2
Leija Camacho Brian. Problemas de filosofía de la historia y ciencias sociales. Antes del viaje. Si bien cierto abandono, o desapego a los objetos constituyen parte del reto de Thoreau así como una cierta contemplación de la physis, entonces surge desde mi perspectiva cierto reproche para con Thoreau, reproche que intentaré hacer visible con las siguientes preguntas: ¿Cómo aceptar el abandono especifico de la ciudad si bien esta está injertada a nuestro sistema, en este sentido podríamos afirmar que la ciudad es nuestra segunda naturaleza? ¿No el mismo Toreau regresó de su cabaña, lo cual si bien lo hizo un outsider, no por ello permaneció completamente aislado?, o bien mis reclamos están fuera de lugar dado que las condiciones en que Thoreau se encontraba no eran las nuestras, ya que lo que hoy llamamos ciudad junto con aquello que implica, es decir, un complejo proceso de modernización y por ende de globalización que ha arrasado –y, no sólo- gran parte de los bosques, o bien ha hecho de ellos un lugar turístico, de recreo, todo esto implicaría que Thoreau respondió a su contexto, pero no el nuestro. Así pues, si el reto consiste en un tipo especial de experimentación, entonces lo aceptaré. Ahora es de noche y he decidido emprender el viaje con la condición de que no realizarlo hoy, ¡porque ya es demasiado tarde!, si bien saliera ahora no habría una completa ausencia de luminosidad –recordemos que gran parte de la ciudad está iluminada, iluminada artificialmente-, más bien que el haber decidido tomar el viaje mañana reside en el recién haber despertado, porque creo que para emprender cualquier viaje – ya sea redondo, o en un solo sentido- requiere que al menos uno esté despierto, lo cual no otorga ningún lugar privilegiado al despierto –este puede ir a pie, en primera clase, o en guajolojet-. ¿El despierto no forma parte –al igual que los demás- de esta vorágine * que llamamos modernidad; la cual está en proceso? ¿No es acaso esta misma vorágine la que empujó a Thoreau a cierto despojo?... He despertado, pues hay que estar atento al caminar, y en ello se asemeja a la lectura/escritura, la cual puede ser un simple caminar ocioso, o puede ir a un más allá, claro: a un más allá mundano. ¿Con que objeto viajar? la verdad es que ya he perdido fe en lo propio, sin embargo aún estoy a tiempo de hacerme acreedor de algo para este viaje: Ironía. Alguien podrá inteligentemente replicarme: “eso no es un objeto”, yo respondería: “esto es un cuento; o bien si no lo es, entonces tú que me replicas mira algún vagabundo, y te darás cuenta que el que arrastra más objetos, es el que más sufre; el que no está del todo despierto ¿ya nadie lo está...? Mi recorrido ha comenzado, y aún estoy dentro la ciudad, lo cual implica que la ciudad es objeto de mi presente, en ella se configuran una multiplicidad de relaciones, atropellamientos, cambios de ritmo, cruces con luces intermitentes, y el caminante a veces cree que la ciudad es una y la misma, a pesar de sus cambios, de sus destrucciones: demolición, ora un nuevo edificio, ora un nuevo estacionamiento, y el ciclo destrucción-construcción ocurre detrás de una cortina de hierro acompañada de una música siempre-cambiante de la cual habló Cage. Tanta luz multicolor me marea, así que he decidido tomar una dirección, he decidido orientarme. Para esto último he decidido inventarme una cita, una cita en la ciudad-presente, una cita independiente, una cita a grito de Dolores; ¿La calle?, sin más enredos y retomando mi idea de una sóla dirección, la cita dice así: “Comparada con la ciudad clásica, la Ciudad Genérica está sedada, y habitualmente se percibe desde una posición sedentaria […] Al igual que la comida japonesa, las sensaciones pueden reconstruirse e intensificarse en la mente, o no: simplemente se pueden dejar del lado (hay

Antes Del Viaje

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Pequeño trabajo académico

Citation preview

Page 1: Antes Del Viaje

Leija Camacho Brian.Problemas de filosofía de la historia y ciencias sociales.

Antes del viaje.

