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CAPÍTULO 5 AMAZONIA: AGUA Y VIDA

AMAZONIA: AGUA Y VIDA

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CAPÍTULO 5

AMAZONIA: AGUA Y VIDA

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Acechando reflejos. Arponero en el cañón de Araracuara.

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introduCCión

en la sesión anterior tratamos sobre los bosques y selvas amazónicas y vimos cómo los vientos, el océano, los bos-ques amazónicos y la cordillera andina funcionan como

un sistema integrado que regula los ciclos del agua continental. Los vien-tos aportan humedad desde el océano Atlántico y esa humedad en forma de nubes y lluvia es absorbida y evaporada varias veces por el bosque has-ta alcanzar la cordillera andina, una barrera que la condensa y precipita, y la devuelve al Amazonas en caudales enriquecidos con sedimentos y nutrientes que van a formar los ríos amazónicos. La posición de Amazo-nia en la zona de confluencia intertropical ocasiona ciclos de variación anual de la precipitación y de los niveles de los ríos. Estos pulsos de inun-dación de los ríos han contribuido a conformar parte del paisaje amazó-nico en la forma de várzeas y vegas aluviales y crean las condiciones para la reproducción de una gran riqueza de fauna acuática. Las estaciones de mayor y menor lluvia tienen un efecto en los periodos de fructificación de los árboles que a su vez inciden en la reproducción de la fauna terres-tre, y todos ellos combinados hacen posible el modo como los humanos desde hace miles de años han habitado el Amazonas, regulando su vida material y espiritual con el pulso de este gran ser viviente que es el bioma amazónico. Por eso titulamos la sesión “Agua y vida”. El agua es la sangre de este ser viviente, y su inmensa evapotranspiración presta un servicio crucial en la regulación del clima planetario.

Estos procesos y fenómenos, que los científicos han investigado y do-cumentado, son bien conocidos por los indígenas amazónicos. La gran sel-va es como un gran ser viviente, y en la cosmología de varios pueblos esta cuenca inmensa se formó a partir de la caída del árbol mítico que los uitoto llaman Moniya amena: el árbol de la abundancia. Fueron los seres mito-lógicos quienes derribaron el árbol, y en su caída le dio forma a la cuenca: del tronco se formó el gran cauce del río Amazonas y de la multitud de ramas y follajes tomaron forma sus afluentes y tributarios. De esta narra-ción mítica nos comenzó a hablar el profesor Fernando Urbina en páginas

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anteriores, y ahora recorreremos más de esa historia que nos llevará desde el origen del agua hasta el nacimiento del mundo de los peces y su guerra con los humanos. De esa guerra es de donde se originan las artes de pesca.

Así como el agua es fuente de vida, también es cuna y vehículo de enfermedades. El agua se contamina, muchos vectores de enfermedades infecciosas encuentran en el agua su medio de reproducción, y los ciclos estacionales del agua determinan la incidencia de enfermedades virales. Esto nos lleva al tema de la salud en el Amazonas, una región donde abun-dan enfermedades como malaria, hepatitis B, tuberculosis, leishmaniasis, enfermedades venéreas, y son frecuentes las gripas, diarreas y enferme-dades cutáneas. Los indígenas conocen las enfermedades que están rela-cionadas con los cambios de tiempo, pero ese conocimiento no alcanza en muchos casos para combatir las enfermedades y virus que han llegado desde afuera. El modelo de atención en salud pública que aplican los paí-ses amazónicos es el de la Organización Mundial de la Salud, y todavía son escasos los esfuerzos por adecuar esos programas a las condiciones ambientales, sociales y culturales de la región. En esta sección dedicamos la última parte al tema de la salud pública, un tema en el que todavía hay mucho por entender y por hacer.

Comenzaremos con Santiago Duque, quien abordará el tema del agua y sus múltiples y complejas relaciones desde un punto de vista biológico y ecológico. Luego Carlos Rodríguez nos llevará a entrar al mundo del agua desde la perspectiva del conocimiento y manejo de la gente amazónica. Por último, Pablo Montoya nos dará una visión de la situación de la salud en la Amazonia, su estado actual y sus alternativas hacia el futuro.

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amazonia: un mundo de aGua y CompleJaS relaCioneS

Santiago r. duquE1

la Amazonia es bosques y suelos, es vida, pero también es agua; el agua es parte integral de todos los ecosistemas y de todos los ambientes que participan de estos siete millones

de km2 que representan la gran cuenca amazónica.Las siguientes páginas versarán sobre el conocimiento que tenemos

o hemos logrado de nuestras investigaciones en torno al tema del agua, en aspectos como las relaciones de la atmósfera con la hidrósfera, enten-dida, en este pedazo de planeta, como los grandes ríos o sistemas flu-viales ecuatoriales y sus amplísimas llanuras inundables donde hay una versatilidad de la vida y de la relación de esa vida acuática con el entorno humano y social.

Lo interesante de estas ideas es que los humanos hemos llamado a nuestro planeta tierra, pero realmente es un planeta de agua. Simplemente recordemos que la gran mayoría de la extensión de nuestro planeta es agua correspondiente a las masas oceánicas; otro porcentaje también no despre-ciable está en los casquetes glaciares tanto de la zona ártica como antártica y otra parte en las cumbres de nuestras montañas y cordilleras; los me-nores volúmenes estarían en los llamados acuíferos, que son reservorios naturales de agua en el subsuelo, y solo un mínimo porcentaje o cantidad de agua sería la que realmente está en estrecha relación con la vida huma-na: 0,003%. Y este pequeñísimo volumen es todo lo que más conocemos y aprovechamos, mínima cantidad que se ubica en los ríos, quebradas, arro-yos, lagos, lagunas, ciénagas, charcas o como los queramos llamar. Por ello,

1 Profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia. Biólogo y magíster en Biología de la Universidad Nacional de Colombia. Especialista en limnología y director del grupo de investigación Limnología Amazónica. [email protected]

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el impacto que estamos haciendo sobre esta parte de la hidrósfera es sig-nificativamente alto, con problemas como alteración de cuencas y cauces, contaminación, polución, entre otros.

El asunto se agrava porque esta cantidad de agua que usamos tie-ne una distribución diferencial por continente; Suramérica es sin duda el más privilegiado respecto de otros continentes, mientras que otros como África poseen bajo volumen de agua por superficie. En nuestro continen-te se destaca el gran río Amazonas y su cuenca, la más importante sobre cualquier otra cuenca o sistema fluvial del mundo. Ningún río se acerca al majestuoso Amazonas.

Dividí el documento en cinco partes: 1) el efecto del clima y la at-mósfera sobre los recursos hídricos amazónicos, 2) la huella que impone e imprime la geología de la cuenca, 3) cómo esta complejidad de la geología de la Amazonia genera varios tipos de aguas amazónicas; en este último aspecto hablamos de ríos y aguas de colores y de los cambios y la dinámica hídrica que ocurren anualmente por efecto de las lluvias, 4) los organismos que viven en los ríos y 5) la mirada y el conocimiento local que tienen nues-tros pobladores amazonenses sobre sus humedales. Este aspecto de la re-lación hombre-humedal lo desarrollo de forma general a la luz de algunos procesos recientes que hemos venido adelantando; aclaro que este aspecto es retomado y profundizado en el aporte que hace Carlos Rodríguez en este mismo libro.

1) El clima de la Amazonia depende de factores muy lejanos; desde el propio sol. Los cambios anuales que le ocurren al planeta en su órbita sobre el sol hacen que la energía que nos llega varíe, por tanto se generan las estaciones térmicas; destaco estas estaciones aunque ellas no ocurren en la franja ecuatorial. Sin embargo, el clima de nuestras regiones sí se ve afectado por procesos que se generan mucho más allá, como en los trópicos de Cáncer y Capricornio. Allí “nacen” los vientos alisios, esos vientos que se mueven hacia el norte o el sur desplazando masas de nubes que son las causantes de las lluvias ecuatoriales. Los vientos alisios del noreste, que nacen en la línea imaginaria del trópico de Cáncer, desplazan el cinturón de nubes hacia el sur; este cinturón es lo que conocemos como la zona de convergencia intertropical (ZCIT).

En Colombia, hacia finales e inicios de cada año, la parte norte en-tra en la época más seca, mientras que este desplazamiento de la ZCIT ha-cia el sur genera los momentos de más lluvia en buena parte de nuestra

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Amazonia. Seis meses después todo cambia, son los vientos alisios del sur, provenientes del trópico de Capricornio, los que hacen que la ZCIT se ubi-que más al norte, generando allí las lluvias y permitiendo que en la Ama-zonia se presenten los tiempos más secos o menos lluviosos del año. Por ello en nuestra Amazonia podemos hablar de estacionalidad pluvial, es decir, de cambios de periodos o meses con mayor lluvia a periodos con menores precipitaciones o quizás temporada seca.

Pero el panorama es un poco más complejo que esto; cuando nos acercamos a la cordillera de los Andes, los vientos ascienden y, al ha-cerlo, la humedad que llevan se condensa, formando nubes y generando lluvias. Es decir que los sitios más lluviosos de nuestra Amazonia están en los flancos cordilleranos y no tanto en la propia llanura amazónica. El viento continúa y pasa la montaña y al ubicarse al otro lado, ya sin humedad, que ha perdido con las lluvias del piedemonte, genera paisa-jes y climas cálidos y secos (los llamados valles transversales). Todo este mosaico de condiciones hace que en la Amazonia podamos tener, por efecto de las lluvias, la floresta más grande del planeta, la cual maneja su propia humedad; el sol genera que una parte del agua confinada en los bosques amazónicos llegue a la atmósfera en forma de vapor, al cual se suma la transpiración de las plantas (cerca del 60% de la humedad de la selva tiene este origen), generando así sus propias lluvias. Por ello, el conservar la selva amazónica nos permite garantizar en parte sus lluvias y su inmensa riqueza.

Cambios climáticos globales como los llamados fenómenos del Niño y la Niña, que afectan a la vez al norte de Suramérica y al otro extremo oriental del océano Pacífico, pueden generar cambios en la Amazonia, en especial el fenómeno de la Niña (provocando sequías), mientras que el Niño al parecer no afecta tanto a nuestra selva.

