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ÁFRICA: continente de la esperanza Salvadme Reina Número 51 Octubre 2007

ÁFRICA: continente de la esperanza - Salvadme Reina de ... · les su amor, y en cambio de la ma-yor parte de ellos no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y ... amor”

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ÁFRICA: continente de la esperanza

Salvadme Reina

Número 51 Octubre 2007

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e aquí el Corazón que tanto ha amado a los

hombres, sin escatimar en nada hasta agotarse y consu-

mirse para salvarles y demostrar-les su amor, y en cambio de la ma-

yor parte de ellos no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y

desprecio, en este sacramento de amor”.

(Revelaciones del Sagrado Corazón a Sta. Margarita María Alacoque

in “Escritos Espirituales” de san Claudio de la Colombière)

Imagen del Sagrado

Corazón de Jesús. Casa de

los Heraldos del Evangelio, Río de Janeiro

(Brasil)

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SumariO

Salvadme Reina

Periódico de la Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima

Ano V, nº 51, Octubre 2007

Director Responsable: Eduardo Caballero Baza

Redacción y Administración C/ Cinca, 17

28002 – Madrid R.N.A., Nº 164.671

Dep. Legal: M-40.836- 1999

www.salvadmereina.org [email protected]

Con la Colaboración de la Asociación Internacional Privada de Fieles de

Derecho Pontificio Heraldos del Evangelio

www.heraldos.org

Consejo de Redacción: Guy Gabriel de Ridder, Juliane Vas-concelos A. Campos, Luis Alberto

Blanco Cortés, Mariana Morazzani Arráiz, Severiano Antonio de Oliveira

En España: C/ Cinca, 17

28002 – Madrid Tel. sede operativa 902 199 044

Fax: 902 199 046

Montaje: Equipo de arte gráfica de

los Heraldos del Evangelio

Imprime: Henargraf

Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos, indicando su fuente y enviando una copia a la redacción.

El contenido de los artículos es responsabilidad de los respectivos autores

Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

El continente de la esperança (Editorial) . . . . . . . . . . . . . . . 5

Heraldos en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

El Cielo, ¿también es un lugar material?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .24

África: continente de la esperanza

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16

Kilimanjaro, el monte de la esperanza

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

Entrevista al P . Jesús Junquera Prats

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40

Historia para niños . . . ¡No te atrevas a encender esos cirios!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

Sucedió en la Iglesia y en el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43

La palabra de los Pastores – Educación para la Ciudadanía

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38

San Ignacio de Antioquia – Aquél que llevaba a Cristo en su corazón

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32

Entrevista a Veridiana y Arielle – Mi prima la Beata Albertina

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22

Comentario al Evangelio – ¿Cuándo es inútil rezar?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10

La voz del Papa – Respondiendo a los sacerdotes

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6

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4 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

EscribEn los lEctorEs

Es una rEvista quE nos forma

Es cada día una revista que nos forma sobre las verdades fundamen-tales de la Iglesia Católica, así como de las actividades de otros movimien-tos apostólicos católicos. Entrevistas y reportajes interesantísimos. Es una alegría cada vez que recibo sus noti-cias, a través de la revista, ver el cato-licismo vivo en el mundo actual.

Álvaro DuqueSevilla

Cuando lEo la rEvista, JEsús y maría mE toCan En El fondo dEl Corazón

Me alegra poder recibir todos los meses la revista que me manda, y co-nocer todas esas historias tan profun-das. Me causa mucha alegría poder leerlas.

Además, es muy interesante, pues cuando leo la revista Jesús y María me tocan en el fondo de mi corazón.

Rosa María Matías de ArribaFuenteguinaldo, Salamanca

la rECibo Con sumo agrado

Mi más sincera gratitud por el en-vío de su excelente e interesante re-vista que recibo con sumo agrado. Que sigan siempre adelante con éxito y haciendo el bien, que no dudo que están haciendo. ¡Ánimo, pues!

Con mis efusivas felicitaciones y cordiales y cariñosos saludos con re-cuerdo ante el Señor.

R.P. Luis Paulino García González, MSC

Madrid

la rEvista mE transporta a lo EtErno

Es una revista tan sumamente buena y enriquecedora que te trans-

porta a lo eterno, a lo divino y por ese motivo anhelo recibirla para saturar-me de un contexto ya que refuerza y afianza mi fe.

Sigan en esa línea sin desfallecer para el bien de todos.

Mi efusivo saludo en Cristo que es el Único que nos mantiene firmes.

Mariano Anibarro DavillaÁvila

Es maravillosa En El fondo y En la forma

Me alegra mucho recibir cada mes la revista “Heraldos del Evangelio”.

Es maravillosa en el fondo y en la forma. Sus ilustraciones son magní-ficas y sus artículos, todos, son edi-ficantes y enriquecedores. No sabría decir cuál me gusta más.

Felicito a todos los que colaboran en dicha revista. Su lectura nos ayuda a tener una mayor formación religio-sa, sobretodo a través del “Comenta-rio al Evangelio” y “la voz del Papa”.

Nos permite conocer la labor de los Heraldos en el mundo con bellas fotografías. Nos alegra conocer que la devoción a María se extiende por los cinco continentes. . Nos ayuda a sentirnos unidos y nos fortalece. Me sirve de lectura y meditación.

Ana María Morgado MorgadoSan Pedro de Mérida, Badajoz

dios quiEra quE puEdan ampliar la difusión

Me dio mucha alegría al recibir la revista “Heraldos del Evangelio”, ya que me gusta la lectura. Soy religiosa y me gustaría saber si la revista será cada mes y cuánto es lo que hay que aportar de dinero.

Gracias por enviármela, y Dios quiera que puedan ampliar la difu-sión con personas que yo conozco y luego les enviarías los datos de esas personas. Dios los bendiga.

Hna. Olga Leticia MejíaFontanil de los Oteros, León

la rECibo Con gran amor y EmoCión

No se imagina la alegría que siento al recibir la revista, que es tan hermosa y rica en fe, cultura y amor a nuestra Madre, la Santísima Virgen. Les felicito con todo el co-razón por mostrar al mundo la ri-queza espiritual de Nuestra Santa Madre Iglesia. Gracias hermanos por la generosidad de enviármela cada mes; la recibo con gran amor y emoción pues encuentro en ella y la presencia del Señor y de Su Ma-dre y Madre nuestra, la Virgen Ma-ría. Que la Madre Celestial los ben-diga. Un fuerte abrazo para los ter-ciarios y que la alegría del Señor es-té en cada corazón..

Fray José de María Pinto PintoMonasterio Santa

María de las EscaloniasHornachuelos, Córdoba

HaCEn una gran labor apostóliCa

La revista es extraordinaria por el contenido de sus artículos tan impor-tantes para el conocimiento de la fe de Jesucristo.

Para los creyentes es insustituible. Sobre todo para la difusión que Vds. hacen es una gran labor apostólica, para tanta gente que le pueda hacer mucho bien.

Carmen Laguna SebastiánMadrid

su lECtura trasmitE EspEranza

Les mando estas letras para agra-decerles por la revista que nos man-dan y que con tanta alegría recibi-mos. Resaltamos sus buenos colabo-radores, con cuyos temas aprende-mos y recordamos; su lectura trasmi-te esperanza de fe, ánimo para conti-nuar la lucha.

Me encantan las oraciones que suelen poner al principio.

Joana Lledo GómezGranollers, Barcelona

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Editorial

ÁFRICA: continente de la esperanza

Salvadme Reina

Número 51

Octubre 2007

E

EL CONTINENTE DE LA ESPERANZA

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 5

Montaje fotográfico de la misión del P. Hamilton Naville, E.P., en Mozambique

(Fotos: Alex Siqueira)

n la Antigüedad, no se concebía la existencia de una religión universal destina-da a salvar a todos los pueblos. Cada nación o ciudad tenía sus propias divinida-des, que protegían en exclusividad a sus miembros, habiendo incluso los dioses

familiares, o “hogares”cuyo culto era trasmitido de padre para hijo. Incluso entre los ju-díos, el único pueblo que adoraba el Dios verdadero, predominaba una concepción reli-giosa análoga: Dios sólo protegía a la nación elegida, mientras las demás estaban desti-nadas a la perdición. Por eso, la idea de “misión” como anunciadora de la verdad y sal-vación a los gentiles era impensable.

No obstante, no faltan en las Escrituras pasajes en sentido contrario, profetizan-do una futura conversión de todos los pueblos al verdadero Dios. El Salmo 21, cuyo versículo inicial fue recitado por Jesús en lo alto de la Cruz – “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?” – predice la conversión de toda la tierra al Señor: “Se acordarán y se con convertirán a Yavé todos los confines de la tierra” (Sl 21,28)

La fundación de la Iglesia Católica invirtió esa concepción exclusivista del pen-samiento religioso. El propio Jesucristo envió a los Apóstoles a anunciar el Evange-lio a los paganos: “Id, pues, enseñad; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).

* * *Habiendo sido el hombre creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn. 1, 26) la

humanidad constituye, en su rica pluralidad de razas y pueblos, una magnífica vi-driera de muchos colores que refleja las perfecciones divinas.

De ese conjunto, solamente tenemos hoy en día una figura incompleta y dismi-nuida. Pero en el Cielo, cuando la Historia se concluya y los hombres hayan ocupa-do todos los tronos abandonados por los ángeles caídos, lo contemplaremos en toda su belleza. Y comprenderemos enteramente el plan magnífico de la creación, así co-mo la contribución que cada raza –blanca, negra o amarilla- fue llamada a dar.

Los pueblos de Europa ya han dejado en la Historia y en la Civilización la marca de su fe y de una rica cultura cristiana. Pero, otros, como los de África, también de-berán producir sus frutos bellos en el campo de la espiritualidad y de la cultura.

En efecto, cuando la gracia divina les ilumine el alma, ellos manifestarán mara-villas, encendiendo con un brillo específico las partes que le están reservados en la maravillosa vidriera de las razas y civilizaciones creada por Dios.

Pero para que la luz de Cristo ilumine esos pueblos, es necesario que se cumpla el mandato de Cristo a los Apóstoles, de evangelizar toda la Tierra.

A África le espera aún días de gran esplendor, cuando todos sus pueblos se con-viertan al Señor. Y cuando llegue ese momento, tendrán una alegría especial, en el Cielo y en la Tierra, aquellos que hayan rezado, actuado o sacrificado para que el Continente de la Esperanza realice el proyecto de Dios.

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S

Respondiendo a los sacerdotes

6 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

La Voz deL PaPa

Habiendo pasado el primer período de sus vacaciones en Los Alpes, Benedicto XVI quiso reunirse con los sacerdotes de las diócesis de Belluno-Feltre y Treviso, con quienes mantuvo una amena conversación, respondiendo espontáneamente sus consultas. Publicamos dos de ellas por su especial interés.

anto Padre, se habla de nueva evangelización, pe-ro ¿qué hacer para que resplandezca aún en nues-tros hogares y sea agua

que apague la sed también de las nume-rosas personas que parecen ya no tener sed?

La pregunta fundamental de nues-tro trabajo pastoral es cómo llevar a Dios al mundo, a nuestros contem-

poráneos. Evidentemente, el llevar a Dios abarca muchos aspectos: el anuncio, la vida y muerte de Jesús se desarrollaron en varias dimensiones, que forman una unidad.

El cristianismo no es un paquete complicadísimo de muchos dogmas, que nadie podría conocer en su totali-dad. No es algo sólo para académicos, que pueden estudiar estas cosas. Es al-go sencillo: Dios existe, Dios es cerca-

no en Jesucristo. El mismo Jesucristo, resumiendo, dijo: “Ha llegado el reino de Dios”. Esto es lo que anunciamos, algo muy sencillo en el fondo. […]

Cómo mostrar las dimensiones del anuncio de Cristo

Es decir, el mejor testimonio de Cristo, el mejor anuncio, es siempre la vida auténtica de los cristianos. Hoy el anuncio más hermoso lo realizan las fa-

El Santo Padre responde las preguntas de los sacerdotes en la Iglesia de Santa Justina Mártir en

Auronzo di Cadore (Italia)

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 7

milias que, alimentándose de fe, viven con una alegría profunda y fundamen-tal, incluso en medio del sufrimiento, y ayudan a los demás, amando a Dios y al prójimo. También para mí el anuncio más consolador es siempre ver a fami-lias católicas o a personalidades católi-cas impregnadas de fe. En ellas resplan-dece realmente la presencia de Dios y a través de ellas llega el “agua viva” de la que usted ha hablado. Así pues, el anuncio fundamental es precisamente el de la vida misma de los cristianos.

Naturalmente, después viene el anuncio de la Palabra. Debemos hacer todo lo posible para que se escuche y se conozca la Palabra. Hoy existen mu-chas escuelas de la Palabra y del diálogo con Dios en la sagrada Escritura, diálo-go que también se transforma necesa-riamente en oración, porque un estudio meramente teórico de la sagrada Escri-tura es sólo una escucha intelectual y no sería un verdadero y suficiente encuen-tro con la palabra de Dios. Si es verdad que en la Escritura y en la palabra de Dios es el Señor, el Dios vivo, quien nos habla, suscita nuestra respuesta y nues-tra oración, entonces las escuelas de la Escritura deben ser también escue-las de oración, de diálogo con Dios, de acercamiento íntimo a Dios.

A continuación vienen, natural-mente, los sacramentos. Con Dios siempre vienen también todos los san-tos. Como nos dice la sagrada Escri-tura desde el inicio, Dios nunca vie-ne solo, viene acompañado y rodea-do de los ángeles y de los santos. En la gran vidriera de San Pedro que repre-senta al Espíritu Santo me agrada mu-cho que Dios se encuentre rodeado de una multitud de ángeles y de seres vi-vos, que son expresión y, por decirlo así, emanación del amor de Dios.

El amor a la Virgen es la gran fuerza de la catolicidad

Con Dios, con Cristo, con el hombre que es Dios y con Dios que es hombre, viene la Virgen. Esto es muy importan-te. Dios, el Señor, tiene una Madre y en esa Madre reconocemos realmen-

te la bondad materna de Dios. La Vir-gen, Madre de Dios, es el auxilio de los cristianos, es nuestra consolación per-manente, es nuestra gran ayuda.

Esto lo veo también en el diálogo con los obispos del mundo, de Áfri-ca y últimamente de América Latina. El amor a la Virgen es la gran fuerza de la catolicidad. En la Virgen reco-nocemos toda la ternura de Dios; por eso, cultivar y vivir este gozoso amor a la Virgen, a María, es un don muy grande de la catolicidad.

Luego vienen los santos. Cada lu-gar tiene su santo. Eso está bien, por-que así vemos los múltiples colores de la única luz de Dios y de su amor, que se acerca a nosotros. Debemos descubrir a los santos en su belleza, en su acercarse a nosotros en la Pala-bra inagotable de Dios.

Asimismo, todos los aspectos de la vida parroquial, incluso los huma-nos. No debemos andar siempre por las nubes, por las altísimas nubes del Misterio; también debemos estar con los pies en la tierra y vivir juntos la alegría de ser una gran familia: la pe-queña gran familia de la parroquia, la gran familia de la diócesis, la gran fa-milia de la Iglesia universal.

En Roma puedo ver todo esto; pue-do ver cómo personas procedentes de

todas las partes de la tierra y que no se conocen, en realidad se conocen, por-que todos forman parte de la familia de Dios; se sienten una familia porque lo tienen todo: amor al Señor, amor a la Virgen, amor a los santos; tienen la sucesión apostólica, al Sucesor de Pe-dro, a los obispos. Esta alegría de la catolicidad, con sus múltiples colores, es también la alegría de la belleza.

Aquí tenemos la belleza de un her-moso órgano; la belleza de una her-mosísima iglesia; la belleza que se ha desarrollado en la Iglesia. Me parece un testimonio maravilloso de la pre-sencia y de la verdad de Dios. La Ver-dad se manifiesta en la belleza y de-bemos agradecer esta belleza y hacer todo lo posible para que permanez-ca, se desarrolle y crezca aún más. De esta forma, llega Dios hasta nosotros de un modo muy concreto.

Santo Padre, le pido una palabra para los de mi generación, los que nos preparamos al sacerdocio durante los años del Concilio.

Es una pregunta importante y co-nozco muy bien la situación. También yo viví los tiempos del Concilio; estuve en la basílica de San Pedro con gran en-tusiasmo, viendo cómo se abrían nue-vas puertas; parecía realmente un nue-vo Pentecostés, con el que la Iglesia po-

Cálida recepción al Papa Benedicto XVI por parte de los sacerdotes de las diócesis de Belluno-Feltre y Treviso

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8 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

día convencer de nuevo a la humani-dad, después de que el mundo se hubie-ra alejado de la Iglesia en los siglos XIX y XX. Parecía que la Iglesia y el mundo se volvían a encontrar, y que renacía un mundo cristiano y una Iglesia del mun-do y realmente abierta al mundo. Espe-rábamos mucho, pero las cosas han re-sultado más difíciles en la realidad.

Con todo, queda la gran heren-cia del Concilio, que abrió un camino nuevo. Es siempre una charta magna del camino de la Iglesia, muy esencial y fundamental.

Los tiempos de un posconcilio casi siempre son muy difíciles

Pero, ¿por qué ha sucedido así? En primer lugar, quisiera hacer una anotación histórica. Los tiempos de un posconcilio casi siempre son muy difíciles. Después del gran concilio de Nicea, que para nosotros es realmen-te el fundamento de nuestra fe, pues de hecho profesamos la fe formulada en Nicea, no se produjo una situación de reconciliación y de unidad, como esperaba Constantino, promotor de ese gran concilio, sino una situación realmente caótica, en la que todos lu-chaban contra todos.

