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Selección de poemas de los Siglos de Oro ( 1º de Bachillerato)

Antología Poemas Siglo de Oro

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  • Seleccin de poemas de

    los Siglos de Oro

    ( 1 de Bachillerato)

  • 2

    ndice Garcilaso de la Vega 3 Fernando de Herrera 15 Santa Teresa de Jess 16 Fray Luis de Len 17 San Juan de la Cruz 19 Miguel de Cervantes 21 Luis de Gngora y Argote 22 Tirso de Molina 24 Francisco de Quevedo 25 Lope de Vega 28 Caldern de la Barca 30 Cairasco de Figueroa 31 Antonio de Viana 33

    cmo ser el examen?

    1. Pondremos un fragmento y tendrs que identificar al autor. 2. Indicars el tema de ese poema. 3. Tendrs que saber un soneto de memoria. 4. Realizars el anlisis mtrico del poema.

  • 3

    Garcilaso de la Vega

    SONETO I

    Cuando me paro a contemplar mistado y a ver los pasos por d me han trado,

    hallo, segn por do anduve perdido,

    que a mayor mal pudiera haber llegado;

    mas cuando del caminost olvidado, a tanto mal no s por d he venido;

    s que me acabo, y ms he yo sentido

    ver acabar comigo mi cuidado.

    Yo acabar, que me entregu sin arte

    a quien sabr perderme y acabarme

    si quisiere, y an sabr querello;

    que pues mi voluntad puede matarme,

    la suya, que no es tanto de mi parte,

    pudiendo, qu har sino hacello?

    SONETO V

    Escritost en mi alma vuestro gesto y cuanto yo escribir de vos deseo:

    vos sola lo escribistes; yo lo leo

    tan solo que aun de vos me guardo en esto.

    En esto estoy y estar siempre puesto,

    que aunque no cabe en m cuanto en vos veo,

    de tanto bien lo que no entiendo creo,

    tomando ya la fe por presupuesto.

    Yo no nac sino para quereros;

    mi alma os ha cortado a su medida;

    por hbito del alma misma os quiero;

    cuanto tengo confieso yo deberos;

    por vos nac, por vos tengo la vida,

    por vos he de morir, y por vos muero.

    SONETO XIII

    A Dafne ya los brazos le crecan

    y en luengos ramos vueltos se mostraban;

    en verdes hojas vi que se tornaban

    los cabellos quel oro escurecan;

  • 4

    de spera corteza se cubran

    los tiernos miembros que aun bullendo staban; los blancos pies en tierra se hincaban

    y en torcidas races se volvan.

    Aquel que fue la causa de tal dao,

    a fuerza de llorar, crecer haca

    este rbol, que con lgrimas regaba.

    Oh miserable estado, oh mal tamao,

    que con llorarla crezca cada da

    la causa y la razn por que lloraba!

    SONETO XXIII

    En tanto que de rosa y dazucena se muestra la color en vuestro gesto,

    y que vuestro mirar ardiente, honesto,

    con clara luz la tempestad serena;

    y en tanto quel cabello, quen la vena del oro sescogi, con vuelo presto por el hermoso cuello blanco, enhiesto,

    el viento mueve, esparce y desordena:

    coged de vuestra alegre primavera

    el dulce fruto antes quel tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.

    Marchitar la rosa el viento helado,

    todo lo mudar la edad ligera

    por no hacer mudanza en su costumbre.

    SONETO XXXVIII

    Estoy contino en lgrimas baado,

    rompiendo siempre el aire con sospiros,

    y ms me duele el no osar deciros

    que he llegado por vos a tal estado;

    que vindome do estoy y en lo que he andado

    por el camino estrecho de seguiros,

    si me quiero tornar para hiros,

    desmayo, viendo atrs lo que he dejado;

    y si quiero subir a la alta cumbre,

    a cada paso espntanme en la va

    ejemplos tristes de los que han cado;

    sobre todo, me falta ya la lumbre

    de la esperanza, con que andar sola

    por la oscura regin de vuestro olvido.

  • 5

    gloga I

    AL VIRREY DE NPOLES

    Personas: SALICIO, NEMOROSO

    1.

    El dulce lamentar de dos pastores,

    Salicio juntamente y Nemoroso,

    he de cantar, sus quejas imitando;

    cuyas ovejas al cantar sabroso

    estaban muy atentas, los amores,

    de pacer olvidadas, escuchando.

    T, que ganaste obrando

    un nombre en todo el mundo

    y un grado sin segundo,

    agora ests atento slo y dado

    al nclito gobierno del estado

    albano, agora vuelto a la otra parte,

    resplandeciente, armado,

    representando en tierra el fiero Marte;

    2.

    agora, de cuidados enojosos

    y de negocios libre, por ventura

    andes a caza, el monte fatigando

    en ardiente ginete que apresura

    el curso tras los ciervos temerosos,

    que en vano su morir van dilatando:

    espera, que en tornando

    a ser restitido

    al ocio ya perdido,

    luego vers ejercitar mi pluma

    por la infinita, innumerable suma

    de tus virtudes y famosas obras,

    antes que me consuma,

    faltando a ti, que a todo el mundo sobras.

    3.

    En tanto que este tiempo que adevino

    viene a sacarme de la deuda un da

    que se debe a tu fama y a tu gloria

    (ques deuda general, no slo ma, mas de cualquier ingenio peregrino

    que celebra lo digno de memoria),

    el rbol de victoria

    que cie estrechamente

    tu gloriosa frente

  • 6

    d lugar a la hiedra que se planta

    debajo de tu sombra y se levanta

    poco a poco, arrimada a tus loores;

    y en cuanto esto se canta,

    escucha t el cantar de mis pastores.

    4.

    Saliendo de las ondas encendido,

    rayaba de los montes el altura

    el sol, cuando Salicio, recostado

    al pie duna alta haya, en la verdura por donde una agua clara con sonido

    atravesaba el fresco y verde prado,

    l, con canto acordado

    al rumor que sonaba

    del agua que pasaba,

    se quejaba tan dulce y blandamente

    como si no estuviera de all ausente

    la que de su dolor culpa tena,

    y as como presente,

    razonando con ella, le deca:

    5.

