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Anarquismo movimiento obrero Anarquismo y movimiento obrero en la década del treinta. Propuestas en torno al sindicalismo de base[1] Por Diego Ceruso El estudio del anarquismo en la Argentina generalmente priorizó su abordaje en el período que va desde fines del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Esto estuvo estrechamente ligado al desarrollo impetuoso de esta corriente en la sociedad argentina por esos años. La pérdida de la influencia, a partir de múltiples situaciones, implicó para muchos decretar la defunción de las prácticas libertarias a partir de 1910 o, cuanto mucho, con posterioridad a los eventos ligados a la Semana Trágica de enero de 1919 o las masacres ocurridas en la Patagonia unos años después. Esto conllevó que no se indagara sobre el desempeño del anarquismo

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Anarquismo ymovimiento obrero

Anarquismo y movimientoobrero en la década deltreinta. Propuestas en tornoal sindicalismo de base[1]

Por Diego Ceruso

El estudio del anarquismo en la Argentinageneralmente priorizó su abordaje en elperíodo que va desde fines del siglo XIX ylos primeros años del siglo XX. Esto estuvoestrechamente ligado al desarrolloimpetuoso de esta corriente en la sociedadargentina por esos años. La pérdida de lainfluencia, a partir de múltiplessituaciones, implicó para muchos decretarla defunción de las prácticas libertarias apartir de 1910 o, cuanto mucho, conposterioridad a los eventos ligados a laSemana Trágica de enero de 1919 o lasmasacres ocurridas en la Patagonia unosaños después. Esto conllevó que no seindagara sobre el desempeño del anarquismo

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en los años treinta. En los últimos años,nuevos estudios revitalizaron lainvestigación sobre el anarquismo en elperíodo. Esto posibilitó no sólo conocerexperiencias hasta allí olvidadas sino,también, encarar nuevas preguntas, enfoquesy perspectivas de análisis.

Para ello fue indispensable trasvasar loslímites impuestos por lo que se hadenominado el ‘sentido comúnhistoriográfico’ (Nieto, 2010, p. 226) quedominó la escena académica durante un lapsoconsiderable. Las conclusiones a las quearribaban sus trabajos comúnmente perdíande vista la especificidad y complejidad delanarquismo. Asimismo, sus generalizacionesy afirmaciones solían exceder susinvestigaciones y adentrarse en territorios(temporales y conceptuales) que nonecesariamente se desprendían de susestudios. No había, según estos estudios,nada relevante ni ‘auténticamente’ ácratamás allá de 1930. Un segundo gran eje esque, en muchos de estos trabajos, elanarquismo quedaba reducido exclusivamentea una expresión cultural. Es conocida laimportancia de la cultura como campo deacción de la práctica ácrata pero, no enpocas ocasiones, aparecía como el único

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ámbito donde se había producido unaexperiencia que narrar. Esta situaciónfrecuentemente empañó procesos en otrosterrenos. Ligada a esta cuestión se revelael último eje. En gran parte de estostrabajos la relación entre anarquismo ymovimiento obrero es presentada como débil,irrelevante y, dependiendo del período,nula. En el mejor de los casos elmovimiento obrero se encuentra presente enlas investigaciones de manera subsidiaria ymarginal en relación a otras áreas.

Sin desconocer su evidente pérdida depresencia entre los trabajadores, estetrabajo intenta aportar al conocimiento delanarquismo en la ‘década infame’ enrelación al movimiento obrero. Dirigimos lamirada hacia un aspecto de la acciónsindical. Intentamos atravesar las barrerasde las centrales obreras y de lossindicatos para reconstruir la intención deobtener y solidificar la presencia en loslugares de trabajo. Para ello encaramos elestudio de dos de los grupos anarquistasmás importantes en la década de 1930 enArgentina: la Alianza Obrera Spartacus(AOS) y la Federación Anarco ComunistaArgentina (FACA). De manera colateralobservamos parte de las posiciones asumidas

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por la Federación Obrera Regional Argentina(FORA) en relación al trabajo de basegremial.

Tanto la FACA como la AOS promovieron unareconsideración de las concepciones hastaallí canónicas del anarquismo y dentro delprograma sindical el trabajo de base en lasempresas, fábricas y talleres ocupó unlugar importante como método para recuperarla influencia que habían tenido en otrasépocas entre los obreros argentinos.

Nuevas miradas a un viejo problemaNuestro recorrido historiográfico se enfocacasi con exclusividad en aquellasinvestigaciones que abordaron el estudiodel anarquismo como objetivo central.Existen trabajos, aquí no mencionados, queabordan el análisis del movimiento obreroen su conjunto, de las corrientes deizquierda o de algún aspecto que serelaciona con nuestro interés y que sonsustanciales para comprender la dinámicageneral y los debates historiográficos dela época.

Las nuevas investigaciones permitieronrepensar la historia del anarquismoargentino abarcando diferentes dimensiones

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de análisis como los límites temporales deldesempeño ácrata, la relación con elEstado, sus tácticas en el movimientoobrero, sus métodos sindicales, sus lugaresde acción, el sujeto revolucionario, entreotras.

Los trabajos sobre anarquismo en losorígenes del movimiento obrero argentinohan sido numerosos pero conforme nosalejamos temporalmente de la represión delCentenario de la Revolución de Mayo losestudios disminuyen. Sobre anarquismo en la‘década infame’ resaltan las produccionesde Nicolás Iñigo Carrera (2001), FernandoLópez Trujillo (2005) y Javier Benyo(2005). Estos estudios encaran lainvestigación de dos organizaciones hastaallí poco abordadas, la FACA y la AOS. Laprecisión y profundidad de los trabajoscolaboran en desentrañar el universo deacción de ambos grupos y reconstruyen enlíneas generales su desempeño en elmovimiento obrero.

Otros estudios mostraron la experienciaanarquista en sectores productivos quepermanecían poco estudiados. Allí sedestacan los trabajos de Claudia Santa Cruz(2007) y Silvina Pascucci (2007), entre

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otros. Una en el sector de transporte decolectivos y otra en la industria delvestido evidencian la vigencia delanarquismo en la organización obrera de laépoca. El trabajo de Pascucci se distingue,también, por la perspectiva género.

Un tercer grupo de estudios encaró lainvestigación más allá de la CapitalFederal. Aquí sobresalen las produccionesde Agustín Nieto (2008) y Laura Ruocco(2010). Ambos focalizaron sus análisis enla ciudad de Mar del Plata y en laindustria pesquera valorizando el rol delanarquismo y aportando conocimiento hastaallí obviado. Los trabajos de Ruoccotambién permiten comprender más cabalmenteel rol de la mujer en la industria. Ambosautores colaboraron en desacoplar lahistoria del anarquismo de Buenos Aires yquebrar la automática asociación del paíscon el núcleo urbano porteño-bonaerense.Además, debe destacarse la investigación deOscar Videla (2006) quien señala lapresencia del anarquismo forista en algunasáreas productivas del sur de la provinciade Santa Fe.

Estos son sólo algunos de los trabajosrepresentativos de esta nueva tendencia que

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encaró el estudio de la historia ácrata enla ‘década infame’ vinculada a sudesenvolvimiento entre los trabajadores.

A su vez, diversas investigaciones en losúltimos años posicionaron su mirada sobrela organización de base del movimientoobrero argentino (Ceruso, 2010 y 2015;Schneider, 2005; Camarero, 2007; Aspiazu,Schorr y Basualdo, 2010). Para la segundamitad del siglo XX son numerosos losestudios que reflejaron el desempeño ycentralidad de las instancias en el lugarde trabajo. En general, los trabajos queestudiaron la década del treinta en laArgentina encararon el análisis de lascentrales obreras o de los sindicatos perono ahondaron en la organización sindical anivel de planta.

