Andres Bello Antologia Esencial

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    Antologaesencial

    Andrs Bello

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    BIBLIOTECA AYACUCHO es una de las experienciaseditoriales ms importantes de la cultura latinoameri-cana. Creada en 1974 como homenaje a la batalla queen 1824 signific la emancipacin poltica de nuestraAmrica, ha estado desde su nacimiento promovien-do la necesidad de establecer una relacin dinmi-ca y constante entre lo contemporneo y el pasadoamericano, a fin de revalorarlo crticamente con laperspectiva de nuestros das.Esta es la coleccin popular o de bolsillo de BibliotecaAyacucho. Se dedica a editar versiones abreviadas oantolgicas de los autores publicados en la ColeccinClsica. Sigue el rastro del dinmico gne ro de la cr-

    nica que narra las maravillas del mundo americano,da cabida a la reflexin crtica y esttica, y comple-menta y redondea los asuntos abordados por las otrascolecciones de Biblioteca Ayacucho. Los volmenesllevan presentaciones ensaysticas con caractersticasque los hacen accesibles al pblico mayoritario.

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    Coleccin Claves de Amrica

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    AntologaesencialAndrs Bello

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    Prlogo y seleccin

    Jos Ramos

    Notas

    Pedro Grases

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    Fundacin Biblioteca Ayacucho, 1993

    de esta edicin Fundacin Biblioteca Ayacucho y Banco Central de Venezuela, 2011Coleccin Claves de Amrica, N 11Primera edicin Fundacin Biblioteca Ayacucho, 1993Primera reimpresin, 2011Hecho Depsito de LeyDepsito legal lf50120118001897ISBN 978-980-276-494-5Apartado Postal 14413Caracas 1010 - Venezuelawww.bibliotecayacucho.gob.ve

    Diseo de coleccin: Luis E. Ruiz Lossada y Tutty Garca BenfeleImpreso en Venezuela /Printed in Venezuela

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    ANDRES BELLO: ANOTACIONES PARA UNA POETICADEL PARAISO PERDIDO

    Y qu ms bien, qu ms placer me aguarda

    fuera de esta ilusoria

    farsa de la memoria?

    A.B.

    Una cierta presuncin

    PODRESCRIBIRSE en la actualidad algo nuevo sobre Andrs Bello? La in-mensa bibliografa bellista que se ha gestado a lo largo de ms de cien aos

    parece haberlo dicho todo. En Venezuela esa bibliografa cuenta con nom-bres como los de Arstides Rojas, Luis Correa, Edoardo Crema, FernandoPaz Castillo, Mario Briceo-Iragorry, Mariano Picn Salas, Angel Rosenblat,Pedro Pablo Barnola, Arturo Uslar Pietri, Rafael Caldera, Pedro Grases, OscarSambrano Urdaneta, entre otros. As, estas lneas iniciales parten de esa di-gamos inevitable presuncin. Slo que nuestro imaginario colectivo exigesiempre otros reflejos, otras rotaciones, nuevas incomodidades. Queda, enton-ces, insinuar una imagen: el vivirazaroso de un artista, civilizador y maestro,sujeto a la conciencia del desterrado que pena una invencible melancola, la

    potica de un hombre medularmente sentimental, segn la perspicaz defini-cin de Salvador Garmendia.Es esta, en una palabra, la circunstancia propicia para proponer losfrag-

    mentos de un discurso: esta imagen marginal y precaria de don Andrs Bello,poeta, hombre de letras.

    El espacio irrecuperable

    El sesgo de lo melanclico, la visin sosegada de la sombra errante porparte del desterrado que ser siempre Bello, aparecen tempranamente ex-puestos como imgenes recurrentes en el primer poema suyo que se conserva,

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    una oda fechada hacia 1800 y de ttulo El Anauco; en algn momento deltexto escribe Bello:

    T, verde y apacible

    ribera del Anauco,para m ms alegre,que los bosques idalios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .y cuando ya mi sombrasobre el funesto barcovisite del Erebolos valles solitarios,en tus umbras selvasy retirados antroserrar cual un da,tal vez abandonandola silenciosa margende los estigios lagos.

    Bello es un laborioso joven de unos diecinueve aos cuando compone estosversos que describen la ribera verde y apacible del ro Anauco, entre in-vocaciones a deidades y parajes pertenecientes al prolijo arsenal neoclsico.Pero lo que interesa aqu es el tono del poema, el pulso de una conditio, y no

    su posible valor artstico. El Bello que an no llega a los veinte aos de edadnos habla de un idlico riachuelo caraqueo para luego dar paso a la sombraque se asume errante por los laberintos de ste y del otro mundo: delata ya unainquietud ante los inevitables contrastes que trazan el sentido mismo del vivir,las aristas de una melanclica teora del peso de los aos, segn dice en otroverso del poema. Es posible ver en ste y en otros muchos textos de Bello loque podramos llamar la precoz tirana de un valga la expresin senti-miento cristalizado, en presencia de la desvelada perspectiva de un tiempoy un espacio arrebatados y perdidos para siempre. Slo queda el vasto censo

    de la memoria.

    Teora del desterrado

    En su etapa londinense (1810-1829) redacta Bello sus dos extensospoemas que bien pueden ser calificados de programticos: Alocucin a lapoesa (1823) yLa agricultura de la zona trrida (1826). Tanto se ha escritosobre estos dos archiconocidos textos: tanta hermenutica, tanta glosa, tanta

    frase atenuante, tanta alusin a fastidios y anacronismos. No falta la aprecia-cin aguda de un Rubn Daro (una inacabable oda a la agricultura de la zonatrrida). Apenas puede reiterarse lo que con prodigalidad se ha dicho: que

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    se trata de la adecuada respuesta de un intelectual (un poeta) hispanoameri-cano a la necesidad de crear temas y materias especficas de este conti-nente, que se impona idear un programa artstico paralelamente a la concre-cin de las revoluciones en nuestros pases, que era una aspiracin el levantar

    el catlogo de las maravillas naturales y de los iniciticos fetiches, etc. Parael crtico uruguayo Emir Rodrguez Monegal (Elotro Andrs Bello),La agri-cultura de la zona trrida tiene una enseanza moral que puede sintetizarseen la denuncia del engao y la corrupcin ciudadanos y la exaltacin de lasvirtudes de la vida campesina, afirmacin que puede suscribirse con pro-piedad.

    El sentimiento del espacio irrecuperable, la huella insomne del desterra-do, signos de una diccin (para seguir la sugerencia de Rodrguez Monegal)permeada de un cierto romanticismo, traen el hilo de los das de El Anaucoy sostienen estas lneas de laAlocucin:

    Qu morada te aguarda? qu alta cumbre,qu prado ameno, qu repuesto bosquehars tu domicilio? en qu feliceplaya estampada tu sandalia de oroser primero? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Y la melanclica invocacin de unParaso perdido, no es acaso el tono queenvuelve el siguiente pasaje de una carta a Pedro Gual? (Londres, 14 de agos-

    to de 1824): Aquella nuestra ltima conversacin se me representa ahora conla viveza que otras escenas y ocurrencias de la edad ms feliz de la vida; todaslas cuales reunidas me hacen echar menos a cada paso, entre el fastidio de lavida montona de Londres, aquel cielo, aquellos campos, aquellos placeres,aquellos amigos. Obsrvese que Bello escribe a cada paso, como para nodejar dudas de los resortes que lo impulsan por los trances de la vida. Este yotros momentos de su correspondencia subrayan tal caracterizacin del hom-bre Andrs Bello, espejo riguroso del otro, el poeta, el creador. Arturo UslarPietri nos ha dejado un trazo significativo de tan implacable condicin: Su

    destino parece ser el de marchar agobiado y alejarse de todo lo que ama. Noes sino el desterrado y por eso se aferra con tanta ansiedad a lo que ha podidollevarse consigo: la ciencia, la literatura, la lengua y la imagen de Amrica.S, sobre todo una agobiante y laboriosa imagen.

    In illo tempore

    Chile, el gran escenario de su proyecto civilizador (1829-1865), es

    tambin la recapitulacin de aquella imago americana, y la obra poticade esta ltima etapa de su vida aparece corno la persistente vigilia de susfantasmas. As, en un poema titulado justamente Las fantasmas (1842),

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    X

    una de sus polmicas imitaciones de Vctor Hugo, observamos una imagi-nera y una visin que dibujan un obsesivo crculo:

    Adis! huyamos a la amiga sombra

    de anciano bosque; pisar la sombraDe secas hojas, que crujanbajo mi pie vagoroso ,

    es decir, la misma ansiedad sosegada, el mismo tono quejumbroso en mediodel comps de la sombra, la misma ensoacin de ms de cuarenta aos atrs.Lo vemos tambin en unas lneas de La oracin por todos, otra imitacindel poeta francs y sin duda su poema ms conocido de esta poca chilena:

    Cuando en el campo con pavor secretola sombra ves, que de los cielos bajala nieve que las cumbres amortaja.

    Esta lectura ha usado con cierta insistencia tal diseo expresivo, en donde sedan cita la sombra, el expediente de lo melanclico y el Paraso perdido, pararesaltar cun patente es en el hombre y el poeta Andrs Bello aquel senti-miento cristalizado expuesto anteriormente, y semejante circunloquio no esotra cosa que la mueca detenida, paralizada, de una punzante resignacin ante

    la lejana definitiva de rostros, cosas, un espacio y un tiempo que han sidodespojados a una existencia que slo puede medrar con un pavor secreto.Ha variado entonces este sentido, este spleen dentro del sistema potico deaquel Bello de diecinueve aos con respecto a este hombre de ms de sesen-ta? Se podra hablar aqu de una suerte de retrica sentimentalcon el riesgode reducir a Bello a una nica dimensin de su accin esttica y vital? Valela pena insinuar este rasgo. Aun en el pausado sueo de la muerte, esa hi-perblica melancola permitir lo que quiz sea la decisiva interrogacin delencantamiento perdido:

    He sido ya polvo yerto,y mi sombra despert?

    Como ellas estoy yo muerto?O ellas vivas, como yo?

    Es la dolorosa interrogacin de lo escindido.

    Al hablar de la nocin de Paraso perdido, resulta evidente que es su ciu-dad natal, Caracas, ese espacio, o mejor, es la presencia de la vaga imagen deltrazado de esa ciudad y la gozosa representacin de los aos iniciticos, las

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    escenas y ocurrencias de la edad ms feliz de la vida, la memoria de untiempo venerado. Abro el Atlas [se refiere Bello al publicado por AgustnCodazzi], y recorro el mapa; qu de recuerdos, qu de imgenes se agolpana mi imaginacin. De la vista de Caracas, sobre todo, no pueden saciarse mis

    ojos; y aunque busco en ellos vanamente lo que no era posible que me tras-ladase el grabado, paso a lo menos algunos momentos de agradable ilusin,escribe en una carta a su hermano Carlos fechada el 30 de abril de 1842. Estepasaje es, desde luego, uno de los momentos ms conmovedores de Bello.Las cartas del perodo chileno muestran la paciente ilusin de la vejez, ilusinregocijada y frgil en el crculo de las imgenes primigenias. Bello sera, enconsecuencia, el infatigable oficiante de una potica de la edad detenida: di-logo creador, secreto, pattico, abrumador, con aquello que ha sido separadodel ejercicio diario de la vida.

