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5 LO oCO O lO C5 A 3 r-4 ' "O AftoII Número 2 Otoño 1095 SUMARIO Editorial / 3 Cultural populare*, cultura* lubridas. cultura del consumo. Kntrcvi*f;t a Néstor Carda Candhii / 7 CUADERNO I VIII ENCUENTRO DE FFJAFACS. CALI (COLOMBIA) 1904 / 23 Producción: CARLOS MANCÓME, ERNESTO LAMAS, 'MARIANO MRSTMAN OPTNTOK: Emel/Brenca/ Casullo - ENTREVISTAS: Fuenes Navarro ' Quirós ANÁLISIS Y CRITICA La pantana política. (Pequeña aproximación al simonía BerJusconí), por SERGIO MOCUATI / 43 Rock: juventud, truco e índttsiria cultural, por JORGE WAKLEY / 51 ¿De. qué lengua inc hablas?, por SANTIAGO j. GÁNDARA / 58 Confesiones en la plaza pública, por SILVIA TABAHHNTK / 65 COMUNICACIÓN ALTERNATIVA Aproximación a Jas radíos de nuevo tipo: tradición y escenarios actuales por I¿RNESTO LAMAS v Huco LEWIN / 70 CUADERNO n ANTRO VOLOGLA Y COMUNICACIÓN La honda de David. .AJÍ tropo logia, comiliiiculogfa, atlturología en el tercer mundo, por ANÍBAL FORD / 87 o O > O o . Q > l . > •TI § O co o Grupo editor: Carlos Mangoue, Mañano Mesuran, Alejandro Grimsoriv F.rnesto furcias Equipo; Silvia Méndez, Carlos Rodríguez Esperón, Sandra Crctpi, Cora Gamarnik Colaboran en e«e números Luis A. Albornoz, Malte A3 varado, Cus lavo Aprea. Rosa María Ikenca, Nicolás Canillo, Alírb Eitrd, Díaiui FetiUiírJcz Xrusla, Aníbal Ford. SutUligu Cándara, Aníbal Jarkowski, Hugo Lewin, Daniel Link, Ana Longoiví, Carlns KfaáAfta, Guillermo Mastrím, Svijfkj Nfo-^lbli, José Luis Petria» Artalia Reale, Ricardo Samoni, Siívía Tabachnik, Emiliano Víllagra, Jorge Warley Composición y armado: Taller de! Sur Edición: Ludia Schcnfeld Diseño de lapa: Claudia Bulnífv.sky Corres pon de n da y/o i ?i formación: Lamb&ré 373 (11 $3) Buenos Aires - TeJ. (54-1) 885-7554 / 923-2832 / 1H51-4572 - Fax: (54-1) 8 £5-7554 / 543-2999 Editores responsables: Carlos Mungutw, Mañano Me sur tan, Alejandro Grimson y Ernesto launas Registro <ir la propiedad inJeleerual ra rpinulr. Quería Ii**cl»C el depósito «-jue marca ta Ley.

Antropologia y Medios-grimson y Villagra

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AftoII Número 2 Otoño 1095

SUMARIO Editorial / 3

Cultural populare*, cultura* lubridas. cultura del consumo. Kntrcvi*f;t a Néstor Carda Candhii / 7

CUADERNO I VIII ENCUENTRO DE FFJAFACS. CALI (COLOMBIA) 1904 / 23

Producción: CARLOS MANCÓME, ERNESTO LAMAS, 'MARIANO MRSTMAN OPTNTOK: Emel /Brenca/ Casullo - ENTREVISTAS: Fuenes Navarro ' Quirós

ANÁLISIS Y CRITICA

La pantana política. (Pequeña aproximación al simonía BerJusconí), por SERGIO MOCUATI / 43

Rock: juventud, truco e índttsiria cultural, por JORGE WAKLEY / 51

¿De. qué lengua inc hablas?, por SANTIAGO j. GÁNDARA / 58

Confesiones en la plaza pública, por SILVIA TABAHHNTK / 65

COMUNICACIÓN ALTERNATIVA

Aproximación a Jas radíos de nuevo tipo: tradición y escenarios actuales por I¿RNESTO LAMAS v Huco LEWIN / 70

