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Pedro Antonio de Alarcón Cosas que fueron: cuadros de costumbres ************* Índice Cosas que fueron: cuadros de costumbres Prólogo de la primera edición La nochebuena del poeta - I - - II - - III - - IV - - V - - VI - - VII - - VIII - - IX - Las ferias de Madrid - I - - II - - III - El pañuelo Cuadro de batista - I - Si yo tuviera cien millones... - I - - II - - III - - IV - Cartas a mis muertos Prefacio - I -

Alarcón, Pedro Antonio de - Cosas que fueron, cuadros de costumbres

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  • Pedro Antonio de AlarcnCosas que fueron: cuadros de costumbres

    *************

    ndiceCosas que fueron: cuadros de costumbresPrlogo de la primera edicinLa nochebuena del poeta

    - I -

    - II -

    - III -

    - IV -

    - V -

    - VI -

    - VII -

    - VIII -

    - IX -Las ferias de Madrid

    - I -

    - II -

    - III -El pauelo

    Cuadro de batista

    - I -Si yo tuviera cien millones...

    - I -

    - II -

    - III -

    - IV -Cartas a mis muertos

    Prefacio

    - I -

  • - II -

    - III -

    - IV -

    - V -

    - VI -

    - VII -

    - VIII -

    - IX -

    - X -

    - XI -Lo que se ve con un anteojo

    - I -

    - II -

    - III -

    - IV -

    - V -

    - VI -

    - VII -El ao nuevo

    - I -

    - II -

    - III -La fea

    - I -

    - II -

    - III -

    - IV -

    - V -

    - VI -Diario de un madrileo

    - I -

    Sonrisas hipocrticas.- Soles de invierno

    - II -

  • La Semana Santa

    - III -

    El Sbado de Gloria

    - IV -

    La nueva primavera

    - V -

    El verano en Madrid.- Recuerdos del invierno y de otros veranos

    - VI -

    Ms delicias de Madrid.- Un paseo matinal

    - VII -

    Caracteres de un domingo.- Sobre los marianos.- La vida en

    abreviatura

    - VIII -

    Locomocin

    - IX -

    El otoo en la corte

    - X -

    La apertura del Teatro RealVisitas a la marquesa

    Introduccin

    Primera visita

    El fin del mundo.- Doce mujeres de corazn

    Segunda visita

    Del lujo.- Baile en casa de la seora Condesa del Montijo

    Tercera visita

    Febrero loco.- La Rifa de la Inclusa. La abolicin del dinero

    Cuarta visita

    La primavera de las violetas.- Necrologa

    Quinta visita

    Una tarde de sol

    Sexta visita

  • Cumpleaos de la Marquesa.- Un peridico redactado por mujeres.-

    Excelencias del Jigote.- Concierto en casa de la Condesa del

    Montijo.- Mesa revuelta.- Verdadero valor de 30.000.000 de duros.-

    El profeta en su tierraEl cometa nuevo

    Ensayo astronmico-polticoA una mscaraBocanada de humoEl carnaval en Madrid

    - I -

    Los Bailes de Capellanes

    - II -

    Los Bailes del Teatro Real

    - III -El Carnaval en el PradoMis recuerdos de agricultorUn maestro de antaoFragmento de la memorias inditas del bachiller Padeaya, que sepublicarn ntegras despus de su muerte- I -- II -- III -- IV -

    *********

    Al excmo. Seor D. Manuel M. de Santa Ana

    Padrino que fue de la primera edicin del presente libro, publicadoel ao de 1871, dedica tambin esta edicinSu afectsimo amigo y compaero,El autor.

    Prlogo de la primera edicin

  • .......................

    El genio ha menester del eco, y no se produce eco entre las

    tumbas.

    .......................

    La palabra escrita necesita retumbar, y como la piedra lanzada

    en medio del estanque, quiere llegar repetida de onda en onda hasta

    el confn de la superficie.

    .......................

    Escribir como escribimos en Madrid es tomar una apuntacin, es

    escribir en un libro de memorias, es realizar un monlogo

    desesperado y triste para uno solo... Ni escribe uno siquiera para

    los suyos.

    Quines son los suyos? Quin oye aqu?

    ....................... Lloremos, pues, y traduzcamos.

    (Mariano Jos de Larra.)

    Con estas dolorosas palabras, arrancadas a la conciencia de su genio,quejbase el malogrado Fgaro hace aos del indiferentismo de aquellapoca en que, sin embargo, brotaban a su vista las maravillas del arteromntico, repeta al aire las armoniosas desesperaciones de Espronceda yesparcanse los nimos con las sales y agudezas de Bretn de los Herreros.Quien no creaba, aspiraba a crear, o tena, como timbre de su vidapblica, a gala y blasn cultivar algn gnero de literatura o rozarse almenos con los sacerdotes del arte, enorgullecindose si alguna vez lograbapenetrar en el sancta sanctorum ante cuyo dintel se detenan con respetolos profanos.

    Qu hubiera dicho Larra, viendo el oficio sustituir al arte y eldesprecio a la indiferencia de que tanto se condola, y que slo llorar leera ya dado, pues ni necesidad hay hoy de traducir? No se venden mslibros franceses que espaoles?

    Las letras van de cada: el vulgo, que tanto atormentaba a Horacio,ha ingresado en la orquesta, y con su ruido de gigante apaga todas lasmelodas. No hay a quien acusar de indiferente, porque no es posible quenadie se deje or entre semejante baranda, ver entre nivel tan constante,ni admirar entre igualdad tan deseada. Publicar un libro de recreo, eneste pobre pas desvencijado, es convidar a mieles al hambriento o a hacercuadros vivos al desnudo. Cuando nuestras revoluciones han provenido defuera, han trado entre sus negros pliegues de desventuras momentneasalgo fecundo que, semejante al polen acarreado por las tempestades, debaproducir frutos iguales a aquellos que en campos ms dichosos confiaronsus semillas al hlito del huracn pasajero.

    As vimos venir con la influencia del poder absoluto de Luis XIV losreglamentistas literarios que fustigaron a los autores de pasadas

  • anarquas, y con la revolucin e invasin francesas la libertad depensamiento y el instinto de independencia artstico y propio, triunfanteen aquella lucha, como el territorial y poltico.

    Pero cuando las revoluciones no provienen de influencias generales,sino de exclusivas y fatales desesperaciones, el vulgo, desconfiado, anadie reconoce por jefe, teme encontrar el engao donde est la autoridad,la celada misteriosa donde te ensean el deleite, y, sin fiarse de nadie,temeroso de todo el mundo, no consiente en ser espectador de nada.Queriendo intervenir en todo, todo se degrada a su contacto, hasta que,convencido, como el nio que quiere acariciar la luna, de su libreimpotencia, resgnase escarmentado, oye razones, atiende a consejos yconfa, aun amenazando con su clera, a manos ms expertas que las suyas,lo que stas rompen o desbaratan para que aqullas construyan o edifiquen.Entonces los sabios crean, los cantores modulan, los poetas cantan, y elvulgo, replegndose como en las tragedias antiguas a las filas del coro,deja que le enorgullezcan sus hroes o que le entusiasmen y glorifiquensus artistas.

    Promovida, a mi ver, nuestra an no terminada revolucin poltica,ms bien por la desesperacin que en todos causaban constantes causas deseguros males, que por el deseo de nuevos ideales filosficos, antes fueacto de clera y trmino de paciencia, que meditado deseo de nuevas yradicales formas. As es que la sociedad no tuvo que estremecerse en suscimientos, y, ms bien como axioma que como problema revolucionario,continu siendo un hecho en sus primeros das la anterior forma delEstado. No slo no cambiaron las ideas, sino que conquistaron para sadversarios antiguos; pero lo que la comn desgracia haba derrocado tenaque reconstruirlo la desconfianza comn. El nmero fue Deus ex machina, lacantidad engendr la calidad, y ufana y orgullosa de su anterior potencia,largo tiempo ha de durar la tutela de todos sobre el hijo que todosengendraron. Este ser perodo de vulgo, que vulgo es la desconfianzaerigida en sistema, y no otra cosa impele a los que estn por diversosempujes combatidos. Entretanto, slo una forma artstica extravagante o laconveniencia de los ms darn triunfo pasajero a todo aquello que enartes, ciencias o gobierno se elabore.

    Quisiera engaarme; pero hablo con entera conviccin. No ha mucho sepublicaron las excelentes obras del malogrado Bcquer. Leed lascolecciones de los peridicos. Pocas plumas se han deslizado sobre elpapel en su alabanza o censura, y aquel conjunto de sublimes creaciones odelicadsimos detalles pasa inadvertido ante la grosera mirada del vulgo.Qu escritos han acogido los admirables poemas de Campoamor? Cules laspoesas del autor de este libro? Algn saludo amigable, apoyo ms bien ala especulacin industrial que reflejo de atencin literaria, es todo eltriunfo que puede prometerse el autor del mejor libro en estos prosaicosdas. Significa tal cosa que estas obras no se lean? No, por cierto. Hayquien las lee, hay quienes las aprenden de memoria; pero escribir sobreellas, manifestar pblica admiracin, declarar que se ha dejado unodominar por algo. A qu conduce eso? Qu ventajas trae? Por quaumentar una piedra al pedestal sobre que ha de colocarse un individuo aquien maana quiz convenga no ver tan elevado? En las pocas en que reinael vulgo la Humanidad se parece a los lquidos por su fluida tendencia alnivel constante. Si elige un jefe, si aplaude un concepto, si compra unlibro, es por hallar representada en ellos su propia vulgaridad. Ensemejantes momentos el genio slo se eleva sobre la multitud,tiranizndola como Napolen, engandola como Sixto V, o esperando en elreposo del retiro o de la tumba a que tiempos mejores le hagan completajusticia.

    Una cosa es popularidad y otra vulgaridad. Ser amado de las

  • multitudes no es ir envuelto entre ellas. Popular fue Moratn y Comellasfue vulgar. Ms tuvo que luchar Washington para no dejarse arrastrar porel vulgo, que para conquistar su gloria inmarcesible, y en tales momentoses cuando debe apreciar el hombre recto en todo lo que vale la fortalezade los que se resisten a exigencias del momento, prestando fidelidad a loseternos principios de lo bueno y de lo bello.

    No dejarse, pues, dominar por el vulgo, ni por huir de l separarsede la verdad para dar en la extravagancia, es el punto matemtico, el fieljusto e infranqueable donde debe desarrollarse el espritu. Quien lograconseguir empresa tan difcil ha hecho una gran cosa; pero el que loejecuta en Espaa, donde slo su propia conciencia le avisa que ha obradobien, es un hroe.

    Al nmero de stos, y no me ciega el cario, pertenece el autor deeste libro, D. Pedro Antonio de Alarcn.II

    Cosas que fueron titula su libro, y a la lectura de tan sencillo lemaya se conoce que habla un artista. Lacrimae rerum!, exclamaba Virgilio ensu hermossimo idioma para dar idea de ese mundo de melancolas en que secierne el espritu, recordando tiempos que huyeron, a presencia de losmudos objetos que fueron testigos de risueos planes y desengaadorasalegras. Cosas que fueron, es decir, esperanzas convertidas enrealidades, reflejos de aquella poca que fue la juventud del autor, lama, la de todos los que hoy van encaneciendo; sueos que, gracias almilagro de la Imprenta y a la fantasa del narrador, jams perdern sumagia; muertos que vivirn siempre; artistas que conquistarninextinguibles aplausos; sucesos idos que no pasarn nunca; retratos queno se borrarn jams; frases, suspiros, notas, lneas, pases, aventuras,galanteos, puerilidades, llantos, risas, profecas, historias, toda unalma rica de ilusiones y de observacin, de gloria y de sentimientos; todauna coleccin de aos encerrados en un libro, siempre frescos y coloreadoscon su vigor primitivo, a la manera que el transparente y bruido cristalencierra en corto espacio olorosas y puras las mil flores cuyos grmenes,esparcidos por el extenso llano, nacieron al beso del ardiente sol de unda de primavera.

