Articulo - Continuidad y Cambio Social en La Cultura Material de La Vida Cotidiana - Gonzales, P. Et Al

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Arqueologia social

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  • Continuidad y cambio socialen la cultura material de la vida cotidiana

    Continuity and social change

    in material culture of daily life

    Paloma GONZLEZ MARCN*, Sandra MONTN SUBAS* y Marina PICAZO GURINA**

    * Centro de Estudios del Patrimonio Arqueolgico de la Prehistoria-CEPAP. Patronat Flor de Maig,Avda. Flor de Maig s/n. 08290 Cerdanyola del Valls.

    ** Departament dHumanitats. Ramon Trias Fargas 25-27. 08005 [email protected], [email protected] y [email protected]

    Recibido: 20-10-2005Aceptado: 16-10-2006

    RESUMEN

    La investigacin histrica ha supuesto generalmente que las formas de actividad humana relacionadascon la vida cotidiana tienden a ser similares y sin grandes cambios en todo tiempo y lugar. En la lnea dela historia se presenta el mbito domstico como una constante ajeno, por tanto, a las transformacionessociales, econmicas, ideolgicas y polticas que confieren dinamismo y creatividad a los cambios en lassociedades humanas. Sin embargo, se revisarn dos casos arqueolgicos del rea mediterrnea en los quela cotidianeidad y su expresin material en la organizacin del hbitat y en la innovacin y gestin delconocimiento tecnolgico han experimentado importantes transformaciones y creado nuevas formas deconvivencia diaria.

    PALABRAS CLAVE: Historia de la vida cotidiana. Actividades de mantenimiento. Arqueologa del gnero.

    ABSTRACT

    Historical research has implied mostly that the ways of human activity related to everyday life tend alwaysand everywhere to be similar and without any change. In this path of history, domestic activities are pre-sented as a constant factor and, therefore, distant from social, economic, ideological and political trans-formations that confer dynamism and creativity to changes in human societies. However, two archaeolo-gical case studies will be presented in which quotidianity and its material expression, as it can be obser-ved in the organization of habitat and in the innovation and management of technological knowledge, showsignificant transformations creating new ways of daily living.

    KEY WORDS: History of everyday life. Maintenance activities. Gender archaeology.

    SUMARIO 1. Introduccin. 2. Las actividades de mantenimiento en tiempos de cambio. 3. El yacimien-to arqueolgico de la Bbila Madurell y la transicin del Neoltico Medio al Neoltico Final en Catalua.4. Grecia y la transicin de la poca Arcaica a la poca Clsica. 5. Conclusiones.

    Complutum, 2007, Vol. 18: 175-184 ISSN: 1131-6993175

  • 1. Introduccin

    En este artculo queremos proponer una interpre-tacin de las transformaciones observadas en doscasos arqueolgicos, muy alejados en el espacio yen el tiempo, de las prcticas de creacin y mante-nimiento de la vida, tal como se expresan en el re-gistro arqueolgico. Con ello, queremos incidir enla idea de que el anlisis de las actividades relacio-nadas con la gestin de la vida cotidiana y de lasredes de relacin social que entorno a ella se gene-ran resulta imprescindible para entender la dinmi-ca de la vida en cualquier comunidad humana a lolargo de la historia.

    En otras publicaciones (Colomer et al. 1998;Gonzlez Marcn y Picazo 2005; Montn 2000),hemos llamado la atencin sobre el hecho de que lainvestigacin histrica haya mantenido a estas ac-tividades, que nosotras denominamos de manteni-miento (Figura 1), fuera de su mirada al suponerque tienden a ser similares y sin grandes cambiosen todo tiempo y lugar. El mbito de las activida-des de mantenimiento se ha considerado como unaconstante, ajeno, por tanto, a las transformacionessociales, econmicas, ideolgicas y polticas queconfieren dinamismo y creatividad a los cambiosen las sociedades humanas.

    Nosotras tenemos una visin diferente de cmotranscurre la vida y ocurren las cosas (y de cmodebieron transcurrir y ocurrir). Por eso, en este art-culo, veremos qu sucede con algunas de estas for-mas de actividad precisamente en esos momentosque la historiografa conceptualiza como de transi-cin. Lo haremos a partir del estudio de diferentesaspectos de la cultura material de dos sociedadessituadas en diferentes tiempos y lugares de la his-toria del Mediterrneo: las comunidades neolticasde Catalua en la transicin del Neoltico Medio alNeoltico Final y las comunidades griegas en la dela poca arcaica a la clsica, durante el periodo for-mativo de la poleis.

