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UNIVERSIDAD DE SALAMANCA INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS DE CASTILLA Y LEON PROGRAMA DE DOCTORADO EN NEUROCIENCIAS PERIODO DE INVESTIGACION 2001-2002 TRABAJO DE INVESTIGACION TUTELADO: "ANALISIS DE LA FUNCION NEUROCOGNITIVA DE UN GRUPO DE PACIENTES ESQUIZOFRENICOS PARANOIDES EN REMISION CLINICA" DOCTORANDO : RICARDO J. BUSTAMANTE QUIROZ TUTELADO POR : DRA. MARIA VICTORIA PEREA SALAMANCA, MAYO DE 2002

Análisis de la función neurocognitiva en pacientes esquizofrénicos en remisión clínica

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UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

INSTITUTO DE NEUROCIENCIAS DE CASTILLA Y LEON

PROGRAMA DE DOCTORADO EN NEUROCIENCIAS

PERIODO DE INVESTIGACION 2001-2002

TRABAJO DE INVESTIGACION TUTELADO:

"ANALISIS DE LA FUNCION NEUROCOGNITIVA DE UN GRUPO

DE PACIENTES ESQUIZOFRENICOS PARANOIDES

EN REMISION CLINICA"

DOCTORANDO : RICARDO J. BUSTAMANTE QUIROZ

TUTELADO POR : DRA. MARIA VICTORIA PEREA

SALAMANCA, MAYO DE 2002

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INDICE

Pag.

3 1. Resumen.

4 2. Marco Teórico.

4 2.1. Aspectos históricos y conceptuales.

8 2.2. Paradigmas en el estudio de la cognición en esquizofrenia.

12 2.3. Teorías explicativas.

13 2.4. Problemas metodológicos.

16 2.5. Importancia de la evaluación cognitiva.

17 3. Propósitos del Estudio.

17 4. Hipótesis.

18 5. Metodología.

18 5.1. Diseño.

18 5.2. Población y muestra

20 5.3. Dimensiones cognitivas estudiadas y pruebas aplicadas.

23 5.4. Análisis estadístico.

24 6. Resultados

24 6.1 Escala PANSS.

24 6.2. Características demográficas y clínicas.

25 6.3. Estado cognitivo general.

26 6.4. Dimensiones cognitivas y pruebas específicas

32 6.5. Análisis de correlación entre las variables.

33 6.6. Análisis post-hoc

38 7. Discusión

38 7.1. Análisis de los resultados.

46 7.2. Marcadores de rasgo vs. marcadores de estado.

47 7.3. Posibles correlaciones neuroanatómicas y neurofuncionales.

49 7.4. Limitaciones del estudio.

50 8. Conclusiones.

51 9. Referencias.

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1. RESUMEN

Título : Análisis de la Función Neurocognitiva de n Grupo de Pacientes Esquizofrénicos

Paranoides en Remisión Clínica.

Marco de referencia: Los estudios neuropsicológicos en pacientes esquizofrénicos han

demostrado un déficit constante en varios dominios cognitivos. Sin embargo, debido a

problemas metodológicos se ha cuestionado si los déficits son primarios o adquiridos en el

curso de la enfermedad y si constituyen marcadores de rasgo o de estado del trastorno. Por

otro lado, el deterioro socio-ocupacional en esquizofrenia está relacionado directamente con

las fallas cognitivas por lo que es fundamental contar con instrumentos de evaluación que

permitan hacer un diagnóstico precoz de los déficits y establecer programas de

rehabilitación oportunos.

Propósito: Esta investigación se realizó con el propósito de analizar la función

neurocognitiva de pacientes esquizofrénicos paranoides en remisión clínica y diferenciar

marcadores cognitivos de rasgo y de estado del trastorno.

Metodología: Se seleccionó un grupo de 10 pacientes con diagnóstico de esquizofrenia

paranoide, clínicamente estables y que no presentaban en el curso de su enfermedad

factores que pudieran interferir en forma secundaria su rendimiento cognitivo. El grupo fue

emparejado con un grupo control sano. Se aplicó a ambos una batería flexible de 10

pruebas neuropsicológicas para evaluar estado cognitivo general, atención, función

ejecutiva, memoria verbal y no verbal, capacidad constructiva e inteligencia no verbal.

Resultados: El grupo de pacientes esquizofrénicos rindió por debajo del grupo control en

todas las medidas de función cognitiva. Los mayores déficits fueron en atención y función

ejecutiva y los menores en capacidad constructiva y memoria de reconocimiento. La prueba

del Trail Making B permitió diferenciar dos sub grupos de pacientes esquizofrénicos con

mayor y menor déficit cognitivo.

Discusión: Se destaca el mayor compromiso de la atención y las funciones ejecutivas en

todos los pacientes mientras que las fallas en memoria sólo fueron más pronunciadas en el

sub grupo con peor rendimiento y se correlacionaron con mayor número de síntomas. Se

propone la posibilidad de que los déficits en atención y función ejecutiva sean marcadores

de rasgo más fiables de la enfermedad, mientras que el déficit en memoria pueda aparecer

como marcador de rasgo solo en pacientes con mayor grado de severidad u obedecer a

factores vinculados a la fase sintomática o a la evolución del trastorno.

Conclusión: Estos resultados aportan evidencias para considerar los déficits en atención y

función ejecutiva como marcadores de rasgo de la esquizofrenia posiblemente vinculados

con alteraciones en circuitos fronto-estriados-talámicos y fronto-temporales.

Palabras clave: Atención; Cognición; Función Ejecutiva; Memoria; Esquizofrenia;

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2. MARCO DE REFERENCIA

2.1. Aspectos históricos y conceptuales

La esquizofrenia es el trastorno psiquiátrico más devastador e incapacitante que

afecta a la humanidad pues produce graves alteraciones en casi todos los procesos

mentales durante la época más productiva de la vida. El riesgo de sufrir de

esquizofrenia es del 1% para la población general, riesgo que aumenta hasta 10

veces en familiares de primer grado, mientras que el deterioro socio-ocupacional

permanente supera el 75% en estos pacientes (Roder y col., 1996).

Los síntomas clásicos de la esquizofrenia incluyen alucinaciones, delirios,

desorganización del pensamiento y del lenguaje, apatía y abulia. A pesar que los

primeros estudios la señalaban como un proceso degenerativo del cerebro fue

considerada luego como una "enfermedad de la mente" hasta mediados del siglo

pasado en que el descubrimiento de los neurolépticos volvió a abrir un campo para

su estudio biológico. Además, en las tres últimas décadas el estudio de las

funciones cognitivas de los pacientes esquizofrénicos ha recobrado interés luego de

estar en segando plano durante casi un siglo. Gracias a las investigaciones de la

neuropsicología, la psicología cognitiva y los estudios de imágenes cerebrales se

han encontrado evidencias de la presencia de un déficit cognitivo como

manifestación constante en pacientes esquizofrénicos asociado a alteraciones

estructurales y funcionales en varias regiones y circuitos cerebrales que permiten

definirla ahora como una enfermedad del cerebro.

Los estudios sobre alteración cognitiva en esquizofrenia datan de más de cien años

En las primeras descripciones sistematizadas del trastorno realizadas en el último

cuarto del siglo XIX por Morel y Kraepelin (quienes la llamaron demencia precoz)

se había concedido significativa importancia a los déficits cognitivos. Ya en 1896

Kraepelin consideraba que el signo neuropsicológico más común entre los

pacientes esquizofrénicos era el déficit de la atención, probablemente secundaria a

degeneración neuronal en la corteza frontal que podía alterar, por consiguiente, los

demás procesos cognitivos. (Green, 1998; Cuesta, 2000).

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Lamentablemente las observaciones clínicas de Kraepelin no fueron de la mano

con los hallazgos anátomo-patológicos en una época en que la investigación

histológica del cerebro comenzaba a florecer: Era la época de los hallazgos

morfológicos de la "demencia senil" y la "parálisis general progresiva", de las

descripciones de Alzheimer sobre las placas seniles y de las descripciones

histológicas de Golgi y Cajal. En aquel contexto se hubiera esperado también un

correlato anátomo-patológico para las propuestas de Kraepelin. Sin embargo esta

asociación no fue encontrada, los hallazgos anátomo-patológicos post-mortem de

personas con demencia precoz no parecían diferir sustancialmente de los normales,

quedando la descripción en cuanto al proceso degenerativo cerebral en un plano

hipotético que pronto fue cuestionada por otros científicos (Pichot, 1983).

Así, E. Bleuler en 1911 criticó el énfasis dado al trastorno cognitivo por Kraepelin,

rechazó el término de "demencia", el comienzo precoz y el curso desfavorable del

trastorno; coincidió con Kraepelin en la descripción del déficit en la atención pero lo

relegó a un segundo plano considerándolo secundario a los otros síntomas. Para

Bleuler las funciones intelectuales inicialmente podían seguir funcionando por

completo y sólo un porcentaje menor de pacientes iba al deterioro. Descartó el

término de demencia precoz reemplazándolo por el de esquizofrenia (mente

escindida) y viró la descripción hacia lo que él denominó "síntomas fundamentales"

presentes en todos los pacientes: asociaciones inconexas, afecto aplanado,

ambivalencia y autismo (conocidos luego como "las cuatro A de Bleuler").

Consideró a las alucinaciones y delirios como secundarios a los síntomas

fundamentales, pudiendo diferir de unos pacientes a otros. Con esta descripción

Bleuler puso las bases para lo que posteriormente serían descritos como síntomas

negativos y síntomas positivos del trastorno, y aunque no prestó mayor importancia

a los síntomas cognitivos reconoció que una restitución total del funcionamiento

previo a la enfermedad era muy improbable (Bleuler, 1960).

Posteriormente, Schneider varió significativamente el enfoque teórico del trastorno.

Bleuler había restado interés al deterioro cognitivo pero había conservado la

importancia que dio Kraepelin a la validación clínica basada en manifestaciones

observables (signos) que podían ser ponderados o medibles. Schneider, por el

contrario, reorientó el análisis hacia una perspectiva "fenomenológica" del trastorno

en la cual las vivencias (subjetivas) del paciente pasaban a ser las manifestaciones

más importantes a tomarse en cuenta. De esta manera describió como los

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"síntomas de primer orden" a aquellos trastornos sensorio perceptivos y del

pensamiento manifestados por los pacientes (pensamiento sonoro, alucinaciones

auditivas dialogantes o que comentan los actos del sujeto, pasividad del yo,

enajenación del pensamiento y percepciones delirantes), dejando en una segunda

categoría a los trastornos del afecto y del juicio, abulia, apatía e ideas delirantes.

Con Schneider comienza a pasar a un plano cada vez menos importante la

observación de que los déficits cognitivos estuvieran afectados primariamente en la

esquizofrenia o que constituyesen características fundamentales de ésta,

considerándoseles como secundarios al trastorno del pensamiento, a la falta de

motivación, o al deterioro social. Se va consolidando la idea de concebir a la

esquizofrenia como un trastorno "funcional" (un "trastorno de la mente") carente,

hasta entonces, de un sustrato anátomo-fisiológico que la explique.

Las posiciones de Schneider dominaron gran parte de la psiquiatría de la primera

mitad del siglo XX, siendo reforzadas por los postulados fenomenológicos de la

psicopatología de Jaspers, la fenomenología existencial de Biswanger, el auge de

las teorías psicoanalíticas freudianas y, como se ha dicho, la ausencia de un

sustrato neuroanatómico que demostrara una alteración morfológica homogénea

en los pacientes esquizofrénicos.

