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 Apor tes de la P sicología Cultural para comprender la Violencia Intrafamiliar 1 María Cristina Tenorio Psicología Cultural es el nombre que recibe una perspectiva en la investiga- ción y conceptualización psicológicas que, aunque relativamente reciente como movimiento, tiene renombrados antecesores. En los últimos 15 años, los psicólogos del primer mundo se han visto enfrentados a la exigencia de comprender las diferencias en la inserción en el aparato escolar, y en otras instituciones, de las comunidades emigrantes a países que hasta ese momento sólo reconocían en sus habitantes una identidad dominante. El melting pot americano se fragmentó cuando cada comunidad cultural reivindicó el dere- cho a la diferencia; igual ha ocurrido con países como Francia, Inglaterra y otros, al tener que asimilar a sus excolonizados, aunque sin lograr imponerles la identidad nacional francesa o inglesa. Las diferencias identitarias dentro de los países siempre han existido a nivel étnico, regional y entre clases so- ciales, pero hasta hace unos años no había el reconocimiento político de las mismas, ni el interés de ofrecerles programas y serv icios educativos, de salud u otros, que tuvieran en cuenta y se adecuaran a esas identidades d iferentes. Por esta misma razón, los psicólogos no se habían planteado el problema de cómo orientar sus servicios de orientación, terapia y demás a comunidades cuyas metas y prácticas dieren de las hegemónicas. Fue necesaria la confrontación con estas dicultades para que surgiera la necesidad de reformular la mirada de la psicología sobre lo normal, lo espe- rado, lo correcto; y por tanto, la urgencia de reformular sus conceptualizacio- nes y prácticas frente a lo que se ha llamado patológico , retrasado, o sociopáti- co. Pero incluir las variantes que la cultura produce en los seres humanos es un problema que va más allá de cambiar la posición política. Exi ge a la psicología 1 Segundo Encuentro de Experiencias de Sistematización: F oro Municip al “Fam ilia y C onvivencia en la ciudad”. Cali Mayo 12 del 2004     P   s    i   c   o    l   o   g    í   a    C   u    l   t   u   r   a    l    U    N    I    V    E    R    S    I    D    A    D    D    E    L    V    A    L    L    E      P      O      N      E      N      C      I      A 1 Grupo Cultura Desarrollo Humano

Aportes de La Psicologia Cultural a la Comprensión del Maltrato

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Nuestros bebés nacen con potenciali- dades para la vida social. Éstas se desarrollan y orientan según el tipo de interacciones que viven. Por ser los humanos seres de sentido, los imaginarios que nos gobiernan podrán llevar fácilmente a la violencia, si no inscribimos a los niños en un tejido social organizado simbólicamente, y delimitado por prácticas que implican el reconocimiento del otro.

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    Aportes de la PsicologaCultural para comprender

    la Violencia Intrafamiliar1

    Mara Cristina Tenorio

    Psicologa Cultural es el nombre que recibe una perspectiva en la investiga-cin y conceptualizacin psicolgicas que, aunque relativamente recientecomo movimiento, tiene renombrados antecesores. En los ltimos 15 aos,los psiclogos del primer mundo se han visto enfrentados a la exigencia decomprender las diferencias en la insercin en el aparato escolar, y en otrasinstituciones, de las comunidades emigrantes a pases que hasta ese momentoslo reconocan en sus habitantes una identidad dominante. El melting potamericano se fragment cuando cada comunidad cultural reivindic el dere-cho a la diferencia; igual ha ocurrido con pases como Francia, Inglaterra y

    otros, al tener que asimilar a sus excolonizados, aunque sin lograr imponerlesla identidad nacional francesa o inglesa. Las diferencias identitarias dentrode los pases siempre han existido a nivel tnico, regional y entre clases so-ciales, pero hasta hace unos aos no haba el reconocimiento poltico de lasmismas, ni el inters de ofrecerles programas y servicios educativos, de salud uotros, que tuvieran en cuenta y se adecuaran a esas identidades diferentes. Poresta misma razn, los psiclogos no se haban planteado el problema de cmoorientar sus servicios de orientacin, terapia y dems a comunidades cuyasmetas y prcticas dieren de las hegemnicas.

    Fue necesaria la confrontacin con estas dicultades para que surgiera

    la necesidad de reformular la mirada de la psicologa sobre lo normal, lo espe-rado, lo correcto; y por tanto, la urgencia de reformular sus conceptualizacio-nes y prcticas frente a lo que se ha llamado patolgico, retrasado, o sociopti-co. Pero incluir las variantes que la cultura produce en los seres humanos es unproblema que va ms all de cambiar la posicin poltica. Exige a la psicologa

    1 Segundo Encuentro de Experiencias de Sistematizacin: Foro Municipal Familia y Convivencia en laciudad. Cali Mayo 12 del 2004

    Psi

    cologaCultural

    UNIVERSIDAD

    DELVALLE

    PONENCIA

    Grupo Cultura Desarrollo Humano

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    romper su encierro disciplinario, y aprender de las otras disciplinas humanasy sociales y con ellas cmo son los seres humanos cuando no pertenecen a laclase media alta de los pases de Occidente poblacin tpicamente adopta-da como norma o estndar por los estudios y teoras psicolgicas clsicos.

    I

    Los seres humanos estamos determinados genticamente en todo lo referentea nuestra vida vegetativa. No necesitamos intervenir ni aprender lo relacio-nado con el crecimiento y funcionamiento orgnico. Nuestra vida social, porel contrario, no est regida por la gentica, y debe ser aprendida. Desde haceaproximadamente 10.000 aos qued jada la especie homo sapiens, tal comohoy en da existe, por lo que los cambios en la conducta de la especie y en lasrelaciones inter especie no pueden atribuirse a la gentica. Al contrario de

    los mamferos superiores, e incluso de los simios, nuestras relaciones socialesson el resultado de un complejo proceso de evolucin histrica, la cual exigefecundas modalidades de aprendizaje y de enseanza deliberada, inexistentesentre los primates. Estas modalidades de aprendizaje exigen varios elementosfundamentales:

    Un aparato neuronal muy maleable, el cual no sigue un formato nico, sinoque se modela y organiza segn las experiencias y exigencias del contexto

    vital y relacional, dando lugar a mentes y sensibilidades diversas. Por locual no existe una mente humana nica, ni sentimientos idnticos frente a

    los hechos de la vida. La existencia de un sistema de signicacin y comunicacin muy

    elaborado:las lenguas humanas. Algunos animales tienen sistemas de co-municacin simples, pero no de signicacin. Nuestro primer sistema designicacin la lengua materna da sentido y valor particular a cadauna de las expericiencias vitales, al tiempo que imprime bajo la forma deconexiones neuronales nuestra memoria personal y nuestra identidad.

    Una organizacin social regida por una cultura particular: las sociedadeshumanas. Estas sociedades han evolucionado histricamente, creandomodelos muy diversos de cmo comportarse socialmente, lo cual ha lle-

    vado a que la organizacin del psiquismo humano, producto de la vida ensociedad, sea cada vez ms compleja. Las instancias sociales de control seinternalizan cada vez ms, y esta internalizacin se hace cada vez ms tem-pranamente. La mentalidad y sensibilidad del individuo contemporneo,perteneciente a sociedades desarrolladas, tienen muy poco en comn conlas de los individuos de los siglosXIo XIIIfueran ellos caballeros, cam-

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    pesinos o monjes tanto de Occidente como de Oriente.

