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    12   Brecha 20 de junio de 2014

    G A B R I E L   Q U I R I C I

     —U  NO  TIENE   LA  sensación de que existeuna distancia entre el artiguismo investi-

     gado y el artiguismo enseñado. —Creo que sí, es sobre todo una for-

     ja de la cultura escolar. Entendida en elsentido amplio de primaria y secundaria.La escuela primaria se mueve a partir de

    los ritos, están todas las fechas patrias en-cadenadas para que ella haga lo que muy bien hizo a lo largo del siglo XX: forjar laidentidad. Pero nosotros hemos confundi-do a lo largo del tiempo dos cosas: iden-tidad e historia. Son dos cosas completa-mente distintas.

    Esto no es responsabilidad de Prima-ria, ni se arregla llamando al CODICEN. Sedebe entender a la cultura escolar comoalgo más que un recorte erudito de sabe-res para ser difundido y vulgarizado entrelas nuevas generaciones. No es que aho-ra aparezcan nuevos historiadores y todosen las aulas se pongan a enseñar eso. Laescuela tiene un sentido de construir iden-tidad, propio del país del siglo XX, perocomún a todos los estados nacionales. Elrelato sobre el pasado en los procesos de

    escolarización no fue necesariamente his-tórico.

     —¿Y qué pasa a nivel de Secundaria? —Es un tema que tiene poca reper-

    cusión, la mayoría de los gurises te dicen“dejate de embromar con Artigas”. Pero¿dónde está Artigas en Secundaria? Alnal del programa de segundo año, quemuchos no llegan a darlo y la mayoría,creo, hace lo posible por no darlo y se lo“pasan” al profe de tercero, por las dudas,si puede. Eventualmente se vuelve a veren los programas de quinto año si se ha-ce Humanístico. Por lo cual se puede decirque dos terceras partes de los estudiantesque hacen el liceo en nuestro país no ven aArtigas, históricamente hablando. A mí nome puede decir alguien que estamos edu-

    cando en el artiguismo, ¿cuándo?, ¿en quémomento?De la escuela voy llegando a la respon-

    sabilidad de los docentes. Los hay con unaactitud de desapego hacia al tema, que se

     presenta como cierto signo de distinción:“De Artigas no hay que dar mucho, un po-quito de las Instrucciones, un poquito delreglamento del 15, y sigo de largo”.

     —Distinción en el sentido de mostrarsecomo superados por dar por arriba el te-ma del héroe de la patria…

     —Como si descubrieran una geniali-dad. Esto lo vivo escuchando en las salasde profesores: “No, no, yo Artigas lo pa-so volando”. Y en realidad el estudianteno puede meterse en un abordaje críticode los documentos que algunos dan porarribita, si no se hace con las herramien-

    tas de la historia regional, de la historiareligiosa. —Tengo la sensación de que para tra-

    bajar el Artigas regional, religioso, no sólohay que tener y dedicar tiempo para ac-tualizarse, sino que también hay que dis-

    Con el profesor Alejandro Sánchez

    “Hemos confundido identidadcon historia”“Dejate de embromar con Artigas” es una expresión de presunta saturación que Sánchez ha oído de muchos estudiantes. Sin embargo tiene

    buenas razones para sostener que buena parte de ellos termina el bachillerato sabiendo muy poco del artiguismo real.

     ponerse a ir contra el sentido dominantede los estudiantes y de otros colegas.

     —Pero no sólo con los estudiantes.Sanguinetti en su artículo más recientedescarta la tesis del componente católicoen las Instrucciones diciendo “nadie ha

     probado nada”, sin chequear mínimamen-te. Y a Sanguinetti no tengo que explicar-le nada, es un gran lector y gran escritorde historia. Lo que ocurre es que no tole-ra ver trastocado su sentido identitario delartiguismo con su visión laica del Estado.

     —Pero volviendo al sentido común ge-neral, debe de ser muy interesante para losestudiantes que uno les cuestione el mitode Artigas…

     —Lo que pasa es que cuando uno semete y le agrega un vuelo y una cosa dife-rente, la respuesta de los alumnos es “us-ted me cambió la forma de ver las cosas”,“usted me cambió la vida”, te dicen frasesde las que luego tenés que aterrizar con hu-mildad (risas). Últimamente me ha pasa-do en clases de extraedad, donde hay gente

    grande que siente que le movés cuestionesvitales, que mejor no le toquemos al héroe.Y muchas veces la historia y la identi-

    dad están marcadas por una lógica de pi-quete, antiporteña, en donde mostrar quedurante un buen tiempo Buenos Aires erala capital y que Artigas contaba con su ayu-da hace saltar ciertos reejos del Estadonacional uruguayo

    Creo que los programas no lo impiden, pero tampoco lo alientan.