    Cosas que fueron, es decir, cosas que sern siempre; pues, como diceAugusto Ferrn en sus cantares:

    No otra cosa es un recuerdo

    Que una esperanza perdida.

    Este es el libro a que he de poner prlogo, condenado a perpetuoencierro, ante la continuada expectacin del pblico, entre un ttulo quelleva en s mil promesas y una coleccin de trabajos que son la ejecutoriabrillante de uno de los escritores ms personales, ms distinguidos y msespontneos que honran nuestra moderna literatura. No s qu mala pasadahabr jugado a Alarcn siendo nios; ignoro si querr vengarse de algnartculo poltico mo, siendo hombres, o si intentar desacreditarme paraburlarse de mi siendo viejos; pero es el caso que escribiendo estoy y aunvacilo, pues para honra ma es mucho y para mi autoridad poco, ser yoprecisamente designado por l para abrir las puertas del edificio de suingenio. Quiz no teniendo otra cosa que darme en premio del afecto quele profeso, quiera regalarme un pedazo de su fama encadenndome a susescritos! Si esto es as, sea! Ya que no pude edificar el templo de

  • Efeso, lo destruir. Ya que no puedo publicar un libro como este,emborronarelo.III

    Los artculos que contiene esta obra no fueron escritos con laprevisin de verlos nunca juntos. Como si fueran pedazos de las entraasde un internacionalista, cada uno es hijo de la casualidad, y todos fueronpublicados en tal o cual peridico, a medida que el autor los ibaescribiendo, no enjuta muchas veces la tinta del original, cuando yaestaban impresos y eran del dominio pblico. En cualquier pas rico o noindiferente, hubiera bastado la favorable acogida que obtuvieron susrepetidas inserciones en otros peridicos, y el ingenio y originalidad querevelaban para que algn editor hubiera tratado, en aras de su propiointers, de convertir al periodista en base de su fortuna, al propiotiempo que formaba la suya. Pero si Fortuny, Rico, Zamacois y otrospintores han encontrado en el extranjero un Goupil para sus cuadros, anno han florecido para los escritores de Espaa los Levy, Dentu y demsinteligentes libreros de vecinas y de luengas tierras, a pesar de ser elhabla de Cervantes la ms extendida por ambos hemisferios, gracias alesfuerzo de nuestros valerosos e intrpidos progenitores. Transformado eneditor de novelas de a dos cuartos la entrega, prosigue an su intrpidocamino a travs del populoso vulgo el antiguo publicador de romances deciego, viniendo a sustituir a esta literatura en verso, su digna hermana,la que aseguraba hace poco que siendo de noche, sin embargo llova, yotros milagros por el estilo. Todava no ha entrado el pblico espaol poreso de comprar un libro de un tirn, aunque debo decir, en honor a laverdad, que de cada vez se va operando un saludable trastorno en nuestrasrancias y poco civilizadas costumbres, pues las gentes vanse convenciendode que ms vale comprar un libro bueno por un duro, que no ir realito arealito, como quien lo da con miedo, depositando 80 reales en manos de uneditor por otras tantas entregas, llenas de ms dislates que trazos deburil contiene la madera de los grabados. Gracias a este pordioserismo dela industria librera, slo el peridico es el punto donde de cuando encuando, y si lo permiten los extractos del Congreso o del Senado, lasnoticias del extranjero, de las provincias y de la capital, los anuncios,la Bolsa y algn que otro comunicado, de esos que se pagan bien, espermitido hacer pinitos literarios a algn escritor de buen gusto, concuyos trabajos tendra en Francia, Inglaterra o Alemania lo bastante paraser solicitado de editores por todo el resto de su vida, mientras el limntuviera jugo, y ste produjera con el laboreo de la industria sendoscapitales para el productor y el industrial.

    Escribiendo artculos, pues, ha pasado muchos aos el Sr. Alarcn;por consiguiente, figrese el pblico si sern innumerables. Aparte lospolticos, que formarn acaso otro tomo, ha prescindido de centenares derevistas de Madrid, de crticas de teatros, de folletines, de polmica,etc., etc., donde, as tomo Bukingham dejaba caer perlas a su paso, ltiene desparramadas, entre un estilo siempre bello y fcil, profundasobservaciones peregrinas ocurrencias o genialidades tan propias, yexclusivas, como encantadoras y felices. -Coleccinanse nicamente aqulos artculos que tienen algo genrico, los que retratan costumbres, losdidcticos o los que son literarios por s mismos.

    Para poder apreciarlos en todo lo que valen como estilo, bastaleerlos; mas para hacerse cargo de las facultades intelectuales de suautor, unidas a la claridad del juicio o a la intuicin del genio, precisoos retrotraer la imaginacin a la poca en que se escribieron.

    Hace quince aos Espaa continuaba siendo el mismo territorio quehaca exclamar a Espronceda:

  • Cun solitaria la nacin que un da

    Poblara inmensa gente:

    La nacin cuyo Imperio se extenda

    Del Ocaso al Oriente!

    Vctima del egosmo europeo, despus de haber herido en medio delcorazn al tirano que oprima el continente, y desangrada en la guerracivil, su poltica exterior era nula, su industria exigua, sus vas decomunicacin vergonzosos anacronismos, y la voz de sus caones, que hablanatronado al mundo lo mismo en su apogeo que en su agona, no haba vueltoa resonar desde muchos aos. La Marina, que iba renaciendo, estaba virgeny deseaba, para probar sus bros, las cuestiones que luego llegaron defrica, Amrica y Oceana. No haba renacido la pintura espaola. Madridse mora de sed, las zarzuelas levantbanse prepotentes y pretenciosas, elfrancs era fiel contraste de los hroes de salones, no se sospechaba lacada de una monarqua y de un imperio, el poder temporal sostenase firmey enhiesto; la Internacional era una profeca horrible, un fantasma delmiedo, y los grmenes de la disolucin social que hemos visto y que elautor sealaba, no eran, ni mucho menos, datos seguros para raciocinar conacierto en medio del desaliento y de la desesperacin que mudos reinabanen las almas.

    Era preciso hallarse dotado de gran fe en el arte, de excepcionalinteligencia y de una perspicuidad de juicio admirable para escribirentonces esto que va a leerse coleccionado, sin que ninguno de los sucesosocurridos sea ments inexorable de las fantasas del escritor.

    Todo lo que ste deseaba o tema se ha verificado ya. La modestalnea, cuya inauguracin describa en el artculo De Alicante aValencia(1), es una red de ferrocarriles, y los doce aos de silencio quemedian entre las profecas del autor y la publicacin de este libro, sonel cable submarino, el istmo de Suez roto, la perforacin del Mont-Cenis,la cada de Francia, la formacin de Italia y de Alemania, la gloria delCallao, la revolucin de Espaa, todo, en fin, lo que antes era un siglo.Vese adems en estos artculos el tedio del soltero, su ardiente afn dedescifrar un porvenir que hoy (digna recompensa a tantas penalidades) esuna casa tranquila, una mujer hermosa, pura y buena, y una familiaencantadora. En su estilo bullen la agitacin de un hijo del siglo XIX, latristeza de un espaol que no sabe de qu ufanarse, la angustia de uncorazn afectuoso que llora sobre todo lo que desaparece; que en LaNochebuena clama por el hogar; en Las ferias de Madrid se revuelve contraesta vida de hotel que vamos adoptando, gimiendo sobre los mueblesprofanados o las reliquias santas, vendidas al peso, y en el Mapa poticode Espaa condulese viendo desaparecer los varios caracteres, trajes ycostumbres de las provincias. La cualidad que ms revela el autor en estelibro, formado, como las diversas capas geolgicas de la tierra, pordiversas influencias e impresiones, es su idoneidad para todos los gnerosde literatura.

    Si queris ver un crtico, ms libre de la tutela de los preceptistasque el eminente Larra, leed los artculos sobre Fanny, Edgard Poe, LosPobres de Madrid, La desvergenza, Las zarzuelas(2). En ellos, ms que conel cartabn y la escuadra de los preceptos, hcese la crtica depurando enun crisol filosfico la esencia moral y social de las cosas.

  • Si queris deleitaros con un espiritualismo lcido y con un ascetismointeligente, los veris relucir en su Carta a Castelar, en De Villahermosaa la China y en el Ao nuevo.

    Los artculos Bellas Artes, La Ristori, y el viaje De Alicante aValencia son la ejecutoria de un artista.

    Como escritor analtico son muestras de admirable observacin yclaridad de percepciones El pauelo, La fea, Autopsia, A una mscara,Cartas a mis muertos, etc.

    Como estilista sin rival, como personalidad sin parecido en elterreno de las letras, donde brilla la figura de Alarcn con luz propia ybellsima, sirven de ejemplos constantes Las ferias, El pauelo, lostrozos del Diario de un madrileo y las Visitas a la Marquesa donde haydilogos, descripciones y discursos que bastan por s solos a hacer estelibro una joya ms de nuestra literatura y un digno modelo para los que sedediquen en Espaa a esta forma tan difcil y compleja, tan sin reglas ysin criterio, como que responde a la manera pblica que tienen demanifestarse cosas tan difciles de manosear como el hogar domstico, lafiesta de familia, la aventura galante y todo ese mundo de accionesindividuales que, por medio de la imprenta peridica, tienen su crticaconstante en las columnas de los peridicos.IV

    Clasificados ya por gneros los diferentes artculos que esta obracontiene, preciso se hace que justifiquemos nuestras alabanzas,ocupndonos de la importancia del escritor y sometiendo al anlisis elconjunto de sus inspiraciones para deducir el carcter general que enellos se revela, la resultante, por decirlo as, que producen fuerzas atan opuestos fines dirigidas, y encontrar la unidad literaria y progresivaque d justo ttulo al Sr. Alarcn para figurar entre nuestros primerosescritores.

    As como el trmino de todos nuestros juicios son ideas absolutas,as todas nuestras acciones, por diversas y complejas que hayan sido,deben contener un fin nico, invariable; y si tal cosa no se ha realizado,puede decirse del individuo que no ha vivido o que ha derrochado su vida ydejado evaporar su espritu entre la duda y la impotencia. Las ideas sinforma son delirios: las formas sin ideas son mecanismos del instintoanimal. Arte, sin independencia, sin libertad, sin progreso, es cadverembalsamado, marioneta cuyos movimientos compasados y rgidos dejantraslucir lo inerte de la materia. Cuando toda la idea que del arte setiene es prestar culto ciego a una forma antigua, el arte muere entre elridculo de sus propias hechuras; porque lo plstico, lo material no esms que el ropaje y atavo exterior de la idea, y mal puede sta, nueva,variable y progresiva, contenerse y adaptarse a moldes nicos yconstantes. Pero as como en el progreso del cuerpo humano se llega a lapubertad, conservando todo lo integrante del nio, as en las nuevasformas que la idea se busca para manifestarse clara y artsticamente nohay que renegar de lo ya conquistado y posedo. Progresar no es destruir,sino continuar la perfeccin de una forma y de una idea anteriores, y estanocin tan clara y sencilla es la desesperacin de los soberbios y ladifcil facilidad que sorprende a todas las multitudes.

