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Carta pastoral dirigida al clero, religiosos y laicos de la Arquidiócesis de Washington EDUCACIÓN CATÓLICA Mirando Hacia el Futuro con Confianza Carta pastoral dirigida al clero, religiosos y laicos de la Arquidiócesis de Washington Por Su Excelencia Reverendísima Monseñor Donald W. Wuerl, S.T.D. Arzobispo de Washington--

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Carta pastoral dirigida al clero, religiosos y laicos de la

Arquidiócesis de Washington

EDUCACIÓN CATÓLICA Mirando Hacia el Futuro con Confianza

Carta pastoral dirigida al clero, religiosos y laicos de la

Arquidiócesis de Washington

Por Su Excelencia ReverendísimaMonseñor Donald W. Wuerl, S.T.D.

Arzobispo de Washington--

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Gracia y paz a ustedes en Dios nuestro Señor

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I N T R O D U C C I Ó N

CRISTO ES NUESTRO MAESTRO. Él ofrece a su pueblo laspalabras de verdad y vida eterna. “Yo para esto he nacido y paraesto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” ( Jn

18,37). Hoy su misión educativa sigue viva en aquellos a quienes envía.

La Arquidiócesis de Washington tiene una historia larga y llena de fe enla difusión de la buena nueva, el Evangelio. La educación católica es parteintegral de ese ministerio, particularmente en lo que respecta a los progra-mas parroquiales de educación religiosa y a nuestras escuelascatólicas. A través de estos importantes esfuerzos educativos,la Iglesia sigue enviando a quienes proclaman la palabra deDios y preparan a nuestros jóvenes para vivirla. En el corazónde nuestro mensaje está la palabra de Dios. Ella constituye elcontenido de la proclamación de la Iglesia.

Es con este nivel de conciencia que dirigimos la atencióna nuestro ministerio educativo. Al iniciar este nuevo añoacadémico pastoral y retornar al cronograma completo deactividades en las parroquias, los invito a mirar hacia el futuromientras nuestra Iglesia local aborda el objetivo de largoalcance de fortalecer y apoyar la educación católica a través dela arquidiócesis, tanto en nuestras escuelas como en nuestrosotros programas parroquiales de catequesis.

En esta carta pastoral me gustaría reflexionar sobre laimportancia de nuestro ministerio educativo, sobre la necesidad de realizaruna evaluación y planificación integral de la educación católica en toda laarquidiócesis y de algunos de los elementos principales de un esfuerzo de talmagnitud. Esta planificación, que se desarrollará a través de un proceso deconsulta con una gran variedad de personas, se centrará sobre los pasosprácticos que debemos seguir para revisar juntos cuán bien estamosafrontando el desafío de ser los testigos de Cristo en nuestro mundo. Esregocijándonos en nuestra fortaleza, identificando las áreas que necesitanmejora y trabajando juntos que la educación católica florecerá para las gen-eraciones venideras, llevándoles el Evangelio de Cristo y ayudándolas acrecer en su encuentro con el Señor vivo.

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Cuando Jesús se preparó para asignara sus apóstoles y discípulos unaparte de la misión confiada a él por

su Padre, les encomendó enseñar en sunombre, y los facultó para ello. Al concluirla narración de la vida de Jesús, elEvangelio describe una imagen de Jesúsenviando a sus seguidores a compartir conotros la buena nueva: “Jesús se acercóentonces a ellos y les dijo: 'Se me ha dadotoda autoridad en el cielo y en la tierra.Por tanto, vayan y hagan discípulos detodas las naciones, bautizándolos en elnombre del Padre y del Hijo y del EspírituSanto, enseñándoles a cumplir todo lo queles he mandado a ustedes. Y les aseguroque estaré con ustedes siempre, hasta el findel mundo'” (Mateo 28,18-20).

Se nos pide que imaginemos estar entreesos discípulos que fueron llamados a com-partir la buena nueva. Nosotros somosparte de ese mismo cuerpo de discípulos.Cristo continúa estando con nosotros ensu nuevo cuerpo -su Iglesia- que per-manece vivo en el don de su EspírituSanto, el Espíritu de la Verdad. Pueden

separarnos siglos del grupo inicial deseguidores que fueron enviados como testi-gos, pero no hay nada que nos separe deCristo y su desafío para nosotros. A cadauno de nosotros se nos pide ubicarnos enel centro de nuestra familia, nuestra parro-quia y nuestra comunidad, conscientes denuestra fe, orgullosos de ella y como partedel esfuerzo de compartir este don mar-avilloso. Nosotros somos testigos. Damostestimonio de la Verdad.

Las palabras “seréis mis testigos” hacen ecoen las páginas de los Hechos de losApóstoles (Hechos 1,8) donde encon-tramos un relato sobre los primerostiempos de la Iglesia. En continuidad conaquellos días, la Iglesia ha transmitido lapalabra -la revelación- que nos presenta aJesús de Nazaret, hijo de María e hijo deDios; Jesús, que es el Logos -la Palabra-puso su morada entre nosotros. Nuestra fey el llamado a ser testigos son el incentivopara nuestro trabajo de compartir la buenanueva en toda esta arquidiócesis.

Este año, nuestros esfuerzos parecenmucho más oportunos puesto que en el

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P R I M E R A PA R T E

Enséñenles a cumplir todo lo que les he mandado

“Enséñenles a cumplir todo lo que les he mandado.”—Mateo 28:20—

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pasado mes de abril el Santo Padre, elPapa Benedicto XVI, vino a Washingtonpara alentarnos en nuestra misión y partic-ularmente para resaltar el rol de laevangelización, la catequesis y la edu-cación. Al comienzo de su homilía enNationals Park, nuestro Santo Padre nosdijo que venía a fortalecernos en la fetransmitida por los apóstoles. El PapaBenedicto manifestó: “En el ejercicio demi ministerio de Sucesor de Pedro, hevenido a América para confirmaros, queri-dos hermanos y hermanas, en la fe de losApóstoles (cf. Lc 22,32). He venido paraproclamar de nuevo, como lo hizo SanPedro el día de Pentecostés, que Jesucristoes Señor y Mesías”. En su visita, el Papanos confirmó en nuestra fe y nos presentóel desafío de compartirla y vivirla en todasu plenitud.

Es en ese contexto que echamos una mira-da crítica sobre nuestra arquidiócesis paraver en qué punto nos encontramos y dóndequeremos estar en el contexto general de lamisión de la Iglesia de traer Cristo almundo y hablarle a nuestro prójimo sobreJesús y sus respuestas a las grandes pregun-tas de la vida. Reconocemos que es en elencuentro con Jesucristo que encontramosnuestra identidad como sus seguidores ylas respuestas a las preguntas que son partede la condición humana, como por ejemp-lo: ¿cómo viviré?, ¿cuáles son los valoresque guiarán mi vida?, ¿cuál es el propósitode la vida? Este es el mensaje permanente

de Cristo desde hace más de 2000 años ypor ende, como católicos, nuestro mensaje.

En su carta encíclica Deus caritas est (Dios es Amor), el Papa Benedicto XVI serefirió a tres elementos esenciales de lavida de la Iglesia: “La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea:proclamación de la palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de losSacramentos (leitourgia) y servicio de lacaridad (diakonia)” (25).

En nuestros esfuerzos por lograr una edu-cación religiosa estructurada y organizada,hoy se oye la voz de Cristo y se anuncia suEvangelio. Quizás sea por esta razón que,durante su visita a los Estados Unidos,nuestro Santo Padre se dirigiera a los edu-cadores católicos en la UniversidadCatólica de América y les hablara tanalentadoramente sobre el ministerio de laeducación. En esa oportunidad, él mani-festó: “El deber educativo es parteintegrante de la misión que la Iglesia tienede proclamar la Buena Noticia. En primerlugar, y sobre todo, cada institución educa-tiva católica es un lugar para encontrar alDios vivo, el cual revela en Jesucristo lafuerza transformadora de su amor y su verdad”. (cf. Spe salvi, 4)

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Vivimos en unasociedad creciente-mente materialista

y secular, que amenudo no se

corresponde con nuestros mensajes y

valores cristianos.

