Analisis Politico - Boaventura de Sousa Santos

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  • 8/3/2019 Analisis Politico - Boaventura de Sousa Santos

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    ANLISIS POLTICO No. 36Enero/Abril 1999

    INSTITUTO DE ESTUDIOS POLTICOS YRELACIONES INTERNACIONALES (IEPRI)

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

    Francisco Leal BuitragoFUNDADOR

    William Ramrez TobnDIRECTOR

    Fernando Cubides CipagautaEDITOR

    Gonzalo Snchez GmezASESOR EDITORIAL

    Sandra Patricia Martnez B.ASISTENTE EDITORIAL

    Diana Marcela RojasEDITORA VERSIN ON LINE

    Carlos Germn SandovalASISTENTE EDITORIAL VERSIN ON LINE

    ASESORES EDITORIALES INTERNACIONALES

    Klaus MeschkatALEMANIAMara Isaura Pereira de QueirozBRASILDaniel Pcaut FRANCIAEric HobsbawmINGLATERRANorbert Lechner CHILEThomas FischerALEMANIACharles Bergquist ESTADOS UNIDOSCatherine LeGrand CANAD

    UNIBIBLOSImpresinSiglo del Hombre Editores Distribucin

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    CONTENIDO

    ESTUDIOS

    Ser diferente por (para) ser moderno o lasparadojas de la identidadCHRISTIAN GROSS

    El conflicto de Bosnia-Herzegovina y elacuerdo de Dayton: un anlisis a partir de laescuela estructural de la negociacinJUAN CARLOS GUERRERO B.

    DEMOCRACIA

    De la violencia a lo poltico, unareconversin lograda? El caso de El SalvadorFRDRIC MASS

    Nmadas y anfibios: dos metforas deinsurgencia culturalWILLIAM RAMREZ TOBN

    COYUNTURA

    Poder militar y guerra ambigua: El reto deColombia en el siglo XXIRICHARD DOWNES

    Gua prctica del ordenamiento territorial enColombia: contribucin para la solucin deconflictos

    ORLANDO FALS BORDA

    DEBATE

    Hacia dnde va la Paz?EDUARDO PIZARRO LEONGMEZ

    /JAIME ZULUAGA

    AL MARGEN

    Los terrgenasJUAN GABRIEL GMEZ ALBARELLO

    Respuesta a Thomas JeffersonTRADUCCIN DE LVARO CAMACHOGUIZADO

    RESEAS

    Los artfices de una cultura mundializada; yOtro Territorio. Ensayos sobre el mundocontemporneo,de Renato Ortiz, por HUGO FAZIO VENGOA

    De la mano de Alicia. Lo social y lo polticoen la postmodernidad,

    de Boaventura de Sousa Santos, porMIGUEL GARCA SNCHEZ

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    SER DIFERENTE POR (PARA) SERM ODERNO, 0

    LAS PARADOJAS DE LAIDENTIDADAlgunas reflexiones sobre la construcci nde una nueva frontera tnica en Amricalatina

    Christian Gros1

    Hace unos aos publiqu un textotitulado Identidad Indgena, IdentidadNueva2 sobre el proceso de reafirmacin

    identitaria de una poblacin campesina deColombia que pareca haber perdidodesde hace aos, tal vez desde principiosde siglo o incluso antes, su carcterindgena. Una poblacin cuyos miembroshasta hace poco no se reconocan, almenos pblicamente, como poblacinindgena diferente de los demscampesinos y que tampoco eraexternamente identificada como tal. Enese entonces me bas en dos casos

    paradigmticos del fenmeno sealado: elcaso de los Kankuamos de la SierraNevada de Santa Marta, al norte del pas,cuya poblacin fuera descrita por G. y A.Reichel Dolmatof en los aos cuarenta ensu famoso libro Pueblo de Aritama, comodefinitivamente asimilada al campesinado"folk"; y el caso de los Yanaconas deldepartamento del Cauca, supuestosherederos de un grupo de yanaconasexilado por el imperio Inca en esta regin

    que, ante la ausencia de elementos que lespermitiesen afirmar un origen lingstico

    1 lnstitut des Hautes Etudes de l'Ameriqu latine,Universit de la Sorbonne Nouvelle, Paris. Elautor agradece a S. Hugh-Jjones por suscomentarios y A. Aravena por su apoyo a latraduccin. E-mail : [email protected] Gros, Christian. Identits Indiennes, IdentitesNouvelles. Quelques Rflexions partir du casColombien'. Caravelle: No.68, 1995. Una versinactualizada de ese trabajo esta por salir en la

    Revista Mexicana de Sociologa.

    diferente, solicitaba a los arquelogos,historiadores y antroplogos, queaportaran una prueba capaz de validar su

    origen distintivo. En la oportunidadtambin seal otros casos situados enPer y en Brasil, correspondientes a unapoblacin de ribereos o caboclos,considerada mestiza desde un punto devista biolgico y cultural. Otros mltiplesejemplos podran haber sido citados, depas en pas, para demostrar que enAmrica latina asistimos hoy a unfenmeno de gran amplitud que nosindica la entrada a una nueva coyuntura 3.

    Lo cierto es que el actual proceso dereivindicacin tnica que vivenpoblaciones cuya identidad ha sido - enocasiones - confusa, negada osimplemente subsumida por otrasidentidades, no se limita a los casosenunciados. El mismo fenmenoreivindicatorio puede encontrarseexpresado an con ms fuerza encomunidades que vivieron procesosopuestos a los descritos y que siempre

    fueron estigmatizadas y discriminadas entanto indgenas, en la medida en que susrasgos distintivos las llevaban a integrarautomticamente un grupo "atrasado" quesupuestamente no haba cumplido con losrequisitos necesarios para entrar en lamodernidad nacional. En ambos casos,observamos un proceso de movilizacintnica (utilizo el trmino de movilizacinen la acepcin que le otorga G. Germani)y depolitizacin creciente, basado en la

    construccin de una nueva subjetividadcolectiva, una identidad positiva.El argumento que trat de desarrollar

    en ese trabajo fue que en el contexto delos aos noventa, la nueva fuerza de lareivindicacin identitaria se poda

    3 En USA: Nagel, J. American lndian EthnicRenewal: Politics and the Resurgence of ldentity",

    American Sociological Review. Vol. 60, 1995, p.947-965.

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    explicar por su carcter bsicamenteperformativo (performatividad =capacidad de crear ciertos efectos

    deseados). En efecto, paulatinamente sehaba creado un espacio social y polticofavorable, en el que la reivindicacintnica pareca tener mayor legitimidad,exista un derecho positivo nuevo,favorable al reconocimiento tanto de lasdiferencias culturales como de losderechos territoriales y de una ciertaautonoma, y se evidenciaba tambin laimplementacin de formas de"discriminacin positiva" de parte de los

    gobiernos y agentes externos. En el casoparticular de las identidades"problemticas" de grupos hasta entoncesconsiderados asimilados, destaqu elpapel de antroplogos, lingistas,arquelogos e historiadores a quienes seles atribua (y se auto-atribuan) el rol deexpertos en identidades y culturas,capaces de legitimar, tanto frente a losojos de los propios interesados como a losde la propia sociedad nacional, las nuevas

    aspiraciones identitarias. Se tratabatambin de expertos en la elaboracin denuevos discursos, llamados a desempearun rol, a veces decisivo, en laconstruccin de la nueva etnicidad.

    El hecho es que desde la poca delprimer encuentro de Barbados, donde unpequeo grupo de intelectuales en rupturacon la poltica indigenista de susrespectivos pases lanz un primermanifiesto "en favor de un nuevo

    compromiso de los antroplogos y de unreconocimiento de la historicidad de lassociedades indgenas", asistimos a lo queMichel de Certeau calificara, el"despertar indgena " o, dicho en otrostrminos, "su renacimiento".

    En otros trabajos me he referido a lascondiciones estructurales que permiten

    entender este fenmeno 4. Resumo aqumis principales hiptesis sobre el tema.1. En la segunda mitad de este siglo,

    Amrica latina sufri un intenso procesode modernizacin que, de la ciudad a losmedios rurales, afect profundamente alconjunto de la sociedad. Lamodernizacin signific, como suelesuceder, cambios importantes que trajeronconsigo innumerables rupturas ydestruccin de un orden social quemantena a cada grupo social en el que sesupona "su" lugar. En el caso de lapoblacin campesina e indgena, el

    proceso de modernizacin provoc unacrisis en los modelos tradicionales decontrol econmico, ideolgico, social ypoltico que mantenan subyugados anumerosos grupos. Asimismo,desestabiliz lo que unos investigadores5llaman un modo de dominacinpaternalista, que con el fin de mantenerseutilizaba los recursos de la violenciasimblica e incluso, cuando era necesario,la coaccin directa.

    Dos instituciones que tuvieron unpapel fundamental en ese proceso y queestuvieron estrechamente ligadas entre s,se vieron particularmente afectadas: laHacienda y la Iglesia6. La hacienda, pormuchas razones, perdi gran parte delcontrol que ejerca sobre la sociedad

    4 Gros, C. "Indigenismo y Etnicidad: el DesafoNeoliberal". En: Antropologa en la Modernidad.Uribe, M. y Restrepo, E. (De). Instituto

    Colombiano de Antropologa: Santaf de Bogot,1997, p.13-60. Gros, C. Pour une Sociologie desPopulations Indiennes et Paysannes de l'Amrique

    Latine. L'Harattan: Pars, 1998.5 Geffray, C; Lna, P.; y Arajo, R. (Coord.),

    Lusotopie, Ioppression Paternaliste au Brsil.Karthala: Pars, 1996.6 Para el Ecuador Muratorio, B. Etnicidad,Evangelizacin y Protesta en el Ecuador. CIESE:Quito, 1982. Para Colombia Rappaport, J. ThePolitics of Memory: Nativo Historical

    Interpretation in the Colombian Andes.Cambridge University Press: Cambridge, 1990.

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    rural; y la Iglesia, con base a su propioaggiorgiamento cambi, a veces en formaradical, su tradicional postura de defensa

    del orden social. La difusin ypenetracin progresiva de la educacinformal hasta los sitios ms remotos, fueotro factor de gran importancia en elproceso modernizador. Ella acelerfuertemente los cambios, favoreciendo uncuestionamiento del orden simblico, unalucha cognitiva, ampliando el "campocultural" de las comunidades ypermitiendo la aparicin de una nuevalite escolarizada (a pesar que el nivel de

    educacin formal de la poblacinindgena sigue siendo uno de los msbajos de la regin). Entre otros factoresde igual importancia, tambin debemosaadir el impacto masivo que tuvo elcrecimiento demogrfico sobre elconjunto de las estructuras agrarias y enparticular sobre las comunidadescampesinas7, el impacto de la difusin dela economa de mercado sobre la pequeaproduccin campesina, el aumento de la

    presi n sobre los recursos naturales(tierra, agua, bosques), el abandonocompulsivo de las comunidades rurales aconsecuencia de la migracin rural-urbana, y la colonizacin de zonasforestales habitadas hasta entoncesexclusivamente por poblacin nativa, etc.De modo que la poblacin indgena,asentada en sus comunidades, o instaladafuera de ellas en zonas de colonizacindonde recre neo-comunidades, tuvo que

    buscar una forma de rearticularse alespacio nacional, enfrentndose a lanecesidad de definir un nuevo proyectotanto a nivel individual como colectivo.2. Estamos entonces frente a un procesode cambios importantes y demodernizacin, pero en gran medida

    7 Estudios Socio Demogrficos de PueblosIndgenas. CELADE-CIDOB-FNUAP-ICI:Santiago de Chile, 1994.

    inconcluso, inacabado, que provoc ladesarticulacin y la frustracin all dondehaba creado esperanzas de un cambio

    profundo. Las promesas de un futuromejor chocan, as, con la realidad.

