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ACTO ACADÉMICO EN LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DEL
PAÍS DE GRAN CANARIA EN HONOR DEL INTELECTUAL
DON JOSÉ MIGUEL ALZOLA GONZÁLEZ
MIÉRCOLES, 1 DE OCTUBRE DE 2014
PRESENTACIONES E INTERVENCIONES DE PERSONALIDADES
D. TOMÁS VAN DE WALLE SOTOMAYOR DIRECTOR DE LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA
DE AMIGOS DEL PAÍS DE GRAN CANARIA ……………………………………………………… PÁG.2
D. LARRY ÁLVAREZ CARDERA COORDINADOR DE CULTURA, PATRIMONIO HISTÓRICO Y
MUSEOS DEL CABILDO DE GRAN CANARIA ……………………………………………………. PÁG.3
D. JOSÉ ANTONIO LUJÁN HENRÍQUEZ, CRONISTA OFICIAL DE ARTENARA, SECRETARIO
DE LA JUNTA DE CRONISTAS OFICIALES DE CANARIAS ………………………………… PÁG.4
D. JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN
CANARIA Y DE GRAN CANARIA, SECRETARIO DE LA JUNTA DE GOBIERNO DE LA REAL
SOCIEDAD ECONÓMICA …………………………………………………………………………….. PÁG.7
D. CRISTÓBAL GARCÍA DEL ROSARIO, CATEDRÁTICO DE HISTORIA, DOCENTE,
HISTORIADOR, VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD CIENTÍFICA EL MUSEO CANARIO DE
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA …………………………………………….………………. PÁG.13
SRA. DOÑA MARÍA ISABEL GARCÍA BOLTA, CONCEJALA DE EDUCACIÓN, CULTURA Y
DEPORTES DEL ILMO. AYUNTAMIENTO DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA …… PÁG. 28
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HOMENAJE AL HISTORIADOR E ILUSTRE INTELECTUAL CANARIO,
INVESTIGADOR, ESCRITOR, ABOGADO DON JOSÉ MIGUEL ALZOLA
GONZÁLEZ EN LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
por Jesús Ruiz Mesa
El miércoles 1 de octubre se iniciaron una serie de actos en memoria y
homenaje del escritor, investigador y jurista, prócer de la cultura canaria,
D. José Miguel Alzola González (Las Palmas de Gran Canaria 1913-2014),
que durante los días miércoles, 1 y viernes, 3 de octubre versaron sobre la
obra y la figura del ilustre intelectual canario, actos enmarcados en el
programa en colaboración con la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias.
Excmo. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Cabildo de Gran
Canaria. Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria.
Museo Canario. Casa Museo Pérez Galdós. Parroquia de San Francisco de
Asís. Asociación de Vecinos “Terrero-Guiniguada”. Asociación Cultural “El
Real de las Tres Palmas”. Museo “Poeta Domingo Rivero”. Asociación
Triana Zona Comercial Abierta. Cam-PDS Editores SL.
La tarde del día 1 de octubre, a la 19:30 hs, se inicia el programa
homenaje con un acto académico presidido por las siguientes
personalidades D. Tomás Van de Walle director de la Real Sociedad
Económica. Doña María Isabel García Bolta, Concejala del Área de
Gobierno de Educación, Cultura y Deportes del Ilmo. Ayuntamiento de Las
Palmas de Gran Canaria. D. Larry Álvarez, Coordinador de Cultura,
Patrimonio Histórico y Museos del Cabildo de Gran Canaria. D. José
Antonio Luján Henríquez, Secretario de la Junta de Cronistas Oficiales de
Gran Canaria y Cronista Oficial de Artenara. D. Juan José Laforet, Cronista
Oficial de Las Palmas de Gran Canaria y Gran Canaria, y D. Cristóbal García
del Rosario, catedrático de Historia.
Entre el público asistente la Señora Viuda de D. José Miguel Alzola, doña
Isabel González. D. Víctor Montelongo, presidente del Museo Canario.