    Una situacin particular de las cras humanas: su premadurez al nacimien-to y su larga indefensin y dependencia; situacin que ha llevado en todaslas pocas de la humanidad a la organizacin de unidades sociales de cui-

    dado y formacin de la prole, lo que corrientemente llamamos familia.sta, de ninguna manera puede confundirse con las agrupaciones anima-les, regidas por instintos. La familia humana es una institucin, en el sen-tido antropolgico, por tanto obedece normas culturales; sus formas deorganizacin son diversas y cambiantes y no existe una progresin, ni unmodelo mejor que otros.

    Retomo las consecuencias de los planteamientos anteriores:

    Los seres humanos somos seres de sentido. Cada experiencia que vivimos la expe-

    rimentamos y la archivamos en nuestras sinapsis como memoria consciente oinconsciente, pero no como hecho bruto, sino cargada de signicado. El signi-cado no necesariamente corresponde al signicado objetivo que los dems

    veran como evidente, sino al signicado personal, segn la manera como loha interpretado quien experiment la situacin (beb, nio, joven o adulto).Lo vivido no se puede cambiar, pero s puede cambiarse la interpretacin delo vivido, precisamente cambiando el sentido que la persona inicialmente leatribuy.

    El sentido de los hechos no es una mera construccin personal, sino que nos

    viene de fuera, de los signicados con los que nos envuelven, nos acunan, losadultos con quienes nos criamos; signicados que incorporamos - en el sen-tido literal de volverlos parte de nuestro cuerpo, de convertirlos en formas dereaccin corporal.

    El yo es construido socialmentey el psiquismo est determinado por el tipo decultura a la que se pertenece, por cuanto est formado por diversas instanciasproducto de la internalizacin del mundo social externo. Funciona conjugan-do permanentemente a esos otros que lleva incorporados dentro de s, y quele denen modelos de cmo pensar, qu sentir y cmo actuar cotidianamen-te: como hombre o como mujer; como nio, joven, o adulto mayor; con lospares, o con los superiores o inferiores. Pero tambin intentando poner deacuerdo internamente exigencias de placer y satisfaccin de anhelos y deseos,

    basados en las pulsiones, con exigencias reguladoras y controladoras que hainteriorizado de la cultura. Al tiempo que debe tener en cuenta a los otros ex-ternos que funcionan como referente social.

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    El sentido de los hechos cambia con las pocas y con las culturas. Cada culturaprovee una cosmovisin, y dentro de ella se organizan creencias, normas ypatrones que regulan las conductas, modelos implcitos o explcitos para cadarol y funcin, y prcticas adecuadas para cada situacin de la vida. Cmo in-terpretar la conducta del otro no es por tanto algo improvisado sino que de-

    pende de los sentidos que la cultura particular asigna a esa conducta. As, lamisma conducta tiene sentidos y valoracin diferentes segn la cultura de quese trate: a) en una cultura holstica, jerrquica y tradicional, el que un nioformule preguntas al adulto sobre un saber que se le ensea puede signicarfalta de humildad, querer sobresalir por encima de los dems e irrespeto porla palabra y el saber de los adultos; su conducta ser reprochada. b) en unacultura individualista en la que la crianza se funda en ideas democrticas, lamisma conducta signicar que el nio es vivaz y capaz de analizar o cuestio-nar lo que le dicen, por lo que se valorar su autonoma cognitiva. De la mismamanera, las funciones paternas se han denido de distinta manera segn las

    culturas; as, en la poca de la Repblica en Roma, la decisin del Pater Fa-milias respecto a reconocer o no al recin nacido como hijo y concederle portanto el derecho a la vida, no era considerado como un acto de bondad o decrueldad, sino un acto de su potestad, validado por el Derecho romano. Hoyen da, una conducta semejante sera considerada la mayor violacin no slo alos derechos del nio sino a los derechos humanos fundamentales.

    Consideremos el ejemplo con el que Kempe y Kempe iniciaban su li-bro clsico sobre el maltrato infantil: el sacricio de Isaac. Abraham, pastor deganado de Caldea luego de establecer un pacto con Yahw se desplaza a Ca-nan e intenta seguir all los mandatos de su nuevo dios; ste lo recompensa

    con un hijo en la vejez suya y de Sara, su esposa. Segn el Antiguo Testamento(Gnesis, 22, 1-18) este dios le solicita el sacricio de su hijo Isaac para probarsu fe, pero nalmente un ngel detiene su mano cuando va a degollar a la vc-tima sacricial. Kempe y Kempe utilizan este ejemplo para ilustrar la crueldad

    y maltrato que siempre ha existido hacia los nios. Sin embargo, omiten anali-zar el por qu de este acto y su relacin con la cultura de origen de Abraham:la cultura caldea, cuyos dioses exigan sacricios y ocasionalmente el del hijoprimognito, en especial para cumplir un voto. Es decir, que Kempe y Kem-pe y tras ellos muchos expertos en maltrato cometen un anacronismo alasignar un sentido moderno a un acto de la antigedad. Por lo dems, este esuna de los mayores obstculos para la comprensin de la Historia: aprende-mos escolarmente hechos cuyo sentido para quienes los vivieron no capta-mos, pues actualmente no tenemos ninguna comprensin de la mentalidad deotras pocas; por lo general, los libros de texto as como los profesores no nosensean a comprender estos aspectos de la historia. La posicin que expongo se funda en supuestos que han sido desa-rrollados por diversas disciplinas. Una psicologa que intente dar cuenta dela complejidad de los mecanismos psicolgicos humanos en su articulacin

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    sociocultural e histrica debe estudiar a los autores que desarrollaron estasteoras fundadoras. Por eso planteamos que la Psicologa Cultural debe sertransdisciplinaria.

    Supuestos bsicos ericos undadores Disciplinas necesarias

    Los seres humanos somos seresde sentido, con memoria noconsciente de todo lo vivido.

    FreudPsicoanlisis freudiano;AntropologaSemiologa

    El sentido de los hechos nosviene de fuera, y lo incorpora-mos. Nuestros sentimientos sonculturales.

    FreudVygotskyLacanNorbert Elias

    Semitica;Psicoanlisis lacaniano;Sociologa de lasconguraciones psquicas

    Nuestra mente y sentimientosson efecto de los aprendizajesespeccamente humanos.

    DamasioTomasello Neuropsicologa;

    Psicologa cultural

    El sentido de los hechos socia-les y familiares (el lugar de losnios y el trato que reciben;las relaciones hombre-mujer),cambia con las pocas y con lasculturas.

    VygotskyPsicologa histrico cultural

    Norbert EliasPhilippe ArisClifford Geertz

    Sociologa psicolgica;Historia de las mentalidades;Antropologa interpretativa;

    La agresividad humanatiene diversos destinos segnlas exigencias de control socialde la sociedad y del grupo depertenencia

    FreudLacanNorbert Elias

    El yo es producto de la internali-zacin del mundo social externoy est determinado por la cul-tura particular de pertenencia.Incluye a los otros incorporadosdentro de s, y a otros externosque son su referente.

    FreudGeorge H. MeadVygotskyNorbert Elias

    Psicoanlisis freudiano;Sociologa de la familia;Sociologa del yo.