    En los aos 70, cuando aparecen lasprimeras organizaciones indgenasmodernas, el proyecto de integracin y demodernizacin nacional populista en susdistintas manifestaciones entra en crisis,la que se agravara an ms durante losaos 80, llamados tambin "la dcadaperdida". Cabe preguntarse, cul era eseproyecto? Se trataba de construir un

    pueblo -una nacin- alrededor del papelrector del Estado, y una culturaunitaria", mestiza, indoamericana.Cmo se pretenda implementar elproyecto integrador, en realidad?. Unarespuesta parcial nos dice que a travs dela educacin, de la reforma agraria, de laurbanizacin, del fomento del mercado detrabajo formal, de la construccin deorganizaciones corporativas, de lacreacin progresiva de una sociedad

    salarial, de la implementacin de unmodelo fordista y de welfare perifrico.Todos esos cambios tenan que llegar alos sectores rurales con algn atraso ymucha dificultad, pero con el apoyodecisivo del Estado. El resultado tenaque ser la conformacin de una sociedadmoderna, culturalmente homognea,sociedad de individuos, pero deindividuos fuertemente cohesionadosalrededor de un proyecto colectivo y

    autnticamente nacional.Un autor como Stavenhagen, a partirdel caso de Mxico, defiende la idea que,a decir verdad, ese proyecto fue durantemuchos aos bastante exitoso. La pruebaestara en la enorme cantidad demigrantes venidos de sus lejanascomunidades indgenas que tuvieron laposibilidad de asimilarse positivamente"al universo urbano y a la mexicanidad. Loque es cierto. Pero es importante recordar

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    tambin que esa movilidad no significnecesariamente para todos una rupturacon la comunidad de origen y que muchos

    no encontraron en la urbe los mediosnecesarios para participar de una nuevaciudadana. De pronto, lo ms importantedentro de ese proceso pareca ser el sueoen torno a un "futuro mejor" para smismo o para los hijos, anhelo que seesperaba alcanzar a travs de unaestrategia de movilidad social ascendentepensada a nivel del individuo y de sufamilia, al margen de toda reivindicacinde la identidad tnica. Tampoco puede

    olvidarse que hasta en los momentos msfavorables para la realizacin delproyecto nacional-populista, muchos sequedaron en el agro tratando de subsistiren sus comunidades de origen, respetandosus propias leyes, manteniendo yadaptando su cultura. Y se sabe quedurante este perodo la fuerte migracincampo-ciudad no signific, en la mayorade los casos, una disminucin de lapoblacin considerada como campesina e

    indgena en trminos absolutos.El hecho es que en la Amrica latinade los aos 80, el Estado ya no tiene lamisma ambicin asimilacionista yempieza a disear nuevas polticas frentea sus "minoras" o "pueblos indgenas".Por qu motivo?. Se podra argumentarcon cierta razn, que en la nuevacoyuntura se trata de mantener alcomunero en su comunidad, sabiendo queya no se quiere o no se lo puede pretender

    integrar plenamente a la urbe, ni se lepueden otorgar los elementos necesariospara su modernizacin rural (tierra,crdito, educacin, organizacin, etc.). Lanueva poltica indgena, apoyndose enlas declaraciones y criterios aportados porla antropologa crtica y aprovechando eltema de la identidad y del respeto a lasculturas, manipulando sobre todo a loshombres y mujeres campesinos quequedndose en el campo fueron relegados

    al margen de la historia, tratara de formarlo que H. Favre llama "bantoustanestnicos". Un rgimen de opresin y de

    miseria se transformara as, por medio dela nueva retrica estatal, en los signospositivos de una alteridad culturalasumida y respetada. Nosotros mismosdefendimos en varias ocasiones la idea deque el reconocimiento de una autonomaindgena, tal como se da en Colombia,poda en parte (y solamente en parte) serentendida corno una poltica de gobiernoindirecto que en un marco neoliberal y dedescentralizacin poda trasladar a las

    comunidades responsabilidades hastaahora supuestamente asumidas por elEstado8. Pero tampoco se puede pensarque el Estado tenga una capacidad infinitade manipulacin (ni siquiera en Mxico!)y que sea el nico actor responsable delos cambios actuales. De hecho, en casitodos los pases con poblacin indgenase ha comprobado la presencia, con o sinla voluntad del Estado, de movilizacionescolectivas destinadas a alcanzar cambios

    sustantivos en las relaciones de poder,apoyndose en culturas que se pensabandesde el exterior, fosilizadas i.e. muertas.

    La crisis del proyecto nacional-populista afect no solame nte a lapoblacin indgena. Ella fue acompaadapor el cuestionamiento de una identidadnacional todava inestable y dbil, y susefectos lograron permear a otros actoresde clase.

    No se trata aqu de desarrollar los

    efectos del neoliberalismo dominante (dela pense unique) y de la globalizacinsobre las formas organizativas queestructuraban el campo social. Pero escierto que la apertura econmicaindiscriminada, el cuestionamiento del

    8 Gros, C. "Indigenismo y Etnicidad: el DesafoNeoliberal". Ob. Cit. Y Gros, C. ColombiaIndgena: Identidad Cultural y Cambios Sociales.Cerec: Santaf de Bogot, 1991.

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    corporativismo sindical y la crisis de losactores de clase, la creciente retirada delEstado protector, el crecimiento del sector

    informal y su aceptacin como "otrosendero", provocan en las sociedadesafectadas lo que S. Zermeo llama un"gran desorden"9 y la necesidad de unarecomposicin del tejido social. Sin dudaalguna, puede entenderse que losprocesos de cambios que afectan a lascomunidades indgenas forman parte deesas dinmicas. Se trata, en efecto, deprocesos reactivos a una crisis que lesafecta directa y duramente, pero que no es

    solamente defensiva o de aceptacinciega del nuevo orden impuesto por lasestructuras de poder. En virtud de ello,planteamos la hiptesis que, en lamayora de los casos, se trata ms bien deuna voluntad interna de cambio, dedemocratizacin y de modernizacin, porla va de nuevos senderos: en particular laconstruccin de una etnicidad "moderna"y fuertemente instrumentalizada.

    Resumiendo la tesis sustentada hasta

    ahora, diremos que en Amrica Latina sedesarroll un fuerte procesomodernizador-desestabilizador de lasantiguas formas de dominacin queafectaban a la poblacin indgena,generndose un espacio favorable a loscambios y la movilizacin. Se trat de unproceso desigual e inconcluso, cuyaspromesas de participacin no resistieronni a la crisis global que sufri el modelode desarrollo ni a su nueva orientacin.

    Ello provoc frustracin y necesidad deencontrar nuevos caminos. El mismoEstado tuvo que reorientar su polticaindgena sin poder por lo tanto controlarlas fuerzas que l mismo habacontribuido a desatar.

    9 Zermeo, S. La Sociedad Derrotada. El Desorden Mexicano de fin de siglo. Siglo XXI:Mxico, 1996.

    3. Para entender este "despertar indgena"y el proceso de construccin de una nuevaetnicidad hay que aadir, sin embargo, un

    tercer factor: el peso, a nuestro parecermuy importante, del nuevo contextointernacional que sufrir grandesmodificaciones despus de ladescolonizacin y con el trmino de laguerra fra.

    En efecto, despus de la crisis delpetrleo y a partir de la aceleracin delproceso de globalizacin, podemosobservar una verdadera"internacionalizacin"10 de la cuestin

    indgena. En pocas palabras, si bien escierto que la apertura econmicacontribuy a acelerar la crisis de lapequea produccin campesina e indgenay que la presin de los conglomeradosinternacionales sobre los recursosnaturales nunca fue tan fuerte -enparticular en las zonas tropicales detierras hmedas donde vive una granparte de la poblacin nativa en el mundo-.Surgen tambin fuerzas nuevas y

    contrarias en el mbito internacional, msfavorables a la elaboracin de unarepuesta indgena. Por ejemplo, ladestruccin indiscriminada del bosquehmedo no aparece ms como unproblema que afecta nicamente a susdueos tradicionales, sino como unproblema del planeta entero (y por lotanto de los mismos pasesindustrializados que tienen un evidenteinters en proteger una biodiversidad que

    puede ser una fuente futura de riqueza).Se nota tambin una preocupacincreciente por la "diversidad cultural", enun mundo marcado por la presenciamasiva de un complejo cultural eindustrial cuyos efectos homogeneizantes

    10 Albert, B. Territorialit, Ethnopolitique etDveloppement propos du Mouvement Indien en Amazonie Brsilienne. rnouvernentindien en Amazonie Brsilienne. Cahiers des AmriquesLatines: Paris, No. 23, 1 997, p.177-210.

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    afectan la particularidad de las culturasnacionales y locales. En este contexto,asistimos tambin a la aparicin de un

    actor -nuevo y activo- expresado en lapresencia de ONG especializadas en ladefensa de los derechos humanos, odedicadas a la defensa del medioambiente y a promocionar formasalternativas de desarrollo (un desarrolloque sera "autosustentable" y que en elcaso preciso que estamos tratandocorresponde al llamado "etnodesarrollo").Y, last but not least, poco a poco y no sindificultad, se desarrolla un nuevo derecho

    positivo internacional en la OIT, enGinebra, destinado a reconocer losderechos fundamentales de los pueblosindgenas.

    En este nuevo escenario, marcado porla emerge ncia y gran visibilidad queasume la cuestin de la ecologa, labiodiversidad, la diversidad cultural, eldesarrollo alternativo y los derechoshumanos, la poblacin indgena ocupa unlugar simblico y estratgico creciente.

    Este constituye su "capital simblico yestratgico" y le permite alcanzar enforma inesperada nuevos recursos -discursivos, econmicos, organizativos,polticos, etc.- que orientan su propiamovilizacin y obligan a los Estados y alos actores econmicos a reorientar suspolticas en lo que a la cuestin indgenase refiere. Reorientacin a nivel deldiscurso -es " politically correct" afirmarretricamente su respeto de los derechos

    culturales y firmar el convenio 169 de laOIT-, pero que tiene su costo prctico: enmuchos de los programas internacionalesde desarrollo financiados por el BancoMundial, la Comunidad Europea y otrasagencias (PNUD, BID, etc.), secontempla ahora una especial proteccin

    y discriminacin positiva en favor de lapoblacin indgena11.