    Los dos sentidos de una potica

    Andrs Bello, el poeta, el hombre de letras. Es difcil tratar esta faceta,strictu senso, separadamente de una finalidad didctica que, segn el con-senso de la crtica bellista, expresa el ms autntico significado de su obra.Se podra afirmar que ninguno de los variados campos del saber que Bellocultiv es ajeno a este objeto primordial. Poesa y crtica literaria, filosofa,derecho romano e internacional, gramtica y filologa, historia y geografa,

    divulgacin cientfica y estudios sociales, son todos componentes de una mis-ma voluntad armoniosa dedicada a la tarea de cimentar y educar el alma deun pueblo y de una poca. Su clebre discurso inaugural de la Universidadde Chile en 1843 es una poderosa sntesis de esta voluntad. El Bello poetay literato cumple con este programa fundadoren ideal sintona con el BelloRector emblemtico de la Universidad y con el Bello promotor de revistas yperidicos en donde escribe acerca de meteoritos, de la cra de la cochinillamixteca o sobre ciertas variedades de la papa en Colombia. De nuevo, las pa-labras de Uslar Pietri: Es un maestro. Estudia incansablemente para ensear

    a todas horas y en todas las formas. Cuando traduce a un poeta es para ensearpoesa, cuando se entrega a una investigacin filolgica es para revelar lasraces culturales de la sociedad a la que pertenece; cuando escribe crtica lohace con un tono docente y orientador.

    La Alocucin y La agricultura , como se ha dicho algunos prra-fos arriba, concretan estticamente un sistema metafrico para las nuevasnaciones hispanoamericanas, son la expresin y sustancia didctica de unasensibilidad puesta al servicio de un ideal de formacin ciudadana: diseanlos modos de un ser social. Este ejercicio de la poesa y de la literatura es, para

    decirlo con palabras de Alejo Carpentier, el recurso del mtodo del idearioeducativo bellista.El otrosentido de esta potica, el que forzosamente lleva el signo de la

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    intimidad, perfila al Bello marcado, es harto decirlo, por las huellas irreversi-bles de sus exhaustos fantasmas. Y esta somnolienta lectura del carcter y delas connotaciones de la proposicin potica de Andrs Bello, quiere sintetizarlas presentes pginas introductorias con algunos fragmentos pertenecientes a

    otro de sus poemas: se trata de uno de los borradores de las llamadas Sil-vas americanas, escritas durante su estancia en Londres, y que Pedro PabloBarnola titul Elega del desterrado. Puesto que es una de las pginas msreveladoras de Bello, por contener todos los elementos de la potica que seha intentado esbozar aqu, y ante la imposibilidad de reproducirlos dentro delcuerpo de esta seleccin antolgica, citamos a continuacin esos fragmentos,a manera de apndice aleatorio.

    Elega del desterrado

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Y posible ser que destinadohe de vivir en sempiterno duelo,lejos del suelo hermoso, el caro suelodo a la primera luz abr los ojos?Cuntas! ah! cuntas vecesdando aunque breve, a mi dolor consuelooh montes, oh colinas, oh praderas,amada sombra de la patria ma,

    orillas del Anauco placenteras,escenas de la edad encantadoraque ya de m, mezquino,huy con presta irrevocable huida;y toda en contemplaros embebidase goza el alma, a par que pena y llora!Tambin humanas formas miro en torno,y de una en una crdulo las cuento,

    y el conocido acento

    de amor y de amistad oigo y retorno.Qu es de vosotros? Dnde estis ahora,compaeros, amigos,de mi primer desvariar testigos,de mis antojos vanos y deseosy locas esperanzas, que importunaburl como las vuestras la fortuna?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Ay! al alegre drama

    do juntos yo y vosotrosfiguramos,y los delirios de amorosa llamao de area ambicin representamos,

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    alegre drama mientras plugo al cielocorri fortuna inexorable el velo.Vosotras a lo menos de esta gravesoledad el silencio doloroso

    romped ahora, imgenes queridas;cual otro tiempo en pltica suaveusbades, venid, venid ahora,engaad los enojosde ausencia tanta: atravesad los mares,quebrantad los cerrojosdel calabozo oscuro y de la huesa:de mi lamento importunada, sueltela cruda Parca alguna vez su presa.Y qu ms bien, que ms placer me aguardafuera de esta ilusoriafarsa de la memoria,aunque el volver, que tanto tiempo tarda,al terreno nativo,me otorgue alfin el cielo compasivo?Visitar la cumbre, el verde soto,el claro ro, y la caada amena;mas a vosotros, ah! mirar no espero.No con alborozada enhorabuena

    saludarme os oir; no al cariosoregocijado seno he de estrecharos.Dir a los ecos: los amigos caros,la amada, el confidente, el compaero,d estn? a d son idos?Idos, dirn los ecos condolidos,y en mi patria, ay de m!, ser extranjero.

    ***

    Estas anotaciones slo quieren sugerir una lectura, obcecadamentefragmentaria, de las claves secretas que cruzan la obra potica de AndrsBello. Se ha eludido, con vigilante escrpulo, articular un anlisis de sudiscurso potico, y el resultado es este sinuoso compendio de sombras, fantas-mas, destierros, melancolas, sentimientos cristalizados, evocaciones de unParaso perdido. Es decir, slo un trasunto de las imgenes queridas de Be-llo. Acaso sea una forma gratificante, acaso heterclita de acercarnos a l,despus de todo.

    JOS RAMOS

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    EL ANAUCO

    Irrite la codiciapor rumbos ignoradosa la sonante Tetisy bramadores austros;

    5 el pino que habitabadel Betis fortunadolas mrgenes amenasvestidas de amaranto,

    impunemente admire10 los deliciosos campos

    del Ganges caudaloso,de aromas coronado.T, verde y apacibleribera del Anauco,

    15 para m ms alegre,que los bosques idaliosy las vegas hermosas

    de la plcida Pafos,resonars continuo20 con mis humildes cantos;

    y cuando ya mi sombrasobre el funesto barcovisite del Erebolos valles solitarios,

    25 en tus umbras selvasy retirados antros

    errar cual un da,tal vez abandonandola silenciosa margen

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    30 de los estigios lagos.La turba doloridade los pueblos cercanosevocar mis manes

    con lastimero llanto;35 y ante la triste tumba,de funerales ramosvestida, y olorosacon perfumes indianos,dir llorando Filis:

    40 Aqu descansa Fabio.Mil veces venturoso!Pero, t, desdichado,por brbaras nacioneslejos del clima patrio

    45 dbilmente vacilesal peso de los aos.Devoren tu cadverlos canes sanguinariosque apacienta Caribdis

    50 en sus rudos peascos;ni aplaque tus cenizascon ayes lastimados

    la prfida consorteceida de otros brazos.

    ALOCUCION A LA POESIA

    Fragmento de un poema titulado Amrica

    I

    Divina Poesa,t de la soledad habitadora,a consultar tus cantos enseadacon el silencio de la selva umbra,

    5 t a quien la verde gruta fue morada,y el eco de los montes compaa;tiempo es que dejes ya la culta Europa,

    que tu nativa rustiquez desama,y dirijas el vuelo adonde te abre10 el mundo de Coln su grande escena.

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    Tambin propicio all respeta el cielola siempre verde ramacon que al valor coronas;tambin all la florecida vega,

    15 el bosque enmaraado, el sesgo ro,colores mil a tus pinceles brindan;y Cfiro revuela entre las rosas;y flgidas estrellastachonan la carroza de la noche;

    20 y el rey del cielo entre cortinas bellasde nacaradas nubes se levanta;y la avecilla en no aprendidos tonoscon dulce pico endechas de amor canta.

    Qu a ti, silvestre ninfa, con las pompas25 de dorados alczares reales?

    A tributar tambin irs en ellos,en medio de la turba cortesana,el torpe incienso de servil lisonja?No tal te vieron tus ms bellos das,

    30 cuando en la infancia de la gente humana,maestra de los pueblos y los reyes,cantaste al mundo las primeras leyes.

    No te detenga, oh diosa,esta regin de luz y de miseria,

    35 en donde tu ambiciosarival Filosofa,que la virtud a clculo somete,de los mortales te ha usurpado el culto;donde la coronada hidra amenaza

    40 traer de nuevo al pensamiento esclavola antigua noche de barbarie y crimen;

    donde la libertad vano delirio,fe la servilidad, grandeza el fasto,la corrupcin cultura se apellida.

    45 Descuelga de la encina carcomidatu dulce lira de oro, con que un tiempolos prados y las flores, el susurrode la floresta opaca, el apaciblemurmurar del arroyo transparente,

    50 las gracias atractivas

    de Natura inocente,a los hombres cantaste embelesados;y sobre el vasto Atlntico tendiendo

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    bajo sus pies, y etreas auras bebea tu celeste inspiracin propicias?Mas oye do tronando se abre paso

    95 entre murallas de peinada roca,

    y envuelto en blanca nube de vapores,de vacilantes iris matizada,los valles va a buscar del Magdalenacon salto audaz el Bogot espumoso.

    100 All memorias de tempranos dastu lira aguardan; cuando, en ocio dulcey nativa inocencia venturosos,sustento fcil dio a sus moradores,primera prole de su frtil seno,

    105 Cundinamarca; antes que el corvo aradoviolase el suelo, ni extranjera navelas apartadas costas visitara.An no aguzado la ambicin habael hierro atroz; an no degenerado

    110 buscaba el hombre bajo oscuros techosel albergue, que grutas y florestassaludable le daban y seguro,sin que seor la tierra conociese,los campos valla, ni los pueblos muro.

    115 La libertad sin leyes floreca,todo era paz, contento y alegra;cuando de dichas tantas envidiosaHuitaca* bella, de las aguas diosa,hinchando el Bogot, sumerge el valle.

    120 De la gente infeliz parte pequeaasilo hall en los montes;el abismo voraz sepulta el resto.T cantars cmo indign el funesto

    estrago de su casi extinta raza125 a Nenqueteba, hijo del Sol, que rompecon su cetro divino la enriscadamontaa; y a las ondas abre calle,el Bogot, que inmenso lago un dade cumbre a cumbre dilat su imperio,

    130 de las ya estrechas mrgenes, que asaltacon vana furia, la prisin desdea,y por la brecha hirviendo se despea.

    * Huitaca, mujer de Nenqueteba o Bochica, legislador de los muiscas. V. Humboldt, Vuesdes Cordillres, t. I.

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    T cantars cmo a las nuevas gentesNenqueteba piadoso leyes y artes

    135 y culto dio; despus que a la malignaninfa mud en lumbrera de la noche,

    y de la luna por la vez primerasurc el Olimpo el argentado coche.Ve, pues, ve a celebrar las maravillas

    140 del ecuador: canta el vistoso cieloque de los astros todos los hermososcoros alegran; donde a un tiempo el vastoDragn del norte su dorada espiradesvuelve en torno al luminar inmvil

    145 que el rumbo al marinero audaz seala,y la paloma cndida de Araucoen las australes ondas moja el ala.Si tus colores los ms ricos muelesy tomas el mejor de tus pinceles,

    150 podrs los climas retratar, que enteroel vigor guardan genital primerocon que la voz omnipotente, odadel hondo caos, hinchi la tierra, apenassobre su informe faz aparecida,

    155 y de verdura la cubri y de vida.