San Basilio, en su libro sobre el Es-píritu Santo, compara la situación de la Iglesia después del concilio de Nicea con una batalla naval nocturna, donde nadie reconoce al otro, sino que todos luchan contra todos. Realmente era una situación de caos total. Así descri-be san Basilio con gran plasticidad el drama del posconcilio, del tiempo que siguió al concilio de Nicea. […]

Por tanto, con una visión retros-pectiva, para todos nosotros no es una gran sorpresa ahora, como lo fue en un primer momento, digerir el Concilio y su gran mensaje. Introdu-cirlo y recibirlo para que se convierta en vida de la Iglesia, asimilarlo en las diversas realidades de la Iglesia, es un sufrimiento, y el crecimiento só-lo se realiza con sufrimiento. Crecer siempre implica sufrir, porque es sa-lir de un estado y pasar a otro.

La primera ruptura histórica posconciliar

En concreto, debemos constatar que durante el posconcilio se produ-jeron dos grandes rupturas históricas. La ruptura de 1968, es decir, el inicio o –me atrevería a decir– la explosión de la gran crisis cultural de Occidente. Ha-bía desaparecido la generación del pe-ríodo posterior a la guerra, una genera-ción que después de todas las destruc-ciones y viendo el horror de la guerra, del combatirse unos a otros, y consta-tando el drama de las grandes ideolo-gías que realmente habían llevado a la gente al abismo de la guerra, habían re-descubierto las raíces cristianas de Eu-ropa y habían comenzado a recons-truirla con estas grandes inspiraciones.

Al desaparecer esa generación, se veían también todos los fracasos, las lagunas de esa reconstrucción, la gran miseria que había en el mundo. Así comienza, explota la crisis de la cultu-ra occidental: una revolución cultural que quiere cambiar todo radicalmente. Afirma: en dos mil años de cristianis-mo no hemos creado el mundo mejor. Por tanto, debemos volver a comenzar de cero, de un modo totalmente nuevo. El marxismo parece la receta científica para crear por fin el mundo nuevo. En este grave y gran enfrentamiento entre la nueva –sana– modernidad querida por el Concilio y la crisis de la moderni-dad, todo resulta tan difícil como des-pués del primer concilio de Nicea.

Una parte opinaba que esta revo-lución cultural era lo que había queri-do el Concilio; identificaba esta nue-va revolución cultural marxista con la voluntad del Concilio. Decía: “Esto es el Concilio. Según la letra, los tex-tos son aún un poco anticuados, pero tras las palabras escritas está este es-píritu; esta es la voluntad del Conci-lio. Así debemos actuar”.

Y, por otra parte, naturalmente vie-ne la reacción: “así destruís la Iglesia”. Una reacción absoluta contra el Con-cilio, el anticonciliarismo, y también el tímido, humilde intento de realizar el verdadero espíritu del Concilio. Dice

un proverbio: “Hace más ruido un ár-bol que cae que un bosque que crece”. El bosque que crece no se escucha, porque lo hace sin ruido, en su proce-so de desarrollo. Así, mientras se es-cuchaban los grandes ruidos del pro-gresismo equivocado, del anticonci-liarismo, ha ido creciendo silenciosa-mente el camino de la Iglesia, aunque con muchos sufrimientos e incluso con muchas pérdidas en la construcción de un nuevo paso cultural.

La segunda ruptura histórica posconciliar

La segunda ruptura tuvo lugar en 1989. Tras la caída de los regímenes comunistas no se produjo, como po-día esperarse, el regreso a la fe; no se redescubrió que precisamente la Iglesia con el Concilio auténtico ya había dado la respuesta. El resultado fue, en cambio, un escepticismo total, la llamada “posmodernidad”. Según esta, nada es verdad, cada uno de-be buscarse la forma de vivir; se afir-ma un materialismo, un escepticismo pseudo-racionalista ciego que desem-boca en la droga, en todos los proble-mas que conocemos, y de nuevo cie-rra los caminos a la fe, porque es muy sencilla, muy evidente.

No, no existe nada verdadero. La verdad es intolerante; no podemos se-guir ese camino. Pues bien, en esos dos contextos de rupturas culturales –la primera, la revolución cultural de 1968; la segunda, la caída en el nihilismo des-pués de 1989– la Iglesia ha seguido con humildad su camino entre las pasiones del mundo y la gloria del Señor.

En ese camino debemos crecer con paciencia, aprendiendo nuevamente lo que significa renunciar al triunfalis-mo. El Concilio dijo que era preciso re-nunciar al triunfalismo, pensando en el barroco, en todas las grandes culturas de la Iglesia. Se dijo: “comencemos de modo moderno, de modo nuevo”. Pe-ro surgió otro triunfalismo, el de pen-sar: “ahora nosotros hacemos las cosas; hemos encontrado el camino, así cons-truimos el mundo nuevo”.

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 9

La humildad de la cruz, de Cristo crucificado, también excluye este triun-falismo. Debemos renunciar al triun-falismo según el cual ahora nace real-mente la gran Iglesia del futuro. La Iglesia de Cristo siempre es humilde y precisamente así es grande y gozosa. Me parece muy importante que ahora podamos ver claramente todo lo positi-vo que ha habido en el posconcilio: en la renovación de la liturgia, en los Sí-nodos –Sínodos romanos, Sínodos uni-versales, Sínodos diocesanos–, en las estructuras parroquiales, en la colabo-ración, en la nueva responsabilidad de los laicos, en la gran corresponsabili-dad intercultural e intercontinental, en una nueva experiencia de la catolicidad de la Iglesia, de la unanimidad que cre-ce en humildad y sin embargo es la ver-dadera esperanza del mundo.

Así pues, debemos redescubrir la gran herencia del Concilio, que no es un espíritu reconstruido tras los tex-tos, sino que son precisamente los grandes textos conciliares releídos ahora con las experiencias que he-mos tenido y que han dado fruto en tantos Movimientos, en tantas nue-vas comunidades religiosas.

La experiencia de Brasil

Antes de mi viaje a Brasil tenía yo la idea de que las sectas estaban cre-ciendo y que la Iglesia católica era un poco estática; sin embargo, ya estan-do allá, comprobé que casi todos los días nace en Brasil una nueva comu-nidad religiosa, un nuevo Movimien-to. No sólo crecen las sectas; también crece la Iglesia con nuevas realida-des, llenas de vitalidad, que, aunque no llenan las estadísticas –esta es una esperanza falsa, pues no debemos di-vinizar las estadísticas–, crecen en las almas y suscitan la alegría de la fe, hacen presente el Evangelio, promo-viendo así también un verdadero de-sarrollo del mundo y de la sociedad.

Por tanto, me parece que debemos combinar la gran humildad de Cristo crucificado, de una Iglesia que es siem-pre humilde y siempre atacada por los grandes poderes económicos, milita-res, etc., pero, juntamente con esta hu-mildad, debemos aprender también el verdadero triunfalismo de la catolici-dad, que crece en todos los siglos.

También hoy crece la presencia de Cristo crucificado y resucitado, el cual tiene y conserva sus heridas; está herido, pero precisamente así renue-

va el mundo; da su Espíritu, que re-nueva también a la Iglesia, a pesar de toda nuestra pobreza. Con este con-junto de humildad de la cruz y de ale-gría del Señor resucitado, el Concilio nos dio una gran señal para indicar-nos el camino, a fin de que podamos avanzar con alegría y llenos de espe-ranza.

(Encuentro del Santo Padre con los sacerdotes de las diócesis de Belluno-

Feltre y Treviso, 24/7/2007)

Oss

erva

torio

Rom

ano

“Casi todos los días nace en Brasil una nueva comunidad religiosa, un nuevo movimiento; la Iglesia crece con

nuevas realidades llenas de vitalidad”

Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana. La versión íntegra de los mismos puede ser consultada en www.heraldos.org

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¿Cuándo es inútil rezar?

P. João Scognamiglio Clá Dias, E.P.

10 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Comentario aL eVangeLio – 30º domingo de tiemPo ordinario

Si queremos estar seguros de que nuestra oración será atendida por Dios, debemos imitar el modo de rezar del publicano, humillándonos frente a Él y pidiendo perdón por nuestros pecados.

I – El orgullo: causa dE todos los vIcIos

“¡Serpientes! ¡Raza de víboras!” He aquí algunos títulos salidos de los divinos labios de Jesús para designar a los fariseos. En el mismo capítulo de Mateo (23) se agrupan las princi-pales recriminaciones de las que fue-ron objeto: eran “hipócritas”, devo-raban la hacienda de las viudas, ce-rraban las puertas del Cielo, trans-formaban a sus prosélitos en hijos del infierno, eran “insensatos” y “guías de ciegos”, “sepulcros blanqueados”, herederos de la maldición por “toda la sangre inocente derramada sobre la tierra”.

Lo cierto es que ellos fueron los opositores más duros al reino de Dios traído por el Mesías, y pe-se a que las pruebas acerca del rei-no eran abundantes y evidentes, no solamente las rechazaban sino que, tanto como podían, las silenciaban u ofrecían malévolas interpretaciones de las mismas.

¿Dónde estaba en sus almas la raíz de este pecado terrible contra el Es-píritu Santo?

La vanidad más peligrosa

Los fariseos tuvieron un origen virtuoso casi doscientos años antes de Cristo, cuando quisieron separar-se de quienes se abrían a la influen-

cia del relativismo mundano propa-gado desde Grecia. Pero, como su-cede no pocas veces, la falta de vigi-lancia y de ascética los precipitó en una de las vanidades más peligrosas, aquella que se mezcla con el deseo de perfección.

Cuando el cristiano adopta el camino de la santidad, es indis-pensable que coloque el interés de Dios por encima de toda la crea-ción, como también que dedique al interés del prójimo más atención que al suyo, de orden personal, pa-ra confiar este último a la Provi-dencia Divina, tal como enseña el salmista: “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria” (Sal 113, 1).

Los fariseos tuvieron un origen

virtuoso, pero la falta de vigilancia

y ascética los precipitó en una de las vanidades más peligrosas

En la página siguiente – “Cristo con los Apóstoles”. Basílica de

San Pablo Extramuros, Roma

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¿Cuándo es inútil rezar?

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 11

9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: 10 «Dos hombres subieron al tem-plo a orar; uno fariseo, otro publicano. 11 El fa-riseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gra-cias porque no soy como los demás hombres, rapa-ces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publi-cano. 12 Ayuno dos veces por semana, doy el diez-mo de todas mis ganan-cias.” 13 En cambio el pu-blicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cie-lo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!” 14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se exalta será humillado, y el que se humille será exal-tado» (Lc 18, 9-14).

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12 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Los fariseos olvidaron que era ne-cesario poner un freno en su ánimo para evitar su exacerbación inmode-rada, practicando así la esencial vir-tud de la humildad, como la define santo Tomás de Aquino: “La humil-dad reprime al apetito para que no as-pire a las cosas grandes sin contar con la recta razón” 1. “Para esto es preciso que uno conozca lo que falta respecto de lo que excede sus fuerzas. Por eso el conocimiento de los defectos propios pertenece a la humildad como regla di-rectiva del apetito” 2.

En ausencia de la virtud de la humildad, el proceso de separarse del resto, bueno e incluso necesa-rio en un principio, fue metamor-foseándose de manera lenta, pero profunda y fatal, en una sobrevalo-ración de sus auténticas o fingidas cualidades morales. Dicho estado de alma queda bastante bien ilus-trado en estas palabras de un rabi-no, recogidas por el Talmud: “De-cía R. Jeremías, llamado Simón, hi-jo de Jochai: Yo puedo compensar los pecados de todo el mundo entero desde el día en que nací hasta hoy, y, si muriera mi hijo Eleazar, podría li-brar a todos los hombres que existie-ron en el mundo desde que fue crea-do hasta hoy. Y si estuviera con no-sotros Jotán, hijo de Uzías, podría-mos hacerlo de todos los pecados desde la creación del mundo hasta su final […]. Veía los hijos del ban-quete divino y eran pocos. Si fuesen mil, mi hijo y yo nos contaríamos entre ellos; si fuesen sólo dos, sería-mos mi hijo y yo” 3.

Quien se deja llevar por el orgullo no reconoce límites

Una vez perdida la humildad por la vana autocomplacencia, el orgullo fariseo –como en cualquier otro ca-so– no respetó ya ningún límite. En-soberbecido, se instaló a sí mismo en el centro del universo, exaltando sus propias cualidades. No sólo despre-ciaba las del prójimo sino que trataba de exagerar los defectos de éste, sien-

do que a veces él mismo los poseía en mayor grado.

El fariseo, a causa de su jactan-cia desenfrenada, daba invariable-mente la razón a sus opiniones. Los fracasos siempre sucedían porque no había sido consultado; si muchos lo contradecían, era porque en el fondo –según él– la sabiduría per-tenece a una minoría selecta; si ha-bía unanimidad con él, se sentía el dirigente; si debía someterse ante alguna autoridad, trataba de domi-narla, pero como la mayoría de las veces esto no era fácil, se deslizaba hacia la censura, la crítica y el sabo-taje, acabando por fin en la desobe-diencia. Además era siempre ingra-to, porque cualquier beneficio que se le hiciera lo tomaba como un pu-ro acto de justicia y por eso nunca agradecía nada.

El fariseo, como cualquier orgu-lloso, al convertirse en el centro de atención, no toleraba al que no gira-ra alrededor suyo, y fomentaba la dis-cordia siempre que la ocasión lo exi-gía, lleno de envidia, valiéndose sin escrúpulo alguno de detracciones, ca-lumnias, etc.

ocultar algunos de sus vicios eviden-tes, negaba que fueran vicios.

¡Pobre fariseo! No se daba cuen-ta de los males que se le iban enci-ma por buscar la gloria donde no la había. No percibía que el vicio de la soberbia es el primero, no sólo en manifestarse al exterior, sino en ser identificado rápidamente por todos. Tal vez moría sin haberlo visto, pero cuantos vivían a su lado ya lo habían catalogado.

El fariseo, que no quería recono-cerse víctima de tan grave mal, ¿có-mo podría corregirse de su defecto? Se creía santo… Convertirse le re-sultaba muy difícil porque, como di-ce santa Teresa, la humildad es andar en verdad 4.

Le hacía falta, indispensablemen-te, verse y hasta sentirse tal como era, discernir con claridad el origen de los lados buenos y malos de su alma. De ser así, reconocería el bien que ha-bía en él para atribuirlo a Dios de in-

El fariseo, como cualquier orgulloso, al convertirse en el centro de atención,

no toleraba al que no girara

alrededor suyo

En los fariseos, la hipocresía se suma al orgullo

En esencia, el fariseo era un egó-latra, pero mediante su refinada hi-pocresía se presentaba como respe-tuoso de Dios y justo con los hom-bres. Y, dado que no siempre podía

Photo Scala – Florencia

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 13

mediato; igualmente, al constatar su propia maldad, sus faltas y sus peca-dos, los atribuiría a su voluntad de-teriorada y perversa. Asumiendo es-ta postura, admitiría fácilmente que uno, sin la ayuda de la gracia, no só-lo deja de cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios en forma duradera, sino que es incapaz hasta de pronun-ciar una buena palabra. Nunca habla-ría de sí mismo o de sus virtudes, y de verse obligado a hacerlo por razones de fuerza mayor, imitaría a san Pa-blo: “Gratia Dei sum id quod sum” – “Por la gracia de Dios, soy lo que soy” (1 Cor 15, 10).

Si emprendiera este camino, su in-terior sería luminoso, porque su ojo estaría sano (cf. Mt 6, 22), su vista no estaría vendada por el amor propio ni tampoco se haría falsas ilusiones sobre la debilidad, las tendencias y la malicia de la criatura humana.

Al fariseo le faltaba aprender con santa Teresa lo necesario que es an-

dar en verdad: “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nues-tro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante a mi parecer sin considerarlo, sino de pres-to, esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en ver-dad, que lo es muy grande no tener co-sa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, an-da en mentira. A quien más lo entien-da agrada más a la suma Verdad, por-que anda en ella” 5.

Si el fariseo siguiera este camino, no pondría su confianza en sí mismo jamás, sino solamente en Dios, some-tiéndose en todo a su santísima vo-luntad. Tendría caridad verdadera con los demás, tal como recomienda santo Tomás de Aquino: “No sólo de-bemos reverenciar a Dios en sí mismo, sino lo que hay de Dios en cualquier

feriores a vosotros en lo exterior’. Tam-bién puede uno, sin caer en falsedad, ‘confesarse y creerse inútil e indigno para todo’ teniendo en cuenta las fuer-zas propias, para atribuir a Dios todo lo que vale, según dice el Apóstol: ‘No que por nosotros mismos seamos capa-ces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra ca-pacidad viene de Dios’” 7. Por lo mis-mo, el fariseo, al verificar los adelan-tos espirituales realizados en la prác-tica de la virtud con ayuda de la gra-cia, debería considerarlos como algo relativo, y reconocer cuánto más po-dría haber correspondido a los dones de Dios.

Sublime ejemplo del Divino Maestro

Estas son algunas razones por las que se encuentra tantas veces el in-centivo a la humildad en la Sagra-da Escritura. Qué distinta habría si-do la Historia si los fariseos hubieran oído y amado la invitación del Divi-no Maestro: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y halla-réis descanso para vuestras almas” (Mt 11, 29). Si estuvieran presentes en el acto practicado por Jesús en la Santa Cena, y hubieran guardado en su co-razón las palabras que el Señor profi-rió en seguida –“Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis co-mo yo he hecho con vosotros. En ver-dad, en verdad os digo: no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que le envía. Sabiendo esto, di-chosos seréis si lo cumplís” (Jn 13, 15-17)–, habrían tenido también la ver-dadera paz de alma y la felicidad completa.

Pongamos ahora nuestros ojos en la parábola propuesta en la liturgia de hoy.

II – la parábola dEl farIsEo y dEl publIcano

Dijo también a algunos que se tenían por justos y desprecia-ban a los demás, esta parábola.

