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Andrés Bobenrieth Miserda Inconsistencias. ¿Por Qué No Un Estudio Filosófico Sobre La Lógica Paraconsistente 1996

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  • PREMIOS NACIONAl.ES DE CULTURA 1995

    Literatura (CUCl1to)

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    ([ )ram at u rgia) , MI/jeres ajo sospccha

    Alvaro Campos Hern:ll1Jl'I.

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    Carlos RiIH:'lI1

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  • PREMIOS NACIONALES DE CULTURA

    1995

  • INCONSISTENCIAS ~ Un estudio filosfico . POR QU NO? sobre la l?gica 6 paraconslstente

    ~ Andrs Bobenrieth Miserda

  • Cubierta: Ana Virginia lsaza C.

    Primera edicin: septiembre de 1996

    ~ Andrs Bobenrieth Miserda Colcultura, 1996

    ISBN: 958-612-257-3

    Armada electrnica: Juan Carlos Rodrguez R.

    Edicin. impresin y encuadernacin: Tercer Mundo Editores

    Impreso y hecho en Colombia Printcd and made in Colombia

  • E/ premio es para mi familia y e/libro para mis amigos.

  • NDICE

    PRLOGO

    AGRADECIMIENTOS

    INTRODUCCIN

    ACLARACIONES PREVIAS

    Captulol LAS PARADOJAS Y LA PRIMERA POSTURA NO CLSICA: EL JOVEN LUKASIEWICZ 1. LAS PARADOJAS LGICAS DEL CAMBIO DE SIGLO 2. EL PRIMER CUESTlONAMIENTO DEL PRINCIPIO DE

    xvii

    xxi

    xxv

    xxxiii

    (NO) CONTRADICCIN: EL JOVEN LUKASIEWICZ 12 2.1. La lgica simblica y el estudio del principio

    de (no) contradiccin en Aristteles 12 2.2. Conclusiones de Lukasiewicz 17 2.3. Criticas al artculo de Lukasiewicz 23 2.4. La brecha abierta por Lukasiewicz 24

    vii

  • viii ANDRS BOBENIUETIt MISERDA

    Captulo 1/ LA LGICA IMAGINARIA DE V ASILIEV l. TRINGULO DE OPOSICIONES

    2. LGICA NO ARISTOTLICA

    3. METALGICA

    Captulo III PRIMERAS LGICAS POLIVALENTES l. SISTEMA TRIVALENTE DE LUKASIEWICZ

    2. SISTEMAS INFINITO-V ALENTES DE POST y LUKASIEWICZ

    3. RELACIN DE V ASILlEV CON LA LGICA

    27 27 32

    40

    45

    45

    49

    POLIVALENTE 51

    Captulo IV REAPARICIN DEL PRINCIPIO DEL PSEUDO-ESCOTO EN EL SIGLO VEINTE 55

    l. DEDUCCIN DEL Ex FALSO SEQUITUR QUODLlBET' EN EL SISTEMA DE RUSSELL y WHITEHEAD 55

    2. DEMOSTRACIN DE POST DE LA CONSISTENCIA DEL CLCULO PROPOSICIONAL

    3. HILBERT Y LA NECESIDAD DE LA NO CONTRADICCIN

    4. RASGOS COMUNES EN LAS DEMOSTRACIONES DE POST Y HILBERT

    5. EL ARGUMENTO DE LA TRIVIALIZACIN 6. PRESENTACIN DEL ARGUMENTO DE LA

    TRIVIALlZACIN 7. EL PRINCIPIO DEL PSEUDO-EsCOTO COMO

    POSTULADO PRINCIPAL EN EL SISTEMA DE LUKASIEWICZ

    57

    60

    65

    66

    67

    71

  • INCONSJSn:NCIAS POR QU NO? Ix

    8. EL TEOREMA DE GODEL

    Captulo V PRUEBA GENERAL DE LA INADMISffiILIDAD DE CONTRADICCIONES: LEWIS y EL TEXTO ORIGINAL DEL PSEUDO-ESCOTO

    l. LEWIS y LAS PARADOJAS DE LA IMPUCACIN 1.1. La implicacin estricta 1.2. La demostracin de Lewis 1.3. Sentido general de esta demostracin

    2. EL PSEuoo-EsCOTO y SUS CRITERIOS SOBRE

    80

    85

    85 85 89 91

    LAS INFERENCIAS VLIDAS 95 2.1. Aclaracin sobre el origen histrico del

    Principio del Pseudo-Escoto 95 2.2. El texto del Pseudo-Escoto 97 2.3. Comparacin entre la inferencia a partir de una

    falsedad y a partir de una contradiccin 10 1 2.4. Otras precisiones histrico-terminolgicas 104

    Captulo VI CONTROVERSIA ENTRE POPPER Y JEFFREYS 107

    l. DUDAS DE JEFFREYS SOBRE SI UNA CONTRADICCiN IMPUCA CUALQUIER OTRA PROPOSICiN

    2. ARGUMENTO DE POPPER, A PARTIR DE LA TRlVIAUZACIN, EN CONTRA DE LA LGICA DIALCTICA

    3. RESPUESTA DE JEFFREYS, AMPARADA EN OTRA INTERPRETACiN DEL SILOGISMO DISYUNTIVO

    4. RPUCA DE POPPER: POSTULACiN DE SISTEMAS Ms DBILES

    5. REITERACIONES DE POPPER

    107

    109

    114

    116

    120

  • x ANDRS BOBENRIETH MISERDA

    Captulo VII LA LGICA INTUICIONISTA y LOS SISTEMAS MINIMALES 129

    l. IDEAS GENERALES DE BROUWER 129

    2. LA PRIMERA FORMALIZACIN: KOLMOGOROV 132 3. LA LGICA INTUICIONISTA DE HEYTING 135 4. LGICA POSITIVA DE HILBERT y BERNA YS 136 5. CLCULO MINIMAL DE JOHANSSON 141 6. IMPLICACIONES PARA EL PROBLEMA DE LA

    TRIVIALIZACIN 147

    Captulo VIII LA LGICA DISCURSIVA DE JASKOWSKI 149 l. LA LGICA EN POLONIA EN LA PRIMERA

    MITAD DEL SIGLO 149

    2. "CLCULO PROPOSICIONAL PARA SISTEMAS DEDUCTIVOS CONTRADICTORIOS" 151

    3. APLICACIN A LAS PARADOJAS 166 4. OBSERVACIONES FINALES Y COMPLEMENTACIN

    DEL SISTEMA DISCURSIVO 167

    Capitulo Lr LOS PRIMEROS TRABAJOS DE DA COSTA 171

    l. PRIMERAS PUBLICACIONES 171

    2. SISTEMAS FORMALES INCONSISTENTES 186

    2.1. Sistemas de clculo proposicional 188 2.1.1. ClculoproposicionalC 188 2. J.2. Jerarquia de clculos proposicionales Cn 193

    2.2. Sistemas de clculos de predicados 197 2.3. Aplicacin a la teora de conjuntos 198 2.4. Conclusiones 201

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? :ti

    Captulo X CONSOLIDACIN DE LOS SISTEMAS LGICOS DE DA COSTA CON LA PARTICIPACIN DE ARRUDA y LA PROPUESTA DE ASENJO 205

    l. PROFUNDIZACIN y PROPAGACIN DE LA PROPUESTA ORIGINARIA: DA COSTA y ARRUDA

    1.1. Publicaciones en Brasil 1.2. Primeras publicaciones en el extranjero

    2. CLCULO DE ANTINOMIAS DE ASENJO

    Captulo XI SISTEMAS LGICOS PARACONSISTENTES l. REFERENCIA A OTROS TEXTOS EN LOS QUE SE

    PUEDE SEGUIR LA HISTORIA RECIENTE

    2. LGICA PARACONSISTENTE: TENDENCIAS y

    205 205 209

    216

    223

    223

    DESARROLLOS 227 2.1. Simposios latinoamericanos de lgica y el

    trmino paraconsistencia 227 2.2. Otros sistemas paraconsistentes 232

    2.2. J. Primeros sistemas de otros autores 232 2.2.2. Conexiones con lgicos australianos y la

    lgica relevante 234 2.2.3. Otros sistemas de da Costa y Arruda

    paraformalizar teoras de conjuntos 236 2.2.4. Sistemas no adjuntivos 244

    2.2.4.1. Sistemas discursivos 244 2.2.4.2. Mundos posibles no estndar de

    Rescher 245 2.3. Desarrollo semntico de la lgica

    paraconsistente 250 2.3. J. Semnticas polivalentes 250 2.3.2. Semntica de las valuaciones 251 2.3.3. Mtodo de las tablas y semntica de

    la verdad por default 255 2.3.4. Otros resultados en semntica 256

  • xii ANDRS BOBENlUE1H MlSERDA

    2.4. Sistemas paraconsistentes con motivaciones particulares 259 2.4. J. Sistemas paraconsistentes y

    paracompletos 259 2.4.2. Sistema de lgica dialctica 266

    2.4.2. J. Sistemas de Routley y Meyer 269 2.4.2.2. Sistemas de da Costa y Wolf 273

    2.4.3. Lgica transitiva 281

    3. APLICACIONES DE LA LGICA PARACONSISTENTE 286

    Captulo XII PROBLEMAS FILOSFICOS RELACIONADOS CON LA LGICA PARACONSISTENTE 301 l. DELIMITACiN DE LOS ASPECTOS QUE VAN A

    TRATARSE

    2. IMPACTO FILOSFICO Y JUSTIFICACiN DE LA LGICA PARACONSISTENTE, SEGN DA COSTA y

    301

    OTROS AUTORES. 309 2.1. El argumento de Quine sobre el cambio de

    tema 309 2.2. Precisin sobre las implicaciones filosficas 314 2.3. Razones para justificar la paraconsistencia 317

    3. SISTEMAS DEDUCTIVOS, CONTRADICCiN Y TRlVIALIZACIN 318

    4. LA NEGACiN Y EL REFERENTE DF LAS CONTRADICCIONES

    5. FORMALIZACiN DE LA DIALCTICA 6. UNA APROXIMACIN RACIONAL A LAS

    INCONSISTENCIAS

    6.1. La crtica por irracionalidad, de Bunge 6.2. Los principios pragmticos de la r8ZD, de

    da Costa 6.3. La razn despus de la lgica

    paraconsistente, segn Mir Quesada

    332

    351

    365 366

    370

    374

  • INCONSISTENCIAS POR. QU NO? .;

    6.4. La consistencia como requisito racional contextualizable, segn Rescher 378

    6.5. Una racionalidad paraconsistente? 386

    CONSIDERACIONES FINALES 399

    ANEXOS 421

    Anexo A CLASIFICACIN DE LAS DNERSAS LGICAS 423 l. CRITERIOS HISTRICOS GENERALES 423 2. CLASIFICACiN HISTRlCo-TEMTlCA 424

    3. CRITERIOS GENERALES DE LO ALTERNATIVO EN LGICA 427

    4. CLASIFICACiN SEMNTICA 428 5. CLASIFICACIN SINT cnCA-ESCALONADA 429

    6. CLASIFICACiN SEGN EL ALCANCE, FUNDAMENTO Y CAMPO DE APLICACIN 431

    7. CRITERIOS PARA DELIMITAR EL MBITO DE LA LGICA 432

    8. REACCIONES AL APREMIO DE CAMBIAR EL FORMALISMO ESTNDAR 434

    9. CLASIFICACIN SEGN EL TIPO DE HETERODOXIA 435 10. COHERENCIA VS. CONSISTENCIA 438

    AnexoB , POSTULADOS DE DISTINTOS SISTEMAS DE

    CLCULO PROPOSICIONAL 441 LGICA CLSICA 442

    LGICA INTUICIONISTA 443

  • XY ANDRS BOBENRIEnI MISERDA

    LGICA MINIMAL INTUICIONISTA

    SISTEMA LGICO PARACONSISTENTE C I SISTEMA DE LGICA DE LA VAGUEDAD VD SISTEMA DE LGICA DE LA VAGUEDAD VI SISTEMA DE LGICA DE LA VAGUEDAD V 1 JERARQUIA DE SISTEMAS LGICOS PARACONSISTENTES Cn l