    La prosa espaola, a cuya formacin contribuyeron afluentes tanricos, fue poco a poco mostrndose con un carcter peculiar y propio;pero, detenida en mitad de su progreso por causas extraas, tuvo quededicarse a asuntos esencialmente casusticos o ascticos, o a larepresentacin exacta de lo material y de costumbres rebajadas y groseras.Mientras tanto, la Europa continuaba su marcha, y Espaa, que haba estado

  • a su cabeza, fue poco a poco quedndose ms distante en el camino delprogreso. Costumbres ms francas, atrevimientos felices, asociaciones mscultas, investigaciones ms profundas, especulaciones menos temerosas dela Inquisicin o del despotismo, osadas cientficas, iban depositando enlenguas extraas palabras y giros que no se implantaban al mismo tiempo ennuestro idioma. Este se hizo extravagante, despus vulgar, luego rgido ysevero con los preceptistas, o libre y desenfrenado con la licencia, peronunca natural, como el de Cervantes, ni conciso y claro como el de Melo yFr. Luis de Granada, con el natural progreso de tiempos e ideas modernas ydistintas.

    Tras de Moratn vino Larra, cuya educacin en el extranjero, suestudio de nuestros escritores y su genio propio marcaron en inmortalesobras un nuevo progreso para el habla de Cervantes, en que por primera vezse pensaba libremente y se expresaba el resultado del pensar bajo lagaranta del derecho del hombre.

    La prensa peridica, al mismo tiempo que con la grosera del obrerosealaba por medio de giros extraos la falta de costumbre en el lenguajepara decir ciertas cosas, indicaba, sin embargo, al hablista culto unanecesidad que era preciso satisfacer, dentro del carcter genrico ytradicional del idioma, y sometida la lengua a esta revolucin diaria, sise corrompa por un lado con el uso de extraos giros, ganaba por otro conel culto que se renda a la verdad y a lo grfico de la expresin,sacrificando, si se quiere, tradicionales frmulas y conceptuosas ypueriles sentencias, perfrasis y regmenes que estn reidos con laideologa universal.

    Adems, sera en muchos casos difcil, si no imposible, decir cundo,entre idiomas del mismo origen etimolgico y gramatical, es extraa en eluno la irrupcin del otro, o cundo se verific sta, habiendo estadorecprocamente sometidos entre s a influencias poderosas.

    Palabras y giros hay en francs y en italiano que son espaolicismosen dichos idiomas, al paso que arcasmos en el nuestro, y lo mismo puededecirse en contrario sentido.

    As como las personas se diferencian, no por las partes de que estncompuestas, sino por la fisonoma general, as, a mi modo de ver, losidiomas congnitos se distinguen por su sintaxis y su prosodia, ms quepor su etimologa. Conste, pues, que es arriesgado tildar de galicismo eluso de una palabra, que por no existir o por haber cado en desuso, dejade representar, una idea de necesaria emisin, al referir un concepto.

    Con lo expuesto basta para deducir que, as como Espaa necesitabaunirse por su poltica y por sus costumbres al ideal de la civilizacin deque haba estado separada, haca falta al idioma esa libertad de accin,esa moralidad, esa honradez con que la forma debe servir a la idea, nocomo esclava sumisa ni como seora imperante, sino como hermana dulce ybondadosa compaera.

    A poco que se examinen los escritos de Alarcn, vese en ellos unagenialidad propia, una felicidad de expresin, una tan natural y suavemanera de ir sirviendo con el lenguaje a las ideas ms espirituales o alas transiciones ms bruscas, que, aparte de lo que se dice en ellos, susartculos vivirn siempre como una nueva eminencia que seala modernoadelanto en el idioma. No conocemos escritor compatriota que disponga deuna forma ms dctil y exacta para expresar de pronto y con rapidezpensamientos ms distintos. Si la pereza del trabajo material no seapoderase de nuestra mano, citaramos en montn trozos de riqusima prosa,en que con la rapidez del relmpago pasa una idea brillante, una

  • observacin custica, un gemido seco, una alegra infantil, sobre eltranquilo reposo de un perodo, ajeno a tales sensaciones por el objetoque describe o el sentimiento que analiza.

    Son, pues, estos trabajos, no slo museo exquisito de cosas quefueron, sino expresin exacta del modo mejor de escribir, ms artstico yms en consonancia con su tiempo y con la prosa castellana en mitad delsiglo XIX: si defectos tienen son los de su poca, como sus bellezas y susgiros. Habr escritores ms correctos que Alarcn, pero no mscontemporneos; que si mrito tiene hoy quien esculpa una estatua deJpiter Olmpico, no le ya en zaga el escultor que logre representarfielmente la grandeza de un Washington, de un Nelson o de un Cavour.

    Si se me tacha de exagerado, responder con Chanford: Acsaseme dealabar a mis amigos: como si antes de ser amigos mos no se hubieranconquistado mi amistad con esas mismas cualidades que en ellos alabo, yque no conoca!

    Lo que s puedo asegurar, sin temor a que la experiencia me hagaarrepentirme, es que el lector puede abrir este libro por cualquiera desus pginas, sin miedo a hallar una vulgaridad de pensamiento o unagrosera de estilo.

    Al frente de la obra del Sr. Alarcn podra estamparse el siguienteverso de Horacio, tan de comn aplicacin en la poca presente

    Odi profanum vulgus et arceo!

    si en ella no figurase, a guisa de protuberancia escrita, este baladprlogo mo.Ramn Rodrguez Correa

    1871

    Alarcn, Pedro Antonio de

    La nochebuena del poeta

    En un rincn hermoso

    De Andaluca

  • Hay un valle risueo...

    Dios lo bendiga!

    Que en ese valle

    Tengo amigos, amores,

    Hermanos, padres.

    (De El Ltigo.)

    - I -

    Hace muchos aos (como que yo tenia siete!) que, al obscurecer de unda de invierno, y despus de rezar las tres Avemaras al toque deOraciones, me dijo mi padre con voz solemne:

    -Pedro: hoy no te acostars a la misma hora que las gallinas: ya eresgrande y debes cenar con tus padres y con tus hermanos mayores. -Estanoche es Nochebuena.

    Nunca olvidar el regocijo con que escuch tales palabras.

    Yo me acostara tarde!

    Dirig una mirada de triunfo a aquellos de mis hermanos que eran mspequeos que yo, y me puse a discurrir el modo de contar en la escuela,despus del da de Reyes, aquella primera aventura, aquella primeracalaverada, aquella primera disipacin de mi vida.- II -

    Eran ya las nimas, como se dice en mi pueblo.

    En mi pueblo: a noventa leguas de Madrid: a mil leguas del mundo: enun pliegue de Sierra Nevada!

    An me parece veros, padres y hermanos!

    -Un enorme tronco de encina chisporroteaba en medio del hogar: lanegra y ancha campana de la chimenea nos cobijaba: en los rincones estabanmis dos abuelas, que aquella noche se quedaban en nuestra casa a presidirla ceremonia de familia; en seguida se hallaban mis padres, luegonosotros, y entre nosotros, los criados...

    Porque en aquella fiesta todos representbamos la Casa, y a todosdeba calentarnos un mismo fuego.

    Recuerdo, s, que los criados estaban de pie y las criadasacurrucadas o de rodillas. Su respetuosa humildad les vedaba ocuparasiento.

    Los gatos dorman en el centro del crculo, con la rabadilla vuelta ala lumbre.

    Algunos copos de nieve caan por el can de la chimenea, por aquelcamino de los duendes!

    Y el viento silbaba a lo lejos, hablndonos de los ausentes, de lospobres, de los caminantes!

  • Mi padre y mi hermana mayor tocaban el arpa, y yo los acompaaba, apesar suyo, con una gran zambomba.

    Conocis la cancin de los Aguinaldos, la que se canta en lospueblos que caen al Oriente del Mulhacem?

    Pues a esa msica se redujo nuestro concierto.

    Las criadas se encargaron de la parte vocal, y cantaron coplas comola siguiente:

    Esta noche es Nochebuena,

    Y maana Navidad;

    Saca la bota, Mara,

    Que me voy a emborrachar.

    Y todo era bullicio; todo contento. Los roscos, los mantecados, elalaj, los dulces hechos por las monjas, el rosoli, el aguardiente deguindas circulaban de mano en mano... Y se hablaba de ir a la Misa delGallo a las doce de la noche, y a los Pastores al romper el alba, y dehacer sorbete con la nieve que tapizaba el patio, y de ver el Nacimientoque habamos puesto los muchachos en la torre...

    -De pronto, en medio de aquella alegra, lleg a mis odos estacopla, cantada por mi abuela paterna:

    La Nochebuena se viene,

    La Nochebuena se va,

    Y nosotros nos iremos

    Y no volveremos ms.

    A pesar de mis pocos aos, esta copla me hel el corazn.

    Y era que se haban desplegado sbitamente ante mis ojos todos loshorizontes melanclicos de la vida.

    Fue aquel un rapto de intuicin impropia de mi edad; fue milagrosopresentimiento; fue un anuncio de los inefables tedios de la poesa; fuemi primera inspiracin... Ello es que vi con una lucidez maravillosa elfatal destino de las tres generaciones all juntas y que constituan mifamilia. Ello es que mis abuelas, mis padres y mis hermanos me parecieronun ejrcito en marcha, cuya vanguardia entraba ya en la tumba, mientrasque la retaguardia no haba acabado de salir de la cuna. Y aquellas tresgeneraciones componan un siglo! Y todos los siglos habran sido iguales!Y el nuestro desaparecera como los otros, y como todos los que vinierandespus!...

  • La Nochebuena se viene,

    La Nochebuena se va...

    Tal es la implacable monotona del tiempo, el pndulo que oscila enel espacio, la indiferente repeticin de los hechos, contrastando connuestros leves aos de peregrinacin por la tierra...

    Y nosotros nos iremos

    Y no volveremos ms!

    Concepto horrible, sentencia cruel, cuya claridad terminante fuepara m como el primer aviso que me daba la muerte, como el primer gestoque me haca desde la penumbra del porvenir!

    Entonces desfilaron ante mis ojos mil Nochesbuenas pasadas, milhogares apagados, mil familias que haban cenado juntas y que ya noexistan; otros nios, otras alegras, otros cantos perdidos para siempre;los amores de mis abuelas, sus trajes abolidos, su juventud, los recuerdosque les asaltaran en aquel momento; la infancia de mis padres, la primeraNochebuena de mi familia; todas aquellas dichas de mi casa anteriores amis siete aos... Y luego adivin, y desfilaron tambin ante mis ojos milNochesbuenas ms, que vendran peridicamente, robndonos vida yesperanza; alegras futuras en que no tendramos parte todos los allpresentes, mis hermanos, que se esparciran por la tierra; nuestrospadres, que naturalmente moriran antes que nosotros; nosotros solos en lavida; el siglo XIX sustituido por el siglo XX; aquellas brasas hechasceniza; mi juventud evaporada; mi ancianidad, mi sepultura, mi memoriapstuma, el olvido de m; la indiferencia, la ingratitud con que misnietos viviran de mi sangre, reiran y gozaran, cuando los gusanosprofanaran en mi cabeza el lugar en que entonces conceba todos aquellospensamientos!...

    Un ro de lgrimas brot de mis ojos. Se me pregunt por qu lloraba,y, como yo mismo no lo saba, como no poda discernirlo claramente, comode manera alguna hubiera podido explicarlo, interpretse que tena sueo yse me mand acostar...

    Llor, pues, de nuevo con este motivo, y corrieron juntas, porconsiguiente, mis primeras lgrimas filosficas y mis ltimas lgrimaspueriles, pudiendo hoy asegurar que aquella noche de insomnio, en que odesde la cama el gozoso ruido de una cena a que yo no asista por serdemasiado nio (segn se crey entonces), o por ser ya demasiado hombre(segn deduzco yo ahora), fue una de las ms amargas de mi vida.