    Los docentes, o están un poco supera-dos por esa misma cultura escolar, o mu-chos de ellos creen saber realmente lo quees el artiguismo, “pero para qué me voy ameter”. O si no se dan casos que se presen-tan como cuestionadores pero terminan re-

     pitiendo lo mismo, dicen “vamos a sacarlodel mármol” y cuentan que tuvo muchas

    mujeres, que fue contrabandista… Y esono es nuevo, se supo siempre. Quizás no es

     parte del discurso patrio, simplemente ex- plica a cualquier habitante de la campañade aquel tiempo. Creen que lo desmiticancon eso cuando reconstruyen a un Artigas

    “más pillo” pero que sigue siendo la gu-ra predominante del relato de la nación. Yde repente agregan “conductor y conduci-do” porque esa frase queda bien y es po-líticamente correcta. Sigue siendo el líderhacedor de la revolución, pero “más pillo”,y dos semanas después ese mismo docen-te plantea (sintiéndose él como un docente

     pillo) que a Uruguay lo crea Inglaterra, pa-sando de un mito a otro. Se construye, contónica de transgresión, lo más retrógradoen materia de estudios históricos.

    Los mitos sólo caen cuando comenzása complejizar la historia, no haciéndola

    más difícil sino anunciando la existenciade mitos y comenzando a revisar la formaen que los contamos

     —¿Y eso cómo se hace? —Cambiando la forma de hablar, revi-

    sando los tópicos, evitando el “nosotros”,

    que ya predispone a un bando. Dejando dedar como congurado que fue un enfren-tamiento entre españoles y orientales sola-mente. Analizando los mapas en su evolu-ción histórica y no tirándole al pasado lasfronteras del presente. Cuestionando laidea de que el río Uruguay dividía, pues nodividía nada; en todo caso era más bravode cruzar en invierno el Río Negro, y a ni-vel regional la frontera era el Paraná. Una

    investigación excelente como la de (Lucía) Sala, (Julio) Rodríguez y Nelson de la To-rre trae un mapa con todos los padrones delas estancias, que es riquísimo como fuen-te, pero ¿hasta dónde llega? Hasta los lími-tes del Uruguay actual.

     No habría que separar la revoluciónoriental de la rioplatense como si fuerandos cosas diferentes. Habría que incorpo-rar la presencia del catolicismo como partedel hacer político de la época. Utilizar bi-

     bliografía regional. Todos los documentosde Artigas y Barreiro cuando dan cuentade las acciones arrancan el conteo desde elaño 10, y se instaura la celebración de lasFiestas Mayas para celebrar la revolucióniniciada en Buenos Aires.

    Analizar cuándo surge lo argentino, looriental. Ver que cuando empieza la revo-lución las gentes se denían por sus pagosy que la idea de oriental va surgiendo conla guerra, pero no existía como algo prede-terminado.

    Cuestionar la idea de “masas” rurales,cuando estamos ante poblaciones que nollegan al medio centenar de miles. Evitar laconfusión, que veo en muchos, de asociarsoberanía particular de los pueblos con so-

     beranía popular. A veces me parece que al-gunos se imaginan este concepto como al-go parecido a “el pueblo unido jamás serávencido”, ¡y es otra cosa!

    Estudiar la inuencia de la Constitu-ción de Cádiz de 1812 jurada en Montevi-deo. Esto de Los muy feles de Ana Ribei-ro es notable,1 porque te obliga a repensar.Cuánto heroísmo hay ahí, y no son los

    “buenos” del cuento tradicional.Describir los escenarios de manera mo-délica sin preanunciar los actores, para quelos estudiantes se pongan en situación. Aveces a propósito les planteo las situacio-nes en abstracto, como el reparto de tierraso el Pacto del Pilar, y pasa que los alumnosno quieren que les saquen tierras, o que lamayoría preere pactar con Buenos Aires,o no quieren seguir la guerra. Y cuando ve-mos lo que hizo Artigas me dicen: “Ah no,

     pero yo no soy antiartiguista”, y les con-testo: “Viste, esos que vos decías que eranunos dementes, esos eran los artiguistas”(risas). Es que nos cuesta verle debilida-des, errores.

    Tenemos que cambiar el chip, poner-nos en otra lógica para leer los manuales ylos documentos más allá del formateo que

    todos tenemos en nuestros relatos identi-tarios. n

    1. La obra historia la revolución desde el lugar delos leales a la corona. Editorial Planeta, Monte-video, 2013.

    ALEJANDRO  SÁNCHEZ  ES  profesor dehistoria, diplomado en didáctica dela historia (IPES/UDELAR ). Director delciclo básico del Colegio Santa María(Hermanos Maristas), en Montevideo,y profesor de didáctica de la historiaen el IPA

    Publicó como coautor La bús-queda de lo maravilloso. San Conoy otras devociones populares  (Caly Canto-OBSUR ); Los uruguayos delCentenario  (Taurus); Las religionesen el Uruguay (La Gotera); El “Uru-guay laico”. Matrices y revisiones(Taurus); Las Instrucciones del AñoXIII. 200 años después; y es autor deArtiguismo, educación y evangeli-zación en las escuelas de la patria (AUDEC);  Libres como pájaros en-tre los pinos. Historia de los 50 añosdel colegio Jesús María de Carras-co (Cipes); y los fascículos 9 y 10 deComprender el Bicentenario. El pro-

     yecto artiguista  (Santillana- El País),entre otros artículos y libros sobre di-dáctica e historia. n

    PerflFOTO ALEJANDRO ARIGÓN