    II

    A

    Los puntos que acabo de resaltar exigen una conceptualizacin de la violenciaintrafamiliar que d cuenta del sentido de los hechos y situaciones de vio-lencia familiar sin separar lo personal de lo socio-cultural. La mayora de lasconceptualizaciones vigentes sobre la VIF se fundan en el anlisis de los fen-menos intrapsquicos e intrafamiliares. Se requiere una perspectiva psicolgi-ca amplia que conceptualice el sentido de las violencias familiares de acuerdo

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    con los contextos particulares. Esto nos exige adoptar una posicin tericatransdisciplinaria: en los ltimos 15 aos esta posicin ha adquirido fuerza yreconocimiento.

    Segn los documentos de la Unesco (1994, 1997), la transdisciplina-riedad es decir, lo que existe entre, a travs y ms all de las disciplinas

    hace emerger, de la confrontacin de las disciplinas, nuevos datos que las ar-ticulan entre s, y nos ofrece una nueva visin de la naturaleza y de la realidad.La transdisciplinariedad no busca el dominio de muchas disciplinas, sino laapertura de todas las disciplinas a aquellas que las atraviesan y las trascienden.sta se logra cuando una disciplina siente que su identidad se quiebra porquepara poder pensar sus propios objetos tiene que salir de s misma; vive undescentramiento, y la crisis le permite construir objetos en las zonas de fron-tera con otras disciplinas, con las artes, con el saber popular y la imaginacinsocial.2

    La formacin de las disciplinas cientcas, sociales y humanas en el si-

    glo XIX dio lugar a la creacin de parcelas amuralladas: cada disciplina estu-diara un mbito, recortndolo del todo humano. As la sociologa tom paras los fenmenos y estructuras de la sociedad en su conjunto; la antropologalos pueblos exticos; la lingstica el estudio del lenguaje en s mismo; la psi-cologa los procesos psicolgicos inferiores, la medicin de las ejecucionescon diversos tipos de tests, y posteriormente el estudio del desarrollo; el psi-coanlisis se dedic al estudio de lo intrapsquico y de las diversas patologasque permiten comprender cmo funciona el psiquismo humano. Tanto la so-ciologa como la psicologa, en su pretensin de ser ciencias duras, adoptaronposiciones epistemolgicas y mtodos que las llevaron a construir sus objetos

    de estudio como si los seres humanos fueran fenmenos de la fsica. A nes del siglo XX, desde el interior de cada una de estas disciplinasse empezaron a derrumbar las murallas: unas disciplinas empezaron a tomarde otras bien fuera sus mtodos de estudio o de anlisis, o sus conceptualiza-ciones. Poco a poco cambi la tajante denicin y separacin de sus objetosde estudio. Actualmente, los antroplogos hacen antropologa de la vida co-tidiana en sus propias ciudades, los socilogos estudian la familia o el yo, lospsiclogos reconocen que no se puede comprender al sujeto sin entender lamanera como lo social lo constituye, e igualmente sin considerar las variantesde la subjetividad segn las culturas tnicas, regionales, y de clases sociales.

    As mismo, el lenguaje ha dejado de estudiarse como un objeto en s, y los psi-clogos sociales estudian cmo la manera de hablar permite comprender losmodelos sociales y las identidades de quienes hablan. De manera paulatina lossaberes aislados pierden primaca frente a las posiciones transdisciplinariasque se instauran para tratar de comprender la complejidad de los fenmenoshumanos.

    2 Conferencia de Jess Martn Barbero sobre la Transdisciplinariedad en las Humanidades. Universidaddel Valle, Cali, marzo del 2004.

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    A lo largo del siglo XX, las distintas psicologas fueron por lo generaluniversalizantes y ahistricas. Universalizantes por cuanto intentaban explicarel desarrollo psquico, el funcionamiento psicolgico y las patologas desde unnico modelo explicativo de persona normal construido a partir de las clasesmedias y altas de los pases del primer mundo occidental. Ahistricas porque

    sus conceptos no consideraban los cambios en el psiquismo humano a lo largode la evolucin histrica, tanto en la larga como en la corta duracin.Diversas disciplinas sociales y humanas han cuestionado en los ltimos

    aos el encierro disciplinario y propuesto perspectivas trans-disciplinarias.Tal es el caso de la Psicologa Cultural; igualmente de la Sociologa Cultural,de la Sociologa del Yo, y de diversas corrientes histricas y antropolgicas.

    Voy a referirme a la Psicologa Cultural en cuanto puede aportar una nuevamanera de plantear el problema de las modernamente llamadas violenciasintrafamiliares, y de buscar sus causas y otras modalidades de intervencin. La lectura de los historiadores franceses de las mentalidades Aris,

    Duby, Le Goff, Delumeau, y sus discpulos sacude al psiclogo al confron-tarlo con sensibilidades y prcticas familiares y sociales totalmente diferentesa las que hoy en da consideramos normales, naturales y necesarias en todacrianza y relacin familiar. Los nios no eran como los de ahora, ni tenan ellugar social privilegiado que hoy en da reclamamos para ellos; las relacionesparentales se fundaban en el poder y la dominacin sin que nadie lo percibie-ra como un atropello; no se haba inventado la madre centrada en el hogar ycuidado de los nios la maternidad de dedicacin intensiva, ni existanexpertos que alertaran sobre los traumas que se estaban produciendo por noponer a los nios en el centro de los afectos y los cuidados. Fueron nuestros

    antepasados de todos los siglos anteriores unos traumatizados, o psicotizados,o neurticos? Difcil armarlo. Por ser dura la vida que vivan era necesaria-mente amarga e infeliz? Hoy en da tenemos un mandato social de ser felices

    y hacer felices a nuestros hijos. La historia rpdamente nos muestra que estoes una invencin contempornea, que no tiene ms all de 50 aos. La diversidad cultural en la manera de pensar y tratar a los nios, o deestablecer relacin de pareja, cuando se estudia y se comprende con relacinal contexto histrico y social que le corresponde, nos permite captar que nohay un modelo adecuado y correcto frente a otros atrasados o patolgicos.Todos los modelos tienen sentido y funcionan con relacin al mundo que losprodujo, y no son ni buenos ni malos en s mismos.

    En la medida en que las explicaciones psicolgicas reconozcan la diver-sidad cultural e histrica de las sociedades, y cmo estas modelan psiquismosdistintos, podrn dar cuenta del maltrato y violencias intrafamilares sin caeren valoraciones morales que por supuesto corresponden a la moral de lacultura de pertenencia del experto.

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    Una teora psicolgica que reconozca la cultura debe comprender:

    Los cambios histricos y culturales en las mentalidades y sensibilidadestanto parentales, como de la sociedad en general, respecto a nios y ado-lescentes;

    Las formas cannicas de relacin intrafamiliar y de regulacin de las fami-lias por parte del Estado o de los expertos, segn diversos perodos hist-ricos de Occidente y de nuestra propia nacin;

    La similitud entre formas de organizacin social y de modelamiento delpsiquismo propias a otras pocas y aquellas existentes en ciertos contextossociales actuales.

    De qu manera las enseanzas de estos tericos nos permiten considerar desde unaperspectiva ms potente los problemas de la VIF?