    Deb al cabo de dormirme, pues no recuerdo si quedaron o no enconversacin la Misa del Gallo, la de los Pastores y el sorbeteproyectado.- III -

    Dnde est mi niez?

    Parceme que acabo de contar un sueo.

    Qu diablo! Ancha es Castilla!

  • Mi abuela paterna, la que cant la copla, muri hace ya mucho tiempo.

    En cambio mis hermanos se casan y tienen hijos.

    El arpa de mi padre rueda entre los muebles viejos, rota ydescordada.

    Yo no ceno en mi casa hace algunas Nochesbuenas.

    Mi pueblo ha desaparecido en el ocano de mi vida, como islote que sedeja atrs el navegante.

    Yo no soy ya aquel Pedro, aquel nio, aquel foco de ignorancia, decuriosidad y de angustia que penetraba temblando en la existencia.

    Yo soy ya... nada menos que un hombre, un habitante de Madrid, quese arrellana cmodamente en la vida, y se engre de su ampliaindependencia, como soltero, como novelista, como voluntario de laorfandad que soy, con patillas, deudas, amores y tratamiento de usted!!!

    Oh! Cuando comparo mi actual libertad, mi ancho vivir, el inmensoteatro de mis operaciones, mi temprana experiencia, mi alma descubierta ytemplada como piano en noche de concierto, mis atrevimientos, misambiciones y mis desdenes, con aquel rapazuelo que tocaba la zambomba hacequince aos en un rincn de Andaluca, sonrome por fuera, y hasta lanzouna carcajada, que considero de muy buen tono, mientras que mi solitariocorazn destila en su lbrega caverna, procurando que no las vea nadie,lgrimas de infinita melancola...

    Lgrimas santas, que un sello de franqueo lleva al hogar tranquilodonde envejecen mis padres!- IV -

    Conque vamos al negocio; pues, como dicen los muchachos por esascalles de Dios:

    Esta noche es Nochebuena

    Y no es noche de dormir,

    Que est la Virgen de parto

    Y a las doce ha de parir.

    Dnde pasar la noche?

    Afortunadamente, puedo escoger.

    Y, si no, veamos.

    Estamos a 24 de Diciembre de 1855- en Madrid.

    Conocemos por su nombre a los mozos de los cafs.

    Tratamos t por t a los poetas aplaudidos, -semidioses, por msseas, para los aficionados de provincias.

  • Visitamos los teatros por dentro, y los actores y los cantantes nosestrechan las manos entre bastidores.

    Penetramos en la redaccin de los peridicos, y estamos iniciados enla alquimia que los produce. -Hemos visto los dedos de los cajistastiznados con el plomo de la palabra, y los dedos de los escritorestiznados con la tinta de la idea.

    Tenemos entrada en una tribuna del Congreso, crdito en las fondas,tertulias que nos aprecian, sastre que nos soporta...

    Somos felices! Nuestra ambicin de adolescente est colmada. Podemosdivertirnos mucho esta noche. Hemos tomado la tierra. Madrid es pasconquistado. Madrid es nuestra patria! Viva Madrid!

    Y vosotros, jvenes provincianos, que, a la cada de la tarde, en elotoo, solitarios y tristes, sacis a pasear por el campo vuestrosimpotentes deseos de venir a la corte; vosotros, que os sents poetas,msicos, pintores, oradores, y aborrecis vuestro pueblo, y no hablis convuestros padres, y lloris de ambicin, y pensis en suicidaros...;vosotros....reventad de envidia, como yo reviento de placer!- V -

    Han pasado dos horas.

    Son las nueve de la noche.

    Tengo dinero.

    Dnde cenar?

    Mis amigos, ms felices que yo, olvidarn su soledad en el estruendode una orga.

    -La noche es de vino! -exclamaban hace poco rato.

    Yo no he querido ser de la partida...

    -La noche es de lgrimas -les he contestado con desdn.

    Mis tertulias estn en los teatros. -Los madrileos celebran laNatividad de Nuestro Seor Jesucristo oyendo disparatar a los comediantes!

    Algunas familias, en las que soy extranjero, me han querido dar lalimosna de su calor domstico, convidndome a comer -porque ya nocenamos!...- Pero yo no he ido; yo no ir; yo no quiero eso; yo busco micena pascual, la colacin de Nochebuena, mi casa, mi familia, mistradiciones, mis recuerdos, las antiguas alegras de mi alma..., laReligin que me ensearon cuando nio!- VI -

    Ah! Madrid es una posada.

    En noches como esta se conoce lo que es Madrid.

    Hay en la corte una poblacin flotante, heterognea, extica, quepudiera compararse a la de los puertos francos, a la de los presidios, ala de las casas de locos.

    Aqu hacen alto todos los viajeros que van de paso al porvenir, alreino fantstico de la ambicin, o los que vuelven de la miseria y del

  • crimen...

    La mujer hermosa viene aqu a casarse o a prostituirse.

    La pasiega deshonrada, a criar.

    El mayorazgo, a arruinarse.

    El literato, por gloria.

    El diputado, a ser ministro.

    El hombre intil, por un empleo.

    Y el sabio, el inventor, el cmico, el poeta, el gigante, el enano;as el que tiene una rareza en el alma, como el que la tiene en el cuerpo;lo mismo el monstruo de siete brazos o de tres narices, que el filsofo dedoble vista; el charlatn, que el reformador; el que escribe melodassublimes, que el que hace billetes falsos, todos vienen a vivir algntiempo a esta inmensa casa de huspedes.

    Los que logran hacerse notar; los que encuentran quin los compre;los que se enriquecen a costa de s mismos, se tornan en posaderos, encaseros, en dueos de Madrid, olvidndose del suelo en que se criaron...

    Pero nosotros, los caminantes, los inquilinos, los forasteros, nosdamos cuenta esta noche de que Madrid es un vivac, un destierro, unaprisin, un purgatorio...

    Y por la primera vez en todo el ao conocemos que ni el caf, ni elteatro, ni el casino, ni la fonda, ni la tertulia son nuestra casa...

    Es ms; conocemos que nuestra casa no es nuestra casa!- VII -

    La Casa, aquella mansin tan sagrada para el patriarca antiguo, parael ciudadano romano, para el seor feudal, para el rabe; la Casa, arcasanta de los Penates, templo de la hospitalidad, tronco de la raza, altarde la familia, ha desaparecido completamente en las capitales modernas.

    La Casa existe todava en los pueblos de provincia.

    En ellos, nuestra casa es casi siempre nuestra...

    En Madrid, casi siempre es del casero.

    En provincias, cuando menos, la casa nos alberga veinte, treinta,cuarenta aos seguidos...

    En Madrid se muda de casa todos los meses, o, a ms tardar, todos losaos.

    En provincias la fisonoma de la casa siempre es igual: simptica,cariosa; envejece con nosotros; recuerda nuestra vida; conserva nuestrashuellas...

    En Madrid se revoca la fachada todos los aos bisiestos; se vistenlas habitaciones con ropa limpia; se venden los muebles que consagrnuestro contacto.

    All nos pertenece todo el edificio: el yerboso patio, el corral

  • lleno de gallinas, la alegre azotea, el profundo pozo, terror de losnios, la torre monumental, los anchos y frescos cenadores...

    Aqu habitamos medio piso, forrado de papel, partido en tugurios, sinvistas al cielo, pobre de aire, pobre de luz.

    All existe el afecto de la vecindad, trmino medio entre la amistady el parentesco, que enlaza a todas las familias de una misma calle...

    Aqu no conocemos al que hace ruido sobre nuestro techo, ni al quese muere detrs del tabique de nuestra alcoba y cuyo estertor nos quita elsueo!

    En provincias todo es recuerdos, todo amor local: en un lado, lahabitacin donde nacimos; en otro, la en que muri nuestro hermano; poruna parte, la pieza sin muebles en que jugbamos cuando nios; por otra,el gabinete en que hicimos los primeros versos...; y en un sitio dado, enla cornisa de una columna, en un artesonado antiguo, el nido degolondrinas, al cual vienen todos los aos dos fieles esposos, dos pjarosde frica, a criar una nueva prole...

    En Madrid se desconoce todo esto.

    Y la chimenea? Y el hogar? Y aquella piedra sacrosanta, fra en elverano y durante las ausencias, caliente y acariciadora en el invierno, enaquellas noches felices que ven la reunin de todos los hijos en torno desus padres, pues hay vacaciones en el colegio, y los casados han acudidocon sus pequeuelos, y los ausentes, los hijos prdigos, han vuelto alseno de su familia? Y ese hogar?...

    Decidme, dnde est ese hogar en las casas de la corte?

    Ser un hogar acaso la chimenea francesa, fbrica de mrmol yhierro, que se vende en pblicos bazares, y hasta se alquila en casonecesario?

    La chimenea francesa! He aqu el smbolo de una familia cortesana!He aqu vuestro hogar, madrileos! Hogar sujeto a la moda; hogar que seenajena cuando est antiguo; hogar que muda de habitacin, de calle y depatria; hogar, en fin (y esto lo dice todo), que se empea en un da deapuro!- VIII -

    He pasado por una calle, y he odo cantar sobre mi cabeza, entre elruido de copas y de platos y las risas de alegres muchachas, la coplafatdica de mi abuela:

    La Nochebuena se viene,

    La Nochebuena se va,

    Y nosotros nos iremos

    Y no volveremos ms.

    -He ah (me he dicho) una casa, un hogar, una alegra, un besugo yuna sopa de almendra que pudiera comprar por tres o cuatro duros...

  • En esto, me ha pedido limosna una madre que llevaba dos nios: el unoen brazos, envuelto en deshilachado mantn, y el otro, ms grande, cogidode la mano. Ambos lloraban, y la madre tambin!- IX -

    No s cmo he venido a parar a este caf, donde oigo sonar las docede la noche, la hora del Nacimiento!

    Aqu solo, aunque bulle a mi alrededor mucha gente, he dado enanalizar la vida que llevo desde que abandon mi casa paterna, y me hahorrorizado por primera vez esta penosa lucha del poeta en Madrid: luchaen que sacrifica a una vana ambicin tanta paz, tantos afectos!

    Y he visto a los vates del siglo XIX convertidos en gacetilleros; ala Musa, con las tijeras en la mano despedazando sueltos y noticias; a losque en otros siglos hubieran cantado la epopeya de la Patria, zurcir hoyartculos de fondo, para rehabilitar un partido poltico, y ganarcincuenta duros mensuales!...

    Pobres hijos de Dios! Pobres poetas!

    Dice Antonio Trueba (a quien dedico estos renglones):

    Hallo tantas espinas

    En mi jornada,

    Que el corazn me duele,

    Me duele el alma!...

    He aqu mi Nochebuena del presente, mi Nochebuena de hoy!

    Luego he tornado otra vez la vista a las Nochesbuenas de mi pasado,y, atravesando la distancia con el pensamiento, he visto a mi familia, queen esta hora pattica me echar de menos; a mi madre, estremecindose cadavez que gime el viento en el can de la chimenea, como si aquel gemidopudiese ser el ltimo de mi vida; a unos diciendo: Tal ao estaba aqu!A, otros: Dnde estar ahora?...

    Ay, no puedo ms! Yo os saludo a todos con el alma, queridos mos!S; yo soy un ingrato, un ambicioso, un mal hermano, un mal hijo... Pero,ay!, otra vez, y, ay!, cien mil veces! Yo siento en m una fuerzasobrenatural que me lleva hacia adelante y que me dice: T sers! Voz demaldicin que estoy oyendo desde que yaca en la cuna!