CUADERNO n ANTRO VOLOGLA Y COMUNICACIÓN

La honda de David. .AJÍ tropo logia, comiliiiculogfa, atlturología en el tercer mundo, por ANÍBAL FORD / 87

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Grupo editor: Carlos Mangoue, Mañano Mesuran, Alejandro Grimsoriv F.rnesto furcias Equipo; Silvia Méndez, Carlos Rodríguez Esperón, Sandra Crctpi, Cora Gamarnik Colaboran en e«e números Luis A. Albornoz, Malte A3 varado, Cus lavo Aprea. Rosa María Ikenca, Nicolás Canillo, Alírb Eitrd, Díaiui FetiUiírJcz Xrusla, Aníbal Ford. SutUligu Cándara, Aníbal Jarkowski, Hugo Lewin, Daniel Link, Ana Longoiví, Carlns KfaáAfta, Guillermo Mastrím, Svijfkj Nfo-^lbli, José Luis Petria» Artalia Reale, Ricardo Samoni, Siívía Tabachnik, Emiliano Víllagra, Jorge Warley Composición y armado: Taller de! Sur Edición: Ludia Schcnfeld Diseño de lapa: Claudia Bulnífv.sky Corres pon de n da y/o i ?i formación: Lamb&ré 373 (11 $3) Buenos Aires -TeJ. (54-1) 885-7554 / 923-2832 / 1H51-4572 - Fax: (54-1) 8 £5-7554 / 543-2999 Editores responsables: Carlos Mungutw, Mañano Me sur tan, Alejandro Grimson y Ernesto launas Registro <ir la propiedad inJeleerual ra rpinulr. Quería Ii**cl»C el depósito «-jue marca ta Ley.

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Antropología y medios: una política transdisciplinaria

ALEJANDRO GRIMSON Y EMILIANO VILLAGRA

JL-4H rail mentada imn$d¿sv*plimtr¿eilúd crurzás no sea una renovación sino un retorno, un reconocimiento a] pasado. Porque como política de intorvondrSn en h crisis de bs ciencia ta trdiisdtsciplimriedbd implica justamente un atra-vesamiento de esas instituciones h.'vaiiuulas a costa de un estudio integral v multiperspectivo del mundo social. Barrer las barreras discipfaittrias. entendi­das como segmentación por oposición de objetos, meindos y tócuicus, es una tarea de hoy y no de ios siglos precedentes porque los grandes pensadores dei pasado no fueron ¿ramdLsdplinarios sino adLsáplinat ios.

Todavía estamos inmersos, dentro de los ámbitos académicos, en uns alte-rkted inventada cuuc la segunda mitad úd sigJo pagado y una buena parle de esre. Se construyeron castillos de. arena, cuyos pilares eran dicotomías reóriras. Una disciplina privilegiaba lo cuantitativo, la otra lo cualitativo, se decía. Una los procesos micro, la otra los macro. Surgieron así, para utilizar una expresión de Bourdieu, ios "monoceí.stas* metodológicos: o "de las distribuciones estadís­ticas, o del análisis del discurso, o de ia observación participante, o de b entre^ vista libre o en profundidad, o de la descripción etnográfica, etcétera" (Bour-dieu, 19132)..Y oo faltó <]m<-n pciuara que mientras una disciplina estudiaba la desigualdad ("social") Ja otra estudiaba la diferencia ("cuitura!*). Como si verda­deramente el mundo se nos presentara escindido, ende una "esleía" del conflic­to y una "esfera" tic la homogeneidad.