    En diversos trabajos recientes (Brumfiel 1991;Hastorf 1991; Wright 1996; Curi et al. 2000; Me-yers 2003) se ha mostrado como la emergencia delites en los grupos humanos implic, con frecuen-cia, la apropiacin de parte de la produccin rela-cionada con las actividades de mantenimiento,apropiacin que se us para asentar las bases de lajerarquizacin social. Materiales arqueolgicosnormalmente ligados al mbito domstico, comofusayolas, pesas de telar, molinos de mano, etc.,

    empiezan a aparecer en lugares que, por su situa-cin o su forma de construccin, estn asociados aotras esferas de la accin social, como la poltica,la religiosa o la del intercambio a escala no local.Se encuentran adems en grandes cantidades, lo quepuede interpretarse como una intensificacin de lasactividades productivas asociadas (sobre todo, eltejido y la preparacin de alimentos). Parece, portanto, que una parte de las transformaciones rela-cionadas con la emergencia de la desigualdad pol-tica se canaliz a travs de formas de trabajo yprcticas de relacin social preexistentes y que,probablemente, exigi nuevas formas de presinsobre quienes, tradicionalmente, realizaban estasactividades: bsicamente, sobre las mujeres.

    Este es uno de los puntos que nos interesa enfa-tizar en este trabajo: cualquier cambio dirigido a laintensificacin en las formas de produccin relacio-nadas con las actividades de mantenimiento, inclu-yendo las relacionadas con la creacin de la vida, haimplicado un cambio y presin directos sobre lasmujeres que las realizaban. Por ejemplo, el aumentodemogrfico signific en las sociedades tradicio-nales que las mujeres tuvieron ms hijos, la centra-lizacin de la produccin de tejidos o alimentos,ms mujeres trabajando o mujeres trabajando mu-cho ms. Y esas formas de trabajo pudieron ser uti-lizadas por otros, por ejemplo, por las lites, qui-nes, al obtener control sobre el trabajo domstico,aumentaron su posibilidad de tomar decisiones so-

    Cocina y procesado de

    alimentos

    Estado de salud y prcticas de

    cuidado, curativas y de

    higiene

    Movilidad vinculada a las actividades de mantenimiento

    Adecuacin y organizacin del espacio

    domstico

    Vajilla y utillaje

    domstico

    ACTIVIDADES DE

    MANTENIMIENTO

    Figura 1.- mbitos englobados en las actividades demantenimiento.

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  • bre los procesos de produccin y consumo y, portanto, se hacan ms poderosas. En definitiva, pen-samos que en cualquier caso de transicin entreformas de organizacin socio-poltica el ritmo y lasconsecuencias de las transformaciones macroeco-nmicas y de las estructuras sociales slo puedenentenderse histricamente si se consideran de for-ma prioritaria los cambios que afectaron a las prc-ticas cotidianas de los grupos humanos.

    2. Las actividades de mantenimientoen tiempos de cambio

    Para la historia, como disciplina cientfica, la or-denacin de los acontecimientos del pasado en unorden temporal lineal resulta fundamental. Necesi-tamos un mapa del tiempo para empezar a entenderalgo que descubrimos por primera vez (sea un ya-cimiento arqueolgico, una nueva cultura, un suce-so histrico, etc). De ah la importancia de las fasi-ficaciones, las cronologas y de los fsiles directo-res en arqueologa; ordenamos la realidad del pasa-do (igual que la nuestra) a travs del tiempo.

    Y el tiempo histrico resulta impensable sin elcambio. Como nos comenta el protagonista de Thecurious incident of the dog in the night-time: eltiempo no es ms que la relacin entre el modo enque cambian las diferentes cosas (Haddon 2004).En nuestra cultura, donde el cambio se valora enpositivo, dada la experiencia que tenemos de queel cambio social del pasado nos ha conducido cadavez a tener mayor control material sobre la realidad(Hernando 2002: 75), parece lgico que la historianarrada se haya detenido con especial inters en laexplicacin de los momentos de cambio social. Esms, la historia, como el tiempo, slo es concebiblesi hay cambio. Por propia supervivencia, por tanto,nuestra disciplina debe explicar el cambio y enfati-zar su significacin.

    En este contexto, las actividades de manteni-miento han configurado tradicionalmente un mbitode escaso inters para el anlisis histrico. Dehecho, se las ha concebido como ahistricas, queequivale a decir que no tienen tiempo. S, se reco-noce a veces su presencia, pero no aportan signifi-cacin a la dinmica histrica. Y es que al conside-rarse actividades sin tiempo y sin cambio, qu fal-ta va a hacer explicarlas? Y lo que ni se explicani se nombra se convierte en invisible.