    Y qu he de ser yo, desdichado? Qu he de ser?

    Y nosotros nos iremos

    Y no volveremos ms.

    Ah! Yo no quiero irme; yo quiero volver; inmolo demasiado en lacontienda para no salir victoroso; triunfar en la vida y triunfar de lamuerte... No ha de tener recompensa esta infinita angustia de mi alma?

  • ...........................

    Es muy tarde.

    La copia de la difunta sigue revoloteando sobre mi cabeza:

    La Nochebuena se viene

    Ah, s! Vendrn otras Nochesbuenas -me he dicho, -reparando en mispocos aos.

    Y he pensado en las Nochesbuenas de mi porvenir.

    Y he empezado a formar castillos en el aire.

    Y me he visto en el seno de una familia venidera, en el segundocrepsculo de la vida, cuando ya son frutos las flores del amor.

    Ya se haba calmado esta tempestad de amor y lgrimas en que zozobro,y mi cabeza reposaba tranquila en el regazo de la paciencia, ceida conlas flores melanclicas de los ltimos y verdaderos amores.

    Yo era ya un esposo, un padre, el jefe de una casa, de una familia!

    El fuego de un hogar desconocido ha brillado a lo lejos, y a suvacilante luz he visto a unos seres extraos que me han hecho palpitar deorgullo.

    Eran mis hijos!...

    Entonces he llorado...

    Y he cerrado los ojos para seguir viendo aquella claridad rojiza,aquella proftica aparicin, aquellos seres que no han nacido...

    La tumba estaba ya muy prxima... Mis cabellos blanqueaban....

    Pero qu importaba ya? No dejaba la mitad de mi alma en la madre demis hijos? No dejaba la mitad de mi vida en aquellos hijos de mi amor?

    Ay! En vano quise reconocer a la esposa que comparta all conmigoel anochecer de la existencia...

    La futura compaera que, Dios me tenga destinada, esa desconocida demi porvenir, me volva la espalda en aquel momento...

    No: no la vea!... Quise buscar un reflejo de sus facciones en elrostro de nuestros hijos, y el hogar empez a apagarse.

    Y cuando se apag completamente, yo segua vindolo...

    Era que senta su calor dentro de mi alma!

    Entonces murmur por ltima vez:

    La Nochebuena se va...

  • Y me qued dormido..., como pude quedarme muerto.

    Cuando despert, se habla ido ya la Nochebuena.

    Era el primer da de Pascua.

    1855.

    Las ferias de Madrid

    Sunt lachrimae rerum.

    (Virgilio.)

    - I -

    No creis que es un artculo de costumbres, a la manera de losdiscretsimos y famosos de nuestro Curioso Parlante, lo que me propongoescribir hoy...Ni yo tendra fuerzas para tanto, ni, tenindolas,incurrira en semejante anacronismo. Y digo esto, porque los artculos decostumbres no estn ya de moda... -Cmo han de estarlo (perdonadme larudeza de la expresin), si no se estilan ya las costumbres!!!... Lascostumbres, que son, o que eran, el alma de la vida y la vida toda de lasociedad!

    Propngome aqu nicamente sacar una especie de fotografa de lasFerias de Madrid (este ao que, faltando tambin a su costumbreinveterada, se han trasladado de la calle de Alcal al paseo de Atocha) yconsignar algunas reflexiones melanclicas, por las cuales he venido adeducir que, si de la moderna sociedad van desapareciendo las costumbres,no acontece lo propio con los vicios.

    Manos, pues, a la obra.- II -

    Como caen de los rboles las hojas secas, para abonar la tierra queembellecieron y sombrearon, y cooperar al florecimiento de otra primaverafutura, as los trastos viejos de las Ferias de Madrid (impelidos poraquel mismo viento de la cada de la pmpana que arranca a los tsicos delas alcobas y se los lleva al camposanto) se desprenden, todos los otoos,de los sotabancos y bohardillas de la corte, y se convierten en lgubres

  • mueblajes para casas de huspedes, o en ajuares de media tijera paramatrimonios nuevos. -Tal es la ley universal de lo creado.

    Yo he visto (y sirva de prlogo esta digresin) hacer latestamentara de un soltero, menor de treinta aos, mantenedor de la buenacausa en el Prado y en los salones, muy distante de su familia y de sualdea, y muerto repentinamente al salir de un baile de mscaras.

    Era una maana de invierno, y a la plida luz de un da de nieve,manos profanas revolvan pauelos bordados, cuellos de casa de Dubost,guardapelos, cartas de distintas letras, guantes, algunos napoleones ycuatro o cinco retratos, uno de ellos conocido (lo cual cost la honra auna mujer), los dems de buenas gentes de provincia (quiz padres yhermanos), y uno, en fin, del difunto, sacado cuando era nio y dirigasus pasos al templo de Minerva...

    Flores marchitas, fechas misteriosas, nombres adorados, reliquiasvenerandas, el libro predilecto, el afeite malicioso, el pagar que lequit el sueo algunas noches, los versos que se empe en hacer y nosupo, todo pas ante nuestros ojos como captulos sueltos de variasnovelas, o como nmeros atrasados de un peridico.

    Dirase que bamos descubriendo con un escalpelo, fibra por fibra,los ventrculos de un corazn todava caliente. Quin rompa lo peligroso;quin apartaba lo til: esto se destinaba a la familia; aquello a la sola,a la triste, a la desconsolada amante; el dinero se dio a la parroquiapara el entierro, y se convirti al da siguiente en pan, legumbres ychocolate; la ropa fue a la aldea en busca del hermano menor, a quien conel tiempo le vali una conquista; tal pariente dese un libro, tal amigouna acuarela, fulano la petaca, mengano la pluma y el sello... Y se llor,se habl, se ri, se termin el acto, se enterr al joven (que nada sabade lo que pasaba); y lleg la primavera al poco tiempo, y la Naturaleza nose dio por entendida de la muerte de nuestro amigo.- III -

    Pero prosigamos.

    Ni los puestos de fruta que cambian de sitio en estos das, ni lastiendas de juguetes y de quincalla que se salen al arroyo, ni lasmuchsimas encantadoras cursis en edad de merecer que andan de ac paraall, seguidas de sus madres o empresarias, en busca de un medianocasamiento, son suficientes a quitar al mortuorio mercado del otoomadrileo su aspecto repugnante y desconsolador.

    Qudense para otros pueblos las ferias animadas y bulliciosas en que,como en los tiempos primitivos, acuden de lejas tierras caravanas demercaderes con grandes ejrcitos de ganado lanar, asnal, caballar, mular,de cerda, vacuno y cabro; en que se hacen grandes negocios, compras,ventas, cambios, robos y hurtos, dando lugar a cuantiosas emigraciones einmigraciones de reses; en que se ven tantos bailes como tiendas decampaa, tantos cuadros de costumbres como familias de mercaderes, tantascomilonas como tratos cerrados; en el que el uno acude para lucir a suserrana de negros ojos y terciado paoln, el otro para lucir su yeguavistosamente enjaezada, todos de lujo y de fiesta, todos con un cintolleno de oro, dispuestos a beber, reir y jugar, y a dejar sin corazn auna docena de mujeres: qudense tambin para otros pueblos las ferias enque se compra lo nuevo, lo extico, lo desconocido en todo el ao, y lotradicional, lo superfluo, lo til y lo imprescindible (la yunta, elcaballo de regalo, el cerdo para la matanza, la vajilla, la ropa deinvierno, el abrigo de la cama, los cuadros del estrado, los pendientes,el collar, la sortija, los cubiertos de plata); ferias deseadas, temidas,

  • festejadas, memorables, que hacen poca en la vida, que marcan el plazo delos casamientos, que terminan el ajuste de los criados, que sealan, porltimo, el fin de los das de huelga, alegra y reposo posteriores a lacosecha, y el principio del recogimiento y de los nuevos trabajos queconstituyen el arreglo de las casas durante los cuarteles de invierno delas familias...

    Las Ferias de Madrid son todo lo contrario. Doquiera que se vuelvenlos ojos no se ve ms que tristeza, miseria, dolor, profanaciones, olvido!

    Prescindamos del contingente que las Amricas y el Rastro suministrana esa pavorosa exposicin... Pasemos con los ojos cerrados y las naricestapadas por delante de los puestos en que se hallan de venta las ropaslavadas del que muri en el hospital, la ropa perdida por el jugador, laropa execrada que llev un ahorcado y la ropa ensangrentada del suicidadesconocido... -Entre esos puestos hay algunos que pueden compararse a unacesta de trapero, a un montn de mugre, a un tiesto de basura. En ellos seven mezclados la mitad de unas tijeras, media cruz de Isabel la Catlica,la peana de un Santo, unas hilas ya usadas, el faldn de un frac, el alade un sombrero, la muleta de un cojo que muri, el mango de un cuchillo,el mstil de una guitarra, el tacn de una bota, una caja sin fondo, treshojas de un libro, la pasta de otro, un pedazo de entorchado de General,un zapato viudo, un guante soltero... y todo sucio, oxidado, agujereado,deshilachado, y apestado adems por el sculo de la muerte!

    Apresurmonos, s, a dejar a nuestra espalda esos nauseabundospuestos, y fijemos la atencin en otras tiendas donde se venden objetosms importantes, ms limpios y ms cuidados; objetos servibles, en fin,aunque servidos, y ellos nos harn experimentar la honda tristezainherente al inventario de esta gran testamentara que la muerte o lapobreza sacan en Madrid a pblica subasta durante el equinoccio deSeptiembre -cabalmente los mismos das en que el Ocano, fustigado por elCordn de San Francisco, arroja a las playas a cada instante melanclicosrestos de buques nufragos.

    -Mirad. Las bibliotecas reunidas con mil afanes por el hombreestudioso; los libros con dedicatoria; los retratos de familia; losmuebles consagrados por el uso; el medalln que ya fue tumba; el abanicoque agit la virgen; el reclinatorio en que rez la desposada la noche denovios; el bastn de alcalde, tan respetado y temido en tal o cualalboroto; la charretera que saludaron tantos soldados; el sable queacometi tan altas empresas; el sof que oy una conversacin de amores;el tintero con que se escribi una grande obra; el caballete en que estuvocolgado un renombrado lienzo; el anillo nupcial; lo que leg un moribundoa un vivo; lo que un vivo dedic a un muerto; la pistola que emple lsuicida; lo querido, lo venerado, lo ntimo, lo consuetudinario, lofamiliar; lo que se reg con llanto, lo que se ti con sangre, lo quecalent nuestro cuerpo, lo que se empap con el sudor de nuestra frente;nuestro pasado, nuestra historia, nuestro ser, nosotros mismos en venta...Esa es la Feria de Madrid!

    De aqu proviene que, cuando recorremos los puestos de la Feria, nosparece que visitamos un cementerio, y que cada objeto es una tumba; o queya estamos en el Valle de Josaphat, y asistimos a la gran cita de lospecadores, en que cada uno debe presentarse con su historia a la espalda,descalzo de pie y pierna, y no sabiendo quin lo rematar a su favor, siDios para aumentar su gloria o el diablo para aumentar su infierno.

    Ah! S! La Feria de esta Villa y Corte pudiera llamarse laResurreccin de los muebles.

  • Durante ella, y para los que tenemos algo de sexto sentido, esosmuebles, arrumbados durante todo el ao, se animan, gesticulan y hablan,de cuyas resultas es fcil or sangrientos apstrofes, horrorosossarcasmos y verdades como puos.

    Un catre de tijera sale al encuentro de fulano, que es Ministro, y ledice irnicamente:

    -Me conoces? Yo te dorm en mi regazo mucho tiempo... Por qu meabandonaste? De seguro que no duermes tan bien ahora!