Para finalizar, debemos realizar uncomentario. Cuando mencionamos el ‘vacío’existente en el tratamiento del anarquismoen el período que abordamos nos referimoscasi exclusivamente a la historia producidapor los académicos. Los trabajos llamados‘militantes’ ahondaban en aquellasproblemáticas dejadas de lado.[2]Concebidas como una suerte de ‘historiasoficiales’ del proceder de la orientación

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política-ideológica a la que pertenecían,caen en numerosas ocasiones enjustificaciones, omisiones y secaracterizan por su ausencia de reflexión yautocrítica. Pero este sesgo no debeimpedirnos reconocer el esfuerzo porrecopilar documentos y, con preponderanciadel carácter descriptivo, enumerar huelgas,luchas y conflictos puntuales que muchosotros textos obvian deliberadamente. Enesta misma línea inscribimos a lasmemorias, autobiografías y biografíasobreras. Numerosas pero escasamenteanalizadas, estas obras se caracterizan porel tono autocomplaciente y carente decrítica al proceder personal o de lacorriente propia. Pero ingresan en ámbitos,como el lugar de trabajo o la percepción delos trabajadores, en los cuales resultadifícil acceder desde otra bibliografía.Quizás, injustamente criticados por estarsubordinados al plano político (como si unatotal ‘neutralidad’ valorativa fueraposible) son de consulta inevitable para elhistoriador del movimiento obrero.

Identificar sectores y métodos a través delos cuales la AOS y la FACA establecieronmecanismos de inserción en los lugares detrabajo aporta a un mejor conocimiento del

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movimiento obrero durante la década de 1930y hasta el golpe de Estado de 1943. Existeuna doble complejidad en el caso de la AOSy la FACA. Ambas organizacionesrepresentaron fracciones minoritarias, perode ningún modo desdeñables, del movimientoobrero durante el período. Esta situacióndificulta observar su desempeño a través defuentes que excedan sus órganos de prensa.Esto se suma a los silencios y ausenciasdocumentales con los que un investigador setopa cuando pretende atravesar los límitesde las centrales obreras y los sindicatospara adentrarse en la base obrera.

No buscamos narrar la historia de estasorganizaciones sino centrarnos en unaspecto específico de su acción sindical.Entendemos que el interés por incorporardentro de sus tácticas sindicales lapreocupación por el trabajo de base formóparte de una nueva mirada del anarquismo.La relevancia del trabajo es doble. Aunqueminoritarios en el movimiento obrero estosgrupos constituyen un ejemplo de lo que secreía desaparecido para la década de 1930 ysu estudio permite profundizar en suexperiencia. En segundo lugar, ceñirnos altrabajo de base nos permite destacar unaspecto poco observado en la historia del

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movimiento obrero en general.

La organización específicaanarquista: el CRRA y la FACAOficialmente, la FACA se constituyó en elCongreso clandestino realizado en la ciudadde La Plata los días 11 al 14 de octubre de1935. En la práctica, había comenzado susactividades unos años antes. Resultainteresante mencionar que la FACA seconcebía a sí misma como la primeraorganización específica del anarquismoargentino y con ello dejaba de lado laexperiencia de la Alianza LibertariaArgentina (ALA) conformada en enero de1923.[3] La ALA fue fundada por un núcleode anarco-bolcheviques convencidos de lanecesidad de construir una estructura almargen de la ortodoxia forista. Editó elperiódico El Libertario. DecenarioAnarquista del cual se publicaron 109números hasta 1932. Al año de su fundaciónel núcleo principal aliancista inició suviraje ideológico al anarco-sindicalismo(hecho que conllevó una escisión para1925). Uno de sus objetivos principales fueactuar al interior de la Unión SindicalArgentina para conformarse en su vanguardiahacia posiciones revolucionarias. Entre sus

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principales integrantes se encontrabanEnrique García Thomas, Juan Lazarte ySebastián Ferrer, entre otros.

Tras ser encarcelados en Villa Devotodurante la dictadura de José Félix Uriburu,cerca de 300 militantes ácratas realizaronun Congreso clandestino que fue el preludiodel que abordamos a continuación. ElSegundo Congreso Anarquista Regional de laRepública Argentina realizado en septiembrede 1932 en Rosario tuvo entre susresoluciones más relevantes la creación deun Comité Regional de RelacionesAnarquistas (CRRA).[4] Su función principalfue la de establecer nexos entre losdiversos grupos y propiciar las tareasnecesarias para una revitalización de lapráctica libertaria. Lejos de limitarse alrol de coordinación, el CRRA se constituyópaulatinamente como una organización. En elprimer número de Acción Libertaria, órganodel CRRA y de la FACA, ya se expresaba lavoluntad de construir una organización: “lacuestión entera de la organizaciónanarquista en su significado más profundoarranca de esa imperativa necesidad. (…)Para ser capaces de sacar partido de unasituación revolucionaria, para poderservirse de las circunstancias, la

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condición primera es mantener una estrechavinculación entre los militantes, habercreado órganos adecuados para la lucha,dotarlos de suficiente agilidad paratransformarse de acuerdo a las necesidadesdel momento”.[5] Como ha señalado LópezTrujillo, en la práctica, la FACAfuncionaba unos años antes bajo el nombrede CRRA.

Durante aquel Segundo Congreso realizado enRosario se abordaron los problemas en tornoa la organización gremial. En las actas delcónclave se manifestaba la preocupación porlas tácticas de cara al movimiento obrero.Al respecto, Jacobo Prince señalaba:“reafirmemos, pues, nuestro concepto de lalucha obrera exhortando a la accióninsurreccional, a la lucha armada, haciendoesta prédica constante en los lugares deactividad, campos, talleres y fábricas,para que al lado de la capacitación para latoma de la producción, se desarrolle elsentido combativo de los explotados”. Enese mismo debate se dejaba constancia de lapostura de Domingo Varone (quien luegoformaría parte de la AOS) que planteaba lanecesidad que cualquier organizaciónsurgida del Congreso estuviera directamentecontrolada por los trabajadores en sus

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centros de producción. Como consecuencia deestos debates se aprobó unánimemente unaresolución que se plasmó en el punto 2 delcapítulo 3 del apartado dedicado almovimiento obrero que recomendaba “untrabajo constante y metódico dentro de loslugares de trabajo, talleres, fábricas,etc., para organizar luchas inmediatas ypara propagar con energía e inteligencia lanecesidad de la revolución social pararesolver el fenómeno de la bancarrota y dela injusticia capitalistas”.[6]Indudablemente, existía el interés derecuperar las posiciones perdidas entre lostrabajadores frente a otras corrientes. Eltrabajo de base pretendía ser una respuestafrente a esta situación y una de lastácticas puntuales para sumar voluntadesentre los obreros. Prince lo hacíaexplícito en las repercusiones de los díasposteriores: “la recomendación deconstituir comités de fábrica responde enparte a la preocupación por el problema queacabamos de esbozar. Enfoca además otracuestión importante: la de realizar la obrade propaganda, de proselitismo, en loslugares mismos de trabajo. La organizaciónsindical, en cuanto abarca un oficio o unaindustria –los oficios tienden a

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desaparecer- constituye un organismo untanto pesado para adaptarse a las diversassituaciones que se crean en cada fábrica otaller. No llega tan directamente ainteresar al obrero en su vida cotidiana deexplotado”.[7]

Tanto el CRRA como la FACA postularon comocampo de acción al conjunto de la sociedad.El movimiento obrero fue una de los ámbitosen el que desplegaron su potencial. En elplano sindical, el CRRA, sin abandonar elprincipio federalista, encontraba en laorganización por rama industrial lafortaleza y unidad que la estructuraciónpor oficios le negaba.[8] Advertían que elanarquismo debía responder a la nuevacoyuntura económica y política conrenovadas prácticas y métodos. El nuevoproceder incluyó la conformación de ‘gruposintersindicales’ para sumar adhesiones enlos sindicatos que no se encontrabancontrolados por anarquistas. Los diferentes‘grupos’ se conectaban a través de ‘comitésintersindicales’ que encaraban lacoordinación de los faquistas de lossindicatos dirigidos por otras corrientespolíticas para intercambiar información,coordinar medidas, etc.[9] La voluntad detrabajar en gremios donde no poseían

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mayoría implicaba una modificación tácticay el reconocimiento de la pérdida de lainfluencia entre los trabajadores. Dentrode esta nueva mirada propiciaron otorgarlemayor importancia a los lugares de trabajocomo sitios de organización: “laorganización obrera revolucionaria,declarada delictuosa, debe afirmarse másque nunca aprovechando los lugares mismosde trabajo constituyendo núcleos depropaganda y orientación que puedan ser labase de verdaderos comités de taller y defábrica. Debe perfeccionarse el sistema deltrabajo subversivo en la clandestinidad, afin de neutralizar enteramente el efecto delas represiones”.[10] La organización delsitio laboral era presentada con fines depropaganda, agitación y como paso previo aestructurar comités obreros.Paulatinamente, lograron una pequeñarepresentación en tranviarios, gráficos,ferroviarios, industria del vestido y endiversas ramas de la construcción, entreotros. Entre sus militantes estaban ÁngelGeraci, Luis Danussi, Jarislao Prevorsky,Enrique Balbuena, Jacinto Cimazo, EnriquePalazzo, por mencionar algunos de los másimportantes ligados al movimiento obrero.