    Norbert Elias: el psiquismo humano no es una esencia espritu, alma o psi-que que recibimos con la vida (al ser engendrados o al nacer), sino la de-cantacin de las prcticas sociales caractersticas de la poca y sector socialen el cual nos criamos. Elias dedic 60 aos (de los 30 a los 90) a demostrar

    y explicar cmo las prcticas sociales establecidas para controlar, modelar yrenar las relaciones entre los adultos, poco a poco han ido pasando a otrasclases sociales y en segunda instancia a la crianza de los nios. El autocontrol

    del cuerpo y de las pasiones aparece primero como norma social y posterior-mente como estructura psquica individual. El yo, dir Elias, conjuga y hacefuncionar internamente (sin la presencia fsica de ningn otro) las instanciasrepresivas, los modelos ideales, las instancias de control y censura que la so-ciedad cre para limitar las violencias, el impudor. El yo es una estructura emi-nentemente social, moldeada por las exigencias e ideales de cada poca. Porsupuesto, Elias se haba formado no slo en sociologa sino en psicoanlisis ycomparta totalmente las explicaciones freudianas sobre un aparato psquicono unitario sino escindido y en continuo conicto. A las conocidas instanciasfruedianas yo, ello, superyo, yo ideal e ideal del yo Elias agregaba, conrazn, un nosotros ideal o imagen del nosotros el cual de manera implacableexige al yo conformidad con las exigencias de los pares, familia extensa o co-munidad.

    Por tanto, si seguimos a Elias, proponemos que los psiquismos son di-ferentes no slo de una poca a otra sino de un sector social a otro. Actual-mente ciertos sectores sociales por ejemplo, las clases medias urbanasexigen a sus miembros el autocontrol de los impulsos agresivos: no agresinfsica, concertacin y bsqueda de acuerdos que no se basen en la imposicin

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    del ms fuerte o ms violento; son exigencias que estos sectores sociales hanacatado, y transmiten a sus hijos como forma de relacin social obligada e in-teriorizada. Pero estas no son necesariamente las exigencias que otros sectoressociales por ejemplo los sectores marginales, estratos 1 y 0 transmiten asus hijos; entre otras razones porque hacerlo implicara ponerlos en riesgo

    previsible frente a la violencia de sus vecinos. Porque para renunciar al ejer-cicio de la violencia es necesario no solo que se haya delegado en el Estado elmonopolio de la violencia, y que este lo ejerza intentando ser justo, sino viviren un contexto social en el que la supervivencia no dependa de saberse defen-der y tener con qu hacerlo.

    Por supuesto Elias no slo explica cmo la violencia social se transfor-ma a lo largo de los siglos, sino tambin la violencia en las relaciones hombremujer y en la relacin padres hijos. Por qu y cmo los hombres renuncian alrapto de las mujeres, o a su seduccin y violacin. Cmo se van cambiando losestilos de relacin de pareja fundados en la propiedad de la mujer y por tan-

    to en su domimnacin total, a estilos en los que la mujer adquiere un mayorpoder porque el hombre debe conquistarla con la palabra y no con los actos.Cmo los padres se van civilizando a lo largo de los siglos y en lugar de do-minar a los hijos tratan de ayudarles a vivir el ineludible proceso civilizador,en cuyo curso uno se vuelve adulto, sin que se deterioren sus posibilidades degoce y alegra (Elias, 1998).3

    Durante milenios, los padres haban tenido un inmenso poder sobresus hijos. Desde hace algunos siglos esta situacin empez a cambiar, primerocon las recomendaciones de los humanistas, como Erasmo, y luego de los mo-ralistas y lsofos como Gerson y Rousseau, para quienes la relacin de poder

    deba ser balanceada por el amor. La legin de expertos en la infancia queempez a formarse en el siglo XIX, ha dado lugar a modicaciones inmensasen el lugar social y psicolgico que ocupaban los nios en la sociedad y en lasfamilias. Existen ahora prescripciones sociales normativas sobre cmo tratar alos nios que exigen a los padres nos dice Elias un grado de considera-cin y reserva, de civilizacin, si se puede decir as, que supera con creces losgrados de autocontrol y reserva socialmente aceptados de los padres de po-cas pasadas si es que antes se esperaba reserva alguna de ellos.4Elias, juntocon Aris, echan las bases de una teora sociogentica de las relaciones padreshijos, fundamental para evitar los peligros de una teora puramente psicoge-ntica como son aquellas en las que generalmente se apoyan los expertosen la infancia.

    Los historiadores de las mentalidades, como Le Goff, Duby y Aris re-tomando el mtodo etnogrco para la Historia, descubrieron cmo eran las

    3 Norbert Elias,La Civilizacin de los padres y otros ensayos(1997). Bogot: Editorial Norma, 1998. (pag.409-10).

    4 Ibid, pag. 411.

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    mentalidades y sensibilidades en otras pocas, y las diferencias segn posicinsocial y ocio, o segn edad y gnero. Todos ellos nos ensean a tomar muyen serio lo que la Unesco propone para la educacin transdisciplinaria: Unaeducacin autntica no puede privilegiar la abstraccin en el conocimiento.Debe ensear a contextualizar, concretar y globalizar. La educacin transdis-

    ciplinaria reevala el rol de la intuicin, del imaginario, de la sensibilidad y delcuerpo. (Artculo 10, 1994). En estas bsquedas transdisciplinarias - entre, a travs y ms all dela divisin ortodoxa entre las disciplinas -, resulta fundamental el aporte deLev Vygotsky a la comprensin de la articulacin psiquismo-sociedad. Paral, la psicologa deba centrarse en el estudio del hombre concreto, con sus

    vivencias y su drama cotidiano, en medio de su entorno sociocultural. Estapsicologa deba ocuparse de los procesos psquicos superiores, como lo pro-pona Wundt para la segunda psicologa, la Volkerpsychologie. Para Vygotsky,el origen de estos procesos es socio-histrico y cultural. Es que por supuesto,

    l no slo haba ledo a Freud, sino a Marx; y para el enfoque dialctico mate-rialista, el psiquismo humano se constituye al interior de relaciones socialesconcretas, histricamente determinadas. En dichas relaciones sociales, la acti-

    vidad productiva, los instrumentos que ayudan a transformar la naturaleza, yel lenguaje, cumplen un papel central (Galperin,1979).

    Los diversos estudios que Vygotsky realiz lo llevaron a una conclu-sin fundamental, contraria a la psicologa piagetiana: la actividad psquica enel hombre se construye a partir del modelo de la actividad externa. Al estudiarcmo los nios se apropian del lenguaje y del sentido Vygotsky nos mostrcmo los gestos infantiles inicialmente puramente motores y encerrados en el

    propio individuo, adquieren signicacin social, se vuelven un gesto que co-munica una intencin. El medio externo - social, y la interaccin con el adulto,ayudan a moldear la actividad mental del nio. Lo interpsquico se vuelve in-trapsquico.

    Cmo explicar la agresividad y la violencia humanas?