A pesar del claro predominio de las corrientes fenomenológicas y psicodinámicas

en esa época existieron esfuerzos por demostrar una relación entre esquizofrenia y

alteración neuropsicológica. Por ejemplo Hunt y Cofer en 1944 realizando estudios

experimentales notaron que el cociente intelectual de los pacientes esquizofrénicos

era más bajo que el de los controles normales sugiriendo algún proceso

deteriorante en estos pacientes, y Rapaport en 1945 informó sobre deterioros en

el juicio, concentración, habilidad de planeamiento y anticipación, fallas en memoria

y en formación de conceptos (Goldberg, 2000).

Aunque varios otros estudios aportaban datos semejantes durante los años

cuarenta y cincuenta las influencias ideológicas mencionadas, por un lado, y la

ineficacia de otros modelos biológicos o psicológicos para plantear hipótesis sólidas

por otro, contribuyeron a minimizar la importancia de los déficits cognitivos de la

esquizofrenia los cuales siguieron siendo considerados como secundarios.

Entre 1960 y 1980 la orientación del estudio de la esquizofrenia dio un vuelco

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importante impulsada, en el plano biológico, por el descubrimiento de los primeros

fármacos antipsicóticos, por el avance de la microscopía electrónica y los estudios

histo-patológicos, y por el desarrollo de las técnicas de imágenes, y en el plano

psicológico por la aplicación de las teorías de la nueva psicología cognitiva con sus

modelos del procesamiento de información (ya en serie, ya distribuido en paralelo),

además del desarrollo y aplicación de pruebas neuropsicológicas estandarizadas

cada vez más confiables y válidas.

Así a partir de la segunda mitad del siglo XX los déficits cognitivos de la

esquizofrenia vuelven a ser tomados en cuenta como objeto de estudios

experimentales sustentados en la renovada neuropsicología clínica (desarrollada

por Luria) y en el entonces novedoso enfoque de la psicología cognitiva,

postulándose inclusive modelos cognitivos que intentaban explicar la esencia de

este trastorno como una alteración primaria del procesamiento de la información

(Ruiz-Vargas, 1987) a partir de la cual se producirían los otros síntomas del

trastorno. Desde entonces se ha desarrollado una vasta producción de

investigaciones referentes al estado de los procesos cognitivos en los pacientes

esquizofrénicos, comprobándose de manera consistente la presencia de un déficit

cognitivo posiblemente primario como parte fundamental de este trastorno, el cual

compromete en mayor o menor grado todos los procesos cognitivos de los

pacientes, siendo más acentuado en los procesos de atención, funciones

ejecutivas, memoria y tareas visomotoras (Goldberg, 2000).

Por otro lado, la descripción de Crown en 1980 de los tipos I y II de esquizofrenia,

basándose en hallazgos clínicos, farmacoterapéuticos y de imágenes, constituyó

un importante hito en la conceptualización de la esquizofrenia como una

enfermedad del cerebro. Crown describió a la esquizofrenia de tipo I como aquella

en la que predominaban los "síntomas positivos" con exceso o distorsión de las

funciones normales (desorganización conceptual, conducta alucinatoria, excitación,

grandiosidad, suspicacia y hostilidad) mientras que en la esquizofrenia de tipo II

predominaban los "síntomas negativos", con disminución o pérdida de las funciones

normales (aplanamiento afectivo, retraimiento emocional, aislamiento social,

hipoactividad motora, abulia y pobreza del lenguaje). Esta descripción clínica fue

acompañada por descripciones de Tomografía Axial Computarizada (TAC) en las

que se observaba diferencias entre ambos tipos de esquizofrenia: mientras que el

tipo I no difería de los controles normales en el tipo II se observaba aumento en el

tamaño de los ventrículos laterales y atrofia cortical.

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Estudios posteriores validaron la presencia de estos dos tipos de síndromes en

pacientes esquizofrénicos pero sin ser necesariamente excluyentes en un mismo

paciente (Crown, 1986; Andreasen, 1990). Además, al hacerse estudios

longitudinales del curso del trastorno se encontró que la mayoría de pacientes

presentaba sintomatología mixta. También se pudo comprobar que tanto los

hallazgos de neuroimágenes como los rendimientos en pruebas neuropsicológicas

podían estar alterados en ambos síndromes. A partir de entonces se han realizado

una gran cantidad de investigaciones orientadas a esclarecer con mayor precisión

los substratos neurobiológicos que subyacen a estas presentaciones clínicas,

habiéndose descrito incluso un tercer síndrome "desorganizado" en donde

predomina la conducta errática y el lenguaje desorganizado (Liddle, 1987;

Andreasen, 1990).

El desarrollo de los estudios sobre la neurocognición en esquizofrenia ha sido

también reforzado en los últimos años por el gran avance en el campo de las

neurociencias básicas y el uso de modernas tecnologías que no eran accesibles

hasta hace pocas décadas. Campos científicos como la biología celular, la

experimentación en modelos animales, la genética molecular y , como se ha dicho,

los modernos registros funcionales cerebrales en imágenes, han aportado

numerosas evidencias que permiten ahora tener una perspectiva mucho más

científica de este complejo trastorno. Todo ello ha permitido establecer

correlaciones entre procesos cognitivos y substratos anátomo-funcionales que han

aportado explicaciones racionales a partir de la cuales se han formulado hipótesis

etiopatogénicas para la esquizofrenia que cada vez parecen más sólidas. En este

ámbito, la teoría de un neurodesarrollo defectuoso (de origen multifactorial) que

determinaría una encefalopatía temprana crónica y estable parece ser hoy la teoría

que cuenta con el mayor respaldo de los hallazgos en las investigaciones

realizadas (Weinberger, 1987, Morenco y Weinberger, 2001).

2.2. Paradigmas en el estudio de la cognición en esquizofrenia

Los paradigmas sobre los que se ha basado la investigación neurocognitiva en

esquizofrenia en las últimas tres décadas han sido principalmente: la

neuropsicología clínica, la psicología cognitiva y el estudio de neuroimágenes.

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Los estudios de neuropsicología clínica en pacientes esquizofrénicos fueron

desarrollados de manera corriente a lo largo del siglo pasado, pero a pesar de la

consistencia de los resultados deficitarios éstos permanecieron subvalorados por

mucho tiempo. Se pensaba, como se ha dicho, que los déficits eran secundarios al

deterioro de la motivación, a la grave alteración del juicio de realidad o al trastorno

del proceso del pensamiento. Inclusive luego de la introducción de los neurolépticos

se pensó que estos medicamentos podían contribuir o incluso originar el déficit. La

aplicación temprana de pruebas neuropsicológicas en el estudio de la esquizofrenia

se usó, por consiguiente como un instrumento de diagnóstico diferencial por los

psiquiatras para "descartar" una posible causa "orgánica" para la sintomatología

psicótica que se pensaba que de algún modo en la esquizofrenia era relacionada a

la mente pero no al cerebro.

A partir de 1970, ya con cierto amparo de los estudios de TAC que destacaban las

primeras evidencias de alteraciones morfológicas en cerebros de pacientes

esquizofrénicos, la investigación neuropsicológica se dirigió fundamentalmente a

detectar y definir los déficits neuropsicológicos comparando el rendimiento de

pacientes esquizofrénicos con sujetos controles sanos, pacientes con daño cerebral

y con otros trastornos psiquiátricos, utilizando amplias baterías neuropsicológicas.

Las baterías más utilizadas en estas investigaciones fueron la Luria-Nebraska, la

Halstead-Reitan y la Escala de Inteligencia de Wechsller. Así, en un estudio de

revisión de 94 trabajos al respecto realizado en 1977 por Heaton y col. los

resultados indicaron que los pacientes esquizofrénicos siempre rendían por debajo

de los controles sanos, que los pacientes con cuadros agudos rendían mejor que

aquellos con cuadros crónicos y que éstos últimos no podían diferenciarse

fiablemente de las heterogéneas poblaciones de pacientes con daño cerebral

basándose en las puntuaciones en estas pruebas (Malec, 1978; Cuesta, 2000).

La posibilidad que estos resultados indicaran que la esquizofrenia fuera en sí

misma una enfermedad del cerebro que produjera un daño cognitivo primario fue

considerada, pero aún así no tan valorada por muchos investigadores que

continuaron dando énfasis al papel de la motivación, la institucionalización, la

medicación y la sintomatología psiquiátrica en el deterioro cognitivo. Con el

advenimiento de las técnicas de imágenes funcionales cerebrales (Tomografía por

Emisión de Positrones - PET, Tomografía por Emisión de Fotón Único - SPECT,

Resonancia Magnética Funcional - MRf) que aportaban datos sobre zonas

cerebrales hipofuncionantes la opinión cambió rápidamente y eso llevó a que se

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diera importancia a evidencias que las pruebas neuropsicológicas venían

mostrando hacía tiempo. Pero también cambió la orientación con que se aplicaban

las pruebas neuropsicológicas a los pacientes esquizofrénicos, pues de alguna

forma, la neuropsicología clásica aún manejaba el estereotipo localizacionista de la

comprobación anatómica del "daño cerebral estructural" tan ligada a la neurología

tradicional, el cual tuvo que cambiar ante la evidencia de la presencia de

alteraciones funcionales aún sin lesión estructural y que ahora podían ser

registradas en imágenes.

El desarrollo posterior del enfoque neuropsicológico de la esquizofrenia se dirigió a

la búsqueda de baterías de evaluación que fueran más flexibles y específicas para

valorar las diferentes funciones cognitivas (Taylor y Abrams, 1984). Además, sobre

los modelos de la psicología cognitiva, dominante en esos años, se fueron

diseñando sofisticadas pruebas para medir cada función cuidando de controlar y

evitar la interferencia entre las funciones que se estudiaban. Así mismo, la

aplicación de pruebas neuropsicológicas con el registro simultáneo de imágenes

cerebrales funcionales permitieron correlacionar los déficits encontrados con las

regiones y circuitos cerebrales probablemente afectados. En este sentido, la Prueba

de Selección de Cartas de Wisconsin aplicada simultáneamente al registro de

función cerebral frontal se ha convertido en un paradigma para demostrar que los

pacientes esquizofrénicos presentan una "hipofrontalidad" funcional al responder a

las exigencias de esta prueba (Braff y col, 1991).

Otro de los paradigmas en el estudio de la función neurocognitiva de la

esquizofrenia ha sido aportado por la psicología cognitiva surgida en la década de

los sesenta como corriente alternativa a los paradigmas psicoanalítico y conductista

que habían imperado hasta entonces en la psicología y cuyos aportes al estudio

científico de la esquizofrenia habían sido muy escasos. Neisser, en 1967, utilizó el

término "cognición" para referirse a todos los procesos mediante los cuales una

entrada (input) sensorial es transformada, reducida, elaborada, almacenada,

recuperada y utilizada (Best, 2001). Los psicólogos cognitivos de esta manera, a

diferencia de los conductistas clásicos que se basaban en la observación y

descripción de la conducta como resultado de estímulos externos señalaron que

es la percepción la que modela la conducta y que ésta es en sí misma un proceso

constructivo, que no sólo depende de la información intrínseca del estímulo sino

también de la estructura mental de quien la percibe. De esta manera, concedieron

igual importancia a las características intrínsecas del estímulo, al procesamiento de

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éste y a su representación interna.

A partir de entonces muchos investigadores utilizaron el modelo del procesamiento

de información para investigar los déficits cognitivos en la esquizofrenia (Cronwel,

1978; Frith, 1979; Ruiz-Vargas, 1987). Según este modelo los síntomas de la

esquizofrenia se podrían explicar por una alteración en uno o varios estadios en el

procesamiento de la información en una compleja red de procesos psicológicos

internos los cuales estarían primariamente controlados por un "procesador ejecutivo

central". Así, existirían unas características estructurales fijas en el sistema

cognitivo humano, que podrían identificarse con las fases o etapas por las que va

pasando la información, las cuales son en cierto modo invariables. Además

existirían procesos, fijos unos y de libre uso otros, que constituirían las distintas

estrategias o mecanismos a los que recurre el individuo siempre que hace uso de la

información o del conocimiento. La alteración tanto de las estructuras como de los

procesos explicaría la conducta esquizofrénica (Ruiz-Vargas, 1987).