    Y no es solamente nuestra disciplina la que ig-

    nora a las actividades de mantenimiento. Reciente-mente, por poner un ejemplo que nos ha llamado laatencin, hemos ledo crticas procedentes de dife-rentes mbitos relacionadas con planes de desarro-llo que se estn llevando a cabo en el llamado Ter-cer Mundo. Parece ser que el diseo de muchos deestos planes no ha considerado a las actividades demantenimiento ni a la gestin que existe en torno aellas. Ello no slo ha producido el fracaso de algu-nos de estos planes sino la aceleracin de unos pro-cesos contrarios a los pretendidos como por ejem-plo mayor declive de los ecosistemas, de los recur-sos o incremento de la pobreza, sobre todo entrelas mujeres (Ferguson 1994).

    Y es que creemos que la investigacin histricaha confundido inmovilidad con resiliencia social yubicuidad. Porque es algo diferente tener la cuali-dad de necesario a la de inmvil. A las actividadesde mantenimiento se les ha supuesto la ltima cuan-do en realidad lo que ocurre es que resultan impres-cindibles para la vida de una comunidad, hasta elpunto de proporcionar la capacidad de sobrevivir acambios sociales traumticos y facilitar, as, la re-siliencia de las sociedades humanas.

    Nosotras pensamos que existe suficiente evi-dencia de que las actividades de mantenimientohan experimentado en todos los periodos histricoscambios importantes, sobre todo en las fases lla-madas de transicin, cuando se produce un cambiohistrico abrupto. Es verdad que en el caso concre-to de la arqueologa a veces resulta ms difcil esta-blecer cadenas de causalidad del tipo que coment-bamos anteriormente al referirnos a los planes dedesarrollo en el Tercer Mundo. Pero lo que s ve-mos, cuando nos fijamos, es que los cambios en elregistro arqueolgico se producen a varios niveles,incluido el de las actividades de mantenimiento, yque lo hacen en un conjunto de posibles interrela-ciones que son las que queremos interpretar.

    En los casos particulares que analizaremos eneste artculo, a modo de ejemplos histricos y me-todolgicos, proponemos observar concretamentequ cambios se producen en las formas de gestinde la alimentacin durante la transicin del Neol-tico Medio al Neoltico Final en Catalua y cmose modifican las formas de residencia y conviven-cia dentro de las comunidades griegas desde lapoca arcaica a la clsica. En el primer caso noscentraremos en el yacimiento de la Bbila Madu-rell (San Quirze del Valls, Barcelona) y, en el se-gundo, en el de Olinto (Calcdica, Grecia).

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  • 3. El yacimiento arqueolgico de la BbilaMadurell y la transicin del Neoltico Medioal Neoltico Final en Catalua

    La Bbila Madurell constituye uno de los yaci-mientos neolticos ms importantes del nordestepeninsular, tanto por la cantidad de vestigios regis-trados como por su variedad cronolgica y contex-tual (Canals et al. 1988; Marn et al. 1988; Bordaset al. 1993). Aunque la cronologa del yacimientoes ms amplia (incluyendo niveles de la Edad delBronce, Primera Edad del Hierro, ibricos y roma-nos) nicamente nos detendremos en la transicindel Neoltico Medio al Neoltico Final (lo que nossita en torno al 3.000 cal a.C.).

    Desde el punto de vista de las estructuras, se handocumentado fondos de habitacin, estructuras dedesecho y estructuras funerarias. La determinacindel nmero total de estructuras prehistricas docu-mentadas en el yacimiento a lo largo de casi un si-glo de intervenciones arqueolgicas resulta difcilde establecer con exactitud ya que la informacinreferente a las primeras excavaciones en la zona espoco explcita. Sin embargo, el nmero podra apro-ximarse al siguiente: 154 estructuras del NeolticoMedio, de las que 124 corresponden a sepulcros defosa y 30 a fosas de desecho; 19 estructuras para elNeoltico Final, de las cuales 16 son fosas de dese-cho y 3, fondos de cabaa.