Si bien cierto abandono, o desapego a los objetos constituyen parte del reto de Thoreau así como una cierta contemplación de la physis, entonces surge desde mi perspectiva cierto reproche para con Thoreau, reproche que intentaré hacer visible con las siguientes preguntas: ¿Cómo aceptar el abandono especifico de la ciudad si bien esta está injertada a nuestro sistema, en este sentido podríamos afirmar que la ciudad es nuestra segunda naturaleza?¿No el mismo Toreau regresó de su cabaña, lo cual si bien lo hizo un outsider, no por ello permaneció completamente aislado?, o bien mis reclamos están fuera de lugar dado que las condiciones en que Thoreau se encontraba no eran las nuestras, ya que lo que hoy llamamos ciudad junto con aquello que implica, es decir, un complejo proceso de modernización y por ende de globalización que ha arrasado –y, no sólo- gran parte de los bosques, o bien ha hecho de ellos un lugar turístico, de recreo, todo esto implicaría que Thoreau respondió a su contexto, pero no el nuestro. Así pues, si el reto consiste en un tipo especial de experimentación, entonces lo aceptaré.

Ahora es de noche y he decidido emprender el viaje con la condición de que no realizarlo hoy, ¡porque ya es demasiado tarde!, si bien saliera ahora no habría una completa ausencia de luminosidad –recordemos que gran parte de la ciudad está iluminada, iluminada artificialmente-, más bien que el haber decidido tomar el viaje mañana reside en el recién haber despertado, porque creo que para emprender cualquier viaje – ya sea redondo, o en un solo sentido- requiere que al menos uno esté despierto, lo cual no otorga ningún lugar privilegiado al despierto –este puede ir a pie, en primera clase, o en guajolojet-.

¿El despierto no forma parte –al igual que los demás- de esta vorágine* que llamamos modernidad; la cual está en proceso? ¿No es acaso esta misma vorágine la que empujó a Thoreau a cierto despojo?...

He despertado, pues hay que estar atento al caminar, y en ello se asemeja a la lectura/escritura, la cual puede ser un simple caminar ocioso, o puede ir a un más allá, claro: a un más allá mundano.

¿Con que objeto viajar? la verdad es que ya he perdido fe en lo propio, sin embargo aún estoy a tiempo de hacerme acreedor de algo para este viaje: Ironía. Alguien podrá inteligentemente replicarme: “eso no es un objeto”, yo respondería: “esto es un cuento; o bien si no lo es, entonces tú que me replicas mira algún vagabundo, y te darás cuenta que el que arrastra más objetos, es el que más sufre; el que no está del todo despierto ¿ya nadie lo está...?

Mi recorrido ha comenzado, y aún estoy dentro la ciudad, lo cual implica que la ciudad es objeto de mi presente, en ella se configuran una multiplicidad de relaciones, atropellamientos, cambios de ritmo, cruces con luces intermitentes, y el caminante a veces cree que la ciudad es una y la misma, a pesar de sus cambios, de sus destrucciones: demolición, ora un nuevo edificio, ora un nuevo estacionamiento, y el ciclo destrucción-construcción ocurre detrás de una cortina de hierro acompañada de una música siempre-cambiante de la cual habló Cage. Tanta luz multicolor me marea, así que he decidido tomar una dirección, he decidido orientarme. Para esto último he decidido inventarme una cita, una cita en la ciudad-presente, una cita independiente, una cita a grito de Dolores; ¿La calle?, sin más enredos y retomando mi idea de una sóla dirección, la cita dice así:

“Comparada con la ciudad clásica, la Ciudad Genérica está sedada, y habitualmente se percibe desde una posición sedentaria […] Al igual que la comida japonesa, las sensaciones pueden reconstruirse e intensificarse en la mente, o no: simplemente se pueden dejar del lado (hay donde elegir) Esta omnipresente falta de urgencia e insistencia actúa como una potente droga; induce a una alucinación de lo normal” [Rem Koolhas, La Ciudad Genérica. trad. Jorge Sainz, edit. Gustavo Gill, Barcelona, 2006. pp. 15-16]

Camino, y más adelante encuentro la siguiente advertencia:

“En una drástica inversión de lo que supuestamente es la principal característica de la ciudad (el “negocio”)” [Ibídem], acaso ya no hay orientación, es decir, ya no podré dirigirme a ese paraíso perdido, entonces ¿<<Bien orientado>>, o <<natural>> han quedado como espectros borrados de mi experiencia? ¿Tendré que construir un paraíso artificial?¿Con que objeto?¿Con basura; o nos deshacemos de ella?

*Vid. Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, además dice Berman: “[…]Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, popder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos”, y más adelante Berman utiliza el término de <<vorágine>> para designar la fuente de esta experiencia, con la que, y en la que nos relacionamos, según él: “Las personas que se encuentran en el centro de esta vorágine son propensas a creer que son las primeras[…]”, introducción, p.1