  • INCONSIS1ENCIAS POR QU NO? %11

    BIBLIOGRAFA

    l. ESCRITOS COMPLETOS DE A YDA IGNEZ ARRUDA

    2. ESCRITOS COMPLETOS DE A YDA 1. ARRUDA EN COLABORACiN

    3. ESCRITOS DE NEWTON C.A. DA COSTA

    4. ESCRITOS DE NEWTON C.A. DA COSTA EN COLABORACiN

    5. PUBLICACIONES COLECTIVAS QUE CONTIENEN TEXTOS DE LGICA PARACONSISTENTE

    6. TEXTOS DE Y SOBRE LGICA PARACONSISTENTE DE OTROS AUTORES

    7. TRABAJOS DE TESIS SOBRE LGICA PARACONSISTENTE

    8. TEXTOS SOBRE CONTRADICCiN Y LGICA 9. BIBLlOGRAFIA GENERAL

    NDICE DE TEMAS

    NDICE DE AUTORES

    491 492

    495 497

    506

    519

    520

    534 536 540

    551

    561

  • PRLOGO

    La lgica paraconsistente surgi alrededor de los aos cincuenta, con los trabajos de S. JaSkowski, en Polonia, y los mios, en Bra-sil. Estudiaba yo entonces matemticas en la Universidad Fede-ral del Paran, en la ciudad de Curitiba. De ahi en adelante, la l-gica paraconsistente ha evolucionado mucho y durante todos estos aos siempre me he esforzado por contribuir a su progreso; por eso la publicacin de este libro tiene para m una significa-cin muy especial.

    En general, se puede decir que la lgica paraconsistente tuvo diversos precursores, entre los cuales se destacan el clebre lgi-co polaco J. Lukasiewicz y al menos conocido lgico ruso A. N. Vasiliev, los cuales, en 1910, y de modo independiente, aborda-ron temas que hoy se incluyen en el campo de esta lgica. Pero slo ms tarde, con los trabajos de JaSkowski y luego con los mios, tambin de forma independiente, se fue articulando una opcin que hasta entonces pareca imposible: construir sistemas lgicos que permitieran manejar inconsistencias sin que por ello se destruyera toda la estructura deductiva. Se abri as una aven-tura intelectual en la cual han participado muchos investigadores de diversas partes del mundo.

    Actualmente, la lgica paraconsistente tiene un nmero de re-ferencia (03B53) que la califica como una de las disciplinas ma-temticas del presente, segn el Mathematics Subject Classifica-tion, que es compilado por las editoriales que publican: Math-ematical Reviews y Zentralblatt fr Mathematik. As mismo, el conocido lgico y filsofo G. H. von Wright, que ha contribuido para su progreso, considera que la lgica paraconsistente es una

    xvii

  • niii ANDRS BOBENRIETH M1SERDA

    de las mayores realizaciones en el mbito de la lgica en la se-gunda mitad de este siglo.

    Varias son las motivaciones y aplicaciones de esta alternativa lgica: (1) FilosficaS: entre otras, el tratamiento de teoras su-puestamente inconsistentes, tales como ciertas formas de la dia-lctica y la teora de los objetos de Meinong; la lgica subyacen-te,en esos casos, no podra ser la clsica, pues la presencia de contradicciones las hara triviales, es decir todo sera demostra-ble. (2) Matemticas: por ejemplo, la formulacin de teoras pa-raconsistentes de conjuntos en las cuales el esquema de separa-cin (o de comprensin) se encuentra sometido a restricciones ms biandas que en las versiones tradicionales (como las de Zermelo-Fraenkel, de von Neumann-Bernays-Godel, de Kelly-Morse y de Quine);.en tales teoras paraconsistentes, el conjunto de Russell, compuesto por todos los conjuntos que no pertenecen a s mismos, existe, y si bien provoca el surgimiento de contra-dicciones, no conduce a la trivializacin. (3) Lgicas: un mejor entendimiento de los principios de la lgica estndar, de la mis-ma forma en que las geometras no euclidianas contribuyen a esclarecer los propios fundamentos de la geometra euclidiana; as, se percibe ms claramente el sentido y las limitaciones de los principios de contradiccin, de identidad y del tercero ex-cluido. (4) Cientficas: aplicaciones a la fsica, especialmente en mecnica cuntica y en la unificacin formal de teoras. (5) Tec-nolgicas: aplicaciones en Inteligencia Artificial (manipulacin de datos contradictorios) y en informtica en general.

    Estas y otras razones llevan a ver la gran importancia que tie-ne la lgica paraconsistente, as como la necesidad de que sea ms divulgada en las regiones de lengua espaola.

    El presente libro de Andrs Bobenrieth satisface, en mi opi-nin, todas las condiciones para llenar ese espacio. Se trata de una obra que presenta los aspectos histricos, tericos y filosfi-cos de la lgica paraconsistente, a nivel bsicamente proposicio-nal, muchas veces de modo original y crtico. A partir de esto,

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? xiJt

    hace un anlisis profundo de ciertos problemas filosficos que se ven directamente afectados por el desarrollo de la lgica para-consistente: los efectos de las contradicciones en los sistemas deductivos, el estatuto de las contradicciones, la formalizacin de la dialctica y la posibilidad de establecer una aproximacin racional a las inconsistencias.

    Esta obra surgi como una tesis de Magster en Filosofia que presentaba en el Departamento de Filosofia de la Universidad Nacional de Colombia, bajo la excelente orientacin del Prof. Carlos Eduardo Vasco, trabajo que amerit la mencin laurea-da, mxima distincin que concede ese centro de estudios para una tesis.

    El autor adelant una larga y pormenorizada investigacin, y ha escrito un excelente libro que puede ser ledo con provecho por filsofos, cientficos y, en general, por todas las personas interesadas seriamente en el tema.

    Por todo esto, tengo la certeza de que el presente libro se constituir en un hito en la historia de la lgica paraconsistente.

    Newton C. A. da Costa Sao Paulo, 29 de agosto de 1995

  • AGRADECIMIENTOS

    Al ver este libro hecho realidad, veo tambin a muchas personas que hicieron que esto fuera posible. Quisiera ahora expresarles mi gratitud a quienes fueron especialmente determinantes, de manera tal que sean sus nombres los que precedan este trabajo, siguiendo cierto orden de aparicin:

    En primer lugar, al profesor Guillermo Pramo, por haber si-do quien me introdujo en la lgica paraconsistente.

    A la profesora Itala D'Ottaviano," que me recibi en Campi-nas cuando fui por primera vez a ver cul era la realidad fisica de la lgica paraconsistente. Ella puso a mi disposicin todos los medios necesarios para iniciar esta investigacin.

    Al profesor Newton da Costa, para quien mi agradecimiento no tiene lmites, pues, desde que nos conocimos en Sao Paulo, no ha hecho otra cosa que ayudarme y apoyarme en todo lo po-sible. Un lustro ha pasado desde entonces, y he podido conocer no slo al autor de infinidad de artculos a nivel internacional, sino sobre todo al maestro que me ha enseado mucho ms que lgica. Su actitud me ha mostrado cmo s puede tener sentido el trabajo terico en Amrica Latina. Ojal pueda considerrseme su discpulo.

    Al profesor Lorenzo Pea, porque bast que yo le escribiera una carta para que l me hiciera llegar todas sus publicaciones y se pusiera a mi disposicin para ayudarme en lo que yo a bien tuviera.

    A Walter Carnielli, por haberse interesado en mi trabajo y por haber dado espacio a que yo confrontara mis ideas con quien, como l, lleva mucho tiempo trabajando en este campo.

    xxi

  • ;0:;; ANDRS BOBENRlElH MlSERDA

    A Jean-Yves Bziau y Otvio Bueno, que han sido fieles co-rresponsales electrnicos, y que me han ayudado para que este texto resulte lo ms actualizado posible.

    A Clara Helena Snchez, Jairo Ivn Pefta y Gonzalo Serrano, por haber logrado, entre otras cosas, que Newton da Costa y Walter Carnielli vinieran a Bogot en 1994.

    Al profesor Bernardo Correa, que nunca ha dejado de sor-prenderme por la excelente disposicin que ha tenido hacia mi trabajo y hacia m. Nunca fui su alumno, pero me ha enseftado algo que espero que no se me olvide jamas: que en filosofa tambin es posible tender puentes hacia los dems.

    Al profesor Fernando Zalamea, por haber ledo con mximo rigor este trabajo y haberle aportado muchos comentarios que me han sido muy tiles para mejorar la versin definitiva.

    Al profesor Carlos Verdugo, que se ofreci a ayudarme a co-rregir las pruebas fmales, 10 que dio lugar a que me sugiriera precisiones importantes.

    Al profesor Carlos Eduardo Vasco, a quien he dejado de l-timo entre las personas del mbito acadmico, por ser la ms determinante para este trabajo. Desde el principio me sorprendi al aceptar dirigir esta investigacin sin conocerme; luego me asombr su capacidad para resolver todas mis dudas sobre lgi-ca. Mi agradecimiento llega al extremo al ver la dedicacin con la que ley y corrigi el texto. Lo que este libro tiene de riguro-so, sin duda, se lo debe a l.

    Por fuera del mbito acadmico tengo que agradecerle a mis amigos Roberto, oo y Manuel, por haberse dado a la nada f-cil labor de intentar que este texto fuera menos ladrilludo; tambi~n a Roberto Palacio (Pombo), que igualmente se haba o-frecido para esta tarea, pero a quien el infortunio no se lo permi-ti. Y, en general, a todos mis amigos y amigas debo agradecer-les el haberme escuchado el mismo cuento por tanto tiempo.

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? ulii

    A Annida, que, gracias a su dedicacin, hizo posible que este montn de papeles encontraran su afortunado rumbo. A Roberto por dedicrsela a ella, y a Alejandra por dedicrsela a ambos.

    y de nuevo a Juan Carlos Rodrguez --para que no pase de incgnito---, pues lo que de buen estilo hay en estas pginas est signado por l. La ventana al parque ha sido el mej?r espacio pa-ra largos das de trabajo a cuatro manos y de risas.

    Dado que no faltar quien diga que "le estoy agradeciendo hasta al gato", voy a hacerlo explcitamente: gracias Heg~ln por habenne acompaado todas estas largas noches de trabajo; como siempre, todo lo bueno algn da tiene que acabar y ese da lleg para nosotros.

    A travs de esta pginas veo a quien, mientras yo trabajaba en ellas, quiso abrinne su vida; a ella las palabras no la alcailzan.

    Finalmente, tengo que agradecerle con todo mi 90razna.la Fundacin Bobenrieth-Miserda, pues sin su apoyo en todo senti-do este proyecto habra sido completamente imposible. Quiero que con esto quede constancia histrica de su existencia. A su directiva: el Pap y la Mam, a los otrQS miembros: Katty, Ro-berto, Jano, y muy especialmente a la Krasna, cuyo nombre no poda estar ausente, y la Vanessa como aspirante. Sea sta mi contribucin a la causa.