2) Sobre la geología vamos a tener una mirada muy rápida porque es muy compleja, y además muy antigua, y esta historia geológica ha genera-do y sigue impactando a todos los ecosistemas acuáticos de nuestra Ama-zonia. Iniciamos 136 millones de años atrás en el periodo cretácico donde parte del norte de Suramérica es aún mar. Las montañas amazónicas de ese entonces estaban ubicadas al oriente conformando el escudo guayanés. En lo que hoy es los Andes solo vemos una incipiente “cordillera Central” rodeada de mar que cubría buena parte de lo que hoy es la Colombia con-tinental. Por ello, los ríos en la antigua Amazonia deberían drenar desde

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las partes altas o sea desde el escudo guayanés hacia el Pacífico, y no al Atlántico como ocurre hoy día. Este río se llamó Paleoamazonas.

Más tarde, en el terciario (hace 38 millones de años), la placa de Sura-mérica choca con la placa del Pacífico generando la aparición de los Andes; en ese devenir comenzó a cambiar un poco la condición de la Amazonia y más o menos en el terciario medio podemos hablar de una formación que se desarrolla por buena parte de nuestra Amazonia colombiana y peruana y que se conoce como la formación Pebas o Solimões del terciario, que es una acumulación de sedimentos nuevos y recientes más los aportados por la cordillera sedimentaria, los Andes, en especial del tramo oriental; el es-cudo viene en un proceso de erosión que llega a solo algunas elevaciones relictuales en el holoceno llamadas Tepuyes. A la elevación de los Andes y la disminución del escudo, el Paleoamazonas termina y se inicia el río Amazonas con un drenaje opuesto de la cordillera hacia el Atlántico.

Por ello la geología puede relacionarse con dos momentos básicos: lo antiguo del precámbrico y paleozoico con predominio del escudo gu-yanés y lo más reciente del terciario y cuaternario (holoceno) con la pre-sencia de la cordillera de los Andes. Cada momento y cada sector, aún presentes en la Amazonia actual, generan diversos tipos de agua y por tanto de ambientes.

3) Pasamos al tema de la hidrología; como ya comentamos, la ZCIT a su paso por el Amazonas genera lluvias, por ello los caudales de los ríos son al final producto de esas lluvias y de los periodos de mayor o menor precipitación. Cuando los caudales aumentan, los ríos amazónicos y el ex-ceso de agua son depositados en las extensas llanuras conexas, mientras que, al disminuir las lluvias, los ríos bajan sus niveles de manera extrema. Esto ocurre tanto en la Amazonia como en la mayoría de los ríos de gran tamaño en todo el planeta. Las aguas altas y las aguas bajas, junto a las transiciones hacia aguas altas y aguas bajas, generan los cuatro momentos hidrológicos del año. Estos ríos por tanto funcionan gracias a este proceso de inundación anual.

En el tramo colombiano, el río Amazonas cambia en su vertical hasta 12 metros entre el momento de máxima inundación y el de menor caudal; en el plano horizontal, este cambio genera inundación de bosques y otros ecosistemas a cada lado; la llanura de inundación es por tanto muy extensa en frente de Leticia en el sector peruano, impactando incluso al río Yava-rí (sistema fronterizo entre Brasil y Perú), pudiendo ser de hasta 15 km,

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mientras que en el sector colombiano por la terraza de Leticia, ubicada muy cerca al río, la llanura aluvial es muy angosta, destacándose solo el sistema de lagos de Yahuarcaca cerca de la frontera con Brasil.

Hemos venido hablando del Amazonas, el gigante río y sus cambios en el año; a la altura de Leticia ha recorrido más de 4 000 km, y le faltan aún 2 800 km para llegar al mar. Por este punto de Leticia pasa aproxima-damente el 26% del volumen total del río. En aguas bajas el caudal llega a ser de 16 000 m3/seg y en aguas altas supera los 60 000 m3/seg. Al llegar al océano Atlántico el Amazonas arroja más de 230 000 m3/seg. Para tener un marco de comparación podemos decir que nuestro río Magdalena en su desembocadura en nivel alto no pasa de 7 000 m3/seg.

En la Amazonia hay otro tipo de ambientes de aguas corrientes mu-cho más pequeños, pero igual de importantes. Son las quebradas o arro-yos, pequeños tributarios de ríos más grandes, los cuales forman una red casi interminable en toda la selva amazónica. Algunos de los que hemos estudiado en Colombia tienen menos de 30 km de largo, una profundidad nunca superior a 3 metros y un ancho de hasta 10 metros.

Como mencioné, la geología impone el tipo de agua que hay. Desde hace siglos, cuando Humboldt visitó regiones de Suramérica, entre ellas la Amazonia, habló de ríos de colores, ríos que tenían diferente coloración pero que no podía explicar con exactitud; hacia la mitad del siglo pasado, algunos investigadores alemanes que se asentaron en Manaos por muchos años, desarrollaron importantes investigaciones en el campo de la limno-logía. Uno de estos investigadores, Harald Sioli habló de ríos de colores y los definió en tres tipos: de aguas blancas, aguas negras y aguas claras. Deseo aclarar que el término agua negra, que ustedes muy rutinariamente lo escuchan y utilizan, es un término geográfico y limnológico referido a unas condiciones naturales de muchos sistemas acuáticos, y que no tiene relación con las que deben llamarse aguas servidas, que son el producto de la dilución de las actividades humanas sobre estos ecosistemas.

Las aguas blancas provienen de los Andes y por tanto poseen colora-ción amarilla, blanca, con alta carga de sedimentos y por esto son turbias. Los Andes están erosionándose naturalmente, los ríos al bajar en fuerte pendiente por los flancos cordilleranos van erosionando el suelo, van lim-piando la roca, van llevándose esos sedimentos a la parte baja de la llanura; esos ríos, como el Amazonas, el Putumayo y el Caquetá, se conocen como ambientes de aguas blancas.

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En otros sectores geográficos del Amazonas, por ejemplo los escudos y la propia llanura amazónica, los ríos son de otros colores, con baja carga de sedimentos y alta carga orgánica, en especial de los aportes de los bos-ques circundantes; las aguas se convierten en ambientes de aguas oscuras, negras, que es el segundo tipo de ecosistema visto en nuestra Amazonia. El tercer tipo, las aguas claras de que hablaba Sioli, al parecer no están pre-sentes en la Amazonia colombiana, pero sí en Brasil, con grandes sistemas fluviales ya muy cerca de su desembocadura.

Los sistemas de aguas blancas, que son los tres ríos antes indicados, más sus sistemas leníticos conexos, es decir sus lagos de inundación, se ubican en lo que se conoce como la várzea, mientras que los ríos de aguas negras, sus bosques inundables y lagos se conocen como igapós. Es tal la diferencia entre esos dos paisajes, que la vida del hombre amazónico difie-re; en la várzea, los pueblos son sedentarios, no requieren moverse ya que cada año el río anega la várzea, pudiendo así realizar actividades de agri-cultura en cultivos cortos, mientras que en el igapó, la pobreza de las aguas y los suelos anegados genera movilidad constante de los pueblos durante todo el año.

El uso de los términos aguas blancas y negras al parecer no es tan sencillo, ya que, por ejemplo, en Colombia encontramos diferencias, esta-dísticamente significativas, en la química de las aguas del río Amazonas y de los ríos Putumayo y Caquetá; mientras que el río Amazonas puede tener valores de conductividad superiores a 160 µS/cm, los otros dos ambientes lóticos solo superan los 20 µS/cm. Lo mismo ocurre con el pH, más básico en aguas blancas y con tendencia a la acidez en aguas negras. Por estas razones sugerimos diferenciar las aguas blancas en dos niveles, tipo I para el río Amazonas y sus lagos de inundación y tipo II para el Putumayo, el Caquetá y sus sistemas conexos en sus llanuras de inundación.

Al parecer algo similar sucede al comparar las aguas negras en sec-tores cercanos a Leticia, con los lugares de Tarapacá (sobre el río Putuma-yo) y La Pedrera (río Caquetá); las aguas negras del sur (Leticia) son más ricas en nutrientes y electrolitos, mientras que las aguas del norte son más pobres; por ello también realizamos una división entre aguas negras tipo I en el sector de Leticia y aguas negras Tipo II en Tarapacá y La Pedrera. La diferencia no solo afecta la química de las aguas, sino que, como hemos comprobado, genera mayores biomasas de organismos acuáticos como las algas del fitoplancton en los tipos I respecto de los tipos II; se espera que

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también produzca diferencias en la magnitud de las pesquerías y en la ca-pacidad de uso de este valioso recurso natural.

4) Los organismos que habitan los ríos, arroyos y lagos amazónicos son el producto de múltiples factores, algunos ya comentados en este escri-to: el clima, la geología, la hidrología y, claro está, los tipos de aguas que se presentan en la región. Es ahora entendible que las cadenas tróficas que se organizan en estos ambientes, dependerán de la riqueza de sus aguas y por ello el estudio de esta dinámica es uno de los nuevos espacios de trabajo que venimos adelantando; nos preciamos de tener una de las más altas ri-quezas de peces del planeta, y en parte se debe a esta muy antigua historia geológica que ya hemos comentado.

Hoy día, con miles de especies de peces, podemos vislumbrar buena parte de este complejo historial, con especies que nos recuerdan los mo-mentos de la Pangea (ya que tenemos peces vivos con parientes también vi-vos en África y Australia, como el pez pulmonado Lepidosiren paradoxa), así como los momentos de influencia marina en que muchos grupos se quedaron en la Amazonia y hoy día viven en ríos y en especial arroyos (como Thalassophryne amazonica, un pez venenoso de la familia Bratra-choiididae de origen marino).

Nuestros estudios muestran que la riqueza no solo se observa en los peces sino en cada eslabón de la cadena alimentaria, como las algas, el zo-oplancton, las plantas acuáticas y los diferentes artrópodos, en especial los insectos. Un interesante ejemplo de la magnificencia amazónica lo vemos en una planta carnívora (Utricularia foliosa) que debe aprovechar fuentes de alimento diferente al del proceso fotosintético, por la escasez de nu-trientes, consumiendo otros organismos.