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La educación católica en todas susformas tiene como tarea principalcomunicar sobre la persona y el

mensaje de Cristo a adultos, jóvenes yniños. Esto se despliega en una ampliagama de esfuerzos, pero el objetivo essiempre el mismo. A través de nuestrasescuelas católicas primarias y secundarias,los programas de educación religiosa enparroquias, la formación de adultos en la fe,el Rito para la Iniciación Cristiana deAdultos, los programas de formación sacra-mental y las múltiples formas delministerio de jóvenes, la pastoral universi-taria y los programas de extensiónevangelizadora, los hilos del encuentro conCristo y su mensaje de vida se entretejen enla trama de nuestra experiencia humana.

Somos conscientes de que la educacióncatólica es responsabilidad de toda laIglesia. En su discurso de junio de 2007 enla Asamblea de la Diócesis de Roma, elPapa Benedicto XVI subrayó que “toda lacomunidad cristiana, en sus múltiplesarticulaciones y componentes, está llamada

a cumplir la gran tarea de llevar a lasnuevas generaciones al encuentro conCristo”. Nosotros ponemos nuestra miradasobre el futuro de la educación católica entoda nuestra arquidiócesis con la esperanzade renovar en los corazones de todos losmiembros de esta Iglesia un sentido depertenencia de todas las expresiones deeducación, particularmente nuestras escuelas.

A medida que comenzamos con esta ini-ciativa, reconocemos que existenactividades educativas exitosas llevadas acabo por un clero dedicado y lleno de fe,religiosos y laicos en toda la arquidiócesis.El objetivo de este proceso enfocado en laeducación católica es simplemente renovary fortalecer nuestros esfuerzos para trans-mitir la fe. El primer paso para lograr estamisión es evaluar dónde nos encontramoshoy para poder determinar cuán eficacesson nuestros esfuerzos. Esto se divide endos áreas primordiales: los programas deeducación religiosa a nivel parroquial y lasescuelas católicas. Estos programas respal-dan lo que las familias hacen en sus

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S E G U N D A PA R T E

Las múltiples expresiones de la educación católica

“Doy las gracias a mis hermanos obispos, a los sacerdotes y diáconos, a los religiosos y religiosas, a los padres, maestros y catequistas…(por) vuestra

fidelidad personal al transmitir el tesoro de nuestra fe católica—Papa Benedicto XVI, Homilía de la Misa en Washington Nationals Park, 2008—

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propios hogares para vivir la palabra deDios y transmitir la fe a sus hijos.

Emprendemos esta obra teniendo concien-cia de la época singular que nos toca vivircomo así también de las complejidades dela sociedad de hoy. Tal como nuestro SantoPadre lo destacó en su discurso a los obis-pos de los Estados Unidos en el pasadomes de abril, nuestro mundo es material-ista y secular, lo cual presenta sus propiosdesafíos. En una cultura no muy propensaa respaldar la fe, una cultura en la que muya menudo se toman decisiones cada vezmás complejas sin considerar los principiosmorales importantes, nuestros esfuerzos deeducación religiosa toman una nueva ycrucial relevancia.

Los obispos de los Estados Unidos mani-festaron preocupaciones similares en sudeclaración del 2000, “Vivimos en unasociedad crecientemente materialista y sec-ular, que a menudo no se corresponde connuestros mensajes y valores cristianos. Elénfasis en los derechos individuales ha ero-sionado el concepto del bien común ynuestra capacidad para convocar a las per-sonas a aceptar la enseñanza revelada queno puede ser cambiada por un procesodemocrático”. La declaración continúahaciendo referencia a la “desintegración dela comunidad y las estructuras sociales quealguna vez respaldaron la fe religiosa yalentaron la vida familiar” y a la forma enque estos sistemas de respaldo han sidoreemplazados por una cultura manejadapor los medios de comunicación y la tec-nología que hace que la catequesis resulteespecíficamente difícil. “La instrucciónreligiosa y la catequesis compiten con losentretenimientos y los deportes por eltiempo de las vidas activas de las personas”(En respaldo apoyo al Ministerio deCatequesis, junio de 2000).

Nuestros niños de hoy, a medida que cre-cen en un mundo cada vez más complejo,necesitan bases firmes en cuanto alconocimiento de la fe auténtica que profe-sa la Iglesia de modo que puedanprepararse para vivir una vida plena, feliz ysanta en comunión con Cristo.

El Centro de Investigación Aplicada en elApostolado (Center for Applied Researchin the Apostolate, o CARA) determinó a

través de un estudio realizado en febrerode 2008 que solamente 37 por ciento delas personas encuestadas manifestaron que“vivir mi vida siguiendo la doctrina de laIglesia es 'muy' importante en razón delsignificado que tiene para mí ser católico”(Los sacramentos hoy: creencia y práctica entrecatólicos estadounidenses, Resumen Ejecutivo).Esto sugiere que si bien los católicos de losEstados Unidos valoran la religión, faltaaún mucho por conocer sobre el rol y elimpacto de la doctrina de la Iglesia en susvidas.

En ese mismo mes, el Foro Pew sobreReligión y Vida Pública dio a conocer losresultados de una encuesta sobre religiónen los Estados Unidos de la que surge que92 por ciento de los estadounidenses creenen Dios, pero que muchos menos ven lanecesidad de buscar una afiliación religiosaespecífica y seguir su doctrina. Es a la luzde estos desafíos culturales que procuramosalentar un compromiso más rico con la feen aquellas personas que fueron confiadasa nuestro cuidado educativo.

También enfrentamos realidadesfinancieras y económicas:

• ¿Cómo nos aseguramos de ofrecer escue-las académicamente excelentes y de costoaccesible?

• ¿Cómo podemos ayudar mejor a lasfamilias que están haciendo muchos sacri-ficios para brindar educación a sus hijos?

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La tarea que tenemoshoy por delante es

evaluar cuán eficazmente estamos

transmitiendo la fe a nuestros jóvenes

y asistiendo a los padres en su rol.

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• ¿Cómo hacemos para poder ofrecer unaremuneración adecuada a nuestros valiososmaestros y administradores?

La tarea que tenemos hoy por delante esevaluar cuán eficazmente estamos transmi-tiendo la fe a nuestros jóvenes y asistiendoa los padres en su rol. Primero será nece-sario informarnos sobre lo que realmenteestá sucediendo para que juntos podamosevaluar qué es lo que mejor funciona,cómo se podrían compartir estas experien-cias y cuáles son los aspectos que requierenmayor atención.

Durante este año observaremos todas lasformas en que se presenta la doctrina de laIglesia. Esta evaluación nos permitirábrindar apoyo y supervisión para que la fesea presentada de manera adecuada e inte-gral. También nos concentraremos ennuestras escuelas católicas y trabajaremosen forma conjunta hacia una manera másequitativa de sostenerlas en toda laarquidiócesis.

Dos iniciativas centrales están en marchapara concretar nuestros objetivos:

• Un proceso de evaluación catequética através de visitas parroquiales, y

• El desarrollo de normas y estrategias paranuestras escuelas a nivel de la arquidiócesis

La decisión de iniciar el proceso de evalu-ación en toda la arquidiócesis surge delEncuentro Arquidiocesano de Catequesisque tuvo lugar en octubre de 2006 y al queasistieron aproximadamente más de 2.300personas del ámbito de la educación reli-giosa, y del Encuentro Arquidiocesanosobre Educación Católica que tuvo lugaren octubre de 2007, en el que participaronpersonas de toda la arquidiócesis que tra-bajan activamente en apoyo de nuestrasescuelas católicas. Ambos encuentrosderivaron en una convocatoria para realizaruna revisión más sistemática de todos nue-stros esfuerzos de educación religiosa enlos programas parroquiales y escolares conel fin de respaldarlos y fortalecerlos.