  • INTRODUCCIN

    El siglo que est terminando ha modificado substancialmente tanto nuestra forma de vivir, como nuestra perspectiva frente al mundo. Es comn destacar las transformaciones que afectan di-rectamente la vida cotidiana, olvidndose de otras menos osten-sibles pero que han ido abriendo nuevas perspectivas frente al mundo, y que, a la larga, pueden llegar a tener implicaciones ms profundas.

    Este trabajo quiere ocuparse de un cambio que se ha ido con-figurando paulatinamente en este siglo y que afecta profunda-mente el modo como estructuramos nuestras concepciones sobre la realidad. Este cambio se hizo posible al cuestionar una obvie-dad, planteando no un nuevo cuestionamiento, sino retomando uno antiguo, pero ahora desde una nueva perspectiva.

    En efecto, desde los orgenes de la cultura occidental, se ha asumido mayoritariamente que evitar las contradicciones es qui-zs el ms importante de los requisitos de todo desarrollo racio-nal; cualquier contradiccin pareca carcomer las bases de toda estructura deductiva, hacindose necesario evitarla al costo que fuera. No obstante, desde los orgenes mismos de esta tradicin, diversos pensadores se han opuesto a ella con planteamientos que van desde afirmar que este requisito no puede ser tan absolu-to como se propone, hasta plantear que es del todo errneo.

    Esto ha dado lugar a un enfrentamiento que, hasta el siglo pa-sado, se planteaba en trminos que existe la tendencia a calificar de especulativos. En este siglo, sin embargo, esta problem-tica gan una dimensin adicional, pues pas a ser tratada ade-

    xxv

  • ;ay; ANDRS BOBENRlETII MISERDA

    ms por una disciplina que haba nacido buscando ser tan rigu-rosa como las matemticas: la lgica simblica.

    El paso se dio cuando se descubrieron varias paradojas en el interior de ciertas teoras matemticas y de estructuras concep-tuales que buscaban fundamentar esta ciencia. Lo ms impactan-te fue que estas paradojas no se originaron a partir de errores particulares, sino que estaban enraizadas en los fundamentos mismos de las investigaciones lgico-matemticas contempor-neas.

    Este estudio parte de ah: del momento en que empez a pa-sar el estupor causado por las paradojas; pero ya no para tratar la historia que al respecto suele contarse, es decir, cmo se supera-ron utilizando una serie de restricciones tericas, lo que comen-z con la teora de los tipos lgicos de Russell y la teora axio-mtica de conjuntos de Zermelo, sino para examinar la otra his-toria, la historia determinada por una pregunta: Y por qu no aceptar inconsistencias en los sistemas lgico-deductivos?

    Esta otra aproximacin permite ver que despus del surgi-miento de las paradojas se dieron tres etapas principales. Prime-ro, se cuestion la validez lgica universal del principio de no contradiccin, y se plante que al igual que se haban construido geometras no euclidianas, tambin podran articularse lgicas no aristotlicas, en la medida en que no aceptaran dicho princi-pio. Luego, se plante que el problema no radicaba en este pun-to, sino en otro principio que se conoca desde haca siglos, pero que no haba despertado especial inters: de dos enunciados contradictorios entre s se puede deducir cualquier otra expresin bien formada, situacin que, en caso de darse, desvirta total-mente cualquier sistema deductivo. Entonces, se asumi que evitar esta consecuencia era una razn suficiente para rechazar cualquier contradiccin. Pero esta posicin fue controvertida posteriormente por algunos lgicos que vieron que es viable construir sistemas lgicos en los que no se da esta consecuencia, comenzando as la tercera etapa de esta historia.

  • INCONSISTENCIAS POR. QU NO? :mii

    Ese fue el origen de lo que actualmente se conoce como la lgica paraconsistente, que es una propuesta lgico-formal cuyos primeros vestigios se dieron en Europa Oriental, pero que slo vino a desarrollarse como tal en Latinoamrica. De ah se ha ex-tendido a muchas otras partes, encontrando especial eco en pa-ses como. Australia, Italia y Polonia, as como en el trabajo de muchos investigadores en oleos pases.

    Ms de tres dcadas han pasado desde cuando esta propuesta comenz a tomar cuerpo, y se hace cada vez ms necesario mirar hacia atrs para ver qu se ha logrado; as mismo, es posible en-trever algo de lo que en esta direccin se puede esperar en el fu-turo. Esta es la senda en que quiere ubicarse la presente investi-gacin.

    Son tres, pues, los objetivos propuestos: primero, recorrer el camino que dio origen a la lgica paraconsistente, destacando principalmente las motivaciones metateorticas que la fueron haciendo posible, y as rescatar ciertas perplejidades que subya-cen a esta alternativa lgica; segundo, mostrar cmo surgi la lgica paraconsistente y cules han sido sus resultados ms im-portantes, haciendo especial nfasis en los que tienen implica-ciones globales; y tercero, estudiar qu relacin se puede esta-blecer entre la lgica paraconsistente y el quehacer filosfico, buscando mostrar cmo con ella se abre una perspectiva de an-lisis frente a ciertos problemas que van ms all del mbito de la lgica y que se ven directamente afectados por esta propuesta. Se trata pues de buscar los trazos filosficos en la senda de la lgica paraconsistente.

    Esto nos va a llevar al estudio de una serie de planteamientos de diversos autores, en cierto orden: Lukasiewicz, Vasiliev, Hil-bert, Post, Lewis, Pseudo-Escoto, Popper, Jeffreys, Kolmogorov, Johansson, Jaskowski, da Costa, Arruda, Rescher, Routley, Priest y Pea. As mismo, examinaremos las lneas generales de diversos sistemas lgico-deductivos de carcter paraconsistente, desarrollados por algunos de estos autores, junto con otros.

  • JU~;;; ANDRS BOBEN1UE1H MISERDA

    Esta tarea se enfrentar en tres etapas sucesivas. Primero, se intentar reconstruir una historia que, aunque constituida por hilos diversos, parece tener un nudo comn de problemas, en cu-yo centro hay una pregunta: Es posible articular lgicamente un sistema deductivo que, permitiendo derivar alguna inconsisten-cia, sea sensato? Esto nos conducir a recorrer en cierto detalle lo que al respecto se plante desde cuando ya haban aparecido las paradojas hasta el surgimiento de los primeros sistemas de lgica paraconsistente, de modo que esta exposicin histrica ir desde 1910 hasta 1968.

    Luego, se researn los rasgos caractersticos de diversos sistemas de lgica paraconsistente que se han desarrollado desde entonces, poniendo especial atencin en la justificacin global que se presenta con cada una de estas propuestas, tratando as que las peculiaridades tcnicas no lleven a perder de vista el sentido que puede tener la lgica paraconsistente como un todo. Esta exposicin ya no estar guiada por criterios histricos, sino que buscar las regularidades y diferencias que se presentan en-tre las distintas opciones paraconsistentes, haciendo especial n-fasis en las innovaciones que poseen en cuanto sistemas de lgi-ca simblica.

    Todo esto nos dar la base suficiente para examinar en qu sentido la lgica paraconsistente se puede relacionar con el quehacer filosfico, y recoger ciertos planteamientos de los auto-res vinculados a la lgica paraconsistente al respecto. As llega-remos al objetivo final de este trabajo, que es analizar cmo el desarrollo de los sistemas formales paraconsistentes afecta cier-tos problemas que histricamente se han manejado desde una perspectiva filosfica. Para el efecto se han escogido cuatro problemas con la conviccin de que son los ms relevantes; ellos son: los efectos de las inconsistencias en los sistemas deducti-vos, el referente de las contradicciones, la formalizacin de la dialctica y lo que el desarrollo de la lgica paraconsistente pue-de aportar a la reflexin sobre la racionalidad. El propsito es

  • INCONSISTENCIAS poR QU NO? DiJ:

    reunir lo que se ha planteado en el mbito de la lgica paracon-sistente en relacin con ellos, e indagar qu ms se puede pro-yectar a partir de ah; sin olvidar que todo lo que se diga en este sentido escapa al alcance de la lgica paraconsistente, pues, an-tes que nada, ella es una propuesta de carcter lgico-formal y no pretende dejar de serlo para enfrentar problemas que van ms all de los .lmites de su propio espacio de saber. No se trata de resolver ninguno de estos problemas a partir de la lgica para-consistente, pero s de hacerlos an ms interesantes, en la me-dida en que ella aporta nuevas herramientas para analizarlos, y tambin lleva a desvirtuar ciertos supuestos muy arraigados. De manera que con esta presentacin se busca resaltar los aportes que desde estas propuestas lgicas puedan permitir entender mejor ciertas perplejidades que han motivado histricamente a la reflexin filosfica.

    Este trabajo termina con unas consideraciones finales que no pretenden ser un compendio de lo tratado, sino un espacio para presentar algunas reflexiones motivadas por todo eso. All se presentar, primero, una forma global de clasificar los sistemas deductivos en consideracin a las distintas situaciones que ha permitido delimitar el desarrollo de la lgica paraconsistente. Luego, se comentar la posicin que tiende a reducir la lgica paraconsistente a una simple variacin formal, para mostrar que esta lgica abarca aspectos, especialmente en relacin a la negacin, que se le escapan a la lgica clsica y que son funda-mentales para darle un manejo adecuado a las contradicciones. Tambin se expondrn algunos argumentos encaminados a evi-denciar las profundas races que tiene lo contradictorio, como problema, en los sistemas de conocimiento, buscando mostrar en qu sentido hace parte ineludiblemente de los procesos raciona-les, a pesar de que llevemos veinticinco siglos tratando de sepa-rarlos. Y para concluir, se harn algunas observaciones sobre lo que podemos aprender de la lgica paraconsistente como opcin intelectual.

  • xu ANDRS BOBENlUE'IH MISERDA

    Como se ve, el objeto de estudio de este trabajo son ciertas investigaciones lgicas de este siglo, pero el propsito no es plantear alguna innovacin de carcter lgico, o de articular al-gn nuevo sistema fonnal. La idea es recoger, de acuerdo con la perspectiva sealada, ciertos aspectos detenninantes del cmulo de investigaciones lgicas que en este siglo se han orientado a hacer posible el manejo de inconsistencias dentro de sistemas lgico-deductivos evitando que ellos se desvirten.

    Ahora bien, para estudiar las motivaciones de carcter filos-fico que subyacen a los distintos sistemas lgicos, es necesario tratar sus principales rasgos lgicos, y as se har en este texto, en especial en los captulos IX, X Y XI. No obstante, buscando agilizar la exposicin, este trabajo tratar principalmente el cl-culo proposicional o sentencial, que es el nivel ms bsico y de-cantado de la lgica simblica. No obstante, con esto no se pre-tende limitar la lgica a ese nivel, ni restarle importancia a los desarrollos ms complejos, pues parece claro que es en el nivel del clculo de predicados donde se dan los problemas lgica-mente ms interesantes; pero tambin es cierto -como afinnan Priest y Routley (1989b: p. 157}- que es en el nivel proposi-cional donde estn las mayores innovaciones de la lgica para-consistente, las que luego, sin mayores inconvenientes, se ex-tienden a niveles de anlisis ms finos, cuando al utilizar cuantificadores y otros dispositivos se describe la estructura pre-dicativa en el interior de los enunciados.