Los modelos de procesamiento de información diferían de los modelos

neuropsicológicos precedentes en que fueron planteados como un paradigma

abstracto. Los psicólogos cognitivos de este período no buscaban una base

morfológica cerebral para explicar sus hipótesis, se basaban puramente en sus

propias inferencias realizadas basándose en hallazgos de laboratorio experimental,

estaban más interesados en la lógica de los procesos mentales que en los

correlatos cerebrales subyacentes que, aunque no fueron nunca rechazados

explícitamente tampoco parecían interesarles mucho (León-Carrión, 1995).

El modelo del procesamiento de la información abarcó en el estudio de pacientes

esquizofrénicos los procesos de atención, tiempo de reacción, procesamiento

automático y controlado, percepción, memoria explícita e implícita, lenguaje y

funciones ejecutivas, encontrándose déficits variables en todos estos procesos. Sin

embargo este enfoque "en serie y secuencial" pronto resultó insuficiente para

explicar alteraciones que parecían suceder simultáneamente en el tiempo y cuyo

estudio requería de un modelo menos rígido que tuviera en cuenta una base

material y no puramente abstracta. Por otro lado, ya en los años setenta el

desarrollo de la psicología cognitiva estaba acompañado de un avance muy

significativo en las técnicas de neuroimagen que permitían que por primera vez

fuera posible el estudio directo de las representaciones internas, existiendo

entonces la posibilidad de que los procesos cognitivos no tuvieran que ser sólo

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evaluados indirectamente (Kandel, 1997).

Ante la insuficiencia del modelo de procesamiento de información la psicología

cognitiva se ve reforzada en los años ochenta por la aparición de los modelos

conexionistas que planteaban más bien el procesamiento de la información de una

manera distribuida en paralelo. Mientras que el modelo del procesamiento de la

información recurría a análisis abstractos y en serie, los modelos conexionistas

remarcaban la hipótesis de un procesamiento en paralelo basándose en los

modelos neuronales de transmisión de señales. De esta forma, el conexionismo

trataba de correlacionar las teorías cognitivas abstractas del procesamiento de la

información con presupuestos materialistas basados en la funcionalidad neuronal,

postulando que la mente vendría a ser el nombre para la actividad del

procesamiento de la información por el cerebro, es decir, asienta sobre una base

material. Los modelos conexionistas significaron un paso adelante en la

comprensión de la funcionalidad cerebral para explicar procesos cognitivos que

podían suceder simultáneamente y que podían involucrar a la vez diferentes zonas

cerebrales.

Actualmente ambos modelos han demostrado ser útiles y no excluyentes para la

comprensión del deterioro cognitivo en esquizofrenia. Los estudios de imágenes

cerebrales por ejemplo han demostrado que en ciertos procesos, como atención y

función ejecutiva predomina una disfunción más específica de algunas zonas

cerebrales fundamentalmente en corteza prefrontal, mientras que en los procesos

de memoria parecen estar comprometidos a la vez amplias zonas corticales

temporales e hipocámpicas a la vez que circuitos subcorticales tálamo-estriados-

prefrontales.

2.3. Teorías explicativas

La esquizofrenia es vista ahora como un trastorno neuropsiquiátrico multifactorial en

el que una vulnerabilidad genética confluiría con factores epigenéticos para producir

una alteración en el desarrollo del cerebro (DeLisi, 1998). Las fuertes evidencias

del sustrato neurobiológico de la esquizofrenia por un neurodesarrollo defectuoso

no hacen difícil comprender la posibilidad de que muchos (o todos) los procesos

mentales de los pacientes que la sufren estén alterados en forma primaria. Aunque

no ha sido posible aún encontrar un sustrato neuroanatómico homogéneo en los

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estudios realizados, los hallazgos indicarían fundamentalmente alteraciones

estructurales o funcionales a nivel de la corteza prefrontal, temporal media e

hipocámpica y en circuitos subcorticales límbicos-diencefálicos-prefrontales (Braff,

1991; Frith, 1995, Mohamed, 1999), regiones todas ellos implicadas en el

procesamiento cognitivo.

Al parecer el trastorno del neurodesarrollo impediría la diferenciación y migración

neuronal durante el segundo trimestre del embarazo y limitaría el proceso de

sinaptopoyesis, especialmente a nivel del lóbulo frontal durante la infancia. En la

adolescencia al producirse los procesos normales de apoptosis o de "pruning"

(poda) neuronal el sujeto, con un desarrollo cerebral alterado, quedaría más

vulnerable a los estresores psicosociales y a los cambios hormonales, y sería

incapaz de procesar adecuadamente los estímulos externos e internos,

produciéndose el brote psicótico.

Así, a pesar de que en las dos últimas décadas se ha dado principal importancia a

los síntomas esquizofrénicos "positivos", "negativos" y más recientemente a los

síntomas "desorganizados" (Liddle, 1987) ahora resulta lógico proponer que las

manifestaciones cognitivas constituyen un nivel de patología presumiblemente

primario y central, presente desde etapas anteriores a la aparición de los síntomas

clásicos (Braff y col, 1991; Heinrichs y Zakzanis, 1998) y que puede, inclusive,

explicar gran parte del cortejo sintomatológico de la esquizofrenia, provocar la

cronicidad y condicionar la desadaptación social y laboral en gran número de estos

pacientes. (Dickerson y col. 1999; Addington y Addington, 2000).

2.4. Problemas metodológicos

En la última década la constatación de los déficits neurocognitivos y su correlato

anátomo-funcional ha sido frecuentemente reportada en la literatura científica, sin

embargo los hallazgos específicos sobre campos cognitivos alterados y

localizaciones cerebrales no han sido siempre homogéneos, más bien se ha notado

mucha discrepancia en cuanto a la interpretación de los mismos. Esto parece

originarse, por un lado, a una falta de consenso en cuanto a modelos

neurocognitivos y pruebas utilizados y por otro lado, a la gran heterogeneidad del

trastorno estudiado, lo cual implica muchos problemas metodológicos a la hora de

diseñar las investigaciones.

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El primer problema metodológico lo constituye la heterogeneidad del trastorno. La

esquizofrenia puede presentarse en cuatro tipos clínicos diferentes: paranoide,

catatónico, hebefrénico y simple; y puede presentar en su curso tres síndromes

característicos: distorsión de la realidad (síntomas positivos), pobreza motora

(síntomas negativos) y desorganización. Además, al momento de hacer la

evaluación el trastorno puede presentarse en forma aguda, crónica o en remisión

clínica, estar el paciente en atención ambulatoria o en régimen de hospitalización, o

estar recibiendo tratamiento farmacológico o no estarlo. Por tanto es probable que

existan perfiles cognitivos distintos para cada sub-población de pacientes, aunque

subyazca en todos una o más características principales.

Los primeros estudios neuropsicológicos en esquizofrenia incluyeron poblaciones

clínicas heterogéneas, generalmente pacientes crónicos y en régimen de

hospitalización, y arrojaban resultados en los que el déficit cognitivo era

mayoritariamente difuso, casi indiferenciable de aquellos pacientes con daño

cerebral. Estos estudios tenían varias limitaciones, como la posibilidad de la

influencia de la institucionalización, el tratamiento con neurolépticos, un probable

proceso degenerativo o la combinación de todos estos factores. lo cual impedía

obtener conclusiones válidas. Sin embargo, en la última década los estudios con

pacientes en primer episodio de la enfermedad, ya sea con tratamiento o sin él,

también han encontrado déficits cognitivos, aunque más específicos en la atención,

las funciones ejecutivas y las tareas visomotoras, mientras que en memoria han

sido contradictorios (Lussier y Stip, 2001; Riley, 2000). Igualmente, investigaciones

realizadas en familiares de primer grado de pacientes esquizofrénicos también han

encontrado fallas cognitivas en comparación con controles sanos (Green, 1998).

Otro problema metodológico lo constituye el estadio clínico de los pacientes y su

sintomatología predominante. Los déficits cognitivos han estado mayormente

relacionados con los síndromes negativos en cuanto a su amplitud y severidad. En

un estudio temprano (Goldstein y Halperim, 1977) describió que las formas

paranoides de corta duración y sin alteraciones neurológicas añadidas tenían

menos alteraciones cognitivas que aquellas formas no paranoides con evolución

larga y sin alteraciones neurológicas. En un estudio para corroborar la validez de

los subtipos de esquizofrenia (Zakzanis, 1998) a través de la relación de las

funciones neuropsicológicas con síntomas predominantemente positivos o

negativos los resultados indicaron que la sintomatología esquizofrénica positiva

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estaba más relacionada con tareas ejecutivas frontales mientras que la negativa

estaba relacionada con tareas de seguimiento mental que requieren habilidad

motora. Sin embargo, el estudio individual de los pacientes mostró que la mayoría

presentaba ambos tipos de síntomas, positivos y negativos, concluyendo que

resultaba más razonable validar un modelo que refleje la variedad de los síntomas y

los patrones neuropsicológicos en los pacientes más que una dicotomía positiva-

negativa.

Con respecto a la farmacoterapia, por mucho tiempo se atribuyó a la medicación

antipsicótica neuroléptica clásica un papel importante en la producción de los

déficits cognitivos al hipotetizar que su acción bloqueadora dopaminérgica era

deletérea para estas funciones. Hoy las evidencias de estudios longitudinales

demuestran que no es así, pues si bien la acción antidopaminérgica a dosis altas

produce déficits en la función motora su efecto directo sobre la cognición no es

marcado en dosis terapéuticas. Más bien incluso en algunos aspectos atencionales

mejora modestamente el rendimiento como en la inhibición de estímulos

distractores. Un problema que si se ha vinculado con deterioro cognitivo ha sido el

uso de agentes anticolinérgicos para contrarrestar el extrapiramidalismo producido

por la acción antidopaminérgica, pues se ha demostrado su interferencia con

procesos de aprendizaje y memoria a largo plazo (Sharma y Mockler, 1998).

La introducción del uso de los antipsicóticos atípicos ha abierto una línea de

investigación importante en este campo. La mayoría de los nuevos antipsicóticos,

con menor efecto sobre receptores D1 y D2 y mayor efecto sobre D4 parecen

ofrecer un mejor panorama para el rendimiento cognitivo al limitar el flujo de

estímulos irrelevantes y mejorar la atención, sin entorpecer la función motora,

aunque no parecen tener una acción directa sobre las funciones ejecutivas. Se

necesitan estudios longitudinales de mayor duración para verificar cambios

cognitivos a largo plazo (Lee y col. 1999; Purdon, 1999; Cuesta y col, 2001).

Una forma de evitar los problemas metodológicos mencionados sería evaluar por

separado muestras homogéneas de pacientes según su tipo clínico, su curso, su

estadio de evolución y su tratamiento, comparando su rendimiento cognitivo entre

sí, con controles sanos y con otras patologías psiquiátricas. Por ejemplo, un grupo

de pacientes adecuado para identificar marcadores de rasgo de déficit cognitivo

sería aquel con poco tiempo de enfermedad, en estadio de remisión clínica, con

buena evolución y en tratamiento con antipsicóticos atípicos.