¡Pobre fariseo! No percibía que el vicio de la soberbia

es el primero en ser distinguido rápidamente

por todos

“Oración del publicano y del fariseo” – Iglesia de san Apolinario Nuevo – Rávena (Italia)

hombre” 6. “Uno puede, sin caer en fal-sedad, ‘creerse y manifestarse más vil que los otros’ debido a defectos ocultos que reconoce en sí mismo y los dones de Dios ocultos en los demás. Por eso dice San Agustín: ‘Estimad interior-mente superiores a aquellos que son in-

“El que se exalta será humillado, y el que se humille será exaltado” (Lc 18, 14)

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14 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Los comentaristas elaboran inte-resantes consideraciones acerca de la presente parábola. Entre ellas desta-ca la de san Agustín, que se relaciona con el versículo anterior: “Pero, cuan-do el Hijo del hombre venga, ¿encon-trará la fe sobre la tierra?” (Lc 18, 8). La fe es la virtud del que pone su con-fianza en Dios, no en sí mismo. “Co-mo la fe no es de los soberbios, sino de los humildes, dijo [Jesús] esta pará-bola”, dirigida a los que no agradan a Dios con sus oraciones debido a su presunción. La estima desequilibra-da de los méritos propios contraría la realidad, especialmente si el orgu-lloso se presenta como impecable. En teoría, con la gracia de Dios y dada la existencia del libre albedrío, pudiera haber un hombre sin pecado; pero a excepción del Hijo del Hombre y de su Madre Santísima, no hay otro, de acuerdo al salmista: “No entres en jui-cio con tu siervo, pues no es justo ante ti ningún viviente” (Sal 142, 2), o me-jor aún, como afirma san Juan: “Si decimos: ‘No tenemos pecado’, nos en-

gañamos y la verdad no está en noso-tros” (1 Jn 1, 8) 9.

La parábola se destina a los que sobrevaloran sus cualidades, creyén-dose santos e incluso impecables, y tratan al resto con desprecio. Es un guante hecho a la medida de la ma-no farisaica, o de cuantos puedan ser clasificados como discípulos suyos por cultivar el mismo espíritu. Tres vicios son apuntados aquí: confianza en sí mismo, presunción de santidad

cador despreciable, no hará más que atraer sobre sí el escándalo de todos y la cólera del propio Dios.

Inútil oración del fariseo

El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ga-nancias.”

Cuesta creer que esta oración no haya sido real. Cristo, en su di-vinidad, ¡cuántas veces recibió de las criaturas humanas pensamien-tos tanto o más orgullosos que és-te! ¿Es posible hablar de oración? ¡No! Se trata de un profundo acto de orgullo, un auto-elogio, un in-solente desprecio del resto de los hombres.

“Te doy gracias…” Nada mejor que darle gracias a Dios, pero esta postura espiritual, piadosa y meri-toria, debe emanar de la considera-ción de nuestra nada, de un robus-to sentimiento de nuestras flaquezas y miserias, como también de la ado-ración a Dios por su infinita miseri-cordia, que no sólo suspende los cas-tigos que merecemos, sino que en su lugar nos colma de dones y de gra-cias.

El agradecimiento del fariseo no es así; por el contrario, se exal-ta a sí mismo e insulta a los demás. “Busca en sus palabras lo que pidió a Dios, y no hallarás nada. Subió a orar y no quiso rogar a Dios, sino alabar-se a sí mismo. Pobre cosa es alabarse en vez de rogar a Dios, y le añade to-davía el menosprecio al que oraba” 10. “Con esto abrió la ciudad de su cora-zón, por orgullo, a los enemigos que la sitiaban, la que en vano cerró por la oración y el ayuno: que son inútiles todas las fortificaciones, cuando care-ce de ellas un punto por el que puede entrar el enemigo” 11.

El publicano es todo humildad,

contrición y pedido de clemencia; no hay en él

ninguna ligereza de espíritu, ni disipación o

agitación perpetua

La humildad del publicano le obtuvo el perdón de Dios

y desprecio de los demás; vicios con-trarios a tres virtudes: fe, humildad y caridad.

Dos hombres subieron al tem-plo a orar; uno fariseo, otro publicano.

Aquí está una frase sencilla pero llena de denso significado. A la mis-ma hora y con el mismo propósito de rezar, dos hombres suben el mon-te Moria, donde estaba emplazado el Templo: un fariseo y un publicano. Al primero ya lo conocemos. El segundo pertenecía a la clase que todos consi-deraban de los pecadores, odiada por cobrar impuestos al servicio de los ro-manos. Según el juicio humano, el fa-riseo es justo, lleno de virtud y piado-so, y seguramente elevará una plega-ria excelente. En cambio el otro, pe-

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 15

La oración humilde salvó al publicano pecadorEn cambio el publicano, man-teniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cie-lo, sino que se golpeaba el pe-cho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pe-cador!”

Actitud, espíritu y palabras com-pletamente diferentes a los que asu-me y formula el fariseo. El publicano es todo humildad, contrición y pedi-do de clemencia; siguiendo una cos-tumbre que no se ve más en las igle-sias, se golpeaba el pecho sin respe-to humano; contrariando las modas piadosas de hoy, no hay en él ningu-na ligereza de espíritu, ni disipación o agitación perpetua. Hablaba con Dios; muy al contrario de otros que en la actualidad entran a las iglesias sin haber hecho una oración siquiera. El publicano da ejemplo incluso en lo que atañe al núcleo de su pedido: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”.

Sentencia de Jesús

Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se exalta será hu-millado, y el que se humille se-rá exaltado.

“En el momento de entrar en el tem-plo, los dos personajes, aun pertene-ciendo a categorías religiosas y sociales distintas, eran muy semejantes entre sí. En el momento de salir, aquellos dos personajes son radicalmente distintos. Uno estaba ‘justificado’, esto es, era justo, perdonado, estaba en paz con Dios, había sido hecho criatura nue-va; el otro ha permanecido el que era al inicio, es más, quizás hasta ha em-peorado su posición ante Dios. Uno ha obtenido la salvación, el otro no” 12.

Mucha atención: aquí se trata de una sentencia proferida por el Juez infalible y soberano, el propio Hi-jo de Dios, que no pocas veces di-

fiere de los hombres. Si se nos pidie-ra elegir, sin las luces de la gracia, a uno de los apóstoles para convertir-se en el primer Pontífice de la San-ta Iglesia, no sería descabellado ima-ginar que a unos los tacharíamos de pretenciosos, a otros de poco acti-vos, y al mismo Pedro de exagerado e imprudente; quizá habríamos ele-gido a Judas antes de su traición, a causa de su gran discreción, seguri-dad y habilidad financiera, tanto más

si se uniera a la justicia? Y si la sober-bia es capaz de estropear a la justicia, ¿qué no conseguirá si se alía con el pe-cado?” 13.

1 S. Tomás de Aquino. Suma Teológica II-II q. 161 a. 1 ad 3.

2 Idem. ibídem, a. 2 c.3 Cf. Sucá fol. 452, apud Mons. Herre-

ra Oria, La Palabra de Cristo, tomo VI, p. 952.

4 S. Teresa de Jesús. Las Moradas, Mora-da sexta, c. 10 § 6-7

5 Ibídem.6 S. Tomás de Aquino. Ibídem, a. 3 ad 1.7 Idem. ibídem, a. 6 ad 1.8 S. Agustín. Serm. 115, 2.9 S. Agustín. De peccatorum meritis et re-

missione, lib. II, 8.10 Idem. Serm. 115, 2.11 S. Gregorio, apud S. Tomás de Aquino,

Catena Aurea, in Luc.12 P. Raniero Cantalamessa. Echad las re-

des – Reflexiones sobre los Evange-lios – Ciclo C, Edicep C.N., Valencia, 2003, p. 333.

13 Cornelio a Lápide. In Luc.

La humildad llevó a un ladrón al cielo

antes que a los apóstoles; pues, si unida a los delitos es capaz de tanto,

¿qué no podría si se uniera a la justicia?

El fariseo salió del Templo sobrecargado con su orgullo

cuando llegó a criticar a la Magdale-na por derrochar dinero en perfumes para el Maestro, cuando había enton-ces muchos pobres y necesitados. Es-to nos permite entender lo que sería de la Iglesia misma si el Espíritu San-to no la dirigiera, y lo que será de no-sotros si no nos sometemos a sus ins-piraciones.

III – la humIldad llEvó un ladrón al cIElo

La liturgia de hoy puede ser muy útil para un provechoso examen de conciencia: ¿hasta dónde somos hu-mildes como el publicano? Sea cual sea el resultado de dicho examen, re-cordemos: “La humildad llevó a un ladrón al cielo antes que a los apósto-les. Pues si la humildad unida a los de-litos es capaz de tanto, ¿qué no podría

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De Brasil a Mozambique

José Antonio Dominguez

16 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

de BrasiL a mozamBique

De toda la actuación de los Heraldos del Evangelio, partir para tierras de misión es lo que más atrae a sus miembros. Mozambique es el destino codiciado por todos.

Práctica de la devoción de los Primeros Sábados de

mes en la catedral de Sao Paulo (Brasil)

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L

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 17

a Catedral de la Sé de Sao Paulo está llena de fieles que esperan el inicio de una celebraci-ón. Un toque de trom-

peta corta la leve agitación y el movi-miento de personas que todavía bus-can un lugar libre para sentarse an-tes de la ceremonia. Comienza enton-ces un solemne cortejo, precediendo la imagen peregrina del Inmaculado Co-razón de María, que será enseguida co-ronada simbólicamente, mientras los fieles aclaman calurosamente a la Rei-na de los Cielos. Este acto constituye el acto de abertura de la ceremonia que todos los Primeros Sábados los Heral-dos del Evangelio promueven en la Ca-tedral de la Sé.

Después de la coronación de Nues-tra Señora, se sucede el rezo del Rosa-rio, la meditación de quince minutos y la Celebración Eucarística. Mientras tanto, numerosas filas de confesión avanzan lentamente, conduciendo a los fieles a la reconciliación con Dios.

Son muchas las personas que, pa-sando por el centro de la ciudad, en-tran en esta grandiosa catedral, atraí-das por las personas en movimiento o, simplemente, para apreciar la bella ar-quitectura del edificio sagrado, siendo sorprendidas por esa ceremonia llena de esplendor. Encantadas por la belle-za de la liturgia y de la música, y por un discreto convite de la gracia, mu-chos terminan quedándose a fin de asistir a todo el acto. Más tarde nace la pregunta ¿quiénes son esos jóve-nes? ¿qué hacen? ¿cómo viven?

Una vida dedicada a la evangelización

Al tomar contacto con los Heraldos por primera vez, en una ceremonia li-

túrgica, difícilmente se puede tener idea de todas las actividades evangeli-zadoras que realiza la institución, que cualquiera de los consagrados, que allí participan de una ceremonia tan so-lemne, está dispuesto a emprender.

Esa disposición es más viva, claro está, entre los que constituyen la rama sacerdotal, destinados más específica-mente al anuncio del Evangelio y a la administración de los ministerios divi-nos en la liturgia. Pero los desafíos de nuestro tiempo nos llevan a utili-zar el mayor número de medios a nuestro alcance, para llevar la Palabra a todos los hombres, sin excepción, pues nuestra sociedad está cada vez más secularizada, o sea, más apartada de Dios y de la

Iglesia. Fue esa una de las razones que llevaron al episcopado latino-america-no en la 5º Conferencia del CELAM a lanzar una gran misión continental.

Cómo llegar a aquél que está tan-tas veces próximo, pero muy distan-te de Dios, es un problema que no se reduce a atravesar un espacio. Es una distancia entre el corazón del hom-bre y el infinito, que ni siempre es fá-cil de trasponer. Es necesario el auxi-lio de la gracia divina, la cual se sir-

ve con frecuencia de instrumentos humanos o materiales.

Es con esta inten-ción, de ser simples instrumentos de Dios, que los Heraldos des-envuelven sus activida-

des evangelizadoras: las

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El cardenal Franc Rodé ordenó sacerdote al

diácono Hamilton José Naville, el día 18 de

mayo de 2007

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18 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

visitas de la imagen peregrina de Nues-tra Señora de Fátima a los hogares, al Apostolado del Oratorio del Inmacu-lado Corazón de María, la divulgación de publicaciones religiosas, de estam-pas, medallas, cd´s de música y de la propia revista Heraldos del Evangelio.

Espíritu misionero

Mientras tanto, en el alma de los Heraldos resuenan continuamente las palabras de Nuestro Señor a los após-toles: “Id a todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16, 15). Este mandato vibra con más in-tensidad todavía en aquellos que reci-bieron las órdenes sagradas, pues les

fue impreso en el alma, por el Espíri-tu Santo, al serles impuestas las ma-nos, en el sacramento del Orden. Par-tir en misión para tierras distantes, a fin de ejercer la misión sacerdotal es anunciar la Buena Nueva y para ellos la mayor felicidad en esta tierra.

Los Heraldos en África

Mozambique, en la África austral, es una de esas tierras de misión don-de los Heraldos del Evangelio des-envuelven su actividad. El hecho de ser uno de los países más pobres del mundo, debido a los conflictos que asolaron el país durante décadas, no constituye obstáculo para las nume-

rosas vocaciones que se dan entre los jóvenes, los cuales manifiestan gran avidez por lo sobrenatural. Es que, como siempre ocurre, en circunstan-cias análogas, “la mies es grande, pe-ro los operarios son pocos” (Mt 9, 37). Dificultad acrecentada, además, por las enormes carencias materiales del país.

Dónde encontrar los medios mate-riales para atender los centenares de jóvenes que son catequizados en las escuelas de Maputo, la capital o có-mo dar formación religiosa y cultural a los postulantes, que aspiran a una vi-da de consagrados o, incluso, al sacer-docio, constituyen una de las principa-

Nada más llegar a Maputo, el P. Hamilton tuvo que dar asistencia a dos iglesias próximas – Mastrong y Nuestra Señora de la Asunción- para sustituir a los párrocos, que estaban haciendo el retiro anual.Si bien que el portugués es la lengua oficial del país, muchos habitantes sólo hablan las lenguas

nativas, y por ese motivo la homilía tuvo que ser traducida al xangana.

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 19

les preocupaciones para los Heraldos del Evangelio de Mozambique.

Ese surco de religiosidad entre los africanos suscitó en el Pe. Hamilton Naville, E.P., cuando todavía era diá-cono, el deseo intenso de partir en mi-sión para Mozambique. Deseo que los esplendores de la liturgia de la orde-nación presbiteral intensificaron viva-mente. Algún tiempo después, una in-esperada invitación, confirmada por el Pe. Juan Clá, E.P., transformó en reali-dad esa profunda ansia misionera. Pa-ra el Pe. Hamilton, esa misión fue un verdadero relado del cielo, que aceptó ansiosamente, consciente de todas las renuncias que le eran pedidas.

Pequeñas y grandes dificultadesPara los que vivimos en el mundo

occidental, habituados a las peque-ñas comodidades de la sociedad mo-derna, al alcance de la mano en cual-quier tienda o supermercado, tal vez no sea tan evidente ir a una tierra de misión, recién salida de una guerra civil. Desde la alimentación precaria (carne, huevos, pescado constituyen artículos de lujo), la proliferación de la malaria y otras epidemias, difi-cultades de transporte (recorrer diez km. a pie, o más, para ir a misa, no es considerado un largo viaje) hasta la falta de algo tan común como una simple manta, en las frías noches de

invierno, son algunas de las dificulta-des que es preciso soportar con natu-ralidad.

El continente de la esperanza

Para un corazón sacerdotal, todas esas carencias se reducen a la mínima expresión delante de la grandiosidad y de los misterios del continente africa-no, del enorme campo de almas que hay que cuidar, y de la avidez de lo so-brenatural de aquellos pueblos. Tal vez por eso el recordado Papa Juan Pablo II llegó a calificar a África como el continente de la esperanza.

Nada más llegar a la casa de los Heraldos, en Maputo, el P. Hamil-

Celebrar misa, atender confesiones, dar formación doctrinal a los jóvenes fueron actividades que ocuparon el tiempo del P. Hamilton durante su estancia en Mozambique.

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20 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

ton pudo medir la enormidad de las necesidades. De inmediato, tuvo que dar asistencia a dos iglesias próxi-mas – Mastrong y Nuestra Señora de la Asunción – cuyos párrocos se iban a ausentar pues tenían que hacer su retiro anual. Una nueva dificultad se presentó: aunque el portugués es la lengua oficial, muchos sólo hablan las lenguas nativas, y la homilía tiene que ser traducida para el xangane, el Pe. sólo sabe decir zixilii (buenos días). Sin embargo, cuando la fe del pueblo es grande, la diversidad de lenguas o razas deja de ser una barrera.

Además de las parroquias, el Pe. Hamilton tiene que cuidar, también,

de los Heraldos. No solo de los que ya viven en comunidad en el cole-gio (todavía en construcción), donde hacen sus estudios (son cerca de se-senta), sino también de los que son catequizados por los Heraldos a tra-vés del “Proyecto Futuro y Vida”, en las escuelas secundarias de Maputo y en las parroquias. Celebrar misa, atender confesiones, dar formación doctrinaria a los jóvenes, son acti-vidades que ocupan sobradamen-te el día a día, quedando poco tiem-po para la celebración de la Liturgia de las Horas, adoración al Santísimo Sacramento y otras devociones coti-dianas.

Surgimiento de vocacionesPara un sacerdote, es prácticamen-

te imposible restringir su ministerio a los límites del propio instituto. Un nuevo carisma en la Iglesia es siem-pre un factor de atracción para los fie-les, pues se nota la acción del Espíritu Santo que lo suscita más sensiblemen-te. Fue lo que ocurrió en la visita al ar-zobispo de Maputo, D. Francisco Chi-moio, O.F.M. Amablemente acogido por D. Francisco, aceptó la invitación para contribuir al Seminario Mayor de Maputo (que tiene cerca de 100 se-minaristas), dando una serie de con-ferencias sobre la nueva Evangeliza-ción a través de los medios de comu-

E. P. Hamilton fue afablemente acogido por el arzobispo de

Maputo, D. Francisco Chimoio, O.F.M. Seguidamente, hicieron una visita al Seminario Mayor de Maputo (hay cerca de 100

seminaristas), donde dio una charla sobre la nueva

evangelización a través de los medios de comunicación.