    La prenda empeada y no redimida acusa de ingrato al calavera a quiensac de un apuro y del que no mereci luego igual merced...

    Los uniformes de miliciano de 1836 se ren al ver pasar a losneocatlicos de 1857.

    Las sillas de Vitoria que asistieron a la boda de tal banquero,cuando era aguador, hablan pestes de las butacas en que se sienta hoy. Elbecerro de oro finge no conocerlas, y aprieta el paso. Y las sillas deVitoria se quedan diciendo, como si lo oyera:

    -Anda!... Anda!... La verdad es que ahora no eres tan feliz comocuando te sentabas en nuestras rodillas!

    La pobre arca vieja que guard antao el pobre y plebeyo equipo delactual marqus improvisado, se queja amargamente del abandono en que ladej, y, al verlo cruzar en busca de un libro de herldica, le sopla alodo estas palabras aterradoras:

    -Que lo digo!

    Aqu un espejo reconoce a su primitiva propietaria, que ya es vieja yfea, y le dice con ferocidad:

    -Ya me quisieras ahora, infame! Yo te hall siempre pura y hermosa;pero t me abandonaste por otros espejos ms dorados, que marchitaron tupureza y hermosura...Hoy te desprecio, y me horrorizo de mirarte!

    All una cama de matrimonio se cuadra delante de un caballero quelleva del brazo a una seora, y le pregunta por su primera esposa, a quienjur no olvidar.

    En un lado da voces un palanganero de pino, diciendo:

    -Aquel es mi amo! Yo le haca la toilette cuando era escribiente...Desde el da en que me dej, no ha vuelto a cantar al tiempo de lavarse!

    En otro lado las cmodas descerrajadas tiran de la levita a losladrones desconocidos.

    La palmatoria que presenci los ensueos del poeta, le hace guios,como trayndole a la memoria los instintos sublimes de su adolescencia...-Pero el poeta es diputado a Cortes, y pasa de largo...

    Alfombras, cuadros, pupitres, cepillos, tenazas, confidentes,lavabos, atriles, armarios, bales.... todos saben algo, todos reconocen aalguna persona, todos representan una ingratitud, una injusticia, unadecepcin, una desgracia, un escndalo, una ruina! -Y todos dicen muyprincipalmente aquella gran verdad de que Madrid es una casa de huspedes,donde no hay familia, ni hogar, ni casa, ni recuerdos, ni veneracin, ni

  • tradicin, ni costumbres, ni religin..., en el sentido lato de lapalabra!

    Oh, jvenes recin llegados a la corte! Tratad superficialmente avuestros muebles; -yo os lo aconsejo.- No tomis cario ni a vuestra cama,ni a vuestro silln, ni a vuestro escritorio: no intimis con el sof nicon las sillas: no contis vuestros pesares al espejo: no sellis convuestra sangre ningn bronce: no derramis lgrimas sobre ningn mrmol!No amis nada en Madrid! Nada!, (entindase siempre que hablo de objetosinanimados). Saludad a la ligera la portire y la cortina: tocad con elfilo de los labios la taza en que tomis el t y el vaso en que bebis elagua; mirad con la misma indiferencia la chimenea que os conforta y elbao que os refresca; no depositis vuestra confianza ni en la carpeta enque escribs, ni en la caja de palosanto donde guardis la ceniza que seos va cayendo del corazn...

    Sed finos y corteses (y nada ms!) con el estuco y el cerezo, conel hierro y el oro, con el alcornoque y el cristal, o temed, si les tomiscario, encontrarlos de venta en las ferias del ao venidero!

    1858

    El pauelo(Cuadro de batista)- I -

    Hay en Europa una nacin que para todo sirve; que de todo habla; quetodo lo hace... o todo lo imita, y que en realidad de verdad no sientenada.

    Presume, sin embargo, de muy sensible, como lo demuestran los hechossiguientes:

    Ella ha inventado la familia... universal, y la guillotina; elcan-cn y la Diosa Razn; las naturalezas d'lite y el comunismo.

    Ella inici el sacrlego comercio, que ya ha trascendido hastanosotros, de las mortajitas para nios, y vende dolor hecho en lasavenidas del Cementerio del Pre Lachaise! All encontraris epitafios depadres a hijos y de esposas a esposos, a cinco francos el lamento! Cuandoperdis un pedazo de vuestro corazn, ya no tendris que llorarlo, sinoque iris a aquellos almacenes de sensibilidad y diris al mercader delgrimas: Dme usted una corona de Madre ma!, o una lpida de Muri dlos quince aos!

    Esa misma nacin envenen la Europa con su atesmo, y cree hoy queMr. Hume tiene los malos dentro del cuerpo; incendi la sociedad con susteoras republicanas, y luego rindi culto al sable de un dictador; plagla literatura de amores platnicos, de seres ideales, de mrtires de lapasin, y arrancaba al propio tiempo las plumas de las alas de Cupido ylas venda por mazos en los escritorios para dotar con su importe a lassacerdotisas de Venus.

  • Es decir: que ese pueblo, fingiendo todo gnero de entusiasmos, afuer de consumado actor que ha sido siempre, especula a la vez con laverdad y con el error, con el bien y con el mal, con la fe y con la duda,con todos los sentimientos humanos... Pero, como no hay farsante nihipcrita que no se venda y descubra a lo mejor, el peligroso pueblo deque se trata entreg al mundo la clave de su falsa, el secreto de suescepticismo, la patente de su carencia de alma y de sensibilidad,aplicando al pauelo de la mano o del bolsillo el denigrante apodo demouchoir.

    Mouchoir! moquero!-As se llamaba el que nuestra madre nos colgabade la cintura en los albores de nuestra vida: as pudo llamarse tambin elpauelo de los salvajes en la infancia de la sociedad... Pero darlesemejante nombre, hoy que su menos importante uso es el que nos sirve depretexto para llevarlo a todas partes; recordarle su pecado original, hoyque esos mismos franceses no admiten ms aristocracias que la del talento,la de la virtud y la del que ha tenido el talento y la virtud de matarmuchos hombres; llamar, en fin, mouchoir al pauelo, cuando todos losidiomas se afanan de consuno en dar denominaciones figuradas ybiensonantes a otras cosas que se emplean en peores usos, es notoriainjusticia, es atroz atentado, es horrible arbitrariedad que rechaza lahidalgua espaola, y que de obligacin toca combatir a los descendientesdel nunca bien ponderado desfacedor de agravios D. Quijote de la Mancha.

    No me propongo otra cosa en el presente artculo, por ms que conozcami pequeez para tamaa empresa. Dame, empero, confianza el pensar queestn de mi parte la razn y la justicia, as como el deber... y hastaquiz la gratitud. -Quin os dice, seores, que no estoy subvencionadopor algn rico mercader de la calle de Postas para escribir en favor de laropa blanca? Ni quin sabe si como aquellos condenados a muerte quecarecen de papel, trazo estas lneas, con sangre de mis venas, sobre loshilos de un pauelo adorado?

    Sea de ello lo que fuere, all va la defensa del mal llamadomouchoir.* * *

    Son las siete de la ms detestable maana del ms riguroso invierno.

    Una carretela de Lzaro, es decir, una enorme carretela de alquiler,sale por la puerta de Alcal.

    Adnde puede ir a tal hora?... La temperatura no est parafiestas... Qu significa este madrugn?

    Cuatro hombres ocupan la carretela.

    Uno de ellos est en capilla: va a un desafo.

    Los otros son los padrinos y el mdico.

    Todo ha sido previsto por la amistad..., hasta la muerte deldesafiado, el cual lleva en un bolsillo del paletot la consabidadeclaracin de suicidio.

    Pero alguien ha previsto ms. Este alguien es una mujer.

    Al llegar a las afueras de Madrid, el sentenciado, que va plido ygrave (no porque le teme a la muerte, sino porque recuerda la vida; noporque va a encontrar al que lo aborrece, sino porque acaba de dejar a laque le ama), saca un pauelo, un elegantsimo pauelo ligeramente

  • perfumado, y...

    -Toma... le dice a uno de sus padrinos.

    -Entendido...- interrumpe ste a media voz, adivinando toda unahistoria de amores, muy propia de aquella vida de veinte aos.

    Y figrase ver a la amada doliente y valerosa de quien acabar desepararse su amigo y que habr sido causa de que tarde algunos minutos enacudir a la cita: oye el ltimo adis confundido con el ltimo beso: ve lasolemne tranquilidad de aquella despedida, en que la palabra honor habrcontenido los ruegos y el llanto en el fondo de dos almas: cree escuchar,en fin, estas supremas frases, con que la heroica mujer acompaaba elregalo de su pauelo: - - Toma... para la primera cura...

    Ah! Principiis ya a comprender toda la importancia del pauelo?Creis todava que es justo llamarle mouchoir?

    Ese mouchoir, ese moquero, ser en el desafo una mujer en persona,una mujer a quien ni su sexo ni su posicin permiten restaar en el campode batalla la sangre de su amado, ni tampoco verlo durante toda lacuracin! Ese pauelo ser ella, algo de ella que impedir que el alma seescape por la herida; que har, en fin, lo que ella quisiera hacer con susmanos, con su labios con sus cabellos!

    Y si desgraciadamente muere el amante, aquel pauelo ser..., no yaella, sino l, l, su sangre, su cuerpo, su vida, su muerte, toda unaignorada historia de amores, el secreto de una mujer, el eplogo de undrama, el testamento de una pasin, -que dormir primero bajo su almohada;luego ir con ella al teatro; despus asistir a los bailes, oculto entrebiondas y flores en un hueco del cors; en seguida ocupar una cajita depalo de rosa; y, por ltimo, pasar a manos de otro hombre, que lo mandarlavar..., como prueba de que Artemisa ha olvidado a Mauseolo!!!* * *

    Mudemos la decoracin; que no siempre el teatro representa uncementerio.

    Demos que sois Sultn de Constantinopla.

    Quin a los quince aos no ha deseado serlo? -A los veinticinco yaes diferente.

    Cien odaliscas os rodean... Arrojis vuestro pauelo..., y lo recogeuna hija de la Georgia.

    Ctala favorita, luego madre, por ltimo, sultana!

    Pero arde la guerra; cogen prisionero a un anciano; el ancianoinsulta al Gran Turco; el Gran Turco lo condena a la horca; no se hallacuerda a mano, y lo ahorcan con un pauelo... con el mismo pauelo queconvirti a la odalisca en Sultana!

    As las cosas (qu horror!), se descubre que el prisionero ahorcadoera padre de esta gran seora...

    Franceses! Ved ah un mouchoir que ha estrangulado al suegro de unEmperador otomano, despus de haber dado margen al nacimiento de unprncipe imperial!* * *

  • Y basta ya de infieles: volvamos a tierra de cristianos.

    Cul ser el hombre insensible que, por ms que se haya prendado dela filosofa escptica, leyendo, v. gr., Mara o la hija de un jornalero,por Ayguals de Izco; si entra en un templo catlico (a qu dir yo?...) atomar el fresco, y se encuentra con que es da de la Asuncin y con que haprincipiado la solemne Misa conventual, no se detenga una media hora....siquiera sea por el mero placer de or la msica de la capilla?