    Por otra parte, las lgicas no clsicas, en general, son un im-portante referente paralelo a lo tratado en este trabajo, en la me-dida en que la lgica paraconsistente es una de ellas. Por esta ra-zn se ha incluido en el Anexo A una exposicin de diversos criterios que penniten presentar y clasificar las mltiples opcio-nes lgicas que se han desarrollado en este siglo, junto con la variedad de perspectivas que en consideracin a ellas se han planteado. De modo tal que, para el lector que no est familiari-zado con estas propuestas lgicas alternativas, puede ser conve-

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? uxi

    niente leer este anexo como contextualizacin previa. En todo caso, a lo largo del trabajo se asumir como un hecho la exis-tencia de ~istintos sistemas lgicos que no son totalmente equi-valentes entre s, cuya viabilidad lleva a rebatir las pretensiones monolticas en lgica.

    As mismo, considerando que los detalles tcnicos de los distintos sistemas tratados se pueden encontrar en los textos originales, aqu interesa ms bien mostrar, desde una perspectiva global, cmo se pueden estructurar sistemas lgicos que, de una u otra manera, admitan inconsistencias. Con este fin, y para atender ms directamente la relacin entre las distintas formali-zaciones, en el Anexo B se presentan los postulados de los sis-temas lgicos que aqu son ms relevantes: el sistema clsico, el intuicionista, el minimal intuicionista y varios de los sistemas paraconsistentes --incluido uno de lgica dialctica--; luego, en el Anexo C, se hace una comparacin sintctica entre ellos, sealando cules de los principios lgicos ms destacados son deducibles en cada sistema formal. Paralelamente, en el Anexo O se presenta un esquema que muestra cmo a partir de la lgica positiva ~ue no tiene postulados para la negacin-- se van ar-ticulando otros sistemas lgicos, en la medida en que se vayan agregando distintos postulados sobre la negacin, hasta llegar a la lgica clsica.

    En cuanto a la bibliografia, se debe sealar que la recoleccin de textos fue una parte fundamental del trabajo realizado, pues existe una gran cantidad de escritos sobre el tema, pero estn dispersos en publicaciones de casi todos los continentes. El pro-psito era hacer una recopilacin bibliogrfica lo ms extensa posible, lo que se logr en gran medida; y esto ha permitido que los principales textos de la lgica paraconsistente estn presentes en esta obra de una u otra manera. Con el nimo de poner a dis-posicin de futuras investigaciones esta recopilacin, se ha in-cluido una extensa bibliografia que tiene dos orientaciones bsi-cas: primero, privilegiar los textos que tengan mayor relevancia

  • uzii ANDRS BOBENRJEnI MISERDA

    filosfica, frente a los ms tcnicos; y segundo, hacer nfa-sis en los escritos de los autores latinoamericanos de lgica pa-raconsistente, especialmente Newton C. A. da Costa y Ayda 1. Arruda, de cuyos escritos sobre lgica paraconsistente se presen-ta una recopilacin lo ms completa posible. Adems, se ha in-cluido, en un apartado especial, una serie de textos que tratan la relacin entre contradiccin y lgica, y que, si bien no han sido todos abordados en el cuerpo del trabajo, su referencia biblio-grfica puede ser til para futuras investigaciones sobre el tema.

    Quisiera terminar esta introduccin sealando que --como siempre-- no es fcil prever qu alcances pueda llegar a tener en el futuro una propuesta intelectual como la de la lgica paracon-sistente. Pero ms all de los resultados que a partir de ella se han obtenido y se lleguen a obtener, es especialmente interesante cmo ella se fue estructurando: de qu modo se fue haciendo viable repensar uno de los ms arraigados presupuestos de nues-tra forma de articular el saber. Esta opcin ha abierto un horizon-te de preguntas, preguntas que tocan lo que antes se ocultaba tras el velo de un lugar comn. Este libro aspira a mostrar cmo fue ese proceso, y tambin quisiera incitar a relexionar sobre lo con-tradictorio, buscando as aproximamos a una realidad que, a pe-sar de todos nuestros intentos por evitarla, hemos de afrontar una y otra vez.

  • ACLARACIONES PREVIAS

    Los textos estudiados en este trabajo fueron escritos, en su gran mayora, en idiomas diferentes al espafiol, especialmente en in-gls y en portugus, y de pocos hay traducciones. Por eso he de-cidido establecer dos niveles de texto, aprovechando la diferen-cia que hay entre el texto principal y las notas de pie de pgina. As, buscando mantener la fluidez del texto principal, en l se harn citas slo en espafiol, transcribiendo las traducciones pu-blicadas o presentando una traduccin hecha para el efecto, cuya referencia bibliogrfica siempre se cerrar con: [trad.]. En cam-bio, en las notas a pie de pgina se presentarn citas ms exten-sas en el idioma original, bien sea incluyendo y ampliando el texto traducido en el cuerpo principal, o bien presentando el original de un texto parafraseado en el cuerpo del trabajo. En ambos casos, el nmero de la cita ir en el texto principal, des-pus del parntesis de la respectiva referencia bibliogrfica.

    He optado por esto, porque muchos de los textos citados no se encuentran en las bibliotecas de nuestro medio, y estas trans-cripciones pueden servir como aproximacin directa del lector a estos textos. Ahora bien, estas citas a pie de pgina no son en ninguna medida necesarias para seguir la argumentacin del cuerpo del trabajo, y su lectura puede ser omitida sin mayores problemas. En las notas de pie de pgina se han incluido casi to-dos los originales de los textos traducidos, excepto cuando el original est en portugus, pues al ser una lengua tan prxima al espaol, no parece que la traduccin pueda cambiar substan-cialmente el sentido del original. No obstante, se transcribirn los textos en portugus cuando se ha hecho inevitable usar una

    xxxiii

  • zuiP ANDRS BOBENRlErn MISERDA

    versin en ese idioma de textos que fueron escritos originalmen-te en otro idioma, como es el caso, particularmente, del ruso.

    Las referencias bibliogrficas se harn con el sistema autor-fecha, de acuerdo a los estndares habituales. Slo he incorpora-do una peculiaridad para los casos donde sea importante la fecha original de publicacin de un texto: cuando slo se disponga de una edicin posterior, aparecern las fechas de la edicin origi-nal y de la edicin utilizada, las cuales se separarn por una co-ma si la edicin utilizada es una reedicin de un mismo libro; en cambio, si el texto fue publicado originalmente en otra forma, por ejemplo, si pas de artculo de revista a un libro de recopi-lacin, o si fue escrito en otro idioma, se pondr la fecha original entre corchetes [ l. En todo caso, el ao que precede los dos puntos es el ao de la edicin consultada, tal como est en la bibliografia.

    Despus de las citas textuales slo aparecer, entre parnte-sis, autor, fecha de publicacin y pginas; en los pasajes en que se est siguiendo directamente un texto determinado, estas indi-caciones irn precedidas por ef como abreviatura de eonfer en el sentido de confrntese o consltese; cuando se remita a otras obras que puedan complementar lo dicho o darle una fundamen-tacin ms amplia, la referencia comenzar. por ver. El nom-bre del autor y la fecha de publicacin de un texto sern rempla-zados por ibid. si se vuelve a hacer referencia a un mismo texto, sin que se haya citado otro entre las dos referencias. En caso de que se haya manejado un texto en su original del cual exista una traduccin til, se har primero la referencia a la p-gina del texto original y luego a la de la traduccin, escribiendo trad. y el ao de dicha traduccin. En las citas sucesivas. cuando la referencia principal se haya remplazado por ibid, entonces la referencia a la traduccin ser trad. cit..

    Es usual hablar, sobre todo en la tradicin anglosajona, del principio de contradiccin para referirse al principio que pos-tula la inadmisibilidad de las contradicciones. Esta denomina-

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? .un>

    clon no parece adecuada, pues se trata ms propiamente del principio de no contradiccin, y se utilizar de esta manera durante todo el texto, entendindose que son denominaciones equivalentes. Sin embargo, cuando se est siguiendo un texto que hable del principio de contradiccin, en este trabajo se ve-r escrito principio de (no) contradiccin .

    En los distintos textos de lgica se utilizan diversos trminos, tales como oracim>, sentencia, enunciado y proposi-cin. Estas expresiones no son totalmente equivalentes, lo que ha originado toda una discusin sobre cual de ellas sera la apropiada para los portadores de verdad; sin embargo, los siste-mas lgicos que se aplican a ese nivel no reflejan esas diferen-cias, en tanto que son estructuras formales, siendo sus denomi-naciones ms comunes las de clculo sentencial y clculo proposicional. En este texto se seguir fundamentalmente la uti-lizacin que hagan de estos trminos los autores comentados, de modo que muchas veces se hablar de proposiciones, pero sin que esto implique que se est asumiendo la actitud proposicio-nal, tan criticada por Quine. Cuando se haga una exposicin no vinculada a un autor particular, se hablar preferentemente de enunciados y, ms en general, de aseveraciones, incluyendo entonces las expresiones formalizadas en el clculo de predica-dos. En general, todo lo que se expondr es aplicable a cualquie-ra de los trminos sealados, en la medida en que se asuma que lo que ellos designan es a lo que se aplica la lgica.

    Algo semejante ocurre con los trminos contradiccin e inconsistencia, para los cuales tambin se seguir la utiliza-cin de los distintos autores, asumiendo que se pueden usar in-distintamente. No se comenzar por dar una definicin precisa de ellos, pues uno de los objetivos es mostrar cmo el desarrollo de la problemtica afecta tambin las distintas definiciones que se pueden dar al respecto, algunas de ellas bastante tcnicas. Globalmente, se utilizar el trmino inconsistencia de forma ms genrica, asumiendo que incluye el de contradiccin; sin

  • un; ANDRS BOBENR1ETIf MISERDA

    embargo, decir que un sistema deductivo es inconsistente es algo bastante especfico y que ser analizado ampliamente.

    Las comillas dobles (" ") se utilizarn al principio y al final de toda cita textual, excepto cuando se trata de una cita larga, en cuyo caso aparecer en cuerpo menor y sin comillas; y las comi-llas latinas (

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? uxvll

    General Russell Lewis Hilbert Lukasiewicz Post Kolmogorov Jkowski

    Negacin ~p -p -p ji Np

    Conjuncin pl\q p.q pq P&Q Kpq

    Disyuncin pvq pvq pvq PvQ Apq Implicacin material p--+q p=>q p=>q P--+Q Cpq

    Equivalencia p+-+q psq p=q P-Q Epq Simbolos de { [( no tiene {[( . . .. agrupacin ... . ....

    En los textos de la lgica paraconsistente suele usarse alguna de estas notaciones, o una combinacin de ellas.

  • Captulo] LAS PARADOJAS Y

    LA PRIMERA POSTURA NO CLSICA: EL JOVEN LUKASIEWICZ

    1. LAS PARADOJAS LGICAS DEL CAMBIO DE SIGLO

    La lgica simblica, a finales del siglo pasado, se haba consoli-dado como una fonna rigurosa de tratar los principios del razo-namiento. Cinco dcadas haban pasado desde la publicacin de los primeros trabajos de Boole, y en ellas la lgica moderna se haba desarrollado enonnemente con las investigaciones de auto-res como De Morgan, Peirce, Schroder, Frege y Peano. Una nueva perspectiva se haba estructurado frente a la lgica, que buscaba separarse de lo que consideraba especulaciones meta-fsicas, procurando obtener mayor rigor por medio de la arti-culacin de sistemas fonnales de clculo lgico.