    Vemos as el carcter contradictorio

    del impacto de la globalizacin: de unlado, sta afecta fuertemente a lacomunidades indgenas, aumenta suscrisis y las obliga a reaccionar y adefenderse y, de otro, proporciona todaclase de herramientas nuevas, de recursosque pueden ser aprovechados por ellas ysus organizaciones

    IDENTIDAD Y PERFORMATIVIDADO LA CONSTRUCCIN DE UNA

    FRONTERA TNICA

    Quisiera prolongar la discusinenunciada centrando mi atencin en lascondiciones que contribuyen a dar uncarcter performativo a la reivindicacinde una identidad tnica y genricaindgena, condiciones que a su vezcontribuyen a legitimar la construccin denuevas fronteras tnicas dentro de lassociedades latinoamericanas. Lo har

    privilegiando el anlisis del papelespecfico desempeado por el Estado ypor las propias organizaciones indgenas(consideradas tanto a nivel regional ynacional, como internacional). El Estado,analizado en tanto rgano empeado en laconstruccin de un neo-indigenismocompatible con su nueva orientacinneoliberal, su democratizacin y sunecesidad de afianzar una nuevalegitimidad; y las organizaciones

    indgenas, en tanto institucionalidadesnuevas, modernas y burocrticamenteorganizadas (Weber) a nivel

    11 Davis, S. The World Bank and the IndigenousPeople. Banco Mundial: Washington, 1993. Wali,A. y Davis, S. Protecting Amerindian Lands: anOverview of World Bank experiences with lndians

    Land Regularization Programs in low land southAmerica. Banco Mundial. Latin American andCaribean Technical Department, RegionalsStudies, Program Report (19): Washington, 1992.

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    supracomunitario (de una regin, de una"etnia", de un pas). En este anlisisdejar de lado a las comunidades locales

    que, desde el punto de vista que hemossealado, pueden aparecer como simplesobjetos tanto de esas polticas como de lasnuevas construcciones discursivas y delas estrategias diseadas. Lo harconvencido de que, como lo acabamos demencionar en la primera parte de estetexto, se trata de actores capaces demovilizarse y de intervenir, ya sea sobre"sus" propias organizaciones (de hechomuchas de ellas encontraron su origen en

    una accin colectiva surgida de las bases),o sobre el Estado mismo.

    Un Estado maquiavlico ?

    Consideraremos, como primer aspectodel anlisis, el papel que cumple elEstado en el proceso de construccin,ratificacin e institucionalizacin de unactor tnico.

    El desarrollo de una nueva poltica

    indigenista en ruptura con el modeloasimilacionista que prevaleca en AmricaLatina, es una realidad actualmenteobservable que se manifiesta en diferentesniveles. El nivel superior corresponde a laimplementacin, por numerosos pases dela regin, de reformas constitucionalesorientadas al reconocimiento del carcterpluritnico y multicultural de lassociedades nacionales. Doceconstituciones fueron as parcial o

    totalmente reformadas, la ltima la deEcuador en 199812. A travs de estasreformas se tiende a reconocer que lo quehasta entonces era una simple realidadsociolgica que vena siendosistemticamente rechazada y negada (sinduda por la percepcin negativa que se

    12 Ardito, W. Los Indgenas y la Tierra en las Leyes de Amrica Latina. Survival: Londres,1997.

    tena de grupos humanos que sediferenciaban de la comunidad nacionalpor su atraso cultural"), poda traducirse

    en un nuevo orden normativo. Estepermite evidenciar que la diversidadcultural no puede seguir siendoconsiderada como un rasgo del pasadodestinado a desaparecer con el progreso yla modernidad, sino ms bien, tiene queser pensada como elemento constitutivode la sociedad actual y partcipe delfuturo proyecto de sociedad nacional. Elcambio de perspectiva significa, enefecto, una ruptura simblica trascendente

    respecto del pasado, pero tambin unaruptura concreta cuando se acompaa(como es el caso en varios pases) denuevas normas destinadas a regular laaplicacin coherente del reconocimientode la diversidad a travs del derechopositivo. La magnitud con la que enpocos aos se multiplicaron en elcontinente los dispositivos legales einstitucionales referentes a los derechosculturales (por ejemplo todo lo que tiene

    que ver con la etnoeducacin), jurdicos(aceptacin de la existencia de un derechoconsuetudinario vlido con ciertasrestricciones dentro de las comunidades),territoriales (delimitacin de territorioscolectivos en base al reconocimiento deuna territorialidad de las comunidadesindgenas), y polticos (aceptacin deformas de autonoma), resultaimpresionante13.

    Para poner en evidencia la magnitud

    del fenmeno y nicamente a partir de lacuesti n territorial, recordaremos queactualmente, en Colombia, cerca de lacuarta parte del pas est conformada porresguardos indgenas (es decir porterritorios cuya propiedad colectiva esten manos de comunidades dotadas de

    13 ltturalde, D. Demandas Indgenas y ReformaLegal: Retos y Paradojas. En: Alteridades, ao 7,No. 14, 1997.

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    autoridades con poderes poltico-administrativos reconocidos) y que enBrasil, pas donde la poblacin "silvcola"

    no supera el 0,2 % de la poblacinnacional, la superficie de los territoriosindgenas -de una forma u otra reconocidapor el Estado- alcanza cerca de un millnde kilmetros cuadrados.

    Hemos sealado como hiptesis quetal fenmeno, que corresponde en ciertamedida a demandas de las comunidadesindgenas, no puede ser entendido fuerade la voluntad activa del Estado.Tampoco se puede aislar de otros

    aspectos que, hoy en da, adquieren unarelevancia especial dentro de losmltiples procesos de reajuste y dereorganizacin en que se vecomprometido el Estado: procesos dedescentralizacin administrativa ypoltica, y procesos de organizacin deformas de democracia "particip ativa"destinadas a mejorar la eficacia operativay la legitimidad del aparato pblico. Encuanto a los pases que se orientan hacia

    el reconocimiento de una autonomarelativa en el manejo de los asuntosinternos a las comunidades (como se daen Colombia), en otros documentos hiceun anlisis de ello en trminos de polticade intervencin de "baja intensidad" o depoltica de "gobierno indirecto" (Homerule)14.

    De modo que no es este tipo deanlisis el que quisiera desarrollar en estaocasin. En forma complementaria y, tal

    vez ms arriesgada, plantear la hiptesissegn la cual un Estado interesado en laaplicacin de polticas del tipo que hemossealado, necesita de un actor tnicoclaramente constituido, reconocido ylegitimado con quien negociar su propia

    14 Vale la pena recordar que la poltica de HomeRule de corte ingls se basaba en la visin de unrelativisrno cultural absoluto que iba en contra deluniversalismo abstracto que, en la misma poca,pretenda legitimar el colonialismo francs.

    intervencin. Cmo encontrarlo?Participando en su construccin a travsde la reforma de su derecho positivo y de

    su aparato administrativo, de la aplicacinde una poltica de discriminacin positiva(affirmative action), en educacin, salud oterritorios, de un sinnmero deinstituciones especializadas, deprogramas ad hoc (como concursos,foros, eventos culturales y museos,premios y discursos), as como de laformacin de un cuerpo de funcionariosespecializados y poco a poco abierto aprofesionales indgenas.

    Parafraseando a Bourdieu15, podramosdecir que bajo la apariencia de reconocerla comunidad indgena y su autonoma, elEstado la produce y la reproduce,instituyndola y legitimando as unafrontera tnica, que se obliga a proteger.

    Esto nos lleva a una paradoja yasealada por varios autores16, segn lacual en esta nueva coyuntura elreconocimiento de derechos particularespara los grupos tnicos (exorbitantes de la

    ley comn), empezando por formas de"autonoma", puede aparecer como unaestrategia para entrar, controlar yfinalmente "modernizar" lascomunidades. No estoy seguro que estefuera inicialmente el propsito delEstado, ni que lo sea an y en todos loscasos (el ejemplo de Mxico muestracmo este reacciona cuando se enfrenta ademandas de autonoma17). Tampocoquiero atribuir a este Estado un solo rol,

    maquiavlico y manipulador. Ya seal la15 Bourdieu, P. Raisons Pratiques, sur la Thoriede l'action. Seuil: Pars, 1994.16 Padilla, G.Lo que Contempla el Bien. La Ley ylos Pueblos Indgenas en Colombia. Mimeo:Santaf de Bogota, 1995, p. 21. Jackson, J. "Beingand Becoming an lndian in the Vaups. En:Sherzer, J. y Urban, G. (De.). Nation States andlndians in Latin America. University of TexasPress: Austin, 1991, p. 131.17 Hasta cuando el Mxico de Chiapas no es el deOaxaca con su nueva constitucin estatal.

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    manera en que el mismo Estado tiene quecontar con fuerzas opuestas, tiene queadaptarse a nuevas situaciones y no est

    exento de mltiples contradiccionesinternas. A lo mejor se trata simplementede une ruse de I'Histoire (una maa de lahistoria). Pero el hecho es que bajo estasnuevas formas y con el discurso delrespeto a las culturas, a los modostradicionales de organizacin colectiva,etc., nunca el Estado estuvo tan presenteen los asuntos internos de lascomunidades, corno ahora.

    Tratar de justificar este planteamiento

    teniendo en mente el caso Colombianoque ms conozco y que, aunque quizsextremo si se compara con Mxico, nospuede dar algunas ideas o pistas sobre laorientacin global del proceso que se estgestando en Amrica Latina. Laintervencin del Estado se manifiesta endistintos niveles.1. En primer lugar, opera a nivel de laconformacin de una identidad tnicagenrica, pantnica, en la medida en que

    por razones prcticas, tiene la necesidadde buscar un interlocutor, de legislar y deactuar como si existiera una "sola" o una"gran" comunidad indgena a escalanacional (como corporate body).Paradjicamente, la realidad nos muestrala existencia de una inmensa variedad deculturas y grupos, a veces muy lejanosunos de otros, tanto desde el punto devista de su historia, de sus estructurassociales, de su geografa, de sus formas

    de articulacin a la sociedad nacional,como de sus problemas actuales (slo enColombia se contabiliza la presencia de84 grupos tnicos distintos, mientras enBrasil esta cifra alcanza a ms de 120).Haciendo referencia a los "indgenas", alos "pueblos originarios" o a los "pueblosautctonos", corno si se tratara de un"todo" claramente diferenciado (como porlo dems hace cada uno de nosotros), yhaciendo de ellos una categora del

    derecho positivo, un grupo sometido auna misma ley y a una misma poltica, elEstado traza, y por tanto reconoce, la

    presencia de una frontera objetiva queatraviesa la sociedad. En adelante, esafrontera har parte de la nueva realidadcomn experimentada y compartida porlos diferentes grupos que se enfrentan alEstado y que son el objeto de su poltica.La comunidad as "inventada" encima dela heterogeneidad, regulada y ratificadapor el Estado, tiende a ser ms fcilmente"imaginada" por los interesados.2. El Estado opera igualmente en la

    conformacin de un nivel intermediario:el de las identidades tnicas pan-comunitarias. En efecto, en el contextodel nuevo paradigma de lapluriculturalidad y con la participacinactiva de expertos (lingistas,arquelogos, antroplogos, historiadores,etc.), se detecta, se reconoce y secontribuye a la "creacin" de grupostnicos culturalmente diferenciados quereagrupan varias comunidades locales. Lo

    que es bastante nuevo frente a la clsicacompartimentacin, fragmentacin yatomizacin de las comunidadesindgenas campesinas18.3. Y, last but not least, el Estadointerviene tambin en lo que todavaconstituye la base organizativa primordialdel mundo indgena. Es decir, intervieneen la comunidad local, asignndolerecursos especficos (ligados a su carcterde comunidad indgena), y

    reconocindole diversas formas de"autonoma", haciendo en consecuenciade ella la base de un nuevo actuar. EnColombia, la aplicacin de laConstitucin de 1991 en lo que conciernea las resoluciones que asignan a los

    18 Para una ilustracin Hmond, A. "Des amaterosaux Nahuas du Haut-Balsas. ReformulationsIdentitaires et Territoriales d'une Rgion Indienneau Mexique'. En: Trace . No. 3, Juin de 1998, p.39-49.