    El Neoltico Medio en Catalua, conocido tam-bin como la Cultura de los Sepulcros de Fosa,constituye uno de los conjuntos ms espectacularesdel Neoltico en la Pennsula Ibrica. Su elementoms caracterstico son precisamente las estructurasfunerarias que, en ocasiones, configuran autnticasnecrpolis (Pou et al. 1994). Se trata de fosas exca-vadas en el suelo, generalmente individuales yacompaadas de ajuar. La investigacin arqueol-gica ha destacado el diferente tratamiento que reci-ban los inhumados en cuanto a la calidad y la can-tidad de ofrendas funerarias y las caractersticasexcepcionales de muchos de los componentes delos ajuares, tanto por la procedencia de las materiasprimas (calata de las minas de Gav, slex meladodel sur de Francia) como por el nivel tcnico de sumanufactura (tal como muestran los collares decalata, las lminas de slex melado, las hachas pu-lidas o los largos punzones de hueso). Estos aspec-tos han permitido suponer la existencia de comple-jas redes de intercambio y manufactura y, dada suplasmacin desigual en los ajuares funerarios, de

    jerarquizacin y complejidad social extraordinaria.No se han documentado estructuras de hbitat aun-que s fosas repletas de desechos domsticos entre-mezcladas con las sepulturas, relacionadas, sin du-da, con el almacenamiento de cereal en un primermomento y su posterior amortizacin como basu-reros.

    El Neoltico Final configura una etapa menosconocida. Como ocurre para otros muchos perio-dos conceptualizados como de crisis, al NeolticoFinal se le caracteriza sobre todo por la ausencia delos elementos que definan el periodo anterior. Dis-minuyen los yacimientos registrados, los enterra-mientos pasan a ser colectivos sin ajuares o conajuares muy escasos, desaparecen del registro losornamentos de calata y las lminas de slex mela-do y disminuye la variabilidad de las formas cer-micas. Como caracterstica relevante aparecen enla Bbila Madurell grandes cabaas semienterra-das con dispositivos interiores como fosas de al-macenamiento u hogares que tambin parecen dar-se en otros yacimientos menos conocidos de estemismo momento, como el yacimiento de El Coll oCan Vinyals en la misma comarca (Martn et al.1996). Todo ello incide en que el Neoltico Final sedescriba como un periodo de recesin, con una me-nor complejidad social y organizativa.

    Desde nuestra perspectiva, nos interesaba, sobretodo, ver de qu manera se concretaban los cam-bios definidos por esta transicin en la dinmicasocial cotidiana. Para ello se inici, en otro trabajo(Gonzlez Marcn et al. 2005), una lnea de anli-sis no exclusivamente centrada en la evidencia fu-neraria y las relaciones intergrupales, sino en aque-llas evidencias materiales que pudieran informar-nos sobre la dinmica interna de funcionamientode las comunidades que haban vivido en la BbilaMadurell en estos dos perodos. As, podramosevaluar la relacin de los cambios defendidos co-mo estructurales con los cambios que podramostildar de vivenciales.

    Este anlisis se inici con el estudio del conjun-to cermico ya que consideramos que mostraba elsoporte bsico de los procesos de la organizacinsubsistencial y la gestin alimentaria de estos gru-pos neolticos. Lo primero que hicimos fue un an-lisis de componentes principales (utilizando varia-bles mtricas y morfolgicas), pues este tipo deanlisis era el ms adecuado para averiguar las pre-ferencias en la elaboracin y uso de los contenedo-res cermicos, para poder documentar o no cambios

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  • en esta prctica y para ver cmo se relacionabanestos cambios con la gestin culinaria de la comu-nidad.

    Una vez definidos los tipos cermicos medianteel anlisis ACP se efectu una primera aproxima-cin funcional al conjunto (Figura 2). A partir dediferentes estudios arqueolgicos y etnoarqueolgi-cos (Martnez 1993; Juhl 1995) sabemos que cier-tos parmetros morfolgicos y mtricos observablesen los conjuntos cermicos arqueolgicos puedenrelacionarse con funciones bsicas de los vasos re-feridas, a su vez, al proceso de obtencin, procesadoy almacenamiento de alimentos y productos rela-cionados.

    En esta primera aproximacin funcional se tomcomo primer parmetro de clasificacin el volumende los tipos morfomtricos, lo que nos permiti es-tablecer hiptesis sobre la naturaleza del contenidoal que iban destinados, la variable temporal de uso(largo, medio y corto plazo), los sistemas de proce-sado de los contenidos y la manejabilidad y movi-lidad potencial de los recipientes (Shott 1996).

    Afortunadamente, el contar con un volumen con-siderable de material cermico procedente de dife-rentes contextos arqueolgicos y momentos crono-lgicos tambin permiti realizar un trabajo en elque se propona un modelo de organizacin y fun-cionamiento de los diferentes asentamientos del ya-cimiento. El estudio se realiz, por lo tanto, a partirde la caracterizacin de los contextos rituales (fo-sas de enterramiento), los contextos de desecho

    (fosas domsticas amortizadas) y los contextos deuso/abandono (fondos de cabaa). Sin embargo,las comparaciones entre el Neoltico Medio y elNeoltico Final se establecieron nicamente a par-tir de los contextos de desecho (fosas domsticas),los nicos comunes a ambos periodos.