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 21

nicación. Tema que interesó vivamen-te a los candidatos al sacerdocio, por constituir un constante desafío para la Iglesia de nuestro tiempo.

También entre los Heraldos, el Pe. Hamilton encontró un buen número de postulantes para el sacerdocio. Pe-ro, con la alegría de descubrir prome-tedoras vocaciones para la Iglesia, vi-nieron las dificultades y aprensiones. ¿No sería mejor llevar algunos para ser formados en la Casa-Madre de los Heraldos, en Sao Paulo?¿O por el contrario, sería preferible concentrar los esfuerzos en África a pesar de las carencias locales? Las dos soluciones tenían ventajas e inconvenientes. De

cualquier forma, el contacto con el carisma original es de un beneficio in-superable. Fue por eso que el Pe. Ha-milton, al tomar contacto con la pu-janza de la fe de los mozambiqueños, optó por enviar a trece de esos jóve-nes a Brasil, gracias a la abnegación de generosos donantes, a fin de hacer una experiencia vocacional. Sin du-da, ese intercambio es benéfico tam-bién para quien acoge a los visitantes, y toma contacto con esa fe que no es-tá manchada con las dudas del racio-nalismo occidental.

África es todavía una tierra casi virgen donde la semilla de la fe no dio sus mejores frutos, preanuncia-

dos por la belleza y grandiosidad de su agreste naturaleza, a la vez lle-na de colorido y vida. Pero para que esas semillas fructifiquen, es necesa-rio regarlas con mucha abnegación y oración.

A todos cuantos sientan la inspira-ción de rezar por estos jóvenes, que en los próximos meses harán su expe-riencia vocacional, y por tantos otros que no pudieron ir, por falta de re-cursos, ellos agradecen esas valiosas oraciones, para que África, el conti-nente de la esperanza, pase a ser un continente desbordante de fe, y ejem-plo de catolicidad para el mundo en-tero.

Al tomar contacto con la pujante fe de los mozambiqueños, el P. Hamilton optó por llevar 13 jóvenes a Brasil, con el fin de que hicieran una experiencia vocacional. En la foto de al lado, los jóvenes mozambiqueños, ya en Brasil, con el obispo de Braganza Paulista, D. José María Pinheiro, y con el P. João Clá Dias, E.P.

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Mi prima la Beata Albertina

Carmela Werner Ferreira

22 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

entreVista Con Veridiana da rosa y arieLLe Fragnani

Las jóvenes Heraldos Veridiana da Rosa Leite y Arielle Cristina Fragnani da Silva tienen el honor de pertenecer a la familia de Albertina Berkenbrock. Como primas de la mártir brasileña, nos relatan algunos aspectos de la historia y del culto a la heroica adolescente que ahora ha recibido la gloria del altar.

Heraldos del Evangelio: La beatificación de Albertina Berenbrock es una alegría para los brasileños, pero especialmente para ustedes dos…

Veridiana: Es una alegría para to-dos. Hace mucho tiempo que esperá-bamos con ansia esta beatificación, porque el proceso empezó en 1952 y se demoró bastante. Sin embargo, por más que la causa en Roma cami-nara despacio, el recuerdo de Alber-

tina nunca desapareció. Los fieles le tuvieron una devoción perseverante, las peregrinaciones a su tumba fue-ron constantes y las gracias obtenidas por intercesión suya alimentaron el fervor a lo largo de todos estos años.

HE: Albertina vivió solamente 12 años. ¿Qué se sabe de su corta existencia?

Arielle: El aspecto más sobresa-liente de la Beata Albertina antes

de su martirio fue su religiosidad. Se destacó como alumna de la cate-quesis para la Primera Comunión. El profesor Hugo Berndt, que la prepa-ró, dijo que mientras él hablaba sus ojos brillaban reflejando su interés y comprensión. Era extremadamente obediente, dócil y servicial, sin negar-se nunca a ayudar a nadie, ni buscar revancha de las maldades que le ha-cían otras niñas. Albertina iba a mi-sa los domingos con su familia, dis-

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El aspecto más sobresaliente de la Beata Albertina antes del martirio fue su religiosidad

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 23

tinguiéndose por el recogimiento y la devoción con que se comportaba. No mostraba las frivolidades de otras ni-ñas y tomaba muy en serio las oracio-nes. A pesar de haber recibido una formación religiosa común, la reper-cusión en ella fue profunda.

HE: ¿Cómo se desarrolló el trágico martirio?

Veridiana: Era la tarde del día 15 de junio de 1931, en el poblado de São Luis. El padre de la Beata Alber-tina, Enrique Berkenbrock, le pidió a la niña que siguiera la pista de “Pinta-do”, un buey muy apreciado que ha-bía desaparecido. Ella partió a bus-carlo sola, y caminando por el campo llegó al lugar donde trabajaba “Ma-neco Palhoça”, el asesino. Como este último había sido contratado por el padre de Albertina en esos días, ella le preguntó:

–“Maneco, ¿viste a ‘Pintado’ por ahí?”

Él respondió maliciosamente que sí, que estaba más adelante. Sin descon-fiar de sus intenciones, la niña siguió el camino indicado y el asesino fue tras de ella. Cuando estuvieron a solas, le hizo la propuesta pecaminosa.

HE: Y encontró una fuerte resistencia…

Veridiana: ¡Sí, inmediata! La Bea-ta Albertina tenía una noción muy clara acerca del 6º mandamiento, y se resistió heroicamente porque no que-ría ofender a Dios. Al recibir una ne-gativa, Maneco trató de forzarla, lo que provocó una lucha violenta. Ella gritaba: “¡No! ¡Eso no! ¡No me mal-trate!” y se defendió tanto como pu-do. Viendo que no llevaría a cabo su siniestro plan, el agresor sacó una na-vaja muy afilada y le abrió la laringe de lado a lado, haciéndola derramar mucha sangre. El golpe fue tan brutal que hasta podía verse el paladar. Con esta herida, Albertina sólo sobrevi-vió unos minutos. Mi abuela, Marta da Rosa, ayudó a limpiar el cuerpo, y solía contar que estaba empapado de

sangre. De hecho sus ropas, el suelo y hasta las ramas de los árboles atesti-guaron su resistencia.

HE: ¿Cómo se explica la difusión de su culto?

Arielle: La repercusión que tuvo y sigue teniendo el acto heroico prac-ticado por la Beata Albertina, es im-presionante. Si tomamos en cuenta lo apagado de su vida y la sencillez de su pueblo de origen, vemos que no hay ningún factor humano capaz de despertar interés en la gente. Si algo hizo conocida y amada a la Beata, fue una acción especial de la gracia. Su valor al decir que no y entregar su vi-da por amor a la virginidad es el prin-cipal motivo de la difusión de su cul-to. Su ejemplo habla por sí mismo, y llega al fondo del corazón.

HE: Ciertamente debe haber obtenido gracias para los fieles…

Veridiana: Muchas, y poco des-pués de haber muerto. Podemos ci-tar el caso famoso de un paralítico que fue curado por intercesión de la Beata Albertina; esta cura repenti-na propició que su historia se hiciera más conocida y que los fieles le reza-ran. En la capilla levantada en el sitio del martirio hay innumerables exvo-tos que prueban las abundantes gra-cias recibidas por mediación suya. A

pesar de que testimonios como éstos no faltan, su proceso de beatificación no exigió ningún milagro por tratarse de una mártir; pero los milagros se-rán indispensables para la canoniza-ción.

HE: Ella fue mártir de la castidad, una virtud tan olvidada en nuestros días.

Arielle: Es bonito que la prime-ra bienaventurada brasileña de na-cimiento sea una joven mártir de la castidad. ¡Es una señal de que Dios quiere jóvenes santos y puros para Brasil! La práctica de la castidad sue-le ser interpretada como un fardo pe-sado y una obligación impuesta que nos aleja de la felicidad. ¡Eso no es cierto! La pureza brinda a quienes la practican la felicidad que mencio-na Nuestro Señor en el Sermón de la Montaña: “Bienaventurados los pu-ros porque verán a Dios” (Mt 5, 8). Vivir este mandamiento es tener ale-gría, paz de alma y, como muestra el ejemplo de Albertina, una fortaleza extraordinaria.

En nuestro caso, su ejemplo nos anima en la búsqueda de la perfec-ción como Heraldos del Evangelio. Quién sabe si en la raíz de nuestra vocación a la vida consagrada esté la preciosa intercesión de la Beata Al-bertina.

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El Cielo, ¿también es un lugar material?

24 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

El concepto de Cielo Empíreo como lugar real es una idea justa, tradicional y que se impone a nuestro espíritu.

e gustaría saber qué piensa Ami du Clergé con res-pecto a la opi-nión que repro-

duce el Dictionnaire de Théologie Ca-tholique, de que el cielo, morada de los ángeles y los elegidos, es un lugar ma-terial. San Agustín parece más cercano a la verdad cuando dice que Dios es “el lugar de nuestras almas”.

Falso antagonismo entre dos concepciones

Se trata de una cuestión sutil y di-fícil de responder, por no decir im-posible, de manera que no intentare-mos ofrecer una solución completa, sino solamente definir con precisión los aspectos bajo los cuales, según la tradición eclesiástica, este problema recibió un comienzo de solución con el que la sabiduría aconseja conten-tarse, a falta de datos posteriores.

Nuestro consultante contrapone la opinión del Cielo como lugar mate-rial a la concepción agustiniana que ve a Dios como residencia de los es-píritus.

Esta oposición no tiene razón de ser, como demostraremos en segui-da. Reflexionemos al respecto con la sola luz de la razón: si la hipótesis de Dios como morada de los espíritus es aceptable tomando en considera-

ción a las almas antes de la resurrec-ción final de los cuerpos, la misma idea se vuelve incompleta, insuficien-te, cuando no positivamente falsa, si nos preguntamos dónde quedarán los cuerpos gloriosos luego de la re-surrección, o ya desde ahora, dónde están la santa humanidad de Nuestro Señor y el cuerpo glorioso su Madre, la Bienaventurada Virgen María.

El bienaventurado conservará su cuerpo en la eternidad, aunque glorificado

Los cuerpos de los bienaventura-dos, aunque glorificados, siguen sien-do cuerpos, y su sutileza no impi-de que tengan presencia física, y por consiguiente, la necesidad de situar-se en un lugar real. Esta es la consi-deración genérica, a la cual querría-mos añadir algunas precisiones y pro-longaciones.

1º. Dios, morada de los espíritus – El pensamiento de san Agustín a es-te respecto no es tan firme como pa-rece. Si releemos el artículo “Cielo” del citado Dictionnaire de Théologie Catholique, encontraremos un eco de las vacilaciones del gran Doctor en lo concerniente al momento y lugar de la retribución completa.

El santo duda sobre la distinción que hacer, o la identidad que esta-blecer, entre el Paraíso, morada de

los elegidos antes de la última veni-da de Cristo, y el Cielo, morada de los elegidos resucitados. A veces pa-rece identificarlos y se pregunta si es-tas varias denominaciones no expre-sarán una sola y misma realidad, es-to es, la morada común de todos los bienaventurados. Ahí es cuando de-clara que dicha morada de las almas bienaventuradas semeja un lugar ma-terial: “loca similla corporalibus”.

Si san Agustín acepta estas conje-turas, no podemos pensar en contra-poner la idea de un Cielo como lugar material a la afirmación contenida en las expresiones del santo doctor sobre Dios como residencia de las almas: “¿Os gustaría saber –dice él– dón-de se encuentra esa plácida mora-da en la cual se ve a Dios cara a cara? Pues bien, ¡que Dios mis-mo sea el lugar de nuestras al-mas después de esta vida!”.

Este deseo de san Agustín para sus ovejas expresa perfectamente la única solución prác-tica admisible para los simples fieles con respecto al lugar del Cielo. Es como si el santo doctor hubie-ra dicho: “No me hagan profundizar esta cuestión, to-

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El Cielo, ¿también es un lugar material?

talmente especulativa, de la morada de los bienaventurados. Hay una so-la cosa importante: después de nues-tra muerte, nuestra alma se encuen-tra junto a Dios”.

Podemos verificar de inmediato el alcance de esta aseveración, ínte-gramente moral y que evade el aspec-to metafísico del problema de la resi-dencia de los elegidos.

Postura fundamental de los Padres de la Iglesia

2º. El Cielo, residencia o lugar de los elegidos – Esta segunda aserción representa, en efecto, el pensamiento fundamental de los Padres de la Igle-sia. Se la debe entender en su signifi-cado tradicional, muy genérico y des-prendido de toda especulación meta-física, en caso que queramos separar el campo de la doctrina comúnmente admitida –de la que no es posible apartar-se sin teme-

ridad– y el campo de la conjetura y especulación puramente escolásticas.

Cualesquiera hayan sido los erro-res o dudas de los Padres de la Iglesia en los tres primeros siglos en lo rela-cionado con la admisión inmediata de las almas de los justos en el Cielo, su doctrina respecto del Cielo como morada o lugar de los elegidos no de-ja de ser firme e invariable. El autor del artículo del Dictionnaire de Théo-logie Catholique busca responder pe-rentoriamente ciertas afirmaciones arrojadas sin fundamento contra esa doctrina tradicional. En efecto, para los Padres antenicenos el Cielo es la morada de las almas de los elegidos; el lugar de la recompensa incorrupti-ble; la estancia del reposo eterno en Dios. Se trata de un mundo que tras-ciende a la tierra, una región supe-rior y etérea. Dice el Dictionnaire de Théologie Catholique que “la doctri-

na católica sobre el Cielo estable-ció de modo inalterable sus lí-

neas principales por obra de los Padres anteni-

cenos: son todos

unánimes en afirmar la existencia de una vida ultraterrena común a todos los bienaventurados, en un lugar pro-pio que es el Cielo”.

Esta es la idea fundamental e inva-riable sobre la cual se irán añadiendo después las hipótesis, las cuestiones suplementarias y a veces sutiles. Pe-ro, mientras la idea fundamental tie-ne un valor doctrinal real y absoluto, las teorías y especulaciones escolásti-cas no llegarán a imponerse.

Cielo Empíreo y lugar material

La principal de dichas especula-ciones se relaciona con el concep-to de Cielo Empíreo, ya presente en germen en la obra de san Basilio, y al cual san Beda y posteriormente Pe-dro Lombardo darán la consistencia de una auténtica doctrina en términos de escuela. Una vez tomado ese cami-no, los teólogos procuraron determi-nar la naturaleza del Cielo Empíreo y sus propiedades físicas; cuestiones su-tiles, a veces ociosas, a las que no po-dría darse ninguna solución seria.

Conviene observar que la idea ge-nérica y todavía imprecisa de un lu-gar real –dando al vocablo “corporal” un sentido tal vez analógico, como conviene a las cosas del más allá, y re-tirando las sutilezas e hipótesis inhe-rentes a la doctrina del Cielo Empí-reo– es justa, tradicional y se impone a nuestro espíritu como doctrina de la cual no puede uno apartarse sin te-meridad.

(Traducido con adaptaciones de L’Ami du Clergé, 1922, pp.

667-668)

Composición gráfica con elementos del pórtico del Juicio Final – Catedral de Notre-Dame, París

En la eternidad, después del Juicio Final, los bienaventurados conservarán sus cuerpos, aunque glorificados

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L

“Danos hoy nuestro pan de cada día” (Lc 11, 3)

26 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Fondo de ayuda miseriCordia

os Heraldos del Evangelio tienen una alegría toda es-pecial cuando pueden servir a sus hermanos necesita-dos. Por medio del “Fondo Ayuda Misericordia” pro-

curan mitigar las dificultades de muchos hombres y mujeres en nuestra sociedad, tan dominada por el egoísmo.

La parroquia de San Benedicto, en la diócesis de Campo Limpo (Sao Paulo, Brasil), mantiene a través de Caritas pa-rroquial un programa asistencial llamado “Alimentar la Fe del hermano”. Tres veces por semana sirven una comida a los más necesitados.

De común acuerdo con el P. Elinaldo Ferreira de Olivei-ra, párroco de San Benedicto, los heraldos proporcionan y sirven comidas para más de un centenar de indigentes. Además del alimento material, ellos llevan una ayuda espi-

ritual distribuyendo medallas y otros objetos de piedad, así como el consuelo de una sonrisa y de un abrazo.

Acción similar fue realizada en la ciudad de Maringá, en el Estado de Paraná (Brasil), en la casa de Nuestra Se-ñora de la Esperanza, institución que se dedica a la recu-peración de los drogadictos desprovistos de medios. Tam-bién fue llevado, además del alimento físico, una palabra de aliento y esperanza.

En el Jardín Camargo Viejo, en la diócesis de San Mi-guel Paulista, fueron distribuidas 50 cestas de comida a la población más necesitada, en una acción conjunta con la comunidad de la parroquia de Nuestra Señora del Camino, guiada por el P. Nivaldo de Jesús Santos.

Programa asistencial en la parroquia de San Benedicto

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“Danos hoy nuestro pan de cada día” (Lc 11, 3)

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 27

Fondo de ayuda miseriCordia

os Heraldos del Evangelio tienen una alegría toda es-pecial cuando pueden servir a sus hermanos necesita-dos. Por medio del “Fondo Ayuda Misericordia” pro-

curan mitigar las dificultades de muchos hombres y mujeres en nuestra sociedad, tan dominada por el egoísmo.

La parroquia de San Benedicto, en la diócesis de Campo Limpo (Sao Paulo, Brasil), mantiene a través de Caritas pa-rroquial un programa asistencial llamado “Alimentar la Fe del hermano”. Tres veces por semana sirven una comida a los más necesitados.

De común acuerdo con el P. Elinaldo Ferreira de Olivei-ra, párroco de San Benedicto, los heraldos proporcionan y sirven comidas para más de un centenar de indigentes. Además del alimento material, ellos llevan una ayuda espi-

ritual distribuyendo medallas y otros objetos de piedad, así como el consuelo de una sonrisa y de un abrazo.