La Federación Obrera Local Bonaerense

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(FOLB), organismo dependiente de la FORA,acompañó inicialmente el análisis del CRRA:“si los obreros se ven imposibilitados deconcurrir a los locales (…) deben ser lossindicatos los que trasladen su centro deacción desde los locales hasta los propioslugares de trabajo”.[11] Hacia fines de1933, la FOLB explicitaba los pasos aseguir frente a la clausura de los localessindicales: “… el Consejo propone a todoslos camaradas que encaren bajo este nuevopunto de vista la reorganización que seestá llevando a efecto. Que los compañerosse dirijan en cada caso directamente a lasfábricas y talleres”. Y seguía: “que sereúna a los personales, en locales o casaspróximas a los establecimientos dondetrabajan; que entre ellos mismosconstituyan los comités o consejos defábricas, con amplia autonomía para lasolución de los asuntos internos de lamisma, pero ligados directamente a lossindicatos respectivos. Que entre losmismos componentes del personal se designeel compañero delegado ante estos últimos,que represente en la forma más amplia delfederalismo a los trabajadores de sufábrica. Que en general se encare toda lareorganización sobre la base de la más

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absoluta clandestinidad dispuestos a rompertoda la tentativa de la reacción”. Lanovedad también radicaba en que la FORApriorizaba la concentración en las fábricaspara evitar la fragmentación que,entendían, había sido uno de losprincipales errores del pasado. Aquellasmás relevantes o factibles de organizaciónserían las elegidas para solidificar lapresencia forista. La acción directa nodebía ser abandonada bajo ningún aspecto.La coyuntura la hacía aún más necesaria:“¿es posible que resistamos con métodosghandistas? Creemos firmemente que no. Todotrabajador que milite en la FORA debe estardispuesto a las acciones más decididas, querespondan a nuestra honrosa tradición”.[12]

El marco represivo y la clandestinidad eranelementos que priorizaba la FACA en lacaracterización del contexto político. Enuna nota con el subtítulo de ‘Organizaciónpor lugares de trabajo’ señalaban laimportancia de establecer nexos en la base:“hemos dicho muchas veces que laorganización debe hacerse, ahora, deacuerdo con las posibilidades. Los localesestán cerrados; clausurados policialmente.¿Qué hay que hacer? (…) Nosotros opinamosque la organización puede hacerse

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perfectamente si los compañeros de losgremios trasladan el centro de su actuacióna los mismos lugares de trabajo”.[13] Laclandestinidad y la clausura de los localespolíticos implicaban nuevas prácticas y,entre ellas, trasladar la atención al lugarde producción. El CRRA estimó caducosciertos principios ‘clásicos’ delanarquismo argentino. Nuevas lecturas sobrela realidad le permitieron desechar laorganización por oficios e impulsar lossindicatos por rama. La concentración engrandes unidades productivas colaboró paraque optaran por focalizar los esfuerzos enobtener representación al nivel de lasfábricas, empresas y talleres. En segundolugar, con los locales sindicalesclausurados, el punto de referencia para eltrabajo gremial se trasladó a los centrosproductivos. Así, había un primer esbozo,discursivo hasta acá, sobre la necesidad detrabajar al nivel de planta con estructurascolectivas y no, como habían priorizadohasta allí, a través de la figuraindividual del delegado.[14] Lacaracterización sobre el avance industrial,la instalación de grandes fábricas y laaparición de un proletariado para el cualdebían elaborarse nuevas propuestas pareció

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acertada, aunque esto debe ser acompañadode una calibración precisa sobre laincidencia real en la dinámica de la época.Estas definiciones no sólo implicaban unamirada hacia el trabajo futuro sino tambiénuna explicación acerca de las causas de lapérdida de influencia anarquista entre lostrabajadores. Pero, además, el diagnósticosobrellevó la dificultad de toparse con lapresencia activa de los comunistas en losprincipales gremios industriales quieneshabían iniciado una experiencia deinserción en la base obrera desde mediadosde los años veinte (Camarero, 2007; Ceruso,2015).

Una discusión siempre presente fue la delos métodos de trabajo en los diferentessindicatos. Tanto en los sindicatosanarquistas, autónomos o foristas, como enlos dirigidos por otras corrientespolíticas, la FACA priorizó la militanciaen la fábrica: “allí mismo, en el lugar deltrabajo, la palabra diaria de loscompañeros, surtirá el efecto que todosdeseamos. (…) En los sindicatos de la FORA,en los gremios que estos existan; creandogrupos de fábrica que mañana unidos podránconstituir otros nuevos, en los oficios eindustrias donde la organización esté en

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manos de los reformistas; o trabajando comogrupos intersindicales, de oposición,dentro de éstos, siempre vinculados a lostrabajadores de la FORA y practicando sustácticas federalistas (…)”.[15] Con motivodel 1º de Mayo de 1934 el CRRA reafirmabala necesidad de formar gruposintersindicales, comités de fábricas ytaller.[16]

Desde la creación del CRRA, la juventudocupó un lugar importante bajo el nombre deJuventudes Libertarias. Sostenían lanecesidad de trabajar en el sitio laboral:“por eso creemos necesario extendernuestras actividades hacia los lugares detrabajo, talleres, fábricas, etc., sitiosdonde realizan sus reuniones deesparcimiento”.[17] A la pregunta de cuáleseran los métodos para fortificar lossindicatos y la estructura de la FORA lajuventud respondía “¿Cómo? Formandosindicatos en cada lugar. Formando gruposen cada lugar de trabajo y ligándolos alsindicato”.[18] En sintonía, lasinvestigaciones de Agustín Nieto señalanque las Juventudes Libertarias comenzaron atrabajar con los obreros del pescado conespecial énfasis en organizar los lugaresde trabajo. A fines de 1942 la organización

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se robusteció: “finalizada la huelga yreconocido el sindicato por la patronal, enlas cabezas de los/las anarquistassobrevolaba el fantasma de la disolución,como sabían había sucedido con lasexperiencia de organización precedentes.Eso los convenció de reforzar los vínculoscon las masas obreras por medio deprácticas organizacionales cotidianas. Laexistencia y supervivencia de la comisiónadministrativa del SOIP dependía de suenraizamiento rizomático en el territoriolaboral. La presencia sindical en loslugares de trabajo iba a estar garantizadasi se lograba estructurar una red dedelegados/as y comisiones de fábrica cuyaactividad debía ser, en primer lugar,garantizar el estricto cumplimiento delconvenio y responder a las demandas yreclamos de las obreras/os durante lajornada laboral. Las comisiones y los/lasdelegados/as aparecían como un punto delpliego de condiciones aceptado por lapatronal. En segundo lugar, tenían lamisión de establecer e inculcar una fuertedisciplina sindical en los lugares detrabajo. Este último punto era visto comocondicionante del primero” (Nieto, 2011,pp. 185-186).