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El Encuentro Arquidiocesano deCatequesis de octubre 2006 tuvocomo objetivo agradecer y alentar a

los cientos y cientos de catequistas, volun-tarios y de carrera, de toda la arquidiócesisque día tras día dedican tanto tiempo,energía y talento a inculcar la fe y alentarsu crecimiento. Una y otra vez citamos laspalabras de los obispos de los EstadosUnidos, “Debido a que la eficacia de lacatequesis depende en gran medida delesfuerzo humano -de la preparación, plani-ficación, desempeño y evaluaciónprofesional; de las cualidades y compro-misos personales; y especialmente de la fe,la esperanza y el amor de los catequistas-es que celebramos y expresamos nuestramás profunda gratitud por los miles depersonas que sirven a la Iglesia comocatequistas. A través de su esfuerzo per-sonal en la tarea de evangelización, ellos

siembran semillas de fe en personas detodas las edades a lo largo y a lo ancho delos Estados Unidos. Somos conscientes delos esfuerzos de los catequistas para serfieles instrumentos de la Palabra de Dios ylos sacrificios personales que hacen paraenseñar en nombre de Cristo y su Iglesia;damos gracias a Dios por sus esfuerzos”(En Respaldo al Ministerio de Catequesis,junio de 2000).

Para la parroquia, los catequistas son unabendición por muchas razones. Ellosencarnan un aspecto central de la respons-abilidad de la Iglesia: el de enseñar la fe.Así lo hacen, algunas veces con la asisten-cia de un líder de catequesis, de unamanera ordenada y sistemática. Tambiénactúan bajo la dirección del párroco, lo cualgarantiza la conexión con la misión apos-tólica de la Iglesia. El pasado añoacadémico, más de 2.400 catequistas par-

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T E R C E R A PA R T E

Educación religiosa en las parroquias

“Nos regocijamos y expresamos nuestra más profunda gratitud a los miles de personas que sirven en la Iglesia como catequistas”

—Obispos Católicos de los Estados Unidos, En Respaldo al Ministerio de Catequesis, junio de 2000—

La educación en la fe comienza en

la familia. Los padresson los primeros

educadores de sus hijos.

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roquiales dedicaron horas y horas a trans-mitir la fe a más de 24.200 jóvenes.

Luego del Encuentro de Catequesis y dehaber realizado otras muchas consultas, setomó la decisión de comenzar una revisióny evaluación de los programas de edu-cación religiosa en las parroquias y lasescuelas de toda la arquidiócesis. Elpropósito de dicha evaluación es tomarconciencia de la información sobre losbuenos resultados obtenidos y compartirla,al tiempo de determinar en qué aspectospodría ser necesario brindar asistencia parafortalecer la enseñanza de la fe.

Dicha revisión y evaluación parece másque oportuna a la luz del hecho amplia-mente reconocido de que nos tocaocuparnos de más de una generación decatólicos, entre los cuales algunos notienen una comprensión adecuada de la fe.Es por eso que muchas veces no están losuficientemente capacitados para ofrecerlesfundamentos de fe a sus hijos. Recurren ala Iglesia en busca de ayuda.

Los católicos, tanto jóvenes como adultos,se enfrentan con distintas decisiones cadadía, algunas de ellas cruciales. Si partimosde un conocimiento escaso o erróneo de lafe o si no somos totalmente conscientes delo que Jesús nos enseñó ni de la sabiduríaque nos ofrece su Iglesia, se hace doble-mente difícil tomar decisiones que lleven elEvangelio a nuestras vidas.

La educación en la fe comienza en lafamilia. Los padres son los primeros edu-cadores de sus hijos. Mucho del esfuerzode transmitir la fe a la generación venideratiene como contexto la familia, el hogar, la“iglesia doméstica”. A medida que los hijoscrecen, la comunidad parroquial les ofreceapoyo educativo como así también unaintroducción a la comunidad de fe, particu-larmente como preparación para recibir lossacramentos. La experiencia de la mayoríade los creyentes católicos en lo que respectaa compartir el don de la fe con sus hijosincluye la transición a una escuela católicao a un programa de educación religiosa anivel parroquial. Es por esa razón quedirigimos nuestra atención tan directa-mente a la eficacia de nuestros programasde educación religiosa y a la estabilidad y elfuturo de nuestras escuelas católicas.

Sabemos que algunos padres eligenbrindarles a sus hijos educación en elhogar. Este loable compromiso que implicatanta responsabilidad para los padres tam-bién involucra la vida de la parroquia y laparticipación de la Iglesia en los asuntos dela familia, particularmente en lo que serefiere a la preparación para recibir lossacramentos y el apoyo a los padres medi-ante orientaciones útiles para la educaciónreligiosa y la disponibilidad de recursosadecuados para dicha educación. Aún en elcaso de que la familia no elija el programade educación religiosa de la parroquia obien la escuela como medios para la edu-cación de sus hijos, la familia sigue siendouna parte de la comunidad de fe: la parro-quia. El párroco de la familia y laspersonas que colaboran en las correspondi-entes oficinas arquidiocesanas deseanacompañar a los padres y sus hijos en elcamino de la fe.

Es por esta razón que, como parte de larevisión general de la educación católica ensus diversas formas, la arquidiócesis pre-tende iniciar un diálogo con los padres quebrindan a sus hijos formación académica yreligiosa en el hogar, para evaluar con ellosla mejor forma de ayudarlos. A través deestas palabras el Santo Padre nos guía ynos brinda su aliento: “entre la familia cristiana, pequeña 'iglesia doméstica' y lagran familia de la Iglesia debe desarrollarsela colaboración más estrecha, ante todo enlo que atañe a la educación de los hijos”.(cf. Lumen Gentium, 11) (Discurso a los participantes de la Asamblea de la Diócesis deRoma, 2007)

Este podría ser un momento oportunopara destacar que la Iglesia dispone de varios recursos para ayudarnos en nuestratarea de evaluar la enseñanza de la fe ygarantizar que la enseñanza misma seacongruente con la fe auténtica de laIglesia. Nosotros somos los beneficiariosde una serie de recursos que nos brinda laIglesia universal y de otros adaptados parala Iglesia en nuestro país. El Catecismo de laIglesia Católica, junto con el DirectorioGeneral para la Catequesis, nos ofrecen lin-eamientos para toda la Iglesia, tanto encuanto al contenido de la fe como a lamanera en que debe transmitirse dichomensaje. El Directorio Nacional para la

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Catequesis y el recientemente publicadoCatecismo Católico para Adultos de losEstados Unidos nos brindan pautas y recur-sos muy adecuados para enfocar nuestrosesfuerzos catequéticos y enseñar la fe coneficacia, especialmente a las generacionesmás jóvenes y, quizás, a aquellas personasque no han podido acceder a una cateque-sis adecuada y sostenida.

En la reciente asamblea de noviembre2007 de la Conferencia de ObisposCatólicos de los Estados Unidos se apro-baron dos documentos adicionales quetambién resultan sumamente útiles. Elprimero de ellos es Elementos Doctrinales deun Marco Curricular para el Desarrollo deMateriales Catequéticos para Jóvenes en Edadde Escuela Secundaria (Doctrinal Elements ofa Curriculum Framework for theDevelopment of Catechetical Materials forYoung People of High School Age). Tal comolo señala su introducción, “Además debrindar orientaciones sobre el contenidodoctrinal de la instrucción catequética enel nivel de escuela secundaria, este marcocurricular también está diseñado para ayu-dar a los jóvenes a desarrollar lashabilidades necesarias para atender oresponder a los interrogantes reales queenfrentan en su vida y en su fe católica”.El segundo documento es FormaciónCatequética para promover la castidad(Formation in Chaste Living). En su intro-ducción leemos: “Estas pautas tambiénpueden ser útiles para ayudar a lospadres/tutores, catequistas y maestros deescuelas católicas a desempeñarse en susrespectivos roles en esta crucial y delicadatarea”.

