Arte Griego Orientalizante.unlocked

5/11/2018 Arte Griego Orientalizante.unlocked - slidepdf.com

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Mª Isabel Rodríguez López – Arte griego orientalizante

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ÁREA: Historia del arte.

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ARTE GRIEGO ORIENTALIZANTE

ISBN - 978-84-9822-570-9

María Isabel Rodríguez López

THESAURUS: Arte griego, Arqueología Clásica, Período orientalizante.

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RESUMEN O ESQUEMA DEL ARTíCULO:

El período que discurre aproximadamente entre los años 720 y 600 a.C.

coincide con una notable actividad comercial de las poleis griegas. Gracias los influjos

llegados de diversos lugares de Oriente, especialmente de Siria y de las ciudades

fenicias, a través del comercio, los artistas griegos forjaron un estilo, llamado

orientalizante, cuyas características fueron heterogéneas en función de los territorios.

Se iniciaba así un incipiente proceso de regionalización y formación de escuelas

artísticas que marcarían profundamente el posterior devenir del arte griego. La

arquitectura, la escultura y la cerámica de este momento constituyen un eslabón

esencial en la preparación tanto técnica como estética del arcaísmo griego.





1. Introducción: El cambio artístico y su explicación en clave histórica.

Como señaló Pierre Demargne (1964: p.316) el arte del período geométrico no

estuvo tan cerrado en sí mismo y tan ajeno a la influencia exterior como se creyó

durante algún tiempo. Desde mediados del siglo IX a.C. había comenzado a

penetrar en la Hélade la influencia procedente de Siria y de Fenicia, como revelan

tanto la adopción del alfabeto púnico por los griegos como la presencia de objetos de

ajuar en algunas tumbas de la necrópolis ateniense del Dipylon . Sin embargo,

durante este período, la ciudad de Atenas acogió los materiales artísticos de Oriente

sin que su producción artesanal experimentara transformaciones sustanciales.

Andando el tiempo, ya en torno al 750 a.C., comenzaron a aflorar características y

motivos iconográficos que revelan una profunda influencia de las culturas de

Oriente: Fue por aquel entonces cuando comenzaron a emularse las estatuillas de

marfil y los seres híbridos y monstruos de ascendencia oriental surgían, todavía

discretamente, en la pintura cerámica, acogidos entre el horror vacui de los diseños

geométricos.

Es bien sabido que el despertar marinero de Grecia había provocado un

notable aumento demográfico y la consiguiente fundación de colonias donde se

establecieron importantes contingentes de población, tanto en Asia Menor como en

Occidente, Sicilia y la Magna Grecia. El Mediterráneo, surcado principalmente por

naves capitaneadas por etruscos y fenicios, se convirtió en un importante ámbito de

ebullición comercial en el que los navíos griegos comenzaron también a tener un

lugar destacado. Las poleis griegas, en proceso de pleno desarrollo, se sumaron a

la aventura comercial en el Mediterráneo, desde mediados del siglo VIII a.C., y los

antaño esporádicos contactos con Oriente pasaron a ser cada vez más regulares e

influyentes en el ámbito de la civilización helénica.

Durante la Edad del Bronce, las civilizaciones egeas habían mantenido

complejas relaciones culturales y comerciales con Oriente, bien conocidas. Dichofenómeno fue, esencialmente, como han apuntado los estudiosos del tema, una

tarea de “iniciación civilizadora” gracias a la cual los artistas del Egeo tuvieron la

oportunidad de familiarizarse con diversas técnicas y motivos iconográficos tomados

de las grandes civilizaciones orientales. (Demargne: p.318). Sin embargo, con el

Final de la Edad del Bronce y tras las sucesivas oleadas migratorias que tuvieron

lugar durante la Edad del Hierro, se habría de modificar el equilibrio existente en el

citado intercambio, tanto comercial como culturalmente. A pesar de que las

condiciones demográficas e ideológicas habían cambiado debido al replieguepolítico de los imperios egipcio e hitita, la pervivencia del mundo oriental parece hoy





evidente. Los fenicios, cuyas ciudades alcanzaron su máximo apogeo en el siglo VIII

a.C., serían los encargados de transmitir la proyección de Oriente por todo el

Mediterráneo, una influencia llegada no sólo de las propias fundaciones fenicias,

sino también desde otros muchos lugares del Próximo Oriente semítico: el reino de

Israel, el reino arameo de Damasco, o los principales establecimientos del imperio

neohitita y neoasirio.

Además, los contactos marítimos entre Grecia y Oriente como consecuencia de

la citada aventura fenicia pudieron verse incrementados con la existencia de una

ruta terrestre que atravesaba Anatolia, desde Jonia y cuya actividad no fue muy

significativa en los tiempos anteriores al imperio persa. Finalmente, la última vía

comercial encargada de unir Oriente y Occidente fue la llamada “ruta del Mar Negro”,

cuyo tránsito regular no se generalizó hasta la segunda mitad del siglo VII a.C.