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Las Juventudes Libertarias se oponían altrabajo de los comunistas. Hernán Camarerodescribió el sindicalismo comunista durantela segunda mitad de los treinta: “se apostóa un sindicalismo de masas, más ‘moderno’,abierto y complejo, en el que se combinarandiversas funciones (incluso, las delmutualismo, la salud, la educación y larecreación). Además, eran sindicatos cadavez más dispuestos a pugnar y a acordar conla patronal y con un Estado que mostrabauna nueva vocación intervencionista. Desdeese entonces, los gremios del PC sevolvieron más pragmáticos y permeables alproceso de institucionalización que ibasignando la relación con el Estado; inclusono dudaron en desarrollar audazmente unaestrategia de presión-negociación sobre lospoderes Ejecutivo y Legislativo en vistas ala obtención de conquistas, a pesar de lastrabas que el DNT [Departamento Nacionaldel Trabajo] puso a las tratativas con lossindicatos controlados por el partido”(Camarero, 2008, p. 440.). La juventudaclaraba: “no es posible que a la juventudse la entretenga y se la engañe con loscampos de deportes, universidades técnicas,mutualidades, etc.; es la forma másinteligente de mantenerlos alejados del

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central motivo de la lucha sindical y susreivindicaciones de clase.Psicológicamente, a la juventud se le anulaen sus impulsos revolucionarios, desviandoesa inquietud propia de los jóvenes, en unterreno contrario a sus necesidades, que sucondición de explotado, le exige. No estergiversando el sentido de solidaridad oabsorbiendo con el deporte y baile todassus preocupaciones de esclavo, cómo ha deconseguir la juventud su emancipaciónsocial-económica”.[19]

El debate acerca de las tácticas a emplearpara ganar influencia en el movimientoobrero ocupó un lugar central en elCongreso Constituyente de La Plata a finesde 1935. Allí se señaló: “es una vitalnecesidad para el movimiento anarquistasuscitar y participar en las agitaciones yluchas populares, la F.A.C.A. intervendráactivamente en dichos movimientospropiciando a tal efecto a través de susAgrupaciones y Consejos relacionadores, laformación de Comités de base sindical,integrados por organismos obreros,estudiantiles, vecinales, técnicos y otrossimilares, procurando que dichos Comitésempleen en todos los casos las tácticas deacción directa”. En ese mismo Congreso se

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adoptó una línea a seguir en aquellossindicatos enrolados en la ConfederaciónGeneral del Trabajo (CGT): “con respecto ala CGT, considerando que no existe ningunaposibilidad de influir en la orientacióngeneral de ese organismo viciado deprácticas burocráticas, se aconseja a losmilitantes que actúan en sindicatos a ellaadheridos, que trabajen para lograr suautonomía (siempre que ello no provoque ladivisión del gremio), con vistas a crearlas condiciones para el ingreso posterior ala F.O.R.A”.[20] Se propiciaba el trabajoen sindicatos enrolados en la CGT con laintención de ganar sus bases sin provocarfracturas en el sindicato. La FACA todavíavaloraba crítica pero positivamente a laFORA.[21]

A pesar de los sucesos de diciembre de 1935que provocaron el cambio en la conducciónde la CGT,[22] la FACA no modificó suvisión sobre la central obrera a la quesiguió tildando de burocrática yreformista. Los militantes faquistastuvieron presencia en sindicatosimportantes más allá de que éstos seencontraran en las filas de la CGT. Estefue el caso en los diversos gremios de laconstrucción en el proceso de constitución

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de la Federación Obrera Nacional de laConstrucción (FONC).[23] Ya ha sidoseñalada la presencia de integrantes de laFACA, en minoría, en la Federación Obrerade los Sindicatos de la Construcción,organización que declaró la huelga en lasjornadas de diciembre de 1935 y enero de1936 (Iñigo Carrera, 2004). Si bien en unprincipio los militantes de la FACAapoyaron la creación de la FONC, lasdiferencias con los comunistas, que eranmayoría y conducían la federación, nodemoraron en aparecer y se profundizaroncon el tiempo. La creación del sindicatoúnico, la firma de convenios colectivos, lanegociación con el Estado, entre otroselementos, aparecían como ejes de lasacusaciones de la FACA a la direccióncomunista de la construcción. Las críticashacían hincapié en considerar a la FONCburocrática, reformista y negociadora conel Estado. Pero esta situación no lesimpidió sumarse a diversas accionesconvocadas por la FONC o confluir enhuelgas con el sindicato de pintores que seencontraba conducido por integrantes de laAOS. En línea con las directivas expuestasen el Congreso constituyente de la FACAadvertían: “¿significa esto, acaso, que

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ante una situación semejante los militanteslibertarios deben abandonar lasorganizaciones, perdiendo contacto con elgrueso del proletariado? Plantear estacuestión es, a nuestro juicio, plantear unabsurdo, una salida indigna”. Y propiciabanllevar a las organizaciones sindicaleshacia destinos revolucionarios sindividirlas y trabajando desde la base: “lasdisputas por la dirección, el problema delas centrales, por importante que éste seaen el momento actual, resulta secundariofrente a la urgente necesidad de dar mayorvida, tonicidad e independencia almovimiento sindical en su conjunto. Ellosólo se ha de lograr actuando intensamente,no sólo en los cuerpos administrativos delas organizaciones, sino también en lospropios lugares de trabajo, en íntimocontacto con los productores y, sobre todo,en todas partes donde se plantea la luchade un modo efectivo”.[24] La FACA intentabaevitar la división del sindicato porqueentendía que eso debilitaría al movimientoobrero. La recomendación no dejaba dudashacia dónde debía apuntar el trabajo demilitancia: fábricas, talleres y empresasdebían convertirse en el objetivo de losfaquistas. No debe olvidarse que, en

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simultáneo, la FONC encaró una fuerteorganización de comités de empresa y obrasque permitió solidificar la estructuragremial (Ceruso, 2015).

El gremio gráfico fue otro de los campos deacción en los que se desempeñó la FACA. Enla Federación Gráfica Bonaerense (FGB), elsindicato de mayor relevancia entre losgráficos desde su fundación, teníanrepresentación numerosas corrientesideológicas. Los faquistas integraron hacia1943 una corriente interna en la federaciónque se denominó Agrupación SindicalGráfica. En el manifiesto-declaración de laAgrupación podía leerse: “para que estasconquistas no puedan ser burladas por laclase patronal, imponer el reconocimientode la organización y establecer un estrictocontralor, taller por taller, a través delos personales y sus respectivas comisionesinternas”.[25] Fue importante la labor deLuis Danussi dentro de los gráficos. Juntoa Fernando y Floreal Quesada abogaron porla organización gremial de la empresaEstampa en la cual Danussi fue delegado desección e impulsó la conformación de lacomisión interna del personal.[26]

En el 2º Congreso ordinario de la FACA, en

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julio de 1940, se decretó finalmente lacaducidad de la FORA como herramienta en elmovimiento obrero y se decidió crear unanueva central denominada Comisión Obrera deRelaciones Sindicales (CORS) en combinacióncon los restos de la debilitada UniónSindical Argentina (USA). En 1941, luego deuna conferencia, quedó constituida estaherramienta política y sindical queintegraron organizaciones gremiales como elSindicato Único de Obreros de la Madera yel de construcciones navales, entre losautónomos, y los de la USA. El secretariogeneral fue el maderero Carlos Sala y suórgano de prensa fue Solidaridad Obreraque, a la vez, marcaba el apoyo que lebrindaban a la CORS los anarco-comunistasintegrantes de la FACA (López Trujillo,2005, págs. 205-219). Su modestocrecimiento llevó a que la CORS tuviera en1943 aproximadamente unos 37 sindicatos dela USA y 14 autónomos pero lasnegociaciones para crear una centralsindical no prosperaron y la persecuciónque sufrieron en esos años se acrecentóluego del golpe de Estado.

La Alianza Obrera SpartacusNo existen certezas sobre la fundación de

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la AOS pero todo indica que fue creadadurante 1934, mismo año en el que sepublicó por primera vez Spartacus. Obrero yCampesino. Comunista Anárquico, su órganode prensa. Entre sus principales militantesse destacaba Horacio Badaraco, figurarenombrada en el anarquismo argentino.También formaron parte de AOS AntonioCabrera, Joaquín Basanta y Domingo Varone,quienes cumplieron un rol destacado en elámbito gremial. Vale la pena señalar quealgunos integrantes de Spartacus, comoBadaraco y Varone, formaron parte delCongreso fundacional del CRRA en la ciudadde Rosario.