La Oficina Arquidiocesana deEducación Religiosa, que es parte delSecretariado para la Educación, ha comen-zado a realizar visitas a las parroquias y lasescuelas. El programa, titulado Proceso deEvaluación Catequética a través de visitasparroquiles (Parish Catechetical Visitationand Assessment Process), es el resultado dela sabiduría y la experiencia de párrocos,educadores religiosos de las parroquias,líderes de escuelas católicas y otras per-sonas que pertenecen al nivelarquidiocesano. Ya se han realizado variasvisitas como parte de un programa piloto yahora contamos con material perfecciona-

do para ser utilizado de manera másamplia en las visitas del presente añoacadémico. Las visitas a las parroquias y las evaluaciones continuarán con una frecuencia mayor.

Esencialmente, el programa tiene comoobjetivo general promover la planificaciónde la educación religiosa en las distintasparroquias y escuelas y respaldar las habili-dades necesarias para llevar a cabo estatarea de manera eficaz. El proceso de evaluación catequético se divide en cuatropasos: una reunión inicial entre un repre-sentante de la Oficina de EducaciónReligiosa y el párroco y los principaleslíderes de catequesis de la parroquia; unaauto evaluación en línea por parte de laparroquia respecto a sus esfuerzos cate-quéticos utilizando puntos de referenciadel Directorio Nacional para la Catequesis;una revisión en el lugar de los datos yrecomendaciones con los líderes de cate-quesis de la parroquia e información sobrelas mejores prácticas por parte de laarquidiócesis.

Las visitas piloto se desarrollaron en variasparroquias e identificaron algunas necesi-dades claras para el futuro. Uno de loshallazgos iniciales fue la necesidad decomenzar una revisión de los lineamientosy los contenidos curriculares de nuestraeducación religiosa. Si bien los lineamientosactuales delinean claramente el contenidode la fe que ha de enseñarse, es hora demejorar los contenidos curriculares medi-ante el agregado de estándares deeducación religiosa que indiquen exacta-mente lo que el alumno debiera conocerdespués de completar el curso de instruc-ción. Por ello, se están revisandoactualmente propuestas enfocadas aestablecer una forma de actualizar los lineamientos de los contenidos curricularesde religión para ser utilizados en parro-quias y escuelas.

Otra necesidad identificada a través de lasvisitas piloto fue la de perfeccionar la formación y preparación de catequistasparroquiales y también desarrollar algunosmateriales básicos nuevos para ayudar a loscatequistas en su labor.

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Nuestras escuelas católicas son uninstrumento probado en la trans-misión de la fe. Desde hace

mucho tiempo reconocemos el rol deSanta Elizabeth Ann Seton, cuyos esfuer-zos en Maryland a principios del siglo 19,con el respaldo del Obispo John Carroll,son vistos como el comienzo del sistemacatólico de escuelas de todo el país.

Misión de nuestrasescuelas católicasHistóricamente la Iglesia ha dirigido suatención a las escuelas católicas para ayudarlas a llevar adelante su misióneducativa. En 2005, la Conferencia deObispos Católicos de los Estados Unidosdestacó: “Estas escuelas católicas ofrecen lamejor oportunidad para comprender elpropósito de la educación cristiana, que sedivide en cuatro aspectos, a saber: brindar

una atmósfera en la cual se proclame elmensaje del Evangelio y se experimente lacomunión en Cristo, donde el servicio anuestros hermanos y hermanas sea lanorma y donde se cultive el agradecimientoy la adoración a nuestro Dios”.(Renovación de nuestro compromiso con lasescuelas católicas primarias y secundarias en eltercer milenio, 2005)

En un discurso del mes de junio de 2007,el Papa Benedicto XVI manifestó: “A lasescuelas católicas corresponde una tareamuy importante en la educación en la fe.En efecto, cumplen su misión basándoseen un proyecto educativo que pone en elcentro el Evangelio y lo tiene como puntode referencia decisivo para la formación de la persona y para toda la propuesta cultural. Por tanto, las escuelas católicasdeberían de promover la unidad entre la fe,la cultura y la vida, que es el objetivo fundamental de la educación cristiana”(Discurso a los participantes de la AsambleaDiocesana de Roma, 2007).

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“En primer lugar, y sobre todo, cada institución educativa católica es un lugar para encontrar al Dios vivo, quien revela en Jesucristo la fuerza

transformadora de su amor y su verdad”. (cf. Spe salvi, 4) —Papa Benedicto XVI, Encuentro con Educadores Católicos en la Universidad Católica de América, 2008—

Las escuelas católicasdeberían de promoverla unidad entre la fe,la cultura y la vida.

PA R T F O U R

Generalidades sobre nuestras escuelas católicas

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Quienes somos: nuestrasescuelas católicasLas 98 escuelas católicas de laArquidiócesis de Washington, incluidas 65escuelas arquidiocesanas (63 primarias ydos secundarias) y escuelas administradas opatrocinadas por comunidades religiosas uotros grupos autorizados por la correspon-diente autoridad eclesiástica, son tandiversas como las comunidades a las quesirven. Aproximadamente 30.000 alumnosprovenientes de la ciudad, las áreas subur-banas, las comunidades rurales y el corazónde Washington DC llegan diariamente anuestros cinco condados de Maryland.Algunas familias tienen una situaciónfinanciera holgada, otras son de clase mediay otras viven en la pobreza. Algunos soncatólicos y otros no católicos. Algunos sonnuevos en nuestro país y otros pueden ras-trear su ascendencia a casi 400 años hastallegar a los pobladores originales quienes en1634 introdujeron nuestra fe en esta regióndel Nuevo Mundo y fundaron Marylandcomo un lugar de libertad religiosa.

Nuestras escuelas, donde más de 3.000maestros brindan instrucción, están disem-inadas geográficamente por toda la región.Hay 21 escuelas en el distrito de

Columbia, 36 en el condado deMontgomery, 24 en el condado de PrinceGeorge y 17 en la región sur de Maryland.

Estas escuelas son identificadas comocatólicas ya que siguen un programa deeducación religiosa/formación en la feaprobado por la arquidiócesis que garanti-za la integración y la impregnación de la feen el proceso educativo integral de laescuela. La identidad católica también serefleja en los programas del ministerio pas-toral que nutren la formación y laespiritualidad personal de los alumnos parauna experiencia de vida y un testimonio devida cristiana.

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Donde estamos hoyEn el Encuentro sobre Educación Católicaque tuvo lugar en octubre de 2007 y al queasistieron párrocos, directores, líderes cate-quéticos, miembros de los consejosparroquiales y financieros y otros gruposconsultores se llegó a varias conclusionesimportantes. En primer lugar, se reconocióla necesidad de una visión integral y com-partida de la educación católica en todaesta Iglesia arquidiocesana. En segundolugar, se destacó la necesidad de desarrollaruna estrategia para alcanzar esta visión.Además, hubo mutuo acuerdo en lanecesidad de trabajar en conjunto para dis-tribuir de manera equitativa laresponsabilidad respecto de las escuelascatólicas en toda la arquidiócesis. Lasescuelas católicas son patrimonio de todala arquidiócesis y, por ende, debieranrecibir el respaldo de toda ella.

La necesidad de ocuparnos del futuro delas escuelas católicas no es exclusividad denuestra arquidiócesis. A nivel nacional,aproximadamente 1.200 escuelas basadasen la fe cerraron sus puertas entre 2000 y2006, desplazando a aproximadamente400.000 alumnos, según datos obtenidosdel Centro Nacional de Estadísticas enEducación. En muchos casos, esto ocurríamientras la población se trasladaba de lasciudades más antiguas del noreste hacia elsudoeste, de la ciudad hacia las áreas sub-urbanas o aún hacia zonas más retiradas.El Distrito de Columbia, por ejemplo, haperdido aproximadamente 30 por ciento desu población desde 1950, incluido un 10por ciento entre 2000 y 2005. Hoy en díael número de religiosos y religiosas queenseñan en las escuelas es muchísimo másbajo. El 96 por ciento de los maestros delas escuelas católicas de la arquidiócesisson laicos.