    La mayora de los tericos han cado en la tentacin de naturalizar la agresivi-dad de los humanos: somos agresivos e incluso violentos porque nuestra ani-malidad se apodera de nosotros pelamos los dientes, nuestro cuerpo tomala posicin del ataque, se nos sube la sangre a la cabeza y agredimos sin pen-sar. Debemos ahora acudir a otros dos grandes pensadores Sigmund Freud y

    Jacques Lacan. Freud entendi tempranamente precisamente al tener fren-te a s la carnicera que fue la Primera Guerra Mundial, y sus efectos no slo demuerte sino de traumas psicolgicos que la apetencia por la muerte de losseres humanos no es una derivacin de nuestra animalidad biolgica, sino porel contrario, el resultado de ser seres de sentido, seres que no viven la vida sin

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    tener que pensar y slo dedicados a pastar, cazar o descansar. Freud en Msall del principio del placer (1918), teoriza una pulsin que mueve a los sereshumanos con la misma fuerza que el Eros (el cual incluye las pulsiones yoicas

    y las sexuales): se trata de Tanatos, la pulsin de muerte (que puede dirigir-se al igual que Eros hacia s mismo o hacia los otros). Esta caracterstica de

    la pulsin agresiva la retomar ms adelante pues permite entender cmo devctima se pasa a victimario. Fue Lacan quien retom la pulsin de muerte y la desarroll amplia-mente, explicando adems cmo se forma. La tensin agresiva se forja desdelas primeras relaciones que fundan el psiquismo del beb, y le permiten tomaruna posicin activa o pasiva frente al destete psquico, segn acepte o no laausencia de la gura maternante (la imago materna); aquella que inicialmentehaca parte del ser del infante, pero cuya ausencia impone la escisin de ese sertotal. El anhelo de la muerte siempre estar all, nos dice Lacan, como efectode esa prdida. Las subsiguientes relaciones de identicacin y prdida ali-

    mentarn ese deseo de muerte. As, la temprana identicacin con la imagenespecular, la imagen ideal, en la que el yo se constituye y se aliena, existe y se vefuera de s, en una existencia que le hace depender de la mirada del otro, quele hace existir por otro y para otro y no de una manera inmanente. Tambin laidenticacin con el nuevo hermanito, el intruso, y el ansia de desaparecerlo,que instaura la rivalidad mortfera la cual siempre perdura en el psiquismohumano: o l o yo. Esa agresividad siempre ambivalente, siempre pasando dela actividad (actuar la agresin sobre el otro) a la pasividad (volcar la agresinsobre s mismo), es parte de nuestra dote social, y condicin sine qua nonpara que agredamos a lo que ms queremos (incluidos nosostros mismos), o

    para caer en la paranoia y ver perseguidores o enemigos por doquier. Estas doscaractersticas de la agresividad humana son fundamentales para comprenderlos mecanismos de los diversos maltratos intrafamiliares.

    IIII

    Qu aporta este enfoque cultural transdisciplinario a la denicin de polti-cas para la prevencin de la VIF y promocin de la convivencia familiar?

    En primer lugar le exige a las disciplinas sociales y humanas que estu-dian el maltrato y las violencias superar los obstculos epistemolgicos, pol-ticos y ticos que han marcado hasta ahora a las teoras que explican y buscantrasnformar las relaciones de VIF.

    Cules son esos obstculos?

    El ahistoricismo y los anacronismos. Estos son permanentes cuando situa-

    PRESENTACIN

    PONENCIA

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    ciones inscritas en contextos culturales ajenos a la sensibilidad y mentalidadde los expertos y funcionarios se analizan desde una perspectiva psicolgicaintrafamiliar, o desde la posicin universalizante de los derechos de los nios.La mentalidad y la sensibilidad (qu sentir, qu interpretacin dar, y cmo

    valorar) son particulares a los diferentes perodos histricos y al sector de

    poblacin que es agente del hecho estudiado: no es lo mismo la mentalidadde los humanistas europeos del sigloXVI, quienes empezaron a proponer unarelacin de autoridad paterna fundada en el amor y no slo en el poder, quela mentalidad de los puritanos emigrantes a Nueva Inglaterra, quienes propo-nan una crianza basada en la disciplina estricta y el rigor, para encaminar lasalmas a Dios. Tampoco son iguales la sensibilidad parental del sigloXVIdeEuropa occidental para con sus pequeos cuando una gran mayora erancriados por nodrizas lejos de su familia de origen, o depositados en orfana-tos, y la sensibilidad del sigloXIX, cuando los nuevos expertos de la infanciainstauraron la ideologa de la buena madre, aquella mujer exclusivamente

    dedicada al hogar y cuidado de sus hijos.Dice Arturo Prez-Reverte:Mirar hacia atrs con las gaas de lo polti-camente correcto es de gilipollas. no puedes mirar la conquista de Amrica o la

    guerra de Flandes con esas gaas. Era otro mundo y t no puedes aplicar los crite-rios polticamente correctos del sigloXXIal mundo de los siglosXV,XVIyXVII. Eranotros valores.5

    Explicar el desarrollo de los nios y jvenes humanos segn un modelo ni-co universal determinado fundamentalmente por la maduracin de las caracte-rsticas de la especie. El desarrollo sigue patrones culturales particulares. Cada

    cultura busca desarrollar aquellas potencialidades que ms adelante ayudarna ese miembro de su grupo a sobrevivir en su mundo; algunas desarrollan msla inteligencia social, otras el razonamiento, otras habilidades y destrezas cor-porales, etc.

    La universalizacin del modelo de desarrollo y de relacin parental ha lle-vado a la imposicin de un modelo nico de crianza y de relacin de pareja,producido desde las teoras expertas. Modelo que al imponerse quita validez

    y vigencia a los modelos culturales anteriores, al descalicarlos por basarse encreencias o prcticas que los expertos consideran errneas sin que se anali-ce si son las adecuadas para vivir en su medio. Cada cultura ha producido, decantado a lo largo de generaciones ytransmitido a sus hijos modelos culturales (creencias, pautas y prcticas) so-

    bre a) cmo formar adultos para contextos particulares, y de acuerdo con losmedios materiales y psicolgicos a su alcance, b) cmo deben ser las relacio-nes de pareja y de familia; c) cmo controlar socialmente a quienes no cum-

    5 El Pas, nov. 15 del 2003.

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    plen con las prescripciones culturales. Desde los aos 40 empezaron a aparecer libros de divulgacin que in-tentaban guiar a los padres en su labor parental. De all en adelante ha habidouna avalancha de teoras y de sugerencias sobre cmo manejar la propia vidasiguiendo el consejo de los expertos. Si bien ninguna de estas teoras o mto-

    dos de crianza fue ensayado antes para comprobar sus bondades, se empez aprohibir que se criara a los hijos de acuerdo con los mtodos tradicionales, alos cuales se les imputaron todas las fallas psicolgicas de los jvenes y adul-tos de la sociedad particular. Este fenmeno ha sido particularmente fuerteen USA donde actualmente varios libros intentan analizar por qu es esta lasociedad ms interesada en establecer guas de crianza y por qu viven tan an-siosos los padres estadounidenses por criar a sus hijos bajo la gua de expertos.El problema no tendra importancia para nosotros, si no fuera porque estasmismas personas son quienes presionan para que las familias del tercer mun-do adopten las mismas pautas y prcticas que el primer mundo ha establecido

    como las nicas correctas en la crianza de los hijos y manejo de las relacionesfamiliares; esta imposicin se logra a travs de presiones para adoptar sus mis-mos criterios en la evaluacin de las relaciones intrafamliares, sin importar lainmensa diferencia de contextos culturales, sociales y econmicos.