Así como cuando decimos comunica­ción y cultura no borramos a la sociedad, cuando decimos antropología y coimimca-ción 7w establecemos una consigua departa-meTitül a institucionalizar desde mi nuevo dispositivo interdisciplinario y, por ios tanto, más acorde a ios tiempos, sino un punto de pasaje y articulación entre miradas, que hoy ya es difícil diferenciar,1 Se debería delinear

í Se puede entender ana articuladón de este tipo corno tina ¡cutía especula* de í<w VMIHIWM culturales". Si se remitiera, de esa forma, a la tradición inglesa nos purac» t jVt pertinente. Sin embargo, d problema t* ia defmirión precisa, soUe todo en térmi­nos político*, de esc marco ijue, en exeden^ te expansión, corre el riesgo actual de transformarse y que tiene diñómicas en una categoría genérica de fuerte íruaUuáoraii' zación mi lo* Diados Unidos.

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96 Causas y azares

una política de la crisis que no consistiera en una defensa de los cánones disci­plinarios en tal o cuaJ dirección autodefensíva, sino en un apuntamiento a la disolución de fronteras no sólo imerdisciplinariaü, sino con aquello que fue ex­pulsado del reino de la ámeia. Una política de la ciencia que la excedí y apunte a la coMlmcciÓJ) de una conocimiento social y culiural que, atravesando lo 01a-li-citanti, lo micro-mnero, y que .sin tirar por la borda las tradiciones y especifici­dades .se dirija a la reconstitución de una política de la cultura y de la sociedad.

7RAN5DISC1PUNARJEDADES i

*\ una escena trarisdiicipfinaría rumiante. Hacia fines de los años f30 (ire-gory Büteson y Margare t Mead se eftcucnfntn investigando en un puebütO~3c ¡zs montañas de Balí. Mi¿nü*as Mead realiza entrevistas y tornanotas, B&tesoil filmo y forografía. Cuantió regresan a Nueva York en 1939 traen consigo alre­dedor de 25.000 fotografías y unos 7.000uictrbí de película en 36 milímetros. Apoyado en sus regisfros realizarlos con tecnología* de "comunicación, Bate-son, a partir de trabajo antropológico desarrollado ron Alead, enunciará la te­oría dai "doble vfnculo" y, atravesando un arduo trabajo transdisdpímario, avanzará —junto a oíros miembros de la <rEscuela de Palo Abo"— hacia una nueva teoría de hx comimicacum, denominada por VVinfcín como "modelo or­questal" en oposición ai "modelo telegráfico" (Winkfn, 1933), By tesón, pole-mico, IÍII su trayectoria ha dejado pisras tanto para la antropología visual como para los estudian de comunicación en contextos específicos.

Los orígenes tk'l/jjft» etnográfico se remontan prácticamente al nacimien­to del chic, con ios u^büjos de Régii:mlOladd^r^p^ñcer''7^ir5s (Gulunír " 1991). En la carisD/ucción de una liistoiia de estos üalmjos trausflíscíplmarios de ai i tropología c ulíii raí V rneTliosT Paye Üjnsmri'g (J9ÍÍ4) seiiab disFintas ver­deo tes jjj¿e'apomr ou a la conformación del campo, EL primer profesional del cine etnográfico esjean Rouch; conocido por sus ideas de arñ"jopología~coni-paitida, emo-Hcción y miradas comparadas. Este fue un esfuerzo temprano para crear un paralíax cfftct a üaves de h yuxtaposición de los comentarios culturales de Jos europeos y los africanos. Otro legado,- se encuentra en los ira bajos de ios antropólogos (y 011*0$) que tomaron ios medios como un aspec­to seiio de la mve>:i ilación académica, comenzando con el trabajo de Mead y ' Bateson antes mencionado. Desde ios 4í>0 se abren nuevaa posibilidades con el ü'abajo de Jay Kuby y Richard Challen, quienes en los v70 sostuvieron que si la antropología comenzaba a présenle attmaóiV^eríamenie"íjLas""reiíjzaciojies rineinatogmficas, ios^muopóiogos uecesíiamn conocer Lis dinámicas sociales y ciillurales del sistema de medios rn el que se involucraban,JlLStanicnfe, es sobre el tipo de vinculación a cSErJilerer con este sistema que se han generado

Anfrfipoíogia y medias; unapalUica Iransdiscipfinaria 97

en los últimos años ciertas discusiones, planteando los problemas de Jas relaciones entre los antropólogos y b televisión (véase Banks, 1994).