La Arquidiócesis de Washington intentaenfrentar estos desafíos y encontrar solu-ciones desde hace mucho tiempo. En 1997,se formó el Center City Consortium, bajola dirección del Cardenal James Hickey,para estabilizar y revitalizar a las escuelascatólicas de los vecindarios urbanos másnecesitados de Washington DC. Durantelos 11 años siguientes, la arquidiócesis y susdonantes invirtieron en estas escuelas más

de $68 millones, por encima de los ingresosderivados de la matrícula.

El consorcio original comenzó con ochoescuelas en situación de emergencia tantodesde el punto de vista financiero comoacadémico. Finalmente, fue ampliado hastaincluir un número de 14 escuelas entre2002 y 2005, todo ello en un esfuerzo porevitar el cierre de otras escuelas en igualsituación de emergencia. Dos escuelas sefusionaron durante el año académico2006-2007.

Antes de comenzar la primavera de 2007,ya quedaba claro que el estrés provocadopor esta rápida expansión, sumado a unabaja en la matrícula en muchas escuelas,simplemente conducía a un declivefinanciero del Consorcio. Se hicieron con-sultas con más de 1.300 personas en 12escuelas y sus parroquias. Finalmente, selogró aprobación para que siete escuelaspasaran a formar un grupo independientede escuelas “charter” (escuela independi-ente establecida por convenio ysubvencionada por el gobierno), para quela escuela Saint Augustine volviera asupervisión parroquial y para seguir invir-tiendo recursos extras en otras cuatroescuelas organizadas bajo el nombre deConsortium of Catholic Academies. Todasestas escuelas brindan instrucción a alum-nos de vecindarios de bajos recursos.

Actualmente, 21 escuelas católicas brindanservicios en el Distrito de Columbia, entreellas, 12 escuelas primarias parroquiales.La mitad de las escuelas parroquiales brin-dan servicios a comunidadespredominantemente no católicas y de bajosingresos, con lo cual seguimos firmes ennuestra misión de brindar educacióncatólica en el centro de la ciudad, ajustán-donos a los recursos disponibles.

El Consortium of Catholic Academies seasegurará de que sus cuatro escuelasreciban los recursos necesarios que necesi-tan. Este año se tomó el compromiso desuministrar $3 millones para financiamien-to durante el año escolar 2008-2009. Estoincluye $2 millones en concepto de con-tribuciones, donaciones y aportes de partede donantes, particularmente aquellos quetrabajan con el directorio del consorcio y$1 millón de parte de la arquidiócesis. Los

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maestros continuarán recibiendo beneficiosimportantes para desarrollo profesional yotros conceptos.

En otro intento por ampliar el espectro decolaboración para el fortalecimiento de lasescuelas urbanas, la escuela HolyRedeemer School del Distrito funcionapor segundo año como una MagnificatSchool. Esta asociación por cinco años conla arquidiócesis y la Universidad de NotreDame deriva en beneficios tales comodesarrollo profesional, asistencia técnica yotros tipos de respaldo.

Los Salesianos de Don Bosco y laarquidiócesis abrieron en el otoño 2007 laescuela secundaria Don Bosco Cristo Reyen Takoma Park, Maryland, para que alum-nos de muy bajos ingresos pudieran accedera una educación católica con preparaciónpara la universidad a través de un programacreativo que combina estudio y trabajo.Además de sus estudios y actividadesextracurriculares, los alumnos “compartentrabajo” en oficinas de empresas, acumulan-do así experiencia laboral y cubriendo unagran parte de sus costos educativos.

Entre otros modelos cabe mencionar a lasescuelas regionales que brindan servicios avarias parroquias y dependen del apoyo deestas para funcionar, lo cual permite com-partir costos y responsabilidades. Comoejemplos de estas escuelas, podemos citarlas siguientes: Saint Pius X RegionalSchool, en Bowie, y Archbishop NealeSchool, en LaPlata, como así tambiénMary of Nazareth School, una escuela conpersonalidad jurídica propia que sirve amúltiples parroquias en Darnestown.

A medida que avanzamos en esta breverevisión de los esfuerzos educativos católi-cos en toda la arquidiócesis y en particular,los esfuerzos realizados por la mismaarquidiócesis, podemos estar orgullosos, enmi opinión, de la dimensión del esfuerzo,el alcance del logro y la profundidad delcompromiso asumido. Lo que esperamoshacer durante este año académico es traba-jar sobre la base de estos puntos positivos,concentrando nuestras energías, esfuerzosy actividades para asegurar, con vista alfuturo, el fortalecimiento de nuestrasescuelas católicas.

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Podemos estar orgullosos, en mi

opinión, de la dimensión del esfuerzo,

el alcance del logro yla profundidad del

compromiso asumido.

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Del encuentro sobre EducaciónCatólica de 2007 surge el compromiso de desarrollar una

estrategia general para promover el fort-alecimiento de las escuelas católicas ypolíticas que apoyen esa visión. Puedenidentificarse cuatro áreas principales deatención, o “pilares”, de las escuelas católi-cas. Estas son las áreas generales sobre lasque se debiera planificar y fijar objetivos:1. Identidad católica2. Excelencia académica3. Accesibilidad4. Accesibilidad financiera

Estas áreas se corresponden con aquellasidentificadas en la declaración sobre edu-cación de los obispos de los EstadosUnidos: “Es responsabilidad de toda lacomunidad católica -obispos, sacerdotes,diáconos, religiosos y laicos- continuar con

nuestro esfuerzo hacia el objetivo de quenuestras escuelas católicas primarias ysecundarias estén disponibles y sean acce-sibles, tanto geográficamente comofinancieramente, para todos los padrescatólicos y sus hijos, incluidas las familiaspobres y de clase media. Todos los católi-cos deben aunar sus esfuerzos paragarantizar que las escuelas católicascuenten con administradores y maestroscapacitados para brindar una experienciaeducativa excepcional a nuestros jóvenes,una experiencia verdaderamente católica yde excelente calidad académica”.(Renovación de nuestro compromiso con lasescuelas católicas primarias y secundarias en eltercer milenio, 2005)

A partir del compromiso asumido en elencuentro, se estableció un grupo de trabajopara cada una de las cuatro áreas clave.

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PA R T F I V E

Los cuatro pilares de las escuelas católicas

“Las escuelas católicas existen… para brindar a nuestros niños una oportunidad no sólo para una educación excelente desde el punto de vista

académico, sino también para ofrecerles una formación en la fe....que les servirá para el resto de sus vidas”.

—Arzobispo Wuerl, Encuentro sobre Educación Católica, 2007—

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Cada grupo está organizado bajo la coor-dinación de un comité de supervisión. Eltrabajo preliminar que ya está en marchacontempla reunir la información necesariaque nos permita delinear los objetivosespecíficos y los tipos de políticas nece-sarias para el logro de dichos objetivos.Durante el presente año académico, losgrupos de trabajo presentarán sus sugeren-cias respecto de las políticas a seguir en lascuatro áreas. Queda claro que este es unemprendimiento importante y que en cadaetapa será necesario recurrir a la comuni-cación de información, consultas en toda laarquidiócesis, incluidas encuestas y consul-tas con grupos de enfoque, y un alto gradode colaboración. Las consultas iniciales,tanto con el Consejo Presbiteral como conel Consejo Pastoral Arquidiocesano, indi-can un fuerte respaldo para este proyecto.