16

2.5. Importancia de la evaluación cognitiva

La evaluación neuropsicológica en esquizofrenia no debe estar solamente orientada

a la identificación de procesos mentales y áreas cerebrales comprometidas sino

que debe también estar dirigidas a esclarecer aspectos que puedan ser de mayor

utilidad para la planificación del tratamiento y la rehabilitación. El déficit cognitivo

limita por sí mismo la adaptación ocupacional y social de los pacientes

esquizofrénicos, aunque en estudios longitudinales se observa que aquellos cuya

severidad es menor se puede lograr una adaptación comunitaria cuando las

exigencias no son grandes. Lamentablemente la oportunidad de adaptación del

paciente esquizofrénico siempre está restringida en la comunidad y eso conlleva a

su aislamiento. Muchos fracasos ocupacionales, abandonos de tratamiento y

reactivación de síntomas psicóticos se deben a la falta de una adecuada evaluación

neurocognitiva que establezca claramente la funcionalidad social y ocupacional de

estos pacientes (Addington y Addington, 2000).

Por otro lado, el diseño de programas de rehabilitación neurocognitiva,

generalmente ausente en los esquemas de tratamiento, sería un aporte significativo

para la adaptación socio-ocupacional de los pacientes. Así, en los últimos años la

investigación neuropsicológica se ha afinado mucho más hacia la distinción de la

predominancia del tipo de déficit aplicada a distintas variables, como marcadores

del tipo clínico del trastorno, predicción del curso, estadios prodrómicos,

vulnerabilidad en grupos de riesgo, relación con la farmacoterapia, con la

psicoterapia y con el rendimiento social, así como su diferenciación de otros

trastornos mentales (Keefe, 1995; Cuesta y col. 2000).

La obtención del perfil cognitivo de los pacientes desde estadios precoces de la

enfermedad permitiría por tanto la elaboración de programas de rehabilitación

personalizados en cada caso y la prevención de los deterioros sociales.

17

3. PROPÓSITOS DEL ESTUDIO

El propósito de este estudio fue analizar el rendimiento cognitivo de un grupo

homogéneo de pacientes esquizofrénicos paranoides en remisión clínica, con

evolución favorable, estables y adaptados a la comunidad a fin de identificar

déficits cognitivo que puedan ser considerados como marcadores de rasgo del

trastorno. Se asumió que estudiando un grupo de pacientes de estas características

se controlaría los factores secundarios que pudieran interferir con el rendimiento

cognitivo.

Un segundo propósito fue evaluar la aplicabilidad de una batería flexible de pruebas

neuropsicológicas que pueda ser utilizada en forma rutinaria en la evaluación

cognitiva de los pacientes esquizofrénicos para identificar los procesos cognitivos

afectados y aquellos conservados a fin de diseñar futuros programas de

rehabilitación.

4. HIPOTESIS

Se trabajó con la hipótesis de que los pacientes esquizofrénicos presentarían un

rendimiento cognitivo inferior a los sujetos del grupo control en todas las medidas,

con el mayor déficit en las funciones ejecutivas, siendo este déficit el principal

marcador de rasgo. También se hipotetizó que se encontraría una mayor

correlación entre déficit cognitivo y síntomas negativos

18

5. METODOLOGIA

5.1. Diseño

Se diseñó una investigación analítica mediante un estudio de cohortes. El grupo de

estudio lo constituyó la cohorte de pacientes esquizofrénicos y el grupo control

estuvo constituido por sujetos sanos con iguales características demográficas.

5.2. Población y Muestra

El estudio se realizó en el Hospital Psiquiátrico Víctor Larco Herrera, de Lima-Perú.

La muestra fue escogida entre pacientes que acuden a control ambulatorio al

Servicio de Consulta Externa. Se seleccionó una muestra homogénea de pacientes

con diagnóstico de esquizofrenia paranoide, clínicamente estables en los que se

controló en lo posible los factores sintomáticos, de evolución y de tratamiento que

pudieran interferir en forma negativa en el rendimiento cognitivo de los pacientes.

El razonamiento lógico de este modelo fue que controlando estos factores se

obtendría un perfil más aproximado al rendimiento cognitivo basal de los pacientes,

y así los déficits que se pudieran encontrar podrían atribuirse con mayor

aproximación a la misma enfermedad y constituir un marcador de rasgo de ésta y

no sólo de fase o de estado.

Los criterios de inclusión utilizados para seleccionar la muestra de pacientes fueron

los siguientes:

1. Diagnóstico de esquizofrenia paranoide, según la 4ª Edición del Manual

Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación

Psiquiátrica Americana (DSM-IV).

2. Estabilidad clínica en el último año, definida por un puntaje menor de 60 en la

Escala de PANSS. Esta escala permite medir los síntomas positivos, los

síntomas negativos y la psicopatología general. Un puntaje de 30 indica

19

ausencia total de síntomas (7 en síntomas positivos, 7 en síntomas negativos y

16 en psicopatología general) mientras que un puntaje de 60 indica

sintomatología mínima (14 en síntomas positivos, 14 en síntomas negativos y 32

en sicopatología general) (Vengoechea, 1996). De esta manera se controlaba la

posibilidad de que los síntomas positivos como alucinaciones o delusiones

distrajeran la atención de los pacientes, y de que síntomas negativos como el

retardo psicomotor o la abulia retardaran los procesos cognitivos.

3. Nivel educativo mínimo equivalente a 11 años (secundaria completa). De esta

manera se controla la posibilidad de algún trastorno cognitivo previo.

4. Tiempo de enfermedad no mayor de 10 años. Se escogió este período bajo la

premisa que a más tiempo de enfermedad puede existir un mayor deterioro

estructural del cerebro asociado a un mayor número de episodios de la

enfermedad (Friedman y col., 1999) o a tratamientos recibidos.

5. Tiempo de hospitalizaciones anteriores no mayor de tres meses en total. Se

entiende que los tiempos de hospitalización prolongados se han correlacionado

con deprivación social y carencia de estímulos cognitivos (Green, 1998)..

6. Tratamiento con antipsicóticos atípicos o con antipsicóticos típicos a dosis

mínimas recomendadas. No existe clara evidencia que los antipsicóticos típicos

entorpezcan el rendimiento cognitivo a las dosis mínimas recomendadas

(equivalentes a 10 mg. de haloperidol al día), más bien parecen mejorar el

rendimiento en procesos de atención sostenida. Sin embargo por encima de 10

mg. de haloperidol o su equivalente se produce entorpecimiento motor. Por otro

lado, existe moderada evidencia que los antipsicóticos atípicos no empeoran el

rendimiento cognitivo y más bien pueden mejorarlo (Sharma y Mockler, 1998). .

7. No presentar síntomas extrapiramidales. Aunque los pacientes no reciban

medicación a dosis capaces de producir estos efectos se ha descrito síntomas

extrapiramidales en ausencia de medicación antipsicótica actual, siendo el

extrapiramidalismo un factor contrario a un adecuado rendimiento motor y por lo

tanto interferente en el rendimiento cognitivo (Green, 1998)

8. No haber recibido medicación anticolinérgica en el último año. Hay bastante

evidencia del efecto negativo de los anticolinérgicos sobre la memoria de

20

codificación y reconocimiento, aunque este efecto parece ser reversible (McGurk

y Powchik, 2000; Tracy y col. 2001 b).

9. No tener antecedente de otra enfermedad mental, neurológica ni

fámacodependencia.

10. Tener un nivel de funcionamiento personal y social aceptable, medido por un

puntaje inferior a 20% en la escala de discapacidad de la OMS.

Con estos criterios se seleccionó un grupo de 10 pacientes, 6 varones y 4 mujeres

que conformaron el grupo de estudio. Con respecto al tratamiento que estaban

recibiendo 6 de ellos se encontraban con antipsicóticos atípicos y 4 con

antipsicóticos típicos. El grupo control fue conformado por 10 sujetos sanos

emparejados con los del grupo control según edad, sexo y nivel educativo. Todas

las personas incluidas en la investigación fueron informados sobre las

características del estudio y dieron su consentimiento para su participación

5.3. Dimensiones cognitivas estudiadas y pruebas neuropsicológicas

aplicadas

Se aplicaron dos pruebas de rastreo cognitivo general y una batería

neuropsicológica flexible para evaluar por separado las dimensiones cognitivas de

atención, funciones ejecutivas, memoria verbal, memoria viso espacial, capacidad

constructiva e inteligencia no verbal.

Todas las pruebas aplicadas por cada dimensión cognitiva han sido validadas en

diferentes investigaciones realizadas con pacientes esquizofrénicos (Purdon, 1999).

La pruebas utilizadas por cada dimensión cognitiva fueron las siguientes:

5.3.1. Estado Cognitivo General

Se emplearon dos pruebas de rastreo cognitivo utilizadas comúnmente: el Mini

Mental State Examination - MMS (Folstein y col., 1975) y el Short Test of Mental

Status (Kokmen y col., 1987).

21

5.3.2. Atención

Prueba de Cancelación de la letra A: Es una prueba que está constituida por una

página con filas de letras entremezcladas y distribuidas al azar en las que el

probando tiene que marcar todas las letras A que aparezcan. A través de esta

prueba se mide la atención sostenida o vigilancia y la puntuación se toma en

función del tiempo empleado en completar la prueba y el número de omisiones

cometidas (Beristain, 1995).

Trail Making Test, Parte A (TM-A): Es una prueba clásica, componente de la

Batería de Halstead-Reitan que mide la atención sostenida y la rapidez del

procesamiento viso motor. El puntaje se toma en función del tiempo.

Test de Stroop de Palabras y Colores, Partes A y B: Es otra prueba

neuropsicológica clásica para medir la atención selectiva (Golden, 1993). La parte A

(lectura de palabras) mide el procesamiento automático, mientras que la parte B

(identificación de colores) implica la asociación entre un procesamiento visual y uno

verbal.

5.3.3. Funciones Ejecutivas

El término de funciones ejecutivas incluye la capacidad de planificar y organizar una

acción para cumplir una tarea o resolver un problema, de cambiar o mantener una

respuesta apropiada a diferentes estímulos dependiendo del contexto, de iniciar

programas motores, generar programas verbales y activar recuerdos remotos

(Gaviria y Beristain, 1995). Las pruebas aplicadas para evaluar estas funciones

fueron:

Trail Making Test, Parte B (TM-B): Esta prueba mide la capacidad para mantener y

manipular una representación mental y cumplir simultáneamente una tarea motora

que requiere un cambio de secuencia. Constituye por tanto una tarea de memoria

de trabajo, de procesamiento viso-motor y de flexibilidad mental para alternar

tareas. El puntaje, al igual que en la parte A también es en función del tiempo.

Para esta medición se registró la diferencia de tiempo entre ambas partes (B-A)

para evitar el efecto de un posible retardo psicomotor ya medido por la parte A

(Palmer y Heaton, 2000).

22

Test de Stroop, Parte C: Es utilizada como prueba de atención selectiva la parte C y

se considera también una prueba de función ejecutiva por requerir un esfuerzo

consciente del sujeto para inhibir un tipo de respuesta automática ante un estímulo

y dar la respuesta apropiada según el contexto (Palmer y Heaton, 2000). Se registró

el número de items correctos en 45 segundos.

Fluencia verbal: Las pruebas de fluencia verbal, también llamadas COWAT

(Controled Oral Word Association Test) miden la capacidad del sujeto de producir el

mayor número de palabras en una unidad de tiempo. Se considera una prueba de

función ejecutiva porque refleja la habilidad para generar y utilizar una estrategia

eficiente para acceder al léxico según la clave dada. En este estudio se utilizó tanto

la prueba con clave fonética (FV fonética: producir la mayor cantidad de palabras,

sin considerar nombres propios, que comiencen con F, A y S en el tiempo de un

minuto por cada letra) y con clave semántica (FV semántica: la mayor cantidad de

nombres de animales en un minuto).