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    indgenas el derecho a recibir del Estadotransferencias del presupuesto pblico, hasignificado que las comunidades

    indgenas se transformen de hecho enverdaderas entidades poltico-administrativas. As, organizadas en tornoa la figura de los resguardossupuestamente "autnomos" y bajo elcontrol de sus autoridades "tradicionales"(legtimas) en el rol de mediadores yagentes del cambio, en estas comunidadesrecae por ley la tarea de implementaciny de ejecucin de programas de desarrollolocal (etnodesarrollo en la jerga oficial).

    En este escenario el Estado interviene contodo su peso pero con un nuevo lenguaje,tratando de permear las comunidades consu racionalidad y su modernidadinstrumental.

    La eficacia de tales polticas (eficaciarelativa, por supuesto) reside en el hechode que se pueden apoyar en el discursoidentitario y en la voluntad de autonomacomunitarias, que el mismo Estadocontribuy en buena medida a construir y

    a legitimar. De tal modo que las nuevaspolticas indigenistas, supuestamente msrespetuosas de los derechos indgenas,funcionaran en realidad como unaespecie de Caballo de Troya: bajo lavoluntad de otorgar y de reconocer laautonoma, lograran de un modo"perverso" controlarla, limitarla o,simplemente, negarla.

    Cabe entonces preguntarse: Culesson los factores que favorecen (o hacen

    posible) el neoindigenismo del Estado?Me limitar aqu a enunciar dos deellos: En primer lugar, la naturaleza osignificado de la movilizacin indgena y,en segundo lugar, la compatibilidad deesas polticas con intereses y voluntadesexternas.1. La etnicidad, construida en el seno delos grupos indgenas es, en la mayora delos casos, una etnicidad "abierta", adiferencia de formas de comunitarismo y

    fundamentalismo tnico que tienden aencerrar las comunidades sobre ellasmismas.

    En efecto, tal como se construye enAmrica Latina, la etnicidad se presentaligada a una exigencia de participacin enla "gran sociedad", a una voluntad decambio y de modernizacin, y a un deseode recibir recursos y servicios que slo elEstado u otros actores externos a lascomunidades (iglesias, ONG,organizaciones internacionales) estn encondiciones de brindar. No dudo queexistan tambin conductas de crisis y

    fuerzas que apelan a la tradicin en unsentido contrario o para mantener unorden antiguo en gran parte obsoleto y aveces ligado a formas locales dedominacin. Pero no es por este lado quese desarrolla la fuerza viva delmovimiento indgena. La explicacin deeste fenmeno singular cuando secompara con las reivindicaciones tnicase identitarias en otras zonas del mundo,necesitara de un largo desarrollo. Para no

    apartarme demasiado de mi razonamientosealar nicamente que la tentacinhacia el comunitarismo nunca es tanfuerte como cuando la movilizacincolectiva se encuentra impedida obloqueada. En tal caso, la lucha en contrade formas diversas de racismo y dedominacin (lo que algunos autoresllaman invidious distinction19), setransforma en un rechazo del otro, osimplemente en diversas formas de

    violencia abierta. El neoindigenismo esuna manera de entreabrir la puerta.Manifiesta que todo no est cerrado. Locierto es que su grado de compromiso yde flexibilidad es desigual y relativo. Pero

    19 Gurr, T. Why Men Rebel. University Press:Princeton, 1970. Y tambin Gurr, T. 'WhyMinorities Rebel : A Global Analiysis ofCommunal Mobilization and Conflicts since1945. En: lnternational Political Science Review.Vol. 14, No. 2,1993, p. 1 61-201.

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    es real y permite la creacin de un espaciomnimo donde las contradicciones puedenexpresarse, ser parcialmente controladas

    (sino resueltas) sin llegar necesariamentea una polarizacin extrema, a puntos deruptura favorables a la aparicin de unintegrismo tnico. Es en este contextofrgil, pero tan necesario para lascomunidades como para el mismo Estado,que se ejerce la nueva poltica indgena,una poltica que al mismo tiempo sepresenta como el mecanismo escogidopor el Estado para crear un ambiente y unespacio favorables a su actuar.

    A fortiori, cuando la etnicidad no sepresenta como una voluntad separatista,lo que hara de ese proyecto una amenazapara la integridad nacional y llevaraprobablemente al Estado a cambiar deestrategia. Por el contrario, la etnicidadbusca participar plenamente en laconstruccin de una sociedad pluritnicay multicultural. En consecuencia, sepuede entender con mayor facilidad elsentido de la nueva retrica y de la

    estrategia escogidas por el Estado; y elhecho que se reconozca pblicamentecomo legtima la defensa y la promocinde las culturas indgenas y que seproponga favorecerlas aceptando formasrelativas de autonoma.2. El neoindigenismo del Estado no se danicamente a partir de su propia voluntadni de la presin ejercida por un actorindgena organizado y movilizado. Estese construye en los mbitos nacional e

    internacional en los que la cuestinindgena, la promocin de las culturastradicionales, el respeto a los derechos delos pueblos nativos, la preocupacinecolgica y la defensa de labiodiversidad, entre otros factores,adquieren una fuerza y una visibilidadcrecientes e inesperadas.

    Por un lado, es cierto que, como losealamos antes, en el proceso deglobalizacin la presin internacional no

    se ejerce en sentido unvoco y su carcterpuede ser incluso contradictorio. Pero,por otro lado, el hecho de poner en plaza

    una nueva poltica indigenista, dedefender a los "guardianes milenarios" delos bosques, de implementar formasalternativas de desarrollo autosustentableen cuyo diseo se ha procurado respetarlas orientaciones culturales de lascomunidades indgenas, o programas deetnoeducacin (entre otras iniciativas),puede resultar atractivo para el Estado.Este puede esperar mejorar su imagen ylas bases de su legitimidad, tanto al

    exterior de sus fronteras atrayendorecursos (existen programasinternacionales ad hoc), como al interiorde ellas, contribuyendo a mejorar sugobernabilidad y legitimidad. Endefinitiva, creo que el neoindigenismodesplegado por el Estado corresponde afuerzas, necesidades e intereses mltiplesque operan a varios niveles que deben sertenidos en cuenta si se quiere entender suorientacin actual.

    Ahora bien, si el Estado cumple unpapel sumamente importante en laconstruccin y legitimacin de unafrontera tnica, no es el nico actorllamado a cumplir este rol. Las ONG, lasiglesias, los organismos internacionales,los antroplogos, los socilogos, losabogados, los partidos polticos y hastalas multinacionales (que por ciertopractican segn el imperio de laoportunidad una retrica indigenista y

    ecolgica politically correct), manejanpor su propia cuenta el discurso de laidentidad, de la pluriculturalidad y de losderechos particulares, participando as enla construccin y ratificacin de unafrontera tnica.

    An ms, en este mismo campo estnpor supuesto muy presentes las nuevasorganizaciones indgenas, organizacionescuyo trabajo se desarrolla a nivelregional, nacional e internacional con sus

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    lderes, sus intelectuales orgnicos, susasesores, sus activistas y simpatizantes. Aellas me referir a continuacin, como

    segundo aspecto de mi anlisis.

    Organizaciones indgenas: guardianesde la frontera? (o la construccin del"nosotros" a partir de los "otros)

    Antes de analizar el papeldesempeado por las organizacionesindgenas quiero manifestar que estoyplenamente consciente que, habiendohecho nfasis hasta ahora en el papel

    desempeado por el Estado en laedificacin y en la ratificacin de unafrontera tnica, he invertido el discursodel actor tnico y de los militantes de lacausa indgena.

    Para ellos la etnicidad es un combate yel Estado ms bien un adversario, si no unenemigo. Estos actores tiendennaturalmente a analizar el proceso delegitimacin de sus luchas y derechos ylos cambios sufridos por el indigenismo

    de Estado, como el resultado de una largay dura lucha, con todo lejos de estarterminada. Y de verdad, el movimientoindgena puede dar testimonio y decirque, en la mayora de los casos, es lmismo quien ha tomado la iniciativa;puede enumerar la lista de sus muertos,encarcelados, desaparecidos; puedehablarnos de Chiapas, de loslevantamientos en Ecuador, del combatedesarrollado por los Paeces en Colombia,

    etc. Igualmente, para el actor indgena elneoindigenismo de Estado aparece msbien como mera retrica destinada aocultar lo esencial, lo que constituye eleje central de las polticas pblicas: unneoliberalismo que signific hasta ahorapara las comunidades ms pobreza yexclusin, menos Estado, un mayor"saqueo" de los recursos naturales,deterioro de los servicios pblicos, etc.Un actor que, al apelar en definitiva a la

    historia, a la cultura y a la identidad comocaractersticas objetivas, desemboca en laetnicidad -lo que termina resultando

    opuesto a la idea de que identidad yetnicidad podran ser el resultado de unparticular y contemporneo proceso deinteraccin20-. Consciente de ello, mireflexin ha sido del todo intencionada:no porque no comparta gran parte de esosplanteamientos -ya que no dudo de lapresencia del mundo indgena, de su"cosmovisin" particular ni del peso de suhistoria-, sino porque me parece bueno, aveces, ir a contracorriente, apostando a

    una realidad ms compleja, ambigua ydialctica.

    Ahora bien, hablando del actor tnicopropongo limitar mi reflexin a la maneraen que sus organizaciones polticaselaboran el discurso de la identidadgenrica.

    Se trata de organizaciones que ocupanel espacio de representacin con susaparatos, foros, eventos, escritos ycomunicaciones y que participan

    activamente con la intervencin de susintelectuales orgnicos en la creacin deun discurso comn: la lengua de laetnicidad transcontinental. Cumpliendoese papel, ellas contribuyen de unamanera decisiva a la creacin de unasubjetividad colectiva. Ellas dan vida yvoz a la gran familia de los "hermanosindgenas", familia extensa, no exenta dedivisiones y peleas, y dispersa en unsinnmero de grupos tnicos y

    comunidades de bases, pero concebida enel sentido amplio de una comunidad: uncorporate body pantnico y transnacional.As constituidos, como toda comunidadgenrica "imaginada" y, sin embargo,real, los indgenas existen, actan, y susacciones no dejan de producir efectos.