Acción similar fue realizada en la ciudad de Maringá, en el Estado de Paraná (Brasil), en la casa de Nuestra Se-ñora de la Esperanza, institución que se dedica a la recu-peración de los drogadictos desprovistos de medios. Tam-bién fue llevado, además del alimento físico, una palabra de aliento y esperanza.

En el Jardín Camargo Viejo, en la diócesis de San Mi-guel Paulista, fueron distribuidas 50 cestas de comida a la población más necesitada, en una acción conjunta con la comunidad de la parroquia de Nuestra Señora del Camino, guiada por el P. Nivaldo de Jesús Santos.

“Alimentar la Fe del hermano”: En la parroquia de San Benedicto (diócesis de Campo Limpo, Brasil) la población

pobre recibe alimento y una palabra de esperanza y de confort.

Buscando librarse de la dependencia de las drogas, más de 20 personas de Maringa reciben la ayuda de la Casa Nuestra Señora

de la Esperanza.

La población de Jardín Camargo Viejo, en Itaim Paulista, además de la cesta de alimentos, recibió la confortadora visita de la imagen peregrina del Inmaculado

Corazón de María.

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Callosa d’en Sarriá (Alicante) – Durante varios días los Heraldos del Evangelio realizaron en Callosa d’en Sarriá una Misión Mariana, visitando los hogares de la parroquia de San Juan Bautista con la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María. La Eucaristía con la que finalizó la Misión Mariana fue presidida por el Vicario Episcopal de la Vicaría V, La Marina, D. Juan Francisco Agost, y concelebrada por el párroco, D. Francisco José Rayos Gutiérrez, y el vicario parroquial, D. Pedro I. López Ortiz. El coro de los Heraldos animó musicalmente la misa que fue precedida por una procesión en la cual participó la imagen de la Patrona, la Virgen de las Injurias.

Huéscar (Granada) – El pasado mes de julio se celebró en Huéscar

el encuentro regional del Apostolado del Oratorio “Un Día con María”, para las provincias de Granada, Almería y Murcia. El P. Manuel Rodríguez, E.P.,

celebró la Santa Misa jubilar en el convento de las Madres Dominicas

ante una gran cantidad de fieles que llenaban el templo. Al finalizar la

Eucaristía, el sacerdote celebrante realizó una exposición sobre los

frutos espirituales del Apostolado del Oratorio en todo el mundo. Por la tarde, comenzó la procesión del

Rosario con la Virgen de Fátima por las calles de la ciudad; una enorme

multitud de personas la acompañaba.

28 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

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Villanueva de las Torres (Granada) – A petición del párroco de Villanueva de las Torres, D. Juan Manuel Romero

López, los Heraldos del Evangelio rezaron el rosario todos los sábados

del mes de julio, acompañados de numerosos fieles, junto a la imagen del

Inmaculado Corazón de María.

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 29

¡Súmese a María, Reina de los Corazones, para que su hogar participe en este apostolado junto con más de 30.000 familias

que en España reciben un oratorio una vez al mes en sus casas!Usted también puede ser coordinador(a) de un oratorio

del Inmaculado Corazón de María.¡Llame al teléfono de información que le indicamos o escríbanos!

C/ Cinca, 17 - 28002 Madrid - Tel/Fax 902 11 54 65

E-mail: [email protected]

ApostolAdo del orAtorio MAríA reinA de los CorAzones

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30 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Paraguay – La fiesta de la Virgen de la Asunción, presidida por el arzobispo metropolitano, Mons.

Eustaqui Cuquejo, c.s.s.r., contó con la participación de la Banda de los Militares y la Banda de los

Heraldos del Evangelio.

República Dominicana – La imagen del Inmaculado Corazón de María, conducida por la rama femenina de los Heraldos, peregrinó por la

ciudad de Saucedo, donde se realizó una procesión hasta la parroquia san Juan Evangelista.

Estados Unidos – Los nuevos oratorios que peregrinarán en las familias fueron bendecidos en la iglesia de San Juan Vianney, en Houston, Texas.

Canadá – La procesión en honor de la Virgen de la Asunción en la ciudad de Schomberg contó con la

participación de los Heraldos, y la celebración de la Eucaristía fue presidida por el P. Marcos Faes, e.p.

Inglaterra – Un grupo de oración se reúne en Edgware, alrededor de uno de los oratorios que

peregrinan en Londres.

Argentina – El Hospital Municipal Méndez, de Buenos Aires, recibió la visita de la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María,

que recorrió toda la institución, cama por cama, dando consuelo a los enfermos y sus familiares.

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Costa Rica – Miembros de la rama femenina de los Heraldos llevaron la imagen del Inmaculado Corazón de María hasta las zonas más apartadas de la provincia de Guanacaste (a la derecha). Visitaron también la Fundación “El Futuro es para Todos”, localizada en Tibás, que alberga a casi 30 jóvenes especiales. Estos últimos expresaron

su amor a la Virgen María rezando el rosario, cantando y consagrándose a ella (a la izquierda).

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 31

Jóvenes portugueses

visitan Brasilprovechando las vacaciones del verano europeo, un gru-po de 27 jóvenes portugueses visitó Brasil por primera vez.

Aquí se encontraron con un ilustre compatriota, Mons. Joaquim Justi-no Carreira, obispo auxiliar de São Paulo. El prelado los recibió en su sede, en la ciudad de Jundiaí, donde les ofreció una suculenta feijoada, dando pie a un intenso momento de confraternización.

Después de un período de formación espi-ritual y doctrinal con el fin de profundizar el carisma de los Heraldos, los jóvenes recibie-ron de manos del P. João Scognamiglio Clá Dias, E.P., el hábito de la Asociación.

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Aquél que llevaba a Cristo en su corazón

QClara Isabel Morazzani Arráiz

32 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

san ignaCio de antioquia

El Coliseo romano guarda hasta hoy el calor de los hechos heroicos que ocurrieron en su arena. Allí, la gracia del martirio penetró profundamente y legó a la Cristiandad una de sus páginas más gloriosas. El ejemplo del primer obispo de Antioquia encierra toda la dulzura y la fuerza con que la Santa Iglesia lanzó sus divinas raíces.

uien ya tuvo la opor-tunidad de viajar a Roma y conocer sus antiquísimos monu-mentos – obras maes-

tras de la inteligencia y de la capaci-dad de nuestros antepasados – cier-

tamente habrá experimentado una fuerte atracción al llegar al anfiteatro Flaviano, más conocido por el nom-bre de Coliseo.

Sólido y bien edificado, con sus galerías de arcos típicamente roma-nos, atraviesa los siglos, insensible al

tiempo, como imagen de un pasado que pocos saben admirar.

En efecto, hoy en día el Coliseo es objeto de la incesante curiosidad de los turistas, que lo visitan durante to-do el año. Muchos forman intermina-bles colas para acceder a él, con el de-

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 33

seo de fotografiarlo y después vana-gloriarse de haber estado en uno de los lugares más famosos del mundo; otros, lo recorren con el mero instin-to de constatar su valor artístico y ar-quietectónico; pocos son, sin embar-go, los que acuden a él con la inten-ción de rezar.

El Coliseo, teatro de crueldades

El Emperador Vespasiano, envi-dioso del afectuoso recuerdo que el pueblo guardaba por César Augus-to y sabiendo que éste, antes de la muerte, prometió construir un in-menso anfiteatro que excediese en esplendor a todos los edificios del mundo, concibió la idea de realizar este plano y así rivalizar en fa-ma con aquél su predecesor. En el segundo año después de su as-censión al trono (72 d.C.), Ves-pasiano inició su obra. Entretan-to, también a él no le sería da-da la ocasión de ver sus ambicio-nes realizadas, y la muerte lo co-gió antes de haber completado la construcción, que solamente se acabaría en el año 80 d.C., por su hijo Tito. Este último aportó mucho al levantamiento del an-fiteatro, empleando en los traba-jos aproximadamente cincuenta mil prisioneros, traídos de su vic-toriosa campaña en Judea.

¡Construida especialmente para ser palco de aquellos jue-gos de gladiadores que los ro-manos apreciaban tanto, la gi-gantesca mole estaba, no obs-tante, reservada para servir de marco a combates de fe y he-roísmo mucho más gloriosos que despreciables eran aquellos espectáculos paganos! Si los di-vertimentos del Coliseo deja-ron una mancha en el pasado por causa de las horribles esce-nas de crueldad allí cometidas, otros hechos, bajo el punto de vista sobrenatural, constituyen una de las más bellas páginas de la historia de la Santa Iglesia

Pedestal de bienaventuradosEl verdadero peregrino católico de-

be entrar con espíritu de piedad. Basta-rá permanecer en silencio por un corto tiempo, para percibir los impondera-bles de fe, la fuerza y el coraje que ha-bitan bajo esas numerosas arcadas. Es evocativo ese edificio, en el cual cada piedra tiene una bella historia que con-tar y hasta la hierba y los musgos más recientes desearían decir una palabra sobre aquel pasado hecho de sangre, dolor y gloria. Contemplando más de-tenidamente esa arena, otrora pedes-tal de tantos bienaventurados, pode-mos todavía divisar los compartimen-tos donde las fieras eran mantenidas hambrientas. Se ve también al lado de

éstos las celdas que aprisionaban a los que hoy constituyen una verdadera le-gión, en el gozo de la visión beatífica. Esas venerables ruinas, en las cuales refulge un misterioso brillo sobrena-tural, parecen cantar, a lo largo de los siglos, la célebre frase latina: sine san-guine nin fit remissio; recordando a los hombres que, para ser verdaderos dis-cípulos de Jesucristo, es necesario pri-mero seguirlo hasta las ignominias del Calvario para después participar del triunfo de la resurrección. Sí, fue sobre esas piedras benditas, bañadas de san-gre católica, que nacieron las raíces de la era en que la filosofía del Evangelio dominó sobre todos los pueblos.

Oigamos, pues, atentos, uno de los emocionantes hechos que esos huecos, esas murallas y arcadas nos quieren contar.

Ignacio, el Teóforo

Corría el año 106 de la era cristiana. El emperador Trajano festejaba su victoria sobre De-cébalo, rey de Dacia. Queriendo manifestar su reconocimiento a los dioses, a quienes atribuía su reciente éxito, Trajano organizó una persecución contra los cris-tianos que negasen la existencia de tales divinidades. Entre los condenados estaba un venerable anciano, presa de un gran valor, - pues se trataba del obispo de una de las ciudades de mayor impor-tancia en aquella época – varón que gozaba de mucha estima y autoridad entre los fieles de Asia Menor, por haber sido discípu-lo del evangelista San Juan y de-signado por el propio San Pedro para asumir el cargo en aquella Iglesia: Ignacio de Antioquia.

Según una antigua tradición, el primer encuentro entre el em-perador e Ignacio se dio cuan-do este último, sabiendo del pa-so del césar por su diócesis, se fue a presentar voluntariamente a él. Sometido a un interrogato-rio en el cual Trajano lo trató de

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San Ignacio de Antioquia, Catedral de Lima (Perú)

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34 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

“espíritu malvado”, respondió el san-to con majestad: “Nadie puede lla-mar al Teóforo de espíritu malvado”. “¿Quién es, Teóforo, el portador de Dios?” le preguntaron. “Aquél que lleva a Cristo en su pecho...” Insta-do por el emperador para que se ex-plicase más sobre dicha afirmación, el hombre de Dios declaró: “Está es-crito: Habitaré y andaré en medio de ellos” (2 Cor 6, 16). Así, por esas pa-labras, él mismo daba testimonio de un milagro que vendría a ser confir-mado después de su martirio.

Trajano ordenó que Ignacio fuese encadenado y conducido a Roma, ba-jo la custodia de diez soldados, para ser lanzado allí a las fieras en el anfi-teatro Flaviano.

Doloroso viaje, desfile triunfal

Grande fue la consternación de los fieles al conocer la sentencia que re-cayó sobre su amado pastor. Él, por el contrario, se regocijaba y no deja-ba de dar gracias a Dios por haber si-

do digno de tan gran misericordia. Ya antes de la partida, embarcando en el puerto de Seleúcida, la noticia de su detención se extendió por aquellas regiones y de todas partes acudían los cristianos para verlo pasar y dar un último adiós a aquél que les pre-cedería en el Reino de los Cielos. El doloroso viaje, entonces, se transfor-maba en verdadero desfile triunfal. En Esmirna, el obispo San Policarpo, acompañado por su rebaño, lo acogió con manifestaciones de homenaje y respeto. También las comunidades de Éfeso, Trales y Magnesia le fueron al encuentro en gran multitud, deseosas de pedirle la bendición y testimoniar los padecimientos de aquel atleta de Cristo. Él, por su parte, no se olvidó de la misión que el Señor le confia-ra y continuaba ejerciendo su minis-terio, a pesar de tener las manos ata-das por los grilletes. A muchos bauti-zó por el camino, a otros edificó por sus palabras llenas de unción, y a un número incontable inflamó en la ca-

ridad, arrastrándolos con su ejemplo a acompañarlo en el martirio.

Su celo incansable le llevó a escri-bir siete cartas, dirigidas a aquellas mismas Iglesias que tan fervorosa-mente lo habían recibido. Sus escri-tos, verdaderos tesoros de doctrina y espiritualidad, pueden ser considera-dos como “la segunda formación doc-trinaria cristiana”1

Celoso predicador de la doctrina

Una de sus principales preocupa-ciones estaba en la unión que los fie-les debían mantener con Jesucristo, a través de la legítima jerarquía: obis-pos y presbíteros. Así, exhortaba él en la carta a los magnesios: “Esforzaos por permanecer firmes en la doctri-na del Señor y los apóstoles, para que todo cuanto hagáis tenga buen éxito en la carne y en el espíritu, por la fe y por la caridad, en el Hijo, en el Pa-dre y en el Espíritu, en el principio y en el fin, con vuestro digno obispo y la bien entretejida corona espiritual

El doloroso viaje se transformó en un verdadero desfile triunfal. Por donde pasaban las comunidades cristianas una gran multitud iba a su encuentro, deseosa de pedir su bendición.

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 35

de vuestro presbite-rio, juntamente con los diáconos agra-dables a Dios. Sed sumisos al obispo y unos a otros como, en su humanidad, Jesucristo al Padre, y los apóstoles a Cristo y al Padre y al Espíritu, para que la unión sea corporal y espiritual.”2 En otro pasaje, aconsejaba a su amigo Policarpo: “Ten cuidado por la unidad, pues no hay nada mejor.”3

Al obispo de An-tioquia es debida la honra de haber da-do a la Santa Igle-sia, por primera vez, el glorioso título de católica: “Donde esté el obispo, allí estarán también las multitudes, de la misma forma que donde esté Jesu-cristo, allí estará la Iglesia Católica”.4

También fue él el defensor de un punto que sólo sería elevado a la ca-tegoría de dogma siglos más tarde: el parto virginal de la Santa Madre de Dios. Así escribió a los efesios: “al príncipe de este mundo fue oculta-da la virginidad de María, su parto es también la muerte del Señor”.5 A sus queridos esmirnenses también afir-maba: “Creyendo de igual modo que verdaderamente nació de la Virgen, fue bautizado por Juan ‘para que en él se cumpliese toda la justicia’. ”6

La doctrina de Ignacio era clara y segura; él la extrajo de los labios de aquel discípulo a quien tantos miste-rios habían sido revelados al reposar la cabeza sobre el pecho del Verbo Encarnado y en los muchos años de convivencia con María Santísima.

“¡Busco a aquél que murió por nosotros!”

Si las cartas de este insigne doc-tor manifiestan toda la riqueza de la

enseñanza teológica, hay una, aque-lla enviada a los romanos, que de-ja entrever el sublime ardor de su al-ma, elevada a las cimas de la más pu-ra mística. Habiéndole llegado la no-ticia de que los fieles de Roma busca-ban interponer toda su influencia pa-ra apartarle de la mortal condena, se apresuró a dirigirles, desde Esmirna, una conmovedora súplica: “He escrito a todas las Iglesias y a todas ellas hago saber que con alegría muero por Dios, mientras vosotros no lo impidáis. Os suplico : no demostréis por mí una be-nevolencia intempestiva. Dejadme ser el alimento de las fieras, porque, a tra-vés de ellas, se puede alcanzar a Dios. Soy trigo de Dios: ¡que yo sea triturado por los dientes de las fieras para volver-me puro pan de Cristo!

Azuzad, al contrario, a los anima-les para que en ellos encuentre mi se-pulcro y nada quede de mi cuerpo para no ser pesado a nadie, después de dor-mir. Entonces seré discípulo de Cristo, cuando el mundo no viera más siquie-ra mi cuerpo. Suplicad a Dios por mí, que por este medio me vuelva una hos-tia para Dios. [...]

Que nada, tanto de las cosas visi-bles como de las invisibles, retenga mi espíritu, con el fin puesto en alcanzar a Jesucristo. ¡Que el fuego, la cruz, una manada de fieras, los azotes, los cor-tes, la dislocación de los huesos, el des-cuartizamiento, las heridas por todo el cuerpo, los duros tormentos del diablo vengan sobre mí para que yo gane úni-camente a Jesucristo! [...]

Procuro a aquél que murió por noso-tros; quiero a aquél que por nosotros resu-citó. Mi nacimiento es inminente. ¡Perdo-nadme, hermanos! ¡No me impongáis el vivir, no deseéis que yo muera, pues deseo ser de Dios! [...]

Vivo, os escribo, deseando morir. Mi amor está crucificado. No hay en mí un fuego que busque alimentarse de la materia, sino apenas de una agua viva y murmurante dentro de mí, diciéndo-me en secreto: ‘¡Ven al Padre!’ [...]

Si fuese martirizado, vosotros me qui-sisteis bien. Si fuera rechazado, vosotros me odiasteis.”7

Expresiones de tan heroica cari-dad sólo podrían brotar de un corazón tomado por la gracia del martirio de manera superabundante. Por supues-

Construido para ser palco de los juegos de los gladiadores, el Coliseo estaba, sin embargo, reservado para los combates de fe y de heroísmo de los mártires.