Retomando el tema de los peces, la inmensa riqueza de nuestra Ama-zonia, en especial en el sector de Leticia, la hemos comprobado con un estudio intensivo por varios años en solo 40 km2 de superficie en el río Amazonas a la altura de Leticia, en el sistema de lagos de Yahuarcaca con 17 ambientes conexos y dos pequeños arroyos, las quebradas Yahuarcaca y La Arenosa que es afluente de esta última. En este sector hay cerca de 400 especies de peces, siendo destacable la riqueza de los dos arroyos que supe-ran el centenar de especies. Nuestros datos, al compararlos, se vuelven más maravillosos; por ejemplo, toda Europa no sobrepasa las 50 especies y el río Magdalena, el más importante de Colombia, llega apenas a 190 especies.

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Los peces son la más fuerte relación que tiene el hombre amazónico con sus humedales, además de ser rutas de movilidad y transporte. Hay una intensiva explotación del recurso pesquero en la Amazonia, convir-tiendo a Leticia en un centro de acopio internacional, sobre todo de las especies de cuero o bagres, superándose las 16 000 toneladas de pescado comercializado hacia el interior de Colombia. También las especies meno-res de escama son de importancia en el consumo local, tan importante que el consumo puede llegar a cerca de 24 kilos/mes por poblador, un valor de por sí muy alto, lo cual indica la importancia que tienen los humedales y el recurso pesquero, en especial para pobladores que se relacionan con los ríos amazónicos y sus várzeas.

5) Conocemos de la importancia de los peces cuando preguntamos a los pobladores que saben de estas especies; los datos que hemos recopilado son muy interesantes. Por ejemplo, en el sistema de lagos de Yahuarcaca viven cerca de 150 especies; allí los pescadores conocen perfectamente más de 90; claro está, las que más les interesan por tamaño y predilección de consumo. Cuando decimos que las conocen es que tienen una muy cerca-na idea de su biología y de las relaciones culturales y mitos con muchas de ellas; por esta razón, las especies tienen nombre y significado en lengua, por ejemplo en los Ticuna, que es la etnia con mayor número de pobladores en nuestra Amazonia sur.

Desde los más pequeños peces que viven en especial en arroyos (de hasta 3 cm en estado adulto) hasta el gran pirarucú en los lagos de várzea, de más de 3 m de largo, la Amazonia y sus humedales son la fuente y el sustento de vida para sus pobladores.

El trabajo de un buen manejo y conservación de las pesquerías debe lograrse con el concurso de muchos actores: los propios pescadores y sus comunidades y el Estado colombiano con las entidades encargadas del am-biente y la academia, es decir las universidades; es una tarea que ya inicia-mos desde la Universidad, esperando logros significativos para asegurar vida y calidad de vida para las generaciones futuras de nuestra Amazonia.

Algunos de nuestros estudios y la socialización de los mismos se han concentrado en los últimos años en las revistas científicas, pero no debe-mos ignorar la importancia de que este conocimiento llegue a otros nive-les, quizás los que al final definen y toman las decisiones, no solo en los círculos políticos locales sino en las propias comunidades indígenas que viven en la región; por ello estamos reconstruyendo la historia ambiental

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y social de la región en un “diálogo de saberes” en torno a los humedales y publicando sus resultados en otros espacios como libros y cartillas donde los autores y coautores son nuestros coinvestigadores locales.

También hemos abierto un espacio para mostrar todo este conoci-miento (Museo Mundo del Agua), donde se plasma parte de ese conoci-miento científico que hemos abordado, pero, más importante, mostramos el extraordinario conocimiento local, como el de Robert Ahue Coelho, tallador indígena, que nos muestra, con perfección y detalle, la magia de la naturaleza que vive y convive con los humedales amazónicos, con her-mosas tallas de algunas especies de peces y de otros animales relacionados con los humedales amazónicos, como los delfines, las tortugas, el manatí y el caimán negro.

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viSioneS y maneJo loCal del mundo del aGua en la amazonia Colombiana

carloS rodríguEz1

para mí, dictar esta conferencia en la Universidad Nacional es todo un privilegio, porque parte de lo que les voy a con-tar es resultado de una fuente de inspiración fundamental

de la Universidad Nacional, el profesor Orlando Fals Borda, sobre todo sus desarrollos sobre investigación acción participativa. Me encanta poder presentar estas ideas en este escenario porque viene gente de todas las dis-ciplinas, de todos los semestres y gente de fuera de la Universidad. El hecho de que la universidad se proyecte hacia el exterior es extraordinario porque demuestra que el conocimiento es para todos, que el conocimiento es para algo útil y que la interdisciplinariedad se genera solo en la práctica. Uno puede tener muchos debates de interdisciplinariedad, pero la interdiscipli-nariedad se da en todos estos ejercicios; ojalá haya ingenieros, economis-tas, sociólogos, antropólogos, biólogos. La intención de la charla es mostrar que no solo existe el conocimiento académico, el conocimiento académico es profundo y sofisticado, pero también hay saberes locales profundos y sofisticados. Por lo tanto, entre saberes profundos y sofisticados es posible dialogar. Espero que con lo que les voy a mostrar se logre probar que no es un tema complicado y que metodológicamente es muy fácil.

La charla al principio se llamaba Visiones indígenas pero al final deci-dí llamarla Visiones locales porque no es solo el conocimiento tradicional indígena sino el conocimiento que se tiene en las comunidades locales en general. Entonces voy a mostrar al principio algo de los mitos del origen de los peces, del agua y del mundo de los peces; después vamos a ver cómo

1 Director de Tropenbos Internacional Colombia. Biólogo de la Universidad de los Andes, máster en Planificación del Desarrollo Regional y Urbano del Cider y doctor en Ciencias Naturales de la Universidad de Ámsterdam. [email protected]

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desde el conocimiento local se aborda ese mundo y cómo eso es pertinente para lo que nosotros llamamos manejo sostenible y desarrollo sostenible.

el árbol, el agua y la anacondaVamos a comenzar con el origen y con la mitología de origen del

mundo del agua. Ya el profesor Fernando Urbina se los ha mostrado y Juan Álvaro, en su presentación de hoy, hablaba del gran árbol río pues este es un mito panamazónico, en todas partes se habla del gran árbol río cuando aún no existía el agua. Los seres creadores se fueron a buscar el agua; el agua era mezquinada por el mundo femenino, por una tía que sí conocía dónde estaba el agua y la tenía escondida en un árbol. Esa agua escondida en un árbol es fundamental en la simbología de la Amazonia. Los sobrinos buscaban dónde era que la tía tenía el agua, y ella decía que la cogía de las hojas y que tan solo podía cocinar un poquito. Los sobrinos se volvieron murciélagos y siguieron a la tía de noche para ver de dónde sacaba el agua.

Ella iba a un árbol que tenía un huequito y de ahí sacaba el agua, sa-caba los peces y con eso ofrecía comida, con eso cocinaban. Entonces uno de ellos, el menor, lo vio y le dijo al hermano: “Vamos a tumbar el árbol de la tía”. La tía, como las mujeres siempre saben, dijo: “Estos me van a hacer algo, yo los voy a llevar al árbol equivocado”. Entonces los seres creadores fueron y tumbaron el árbol que señaló la tía, pero ese árbol cayó y siguió para el mundo de abajo. Estos jóvenes siguieron buscando de dónde saca-ba, hasta que por fin tumbaron un árbol en el que había agua; el árbol que se fue para el mundo de abajo tenía solamente los peces buenos y los seres buenos, y el árbol que quedaba tenía todo tipo de peces, buenos y malos, y con eso se refieren a los que producen enfermedad, a los que tienen dien-tes, a los que hacen descargas eléctricas, etc. Cuando empiezan a tumbar el árbol se originan los peces. De la corteza se originan unos, de las astillas se originan otros cuando estaban con el hacha pegándole, de sus raíces se originan otros peces y ahí se da todo el origen mítico de los seres del agua. Cuando el árbol iba a caer quedó colgado de los bejucos, y nadie podía cortar el árbol arriba. Entonces acudieron a los animales que tienen dien-tes para que tumbaran ese bejuco, y empiezan a morder la madera pero a todos los animales les daba miedo porque entonces se iban a caer o iban a quedar aplastados.

La única que tenía la velocidad suficiente para cortar el bejuco y ba-jar era la ardilla −los indígenas la clasifican junto a los micos−, que subió

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visiones y mAnejo locAl del mundo del AguA en lA AmAzoniA colombiAnA

a cortar el bejuco. Lo interesante de este mito es que el árbol, cuando quedó colgado, primero estaba en una dirección y después sí dio la vuelta, y si uno quisiera hacer asociaciones, sería una mención a lo que acaba de nombrar el profesor Santiago Duque del Paleoamazonas que antes iba para un lado y después giró y quedó para el otro lado. El árbol, el agua, el río siempre se asocian con la anaconda, la anaconda se asocia también con el mundo del agua, también con el árbol original y además, cuando fluye, cuando se mueve, forma la parte de los ríos con esas curvas que mostró también el profesor Santiago. Entonces, árbol, agua y anaconda son de un mismo mundo. Cuando cayó el árbol se generó entonces el gran río Amazonas. Sus raíces quedaron en la parte más fuerte, en la forma-ción Guyana, y su boca en la parte más liviana, y ahí ya se formó la gran anaconda con todos sus peces y con todos los seres del agua de la cual ella es dueña. La anaconda entonces es esa relación con el mundo del agua y de hecho Imani, como se llama el instituto amazónico de investigaciones de la Universidad Nacional, toma el nombre de la anaconda-agua. La ana-conda del agua es diferente a la boa de tierra, la anaconda tiene círculos, la boa de tierra tiene hexágonos, y son dos mundos diferentes. Quienes han ido al Amazonas y han visto cuando se tumba el terreno para hacer un campo de cultivo, una chagra, sabrán que siempre van a encontrar cuatro o cinco árboles que, una vez se empieza a meter el hacha, salen las astillas y botanuna cantidad de agua hasta por 5 o 10 minutos con una presión impresionante. Eso es lo que también ha hecho que los indígenas asocien los árboles con el mundo del agua.