    En esta comparacin aparecan diferencias sig-nificativas en el conjunto de vasos grandes (gruposA y B), altamente representados en el NeolticoFinal, y el conjunto de vasos pequeos (grupos C yD) que, por el contrario, estaba infrarrepresentadoen la ltima fase neoltica (Figura 3). En menor me-dida, tambin los grandes contenedores (grupo E)aparecan en mayor nmero durante el NeolticoFinal. Como elemento innovador, adems, en elNeoltico Final se registraron por primera vez lasdenominadas placas de coccin.

    En suma, entre estas dos fases, parece perfilarseun cambio en la gestin de la alimentacin, a travsde la expresin en el registro de los grupos funcio-nales de vasos cermicos caracterizado por el des-plazamiento hacia la elaboracin, uso y descarte decontenedores de mayor tamao (tanto para el alma-cenaje como para la preparacin alimentaria) en elNeoltico Final que, sin embargo, no viene acom-paado de un incremento proporcional de vasospequeos, destinados al consumo o a la preparacino trasvase de pequeas cantidades de slidos o l-quidos. Tal vez podamos deducir de ello la prefe-rencia por un consumo de alimentos ms individua-lizado en el Neoltico Medio y ms comunitario enel Neoltico Final. Por otro lado, el dato cualitativode la presencia de placas de coccin nicamente encontextos del Neoltico Final parece indicar, al me-

    Figura 2.- ACP de vasos con perfiles completos de va-sos neolticos del yacimiento de la Bbila Madurell.

    Figura 3.- Grupos representativos de las transformacio-nes de los ajuares cermicos de los asentamientos neol-ticos del yacimiento de la Bbila Madurell. (Fotografas:Jorge Martnez Moreno).

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  • nos, la introduccin de nuevas formas de cocinado,ya que estas formas se relacionan con la elabora-cin de tortas de pan.

    Estas tendencias que vemos marcadas por la dis-tribucin de los tipos funcionales cermicos pare-cen coincidir con la tendencia que muestra el trata-miento funerario, que es individual en el NeolticoMedio y colectivo en el Neoltico Final, con laprctica ausencia de materiales de ajuar individua-lizantes.

    Los indicadores arqueolgicos, tanto en el m-bito del procesado y consumo alimentario, comoen el tratamiento funerario, nos estaran mostrandoque, ms all de los cambios de estrategias econ-micas y de la interrupcin de las redes de intercam-bio y de excelencia tcnica que haban caracteriza-do el Neoltico Medio, el Neoltico Final muestraun cambio profundo de las relaciones intragrupalescon, probablemente, grupos corresidenciales mayo-res y prcticas de convivencia (en tanto que el pro-cesado, distribucin y consumo de alimento puededefinirse sin lugar a dudas como una variable fun-damental de estas prcticas) con una tendencia co-lectivizante. Adems, quizs podamos tambin re-lacionar la presencia de nuevos alimentos, comolas tortas de pan, con determinados tipos de estra-tegias econmicas que requieren un tipo de alimen-to ms mvil. En este sentido, podemos citar el su-puesto aumento de la importancia de la ganaderapara la ltima fase neoltica.

    Ciertamente, como plantebamos al principio,podemos afirmar que las actividades de manteni-miento no son una variable constante sino quemuestran cambios de la misma profundidad y alcan-ce que los denotados por la evidencia funeraria ylos patrones de asentamiento o las redes de inter-cambio. Quin nos dice que los cambios en la ges-tin de la alimentacin no son un mejor indicadorde las transformaciones socio-econmicas que lagestin del intercambio intercomunitario o que laspautas funerarias? Y qu nuevas cuestiones seplantean cuando el registro material sugiere uncambio tan marcado de las pautas de convivencia yde cotidianeidad?

    4. Grecia en la transicin de la poca Arcaicaa la poca Clsica

    El perodo arcaico de la historia de Grecia se con-sidera, generalmente, el de la formacin de la poleis

    griega. En la transicin de la poca arcaica a lapoca clsica se sita la emergencia de la democra-cia como forma poltica de algunas poleis griegas.