Vista interna del Coliseo

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36 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

to, así nos explica Santo Tomás de Aquino: “Entre todos los actos de vir-tud, el martirio es aquel que manifies-ta en más alto grado la perfección de la caridad. Porque tanto más se manifies-ta que alguien ama alguna cosa, cuan-do por ella desprecia una cosa amada y abraza el sufrimiento. Es evidente que entre todos los bienes de la vida presen-te aquél que el hombre más aprecia es la vida y, al contrario, aquello que más odia es la muerte, principalmente cuan-do viene acompañada de torturas y su-plicios por medio de los cuales ‘hasta los propios animales feroces se apartan de los placeres más deseables’, como di-ce Agustín. Desde este punto de vista, es evidente que el martirio es, por natura-leza, el más perfecto de los actos huma-nos, en cuanto señal del más alto grado de amor, según la palabra de la Escri-tura: ‘No existe mayor prueba de amor que dar la vida por sus amigos’ ”8

Un luchador resignado sólo puede ser traidor

Esta excelencia de la caridad que invadía el interior de nuestro santo, sólo tendía a crecer a medida en que se sucedían las etapas del viaje que lo aproximaban de tan alejada me-ta. Embarcando en el puerto de Di-rraqui – siempre bajo la mirada vigi-lante de los guardias, a los cuales lla-maba “los diez leopardos”, por causa de los malos tratos que le inflingían – enfrentó una larga travesía, bordean-do el sur de Italia y, por fin, desem-barcó en Ostia, el 20 de Diciembre del año 107, último día de las fiestas públicas que se celebraban en Roma. En la orgullosa metrópolis de los em-peradores se conmemoraba todavía el triunfo de Trajano sobre los dacios. Durante 123 días se habían prolonga-do los espectáculos en los cuales mu-rieron 10.000 gladiadores y 12.000 fieras. El obispo Ignacio era espera-do con ansiedad por la turba pagana, pues las víctimas ilustres y de aspecto venerable ejercían mayor atracción en los juegos circenses. Por eso, los soldados lo condujeron hacia allá sin

demora. Los cristianos le recibieron en las puertas de las ciudad, con ma-nifestaciones de sincera admiración y respeto. Se alegraban al verlo, pe-ro lamentaban, al mismo tiempo, que les fuese arrebatado tan pronto. Le rogaron, entonces, que obtuviese de Dios el favor de que algunas reliquias suyas les fueran dejadas después del martirio. Aunque en contra de su vo-luntad – pues él deseaba ser devora-do por entero – el santo varón acce-dió bondadosamente en hacerse car-go de un pedido tan filial.

Arrastrando sus cadenas, Ignacio atravesó las calles pavimentadas de la capital del imperio: a lo lejos podía divisar los imponentes muros del Co-liseo dominando el valle, circundado por los montes Palatino, Esquilino y Célio. Aquel edificio representaba para él el fin de sus anhelos, la reali-zación de sus esperanzas más intimas, la consumación de su holocausto. Ca-minaba apresuradamente, no con la resignación de un condenado, sino impelido por los ardores de un entu-siasmo que ya no cabían dentro de su alma, convencido de que un luchador resignado es un traidor. Aquel edi-ficio le serviría de tumba y de altar, mientras sería el pedestal del que su espíritu volaría al cielo.

“Desearía ser triturado como el trigo”

Una numerosa multitud acudía al Coliseo para presenciar el sangriento espectáculo y divertirse con el dislo-camiento del cuerpo del mártir. Éste, sereno y alegre, no manifestó la me-nor vacilación cuando las puertas fue-ron abiertas y entró en el vasto anfi-teatro, a la espera del trágico momen-to en que las bestias feroces fuesen li-beradas. Las burlas y los escarnios de aquellos paganos no significaban nada para él. Por el contrario, eran una ra-zón más para creer en la invisible co-horte de bienaventurados que le espe-raban con una palma y una corona.

Se oyó un hurra en la multitud, se-guido por silencio y un gran suspense:

los hambrientos leones irrumpieron en la arena, impetuosos, avanzaron sobre la pura e inocente víctima para devo-rarlo. Mientras, con una majestad e im-perio que sólo poseen las almas toma-das por el Espíritu Santo, el mártir las paralizó a medio camino con un simple gesto de su mano. En un movimiento solemne, se arrodilló, elevando los bra-zos al cielo, clamó en alta voz: “Señor, aquellos que me acompañaron y que son también vuestros hijos me pidieron que rezase para que algo quede de este mar-tirio, que sirva de estímulo a su fe. Yo, por el contrario, desearía ser triturado co-mo el trigo, para ser ofrecido a vos como hostia pura. Señor, haced la voluntad de ellos y también la mía, yo os lo pido”.

Después de la oración, asistida con estupefacción por la horda criminal y pagana y por las fieras, con respeto, he aquí que un noble gesto todavía más grandioso permitió a las fieras salir de su milagroso encantamiento y dar salida a los instintos de su voraz naturaleza.

En pocos minutos, entraron los gla-diadores para encadenar a aquellos ani-males que acababan de saciar su bestial apetito con las carnes de un nuevo sera-fín. La arena vacía, el espectáculo ter-minado, se retiró holgazana y frustrada la asistencia. ¡Qué demostración de fe y de nobleza habían presenciado!

“Ponme como un sello en tu corazón”

Los cristianos todavía permane-cían por allí a la espera de la puesta del sol. Y cuando el manto de la no-che cubrió la ciudad de Roma, pene-traron en el recinto buscando la are-na convertida en reliquia al ser empa-pada por la sangre de aquel que ahora los precedía en la gloria celeste. ¡Un milagro!¡Encontraron intactos un fé-mur y el corazón! Tomados por un en-tusiasmo sobrenatural, caminaron sin medir distancias, rumbo a las cata-cumbas y después de algunas horas, constataron, a la luz de las lámparas, otro milagro: en un círculo, las venas y las arterias del corazón del santo már-tir, constituían las célebres palabras:

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Iesus Nazarenum, Rex Iudeorum. Ig-nacio, el Teóforo, el portador de Dios, atestiguaba su nombre con aquél con-movedor prodigio. Su corazón aman-te fue subyugado y modelado por el Amado, según aquella petición del cántico: “Ponme como un sello en tu corazón” (Ct 8, 6). Ni las tribulacio-nes, ni las cadenas, ni los suplicios, ni la propia muerte habían podido sepa-rarlo del amor de Cristo, por su san-ta vida, rica en predicaciones, en cari-dad y ejemplos, se asemejó al Divino Maestro, imitándolo como verdadero pastor de ovejas. Por su generosa en-trega llevada al extremo de su inmo-lación, alcanzó para siempre aquella “única cosa necesaria” (Lc 10, 42): ¡la convivencia eterna con Aquél a quien sólo buscaba en la Tierra, Jesús!

A este santo varón de Dios bien podrían ser aplicadas las bellas pala-

San Ignacio de Antioquia siendo devorado por los leones – Iglesia de San Clemente - Roma

“Azuzad a los animales para que en ellos encuentre mi sepulcro y nada quede de mi cuerpo para no ser pesado a nadie. Suplicad a Dios por mí, que por este medio me vuelva una hostia para Dios”

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bras de un autor medieval: “Fuerte es el amor, que tiene poder para privarnos del bien de la vida. Fuerte es el amor, que tie-ne poder para restituirnos el gozo de una vida mejor. Fuerte es la muerte, podero-sa para despojarnos del revestimiento de este cuerpo. Fuerte es el amor, poderoso para robarnos los despojos de la muerte y entregárnoslos de nuevo.

Fuerte es la muerte, a ella el hom-bre no puede resistir. Fuerte es el amor, que puede vencerla, embotarle el agui-jón, trabarle el ímpetu, quebrantarle la victoria.” 9

Y una vez más cayó la noche so-bre la grandiosa mole del Coliseo. Las arenas del circo pagano regadas por la sangre de aquél que llevara su Reden-tor en el pecho, se transformaron de nuevo en campo arado y fértil, de don-de germinarían muchos otros hijos de la Esposa Mística de Cristo.

1) CRISTIANO, Año. BAC, Madrid, 2006, v. X, p. 426-434.

2) Carta a los Magnesios, in Liturgia das Horas. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 473

3) Carta a San Policarpo, ibidem. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 510.

4) CRISTIANO, Año. ibidem, p. 429.5) BUTLER, Alban. Vidas de los San-

tos de Butler. México: John W. Clu-te S.A. 1968, v. I, p. 220-224.

6) Carta a los Esmirnenses, in Liturgia das Horas. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 122

7) Carta a los Romanos, ibidem. San Pablo: Paulus, 2000, v. III, p. 122.

8) Suma Teológica II-II q. 124 a.39)Tratados de Balduino de Cantuaria,

in Liturgia das Horas. San Pablo: Paulus, 1999, v. IV, p. 59-60

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“Educación para la Ciudadanía”

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La PaLaBra de Los Pastores

La Conferencia Episcopal Española hizo pública, con fecha 20 de junio de 2007, una declaración sobre la Ley Orgánica de Educación (LOE) y sus desarrollos: profesores de religión y “Ciudadanía”. Dada la actualidad de ese documento, una vez que en siete comunidades la ley va a ser aplicada ya en este curso escolar, trascribimos a continuación la parte relativa a la “Educación para la Ciudadanía”.

l pasado 28 de febrero es-ta Comisión Permanente hizo pública una Declara-ción titulada La Ley Orgá-nica de Educación (LOE),

los Reales Decretos que la desarrollan y los derechos fundamentales de padres y escuelas. Allí manifestábamos y expli-cábamos por qué esta nueva legislación no regula la enseñanza de la Religión de modo que queden a salvo los derechos de todos y, también, por qué los dere-chos que asisten a los padres en la edu-cación de sus hijos resultan vulnerados tanto en el campo de la determinación de la educación moral que desean pa-ra ellos, como en el de la libre elección de centro educativo. Dicha Declaración conserva plenamente su vigencia.

Acontecimientos recientes nos exi-gen volver a hablar sobre algunos asun-tos tratados ya el 28 de febrero. […]

Una nueva asignatura obligatoria

La LOE ha introducido en el sis-tema educativo español una nueva

asignatura obligatoria, conocida co-mo “Educación para la ciudadanía”, cuyo objetivo, tal como resulta arti-culada en los Reales Decretos, es la formación de la conciencia moral de los alumnos. La publicación de las correspondientes disposiciones de las Comunidades autónomas y de algu-nos manuales de la materia ha venido a confirmar que ése es el objetivo de la nueva asignatura.

En nuestra Declaración del 28 de febrero expusimos los motivos por los que tal disposición implica una le-sión grave del derecho originario e inalienable de los padres y de la es-cuela, en colaboración con ellos, a elegir la formación moral que deseen para sus hijos. Se trata de un derecho reconocido por la Constitución Espa-ñola (art. 27, 3).

El Estado no puede suplantar a la sociedad como educador de la con-ciencia moral, sino que su obligación es promover y garantizar el ejercicio del derecho a la educación por aque-

llos sujetos a quienes les corresponde tal función, en el marco de un orde-namiento democrático respetuoso de la libertad de conciencia y del plura-lismo social. En cambio, con la intro-ducción de la “Educación para la ciu-dadanía” de la LOE —tal como está planteada en los Reales Decretos— el Estado se arroga un papel de edu-cador moral que no es propio de un Estado democrático de Derecho.

Hablamos de esta “Educación pa-ra la ciudadanía”. Otra diferente, que no hubiera invadido el campo de la formación de la conciencia y se hu-biera atenido, por ejemplo, a la expli-cación del ordenamiento constitucio-nal y de las declaraciones universales de los derechos humanos, hubiera si-do aceptable e incluso, tal vez, desea-ble.

Creciente y comprensible preocupación

Las disposiciones de la LOE y de sus desarrollos sobre “Educación pa-

Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española

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ra la ciudadanía” han causado una creciente y comprensible preocupa-ción en los padres de alumnos. Tam-bién han puesto en dificultades a los centros educativos.

Por un lado, los centros católicos o inspirados en la doctrina católica se verían obligados por la Ley a intro-ducir en su programación una asig-natura que no resulta coherente con su ideario, puesto que —según el ac-tual currículo— no es conforme con la Doctrina Social de la Iglesia, tan-

to por su carácter de formación esta-tal obligatoria de las conciencias co-mo por sus contenidos.

Por otro lado, los centros educa-tivos del Estado, perdiendo su obli-gada neutralidad ideológica, impon-drán a quienes han optado por la re-ligión y moral católica otra formación moral no elegida por ellos, sin que éstos puedan gozar de la protección que el carácter propio otorga a quie-nes estudian en centros de iniciativa social católica. En los centros estata-les estudian la mayor parte de los hi-jos de padres católicos.

En cualquier caso, todos los alum-nos, católicos o no, quedan afectados en sus derechos, ya que a ninguno se le puede imponer una formación mo-ral no elegida por él o por sus padres: “ni una supuestamente mayoritaria, ni la católica, ni ninguna otra” (De-claración de 28 febrero).

Actuar unidos, de modo responsable y comprometido

En esta situación, se han plantea-do muchas dudas acerca del modo adecuado de responder a tal desafío. En nuestra Declaración de febrero hemos exhortado a todos a actuar de modo responsable y comprometido ante una asignatura inaceptable tan-to en la forma como en el fondo.

Los medios concretos de actua-ción de los que disponen los padres y los centros educativos son diversos. No hemos querido ni queremos men-cionar ninguno en particular. Desea-mos, en cambio, recordar que la gra-vedad de la situación no permite pos-turas pasivas ni acomodaticias.

Se puede recurrir a todos los me-dios legítimos para defender la liber-tad de conciencia y de enseñanza, que es lo que está en juego. Los pa-dres harán uso de unos medios y los centros, de otros. Ninguno de tales medios legítimos puede ser excluido justamente en ninguno de los centros en los que se plantea este nuevo de-safío: ni en los centros estatales ni en los de iniciativa social.

Cuando está en cuestión un dere-cho tan fundamental, como el de la libertad de conciencia y de enseñan-za, todos —y los católicos, en particu-lar— debemos mostrarnos unidos en su defensa.

Confiamos de nuevo a María, Ma-dre de la Iglesia, la tarea de todos los educadores, en particular de los pa-dres y de las escuelas.

(Texto completo de la declaración en http://www.conferenciaepiscopal.es/

documentos/Conferencia/LOE2007b.html. Los subtítulos son nuestros.)

Reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española

Portada de uno de los libros de Educación para la Ciudadanía

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Santa María la Real de la Almudena

Juan Carlos Casté

40 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

entreVista aL P. Jesús Junquera Prats

Construida para acoger la histórica imagen de la Virgen de la Almudena, e inaugurada por Juan Pablo II en 1993, la catedral de Madrid es la más nueva de Europa

Heraldos del Evangelio: ¿Cómo surgió la devoción a la Virgen de la Almudena?

La primera noticia que se tie-ne de esa imagen se remonta al año 712, fecha en la cual ella fue escondida en el muro para que no fuese profanada por los mu-sulmanes, ya se supone que la Virgen estaba en Madrid y que los madrileños la veneraban.

En 1085, el rey Alfonso VI quiso agradecer a Dios la recon-quista de la ciudad a los moros y mandó realizar una gran proce-sión. Cuando el cortejo pasó de-lante del muro, cayeron unas pie-dras y apareció de nuevo la ima-gen de la Almudena, que con tanto cariño había sido escondi-do casi cuatrocientos años antes.

Es muy bonito el detalle rela-tado por la tradición, de que las dos velas que habían sido deja-do a su lado, para que la Patrona nunca estuviese a oscuras conti-

nuaban encendidas después de tantos años. De ese prodigio nosotros deci-mos que por eso la Virgen de la Al-

mudena tiene la tez morena, pare-ciendo ahumada.

El Rey Alfonso VI le dio el títu-lo de Real y, desde ese momen-to, es conocida como Santa Ma-ría la Real de La Almudena, pa-trona de Madrid, y hoy en día se encuentra en la catedral.

HE: ¿Cuándo fue construida la catedral?

En 1878, el Rey Alfonso XII se casa con su prima María de las Mercedes. La Reina, que había nacido en Madrid y era “Hija de María”, pidió al Rey la construc-ción de una Iglesia para la Virgen de La Almudena. El Rey hizo la petición al obispo de Toledo, de donde dependía Madrid, y se es-tudiaron entonces las posibilida-des de su construcción. La Rei-na muere a los 6 meses. El Rey Alfonso, en su desconsuelo, de-cide seguir el deseo de la Reina María de las Mercedes de cons-P. Jesús Junquera Prats

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 41

truir un gran templo a la Almudena con una doble finalidad: que albergase la imagen de la patrona y fuese también el mauso-leo del eterno reposo de su esposa querida.

En 1883 se pone la pri-mera piedra de nuestra catedral. El Rey encargó al Marqués de Cubas la construcción. Él recorre toda Europa fijándose es-pecialmente en las iglesia góticas, pues en ese mo-mento había una fuerte tendencia hacia los neo-góticos o neorrománicos. Se fija sobre todo en el neogótico florido francés y de ahí nace el diseño de su catedral, inmensa, se-gún vemos en los planos, todo ello en gótico flori-do.

En 1885 murió el Rey. Su segunda esposa, María Cristina de Austria, mujer muy religiosa, continúa con la obra. Pero al poco tiempo se pierden las colonias, se pierde el dinero, la Casa Real no puede hacer grandes aporta-ciones, la obra empieza a decaer y la obra se para.

En 1944, se convoca un concurso, ya que se ve que ese proyecto neogó-tico es imposible de realizar por sus dimensiones y por su alto coste. Los arquitectos Carlos Idro y Fernando Chueca ganan el concurso. Ellos re-formaron lo que ya estaba construi-do, transformando las fachadas al es-tilo neo clásico para que no desento-ne con el estilo del Palacio Real.