    SALICIO

    Oh ms dura que mrmol a mis quejas

    y al encendido fuego en que me quemo

    ms helada que nieve, Galatea!

    Estoy muriendo, y aun la vida temo;

    tmola con razn, pues t me dejas,

    que no hay sin ti el vivir para qu sea.

    Vergenza he que me vea

    ninguno en tal estado,

    de ti desamparado,

    y de m mismo yo me corro agora.

    Dun alma te desdeas ser seora donde siempre moraste, no pudiendo

    della salir un hora?

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    6.

    El sol tiende los rayos de su lumbre

    por montes y por valles, despertando

    las aves y animales y la gente:

    cul por el aire claro va volando,

    cul por el verde valle o alta cumbre

    paciendo va segura y libremente,

    cul con el sol presente

    va de nuevo al oficio

    y al usado ejercicio

  • 7

    do su natura o menester linclina; siempre est en llanto esta nima mezquina,

    cuando la sombra el mundo va cubriendo,

    o la luz se avecina.

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    7.

    Y t, desta mi vida ya olvidada,

    sin mostrar un pequeo sentimiento

    de que por ti Salicio triste muera,

    dejas llevar, desconocida, al viento

    el amor y la fe que ser guardada

    eternamente solo a mi debiera.

    Oh Dios!, por qu siquiera,

    pues ves desde tu altura

    esta falsa perjura

    causar la muerte dun estrecho amigo, no recibe del cielo algn castigo?

    Si en pago del amor yo estoy muriendo,

    qu har el enemigo?

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    8.

    Por ti el silencio de la selva umbrosa,

    por ti la esquividad y apartamiento

    del solitario monte magradaba; por ti la verde hierba, el fresco viento,

    el blanco lirio y colorada rosa

    y dulce primavera deseaba.

    Ay, cunto mengaaba! Ay, cun diferente era

    y cun dotra manera

    lo que en tu falso pecho se esconda!

    Bien claro con su voz me lo deca

    la siniestra corneja, repitiendo

    la desventura ma.

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    9.

    Cuntas veces, durmiendo en la floresta,

    reputndolo yo por desvaro,

    vi mi mal entre sueos, desdichado!

    Soaba que en el tiempo del esto

    llevaba, por pasar all la siesta,

    a abrevar en el Tajo mi ganado;

    y despus de llegado,

    sin saber de cul arte,

    por desusada parte

    y por nuevo camino el agua siba; ardiendo yo con la calor estiva,

  • 8

    el curso enajenado iba siguiendo

    del agua fugitiva.

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    l0.

    Tu dulce habla en cya oreja suena?

    Tus claros ojos a quin los volviste?

    Por quin tan sin respeto me trocaste?

    Tu quebrantada fe d la pusiste?

    Cul es el cuello que como en cadena

    de tus hermosos brazos audaste?

    No hay corazn que baste,

    aunque fuese de piedra,

    viendo mi amada hiedra

    de m arrancada, en otro muro asida,

    y mi parra en otro olmo entretejida,

    que no sest con llanto deshaciendo hasta acabar la vida.

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    11.

    Qu no sesperar daqu adelante, por difcil que sea y por incierto,

    o qu discordia no ser juntada?

    Y juntamente qu tern por cierto,

    o qu de hoy ms no temer el amante,

    siendo a todo materia por ti dada?

    Cuando t enajenada

    de mi cuidado fuiste,

    notable causa diste,

    y ejemplo a todos cuantos cubrel cielo, quel ms seguro tema con recelo perder lo que estuviere poseyendo.

    Salid fuera sin duelo,

    salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    12.

    Materia diste al mundo despcranza dalcanzar lo imposible y no pensado

    y de hacer juntar lo diferente,

    dando a quien diste el corazn malvado,

    quitndolo de m con tal mudanza

    que siempre sonar de gente en gente.

    La cordera paciente

    con el lobo hambriento

    har su ajuntamiento,

    y con las simples aves sin rido

    harn las bravas sierpes ya su nido,

    que mayor diferencia comprehendo

  • 9

    de ti al que has escogido.

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    13.

    Siempre dc nueva leche en el verano

    y en el invierno abundo; en mi majada

    la manteca y el queso est sobrado.

    De mi cantar, pues, yo te via agradada

    tanto que no pudiera el mantano

    Ttero ser de ti ms alabado.

    No soy, pues, bien mirado,

    tan disforme ni feo,

    que aun agora me veo

    en esta agua que corre clara y pura,

    y cierto no trocara mi figura

    con ese que de mi sest reyendo; trocara mi ventura!

    Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    14.

    Cmo te vine en tanto menosprecio?

    Cmo te fui tan presto aborrecible?

    Cmo te falt en m el conocimiento?

    Si no tuvieras condicin terrible,

    siempre fuera tenido de ti en precio

    y no viera este triste apartamiento.

    No sabes que sin cuento

    buscan en el esto

    mis ovejas el fro

    de la sierra de Cuenca, y el gobierno

    del abrigado Estremo en el invierno?

    Mas qu vale el tener, si derritiendo

    mestoy en llanto eterno! Salid sin duelo, lgrimas, corriendo.

    15.

    Con mi llorar las piedras enternecen

    su natural dureza y la quebrantan;

    los rboles parece que sinclinan; las aves que mescuchan, cuando cantan,

    con diferente voz se condolecen

    y mi morir cantando madevinan; las fieras que reclinan

    su cuerpo fatigado

    dejan el sosegado

    sueo por escuchar mi llanto triste:

    t sola contra m tendureciste,

  • 10

    los ojos aun siquiera no volviendo

    a los que t hiciste

    salir, sin duelo, lgrimas corriendo.

    16.

    Mas ya que a socorrerme aqu no vienes,

    no dejes el lugar que tanto amaste,

    que bien podrs venir de m segura.

    Yo dejar el lugar do me dejaste;

    ven si por solo aquesto te detienes.

    Ves aqu un prado lleno de verdura,

    ves aqu un espesura, ves aqu un agua clara,

    en otro tiempo cara,

    a quien de ti con lgrimas me quejo;

    quiz aqu hallars, pues yo malejo, al que todo mi bien quitar me puede,

    que pues el bien le dejo,

    no es mucho quel lugar tambin le quede.