La anaconda fue subiendo desde la bocana; la anaconda llevaba a la gente en su propio cuerpo, a los antiguos pobladores a quienes fue dejando a través de esas ventanitas que están allí, que posteriormente se convierten en los bancos de pensar. Entonces desde la bocana hasta la cabecera fue subiendo el poblamiento y fue subiendo el conocimiento; por eso dicen que la gente del noroccidente amazónico son los más sabios porque fueron acu-mulando todo el conocimiento de la anaconda mientras iba subiendo. Esta gran anaconda a la vez se reproduce en las mitologías locales del río Ca-quetá, del río Apaporis y en muchos pequeños afluentes. En el Pirá-Paraná, por ejemplo, que está lleno de chorros, entre chorro y chorro existe una anaconda y eso a su vez da las pautas de poblamiento y de intercambio ma-trimonial porque hay gente de cabeza de anaconda, de centro de anacon-da y de cola de anaconda, y de ahí salen los intercambios matrimoniales:

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cabeza con centro, centro con cola y cabeza con cola, en intercambios ya ritualizados y definidos por los creadores, dicen ellos.

la gran inundaciónAdemás del mito de la creación del agua y de la anaconda, existen

muchos mitos asociados con la creación de los seres acuáticos; hay uno muy interesante sobre la gran inundación. El diluvio universal no apare-ce únicamente en la mitología de la religión católica; la gran inundación se da en todas partes. En la mitología amazónica se habla de varios tipos de inundaciones y este que les voy a presentar es el mito de la inundación cuando el agua se puso caliente. Igual que en el mito de Noé, los huma-nos empezaron a mandar a los animales para ver si el agua ya estaba fría, así como se mandó a la paloma para que volviera con la hojita a ver si había tierra.

Mandaron a diferentes animales, entre ellos a los micos. Cuando los mandaron, los micos llegaron a la orilla, metieron sus manos y les queda-ron blancas. Del quemón se untó el pecho y por eso quedaron maniblancos y pechiblancos.

Después mandaron a la chucha y la chucha dice: “No, si este mico se quemó así, ¿yo qué hago? Yo no voy a meter las manos, yo voy a meter la cola”; metió la cola y le salió chamuscada, y así es como explican también toda una serie de sistemas clasificatorios de los animales. Los seres huma-nos que estaban en ese momento y que quedaron tapados por el agua se convirtieron en el mundo de los peces y por eso hay tanta variedad, porque quedaron de todos los grupos y de todas las edades, quedaron peces peque-ños, medianos, grandes, de colores, etc. Los grandes se convirtieron en los bagres, que ya oyeron en la exposición de Santiago, y esos grandes bagres se convirtieron a su vez en brujos. Hay un pez pequeñito, el pintadillo ti-gre, que se convirtió en el gran brujo porque cogió las manchas del tigre de tierra, las metió en su cuerpo y desde allí podía operar como gran brujo en el mundo del agua.

la guerra con el mundo de los pecesHay otro mito muy bonito en el que hay una guerra del mundo de los

peces con la gente. La gente tenía su maloca y la maloca quedaba en la te-rraza alta, un poquito alejada de la orilla. Estaban en guerra con el mundo

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de los peces, y los peces querían atacar la maloca, y como no podían llegar a ella, lo que hicieron fue llamar al agua para que subiera el nivel y así po-der llegar a la maloca y atacarla, y empezaron a atacar la maloca, y la gente, como iba perdiendo, llamó a sus aliados para que acabaran con el mundo de los peces, y llamaron a todos los que son depredadores de peces: las gar-zas, los patos, el ibis, el martín pescador, el pato aguja, los chulos, el águila pescadora, el gavilán pescador.

Cuando empezaron a llegar los depredadores al mundo de los peces, los peces decían: va a llegar el que nos aplasta, va a llegar el que nos flecha, va a llegar el que nos atraviesa −haciendo mención a las armas que tienen estos con el pico o las garras−. Además de las aves pescadoras, llamaron a animales que comen pescados: el tigre come pescado, el borugo −que todos creemos que solamente come frutas y hojas− también come pescado, el lobo come pescado, el perro de monte, el puerco y el cerrillo también son comedores de pescado. Ahí es donde está el detalle del conocimiento indí-gena, de ahí salen las relaciones ecológicas, las dietas y el nicho que ocupa cada animal en las relaciones presa-predador.

En la mitología se nombra cada uno de los peces que come el águila pescadora. En alguna ocasión, discutiendo con los biólogos, decían: sí, so-bretodo un águila pescadora se va a zambullir para coger una cucha, y un indígena que estaba presente dijo: ¿Es que acaso el agua nunca se seca? ¿Por qué se va a tener que zambullir si la cucha está en la superficie? La mitolo-gía es todo un corpus de conocimiento muy bien integrado.

Aun así, con todos sus aliados, la gente estaba perdiendo la pelea con los peces y decían: ¿Qué hacemos para ganarles a estos?, y como la gente es maldadosa, acudió a la guerra química, acudió al barbasco. El barbasco es el arma química más fuerte para acabar con el mundo de los peces, es un ictiotóxico impresionante. La gente empezó a preparar el barbasco, hicie-ron un cerco con hojas de palma, recogieron todos los palos y escogieron un sitio de la quebrada para machacar el barbasco.

Todo esto lo oían en el mundo de los peces, en el mundo de los peces oían tun, tun, tun y oían a la gente andando, y decían: nos van a acabar, ya sabían que les iban a echar veneno; nos van a intoxicar, vámonos yendo, y en ese momento empiezan a salir los peces de sus sitios y empiezan a irse río abajo a esconderse. Pero lógicamente no todos salieron a tiempo, no todos se lograron liberar. Cuando pusieron el cerco intentaban brincar para pasarse antes de que el barbasco les hiciera efecto. Aquí sale también un conocimiento de cuáles son los primeros peces que llegan, hasta dónde

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brincan y cuáles son los que más brincan. Uno de esos empezaba a coger impulso y se iba bien lejos para ver si alcanzaba a pasar y cada vez se iba más arriba de la quebrada para coger impulso y brincar. Uno de los que alcanzaron a brincar fue una sardina; esa sardina era un cíclido, era una mojarrita y como premio por avisarles a los de abajo que el barbasco les iba a llegar le dejaron la piel muy bien pintada y a esa la llaman una mojarra de chontaduro que tiene una pinta muy bonita.

El conocimiento del entorno se expresa en todos los momentos del re-lato. Adicionalmente se empiezan a dictar las normas de comportamiento. Los indígenas echan el barbasco con el canasto para que su efecto no llegue muy lejos y remueven el lodo del fondo porque el lodo le corta la acción al barbasco. Con esto también se está viendo la sofisticación de una técnica de captura que es tremendamente profunda en el conocimiento y en el manejo. Por otro lado, esto es para que todos coman, esto es para comer en grupo y no es para comer solito. En el mito están los sistemas clasifica-torios, se muestra la forma de conocer los peces a través de sus relaciones.

Hay muchos otros relatos del mundo del agua. En toda la mitología amazónica se habla de sirenas, no exactamente de sirenas pero sí de la mu-jer pescado. La mujer pescado ocupa la bocana del Amazonas y la llaman la mamá de las aguas y ese mito panamazónico se repite en todos los grupos y también da normas de manejo. Si todos los restos que uno bota llegan a la bocana y van a ser recibidos por la mamá, pues es obvio que ninguna mamá quiere recibir a sus hijos heridos, maltrechos, desmembrados. Otras dueñas de pescado están en diferentes zonas; hay una recitación impre-sionante donde van nombrando cuáles son los dueños de los pescados y cuáles son las especies que hay entre la bocana del río Amazonas hasta el río Mirití, que son más de 3 500 km.

Conocimiento localEso es conocimiento de biogeografía y es conocimiento profundo del

comportamiento y ecología de los peces. Los peces tienen sus venenos y por eso es que se establecen dietas y restricciones alimentarias; la gente come pescado sin saber qué está comiendo. Los peces producen todo tipo de enfermedades; si uno los come sin dieta pueden producir carate −que es una enfermedad cutánea caracterizada por la aparición de manchas de co-lor blanco−, o taparlo del estómago o del pensamiento, le puede dar dolor en el espinazo, se les sale el ombligo; los pescados también pueden producir

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alteraciones en el comportamiento, pueden producir vejez o desánimo, en-tre otros.

Este sistema clasificatorio de las enfermedades se usa también para poder curarlas, y ¿qué se cura? Por ejemplo, se cura un parto para que el niño sea fuerte y sano pero que salga pequeñito y así la mujer pueda tener un parto mucho más suave. Los blancos estamos muy llevados a que la mu-jer tenga una muy buena dieta, que el niño nazca grande, que sea sano, los indígenas dicen que sea sano sí pero que sea grande no. La mujer entonces se debe alimentar con peces de cabecera, para que se facilite el parto.

Los indígenas también definen sus sistemas clasificatorios con ca-racterísticas taxonómicas, pero no muertas, como entre nosotros, con ejemplares en formol, sino sobre características dinámicas, sobre seres vivos y sus interacciones; entonces hay clasificaciones para los peces de la cabecera, las sardinitas, hay grupos de mojarras que son equivalentes a cuando nosotros hablamos de cíclidos. Hay muchas equivalencias en el mundo indígena pero no todas las equivalencias se hacen uno a uno. Hay clasificaciones detalladas también del grupo de los misingos, de los picalones, de los dormilones, de los caloches, que son los de la familia que genera electricidad.

En un estudio que realizamos con los andoque ellos hicieron un afi-che con el ciclo anual de pesca para el año (ver gráfica 1). Dividieron el calendario en periodos, detallando las fases de floración, fructificación y oferta de los frutos que comen los peces y que explican las migraciones estacionales. Durante esta época se pesca en las orillas, donde están los peces. Las migraciones alimentarias y reproductivas son perfectamente conocidas por los indígenas. Un niño de 14 años dibujaba más de ochenta tipos de peces y sesenta árboles en cada uno de los periodos. Esto lo que demuestra es la existencia de un conocimiento local tremendamente sofis-ticado. Cuando uno pide que dibujen un ecosistema, generalmente van a dibujar una época, con los peces presentes en ese periodo de tiempo.