    Selvas eternas, quin al vulgo inmensoque vuestros verdes laberintos puebla,y en varias formas y estatura y galashacer parece alarde de s mismo,

    160 poner presumir nombre o guarismo?En densa muchedumbreceibas, acacias, mirtos se entretejen,bejucos, vides, gramas;las ramas a la ramas,

    165 pugnando por gozar de las felicesauras y de la luz, perpetua guerrahacen, y a las racesangosto viene el seno de la tierra.

    Oh quin contigo, amable Poesa,170 del Cauca a las orillas me llevara,

    y el blando aliento respirar me dierade la siempre lozana primavera

    que all su reino estableci y su corte!Oh si ya de cuidados enojosos175 exento, por las mrgenes amenas

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    del Aragua movieseel tardo incierto paso;o reclinado acasobajo una fresca palma en la llanura,

    180 viese arder en la bveda azuladatus cuatro lumbres bellas,oh Cruz del Sur, que las nocturnas horasmides al caminantepor la espaciosa soledad errante;

    185 o del cucuy las luminosas huellasviese cortar el aire tenebroso,y del lejano tambo a mis odosviniera el son del yarav* amoroso!

    Tiempo vendr cuando de ti inspirado190 algn Marn americano, oh diosa!

    tambin las mieses, los rebaos cante,el rico suelo al hombre avasallado,y las ddivas mil con que la zonade Febo amada al labrador corona;

    195 donde cndida miel llevan las caas,y animado carmn la tuna cra,donde tremola el algodn su nieve,

    y el anans sazona su ambrosa;de sus racimos la variada copia

    200 rinde el palmar, de azucarados globosel zapotillo, su manteca ofrecela verde palta, da el ail su tinta,bajo su dulce carga desfalleceel banano, el caf el aroma acendra

    205 de sus albos jazmines, y el cacaocuaja en urnas de prpura su almendra.

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Mas ah! prefieres de la guerra impalos horrores decir, y al son del parcheque los maternos pechos estremece,

    210 pintar las huestes que furiosas correna destruccin, y el suelo hinchen de luto?Oh si ofrecieses menos frtil temaa blicos cantares, patria ma!

    Qu ciudad, qu campia no ha inundado

    * Yarav, tonada triste del Per, y de los llanos de Colombia.

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    215 la sangre de tus hijos y la ibera?Qu pramo no dio en humanos miembrospasto al cndor? Qu rsticos hogaressalvar su oscuridad pudo a las furias

    de la civil discordia embravecida?220 Pero no en Roma obr prodigio tantoel amor de la patria, no en la austeraEsparta, no en Numancia generosa;ni de la historia da pgina alguna,Musa, ms altos hechos a tu canto.

    225 A qu provincia el premio de alabanza,o a qu varn tributars primero?

    Grata celebra Chile el de Gamero,que, vencedor de cien sangrientas lides,muriendo, el suelo consagr de Talca;

    230 y la memoria eternizar deseade aquellos granaderos de a caballoque mand en Chacabuco Necochea.Pero de Maipo la campia solacun larga lista, oh Musa, no te ofrece,

    235 para que en tus cantares se repita,de campeones cuya frente adorna

    el verde honor que nunca se marchita?Donde gan tan claro nombre Bueras,que con sus caballeros denodados

    240 rompi del enemigo las hileras;y donde el regimiento de Coquimbotantos hroes cont como soldados.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    De Buenos Aires la gallarda gente

    no ves, que el premio del valor te pide?245 Castelli osado, que las fuerzas midecon aquel monstruo que la cara escondesobre las nubes y a los hombres huella;Moreno, que abog con digno acentode los opresos pueblos la querella;

    250 y t que de Suipacha en las llanurasdiste a tu causa agero de venturas,Balcarce; y t, Belgrano, y otros ciento

    que la tierra natal de glorias ricahicisteis con la espada o con la pluma,255 si el justo galardn se os adjudica,

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    que a veteranas filas rostro hicieroncon pobre, inculta, desarmada plebe,excepto de valor, de todo escasa;

    300 y el coloso de bronce sacudieron,a que tres siglos daban firme basa.

    Si a brazo ms feliz, no ms robusto,poderlo derrocar dieron los cielos,de Hidalgo, no por eso, y de Morelos

    305 eclipsar la gloria olvido ingrato,ni el nombre callarn de Guanajuatolos claros fastos de tu heroica lucha,ni de tanta ciudad, que, reducidaa triste yermo, a un enemigo infama

    310 que, vencedor, sus pactos slo olvida;

    que hace exterminio, y sumisin lo llama.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Despierte (oh Musa, tiempo es ya) despiertealgn sublime ingenio, que levanteel vuelo a tan esplndido sujeto,

    315 y que de Popayn los hechos cantey de la no inferior Barquisimeto,y del pueblo tambin, cuyos hogaresa sus orillas mira el Manzanares;*

    no el de ondas pobre y de verdura exhausto,320 que de la regia corte sufre el fausto,

    y de su servidumbre est orgulloso,mas el que de aguas bellas abundoso,como su gente lo es de bellas almas,del cielo, en su cristal sereno, pinta

    325 el puro azul, corriendo entre las palmasde esta y aquella deliciosa quinta;que de Angostura las proezas cante,

    de libertad inexpugnable asilo,donde la tempestad desoladora330 vino a estrellarse; y con save estilo

    de Bogot los timbres diga al mundo,de Guayaquil, de Maracaibo (ahoraagobiada de brbara cadena)y de cuantas provincias Cauca baa,

    335 Orinoco, Esmeralda, Magdalena,y cuantas bajo el nombre colombianocon fraternal unin se dan la mano.

    * Cuman.

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    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Mira donde contrasta sin murallasmil porfiados ataques Barcelona.

    340 Es un convento el ltimo refugiode la arrestada, aunque pequea, tropaque la defiende; en torno el enemigo,cuantos conoce el fiero Marte, acopiamedios de destruccin; ya por cien partes

    345 cede al batir de las tonantes bocasel dbil muro, y, superior en armasa cada brecha una legin se agolpa.Cuanto el valor y el patriotismo pueden,el patriotismo y el valor agotan;

    350 mas ay! sin fruto. T de aquella escenapintars el horror, t que a las sombrasbelleza das, y al cuadro de la muertesabes encadenar la mente absorta.T pintars al vencedor furioso

    355 que ni al anciano trmulo perdona,ni a la inocente edad, y en el regazode la insultada madre al hijo inmola.Pocos reserva a vil suplicio el hierro;

    su rabia insana en los dems desfoga360 un enemigo que hacer siempre supo,

    ms que la lid, sangrienta la victoria.T pintars de Chamberln el tristepero glorioso fin. La tierna esposaherido va a buscar; el dbil cuerpo

    365 sobre el acero ensangrentado apoya;estrchala a su seno. Libertarmede un cadalso afrentoso puede sola

    la muerte (dice); este postrero abrazome la har dulce; adis!. Cuando con pronta370 herida va a matarse, ella, atajando

    el brazo, alzado ya, t a la deshonra,t a ignominiosa servidumbre, a insultosms que la muerte horrible, me abandonas?Para sufrir la afrenta, falta (dice)

    375 valor en m; para imitarte, sobra.Muramos ambos. Hieren

    a un tiempo dos acerosentrambos pechos; abrazados mueren.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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    Pero al de Margarita qu otro nombre380 deslucir? dnde hasta el sexo blando

    con los varones las fatigas durasy los peligros de la guerra parte;donde a los defensores de la patria

    forzoso fue, para lidiar, las armas385 al enemigo arrebatar lidiando;

    donde el caudillo, a quien arm Fernandode su poder y de sus fuerzas todaspara que de venganzas le saciara,al inexperto campesino vulgo

    390 que sus falanges denodado acosa,el campo deja en fuga ignominiosa?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Ni menor prez los tiempos veniderosa la virtud darn de Cartagena.No la dom el valor; no al hambre cede,

    395 que sus guerreros ciento a ciento siega.Nadie a partidos viles presta odos;cuantos un resto de vigor conservan,lnzanse al mar, y la enemiga flotaen mal seguros leos atraviesan.

    400 Mas no el destierro su constancia abate,ni a la desgracia la cerviz doblegan;y si una orilla dejan, que profanala usurpacin, y las venganzas yerman,ya a verla volvern bajo estandartes

    405 que a coronar el patriotismo fuerzana la fortuna, y les darn los cielosa indignas manos arrancar la presa.En tanto, por las calles silenciosas,acaudillando armada soldadesca,

    410 entre infectos cadveres, y vivosen que la estampa de la Parca impresase mira ya, su abominable triunfola restaurada inquisicin pasea;con sacrlegos himnos los altares

    415 haciendo resonar, a su honda cuevadesciende enhambrecida, y en las ansiasde atormentados mrtires se ceba.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Y qu dir de la ciudad que ha dadoa la sagrada lid tanto caudillo?

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    420 Ah que entre escombros olvidar pareces,turbio Catuche*, tu camino usado!Por qu en tu margen el rumor festivocall? Do est la torre bulliciosaque pregonar sola,

    425 de antorchas coronada,la pompa augusta del solemne da?Entre las rotas cpulas que oyeronsacros ritos ayer, torpes reptilesanidan, y en la sala que gozosos

    430 banquetes vio y amores, hoy sacudela grama del erial su infausta espiga.Pero ms bella y grande resplandecesen tu desolacin, oh patria de hroes!

    t que, lidiando altiva en la vanguardia435 de la familia de Coln, la distede fe constante no excedido ejemplo;y si en tu suelo desgarrado al choquede destructivos terremotos, pudotremolarse algn tiempo la bandera

    440 de los tiranos, en tus nobles hijosviviste inexpugnable, de los hombresy de los elementos vencedora.Renacers, renacers ahora;florecern la paz y la abundancia

    445 en tus talados campos; las divinasMusas te harn favorecida estancia,y cubrirn de rosas tus rinas.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Colombia! qu montaa, qu ribera,qu playa inhospital, donde antes slo

    450 por el furor se vio de la pantera

    o del caimn el suelo en sangre tinto;cul selva tan oscura, en tu recinto,cul queda ya tan solitaria cima,que horror no ponga y grima,

    455 de humanas osamentas hoy sembrada,feo padrn del sanguinario instintoque tambin contra el hombre al hombre anima?Tu libertad cun carocompraste! cunta tierra devastada!

    * Catuche. Riachuelo que corre por la parte de Caracas en que hizo ms estragos elterremoto de 1812.

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    460 cunta familia en triste desamparo!Mas el bien adquirido al precio excede.Y cunto nombre clarono das tambin al templo de memoria?