    El proyecto original de Boole era establecer un lgebra de la lgica, en el sentido de estructurar un anlisis de tipo matem-tico, es decir, basado en el manejo de smbolos cuyas leyes de combinacin fueran generales y conocidas, pero ahora desvincu-lado de nociones cuantitativas, ya que tratara con clases de obje-tos que podan ser tanto reales como conceptuales, lo que haca posible una interpretacin en el mbito de las leyes del pensa-miento que resultara coherente (el Bochenski 1985: p.293s; Kneale I Kneale 1980: p. 375). A partir de esto, el clculo lgico fue desarrollado por varios autores, hasta que esta propuesta al-gebraica fuera perfeccionada, especialmente por Schroder.

  • 2 ANDRS BOBENRIETH MISERDA

    Por otra parte, Frege, Peirce y Peano, de fonna independien-te, comenzaron a trabajar hacia 1880 en la posibilidad de propo-ner una fundamentacin lgica de las matemticas. Para ello se hizo necesario ampliar el lenguaje lgico, surgiendo as las fun-ciones lgicas junto con los cuantificadores para ligar variables, articulados en un clculo de predicados que pennita expresar lgicamente los trminos matemticos. Con esta base, Frege lo-gr desarrollar el primer gran sistema en el que a partir de unos cuantos axiomas se podan deducir gran nmero de teoremas lgico-matemticos (ef Bochenski 1985: p. 283). Haba surgido entonces lo que, siguiendo una sugerencia de Peano, se llamara lgica matemtica.

    De este modo, se logr primero matematizar la lgica y luego se busc concentrar las matemticas puras en la lgica. Como resultado de esto, la lgica pas a considerarse como una disci-plina matemtica, presentada como la ciencia que estudia a pro-fundidad el mtodo axiomtico deductivo.

    Una de las bases fundamentales de estos desarrollos eran los principios lgicos tradicionales, ahora adaptados a la formaliza-cin moderna; especialmente el principio de no contradiccin, sin el cual se asuma que no era posible hacer ningn razona-miento correcto, ni decir algo con sentido sobre la realidad.

    En esa poca, uno de los problemas centrales de las matem-ticas era el concepto de nmero y las relaciones entre sus distin-tas clases. En este campo, Cantor, utilizando lo que se conocera como el mtodo de la diagonal, mostr una diferencia esencial de la clase de los nmeros reales frente a la de los nmeros natu-rales y la de los racionales (ver Kleene 1974: p. 17s), y luego, a fin de manejar adecuadamente cmulos infinitos como stos, propuso .Ia teora de conjuntos'. Esta teora produjo una serie de

    Del amplio desarrollo que constituye la teora de conjuntos de Cantor, conviene aqu recordar ciertos puntos muy bsicos. Cantor entenda por conjun-to [MengeJ cualquier "coleccin en un todo de detenninados y distintos objetos de nuestra percepcin o nuestro pensamiento, llamados los elementos del con-junto." (Cantor apud Kneale / Kneale 1980: p. 405). Los elementos pertene-

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? J

    resultados sorprendentes, como relativizar aquello de que el todo es mayor que la parte, lo cual origin muy diversas y encontra-das reacciones, pero sin duda marc profundamente lo que de ahf en adelante sera el trabajo en matemticas.

    Este era el panorama a finales del siglo pasado, en el que ha-ba un marcado optimismo, justificado por los resultados obteni-dos en las investigaciones lgico-matemticas. Sin embargo, de pronto comenzarn a surgir problemas importantes, problemas que, contrario a lo que originalmente se pens, no eran fcilmen-te solucionables. Esto, sin duda, fue desconcertante.

    Quien ms tuvo que ver con esta situacin fue Bertrand RusseJl. Habiendo estudiado matemticas y filosofia, se gradu con una tesis sobre los fundamentos de la geometra, bajo directa influencia de las corrientes neohegelianas britnicas, lo que se expresaba en una concepcin dialctica de la ciencia. Hacia

    cen al conjunto, y si todos los elementos de un conjunto tambin pertenecen a otro conjunto entonces se dice que ese primer conjunto es subconjunto del otro, es decir, que estA contenido o incluido)) en l. Luego Cantor plantea que en relacin con los conjuntos se puede primero hacer abstraccin de qu son sus elementos y, luego, del orden en que estAn dados. Si se hacen ambas abstracciones, se obtiene el

  • ., ANDRS BOBENRIEnI MISERDA

    1898, comenz a trabajar sobre los fundamentos de las matem-ticas y, gradualmente, fue conociendo los trabajos de Cantor, Peano y Frege. Esto lo llev a abandonar su anterior perspectiva, y asumir, de plano, el proyecto de definir los conceptos mate-mticos en trminos lgicos y de mostrar que los teoremas ma-temticos eran deducibles de principios lgicos fundamentales2

    Trab~ando en la teora de conjuntos, Russell comenz a ver ciertas falacias o errores en relacin con los nmeros trans-finitos de Cantor; esto lo llev a examinar dicha teora ms a fondo, con la esperanza de poder explicarlos. Consider primero la clase de todas las clases, y luego, observando que haba algu-nas clases que pueden ser miembros de s mismas (p. ej. la clase de las entidades abstractas, que ella misma es una entidad abs-tracta), mientras que las otras clases no pueden ser miembros de s mismas (que seran la inmensa mayora, p. ej. la clase de los libros no es ella misma un libro), lleg a considerar lo que sera la clase de todas las clases que no son miembros de s mismas. Ante ella se pregunt si perteneca o no a s misma, y descubri que si se asuma que perteneca a s misma, esto implicaba que no perteneca a s misma, y que si se asuma que no, entonces re-sultaba que s perteneca a s misma. Esta clase llevaba, pues, a una contradiccin. Naca as, en la primavera de 190 1, la para-doja de Russelb)l.

    El mejor estudio que he encontrado sobre este perodo est en Garciadiego 1992, y es la base principal de la presente exposicin. Con respecto a estos an-tecedentes histricos, se puede consultar el cap. III de ese libro. 1 Russell, en su Autobiografa, narra asl este descubrimiento:

    "Cantor tenia una prueba de que no existe el nmero mayor. y a m se me antojaba que el nmero de todas las cosas del universo debla ser el mayor po-sible. De acuerdo con ello, examin su prueba con alguna minuciosidad, y me esforc por aplicarla a la clase de todas las cosas que existen. Ello me llev a considerar aquellas clases que no son miembros de si mismas y a inquirir si la clase de tales clases es o no es un miembro de s misma. Descubr que cada una de las respuestas lleva implcita su rplica contradictoria." (Russell (1967] 1990: p. 210).

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? J

    Russell pens originalmente que seria sencillo resolver este problema, pero a medida que fue profundizando en el asunto se dio cuenta de que era una enorme tarea. Le escribi a Peano so-bre el asunto y, al no recibir respuesta, decidi escribirle una carta a Frege (ver Van Heijenoort [ed.] 1967: p. 124s), pues vio que esta paradoja, si se planteaba en trminos de predicados't, tambin era derivable en el sistema que el lgico alemn haba propuesto en el primer tomo de su obra Las leyes fundamentales de la aritmticti.

    Una semana despus, Frege contest dicindole: Su descubrimiento de la contradiccin caus en mi la ms gran-de de las sorpresas y casi dirfa consternacin, pues ha sacudido las bases sobre las cuales yo proyectaba construir la aritmtica. (Frege apudVan Heijenoort [ed.] 1967: p. 127 [trad.]).

    Luego sefiala el postulado especfico que permita derivar esa contradiccin en su sistema y la importancia que tena, y enton-ces le dice a Russell: "su descubrimiento es muy notable y qui-zs llevar a grandes avances en lgica, a pesar de lo indeseable que puede parecer a primera vista." (lbid. p. 128 [trad]).

    El segundo tomo de aquella obra estaba por aparecer y Frege no dud en anexarle un apartado en que deca:

    Nada ms descorazonador podrfa acontecerle a un autor cien-tffico que ver resquebrajarse uno de los pilares de su edificio tras haber dado la tarea por concluida. Esta es la situacin en la cual me ha puesto una carta del Sr. Bertrand RusselI [ ... ].

    Hay una historia detallada del surguimiento de las paradojas en el cap. IV de Garciadiego 1992. 4 "Sea w el siguiente predicado: ser un predicado que no se puede predicar de s mismo. Puede w predicarse de si mismo? De cada respuesta se sigue su opuesto." (Carta de Russell a Frege del 16-VII-t902. apud Van Heijenoort [ed.] 1967: p. 125 [trad.]). s Frege, Gottlob: Grundgesetze der Arithmetik. begriffischriftlich abgeleitet vol. 1 (Jena: 1893) [Este libro est en la "Bibliografla de la lgica simblica" de Alonzo Church (1936) con el nmero 49./0).

  • 6 ANDRS BOBENIUETH MlSERDA

    Solatium miseris, socios habuisse malorum. Tambin a m me queda ese consuelo, si as puede llamrsele; pues quienquiera que haya hecho uso en sus demostraciones de extensiones de conceptos, clases o conjuntos se hallar en la misma situacin que yo. Lo que aqu est en cuestin no es precisamente mi mo-do particular de fundamentar la aritmtica, sino la misma posi-bilidad de que esta ltima tenga algn fundamento lgic06

    Por su parte, Russell estaba por publicar un libro llamado Los principios de la matemtica (Russell [1903] 1977), y, en virtud de la respuesta de Frege, decidi agregarle un captulo dedicado a la contradiccin y un anexo en el que se daban las bases de una posible solucin. En esta obra, Russell tambin mencion otros resultados contradictorios de la teora de conjuntos de Cantor (el Garciadiego 1992: p. 163s), uno en relacin con los nmeros ordinales y otro en relacin con los cardinales1 El primero haba sido presentado por Burali-Frti, un lgico italiano de la escuela de Peano, en una publicacin de 18978 Y el segundo, luego se vera que ya Cantor lo haba encontrado, alrededor de 1895, quien se lo habra mencionado a Dedekin en una carta de 18999

    El libro apareci sin que Russell llegara a sentirse satisfecho con su aproximacin al tema (el Russell [1903] 1977: p. 23). No obstante, es claro que origin un cambio de perspectiva frente a esas inconsistencias de la teora de conjuntos. Se haba descu-

    El texto original est en Frege, Gottlob: Grundgesetze der Arithmetik vol. 11 (Hildesheim: Georg Olms Verlagsbuchandlung, 1966) p. 252. Esta traduccin est tomada de Kneale / Kneale 1980: p. 606, aunque, siguiendo el original, he corregido en la expresin latina dolorum por malorum. 1 Estos textos estn en las seco 301 Y seco 344 (RusselI [1903] 1977: p. 370s y p. 412). Su importancia ser destacada en la introduccin que Russell hara para la segunda edicin (el RusselI [1903] 1977: p. 165). 8 Burali-Forti, c.: "Una questione sui numeri transfiniti", Rendiconti del Cir-culo Matematieo di Palermo, vol. XI (1897) p. 154-164. [Bibl. Church (1936) nm. 86.12). Traducido al ingls en Van Heijenoort (ed.) 1967: p. 104-111. 9 Existe mucha controversia sobre los hechos histricos relacionados con este descubrirmiento de Cantor; incluso se afirma que Cantor habra descubierto antes que Burali-Forti lo que l public (el Kneale / Kneale 1980: p. 606). Al respecto se puede consultar Garciadiego 1992: cap. 11.