    Conceptualizar el psiquismo como anterior a la vida social.6 Las teoraspsicolgicas an explican el psiquismo como producto del desarrollo encuanto desenvolvimiento de un patrn interno, propio a la especie, que se vaactualizando a travs de la accin y la interaccin; no plantean como de-terminante la interiorizacin del mundo humano, pleno de sentido, con que

    los adultos cuidadores envuelven al beb para humanizarlo. Hace ya siglo ymedio, Marx (1867) haba entendido que nos humanizamos en cuanto nosidenticamos con nuestros semejantes:

    Como [el hombre] no viene al mundo provisto de un espejo ni proclamandoloscamente como Fichte:yo soy yo, slo se reeja de primera intencin, enun semejante. Para referirse a s mismo como hombre, el hombre Pedro tieneque empezar rerindose al hombre Pablo como a su igual. Y al hacerlo as, el talPablo es para l, con pelos y seales, en su corporeidad paulina, la forma o mani-festacin del gnero hombre.7

    Los bebs se vuelven humanos en la relacin con otros seres humanos, quie-nes les hablan y acunan con caricias, cuidados y gestos que el beb debe in-terpretar, signicar produciendo un mundo psquico. El psiquismo es un pro-ducto de la vida social de los humanos y no un articio inicial con el cual los

    6 Freud fue excepcin en este punto pero precisamente aqu sus postulados se adscriben al psicoanlisis yno a la psicologa. Para Freud, toda psicologa es psicologa social, no existe psicologa individual.

    7 El Capital, tomo I, 1867. Cap. I La Mercanca. Fondo de Cultura Econmica. Mxico, 1968. Nota de pide pgina N 20, pgina 19.

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    bebs supuestamente naceran y que les facilitara luego socializarse, es decirvolverse seres sociales. Los bebs tienen desde las primeras semanas capacida-des para captar la vida social y sus diversos sentidos; por eso se vuelven desdeel inicio seres altamente sociales, y esto les permite construir un psiquismotremendamente complejo que interioriza a los otros como modelos de iden-

    tidad y como instancias de control y censura. El psiquismo infantil se constru-ye porque el mundo social es puesto adentro, con sus normas, su lenguaje, susexigencias, sus creencias, sus ideales. Es esta la razn de que las experienciasiniciales en familia sean tan marcantes en la vida del nio, y luego perduren ala largo de la vida como soporte o como debilidad insoportable.

    Como consecuencia de los obstculos enunciados:

    Se reponsabiliza a las personas por situaciones de causa social, poltica yeconmica; los programas de intervencin se disean para ensear a los adul-

    tos a denunciar a quienes maltratan, para castigar a quienes lo hacen a pesar delas leyes que lo prohiben, y ocasionalmente para intentar re-educar a algunosmaltratantes.

    Se supone que es adulto y padre o madre quien aparece socialmente enposicin de tal, y no quien ha tenido en su infancia, niez y adolescencia tem-prana los cuidados fsicos, psicolgicos y de desarrollo social necesarios para

    volverse un adulto responsable de s y capaz de cuidar de s y de otros, y deformarlos de acuerdo con los valores sociales de su grupo (formar de acuerdocon las exigencias sociales de la sociedad dominante exige que el Estado pro-

    vea las condiciones).Se universaliza el sentido de los actos. Si aceptamos que los seres humanossomos seres de sentido, y que los sentidos dependen del lenguaje y de las ex-periencias personales en contextos familiares y culturales particulares, los he-chos vividos por una persona no pueden interpretarse usando un diccionarionico construido con las deniciones de los expertos del primer mundo.Consideremos como ejemplo la prohibicin de toda forma de castigo fsico,considerado por los expertos internacionales y nacionales como maltrato. Ola prohicin del trabajo infantil, bajo cualquier forma, por interpretarse comoun abuso laboral que malogra el buen desarrollo del nio.

    No obstante, si nos basamos en las conceptualizaciones de Elias, Vygotsky,Freud, Lacan y varios otros que he nombrado, podramos intentar explicarel maltrato de manera no individualizante, y as disear intervenciones que

    busquen modicar las causas, a nivel personal y social, para que resulten msefectivas a largo plazo.

    Podramos sintetizar varios los planteamientos anteriores y analizar las

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    implicaciones de una perspectiva cultural para las polticas de convivencia fa-miliar. Si nuestro psiquismo es modelado:

    Por las creencias y prcticas de los adultos y pares que nos rodean desdenios:

    segn sus teoras implcitas sobre cmo son los nios y nias y cmo se losdebe tratar a lo largo del crecimiento; segn el tipo de adulto que quieren formar; segn los tipos de correctivos y exigencias que establecen; de acuerdo con normas a las que ellos mismos se someten o no.

    Por las normas, principios y valores8del contextoen que los nios se cran: segn la consistencia entre las exigencias de la sociedad dominante en su

    Constitucin y cdigos especiales con las prcticas reales de los progra-mas, las instituciones y los funcionarios encargados de cumplirlas;

    de acuerdo con las exigencias implcitas y explcitas del medio en que losnios se cran; segn los ideales y metas que en esas familia y sector aparecen como mo-

    delo de buena vida, as como los medios que consideran apropiados paralograrlas;

    Lo que posteriormente como jvenes o adultos nos parezca adecuado oinadecuado, deseable o rechazable, no es el resultado de un ejercicio de ra-zn, o de reexin moral, sino que es algo que nuestro psiquismo nos imponecomo decisin porque es la ms coherente con nuestros valores, experiencias

    previas, modelos interiorizados y estilos de vida.Qu moral gue nuestros actos depende de en qu mundo nos hemosformado, qu formaciones reactivas se han desarrollado en nuestro psiquismo,

    y qu tipo de conciencia moral, ideal del yo, e imagen de nosotros se ha consti-tuido en nosotros y gua nuestras interacciones y nuestros afectos. Sentir o noculpa, remordimiento, responsabilidad por los propios actos, no depende deaprioris kantianos sino de cmo nuestra sociedad nos convirti en sujetos deesa sociedad particular. De la misma manera, cules son nuestros sentimientos con respectoa los actos violentos no depende de una conciencia moral universal que ha-

    yamos recibido con el principio espiritual que hizo emerger en nosotros elaliento de vida. No. Nuestros sentimentos dependen de qu sentan y sientenaquellos con quienes aprendimos a sentir. Para muchos nios y jvenes co-lombianos la venganza, la crueldad, el regocijo con daar a quien te hizo dao

    8 Estas normas, principios y valores pueden ser contrarios a los que la sociedad en proceso de civilizacinconsidera ideales. Por ejemplo, agrupaciones como la maa, la guerrilla, las pandillas o los narcos tienensus propios principios y normas fundados en lo que para ellos son los valores fundamentales; un princi-pio puede ser la lealtad (no delacin), la solidaridad con el grupo (y traicin con los de fuera), etc.

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    y con humillar a los dbiles, son sentimientos dominantes que guan los actosen su entorno, y que expresan abiertamente cmo sentirse al dejarse llevarpor la pulsin agresiva. Devolver golpe por golpe, no dejarse de nadie, sonprincipios de vida en muchas comunidades, las cuales igualmente modelanlos afectos de rivalidad, dominacin, traicin, retaliacin.

    IVE F E

    Las pulsiones humanas y las agresivas no escapan a ello pueden seguirdiversos caminos. No siempre se expresan de manera directa y sin ambages.Todas las culturas del mundo intentan de una manera u otra dominar las pul-siones agresivas, por ejemplo dirigindolas exclusivamente hacia los enemi-gos a los que est permitido cortar en pedacitos e incluso comer de ellos.