Nuestra idea era profundizar en estos saberes, por lo que les pedimos dibujar un hábitat en 4 tiempos: en aguas altas, descendentes, aguas ba-jas y aguas ascendentes. En cada periodo se generan relaciones ecológicas distintas; en una época no hay casi peces porque todos están dispersos, en otra están todos concentrados y las relaciones ecológicas que se generan allí son tremendamente puntuales y detalladas; en cada temporada cam-bian los colores y tonos de la selva.

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GráfiCa 1. Calendario anual de los andoque (Tropenbos-Colombia).

Uno no tiene la posibilidad de tener ese conocimiento tan cerca ni de expresarlo de una manera artística tan detallada; por eso al definir planes de manejo y pautas sostenibles del uso de los recursos por las comunidades

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locales y por el comercio necesitamos involucrar los conocimientos loca-les a nuestras metodologías, y así definir nuestros propios modelos. Cuan-do hablamos de sostenibilidad copiamos los modelos gringos y europeos, cuando aquí tenemos toda una serie de oportunidades que es lo que estoy mostrando; cuando hay un problema interdisciplinario, siempre el acer-camiento debe ser interdisciplinario, pero no nos acostumbramos a eso. Hay que transformar esa visión para no buscar soluciones solamente desde la academia, cuando comunidades locales pueden aportar tanto a la solu-ción. Por ejemplo, proponemos sistemas de cultivos de tilapia y especies foráneas, sin explorar primero las especies que tenemos y las diversas y sofisticadas técnicas de captura con conocimientos específicos sobre las di-ferentes áreas para la pesca según la especie y la época del año. Cada punto de pesca tiene toponimia y es manejado.

Antes de proponer, necesitamos generar información pertinente que empieza con datos que toman los pescadores locales: la fecha, el nombre del pescador, el nombre de la especie, los tamaños, los pesos, el sexo de los animales, el lugar de captura, la técnica de captura, la carnada, los conteni-dos estomacales para ver las relaciones, la hora de salida, la hora de llegada y las formas de distribución, si fue para consumo, venta, regalo, ritual. Es-tos registros los lleva cualquier indígena, cualquier pescador en cualquier momento, no son del otro mundo, lo único que se necesita es papel, lápiz y ganas, no más.

En un trabajo de cartografía local realizado por los pescadores del chorro de Araracuara, dibujaban el río en aguas altas donde apenas se ven unas rocas, en aguas descendentes donde se ven más, en aguas casi bajas donde se ven más y en aguas bajas donde ya el río está en su menor nivel. (Ver gráfica 2). Cada puntico, cada saliente tiene nombre, y esos nombres y esa ubicación se hace con lo que hemos llamado el IPS. Ahora todo el mun-do quiere tener un GPS, pero este es el IPS que es el “Indigenous Positional System”, con ese nadie se pierde y con ese nadie se equivoca, y además da la posibilidad de pasar del plano a las tres dimensiones. El sistema de infor-mación local permite hacer equivalencias con la cartografía formal. Es un diálogo posible porque esta sofisticación le permite ver a uno, por ejemplo, la dirección de todas las corrientes y las rutas migratorias de cada una de las especies en cada una de las épocas y hasta saber cuáles se quedan esta-cionadas en los pocitos cuando el agua baja.

Se ve cuál es la relación entre la orilla, las zonas inundables y la dieta de los peces, mes por mes, semana por semana, día por día. La definición

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de los sexos se hace cuando abren los peces para consumirlos. Cuando se evisceran, también se ven los contenidos estomacales y se ve hasta el color de la grasa, y ellos saben de qué producto de la selva viene, y ahí tenemos nosotros un aporte a todas las discusiones que hay sobre dinámicas de po-blaciones que es un tema complicado desde la ecología tropical, porque estamos hablando de la complejidad, aquí estamos hablando de cientos de presas, de decenas de depredadores y de miles de relaciones como lo vemos aquí; esto es la ecología tropical desde la complejidad y desde la visión lo-cal. Esto no se trabaja fácil con modelos matemáticos donde la complejidad lo aplasta; la complejidad solo se puede abordar desde la complejidad mis-ma y no desde modelos que la simplifiquen lo suficiente.

Lo quiero ejemplificar con un caso que muestra qué pasa cuando uno estudia con sus métodos y qué pasa cuando tiene en cuenta el conocimien-to local y las potencialidades locales. En un estudio de 10 años en Brasil sobre la relación presa-predador se concluyó que una especie de bagre con-sume 39 presas, otro 38, otro 7, otro 25 y otro 17; con los estudios que hici-mos con los pobladores locales nos brincaron respectivamente de 39 a 54, de 38 a 63, de 7 a 25, de 25 a 64 y de 17 a 67; la primera conclusión en estos casos es que estas son especies especialistas, pero la conclusión de nuestros

GráfiCa 2. El chorro de Araracuara en diferentes niveles (Tropenbos-Colombia).

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estudios participativos es que no solo son generalistas sino que además son oportunistas, comen lo que se les atraviese. Además nos dimos cuenta que un estudio que se hace en el medio Amazonas no se puede extrapolar al alto Amazonas. Cómo nos aproximamos y cómo usamos el saber local puede definir el éxito de nuestras soluciones. Nosotros hablamos mucho de biodiversidad pero no la abordamos bien y no la manejamos bien; con estos métodos de registros, sumados a la cartografía social, llegamos a mé-todos sencillos que pueden establecer diálogos ahí sí con los sistemas de in-formación geográfica, con la cartografía georreferenciada, con las normas y técnicas de cartografía formal. Los productos de este diálogo de saberes son un conjunto de herramientas para que los pobladores locales tomen decisiones y puedan controlar ellos mismos sus recursos.

Para la sostenibilidad, hay unos modelos muy sencillos donde se van definiendo diferentes fases con los pescadores locales que funcionan mejor que los decretos institucionales que por ejemplo dicen: se prohíbe el uso de las mallas, cuando todo el mundo usa mallas y cuando los locales usan mallas. La sostenibilidad es un debate muy grande que nosotros tenemos y que tenemos que abordarlo. Con todos estos registros que llevan los pesca-dores mismos uno puede ir definiendo la sostenibilidad y las medidas que se deben tomar; en el ejemplo anterior era para los grandes bagres.

Siempre estamos hablando del manejo de la biodiversidad pero nun-ca damos en el cómo manejarla. En el Magdalena se bajó de 70 000 to-neladas de pescado hace 30 años, a menos de 2 000 hoy, y eso es cuando hay subiendas grandes; en el Caquetá se pasó de 150 toneladas a 15 hoy. Entonces, si no tenemos nosotros la información, el conocimiento local y del plano institucional que aporte ese conocimiento local, pues sim-plemente nosotros no vamos a poder hablar ni de biodiversidad ni de manejo sostenible ni de nada por el estilo. Por lo tanto, la conclusión es que solo teniéndose en cuenta el saber local y promoviendo las acciones desde los mismos usuarios de los recursos podemos generar la informa-ción pertinente y definir las pautas de manejo que nos lleven a nuestros propios modelos de uso sostenible.

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SituaCión de Salud en la amazonia: dónde eStamoS y alternativaS para avanzar

PaBlo Montoya1

las conferencias anteriores hablaron del ambiente y del efec-to de los humanos en este. Ahora me referiré más a la situa-ción de la población. Les voy a hablar sobre el contexto de

la salud en la Amazonia: el manejo de la salud por las comunidades indí-genas, del sistema de salud institucional, el que es proveído por el gobierno y por las instituciones privadas, y algunos de los factores determinantes para los problemas de salud, la situación epidemiológica y la necesidad de encontrar alternativas para superar muchos de los problemas que les voy a mostrar.

Como ya se ha mencionado en sesiones previas de esta cátedra, los primeros habitantes de la Amazonia llegaron hace más de 12 000 años a la región. Diferentes autores estiman que la población amazónica superó los 10 millones de habitantes en el momento de la conquista europea y que fue diezmada a una vigésima o quincuagésima parte después del contacto de-bido a la introducción de enfermedades infecciosas, la esclavitud y las gue-rras intertribales. Algunos autores mencionan la ocurrencia de epidemias de viruela devastadoras. Una de ellas inició en 1621 en el bajo Amazonas y llegó al alto Amazonas en 1651. Otra ocurrió en el alto Amazonas entre 1671 y 1680, y contribuyó con la disminución de la población. Además de esta catástrofe demográfica causada por el contacto con los europeos, en el siglo XX hubo otra oleada de colonización siguiendo diferentes olas de bo-nanzas: la cauchera, la explotación del subsuelo (oro, diamantes, petróleo,

1 Médico de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en Salud Pública de la Universi-dad de Washington. Vinculado con Health Alliance International en Mozambique. [email protected]

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etc.), la maderera, la de pieles, la construcción de megaproyectos (represas, carreteras), la expansión de la frontera agrícola, la bonanza coquera y otras que han causado efectos demográficos similares a los descritos con una destrucción ambiental sin precedentes. Muchas etnias se han extinguido, otras han crecido y algunas han sido absorbidas por otras. En un docu-mento, Ribeiro reporta que entre 1900 y 1957 se extinguieron 87 de 230 grupos étnicos en Brasil y que actualmente la población indígena brasileña corresponde a aproximadamente el 5% de la población indígena que habi-taba la región en el siglo XVI. Estos decrecimientos poblacionales trajeron consecuencias catastróficas, incluyendo la pérdida de importantes tradi-ciones y conocimientos culturales. Con la expansión desbordada de las ac-tividades de extracción y del conflicto armado en la región, esta situación se mantiene hasta hoy.

La extensión de la Amazonia colombiana corresponde aproximada-mente a 42% de la superficie nacional y comprende los departamentos de Caquetá, Putumayo, Amazonas, Vaupés, Guainía y Guaviare y parte de los departamentos de Meta, Vichada, Cauca y Nariño. Esta región tiene las mayores fronteras con los países vecinos; no me voy a detener en estos puntos que ya han sido abordados por otros conferencistas.