A diferencia de la FACA, el trabajo deSpartacus se dirigía prioritariamente a losobreros y a la organización sindical. Apartir de su fundación lograron presenciaentre los panaderos, gráficos, textiles,lavadores de autos, ladrilleros,transporte, entre otros, pero su principalinserción la obtuvieron en los gremios dela construcción en donde se desempeñaron ensimultáneo con la creciente influenciacomunista. Esto no representó uninconveniente ya que tenían grandes puntosde acuerdo en lo referente a laorganización gremial. Al respecto, Varone

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señalaba: “los de ‘Spartacus’ ya teníamosnuestras propias ideas sobre la necesidadde adecuar las viejas estructurassindicales a las nuevas necesidades deldesarrollo de la industria, aunqueincipiente, de nuestro país, lo que nosvalió el mote de ‘industrialistas’ porparte de los anarquistas ortodoxos de laFORA quintista y la excomunión.Propiciábamos el sindicato por rama deindustria, en reemplazo del sindicato poroficio, que dividía a los obreros de unamisma industria, de una misma fábrica y unamisma patronal, haciendo completamenteineficaz la organización, situación que enla práctica debía ser superada por lasnecesidades de la lucha. Por lo tanto, notuvimos mayores dificultades con loscamaradas comunistas, salvo algunasdiscusiones sobre las formas deincorporación del sindicato de pintores alnuevo Sindicato Único” (Varone, 2004, p.131). La cita clarifica la preferencia porla organización por rama industrial, suspuntos consonantes con los comunistas y elrechazo –recíproco- que recibían de losforistas.

El diagnóstico de Spartacus era que elproletariado debía enfrentar un escenario

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con profundas modificaciones respecto delpasado y, en consecuencia, se precisabanrespuestas de nuevo tipo: “la expansiónindustrial irá paulatinamente transformandola faz gremial y lo que hasta hace algunosaños constituía un oficio diferenciado, conelementos capaces de presionarsindicalmente en una rama, hoy o mañanaengrosará un rodaje de producción máscomplejo. (…) El proletariado ha sidoempujado a otras condiciones y abandona elviejo simplismo gremial. El obreroindustrial, el de la construcción, el deltransporte, adquiere una homogeneidad quetransforma el antiguo contenido de la luchasindical y lo orienta hacia la necesidad dereconstruir sus cuadros y ubicar su acciónen organizaciones más aptas”.[27]

Parte del programa sindical de la AOS sematerializó en la formulación de lo quedenominaron ‘Pacto Obrero’. A grandesrasgos, la propuesta giraba en torno aestablecer relaciones entre las diferentescorrientes de la izquierda con presenciagremial para construir nexos organizativosque permitieran a cada uno de los gruposmantener su estructura compartiendoinformación, programas y apoyos con elresto de las agrupaciones. Así lo

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expresaban: “sólo tomando el movimientoobrero en su faz práctica se abre para elproletariado la posibilidad de la unión yla unidad obreras. Nosotros aspiramos yqueremos la unión de los trabajadores, peroqueremos situar las condiciones y elprograma de esta unión; la más estrechafraternización de sindicalistasrevolucionarios, anarcosindicalistas,anarquistas, socialistas, comunistas connexo orgánico desde la fábrica, el taller yel comité de empresas a los órganosdirectivos de los sindicatos y lascentrales (…)”.[28] El lugar de trabajo erael corazón del ‘Pacto Obrero’ y paraconcretarlo había que conformar “comitésobreros en las fábricas, en las obras yempresas, como células vivas de lasorganizaciones y las alianzas; comités desoldados y marineros en los cuarteles y laflota ligados a las alianzas y los comitésobreros; grupos obreros juveniles deindustria en los sindicatos y en losbarrios; alianzas de las juventudesrevolucionarias; milicias obreras en lossindicatos”.[29] Esta política erarechazada explícitamente por la FORA: “¿quées ese ‘pacto obrero’ si no una solapadadefensa de todo lo que reivindican los

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bolches? Es sí una puñalada trapera almovimiento obrero, a la FORA. ¿Y eso deabogar ahora en contra del movimientoclandestino por parte de aquellos que de laclandestinidad han hecho escuela?”.[30] Lasposturas de Spartacus eran tildadas de‘acuerdistas’ por quienes sostenían que laresignificación de algunos de los métodosque guiaban la práctica anarquista desdehacía años en el movimiento obreroargentino implicaban el abandono de losprincipios más que la adecuación de métodosy prácticas a una coyuntura específica:“hay una historia de lucha y una posiciónideológica que fija y remarca latrayectoria andada. Lo lógico y consecuentees tomar posiciones sobre las basesexistentes. Los del periódico “¡Spartacus!”así lo deberían comprender con mucha mayorrazón ya que pretenden orientar a lostrabajadores, revolucionariamente, en susdichas; en especial… a los albañiles en elactual movimiento huelguista. Pero“¡Spartacus!” no lo comprendió así, y nosofrece para colmo de las contradicciones,un pastel marxista mezclado con el“anarquismo”. Si a esto se le quisieraasignar un lugar en el movimiento obrero,sería el de hacer en las filas de la clase

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trabajadora materia de división yconfusionismo”.[31]

Spartacus entendía que, más allá delcontexto represivo, el movimiento obrerodebía encarar una campaña de agitación. Laparticularidad del programa espartaquistaera que debía comenzar específicamente enel lugar de trabajo y luego excederlo: “queen todo momento los cuadros del movimientoobrero deben comprender en esta base sudesarrollo bajo la reacción, actuando paraese fin, en el camino de un movimiento demasas, con el vínculo y la participacióncombativa del proletariado, agitado ymovilizado en ese orden, en sus centros detrabajo, bajo sus más inmediatos problemasdefensivos y elevado revolucionariamente avastas acciones de conjunto que han denivelarnos frente a la reacción y opondránun dique al terror policial, judicial ygubernativo”. Este programa que propiciabala AOS tenía otra característica que losdiferenciaba de otros grupos ácratas: “yque para esto es preciso que lostrabajadores estén alerta y rechacen, en lamedida en que ofrezcan un cuadro dereducción o desmoralización, todas aquellastendencias al clandestinismo previo, lailegalidad sindical, etc. que no respondan

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a una situación de hecho o sean elresultado de grandes luchas contra elcapitalismo”.[32] Siempre que fueraposible, el rechazo a la ilegalidad y laclandestinidad resultaban deseables. Desdemiradas críticas, esta postura de servirsede las posibilidades ‘legales’ del sistemaera señalada como ‘ingenua’ o denunciadacomo actitud negociadora con el Estado ycontraria a los principios del anarquismo.Juan Rosales, en su novela, reconstruyó unaarenga de Badaraco que sintetiza larespuesta a las críticas foristas: “lo quehacen, suspira decepcionado, es encerrarseen una clandestinidad vergonzante, que losaísla aún más de la gente, de lo nuevo quesurge en el movimiento obrero. ¿No se dancuenta que ya no se trata del artesanadoinmigrante de comienzos de siglo? Hoy sonsus hijos y las masas de criollos que sevienen del campo los que se meten en lasfábricas y en la vida obrera, sin darlebolilla a las viejas sociedades de oficiosvarios, que si fueron útiles alguna vez,ahora sólo sirven para dividir a losobreros de una misma industria. Desde hacetiempo los trabajadores se orientan a lossindicatos por ramas de industria, porqueahí pueden estar todos, sin importar sus

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tendencias y organizaciones” (Rosales,2001, p. 309). El planteo de la AOS noquedó en los papeles pues rápidamente selanzaron a organizar el Sindicato dePintores que controlaban y en donde sedesempeñaba uno de sus máximos exponentescomo Cabrera. Allí, determinaron que debíanformar seccionales barriales y, sobre todo,grupos sindicales en las obras y en lasprincipales fábricas de pintura.[33] Así,durante los últimos meses de 1934declararon una huelga por mejorassalariales y de condiciones laborales, enla que los organismos de base en cumplieronun activo y decisivo rol en la coordinacióny posterior efectivización de lofirmado.[34]

La importancia del trabajo sindical de basepara Spartacus puede observarse conclaridad en el momento en el que se inicióel conflicto de la construcción endiciembre de 1935 que finalizó con lahuelga general de enero de 1936. Frente alcomienzo del conflicto el gremio de laconstrucción presentó los pliegos decondiciones y la interpretación deSpartacus puso de manifiesto sus interesesy objetivos: “estos pliegos van asignificar el control sindical en la obra,

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el comité obrero en la empresa, el delegadode la organización en todo lugar detrabajo, el cese del abuso, mayor salario yotras condiciones de vida. (…)”.[35] Labúsqueda de representación gremial en elsitio laboral a través de la creación decomités obreros aparecía entre las metas deSpartacus en el inicio de la huelga.