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? 7

    hierto una contradiccin que se poda derivar tanto en los siste-mas lgicos ms avanzados, as como en las nuevas teoras ma-temticas, y esto estaba marcado por la especial sensibilidad que con respecto al tema de las contradicciones tena Russell, pro-ducto de su anterior orientacin filosfica. A partir de ah, seran tematizados cada uno de estos resultados como contradiccio-nes, y luego llegaran a conocerse como las paradojas de Russell, Burali-Forti y Cantor 10.

    El joven autor britnico se dedic a reflexionar profundamen-te sobre el temall y gradualmente fue viendo que se haca nece-sario una revisin profunda de todo el proyecto de fundamenta-cin de las matemticas, tarea que ahora tambin deba incluir la teora de conjuntos. Paralelamente, otros autores, especialmente a partir de la nota de Frege y el libro de Russell, fueron sumn-dose a la preocupacin alrededor del tema de las paradojas (ef Kneale / Kneale 1980: p. 1903; Bochenski 1985: p. 403s). Esta-

    10 La paradoja de Cantor se basaba en su demostracin de que el nmero car-dinal de un conjunto es menor que el de su conjunto potencia; pues bien, si se considera el conjunto de todos los conjuntos, l debe contener incluso su con-junto potencia --en tanto que tambin es un conjunto--, pero, como se habla demostrado en otro teorema de la teora, el nmero cardinal de un conjunto es mayor o igual que el de sus subconjuntos; esto implica que que el nmero car-dinal de este conjunto de todos los conjuntos tiene que ser mayor o igual que el de su conjunto potencia, lo que contradice el resultado original (ver Kleene 1974: p. 43; Kneale / Kneale 1980: p. 606; Garciadiego 1992: 66ss). La parado-ja de Burali-Forti es algo ms complicada y no es aqul especialmente relevante, por lo que el lector interesado puede remitirse, por ejemplo, a Whitehead / Russelll91O, 1960: p. 60; Quine 1963: p. 1705; Garciadiego 1992: p. S4ss. 11 "Todas las mallanas me sentaba ante una hoja de papel en blanco. Durante todo el dla, salvo un breve intervalo para comer, miraba fijamente la hoja en blanco. A menudo, cuando llegaba la noche, la hoja seguia intacta [ ... ) los dos veranos de 1903 y 1904 estn grabados en mi mente como un periodo de un absoluto estancamento intelectual. Era evidente para mi que no podla seguir sin resolver aquellas contradicciones, y estaba resuelto a que ninguna dificultad me desviase del propsito de completar los Principia Matematica, pero pareela muy probable que el resto de mi vida se consumiera contemplando aquella hoja en blanco" (Russell [1967] 1990: p. 217).

  • 8 ANDRS BOBENRJETII MISERDA

    ban en juego logros fundamentales de las investigaciones lgico-matemticas de la segunda mitad del siglo XIX.

    A partir de 1904, en vez de surgir soluciones, comenzaron a emerger otras paradojas. Revivi el inters por antiguas parado-jas, como la del cretense que dice ''yo miento", y se plantearon otras semejantes. La peculiaridad de estas otras paradojas fue que ya no estaban directamente vinculadas a un sistema lgico-matemtico particular, sino que afectaban la estructura signifi-cativa del lenguaje en general. De modo que, adems de las pa-radojas lgico-matemticas, ahora se tena un nuevo tipo de pa-radojas, las cuales despus se denominaran paradojas semn-ticasI!.

    Toda esta situacin produjo una conmocin en el mbito de las ciencias deductivo-formales, y fue decisiva para lo que desde entonces se hizo, pues llev a un replanteamiento profundo de los fundamentos tanto de las matemticas como de la lgica. Las paradojas estaban directamente vinculadas con la inveterada tradicin del pensamiento occidental, que consideraba que una contradiccin de cualquier tipo carcome a fondo las bases de cualquier razonamiento; y este dao resultaba an ms grave cuando se trataba de las ciencias que pretendan tratar rigurosa-mente las estructuras formales del pensamiento.

    Se puede decir que esta problemtica fue determinante para las tres grandes escuelas de fundamentacin de las matemticas: el formalismo, el logicismo y el intuicionismo.

    El formalismo se prefigur alrededor de 1900. En ese ao, David Hilbert, que ya se haba enfrentado a las inconsistencias de la teora de conjuntos l ), pronunci en Pars una famosa confe-rencia sobre los "Problemas matemticos"14, en la que present

    12 En Haack 1982 (p. I 58ss) hay una presentacin global de las ms importan-tes paradojas; tambin en Marciszewski 1981 (p. 22ss), donde se hace una ex-p:osicin ms precisa de cada paradoja. ) As se seala en una carta de 1903 a Frege. (el Garciadiego 1992: p. 172).

    14 Hilbert, David: "Mathematische Probleme. Vortrag, gehalten auf dem in-temationalen Mathematiker Kongress zu Paris 1900", Nachrichten von der

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? 9

    los problemas que a su parecer seran los ms importantes en el siglo que comenzaba. Habl entonces de diez problemas ---el lexto contena veintitrs--; y el segundo lo denomin "la no contradiccin de los axiomas de la aritmtica", y lo enunci asf:

    Deseo seftalar el siguiente como el ms importante entre los nu-merosos problemas que pueden plantearse en relacin con los axiomas: Demostrar que no son contradictorios entre sI, esto es. que a partir de ellos. y en un nmero finito de pasos lgicos. nunca se puede llegar a resultados contradictorios. (Hilbert [1900] 1981: p. 40).

    Este criterio haca necesario buscar pruebas de consistencia para los sistemas axiomticos, lo que para el matemtico alemn se tena que hacer por un mtodo directo.

    El planteamiento de Hilbert era radical, hasta el punto de afirmar que: "Si a un concepto se le asignan atributos contradic-torios, yo sostengo que, malemticamente el concepto no existe." (lbid. p. 4]). Yeso tambin vale en sentido contrario, pues con-sidera que si se puede demostrar que los atributos asignados a un concepto no pueden llevar en un nmero finito de pasos a una contradiccin, entonces la existencia matemtica del objeto ha-bra sido demostrada (cf ibid.). En esta lnea, la no contradicto-riedad, o consistencia, resulta no slo ser una condicin necesa-ria sino tambin suficiente para que algo sea considerado un objeto matemtico. Se trataba, entonces, de un criterio totalmen-te formal, en virtud del cual lo primero que se debe hacer es evitar cualquier contradiccin a toda costa. En consecuencia, la propuesta formalista se centrara en construir sistemas axiomti-co-deductivos, cuya consistencia se hara todo lo posible por demostrar, para as buscar excluir la posibilidad de que surgieran nuevas paradojas.

    Kaniglichen Gesellschaft der Wissenschaften zu Gatlingen (1900) p. 253-297. [Bibl. Church (1936) nm. \08. J]. Versin en espaflol en Hilbert 1981.

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    Por otra parte, las investigaciones de Russell sobre el tema lo llevaron a tratar de recopilar las distintas paradojas que fueron dndose a conocer e intentar darles una solucin global. Su pro-psito era retomar el proyecto de Frege, as como sus propios planteamientos presentados en Los principios de la matemtica, pero ahora evitando las paradojas, proyecto que sera conocido como ellogicismo. Para realizar esta tarea contaba ahora con AI-fred Whitehead, que haba sido su maestro en matemticas.

    Russell lleg a la conclusin de que todas las paradojas se daban por lo que Poincar haba denominado el crculo vicio-so (e! Kneale I Kneale 1980: p. 608s), y seal que las parado-jas se producan por violar lo que seran distintos tipos lgi-cos, de modo que si se hacan las debidas restricciones, los enunciados de las paradojas se convertan en expresiones sin sentido. Esta solucin fue publicada en 190815 e iba en la lnea de la que haba esbozado en 1903, pero ahora superando los problemas que se le haban visto. Con esta base, Russell y Whi-tehead publicaron en 1910 el primer tomo de su monumental obra Principia Mathematiea, donde buscaban reconstruir los sistemas anteriores para evitar la reaparicin de contradiccio-nesl6 De hecho, el segundo captulo de la introduccin estaba especialmente orientado a resolver las distintas paradojas que hasta entonces se haban descrito, haciendo una exposicin sis-temtica de ellas, para. luego presentar la solucin que los auto-res proponan (e! Whitehead I Russell 1910, 1960: p. 60ss).

    A partir de entonces, la opcin segn la cual, ante el surgi-miento de ciertas contradicciones, se haca necesario corregir a fondo los sistemas que haban dado lugar a ellas, fue acogida por

    15 Russell, Bertrand: "Mathematical logic as based on the theory of types" American Journal 01 Mathematics 30 (1908) p. 222-262. [Bibl. Church (1936) nm. 111.16]. 16 As! lo declaran en el prefacio: "A very large part of the labor involved in writing the present work has been expended on the contradictions and para-doxes which have infected logic and the theory of aggregates." (Whitehead I Russell 1910, 1960: p. vii).

  • INCONSISTENCIAS poR QU NO? 11

    la gran mayora de los investigadores del rea; y, en este sentido, la obra Principia Mathematica se convirti en un eje de refe-rencia fundamental. Matemticos y lgicos como Hilbert y sus discpulos, as como otros jvenes, tales como Post y G&lel, se dieron a la tarea de hacer demostraciones de consistencia para los distintos sistemas lgicos. Por su parte, investigadores como Zermelo, Fraenkel, von Neumann y otros, interesados particu-larmente en la teora de conjuntos, se esforzaron por reformular-la axiomticamente, haciendo las restricciones necesarias para evitar que se derivaran paradojas como las de Cantor y Burali-Forti.

    Diferente fue el caso de Brouwer y el intuicionismo, pues l consideraba que el problema no radicaba en los sistemas lgico-matemticos de los que se haban originado las paradojas, u otros de su tipo, sino que estaba en la concepcin misma de las matemticas, lo que se evidenciaba en el manejo de los conjun-tos infinitos. Brouwer propuso entonces una visin alternativa frente al quehacer en matemticas, que cortara de raz la posibi-lidad de que surgieran problemas tales como las paradojas de la teora de conjuntos; no obstante, esto implicara renunciar a im-portantes herramientas matemticas, como veremos en el ~aptu-lo "11. "

    Si se considera en conjunto la reaccin frente a las paradojas, se puede decir que el rechazo de cualquier contradiccin fue la opcin general; sin embargo, tambin a principios de este siglo surgieron algunos planteamientos que abordaron esta problem-tica"desde una perspectiva completamente diferente. Y si bien en su momento ellos no tuvieron mayor repercusin, actualmente, y desde hace ya varias dcadas, han surgido" importantes desarro-llos en el mismo sentido. La opcin de "las tres grandes escuelas --acabar con las contradicciones" de una u otra forma-- ha sido bastante divulgada, pero no ha ocurrido lo mismo con la otra opcin, la de quienes han planteado que esto no es tan imperio-so. El presente libro busca llenar, al menos en parte, ese vaco,

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    por lo que uno de nuestros ejes temticos va a ser lo que se po-dra llamar la otra historia a partir de las paradojas.

    2. EL PRIMER CUESTIONAMIENTO DEL PRINCIPIO DE (NO) CONTRADICCIN: EL JOVEN LUKASIEWICZ 2.1. La lgica simblica y el estudio del principio de (no) contradiccin en Aristteles En el mismo ao en que apareci Principia Mathematica, Jan Lukasiewicz -filsofo y lgico polaco- public un libro en polaco cuyo ttulo traducido sera "Sobre el principio de con-tradiccin en Aristteles"17 y un artculo en alemn con el mismo ttulo "ber den Satz des Widerspruchs bei Aristoteles" (Luka-siewicz 1910)18.