    20 Hale, C. Cultural Polities of Identity in LatinAmerica. En: Annual Reviews of Anthropology.No. 26, 1997, p. 567-590.

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    Nuestra intencin es trabajar a partirde la hiptesis siguiente: la creacin y lalegitimacin de una frontera tnica

    genrica supone por parte de suspromotores indgenas un trabajoespecfico. Este trabajo consiste en laobjetivacin de lo que seria la "CulturaIndgena" (como unidad); una culturareducida a algunos parmetrosseleccionados o construidos por superformatividad, i.e. como instrumentosapropiados en tanto antitticos de lo que,al mismo tiempo, se construye comocaracterstica de la cultura dominante, del

    Otro en contra de quien hay que definirse.Paradjicamente, y lo digo sin ningn

    sarcasmo, se trata de un discurso que enparte se alimenta de retricas propias deOccidente: se suman, sin necesidad degran coherencia, la lectura einterpretacin trivial de un Clastres entorno a la cuestin del poder, de un ChicoMndez en tomo al tema de la naturalezay la biodiversidad, de la teologa de laliberacin (y la eleccin), del New Age

    porque es ecolgicamente correcto o, deun Rousseau por el tema del buen salvaje,por citar algunos ejemplos de lo queproduce el imaginario occidental.

    Con el aporte de estos prstamosdiscursivos se organiza una oposicinsemntica entre "culturas" sin clases nidominacin, versus sociedades divididas,con poder coercitivo autoritario;"culturas" de la reciprocidad y del don,versus sociedades de la mercanca, del

    inters y de la explotacin; culturas" queforman verdaderas comunidadessolidarias, versus sociedades delindividualismo, del egosmo y de ladesafinacin; "culturas" del respeto a lanaturaleza, a la Madre tierra y deldesarrollo autosustentable, versussociedades organizadas bajo uncapitalismo depredatorio; "culturas"ejemplares de la diversidad y de la luchapor la mantencin de esta diversidad,

    versus un mundo dominante globalizado,reductor, homogeneizador, etc. Comopuede observarse, frente a estas

    proposiciones estamos, claramente, en elorden del discurso, frente a lo que buscaser una estrategia de legitimacin poltica,a la posibilidad de instauracin simblicade "diacrticos de la diferencia", lo que esel resultado de una "invencin"moderna 21.

    Ahora bien, los hechos presentadosrequieren de algunas precisiones:1. Esas diferencias no son meras fantasase indican aspectos relevantes. Adems, no

    se trata aqu de reducir una movilizacin,que poco a poco toma la forma de unverdadero movimiento social, al discursoque se construye acerca de ella.

    2. Ese discurso tiene un carcteraltamente performativo (y por eso existe)y su performatividad reside en gran parteen el hecho que puede ser recibido yentendido desde afuera. Entre otras cosas,porque se trata de un discurso "hbrido",de un bricolage (en el sentido del trmino

    usado por Lvi-Strauss), organizado sobrela base de lo que en el exterior se quiere ose puede entender, o simplemente sedesea. De este modo, un tal discurso entraen sintona con un imaginario occidental.En definitiva, es un discurso que tiene unimpacto importante, que es reconocido yque alcanza en varias esferas un altogrado de legitimidad. Quisiramos insistirsobre un aspecto: el discurso tnico seconstruye sobre las diferencias y

    oposiciones en relacin a un "otro",siendo en gran parte el resultado de unademanda y semntica externas. Sepresenta as, bajo la forma de un"sincretismo estratgico", segn laexpresin de J.F. Bayart22 .

    21 Lo que J. F. Bayart llama: " Faire du Soi avec del'Autre".Lllusion Identitaire. Fayard: Pars, 1960.22 Idem.

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    3. La legitimidad de esta construccindiscursiva reside tambin en el hecho queen ella se combina lo particular y lo

    general, lo relativo y lo universal. Enprimer lugar, porque la defensa de laidentidad, de las especificidadesculturales, del "medio ambiente" o de la"naturaleza", de todo aquello que seconsidera "propio", que pertenece algrupo, se percibe tambin desde elexterior (en Occidente, en el resto delmundo) como una necesidad, como underecho (aquel de los pueblos - de todoslos pueblos - y de las culturas) al respeto

    y a la auto-afirmacin, revistiendo as unadimensin universal. Luego, y he aqu loesencial, porque este discurso de defensade lo relativo y de lo particularconstruido por el actor indgena seacompaa de otras exigencias universales:las de democracia, de igualdad o deciudadana (por citar algunas) .4. El carcter performativo de esaelaboracin discursiva se manifiestatambin "hacia adentro". Su impacto se

    nota (con ms o menos fuerza) en lascomunidades locales donde esintroducido tanto por las nuevas liteslocales, cumpliendo as sus funcionesmediadoras y de "ventriloquia"23, comopor los mltiples agentes de cambio, talescomo las ONG, los funcionariosinternacionales y el propio gobierno quetambin lo utilizan y lo manipulan cuandoes necesario dentro de sus programas.Cada comunidad, por ser "indgena"

    (portadora de una cultura y de derechospropios y ahora valorizados), puedeesperar disponer as de un capitalsimblico nuevo, un capital a negociar enlos mercados de la ayuda y de la

    23 Guerrero, A. The Construction of aVentriloquist's Irnage: Liberal Discourseand the'Miserable lndian Race'`. Late 19th CenturyEcuador. En: Journal of Latin American Studies.Cambridge University Press: No. 29, 1997, p.555-590.

    cooperacin internacional. Frente asituaciones a menudo desesperadas, concarencias extremas y sometidas a

    presiones enormes, es evidente que todorecurso nuevo, cualquier apoyo externo esde gran importancia. Poder cambiar partede su capital simblico por un capitaleconmico, o simplemente porproteccin, puede ser vital. Ello favoreceadems la elaboracin de una identidadpositiva que subvierte la perpetuacin dela violencia simblica tan importante enla reproduccin del antiguo orden. Si esde esta manera que funciona el orden del

    discurso, si as se puede movilizar,instrumentalizar una nueva identidad yapoyarse sobre un nuevo imaginario,entonces el discurso es ms que un merodiscurso: tiene que ser en parte real yverdadero. Resulta as interesante para lascomunidades involucrarse en el discursode la etnicidad, en la construccin de unanueva frontera. Poco a poco, entonces, elvocabulario de la etnicidad y su gramticase difunden y se incorporan como parte

    de un nuevo imaginario o sentido comn.Se convierte de este modo en una nuevadoxa.5. La objetivacin de la cultura (comocultura de "los indgenas", o como culturade tal etnia en particular), su reduccin aunos pocos tems escogidos o construidospor su virtud de crear identidad,visibilidad y consenso dentro del grupo,es, para las organizaciones indgenas, unanecesidad de la lucha misma.

    Si, como sabemos, la "cultura" es algocomplejo y dinmico que no existe ensi", sino por su capacidad de aportarrepuestas colectivas y coherentes aldesafo que supone la vida en sociedad, ysi tambin se puede pensar, como lohiciera Barth24 que lo que se llama

    24 Barth, F. (comp.). Ethnics Groups andBoundaries. The Social Organization of Cultural

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    identidad es el resultado de un proceso deinteraccin entre varios actoresempeados en construir sus diferencias, el

    discurso de los actores tnicos no puedeconstruirse solamente a partir desituaciones de interaccin25. Para ellos lotnico, como en el caso extremo de laconcepcin alemana y romntica de lanacin26 no se concibe sino corno unacomunidad de origen (ratificada por elmito). Lo tnico se reduce as a unacomunidad de sangre, a ser un productode la historia y de una experienciacompartida, y se evidencia bajo la forma

    de lenguas, tradiciones, costumbres,rituales, vestidos, sistemas de parentescoy diversas instituciones, etc. (hasta en loscasos de los grupos sealados al principiode este trabajo -los kankuamo, losyanacona- en los que aparentemente sehaba "perdido" la cultura que ahora sepretende recuperar). Sin embargo, vale lapena sealar que los mismos actores,expertos en desarrollar el discurso tnico,no aceptan, en situaciones diferentes, ser

    prisioneros de las categoras del discurso.Si se permiten a s mismos objetivar sucultura y su identidad, no se dejanobjetivar fcilmente, lo que es esencial.Ello demuestra que se puede ser al mismotiempo miembro de una comunidad y deuna etnia, ciudadano de un pas(multicultural) y participante de unaIglesia, etc., es decir parte y participantede la sociedad, la "gran sociedad" (lasociedad nacional).

    Diffrence. Bergen-Oslo, london: Universitetsforlaget, George Allen & Unwin, 1969.25 El grupo tnico no existe que pour soi, y hablaen soi, se objetiviza en su subjetividad colectiva.Su palabra no se presenta y no se puede concebircomo construida" sino como una palabra"verdadera". Es una mitologa moderna.26 Hobsbawm, E. Nations and Nationalism since1790. Cambridge University Press: Cambridge,1989.

    De tal modo que, en Amrica Latina,el actual proceso de etnognesis nogenera la creacin de categoras cerradas.

    La "frontera" es permeable y su geometravariable, se abre y se cierra segn loscontextos en los que se sitan losindividuos y los grupos (momentos,situaciones y lugares). 0 dicho de otramanera: no se trata aqu por lo general deconstruir un "comunitarismo", ni"bantoustanes tnicos".

    CONCLUSIONES YACLARACIONES

    Podemos entonces observar como todoel mundo -el Estado, las organizacionesindgenas, los actores civiles y religiosos,las ONG, las agencias de desarrollo, lasorganizaciones internacionales- participade uno u otro modo, y por variadasrazones e intereses, en la forja deldiscurso de la etnicidad, favoreciendo a lavez un proceso de etnognesis, laratificacin y legitimacin de una frontera

    (como existe o existan "fronteras declase") y de un nuevo actor. Construccinnueva -en realidad solo un proyecto- queno puede existir sino cuestionando elanterior discurso o modelo nacional-populista, i.e. apartndose de lo que erasu concepcin de lo moderno, de lacultura y de la nacin.1. Lo importante es considerar que en estecaso la movilizacin tnica no desembocaen movimientos nacionalistas, como fue

    el caso de Europa Central, o en el tipo deluchas errneamente llamadas "tribales",como el caso de frica.

    En los pases de Amrica latina, quefueron los primeros en crearse bajo elmodelo moderno europeo (francs) deEstado nacin (Estado que, por ms de unsiglo, fue algo ms bien virtual), el actortnico movilizado parece trabajar hoy enda en la reconstruccin de un "techo

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    a las comunidades a travs de suneoindigenismo. He dicho tambin queno me parece que sea sta la orientacin

    central de una movilizacin tnica que, alcontrario, persigue la desaparicindefinitiva de lo que podra presentarsecomo residuos del antiguo orden,trabajando por una nueva forma deintegracin a la sociedad y a lamodernidad. No digo que la tentacin delrepliegue no exista, que no exista riesgoalguno de comunitarismo, que nopodamos asistir a brotes defundamentalismo tnico. Lo que llam, en

    una forma un poco provocativa,construccin de una nueva fronteratnica" tiene otro significado. Es lo queBourdieu llama una "lutte de classement"(lucha de clasificacin). Se trata de unproceso que hay que analizar en la dobleperspectiva de la accin de fuerzasinternas y externas, en una situacin en lacual la retirada del Estado y el proyectoneoliberal vienen a la par y coinciden anivel regional y mundial con la cada del

    muro de Berln y procesos dedemocratizacin. La paradoja de la nuevaidentidad tnica que se elabora con laetnicidad es que, en ese nuevo escenario,al mismo tiempo de permitir laafirmacin de la diferencia, la construye ytrabaja en el sentido de la integracin enla medida misma que una nuevaciudadana30 pasa cada vez ms por laafiliacin identitaria.3. Si la respuesta es organizar una

    sociedad multicultural, elmulticulturalismo no se puede identificarcomo la aceptacin de un relativismocultural absoluto, que significara lacreacin de una sociedadmulticomunitaria. Aceptarlo, exigirlo,

    30 Mirar el concepto de "cultural citizenship"elaborado por Rosaldo en: Flores, W. yBenmayor, R. (Ed), Latino Cultural Citizenship.Claiming Identity, Space and Rights. BeaconPress Book: Boston, 1997.

    sera acabar con la idea misma desociedad multicultural.