La población de estos departamentos para 2010 es de aproximada-mente 1 029 000 habitantes según las proyecciones del DANE. Existen dife-rencias demográficas importantes entre la región amazónica y el resto del país. La proporción de población menor de 19 años corresponde aproxi-madamente a 48% en la región amazónica, en el resto del país es de 38%, lo que significa que la población es mucho más joven. Mientras que en el nivel nacional la población rural es del 25,6%, en la región amazónica es de 51,8% y en varios departamentos supera el 60%. Una de las diferen-cias más significativas es la densidad poblacional, que en Colombia es de 40 hab/km2 y en la región amazónica de 2,6 hab/km2. Los departamentos más poblados de la región son Caquetá y Putumayo con 73% de los habi-tantes. Las ciudades más pobladas son Florencia (121  898), San José del Guaviare (34 863), San Vicente del Caguán (31 011), Puerto Asís (27 609), Mocoa (25 753) y Leticia (23 811). El crecimiento poblacional de la región ha dependido de migraciones que han llegado del interior del país a raíz de las bonanzas mencionadas arriba y los desplazamientos causados por la violencia. En muchos lugares, con la decadencia de dichas bonanzas, la población ha tendido a permanecer en su estado inicial o a decaer.

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El Estado reconoce la diversidad étnica y cultural del territorio por medio de convenios internacionales, la Constitución Política y su norma-tividad reglamentaria (convenio 169 de la OIT ratificado por la Ley 21 de 1991 y artículo 7 de la Constitución Política). La legislación colombiana de los años noventa convierte al país en uno de los más progresistas en lo que a política indígena se refiere, reconociendo una amplia gama de dere-chos territoriales, políticos, lingüísticos y culturales. Los resguardos in-dígenas, propiedad colectiva inalienable e inembargable, son reconocidos como divisiones político-administrativas del Estado que pueden funcio-nar como entidades territoriales indígenas (ETI). Las autoridades indígenas son consideradas autoridades públicas de carácter especial, corresponsa-bles de garantizar el cumplimiento de los fines del Estado y la prestación de los servicios públicos esenciales en estos territorios de acuerdo con sus tradiciones culturales (“usos y costumbres”) en articulación con las demás entidades competentes (administraciones departamentales y mu-nicipales o corregimentales) para coordinar y complementar las acciones de los diferentes sectores. Este es un momento coyuntural en la Amazo-nia colombiana, en el cual muchas organizaciones indígenas están dando muestras importantes de autonomía al generar sus propias propuestas de ordenamiento territorial, proyectando hacia el futuro los sistemas de co-nocimiento indígena y construyendo el camino para consolidar las ETI. El ordenamiento territorial indígena se está desarrollando en la mayor parte de la región a partir de educación, salud, ambiente, desarrollo socioeconó-mico y gobierno propio.

Cerca del 75% de la Amazonia colombiana hace parte de resguardos indígenas, parques naturales o reservas forestales. Los parques y reservas naturales son administrados por la Unidad Administrativa Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales (Uaespnn). Esta sobreposición territorial de administraciones, competencias y recursos supone impor-tantes procesos de coordinación y cooperación interinstitucional para ga-rantizar la prestación efectiva de los diferentes servicios y el respeto a la autonomía de las Asociaciones de Autoridades Tradicionales Indígenas del Amazonas (AATI).

En la Amazonia colombiana hay 62 pueblos indígenas diferenciados que constituyen el 74% del total de los pueblos indígenas a nivel nacio-nal. Estos grupos representan aproximadamente el 13,3% de la población regional, aunque en departamentos como Vaupés y Guainía representan más del 60%. Cada grupo tiene una lengua y características culturales

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particulares. Estos pueblos tienen rasgos culturales que los unen, identi-fican y definen su orden social y que están registrados en las narraciones de los mitos.

Salud en las comunidades indígenasDentro de la cosmovisión indígena, cada grupo étnico recibió un te-

rritorio de los dioses desde su origen. El origen se concibe como un con-junto de mitos y narraciones que explican la naturaleza humana y trazan el destino del hombre desde su nacimiento e infancia. Es una auténtica guía para la supervivencia, por cuanto fijan reglas de conducta no solo para las ocasiones rituales sino para la vida cotidiana. También hacen referencia a todos los lugares sagrados, al momento en el que nacieron los hombres, repartieron el conocimiento, los utensilios, las plantas, los animales y el territorio, entre otras cosas. Hace parte fundamental del conocimiento que se transmite oralmente. El territorio, además de los recursos hídricos, mi-nerales, faunísticos y vegetales que observamos, contiene lugares sagrados de gran importancia simbólica para el grupo, que requieren del cuidado permanente de un chamán y del respeto de todos los vivientes. Su adecua-do cuidado asegurará salud y alimentos para la población. Estos lugares marcan los límites del territorio para ellos y por lo general no coinciden con la división político-administrativa anotada previamente, sobrepasan-do límites municipales, corregimentales, departamentales y nacionales. Estos límites territoriales se deben tener en cuenta para diseñar e imple-mentar las políticas públicas. Para los indígenas, con su visión integral del cosmos, salud, cultura, ambiente, gobierno propio, educación, van de la mano y son inseparables.

Los chamanes reciben diferentes grados, enfoques y “poderes” duran-te su formación. El chamán es el protector y administrador de los recur-sos naturales y representa la directriz del mantenimiento de las relaciones sociales. La mayoría de las tribus utiliza las “curaciones” o “rezos” como instrumento de preservación de la salud y mantenimiento del equilibrio ecológico, porque así fue dispuesto desde su origen. Las curaciones −y la vida en general− están enmarcadas en el calendario ecológico tradicional, elemento fundamental de la cosmovisión indígena que marca diferentes épocas, definidas por las variaciones de los ciclos estelares, lluvias, niveles de los ríos, ciclos lunares, desplazamientos anuales de la vertical del sol, cosechas y abundancias.

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Este sistema de salud utiliza las actividades preventivas como pilar fundamental; estas se basan en la comunicación de los chamanes con “los dueños de la naturaleza” por medio de “curaciones”, invocaciones, sueños y conjuros que tienen el fin de pedir los permisos y hacer los pagos nece-sarios para restablecer el equilibrio energético del ecosistema y por con-siguiente el bienestar colectivo e individual. Las curaciones y los rituales deben realizarse en cada época del año que definen según su calendario ecológico y en todas las etapas de la vida; inician con los controles pre-natales y son cruciales en los momentos del nacimiento y de la pubertad, cuando ocurren los rituales de iniciación. Para que las curaciones surtan efecto, la sociedad y los individuos deben cumplir las recomendaciones de los curadores (restricciones dietarias, sexuales y el mantenimiento de rela-ciones armónicas con el ambiente −especialmente con los sitios sagrados, considerados reservorios genéticos− y con otras personas de la comuni-dad). La importancia de este sistema de salud es crucial no solamente para promover y preservar la salud y los sistemas ecológicos, sino también para afianzar la identidad cultural y favorecer la autonomía de estos pueblos. Es esencial reconocer institucionalmente este conocimiento y trabajar en conjunto para hacer más sólida la red de salud.

La enfermedad para estos grupos tiene causas externas al cuerpo: 1) la venganza por parte de los animales de caza; 2) la animadversión de otra gente; 3) la malevolencia de seres sobrenaturales. Los tratamientos de los chamanes actúan sobre las partes del ecosistema que han sido perturbadas; curan disfunciones sociales. Para evitar la enfermedad deben guardarse ciertas reglas culturales en ciertos momentos del ciclo ecológico y del ciclo vital, como se mencionó anteriormente. En los diferentes momentos del ciclo biológico del individuo deben realizarse algunas actividades de pre-vención tradicionales.

Tradicionalmente los grupos indígenas de la Amazonia lograron ma-nejar su ambiente, su estructura social y sus principales problemas de salud gracias al conocimiento tradicional manejado por el chamán y los viejos; especialmente, gracias al respeto que se tenía por sus figuras y al concepto que se tenía de dicho conocimiento. En varias zonas del territorio la red de salud tradicional es reconocida, fuerte e importante y sigue siendo la principal fuente de cuidados de salud.

En la cosmovisión de los indígenas de la región, la salud es la base fundamental de la vida. El conocimiento tradicional indígena, la protec-ción que ejercen los curadores, el equilibrio ambiental, el equilibrio social,

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la familia y la ausencia de enfermedad hacen parte integral del concepto de salud y son absolutamente interdependientes. Para muchas personas es importante también la articulación entre la medicina tradicional indígena y la alopática.

Tradicionalmente la población se ha asentado a lo largo de los caños y ríos, hasta hace algunos años, en malocas multifamiliares que cambia-ban de lugar periódicamente para permitir la recuperación del ambiente y mantener así relaciones armónicas con el ecosistema, asegurando la soste-nibilidad del ambiente y su subsistencia como grupo. Con la colonización se ha modificado el patrón de asentamiento, se han creado las comunida-des, agrupaciones de familias en viviendas unifamiliares sedentarias. En general y por múltiples razones muchas comunidades están sufriendo un proceso de pérdida del conocimiento tradicional, que acarrea el debilita-miento de su identidad cultural. El proceso se originó hace varias décadas con la colonización y con el ingreso de los misioneros y las industrias ex-tractoras a la región. Los viejos de hoy recuerdan vívidamente los atrope-llos sufridos y su cronología. El sector salud no ha sido ajeno a este proceso y ha contribuido con la transformación a través de la imposición de dife-rentes conductas clínicas, la indiferencia que ha tenido frente a los sistemas de salud tradicionales y la creación de numerosas necesidades por asumir actitudes paternalistas, acciones que se deben evitar en la actualidad.

Sistema de salud institucionalNo pretendo hacer una revisión detallada de las normas vigentes con

respecto a la atención de salud en Colombia, pero es importante mencio-nar algunas de ellas para resaltar aspectos relevantes de los compromisos que tiene el Estado frente a la salud de la población en general y de los pue-blos indígenas, y posibilidades de fortalecer el sistema.