    Y, una vez atento al sagrado rito, aunque nuestro filarmnicovolteriano sepa tambin de memoria las Ruinas de Palmira por Volney,quinos dice que, al ver al anciano sacerdote cubierto de oro y pedrera,arrodillado al pie de la Cruz abatiendo la encanecida frente o alzando conmano trmula el Pan de la Comunin, brindis de alianza entre la eternidady la vida, entre los cielos y la tierra, no sentir despertarse en sucorazn algo que le hable de la brevedad de la existencia, de la grandezadel universo, de la injusticia de los hombres, del porvenir de nuestraalma inmortal, de las creencias de su infancia, de la existencia de unDios? Cul ser, cul puede ser el corazn de piedra que no tiemble,cuando tiemblan simultneamente la piedra de aquellas bvedas, aquelpueblo arrodillado que se golpea el pecho, aquellos millares de luces,aquel aire poblado de las religiosas armonas del rgano y del repiquetriunfal de las campanillas de oro, aquellas nubes de incienso, aquellasvoces que cantan, y aquellas lenguas de bronce que, desde la erguida torredel templo, levantan una oracin tan poderosa que detiene las nubes en sucarrera?

    En verdad os digo que nuestro racionalista sacar el pauelo, comoprimer sntoma de contriccin, y pondr sobre l la rodilla, diciendo conel profeta: Cor mundum crea in me, Deus...

    Pero es lo malo que hoy casi nadie sabe latn.* * *

    Pues bien; aunque no sepis latn: supongamos que sois ladrn ylibertino; que un grito de vuestra vctima puede perderos, llevaros alcadalso o a la vicara; que necesitis en fin, una mordaza...

    Sacad el pauelo, y... punto concluido.* * *

    -Ven a las seis...- os dice vuestra novia, echndoos la ltimamirada; aquella mirada con que las andaluzas resumen una largaconversacin; aquella mirada que afirma todo lo negado durante dos o treshoras, mirada pcara y tierna, diablica y angelical, llena de pudor y deabandono; mirada, en fin, que dura todo el tiempo que tarda la nia encerrar la reja, cosa que hace muy lentamente, dejando a veces unarendijita, y arrepintindose luego, y abriendo otro poco para haceros unmohn que parece un beso en capullo... -Ven a las seis...-os dice esaencantadora criatura, que no tiene ms penas, ni ms cuidados, ni mspensamientos, ni otra ciencia, ni otro oficio que el amor...; el amor,para el cual se viste y se peina; el amor, por el cual se alegra de serbonita; el amor, en provecho del cual piensa alguna vez en eso que llamanbienes de fortuna; el amor, que la lleva a paseo y la tiene de pie toda latarde, a ella, tan dbil y delicada que se librara de quintas porendeble, si fuera hombre; el amor, que la conduce al teatro, a ella, queninguna aficin tiene a la literatura ni a la moral, y muchsimo menos ala msica italiana; el amor, que la hace madrugar y trasnochar a ella, tandormilona, tan perezosa, tan sibarita...; el amor, en fin, para el cualnaci, por el que morir, en el que vive siempre, y cuyo sacerdocio ejercesobre la tierra. -Ven a las seis...- os dice la infortunada; y vos, seor

  • mo, temiendo que se os olvide acudir a la cita (pues tenis muchas,porque sois un calavera), os veis obligado a sacar el pauelo y echarle unnudo, sntesis de la mnemotecnia espaola.

    Al otro da vais a sonaros, y encontris el nudo...

    -Diablo! -decs.- De qu tengo yo que acordarme hoy?

    Y no dais en ello, y la nia se desespera...

    Pero de pronto reparis en que el pauelo huele a la esencia que ayerpuso en l la cuitada, o en que ella os lo regal.

    Es el caso que recordis la cita...

    Pero no la hora...

    Y la nia espera entre tanto..., y tanto espera, que de todassuertes llegis a tiempo...

    Ah.... jvenes! Con pauelo y todo, no merecis los ratos quehacis pasar!

    En cambio, los pasis bien tristes.* * *

    Y, a propsito: Habis llorado alguna vez a solas? Os habisperdido en ese desierto de doce pies cuadrados, muy ms aflictivo que lasarenas del Zabara y llamado, a pesar de todo, alcoba de una Casa dehuspedes? Habis luchado a brazo partido con la sociedad, con lasnecesidades de la vida, con una ambicin sin objeto, con un amor sinesperanza y con la duea del establecimiento? Os habis convencido, alcabo de muchos das de prueba, de que el patrn es enemigo de su husped,de que el pupilero est en abierta lid con su pupilo? Sabis lo que esesa guerra sin cuartel, en que vuestro antagonista ruega a Dios queenfermis a fin de que no comis? Os han llamado alguna vez El de lasala... El del gabinete... El nmero 182 .Habis estado solo en una casahabitada por cien inquilinos; solo, como el enterrador que se pasea por uncementerio? Os han despedazado, como al trtaro que amarran a cuatropotros salvajes, el deber por un lado, la pasin por otro, la ira y lagenerosidad arrastrndoos en opuesto sentido? Habis echado de menos enesas horas de amargura a la mujer que ofendisteis, a los padres queabandonasteis y a los amigos que colmasteis de favores, alejndolos aspara siempre de vuestra antesala? Os habis arrepentido entonces del bienque hicisteis, del mal que dejasteis de hacer, de no haber seguidoengaando a la una, de no haber adulado al otro, de haber guardado, enfin, consideraciones a un mundo que tan ingrato os abandona en vuestrodolor?

    Sabis, sabis lo que es llorar a solas?

    Mas qu digo a solas! Esa misma soledad sale a vuestro camino, comola Vernica sali al encuentro de Cristo en la calle de la Amargura, y ospone un lienzo en la cara para enjugar las lgrimas que la inundan!

    S; el pauelo, slo el pauelo, viene entonces a consolaros. l secavuestro lloro, l sofoca vuestros gritos; l guarda (como nadie loguardara en un caso semejante) el secreto de vuestra miseria ydebilidad...* * *

  • Oh!... Bendito sea el pauelo!

    Cantemos las alabanzas de ese cuadrado de batista, que nunca sesepara de nosotros; que nos acompaa a todas partes; que, como Jpiter yProteo, adopta todas las formas, pero no en provecho suyo, sino enprovecho nuestro, dndonos continuas muestras de una caridadverdaderamente sublime.

    l se dobla en forma de cabestrillo, y sostiene vuestro lastimadobrazo.

    l se hace tiras para serviros de vendaje.

    l se deshace, completamente para convertirse en hilas.

    l se transforma en tacos cuando vais de caza.

    l se extiende en el suelo para que os sentis encima.

    Con l se presenta al pie del cadalso el mensajero del perdn.

    Con l os limpiis el polvo de las botas.

    l hace el principal papel en el Otelo de Shakspeare.

    l acaba de ingresar en el Ejrcito, representando el amor deveinticinco mil novias de otros tantos quintos, sin contar los quintos quetendran ms de una novia y de un pauelo.* * *

    Cuando silban las balas y los hombres caen como espigas sobre elllamado campo del honor; cuando cada detonacin que suena deja a una madresin hijo, a un hijo hurfano, a una esposa viuda o a un hermano sinhermano..., l luce en la punta de una bayoneta en seal de parlamento, yla Naturaleza respira alborozada, como cuando sale el sol despus de latempestad.

    Que el pauelo, aunque sea blanco, tiene las propiedades delarco-iris.* * *

    Pero vamos a otra cosa.

    Yo he visto a una nia de diez y siete aos pasar horas y horasdoblada sobre un bastidor bordando cierto nombre en el pico de ciertopauelo...

    Segn me contaron, al otro da parta su amante para laUniversidad... o para otra parte...; que no todo se ha de decir.

    Qu pensaba la nia cada vez que aada un rasgo a aquellos adoradoscaracteres?

    Cuntas historias, cuntos castillos en el aire fundara sobre cadaletra! Cuntos recaditos, cuntos encargos dara a cada punto! Quventura para la nia! Pronunciar de una vez para siempre el nombre deldueo de su alma, esculpirlo, grabarlo, eternizarlo!... -Quiz eraaquella la primera y ltima carta de amor que le escriba!

    Los amantes de la Arcadia dejaban su nombre escrito en la corteza delos rboles...; pero aquellos alcornoques crecan tanto con el tiempo, que

  • la inscripcin se borraba... -En cambio, un pauelo dura miles de aos!

    Dichoso mortal aquel que recibiera el bordado por la nia! Qu leimportaran ya el olvido ni la inconstancia?... Aquel pauelo podracreditarle eternamente que hubo un da en que fue idolatrado; el da enque la nia levant semejante monumento a la gloria de un soado amor!

    Bienaventuradas las nias que han amado siquiera una hora, porqueellas han visto el reino de los cielos!

    Y, ay tristes de los maridos de esas nias, si esas nias llegan acasarse con hombre a quien no hayan bordado ningn pauelo!* * *

    Pues nada os digo de la consolacin que nos brinda el mouchoircuando la ira ruge en nuestro pecho y las lgrimas se niegan a acudir anuestros ojos!

    Dulce es, entonces despedazarlo con uas y dientes, cebar en l todanuestra furia, maltratarlo sin piedad..., y echarlo de menos al cabo de unmomento, cuando el achaque nasal viene a decirnos: Aqu estoy!

    Y aun entonces veris que, abofeteado y todo como se halla, presentala otra mejilla a vuestros ultrajes!

    No son tan mansos los poseedores de pauelos! Los maltratamos hoysin razn; los buscamos maana para servirnos de ellos, y nos repitenaquel siniestro cantar:

    Cuando quise, no quisiste;

    Ahora que quieres, no quiero...

    * * *

    Por lo dems, hay Diputado que no hilara tres palabras seguidas sino tuviese un pauelo en la mano; cosa que suceda tambin antiguamente alos aficionados que declamaban en los bailes.* * *

    Paso por lo alto la tos, el estornudo y el bostezo, en que tanindispensable es nuestro protagonista, y entro a hablaros de variospauelos en particular.* * *

    S de quien posee el pauelo que le echaron encima al tiempo denacer.

    Y de quien conserva otro empapado en el ltimo sudor de una virgenque muri amndole.

    He visto a miles de caballos caminar tranquilos hacia la muerte enlas plazas de toros slo porque llevaban sobre los ojos un pauelo.

    Fiel imagen de los enamorados, que, como todos sabemos, llevantambin una venda sobre los ojos...

    - Morituri te salutant! -pudieran exclamar unos y otros hroes

  • dirigindose al Presidente de la plaza o al Cura de la parroquia.* * *

    Y ahora que hablo de vendas.

    Dulce es entrar vendado con un pauelo por duea quintaona, en talo cual Torre, aunque no sea de Nesle, donde nos aguarde alguna Margaritade Borgoa, de Fernndez, o de Martnez!

    Dulce es tambin jugar la gallina ciega con muchachas de quince aveinte!

    Dulce es a los diez y ocho aos teir un pauelo con sangre de lasencas y creerse traviato, digo, tsico!

    Dulce es, sobre todo, cuando se encuentra uno solo en el campo,cansado de perseguir mariposas en el mes de julio, a la hora de la siesta,tenderse sobre un haz de espigas y sentir que un pauelo pasa por vuestrafrente y nos enjuga el sudor!

    Pues y prestarlo a una seorita a la salida de un baile para quepreserve su encantadora cabeza de] hmedo relente de la noche?

    Y regalarlo lleno de confites el da de San Antonio Abad a unaaldeana inocente, de esas que se ponen coloradas sin saber por qu?

    Y atarlo a una reja?...* * *

    Pero este artculo seria interminable si me detuviera a enumerartodos los mritos y servicios de ese nuestro camarada de glorias yfatigas.

    Recordad el cotilln en que una dama os elige por pareja,entregndoos su pauelo de nipis.

    Recordad el que vela la faz del agarrotado, no bien llen el verdugosu cometido:

    El que cubre los ojos del prisionero que van a fusilar:

    El que deja caer al suelo una joven para daros ocasin de decirleciertas cosas al presentrselo:

    El que os saluda desde un balcn a las cinco de la maana cuandodoblis la esquina de tal o cual calle, llevando todava en la membranapituitaria un resto del perfume favorito de la mujer que acabis de dejar.