    Para que tal sociedad exista, tiene que

    existir un lugar comn que no seanicamente el mercado. Ella se tiene queorganizar en torno a valores centrales decarcter universal, igualmentecompartidos. Pero esos valores no puedenpresentarse como proviniendo de un slolado, de una sola cultura, lo quesignificara volver al error del pasado,cuando se pretenda imponer una "altacultura" claramente identificada a unaclase, a una lite progresista, a un grupo

    de inters. Como hemos visto, lalegitimidad y performatividad alcanzadapor el discurso tnico depende de sucapacidad para articular propuestas queaparecen vlidas no solamente para ungrupo o una comunidad, sino para todos.La solidaridad, el respeto, la posibilidadde una vida digna, la defensa del medioambiente, etc., son tambin valoresuniversales que se pueden compartir ydeberan ser enriquecidos con el aporte y

    la experiencia de todos. Touraine sealaque en situaciones donde el universalismode la ley deja paso a la sola racionalidadinstrumental del mercado, se produce unaruptura entre el universalismodesocializado del mercado y el mundo delas culturas, provocando una enormetensin entre los dos universos. Entre laesfera del mercado y la esfera delindividuo preso de su subjetividad, lasociedad ira al abismo31 . El pluralismo

    31 Touraine, A. "Faux et Vrais Problmes". En:Wieviorka. M. (Ed.). Une Socit fragmente, le

    Multiculturalisme en Dbat. La Dcouverte: Paris,1996, p. 291-319. Mirar tambin lo que sealaWieviorka: "Sin referencia al comunitarismo, areferentes asociados a la idea de tradicin, deidentidades grupales y de continuidad histrica, laetnicidad se disuelve en una mezcla deindividualismo moderno, y de llamado a lainnovacin cultural sin referentes colectivosfuertes, sin capacidad de contestar la dominacino la exclusin de que son vctimas los grupos

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    cultural no es aceptar la diferenciacultural cuando se da en el pas vecino yencerrarse en su propia ley, incluso si sta

    es "consuetudinaria". Ms que unademocracia de individuos, suponeconstruir una nueva "repblica". Este esun proyecto ambicioso, capaz demovilizar energas y muchas resistencias,una utopa que puede parecer fuera depoca o "postmoderna" y desesperada:Qu significa pretender construir unanacin multicultural en un mundo cadavez ms globalizado? Significa permitirque grupos marginados movilicen sus

    recursos culturales para construirse ennuevos sujetos dentro de la "Gransociedad".

    Con tal propsito se puede imaginarconstruir la nacin de maana: una quepodemos imaginar prxima de la soadapor E. Renn32 que para existir debe saberolvidar, pero tambin recordar laadversidad pasada y asumirla. Una nacinmoderna, fundada en la adhesi n y elcontrato, una especie de casamiento de

    razn fruto de una mutua voluntad y basede la convivencia futura. Un proyectodonde el individuo, ciudadano, tiene suespacio legtimo, y todo su espacio, perotambin puede adherir libremente a sugrupo de origen con sus solidaridades

    "tnicos". Sin referencia a la subjetividad, laidentidad se descompone en una oposicin entreaquellos que optan por la participacin plena en lavida moderna, al precio eventual de unaasimilacin dolorosa y difcil, y aquellos que se

    encierran en el seno de su comunidad. En fin, sinreferencia positiva al individualismo moderno, laidentidad se reduce a una tensin interna al grupo,al conflicto entre aquellos que aceptan o sufren laley de la comunidad, y aquellos que tratan deliberarse de ella, pero que de hecho no lo logransino difcilmente mientras no reconocen losvalores de la singularidad, la democracia, o de larazn". La Democratie I'preuve. Nationalisme,Populisrne, Ethnicit. La Dcouverte: Pars, 1993,p. 135.32 Renn, E. Qu'est-ce que une nation? . PressePocket:Pars, collection gora, 1992.

    "particularistas", buscando su apoyo yvalorizando as su diferencia: serdiferente por/para ser moderno, las

    paradojas de la identidad.

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    ESTUDIOS DE LA VIOLENCIA A LO POLTICO

    DE LA VIOLENCIA A LOPOLTICO,UNA RECONVERSIN

    LOGRADA?EL CASO DEL SALVADOR

    Frdric Mass*

    Marzo de 1999. La derrota es inapelable.El Frente Farabundo Mart de LiberacinNacional (FMLN), la antigua guerrillasalvadorea reconvertida en partidopoltico mediante los acuerdos de paz deChapultepec, firmados el 16 de enero de

    1992, no ser el primer movimiento deese gnero en entrar al tercer milenio porla puerta grande. Despus de 1994, laizquierda fracasa por segunda vez en laselecciones presidenciales que siguieron alos acuerdos de paz, despus de doce aosde guerra civil. Con el 52% de los votos afavor del candidato de la AlianzaRepublicana Nacionalista (ARENA), hoyen el poder, contra menos del 30% de losvotos por el FMLN, Francisco Flores es

    elegido presidente en la primera vuelta. ElFMLN obtiene, ciertamente, mejoresresultados que los previstos en los ltimossondeos, pero mucho menores, noobstante, que lo esperado a partir de suslogros en las elecciones legislativas ymunicipales de marzo de 1997.

    Despus de dichas elecciones demarzo, en efecto, todos pensaban en ElSalvador que el FMLN desempeara unpapel poltico de primer nivel en un

    sistema al que, sin embargo, habacombatido. Las armas electorales habanreemplazado a los fusiles. Ocho aosdespus de haber intentado en vano

    * Coordinador Pedaggico del Instituto deAltos Estudios para el Desarrollo (UAED) deBogot. Se encuentra terminando su tesis dedoctorado en ciencia poltica del Instituto deAltos Estudios Latinoamericanos (IHEAL),sobre el papel de las Naciones Unidas en elproceso de paz en El Salvador.

    tomarse por las armas la capital, elFMLN lograba conquistarla por lasurnas. El FMLN tal vez no gan la

    guerra, pero est en posicin de ganar lapaz, declaraban entonces los dirigentesde la antigua guerrilla. De paso, elFMLN labraba otra victoria. En loscomicios para la Asamblea Nacionalobtena prcticamente el mismo nmerode escaos que ARENA, su enemigo deayer. La victoria era tanto poltica comosimblica. La siguiente etapa sera lapresidencia, por supuesto, convirtiendo aEl Salvador en la excepcin a la regla

    que dice que los partidos que hancombatido al poder a duras penas salenal otro lado, como anota con justiciaOlivier Dabne 33.

    Este resultado era tanto msinteresante cuanto pareca nico en sugnero. Unas guerrillas ya habanlogrado acceder al poder, primero enCuba y luego en Nicaragua, peromediante el sesgo de las armas y larevolucin. Otras haban logrado

    reinsertarse a la vida legal, civil ypoltica de su pas, como el M-19 enColombia o ms recientemente la URNGen Guatemala, pero sin poderdesempear un papel poltico realmenteimportante. Se sabe igualmente deantiguos guerrilleros reconvertidos, ahoraen ejercicio de importantes funcionespolticas, como el anterior Ministro delPlan y portavoz del gobierno deVenezuela, Teodoro Petkoff, pero en una

    reconversin hecha a ttulo personal. Si,por otra parte, ciertos movimientosguerrilleros han sido prcticamenteeliminados (MRTA) o siguendisponiendo de poder real para causardao (Sendero Luminoso en Per), otros

    33 Dabne, Olivier. La Rgion AmriqueLatine Interdpendance et ChangementPolitique. Presses de Sciences Po: Pars,1997, p. 181.

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    han reforzado sus posiciones y noparecen realmente dispuestos a negociarnada (FARC en Colombia). Quedan

    finalmente los Zapatistas, cuyo objetivo,sin embargo, no era tanto transformarseen partido poltico o acceder al poder,como luchar por su reconocimiento ydemocratizar la vida poltica mexicana.

    Qu pas entonces? Altsimaabstencin, rechazo a los partidospolticos tradicionales, una imagen delFMLN que recuerda demasiado elpasado Sin ninguna duda Pero,cmo se lleg all? Cmo interpretar

    estos resultados? Cuando el xito en latransformacin de este movimientoguerrillero en partido poltico semostraba como ejemplo, acaso losresultados cuestionan la capacidad delFMLN para convertirse en partidopoltico?

    Sin duda, las razones de este fracasono deben llevar a olvidar el caminorecorrido. El FMLN es y seguir siendoun partido poltico de primersimo orden

    en el paisaje poltico salvadoreo. Noobstante, como escriban Jeff Goodwin yTheda Skocpol hace casi diez aos,quizs slo sea una nueva constatacinde que the ballot box may not always bethe coffin of class consciousnessbut ithas proven to be the coffin ofrevolutionary movements34.

    LAS TRAYECTORIAS DEL FMLN

    En el origen del FMLN hayorganizaciones, o movimientos, quedeciden, desde finales de los aossesenta, separarse del Partido ComunistaSalvadoreo (PCS) para emprender otra

    34 En ingls en el original: La urna devotacin puede no ser siempre el atad de laconciencia de clasepero s ha demostrado

    ser el atad de los movimientosrevolucionarios. Goodwin, Jeff y Skocpol,Theda. Politics and Society. 1989, p. 495.

    forma de accin poltica. Partidario de laviolencia revolucionaria, CayetanoCarpio, llamado Marcial antiguo

    seminarista, cercano a las tesis de lateologa de la liberacin es el primeroen abandonar el PCS (del cual haba sidosecretario general) para fundar lasFuerzas Populares de Liberacin (FPL) ypreconizar la guerra popular prolongada.A partir de 1972, el movimiento ingresaa la clandestinidad luego del intento desecuestro de Ernesto Regalado Dueas,una de las fortunas ms grandes del pas.

