Anna Guasch Poquito

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    Anna Maria Guasch

    EL DESPLAZAMIENTO DE LA CACEROLADA

    Est claro donde se ubica el arte de Santiago Sierra con relacin a lasprcticas artsticas contemporneas. No est del lado de los que creen en

    la autonoma del arte ni de los que comulgan con la esttica de las formaspero tampoco de aquellos que sustentan su obra en la calidad. Est del ladode aquellos que, como planteaba Walter Benjamin en su conferencia Elautor como productor, creen que el arte todava puede ser til y operati-vo en tanto que herramienta poltica que manifiesta una resistencia alpoder.

    Probablemente Sierra hara suya la frase con la que Benjamin concluy sucitada conferencia de 1934: El espritu debe desaparecer, porque la lucha

    Santiago Sierra. Traslacin de la cacerolada . Obra pre-sentada en la exposicinOtredad y mismidad . ArtePblico, Puebla, Mxico,2002.

    MATERIA 3, Mirades, miratges, 2003 / pp. 163-166.

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    revolucionaria no se juega entre el capitalismo y el espritu, sino entre elcapitalismo y el proletariado. Pero es pertinente calificar sin ms a Sie-rra de artista poltico o de autor como productor? Al respecto pensamosque habra que hilar ms fino para calibrar el papel de Santiago Sierra yhacerlo no tanto en base, por ejemplo, a lo particular de su proyecto deesttica remunerada con el que viene trabajando desde 1998 y que con-siste, como dice Taiyana Pimentel, en desnudar el trabajo de cualquiera desus connotaciones ideolgicas para ubicarlo en el acto mnimo de venta detiempo a cambio de una contenida remuneracin monetaria, sino en funcinde los lugares geogrficos en los que se genera y tambin de los contextossocio-polticos en los que lo local se debate con lo global.

    Porque cuando Sierra aborda la cuestin salarial, la explotacin laboral delproletariado, la compra-venta de tiempo o el sistema jerrquico de clase yraza, lo significativo, pensamos, no son estas personas remuneradas (dehecho hablaramos de una nueva modalidad de ready made, un ready madeperformativo) sino las confrontaciones que plantean respecto al rea geo-poltica que determina el salario real y a las cuestiones identitarias o dealteridad cultural que esta rea comporta.

    En realidad, ms que los actores annimos de cada una de sus acciones-performances y las consideraciones ticas derivadas de su trato vejatorio ode su utilizacin como mano de obra barata, ms que las cinco personasque en Tarea inocua (Mxico 4 mayo 2000) mantuvieron un muro inclina-do a 60 grados del suelo, ms que la persona remunerada para un perodode 360 horas consecutivas ( PS 1, Nueva York 2000) o que otros grupos deindividuos, sean prostitutas, toxico-dependientes, obreros en paro o inmi-grantes, nos interesa cmo en cada uno de estos proyectos es el lugar(Mxico D.F., La Habana, Salamanca,Venecia, Barcelona, Lima o la Dehe-sa de Montenmedio Cdiz) el desencadenante de las narrativas y de lashistorias situadas. Un lugar que en ningn caso cabe entender como uncontenedor a-referencial ni menos como el white cube del museo de artecontemporneo, sino como un lugar especfico que articula discursos pol-ticos, estticos, geogrficos e institucionales y que puede ser cualquierlugar. De ah que Sierra se valga de sus acciones para descentrar loscentros establecidos de produccin y de exhibicin artstico-cultural expan-diendo el inicial inters antropolgico a la etnografa de la otredad.