    Tras la larga etapa que sigui el hundimiento delos palacios de la Edad del Bronce, las comunida-des griegas iniciaron una fase de grandes cambiosdesde finales del s.IX a.C., marcada por un aumen-to de asentamientos relacionado con un crecimientodemogrfico generalizado, un rpido desarrollo delos intercambios comerciales, la intensificacin dela produccin agrcola y la evolucin de los siste-mas polticos, muy ligada a los conflictos socialesentre grandes propietarios y pequeo campesinado.

    Estos factores han sido analizados reiteradamen-te por la investigacin acadmica. En cambio, se hadado escasa importancia al estudio de la vida coti-diana en la Grecia arcaica y, todava menos, a loscambios que experiment el mbito domstico enlas comunidades griegas en la poca formativa dela poleis. No obstante, trabajos recientes sobre la ar-quitectura domstica de algunos yacimientos grie-gos permiten una aproximacin a esta temtica(Morris 1999; Nevett 1999). En este sentido, re-sulta muy ilustrativa la informacin procedente delyacimiento de Olinto, un yacimiento de poca cl-sica (432 a.C.-348 a.C.) situado en la pennsula dela Calcdica. Una gran parte del yacimiento se ex-cav entre 1928 y 1938 por David M. Robinson,quien public los restos de ms de 100 casas, quetodava hoy constituyen el mejor conjunto de datosarqueolgicos para el estudio de la casa y de la or-ganizacin urbana de la Grecia Clsica (Robinsony Mylonas 1946).

    Una de las casas ms extendidas en la poleisgriega clsica es la que se denomina de tipo pastas,por un elemento que funciona a modo de pasillo(aunque sin techo) y que, junto con un patio, comu-nica todas las estancias internas. Se trata de unacasa cerrada al exterior, con una nica entrada, sinventanas o con ventanas pequeas y altas, para evi-tar que se pueda ver desde el exterior. Los dos es-pacios abiertos, el patio y el pastas, conectan fsi-camente las diferentes partes de la casa e iluminanlas habitaciones. Socialmente definen las zonas demediacin entre las diferentes actividades y gruposde la vida domstica.

    Este tipo de casa parece haber emergido a lo lar-go del siglo VI a.C. en los diversos lugares de lacuenca egea donde se forman las poleis, a partir delas formas de vivienda que se haban desarrolladoa lo largo de la Edad del Hierro.

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  • Las diferencias entre las viviendas de poca cl-sica y las de la Edad del Hierro son muy significa-tivas (Figura 4). Aunque no hay un patrn definidopara la Edad de Hierro, podemos afirmar que antesdel 750 a.C. la mayor parte de las casas, de plantaabsidal u oval, disponan de una sola habitacin y,en algunas ocasiones, de un patio abierto frente aledificio. Al contrario que los patios del perodo cl-sico, ste no estaba resguardado del paso de tran-sentes frente a la casa.

    Durante la Edad Oscura parece que la estructu-racin de la vida en los asentamientos y su espaciosocial estaba en gran parte controlada por los rit-mos y las necesidades de las actividades de mante-nimiento que representaban probablemente la ma-yor parte de las prcticas sociales, incluyendo lasrelacionadas con la produccin bsica de subsis-tencia, es decir, la produccin agrcola. En los po-blados egeos del siglo VIII y VII a.C. todava re-sulta difcil reconocer habitaciones especializadase incluso, en ocasiones, parece que las actividadesde mantenimiento no estaban totalmente individua-lizadas en unidades domsticas especficas.

    Hacia el 650 a.C. asistimos a una primera rede-finicin del espacio domstico al aumentarse el gra-do de su compartimentacin interna. Con todo, elinterior sigue siendo reducido y el pequeo nme-ro de habitaciones ofrece poca oportunidad para laseparacin de actividades o personas. Incluso en

    las casas ms grandes, el espacio presenta pocassubdivisiones. Adems, aunque en ocasiones el pa-tio se cierra por uno o ms de sus lados, parece dar-se poca importancia a la privacidad y a la limita-cin de la visibilidad desde el exterior, a diferenciade lo que ocurre en el periodo clsico. A partir deentonces, existe una separacin entre el espaciointerior y el exterior, una clara intencin de crearuna mayor privacidad en el entorno domstico, y elaumento de tamao de la vivienda se traduce enuna consiguiente segmentacin y relativa especia-lizacin del espacio interior para propsitos dife-rentes. Con estos datos en la mano, podemos afir-mar que la mayor diferencia entre las casas de laEdad del Hierro y las del perodo clsico parecehaber sido la intencin de sus constructores de crearuna nueva privacidad en el entorno domstico y deseparar fsicamente a los ocupantes de la casa y asus actividades del mundo exterior.