    17.

    Aqu dio fin a su cantar Salicio,

    y sospirando en el postrero acento,

    solt de llanto una profunda vena;

    queriendo el monte al grave sentimiento

    daquel dolor en algo ser propicio, con la pesada voz retumba y suena;

    la blanda Filomena,

    casi como dolida

    y a compasin movida,

    dulcemente responde al son lloroso.

    Lo que cant tras esto Nemoroso,

    decildo vos, Prides, que tanto

    no puedo yo ni oso,

    que siento enflaquecer mi dbil canto.

    18.

    NEMOROSO

    Corrientes aguas puras, cristalinas,

    rboles que os estis mirando en ellas,

    verde prado de fresca sombra lleno,

    aves que aqu sembris vuestras querellas,

    hiedra que por los rboles caminas,

    torciendo el paso por su verde seno:

    yo me vi tan ajeno

    del grave mal que siento

  • 11

    que de puro contento

    con vuestra soledad me recreaba,

    donde con dulce sueo reposaba,

    o con el pensamiento discurra

    por donde no hallaba

    sino memorias llenas dalegra;

    19.

    y en este mismo valle, donde agora

    me entristezco y me canso en el reposo,

    estuve ya contento y descansado.

    Oh bien caduco, vano y presuroso!

    Acurdome, durmiendo aqu algn hora,

    que, despertando, a Elisa vi a mi lado.

    Oh miserable hado!

    Oh tela delicada,

    antes de tiempo dada

    a los agudos filos de la muerte!

    Ms convenible fuera aquesta suerte

    a los cansados aos de mi vida,

    ques ms quel hierro fuerte, pues no la ha quebrantado tu partida.

    20.

    D estn agora aquellos claros ojos

    que llevaban tras s, como colgada,

    mi alma, doquier que ellos se volvan?

    D est la blanca mano delicada,

    llena de vencimientos y despojos

    que de m mis sentidos lofrecan? Los cabellos que van

    con gran desprecio al oro

    como a menor tesoro

    adnde estn, adnde el blanco pecho?

    D la columna quel dorado techo con proporcin graciosa sostena?

    Aquesto todo agora ya sencierra, por desventura ma,

    en la escura, desierta y dura tierra.

    21.

    Quin me dijera, Elisa, vida ma,

    cuando en aqueste valle al fresco viento

    andbamos cogiendo tiernas flores,

    que habia de ver, con largo apartamiento,

    venir el triste y solitario da

    que diese amargo fin a mis amores?

    El cielo en mis dolores

  • 12

    carg la mano tanto

    que a sempiterno llanto

    y a triste soledad me ha condenado;

    y lo que siento ms es verme atado

    a la pesada vida y enojosa,

    solo, desamparado,

    ciego, sin lumbre en crcel tenebrosa.

    22.

    Despus que nos dejaste, nunca pace

    en hartura el ganado ya, ni acude

    el campo al labrador con mano llena;

    no hay bien quen mal no se convierta y mude. La mala hierba al trigo ahoga, y nace

    en lugar suyo la infelice avena;

    la tierra, que de buena

    gana nos produca

    flores con que sola

    quitar en solo vellas mil enojos,

    produce agora en cambio estos abrojos,

    ya de rigor despinas intratable. Yo hago con mis ojos

    crecer, lloviendo, el fruto miserable.

    23.

    Como al partir del sol la sombra crece,

    y en cayendo su rayo, se levanta

    la negra escuridad quel mundo cubre, de do viene el temor que nos espanta

    y la medrosa forma en que sofrece aquella que la noche nos encubre

    hasta quel sol descubre su luz pura y hermosa:

    tal es la tenebrosa

    noche de tu partir en que he quedado

    de sombra y de temor atormentado,

    hasta que muerte el tiempo determine

    que a ver el deseado

    sol de tu clara vista mencamine.

    24.

    Cual suele el ruiseor con triste canto

    quejarse, entre las hojas escondido,

    del duro labrador que cautamente

    le despoj su caro y dulce nido

    de los tiernos hijuelos entretanto

    que del amado ramo estaba ausente,

    y aquel dolor que siente,

  • 13

    con diferencia tanta

    por la dulce garganta

    despide que a su canto el aire suena,

    y la callada noche no refrena

    su lamentable oficio y sus querellas,

    trayendo de su pena

    el cielo por testigo y las estrellas:

    25.

    desta manera suelto yo la rienda

    a mi dolor y ans me quejo en vano

    de la dureza de la muerte airada;

    ella en mi corazn meti la mano

    y dall me llev mi dulce prenda, que aqul era su nido y su morada.

    Ay, muerte arrebatada,

    por ti mestoy quejando al cielo y enojando

    con importuno llanto al mundo todo!

    El desigual dolor no sufre modo;

    no me podrn quitar el dolorido

    sentir si ya del todo

    primero no me quitan el sentido.

    26.

    Tengo una parte aqu de tus cabellos,

    Elisa, envueltos en un blanco pao,

    que nunca de mi seno se mapartan; descjolos, y de un dolor tamao

    enternecer me siento que sobre ellos

    nunca mis ojos de llorar se hartan.

    Sin que dall se partan, con sospiros callientes,

    ms que la llama ardientes,

    los enjugo del llanto, y de consuno

    casi los paso y cuento uno a uno;

    juntndolos, con un cordn los ato.

    Tras esto el importuno

    dolor me deja descansar un rato.

    27.

    Mas luego a la memoria se mofrece aquella noche tenebrosa, escura,

    que siempre aflige esta anima mezquina

    con la memoria de mi desventura:

    verte presente agora me parece

    en aquel duro trance de Lucina;

  • 14

    y aquella voz divina,

    con cuyo son y acentos

    a los airados vientos

    pudieran amansar, que agora es muda,

    me parece que oigo, que a la cruda,

    inexorable diosa demandabas

    en aquel paso ayuda;

    y t, rstica diosa, dnde estabas?

    28.

    bate tanto en perseguir las fieras?

    bate tanto en un pastor dormido?