Todo lo expuesto provocó que los objetos artísticos orientales, especialmente

lujosas piezas de adorno, tejidos, curiosidades, armas y marfiles llegaran a Grecia

de forma masiva, oriundos de muy diversos centros de producción artesanal, cuya

ascendencia es casi imposible de discernir en algunos casos. Con ellos, las

tradiciones egipcias, sirias e hititas renacían y se inmiscuían en los repertorios

iconográficos del arte griego. También el gusto por la ostentación y la riqueza del

Oriente comenzaba a calar en la sociedad griega que, poco a poco, se había

lanzado a adquirir estos productos como objetos de prestigio primero (para

ostentación en la vida presente y en el ajuar funerario) y más tarde, como puntos de

referencia icónica de sus propias creaciones artísticas. La emulación artística

constituye, pues, la última fase de este comercio convertido ya en comercio

ideológico en sentido profundo, es decir, entendido como tráfico e intercambio

cultural.

De esta suerte, la poderosa personalidad del arte griego hizo que las

novedades artísticas arribadas del Oriente se convirtieran en el germen de una

soberbia producción artística típicamente griega, modelada y conformada deacuerdo con los parámetros de la mentalidad helénica, con la que se fundió en un

todo de extraordinaria calidad. No es fácil discernir, en muchos casos, si algunas de

las producciones artísticas del siglo VIII a.C. son obras “orientales” (es decir, salidas

de talleres orientales) u obras “orientalizantes” (manufacturas de talleres griegos a

imitación de sus modelos). La recepción de la influencia oriental, que constituye la

esencia y el fundamento del arte que denominamos hoy orientalizante, fue muy

diversa en el territorio griego y dio lugar a manifestaciones muy heterogéneas en los

diversos ámbitos geográficos en los que tuvo respuesta. Surgieron entoncesescuelas artísticas bien diferenciadas: la dedálica en Creta, que habría de





extenderse por el Peloponeso, la cicládica, la jónica y la ática, cuyas características

trataremos de diferenciar en las líneas que siguen.

2. La Arquitectura.

Apuntaba la profesora González Serrano que la arquitectura de este período

estuvo marcada por la “búsqueda diligente de nuevas soluciones para configurar la

estructura urbana de sus ciudades y los santuarios de sus dioses, en los cuales, poco

a poco, se fueron fraguando los patrones arquitectónicos clásicos” (González Serrano:

1996, p. 101). Son, sin embargo, muchas las carencias que tenemos, todavía hoy,

para acercarnos a la arquitectura de este momento, y muchos los interrogantes que su

estudio sigue planteando. La ciudad cretense de Dreros podría ser considerada como

modelo urbanístico. Configurada en torno a un ágora primitiva, núcleo esencial en las

ciudades griegas abiertas al comercio ultramarino y local, la plaza se abría junto al

templo principal de la ciudad, dedicado a Apolo Delfinios, y estaba formada por una

una serie de gradas superpuestas situadas junto a dicho templo (figs. 1 y 2).

Fig. 1. Vista aérea del ágora de Dreros (Creta) Fig. 2. Planta de Dreros (Creta) con el templo

de Apolo Delfinios y el ágora primitiva

El período que nos ocupa se distingue, en lo esencial, por la configuración y

nacimiento del templo griego, cuyas soluciones fueron, asimismo, diversas en los

heterogéneos ámbitos territoriales de la Hélade. En la isla de Creta destacan los

pequeños santuarios de Arcades, Dreros, y Prinias. Dreros (la moderna Driros) es un

yacimiento arqueológico cercano a Neapolis, situado a 16 Kms. al noroeste de





Aghios Nikolaos. Su templo principal, excavado en 1935 por Spyridon Marinatos,

estaba localizado, como ya hemos apuntado, en el ágora de la ciudad, y es concido

como Delphinion , por su dedicación a Apolo Delphinios; tiene planta rectangular y en

su interior destacan dos columnas cuya función era, probablemente, la de soportar la

estructura triangular con la que remataba la cubierta del centro del conjunto, lugar en

el que existía un espacio destinado para la ubicación de la estatua del dios. En el

fondo del recinto aparecieron evidencias de uso funerario y restos materiales de

ajuares (fig.3.). Se hallaron, también, ocho inscripciones griegas arcaicas: una de

ellas es la conocida Ley de Dreros , el ejemplo más antiguo de ley griega inscrita sobre

piedra que se ha conservado intacta hasta nuestros días.

Luigi Pernier exhumó entre 1906 y 1908,

los templos protoarcaicos del yacimiento

arqueológico de Prinias, situado en la parte central

de la isla de Creta, a 35 Kms. al suroeste de

Iraklion, una poderosa ciudad que dominó en la

antigüedad la calzada que unía Cnosos con

Faistos. En el sitio se hallaron dos edificios de

gran interés, probablemente dos recintos

templarios fechables en el siglo VII a.C. Se

conocen como Templo A y Templo B. El templo A,

que medía aproximadamente siete metros y medio

por quince, tenía su entrada en el lado oriental y se

accedía a su cella a través de un pronaos provisto

de un pilar central de planta cuadrada. El paso

desde el pórtico a la estancia principal se verificaba mediante una puerta central,

flanqueada interiormente por medias columnas o jambas de madera (Robertson:1981 ,

p.74). En el espacio central del santuario se encontraron un pozo de sacrificios y dos

basas de columnas de piedra que pudieron servir, quizás, para flanquear al este y aloeste dicho pozo (fig.4). Como más adelante señalaremos, el conjunto se completaría

con una imponente decoración escultórica de relieves realizados en piedra caliza,

ejemplares característicos del más puro estilo dedálico.

Fig. 3. Delphinion de Dreros. S. VIII a.C.