5.3.4. Memoria

Se evaluó la memoria explícita, verbal y no verbal a través de las siguientes

pruebas:

Prueba de Aprendizaje Auditivo Verbal de Rey (AAVR): Se utilizó para medir el

rendimiento en la memoria verbal para el recuerdo inmediato, la curva de

aprendizaje de series de palabras, el efecto de la interferencia retroactiva, el

recuerdo diferido y el reconocimiento. Se registró el número de palabras correctas

en cada una de las sub-pruebas.

Prueba de Reproducción de Memoria de la Figura Compleja de Rey (FCR-RM): Se

utilizó para medir la memoria viso espacial a través de la reproducción de la figura

en el recuerdo inmediato (Rey, 1975). Se registró el recuerdo de la forma y la

precisión de cada uno de los 18 elementos de la figura, las omisiones,

perseveraciones e intrusiones, así como la estrategia de reproducción según la

clasificación de Osterrieth (Beristain, 1995).

23

5.3.5. Capacidad Viso Constructiva

Prueba de Copia de la Figura Compleja de Rey (FCR-C): Se valoró el puntaje

obtenido en la copia de los 18 elementos, las omisiones, perseveraciones e

intrusiones y el tipo de estrategia de copia

5.3.6. Inteligencia no Verbal

Matrices Progresivas de Raven: Es un test de razonamiento analógico que no

precisa respuestas verbales por lo que no es interferido por fallas en procesos de

memoria estratégica ni asociativa.

5.4. Análisis Estadístico

El análisis estadístico se realizó utilizando el Programa SPSS para Windows, 10ª

versión. Se utilizó la prueba t para pares independientes, con un nivel de

probabilidad del 5%, para analizar la diferencia de los promedios en los puntajes

obtenidos por ambos grupos de la diferentes pruebas. Luego se obtuvo el score Z

para el rendimiento del grupo de pacientes esquizofrénicos en cada prueba

tomando como referencia (puntaje 0) el promedio obtenido por el grupo control. El

score Z se define como el número de desviaciones estándar que el grupo de

estudio se aleja del grupo control. También se obtuvo el score Z del grupo de

estudio para cada dimensión cognitiva luego de obtener el promedio de la suma de

los puntajes de las pruebas correspondientes a cada dimensión.

El coeficiente de correlación bivariada de Pearson se utilizó para evaluar la

correlación entre edad, tiempo de enfermedad, nivel educativo, puntaje en escala

de PANSS y resultado de las pruebas neuropsicológicas en el grupo de estudio.

24

6. RESULTADOS

6.1. Escala PANSS

El promedio obtenido por el grupo de pacientes en la escala PANSS fue de 40.70 +

5.77 que equivale a un nivel inferior al percentil 5 o "muy bajo" en la evaluación de

síntomas y signos clínicos. El puntaje para los síntomas positivos fue 8 + 1.25,

para los síntomas negativos 11.10 + 2.64, y para la psicopatología general 21.6 +

3.06.

6.2 Características demográficas y clínicas

La comparación de las características socio-demográficas del grupo de estudio y el

grupo control se muestran en la Tabla 1. Como se observa no se encontraron

diferencias significativas entre ambos grupos.

Tabla 1: Características demográficas y clínicas del grupo de estudio y el grupo control*

Esquizofrenia

Controles

Número

Sexo (M / F)

Edad (años)

10

6 / 4

28.80 (6.23)

10

6 / 4

29.10 (5.88)

Años de educación 13.80 (1.93) 13.60 (1.58)

Años de enfermedad

Rango

6.20 (2.39)

3 - 10

-----

-----

* Las medidas son en promedio + DE o frecuencia

25

6.3. Estado Cognitivo General

El resultado del MMSE no presentó diferencia significativa entre el grupo de estudio

y el grupo control (29.30 vs. 29.60, t = -0.805, p = 0.435), mientras que el resultado

del STMS si fue estadísticamente significativo, mostrando un puntaje menor en el

grupo de estudio versus el grupo control (31.50 vs. 35.60, t = - 4.479 , p = 0.000).

Un análisis post-hoc de este resultado indicó que la diferencia significativa en el

STMS se produjo a partir del rendimiento en tres componentes de la prueba

(atención, construcción y recuerdo diferido), mientras que en los otros cinco esta

diferencia no se presentó (Tabla 2). Además, en el item de construcción, que

requiere la copia de una figura geométrica (cubo) y el dibujo de la representación de

un reloj se encontró que la diferencia de rendimiento en el grupo de pacientes

esquizofrénicos fue en el dibujo del reloj más no en la copia del cubo.

Tabla 2 : Resultados de las dimensiones cognitivas evaluadas por el Short Test of Mental

Status (STMS)

Dimensiones cognitivas

Evaluadas por el STMS

Esquizofrenia

Controles

Prueba t

Media (DE)

Media (DE)

t (18) p

Orientación

Atención

Recuerdo inmediato

Cálculo

Abstracción

Construcción

Información

Recuerdo diferido

7.90 (0.32)

5.15 (1.56)

3.90 (0.16)

3.10 (0.88)

2.75 (0.72)

3.35 (0.70)

3.00 (0.67)

2.45 (0.69)

7.90 (0.32)

6.50 (0.71)

4.00 (0.00)

3.60 (0.70)

3.00 (0.00)

3.90 (0.32)

3.50 (0.53)

3.20 (0.79)

0.000 1.000

- 2.487 0.028*

- 0.037 0.343

- 1.411 0.175

- 1.103 0.299

- 2.351 0.035*

- 1.861 0.079

- 2.270 0.036*

* = p < 0.05

26

6.4. Dimensiones cognitivas y pruebas específicas

En la Tabla 3 se presentan los resultados de los puntajes obtenidos por el grupo de

estudio y el grupo control en las diferentes pruebas. Se observa que el grupo de

estudio rindió por debajo del grupo control en todas las pruebas. Sin embargo en la

prueba de AAVR-Reconocimiento y en la Copia de la Figura Compleja de Rey esta

diferencia no fue significativa.

En la Tabla 4 se presenta un resumen de la intensidad de los déficits cognitivos por

prueba neuropsicológica aplicada y dimensión cognitiva afectada medido según

desviaciones estándar de diferencia del grupo control (Score Z). Se encuentra que

la mayor intensidad del déficit se presentó en la prueba del Trail Making B - A.

mientras que las menores intensidades fueron en recuerdo inmediato de la prueba

AAVR y copia de la FCR.

En la Figura 1 se grafica el score Z para cada una de las pruebas

neuropsicológicas del grupo de estudio en comparación con el grupo control,

observándose que los rendimientos más bajos se produjeron en las pruebas de

función ejecutiva y atención, mientras que en las pruebas de memoria verbal esta

diferencia fue menor, al igual que en memoria viso-espacial, construcción e

inteligencia no verbal.

En la Figura 2 se observa el perfil del rendimiento en cada dimensión cognitiva a

partir del promedio de los score Z de las pruebas aplicadas por cada dimensión,

notándose que las dimensiones más afectadas en conjunto fueron la función

ejecutiva y la atención, y las menos afectadas la capacidad constructiva y la

inteligencia no verbal. La memoria viso espacial y la memoria verbal también

presentaron un déficit importante.

En la Figura 3 se presenta la curva de aprendizaje elaborada a partir de los

resultados en la prueba AAVR. Se puede apreciar la diferencia en el rendimiento de

recuerdo inmediato, aprendizaje serial, interferencia y recuerdo diferido entre los

grupos, pero sin embargo se aprecia también la mejoría del rendimiento del grupo

de pacientes esquizofrénicos en la prueba de reconocimiento a diferencia de las

otras mediciones.

27

Tabla 3: Comparación de las medias obtenidas en las pruebas neuropsicológicas entre el

grupo de estudio y el grupo control mediante la prueba T

DIMENSIÓN COGNITIVA /

Pruebas aplicadas

Esquizofrenia

Media (D.E.)

Controles

Media (D.E.)

Prueba t

t (18) p

Score z

ATENCION

Stroop Palabra

Stroop Color

Cancelación de letra A *

Trail Making A *

97.50 (8.73)

61.90 (9.26)

40.00 (11.29)

36.30 (8.59)

113.90 (12.79)

80.90 (4.15)

28.70 (4.14)

21.50 (3.41)

-3.348

-5.924

2.971

5.064

0.004b

0.000c

0.012a

0.000c

-1.32

-4.58

-2.73

-4.34

FUNCION EJECUTIVA

Stroop Palabra-Color

Trail Making (B - A) *

35.60 (8.49)

30.50 (15.47)

49.70 (3.89)

8.00 (3.59)

-4.776

4.482

0.000c

0.001b

-3.62

-6.27

Fluidez Verbal Fonética 37.70 (8.78) 47.20 (4.21) -3.085 0.009b

-2.26

Fluidez Verbal Semántica 19.40 (4.93) 23.90 (4.41) -2.153 0.045a

-1.02

MEMORIA VERBAL

AAVR - Recuerdo inmediato 5.40 (1.17) 7.20 (2.25) -2.242 0.038a

-0.80

AAVR - Aprendizaje 10.30 (2.58) 13.40 (0.84) -3.606 0.004b

-3.69

AAVR - Recuerdo diferido 8.40 (3.13) 12.60 (1.58) -3.785 0.001b

-2.66

AAVR - Reconocimiento 14.10 (1.29) 14.80 (0.42) -1.635 0.119 -1.67

MEMORIA VISUO-ESPACIAL

FCR - Recuerdo inmediato 15.40 (4.64) 24.90 (3.94) -4.940 0.000c -2.40

CONSTRUCCION

FCR - Copia 31.30 (3.30) 32.70 (1.57) -1.211 0.241 -0.89

INTELIGENCIA

Matrices Progresivas de

Raven

48.10 (5.76) 53.00 (2.67) -2.440 0.030a

-1.83

a = p < 0.05; b = p < 0.01; c = p < 0.001

* Puntaje expresado en segundos; AAVR: Aprendizaje Auditivo Verbal de Rey; FCR : Figura

Compleja de Rey

28

Tabla 4: Intensidad de los déficits cognitivos en el grupo de pacientes esquizofrénicos en

comparación con el grupo control (medido en desviaciones estándar - score z)

DÉFICIT LEVE - MODERADO (MENOS DE 2 DESVIACIONES ESTANDAR)

Prueba neuropsicológica

Dimensión Cognitiva

Score z

AAVR-Recuerdo inmediato

FCR - Copia

Fluidez verbal semántica

Stroop - Palabra

AAVR - Reconocimiento

MP de Raven

Memoria verbal a corto plazo

Construcción viso-espacial

Función ejecutiva: Estrategias de recuerdo

Atención sostenida - Procesamiento automático

Memoria verbal a largo plazo : Reconocimiento

Inteligencia no verbal

0.80

0.89

1.02

1.32

1.67

1.83

DÉFICIT SEVERO (MAS DE 2 DESVIACIONES ESTANDAR)

Prueba neuropsicológica

Dimensión Cognitiva

Score z

Fluidez verbal fonética

FCR - Recuerdo inmediato

AAVR - Recuerdo diferido

Cancelación de letra A

Stroop Palabra-Color

AAVR - Aprendizaje

Trail Making A

Stroop Color

Trail Making (B - A)

Función ejecutiva : Estrategias de recuerdo

Memoria viso-espacial a corto plazo

Memoria verbal a largo plazo: Evocación

Atención sostenida

Función ejecutiva : Inhibición de respuesta automática

Memoria verbal a largo plazo : Aprendizaje

Atención sostenida - Procesamiento viso-motor

Atención sostenida - Procesamiento viso-verbal

Función ejecutiva : Memoria de trabajo, procesamiento

viso-motor y flexibilidad mental.