    Cosa pudo bastar a tal creza

    que, comovida a compasin, odo

    a los votos y lgrimas no dieras,

    por no ver hecha tierra tal belleza,

    o no ver la tristeza

    en que tu Nemoroso

    queda, que su reposo

    era seguir tu oficio, persiguiendo

    las fieras por los montes y ofreciendo

    a tus sagradas aras los despojos?

    Y t, ingrata, riendo

    dejas morir mi bien ante mis ojos!

    29.

    Divina Elisa, pues agora el cielo

    con inmortales pies pisas y mides,

    y su mudanza ves, estando queda,

    por qu de m te olvidas y no pides

    que se apresure el tiempo en que este velo

    rompa del cuerpo y yerme libre pueda,

    y en la tercera rueda,

    contigo mano a mano,

    busquemos otro llano,

    busquemos otros montes y otros ros,

    otros valles floridos y sombros

    donde descanse y siempre pueda verte

    ante los ojos mos,

    sin miedo y sobresalto de perderte?

    30.

    Nunca pusieran fin al triste lloro

    los pastores, ni fueran acabadas

    las canciones que solo el monte oa,

    si mirando las nubes coloradas,

    al tramontar del sol bordadas doro,

  • 15

    no vieran que era ya pasado el da;

    la sombra se vea

    venir corriendo apriesa

    ya por la falda espesa

    del altsimo monte, y recordando

    ambos como de sueo, y acabando

    el fugitivo sol, de luz escaso,

    su ganado llevando,

    se fueron recogiendo paso a paso.

    Fernando de Herrera Amor, en un incendio no acabado...

    Amor, en un incendio no acabado

    ard del fuego tuyo, en la florida

    sazn y alegre de mi dulce vida,

    todo en tu viva imagen transformado.

    Y ahora, oh vano error, en este estado,

    no con llama en cenizas escondida,

    mas descubierta, clara y encendida,

    pierdo en ti lo mejor de mi cuidado.

    No ms, baste, cruel, ya en tantos aos

    rendido haber al yugo el cuello yerto,

    y haber visto en el fin tu desvaro.

    Abra la luz la niebla a tus engaos,

    antes que el lazo rompa el tiempo y muerto

    sea el fuego del tardo hielo mo.

    Voy siguiendo la fuerza de mi hado...

    Voy siguiendo la fuerza de mi hado

    por este campo estril y escondido;

    todo calla y no cesa mi gemido

    y lloro la desdicha de mi estado.

    Crece el camino y crece mi cuidado,

    que nunca mi dolor pone en olvido;

    el curso al fin acaba, aunque estendido,

    pero no acaba el dao dilatado.

    Qu vale contra un mal siempre presente

    apartarse y huir, si en la memoria

    se estampa y muestra frescas las seales?

  • 16

    Vuela Amor en mi alcance y no consiente,

    en mi afrenta, que olvide aquella historia

    que descubri la senda de mis males.

    Santa Teresa de Jess

    Vivo sin vivir en m...

    (Versos nacidos del fuego del amor de Dios que en s tena)

    Vivo sin vivir en m, y de tal manera espero, que muero porque no muero.

    Vivo ya fuera de m despus que muero de amor; porque vivo en el Seor, que me quiso para s; cuando el corazn le di puse en l este letrero: que muero porque no muero.

    Esta divina prisin del amor con que yo vivo ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazn; y causa en m tal pasin ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero.

    Ay, qu larga es esta vida! Qu duros estos destierros, esta crcel, estos hierros en que el alma est metida! Slo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero.

    Ay, qu vida tan amarga do no se goza el Seor! Porque si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga. Quteme Dios esta carga, ms pesada que el acero, que muero porque no muero.

    Slo con la confianza vivo de que he de morir, porque muriendo, el vivir me asegura mi esperanza. Muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero,

  • 17

    que muero porque no muero.

    Mira que el amor es fuerte, vida, no me seas molesta; mira que slo te resta, para ganarte, perderte. Venga ya la dulce muerte, el morir venga ligero, que muero porque no muero.

    Aquella vida de arriba es la vida verdadera; hasta que esta vida muera, no se goza estando viva. Muerte, no me seas esquiva; viva muriendo primero, que muero porque no muero.

    Vida, qu puedo yo darle a mi Dios, que vive en m, si no es el perderte a ti para mejor a l gozarle? Quiero muriendo alcanzarle, pues tanto a mi Amado quiero, que muero porque no muero.

    Fray Luis de Len

    Al salir de la crcel Aqu la envidia y mentira me tuvieron encerrado. Dichoso el humilde estado del sabio que se retira de aqueste mundo malvado, y con pobre mesa y casa, en el campo deleitoso con slo Dios se compasa, y a solas su vida pasa, ni envidiado ni envidioso.

    Oda a la vida retirada Qu descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido! Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado. No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama

  • 18

    la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera. Qu presta a mi contento, si soy del vano dedo sealado, si en busca de este viento ando desalentado con ansias vivas, con mortal cuidado? Oh monte, oh fuente, oh ro! Oh secreto seguro, deleitoso! Roto casi el navo a vuestro almo reposo, huyo de aqueste mar tempestuoso. Un no rompido sueo, un da puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceo vanamente severo de quien la sangre ensalza o el dinero. Despirtenme las aves con su cantar sabroso no aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio est atenido. Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo. Del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto, que con la primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto. Y como codiciosa por ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura. Y luego sosegada, el paso entre los rboles torciendo, el suelo de pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea y ofrece mil olores al sentido, los rboles menea con un manso rido que del oro y del cetro pone olvido. Tnganse su tesoro los que de un falso leo se confan: no es mo ver el lloro de los que desconfan cuando el cierzo y el brego porfan.

  • 19

    La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro da se torna, al cielo suena confusa vocera, y la mar enriquecen a porfa. A m una pobrecilla mesa de amable paz bien abastada me basta, y la vajilla de fino oro labrada sea de quien la mar no teme airada. Y mientras miserable mente se estn los otros abrasando con sed insacable del no durable mando, tendido yo a la sombra est cantando A la sombra tendido, de hiedra y lauro eterno coronado, puesto el atento odo al son dulce, acordado del plectro sabiamente meneado.