Desde 1969 un proyecto de investigación enmarcado en las actividades

científicas del Istituto di Archeologia dell'Università di Catania ha puesto en marcha,

bajo la dirección del profesor Giovanni Rizza, nuevas intervenciones en el sitio que

han sacado a la luz importantes testimonios de la habitación protoarcaica de Patela, la

necrópolis de Siderospilia y otros restos. (Cfr. Gli scavi di Prinias ). Para Robertson(1981:p.76) el templo de Apolo Pitio, en Gortina (Creta), es otro de los vestigios





contemporáneos a los templos de Prinias, un edificio cuadrangular y muy sencillo en

su estructura, cuyo interior pudo haber estado revestido con finas planchas de bronce.

El Heraion de Samos (Asia

Menor) es el más importante de los

santuarios decicados a la diosa Hera.

Las primeras excavaciones tuvieron

lugar en 1702, bajo la dirección del

Joseph Pitton de Tournefort y más

tarde, en los siglos XVIII y XIX

numerosos viajeros visitaron el lugar

e hicieron grabados de los restos del

templo. Entre 1902 y 1903 el

santuario fue excavado nuevamente

por la sociedad Arqueológica de

Atenas con P. Kavvadias y Th. Sophoulis Kaw como directores, asumiendo luego la

tarea investigadora el Instituto Arqueológico Alemán de Atenas, bajo la supervisión de

E. Buschor.

Fig. 4. Hekatompedon 1 y 1A de Samos. S. VIII a.C.

El llamado Hekatompedon I de Samos es uno de los templos griegos más

antiguos conocidos, fechado en el siglo VIII a.C. Se trata de un gran edificio, de 38,80

metros de largo, cuya estructura la formaba una cella atravesada por una columnata

interior destinada a sostener la techumbre (figs. 4 y 5). En los últimos años del siglo

VIII a.C. el templo quedó convertido en uno de los primeros perípteros de la historia de

la arquitectura griega gracias a la construcción de

una perístasis exterior de 7 x 17 columnas. Mediado

el siglo VII, en torno al 660 a.C., se construyó un

segundo Hekatompedon , un períptero de 6 x 18

columnas, cuya cella estaba precedida por un

pronaos. En este segundo edificio, los pilaressustentantes del interior de la cella se situaron

adosados a ambos lados de las paredes de la nave,

que probablemente estuvo cubierta con una

techumbre a dos aguas. Al eliminar la columnata

central, elemento que, sin duda, impedía la

visibilidad, podía lucirse más la estatua del dios

(Demargne: 1981, p.381). Los especialistas señalan

que la columnata exterior debió de ser, pese a laFig. 5. Heraion de Samos.

Reconstrucción del interior - 7 -

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monumentalidad del conjunto, de

madera. En su lado meridional, como

edificio anejo, se construyó un largo

pórtico sostenido por columnas y de

techumbre plana, elemento con el que el

templo adquiriría una nueva y más

monumental apariencia (fig. 6).

Las columnas de piedra, las

tejas y simas de terracota aparecen, por

primera vez, en la zona noroccidental de

la Eólide, en Asia Menor, donde, como

señala Robertson (1981: p.75) parece

que la arquitectura griega se adentró

firmemente en el umbral de los tiempos

clásicos. El edificio más significativo de

esta zona es el Templo de Neandria (48 kilómetros al sur de Troya), descubierto por

Koldewey, en 1889. Todo parece indicar que se tratara de una construcción del siglo VII

a.C.; es un edificio elevado sobre un podio, sin escalones, de planta rectangular (9 x 21

metros), al que se accedía por una puerta situada en el lado noroccidental. Una sucesión

de siete columnas de piedra recorría el espacio central de la nave para sostener una

cubierta a parhilera, realizada con tejas muy arcaicas.

Fig. 6. Planta del Heraion de Samos. S. VII a.C.

Fig. 7. Capitel del templo de Neandria. Museo

Arqueológico de Estambul Fig. 8. Restos arqueológicos del templo de Apolo en

Thermon, Etolia. S. VII a.C.





Los capiteles de dichas columnas, reconstruidos por Koldewey, están

formados –de abajo a arriba- por un anillo de hojas bien cinceladas, una pequeña

moldura convexa, ornada con motivos foliáceos y un remate a modo de doble voluta

formada por dos grandes espirales incurvadas sobre sí mismas. El espacio entre las

espirales se rellena con un motivo foliáceo abierto a modo de abanico sobre el que

apoya la viga de la techumbre (fig.7). Esta tipología de capiteles, conocidos como

“eólicos” han aparecido también entre los restos del templo de Apolo Napaios (antigua

Nape) y en Larisa.

La Grecia continental asistió a la paulatina conformación del templo dórico

durante la centuria que nos ocupa. Sobre los antiguos megara de Thermos ( Etolia) -

del siglo VIII a. C.-, hacia el 620 a.C. se edificó un nuevo templo dedicado al dios

Apolo, un períptero muy alargado cuya cella quedó compartimentada mediante una

columnata central (fig.8 y fig. 9). La primera de dichas columnas, situada en el pórtico

exterior, convertía al templo en un excepcional modelo pentástilo; en su entablamento

lígneo se alternaban triglifos modurados (fig.10) , cabezas de vigas de carácter

ornamental y metopas de cerámica vivamente pintada con temática mitológica en los

talleres corintios (fig.11).

Fig. 9. Planta e hipotética reconstrucción del alzado del templo de Apolo en Thermon, Etolia, S. VII a.C.