La obra sigue muy lenta, porque no había dinero. En el año 1984, el cardenal Suquía decidió terminarla. Se pone al habla con los políticos, los empresarios, con todo aquel que pu-diese aportar algo y llegan a un acuer-do, en que dicen que se trataba de un proyecto necesario para Madrid, que era una vergüenza ver siempre la ca-

tedral inacabada y se recomienzan las obras con la aportación de todos.

Después de muchos avatares, Su Santidad Juan Pablo II inaugura, el 15 de junio de 1993, la catedral de la Almudena, siendo la última catedral que se inaugura en Europa en el si-glo XX.

HE: ¿Cómo surgió la idea del museo?

En el año 2000, el cardenal Rouco Varela, con motivo del jubileo y actos continuos en la catedral, decidió que mi presencia sea ya dedicada a la vida de la Catedral. Me nombró encarga-do del templo catedral.

Yo quise antes de nada empezar a catalogar todo cuanto había en la catedral. Una tarea muy difícil, por-que cuando en el año 1868 se man-dó derrumbar el templo donde esta-ba la imagen, para construir la cate-dral, cada cosa fue a parar a un lugar diferente. Incluso, el gran retablo de

plata se deshizo en piezas y acabó vendiéndose.

Los ornamentos per-dieron sus forros, por ser de seda, y ahí era don-de estaban los números de inventario; por lo tan-to, no se podían datar de forma concreta los pocos que se pudieron recupe-rar. Una lucha contra esa historia que se había em-peñado en volver a escon-der todo lo de la Virgen, como Ella estuvo escon-dida.

Fue una búsqueda por todos los lugares, has-ta en el desván del Señor cardenal que me dejó su-bir para ver donde podía-mos encontrar cualquier cosa. Por pequeña que fuese, para nosotros tenía esa importancia de que alguien había puesto ahí su corazón en un momen-to determinado de amor a

la Virgen. Y con todo ello se fue for-mando el museo, se fue llenando ese

Imagen de Santa María la Realde la Almudena, Patrona de Madrid

P. Jesús Junquera y Prats – Encargado del Patrimonio Histórico y del Museo de la catedral de Madrid. Es cono-cido no sólo como hombre de gran cultura, sino, sobre todo, como un sacerdote empeñado en usar los bienes culturales como un valioso instrumento para la evangelización.

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42 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

catálogo. Haciéndose realidad lo que hoy presentamos a Madrid y a todo el que nos visita.

HE: ¿Cuál es la principal finalidad del Museo?

Todo lo que la Iglesia hace, a ni-vel cultural, tiene que ser con un fin evangelizador. Todo museo, to-da exposición nos tiene que llevar a descubrir nuestras raíces cristia-nas, si no estaríamos faltando a una realidad, que es la evangelización. Por eso, yo siempre digo que nues-tro museo es un museo vivo. Porque una casulla que está allí expuesta y mañana quizá no la vean, es porque se está usando en un pontifical. Si el visitante vuelve al día siguiente y nota la falta de un báculo, es por-

que lo está usando el señor carde-nal. O sea, es un museo vivo, que está aportando lo que hacemos y lo que vivimos.

HE: Los guías que muestran el museo, hacen una verdadera catequesis. ¿Han tenido ellos una formación especial?

Por la experiencia de ver otras ex-posiciones, que se han hecho en mo-mentos concretos, la verdad es que la figura del guía es muy importan-te. Lo que el guía dice es lo que el vi-sitante se lleva. Entonces, desde ha-ce dos o tres meses, estudié diversas posibilidades. Lo primero que vimos es que para colegios, parroquias, y grupos interesados tenían que ser guías creyentes, pues nadie puede

En 1883 fue puesta la primera piedra de la catedral de la Almudena. Después de muchas vicisitudes, S.S. Juan Pablo II la inauguró el día 15 de junio de 1993

hablar de algo que no siente. Enton-ces, se han preparado unos guiones, unas catequesis y ellos han estado preparando, asistiendo, viendo co-mo era el final del montaje. Han vi-sitado el Museo varias veces conmi-go y creo que ha habido una prepa-ración seria.

O sea, el que venga, no se va viendo simplemente una exposi-ción. Se lleva un mensaje. Incluso por parte de los guías oficiales. Te-nemos un grupo de guías que son católicos, jóvenes, todos universita-rios. Existen también los guías ofi-ciales de la Comunidad de Madrid, que incluso éstos tuvieron que ve-nir al cursillo para poderlo enseñar, para evitar que la visita se convier-ta en algo vacío.

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 43

La mayor y más completa exposición de Leonardo Da Vinci

Bruselas (RV) La Basílica de Koekelberg, la quinta iglesia más grande del mundo, en la capital belga, Bruselas, hospeda, hasta el día 15 de marzo de 2008, una gran atracción ar-tística, cultural y turística: la mayor y más completa exposición de todos los tiempos de Leonardo Da Vinci, icono del Renacimiento italiano, autor del cuadro Mona Lisa y la Última Cena. El evento, patrocinado por la Unión Europea, conmemora los 50 años del Tratado de Roma, en cuya reunión se trataron las bases para la formación de la Unión Europea (UE).

Esta es “la primera vez que todas las mayores obras de Leonardo Da Vinci están reunidas en un mismo lu-gar”, informa el encargado de la ex-posición, Carlo Pedretti.

Dividida en cuatro temas –el hom-bre, el artista, el ingeniero y el huma-nista- la exposición reúne, en 3.000 metros cuadrados, obras originales, maquetas y documentos inéditos del célebre italiano, en sus facetas de ar-quitecto, escultor, inventor, ingenie-ro, investigador y observador de las leyes naturales.

Entre las principales atracciones está el original de María Magdalena, que el público podrá ver por primera vez, ya que la pintura fue encontrada en 1929 y solamente especialistas te-nían acceso a la obra, que hace parte de una colección particular.

Esta es la primera vez también que están juntos los códigos Da Vin-

ci, manuscritos que reúne notas téc-nicas, diseños y croquis sobre sus des-cubrimientos, investigaciones e in-venciones.

El motivo es el original del código, en el cual el artista reproduce la téc-nica del vuelo de los pájaros, propie-dad de la Biblioteca de Turín, en el norte de Italia.

La exposición incluye también originales firmados por artistas que inspiraron la obra de Da Vinci, co-mo Rafael, Michelango, Boticelli y Dürer.

sol”: el sol comenzó a girar sobre su eje, cambiar de tonalidad y lanzar ra-yos de múltiples colores, generando estupor y temor entre los presentes.

El sorprendente milagro, testimo-niado históricamente, fue la señal prometida por la Virgen para invitar a todos a creer y responder a la lla-mada a la conversión y abandonar el pecado.

Jornada Mundial del Rosario

Ciudad de Méjico (RV) – Será ce-lebrada el día 7 de octubre, la Jornada Mundial del Rosario, que deberá reunir millones de personas, en todo el mun-do, a través del “Tercio simultáneo”.

Los organizadores invitan a pro-mover en ese día, el rezo del tercio, “en un estadio o iglesia, o en familia y con los amigos”, con intenciones co-munes de oración.

En 2007, “celebramos la 11ª edi-ción de esa jornada y, con la bendición de nuestra Madre, la Santísima Virgen María, año tras año, aumenta el nú-mero de personas y países que se unen para rezar el tercio” – explica uno de sus organizadores, el seglar mejicano Guillermo Estévez Alverde.

Este año, la sede de la Jornada se-rá la Basílica de Guadalupe, en Mé-jico, organizada por el grupo “Unión de Voluntarios”.

La música lleva a sintonizar con la verdad de Dios

CIUDAD DEL VATICANO (VIS) – Benedicto XVI asistió en el patio del Palacio Apostólico de Cas-telgandolfo, a un concierto ofrecido por la Orquesta Sinfónica de Bam-berg, con motivo de las celebracio-nes del milenio de la archidiócesis de Bamberg (Alemania).

Al finalizar el concierto, el Papa afirmó que “la música tiene la capa-cidad de encaminar, por encima de sí misma, al Creador de toda armo-nía, suscitando en nosotros resonan-cias que son como que “sintonizar-se con la belleza y la verdad de Dios, con aquella realidad que ninguna sa-

90º Aniversario de las Apariciones de Fátima

VATICANO (ACI) – El Secreta-rio de Estado del Vaticano, Cardenal Tarsicio Bertone, fue nombrado por el Papa como representante pontifi-cio para la clausura de las conmemo-raciones de los 90 años de las Apari-ciones de Fátima.

Las celebraciones, en los días 12 y 13 de octubre, coinciden con la últi-ma aparición de la Santísima Virgen María en Fátima, a los tres pastor-citos portugueses, Lucía – reciente-mente fallecida – Jacinta y Francisco (beatificados por el Papa Juan Pablo II) el 13 de Octubre de 1917.

En aquél día, miles de personas contemplaron el llamado “milagro del

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Presencia del cardenal Franc Rodé en el Encuentro Internacional de

Juventud y Familia

44 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Atlanta (Regnum Christi) – Del 24 al 29 de Julio se realizó en la ciu-dad de Atlanta (Georgia, EUA) el 10º Encuentro Internacional de Ju-ventud y Familia. El lema fue el si-guiente: “Amaos los unos como a los otros como yo os amé”. Más de 5.000 personas se reunieron en World Georgia Congress Center pa-ra renovar el encuentro con Cristo de acuerdo con el carisma de Reg-num Christi.

El día 26, se inició con la expo-sición del Santísimo Sacramento la campaña de adoración por las voca-ciones, titulada “Cada minuto cuen-ta”. A cada hora, miembros de Reg-num Christi comparecieron delan-te de la Eucaristía para rezar por las vocaciones religiosas y consa-gradas. Durante la noche del día 28 hubo una adoración especial, en la cual participaron decenas de perso-nas en un ambiente de fervor y de alegría.

El P. Álvaro Corcuera celebró, el día 28, una misa en la que participa-ron más de 5.000 fieles. Por la no-

che dio una conferencia en la que desarrolló el tema del encuentro. La caridad, afirmó el P. Álvaro, debe ser nota distintiva de los miembros de Regnum Christi. Abordó algunos formas concretas de vivir la caridad en las palabras, en los pensamien-tos, en la acción y en la oración. Y desarrolló algunas características de esa virtud: ingeniosa, alegre, oculta, abnegada y sobrenatural.

El domingo, el cardenal Franc Rodé, Prefecto de la Congregación

para los Institutos de Vida Consa-grada y Sociedad de Vida Apostó-lica, dio una conferencia y presidió la Concelebración Eucarística con el P. Álvaro Corcuera y los Legio-narios presentes, clausurando así el evento.

Para todos los participantes el encuentro fue un nuevo impulso pa-ra crecer en el amor a Dios y en la entrega a los demás por medio del carisma y del apostolado del movi-miento Regnum Christi.

biduría humana o filosofica pueden exprimir”.

Francia “renacimiento” educativo

PARIS (RV) – En una carta diri-gida a los profesores de Francia, el Presidente de la República, Nicholas Sarkozy, pide que se realice un “re-nacimiento” educativo, que no deje la religión a la puerta de las escuelas.

Sarkozy, que se declara católico, pi-de a los profesores que reflexionen so-bre la grave responsabilidad que tienen en “guiar y proteger espíritus y sensibi-

lidades que todavía no se han formado completamente, no alcanzaron su ma-durez, la cual están buscando, y son to-davía frágiles y vulnerables”.

El presidente francés explico que ese renacimiento sólo será posible con una reforma del sistema educati-vo del país, “recompensando lo bue-no, sancionando las faltas, cultivan-do la admiración por lo que es bueno, justo, bello, grande, verdadero y pro-fundo y rechazando lo que es malo, injusto, feo, insignificante, falso, su-perficial y mediocre”.

El jefe de Estado cuestionó el se-cularismo, que rechaza la presencia religiosa en las escuelas y programas de enseñanza franceses. “Estoy con-vencido de que no deberíamos dejar el tema de la religión a la puerta de la escuela” – afirmó, advirtiendo que no defiende el proselitismo en los esta-blecimientos de enseñanza.

El Señor de Luren, salvado del terremoto

Lima (ACI) – A pesar de la des-trucción que sufrió el templo del ve-

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Vosotros sois la luz del Mundo (Mt, 5,14)

L

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 45

a beatificación que vamos a celebrar contribuirá a que no se olvide el “gran sig-no de esperanza” que

constituye el testimonio de los márti-res. De los del siglo XX en España, 479 han sido beatificados en once ceremonias a partir de 1987, y 11 de ellos son ya santos.

Casi quinientos han sido reuni-dos, esta vez, en una única celebra-ción. Y, como en las anteriores oca-siones, cada caso ha sido estudiado por sí mismo con todo cuidado a lo largo de años. Estos mártires die-ron su vida, en diversos lugares de España, en 1934, 1936 y 1937. Son los obispos de Cuenca y de Ciudad Real, varios sacerdotes seculares, numerosos religiosos agustinos, do-minicos y dominicas, salesianos, her-manos de las escuelas cristianas, ma-ristas, distintos grupos de carmelitas, franciscanos y franciscanas, adoratri-ces, trinitarios y trinitarias, marianis-tas, misioneros de los Sagrados Co-razones, misioneras hijas del Cora-zón de María, seminaristas y laicos, jóvenes, casados, hombres y muje-res. Las biografías y fotografías de todos, y su relación con las diócesis actuales, se encuentran en el libro ti-tulado “Quiénes son y de dónde vie-nen. 498 mártires del siglo XX en España”.

Podemos destacar como rasgos comunes de estos nuevos mártires los siguientes: fueron hombres y mujeres de fe y oración, particular-mente centrados en la Eucaristía y en la devoción a la Santísima Vir-gen; por ello, mientras les fue po-sible, incluso en el cautiverio, par-ticipaban en la Santa Misa, comul-gaban e invocaban a María con el

rezo del rosario; eran apóstoles y fueron valientes cuando tuvieron que confesar su condición de cre-yentes; disponibles para confor-tar y sostener a sus compañeros de prisión; rechazaron las propuestas que significaban minusvalorar o renunciar a su identidad cristiana; fueron fuertes cuando eran maltra-tados y torturados; perdonaron a sus verdugos y rezaron por ellos; a la hora del sacrificio, mostraron se-renidad y profunda paz, alabaron a Dios y proclamaron a Cristo como el único Señor.

Una hora de graciaLa beatificación que vamos a ce-

lebrar es una hora de gracia para la Iglesia que peregrina en España y para toda la sociedad. Os invitamos a prepararos bien para esta fiesta y a participar en ella de modo que se convierta para todos en un nue-vo estímulo para la renovación de la vida cristiana. Lo necesitamos de modo especial en estos momentos en los que, al tiempo que se difunde la mentalidad laicista, la reconcilia-ción parece amenazada en nuestra sociedad. Los mártires, que murie-ron perdonando, son el mejor alien-to para que todos fomentemos el espíritu de reconciliación.

Que por el testimonio y la in-tercesión de los mártires se avi-ve y fortalezca nuestra condición de creyentes, de discípulos y ami-gos del Señor, que vino al mun-do para dar testimonio de la ver-dad (cf. Jn 18,37; cf. Ap 1,5; 3,14); que perdonó a sus perseguidores (cf. Lc 22,51.81; 23,34); que ofre-ció su sangre como precio de la re-dención salvífica (cf. Heb 9,22), y

que, elevado en la cruz, atrae a to-dos hacia Él (Jn 12,32).

Que por el testimono y la in-tercesión de los mártires se vigori-ce nuestra esperanza y se encien-da nuestra caridad. Ellos, movidos por la esperanza de la Vida eterna, supieron anteponer a su propia vi-da el amor y la obediencia a la ley evangélica, la ley nueva del amor más grande y promotora de la dig-nidad y la libertad de cada persona. Los mártires son testigos supremos de la Verdad que nos hace libres.

Peregrinación a Roma y preparación

Invitamos y animamos a to-dos los que puedan a acudir a Ro-ma para la fiesta de la beatifica-ción. Allí, junto a los sepulcros de los mártires Pedro y Pablo, y los de tantos otros de la primera hora del cristianismo, daremos gloria a Dios por los nuevos mártires de España.

Informaos en vuestras parro-quias, centros religiosos o en vues-tras diócesis sobre el modo en que podáis incorporaros a la peregrina-ción a Roma. No dejéis de partici-par en las actividades que se organi-cen para prepararse espiritualmen-te a la beatificación y en los actos de acción de gracias, tanto si vais a ir a Roma como si no podéis hacerlo.

Oremos ya desde ahora por los frutos de esta beatificación que, con la gracia de Dios y la interce-sión de la Virgen María, augura-mos abundantes para todos.

(Extractos del Mensaje con motivo de la beatificación de 498 mártires del siglo XX en España.

LXXXIX Asamblea Plenaria de la CEE - Madrid, 27 de abril de 2007)

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46 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

nerado Señor de Luren, localizado en Ica (Perú) – la región más afecta-da por el terremoto del 15 de agosto- la imagen del Cristo venerada por los iqueños salió ilesa, hecho que los fie-les locales atribuyen a un nuevo “mi-lagro” de la popular invocación. La imagen del Cristo crucificado no su-frió daño alguno, a pesar de que el 50% del santuario quedó destruido.

El santuario del Señor de Luren, del siglo XVI, sufrió sucesivas des-trucciones y reconstrucciones como resultado de incendios y terremotos. En todas esas ocasiones, incluyen-do la del terremoto del último 15 de agosto, la imagen del Cristo perma-neció intacta.

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Más próxima la canonización del Beato Nuno Álvares

Lisboa (Ecclesia) – El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Saraiva Mar-tins, reveló que el proceso de canoni-zación del Beato Nuno de Santa Ma-ría –D. Nuno Álvares Pereira- es el que se encuentra en fase más adelan-tada entre todos los procesos portu-gueses, estando actualmente en aná-lisis en el Dicasterio de la Curia Ro-mana que él preside. En una entrevis-ta al Correo de la Mañana, Mons. Sa-raiva Martins explicó que “la Comi-sión Histórica de la Congregación va a estudiar las conclusiones de la co-

misión nacional sobre la interrupción o no del culto al Beato Nuno a lo lar-go de los siglos”. Si ese análisis fuera positivo, explica, pasará entonces pa-ra el análisis de los teólogos.