De todas formas, esta apertura metodológica de la antropología hacía nuevas formas de regisuo — que posibilitan la "obseivaeión diferida"— implica una focalizarían, muchas veces no contemplada suficientemente en los urba­jos de campo más "convencionales", en las fonnas de comunicación mal llama­das "no verbales", que involucran lo proxémico, lo kineshro y lo cinético y que son nurtftHuovas de Ion procesos de interacción humana,

• • • Una escena transdiscip linaria contemporánea. Uú etnógrafo se encuen­tra sentado en un sillón de una casa de familia. Su lápiz se uuieycr¿ toda velo-' ddatí'mientras regist7a"bs lareas^de láluadre preparando b cena can la radio eucénálclaPosjrBtOS déle5''chicn77füe^3e pelean por ver una serie o los d[huji-u>s animados, El padre llega, saluda al antropólogo un poco cansado -una casa e.s una unidad de análisis' diminuta r.onxj pura pasar desapercibido—. También puede suceder aJ revés: el padre desocupado preparando la cena y la madre llega exhausta di* su írabajo. La televisión está encendida en la cena, pero ¿quién guarda el control remoto?, ¿quién decide los cambios de canal? ¿qué margen de discusión hay en la pelea por el programa favorito? Nuestro antropólogo ficticio observara e interpretará las "políticas del Jivüig-ruom", pero también regresara para tomar mas notas y para realizar entrevistas cualitativas a cada miembro de la familia.

Los arios *8ü han mostrado un Fuerte desarrollo de la etnografía de la au­diencia y de los estudios nía ruad vos en recepción de^elevis¡ón,_ emey video. Estos estudios abarcan desde zonas urbanas liasía el uso de los medios por los pueblos indígena*. Esuis investigaciones han aportado un sinnúmero de rela­tos acerca de las diferentes formas en que distintas culturas deeodifkan ios textos de loa medios, dando por tierra con las teorías mecanidscis, "telegráfi­cas*, de la comunicación. Sin embargo, su carácter tiansclrscipiinarío radica en que justamente no sólo realizan una descripción e interpreíarión en el marco del trabajo antropológico.. .sino que asumen iióiiiü parte de su invesiígación los marcos más amplios de la esirucíurj de difusión de mensajes de los medios y las caracterís ti cas específicas de ios textos.

David MoiieVj itü precursor de la etnografía deja audiencia, ha criticado recientemente los estudios de recepción que se limitan a documentar una rm-r.onomía de la audiencia en términos de una ausencia total de influencia de los medios en e) supuesto marco de una 'democracia semiótica11 del pJurafcuu) posmoderTio (Morley, 3993). Frente a cstr. desplazamiento hacia el análisis micro (y a menudo etnográfico) del consumo de medios, que se traduce en 'una setie de mi ero narrativas fuera de cuuhjuior marco macropoIííi<:o o etdlu-ral efectivo". Moilr.y j>laiuen la necesidad de que la microecnografía sirva para

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98 Causas y abares

explicar h diversidad y complejidad úe los contextos loadas pero siempre en el marco cKTlos grandes procesos g ^ ^ ^ ^ g ^ j ^ j S E o a T y oultürálcji (cfr. Mor-ley, 1902:v¿üetainbicn ForiI¡ 19íM: iíS-MGU).'.