Fig.10. Reconstrucción del entablamento del templo de Apolo en

Thermon, Etolia. S. VII a.C.

También corresponde a este período el tercer Heraion de Olimpia (fig. 12), con

la tradicional cella estrecha y alargada tan característica de los templos más antiguos

y rodeado de una perístasis de 6 x 16 columnas de madera, que irían siendo

reemplazadas paulatinamente por soportes de piedra, cuyos capiteles conservamos

hoy. Este templo fue excavado por W. Dörpfeld y E. Buschor, que lo situaron en el

siglo VII a.C., a pesar de que Pausanias lo mencionaba como obra del siglo XII a.C.





(Pausanias, V, 16,1). Su análisis parece

demostrar que a lo largo del citado siglo se

sucedieron en su solar tres templos diferentes.

Es una fábrica con pronaos, cella y el más

antiguo opistodomos conocido hoy (Robertson:

1981, p.79), cuyos pórticos presentan ya

columnas in antis . Como ha apuntado

Robertson (1981, p.80) el edificio posee una

estructura muy novedosa y avanzada, pero

los materiales y métodos constructivos no

difieren apenas de los utilizados en los

templos de épocas anteriores. Fig. 11. Metopa de terracota pintada del templo

de Apolo en Thermon, Etolia. S. VII a.C.

3. Escultura.

Al iniciarse el siglo VII a.C., la escultura del período geométrico, surtida por

obras de pequeño formato, cedió paso ante el llamado “estilo dedálico”, que habría de

ser el más representativo de la mayor parte de las expresiones plásticas de dicha

centuria. La mitología griega hizo de Dédalo el paradigma de hombre hábil, creador de

nuevas técnicas, inventor del movimiento y el primer escultor; bajo el mito late, sin

duda, la referencia a una extraordinaria invención: el descubrimiento de la

representación plástica o tridimensional propiamente dicha. Se ha calificado como

“dedálica” la esencia misma que caracteriza a la escultura griega,

especialmente ligada con el mundo y el hacer cultural de los dorios. Sin embargo,

como es bien sabido, muchos de los rasgos que determinaron la primera escultura

griega o dedálica, ya fuera ésta de gran o de pequeño formato, son notas de

Fig. 12. Planta del Heraion de Olimpia. S. VII a.C. - 10 -

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procedencia oriental, y están en deuda con la gran escultura minorasiática y egipcia.

Los marfiles ofrecidos como exvotos en el Artemision de Éfeso, causaron fuerte

impacto en el artista griego que trató de imitar su delicadeza y la originalidad de sus

diseños.

Las recién estrenadas corrientes griegas o dedálicas conciben la estatua

frontalmente, como un todo o como parte de un recio bloque en el que no tienen

cabida las extravagancias que caracterizaron antaño a las figuras del arte geométrico

(extremidades filiformes, cintura estrangulada, perspectivas imposibles…). Desde este

momento, la esencia de la escultura pasaría a ser su volumen, que el artista griego

intenta presentar con nitidez y con veracidad, de acuerdo con unos convencionalismos

que, poco a poco, estaban llamados a convertirse en normas fijas y obligatorias para

la representación del cuerpo humano y de los animales. Las formas dedálicas, con su

rotundidad volumétrica, acabaron por desbancar el primitivismo de las estatuillas

subgeométricas, en torno al 650 a.C., variando esta fecha y las coordenadas

estilísticas en función de las diversas regiones de la Hélade (Dermargne: p.346).

Fig. 13. Fragmento de relieve con jinete procedente del templo A

de Prinias. S. VII a.C. Museo de Iraklion

Fig. 14. Diosa sedente en piedra

caliza procedente del templo A de

Prinias. S. VII a.C. Museo de Iraklion





Fig.15. Friso decorado con panteras procedente del templo A de Prinias. S. VII a.C. Museo de Iraklion

Creta ha sido considerada, durante mucho tiempo, la cuna del estilo dedálico.

Aunque hoy quizá sea exagerada tal afirmación, no cabe duda de que este territorio

debió de jugar un papel ciertamente crucial en la formación de la escultura griega, yaque son muy numerosos los testimonios y documentos artísticos de este período, así

como la utilización de nuevas técnicas y las transformaciones surgidas en la gran isla.

La primera mitad del siglo VII a.C. ha proporcionado gran cantidad de obras realizadas

en terracota policromada –nexo de unión con el arte minoico- en las que aflora una

iconografía llamada a tener larga pervivencia: imágenes femeninas (vestidas y

desnudas, probablemente diosas de altos tocados), y el tipo masculino desnudo, el

Kouros. Desde el 660 a.C. comenzaba a generalizarse en Creta la escultura en

bronce y en piedra, al tiempo que se fabricaban las primeras estatuas de culto con la

antigua técnica de laminado de bronce sobre alma de madera (técnica conocida como

sphyrelaton ).