Identidad católica“En el corazón de nuestras escuelascatólicas está nuestra fe católica”.(Arzobispo Wuerl, Encuentro sobre Educación Católica, 2007)

Durante todo el debate preliminar sobre eltema de las escuelas católicas, surgió unhecho claro: nuestras escuelas son y debenser católicas. Si bien están abiertas a alum-nos de otras religiones, a quienes recibencon agrado, nuestras escuelas funcionancon una clara identidad católica. Estasescuelas le ofrecen al alumno formaciónmoral y educación en la fe y, al mismotiempo, se ocupan de brindarle una exce-lente educación académica. La identidadcatólica es una condición intrínseca ennuestro esfuerzo educativo y es la razónpara su éxito. Nosotros llamamos a nues-tras escuelas “católicas” no como unreconocimiento a su historia pasada sinocomo una proclamación de su objetivo y suidentidad en la actualidad y de su conexióncon la Iglesia, que certifica su identidad.

En todos lo niveles, primario y secundario,las escuelas, con nuestro apoyo, deben con-tinuar haciendo todo lo necesario paracumplir con el desafío de presentar unaalternativa educativa arraigada e inspiradaen la fe y conectada de manera manifiestacon la Iglesia arquidiocesana. Nuestroesfuerzo educativo se deriva de nuestra

convicción de que la fe católica nos invita adialogar con Dios y nos ofrece un modo devida basado en su palabra. Incluso en cul-turas que niegan la necesidad de estediálogo, existe un profundo anhelo en elcorazón humano precisamente por esaconversación con Dios. Nuestro rol en laeducación católica es ofrecer un marco dereferencia para una vida que sea reflejo delas palabras de vida eterna.

Tal como se expresa en la declaración delos obispos de 2005: “Debemos propor-cionar a los jóvenes un programa educativoy de formación en la fe académicamenteestricto y doctrinalmente sólido, diseñadopara fortalecer su unión con Cristo y suIglesia. Toda la comunicad católica debeahora centralizar sus esfuerzos en el futuroy en los múltiples desafíos que enfrenta-mos. Debemos entonces avanzar con fe,valentía y entusiasmo porque las escuelascatólicas son muy importantes para nue-stro futuro”.

Si bien nuestras escuelas son católicas ypresentan una visión de vida inspirada porJesús, muchos de los alumnos no soncatólicos. Asisten a ellas porque son bue-nas y funcionan. Los padres, tutores yalumnos reconocen las ventajas de unaeducación en un entorno católico, dondenuestra fe es la inspiración para una cul-tura escolar sana que alienta no sólo ellogro académico sino también la autodisci-plina, la integridad personal y los valoresmorales.

Las escuelas católicas se convierten en undon para toda la comunidad y son recono-cidas como centros de aprendizaje quefomentan el crecimiento y el desarrollopersonal enriquecidos con un sentido derealización personal y valor, bajo la guía devalores morales básicos y esenciales.

Nuestras escuelas se posicionan en lacomunidad como un recordatorio de que laeducación puede funcionar y efectivamentefunciona; que es capaz de obtener lo mejorde nuestros alumnos, transformando susposibilidades y su futuro.

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Excelencia académica“Nuestra responsabilidad es presentar elmensaje del Evangelio y un excelenteprograma educativo. La rendición decuentas y la evaluación integral son, porlo tanto, esenciales para cumplir con estaresponsabilidad”.(Asociación Educativa Católica Nacional, Declaraciónsobre Rendición de cuentas y Evaluación en la EducaciónCatólica, 2004)

Nuestras escuelas católicas gozan desdehace mucho tiempo de una excelente rep-utación por el logro académico de todossus alumnos. Los estudios enfocados sobrenuestras escuelas del centro de la ciudadresaltan un nivel excepcional de desem-peño académico que refleja la excelenciadel componente educativo de nuestrasescuelas. Tal como lo destacó la AsociaciónEducativa Católica Nacional (siglas eninglés, NCEA), los alumnos de escuelasprimarias y secundarias católicas, enpromedio, se desempeñan mejor que losalumnos de escuelas públicas. Ellas envíanun porcentaje mayor de alumnos a laUniversidad (97 por ciento) y un 99,1 por ciento de sus alumnos completa susestudios secundarios (NCEA, InformeEstadístico Anual sobre Escuelas, Inscripción yPersonal). En las pruebas de logro a nivelnacional, según surge de los datos deNCEA, los alumnos de escuelas católicaslogran mejores calificaciones que los alum-nos de escuelas públicas. Cabe destacar,como dato significativo, que estas estadísti-cas corresponden a alumnos de todos lossectores socioeconómicos.

Necesitamos asegurarnos de continuarmereciendo esa reputación. La excelenciadebe seguir siendo un sello de la educacióncatólica. Aunque debamos esforzarnos paramantener abiertas nuestras escuelas y paraque los costos de educación sean lo sufi-cientemente bajos como para alentar a losalumnos a que asistan, no debemos, porello, permitir que nuestra instrucciónacadémica baje su nivel en ningún aspecto.Es por esa razón que la Oficina deEscuelas Católicas de la arquidiócesis hacomenzado a implementar en nuestrasescuelas contenidos curriculares basados enestándares.

Nuestros objetivos generales para la edu-cación católica deben incluir el esfuerzo dedesarrollar, mantener y manifestar un nivelverificable de excelencia académica. LaOficina de Escuelas Católicas de laArquidiócesis juega un papel sustancial eneste esfuerzo, junto con la dirección decada una de las escuelas. Con esta visiónde excelencia académica unida a una iden-tidad católica profundamente arraigada,somos capaces de proporcionarles a nue-stros alumnos la experiencia de laesperanza: esperanza en Cristo y en elfuturo. De hecho, muchas de nuestrasescuelas urbanas, en particular, son unoasis de esperanza en un desierto carentede respaldo intelectual, espiritual y personal.

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Accesibilidad“Se alienta a la comunidad católica detodos los niveles a apoyar el trabajo denuestras escuelas católicas primarias ysecundarias para que pueda acceder aellas el mayor número de padres posible”.

(Obispos de los Estados Unidos, Renovación de nuestrocompromiso con las escuelas católicas primarias y secun-darias en el tercer milenio, 2005).

Un objetivo de nuestra estrategia es garan-tizar la ubicación geográfica de las escuelascatólicas en toda la extensión de laarquidiócesis, ajustándonos a los recursosdisponibles, de modo tal que la mayor can-tidad de alumnos católicos posible seencuentren a una distancia razonable de laescuela. El concepto de accesibilidad esimportante ya que la distribución de fon-dos limitados para respaldar a las escuelascatólicas debe contemplar la ubicación quedeben tener las escuelas para que resultenaccesibles a los alumnos. El número y laubicación de las escuelas será un factorcrítico cuando las parroquias encuentrennecesario considerar la consolidación de lasescuelas para lograr y mantener su estabili-dad financiera.

Accesibilidad financiera“El futuro de la educación en escuelascatólicas depende del hecho de que todala comunidad católica abrace con entusi-asmo el concepto de corresponsabilidadcon tiempo, talento y tesoro y traslade esacorresponsabilidad a acciones concretas”.(Obispos de los Estados Unidos, Renovación de nuestrocompromiso con las escuelas católicas primarias y secun-darias en el tercer milenio, 2005)

El futuro de nuestras escuelas católicasdepende de la capacidad de todos nosotrosde trabajar juntos para cubrir costos cadavez mayores y asistir a las familias quehacen un gran sacrificio para dar a sushijos una educación en la escuela católica.En general, las escuelas primarias de laarquidiócesis han tenido que aumentar lascuotas por servicios de instrucción en unseis por ciento anual, como promedio,desde el otoño 2002, en gran parte parasolventar costos de educación más eleva-dos. A pesar de estos aumentos, las cuotasaún sólo cubren 70 por ciento del costo deeducación como promedio, a pesar de queeste porcentaje varía según la escuela y, enalgunos casos, es mucho menor.

Los fondos para mantener abiertas nues-tras escuelas católicas provienen de lospagos de cuotas por servicios de instruc-ción y de los subsidios de las parroquias yla arquidiócesis, como así también de lasrecaudaciones que se logran en eventos quevan desde la venta de tortas a fiestas, tor-neos de golf a convocatorias anuales pararecaudar fondos. En el caso de algunas delas escuelas secundarias, los subsidios tam-bién provienen de la comunidad religiosapatrocinante.