    Sin duda, la habitacin mejor conocida en la ca-sa clsica es el andron. El andron constituye tam-bin la habitacin ms destacada, la mejor ilumina-da, la que presenta unas caractersticas ms elabo-radas (suelos, paredes, decoracin, etc.) y el nicoespacio abierto al exterior. Socialmente, el andronrepresenta un rea que proporciona una zona de ocioy comensalidad a los huspedes del cabeza de fa-milia a travs de la celebracin del simposio, alque no podan asistir las mujeres de la familia. Es-

    Figura 4.- 1. Planta de los edificios absidales de la fase I de Assiros en Macedonia central (750-650 a.C.). (Fuente:http://artsweb.bham.ac.uk/aha/kaw/Assiros/assirosindex.htm [Actualizada el mes de junio de 2005] Acceso el 10/1/2006).2. Planta de la casa A VII4 de Olinto en la Calcdica (432 a.C.-348 a.C.). (Fuente: Robinson, D.M. y Graham, J.W.(1938): The Hellenic house: a study of the houses found at Olynthus with a detailed account of those excavated in1931 and 1934 Excavations at Olynthus, Part VIII, Johns Hopkins Press, Baltimore: fig. 5).

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  • tas ocasiones sociales haban de mantenerse sepa-radas del resto de las actividades domsticas, loque implicaba un cuidadoso control de la comuni-cacin en el contexto domstico.

    An as, la evidencia textual y artstica sugiereque, dentro de la casa y de una misma familia, lasmujeres y los hombres estaban en estrecho contac-to entre s en diferentes momentos de la vida coti-diana. Es posible que algunas habitaciones se ocu-paran ms por hombres o por mujeres, pero las pau-tas de actividad probablemente deban cambiar enlos diferentes momentos del da o en las diferentesestaciones del ao. La separacin tan solo era es-tricta en el espacio y el tiempo del simposio, cuandohuspedes ajenos a la familia se mantenan lejosdel contacto con las mujeres de la misma.

    Por otra parte, en muchas de las casas de Olintose ha identificado la existencia de un conjunto dehabitaciones relacionadas con el cocinado de ali-mentos, formado por una habitacin grande (comomedia, de 4,6 x 5,6 m.), a veces con un hogar depiedra, y una o dos habitaciones ms pequeas enuno de los lados cortos de la primera. Una de lashabitaciones pequeas normalmente se pavimentacon losas de piedra y presenta una puerta al patio oal pastas. Tambin encontramos zonas para el al-macenamiento de diferentes productos destinadosa la alimentacin que, en ocasiones, ocupan el mis-mo espacio fsico que el de las actividades relacio-nadas con el procesado culinario y, en otras, habi-taciones especficas.

    No podemos olvidar que las ciudades griegas te-nan, bsicamente, una economa agrcola. La ma-yor parte de las familias que habitaban en las casasurbanas posean tierras en el campo y vivan de losproductos agrcolas obtenidos. Como parte de lasestrategias del campesinado griego para minimizarlos riesgos de la agricultura mediterrnea, en lascasas se almacenaban alimentos suficientes paraun ao, lo que implicara, para seis personas, unos1500 kg. Esas cantidades requeran mucho espacioy facilidades especficas para mantener el granoseco y libre de plagas. Se guardaban bsicamentecereales, y, en menor cantidad, aceitunas, aceite,vino, miel, etc...

    Adems, algunas de las actividades de manteni-miento (principalmente las relacionadas con el pro-cesado alimenticio y el tejido) superaban el umbralde la propia casa, pues sus productos se destinabana un consumo externo. Estas industrias domsticasno eran una actividad marginal o secundaria pues

    en una parte considerable de las casas de Olinto sehall evidencia de la produccin de bienes para elconsumo exterior a la casa.

    Hasta aqu hemos relatado los principales cambiosque se produjeron en la concepcin y construccin delas casas griegas desde la Edad del Hierro hasta po-ca clsica. Podemos preguntarnos, por tanto, a quresponde la introduccin de estos cambios en la pla-nificacin de las casas y qu representan para lasrelaciones que se establecen entre la casa, sus habi-tantes y los habitantes del resto de la comunidad.