A juzgar por la gran cantidad de hallazgos llegados a nuestros días, la actividad

de los talleres escultóricos cretenses debió de ser muy notable durante todo el siglo VII

a.C., tanto en realizaciones de bulto como en relieves. Como ya hemos citado, del

templo de Apolo en Prinias proceden unos interesantes fragmentos de esculturas

arquitectónicas realizadas en piedra caliza. Parece que parte de estas obras pudieron

haber formado parte de un friso decorado con jinetes en relieve policromado (fig. 13),

mientras que otros fragmentos mostraban la imagen de dos diosas sentadas,

inmóviles y casi idénticas entre sí (fig.14), dispuestas sobre un arquitrabe en cuyo

frente se desplegaba una procesión de animales pasantes (ciervos a un lado y

panteras en el otro) (fig.15). También son significativas unas figuras femeninas

estantes, realizadas con la técnica del relieve rehundido –es decir, con una volumetría

que no sobrepasa el plano de la superficie del bloque en el que están realizadas-

(fig.16).





Fig. 16. Figura femenina en relieve

rehundido del templo A de Prinias. S. VII a.c. Museo de Iraklion

Fig. 17. Metopa en piedra caliza procedente del templo de

Gortina. S. VII a.C. Museo de Iraklion

Su cuidada indumentaria (una falda larga acampanada ceñida por ancho y

elaborado cíngulo, una capa que cubre los hombros y un cilíndrico y alto birrete sobre

la cabeza) son elementos que insinúan que se trate de imágenes de la divinidad

femenina. Sus cuerpos, concebidos sin error en su calculado modelo, inauguran una

serie de estatuas femeninas cuya cumbre es la conocida Dama de Auxerre, del Museo

del Louvre; son imágenes de rostro triangular, enmarcado por el largo y trenzadocabello, cintura estrecha y alto pecho. Su disposición completamente frontal con

respecto al espectador, no impide que sus brazos se hayan liberado del cuerpo, pese

a lo que forman un todo cúbico esencial, son entidades plásticas cuyos volúmenes,

aunque primarios, muestran ya los primeros atisbos de naturalismo, especialmente en

el tratamiento de los brazos, el modelado sutil de los pronunciados senos y el delicado

rostro.

Una metopa del templo de Gortyna (Museo de Heraclion), muestra, asimismo,

una decoración dispuesta en altorrelieves de piedra caliza en la que se disponen, deforma simétrica dos figuras femeninas desnudas, tocadas con alto polos, y en el





centro una figura masculina (muy perdida) que parece proteger con sus brazos a las

dos mujeres o diosas citadas de los extremos (fig.17).

Entre las numerosas piezas escultóricas exentas sobresale un Kouros

broncíneo hallado en Delfos (Museo de Delfos), una de las obras magistrales de la

escultura dedálica (fig.18). La monumentalidad y rotundidad de la figura, pese a su

pequeño tamaño (apenas mide 19 cms. de altura) se subraya por una formulación

plástica rigurosa, casi podríamos decir, canónica del estilo que ejemplifica. El cuerpo

de este joven desnudo es el resultado de una elaboración mental muy rigurosa y, sin

embargo, tanto el modelado de sus extremidades inferiores como su rostro es suave y

está inundado por una delicada expresividad. La cabeza hallada en Olimpia (fig.19)

del Badisches Landesmuseum de Carlsruhe consitituye, asimismo, otro excelente

ejemplo de la normatividad canónica a la que quedó sometida la figura humana en

este tiempo.

Fig. 18. Kouros broncíneo de Delfos.

Tercer cuarto del siglo VII a.C. Museo de

Delfos

Fig. 19. Cabeza de bronce de Olimpia. Museo de Karlsruhe

La mayoría de los autores señalan que los más extraordinarios hallazgos de la

isla de Creta en este momento proceden de la gruta del Ida – el Ideon Andron -, ellugar en el que la mitología sitúa el nacimiento de Zeus. Son muy numerosas las





piezas broncíneas que, elaboradas probablemente en los talleres metalúrgicos de

Cnoso, fueron ofrecidas como exvotos en la caverna de Zeus. Además de estos

bronces, entre las ofrendas exhumadas en este lugar se cuentan marfiles análogos a

los de Nimrud y otros lugares fenicios o chipriotas. Los bronces relivados del Ida

(principalmente escudos o corazas y cinturones) son obras plenamente orientalizantes,

con una notable dependencia de los prototipos orientales que les sirvieron como

modelo. Tanto las técnicas empleadas como la iconografía que en ellos se despliega

resulta asombrosa por su variedad y riqueza. Buen ejemplo de lo que decimos es una

de las famosas corazas de Olimpia (fig.20), hoy en el Museo Arqueológico Nacional de

Atenas. La llamada Coraza Crow , como se la conoce, fue estudiada y reproducida por

Furtwängler. El asunto de su friso principal se ha interpretado normalmente como ”un

encuentro entre Apolo con las divinidades délficas y Zeus” (Bianchi Bandinelli, R.,

Paribeni, E.: 1998, n.39); la zona superior del conjunto está ocupada por varios frisos

con representaciones de animales y otros seres fabulosos e híbridos tan usuales en el

repertorio figurativo oriental.

El capítulo de los bronces de

Olimpia se completa con las

numerosas láminas de bronce

talladas –acaso para la decoración de

objetos muebles sacros- en las que

predominan las representaciones de

siluetas masculinas, de esbeltos y

vivaces contornos. Además, abundan

los recipientes broncíneos rematados

en prótomos de grifo o león, de

ascendencia claramente hitita. Tanto

Olimpia como Esparta, Corinto y

Argos se convirtieron en losprincipales centros receptores del

estilo dedálico en el Peloponeso.