El subsidio de la arquidiócesis provieneprincipalmente de dos fuentes: los fondosoperativos anuales de la arquidiócesis (estoincluye el dinero recaudado mediante laCampaña del Arzobispo) y una contribu-ción del dos por ciento que cada parroquiahace para educación. Recientemente,hemos recibido algunos aportes prove-nientes de los fondos recaudados pordonaciones en la campaña Adelante en laFe (Forward in Faith), destinados tantopara las escuelas católicas primarias comosecundarias.

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En años anteriores, casi todo el dineroproveniente de la contribución del dos porciento para educación fue destinado acubrir los gastos de un número relativa-mente pequeño de parroquias con escuelasseriamente endeudadas. Este año, parte deldinero que hubiera sido usado para atenderel déficit de las escuelas a fin de año fueadelantado a las parroquias para ser utiliza-do como respaldo del costo de educación yaumentar así el número de alumnosmatriculados y por ende, finalmente, elrendimiento total de la escuela en razóndel pago de cuotas.

La arquidiócesis está evaluando este nuevoenfoque de financiamiento a las escuelasque tienen necesidades financieras impor-tantes para llevar adelante sus operaciones.Este enfoque de respaldo a los costos deeducación, puesto a prueba en el verano de2008, ha dado resultados iniciales posi-tivos. El número de alumnos matriculadosha aumentado en varias escuelas; esto per-mite ayudar a las familias y al mismotiempo reducir la necesidad de recurrir asubsidios operativos, ya que más alumnoscontribuyen con los costos de educación através de sus cuotas.

Además, estamos pidiendo la colaboraciónde donantes interesados en respaldar unaayuda de mayor alcance para costos deeducación destinada a familias de toda laarquidiócesis, con la esperanza de incre-mentar los fondos disponibles para estenuevo programa. La combinación de estosdos programas, el programa regular deasistencia para costos de educación y estenuevo programa de incentivo, nos ha per-mitido contar este año con fondosdisponibles que duplican los del año pasa-do, aproximadamente $2 millones encomparación con $800.000.

La arquidiócesis ha tomado otras medidaspara que las escuelas puedan seguir siendoaccesibles desde el punto de vistafinanciero. Esto incluye programas deahorro de costos, tal como es el caso de laparticipación en una cooperativa de electri-cidad, programa que comenzó el añopasado en dos condados y le permitió a lasparroquias y escuelas participantes ahorraraproximadamente $370.000. Estos ahorrospodrían incrementarse significativamente amedida que se expanda el programa

establecido a través de un esfuerzo colabo-rativo del consorcio de escuelas católica dela región Mid-Atlantic Consortium, en elque participan seis diócesis.

Las familias, tanto de bajos ingresos comode clase media, trabajan duro para encon-trar medios que les permitan ofrecerles asus hijos una educación católica. A pesarde la asistencia que reciben, sus necesi-dades financieras subsisten. Es por eso quelas asociaciones no sólo de la arquidiócesiscon grupos privados para becas sino también con entidades públicas son tanimportantes. Durante el año escolar 2007-08, las escuelas católicas de laArquidiócesis de Washington les ahorrarona los gobiernos locales aproximadamente$385 millones en gastos impositivos paralas escuelas públicas.

Respaldo del gobierno a las familias

“El respaldo no es simplemente respons-abilidad de los padres y maestros sino detodos los miembros de la comunidadcatólica. Como los primeros educadores desus hijos, los padres tienen el derecho deelegir la escuela más adecuada para ellos.”(Obispos de los Estados Unidos,Renovación de nuestro compromiso con lasescuelas católicas primarias y secundarias en eltercer milenio, 2005)

Cuando ponemos la mirada sobre lacomunidad en general para buscar asocia-ciones que nos permitan respaldar anuestras escuelas católicas, lo hacemossabiendo que cada vez más vecinos recono-cen el don extraordinario que la educacióncatólica es para la comunidad. Con el con-stante incremento del número de alumnosno católicos que asiste a nuestras escuelas,queda claro que estas hacen una contribu-ción inigualable a la comunidad. Aquí losalumnos desarrollan la autodisciplina y losvalores morales que surgen del entornobasado en la fe de la escuela. Esas escuelasverdaderamente funcionan y se merecen elapoyo de toda la comunidad.

Lo justo sería que las familias que eligenlas escuelas privadas se beneficien con eldinero que todos pagamos en impuestospara la educación de todos los niños. Paraque sea una alternativa real, debe haberfinanciamiento. No se puede esperar que laIglesia Católica por sí sola continúe pro-

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Las familias, tanto de bajos ingresos como de clase media,trabajan duro paraencontrar medios queles permitan ofrecerlesa sus hijos una educación católica.

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porcionando un sistema de escuelas quefuncionan, que ofrecen una oportunidadreal y que les brindan un futuro a susalumnos.

En el Distrito de Columbia, un promete-dor programa piloto a nivel federal,denominado “Becas de OportunidadEducativa del Distrito de Columbia”, estáayudando a llevar derechos de igualdadeducativa a las familias de bajos ingresosde la ciudad. Las familias se ven benefici-adas con aportes que cubren sus costos deeducación y con algunos aportes de hasta$7.500. Para nuestras escuelas arquidioce-sanas, el Programa de OportunidadEducativa normalmente paga $4.500 porcada alumno que califica para recibir asis-tencia financiera y se le otorga una beca.

La diferencia entre el monto del aporte yel costo real de la educación es pagada porla arquidiócesis y las escuelas católicas a lasque asisten los niños. Si bien los estudiosrealizados muestran gran satisfacción delos padres y un elevado progreso académi-co, desafortunadamente el programaterminará al concluir el año escolar 2008-09, salvo que el Congreso de los EstadosUnidos vuelva a autorizarlo.

El programa de Oportunidad Educativa esuna parte importante del esfuerzo de tressectores para llevar un nuevo aporte dedinero tanto a las escuelas públicas y “char-ter” de la ciudad como también a lasescuelas privadas y parroquiales. Este pro-grama le ofrece a las familias unaalternativa. Sin estas becas, más de 85 por

ciento de los beneficiarios del año pasadohubiera tenido que asistir a escuelas públi-cas deficientes, tal como lo identifican loslineamentos de la “ley para que ningúnniño se quede atrás” (“No Child LeftBehind Act”). Sin embargo, seguimosfirmes en la esperanza de que el mismoéxito del Programa de OportunidadEducativa sea motivo suficiente para lograrsu revalidación.

Las familias de Maryland pueden tambiéntener esperanza. Existe una propuesta leg-islativa en Maryland para desarrollar unprograma de descuento impositivo denomi-nado BOAST, según sus siglas en inglés(“Nuevas Oportunidades para Todos losAlumnos y Maestros”). Esto daría lugar aun mayor nivel de asociación con el fin derespaldar la educación de la próxima gen-eración de ciudadanos. El programa estádiseñado para fortalecer la asociación entrelas empresas de Maryland y las escuelas yse basa en una iniciativa sumamente exitosapuesta en marcha en Pennsylvania en 2001.Durante seis años, las empresas dePennsylvannia calificaron para descuentosimpositivos al donar $360 millones parabecas que beneficiaron a aproximadamente160.000 alumnos de todas las escuelas yfinanciaron miles de proyectos educativospúblicos. Del mismo modo, las sociedadesy las pequeñas empresas que hagan dona-ciones a organizaciones que apoyan a losalumnos y maestros de las escuelas públicasy no públicas de Maryland recibirían undescuento impositivo estadual significativo,ofreciéndoles a las escuelas de Maryland

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una forma de recaudar más inversión de suscomunidades empresarias locales.

Las donaciones de las empresas propor-cionarían asistencia financiera a las familiasde bajos y medianos ingresos, a las que lesresulta cada vez más difícil enviar a sushijos a escuelas católicas u a otros tipos deescuelas no públicas. Asimismo, los fondosayudarían a los maestros de todos los tiposde escuelas, ofreciéndoles mayores oportu-nidades para su desarrollo profesional.