    San Juan de la Cruz La noche oscura Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfeccin, que es la unin con Dios, por el camino de la negacin espiritual. En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, (oh dichosa ventura!) sal sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. A oscuras y segura, por la secreta escala disfrazada, (oh dichosa ventura!) a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me vea, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni gua sino la que en el corazn arda. Aqusta me guaba ms cierta que la luz del medioda, adonde me esperaba quien yo bien me saba, en parte donde nadie pareca. Oh noche que me guiaste!, oh noche amable ms que el alborada!, oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada!

  • 20

    En mi pecho florido, que entero para l solo se guardaba, all qued dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparca, con su mano serena en mi cuello hera, y todos mis sentidos suspenda. Quedme y olvidme, el rostro reclin sobre el amado, ces todo, y dejme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.

    Coplas hechas sobre un xtasis

    Entrme donde no supe, y quedme no sabiendo, toda ciencia trascendiendo.

    Yo no supe dnde entraba, porque, cuando all me vi, sin saber dnde me estaba, grandes cosas entend no dir lo que sent, que me qued no sabiendo, toda ciencia trascendiendo.

    De paz y de piedad era la ciencia perfeta, en profunda soledad, entendida va reta; era cosa tan secreta, que me qued balbuciendo, toda ciencia trascendiendo.

    Estaba tan embebido, tan absorto y ajenado, que se qued mi sentido de todo sentir privado; y el espritu dotado de un entender no entendiendo toda ciencia trascendiendo.

    Cuanto ms alto se sube, tanto menos entenda que es la tenebrosa nube que a la noche esclareca; por eso quien la saba queda siempre no sabiendo toda ciencia trascendiendo.

    El que all llega de vero, de s mismo desfallece; cuanto saba primero mucho bajo le parece; y su ciencia tanto crece, que se queda no sabiendo toda ciencia trascendiendo.

  • 21

    Este no saber sabiendo es de tal alto poder, que los sabios arguyendo jams le pueden vencer; que no llega su saber a no entender entendiendo, toda ciencia trascendiendo.

    Y es de tan alta excelencia aqueste sumo saber, que no hay facultad ni ciencia que le puedan comprender; quien se supiere vencer con un no saber sabiendo, ir siempre trascendiendo.

    Y si lo queris or, consiste esta suma ciencia en un subido sentir de la divinal Esencia. Es obra de su clemencia hacer quedar no entendiendo, toda ciencia trascendiendo.

    Miguel de Cervantes

    A Dulcinea del Toboso Oh, quin tuviera, hermosa Dulcinea, por ms comodidad y ms reposo, a Miraflores puesto en el Toboso, y trocara sus Londres con tu aldea! Oh, quin de tus deseos y librea alma y cuerpo adornara, y del famoso caballero que hiciste venturoso mirara alguna desigual pelea! Oh, quin tan castamente se escapara del seor Amads como t hiciste del comedido hidalgo don Quijote! Que as envidiada fuera, y no envidiara, y fuera alegre el tiempo que fue triste, y gozara los gustos sin escotes.

    Cuando Preciosa el panderete toca ...

    Cuando Preciosa el panderete toca y hiere el dulce son los aires vanos, perlas son que derrama con las manos; flores son que despide de la boca.

    Suspensa el alma, y la cordura loca, queda a los dulces actos sobrehumanos, que, de limpios, de honestos y de sanos, su fama al cielo levantado toca.

  • 22

    Colgadas del menor de sus cabellos mil almas lleva, y a sus plantas tiene Amor rendidas una y otra flecha.

    Ciega y alumbra con sus soles bellos, su imperio Amor por ellos le mantiene, y an ms grandezas de su ser sospecha.

    Ovillejos

    Quin menoscaba mis bienes? Desdenes! Y quin aumenta mis duelos? Los celos! Y quin prueba mi paciencia? Ausencia! De ese modo en mi dolencia ningn remedio me alcanza, pues me matan las esperanzas, desdenes, celos y ausencia. Quin me causa este dolor? Amor! Y quin mi gloria repugna? Fortuna! Y quin consiente mi duelo? El cielo! De ese modo yo recelo morir deste mal extrao, pues se anan en mi dao amor, fortuna y el cielo. Quin mejorar mi suerte? La muerte! Y el bien de amor, quin le alcanza? Mudanza! Y sus males, quin los cura? Locura! De ese modo no es cordura querer curar la pasin, cuando los remedios son muerte, mudanza y locura.

    Luis de Gngora y Argote

    Mientras por competir con tu cabello...

    Mientras por competir con tu cabello, oro bruido al sol relumbra en vano; mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello;

    mientras a cada labio, por cogello, siguen ms ojos que al clavel temprano, y mientras triunfa con desdn lozano

  • 23

    del luciente cristal tu gentil cuello,

    goza cuello, cabello, labio y frente, antes que lo que fue en tu edad dorada oro, lirio, clavel, cristal luciente,

    no slo en plata o viola troncada se vuelva, ms t y ello juntamente en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

    Los celos

    Oh niebla del estado ms sereno, furia infernal, serpiente mal nacida! Oh ponzoosa vbora escondida de verde prado en oloroso seno!

    Oh, entre el nctar de Amor mortal veneno, que en vaso de cristal quitas la vida! Oh, espada sobre m de un pelo asida, de la amorosa espuela duro freno!

    Oh celo, del favor verdugo eterno!, vulvete al lugar triste donde estabas, o al reino (si all cabes) del espanto;

    mas no cabrs all, que pues ha tanto que comes de ti mesmo y no te acabas, mayor debes de ser que el mismo infierno.

    Fbula de Polifemo y Galatea (seleccin)

    6 De este, pues, formidable de la tierra Bostezo, el melanclico vaco A Polifemo, horror de aquella sierra, Brbara choza es, albergue umbro Y redil espacioso donde encierra Cuanto las cumbres speras cabro, De los montes esconde: copia bella Que un silbo junta y un peasco sella.

    ...

    13 Ninfa, de Doris hija, la ms bella, Adora, que vio el reino de la espuma. Galatea es su nombre, y dulce en ella El terno Venus de sus Gracias suma. Son una y otra luminosa estrella Lucientes ojos de su blanca pluma: Si roca de cristal no es de Neptuno, Pavn de Venus es, cisne de Juno.