Antropología visual y etnografía de la audiencia .son sólo algunas posibili­dades del trabajo tjaiadbdpBnario. Eli h uwjMSlJidad, tos salvaje qiu habiían WHtvs rttnoltK (y tambiéxi; para usar unn expresión de Club erólos súkxijtz vieírv-poiikmos) no sólo rtrihvn la televisión por vía saielital sino que producen tex­tos utilizando las "nuevas tecnologías". Justamente, mía interesante ariiculu-ción traasdtscip linaria es el estudio de Fiemip-Riordan (1988), que realizó un trabajo de campo en Toksook Bay, una aldisa al oeste de Abita* focalizando particularmente en las caracterialiras de un largomeix.aje, El guión se desarro­lla a partir de i) historia tradicional Apammgpak y de lústorjas de guerra de arco Y (Techa. Rionbn analiza las dijere pan cías entre la historia de los esquí» males Vnp'ik tal como es comprendida por los antropólogos y la manera en que el guionista y la gente de Toksook Ruy ía presentan en el Hlnj. l.a autora detalla cómo una de las más dramáticas historias orales tradicionales de los Ynp'ik habido usarla por él cineasta como uu vehículo de denuncia no sólo de la guerra, RÍMI también de los eonccpLos'dc propiedad y territorio que ésta Im­plica. El proyecto del cineasta coincide con h re-formulación que Jos imlivo* hacen de su propia historia. En ese contexto, el rol del antropólogo no es ase­gurar h "autenticidad" en referencia a un pasado que Rionfcm llama *precelu-loide". sino promorinnar nn "diálogo abierto entre la búsqueda que el artista hace de nuevos símbolos paia. transpone sus antiguos significados culturales y la búsqueda de la comunidad de nuevos significados para ios símbolos de su pacido"- Para Riordan, si la respuesta anu'opoiogica frente estos cambios se disuelve en el terreno de la inautenliridad, fracasa en el esfuerzo por repre­sentare! pasado Vup'ik para proveer una lerdón moral para el présenle.

AMÉRICA LATINA

La irazisdiífciplinariedad no es ttti invento de los 'SO lú es específicamente europea o norteamericana. En América Latina, hay una suerte de "tradición* iramdisciplinaria, originada muchas veces en la fuerte imbricación que hubo en la región entre una parte de la hwesi ígackm social y ios procesos políticos, y en otros casos por los procesos ele conformación de grupos de tmbajo que en­traban y salían—flor expulsiones y persecuciones— de los ámbitos académicos,

^a d «»npo espedficu ilv fa antropología visual, México y Brasil se han destacado en La producción dé film* elnogí¿fíeos jra que_su diversidad" étnica lia j>9?iWntado Ja r ^ J t o c i ó ^ i e mtlUipJes experiencips^Guarini, 1991). En la

Antivpúlúgía y medius: ittxapol-ítica íraiisdiscipiinartu 90

Argentina, las dificultades han sido mayores por nuílnptes factores estrucni-rakfl ft^^¿í]roÍK^^^^T^ulKmoi^?^ parece haberse avanzado en ttstf. teiTe-no como pudó vente efíVOuiigreiQ Nacionai de Antropología.

* rTotro marc í de estudio úasda estas perspecik-is en América Latina, se vincula de alguna maneraatrampo de investigación en comunicación y cultum. El antropólogo brasileño Renato Ortiz es un interesante ejemplo del estudio rransdisdpljnario de \o*. procesos culturales. Sus primeros üubajos sobre ía re­ligiosidad popular (3080) lo llevaron a pregúntame |ior las dinámicas de cons­trucción de la identidad nacional brasileña (JÜ&5), vinculándola tanto a imn. reinterpretación de lo popular por los grupos sociales como a la propia construcción dví Estado. A partir de ;illír bts investigaciones de Ortiz se dirigen a comprender la confoimucióu de una "cultura de masas", tomando como ele» meneo clave de análisis a los medio* de comunicación tanto en su relación con Jos diversos ¡sectores sociales como en sus vmculacioiies con el Estado. í¿i construcción de una **modern:i í i-adición brasileña" {Ortiz, ÍQSS) se vincula a que (ti advenimiento de \ur¿ sociedad moderna en Brasil nmbicu la cuestión nació nal/extranjero. FJI SU lütimo libro, Ort¡2 (199*1) explora los co»i}>lejos procesos de uumdializacióu de la cultura —cu los que se expresa la diversidad en el marco de la desigualdud— y distingue sus propias dinámicas de la homogeneización característica de la economía global.