2.26

2.40

2.66

2.73

3.62

3.69

4.34

4.58

6.27

29

30

En cuanto al análisis cualitativo en las tareas de copia y recuerdo inmediato de la

FCR se encontró que la estrategia más utilizada por el grupo de pacientes

esquizofrénicos fue el tipo II (comienzo con un detalle unido al rectángulo central),

tanto para la copia como para el recuerdo (50% y 60% respectivamente) seguida

por el tipo I (40% y 30%) y el tipo IV (10% en copia y recuerdo), mientras que en el

grupo control la estrategia más utilizada fue el tipo I (70% tanto en copia como en

recuerdo) seguida por los tipos II, III y IV (10% para cada uno de estas estrategias

en copia y recuerdo).

6.5. Análisis de Correlación entre las Variables

En el análisis de correlación entre las variables se encontró que las pruebas de

funciones ejecutivas se correlacionaron fuertemente entre sí, como puede

observarse en la Tabla 5. También se observó una importante correlación entre las

pruebas de función ejecutiva y el TM A, que mide atención sostenida y

procesamiento viso motor. Además, el TM B correlacionó en forma significativa con

la prueba de recuerdo diferido en memoria verbal (r = - 0.605, p = 0.032)

31

Tabla 5: Correlaciones significativas entre los resultados en las pruebas de atención y

funciones ejecutivas.

TM A

TM B

Stroop P/C

FV Fonética

FV Semántica

TM A

--

0.875**

- 0.792**

- 0.706*

- 0.867**

TM B -- -- - 0.644* - 0.657* - 0.659*

Stroop P/C -- -- -- - 0.577* - 0.552*

FV Fonética -- -- -- -- - 0.540

FV Semántica -- -- -- -- --

* p < 0.05, ** p < 0.01

En las pruebas de memoria verbal se encontró correlación significativa entre las

puntajes de aprendizaje serial y recuerdo diferido (r = 0.916, p = 0.000) y

aprendizaje serial y reconocimiento (r = 0.591, p = 0.036), pero no entre recuerdo

diferido y reconocimiento. No se encontró correlación entre los puntajes en

recuerdo inmediato y las otras medidas de memoria verbal.

En cuanto a la correlación entre los resultados en las pruebas neuropsicológicas y

las medidas clínicas se encontró una correlación significativa entre las pruebas de

memoria verbal y los puntajes en las escala PANSS para síntomas positivos,

negativos y psicopatología general. Un puntaje mayor en síntomas positivos

correlacionó con peor rendimiento en las pruebas de recuerdo inmediato y

reconocimiento (Figura 4), mientras que un puntaje mayor en síntomas negativos y

en psicopatología general correlacionó con peor rendimiento en aprendizaje serial

y recuerdo diferido (Figura 5). También se encontró una correlación negativa entre

síntomas negativos y rendimiento en la prueba de Fluencia verbal semántica (r = -

0.645, p = 0.022). No se hallaron otras correlaciones entre síntomas y dimensiones

neurocognitivas.

En la correlación entre resultados en las pruebas y variables demográficas sólo se

encontró correlación entre mejor nivel educativo y mejor rendimiento en FV

semántica y FCR copia (r = 0.585, p = 0.038, en ambos casos). No se halló ninguna

correlación entre las variables y el tipo de medicación recibida por los pacientes.

32

33

6.6. Análisis post-hoc

Debido a la marcada diferencia encontrada en el score Z del TM B-A se pensó que

esta medida podría estar afectada por algún factor relativo a la varianza del grupo

de estudio, lo cual se comprobó con el alto rango de la desviación estándar en el

puntaje obtenido en esta prueba (30.50 + 15.47) por el grupo de pacientes

esquizofrénicos. Un análisis post-hoc de los resultados en la prueba t permitió

encontrar que la mayor falta de homogeneidad de la varianza se encontraba

precisamente en esa prueba. Por tanto, se utilizó el resultado en el TM B-A como

factor discriminante para separar el grupo de pacientes esquizofrénicos en dos sub-

grupos: el de mejor rendimiento y el de peor rendimiento en esta prueba, usando

como punto de corte el promedio obtenido por el grupo en la prueba (30.50 seg.).

Se obtuvieron los promedios para las variables demográficas, y para cada prueba

neuropsicológica. Los promedios de las pruebas fueron luego convertidos a scores

Z en relación con el grupo de controles sanos. Se obtuvo también el score Z para el

rendimiento de cada dimensión cognitiva en ambos subgrupos.

En los resultados no se encontraron diferencias en las mediciones de las variables

demográficas entre los sub-grupos. En las variables clínicas el grupo de mejor

rendimiento presentó un puntaje menor en las escala clínica de PANSS (37.60 vs.

43.80) tanto en síntomas positivos (7.60 vs. 8,40), negativos (10.20 vs. 12.00) y

psicopatología general (19.80 vs. 23.40), aunque las diferencias no fueron

estadísticamente significativas al nivel del 5%.

Los resultados de los rendimientos obtenidos en las pruebas neuropsicológicas por

estos dos sub-grupos medidos por score Z se presentan en la Figura 6. Se puede

apreciar que el grupo de mejor rendimiento en el TM B-A presentó también mejor

rendimiento en todas las pruebas (con excepción de recuerdo inmediato en donde

no hubo diferencia). La mejoría fue bastante notoria sobre todo en las dimensiones

de función ejecutiva, memoria verbal e inteligencia no verbal. Sin embargo, en

pruebas correspondientes a las dimensiones de memoria viso-espacial y capacidad

constructiva la diferencia fue menor como puede apreciarse en la Figura 7 en donde

se grafica el rendimiento en conjunto por cada dimensión cognitiva.

En cuanto a la intensidad de los déficits en comparación con los resultados del

grupo general, el sub-grupo de mejor rendimiento disminuyó la intensidad del déficit

a un déficit leve-moderado (score Z menor de 2 DE) en Fluidez Verbal Fonética y

34

en AAVR-Recuerdo diferido, mientras que en la prueba de AAVR-Reconocimiento

mejoró notablemente igualándose al grupo control. En cambio, el sub-grupo de peor

rendimiento aumentó la intensidad del déficit a un déficit severo (mayor de 2 DE) en

la prueba de AAVR-Reconocimiento y en las MP de Raven.

35

7. DISCUSIÓN

7.1. Análisis de los Resultados

En este estudio se encontró que los pacientes esquizofrénicos presentaron un

rendimiento inferior en las pruebas neuropsicológicas de función cognitiva en

comparación con el grupo control, lo cual es coincidente con lo reportado en la

literatura (Green, 1998; Sharma y Harvey, 2000; O`Carroll, 2000). Sin embargo, el

déficit no fue homogéneo sino que presentó diferencias de acuerdo a las

dimensiones cognitivas estudiadas, siendo pronunciado en atención y función

ejecutiva, moderado en memoria, y menor en construcción e inteligencia no verbal.

Estos hallazgos están más cercanos a aquellos que han propuesto que en

esquizofrenia el déficit cognitivo no sería necesariamente generalizado sino que

implicaría más bien una disfunción presumiblemente primaria en procesos

atencionales y en funciones ejecutivas, y una probable disfunción cerebral que

involucraría en un primer plano a la corteza pre-frontal bilateral y sus conexiones,

y en un segundo plano a otras áreas cerebrales.

El hallazgo del déficit cognitivo en esta muestra de pacientes clínicamente estables

en los que se controló los factores externos a los cuales podría atribuirse un

deterioro cognitivo corrobora las hipótesis de la presencia de la disfunción cognitiva

como un elemento vinculado directamente con la enfermedad probablemente desde

su inicio y no sólo en estados agudos o en pacientes crónicos, como ya ha sido

propuesto en varios estudios (Censits y Ragland, 1997; Riley y col, 2000; Lussier y

Stip, 2001). Sin embargo, es importante señalar que estos déficits pueden ser

menores y pasar inadvertidos en poblaciones que han adquirido una evolución

favorable y un aceptable ajuste comunitario mientras que no sean sometidas a

exigencias mayores. Esto pudo observarse en nuestro estudio en donde uno de los

instrumentos de cribado de función cognitiva, el MMS, no tuvo poder discriminativo

para diferenciar el grupo de pacientes del grupo control.

36

La poca capacidad discriminativa del MMSE en pacientes esquizofrénicos con un

nivel educacional alto ya ha sido reportada en anteriores estudios (Faustman y col.

1990; Hermann y col. 1999). Esto puede deberse además a que casi la tercera

parte del puntaje de esta prueba está orientada a la evaluación del lenguaje,

dominio cognitivo mayormente conservado en pacientes esquizofrénicos en

remisión clínica, y en cambio es poco sensible a disfunciones frontales.

Por el contrario, el STMS si fue bastante sensible para detectar déficits en áreas

como la atención, el recuerdo diferido y la capacidad constructiva (Tabla 2). En este

último item las fallas fueron en el dibujo del reloj más no en la copia del cubo. Este

hallazgo es importante ya que el dibujo del reloj debe hacerse en base a una

representación mental lo cual implica la planificación de una tarea compleja de

memoria operativa viso-espacial y de capacidad constructiva, pudiendo

considerarse por tanto como una medida de función ejecutiva. Los otros items del

STMS que estuvieron alterados, la atención y el recuerdo diferido concordaron con

lo encontrado en las pruebas más específicas permitiendo concluir en la utilidad de

esta prueba para el rastreo cognitivo en pacientes esquizofrénicos.

En el análisis de las dimensiones cognitivas encontramos, al igual que otros

estudios reportados en la literatura, que las fallas principales fueron en atención y

funciones ejecutivas. Significativamente las fallas en atención fueron mayores en

aquellas pruebas que exigen procesamientos más complejos, como la prueba de

Stroop-Color, que implica un procesamiento visual y verbal, y Trail Making A, que

implica atención sostenida y procesamiento viso motor. El rendimiento entre los

dos sub-grupos también se diferenció en una mayor acentuación del déficit en las

pruebas que exigieron mayor control del procesamiento mientras que en pruebas

de procesamiento más automático y menos complejo (como el Stroop-Palabra) el

rendimiento fue similar (Figura 5).

Los estudios sobre atención en pacientes esquizofrénicos han dado como

resultados fallas en selección y focalización de un estímulo, dificultad para priorizar

información importante e ignorar estímulos irrelevantes, incapacidad para procesar

grandes cantidades de datos, lentitud en capacidad de respuesta y mayor

deficiencia en tareas de atención sostenida (Cadenhead y Braff, 1998; Espert y col.

2000). Estos resultados han llevado a proponer teorías como la de un filtro

defectuoso en el procesamiento de la información (Broadbent, 1959, citado por

Ruiz-Vargas, 1987) y un déficit en la capacidad selectiva de la conciencia (Frith,

37

1979). Para este autor el defecto podía ser entendido como un exceso en la propia

actividad de la conciencia que determina un deficiente mecanismo de filtro de los

estímulos. Según Frith, normalmente la mayoría del procesamiento de la

información compleja que es requerida para inclusive actos simples de percepción,

lenguaje y pensamiento están por debajo del nivel de conciencia (se procesan

automáticamente), mientras que en los pacientes esquizofrénicos algunos de estos

procesos, o el resultado de éstos, que no son en sí mismos anormales, se vuelven

conscientes. Esta "auto-conciencia excesiva" daría lugar a que el paciente se

percatase de las interpretaciones ambiguas y múltiples de los eventos y encuentre

difícil seleccionar y ejecutar un curso apropiado de la acción. Esto podría explicar

los típicos síntomas de la esquizofrenia (alucinaciones y delusiones) y muchas de

las anormalidades cognitivas específicas encontradas en estos pacientes al ser

invadida la conciencia por procesos automáticos normalmente preconcientes. Esta

falta de inhibición de estímulos irrelevantes estaría mediada por una hiperactividad

inhibitoria de circuitos dopaminérgicos subcorticales mesolímbicos, que podrían ser

bloqueada por acción de los fármacos antipsicóticos (Obiols y Carulla, 2000).