    ...

    Ande yo caliente y rase la gente

    Traten otros del gobierno del mundo y sus monarquas, mientras gobiernan mis das mantequillas y pan tierno; y las maanas de invierno naranjada y aguardiente, y rase la gente.

  • 24

    Coma en dorada vajilla el Prncipe mil cuidados como pldoras dorados, que yo en mi pobre mesilla quiero ms una morcilla que en el asador reviente, y rase la gente. Cuando cubra las montaas de blanca nieve el enero, tenga yo lleno el brasero de bellotas y castaas, y quien las dulces patraas del Rey que rabi me cuente, y rase la gente.

    Busque muy en buena hora el mercader nuevos soles; yo conchas y caracoles entre la menuda arena, escuchando a Filomena sobre el chopo de la fuente, y rase la gente.

    Pase a media noche el mar y arda en amorosa llama Leandro por ver su dama; que yo ms quiero pasar del golfo de mi lagar la blanca o roja corriente, y rase la gente.

    Pues Amor es tan cruel que de Pramo y su amada hace tlamo una espada, do se junten ella y l, sea mi Tisbe un pastel y la espada sea mi diente, y rase la gente.

    Tirso de Molina Al molino del amor

    Al molino del amor alegre la nia va a moler sus esperanzas; quiera Dios que vuelva en paz; en la rueda de los celos el amor muele su pan, que desmenuzan la harina, y la sacan candeal. Ro con sus pensamientos, que unos vienen y otros van, y apenas llego a la orilla, cuando ans escucho cantar:

    Borbollicos hacen las aguas cuando ven a mi bien pasar; cantan, brinca, bullen, corren entre conchas de coral;

  • 25

    y los pjaros dejan sus nidos, y en las ramas del arrayn vuelan, cruzan, saltan, pican toronjil, murta y azahar.

    Los bueyes de las sospechas el ro agotando van; que donde ellas se confirman, pocas esperanzas hay; y viendo que a falta de agua parado el molino est, desta suerte le pregunta la nia que empieza a amar:

    -Molinico, por qu no mueles? -Porque me beben el agua los bueyes.

    Vi el amor lleno de harina moliendo la libertad de las almas que atormenta, y ans le cant al llegar:

    -Molinero sois, amor, y sois moledor. -S lo soy, aprtense, que le enharinar.

    Francisco de Quevedo

    A una nariz

    rase un hombre a una nariz pegado, rase una nariz superlativa, rase una nariz sayn y escriba, rase un pez espada muy barbado. Era un reloj de sol mal encarado, rase una alquitara pensativa, rase un elefante boca arriba, era Ovidio Nasn ms narizado rase un espoln de una galera, rase una pirmide de Egipto; las doce tribus de narices era. rase un naricsimo infinito, muchsimo nariz, nariz tan fiera, que en la cara de Ans fuera delito.

    Ah de la vida!" ... Nadie me responde?

    Ah de la vida!" ... Nadie me responde? Aqu de los antaos que he vivido! La Fortuna mis tiempos ha mordido; las Horas mi locura las esconde.

    Que sin poder saber cmo ni adnde, la salud y la edad se hayan huido! Falta la vida, asiste lo vivido, y no hay calamidad que no me ronde.

  • 26

    Ayer se fue; maana no ha llegado; hoy se est yendo sin parar un punto; soy un fue, y un ser y un es cansado.

    En el hoy y maana y ayer, junto paales y mortaja, y he quedado presentes sucesiones de difunto.

    Amor constante ms all de la muerte...

    Cerrar podr mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco da, y podr desatar esta alma ma hora a su afn ansioso lisonjera;

    mas no de esotra parte en la ribera dejar la memoria en donde arda: nadar sabe mi llama la agua fra, y perder el respeto a ley severa.

    Alma a quien todo un dios prisin ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas, que han gloriosamente ardido,

    su cuerpo dejarn, no su cuidado; sern cenizas, mas tendrn sentido; polvo sern, mas polvo enamorado.

    Definiendo el amor

    Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado.

    Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado.

    Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero parasismo, enfermedad que crece si es curada.

    ste es el nio Amor, ste es tu abismo: mirad cul amistad tendr con nada el que en todo es contrario de s mismo.

    Mir los muros de la patria ma... Mir los muros de la patria ma, si un tiempo fuertes, ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valenta.

    Salme al campo; vi que el sol beba los arroyos del yelo desatados, y del monte quejosos los ganados, que con sombras hurt su luz al da.

    Entr en mi casa; vi que, amancillada, de anciana habitacin era despojos; mi bculo, ms corvo y menos fuerte.

  • 27

    Vencida de la edad sent mi espada, y no hall cosa en que poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte.

    Vejamen del ratn al caracol Rindose est el ratn, en el umbral de su cueva, del caracol ganapn, que va con su casa a cuestas. Y viendo como arrastrando por su corcova la lleva, muy camello de poquito, le dijo de esta manera: Dime, cornudo vecino, de un cuerno en que t te hospedas, qu callo de pie traz una alcoba tan estrecha? T vives emparedado, sin castigo o penitencia, y, hecho chirrin de tu casa, la mudas y la trasiegas. Vestirse de un edificio invencin de sastre es nueva: t, albail enjerto en sastre, te vistes y te aposentas. El vivir un lobanillo, es de pobre y de materia; y nunca salir de casa, de persona muy enferma. Verruga andante pareces, que ha producido la tierra; muy preciado de que todo slo t un palacio llenas. Si te viniese algn gsped, qu aposento le aparejas t, que en la mano de un gato, por no admitirle, te encierras? Yo te llevar a la corte, en donde no te defienda de tercera parte o gsped tu casilla tan estrecha. No te fuera ms descanso andarte por estas selvas, y en estos agujerillos tener tu cama y tu mesa? Rindose estn de ti los lagartos en las peas, los pjaros en los nidos, las ranas en las acequias. Esa casa es tu mortaja: de buena cosa te precias, pues vives el atad, donde es forzoso que mueras. De una fbrica presumes que Vitrubio no la entienda; y si vale un caracol, en dos ninguna la precia. Y citar puedo a Vitrubio, porque soy ratn de letras, que en casa de un arquitecto, com a Viola una nesga. Sacar los cuernos al sol,

  • 28

    ningn marido lo aprueba, aunque de ellos coma; y t muy en ayunas los muestras. Dirs que me caza el gato, con todas estas arengas; y a ti no te echan la ua los viernes y las cuaresmas? No te guisan y te comen entre abadejo y lentejas? Y hay, despus de estar guisado, alfiler que no te prenda? Pero de matraca baste, que yo espero gran respuesta; y, aunque soy ms cortesano, me he de correr ms aprisa.