En concordancia con nuestros esfuerzosarquidiocesanos, este otoño tendremos unadeclaración sobre educación emanada de laConferencia Católica de Maryland, en laque participan la Arquidiócesis deBaltimore, la Diócesis de Wilmington y laArquidiócesis de Washington, ya que lastres incluyen secciones de Maryland. LaConferencia Católica de Maryland es elbrazo que representa los intereses de laIglesia Católica en Maryland. Tiene laresponsabilidad de llevar las inquietudes dela Iglesia, los intereses de los fieles católi-cos al debate público y al procesolegislativo del cual surge la política públicaque nos concierne a todos.

La declaración de los obispos resaltará laimportancia de las escuelas católicas paratoda la comunidad y pondrá de manifiestolas iniciativas específicas a través de lascuales el estado puede asociarse con nosotrosen nuestros esfuerzos para mantener elvalioso servicio que las escuelas católicasvienen proporcionando a generaciones deciudadanos de Maryland. También incluiráinformación sobre la forma en que la comu-nidad católica de Maryland puededesempeñar un rol activo para la defensa desus intereses en el seno legislativo con el finde promover estas iniciativas.

La declaración de la Conferencia Católicade Maryland intentará buscar el compro-miso de toda la comunidad en losesfuerzos por respaldar la política públicaque cumplirá el sueño de tantos padres:poder elegir la educación de sus hijos.

Si trabajamos juntos, padres, parroquias,arquidiócesis y gobierno, podremos asegu-rarnos de que las escuelas sean accesibles,tanto desde el punto de vista geográficocomo financiero, para la mayor cantidad dealumnos posible.

Próximos pasos a seguirpor las escuelasLo que se expresa en esta carta a grandesrasgos -para las cuatro áreas de prioridad-da una idea de la labor que tenemos pordelante este año académico. El objetivo deestas líneas no es intentar anticipar cuálespodrían ser las conclusiones de la tarea adesarrollar por los grupos de trabajo ni losresultados que podría arrojar el proceso deconsultas. No obstante, mi propósito esmanifestar que tenemos mucho por hacer,que hemos comenzado a evaluar cómopodríamos lograrlo y que es necesario quetrabajemos juntos si esperamos ver unfuturo brillante para nuestras escuelas.

Si bien aún falta mucho por decidir,podemos anticipar que el proceso podríadesplegarse de la siguiente manera. Loscuatro grupos de trabajo ya estánrecolectando información. Con la colabo-ración de personas de toda la arquidiócesis,desarrollarán -tal como lo solicitaron losparticipantes del Encuentro 2007- laspolíticas y estrategias sugeridas para cadauna de las áreas de interés.

Las recomendaciones iniciales seránsometidas a consulta. Esto comenzará concuerpos consultivos tales como el ConsejoPresbiteral, el Consejo PastoralArquidiocesano, la Junta de EducaciónArquidiocesana y el Colegio deConsultores. Una vez que quede claro quedeterminada política específica tiene fuerteapoyo, se pasaría a un proceso de comuni-caciones de mayor alcance, acompañado deun proceso consultivo más amplio a nivelparroquial. El objetivo es contar con algu-nas políticas avaladas mayoritariamente,listas para su implementación, de modo talque podamos poner en práctica esta visióny estrategia antes del comienzo del añoacadémico 2009-2010.

Cabe destacar lo expresado por los obisposde los Estados Unidos en el documentoRenovación de nuestro compromiso conlas escuelas católicas primarias y secun-darias en el tercer milenio, 2005: “Toda lacomunidad católica debe ahora concen-trarse en el futuro y en los múltiplesdesafíos que enfrentamos”.

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Toda la comunidadcatólica debe ahoraconcentrarse en elfuturo y en los multiples desafíos que enfrentamos.

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Debemos mantenernuestra mirada en el

futuro de la educacióncatólica y hacer

nuestra labor conesperanza, confianza

y entusiasmo.

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C O N C L U S I Ó N

Esta invitación y llamado a ser los testigos de Cristo continúa haciendo ecoen nuestros corazones a lo largo y a lo ancho de toda esta arquidiócesis. Estees un momento para que reconozcamos las oportunidades llenas de graciaque nos pertenecen. Tal como el Santo Padre nos manifestó en su homilía enNationals Park, “La Iglesia en los Estados Unidos está llamada a mirar haciael futuro”. Justo en el momento en que nos recordó que había venido “aAmérica para confirmaros, queridos hermanos y hermanas, en la fe de losApóstoles”, también agregó que vino “para proclamar de nuevo, como lo hizoSan Pedro el día de Pentecostés, que Jesucristo esSeñor y Mesías, resucitado de la muerte, sentado ala derecha del Padre en la gloria y constituido juezde vivos y muertos”. (cf. Hechos 2,14ss)

Este es el momento de un nuevo Pentecostés para laIglesia en nuestro país y la Iglesia que es nuestraarquidiócesis. A medida que comencemos estenuevo año, nos ocuparemos de hacer una revisión yevaluación de los esfuerzos educativos tal comohemos dicho, concentrándonos en nuestros progra-mas educativos parroquiales y nuestras escuelascatólicas. Nuestro objetivo es participar en aquellaefusión pentecostal de la gracia y el amor de Diosproporcionándoles a nuestros jóvenes una excelenteeducación y entendimiento de la fe de manera talque se encuentren bien capacitados para vivir susvidas como testigos de Cristo y el Evangelio.

Nosotros somos testigos. En la proclamación delmensaje de redención, nosotros tenemos las pal-abras de vida eterna. Somos un pueblo vivo en la gracia del Espíritu Santo ydebemos estar motivados por nuestras ansias de compartir ese don extraor-dinario con la generación venidera.

Lo que marca el momento actual es una conciencia cada vez más profundatanto de la importancia de lo que tenemos para decir -el mensaje- como deldeseo de tantas personas de toda la arquidiócesis de trabajar en forma orga-

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nizada para transmitir el mensaje. Debemos mantener nuestra mirada en elfuturo de la educación católica y hacer nuestra labor con esperanza, confian-za y entusiasmo, sabiendo que entregamos algo a quienes enseñamos quenadie más les puede entregar. Compartimos con ellos la historia de Jesús.

Podemos regocijarnos en los logros que se reflejan en nuestras parroquias yescuelas y, al mismo tiempo, poner todas nuestras energías para juntarnos yver que lo que hacemos siempre puede mejorarse mediante una revisióncuidadosa y una evaluación a conciencia. En el proceso mismo debiéramossentir que nos mantenemos firmes en nuestro deseo de ser verdaderamentesus testigos.

A medida que comenzamos este camino, lo hacemos con fe, reconocién-donos como familia de Dios y siendo concientes de nuestra necesidad deapoyo y colaboración mutua. También ofrecemos nuestra oración, pidiéndolea Dios el don del Espíritu Santo para que nos ilumine y nos sostenga,nos guíe y nos mantenga siempre alerta de las señales de su presencia ennosotros.

Que Dios bendiga los esfuerzos de todos ustedes para ser verdaderos testigos de su Hijo y nuestro Señor, Jesucristo

Fielmente en Cristo,

Arzobispo de Washington

14 de septiembre de 2008Exaltación de la Santa Cruz

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Photo credits:Archdiocese of Washington: Don Berkemeyer, Paul Fetters, James Kegley; Catholic Standard/El Pregonero: Rafael Cristosomo, Michael Hoyt,Leslie Kossoff; Other: Bishop McNamara High School, Elizabeth Seton High School, Georgetown Preparatory School, Georgetown VisitationPreparatory School, Our Lady of Good Counsel High School (cover photo), St. Anselm’s Abbey School, Stone Ridge School of the Sacred Heart

Archdiocese of WashingtonP.O. Box 29260Washington, DC 20017-0260301-853-4500www.adw.org

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