En nuestro país» uiúi historia de los estudios de comunicación cu d marco de los procesos culturales tenmín como un punto de referencia básico a Jaime Re.st (cfr. Rivera, I9S7). En la década del '70, desde la cátedra de "introducción a la literatura" (FFYL, UBA) Aníbal Fotd tmbajaba cu la anicu iación de difeieun^ líneas úz investigación entre las que se encontraban la an­tropología, ios análisis sobz-e infraestructura y supeíestructura y los procesos ideológicos, hi historia social, el revisionismo histórico, las lincas "nacionales y popxiiares" y los procesos lita arios (Ford, 1973). Desde allí hasta sus análisis más recientes se puede encomiar una línea de continuidad, ya que una parle muy importante ríe *n irnUojo be refiere a uu "estudio de los medios enmarca­do no en una teoría de los medios sino en una teoría de la cultura" entendida antropológica, semiológica y políticamente (Ford, 1994).

Es -en b xeginuS mitad <íe los anos 'SO, cuando se comienza a esbozar en América Latina un intento de sistema rizar las relaciones entre antropología y comunicación, que García CancÜni (11)37) plantea la necesidad de esta articula­ción <ransdisd|)lirrariu para encarar h crisis üe la teoría sobre h cultura popu­lar. Si, en el marco del positivismo, el estudio de lo "popular en la antropología -denominado, CII uu principio, folklore— consistió en conocer empíricamente la* tradiciones, representaciones y particularidades, realizando largas des­cripciones que casi nunca trascienden fa enumeración y que no llegan a expli­car el sentido de lo popular ai no situarlo en bs condiciones generales de desa-

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100 n Causas y azares

rroílo socioeconómico, para ios comunícóiogos que adherían a la "teoría de Ja manipulación" nla cultura popular contemporánea sé constituye a partir de los medios electrónicos, no es el resultado de diferencias locales sino de la acción homogeneízadora de la industria cultural". Si la pretensión del positivismo antropológico de estudiar ios aspectos "puros" de la identi<lad étnica y suiTdife-rencias ron la cultura occidental, lleva a dejar de lado su interacción con la so­ciedad nacional y transnarional como si fueran grupos homogéneos, el proble­ma tic los estudios de comunicación es que conciben a la cultura masiva como un iiistntitiento del poder para manipular a las clases populares, descuidando la recepción y apropiación de IÜS mensajes y, por ultimo, reduciendo a menu­do claiialisis ile los procesos comunicacionales a los medios electrónicos* Para García Candhli, la convergencia de antropólogos y eomunicadores es primor­dial para almajar estos problemas (d"r. García Canclini, 1V92).

Evidentemente/, no internamos agotar aquí la reconstrucción de una his­toria de esto* trabajos, sino simplemente señalar abrimos pumo* claves que permitan cxnpiender esa tarca. Por otra parte, los últimos anos han sido testi­gos del desarrollo de múltiples estudios en este campo, que abarcan problemá­ticas variadas, llevados a cabo por nuevos investigadores. Aunque no podemos dar cuenta aquí de un sinnúmero de aportes, sabemos quesera imprescindible hacerlo si. .se intentan comprender de manera crítica bu dinámicas dol taiupo.

SOBRH LAS POLÍTICAS ETNOGRÁFICAS

Los campos de la antropología y de ios estudios culturales se han conver­tido en ¡os úh'HHOsnños en tonas de fuerte producción e importantes debates teóricos y metodológicos, que es imprescindible tener en cuenta en relación a las políticas dtr la eiisís actual de las ciencias .sociales. Hay ciertos tópicos vin­culados a los procesal de análisis sociales y culUtiuics sobre los que se debería incrementar (rciiovacbíiieiuc) el debate en nuestro país.