    Con los de Codro y Curcio el de Ricaurte465 vivir, mientras hagan el humano

    pecho latir la libertad, la gloria.Vile en sangrientas lides el Araguadar a su patria lustre, a Espaa miedo;el despotismo sus falanges dobla,

    470 y aun no sucumbe al nmero el denuedo.A sorprender se acerca una columnael almacn que con Ricaurte guarda

    escasa tropa; l, dando de los suyosa la salud lo que a la propia niega,475 aljalos de s; con ledo rostro

    su intento oculta. Y ya de espeso polvose cubre el aire, y cerca se oye el truenodel hueco bronce, entre dolientes ayesde inerme vulgo, que a los golpes cae

    480 del vencedor; mas no, no impunemente:Ricaurte aguarda de una antorcha armado.Y cuando el puesto que defiende mirade la contraria hueste rodeado,que, ebria de sangre, a fcil presa avanza;

    485 cuando el punto fatal, no a la venganza,(que indigna juzga), al alto sacrificiocon qu llenar el cargo honroso anhela,llegado ve, Viva la patria! clama;la antorcha aplica; el edificio vuela.

    490 Ni t de Ribas callars la fama,

    a quien vio victorioso Niquitao,Horcones, Ocumare, Vigirima,y, dejando otros nombres, que no menosdignos de loa Venezuela estima,

    495 Urica, que ilustrarle pudo sola,donde de heroica lanza atravesadomordi la tierra el sanguinario Boves,monstruo de atrocidad ms que espaola.Qu, si de Ribas a los altos hechos

    500 dio la fortuna injusto premio al cabo?Qu, si cautivo el espaol le insulta?Si perecer en el suplicio le hace

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    a vista de los suyos? si su yertacabeza expone en afrentoso palo?

    505 Dispensa a su placer la tiranala muerte, no la gloria, que acompaaal hroe de la patria en sus cadenas,

    y su cadalso en luz divina baa.

    As expir tambin, de honor cubierto,510 entre vctimas mil, Baraya, a manos

    de tus viles satlites, Morillo;ni el duro fallo a mitigar fue partede la msera hermana el desamparo,que, lutos arrastrando, acompaada

    515 de cien matronas, tu clemencia implora.

    Muera (respondes) el traidor Baraya,y que a destierro su familia vaya.Baraya muere, mas su ejemplo vive.Piensas que apagars con sangre el fuego

    520 de libertad en tantas almas grandes?Del Cotopaxi ve a extinguir la hogueraque ceban las entraas de los Andes.Mira correr la sangre de Rovira,a quien lamentan Mrida y Pamplona;

    525 y la de Freites derramada mira,el constante adalid de Barcelona;Ortiz, Garca de Toledo expira;Granados, Amador, Castillo muere;yace Cabal, de Popayn llorado,

    530 llorado de las ciencias; fiera balael pecho de Camilo Torres hiere;Gutirrez el postrero aliento exhala;perece Pombo, que, en el banco infausto,el porvenir glorioso de su patria

    535 con proftico acento te revela;no la ntegra virtud salva a Torices;no la modestia, no el ingenio a CaldasDe luto est cubierta Venezuela,Cundinamarca desolada gime,

    540 Quito sus hijos ms ilustres llora.Pero cul es de tu crueldad el fruto?A Colombia otra vez Fernando oprime?Mjico a su visir postrada adora?

    El antiguo tributo545 de un hemisferio esclavo a Espaa llevas?Puebla la inquisicin sus calabozos

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    de americanos; o espaolas cortesdan a la servidumbre formas nuevas?De la sustancia de cien pueblos, graves

    550 la avara Cdiz ve volver sus naves?

    Colombia vence; libertad los vanosclculos de los dspotas engaa;y fecundos tus triunfos inhumanos,ms que a ti de oro, son de oprobio a Espaa.

    555 Pudo a un Corts, pudo a un Pizarro el mundola sangre perdonar que derramaron;imperios con la espada conquistaron;mas a ti ni aun la vana, la ilusoriasombra, que llama gloria

    560 el vulgo adorador de la fortuna,adorna; aquella efmera victoriaque de inermes provincias te hizo dueo,como la area fbrica de un sueodesvanecise, y nada deja, nada

    565 a tu nacin, excepto la vergenzade los delitos con que fue comprada.Quien te pone con Alba en paralelo,oh cunto yerra! En sangre ba el suelode Batavia el ministro de Felipe;

    570 pero si fue cruel y sanguinario,bajo no fue; no acomodando al variosemblante de los tiempos su semblante,ya desertor del uno,ya del otro partido,

    575 slo el de su inters sigui constante;no alternativamentefue soldado feroz, patriota falso;no dio a la inquisicin su espada un da,

    y por la libertad lidi el siguiente;580 ni traficante infame del cadalso,hizo de los indultos granjera.

    Musa, cuando las artes espaolasa los futuros tiempos recordares,vctimas inmoladas a millares;

    585 pueblos en soledades convertidos;la hospitalaria mesa, los altares

    con sangre fraternal enrojecidos;de exnimes cabezas decoradaslas plazas; aun las tumbas ultrajadas;

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    590 doquiera que se envainan las espadas,entronizado el tribunal de espanto,que llama a cuentas el silencio, el llanto,y el pensamiento a su presencia cita,

    que premia al delator con la sustancia595 de la familia msera proscrita,y a peso de oro, en nombre de Fernando,vende el permiso de vivir temblando;puede ser que parezcan tus verdadesdelirios de estragada fantasa

    600 que se deleita en figurar horrores;mas oh de Quito ensangrentadas paces!oh de Valencia abominable jura!ser jams que lleguen tus colores,oh Musa, a realidad tan espantosa?

    605 A la hostia consagrada, en religiosasolemnidad expuesta, hace testigodel alevoso pacto el jefe ibero*;y entre devotas preces, que dirigeal cielo, autor de la concordia, el clero,

    610 en nombre del presente Dios, en nombrede su monarca y de su honor, a vistade entrambos bandos y del pueblo entero,

    a los que tiene puestos ya en la listade proscripcin, fraternidad promete.

    615 Celbrase en esplndido banquetela paz; los brindis con risuea cararecibe y ya en silencio se preparael desenlace de este drama infando;el mismo sol que vio jurar las paces,

    620 Colombia, a tus patriotas vio expirando.

    A ti tambin, Javier Ustriz, cupomsero fin; atravesado fuistede hierro atroz a vista de tu esposaque con su llanto enternecer no pudo

    625 a tu verdugo, de piedad desnudo;en la tuya y la sangre de sus hijosa un tiempo la infeliz se vio baada.Oh Maturn! oh lgubre jornada!Oh da de afliccin a Venezuela,

    630 que an hoy, de tanta prdida preciosa,

    * Boves.

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    apenas con sus glorias se consuela!T en tanto en la morada de los justossin duda el premio, amable Ustriz, gozasdebido a tus fatigas, a tu celo

    635 de bajos intereses desprendido;

    alma incontaminada, noble, pura,de elevados espritus modelo,aun en la edad oscuraen que el premio de honor se dispensaba

    640 slo al que a precio vil su honor venda,y en que el rubor de la virtud, altivodesdn y rebelin se interpretaba.La msica, la dulce poesason tu delicia ahora, como un da?

    645 O a ms altos objetos das la mente,y con los hroes, con las almas bellasde la pasada edad y la presente,conversas, y el gran libro desarrollasde los destinos del linaje humano,

    650 y los futuros casos de la grandelucha de libertad, que empieza, lees,y su triunfo universal lejano?De mrtires que dieron por la patria

    la vida, el santo coro te rodea:655 Rgulo, Trsea, Marco Bruto, Decio,cuantos inmortaliza Atenas libre,cuantos Esparta y el romano Tibre;los que el btavo suelo y el helveciomuriendo consagraron, y el britano;

    660 Padilla, honor del nombre castellano;Caupolicn y Guacaipuro altivo*,y Espaa** osado; con risuea frente

    Guatimozn te muestra el lecho ardiente;mustrate Gual*** la copa del veneno;665 Luisa el crento azote;

    y t, en el blanco seno,las rojas muestras de homicidas balas,heroica Policarpa le sealas,

    * Caupolicn. Vase el poema de Ercilla, y particularmente su canto XXXIV. Guaicaipuro.Cacique de una de las tribus caraqueas, que, por no entregarse a los espaoles, consintiser abrasado vivo en su choza.

    ** Espaa. Uno de los jefes de la conspiracin tramada en Caracas y La Guaira a finesdel siglo pasado; vase el Viaje de Depons, cap. 3 t. I.*** Gual. Compaero de Espaa; envenenado en la isla de Trinidad por un agente del

    gobierno espaol.

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    t que viste expirar al caro amante670 con firme pecho, y por ajenas vidas

    diste la tuya, en el albor tempranode juventud, a un brbaro tirano.

    Miranda! de tu nombre se gloratambin Colombia; defensor constante

    675 de sus derechos; de las santas leyes,de la severa disciplina amante.Con reverencia ofrezco a tu cenizaeste humilde tributo, y la sagradarama a tu efigie venerable cio,

    680 patriota ilustre, que, proscrito, errante,no olvidaste el cario

    del dulce hogar, que vio mecer tu cuna;y ora blanco a las iras de fortuna,ora de sus favores halagado,

    685 la libertad americana hicistetu primer voto, y tu primer cuidado.Osaste, solo, declarar la guerraa los tiranos de tu tierra amada;y desde las orillas de Inglaterra,

    690 diste aliento al clarn, que el largo sueodisip de la Amrica, arrulladapor la supersticin. Al noble empeode sus patricios, no falt tu espada;y si, de contratiempos asaltado

    695 que a humanos medios resistir no es dado,te fue el ceder forzoso, y en cadenaa manos perecer de una perfidia,tu espritu no ha muerto, no; resuena,resuena an el eco de aquel grito

    700 con que a lidiar llamaste; la gran lidia

    de que desarrollaste el estandarte,triunfa ya, y en su triunfo tienes parte.

    Tu nombre, Girardot, tambin la famahar sonar con inmortales cantos,

    705 que del Santo Domingo en las orillasdejas de tu valor indicios tantos.Por qu con fin temprano el curso alegrecort de tus hazaas la fortuna?

    Caste, s; mas vencedor caste;710 y de la patria el pabelln triunfantesombra te dio al morir, enarbolado

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    sobre las conquistadas bateras,de los usurpadores sepultura.Puerto Cabello vio acabar tus das,

    715 mas tu memoria no, que eterna dura.

    Ni menos estimada la de Roscioser en la ms remota edad futura.Sabio legislador le vio el senado,el pueblo, incorruptible magistrado,

    720 honesto ciudadano, amante esposo,amigo fiel, y de las prendas todasque honran la humanidad cabal dechado.Entre las olas de civil borrasca,el alma supo mantener serena;

    725 con rostro igual vio la sonrisa alevede la fortuna, v arrastr cadena;y cuando del baldn la copa amargael canario soez* prfidamentele hizo agotar, la dignidad modesta

    730 de la virtud no abandon su frente.Si de aquel ramo que Gradivo empapade sangre y llanto est su sien desnuda,cul otro honor habr que no le cuadre?De la naciente libertad, no slo

    735 fue defensor, sino maestro y padre.No negar su voz divina Apoloa tu virtud, oh Piar!, su voz divina,que la memoria de alentados hechosredime al tiempo y a la Parca avara.