    Sabemos que todos estos cambios en las casasgriegas acaecieron en un periodo muy significativode la historia de Grecia. Morris sita en estemomento la aparicin de una clase media, forma-da por ciudadanos hombres que vivan del trabajode sus tierras, eran hoplitas y participaban en algu-na forma de actividad pblica (Morris 1998: 26).Este sector fue, probablemente, el creador delethos igualitario que di lugar en algunas ciudadesa la idea de la isonomia poltica que conocemoscomo democracia griega. Surgi ahora, al menosentre algunos autores, la idea de que la buena co-munidad era la que estaba formada por este tipo dehombres y que como tal comunidad, no poda ha-ber una fuente de autoridad superior a la de estegrupo. Paradjicamente, esta idea de la isonomase basaba en una ideologa asimtrica de las fun-ciones e identidades sexuales, ya que la isonomaestaba diseada para referirse nicamente al mun-do de los hombres.

    Tambin se gestaron durante este periodo los ar-quetipos principales de mujer que conocemos tanbien en la Grecia clsica, entre los que se encuen-tra el de la mujer respetable (en sus acepciones demadre, hija o esposa), que describe a una mujersometida durante toda su vida a la autoridad de unhombre, cuya principal funcin en la vida es casar-se y proporcionar herederos. Esta es la informacinque extraemos de las fuentes, pero la arqueologaaade ms: una parte importante de la economafamiliar, como hemos visto, descansaba sobre lasactividades de mantenimiento, realizadas por lasmujeres de acuerdo a los textos.

    Nosotras creemos que la reorganizacin del es-pacio domstico a lo largo del siglo VI a.C. est re-lacionada con profundos cambios en la ideologade gnero dominante. La asociacin simblica entreexterior/pblico/masculinidad e interior/privado/feminidad, tan fundamental en el pensamiento ate-niense clsico sobre el gnero, aparece directamen-

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  • te relacionada con la emergencia de las casas dehabitaciones mltiples y patio que se conoce en al-gunos lugares desde comienzos del siglo VII a.C.A partir de entonces, el espacio domstico represen-t para la mujer, al mismo tiempo, su propio espa-cio y la restriccin de su autonoma.

    Las clases medias sostuvieron una poltica deindividualismo agresivo y de competicin donde lafamilia nuclear era una necesidad de la vida y laesposa tena que formar parte del esfuerzo corpora-tivo. Su funcin ms importante tena que ser pro-porcionar un heredero, algo crucial para la supervi-vencia y continuidad de la familia, pero tambinera esencial su funcin como guardianas del mbi-to domstico y organizadoras de las importantesactividades econmicas que tenan lugar en las ca-sas griegas. Desde el punto de vista de esa clase, laexcesiva autonoma de las mujeres poda significaruna amenaza al delicado equilibrio de factores quepermitan el sostenimiento de los grupos familiaresy sus propiedades. De ah que, a partir de las anti-guas tradiciones sobre la amenaza que representa-ba la sexualidad femenina, emergiese la necesidadde regular, limitar y delimitar el trabajo y la personade la mujer. Como opinan Cohen (1989) y Nevett(1994) la casa con patio con entrada controlable ylneas de visin restringidas maximizaba las opor-tunidades para los hombres griegos de crear una ima-gen de espacio sexuado, que se convirti en una po-derosa metfora de la estructura de la comunidad.

    5. Conclusiones

    Comentbamos al principio de este artculo que las formas de actividad humana relacionadas con

    las actividades de mantenimiento han atrado esca-sa atencin de la investigacin histrica y arqueo-lgica. Creemos, sin embargo, que existe suficien-te evidencia de que han experimentado en todos losperodos histricos importantes cambios, sobre to-do en las fases llamadas de transicin. En el casodel mundo griego, una de esas fases se dio durantelos siglos arcaicos, cuando el urbanismo griegoempez a sufrir una importante transformacin quese plasm con toda su rotundidad en las ciudadesde poca clsica.

    Lo que resulta especialmente significativo es queeste cambio evidente en la concepcin del espaciourbano y el paralelo incremento en la produccinagraria se relaciona no solo con la necesidad decontrolar a las mujeres, sino con cambios funda-mentales en la organizacin de las actividades demantenimiento y del trabajo artesanal. La casa erala principal unidad econmica de la poleis dondese llevaban a cabo las tareas de transformacin dela produccin agrcola tanto para consumo internocomo para el externo y eso se logr a partir de unaimportante reorganizacin de la vida cotidiana, delas actividades de mantenimiento y de quienes lasrealizaban y controlaban.

    En este caso, por tanto, igual que para el perio-do de transicin neoltico que hemos comentadocomo primer ejemplo y que para otros casos detransicin entre formas de organizacin socio-pol-tica, el ritmo y las consecuencias de las transfor-maciones macroeconmicas y de las estructurassociales slo pueden entenderse histricamente sise consideran de forma prioritaria los cambios queafectaron a las prcticas cotidianas de los gruposhumanos.

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