    No obstante, las grandes civilizaciones se iniciaron no slo con el urbanismoy la divisin social del trabajo sino precisamente con el establecimiento decdigos morales que ordenaran y regularan la conducta social, a nivel privado

    y pblico; el cdigo de Hamurabi es uno de los primeros ejemplos de este or-denamiento de las costumbres, y tambin los Diez mandamientos que apren-dimos de nios. De all en adelante ha habido avances y retrocesos en ese pro-ceso de civilizacin de las pasiones humanas.

    El proceso de civilizacin de las pasiones agresivas (y tambin de las erti-cas) se logra, segn Freud, mediante varios mecanismos, los cuales, segn nos

    demuestra Elias, no han existido siempre y son un producto construido a lolargo de la historia de la civilizacin de las sociedades:

    1. La transformacin de las pulsiones en su contrario, usando la fuerza del de-seo para contener y reprimir la pulsin ahora prohibida por la sociedad. Sonlas llamadas formaciones reactivas. Es decir, que el ello no es idntico en todaslas culturas, sino que igualmente es modelado y transformado.

    2. La interiorizacin de las prohibiciones bajo la forma de mandatos, voces el superyo.

    3. La interiorizacin de la moral cultural, bajo la forma de la conciencia moral,que desde el interior calica nuestros actos, e incluso nuestros pensamientos

    y anhelos.4. La interiorizacin de ideales que transforman la pulsin agresiva en activi-dades socialmente permitidas constituir un ideal del yo.

    5. La interiorizacin del deber ser grupal, que Elias introduce como otra ins-

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    tancia: la imagen del nosotros, al cual el yo se debe conformar.

    1. Para el caso de la agresividad lasormaciones reactivasproduciran:

    Repugnancia y asco ante el dao fsico o psquico producido en el otro,

    en lugar de avidez y ganas de seguir cortando, daando, destrozando. Envez de ensaarse con el cadver o con las imgenes de horror de ciertasmasacres sentir ganas de vomitar, de no poder soportar en las tripas el es-pectculo macabro.

    Compasin, dolor por el dolor ajeno, en lugar de placer con su sufrimiento. Anhelo de equidad y justicia, en lugar del sentimiento de venganza.

    2. El superyoes una de las instancias psquicas ms arcaicas, pues su poder sefunda en la interiorizacin de las primeras prohibiciones, referidas al controldel cuerpo y de la relacin con los otros. En lo que se reere a la agresivi-

    dad, reprime en sociedades civilizadas9

    pulsiones muy primarias de tipo oraly anal, y por supuesto de dominacin flica (todo lo referido a exhibicin,penetracin, goce flico que no implique el deseo del otro). Es decir, que haysociedades, o momentos de crisis en una sociedad por ejemplo las guerras,nos explica Elias en los que estas prohibiciones se convierten en manda-tos con relacin al pueblo o grupo enemigo. El superyo es la instancia menosreexiva de las que intentan controlar, y funciona como un emperador queordena y manda de manera feroz.

    3. La conciencia moral permanentemente nos enjuicia y declara con gran fre-

    cuencia que somos culpables. El sentimiento de culpa es una consecuenciade la severidad de este juez moral interno, el cual por supuesto no se rige pornormas universales, ni existe en todas las personas de igual manera. Desde losprimeros aos cada cultura inculca los principios morales que deben guiar laconducta de sus miembros; estos pueden ser propiciadores de la agresin ocontroladores de la misma. Por ejemplo, pueden exigir a sus miembros vengartodas las muertes de familiares de sangre.

    4. Elideal del yo. Al identicarse con personas que encarnan valores y princi-pios culturales y muestran con su ejemplo cmo asumir una conducta valo-rada por esa sociedad, los nios y adolescentes internalizan esos ideales. En loreferente a Tanatos, se trata de domesticar la agresin para que su fuerza secanalice al servicio de actividades tiles o artsticas valoradas por esa culturaser cirujano, odontlogo, cazador, leador, novelista, etc.

    9 Utilizo esta expresin en el sentido de Elias, es decir, sociedades que hacen parte de un proceso civiliza-torio, lo cual no quiere decir que sea progresivo ni lineal. Por el contrario, el proceso puede carcaterizarsepor detenciones e incluso regresiones.

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    5. La imagen del nosotros, lo que el grupo propone implcitamente como formade conducta aceptada, exigida y valorada para ser reconocido como miembro

    y apoyado por el grupo. Conformarse a esa imagen da pertenencia e iden-tidad. Puede por tanto ser un excelente controlador de la agresividad o delas pulsiones corporales (para ser aceptado por los pares), pero tambin, en

    ciertos sectores, puede ser un excelente propiciador de la expresin directa dela agresin y la violencia. Por ejemplo, cuando para ser aceptado por los paresprimero hay que dar muestras de valor que implican agredir a otro, herir omatar.

    Tomando en cuenta todos estos posibles destinos de las pulsiones agresivas,resulta evidente que no todos los psiquismos humanos refrenan la agresin, nisienten culpa, remordimiento o propsito de la enmienda despus de haberacuchillado o violado. Slo en ciertas condiciones de vida, y bajo ciertas exi-gencias sociales, interiorizadas desde la infancia, se constituyen psiquismos

    que funcionan de acuerdo con los planteamientos de los derechos humanos.Muchos de los tipos patolgicos de la psiquiatra clsica nombraba bajo elnombre de psicopata, sociopata, anomia, a esos funcionamientos psicol-gicos en los que el psiquiatra o experto no reconoce los sentimientos quenuestra civilizacin nos ha enseado deben ser los naturales. La psicologacultural, la sociologa del yo y el psicoanlisis lacaniano nos ensean que no setrata de patologas sino de formaciones psquicas acordes con organizacionessociales y condiciones de vida, con particularidades de la crianza, y con eltipo de relaciones parentales que se tuvo: por ejemplo, genitores que no po-dan asumir simblicamente el papel de padres protectores.

    Examinemos ahora qu ocurre si las condiciones de una vida no hansido las propicias para producir un psiquismo que favorezca el encauzamientode la agresividad:

    Si se ha crecido en un medio en el cual predominaba la violencia social co-tidiana: viviendo desde la niez persecuciones, desplazamientos, dominio

    barrial de pandillas que impiden la circulacin y obligan a tomar partido.

    Si se ha crecido con derechos de papel, pero no efectivos: psima esco-larizacin privada porque no hay cupos en las instituciones del Estado, ysi los hay esta escolarizacin tampoco es ptima; inexistencia de serviciosecaces de salud; carencia de alimentacin suciente y adecuada.

    Si se ha crecido en un contexto en el que no se nace igual a los dems por-que no hay el derecho a una vida digna.

    Si se ha crecido viendo al padre o padrastro maltratar a la madre, o abusarde las hermanas.

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    Si se ha crecido en un barrio en el que es necesario aprender desde muypequeo a defenderse y agredir para poder ser tenido en cuenta, y no sermaltratado o incluso violentado por los pares.