    740 Bien tus proezas Maturn declara,y Cuman con Giria y Barcelona,y del Juncal el memorable da,y el campo de San Flix las pregona,

    que con denuedo tanto y bizarra745 las enemigas filas disputaron,

    pues an postradas por la muerte guardanel orden triple en que a la lid marcharon.Dichoso, si Fortuna tu carreracortado hubiera all, si tanta gloria

    750 algn fatal desliz no oscureciera!

    Pero a dnde la vista se dirige

    que monumentos no halle de herosmo?

    * Monteverde.

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    La retirada que Mac Gregor rigedir, y aquel puado de valientes,

    755 que rompe osado por el centro mismodel poder espaol, y a cada huelladeja un trofeo? Contar las glorias

    que Anzotegui lidiando gana en ella,o las que de Carpano en los valles,

    760 o en las campaas del Apure, han dadotanto lustre a su nombre, o como expertocaudillo, o como intrpido soldado?El batalln dir que, en la reidafuncin de Bombon, las bayonetas

    765 en los pendientes precipicios clava,osa escalar por ellos la alta cima,

    y de la fortaleza se hace dueoque a las armas patricias desafiaba?Dir de Vargas el combate insigne,

    770 en que Rondn, de bocas mil, que muertevomitan sin cesar, el fuego arrostra,el puente fuerza, sus guerreros guasobre erizados riscos que aquel daoyeron de hombres la primer pisada,

    775 y al espaol sorprende, ataca, postra?O citar la clebre jornadaen que mir a Cedeo el anchurosoCaura, y a sus bizarros compaeros,llevados los caballos de la rienda,

    780 fiados a la boca los aceros,su honda corriente atravesar a nado,y de las contrapuestas baterashacer huir al espaol pasmado?Como en aquel jardn que han adornado

    785 naturaleza y arte a competencia,

    con vago revolar la abeja activala ms sutil y delicada esenciade las ms olorosas flores liba;la dems turba deja, aunque de galas

    790 brillante, y de save aroma llena,y torna, fatigadas ya las alasde la dulce tarea, a la colmena;as el que osare con tan rico asuntomedir las fuerzas, dudar qu nombre

    795 cante primero, qu virtud, qu hazaa;y a quien la lira en l y la voz pruebe,slo dado ser dejar vencida

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    de tanto empeo alguna parte breve.

    Pues qu, si a los que vivos todava800 la patria goza (y plegue a Dios que el da

    en que los llore viuda, tarde sea)no se arredrare de elevar la idea?Si audaz cantare al que la helada cimasuper de los Andes, y de Chile

    805 despedaz los hierros, y de Lima?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .O al que de Cartagena el gran baluartehizo que de Colombia otra vez fuera?O al que en funciones mil pavor y espantopuso, con su marcial legin llanera,

    810 al espaol; y a Marte lo pusiera?O al hroe ilustre, que de lauro tantosu frente adorna, antes de tiempo cana,que en Ccuta dom, y en San Mateo,y en el Araure la soberbia hispana;

    815 a quien los campos que el Arauca rieganombre darn, que para siempre dure,y los que el Cauca, y los que el ancho Apure;que en Gmeza triunf, y en Carabobo,

    y en Boyac, donde un imperio entero820 fue arrebatado al despotismo ibero?

    Mas no a mi dbil voz la larga sumade sus victorias numerar compete;a ingenio ms feliz, ms docta pluma,su grata patria encargo tal comete;

    825 pues como aquel samn* que siglos cuenta,de las vecinas gentes venerado,que vio en torno a su basa corpulenta

    el bosque muchas veces renovado,y vasto espacio cubre con la hojosa830 copa, de mil inviernos victoriosa;

    as tu gloria al cielo se sublima,Libertador del pueblo colombiano;digna de que la lleven dulce rimay culta historia al tiempo ms lejano.

    * Samn. Especie agigantada del gnero Mimosa, comn en Venezuela.

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    LA AGRICULTURADE LA ZONA TORRIDA

    Salve, fecunda zona,

    que al sol enamorado circunscribesel vago curso, y cuanto ser se animaen cada vario clima,

    5 acariciada de su luz, concibes!T tejes al verano su guirnaldade granadas espigas; t la uvadas a la hirviente cuba;no de purprea fruta, o roja, o gualda,

    10 a tus florestas bellasfalta matiz alguno; y bebe en ellas

    aromas mil el viento;y greyes van sin cuentopaciendo tu verdura, desde el llano

    15 que tiene por lindero el horizonte,hasta el erguido monte,de inaccesible nieve siempre cano.

    T das la caa hermosa,de do la miel se acendra,

    20 por quien desdea el mundo los panales;t en urnas de coral cuajas la almendraque en la espumante jcara rebosa;bulle carmn viviente en tus nopales,que afrenta fuera al mrice de Tiro;

    25 y de tu ail la tinta generosamula es de la lumbre del zafiro.El vino es tuyo, que la herida agave*para los hijos viertedel Anahuac feliz; y la hoja es tuya,

    30 que, cuando de savehumo en espiras vagorosas huya,solazar el fastidio al ocio inerte.T vistes de jazminesel arbusto sabeo**,

    35 y el perfume le das, que en los festinesla fiebre insana templar a Lieo.

    * Agave. Maguey o pita (Agave americana L.) que da el pulque.** El caf es originario de Arabia, y el ms estimado en el comercio viene todavade aquella parte del Yemen en que estuvo el reino de Saba, que es cabalmente dondehoy est Moka.

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    Para tus hijos la procera palma*su vario feudo cra,y el anans sazona su ambrosa;

    40 su blanco pan la yuca**;sus rubias pomas la patata educa;

    y el algodn despliega al aura levelas rosas de oro y el velln de nieve.Tendida para ti la fresca parcha***

    45 en enramadas de verdor lozano,cuelga de sus sarmientos trepadoresnectreos globos y franjadas flores;y para ti el maz, jefe altanerode la espigada tribu, hincha su grano;

    50 y para ti el banano****

    desmaya al peso de su dulce carga;el banano, primerode cuantos concedi bellos presentesProvidencia a las gentes

    55 del ecuador feliz con mano larga.No ya de humanas artes obligadoel premio rinde opimo;no es a la podadera, no al aradodeudor de su racimo;

    60 escasa industria bstale, cual puedehurtar a sus fatigas mano esclava;crece veloz, y cuando exhausto acaba,adulta prole en torno le sucede.

    Mas oh! si cual no cede65 el tuyo, frtil zona, a suelo alguno,

    y como de natura esmero ha sido,de tu indolente habitador lo fuera!

    * Ninguna familia de vegetales puede competir con las palmas en la variedad deproductos tiles al hombre: pan, leche, vino, aceite, fruta, hortaliza, cera, lea, cuerdas,vestido, etc.

    ** No se debe confundir (como se ha hecho en un diccionario de grande y merecidaautoridad) la planta de cuya raz se hace el pan de casabe (que es la Iatropha manihotde Linneo, conocida ya generalmente en castellano bajo el nombre de yuca) con la yuccade los botnicos.

    *** Parcha. Este nombre se da en Venezuela a las Pasifloras o Pasionarias, gnero abun-dantsimo en especies, todas bellas, y algunas de suavsimos frutos.

    **** El banano es el vegetal que principalmente cultivan para s los esclavos de las plan-taciones o haciendas, y de que sacan mediata o inmediatamente su subsistencia, y casi

    todas las cosas que les hacen tolerable la vida. Sabido es que el bananal no slo da, aproporcin del terreno que ocupa, ms cantidad de alimento que ninguna otra siembra oplanto, sino que de todos los vegetales alimenticios, ste es el que pide menos trabajoy menos cuidado.

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    Oh! si al falaz ridola dicha al fin supiese verdadera

    70 anteponer, que del umbral le llamadel labrador sencillo,

    lejos del necio y vanofasto, el mentido brillo,el ocio pestilente ciudadano!

    75 Por qu ilusin funestaaquellos que fortuna hizo seoresde tan dichosa tierra y pinge y varia,al cuidado abandonany a la fe mercenaria

    80 las patrias heredades,y en el ciego tumulto se aprisionande mseras ciudades,do la ambicin protervasopla la llama de civiles bandos,

    85 o al patriotismo la desidia enerva;do el lujo las costumbres atosiga,y combaten los viciosla incauta edad en poderosa liga?No all con varoniles ejercicios

    90 se endurece el mancebo a la fatiga;

    mas la salud estraga en el abrazode prfida hermosura,que pone en almoneda los favores;mas pasatiempo estima

    95 prender aleve en casto seno el fuegode ilcitos amores;o embebecido le hallar la auroraen mesa infame de ruinoso juego.En tanto a la lisonja seductora

    100 del asiduo amador fcil ododa la consorte; creceen la materna escuelade la disipacin y el galanteola tierna virgen, y al delito espuela

    105 es antes el ejemplo que el deseo.Y ser que se formen de ese modolos nimos heroicos denodadosque fundan y sustentan los estados?

    De la algazara del festn beodo,110 o de los coros de liviana danza,la dura juventud saldr, modesta,

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    orgullo de la patria, y esperanza?Sabr con firme pulsode la severa ley regir el freno;

    115 brillar en torno aceros homicidas

    en la dudosa lid ver sereno;o animoso har frente al genio altivodel engredo mando en la tribuna,aquel que ya en la cuna

    120 durmi al arrullo del cantar lascivo,que riza el pelo, y se unge, y se atavacon femenil esmero,y en indolente ociosidad el da,o en criminal lujuria pasa entero?

    125 No as trat la triunfadora Romalas artes de la paz y de la guerra;antes fio las riendas del estadoa la mano robustaque tost el sol y encalleci el arado;

    130 y bajo el techo humoso campesinolos hijos educ, que el conjuradomundo allanaron al valor latino.

    Oh! los que afortunados poseedores

    habis nacido de la tierra hermosa,135 en que resea hacer de sus favores,

    como para ganaros y atraeros,quiso Naturaleza bondadosa!romped el duro encantoque os tiene entre murallas prisioneros.

    140 El vulgo de las artes laborioso,el mercader que necesario al lujoal lujo necesita,

    los que anhelando van tras el seuelodel alto cargo y del honor ruidoso,145 la grey de aduladores parasita,

    gustosos pueblen ese infecto caos;el campo es vuestra herencia; en l gozaos.Amis la libertad? El campo habita,no all donde el magnate

    150 entre armados satlites se mueve,y de la moda, universal seora,

    va la razn al triunfal carro atada,y a la fortuna la insensata plebe,y el noble al aura popular adora.

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    155 O la virtud amis? Ah, que el retiro,la solitaria calmaen que, juez de s misma, pasa el almaa las acciones, muestraes de la vida la mejor maestra!

    160 Buscis durables goces,felicidad, cuanta es al hombre daday a su terreno asiento, en que vecinaest la risa al llanto, y siempre, ah! siempredonde halaga la flor, punza la espina?

    165 Id a gozar la suerte campesina;la regalada paz, que ni rencoresal labrador, ni envidias acibaran;la cama que mullida le preparan

    el contento, el trabajo, el aire puro;170 y el sabor de los fciles manjares,que dispendiosa gula no le aceda;y el asilo segurode sus patrios hogaresque a la salud y al regocijo hospeda.