    Lope de Vega Ir y quedarse, y con quedar partirse...

    Ir y quedarse, y con quedar partirse, partir sin alma y ir con alma ajena, or la dulce voz de una sirena y no poder del rbol desasirse;

    arder como la vela y consumirse haciendo torres sobre tierna arena; caer de un cielo, y ser demonio en pena, y de serlo jams arrepentirse;

    hablar entre las mudas soledades, pedir pues resta sobre fe paciencia, y lo que es temporal llamar eterno;

    creer sospechas y negar verdades, es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma, y en la vida infierno.

    Qu tengo yo, que mi amistad procuras?

    Qu tengo yo, que mi amistad procuras? Qu inters se te sigue, Jess mo, que a mi puerta, cubierto de roco, pasas las noches del invierno obscuras? Oh, cunto fueron mis entraas duras, pues no te abr! Qu extrao desvaro si de mi ingratitud el hielo fro sec las llagas de mis plantas puras! Cuntas veces el ngel me deca: Alma, asmate ahora a la ventana, vers con cunto amor llamar porfa! Y cunta hermosura soberana: Maana le abriremos. responda para lo mismo responder maana!

    Quin mata con ms rigor? Quin mata con ms rigor?

  • 29

    Amor. Quin causa tantos desvelos? Celos. Quin es el mal de mi bien? Desdn Qu ms que todos tambin una esperanza perdida, pues que me quitan la vida amor, celos y desdn? Qu fin tendr mi osada? Porfa. Y qu remedio mi dao? Engao. Quin es contrario a mi amor? Temor. Luego es forzoso el rigor, y locura el porfiar , pues mal se pueden juntar porfa, engao y temor. Qu es lo que el amor me ha dado? Cuidado. Y qu es lo que yo le pido? Olvido. Qu tengo del bien que veo? Deseo. Si en tal locura me empleo, que soy mi propio enemigo, presto acabarn conmigo cuidado, olvido y deseo. Nunca mi pena fue dicha. Desdicha. Qu guarda mi pretensin? Ocasin. Quin hace a amor resistencia? Ausencia. Pues dnde hallar paciencia, aunque a la muerte le pida, si me han de acabar la vida desdicha, ocasin y ausencia?

    Soneto

    Desmayarse, atreverse, estar furioso, spero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso;

    no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso;

    huir el rostro al claro desengao, beber veneno por licor save, olvidar el provecho, amar el dao;

    creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengao; esto es amor, quien lo prob lo sabe.

  • 30

    Soneto de repente De "La nia de Plata"

    Un soneto me manda hacer Violante; en mi vida me he visto en tal aprieto, catorce versos dicen que es soneto, burla burlando van los tres delante.

    Yo pens que no hallara consonante, y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto, no hay cosa en los cuartetos que me espante.

    Por el primer terceto voy entrando, y aun parece que entr con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando.

    Ya estoy en el segundo, y aun sospecho que estoy los trece versos acabando: contad si son catorce, y est hecho.

    Caldern de la barca De "La vida es sueo"

    Suea el rey que es rey, y vive con este engao mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte, desdicha fuerte! Que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueo de la muerte?

    Suea el rico en su riqueza, que ms cuidados le ofrece; suea el pobre que padece su miseria y su pobreza; suea el que a medrar empieza, suea el que afana y pretende, suea el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusin, todos suean lo que son, aunque ninguno lo entiende.

    Yo sueo que estoy aqu destas prisiones cargado, y so que en otro estado

  • 31

    ms lisonjero me vi. Qu es la vida? Un frenes. Qu es la vida? Una ilusin, una sombra, una ficcin, y el mayor bien es pequeo: que toda la vida es sueo, y los sueos, sueos son.

    Cairasco de Figueroa La Selva de Doramas

    ste es el bosque umbrfero

    que de Doramas tiene el nombre clebre,

    y aquestos son los rboles

    que frisan ya con los del monte Lbano,

    y las palmas altsimas,

    mucho ms que de Egipto las pirmides,

    que los sabrosos dtiles

    producen a su tiempo, dulces tmaras.

    Aqu de varia msica

    hinchen el aire los pintados pjaros;

    la verde yedra errtica

    a los troncos se enreda con sus crculos;

    y ms que el hielo, frgidas,

    salen las fuentes de peascos ridos.

    Aqu de Apolo Dlfico

    no puede penetrar el rayo clido,

    ni del profundo Ocano

    pueden daificar vapores hmidos.

    Aqu con letras gticas

    se escriben epigramas, nombres, ttulos,

    en rboles tan frtiles,

    que parece que estuvo regalndose

    en ellos el artfice

    de la terrena y la celeste fbrica.

    Aqu pues, de la prspera

    Fortuna est gozando un fuerte brbaro,

    que por sus propios mritos

    alcanz la corona y regia prpura,

    y en la terrestre mquina

    es celebrado en ejercicio blico.

    Doramas es el nclito

    nombre de aqueste capitn indmito.

    Octavas

    (a una dama que no la poda haber)

    Ingrata, desleal, falsa, perjura,

    inconstante, crel y fementida,

  • 32

    es ste el premio de mi fe tan pura,

    es sta la esperanza prometida?

    Tan mal se emplea en ti la hermosura?

    Como el amor, por ser desconocida,

    no me espant de ti, de m me espanto,

    que a tan frgil pastora quise tanto.

    Mas yo har en m propio tal castigo,

    que pueda ser ejemplo en toda parte:

    crel me sea el cielo y enemigo

    si volviere los ojos a mirarte.

    A ti misma presento por testigo

    si me sobra razn para dejarte,

    pues dejas un secreto y firme amante

    por otro falso, pblico, ignorante.

