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Análisis del entorno petrolero
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Analizando el precio del petróleo y su influencia en el mercado local
Hasta hace algunos meses, la caída del precio del petróleo a nivel global no estaba en los cálculos de ningún
analista. Sin embargo, este fenómeno se produjo y viene generando preocupación en los países productores.
¿Cuál es el impacto de esta reducción en el mercado peruano de combustibles?
Por Luis Espinoza el 30 de Enero 2015 12:42 PM 2 0
El petróleo es uno de los commodities más comercializados en la actualidad. Para establecer
su precio de referencia existen "marcadores" en cada zona del mundo, siendo uno de los
más empleados el WTI, el cual se emplea en América. De acuerdo con la Figura 1, desde
del año 2000, el WTI ha aumentado significativamente: pasó de US$ 30 por barril hasta
US$ 140 por barril en julio de 2008.
¿Por qué existe esta variación en el precio? Porque el petróleo es un commoditie que puede
ser almacenado, generando stocks. Por lo tanto, su valor refleja la relación entre la oferta, la
demanda y el stock almacenado. En 2012 y 2013 (ver Figura 2) los niveles de stock eran
bajos y, por lo tanto, el precio se mantuvo alto y con tendencia a aumentar. En 2014, la
producción de petróleo fue mayor y los niveles de stock también; por ello, ante una
sobreoferta el mercado reaccionó reduciendo los precios.
Es claro que el precio del petróleo marca el comportamiento de los derivados (GLP,
gasolinas, diésel y residuales). En la Figura 3 se muestra cómo el marcado de precio del
petróleo de Europa (Brent) tiene una estrecha relación con los precios de la gasolina
procesada en Estados Unidos.
En el Perú ocurre lo mismo, donde el marcador del precio del petróleo (WTI o Brent)
condiciona las compras de petróleo de las refinerías nacionales y con ello los precios de los
derivados.
En este punto, debe señalarse que desde el
2004Osinergmin calcula un precio de paridad de importación (PPI) de los derivados, con el
objeto de dar transparencia al mercado nacional y señalar las razones del cambio en los
precios internos. Los vendedores nacionales (Petroperú, Repsol y otros) están en la libertad
de colocar sus precios, pero normalmente siguen su propia paridad de importación (PPI).
En la Figura 4 se muestran las PPI de cuatro combustibles vendidos en Lima, señalando
además los precios medios de venta al público (PVP).
Además, desde el 2004 existe el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles
(FEPC), el cual amortigua las subidas y bajadas del PPI. Para amortiguar el PPI, el FEPC
ha creado una Banda de Precios (LS en la figura del GLP y Diésel), observándose
que Petroperú sitúa su precio de venta en un valor cercano al LS (Límite Superior de la
Banda de Precios).
El precio interno no ha bajado tan rápido en el mercado nacional porque los envasadores de
GLP y los distribuidores de gasolinas y diésel han incrementado su margen de ganancia.
¿Debe intervenir el Estado para que la baja del petróleo se refleje en su totalidad en el
mercado local de combustibles?
Esta entrada contiene un artículo de:
Luis Espinoza
MBA, ESAN. Magíster en Energética e Ingeniero Mecánico Electricista, Universidad Nacional de Ingeniería.
Especialista en las áreas de planificación y regulación energética, ha sido Miembro de la Comisión de Tarifas
de Energía (CTE), Asesor y Especialista en Planeamiento Energético del Ministerio de Energía y Minas.
Profesor de la Maestría en Gestión de la Energía de ESAN.
La injustificable modernización de la refinería de Talara
La modernización de la refinería de Talara ha despertado debates en los medios especializados. La mayoría
de ellos se centran en una visión economicista del proceso de modernización, que al día de hoy implica una
inversión de 2 mil 730 millones de dólares con la incertidumbre de que ese monto se incremente.
Por Alberto Ríos Villacorta el 18 de Septiembre 2013 6:46 PM 3 0
La incomprensión del concepto de seguridad energética
El Perú es un país adicto al petróleo. Un recurso no
renovable que ha entrado en un proceso de agotamiento a nivel mundial y escaso a nivel local. Un recurso no
renovable muy vulnerable a las tensiones geopolíticas de las principales zonas de producción.
Un recurso no renovable cuya volatilidad de precios afecta seriamente a las actividades económicas de los
países adictos, como es el caso peruano; es decir, la inseguridad energética del país es directamente
proporcional a su nivel de adicción petrolera. Mayores importaciones de petróleo, mayor inseguridad
energética del Perú.