Todo parece indicar que en Corinto y en Argos florecieran talleres propios de

fabricación de objetos orientalizantes: placas de bronce o marfil decoradas en relieve,

cascos y escudos con motivos incisos, y grandes cuencos broncíneos con decoración

de temática mitológica. El santuario de Artemis Orthia, en Esparta, ha proporcionado,

asimismo, numerosas estatuitas y relieves de este período que demuestran el

profundo conocimiento del estilo dedálico en este territorio.

Fig. 20. Mitra o coraza procedente de Olimpia, según Furtwängler. Último cuarto del siglo VII a.C. Museo

Nacional de Atenas





Naxos contaba con una extraordinaria tradición plástica que se remonta al III

milenio a.C. Los documentos artísticos conocidos sugieren esta isla haya jugado un rol

preeminente en la evolución de la escultura griega del período que estudiamos. La

conocida terraza de los leones del santuario de Delos, con sus impresionantes

esculturas, pone de manifiesto que la escultura de Naxos fuera uno de los centros más

avanzados de toda Grecia, capaz de expresar sin reservas un nuevo concepto de la

monumentalidad, sin precedentes en suelo griego. Las esculturas de los leones

colocados a lo largo de la Vía Sacra, dentro del llamado recinto de Letona, eran

originalmente dieciséis colosos en los que la influencia del Proximo Oriente se deja

sentir con fuerza; su presencia, como guardianes del lago sagrado en el que antaño

nadaban los cisnes y los gansos de Apolo, es, asimismo, afín al pensamiento y la

mentalidad oriental.

Otra de las obras más significativa de la plástica

exenta de Naxos es el conocido exvoto de Nicandré,

posiblemente una representación de la propia Artemis,

fechada en los años centrales del siglo VII a.C. Se

trata de un mármol de dimensiones colosales (alcanza

los dos metros de altura) que se conserva en el Museo

Nacional de Atenas y cuya dedicatoria lo revela con

un exvoto ofrecido a la diosa Artemis, traducido en un

lenguaje plástico caracterizado por la excesiva

planitud de la volumetría.

Por su parte, la escultura rodia se caracteriza por la

difusión del estilo dedálico, además de estatuitas de

marfil inspiradas directamente en las de Nimrud

(Demargne: p.359). El tesoro de Camiros –Museo del

Louvre y Museo Británico- constituye el más valioso

conjunto posible de joyas de este momento, cuyaiconografía y diseños están fuertemente influenciados

por el arte de Oriente.

A través de la ruta marítima fenicia, el Heraion de

Samos recibió múltiples aportaciones del arte oriental,

de muy diversas procedencia: chipriotas, fenicias,

sirias, asirias y egipcias. El espíritu helénico, representado en el estilo dedálico, sólo

hace su aparición tímidamente en el arte jónico, como demuestran algunas figuritas

de pequeño formato. El joven arrodillado en marfil del Museo de Samos (fig. 21) esconsiderado habitualmente como una de las mejores expresiones del estilo jónico que

Fig. 21. Estatuilla de marfil

procedente de Samos. S. VII a.C.

Museo Nacional de Atenas





citamos. Es una obra de apenas 14 cms. de altura que pudo haber servido de soporte

de una lira o arpa ceremonial; corresponde al 630-620 a.C. y el tratamiento de su talla

es exquisito hasta en los más pequeños detalles, sin desatender por ello a la rígida y

sólida estructura que se vislumbra en su menuda anatomía.

4. Cerámica.

Al igual que sucedió en el período geométrico, la cerámica es la manifestación

más característica del arte griego del período orientalizante. Su evolución y desarrollo

es la más clara referencia de cuantas novedades estilísticas e iconográficas iban

apareciendo en el ámbito helénico, en virtud de las aportaciones de Oriente. Los

centros de producción más importantes tuvieron su sede en Atenas, Corinto, y Rodas.

4.1. Cronología.

ORIENTALIZANTE ANTIGUO (700-675 a.C.)

ORIENTALIZANTE MEDIO (675-640 a.C.)

ORIENTALIZANTE TARDÍO (640-610 a.C.)

4.2. La producción cerámica ateniense.

Es bien sabido que Atenas fue, durante el Geométrico, el centro de producción

cerámica más importante de Grecia y que sus manufacturas lograron las más altas

cotas de calidad artística de todo el mundo heleno. El terreno estaba, pues, lo

suficientemente abonado como para que los siglos venideros conocieran, también, un

amplio impulso de las técnicas cerámicas y una fructífera evolución de las mismas.Los años que median entre el 725 y el 675 a.C. pueden ser considerados como una

fase de transición entre el geométrico final y el estilo protoático. Fue entonces cuando

comenzaron a aparecer, paulatinamente, los motivos iconográficos de procedencia

oriental, intercalándose tímidamente entre los temas geométricos, ya a finales del

siglo VIII a.C.


Al mismo tiempo, la figuración tomaba creciente presencia e importancia, al

contrario que los motivos geométricos, cada vez más relegados en aras del desarrollo

narrativo y del engrandecimiento de las figuras. Surgían también los primeros y

modestos trazos de contornos para las representaciones, sustituyendo a las antiguas




siluetas, acaso para manifestar un deseo de individualización cada vez más latente.

Algunos motivos orientalizantes como las esfinges, las rosetas, las trenzas y las

espirales comenzaron a ser motivos icónicos recurrentes que habrían de sustituir, de

forma progresiva, a los meandros, esvásticas, triángulos y toda suerte de trazos

geométricos (fig. 22).