    El segundo texto comienza afirmando que la lgica simb-lica, "fundada por G. Boole y desarrollada poderosamente a tra-vs del trabajo de De Morgan, Pierce (sic), Schroder, Frege, Peano,B.Russell, etc." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 485 [trad.]), haca necesaria la revisin de la lgica tradicional y los prin-cipios lgicos planteados en la antigedad, en la medida en que, al igual que la moderna geometra haba permitido desarrollar una geometra no euclidiana, tambin era posible desarrollar una lgica no aristotlical9 Esta perspectiva conduca a revisar las leyes lgicas bsicas para, en primer lugar, reformularlas utili-

    17 O zasadzie sprzecznoSci u Aryslotelesa. Studium krytyczne (Krak6w: 1910). Bibliografia de Church (1936): nmero 186.2. 18 Es el primer texto de Lukasiewicz incluido en la Bibliografla de Church (1936) con el nmero 186./. Seguir la traduccin inglesa de V. Wedin: (Lukasiewicz [1910] 1971) porque la versin original no es accesible, y adems todos los autores de lgica paraconsistente aparentemente se han basado en esta versin. Hay una traduccin francesa reciente en el primer nmero de la revista del College International de Philosophie: Rue Descartes no. 1-2 (1991). 19 "One eannot coneeal the fact thal, compared with traditional formal logic and especia/ly the /ogic o[ Aristo!/e. modern symbolic /ogic poinls lo and sig-nifies an improvement similar in kind to that o[ modern geometry over Euclid's e/ements." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 485s).

  • INCONSISTENCIAS poR QU NO? I J

    :f.ando el instrumental lgico-formal contemporneo y, luego, es-tudiar qu tipo de relacin exista o tena que existir entre ellas. Eso permitira, en primera instancia, ver si son independientes entre s, o si se puede encontrar una o varias leyes o principios ms fundamentales; como segunda instancia, ver si estas leyes tienen una validez irrestricta, o si se deben admitir ciertas ex-cepciones; y finalmente, ver qu justificacin puede tener aque-llo de que estas leyes son irrefutablemente verdaderas.

    Establecidos estos parmetros, Lukasiewicz aborda el estudio del principio de (no) contradiccin, concentrndose en los argu-mentos de Aristteles, pues considera que ellos siguen constitu-yendo una de las formulaciones ms exhaustivas y claras que se han dado para defender dicho principio; es ms, en la medida en que estos argumentos se han seguido invocando desde entonces para defender la validez universal de este primer principio, al examinarlos tambin se examina toda la tradicin al respect020

    Lo primero que hace Lukasiewicz es mostrar que Aristteles presenta en el libro r de la Metafsica tres formulaciones dife-rentes del principio de (no) contradiccin: (a) ontolgica: "Es imposible que algo pertenezca y no pertenezca a la misma cosa al mismo tiempo y en el mismo sentido" (lOOSb 19-20)21; (b)

    20 "Now Aristotle's intuitions regarding the principIe of contradictionare, for most part and c1ear down to the present day, the usual and traditional ones; and argument for and against the principIe can be found together in the Stagirite in greater completeness than in any one modem textbook of logic." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 487). 21 Traduzco al espaftolla versin directa del griego que Lukasiewicz da en su texto (el Lukasiewicz [1910] 1971: p.487). Valentln Garcla Yebra traduce el pa-saje completo as!:

    "Y el principio ms firme de todos es aquel acerca del cual es imposible engaftarse; es necesario, en efecto, que tal principio sea el mejor conocido (pues el error se produce siempre en las cosas que no se conocen) y no hipottico. Pues aquel principio que necesariamente ha de poseer el que quiera entender cualquiera de los entes no es una hiptesis, sino algo que necesariamente ha de conocer el que quiera conocer cualquier cosa, y cuya posesin es previa a todo conocimiento. AsI, pues, tal principio es evidentemente el ms firme de todos. Cul sea ste, vamos a decirlo ahora. Es imposible, en efecto, que un mismo

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    lgica: "el ms cierto de todos los principios bsicos es que pro-posiciones contradictorias no son verdaderas simultneamente" (lOllb 13-14)22; y (c) psicolgica: "nadie puede creer que algo pueda -al mismo tiempo-- ser y no ser" (IOOSb 23-24)23. Cada una de estas formulaciones tiene un significado diferente y Aristteles fundamenta cada una de manera distinta, por lo cual conviene analizarlas por separado y en detalle.

    As pues, con relacin al principio psicolgico de (no) contradiccin, Lukasiewicz apunta que no puede ser demostrado a priori, pues se trata de una ley de la experiencia, y que ni Aris-tteles, ni nadie sefi.alado por l, lo haba demostrado em-pricamente. Agrega el lgico polaco que se debe tomar en cuenta que filsofos como Husserl han dudado de la validez uni-versal de esta le~, y otros como Hegel han afmnado cons-cientemente contradicciones (Lukasiewicz [1910] 1971: p.492).

    atributo se d y no se d simultneamente en el mismo sujeto y en un mismo sentido (con todas las dems puntualizaciones que pudiramos hacer con miras a las dificultades lgicas). ste es, pues, el ms firme de todos los principios. pues se atiene a la definicin enunciada. Es imposible, en efecto, que nadie crea que una misma cosa es y no es, segn, en opinin de algunos, dice Herclito. Pues uno no cree necesariamente todas las cosas que dice. Y si no es posible que los contrarios se den simultneamente en el mismo objeto (y aftadimos tambin a esta premisa las puntualizaciones de costumbre), y si es contraria a una opinin la opinin de la contradiccin, est claro que es imposible que uno mismo admita simultneamente que una misma cosa es y no es. Pues simult-neamente tendrla las opiniones contrarlas el que se engaftase acerca de esto. Por eso todas las demostraciones se remontan a esta ltima creencia; pues ste es, por naturaleza, principio tambin de todos los dems axiomas." Aristteles: Metaflsica (Barcelona: Gredos, 1982), p. l66ss (IOO5b 13-34). 22 Este pasaje es el que cierra la presentacin del principio de no contradic-cin en el libro r de la Metafuica, que en la misma traduccin se lee asf:

    "Asf, pues, para mostrar que la opinin ms firme de todas es que no son verdaderas simultneamente las afirmaciones opuestas, y qu les ocurre a los que tal sostienen, y por qu lo sostienen, baste con lo dicho." Aristteles: Me-tafuica (Barcelona: Gredos, 1982), p. 206ss (IOllb 13-16). 2J Ver la traduccin de todo el pasaje en la nota 21. 24 Cita a Husserl en Logische Untersuchungen vol. 1 (Halle: 1900), p. 82. Este texto est en la traduccin espaftola en Husserl, Edmund: Investigaciones 16gi-cas vol. 1 (Madrid: Alianza ed., 1982), p. 89s.

  • INCONSIS'lENCIAS POR. QU NO? I S

    En suma, su mbito escapa totalmente de las investigaciones de carcter lgico2S

    Al pasar a estudiar las otras dos afirmaciones, se seftala que Aristteles presenta, como leyes ltimas indemostrables, tanto el principio ontolgico de (no) contradiccin, como el lgico, y es-lo es cuestionable en la medida en que su formulacin se apoya en otras nociones: por una parte utiliza el concepto de negacin y, por otra, al hablar de "al mismo tiempo y en el mismo sen-tido", est invocando el principio de identidad (/bid. p. 493). In-cluso, para Lukasiewicz ni siquiera este ltimo principio sera autoevidente, pues tambin es demostrable a partir de la defi-nicin de proposiciones verdaderas, es decir, que una proposi-cin afirmativa se dice verdadera cuando ella confiere a un obje-to la caracterstica apropiada a ste, la cual considera que s sera realmente autoevidente26

    Ahora bien, Aristteles plantea que, si bien no se pueden dar demostraciones directas genuinas, se pueden dar demostraciones de la imposibilidad de que proposiciones contradictorias sean ciertas al mismo tiempo. Lukasiewicz analiza en detalle las dis-tintas argumentaciones aportadas por el Estagirita en este sentido

    2~ ''The psychological fonnulation of the principIe of contradiction must, therefore, be excluded from further investigations as a thesis of questionable worth which is to be pro ven empirically but as yet remains unproved." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 493).

    Ms de medio siglo despus, Piaget emprendi esta investigacin empIrica, la que lo llev a "adoptar con respecto a la contradiccin un punto de vista muy definido; sostenemos que no constituye ni una necesidad interna del pensa-miento, ni un accidente debido a simples defectos de fonnalizacin, sino que es la expresin de desequilibrios inicialmente inevitables debidos a la falta de ajuste recIproco entre los factores positivos y negativos, puesto que toda ac-cin, toda percepcin y toda orientacin se orientan, en sus comienzos, sola-mente hacia los elementos positivos de la realidad". (Piaget 1978: p. 1 s). 26 "There is only one principie which cannot be demonstrated in tenns of other principies but which is rather true and demonstrated through itself [durch sich selbst]. This is the proposition: ((An affinnative proposition 1 des-ignate as true, when it confers on an object the characteristic appropriate to it." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 494).

  • /6 ANDRS BOBENIUETH MISERDA

    y muestra que caen en alguno de los siguientes casos: prueban algo distinto, como el principio de doble negacin; o son una peticin de principio, en la medida en que presuponen el princi-pio de (no) contradiccin; o, fmalmente, prueban que no puede ser cierta la afirmacin de que todo es contradictorio, lo cual no tiene que ser necesariamente afirmado por quienes rechazan este principio, o piden una prueba de l.

    El artculo agrega que, para Aristteles, el principio de (no) contradiccin opera slo para la existencia actual, acep-tando virtualmente las contradicciones en el mbito del ser es-trictamente en potencia que, al no haberse determinado an, puede tener caractersticas antitticamente opuestas al mismo tiemp027. Apoyado en esto, Lukasiewicz concluye que, en Arist-teles, dicho principio no se debe ver en ltimas como una ley ontolgica general, sino ms bien debe pensarse como una ley metafsica28

    Ahora bien, en cuanto a la lgica, no es cierto que el principio de (no) contradiccin sea el ms alto de todos los principios, en el sentido de que sea presupuesto por todos los otros principios, pues el mismo Estagirita reconoca que el principio del silogis-mo puede aplicarse incluso con una premisa que involucra una contradiccin, lo cual lo hara ser independiente del principio de (no) contradiccin29 Agrega Lukasiewicz que, en el contexto de

    27 Para apoyar esto se cita el pasaje 1009a 22-36 del libro r de la Metafsica. 28 "Accordingly, it must be established that the principie of contradiction is to be thought of not as a general ontological law but rather as a metaphysical one, which is supposed to hold for substances primarily and with respect to which it is at least questionable whether its range of validity extends to appearances as well." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. S02). 29 Lukasiewicz cita un pasaje de los AnaUticos posteriores (AII, 77a 10-22), y despus lo explica asl:

    "According to Aristotle this syllogism is val id (A = living creature, B = man, e = eallias):

    Bis A (and not also not-A) e, which is not-e, is B and not-B

    e is A (and not also not-A)

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? 17

    111 lgica simblica, se haba demostrado que una serie de prin-cipios podran seguir siendo vlidos incluso si el de (no) con-tradiccin no lo fuera (ej. ibid p. 504). A partir de esto, el autor, concluyendo la parte histrico-crtica del artculo, afirma que:

    Debemos abandonar la falsa, aunque ampliamente extendida, perspectiva de que el principio de [no] contradiccin es el ms alto principio de todas las demostraciones! Esto slo se sostiene para las pruebas indirectas; para las directas no es cierto. (Ibid p. 504 [trad.])lo.