    Podemos responsabilizar y culpar a las personas que crecieron en algunas de

    esas condiciones de no tener controles internos para autocontrolar su violen-cia? Ms an, podrn estas personas modicar su organizacin psquicamediante talleres de reeducacin en los que se intenta transmitirles los valoresde la sociedad dominante? Es un problema de falta de informacin sobre ques lo correcto, y por tanto de re-educarlos dndoles los principios y valoresque su familia y medio no les provey? Y si se trata de adultos padres irresponsables, padres violentos consu esposa/o e hijos, paps o padrastos abusadores de sus hijas, lograr la cr-cel cambiar su psiquismo? Qu ocurre cuando regresan de cumplir su con-

    dena? Qu ha cambiado? Si la agresividad es efecto de la humanizacin y por tanto parte de nues-tra dote como seres sociales, se necesitan:

    A. Estructuras sociales (instituciones, normas, procedimientos) que en lugarde condenar la agresividad la canalicen y creen condiciones para que puedaser utilizada sin daar;

    Contextos sociales en los que la vida no dependa de la propia fuerza y bra-vura para defenderse y para sobrevivir;

    Instituciones educativas donde todas las personas de la sociedad, sin im-portar su condicin social o tnica, reciban una escolaridad de alta calidad,que de entrada no los marginalice social y culturalmente.

    B. Instituciones y programas dedicados a tratar clnicamente y en contextossanadores a quienes necesitan transformar su psiquismo, el cual ha sido forja-do para recurrir a la agresividad y a la violencia como forma de relacin privi-legiada.

    Esto implica que no se haga re-educacin, bajo la forma de ensear laimportancia de los principios morales de respeto, solidaridad etc. Para que losnios, adolescentes y jvenes reconozcan esta importancia, no basta con queun adulto educador lo plantee as; se requiere que ellos puedan sobre la mar-cha, en las actividades mismas, llegar a entender cmo funcionan estos princi-pios, qu les aportan que sea mejor que los que siempre han regido sus vidas.Por esto no basta la transformacin personal sino el cambio de condicionesde vida, porque no se pueden quitar los mecanismos y estrategias de supervi-

    vencia a estos chicos y devolverlos a sectores donde estn permanentemente

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    en peligro y deben ser duros para sobrevivir. La compasin no le sirve a quiendebe estar a la defensiva.

    V

    L

    1. Plantear el problema de las VIF de esta manera sociogentica y psicoge-ntica al mismo tiempo, no permite transigir. Se debe adoptar una posicinpoltica combativa que obliga a ser crtico frente a mucho programas que nada

    van a cambiar.Por ejemplo, Nancy Scheper-Hughes (Small Wars)10 expone que no

    se puede adoptar la posicin moralista, que absuelve a quienes fomentan lainequidad y condena a quienes son sus vctimas.

    Es necesario distanciarse de la santurronera bienpensante de las al-

    mas caritativas.11

    2. Adoptar una posicin transdisciplinar exige un esfuerzo de formacin muyamplio y exigente. Por una parte, ampliar fronteras obliga a estudiar otras dis-ciplinas para poder lograr una comprensin socio-gentica de los problemasllamados psicolgicos. Es necesario aprender historia de las mentalidades,sociologa, psicoanlisis, psicologa histrico cultural.. y pensar desde all laspreguntas que como psiclogos nos planteamos. Igualmente exige una po-sicin reexiva y autocrtica frente a la propia disciplina, poner en cuestincertezas, despojarse de verdades, plantear interrogantes frente a los logros ma-

    yores de nuestra civilizacin para no universalizarlos ni idealizarlos.3. Exige mostrar que las raices culturales y sociales de un problema de VIFpueden dar lugar a posiciones contrarias, segn el problema. Es decir, que nose trata de defender todo lo que tenga una gnesis cultural, suponiendo queno se deba cambiar, pero tampoco se trata de exigir el cambio por decretode patrones culturales muy arraigados cuyo sentido es contrario, o al menosdistinto del que exponen los expertos. Es decir, que se deben estudiar las prc-ticas y descifrar el sentido que tienen para quienes las ejecutan, en lugar desuponer que la prctica en s misma es daina o lesionante. Por ejemplo, haber estudiado previamente las modalidades de correc-cin y autoridad en comunidades tradicionales y comunidades en transicinuna hacia la modernidad y otra hacia la negligencia me permiti enten-der, cuando hice un estudio sobre la transmisin intergeneracional de las VIF,

    10 Nancy Scheper-Hughes y Carolyn Sargent, 1998. Small Wars.Te cultural politics o Childhood. Los Ange-les: University of California Press.

    11 Estupenda frase de Catherine Portevin enDeberes y Delicias. Una vida entre fonteras. Entrevistas a zvetanodorov(2002) Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmico, 2003.

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    que en Colombia es prematuro y absurdo imponer a la fuerza la prohibicindel castigo fsico y su satanizacin. No se puede quitar drsticamente (conamenaza de tutela por parte de los hijos) un elemento bsico de la autoridadtradicional, sin antes ensear otras modalidades de correccin que estn alalcance de la comprensin y experiencia de estos padres. Muchos expertos

    bien-intencionados se sienten orgullosos de imponer una visin moderna dela crianza, pero no se han dado cuenta de que las formas de relacin de au-toridad corresponden a cambios civilizatorios en las sociedades que debenfundarse en cambios en las condiciones de vida y en las mentalidades y sensi-

    bilidades de los adultos. Esto no se hace con decretos, ni en una o dos dcadas. No se han estudiado los condicionantes sociales y psicoculturales queimpiden, por razones culturales, la denuncia de abuso sexual intrafamiliar.Las mujeres no slo no denuncian por no quedar sin sostn econmico, sinoporque las dos familias implicadas tienen su propia posicin frente al hecho

    y exigen que se la tenga en cuenta. As, para la familia del denunciado como

    abusador puede ser ms fuerte la preocupacin de proteger el buen nombrefamiliar de intromisiones exteriores, o la tradicin de callar los abusos, por locual harn la guerra a la mujer que lo delate. As mismo, su propia familia pue-de llegar a matar al abusador si la justicia no ha actuado. Sin embargo, en lasinstancias legales se maltrata psicolgicamente a las mujeres que se retractanen sus declaraciones del compaero o familiar abusador, sin tener en cuentalas enormes presiones psico-culturales que reciben estas mujeres por parte deambas familias. El problema es tratado como si fuera meramente un asunto ra-cional y legal, que no tiene componentes socio-cuturales y econmicos. Paralos expertos jueces, trabajadoras sociales, psiclogos los delitos se deben

    denunciar, y quien no lo hace es un cmplice, o algo similar.No me he referido aqu a los alcances que podra tener a nivel de laintervencin el que se comprenda la problemtica de las violencias intrafami-liares desde una perspectiva cultural. Esto podra desarrollarlo en otra opor-tunidad. Slo quiero enfatizar que algunos sealamientos que nuestro grupoha hecho a este respecto, en los ltimos aos y como consecuencia de nues-tras investigaciones, han permitido cuestionar posiciones importadas talescomo las que igualan castigo fsico con maltrato. Nosotros hemos demostradoque en nuestra cultura, de ninguna manera pueden igualarse estas dos prcti-cas, y que hacerlo tiene graves consecuencias para el ejercicio de la autoridad.

    Quiero nalizar sealando lo que Robert Coles12(1986) argumenten su libro sobre La vida poltica de los nios: las identidades nacionales

    y los contextos polticos, que alguna vez se pens estaban fuera del alcancede los nios, de hecho permean ampliamente su conciencia, su moralidad,su sentimiento de seguridad, y sus maneras de estar en el mundo y de pensaracerca de l.

    12 Robert Coles, 1986, Te Political lie o Children. Boston: Houghton Miffl in. Citado por Nancy SceperHughes (p. 2).

    PRESENTACIN

    PONENCIA