La solución más inteligente para un país adicto al petróleo es elaborar e implementar una estrategia de
despetrolización, un proceso de desintoxicación petrolera. Una estrategia que inicie un proceso de
electrificación del transporte público y de mercancías. La electrificación del transporte de personas y
mercancías reduciría significativamente el consumo de petróleo y desacoplaría diversas actividades
económicas de un recurso fósil escaso y caro. Menores importaciones de petróleo, menor inseguridad
energética del Perú. Una premisa que no parece muy difícil de entender.
Un desacoplamiento planificado del petróleo incrementará el nivel de invulnerabilidad energética del país. Se
reduciría la dependencia de los precios del petróleo, causados por tensiones geopolíticas, desastres
naturales, especulaciones del mercado y variaciones de la producción de las refinerías extranjeras, que
suministran derivados al Perú.
Desde luego existirían sectores económicos como la agricultura, el turismo, la maquinaria de construcción y la
petroquímica que exigen un proceso de despetrolización a más largo plazo y dependerían de las variaciones
internacionales de los precios hasta que puedan ser reemplazados por biocombustibles nacionales. Aunque
sería un volumen de derivados de petróleo mucho menor que el consumido en el transporte.
Asimismo, los usuarios de vehículos privados deberán pagar el coste de los derivados de petróleo a precios
internacionales. El consumo de petróleo de los usuarios de vehículos privados se deberá satisfacer por un
mercado competitivo de distribución de derivados que cumpla con las exigencias nacionales
medioambientales.
En resumen, el concepto de inseguridad energética está asociado al nivel de importaciones de petróleo. Esa
es la premisa fundamental que al parecer muchos analistas no introducen en sus argumentos sobre la
modernización de la refinería de Talara.
En la figura 1, se observa que las 2/3 partes del petróleo consumido en el Perú en el año 2012 es importado.
Este valor de importaciones sobre producción se incrementa año a año. Nadie puede defender con algo de
seriedad que refinar más petróleo importado incrementa el nivel de seguridad energética del Perú.
Figura 1: Nivel de importaciones
de petróleo a finales del año 2012, La República.
Las tristes y preocupantes estadísticas de producción nacional
En el último informe de agosto de Perúpetro sobre la producción petrolera, se observa que la caída de
producción diaria en el año 2013 confirma la tendencia de hace varios años de incesante reducción de la
producción nacional de petróleo, figura 2. Con algo de suerte, a finales de año 2013, la producción diaria
apenas superará los 60 mil barriles. Asimismo, la demanda en agosto del 2013 ya supera los 215 mil barriles;
es decir, menos producción y más demanda, no es difícil deducir que año a año se incrementa el nivel de
importaciones de petróleo, por tanto, se incrementa el nivel de inseguridad energética y el nivel de
vulnerabilidad de la emergente economía peruana.
Una tendencia de la producción nacional claramente descendente no se puede asociar con el incremento de
la seguridad energética. Ya se pueden reconstruir y modernizar todas las refinerías existentes en el Perú y no
se mejorará la seguridad energética porque el país seguirá importando petróleo. La inconsistente idea de que
refinar petróleo importado eleva la seguridad energética del país no resiste el menor análisis de seguridad
energética. Más demanda y menos producción nacional de petróleo implica mayores volúmenes de petróleo
importado; es decir, mayor nivel de inseguridad energética.
Puesto que en un futuro cercano existen serias probabilidades de no encontrar importantes yacimientos del
petróleo en el país, no parece más lógico iniciar una política de despetrolización que planificar faraónicas
obras de modernización en base a un recurso que es escaso en el Perú, según las cifras estadísticas actuales
de Perúpetro.
Si se descubren importantes yacimientos, en un país con una estrategia de despetrolización en proceso de
implementación, el petróleo descubierto se podrá explotar y exportar, generando una gran renta petrolera que
permitirá satisfacer las necesidades básicas de las poblaciones dueñas del recurso, los eternamente
olvidados.
Modernas o modernizadas refinerías que emplean un importante volumen de petróleo importado, por
reducción de la producción e incremento de la demanda, no incrementan la seguridad energética del país. Las
refinerías son un importante elemento de seguridad energética siempre que la producción nacional de
petróleo garantice la demanda. En el caso peruano, la empresa que se encarga de la refinación no posee
yacimientos propios o sea que debe comprar el petróleo a precios internacionales a empresas productoras
nacionales e importar del extranjero una significativa cantidad del petróleo a refinar.