    Al son de mi rabel, con que sola

    celebrar tu beldad y gentileza,

    celebrar de hoy ms la tirana

    que das por galardn a mi firmeza:

    dir la ingratitud y alevosa,

    la falsedad, mudanza y ligereza

    de aquese corazn empedernido,

    que slo para m tan falso ha sido.

    Ya no te acuerdas, -di, crel tirana-,

    de aquel dulce mirar en que decas

    que no habra en el mundo lengua humana

    que explicase el amor que me tenas?

    Llevose el viento la esperanza vana

    que con falso mirar me prometas:

    a m me diste un corazn fingido

    y el verdadero a otro lo has rendido.

    Las tiernas flores deste frtil prado

    vulvanse espinas cuando yo pasare;

    las fuentes do veniere mi ganado

    amargas siempre el cielo las depare,

    si no me pesa por haberte amado;

    y plega a Dios, pastora, si te amare,

    que nunca tenga una hora de contento,

    pues pagaste tan mal mi pensamiento.

    Adis, Marcela, adis!, que ya mis ojos

    no irn a verte desde el alta cumbre;

    ya no te cansar con mis enojos,

    ni te darn mis cartas pesadumbre.

    Rugote por mis ltimos despojos,

    por el tiempo que estuve en servidumbre,

    que no digas, crel desconocida,

    a nadie que de m fuiste querida.

  • 33

    Soneto

    Un fuego helado, un encendido hielo,

    tiniebla clara, claridad obscura,

    vida que mata, muerte que asegura,

    consuelo triste, alegre desconsuelo;

    firmeza irresistible, infirme vuelo,

    dudoso puerto, tempestad segura,

    florido invierno, mayo sin ventura,

    forzosa voluntad, dulce martelo;

    prado lleno de flores y de abrojos,

    mar donde reinan juntos viento y calma,

    monstruo que no hay viviente que no asombre,

    veneno que se bebe por los ojos

    y tiene su lugar dentro del alma:

    esto es amor, y Amor mi propio nombre.

    Antonio de Viana

    Dcil estaba cerca de una fuente

    Que tiene en s la falda de una sierra,

    Cuyas vertientes claras descendiendo,

    Al lago llevan bullicioso arroyo;

    Y era el espeso bosque tan cerrado,

    Que no se divisaba en l la gente...

    Era el estanque de la fuente grande,

    Largo, espacioso y hecho de artificio,

    Con cantos enterrados en la arena,

    Y con el masapez bien embarrados,

    Dando comodidad una gran pea

    De la parte de arriba, a quien cubran

    Diversas yerbas y esmaltadas flores,

    Y a quien cercaban de frondosos rboles

    Entretejidas ramas, defendindola

    De la violencia de los tiempos varios...

    Gozaba Dcil del alegre sitio,

    Sentada encima de la pea misma,

    En lo ms alto de ella, entre las flores,

    Mirndose en las aguas de la fuente,

    En donde haca una agradable sombra,

    Como en espejo de cristal pursimo.

    Oa el murmurar del claro arroyo,

    Que desde all tomando su principio,

    Bajaba al hondo y espacioso valle,

  • 34

    Y de las aves la sonora msica...

    Diciendo aquesto, estaba ya muy cerca

    De la agradable fuente; pero Dcil

    Tiene los ojos puestos en su aspecto.

    Trbase al ver aquel gallardo bro,

    Pulido traje y militar arreo,

    Tan diferente en todo a su costumbre,

    Que con dificultad juzga ser hombre;

    Quiere huir, y teme, y as dice:

    Cielo! Qu ser aquesto que aqu veo?

    Qu puedo hacer? Ay triste, si me siente!

    Quiero huir! Pero que es hombre creo.

    Hombre? S, mas extrao y diferente:

    Combate mi temor con mi deseo;

    Un extranjero tengo ya presente:

    Verle bien? Mas temo de miralle:

    Qu lindo, qu galn, qu de buen talle!

    Y mientras entre s Dcil forjaba

    Aquestos y otros tales pensamientos,

    Lleg Castillo a la agradable fuente;

    Delitase con ver el agua clara,

    Desclzase los guantes de gamuza,

    Baa las manos y refresca el rostro,

    Saca el lenzuelo, enjgase y descansa;

    Contempla el agua pura, y clava en ella

    Al vivo la figura de su sombra,

    Y advierte junto a s la que la Infanta

    Hace tambin de encima de la pea.

    A todas partes mira quin la causa,

    Pero no puede verla, que lo impiden

    Las verdes ramas de los frescos rboles,

    Y as, confuso y admirado, dice:

    Un bulto solo soy, pero dos sombras

    Veo en el agua: aqusta, cierto, es ma,

    Ms t, quin eres, sombra, que me asombras?

    Qu es esto, loca y vana fantasa?

    Entre las flores, como sobre alfombras

    Bordadas de preciosa pedrera,

    Parece est sentada una pastora

    Vista notable! Pero en el contorno

    De aquesta fuente slo a m me veo...

    All la sombra est y aunque el arreo

    De la zagala es poco y sin adorno,

    Su imagen, aumentando mi deseo,

    Parece clara con la sombra obscura,

    Y peregrina y rara su hermosura.

    Loco debo de estar: qu es esto? Acaso

    Es Narciso a s mismo aficionado,

    O es sta aquella fuente del Pegaso,

    Y este lugar de ninfas encantado?

    Es sta alguna musa del Parnaso,

  • 35

    Monte por hechicero celebrado,

    O qu es aquesto, cielos soberanos?

    Al fin no es sta tierra de cristianos.

    ................................

    Tanta fue de Castillo la porfa,

    Que no pudo cubrrsele la infanta...

    Habase ya Dcil levantado,

    Viendo que la miraba el caballero,

    Mas l dej la fuente, y fu siguindola

    Con presurosos y turtados pasos.

    Llegse cerca della; considera

    Su traje extraordinario, y sobre todo

    La rara y no compuesta hermosura,

    Y ella se estaba en l embelesada,

    Vencida y llena de vergenza honesta:

    Sienten los dos un no s qu de gloria...

    Saltos da el corazn dentro en sus pechos.