En la Constitución Política de 1991 (artículos 48, 49 y 366), el Estado garantiza el acceso a los servicios de salud y dispone que estos sean or-ganizados en forma descentralizada, por niveles de atención y con parti-cipación de la comunidad, creando mecanismos de concertación, control y vigilancia de la gestión pública. En lo referente a la salud de los pueblos indígenas queda establecido que debe ser un servicio eficiente, con partici-pación indígena, de carácter comunitario y con la vinculación progresiva del personal local a la prestación de los servicios.

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En 1990 se expidió el Decreto reglamentario 1811 referente a la pres-tación de salud para comunidades indígenas, en el que se requiere asegurar la participación efectiva, consciente y suficiente de las comunidades; crear las instancias responsables de coordinar la interacción con las comunida-des indígenas y adaptar los programas a sus necesidades; comprometer a las escuelas de ciencias de la salud en el apoyo a los programas que se pro-yecten o estén ejecutando con indígenas; la prestación gratuita del servicio; y la selección, formación y control de promotores indígenas.

En 1993, con la Ley 100, Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS), se estableció que al Estado le corresponde garantizar el conjunto de beneficios que constituyen el servicio público esencial de salud en forma directa o a través de terceros. Se pretendía desarrollar un uso más racional de los recursos del Estado y un avanzado grado de descentralización. Di-chos beneficios se agrupan en planes: el plan de atención básica en salud (ahora plan de intervenciones colectivas, PIC), planes obligatorios de salud (POS) de los regímenes contributivo y subsidiado −que se deben unificar según concepto de la Corte Constitucional, y es parte de lo que pretende el gobierno con los decretos de emergencia social−, atención en accidentes de tránsito y eventos catastróficos (ECAT) y atención inicial de urgencias, a los cuales se accede dependiendo de la forma de afiliación al sistema.

En 2001 se expide la Ley 691 que reglamenta la participación de los grupos étnicos en el SGSSS en Colombia, garantizando el derecho de acce-so en condiciones dignas a los servicios de salud y observando el debido respeto y protección a la diversidad étnica, social y cultural de la nación. Reconoce a las autoridades tradicionales de los diversos pueblos indíge-nas en sus territorios. Reglamenta la unificación de los POS contributivo y subsidiado según las particularidades socioculturales y geográficas y sobre los planes de salud colectiva que podrán ser formulados por los pueblos indígenas en sus planes de vida y desarrollo. Igualmente señala que se po-drá aumentar el valor que el Estado paga por persona (llamado unidad per cápita, UPC) hasta en 50% por encima del valor normal según la dis-persión geográfica, dificultad de acceso, perfiles epidemiológicos, traslados de personal y adecuación sociocultural de los servicios de salud. Refiere que los planes y programas de servicios de salud aplicables a los pueblos indígenas tendrán en consideración el saber y las prácticas indígenas, con base en los criterios del pluralismo médico, complementariedad terapéuti-ca e interculturalidad, incluyendo actividades y procedimientos en medi-cina tradicional indígena en procura del fortalecimiento de la integridad

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cultural de los pueblos indígenas. Anota que el gobierno reglamentará la prestación de servicios de salud en las regiones de la Amazonia, Orinoquia y costa Pacífica, para lo cual implementará y financiará un modelo opera-tivo de atención.

En 2007 se definió el Plan Nacional de Salud Pública 2007-2010 (De-creto 3039 de 2007) en el que se determina que el Ministerio de la Pro-tección Social (MPS) deberá desarrollar, adoptar o ajustar los documentos técnicos y expedir los actos administrativos necesarios para facilitar su implementación atendiendo las diferencias regionales, étnicas y culturales.

El panorama legal en general tiene aspectos positivos respecto a la atención a las comunidades indígenas, pero, como en muchos campos, existe una dicotomía entre lo que estipulan las normas y lo que ocurre en la realidad. En la mayor parte del territorio amazónico la red sanitaria es in-suficiente. Los servicios de salud son de difícil acceso, no se prestan en los momentos en que se requieren y su calidad es deficiente. El enfoque de los servicios es principalmente asistencial, los programas no están adaptados a las necesidades locales, no están articulados con la medicina tradicional, son discontinuos en el tiempo y atienden necesidades puntuales del mo-mento, pero no necesariamente las requeridas por las comunidades. Los profesionales que llegan a trabajar a estos territorios generalmente carecen de experiencia y conocimientos para trabajar articuladamente con estas comunidades y manejar correctamente los problemas de salud locales. Con frecuencia los únicos servicios de salud institucionales se prestan so-lamente en las cabeceras de municipios o corregimientos con gran disper-sión poblacional, habiendo múltiples comunidades que en más de dos años no han recibido visitas de prestadores de servicios de salud institucionales. El sistema de aseguramiento de cierta manera incentiva que no se presten servicios de salud dado que en la medida en que no haya gastos se generan mayores ganancias.

El SGSSS no ha funcionado en el territorio y desde hace muchos años se viene profundizando la crisis del sector salud en los departamentos amazónicos. El sistema de salud está fraccionado en muchos aspectos. Para señalar algunos: las acciones de salud pública colectivas y las de atención individual están a cargo de entidades diferentes y muchas veces, aunque los mismos operadores sean contratados para implementar los dos tipos de acciones (en general solo existe un prestador público en estos territorios), no tienen suficiente coordinación o capacidad resolutiva para implementar los servicios contratados. Diferentes empresas promotoras de salud (EPS)

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pueden tener afiliados en diferentes comunidades y, dependiendo de los contratos que las EPS tengan con los prestadores de servicios y del balance de cuentas entre las instituciones, ocurre que solo sean atendidos los afilia-dos de una determinada EPS y no la totalidad de la comunidad.

Las características socioculturales y la dispersión demográfica obli-gan a adaptar los programas nacionales y desarrollar estrategias de tra-bajo diferentes a las empleadas en el interior del país, lo que genera altos costos en la prestación de servicios y un desequilibrio económico perma-nente en el sistema. En un análisis de costos desarrollado en el Vaupés en 2001 se argumentaba que la UPC promedio para el departamento debía ser superior a 314 000 pesos para la atención del primer nivel, garantizan-do la calidad, cuando en el momento se estaban recibiendo 103 000 pesos por ese concepto.

La superposición, mencionada arriba, de entes territoriales lleva a una superposición de responsabilidades que genera conflictos por intere-ses políticos o por evasión de las mismas. En gran medida estos conflictos de intereses han impedido el desarrollo de las organizaciones indígenas y por consiguiente de alternativas políticas regionales viables, adaptadas a las necesidades de la población.

Finalmente, es importante anotar que en general no hay acuerdos in-terdepartamentales e internacionales para la prestación de servicios públi-cos esenciales en las fronteras, que son los puntos de entrada y circulación de muchas de las patologías infectocontagiosas que afectan periódicamen-te a la población de este territorio.

algunos factores determinantes de los problemas de saludLa región enfrenta serios problemas de viabilidad en el modelo eco-

nómico actual del país, puesto que no cuenta con procesos productivos que generen las fuentes de ingresos necesarias para asegurar su autonomía. Del modelo de subsistencia se ha pasado al extraccionista de productos lícitos o ilícitos. Este cambio de modelo ha contribuido con el deterioro del orden social y el equilibrio ambiental, generando condiciones socioeconómicas desfavorables, violencia, niveles críticos de dependencia comercial frente a la “sociedad mayor”, y ha cambiado los patrones de alimentación por in-corporación de productos industrializados a la dieta. También ha generado procesos de migración hacia las zonas de producción y hacia las ciudades del interior del país; a estas últimas, especialmente de las mujeres. Estos

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factores facilitan la expansión y dificultan el control de infecciones como malaria, leishmaniasis, infecciones de transmisión sexual (ITS) y virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), entre otras. Es esencial la búsqueda de estrategias que permitan el desarrollo socioeconómico a través del uso sostenible de los recursos y que estén adecuadas a las características de los ecosistemas amazónicos y a la diversidad cultural de sus habitantes.

A partir del contacto con la “sociedad mayor”, los pueblos indígenas de la región han incorporado grandes cambios en los patrones culturales y la estructura social, que han afectado su autonomía e identidad, ocasio-nando la ruptura de la cadena de transmisión de conocimiento y valores tradicionales, el desprestigio de la figura de los chamanes y del conoci-miento ancestral, conflictos entre las figuras de poder tradicionales y las recientemente creadas, la pérdida de la práctica de los factores protecto-res de la salud tradicionales, el debilitamiento de la trama de soporte y protección social y el consiguiente desequilibrio en la salud ambiental, social e individual.

Como se mencionó anteriormente, se ha modificado el patrón de asentamiento. Actualmente la población indígena habita en comunidades que son agrupaciones de familias que habitan viviendas unifamiliares, sedentarias, donde aumentan progresivamente la población y los conflic-tos con el ambiente (saneamiento básico deficiente, hacinamiento, menor disponibilidad de alimentos, distanciamiento de los terrenos aptos para los cultivos), incrementándose paralelamente una serie de problemas sa-nitarios como los estados diarreicos agudos, las infecciones respiratorias agudas y crónicas, las parasitosis externas e internas, las enfermedades de la piel, las enfermedades transmitidas por vectores y las deficiencias nutricionales.

Las características climáticas y geográficas aunadas a la gran bio-diversidad favorecen la reproducción de agentes potencialmente nocivos para la salud humana (parásitos, insectos, virus, hongos, etc.), que actúan directamente o como vectores de diferentes enfermedades. Estos factores, asociados con el hecho de que la mayor parte de la población en la región carece de acceso a agua potable o a sistemas de alcantarillado o disposición de excretas y residuos sólidos adecuados, favorecen la manifestación de muchas de las enfermedades ya mencionadas. Las deficiencias en el sa-neamiento básico e higiene se asocian además con enfermedades como las otitis externas, las infecciones de los ojos, de la piel y del tejido celular subcutáneo y enfermedades transmitidas por vectores. Estos problemas de

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salud constituyen por lo menos 5 de las 10 principales causas de consulta en el territorio.

Igualmente, las condiciones de hacinamiento, la falta de ventilación e iluminación, el alto porcentaje de viviendas con fogones de leña dentro de las habitaciones y la presencia de animales domésticos en el interior de estas constituyen también factores de riesgo asociados a las principales patologías del perfil epidemiológico.