    En esa poca, Shaffik Handal, Primer

    Secretario del PCS, considera, sinembargo, que El Salvador es demasiadopequeo y no dispone de una geografaadecuada para lanzar una guerrarevolucionaria. Tomando a Chile comoejemplo, es partidario del procesodemocrtico para tomarse el poder,infiltrando las organizaciones existenteslo que, de hecho, tratar de hacer atravs de la UDN 35-. Luego de losfraudes electorales de 1967, 1972 y ms

    aun de 1977, muchos en la izquierdapiensan que ya no hay opcin y se unenpoco a poco a los partidarios de laviolencia poltica. En el curso de los aossetenta, luego de las rupturas sucesivasen el seno de las FPL y dentro de lasnuevas formaciones que emergieron derupturas anteriores 36, ven la luz otrasorganizaciones poltico-militares (que, de

    35 La UDN, la DC y el MNR formaron la UNO,

    que se constituira en la base social ampliadade los movimientos guerrilleros. Sin embargo,slo en abril de 1979 el PCS crea su propiobrazo armado, las FAL, que integran yrenen los otros grupos que van a formar elFMLN. Por otra parte, luego del segundogobierno de junta de 1980, Napolen Duartepropondr a Shafik Handal que loscomunistas participen en el gobierno,ofrecimiento que ste rechazar. 36 Rupturas vinculadas tanto a conflictos depersonas o de ambiciones personales, comoa divergencias sobre la tctica a seguir.

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    hecho, no son todava ms quegrupsculos). Aun si Marcial rechazadurante mucho tiempo cualquier unin

    con movimientos no marxistas como laJDC (Juventud Demcrata Cristiana), oincluso el ERP (Ejrcito Revolucionariodel Pueblo) y la RN (ResistenciaNacional), a cuyos dirigentes califica depequeo-burgueses, no hay, sinembargo, diferencias ideolgicasprofundas entre los diferentes grupos. Laorientacin marxista-leninista es tal quela lucha se limita, de hecho, a uncombate por saber quien llegar a

    representar lo que en la poca sedenomina la vanguardiarevolucionaria37. Al final de los aos 70,no obstante, otras organizaciones(sindicatos, organizaciones de masas),otros sectores de la sociedad, otrasreivindicaciones se alan y adhierenprogresivamente a los movimientosexistentes que, paralelamente, intentanreagruparse38. Como muy bien lodescribi Alain Rouqui, la movilizacin

    es general39

    .37 Algunos, como James Le Moyne, estimanque el FMLN era el movimiento guerrilleroms marxista-leninista de Amrica Latina. 38 A fines de 1979, el PCS, las FPL y lasFARN crean la Coordinadora Poltico-Militar(CPM). Por su lado, la FAPU, la UDN, los LP-28 y los BPR forman la CoordinadoraRevolucionaria de Masas (CRM), el 11 deenero de 1980.39 Rouqui, A. Guerres et Paix en AmriqueCentrale. Le Seuil: Pars: 1992. Alain

    Rouqui recuerda en particular que lasguerrillas centroamericanas, cualquiera quesea su nacionalidad, su afiliacin, sucomposicin social y su organizacin, tienenun aire de familia, participan de un estilocomn coloreado en gran medida por elprogresismo cristiano y la teologa de laliberacin. ibid, p. 138-139. Por otra parte, elFMLN piensa que A nuestro pueblo que escristiano, no se le puede imponer unaideologa marxista-leninista. El problema, noes convertir a todas las masas en marxistassino en ganarlas para el proyecto poltico que

    Las diferentes ramas que dan origen alFMLN eran por lo tanto actores polticosdesde el principio. Pero hasta la

    formacin del FMLN en 1980, seguidadel desencadenamiento de la guerra civila principios de 1981, y ante laimposibilidad de constituirse en partidopoltico, la forma de accin polticaelegida, a la sazn la violencia poltica,no haba logrado influir en la decisinpoltica. Las diferentes organizacionesestaban, hay que decirlo, bastanteaisladas en el plano internacional. LasFPL, en un principio relativamente

    cercanas a las FAR de Guatemala, luegoa Cuba a fines de los 70 y a Vietnam alprincipio de los 80 40, no haban tenidoms que unos cuantos contactos con lossandinistas nicaragenses del FSLN,creado no obstante en 1961. Slo a partirde 1979, estimulados en gran medida porla revolucin sandinista, las diferentesramas que van a formar el FMLNdeciden instrumentalizar aun ms laviolencia. Sin embargo, ese mismo ao

    quedan rpidamente desestabilizadas,tomadas por sorpresa por el golpe deEstado de los militares jvenes, sobre elcual muchos no ven, no quieren ver, o nocreen en su orientacin progresista41. El

    se plantea el FMLN, (Cienfuegos, F.Veredas de Audacia,. Arcoiris: San Salvador,1993, p. 46).40 Las FPL se distanciaron poco a poco deCuba que al mismo tiempo se acerc al ERP,

    ms militarista. En cuanto a Vietnam, elnmero de serie de ciertas armasnorteamericanas recuperadas al FMLN hanmostrado que stas databan de la guerra deVietnam y, segn toda evidencia, haban sidoenviadas despus al FMLN. A principios delos 80, dirigentes del FMLN fueronigualmente a formarse a Vietnam, dondeaprendieron en particular la tcnica de cavartneles, muy empleada por losnorvietnamitas durante la guerra. 41 Las tentativas de infiltracin del ejrcito,llevadas a cabo desde mediados de la

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    golpe de Estado divide a la izquierda ensu conjunto. Algunos participan en elgobierno, otros en el Frente Popular de la

    oposicin.Hay que esperar entonces al ao de

    1980, y a la exhortacin de Fidel Castro,para que las diferentes organizacionesdecidan constituir un frente unido42. Laviolencia poltica cambia de escala y lagran ofensiva del 10 de enero de 1981,cuyo objetivo era la conquista del poderpor las armas, lanza al pas a una guerracivil que durar 12 aos.

    En paralelo con la intensificacin de la

    lucha armada, el FMLN no va a dejar deplantear sus reivindicaciones polticas ysus propuestas de dilogo. Con unaexperiencia poltica, de la cual secomplaca en decir que era mayor que lade los sandinistas cuando se tomaron elpoder en Managua, el FMLN multiplicasus iniciativas y muy pronto afirma suvoluntad de hallar una solucin polticanegociada al conflicto. Simple tctica ovoluntad real? Volveremos sobre este

    punto.nicamente cuatro das despus de laofensiva final, el Frente Farabundo Martde Liberacin Nacional adquiere unanueva dimensin. Se crea una comisinpoltico-diplomtica 43 con el FDR.

    dcada del 70, se saldaron entonces con unfracaso. 42 El 22 de mayo de 1980 se forma laDireccin Revolucionaria Unificada (DRU).Las FARN se retiran muy pronto. Pero luego

    de la muerte de su lder, Ernesto Jovel, en unmisterioso accidente areo de regreso deuna reunin en Cuba donde se decidi lacreacin del FMLN, las FARN se unen alFMLN, menos de un mes despus de sucreacin el 10 de octubre de 1980. 43 Creado el 18 de abril de 1980, el FDRreagrupa a la izquierda desarmada, es deciral MNR, el MPSC y la UDN. La comisinpoltico-diplomtica FDR-FMLN estabacompuesta por: Guillermo Manuel Ungo(MNR), Rubn Zamora (MLP-PRTC), JosNapolen Rodrguez Ruiz (FAPU-FARN),

    Algunos meses ms tarde, la declaracinfranco-mexicana de agosto de 1981reconoce en la guerrilla un actor poltico

    a carta cabal en el conflicto otorgndolecierta legitimidad. Segn la mismaopinin de todos los dirigentes delFMLN, este hecho contribuye ms que lagran ofensiva de enero de 1981 alreconocimiento internacional delFMLN44. Al mismo tiempo, la comisinpoltico-diplomtica consolida susrelaciones con la Internacional Socialista(de la cual Guillermo Ungo servicepresidente). De la misma manera, el

    FMLN es invitado por el gobierno deZimbabwe a la VII Conferencia de PasesNo Alineados.

    A todo lo largo del conflicto, el FMLNno va dar tregua en la lucha por elreconocimiento del carcter poltico desu combate. Naturalmente, el objetivosigue siendo acceder al poder, por lasarmas si es necesario, pero la guerrilla,dice, se ha lanzado a la guerra no tantopor lirismo guerrero como por voluntad y

    necesidad polticas. Ciertamente, no sepuede minimizar el impulsorevolucionario pero, al no lograr la tomadel poder por las armas, muy pronto susdirigentes saben que el fin del conflictoslo podr ser negociado, que la solucin

    Ana Guadalupe Martnez (LP-28 - ERP),Mario Aguiada Carranza (UDN-PCS) ySalvador Samayoa (BPR-FPL). Ungo,Samayoa, Castillo y Rodrguez Ruiz erantodos profesores universitarios (UES y UCA),

    y los ltimos dos fueron rectores de la UES.Grenier Yvon, Universities, intellectuals andpolitical transition in El Salvador,comunicacin en un congreso del Centre forDeveloping Area Studies, McGill University,Mayo de 1992. 44 La declaracin franco-mexicana fue elacto de respaldo poltico ms trascendentalpara el proceso de paz. Francisco Jovel,Opinin ciudadana. Asociacin Salvadoreapara la Paz y la Democracia (ASPAD): SanSalvador, No. 3 y 4, mayo-agosto de 1994, p.22.

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    ser poltica. Acaso desde 1982, FermnCienfuegos, uno de los dirigente de lasFARN, no afirma que todas las guerras

    terminan con negociaciones? Siete aosms tarde, Joaqun Villalobos llegar aconfesar a los periodistas que la guerrillasalvadorea haba cometido un error alno negociar un acuerdo de paz desde198045. A partir de Esqupulas, el FMLNrechaza toda comparacin con la contranicaragense que no tiene, segn ellos, niexperiencia, ni proyecto, ni visinpoltica alguna.

    La perennidad del FMLN como

    organizacin poltico-militar habra deestar aun ms asegurada en la medida enque la guerrilla, en su misma estructurala reunin de cinco ramas en unFrente no haba dependido jams de unsolo hombre, de una sola organizacin,de una sola visin. El asesinato de RoqueDalton y Ana Mara, luego el suicidio deCayetano Carpio, no cambiaran grancosa46 . Unido durante la guerra, elFMLN lo estara igualmente durante las

    negociaciones47

    .En consecuencia, si se considera conPrzeworski, que el factor decisivo no es

    45 Jill Smolowe con Ricardo Chavira y JohnMoody. El Salvador: Conversations with twofoes. En: Time. 2 octubre de 1989, p. 26.46 Roque Dalton, poeta salvadoreocomprometido en la lucha revolucionaria, fueasesinado por sus propios compaeros delERP en 1975, con el pretexto de queperteneca a la CIA. Joaqun Villalobos

    reconocer ms de 15 aos despus que esohaba sido un error. Ana Mara entoncesnmero dos de las FPL fue asesinada el 6de abril de 1983 por un comando de supropia organizacin comandado por Marcial,quien no era otro que el nmero uno de dichomovimiento, y quien se suicidara algunosdas despus.47 Al menos en apariencia. Se sabe ahoraque existan divergencias sobre las tcticas aseguir y que algunos deseaban seguir conlas negociaciones ms all de diciembre de1991.

    la existencia o ausencia de legitimidadde un sistema de dominacin particular,sino la existencia o ausencia de

    alternativas preferibles48, es plausiblepreguntarse si esta transformacin no fueel resultado tanto de un cuestionamientode la legitimidad de los diferentesgobiernos durante la guerra civil, comodel xito del frente al haberse impuestocomo una alternativa poltica viable. Deun lado el FMLN, cuyos dirigenteshaban salido casi todos del mediosindical, estudiantil, de la teologa de laliberacin o incluso de los partidos

    polticos tradicionales (algunos inclusoocuparon funciones ministeriales luegode la primera junta de 1979), siempre sehaba considerado a s mismo como unmovimiento poltico a carta cabal, conuna visin, una sensibilidad y unproyecto poltico fuertes. De otro lado, elgobierno salvadoreo haba perdido sulegitimidad o, algunos dirn, su derechomoral a gobernar49. Esto fueespecialmente cierto despus de la

    ofensiva de 1989, donde el gobierno fueincapaz de proteger de los ataques de laguerrilla a los barrios acomodados de lacapital pero haba bombardeado losbarrios populares.