    175 El aura respirad de la montaa,que vuelve al cuerpo lasoel perdido vigor, que a la enojosavejez retarda el paso,y el rostro a la beldad tie de rosa.

    180 Es all menos blanda por venturade amor la llama, que templ el recato?O menos aficiona la hermosuraque de extranjero ornatoy afeites impostores no se cura?

    185 O el corazn escucha indiferenteel lenguaje inocenteque los afectos sin disfraz expresa,

    y a la intencin ajusta la promesa?No del espejo al importuno ensayo

    190 la risa se compone, el paso, el gesto;ni falta all carmn al rostro honestoque la modestia y la salud colora,ni la mirada que lanz al soslayotmido amor, la senda al alma ignora.

    195 Esperaris que formems venturosos lazos himeneo,

    do el inters barata,tirano del deseo,ajena mano y fe por nombre o plata,

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    200 que do conforme gusto, edad conforme,y eleccin libre, y mutuo ardor los ata?

    All tambin debereshay que llenar: cerrad, cerrad las hondas

    heridas de la guerra; el frtil suelo,205 spero ahora y bravo,al desacostumbrado yugo tornedel arte humana y le tribute esclavo.Del obstrido estanque y del molinorecuerden ya las aguas el camino;

    210 el intrincado bosque el hacha rompa,consuma el fuego; abrid en luengas callesla oscuridad de su infructuosa pompa.

    Abrigo den los vallesa la sedienta caa;215 la manzana y la pera

    en la fresca montaael cielo olviden de su madre Espaa;adorne la laderael cafetal; ampare

    220 a la tierna teobroma en la riberala sombra maternal de su bucare;*aqu el vergel, all la huerta ra

    Es ciego error de ilusa fantasa?Ya dcil a tu voz, agricultura,225 nodriza de las gentes, la caterva

    servil armada va de corvas hoces.Mrola ya que invade la espesurade la floresta opaca; oigo las voces,siento el rumor confuso; el hierro suena,

    230 los golpes el lejanoeco redobla; gime el ceibo anciano,que a numerosa tropalargo tiempo fatiga;batido de cien hachas, se estremece,

    235 estalla al fin, y rinde el ancha copa.Huy la fiera; deja el caro nido,deja la prole implumeel ave, y otro bosque no sabidode los humanos va a buscar doliente

    240 Qu miro? Alto torrentede sonora llama

    * El cacao (Theobroma cacao L.) suele plantarse en Venezuela a la sombra de rbolescorpulentos llamados bucares.

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    corre, y sobre las ridas rinasde la postrada selva se derrama.El raudo incendio a gran distancia brama,

    245 y el humo en negro remolino sube,

    aglomerando nube sobre nube.Ya de lo que antes eraverdor hermoso y fresca lozana,slo difuntos troncos,

    250 slo cenizas quedan; monumentode la dicha mortal, burla del viento.Mas al vulgo bravode las tupidas plantas montaraces,sucede ya el fructfero planto

    255 en muestra ufana de ordenadas haces.Ya ramo a ramo alcanza,y a los rollizos tallos hurta el da;ya la primera flor desvuelve el seno,bello a la vista, alegre a la esperanza;

    260 a la esperanza, que rendo enjugadel fatigado agricultor la frente,y all a lo lejos el opimo fruto,y la cosecha apaadora pinta,que lleva de los campos el tributo,

    265 colmado el cesto, y con la falda en cinta,y bajo el peso de los largos bienescon que al colono acude,hace crujir los vastos almacenes.

    Buen Dios! no en vano sude,270 mas a merced y a compasin te mueva

    la gente agricultoradel ecuador, que del desmayo triste

    con renovado aliento vuelve ahora,y tras tanta zozobra, ansia, tumulto,275 tantos aos de fiera

    devastacin y militar insulto,an ms que tu clemencia antigua implora.Su rstica piedad, pero sincera,halle a tus ojos gracia; no el risueo

    280 porvenir que las penas le aligera,cual de dorado sueo

    visin falaz, desvanecido llore;intempestiva lluvia no maltrateel delicado embrin; el diente impo

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    285 de insecto roedor no lo devore;saudo vendaval no lo arrebate,ni agote al rbol el materno jugola calorosa sed de largo esto.Y pues al fin te plugo,

    290 rbitro de la suerte soberano,que, suelto el cuello de extranjero yugo,irguiese al cielo el hombre americano,bendecida de ti se arraigue y medresu libertad; en el ms hondo encierra

    295 de los abismos la malvada guerra,y el miedo de la espada asoladoraal suspicaz cultivador no arredredel arte bienhechora,

    que las familias nutre y los estados;300 la azorada inquietud deje las almas,deje la triste herrumbre los arados.Asaz de nuestros padres malhadadosexpamos la brbara conquista.Cuntas doquier la vista

    305 no asombran erizadas soledades,do cultos campos fueron, do ciudades?De muertes, proscripciones,suplicios, orfandades,quin contar la pavorosa suma?

    310 Saciadas duermen ya de sangre iberalas sombras de Atahualpa y Motezuma.Ah! desde el alto asiento,en que escabel te son alados corosque velan en pasmado acatamiento

    315 la faz ante la lumbre de tu frente,(si merece por dicha una miradatuya la sin ventura humana gente),

    el ngel nos enva,el ngel de la paz, que al crudo ibero

    320 haga olvidar la antigua tirana,y acatar reverente el que a los hombressagrado diste, imprescriptible fuero;que alargar le haga al injuriado hermano,(ensangrentla asaz) la diestra inerme;

    325 y si la innata mansedumbre duerme,la despierte en el pecho americano.

    El corazn lozanoque una feliz oscuridad desdea,que en el azar sangriento del combate

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    330 alborozado late,y codicioso de poder o fama,nobles peligros ama;baldn estime slo y vituperioel prez que de la patria no reciba,

    335 la libertad ms dulce que el imperio,y ms hermosa que el laurel la oliva.Ciudadano el soldado,deponga de la guerra la librea;el ramo de victoria

    340 colgado al ara de la patria sea,y sola adorne al mrito la gloria.De su trunfo entonces, Patria ma,ver la paz el suspirado da;

    la paz, a cuya vista el mundo llena345 alma, serenidad y regocijo;vuelve alentado el hombre a la faena,alza el ancla la nave, a las amigasauras encomendndose animosa,enjmbrase el taller, hierve el cortijo,

    350 y no basta la hoz a las espigas.

    Oh jvenes naciones, que ceidaalzis sobre el atnito occidentede tempranos laureles la cabeza!honrad el campo, honrad la simple vida

    355 del labrador, y su frugal llaneza.As tendrn en vos perpetuamentela libertad morada,y freno la ambicin, y la ley templo.Las gentes a la senda

    360 de la inmortalidad, ardua y fragosa,se animarn, citando vuestro ejemplo.

    Lo emular celosavuestra posteridad; y nuevos nombresaadiendo la fama

    365 a los que ahora aclama,hijos son stos, hijos,(pregonar a los hombres)de los que vencedores superaronde los Andes la cima;

    370 de los que en Boyac, los que en la arena

    de Maipo, y en Junn, y en la campaagloriosa de Apurima,postrar supieron al len de Espaa.

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    LAS FANTASMAS

    Imitacin de las Orientales de Vctor Hugo

    I

    Ah, qu de marchitas rosasen su primera maana!Ah, qu de nias donosasmuertas en edad temprana!

    5 Mezclados lleva el carro de la muerteal viejo, al nio, al delicado, al fuerte.

    Forzoso es que el prado en flor

    rinda su alegre esperanzaa la hoz del segador;10 es forzoso que la danza

    en el gozo fugaz de los festineshuelle los azahares y jazmines;

    Que, huyendo de valle en valle,sus ondas la fuente apure;

    15 y que el relmpago estalle,y un solo momento dure;y el vendaval que perdon a la zarzala fresca pompa del almendro esparza.

    El giro fatal no cesa:20 la aurora anuncia el ocaso.

    En torno a esplndida mesa,jovial turba empina el vaso;unos apenas gustan, y ya salen;pocos hay que en el postre se regalen.

    II

    25 Murieron, murieron mil!la rosada y la morena;la de la forma gentil;la de la voz de sirena;la que ufana brill; la que otro ornato

    30 no us jams que el virginal recato.

    Una, apoyada la frenteen la macilenta palma,

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    mira al suelo tristemente;y al fin rompe al cuerpo el alma;

    35 como el jilguero, cuando oy el reclamo,quiebra, al tomar el vuelo, un dbil ramo.

    Otra, en un nombre querido,con loca fiebre delira;otra acaba, cual gemido

    40 lnguido de eolia lira,que el viento pulsa; o plcida fallece,cual sonrendo un nio se adormece.

    Todas nacidas apenas,y ya cadveres fros!

    45 palomas, de mimos llenas,y de hechiceros desvos;primavera del mundo, apetecidagala de amor, encanto de la vida.

    Y nada dej la huesa?50 ni una voz? ni una mirada?

    tanta llama, hecha pavesa?y tanta flor, deshojada?

    Adis! huyamos a la amiga sombrade anciano bosque; pisar la alfombra

    55 De secas hojas, que crujanbajo mi pie vagorosoFantasmas se me dibujanentre el ramaje frondoso;a incierta luz siguiendo voy su huella,

    60 y de sus ojos la vivaz centella.

    He sido ya polvo yerto,y mi sombra despert?Como ellas estoy yo muerto?O ellas vivas, como yo?

    65 Yo la mano les doy entre las ralascalles del bosque; ellas a m sus alas;

    Y a su forma vaga, etrea,

    mi pensamiento se amoldaA do, meciendo funrea

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    70 colgadura, el sauce entoldaun blanco mrmol, de tropel se lanzan;y en baja voz me dicen: ven! y danzan.

    Vanse luego paso a pasopor la selva, y de repente75 desparecen Yo repaso

    la visin ac en mi mente,y lo que entre los hombres ver sola,reproduce otra vez la fantasa.

    III

    Una entre todas! tan clara80 la bella efigie, el semblante

    me recuerdo, que juraraestarla viendo delante:crespas madejas de oro su cabello;rosada faz; alabastrino cuello;

    85 Albo seno, que palpitacon inocentes suspiros;

    ojos, que el jbilo agita,azules como zafiros;y la celeste difana aurola

    90 que en sus quince a la nia arrebola.

    Nunca en su pecho el ardorde un liviano afecto, cupo;no supo jams de amor,aunque inspirarlo s supo.

    95 Y si cuantos la ven, la llaman bella,nadie al odo se lo dice a ella.

    El baile fue su pasin,y costle caro asaz:deslumbradora ilusin,

    100 que pasatiempo y solaza todo pecho juvenil ofrece;pero el de Lola embriaga y enloquece.

    Todava, cuando pasasobre su sepulcro alguna

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    105 nube de cndida gasa,que hace fiestas a la luna,o el mirto que lo cubre el viento mece,rebulle su ceniza y se estremece.