Este programa fue impulsado con mayorintensidad en los gremios de laconstrucción en los cuales losespartaquistas trabajaron con loscomunistas en la creación de instancias derepresentación en los lugares de trabajo.El desempeño en el sindicato de pintores,en donde Spartacus construyó una mayoría,permite ver el compromiso con la creaciónde estructuras gremiales de base: “encuatro fábricas se han constituido Comitésde Fábricas, los que han logrado en tres deellas mantener la cohesión orgánicanecesaria y desbaratado las maniobraspatronales de destruir la nacienteorganización de los obreros de las fábricasde pintura”. Asimismo, quedaba manifiestala voluntad de expandir la organizaciónsindical en las empresas y fábricas en elgremio: “es necesario que todas lasfábricas de pinturas cuenten con todo el

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personal obrero asociado a nuestroSindicato de Obreros Pintores y de Fábricasde Pinturas, para hacer efectivasreivindicaciones impostergables, como elsalario mínimo igual para ambos sexos enigualdad de producción, la estabilidad delpersonal, estableciendo turnos en eltrabajo en el período en que el trabajomerma o reduciendo el horario; condicionesde salubridad e higiene; máscaras deprotección en las tareas nocivas paraneutralizar sus efectos; reconocimiento delComité de Fábrica”.[36] La estructura debase era deseable para encarar el controlsindical de las condiciones de trabajo yobtener mejoras. En paralelo, era rechazadapor la patronal con diferentes maniobras(despidos, suspensiones, etc.) que contabancon el beneplácito estatal. Las citastambién dejan entrever la voluntad deobtener el reconocimiento para los comitésobreros.

Indudablemente, la insistencia de Spartacuspor construir una propuesta para elmovimiento obrero que hiciera hincapié enel trabajo de base se encontraba ensintonía con una de sus principalespreocupaciones. La lucha contra laburocratización del movimiento obrero

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estuvo presente en todo el recorridopolítico del grupo (Benyo, 2005, pp. 82 yss). Advertían las tendencias a laburocratización al tiempo que planteabanlos mecanismos deseables paracontrarrestarlas: “el desarrollo industrialdel país ha concentrado en losestablecimientos fabriles a millares deobreros y obreras que, víctimas de unaexplotación brutal se han lanzado a lahuelga, en la mayoría de los casos sin unapreparación previa, las que han sidodirigidas burocráticamente, sin laparticipación activa y directa de lospropios interesados. El nuevo proletariadoindustrial que ha participado por primeravez en conflictos gremiales, necesita sacarenseñanzas de la experiencia adquiridacreando formas de organización que, comolos Comités de Fábricas y comisiones dereclamos en los grandes establecimientos,le permita mantener un verdadero controlobrero, educándolo en la lucha por susreivindicaciones más inmediatas y para daral movimiento obrero su verdadero sentidotransformista con la participación directade los trabajadores”.[37] La AOS entendíaque a la burocratización y a las tendenciasa una mayor institucionalización que

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redujeran la combatividad de lasorganizaciones se les debían oponer métodosde mayor democratización en donde las basesse posicionaran como motor de la prácticagremial. En esta dirección, la construcciónde comités fabriles constituyó unainstancia de importancia para mantener losmecanismos de decisión y lucha política alnivel de la base.

El año 1938 fue testigo del debate por lacreación del Sindicato Único de laConstrucción (SUC) que tendría influenciaen la Capital Federal y alrededores.Existieron dos proyectos de estatuto deconformación del sindicato: uno impulsadopor la mayoría comunista en la FONC y elotro por la AOS desde el sindicato depintores. Los debates en torno al proyectotuvieron diversos ejes pero uno de lospuntos más criticados por Spartacus era laintromisión del Estado en lasorganizaciones del movimiento obrero. Enparticular, el proyecto espartaquistarechazaba fuertemente la solicitud depersonería jurídica al Estado por parte delos sindicatos y la instauración de lascomisiones paritarias formadas portrabajadores, patronos y autoridades delDepartamento del Trabajo (Benyo, 2005, p.

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169). El descreimiento y rechazo a estascomisiones se basaba en el interés de claseque encarnaba el Estado y la consecuenteincapacidad de constituirse como árbitroimparcial en las negociaciones entreobreros y empresarios. En este sentido, lascríticas se hacían notar en el debateprevio: “ante la experiencia de losconvenios entre patrones, obreros yDepartamento Provincial del Trabajo, que nose cumplen, organización de comités decontrol en cada horno [ladrillero] y suenlace orgánico a través de sus respectivossindicatos, y la relación de éstos con lasorganizaciones locales y nacionales obrerasde la industria de la construcción”.[38]Resaltan dos cuestiones centrales en estacita. La primera es la voluntad deestructurar comités obreros en el gremio deladrilleros como contrapartida a lascomisiones paritarias. La segundacaracterística es la intención que estosorganismos de base estuvieran ligadosorgánicamente a la estructura de lossindicatos en su escala local y luegonacional. De igual modo se incentivaba a laconformación de comisiones en la industriaautomotriz: “¡A crear los Comités en laslíneas, empresas de ómnibus, talleres,

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garages y barrios!”.[39] Finalmente, yluego de duras discusiones, el Sindicato dePintores se incorporó al SUC en noviembrede 1938 aunque esto no impidió elresurgimiento de las críticas.[40] Estasdesavenencias fueron marcadas, incluso, porlas brigadas de la Liga PatrióticaArgentina que intentaban capitalizar estoscortocircuitos.[41]

Durante el año 1938 la FONC encaró la tareade constituir el Sindicato Único de laConstrucción (SUC) con influencia en laCapital Federal y pueblos cercanos hasta 60kilómetros. En los hechos, estorepresentaba un gran paso en la unificacióny centralización que buscaban loscomunistas. Sucedía en uno de los gremiosindustriales más importantes y, a la vez,en el que no existían antecedentes deenvergadura en esa dirección, pues latendencia a la formación de sindicatos deoficio había sido la predominante.[42]

La relevancia otorgada por la dirigenciadel sindicato a los comités obreros de baseen la constitución del SUC se observaba enun comunicado de la FOSC en el que seadvertía: “dentro de la labor general porla constitución del Sindicato Único, la

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formación de los Comités Mixtos ocupa unlugar de primera importancia. Los ComitésMixtos serán la espina dorsal de la futuraorganización, y dentro de la actual, son yael germen del Sindicato Único”.[43] En unsentido similar se manifestaba AntonioCabrera, secretario de los pintores ymiembro de la anarquista AOS, que frente alproyecto del sindicato único señalaba lanecesidad de evitar el centralismoburocrático y destacaba: “los Comités deEmpresa, de Fábrica, Mixtos de Obra,Seccionales Barriales, Piquetes, etc.,asambleas de cada especialidad y generalesde todas las especialidades, desde dondeparten las iniciativas tendientes avigorizar y darle sentido liberador almovimiento obrero, son la única garantíapara evitar su castración”.[44]

Las disputas y desavenencias entreSpartacus y los comunistas no fueron pocasdurante el período. Más allá de losacuerdos, las discusiones sobre laconformación del SUC en la Capital Federalprovocaron cortocircuitos entre ambossectores. De hecho, la “rama” de pintores afines de 1940 se retiró del SUC afiliado ala FONC y permaneció como sindicatoautónomo.[45] Aunque la FONC conservó una

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rama de pintores la fracción liderada porSpartacus se retiró en ese instante. Noresulta sencillo reconstruir con exactitudel recorrido del sindicato de pintores yaque un tiempo después de la separaciónmuchos de sus integrantes, y militantes dela AOS, retornaron a la FONC. Lacomplejidad también está dada porque estaseparación ocurrió en simultáneo a losproblemas internos del grupo que provocaronresquebrajamientos. La disolución deSpartacus no puede fecharse con exactituddada la inexistencia de un manifiesto.[46]La coyuntura política del momento, elrecorrido militante y el apoyo a gran partede los principios comunistas posibilitaronla afiliación al Partido Comunista dealgunas de sus figuras principales luego desu disolución. Al parecer, Joaquín Basantase afilió en 1945 mientras que AntonioCabrera lo hizo en 1947. Domingo Varonematerializó su ingreso al PC para la mismaépoca.