Figura 2: Producción
fiscalizada de petróleo en el Perú entre el año 2003 y 2013, Perúpetro.
La modernización de la refinería de Talara y la seguridad energética
El Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara consiste en:
Incrementar la producción de la refinería de 95 mil barriles diarios
Construcción de una unidad de tratamiento de crudo pesado
Producción de combustibles limpios con un contenido de azufre de 50 partes por millón
Los defensores de la modernización de la refinería de Talara indican que el principal sustento para la
realización del proyecto es la garantía de la seguridad energética del país. Ese planteamiento es válido si el
Perú fuese un país productor de petróleo, pero no es así. Es fundalmentalmente importador del mismo. Ni
siquiera los descubrimientos de nuevos yacimientos han significado un aumento de la producción de petróleo
nacional en los últimos 10 años. Además, el petróleo descubierto en esos nuevos yacimientos es en un gran
porcentaje petróleo pesado, algo más caro de extraer y refinar que el petróleo convencional.
En el caso más optimista, si el nivel de producción de petróleo en el Perú se mantuviese en 60 mil barriles
diarios hasta el 2017, fecha de probable finalización de la modernización, a la modernizada refinería de Talara
le sobraría capacidad de refinación de 35 mil barriles diarios, entre petróleo ligero y pesado, que deberá
importar. 35 mil barriles más de inseguridad energética. Inseguridad energética es igual a mayor importación
de petróleo.
Si la tendencia de reducción continúa en los próximos cuatro años, la producción a finales del 2017 podría
alcanzar unos 50 mil barriles diarios, considerando que desde 2009 a 2013 la producción se ha reducido en
10 mil barriles diarios. 45 mil barriles de importación, 45 mil barriles de inseguridad energética. Si en el 2017,
la producción mundial se ha reducido y se mantiene el crecimiento de la demanda de algunos países
emergentes, el precio del petróleo alcanzará precios más elevados que el actual, de alrededor de los 100
dólares el barril.
Será difícil convencer a los ciudadanos peruanos que no existe un riesgo real de que la modernizada de la
refinería de Talara podría trabajar en el 2017 a la mitad de su capacidad. Demasiados cabos sueltos para
embarcarse en una multimillonaria inversión en un entorno externo con tantas incertidumbres a corto plazo y
con una producción nacional de petróleo en franca reducción.
Algunos analistas indican que la reducción de las
enfermedades causadas por el alto nivel de azufre y su impacto en las arcas del Estado hace viable el
proyecto.
Si los 2 mil 730 millones de inversión esperada en la modernización de la refinería se invirtiesen en la
construcción de un sistema de transporte electrificado en Lima, se ahorrarían muchos accidentes, muchas
vidas humanas, muchas enfermedades y sobre todo se desacoplaría importantes actividades económicas de
la dependencia del petróleo. Petróleo que el país ya no produce. Petróleo que el país importa año a año en
mayores cantidades.
La inversión esperada en la modernización permitiría construir en Lima más de 200 kilómetros de tranvías y
vías ciclistas. El transporte en la ciudad no dependería del petróleo sino de la electricidad y se establecería un
modelo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Habría mucho menos contaminación y menos
gastos del Estado en atender las enfermedades e impacto en la salud de las emisiones del transporte.
Las variaciones del precio del petróleo no afectarían al normal movimiento y desplazamiento de personas y
mercancías en la ciudad más importante del Perú. La demanda de petróleo y el volumen de importaciones se
reducirían significativamente. La seguridad energética del Perú se incrementaría proporcionalmente, es decir,
significativamente.
Desde el punto de vista de seguridad energética, nada justifica un gasto tan desorbitado en un negocio con
tantas incertidumbres a corto y mediano plazo. Si el gobierno decide aprobar la financiación del proyecto de
modernización de la refinería de Talara se deberá incluir una cláusula de responsabilidad ulterior. Así los
responsables del más previsible y predecible fracaso económico de la historia reciente del Perú serán
fácilmente identificados y encausados judicialmente.
¿Qué opina usted acerca de la modernización de la refinería de Talara?
Esta entrada contiene un artículo de:
Alberto Ríos Villacorta
Doctor Ingeniero Industrial, Universidad Carlos III de Madrid. Ingeniero Eléctrico, especializado en Sistemas y
Redes Eléctricas, Instituto Politécnico de Bielorrusia. Master en Energías Renovables, Universidad Europea
de Madrid.
Profesor Internacional de la Maestría en Gestión de la Energía de ESAN