    La circular se le enva,110 que para el baile la empea;

    y si piensa en l de da,en l a la noche suea;vulanle en derredor regocijadasvisiones de danzantes, silfos y hadas;

    115 Y la cercan plumas, blondas,canastillas y bandejas,mu de caprichosas ondas,crespn, de que las abejaspudieran hacerse alas; cintas, flores,

    120 tocas de formas mil, de mil colores.

    IV

    Ya llega los elegantes

    le hacen rueda; luce el ricobordado; en los albos guantesse abre y cierra el abanico.

    125 Ya da principio la anhelada fiesta:y sus cien voces despleg la orquesta.

    Qu gil salta o se desliza!Qu movimiento agraciado!Sus ojos, bajo la riza

    130 crencha del pelo dorado,brillan, como dos astros en la cejade luz que el sol en el ocaso deja.

    Todo en ella es travesura,juego, donaire, alegra,

    135 inocencia En una oscura,solitaria galera,yo, que los grupos mviles miraba,

    a Lola pensativo contemplaba

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    Pensativo caviloso140 y triste no s si diga;

    en el baile bullicioso,el loco placer hostiga;

    enturbia el tedio la delicia, y ruedaimpuro polvo en tnicas de seda.

    145 Lola, en la festiva tropa,va, viene, revuelve, gira:valse! cuadrilla! galopa!no descansa, no respira;seguir no es dado el fugitivo vuelo

    150 del lindo pie, que apenas toca el suelo.

    Flautas, violines, violones,alegre canto, reflejosde araas y de blandones,de lmparas y de espejos;

    155 flores, perfumes, joyas, tules, rasos,grato rumor de voces y de pasos,

    Todo la exalta; la salamultiplica los sentidos.

    No sabe el pie si resbala160 sobre cristales pulidos,

    o sobre nube rpida se empine,o en agitadas olas remoline.

    V

    De da ya! Cunto tarda

    la hora que al placer da fin?165 Lola en el umbral aguardapor la capa de satn;y bajo la delgada mantellina,cuela alevosa el aura matutina.

    Ah! qu triste tornaboda!170 Risas, placeres, adis!

    Adis, arreos de moda!

    Al canto sigue la tos;al baile, ardor febril que la desvela,dolor que punza, y respirar que anhela;

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    175 Y a la fresca tez rosadala crdena sigue luego;y la pupila empaadaa la pupila de fuego.

    Muri la alegre! la gentil! la pura!180 la amada! el baile abri su sepultura.

    Muri la muerte la arrancadel abrazo maternalltimo abrazo y la blancavestidura funeral

    185 le pone, en vez de traje de la fiesta,y es en un atad donde la acuesta.

    Un vaso de flores llenoguarda la escogida flor,que prendida llev al seno;

    190 y an conserva su color:cogila en el jardn su mano hermosa,y se marchitar sobre su losa.

    Pobre madre! Qu distantede adivinar su fortuna,

    195 cuando la arrullaba infante,cuando la meci en la cuna,y con solicitud, con ansia tanta,mir crecer aquella tierna planta!

    Para qu? Su amor, su Lola,200 cebo del gusano inmundo,

    amarilla, muda, sola,en un retrete profundo

    duerme; y si en clara noche del hibiernointerrumpe la luna el sueo eterno,

    205 Y a solemnizar la quedalos difuntos se levantan,y en la apartada arboledafnebres endechas cantan;en vez de madre, un descarnado y triste

    210 espectro al tocador de Lola asiste.

    Hora es, dice, date prisa;y abriendo los pavorosos

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    labios con yerta sonrisa,pasa los dedos nudosos

    215 de la descomunal mano de hielosobre las ondas del dorado pelo;

    Y luego la besa ufano;y de mustia adormiderala enguirnalda, y de la mano,

    220 la conduce a do la espera,saltando entre las tumbas, coro aerio.a la plida luz del cementerio,

    Y tras un alto laurella luna su faz recata,

    225 sirvindole de doselnubes con franjas de plata,que el iris de la noche en torno cie,y de colores opalinos tie.

    VI

    Nias! no el placer os tiente,

    230 que vctima tanta inmola;mas tened, tened presentea la malograda Lola;la compaera hermosa, amable, honesta,arrebatada al mundo en una fiesta.

    235 Cercada estaba de amores,gracia, beldad, lozana,y de todas estas flores

    una guirnalda teja;y cuando en matizarla se divierte,240 a esta dulce labor da fin la muerte.

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    LA ORACION POR TODOS

    Imitacin de Vctor Hugo

    I

    Ve a rezar, hija ma. Ya es la horade la conciencia y del pensar profundo:ces el trabajo afanador, y al mundola sombra va a colgar su pabelln.

    5 Sacude el polvo el rbol del camino,al soplo de la noche; y en el sueltomanto de la sutil neblina envuelto,se ve temblar el viejo torren.

    Mira! su ruedo de cambiante ncar10 el occidente ms y ms angosta;

    y enciende sobre el cerro de la costael astro de la tarde su fanal.Para la pobre cena aderezado,brilla el albergue rstico; y la tarda

    15 vuelta del labrador la esposa aguardacon su tierna familia en el umbral.

    Brota del seno de la azul esferauno tras otro flgido diamante;y ya apenas de un carro vacilante

    20 se oye a distancia el desigual rumor.Todo se hunde en la sombra: el monte, el valle,y la iglesia, y la choza, y la alquera;y a los destellos ltimos del dase orienta en el desierto el viajador.

    25 Naturaleza toda gime; el vientoen la arboleda, el pjaro en el nido,y la oveja en su trmulo balido,y el arroyuelo en su correr fugaz.El da es para el mal y los afanes:

    30 He aqu la noche plcida y serena!El hombre, tras la cuita y la faena,quiere descanso y oracin y paz.

    Son en la torre la seal: los niosconversan con espritus alados;

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    35 y los ojos al cielo levantados,invocan de rodillas al Seor.Las manos juntas, y los pies desnudos,fe en el pecho, alegra en el semblante,con una misma voz, a un mismo instante,

    40 al Padre Universal piden amor.

    Y luego dormirn; y en leda tropa,sobre su cuna volarn ensueos,ensueos de oro, difanos, risueos,visiones que imitar no os el pincel.

    45 Y ya sobre la tersa frente posan,ya beben el aliento a las bermejasbocas, como lo chupan las abejas

    a la fresca azucena y al clavel.Como para dormirse, bajo el ala

    50 esconde su cabeza la avecilla,tal la niez en su oracin sencillaadormece su mente virginal.Oh dulce devocin, que reza y re!de natural piedad primer aviso!

    55 fragancia de la flor del paraso!preludio del concierto celestial!

    II

    Ve a rezar, hija ma. Y ante todo,ruega a Dios por tu madre; por aquellaque te dio el ser, y la mitad ms bella

    60 de su existencia ha vinculado en l;que en su seno hosped tu joven alma,

    de una llama celeste desprendida;y haciendo dos porciones de la vida,torn el acbar y te dio la miel.

    65 Ruega despus por m. Ms que tu madrelo necesito yo Sencilla, buena,modesta como t, sufre la pena,y devora en silencio su dolor.A muchos compasin, a nadie envidia,

    70 la vi tener en mi fortuna escasa;como sobre el cristal la sombra, pasasobre su alma el ejemplo corruptor.

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    No le son conocidos ni lo seana ti jams! los frvolos azares

    75 de la vana fortuna, los pesaresceudos que anticipan la vejez;

    de oculto oprobio el torcedor, la espinaque punza a la conciencia delincuente,la honda fiebre del alma, que la frente

    80 tie con enfermiza palidez.

    Mas yo la vida por mi mal conozco,conozco el mundo, y s su alevosa;y tal vez de mi boca oirs un dalo que valen las dichas que nos da.

    85 Y sabrs lo que guarda a los que rifanriquezas y poder, la urna aleatoria,y que tal vez la senda que a la gloriaguiar parece, a la miseria va.

    Viviendo, su pureza empaa el alma,90 y cada instante alguna culpa nueva

    arrastra en la corriente que la llevacon rpido descenso al atad.La tentacin seduce; el juicio engaa;

    en los zarzales del camino deja95 alguna cosa cada cual: la oveja

    su blanca lana!, el hombre su virtud.

    Ve, hija ma, a rezar por m, y al cielopocas palabras dirigir te baste:Piedad, Seor, al hombre que craste;

    100 eres Grandeza; eres Bondad; perdn!Y Dios te oir; que cual del ara santa

    sube el humo a la cpula eminente,sube del pecho cndido, inocente,al trono del Eterno la oracin.

    105 Todo tiende a su fin: a la luz puradel sol, la planta; el cervatillo atado,a la libre montaa; el desterrado,al caro suelo que le vio nacer;y la abejilla en el frondoso valle,

    110 de los nuevos tomillos al aroma;y la oracin en alas de palomaa la morada del Supremo Ser.

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    Cuando por m se eleva a Dios tu ruego,soy como el fatigado peregrino,

    115 que su carga a la orilla del caminodeposita y se sienta a respirar;porque de tu plegaria el dulce canto

    alivia el peso a mi existencia amarga,y quita de mis hombros esta carga,

    120 que me agobia, de culpa y de pesar.

    Ruega por m, y alcnzame que vea,en esta noche de pavor, el vuelode un ngel compasivo, que del cielotraiga a mis ojos la perdida luz.

    125 Y pura finalmente, como el mrmol

    que se lava en el templo cada da,arda en sagrado fuego el alma ma,como arde el incensario ante la Cruz.

    III

    Ruega, hija, por tus hermanos,130 los que contigo crecieron,

    y un mismo seno exprimieron,y un mismo techo abrig.Ni por los que te amen sloel favor del cielo implores:

    135 por justos y pecadores,Cristo en la Cruz expir.

    Ruega por el orgullosoque ufano se pavonea,y en su dorada librea

    140 funda insensata altivez;y por el mendigo humildeque sufre el ceo mezquinode los que beben el vinoporque le dejen la hez.

    145 Por el que de torpes viciossumido en profundo cieno,hace aullar el canto obsceno

    de nocturno bacanal;y por la velada virgen150 que en su solitario lecho

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    con la mano hiriendo el pecho,reza el himno sepulcral.

    Por el hombre sin entraas,en cuyo pecho no vibra

    155 una simptica fibraal pesar y a la afliccin;que no da sustento al hambre,ni a la desnudez vestido,ni da la mano al cado,

    160 ni da a la injuria perdn.

    Por el que en mirar se gozasu pual de sangre rojo,

    buscando el rico despojo,o la venganza crel;165 y por el que en vil libelo

    destroza una fama pura,y en la aleve mordeduraescupe asquerosa hiel.

    Por el que sulca animoso170 la mar, de peligros llena;

    por el que arrastra cadena,

    y por su duro seor;por la razn que leyendoen el gran libro, vigila;

    175 por la razn que vacila;por la que abraza el error.

    Acurdate, en fin, de todoslos que penan y trabajan;y de todos los que viajan

    180 por esta vida mortal.Acurdate aun del malvadoque a Dios blasfemando irrita.La oracin es infinita:nada agota su caudal.

    IV

    185 Hija!, reza tambin por los que cubre

    la soporosa piedra de la tumba,profunda sima adonde se derrumbala turba de los hombres mil a mil:

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    abismo en que se mezcla polvo a polvo,190 y pueblo a pueblo; cual se ve a la hoja

    de que al aoso bosque abril despoja,mezclar las suyas otro y otro abril.