Vacaciones más cerca de Dios

Roma (ACI) – Muchos italianos, cansados de la rutina y del ruido de la ciudad, optan por pasar sus vaca-ciones en los monasterios y conven-tos, lugares donde encuentran mo-mentos de reflexión y contacto con la naturaleza.

Los religiosos y religiosas que tie-nen abiertas las puertas de sus mo-nasterios –muchos de ellos de clausu-ra- permiten a los jóvenes y familias participar de sus actividades y oracio-nes diarias, además de oír sus inquie-tudes y orientarlos espiritualmente.

“En estos tiempos en los cuales la oración y la reflexión pasan inadverti-das, las hermanas agustinianas del mo-nasterio de Lecceto, cerca de Siena, ofrecen esa oportunidad”, según indicó la Madre Sofía. Los huéspedes pueden participar de las oraciones de las religio-sas y algunos, inclusive, piden para ayu-dar en sus trabajos de artesanía, carpin-tería, para mantener el convento.

A su vez, la encargada de los servi-cios de reserva del Santuario Maria-no de Oropa, Graziella Ferraris, in-dicó que el templo, localizado en los Alpes italianos a 1.200 metros de al-tura, es un de los alojamientos más imponentes, siendo procurado anual-mente por cerca de 36.000 personas.

También los monjes benedictinos, que tienen entre sus normas el deber de recibir a los huéspedes, acogen a los turistas en su monasterio de Su-biaco, en la región de Lazio, y les per-miten participar de las oraciones dia-rias que incluyen cantos gregorianos.

A ellos se suman los franciscanos del Sacro Convento de Asís que ofre-cen a los huéspedes la visita a los lu-gares donde vivió San Francisco, co-mo el convento de San Damián, la capilla Porciúncula y su tumba loca-lizada en la basílica de Asís. Además,

según señaló el padre Vicenzo Co-li, organizan durante el mes de agos-to actividades semanales dirigidas a adolescentes con edades entre 14 y 17 años, desde “un punto de vista es-piritual y cristiano”.

Las reservas para las casi tres mil abadías, monasterios y conventos ita-lianos pueden ser hechas en: http://www.hospites.it

Cardenal Tarsicio Bertone visita Perú

Lima (RV) – Cerca de diez mil fie-les participaron, en Chimbote (Perú) a la clausura del IX Congreso Euca-rístico Nacional, presidido por el car-denal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone. El evento concluyó con el solemne acto de consagración de Pe-rú a la Virgen María.

El Cardenal Bertone llegó al país andino el día 23 de agosto y, antes de inaugurar el Congreso Eucarístico, el día 25, visitó las zonas afectadas por el terremoto del día 15 de agos-to, para manifestar a los afectados, la “proximidad espiritual y material de Benedicto XVI”.

La Eucaristía “es la mayor escue-la de humildad, sabiduría espiritual y fuente de paz en el corazón” fue el mensaje que el Cardenal Bertone de-jó al Perú. El purpurado, que presi-dió la clausura del congreso en la ca-tedral de Chimbote, llevó a los fie-les el saludo afectuoso y la bendición del Papa.

En su homilía, el Cardenal Ber-tone resaltó que, “solamente Cris-to puede dar la auténtica esperan-za a las poblaciones de América La-tina”.

Al terminar la santa misa, la ce-remonia prosiguió con la procesión eucarística. Después, a los pies de la imagen de Nuestra Señora del Car-men, a la que fue dedicada la nue-va catedral de Chimbote, consagrada días atrás por el propio cardenal se-cretario de Estado, tuvo lugar el acto de consagración de la nación perua-na a la Virgen.

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Viaje Apostólico de Benedicto XVI a Austria

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 47

l 850 aniversario del Santuario maria-no Mariazell fue la ocasión para el via-je apostólico de Su

Santidad Benedicto XVI a Austria, desde donde el pontífice mandó una llamada a Europa, en su discurso a las autoridades del país y al cuerpo diplomático, en el Palacio Hofburg: “Europa no puede y no debe renegar de sus raíces cristianas”, que consti-tuyen “un componente dinámico de nuestra civilización para el tercer mi-lenio”, afirmó.

Este viaje tuvo una marcada no-ta mariana, pues el primer día, de-lante de Mariensäule, columna de bronce del siglo XVII, dedicada a la Virgen María, el Papa confió a Austria a la Madre de Dios:

“En su sentimiento materno, tam-bién hoy María acoge bajo su protec-ción personas de todas las lenguas y

culturas, para conducirlas conjunta-mente, en una multiforme unidad, para Cristo. A ella podemos dirigir nuestras preocupaciones y necesida-des; de ella debemos también apren-der a acogernos unos a los otros con el mismo amor con que ella nos aco-ge a todos nosotros: cada uno en su singularidad, como tal deseado y amado por Dios”, dijo.

En la homilía de la Celebra-ción Eucarística en el Santuario de Mariazell, Benedicto XVI la-mentó la falta de niños en Eu-ropa, y atribuyó el fenómeno al egoísmo y la falta de confianza en el futuro. “Europa se volvió pobre en niños. Queremos todo para no-sotros mismos, y tal vez no confie-mos lo suficiente en el futuro” – di-jo el pontífice.

Mas adelante, consideró que un mundo sin Dios, que “no sabe ha-cer la diferencia entre el bien y el

mal”, enfrenta la “terrible amena-za de la destruc-ción”. La Tierra no tendrá futuro, cuando realmen-te se deje de amar y cuando la faz de Dios deje de ilu-minarla . “Pero donde existe Dios, hay futuro”.

Mirando ha-cia la imagen de Nuestra Señora de Mariazell, Be-nedicto XVI de-nunció también,

la extrema pobreza en que viven millones de niños en todo el mun-do, y el triste fenómeno de la ex-plotación infantil en las diversas guerras que asolan el Planeta.

Después de la Celebración Eu-carística, el Papa saludó, en varios idiomas, los peregrinos venidos de varios países de Europa central y oriental.

El origen de este antiquísi-mo santuario mariano se une a un monje benedictino, llamado Mag-nus, enviado a aquella localidad, para evangelizar a la población. El monje, que llevaba consigo la ima-gen de la Virgen, con el Niño Je-sús en los brazos – una pequeña es-tatuilla de madera, de 48 cm – en-contró el camino cortado por una gran piedra y pidió ayuda a Nues-tra Señora, para poder proseguir. En ese momento la piedra se par-tió en dos. En ese lugar, fue erigido el santuario.

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El Papa Benedicto XVI reza delante de la imagen de

Nuestra Señora de Mariazell

Después de la celebración Eucarística en la Catedral de San Esteban en Viena, el Santo Padre rezó el Angelus delante

de la numerosa multitud

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¡No te atrevas a encender estos cirios!

Ana Lucía Castañeda

46 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

Esa noche fría tenía muchas sorpresas reservadas para el tranquilo Estanislao, que no estaba preparado para ninguna de ellas…

erminada la misa, los últimos fieles dejaban poco a poco la iglesia matriz de San Alexan-der, en una villa cerca

de Białystok, al este de Polonia. Afue-ra caía la noche, mientras el viento frío arremolinaba los copos de nieve. Es-tanislao, el pacato sacristán, estaba a punto de cerrar las puertas cuando un hombre alto y corpulento entró rápi-damente al atrio del templo. Se sacu-dió un poco la nieve amontonada en su abrigo y lo saludó con cortesía.

Su acento lo delataba: era extran-jero, tal vez ruso, lo que no sería ex-traño porque la frontera estaba cer-

ca. Se disculpó por llegar tan tarde y ex-

plicó:

–Voy de viaje y mañana tempra-no tengo que negociar un asunto muy importante para mí. Por eso decidí hacer una promesa a la Virgen. Mire, aquí tengo dos cirios y quiero encen-derlos muy cerca de esa imagen de Nuestra Señora de la Paz, porque co-nozco la devoción que le tiene la gen-te aquí.

Estanislao, un poco contrariado, le respondió que no se acostumbra-ba encender velas en ese altar. Pe-ro el forastero fue insistente, y para zanjar la situación sacó de su bolsi-llo tres monedas de plata. Una ofer-ta difícil de rechazar para un padre de familia pobre y con muchos hi-jos.

–Bueno, creo que podría hacer una excepción… Mire, se las dejaré encendidas toda la noche, pero ma-ñana temprano usted tendrá que re-cogerlas, porque al Padre Lozinskij no le gustará mucho verlas ahí.

El extranjero concordó, y des-pués de cerciorarse de que las velas habían sido puestas en el lugar re-querido, partió tan rápido como ha-

bía llegado. Al sacristán le pareció un poco raro que alguien tan ansio-so por hacer una promesa no reza-ra nada frente al altar o no hiciera la señal de la cruz al salir. Pero se encogió de hombros y pensó en otra cosa. Al fin y al cabo, el hombre pa-recía verdaderamente tener mucha prisa…

Terminado el arreglo, Estanis-lao se dispuso a cerrar bien la igle-sia y luego marcharse, cuando frente al altar de la Virgen recordó que no había rezado todavía su último rosa-rio. Bueno –pensó–, tal vez sea me-jor terminar el rosario en casa, don-de al menos habrá calor. Sin embar-go sintió un inesperado deseo de quedarse ante el altar de la imagen. Además se veía muy bonita ilumina-da con esas dos velas, que por cierto eran enormes.

El frío aumentaba cada vez más en la iglesia vacía, ante lo cual Esta-nislao se cubrió con la chaqueta y el sombrero de piel para luego sentarse cerca del altar y empezar a rezar. La baja temperatura le daba un poco de

Historia Para niños... o Para aduLtos LLenos de Fe

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Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 47

sueño y se distraía entre avemarías y padrenuestros. Ya con la vista un po-co nublada, creyó ver a uno de los án-geles del retablo inflando sus mejillas y soplando con fuerza los cirios del extranjero.

–¡Estoy soñando con los ojos abiertos!

Pero no obstante las velas se ha-bían apagado. ¿Cómo era posi-ble? Miró en busca de una venta-na abierta sin encontrar nada. ¿De dónde había salido el viento que apagó los cirios? Volvió a prender-los sin entender bien lo sucedido, y para evitar la modorra decidió re-zar de pie el resto del rosario. An-tes de terminar la siguiente decena vio al mismo ángel –y ahora con to-da claridad– soplando las velas por segunda vez. Las dos se apagaron al instante, dejando sólo un ondulante hilo de humo.

Estanislao se atragantó mientras un escalofrío subía por su espalda. Hizo la señal de la cruz varias veces y dio tres pasos hacia atrás, pero en se-guida recordó que estaba en una igle-sia, y además frente a una imagen de la Virgen rodeada de ángeles. No, no podía ser cosa del maligno.

–¡Parece que el frío me hace ver visiones!

Una vez más encendió las velas y acabó de rezar lo más rápido que pu-do. Después se preparó para dejar la iglesia, pero antes se acercó titubean-do hasta el ángel para observarlo me-jor. Para su asombro, la escultura pa-reció llenarse de vida, y mientras lo miraba fijamente, sopló sobre las ve-las una tercera vez. Apenas se apaga-ron, el ángel le dijo con voz suave pe-ro muy firme:

–¡Estanislao, no te atrevas a en-cender estos cirios!

El pobre hombre soltó un grito y cayó hacia atrás, se levantó y sa-lió corriendo despavorido hasta la casa del párroco. Tartamudeando y con los ojos desorbitados le con-tó lo ocurrido. Volvieron juntos al templo (el sacristán casi escondi-

do atrás del sacerdote) y se detu-vieron frente al misterioso altar. El Padre Lozinskij, una persona pia-dosa y al mismo tiempo muy firme, miró fijamente la imagen, los ánge-les esculpidos y finalmente los ci-rios apagados. Una repentina sos-pecha vino a su mente, recogió las tales velas y se puso a examinar-las. Comprobó que pesaban mucho más que lo normal. Con una nava-ja cortó uno de los costados para descubrir, atónito e indignado, que los grandes cirios escondían un po-deroso explosivo. Girando hacia el sacristán con el rostro muy serio, le dijo:

–¡Mira, Estanislao! Este mila-gro nos enseñó lo vigilantes que de-bemos ser. Es bueno mostrar bue-na voluntad y caridad con todos, pe-ro siempre hay que guardar una dis-tancia prudente, ya que todo hombre tiene un lado malo. Además, por des-gracia existen personas que hacen el mal deliberadamente, y eso no lo po-demos desmentir.

Así que mi querido Estanislao, tengamos los ojos siempre muy abier-tos. Prestemos atención a los pruden-tes recados e inspiraciones que mu-chas veces el Buen Dios nos envía, pero no siempre tomamos en cuen-ta.

“Para su asombro, la escultura pareció llenarse de vida, y mientras lo miraba fijamente, sopló sobre las velas una tercera vez”

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Kilimanjaro, el monte de la esperanza

PArão Naif Mazive

50 Heraldos del Evangelio · Octubre 2007

¿En qué más podemos pensar, además del consuelo y la esperanza, cuando contemplamos ese majestuoso monte nevado que se levanta plácidamente en la tórrida sabana africana?

ara el común de los hombres occidentales, “África” es un nombre asociado casi siempre a imágenes fuertes, ta-

les como carnívoros formidables (leo-nes, leopardos y hienas), que represen-tan una amenaza continua para los via-jeros incautos.

Y no solamente fieras. También el medio ambiente africano, casi siem-pre hostil, opone tremendos desafíos al hombre; y de éstos, las despiada-das y periódicas sequías figuran en-tre los más terribles. Buena parte del continente africano padece este fla-gelo que acarrea la tragedia del ham-bre, puesto que gran parte de la po-blación depende directamente de la agricultura para sobrevivir.

Las escenas de esas calamidades marcan para siempre a quienes las han vivido: plantaciones que se secan irremediablemente una tras otra; el suelo agrietado bajo el sol inclemen-te, atravesado por miles de hombres y mujeres errantes, descalzos, sedien-tos, hambrientos y escuálidos; los ojos atentos de los ancianos escrutando el horizonte, a la espera de alguna nu-be promisoria que nadie sabe cuándo vendrá, o siquiera si vendrá…

* * *¿Pero África sólo ilustra el infortu-

nio? Felizmente no. También hay es-cenarios maravillosos, de una belleza difícil de encontrar en otros lugares. Uno de estos sitios, del que no me ol-vidaré jamás, es el grandioso monte Kilimanjaro.

Ubicado al noreste de Tanzania, cer-ca de la frontera con Kenia, esta sober-bia cumbre de 5.895 metros es la más al-ta del continente. Su plácida y altiva si-lueta, coronada de nieves eternas, con-trasta con la abrasadora llanura que la rodea. Incluso a gran distancia el mon-te ofrece una visión sublime, tanto que los wachagas, habitantes de la región, lo llaman con reverencia “Kibo”, que en su lengua quiere decir “Esperanza”.

La denominación del antiguo pue-blo africano contiene un fondo de ver-dad. Pues, al avistar esa majestuosa ci-ma cubierta de un blanco inmaculado, elevada por encima de la sabana cha-muscada, la primera idea que vuela a la mente es la de consuelo y esperanza.

Los panoramas grandiosos tienen el admirable don de elevar nuestros

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Kilimanjaro, el monte de la esperanza

Octubre 2007 · Heraldos del Evangelio 51

corazones a realidades sobrenatura-les. Cuando vi el Kilimanjaro por pri-mera vez, me vino a la memoria algo inmensamente mayor: la Iglesia Ca-tólica. Ella, como el monte, se levan-ta por encima de la tierra señalando el cielo, como indicando el lugar don-de se encuentra el remedio para to-dos nuestros males.

En realidad, entre tantas dificulta-des y carencias que azotan a este su-frido continente, la presencia recon-fortante de la Iglesia es semejante a la del monte Kilimanjaro en medio de la aridez. Más todavía, la Iglesia no es un mero símbolo, sino que de hecho es portadora de esperanza, de vida y de un futuro mejor para África.

Es cierto que la acción evangeli-zadora y civilizadora de tantos misio-neros le trajo dignidad a muchos afri-canos que la habían perdido, o inclu-so nunca la habían tenido; pero no se trata de eso, o al menos eso no es to-do. La Iglesia les proporcionó el pre-

cioso auxilio sobrenatural y, a través de los sacramentos, les abrió a incal-culables almas las puertas del Cielo en donde Dios, el Padre de todos, nos espera a cada uno de nosotros.

Pensar en todas estas cosas al ad-mirar el soberbio monte nevado en plena sabana africana, ¿habrá sido una exageración? Creo que no. Es

difícil no tomar la belleza fascinante del monte Kilimanjaro como un sím-bolo de la esperanza de que todos los pueblos de África, y del mundo ente-ro, puedan estar unidos un día bajo el manto protector de Nuestro Señor Jesucristo, en cumplimiento de su di-vina promesa: “Y habrá un solo reba-ño y un solo pastor” (Jn 10, 16).

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ty Im

ageEl monte Kilimanjaro

visto desde Kenia en la época de lluvias

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Inmaculada Concepción – Iglesia de la Orden Tercera de San Francisco de la Penitencia, Río de Janeiro

ve María! Mar y Cielo descansan En todas las torres

Repican las campanas ¡Ave María! Dejen sus Quehaceres terrenales Recen a la Virgen, recen Al Hijo de la Virgen El mismo ejército celestial Se arrodilla en este instante Portando lirios delante Del Trono del Padre Y a través de nubes rosáceas Descienden, santos, Solemnemente a la Tierra los himnos De los espíritus ¡Oh ceremonia sagrada Que todos los corazones Traspasa maravillosamente Como suave rocío! ¡Oh santa fe, Que subes rumbo al Cielo En las blancas alas de la oración! El dolor se disuelve En lágrimas dulces Mientras el gozo vibra alegre Con suavidad ¡Ave María! Cuando suenan las campanas La Tierra y el Cielo sonríen dulcemente reconciliados.

(Canción mariana tradicional de Alemania)