En nuestro estudio todos los pacientes se encontraban recibiendo medicación

antipsicótica por lo cual se puede entender que el rendimiento en el proceso

atencional automático (como la prueba de Stroop-Palabra) no haya estado tan

deteriorado. Actualmente hay bastante evidencia que el mejor efecto de la

medicación antipsicótica sobre el rendimiento cognitivo es su capacidad para

mejorar la atención, probablemente por su acción bloqueadora de los receptores

dopaminérgicos D2-D4 hiperactivos en circuitos subcorticales. Sin embargo, los

procesamientos más complejos, como la atención selectiva o la atención sostenida

no parecen beneficiarse del mismo modo. Así, parece que los procesos

atencionales se ven más afectados en la medida que el procesamiento de la

información se hace más complejo y requiere mayor control de la acción, lo cual

implica probablemente a la corteza prefrontal dorsolateral y corteza cingulada.

Los resultados en las funciones ejecutivas también son concordantes con la

mayoría de estudios realizados. Las fallas en estos procesos han sido hasta ahora

las que más resultados homogéneos han dado para entender el déficit cognitivo de

la esquizofrenia. Los pacientes esquizofrénicos han mostrado consistentemente

fallas en la capacidad de inhibición de respuestas, en la planificación y

organización de tareas y en recuperarse de los errores cometidos, han presentado

mayor frecuencia de perseveraciones tanto en las tareas conceptuales como

38

psicomotrices, y tienen problemas para reiniciar su conducta cuando ésta es

interrumpida, fallas relacionadas todas ellas con funciones de la corteza pre-frontal.

En nuestro estudio la función ejecutiva estuvo afectada de manera importante,

presentándose el mayor déficit en la prueba del Trail Making B. Además, esta tarea

permitió discriminar a los sub-grupos con mejor y peor rendimiento en las demás

pruebas. Al ser una tarea que implica capacidad de representar y mantener la

información sobre el contexto, flexibilidad mental y procesamiento viso motor

constituye un proceso más complejo. Este resultado corrobora la interpretación que

en la medida que la dificultad de la tarea aumenta se incrementa también el déficit

en aquellos pacientes con un compromiso mayor, no pudiéndose entonces

atribuirse las fallas sólo al déficit en la atención. El rendimiento en el Trail Making B

puede considerarse como un indicador de memoria de trabajo y estaría indicando

una disfunción en el circuito prefrontal dorso-lateral.

Los resultados en la prueba de Stroop Palabra-Color indican también una falla en la

capacidad de inhibir una respuesta automática y se correlacionan con lo hallado en

las pruebas anteriores, sin embargo esta disfunción estaría más relacionada a

circuitos prefrontales ventro mediales y a la corteza cingular (Nordahl y col, 2001).

Las tareas de fluidez verbal, tanto fonética como semántica también fueron

deficitarias, aunque el déficit fue mayor en fluencia fonética, en cambio en fluencia

semántica el déficit fue inferior, y muy leve en el sub-grupo con mejor rendimiento.

La fluidez verbal es considerada como una función ejecutiva pues implica la

utilización de una estrategia de recuerdo para recuperar información del almacén de

memoria a largo plazo. Los estudios de neuroimágenes han vinculado estas tareas

con el lóbulo frontal izquierdo y con circuitos fronto-hipocámpicos. Mientras que la

tarea de fluidez fonética supone un mayor esfuerzo de recuerdo, la tarea de fluidez

semántica, al incorporar una clave de recuerdo, puede ser útil también evaluar la

indemnidad de la memoria semántica, más relacionada con el lóbulo temporal. En

nuestro estudio la fluidez verbal con clave semántica fue la menos afectada de las

funciones ejecutivas, y siendo la "menos frontal" de ellas puede indicar

indirectamente una mayor conservación de la memoria semántica, relacionada con

la corteza temporal medial.

El hallazgo de una fluidez verbal semántica menos afectada en este grupo de

pacientes en remisión clínica aporta evidencias a la hipótesis de que las fallas

39

prominentes en fluencia semántica en esquizofrenia, encontradas en otros estudios

realizados en pacientes crónicos (Feinstein y col., 1998) y en pacientes

sintomáticos delirantes (Rossell y col. 1999) estarían relacionadas con una mayor

incapacidad para acceder al almacen semántico, ya sea por un proceso

disfuncional deteriorante de los circuitos fronto-temporales en el caso de los

pacientes crónicos, o por la interferencia de los síntomas psicóticos y una

desorganización temporal del almacén semántico en los pacientes agudos

(Hemsley, citado por Green, 1998). En ambos casos, este déficit estaría

relacionado con el estadio de la enfermedad y no constituiría necesariamente un

marcador de rasgo.

En relación a los resultados en las pruebas de memoria verbal estos fueron

concordantes con los estudios que encuentran un déficit mayor en aprendizaje y

evocación y menos consistente en codificación y reconocimiento (Silverstein y col.,

1998; Hawkins, 1999; Riley y col, 2000; Tracy y col, 2001a), sugiriendo por tanto un

patrón de disfunción pre-frontal en estrategias de almacenamiento y recuerdo a

largo plazo. Esta observación se corroboró en los rendimientos de los sub-grupos

en los cuales el déficit de memoria verbal en aprendizaje, recuerdo diferido y

reconocimiento coincidió significativamente con el mayor déficit en funciones

ejecutivas, aunque siempre el déficit en reconocimiento fue menor que en las otras

medidas de memoria a largo plazo. En cambio se pudo observar que en el grupo de

mejor rendimiento el déficit en recuerdo a largo plazo fue leve y el reconocimiento

fue normal. Estos hallazgos son significativos pues la medida del mejor

reconocimiento a largo plazo indica que el proceso de codificación y

almacenamiento no está comprometido, o en todo caso el compromiso es menor,

pudiendo atribuirse las fallas en aprendizaje y recuerdo más a una disfunción de la

memoria estratégica.

La bibliografía sobre déficit de memoria verbal en esquizofrenia es abundante y

contradictoria y la mayoría incluye trabajos realizados con muestras heterogéneas

de pacientes crónicos o con síntomas activos, lo cual impide obtener conclusiones

válidas pues estos hallazgos pueden ser estadio-dependientes. Además varios de

estos estudios han sido hechos en pacientes recibiendo medicación con efecto

anticolinérgico, cuya efecto negativo sobre los procesos de aprendizaje están bien

demostrados (Tracy y col, 2001b). Aparentemente existe una estrecha relación

entre las fallas en memoria verbal y el estadio clínico, siendo menor el compromiso

en memoria verbal cuando los pacientes se encuentran en remisión clínica (Albus y

40

col. 2000) lo cual indicaría que ésta no sería un marcador de rasgo cognitivo

primario.

En cuanto a la memoria verbal a corto plazo el déficit fue leve y similar en ambos

sub-grupos, resultado que guarda relación con los resultados obtenidos en las

pruebas de procesamiento atencional menos complejo que también puede verse

beneficiado por efecto de la medicación recibida.

La memoria viso-espacial a corto plazo también estuvo comprometida en forma

moderada a severa. Aunque las investigaciones en este dominio cognitivo han sido

menores en esquizofrenia la mayoría de ellas ha reportado fallas en forma

consistente utilizando diferentes pruebas neuropsicológicas (Hijman y col, 1998;

Tracy y col, 2001b; Faustman y col, 2001). En nuestro estudio se utilizó la prueba

de la FCR, que ha sido utilizada en otros estudios reportados (Hijman y col. 1998;

Silverstein y col, 1998). Las mayores fallas registrados por los pacientes del estudio

fueron por omisión siendo pocas las perseveraciones e intrusiones. Aparentemente

la presencia de perseveraciones estaría más relacionada con muestras de

pacientes con mayor deterioro, mientras que las intrusiones se observan en

pacientes sintomáticos con cuadros alucinatorios y delirantes por la interferencia de

los síntomas positivos.

Por tanto, las omisiones en nuestro estudio indicarían más bien fallas en las

estrategias de recuerdo, aunque esto no pudo comprobarse pues no se realizaron

pruebas de recuerdo diferido ni de reconocimiento. En el tipo del dibujo se observó

que la capacidad constructiva espacial se mantuvo conservada, indicando una

relativa preservación de la función de diseño espacial dependiente de circuitos

parietales.

Los resultados en la prueba de recuerdo inmediato de la FCR fueron similares en

ambos sub-grupos y no se correlacionaron significativamente con ninguna otra

medida neuropsicológica lo cual podría indicar el compromiso de localizaciones o

circuitos cerebrales distintos a los medidos por otras pruebas. Ya que en esta

prueba la tarea supone primero la representación interna del dibujo, organizar los

componentes y graficarlos constituye no sólo una tarea de memoria sinó también de

estrategias de planificación y organización, y por tanto de función ejecutiva (Rex y

col, 2000).

41

Es posible que este proceso esté mediado por la llamada "agenda viso espacial"

de la memoria de trabajo (Baddeley, 1999) encargada de representar y mantener la

información temporalmente, y que se ha asociado también a la corteza prefrontal

dorso lateral pero del hemisferio derecho. Se necesitan más estudios para

corroborar esta hipótesis en la que se compare el rendimiento en esta prueba con

otras de memoria viso espacial.

En cuanto a los resultados en la copia de la FCR no hubo diferencias significativas

con el grupo control ni entre los sub-grupos de pacientes esquizofrénicos. Otros

estudios han tenido los mismos resultados en medidas de construcción viso

espacial en pacientes esquizofrénicos, independientemente de la fase o estadio

clínico (Silverstein y col, 1988), lo cual indicaría que esta función cognitiva se

encontraría mayormente preservada.

Los resultados en la prueba de Matrices Progresivas de Raven también fueron

deficitarios pero en una intensidad menor que las pruebas de atención, función

ejecutiva y memoria. Sin embargo, en el análisis discriminante el sub-grupo de

mejor rendimiento elevó en forma importante su promedio. Aunque el rendimiento

en esta prueba tiene vinculación con procesos perceptivos viso espaciales

relacionados con el lóbulo parietal derecho también es necesaria , al igual que en la

prueba de recuerdo de la FCR, mantener una representación viso espacial para

continuar con una tarea de elección que se va haciendo cada vez más compleja por

lo cual es una tarea que vincula un proceso viso perceptivo con una función

ejecutiva. Estudios de neuroimagen funcional con activación cognitiva han

demostrado que en la resolución de la prueba de matrices progresivas hay

activación del hemisferio derecho en una secuencia parieto-frontal (Gaviria y Téllez,

1995). Los resultados en la prueba de matrices progresivas pueden aportar, por

tanto, evidencia a la hipótesis que el déficit cognitivo en esquizofrenia depende

principalmente de una disfunción del procesamiento de la información a nivel frontal

en forma bilateral.

Los hallazgos en las correlación de Pearson entre las pruebas también concordaron

con lo esperado al encontrarse correlaciones significativas entre las diferentes

pruebas de función ejecutiva y entre éstas y las pruebas de atención sostenida y

atención selectiva (Tabla 5). Esto puede interpretarse como que al rendimiento en

estas pruebas subyacen uno o varios procesos alterados muy vinculados entre si.