    El que dobladill vuestra hermana cuando regresasteis al hogardomstico:

    El que envuelve dos pistolas, una de ellas vaca y la otra cargada:

    El que enjuga vuestros labios despus que bebisteis agua... o vino:

    El que llenis de violetas en el campo,

    El que ata vuestro pie izquierdo al de vuestro enemigo en un duelo anavaja,

    Y el que cela vuestra sonrisa burlona...

  • * * *

    Y, finalmente, pensad en una despedida eterna; en una de esasseparaciones que mutilan el alma, acaban con unos amores y tuercen endivergente sentido el rumbo antes paralelo de dos existencias; pensad enel reloj que suena como la campana de agona; en el silencio de los doscondenados que, careciendo de tiempo para decirse todo lo que sienten, noquieren ofender su mutua desesperacin dicindose demasiado poco; pensaden la mirada intensa, profunda, atnita, desconsolada, que dirigs porltima vez a la persona querida; en el ronco adis! que abre un abismoentre vosotros; en el postrer apretn de manos que consagra el pacto devuestra eterna desdicha.

    Ya os habis separado y aun tendis los brazos el uno hacia el otropara acortar as la distancia que media entre lo pasado y el porvenir...

    Surca las ondas el barco que os arrebata vuestro bien, vuestrotesoro, vuestra delicia...

    El adis hablado se pierde ya en el aire sin llegar a los odos...

    Las oscilaciones de las olas rompen la cadena magntica de lasmiradas...

    Ya no distingus el rostro que habis contemplado tantas y tantashoras!

    Ya confunds el contorno de su adorado cuerpo con los objetos que larodean...

    Ya la creis perdida... perdida para siempre!...

    El corazn se desploma helado en el fondo del pecho, como un cadveren la sepultura... Prorrumpe al fin la fuente de un inacabable llanto...La soledad os ahoga entre sus brazos de hierro... Vais a morir...

    Entonces veis ondear a lo lejos un pauelo...

    Es ella! Es ella! Ella otra vez! Es su voz, es su mirada, es subeso, es su corazn, es su alma que os visita de nuevo...

    As vivs otros fugitivos instantes...

    Pero cuando el pauelo blanco se reduzca, se achique, desaparezcacompletamente en alta mar..., perded toda esperanza! Las puertas delParaso se han cerrado detrs de vuestros pasos!

    Mas, si tenis otro pauelo, l ser vuestro pao de lgrimas.

    1857

    Si yo tuviera cien millones...- I -

  • Ay de m! Hace muy cerca de veintisiete aos que corrodesaladamente por este valle de lgrimas que llamamos Tierra, buscando,como si se me hubieran perdido antes de nacer, cinco millones de duros delreinado de Fernando VII, o sea cien millones de reales!

    Creo intil decir que todava no los he encontrado, ni (lo que espeor) se me alcanza la manera de dar con ellos. Yo no espero grandesherencias; yo he perdido siempre que he jugado; yo no sirvo para elcomercio ni para otros negocios; yo no creo en que el metal sale de lasminas; acabronse los tiempos de los grandes piratas descritos porFenimore Cooper, Walter Scott y Lord Byron (profesin que me hubieraconvenido); yo no espero ser nunca... nada, ni, caso que fuera...algo, meagradara estafar a mi pas; yo, en fin, no tengo paciencia para buscartesoros en alcazabas morunas o en cementerios judos... Comprenderis,pues, que no abrigue ni la ms remota esperanza de encontrar los dichoscien millones.

    No ocultar, sin embargo, que muchas veces me han pasado (y todavatemo que vuelvan a pasarme)... por la imaginacin... dos ideas oproyectos, adems de los citados, que quiz hubieran podido..., que acasopodran.... que tal vez podrn... proporcionarme aquella suma, dentro delcrculo de mis peculiares circunstancias...

    Estos proyectos o ideas son del tenor siguiente:- II -

    Consiste el primero en dirigirme a uno de esos infinitos lores obanqueros ingleses, solterones, viejos, hipocondracos, aburridos,excntricos, que poseen, cuando menos, ochocientos o novecientos milmillones de libras esterlinas, y decirle stas o semejantes palabras:

    Seor: vos tenis setenta aos de edad y un caudal inmenso.

    Carecis de hijos que os hereden y de tiempo y ocasin en que gozarde todos vuestros tesoros.

    Desprendindoos de cien millones de reales quedarais an tanpoderosamente rico que no conocerais en nada la insignificante merma quehabrais hecho en el ocano de oro que surca el pobre bajel de vuestravida.

    Podrais seguir con los mismos palacios, con los mismos trenes, conla misma servidumbre, con la misma mesa y con la misma cama que tenishoy.

    Nada perderais, absolutamente nada; como el Ocano no pierde parteapreciable de su podero, ni tiene que rectificar sus fronteras cuandoextraemos de l una o veinte toneladas de agua!

    En cambio, dndome esos cien millones, ganarais muchas cosas quehoy no poseis, muchos placeres que nunca habis sentido, una jerarqua aque no habis llegado y aquella paz del alma que le falta a vuestraexistencia.

    Ganarais respeto entre los buenos, cario verdadero y gratitudprofunda en mi corazn, ufana de vos mismo a vuestros propios ojos, yttulos meritorios ante la misericordia divina.

    Tendras en m un hijo y una familia en la ma; familia e hijosumamente respetuosos y amantes (y adems muy desinteresados), que no se

  • alegraran de vuestra muerte, sino que la lloraran de todas veras; dadoque, habindoos heredado en vida, ningn legado esperaran ya en vuestrotestamento.

    Vivirais oyendo nuestras bendiciones...

    Morirais acompaado de nuestro amor...

    Mis hijos y los hijos de mis hijos adornaran de flores vuestrasepultura, como la del bienhechor de su estirpe...

    Tendrais defensores mientras estuvieseis en este mundo, y gente querogase e intercediese por vos cuando estuvieseis en el otro.

    Y todo esto, os lo repito, desinteresadamente; pues el interspasado no se llama inters, tiene un nombre ms bello y santo: se llamagratitud.

    E inters futuro, ninguno, absolutamente ninguno nos llevaramosrespecto de vos, supuesto que (os lo juro por la salvacin de mi alma), sime dierais esos cien millones, nunca, jams, volveramos a pediros nada,ni admitiramos recompensa alguna por los obsequios, por las atenciones,por los cuidados que os dispensaramos continuamente.

    Ahora bien (y prescindiendo de vos por un momento): este grannegocio que os propongo (que ya sera muy grande para vos, aunque no setratar de m, que soy bueno, aunque se tratara del ms ingrato de loshombres, pues ningn alma grande cobra la usura de la gratitud cuando haceuna buena obra); este grandsimo negocio, repito, adquiere doble y tripleimportancia tratndose de una persona como yo.

    Yo soy bueno, vuelvo a deciros; pero mis bellas dotes no sonnicamente de corazn, son tambin de inteligencia...

    Y he aqu por qu me apresuro a aconsejaros que, una vez convencido(como espero que os convenzis) de lo mucho que os acomoda desprenderos decien millones, me prefiris a m entre los muchos necesitados queconoceris y aun quiz estimaris en el mundo. Convenientsimo os serasiempre dar a cualquiera esa pequea suma; pero drmela a m os acomodamucho ms!

    S, seor; yo brillo por las grandes cualidades de corazn y deinteligencia... para gastar dinero, para hacerlo lucir, para estirar unaonza... como suele decirse.

    Yo me jacto (y a justo ttulo) de conocer perfectamente la vida ylas cosas de la vida; de distinguir los placeres legtimos de losfalsificados; de discernir claramente en materia de afectos y creencias;de no confundir lo positivo con lo ilusorio, tomando por positivo lomaterial y pasajero, o por ilusorio lo ideal, lo potico, el sacro imperiodel alma; de no trocar los frenos en punto a lo que es divino y a lo quees humano, y de saber apreciar los inconvenientes de ciertas alegras ylas ventajas de ciertos dolores... Yo soy filsofo!

    Yo s dnde est la verdadera miseria, digna de solcitos socorros;cules son los mejores platos y los mejores vinos, los mejores cigarros yel mejor caf; qu sastre es el ms hbil; qu virtudes merecenrecompensa; qu mujeres resultan ms encantadoras; qu poetas y qu sabiosnecesitan proteccin; qu muebles son los ms cmodos; qu trenes los msbonitos; qu libros los que no tengo y qu clase de vida la ms provechosapara el cuerpo y para el alma.. Yo soy artista!

  • Yo tengo hecho, en fin, mi presupuesto de gastos...

    Slo me falta el de ingresos.

    Yo tengo estudiadas a las mil maravillas todas mis necesidades...

    Slo me falta dinero para satisfacerlas.

    No sera yo, ciertamente, uno de esos hombres a quienes estorban losmillones para ser personas decentes. No sera yo ese becerro de oro quepatrocina el mal gusto, que levanta edificios abigarrados, que afea yvulgariza cuanto toca. No sera yo como el mayorazgo calavera que gasta supatrimonio en proteger neciamente el vicio, en fomentar locamente el mal.No sera yo como el insensato prdigo que vive en perpetuo escndalo,pagando comilonas a vagos y parsitos que se ren de l y lo arruinan. Nosera yo como el vil avaro, soltern, egosta, que pasa la vida contandosu dinero, lleno de privaciones y de zozobras, para que el mejor da laportera de su casa se lo encuentre muerto en un miserable catre de tijeray cargue con las onzas de oro que l ha colocado en simtricos cartuchos.No sera yo como el desatentado jugador, ni como el imbcil domador debailarinas; ni tampoco como el sandio especulador que, pudiendo llevar unavida sosegada, lleva una vida de perros con tal de doblar un capital que,despus de doble, no puede retribuirle los afanes ni el tiempo que le hacostado doblarlo...

    Oh! No; yo no sera nada de eso.

    Yo gastara mi dinero como filsofo, como artista, como cristiano.Procurara ante todo estar en paz con mi alma, y que mi alma estuvieratambin en paz con Dios: protegera el mrito; premiara la virtud (no enpblicos certmenes); socorrera la miseria; fomentara, en fin, lasciencias, las artes y la literatura. Cada onza ma dejara un rastroluminoso en la historia del gnero humano!

    Cuntas grandes obras se realizaran bajo mis auspicios! Qupreciosidades artsticas adornaran mis salones! Hasta la fachada de mipalacio sera un monumento pblico, un recreo para todos, una pgina parala civilizacin, una ufana para mi siglo!

    Y cuntas familias hara yo felices! Cuntos genios ignoradossacara yo a luz!... Yo, que conozco tantos y tantos que slo necesitanveinte duros para brillar!...

    Qu viajes tan tiles y tan aprovechados haramos juntos! Cmoempleara en el bien la influencia que mis cien millones me daran cercadel Gobierno! Qu peridico tan independiente fundara, que dijese laverdad al pblico! Cuntas feas me deberan su dote, su casamiento y sufelicidad! Qu conciertos, qu comidas, qu reuniones literarias, quconcursos, qu torneos, qu de maravillas habra en mi casa!

    Oh, seor ingls! Oh, seor lord! Oh, seor banquero!... Os veoconmovido...- continuara yo exclamando.- La verdad de mis palabras halucido ante vuestros ojos! Vos mismo no habis podido menos de asombrarosal pensar en el ruido, en la gloria, en el provecho que podran dar almundo esos cien millones que duermen en vuestra arca, intiles, mudos,empolvados, envilecidos en ocio abominable! Vos mismo os habis espanta