La relativa pobreza de la composición de los suelos y del conteni-do de material orgánico de los ríos negros, asociados a su acidez, el in-adecuado manejo del ambiente y la modificación paulatina del sistema económico en épocas recientes han disminuido la disponibilidad de ali-mentos, causando desnutrición.

Ciertas actividades laborales cotidianas relacionadas con la produc-ción de alimentos en la chagra y su procesamiento o la consecución de alimentos proteicos (pesca prolongada) constituyen un factor de riesgo de enfermedades osteomusculares degenerativas y compresiones de nervios periféricos en los miembros superiores.

En algunas zonas hay explotación aurífera desarrollada sin ninguna planificación. Los mineros utilizan técnicas rudimentarias e inadecuadas para su extracción, empleando mercurio y cianuro a campo abierto, sin ninguna protección individual ni ambiental, lo que potencialmente genera la aparición de problemas neurológicos, especialmente en los niños.

Situación epidemiológicaComo consecuencia del contexto anotado, el perfil epidemiológico de

estos territorios es muy preocupante, especialmente en los departamentos en los que predomina la población indígena, donde los indicadores de sa-lud se encuentran sistemáticamente entre los peores del país. Es de resaltar que estos indicadores oficiales solo toman en cuenta los casos que se re-portan oficialmente y a través de los canales oficiales, por lo que en general subestiman la problemática que viven las comunidades.

Los departamentos amazónicos tienen las mayores tasas de morta-lidad infantil (menores de 1 y 5 años) y materna con cifras que con fre-cuencia superan por más del doble el promedio nacional. Estos territorios también presentan las mayores incidencias de tuberculosis y, si no se le presta la atención requerida, probablemente también de VIH-sida, como se

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observa en algunos estudios realizados en comunidades amazónicas re-motas en Perú.

Las regiones de Orinoquia y Amazonia son las que tienen mayor pre-valencia de obesidad e hiperglicemia en adultos a nivel nacional, lo que hace prever que tendrán aumentos paulatinos en los problemas crónicos de salud. Estas regiones ocupan el segundo lugar en el país, después de la zona Pacífica, respecto a la prevalencia de discapacidades.

Los departamentos amazónicos también presentan un nivel muy alto de patologías sociales. Registran los mayores niveles de alcoholismo y vio-lencia intrafamiliar y también hay departamentos de la región entre los de mayores tasas de suicidios, homicidios, delitos sexuales, lesiones externas y muertes accidentales.

La cobertura de servicios de salud en estos departamentos es la más baja en el país. Las coberturas de vacunación no alcanzan niveles útiles (superiores al 95% para garantizar la inmunidad de las comunidades). El número de consultas externas, hospitalizaciones y atenciones de urgencias por cada 1 000 habitantes es frecuentemente inferior a la mitad del prome-dio nacional.

Es importante anotar que, en general, la información disponible no permite comparar indicadores entre grupos étnicos, lo que evidenciaría diferencias aun mayores en el estado de salud nacional y de las comunida-des indígenas.

Finalmente, quiero resaltar que los problemas de salud que reportan las estadísticas oficiales no necesariamente son los prioritarios para las co-munidades y que, si no se desarrollan trabajos participativos, difícilmente se conocerán y abordarán algunos de los problemas más apremiantes para la población.

¿Hacia dónde avanzar?Las inequidades referentes a la carga de enfermedad (la mayoría pre-

venible) y condiciones de vida de las poblaciones indígenas a nivel mundial han sido registradas y denunciadas en múltiples documentos. Muchas ins-tituciones han intentado generar estrategias para mejorar la situación de estos pueblos e incluso las Naciones Unidas declararon 1995-2004 como la Década de los Pueblos Indígenas en el mundo, pero las inequidades persis-ten y la situación de estos pueblos se agrava progresivamente. Es necesario

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comprometer a los gobiernos y garantizar la voluntad política y la destina-ción de recursos para modificar de una manera efectiva estas inequidades.

Dada la necesidad sentida por los pobladores de estos territorios de mejorar su situación de salud, en los últimos años se han desarrollado pro-puestas de modelos de salud en diferentes departamentos y organizaciones indígenas, como las AATI del nororiente del departamento de Amazonas y del suroriente del Vaupés. Infelizmente, estas iniciativas no se han podido replicar y expandir y en algunos casos, por cambios en las políticas o en los intereses políticos, han sido desmontadas. Es muy importante hacer un inventario y estudio sistemático de estas experiencias para aprovechar el camino recorrido.

Es esencial desarrollar un modelo de salud que responda a las nece-sidades socioculturales, demográficas, políticas, económicas y geográficas de las comunidades indígenas y no indígenas de la región. Este modelo debe contemplar los principios de atención primaria en salud definidos por la Organización Mundial de la Salud (universalidad, justicia social, participación de la comunidad en la definición y aplicación de las agendas de salud y respuesta efectiva del sistema de salud con servicios de promo-ción, prevención, tratamiento y rehabilitación necesarios para resolver las prioridades, enfoque intersectorial de la salud) y aplicar los magnánimos principios establecidos en la legislación de salud nacional. Para ello se re-quiere llevar a cabo amplios procesos de diálogo y concertación con todos los actores clave que deben estar involucrados en este proceso y así gene-rar nuevamente confianza en las instituciones. En los grupos indígenas se debe concertar con representantes legítimos de las mismas comunidades. Es crítico que las organizaciones indígenas y actores interesados se unan para generar conciencia sobre la situación descrita, avanzar en la cons-trucción de soluciones concretas a esta problemática y mejorar el poder de negociación para modificar las voluntades políticas. Se debe aprovechar la oportunidad existente en la Ley 691 de 2001 y conseguir que se reglamente el modelo de salud para la Amazonia, Orinoquia y el Pacífico.

Este modelo debe propugnar algunos principios básicos:

• Intersectorialidad: gran parte de la problemática de salud tiene fac-tores multicausales que no pueden ser abordados ni solucionados aisladamente por el sector salud. Se requiere la coordinación con otros sectores para lograr la modificación del perfil epidemiológico de esta región.

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• Fortalecimiento de las organizaciones indígenas: el modelo debe brindar asesoría y acompañamiento técnico a las AATI para que es-tas adquieran las herramientas necesarias para asumir cabalmente la autogestión de los procesos de salud en su territorio y puedan asumir responsablemente sus competencias constitucionales. Además debe propender al fortalecimiento de los mecanismos de participación y control social para que el sistema se regule localmente y se retroali-mente constructivamente para proteger los intereses comunitarios.

• Adaptación e integración de los planes de beneficios del sistema: se deben llevar a cabo procesos de concertación e investigación parti-cipativa y cualitativa en general con cada uno de los pueblos indí-genas para definir sus prioridades en salud y desarrollar protocolos interculturales con enfoque diferencial por género y etapa del ciclo de vida que respondan a las mismas. Con base en los procesos de concertación, deben adaptarse los contenidos de los planes de be-neficios (POS y PIC especialmente) y los compromisos establecidos deben quedar como políticas públicas. Se debe definir la participa-ción de los agentes de medicina tradicional, las AATI y las comuni-dades en la implementación de cada uno de esos planes. Igualmente se deben definir las estrategias de prestación de servicios de salud “institucionales” para garantizar coberturas apropiadas, servicios oportunos, de calidad y adaptados culturalmente, trabajando ideal-mente con grupos extramurales multidisciplinarios que se puedan desplazar periódicamente a las comunidades y con personas locales que hagan las veces de promotores de salud y sirvan como puente entre las dos medicinas. Es indispensable que las acciones de interés en salud pública colectivas e individuales y las acciones asistenciales sean integradas y se presten de manera cabal, en los tiempos apro-piados del calendario ecológico y coordinadamente entre los agentes de medicina tradicional y los equipos extramurales que se desplacen por las comunidades en la medida que las acciones sean aplicables a estos niveles de atención.

• Fortalecimiento del sistema de salud tradicional: este sistema sigue siendo esencial para la preservación de la salud y el orden social de estos pueblos. Debe reconocerse esta importancia y estimularse la práctica de las acciones preventivas y curativas individuales y co-lectivas que los chamanes desarrollan, articularlas con las acciones

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desarrolladas por la medicina “occidental” e incorporarlas en los planes de beneficios en la medida en que las prácticas sean validadas de manera consensuada localmente. Es de suma importancia que los servicios de salud “institucionales” garanticen el respeto por el saber tradicional y tengan en cuenta la articulación de las acciones individuales y colectivas.

• Fortalecimiento de la capacidad institucional: los prestadores de ser-vicios de salud deben garantizar que tienen la capacidad resolutiva necesaria para solucionar los problemas de salud propios de su nivel de atención utilizando tecnología apropiada al medio. Es de especial relevancia que se garantice la capacidad para dar solución a los pro-blemas de salud prioritarios. Se estima que, en la medida que se ga-rantice un buen primer nivel de atención, podría manejarse 85% de los problemas de salud. Las direcciones territoriales de salud deben tener la capacidad de realizar el acompañamiento técnico, monitoreo y control para que estos servicios se presten efectivamente.

• Capacitación del personal de salud que trabaje en la región: las ins-tituciones prestadoras de servicios y las direcciones territoriales de salud deben garantizar procesos de inducción y formación de su per-sonal de salud para que pueda trabajar de manera intercultural y res-ponder a las prioridades locales. Es importante tener agentes de salud comunitarios coordinados por las propias comunidades, que sirvan como puente entre las medicinas. Estos agentes deben ser formados siguiendo programas concertados con las comunidades en los que se enfaticen la interculturalidad, la vigilancia en salud pública y las ac-ciones de promoción de la salud y prevención de la enfermedad.

• Vigilancia de salud pública y comunitaria: deben mejorar los siste-mas de información y la capacidad de respuesta de las instituciones competentes para enfrentar problemas de importancia en salud pú-blica. Igualmente se debe contribuir con la consolidación de un siste-ma de vigilancia de salud comunitario confiable, que comprometa a la población general en el análisis de su situación de salud y en la solu-ción de su problemática, favoreciendo la incorporación de conceptos y prácticas de promoción de la salud y prevención de la enfermedad tradicionales y “occidentales” a la práctica de salud cotidiana.

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