El apogeo del estilo protoático

se ha situado tradicionalmente en torno

a los años medios del siglo VII a.C. Por

aquel tiempo, los pintores adoptaron,

ya de forma generalizada, el principio

de la línea o perfil de la figura e hizo su

aparición el estilo en blanco y negro , es

decir, la representación de figuras

negras sobre un fondo claro, con

detalles de viva policromía para

resaltar algunos pormenores del

conjunto. Aparecieron nuevas formas

cerámicas y con ellas afloró una

extraordinaria y vívida renovación iconográfica, con especial desarrollo de la

iconografía mitológica y los temas épicos. Estilísticamente, las realizaciones de este

periodo se caracterizan por una alta expresividad de las figuras, que muestran trazos

exagerados, deformaciones

intencionadas de los personajes

cuyos rasgos se vislumbran, en

ocasiones, como expresionistas.

Tales características, estimadas por

muchos como extravagantes,

pueden encontrar su justificación enel momento cronológico en el que se

enmarcan: un período de formación

y experimentación en el que se

solapan y conviven, de forma

ecléctica, diferentes aspectos, tanto

icónicos como técnicos y/o

estilísticos (fig.23).

Fig. 22. Loutrophoros atribuido al pintor de Analatos.

S. VII a.c. París, Museo del Louvre

Fig. 23. Detalle del cuello de una ánfora ática de hacia el

650 a.C. Museo de Eleusis





4.3. Corinto.

La tradición ceramográfica de Corinto no estuvo tan desarrollada como la ática

en el período precedente; sin embargo, en el transcurso del siglo VII a.C., los alfares

de la ciudad del istmo desarrollaron ampliamente un estilo orientalizante,

generalmente designado como “protocorintio”, cuyos rasgos característicos lo

individualizan y separan netamente de las producciones áticas. Se trata de un estilo

helenizado y fino, algunos de cuyos diseños proceden del repertorio neohitita,

especialmente los frisos de animales pasantes que, multiplicados, ocupan toda la

superficie de las vasijas confiriéndole una apariencia muy decorativa y multicolor. Las

formas más utilizadas de esta primera fase fueron los alabastrones, los aríbalos y las

pyxides, es decir, pequeñas formas globulares, destinadas a contener ungüentos de

lujo o servir como contenedores de objetos de tocador (fig. 24). Los vasos corintios, de

formas muy perfeccionadas, ofrecen siluetas negras realzadas por perfiles sobrios de

tonalidades rojas o moradas sobre fondo amarillento. En la mayoría de los casos son

elegantes creaciones, pintadas a base de trazos muy seguros, en los que la

señalización de los detalles interiores se verificaba mediante finas incisiones.

Fig. 24. Olpe Chigi. 620-600. Roma, Museo de

Villa Giulia Fig. 25. Pyxide protocorinta . S. VII a.C. Londres, Museo

Británico

La creación magistral de la cerámica corintia es el olpe Chigi , del Museo

romano de Villa Giulia (fig.25). La decoración de la jarra, realizada con técnica





miniaturística, está dividida en varios frisos: El cuello del recipiente presenta cadenas

de flores de loto y palmetas, mientras que la panza está ocupada por grandes frisos

figurados. Un ejército de hoplitas en formación, anunciados por un auleta, evoca la

antigua temática guerrera en la zona superior; debajo, ya en el registro principal, se ha

representado una procesión de jinetes y aurigas, que conducen sus carrozas, así

como escenas alusivas a la caza del león -tema muy popular en Oriente,

especialmente en Asiria y que aparece muy raramente en el arte griego- y algunas

escenas mitológicas como el Juicio de Paris. El borde figurativo inferior muestra una

escena de persecución de la de la liebre, asunto habitual en muchos vasos

manufacturados en Corinto.

La manera de agrupar las figuras y de variar su disposición, señalando

avances, paradas y modificación en el ritmo de los personajes es excepcional en la

pintura de vasos, donde la tendencia general es distribuir las figuras regularmente. El

carácter infrecuente de la composición es bien significativo y afecta muy en particular a

la escena de batalla representada en el hombro del vaso por lo que, para algunos

autores, debió de estar inspirada en alguna pintura mural de gran formato (Robertson:

1978, p.47),

La máxima aportación de la cerámica

corintia a la pintura antigua fue la aparición

de la técnica melanográfica o de figuras

negras, ya a principios del siglo VI a.C.,

cuya influencia se dejaría sentir muy

rápidamente en toda Grecia, en virtud de las

exportaciones masivas promovidas por

estos alfares de Corinto. Tanto en Atenas

como en la propia Corinto, tuvo lugar una

acentuación del orientalismo (Demargne.

1981, p.335) que se manifiesta enproducciones en las que se multiplican las

series de animales vistos de perfil,

generalmente orientados hacia un centro

imaginario, situados entre rosetas y otros

motivos foliáceos, tal y como puede

apreciarse en el oinochoe del Pintor del

Vaticano, conservado también en el Museo

de Villa Giulia. (fig.26).