42

Esto concordaría con los autores que proponen que los principales procesos

cognitivos afectados en la esquizofrenia serían la atención, la memoria de trabajo,

la memoria estratégica y la memoria asociativa (Spitzer, 1993; Leiderman, 1998;

Stone y col, 1998; Keefe, 2000). Estos procesos estarían a su vez controlados por

un "procesador ejecutivo central" encargado de asignar los recursos cognitivos

necesarios para cada tarea. Así, los déficits en esquizofrenia en los procesos

ejecutivos y en la atención selectiva serían debidos a la disfunción del procesador

ejecutivo central que sería incapaz tanto de seleccionar los estímulos necesarios

como de elegir la respuesta adecuada para cada tarea.(Green, 1998). Estudios de

neuroimágenes han asociado las funciones de este procesador ejecutivo central a

los circuitos que vincula la corteza dorsolateral prefrontal con el núcleo medio dorsal

del tálamo y con la corteza hipocámpica y parahipocámpica (Bunney y Bunney,

2000).

Otro aspecto importante es a pesar de que los pacientes de nuestro estudio se

encontraban en remisión clínica y los síntomas eran mínimos en los casos que se

presentaron estos se relacionaron con un peor rendimiento en las tareas de

memoria verbal y en fluencia verbal semántica pero no con las otras dimensiones

cognitivas. Esto refuerza las hipótesis de que las fallas en esta dimensiones

cognitivas se producen más por efecto del estadio clínico o del curso de la

enfermedad que por una disfunción primaria. Así, significativamente los síntomas

positivos se correlacionaron con fallas en recuerdo inmediato y reconocimiento lo

cual cabría interpretarse como efecto de la interferencia de estos síntomas sobre

los procesos atencionales que impedirían de esta manera el registro y codificación

de la información. En cambio, los síntomas negativos se correlacionaron con fallas

en las tareas de aprendizaje y recuerdo diferido lo cual implicaría el efecto de

retardo psicomotor que estos síntomas producen.

Los resultados en memoria verbal son coincidentes con estudios realizados en

pacientes de primer episodio de esquizofrenia en donde el defecto en memoria

verbal es mínimo o se encuentra sólo en aprendizaje serial pero no en recuerdo

con clave ni en reconocimiento (Lussier y Stip, 2000; Riley y col, 2000). Este perfil

cognitivo estaría por tanto más relacionado a una disfunción ejecutiva dependiente

de circuitos fronto-hipocámpicos que a una disfunción "localizada" del cortex

temporal, lo cual también ha sido corroborado en estudios de neuroimágenes en

donde se ha encontrado, por un lado, una reducción bilateral de la corteza

dorsolateral prefrontal y del hipocampo en imágenes de RM en pacientes nunca

43

medicados (Bertolino y col, 1998), y por otro una hipoactividad en región frontal

inferior izquierda ante tareas de memoria verbal y registro simultáneo de SPECT

(Nohara y col., 2000).

Aunque otros estudios sostienen que los déficits en memoria verbal en

esquizofrenia se presentan en forma significativa también en recuerdo con clave y

en reconocimiento y estarían relacionados a alteraciones de la corteza temporal

medial, al revisar su metodología se encuentra que los grupos de pacientes

estudiados han sido generalmente pacientes sintomáticos o crónicos (Feinstein y

col, 1998; Rushe y col, 1999; Goldberg y Gold, 2000). Esto corroboraría la

apreciación de Heaton (1994) y Silverstein (1998) acerca de que los déficits de

memoria en pacientes esquizofrénicos son más severos en estadios sintomáticos y

en cursos crónicos, mientras que en los pacientes con mejor evolución los déficits

podrían atribuirse en forma secundaria a fallas atencionales o de estrategias de

recuerdo.

7.2. Marcadores de rasgo vs. marcadores de estado

Los resultados de nuestro estudio sugieren la posibilidad de que los déficits en

atención y en las funciones ejecutivas sean disfunciones primarias y constituyan por

tanto marcadores neurocognitivos de rasgo en esquizofrenia, mientras que las

alteraciones en los otros dominios cognitivos estarían más en función de la fase de

la enfermedad y de su evolución, constituyéndose en marcadores de estado.

Aunque no existe en las publicaciones revisadas un consenso sobre esta afirmación

parece evidente que los pacientes con mejor evolución o en estadios iniciales no

presentan mayormente un déficit generalizado, el cual es más frecuente en

poblaciones de pacientes crónicos o afectados más severamente.

Sin embargo, tampoco puede descartarse la posibilidad de que existan sub-

poblaciones de pacientes en quienes la alteración cognitiva comprometa otras

dimensiones desde el inicio de la enfermedad. Por ejemplo, en nuestro estudio, a

pesar de que los pacientes se encontraban en remisión clínica y con sintomatología

mínima o ausente, se encontraron diferencias en rendimiento cognitivo, con mayor

compromiso de memoria en uno de los sub-grupos, aunque siempre el compromiso

en atención y función ejecutiva fue mayor. En el contexto de la teoría que ve a la

esquizofrenia como una alteración del neurodesarrollo es posible especular que

44

algunos pacientes tengan comprometidos un mayor número de redes neuronales

que otros pudiendo entonces presentarse como fenotipos cognitivos diferentes,

pero siendo siempre mayor el déficit atencional y ejecutivo.

Algunos estudios recientes han aportado evidencias para lo sugerido anteriormente.

Así, Albus y col (2000) en un estudio de seguimiento de dos años en pacientes de

primer episodio encontró que luego del tratamiento los pacientes mejoraron en las

medidas de aprendizaje verbal y velocidad motora pero no en memoria visual ni en

pruebas de función ejecutiva, siendo los déficits más pronunciados en atención

selectiva y procesamiento viso motor, lo que lo lleva a sugerir que estos déficits

reflejarían una variable de rasgo que subyace a la enfermedad mientras que las

funciones de memoria parecen ser más estado-dependientes.

7.3. Posibles correlaciones neuroanatómicas y neurofuncionales

Las correlaciones neuroanatómicas del déficit cognitivo en esquizofrenia han sido

sugeridas en varios trabajos pero, al igual que en el caso de las evaluaciones

neuropsicológicas, los grupos de pacientes estudiados han sido muy heterogéneos

en cuanto a fase de la enfermedad, tipo clínico y evolución. Los resultados de

nuestro estudio parecen indicar que en pacientes en fase de remisión y con

evolución favorable los circuitos comprometidos en forma primaria serían aquellos

que subyacen a los procesos atencionales y ejecutivos, es decir, los circuitos

prefrontales-subcorticales.

Una disfunción en el circuito que vincula la corteza prefrontal dorsolateral con el

núcleo ventro medial del tálamo a través del cuerpo estriado estaría relacionado

con la incapacidad para filtrar los estímulos y elegir la respuesta apropiada; una

disfunción entre el circuito prefrontal ventro medial y cingular sería responsable de

la incapacidad para inhibir las respuestas automáticas y una disfunción en los

circuitos prefrontales - hipocámpicos y parahipocámpicos explicarían la incapacidad

utilizar la memoria de trabajo y la memoria asociativa. Esta disfunción sería

primaria y anterior al primer brote de la enfermedad y tal como han sugerido

autores como Frith (1995), y Goldman-Rakic (1998) podría explicar inclusive los

síntomas psicóticos positivos y negativos al ser incapaces los circuitos pre-frontales

de controlar adecuadamente el procesamiento de la información.

45

Frith (1988) propone que los síntomas negativos de la esquizofrenia reflejarían un

defecto en el inicio de la acción espontánea, mientras que los síntomas positivos

reflejarían un defecto en el control interno o monitores de la acción. Señala que el

inicio espontáneo de la acción dependería de sistemas cerebrales que conectan la

corteza prefrontal con los ganglios basales, mientras que el control interno de la

acción espontánea dependería de las conexiones entre la corteza prefrontal y el

hipocampo, vía la corteza parahipocámpica y la corteza cingulada.

Por su parte Goldman-Rakic (1998) considera que la falla fundamental en la

esquizofrenia es una falla en los procesos mediante los cuales el conocimiento

figurativo gobierna la conducta. Esta autora propone que las rutas neuronales de la

corteza pre-frontal actualizan los modelos internos de la realidad para reflejar las

cambiantes demandas ambientales y la información que va llegando, guiando así la

memoria de trabajo y el comportamiento inmediato. Si estas rutas neuronales fallan

el cerebro ve al mundo como una serie de acontecimientos desconectados, a modo

de sesión de diapositivas y no como una secuencia continuada. El resultado sería el

comportamiento esquizofrénico, dominado por la estimulación inmediata y no por un

equilibrio entre la información actual, la pasada y la interiorizada.

Los estudios de neuroimágenes dan soporte a las hipótesis anteriores en la medida

que mientras que en pacientes sintomáticos se puede encontrar patrones muy

dispares de hiperactivación o déficit funcional, en cambio en estudios en pacientes

en remisión los déficits son más consistentes sólo en regiones pre-frontales e

hipocámpicas. Por ejemplo, en estudio que investigó la relación entre la

psicopatología y las imágenes de SPECT en un grupo de pacientes esquizofrénicos

en fase sintomática y luego en fase de remisión se encontró que durante la fase

activa de la enfermedad se producía un patrón de imágenes de hipofrontalidad e

hipotemporalidad, mientras que después de la remisión la hipofrontalidad apareció

sólo en dos de cuatro regiones frontales estudiadas mientras que la

hipotemporalidad desapareció completamente (Erkwoh y col, 1999).

También ha recibido especial atención la función del tálamo en el origen de los

déficits cognitivos (Andreasen, 1994, citado por Green, 1998; Korn, 2000),

habiéndose encontrado disminución de tamaño en forma consistente en varios

estudios de fMR, tanto en pacientes crónicos como de primer episodio,

postulándose que una anormalidad en esta estructura podría explicar la mayoría de

la psicopatología en esquizofrenia, la cual podría ser racionalmente explicada como

46

el resultado de anormalidades en la filtración de estímulos, la focalización de la

atención y la entrada sensorial. Aunque esta última hipótesis podría explicar las

fallas atencionales sería insuficiente para explicar los déficits ejecutivos, pues en

pacientes medicados en los cuales se mejoran los procesos atencionales los

déficits ejecutivos persisten.

7.4. Limitaciones del presente estudio

Una limitación del presente estudio es el tamaño de la muestra a pesar de lo cual

se pudo encontrar diferencias significativas con el grupo control. Sin embargo, al

discriminar los dos sub-grupos de pacientes el efecto del tamaño impidió aplicar

otras medidas de análisis. Otra limitación fue la falta de datos acerca de la historia

farmacoterapéutica de cada paciente desde el momento del inicio de la enfermedad

hasta el momento de su evaluación para el estudio, lo cual podría dar luces sobre

las causas de la diferencia en los rendimientos cognitivos entre los sub-grupos

47

8. CONCLUSIONES

1. El estudio permite sugerir que los pacientes esquizofrénicos presentan déficits

en atención y en función ejecutiva como posibles marcadores de rasgo

cognitivo.

2. Los marcadores de rasgo del déficit cognitivo dependerían fundamentalmente

de alteraciones bilaterales en los circuitos pre-frontales dorso lateral, ventro

medial y cingular y sus conexiones tálamo-estriadas e hipocámpicas .

3. Las alteraciones de memoria a largo plazo en esquizofrenia, tanto verbal como

viso espacia, parecen depender más de estadio clínico y del curso de la

enfermedad.

4. Los estudios sobre procesos cognitivos en esquizofrenia deben realizarse en

grupos homogéneos de pacientes que compartan características de tipo clínico,

fase y curso de la enfermedad, así como tipo de medicación y adaptación

socio-ocupacional para evitar resultados espurios dependientes de la

sumatoria de características dispares.

5. La evaluación neurocognitiva del paciente esquizofrénico debe constituir un

procedimiento necesario en toda evaluación clínica pues permite identificar

déficits que pueden pasar inadvertidos en la evaluación rutinaria y que sin

embargo pueden condicionar rendimientos socio-ocupacionales disfuncionales.

En este aspecto el Short Test of Mental Status (STMT) puede significar un

instrumento valioso de rastreo cognitivo.

48

9. REFERENCIAS

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