas obligaciones y producen una significación mayor que la que tienen aisladamente". Recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1963, el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1976, el Premio Nacional de las Letras en 1979, el Premio Juan Rulfo en 1992 y el Premio Alfonso Reyes en 1997.

José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco (1939- ), escritor mexicano que ha cultivado todos los géneros literarios desde la narrativa al ensayo o la crítica literaria e histórica. Nació en la ciudad de México. Cronista con una variada e indispensable obra de divulgación y de opinión, ha logrado crear una poesía coloquial, cotidiana, límpida e irónica, política pero también épica y muy imaginativa. Entre sus libros de poesía destacan El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los elementos de la noche (1963), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Tarde o temprano (1980, antología poética), Los trabajos del mar (1983), Fin de siglo y otros poemas (1984), Alta traición (1985, antología poética), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989). En 2001 apareció una nueva edición de su antología Tarde o temprano (Poemas 1958-2000). En su

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narrativa evoca el mundo de la niñez, la adolescencia y describe el apocalíptico deterioro de la ciudad de México; muestra de esto son sus obras El viento distante y otros relatos (1963), El principio del placer (1972), Batallas en el desierto (1981) y La sangre de Medusa (1990). En la novela Morirás lejos (1967) revisa varios esquemas de persecución (el nazismo, la guerra romana contra los judíos) y, como rompecabezas, la novela incide sobre el cuerpo y la escritura. Es autor también del ensayo El derecho a la lectura (1984). Ha recibido el Premio Xavier Villaurrutia en 1973, el Premio Nacional de Periodismo en 1980, el Premio Malcolm Lowry en 1991, el Premio Nacional de Literatura y Lingüística en 1991 y el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo (2003). Desde 1986 es miembro de El Colegio Nacional.

Salvador Díaz Mirón

Salvador Díaz Mirón (1853-1928), escritor y periodista mexicano, figura cumbre del movimiento modernista en su país y uno de los grandes poetas de América. En 1876 se exilió en Estados Unidos por el polémico contenido de sus artículos. Fue diputado al Congreso de la Unión en 1884 y secretario del cabildo de Veracruz. Figura de carácter violento, estuvo cuatro años en la cárcel por matar a un individuo en un duelo. Su desacuerdo con el régimen de Venustiano Carranza le llevó a exiliarse en España y Cuba. Publicó dos libros de poemas: Poesías (1896) y Lascas (1901). El primero, del cual renegaría más tarde, es un libro cercano al romanticismo; el segundo, una aventura de formas que marcará el camino para el fundador del modernismo Rubén Darío. De tono abrupto y sombrío, Lascas fue un libro minoritario que cambió totalmente su poética y logró algunos de los versos más difíciles y bellos de la lengua española. La perfección formal, que a veces lo hiela, logra en otras ocasiones una delicadeza y una suavidad extremas en las que el artificio y la dificultad no se notan o, como en El muerto, una descripción que abre los ojos al horror sin dejar por eso de fluir, como un espasmo que se narra. Murió en su ciudad natal.