    SALIDA DE LA CRISIS YRESOLUCIN DEL CONFLICTO

    Aunque rechacemos las explicacionesdeterministas o las falsas simetras segn

    48 Przeworski, Adam. Democracy as aContingent Outcome of Conflict. En: Elster,J. y Slagstad, R. (editores). Constitutionalismand Democracy. Cambridge University Press:Cambridge, 1987, p. 69. 49 Segn Max G. Manwarring y John T.Fishel, The most important factor in smallwars is legitimacy, the moral right togovern. Insurgency and CounterInsurgency: toward a new AnalyticalApproach. En: Small Wars and Insurgencies.3(3): 272-310, Invierno de 1992.

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    las cuales la naturaleza y las causas delos conflictos permitiran ellas solasexplicar su resolucin, parece que la

    lgica y la estructura del conflictofacilitaron tambin la reconversin de laguerrilla salvadorea en partido poltico.

    Conflicto poltico o conflicto socio-econmico? Para Alain Rouqui, el perodo de germinacin revolucionarianaci del encuentro de un crecimientoacelerado que trastorna las relacionessociales, y de bloqueos polticosaparentemente insuperables50. Losacuerdos de paz fueron una solucin

    poltica a un conflicto ante todo poltico,estima por su parte David EscobarGalindo51, retomando as la idea segn lacual fue menos la miseria que laexclusin la que provoc la violenciapoltica, a pesar de estar seguro de que lapobreza fue luego terreno propicio parael desarrollo violento.

    Sea que se aprehenda el conflicto deforma marxista, o a travs de laexplicacin sociolgica de la teora de la

    frustracin relativa de Ted Gurr52

    , seaque se considere que el conflictosalvadoreo era una situacin de regateo(para aplicar el marco de lectura deThomas Schelling 53), o uno de losltimos conflictos de tipo clausewitziano,estructurado por una de las dos grandeslgicas tradicionales explicativas de laconflictualidad a saber, la guerrarevolucionaria54 parece que, en El

    50

    Rouqui, Alain. Guerres et Paix enAmrique Centrale. Ob. Cit., p. 99. 51 David Escobar Galindo, poeta e intelectual,era amigo y representante personal delexpresidente del Salvador, Alfredo Cristiani, alo largo de las negociaciones de paz.52 Gurr, Ted. Why Men Rebel?. PrincetonUniversity Press: Princeton, 1970.53 Schelling, Thomas. The Strategy ofConflict. Galaxy Books: New York, 1963. 54 El FMLN moviliz sus recursos paraintentar la revolucin, estara uno tentado adecir retomando la tesis de la movilizacin de

    Salvador, la violencia fue tanto laexpresin de la exclusin de los actoresdel sistema socio-econmico y poltico,

    como el instrumento de una estrategiapoltica. Asociada a la imagen de crisisen los aos setenta, la violencia ira luegoa estar vinculada a la nocin de conflictoen el curso de la dcada de los ochenta55.

    Razonablemente justificada,instrumentalizada56, incluso dominada57,

    recursos de Charles Tilly. From Mobilizationto Revolution. Reading (Mass), Addison-Wesley, 1978. 55

    Retomo aqu los trminos utilizados porMichel Wieworka en su reflexin sobre losanlisis tradicionales de la violencia. Tratarla violencia consista ya sea en considerarque sta tena su lugar en los clculos yestrategias de los actores parte de unconflicto, o bien en admitir que vena atraducir una integracin insuficiente de losactores dentro de un sistema. Un NouveauParadigme de la Violence?. En: Cultures &Conflits. 1998, p. 18.56 Si los objetivos reales de la ofensiva de1989 pueden prestarse a controversia,aquellos de la ofensiva de 1990 eransimplemente los de presionar al gobiernosalvadoreo en el momento en que lasnegociaciones se desarrollaban bajo losauspicios de las Naciones Unidas. La mejorprueba de tal instrumentalizacin residequizs en las vivas discusiones que hubo enel seno del FMLN sobre la oportunidad o lautilidad de cometer atentados como losperpetrados por el PRTC en contra de losmarinesnorteamericanos, en la Zona Rosa, amediados de los ochenta. Nidia Daz yFrancisco Jovel reconocieron en efecto quedichos actos haban sido un error y

    finalmente no haban llevado sino a unresultado poltico adverso al que seesperaba.57 Sera sin embargo falso creer que estaviolencia fue totalmente dominada. Si bienfue instrumentalizada, hubo tambin, comoen todas las guerras, una parte irracional.Guerra sicolgica para unos, guerra suciapara otros, tambin en El Salvador, noobstante, la guerrilla cometi desviaciones yexcesos. Adems de los atentados,secuestros, decomisos o incluso arreglos decuentas internos de los que fueron vctimas

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    la violencia tendra un cierto sentido y elconflicto una cierta legibilidad. El campocontrario era ciertamente percibido como

    un enemigo, pero un enemigo temporalcon el que eran factibles loscompromisos. Se puede entonces pensarque la negociacin poltica se veafacilitada gracias a que, por una parte,exista un conflicto polarizado, y porotra, haba unos actores identificados yrelativamente homogneos. Finalmente,lo que estaba en juego estaba bienpercibido y definido.

    DECONSTRUCCIN DE LASLGICAS DE PENSAMIENTO,RECONSTRUCCIN DELDISCURSO

    Todava deba emprenderse unaverdadera negociacin. A finales de losochenta muchos factores permitandesbloquear la situacin. El nuevomarco de lectura de las relacionesinternacionales ya no daba cuenta en

    realidad del sentido de esas guerras queuno se haba acostumbrado a aprehendera travs del prisma deformador de labipolaridad. En adelante sera necesarioque los diferentes actores lograran salirsede su trayectoria y evitaran quedarsebloqueados en el sistema de anlisistradicional de los conflictos. Concurrenentonces diferentes elementos paradeconstruir las lgicas y construir unnuevo discurso.

    Desde 1987, la rama diplomtica de laguerrilla en otras palabras, la izquierdadesarmada salvadorea decide entraral Salvador para participar en laselecciones de 1989. Esta separacin del

    Roque Dalton y Ana Mara, el FMLN cay enciertos actos cuya finalidad es ms difcil decomprender: masacres de poblados,asesinatos de dos pilotos norteamericanosque estaban vivos luego de la destruccin desu helicptero

    FDR con el FMLN es percibida enprimera instancia como un duro golpepara la guerrilla; sin embargo, obliga a

    reconsiderar su posicin y a readaptar sudiscurso. El FMLN multiplica entoncessus ofensivas diplomticas y luegoemprende, en 1989, discusiones con lospartidos polticos salvadoreos. Elantiguo FDR, con el que no estn rotostodos los puentes, y que, entretanto, haformado un nuevo partido llamadoConvergencia Democrtica, pareceentonces desempear un rol doble: a lavez gua y facilitador del dilogo.

    Son, no obstante, las Naciones Unidaslas que, por intermedio de su SecretarioGeneral, llevan a los dos partidos anegociar dos aos ms tarde. Seconstituiran as en ese tercero, neutral oimparcial, que deconstruira las lgicasde pensamiento.

    CAMBIO DE TRAYECTORIAS,MOTIVACIONES REALES

    No obstante, podemos preguntarnoscules fueron las motivaciones profundaso, ms prosaicamente, los detonadoresque originaron estos cambios. Latransformacin o reconversin delFMLN fue deseada y programada? Sehizo por necesidad o por lasitud, porresignacin (second best option) tantocomo por adhesin, o bien no fuefinalmente ms que la combinacin deun conjunto de expectativas racionales

    de actores guiados por su propiointers58?Desde febrero de 1989, incluso antes

    de la cada del Muro de Berln, Joaqun

    58 Para retomar una expresin de Jean Lecasa propsito de la democracia en los pasesdel Maghreb. La Dmocratisation dans leMonde Arabe: Incertitude, Vulnrabilit etLgitimit. En: Salam, Ghassam.Dmocraties sans Dmocrates. Fayard:Pars, 1994.

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    Villalobos anuncia su deseo dedemocratizar la vida polticasalvadorea 59. Siente cambiar los

    vientos? Hay que ver all unareconversin a la democracia o ms bienla defensa de intereses personales? Lasdudas subsisten. Los mejores estrategasde la democratizacin no son siempre losdemcratas ms convencidos, recuerdaGuy Hermet60. Algunos meses despus,la gran ofensiva de noviembre de 1989no va tener, de hecho, el objetivoprincipal de tomarse el poder por lasarmas, aun si uno de los varios

    escenarios elaborados las presionesseguidas de negociaciones se aplicaraenseguida61? Cmo explicar, por otraparte, que cuando el M-19 colombianodecidi en 1990 reintegrarse a la vidapoltica legal, muchos en el seno delFMLN los desaprobaron y estimaron quese trataba de una traicin?

    Sin minimizar su importancia ni susconsecuencias, el fin de la Guerra Fra ycon l la prdida de referente ideolgico,

    no permiten, por lo tanto, explicarlo ni justificarlo todo. No se puede negar quelas presiones internacionales y regionalescontribuyeron a llevar a la guerrilla

    59 Villalobos, Joaqun. A DemocraticRevolution for El Salvador. Foreign Policy.No. 74, primavera de 1989, p. 119. 60 Hermet, Guy. Aux Frontires de laDmocratie. PUF: Pars, 1983, citado porBanega, Richard. Les TransitionsDmocratiques: Mobilisations Collectives et

    Fluidit Politique. En: Culture & Conflits,1994, p. 105. 61 Los objetivos reales de esta ofensivasiguen en la controversia. A. Rouqui piensaque el principal objetivo era presionar algobierno y que, ante el xito de su ofensiva,la guerrilla cambi de plan y busc ir mslejos. Es bien posible, aunque no sea lo queafirman ciertos comandantes a cargo de lasoperaciones. Segn ellos, se habanelaborado diferentes escenarios pero elobjetivo principal segua siendo tomarse elpoder por las armas.

    salvadorea a la mesa de negociaciones.No olvidemos, sin embargo, el impasemilitar al cual se haba llegado, unido a

    las fuertes presiones internas. Esinnegable que el FMLN, enfrentado a laprdida de su respaldo moral yfinanciero, se sinti igualmente obligadoa repensar su accin. A diferencia demuchos otros movimientos guerrilleroscomo UNITA (con los diamantes), losKhmer Rojos (la madera y los rubes),los moudjahidin afganos (la herona), olas FARC y el ELN (la cocana, lossecuestros), la guerrilla salvadorea no

    tena ms que unos cuantos recu