Cronistas presentes, Rafael Sánchez Valerón, Cronista Oficial de la Villa de
Ingenio. María Teresa Cabrera, Cronista Oficial de Valsequillo. Pedro
Rodríguez Suárez, Cronista Oficial de la Vega de San Mateo. Autoridades,
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socios de la Real Sociedad Económica y público interesado en el programa
de actos académicos IN MEMORIAM de don José Miguel Alzola González.
Inaugurada la Exposición Bibliográfica, muestra de la obra literaria,
histórica, y de patrimonio, de don José Miguel Alzola en el corredor de la
sede, a las 20:00 hs, se inician las intervenciones de las personalidades
que participan en el homenaje. Don Larry Álvarez, el Secretario de la Junta
de Cronistas Oficiales de Canarias, don José Antonio Luján Henríquez. El
Cronista Oficial de Gran Canaria y de Las Palmas de Gran Canaria, don Juan
José Laforet con su ponencia, Apuntes biobibliográficos de don José Miguel
Alzola. Seguidamente interviene el catedrático de Historia D. Cristóbal
García del Rosario, socio honorífico de la RSEAPGC que imparte la
conferencia: José Miguel Alzola, valedor del Patrimonio Cultural de
Canarias. Interviene igualmente la Concejala de Cultura. Doña María
Isabel García Bolta.
Don Tomás van de Walle, director de la Real Sociedad Económica abre el
programa de actos y expone: “Bienvenidos a todos. Hoy hacemos un acto
en homenaje a don José Miguel Alzola, intelectual canario, historiador,
jurista, historiador de Gran Canaria, fundamentalmente, biógrafo de
distintas personalidades y uno de los pocos intelectuales canarios que se
ha ocupado de un jardín en Don Chano Corvo, Crónica de un Jardinero y su
Jardín, no es frecuente.
Tiene un libro maravilloso que yo recuerdo que es, La rueda en Gran
Canaria, que necesita una nueva reedición. Ya ha tenido una, necesitaría
otra más. Tiene un montón de publicaciones interesantes que siguen
estando vigentes y útiles para la gente de la sociedad de hoy en día.
Con nosotros está la Señora Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Las
Palmas de Gran Canaria, doña María Isabel García Bolta, y el Coordinador
de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, don Larry Álvarez. Don José
Antonio Luján, Secretario de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias.
Don Cristóbal García del Rosario, historiador y catedrático, autor de una
Historia de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran
Canaria, siempre lo digo, y don Juan José Laforet, Cronista de la Ciudad de
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Las Palmas y de Gran Canaria y Secretario de la Junta Directiva de la Real
Sociedad Económica.
Toma la palabra don Larry Álvarez que expresa: “Muchas gracias, director,
buenas noches, a todos los compañeros de mesa y por supuesto a todos
ustedes. Yo ya le he dicho al presidente que me tendré que ausentar,
puesto que hoy inauguramos la temporada del Teatro Cuyás y dividirnos
es una de las cosas que aprendí de mi buen amigo, el senador don José
Macías, que hoy se encuentra aquí y está en varios lugares al mismo
tiempo, y es una de las buenas costumbres que uno no pierde.
La historia de don José Miguel Alzola va, irremediablemente y
afortunadamente ligada al Cabildo de Gran Canaria, puesto que si no me
falla la memoria, sólo, una semana después de que se pusiera en marcha
el Cabildo de Gran Canaria, en aquella famosa sesión constitutiva del 16
de marzo de 1913, nacía don José Miguel Alzola. Con lo cual, pues, cada
vez que el Cabildo cumplía un año, cumplía un año don José Miguel y
viceversa, y la verdad es que esa relación cronológica tan estrecha a lo
largo de la vida ya madura de don José Miguel, dio frutos importantes en
el Cabildo grancanario, sobre todo, en lo que tiene que ver con el
Departamento de Ediciones del Cabildo y también con la Casa de Colón,
equipamiento de primer orden del Cabildo de Gran Canaria con el que
colaboró muy estrechamente don José Miguel a lo largo de muchísimos
años.