A modo de cierreLa especificidad de los grupos estudiadosdentro del universo del anarquismoargentino queda manifiesta. La FACA y laAOS estimaron ‘caducos’ ciertos principios

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‘clásicos’ del anarquismo argentino. Nuevaslecturas sobre la realidad argentina lespermitieron desechar la organización poroficios e impulsar los sindicatos por ramaindustrial. Esto les habilitó un acuerdoprimario para un trabajo conjunto con otrascorrientes políticas, como el comunismo.

El nuevo escenario industrial habíaconvertido a la fábrica en un lugarcentral. La concentración en grandesestablecimientos colaboró para que estosgrupos optaran por focalizar los esfuerzosen obtener representación al nivel de lasfábricas, empresas y talleres. Con loslocales sindicales clausurados, el punto dereferencia para el trabajo gremial setrasladó a los centros productivos.Indudablemente la concepción sobre eltrabajo de base en las fábricas seencontraba estrechamente relacionada a laadopción del sindicato único por rama y laclausura de los locales aunque en Spartacustuvo un peso considerable la formulacióndel ‘Pacto Obrero’.

La AOS y la FACA estimaron deseableextender su acción sindical más allá de lossindicatos anarquistas. Esto implicabaadoptar una posición frente a la FORA. Casi

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desde su creación, Spartacus caracterizócomo prescripta a esta organización y, enconsecuencia, desechó cualquier intento porrevitalizarla. El CRRA, y posteriormente laFACA, abandonaron más tardíamente laesperanza de darle al forismo un nuevoimpulso que lo reposicionara dentro delmovimiento obrero aunque ya hicimos mencióna los dichos de Riera Díaz al respecto.

Un punto disímil en las visiones deltrabajo gremial resalta entre ambos grupos.El CRRA y la FACA sostenían que la tareadebía realizarse en la clandestinidad dadoque el movimiento obrero había sidocolocado en dicha situación. Tanto lailegalidad formal como la represión sufridapor el proletariado en tiempos de legalidadcolocaban a la organización, en opinión delos faquistas, en una situación declandestinidad en la que debían desempeñarsu militancia diaria. Spartacus rechazó demanera explícita las tendencias a laclandestinidad porque consideraba quedebilitaban la organización y, encontraposición, debía propiciarse labúsqueda constante de espacios de legalidady el aprovechamiento de coyunturasfavorables a la misma.

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La reconstrucción de estas experienciasdebe acompañarse de una calibración precisasobre la incidencia real en la dinámica dela época. No debemos cometer el error desobredimensionar la experiencia anarquistaen la década del treinta. Lacaracterización de ambas organizacionessobre el industrialismo, la instalación degrandes fábricas y la aparición de un nuevoproletariado para el cual debían elaborarsepropuestas renovadas pareció acertada.Estas definiciones no sólo implicaban unamirada hacia el trabajo futuro sino tambiénuna explicación acerca de las causas de lapérdida de la influencia libertaria entrelos trabajadores. Pero, además, eldiagnóstico sobre la necesidad de organizara los obreros en las grandes fábricas, conpreferencia en la industria, sobrellevó ladificultad de toparse con la presencianutrida y activa de los comunistas en losprincipales gremios. Los comunistas poseíanpara los inicios de los años treinta unaactividad sindical previa que les permitióposicionarse en mejores condiciones frentea la coyuntura de crecimiento industrial dela década. La FACA y Spartacus participaroncomo fracciones minoritarias en el procesomás importante del período en lo que

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respecta al sindicalismo industrial: laFONC. Spartacus tuvo una posición menoscrítica frente a esta experiencia mientrasque la FACA cuestionó los métodoscomunistas por centralistas y reformistas.La sintonía de la experiencia de la FONCcon la voluntad de Spartacus y la FACA depromover instancias de organización en loslugares de trabajo es evidente. El modo enque estas agrupaciones anarquistasnutrieron este proceso, lo fomentaron,presentaron alternativas, establecierondivergencias, o demás variantes, es unpunto a tener en cuenta. A nivel nacionalindudablemente la FACA tuvo una mayordimensión que la AOS cuya influencia seredujo a Buenos Aires y sus alrededores. Entérminos de participación real en elproceso más importante de sindicalismoindustrial de la época, la FONC, Spartacusformó parte de modo más activo.

Es evidente que un primer error de algunosestudios fue el de reducir la experienciaanarquista a la FORA y las organizacionesque la orbitaban. Mostrar la diversidad delcampo ácrata permite, entre otroselementos, visualizar los intentos porrepensar algunos de los preceptos delforismo como la estructuración por oficios

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que, conforme se extendía el paisajeindustrial, resultaba inadecuado. En ladécada de 1930 ocurrió un cambiotrascendental en el mundo libertario con lacreación del Comité Regional de RelacionesAnarquistas, convertido luego en FederaciónAnarco Comunista Argentina, y de la AlianzaObrera Spartacus. Ambos grupos cuestionaronciertos pilares del forismo: rechazaron lasorganizaciones por oficio, propiciaron lossindicatos únicos por rama, incentivaron suparticipación en sindicatos controlados porotras fuerzas y fomentaron trasladar eltrabajo de los locales gremiales a loscentros productivos. Ello les habilitócierto dinamismo en algunos sectores y, condiferencias ya señaladas, lograronregenerar sobre nuevos fundamentos lapráctica libertaria. Sin menoscabo de esteproceso, pero sí mensurándolo, su limitadoinflujo fue menos consecuencia de suacertado diagnóstico del cambio desituación, que producto de la pericia delos militantes del PC que habían edificadoun entramado de base durante la décadaprevia que obturó el avance anarquista.

La intención fue reconstruir la voluntadorganizativa del sitio de producción de dosde los grupos anarquistas más importantes

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de la década del treinta. El trabajorefleja la intención manifiesta de poseeruna política específica de militancia enlas fábricas, empresas y talleres. Lapotencialidad de estas experiencias, laparticipación en los conflictos de laépoca, la concreción de las voluntades deorganización, entre otros elementos, podránen un futuro dimensionar con mayorprecisión la actuación de estos grupos enel campo sindical al nivel del lugar detrabajo. El valor del estudio es el deseñalar la importancia que para algunasfracciones del movimiento obrero tenía eltrabajo de base como mecanismo de luchaobrera. Estas tendencias a organizar elsitio laboral luego se pudieron masificar oexpandir pero, sin duda, ya se encontrabanpresentes en el movimiento obrero argentinocon anterioridad a lo que gran parte de lahistoriografía obrera argentina señaló.

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Citas[1] Una primera versión de este trabajo fuepublicada en Ceruso, 2011.

[2] Si mencionamos aquellas que abordancentralmente la corriente anarquistapodemos encontrar: Abad de Santillán, 2005;Riera Díaz, 1981; Varone, 2004; Cimazo,1984; Cimazo y Grunfeld, 1981.

[3] Para ver un desarrollo pormenorizado dela ALA: Doeswijk, 2013.

[4] Este Congreso fue legal pues elgobernador demócrataprogresista LucianoMolinas había puesto en vigor la

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Constitución provincial de 1921 queaseguraba las libertades mínimas para larealización de este tipo de eventospolíticos. La idea de ‘segundo’ reconoceríacomo antecesor al Primer Congreso RegionalAnarquista de octubre de 1922, impulsadopor los sectores opuestos a la FORA, al queasistieron 84 agrupaciones nacionales, 2del exterior y 40 representantesindividuales.