Es necesario paj (ir del viejo problema dc\ lugar úvl observador y del ana­lista como parte del objeto de. reflexión, No sólo las "distorsiones" o "<:-« li­bios" mus o menos conUngentcs que produce su presencia, sino también, y sobre iodo, las respuestas —necesariamente— i»á$ o menos improvisada* que generan interneciones variadas y que disparan i calidades que tradicionalnien­te se intentaron visualizar rumio marginales y secundarían y que, de una u otra mancia., boy pasan a ocupar una parte insoslayable de la escena. £* decir, no ya la subjetividad como mal inevitable, Como obstáculo lamentable al cu:ú es necesario resignarle si uno no preieude abandonar —como un barco averia­do - el piuyecco original io de la ciencia, .sino la subjetividad reconocida como condición elemental de h investigación., del trabajo de campo más precario y

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A7itropolugitiy mtAiós: niiupülüfca trtimdisafdhwrix JQÍ

de b carea Hermenéutica más elaborada. No para terminar en ama reacción subjedvwca que culmine en una escritura parásta por una autorreferenria exa-cerbada en la que se pierde el sentido de la reilexividad, sino por el reconoci­miento de la construcción del objeto y de los conceptos por parte del investi­gador (cfr, Bourdieu, 1992), Pero ademas, porque, como señala Guber, "el jii* vestzgador no sólo trabaja sobre los sujetos a conocer sino, también, sobre si' mismo" y el valor útñ trabajo de campo "descansa en su carácter de instancia mediadora necesaria entre el mundo social de los informantes y ei inves­tigador" (Guber, 1991: 506-307).

Esta discusión nos remite a una cuesiion central, la de La autoconciencia ._ y expliei radón de las condicione* de producción y reproducción del "saber académico'1 en eJ marco de /as instituciones. La necesidad de la autooomtw ruaKxación de la posición que ocupa la propia investigación en el campo aca­démico implica, romo plantea Bmirdieu. "una vejdadera reilexividad y un análisis crítico de ia institución académica" (Botirdien, JL998). Es a partir de esta pioblciiiáriea cjue se rleben consideiar los debates en ionio a;

• E\ desplazamiento de la descripción a la interpretación de lo observa­do —en sus relaciones de predominio y no de exclusión - que implica no sólo la cuestión de la subjetividad en la ivháóti canónica de "sujeto/objeto", sino también el problema de la construcción del texto que de cuenta de esos otros textos —culturas, sociedades, mundos y luicrominidos— que se observan y en ios que se. participa.

» El dilema del texto, que es ia pregunta por la voz. Por la voz del texto.. .•:.•• la develación de los dispositivos que se ponen enjuego tti su enunciación y en h construcción de su polifonía. í.o que Rosaldo denomina tá discurso regu-la<ior del antropólogo. ípie ordena io "real" o rengándole un grado de formali-dad y icpetición imposible de eneonuar en las relaciones vivas, es parte de la crisis de los parámetros clasicos (Rosaldo, 19!)1). Y Ja disputa., una vez acepta-do el brete., se concernía en ia multiplicidad de respuestas posibles.

Frente a esa invención repetitiva de la cultura del Otro como un todo homogéneo, los nombres propios, ti presentación da personas reales, devuel­ven su complejidad y riqueza a esa realidad olía. Pero ¿dónde detenerse? Fn el extremo opuesto <lcl clisan so regulador podemos encontrarnos con Ja "reproducción". Asumiendo el caiácter autoritario de una voz que había dd Otro —por el Otro, sustituyéndolo— con una pretensión de valide/, total, el ^ otorgarle fa palabra puede no solucionar definitivamente el problema. Una se 13 r - i ¿uidüb intenninable de oras, que átfja buscar devolverle la palabra al "obje- \ U ^ to" transformándolo nuevamente en '".sujeto", uo liace wno ocultar uno de loa . ^/?C "TT mecanismos más viejos de producción del efecto de objetividad. Porque sabe- - * * \ ? CTl mes iftie allí, donde el acto de enunciación aparece más difuso, uuU dirtcil de $ s orH asir y develar, es donde la autoridad MÍ pretende total. "" "O

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