    2.2. Conclusiones de Lukasiewicz

    Pasamos ahora a lo que ms nos interesa: aquellas conclusiones que para el presente extrae el lgico polaco, que son enumeradas as (ef ibid p. 505ss): A) El principio de (no) contradiccin no puede ser probado pro-

    clamndolo directamente evidente, porque: a) La evidencia no parece ser un criterio aceptable de ver-

    dad; de hecho, ha sucedido que proposiciones falsas se han mostrado como evidentes.

    b) El principio de (no) contradiccin no parece ser evidente para todo el mundo; para algunos pensadores de Megara y para Hegel no era evidente.

    B) El principio de (no) contradiccin no puede ser probado pre-sentndolo como una ley natural determinada por la organi-zacin psicolgica del hombre.

    However, if a syllogism remains val id when the principIe of contradiction doesn't, then the principIe of syllogism (and indeed the dictum de omni el nullo) is independent of the principIe of contradiction." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 504). JO "On my view, we must give up the false. though widely spread view that the principie of contradiction is the highest principie of all demonstrations! That holds only for indirect proofs; for the direct ones, it is not true." (Lukasiewicz [191OJ 1971: p. 5(4).

  • 18 ANDRS BOBENRlE11f MlSERDA

    C) El principio de (no) contradiccin no puede ser probado a partir de la definicin de afirmacin falsa ni de la negacin, por dos razones: a) Si se toma la definicin usual, una negacin como A no

    es B significa la falsedad de la afirmacin A es B; ello no impide que simultneamente se asevere algo ver-dadero y algo falso sobre el mismo objeto, ya que es el principio de (no) contradiccin el que impide esto. De acuerdo con la definicin de falsedad o negacin, "sigue siendo posible aceptar que las aseveraciones A es B y A no es B se mantengan al mismo tiempo siendo am-bas verdaderas y ambas falsas al mismo tiempo." (Ibid. p. 506 [trad.])JI. Con esto, Lukasiewicz se podra estar refiriendo a que si en vez del carcter de funcin que se les da a las asignaciones de verdad --es decir, que a ca-da proposicin se le asigna un nico valor de verdad-se les diera un carcter relacional, en el que a cada pro-posicin se le pudieran asignar simultneamente dos --o ms-- valores de verdad, entonces sera viable que fue-ran simultneamente verdaderas dos aseveraciones con-tradictorias .y, por lo tanto, fuesen falsas sus respectivas negaciones, o sea la otra proposicin respectivamente, de manera tal que ambas fueran al tiempo verdaderas y falsas.

    ]1 "(a') if one also accepts that the negation A is not B means the falsity of the affirmation A is B, then the principie of contradiction is not to be de-duced therefrom. The notion of logical multiplica/ion is not contained in the definition of negation, respectively falsity, and it is this notion which directly bestows on the principie of contradiction its characteristic imprint. Two con-tradictory propositions cannot be true simultaneously (affirmation and nega-tion: truth and falsity contain each other [heben einander auj]) and cannot both be characteristic of the same object. In terms of the definition of falsity or ne-gation, however, it would still be possible to accept that the assertion A is B ami A is not B hold at the same time in that they are both true and false at the same time." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 5055).

  • INCONSISTENCIAS POIl QU NO? /9

    b) Si no se acepta la anterior posibilidad de designar una misma proposicin a la vez como verdadera y falsa, en-tonces se puede tomar una delimitacin ms apropiada del concepto de falsedad, a saber, considerar que cuando se dice que una proposicin es falsa se quiere decir que ella no representa nada objetivo. Esta definicin se mantendra incluso si no valiera el principio de (no) contradiccin, pues, entonces, si bien sera posible decir en ciertos casos que una cosa es y no es algo, sien-do ambas representaciones de una situacin objetiva, de todas formas una proposicin como A es B seguira siendo falsa, si en cierto caso concreto A de hecho no fuera B 32.

    Finalmente, con relacin a la posibilidad de dar una prueba del principio de (no) contradiccin a partir de una investigacin concreta, Lukasiewicz hace mencin de la existencia de objetos contradictorios, como el caso de el ms grande de los nmeros primos o el crculo cuadrado, que si bien hasta entonces slo eran producto de construcciones humanas, de todas maneras podan ser estudiados, como lo haba hecho Meinong en su teo-ra sobre los objetos. Este autor asuma que el principio de (no) contradiccin slo estaba dirigido a lo real y a lo posible, quedando abierto el espacio para que objetos imposibles resulta-

    J2 "(b') Of course if one prefers rather to avoid designating one and the same proposition as true and false, another definition of falsity can be set up which is of much greater account than the usual definition in terms of the basic thought in the concept, in that it is much more carefully formulated. The basic notion of falsity is, namely, that false propositions are no representations ofthe objective, or -in other words-- that false propositions correspond to nothing objective. If the principIe of contradiction fails to hold now, there will be cases in which A is and is not B at the same time. Consequently, under these conditions the proposition A is B would be false, if A were not B and also contained no contradiction. The principIe of contradiction can in no way be derived from this definition of falsity." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 505).

  • 20 ANDRS BOBENRlElH MlSERDA

    ran contradictoriosJl Por otra parte, como lo haba demostrado la aparicin de las paradojas, tales como la de Russell, no se puede excluir la eventualidad de que construcciones que parecen con-sistentes contengan una contradiccin escondida que no se ha descubierto an (ef bid. p. 507).

    A continuacin presenta el lgico polaco un argumento muy agudo: al hablarse de contradicciones, hay que tener muy presen-te que stas no se pueden percibir en la realidad, porque no es posible percibir la negacin que les es inherente, pues toda per-cepcin es de hechos dados, es decir de hechos afirmativos, y slo a partir de ellos se llegan a aseverar negaciones, y de ah se pueden llegar a inferir contradicciones. Hay una serie de per-cepciones que histricamente han llevado a inferir contradiccio-nes, como es el caso del cambio continuo. Frente a ellas siempre se ha tratado de dar explicaciones que permitan solucionar las inconsistencias, pero esto no es suficiente para llegar a demos-trar de forma definitiva que los objetos reales 00 contienen con-tradicciones en ningn sentidoJ4

    JJ Vase Vber die Ste/lung der Gegenstandstheorie im System der Wissens-chaft (Leipzig: 1907) p. 16 (citado en Lukasiewicz [1910] 1971: n. 14). En Rescher / Brandom 1980: p. 32s, se dice que Meinong lo que hizo fue distin-guir entre objetos inconsistentes e imposibles; y que entre lo potencialmente posible hay que distinguir entre lo posible lgicamente y por tanto autoconsis-tente, de lo que era semnticamente posible, es decir, pensable, concebible o descriptivamente constructible. Una presentacin general de la propuesta de Meinong est en un articulo cuyo original es de 1904, y que est traducido co-mo Meinong, Alexius: "Teora del Objeto", Cuadernos de Critica 13 (Mxico: UNAM, 1981). 34 "Actual objects and reconstructive abstractions, insofar as they correspond to reality, appear to be placed beyond contradiction./nlactthere is /cnown to us no single case 01 contradiction existing in reality. Indeed it is generally impos-sible to suppose that we might meet a contradiction in perception; the negation which inheres in contradictions is not at al1 perceptible [wahrnehmbar]. Actu-ally existing contradictions could only be inferred [erschlossen]. -One might not forget, however, that from oldest times contradictions were suspected in the continuous change to which the entire world is ceaselessly subjected in con-stant becoming, arising, and passing away. Whether these suspicions can ever be confirmed seems to be improbable; one will a1ways find ways and means

  • INCONSISTENCIAS POR QU NO? 2/

    Es muy importante notar que, con este argumento, Lukasie-wicz le da un vuelco radical a la forma como tradicionalmente se ha planteado el problema: a quien cuestiona el principio de (no) contradiccin, los defensores de este principio suelen pedirle que muestre alguna contradiccin en la realidad, y esto es tanto como pedir algo imposible, pues no existe un objeto que sea la nega-cin de algo: slo a partir de lo dado, inferimos su negacin, y es en el evento en que infiramos algo, y tambin su opuesto, que hallamos contradicciones. As, el lgico polaco invierte la carga de la prueba, pues ya no habra que mostrar un objeto contradic-torio, sino exigirles a quienes alegan la universalidad del princi-pio de no contradiccin que muestren realmente que ningn ob-jeto puede llevar a inferencias contradictorias.

    Llegamos as al ltimo apartado del artculo y, muy por el contrario de lo que se podra pensar, resulta que Lukasiewicz no ha hecho todo este desarrollo para rechazar el principio de (no) contradiccin, sino para cambiar radicalmente el substrato que permite sustentarlo. La conclusin que presenta es la si-guiente:

    El principio de [no] contradiccin no tiene, ciertamente, mrito lgico, ya que slo es vlido como suposicin [als Annahme]; pero, en tanto consecuencia, adquiere un valor prctico-tico, lo cual es an ms importante. El principio de [no] contradiccin es el arma privilegiada contra el error y la falsedad. {lb id p. 508 [trad.])H.

    eventually to dismiss inferred contradictions. Bul one wil/ never be able lo as-serl with ful/ definileness that actual objecls conlain no contradictions. Man did not create the world and he is not in the position to penetrate its secrets; in-deed, he is not even lord and master of his own conceptual creations." (Lukasiewicz [1910) 1971: p. 507s). 35 "The principIe of contradiction has, to be sure, no logical worth, since it is valid only as an assumption [als Annahme); but as a consequence it acquires a praclical-ethical value, which is all the more important. The principie of con-Iradiclion is Ihe sole weapon againsl error andfalsehood. Were we not to rec-ognize this principIe and hold joint assertion and denial to be possible, then we

  • 22 ANDRS BOBENlUETH MISERDA

    Para el lgico polaco lo anterior se explica en la medida en que, si se sostiene que son posibles conjuntamente una afirma-cin y su negacin, no habra entonces una forma de desvirtuar una afirmacin falsa o una acusacin fraudulenta, ya que demos-trar que no se cometi algn hecho imputado no sera suficiente para desvirtuar la afirmacin en contrario, pues ambas podran ser tenidas por vlidas36.

    Lukasiewicz agrega algo que es todava ms diciente: "la ne-cesidad de admitir el principio de (no) contradiccin es un signo de la incompletud intelectual y tica del hombre." (Ibid. p. 508 [trad.])37. Entonces, ms que ante una determinacin lgica u on-tolgica, estaramos ante un criterio o idea regulativa, que se ne-cesitara por las caractersticas propias de la actividad humana.

    Lo anterior no conlleva que para Lukasiewicz cambie en al-go la desvirtuacin del valor lgico del principio. Con esto lo que se est sealando es que el valor lgico y el prctico-tico son dos espacios independientes, a pesar de la tendencia que hay de unirlos, para tratar as de justificar lo prctico-tico a partir de la inevitabilidad de lo lgico. Incluso Lukasiewicz entrev que Aristteles habra pe~cibido que el mayor peso estara en el valor prctico-tico, por lo cual habra utilizado el principio de (no) contradiccin para luchar con los que atentaban contra el valor

    could not defend other proposition against false or deceitful propositions." (Lukasiewicz [1910] 1971: p. 508). 36 "One falsely accused of murder could find no means to prove his innocence before the court. At most, he could only manage to prove that he had commit-ted no murder; this negative truth cannot, however, remove its contradictory positive from the world, if the principIe of contradiction fails. If just one wit-ness is found who (not shirking from committing perjury) implicates the