    Actuando con la metodologa de trabajo de un etngrafo (una mezcla detrabajo de campo, observacin participante, empata e interpretacin) ysituado en la atalaya privilegiada de un idelogo o de un terico culturalen el mbito de la esfera pblica, en la exposicin Otredad y mismidad dePuebla Sierra repite la misma obra sonora, El desplazamiento de la cace- rolada , que con anterioridad present en Londres (South London Gallery),Viena (Kunsthalle),Ginebra (Centre dArt Contemporain), Frankfurt ( Por-tikus) y Madrid. Sierra se ubica en Buenos Aires para plantearnos un

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    comentario poltico enmarcado en la paradjica y engaosa era de la glo-balizacin, una era en la que si bien se han roto los bordes, las fronterasy los mrgenes entre centro-periferia, y se han impuesto modelos transna-cionales que homogeneizan e igualan todos los lugares en aras de un masi-ficado consumo cultural, se siguen fomentando las desigualdades y lasinjusticias que pueden derivar en un mayor control por parte de las estruc-turas hegemnicas de poder.

    Santiago Sierra no aporta, sin embargo, soluciones a la cuestin ni se erigeen juez moral o en pontificador, sino que, al igual que en las distintas ver-siones de esttica remunerada, se sita en lo inmediato del problema yms concretamente en la cercana de unas gentes a las que el corralito lesha privado de su bienestar econmico y de un pas, Argentina, que ha vistodiezmados sus recursos precisamente a causa de una globalizacin quetransmuta la promesa utpica en visin distpica negadora del fenme-no de la otredad y la diversidad.

    Lo ms notable de Sierra en este Desplazamiento de la cacerolada es elhaber erradicado todo residuo objetual (la foto y el vdeo), comportamen-tal (aqu no hay actores pagados a sueldo por el propio artista) e inclu-so informacional (documentacin escrita) para concentrarse en algo tanabstracto, inmaterial, invendible, como es el ruido/sonido. Un ruido/sonidoensordecedor, repetitivo, cansino, en realidad el ruido/sonido real de la cace-rolada en las calles de Buenos Aires pero descontextualizado y situado enel contexto del arte (en las versiones europeas de la obra el sonido se podasintonizar a travs de un canal radiofnico) como una nueva versin delready made duchampiano, en este caso ready made sonoro. Una mezcla deruido y sonido (una vez ms, no hay nada que se puede poner con prestigioencima del sof) con el que Sierra formula otro dilogo entre la econo-ma la economa argentina y el poder. Como afirm recientementeSantiago Sierra:

    Yo planteo incidentes y con esto ya tengo bastante. Traer una situacin a un pri-mer plano y procurar no ocultar de dnde sale y cmo se produce es lo que cen-tra toda mi atencin. Algunos lo ven una imagen de las relaciones economa-poder,otros como un placer insano de mi parte. Pero si pensar as de m les ayuda aentender ciertas situaciones, me parece bien. Un artista es un productor de obje-tos de lujo y desde esta perspectiva es muy poco convincente una idea de com-promiso poltico.

    Ms que creador de sociedad o espejo pasivo de la misma, Sierra es sim-plemente un miembro de una comunidad que no puede aislarse de las con-diciones del espacio que habita (ser ciudadano global en una sociedadglobal), ni tampoco puede eludir las responsabilidades ticas y polticas queimplica su posicin en dicho espacio. En este intersticio, Sierra puede asu-mir tanto los presupuestos marxistas de un Henri Lefevre de considerar elespacio de una ciudad como imagen de una realidad econmica que a su vez

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    se corresponde con una realidad geopoltica y la del capitalismo avanzan-do o multinacional imperante, como puede desplazarse, en una va msinterpretativo-metafrica paralela a la formulada por James Clifford, a unaalegora etnogrfica. Todo ello solapado a su inters por el lugar, por lasidentidades locales, por la gente y los espacios dados, algo que como sos-tiene Marc Aug es el objeto de la antropologa, en su aspecto ms etno-grfico y tambin ms descriptivo:

    El ideal etnogrfico sostiene Aug y creemos que suscribira Sierra es redes-cubrir el inicial movimiento por donde los ocupantes de un espacio dado planteansus interrelaciones inscribindolas en el espacio o, en otras palabras, simbolizn-

    dolas.

    Anna Maria GuaschUniversitat de Barcelona