Fig. 26. Olpe corintio atribuido al Pintor del

Vaticano, h. 600 a.C., Malibú, Paul Getty

Museum





4.4. Rodas.

Desde principios del siglo VII a.C., la isla de Rodas conoció una tendencia

innovadora en los diseños de su cerámica pintada, caracterizada por una fuerte

influencia oriental; surge entonces el que Demargne ha calificado como el másorientalizante de todos los estilos griegos (p.338) y que normalmente se designa como

“camiriano” porque muchos de los ejemplares se han hallado en la necrópolis de

Camiros, o “rodo-milesio”. El estilo se expandió a través de Asia Menor, con los

centros de producción instalados en Miletos y Chios; entre las formas más habituales

prevalecen los oinochoes , los cuales son copias de modelos broncíneos, así como

platos elevados sobre pies o sin ellos. Las composiciones de estos vasos pasan a ser

monótonas repeticiones de frisos animales estereotipados –preferentemente cabras

salvajes- que destacan sobre un fondo de diseños florales. La procedencia de estos

motivos florales es, como se reconoce unánimemente, la iconografía prestada de los

exquisitos diseños de bordados y tejidos orientales. El engobe blanco que sirve de

fondo a los diseños citados proporcionan a la cerámica una apariencia inconfundible

(fig.27); sólo la variedad tardía de Fikellura admitió la presencia de la figura humana.

Fig. 27. Dinos rodio. 625-600 a.C. Londres, Museo Británico Fig. 28. Oinochoe rodio. h.620-600 a.C.

París, Museo del Louvre

Entre los ejemplos más importantes de la cerámica rodia sobresale la célebre

Oinochoe Levy (fig.28), hoy en el Museo del Louvre. Presenta una decoración muy

densa y elaborada: los motivos entrecruzados sirven para ornar cuello del recipiente

en cuya panza se disponen hasta seis frisos superpuestos. Sobre el hombro se

despliegala banda decorativa de mayor anchura con representaciones de grifos,esfinges, ocas y entrelazos florales tratados con cierta libertad, individualismo e





independencia. Cinco frisos monótonos con series de gamos y cabras, ocupan el

resto de la vasija, diferenciándose únicamente por el tamaño decreciente de las

figuras, que van siendo cada vez más reducidas en la parte inferior del conjunto. Pese

a esta invariabilidad en el diseño, la impresión de suntuosidad y riqueza es muy

intensa, hecho que se acrecienta gracias a la calidad del dibujo y a las bordaduras

florales que rebosan los espacios vacíos entre las figuras de los animales.

4.5. Creta, las Cícladas y Chipre.

Creta y muy en especial las Cícladas,

están relacionadas con la producción de los

llamados “vasos plásticos”, cuyas formas imitan

figuras humanas o de animales. En Egina, porejemplo, la más conocida traza de los “vasos

plásticos” adoptó frecuentemente la apariencia de

cabeza de grifo (fig.29). Por su parte, las ánforas

de Melos, fabricadas en Paros, exhiben una

menor influencia de Corinto: tienen un marcado

gusto por la iconografía narrativa y épica así

como una propensión al horror vacui , el cual se

expresa gracias a la abundancia de meandros ysvásticas. La cerámica chipriota muestra una

predilección por el colorido, muy acentuado. Sus

diseños favoritos fueron las tradicionales figuras

de pájaros, situadas entre elementos

geométricos, aunque ocasionalmente tuvieron

cabida algunas escenas de carácter narrativo,

que pueden llegar a ocupar la totalidad del campo

decorativo. Entre ellas se vislumbran también motivos de ascendencia puramente

orientalizante: flores, enrrollamientos, volutas, frisos de lotos, volutas y toda suerte de

elementos exóticos.

Fig. 29. Oinochoe cicládica con cabeza

de grifo. Mediados del siglo VII a.C.

Londres, Museo Británico

5. Artes industriales y Joyas

Ya hemos hecho referencia a las placas broncíneas, mitras y yelmos

decorados en relieve en el apartado de la escultura. Además de estos objetos,

merecen citarse ahora diversas piezas de orfebrería procedentes en su mayor parte decontextos funerarios, en los que la influencia de Oriente es muy ostensible. Sobrealen,





por su calidad técnica, las joyas procedentes de la necrópolis de Camiros, en Rodas.

Son colgantes y collares de técnicas orfebres muy sofisticadas entre las que se

cuentan el granulado y la filigrana. Su figuración muy rica y en ella se introducen

asuntos muy variados; el más difundido es, sin embargo, el de la antigua Potnia

Theron , la Señora de los animales, una figura alada (con ala pérsica, muy incurvada),

que se dispone frontalmente de cara al al espectador sosteniendo en sus manos las

figuras animales cuyo dominio ostenta (fig.30).

Fig. 30. Placa de oro con

representación de Potnia

Theron. Procedente de Rodas.

Londres, Museo Británico

Fig. 31. Cuenco de oro para libaciones. Procedente de la necrópolis de

Camiros, Rodas. S. VII a.C. Museo de Bellas Artes de Boston

Muy interesantes son, asimismo, los cuencos realizados en oro y otros

materiales nobles, recipientes utilizados probablemente para libaciones rituales y

dedicados en tumbas y santuarios a modo de exvotos. Entre los mejores ejemplos

conservados citamos el hermoso cuenco áureo gallonado del Museo de Boston(fig.31), dedicado por el hijo de un tal Kypselos de Heraclea, a mediados del siglo VII

a.C., tal y como consta en la inscripción griega de su borde.





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BIBLOS, Biblioteca Umanistica Virtuale degli Organi di Ricerca del CNR: Progetto

infrastrutturale per lo sviluppo e l'integrazione dei servizi telematici degli Organi

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Documents

Arte Griego Orientalizante.unlocked