[5] “La organización anarquista. Unanecesidad que la hora actual hace másapremiante”, Acción Libertaria, 1,1/9/1933, p. 3.

[6] Las últimas dos citas: “Debates yresoluciones del 2° Congreso AnarquistaRegional. Proselitismo y tácticas de luchacotidiana”, La Protesta, 6784, 5/10/1932,pp. 4-5.

[7] Jacobo Prince, “La organizaciónobrera”, La Protesta, 7800, 30/11/1932, p.4.

[8] Folleto Manifiesto del 2° CongresoAnarquista Regional realizado en Rosariodel 13 al 17 de Septiembre de 1932 sobrereconstrucción post-revolucionaria, 1932.

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[9] Resoluciones adoptadas en el CongresoConstituyente de la Federación AnarcoComunista Argentina, Dirección deInteligencia de la Policía de la Provinciade Buenos Aires (DIPBA), pp. 13-14.

[10] “Posición de lucha”, AcciónLibertaria, 1, 1/9/1933, p. 1.

[11] “F. Obrera Local Bonaerense”, LaProtesta, 7808, 3/6/1933, p. 3.

[12] Las últimas tres citas: “FederaciónObrera Local Bonaerense”, La Protesta,7819, noviembre de 1933, p. 4.

[13] “Movimiento obrero”, AcciónLibertaria, 5, 20/4/1934, p. 6.

[14] Nos referimos a la existencia dedelegados como instancias individuales paraestablecer una contraposición con lasformas organizativas integradas por unconjunto de trabajadores, a sabiendas queen su mayoría eran elegidos por suscompañeros de trabajo y, en consecuencia,constituían una manifestación de unavoluntad eminente colectiva.

[15] “El trabajo sindical”, AcciónLibertaria, 4, enero de 1934, p. 7.

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[16] Folleto Al pueblo de la Argentina, elComité Regional de Relaciones Anarquistas,dirige su palabra en este día, 1/5/1934.

[17] “¿Qué debe hacer la juventud?”, AcciónLibertaria, 5, 20/4/1933, p. 7.

[18] “La F.O.R.A. es una fuerzarevolucionaria del proletariado”, AcciónLibertaria, 8, octubre de 1934, p. 3.

[19] “La juventud en el mov. obrero”,Juventudes Libertarias, editado por lacomisión de prensa y propaganda de las JJ.LL. de la Capital Federal (FACA), boletínn° 5, octubre de 1939, p. 3.

[20] Últimas dos citas: Resolucionesadoptadas en el Congreso Constituyente dela Federación Anarco Comunista Argentina,DIPBA, pp. 11 y 13.

[21] Laureano Riera Díaz señala que, másallá de las resoluciones formales delCongreso de Rosario, no existía la voluntadde aglutinar al anarquismo en torno a laFORA desde la constitución misma del CRRA:“la recomendación de reconstruir la FORAfue un ‘engaña pichanga’, una transacciónpara no correr a los Huerta (…). Prince,Balbuena y Badaraco sabían que ese muerto

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no tenía resurrección posible”. Riera Díaz,1981.

[22] A fines de 1935 los socialistasimpulsaron un golpe interno en la CGT ydesplazaron de la conducción a lossindicalistas. Esto provocó la división.Los gremios más importantes quedaronenrolados en la CGT conducida por lossocialistas (denominada CGT Independencia)a la que al poco tiempo se sumaron lossindicatos dirigidos por los comunistas.

[23] La FONC fue la federación de industriamás importante a partir de su creación en1936. Paulatinamente se constituyó en unade las organizaciones sindicales másimportantes del país (Camarero, 2012;Ceruso, 2012).

[24] Estas últimas dos citas:“Intensificación de la actividad obrera entodos los lugares de trabajo”, AcciónLibertaria, 54, abril de 1942, p. 2.

[25] “Tiene clara orientación combativa laAgrupación Sindical Gráfica”, SolidaridadObrera, 22, febrero de 1943, p. 3.

[26] Cimazo y Grunfeld, 1981, p. 97;entrevista a Luis Danussi, Archivo Historia

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oral/Instituto Torcuato Di Tella,27/11/1971 y 10/12/1971, p.77.

[27] “¿Qué es el “pacto obrero”? Unaposición para el proletariado”, Spartacus.Obrero y Campesino. Comunista Anárquico, 5,1/5/1935, p. 4.

[28] “Programización de la uniónproletaria”, Spartacus. Obrero y Campesino.Comunista Anárquico, 8, 1/5/1937, p. 4.

[29] “¿Qué hay detrás de Justo?”,Spartacus. Obrero y Campesino. ComunistaAnárquico, 8, 1/5/1937, pp. 1 y 3.

[30] “Frentes Únicos y ‘Pactos Obreros”, LaProtesta, 7834, junio de 1935, p.2.

[31] “El periódico ‘Spartacus’ y elmovimiento obrero”, El Albañil, órgano delos Obreros Albañiles de la Capital ypueblos circunvecinos, adherido a la FORA,1, 18/12/1935, p. 2 (el resaltado es de lafuente).

[32] Últimas dos citas: “¿Cómo empezar? Lostrabajadores debemos vencer la reacción”,Spartacus. Obrero y Campesino. ComunistaAnárquico, 5, 1/5/1935, p. 3.

[33] “Encaran sobre nuevas bases la

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reorganización del gremio de obrerospintores”, La Vanguardia, XLI, 9860,7/9/1934, p. 4.

[34] “La huelga de pintores a llegado a sutotal desarrollo”, La Vanguardia, XLI,9943, 29/11/1934, p. 4.

[35] “La gran huelga. En las asambleas delLuna Park está el rostro de la huelga”,Spartacus. Obrero y Campesino. ComunistaAnárquico, 6, 20/11/1935, p. 3.

[36] Últimas dos citas: “El ejemplo de lasobreras y obreros de las fábricas depintura”, Spartacus. Obrero y Campesino.Comunista Anárquico, 8, 1/5/1937, p. 2.

[37] “El ejemplo de las obreras y obrerosde las fábricas de pintura”, Spartacus.Obrero y Campesino. Comunista Anárquico, 8,1/5/1937, p. 2.

[38] “Camaradas ladrilleros: ¿Para cuándola lucha nuestra?”, Spartacus. Obrero yCampesino. Comunista Anárquico, 10,septiembre de 1937, p. 2.

[39] “Para qué la unión de los obreros delautomotor?”, Spartacus. Obrero y Campesino.Comunista Anárquico, 11, marzo de 1938, p.

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1.

[40] “Incorporación de Pintores alSindicato Único”, Orientación, II, 76,8/12/1938, p. 7.

[41] “Actividad comunista”, Patria y Orden,I, 2, abril de 1939, p. 4.

[42] Alberto Guevara, “La inmensa mayoríade los obreros apoya el sindicato único”,Orientación, II, 46, segunda semana de mayode 1938, p. 2.

[43] “Activan las tareas tendientes a crearel Sindicato Único de los obreros de laconstrucción”, La Vanguardia, XLIII, 11050,19/12/37, p. 5.

[44] Antonio Cabrera, “El S. Único de laconstrucción debe responder a lasnecesidades de liberación de nuestraclase”, Avance, semanario de lostrabajadores, I, 33, 26/2/38, p. 2.

[45] Los argumentos de ambos sectorespueden verse en: “Ejemplar el acto de laconstrucción”, La Hora, 283, 21/10/1940, p.8; “Son repudiadas las maniobrasstalinianas en la construcción”, AcciónLibertaria, 40, diciembre de 1940, p. 3;

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“Actitud antisindical de los dirigentes dela FONC”, Unión Sindical, periódicoquincenal de la Unión Sindical Argentina,46, noviembre de 1940, p. 3 y Benyo, 2005,pp. 165-176).

[46] Javier Benyo la sitúa aproximadamenteen los primeros meses de 1940 aunque noexisten certezas de este dato (Benyo, 2005,p. 177).