    Arrodilla, arrodllate en la tierradonde segada en flor yace mi Lola,

    195 coronada de anglica aureola;do helado duerme cuanto fue mortal;donde cautivas almas piden precesque las restauren a su ser primero,y purguen las reliquias del grosero

    200 vaso, que las contuvo, terrenal.

    Hija!, cuando t duermes, te sonres,y cien apariciones peregrinassacuden retozando tus cortinas:travieso enjambre, alegre, volador.

    205 Y otra vez a la luz abres los ojos,al mismo tiempo que la aurora hermosaabre tambin sus prpados de rosa,y da a la tierra el deseado albor.

    Pero esas pobres almas! si supieras210 qu sueo duermen! su almohada es fra;

    duro su lecho; anglica armonano regocija nunca su prisin.No es reposo el sopor que las abruma;para su noche no hay albor temprano;

    215 y la conciencia, velador gusano,les roe inexorable el corazn.

    Una plegaria, un solo acento tuyo,har que gocen pasajero alivio,y que de luz celeste un rayo tibio

    220 logre a su oscura estancia penetrar;que el atormentador remordimientouna tregua a sus vctimas conceda,y del aire, y el agua, y la arboleda,oigan el apacible susurrar.

    225 Cuando en el campo con pavor secretola sombra ves, que de los cielos baja,la nieve que las cumbres amortaja,

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    y del ocaso el tinte carmes;en las quejas del aura y de la fuente,

    230 no te parece que una voz retia,una doliente voz que dice: Nia,

    cuando t reces, rezars por m?Es la voz de las almas. A los muertos

    que oraciones alcanzan, no escarnece235 el rebelado arcngel, y florece

    sobre su tumba perennal tapiz.Mas ay! a los que yacen olvidadoscubre perpetuo horror; hierbas extraasciegan su sepultura; a sus entraas

    240 rbol funesto enreda la raz.

    Y yo tambin (no dista mucho el da)husped ser de la morada oscura,y el ruego invocar de un alma pura,que a mi largo penar consuelo d.

    245 Y dulce entonces me ser que vengas,y para m la eterna paz implores,y en la desnuda losa esparzas flores,simple tributo de amorosa fe.

    Perdonars a mi enemiga estrella,250 si disipadas fueron una a una

    las que mecieron tu mullida cunaesperanzas de alegre porvenir?S, le perdonars; y mi memoriate arrancar una lgrima, un suspiro

    255 que llegue hasta mi lbrego retiro,y haga mi helado polvo rebullir.

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    CRITICA LITERARIA

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    LITERATURA LATINA

    VII

    TERCERA EPOCA, DESDE LA MUERTE DEL DICTADORSILA HASTA LA MUERTE DE AUGUSTO;

    DE 78 A.C. A 14 P.C.

    Este es el siglo de oro de la literatura latina, que se abre con Lucrecio,en cuyo lenguaje y versificacin se perciben todava vestigios de la pocaprecedente. En lo que vamos a decir de este gran poeta, haremos pocoms que extractar el excelente artculo de Villemain en la BiographieUniverselle.

    Lucrecio (Titus Lucretius Carus) naci el ao 95 antes de nuestra era,de familia noble. Fue amigo del ilustrado y virtuoso Memmio. Vio loshorrores de la guerra civil, y las proscripciones de Mario y Sila, y vivientre los crmenes de las facciones, las lentas venganzas de la aristocracia,el desprecio de toda religin, de toda ley, de todo pudor y de la sangrehumana. De aqu la relacin que los seores Fontanes y Villemain hancredo encontrar entre aquellas tempestades y miserias, y la doctrina funestade Lucrecio, que, destronando a la Providencia, abandona el mundo a

    las pasiones de los malvados, y no ve en el orden moral, ms que unaciega necesidad o el juego de accidentes fortuitos. Es preciso desconfiarde estas especulaciones ingeniosas que son tan de moda en la crticahistrica de nuestros das, y en que se pretende explicar el desarro llopeculiar de un genio y la tendencia a ciertos principios por la influenciamoral de los acontecimientos de la poca, influencia que reciben todos,y slo se manifiesta en uno u otro. Por qu Cicern, arrullado en sucuna por el estruendo de las sangrientas discordias de Mario y Sila, nofue epicreo, como Lucrecio, sino predicador elocuente de los atributos

    de la divinidad? Por qu, bajo la corrupcin imperial, floreci en Romala ms austera de las sectas filosficas: el estoicismo? Lucrecio se nu-tri con la literatura y la filosofa de los griegos; y abraz el sistema

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    de Epicuro, como otros de sus contemporneos siguieron de preferencialas doctrinas de la Academia o del Prtico. Otra tradicin poco fundadasupone que compuso su poema en los intervalos lcidos de una demenciacausada por un filtro que le haba hecho beber una mujer celosa. Loque s parece cierto es que se dio la muerte a la edad de cincuenta ycuatro aos en un acceso de delirio.

    En su poema didctico Sobre la Naturaleza (De Rerum Natura), se vemucho mtodo, mucha fuerza de anlisis, un raciocinio fatigante, fundadoa la verdad en principios falsos e incoherentes, pero desenvuelto conprecisin y vigor. Su sistema, a la par absurdo y lgico, descansa sobreuna fsica ignorante y errnea. Pero lo que se lleva la atencin, lo queseduce en Lucrecio, es el talento potico que triunfa de las trabas deun asunto ingrato y de una doctrina que parece enemiga de los bellosversos, como de toda emocin generosa. Roma recibi de la Grecia, aun mismo tiempo, los cantos de Homero y los devaneos filosficos deAtenas; y la imaginacin de Lucrecio, herida de estas dos impresionessimultneas, las mezcl en sus versos. Su genio hall acentos sublimes paraatacar todas las inspiraciones del genio: la Providencia, la inmortalidad delalma, el porvenir. Su desgraciado entusiasmo hace de la nada misma unser potico; insulta a la gloria; se goza en la muerte, y en la catstrofefinal del mundo. Del fango de su escepticismo, levanta el vuelo a lasms encumbradas alturas. Suprime todas las esperanzas; ahoga todos lostemores; y encuentra una poesa nueva en el desprecio de todas las creen-cias poticas. Grande por los apoyos mismos de que se desdea, lzasepor la sola fuerza de su estro interior y de un genio que se inspira a smismo. Y no slo abundan en su poema las imgenes fuertes, sino lassuaves y graciosas. La sensibilidad es toda material; y sin embargo, pat-tica y expresiva.

    El hexmetro de Lucrecio, como el de Cicern, y aun el de Catulo, sepresta ms a la facilidad y rapidez homrica, que a la dulzura virgiliana;y si parece a veces un tanto desaliado, otras compite con el de Virgiliomismo en la armona. Su diccin es a menudo prosaica y lnguida;pero lasele atentamente, y se percibir una frase llena de vida, que,no slo anima hermosos episodios y ricas descripciones, sino que se hacelugar hasta en la argumentacin ms rida, y la cubre de flores ines-peradas.

    Pocos poetas, dice Fontanes, han reunido en ms alto grado aquellasdos fuerzas de que se compone el genio: la meditacin que penetra hastael fondo de las ideas y sentimientos, y se enriquece lentamente con ellos,y la inspiracin que despierta de improviso a la presencia de los gran-

    des objetos.Los romanos cultivaron con ardor la poesa didctica en este siglo.Desde Lucrecio hasta Ovidio, se hubiera podido formar un largo cat-

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    logo de poetas que se dedicaron a ella, recorriendo todo gnero de asuntos,desde el firmamento celeste hasta la gastronoma y el juego de pelota.(Vase el libro 2 de los Tristes de Ovidio, verso 471 y siguientes). Ci-cern era todava bastante joven cuando tradujo Los Fenmenos de Aratoen no malos versos, si se ha de juzgar por los cortos fragmentos que se

    conservan. Didctico debi de ser sin duda el poema de Julio Csar deque slo conocemos la media docena de elegantes hexmetros en quecaracteriza a Terencio. Terencio Varrn, apellidado Atacino, por habernacido en la pequea ciudad de Atax, escribi en verso una corografa,y un poema de la navegacin: Libri Navales. Emilio Mcer de Verona,contemporneo de Virgilio, dio a luz un poema Sobre las virtudes delas plantas venenosas, que se ha perdido enteramente, pues lo que seha publicado bajo su nombre pertenece a otro mdico Mcer, posteriora Galeno. Csar Germnico, sobrino e hijo adoptivo de Tiberio, aquel

    Germnico de cuyas virtudes y desgraciada muerte nos da Tcito untestimonio tan elocuente, compuso otra versin o imitacin de los Fen-menos de Arato, de la cual se conserva gran parte. Los nicos poemasdidcticos que han merecido salvarse ntegros de los estragos del tiempo,son, adems del de Lucrecio, los de Virgilio, Horacio, Ovidio, GracioFalisco y Manilio; pero slo trataremos aqu de estos dos ltimos poetas,dejando los tres restantes para la noticia que daremos de los gneros aque pertenecen sus ms celebradas composiciones.

    Gracio Falisco (Gratius Faliscus) fue autor de un poema sobre el arte

    de cazar con perros (Cynegeticon), que tenemos casi completo en quinien-tos cuarenta versos hexmetros. Ovidio le cita con elogio, pero al lado deotros poetas de poca fama; y los siglos siguientes que olvidan su nombre,no parecen haber cometido una grave injuria.

    Escritor de otro orden fue Marcos Manilio, que floreci a fines delreinado de Augusto; y compuso un poema de Astronoma, que no dejcompleto. El primero y el ltimo de los cinco libros en que est dividi-do, son los ms interesantes por el nmero y la belleza de los episodios.Manilio es un verdadero poeta, aunque de conocimientos astronmicos

    harto escasos. Ya se sabe que en su tiempo pasaba por astronoma, cienciatan importante y tan til, la astrologa, arte vano e impostor; pero quepor el influjo que atribua a los astros sobre los destinos de los hombresy de los imperios, no dejaba de prestarse al numen potico. El estilo deManilio es digno del siglo de Augusto, aunque demasiado difuso, comoel de Ovidio, su coetneo (Weiss, en la Biographie Universelle).

    Los romanos, que en la poesa didctica dejaron a los griegos a unadistancia detrs de s, no fueron menos felices en el epigrama, en que,a nuestro juicio, pocos poetas, si alguno, pueden competir con Catulo

    (Cajus y segn ciertos manuscritos Quintus Valerius Catullus). Nacidoen Verona de una familia distinguida, se form conexiones respetablesen Roma, entre otras, la de Cicern. Aunque la coleccin de sus obras

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    no es voluminosa, recorre en ella los principales gneros de poesa, ypor lo que sobresale en cada uno, se puede calcular lo que hubiera sido,si menos dado a los placeres y a los viajes, se hubiese consagrado msasiduamente a las letras. Parece que algunas de sus composiciones sehan perdido. Su disipacin le puso en circunstancias embarazosas de quel mismo se re (carmen 13); pero que le obligaron a tener demasiadasrelaciones con los jurisconsult