Hacía alusión Tomás van der Walle a esa maravillosa pieza excepcional de
la literatura canaria, como lo definía don Francisco Morales Padrón, la
obra de Don Chano Corvo, (Crónica de un Jardinero y su jardín), y, la
verdad, que para los que hemos tenido la fortuna de leerlo, es una
auténtica joya de la literatura de nuestras islas. Editado por el Cabildo
hace ya muchos años y reeditado, ha sido uno de los grandes éxitos
publicados a lo largo de los más de sesenta años por el Departamento de
Ediciones del Cabildo de Gran Canaria.
También colaboró con aquella legendaria Colección de la Guagua, con dos
tomos interesantes, si mal no recuerdo el 26 y el 56. Uno dedicado a la
figura del imaginero Luján Pérez, y el otro dedicado a la figura de don
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Santiago Tejera Ossavarry. De los de Luján Pérez ya no quedan existencias,
ya no hay, el ejemplar número 26 de La Guagua se agotó. Pero, bueno,
felizmente estamos recuperando en formato electrónico parte importante
de los fondos del Cabildo de Gran Canaria y lógicamente en un lugar de
honor guardan las obras escritas por don José Miguel Alzola.
A mí sólo me queda felicitar a los organizadores, en concreto a Luján, mi
buen amigo Luján que siempre está ahí, al quite de los ilustres, a los que
hay que otorgar los homenajes correspondientes. También gracias a Juan
José Laforet, que siempre nos marca el camino, nos marca las tareas para
que no nos olvidemos de los más relevantes, de los que fueron grandes,
de los que obtuvieron reconocimientos, y también de los que no
obtuvieron reconocimientos. Don José Miguel Alzola, desde luego, tuvo el
reconocimiento del Cabildo de Gran Canaria, fue Hijo Predilecto en la isla
de Gran Canaria, y lo recordamos con mucho cariño. Sólo les quiero decir
que cuenten con el Cabildo de Gran Canaria para todo lo que haya que
hacer, que es mucho, para seguir contándole a las futuras generaciones la
vida y obra de don José Miguel Alzola.
Ya les anuncio que vamos, probablemente, a editar en un formato de
lectura mucho más fácil para los mayores, en colaboración con la
Consejería de Asuntos Sociales del Cabildo de Gran Canaria, vamos a hacer
una revisión especial de Don Chano Corvo, porque creemos que es una de
esas ediciones que no deben faltar nunca, para todo el público,
indistintamente de la edad que tengan, y, evidentemente, nuestros
mayores, estamos seguros de que, si no lo han leído ya, van a tener ratos,
desde luego, muy agradables para la lectura de una de las joyas de
nuestras letras. Muchísimas gracias por su atención”.
Tomás van de Walle como coordinador de la mesa e intervenciones
expresa: “Don José Miguel Alzola estuvo muy vinculado con el Museo
Canario, como presidente del Museo Canario, importante presidente por
cierto, dentro de los importantes presidentes. Hoy está con nosotros
también el presidente del Museo Canario, don Víctor Montelongo, y
quería también darle la bienvenida a él y a la representación institucional
que lleva consigo. A continuación tiene la palabra don José Antonio Luján,
Secretario de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias.
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Luján Henríquez expone: “Gracias director. Antes de entrar en la materia
encomendada, quiero dejar el testimonio de la propia Escuela Luján Pérez,
porque ha hecho la aportación del retrato de don José Miguel Alzola, que
desde el caballete, está presidiendo la sesión. Este retrato ha sido
realizado por José Luis Navarro Valido, que es autor de la galería de
retratos de la Escuela. Él ha reflejado en el lienzo a presidentes, directores
y artistas de reconocido prestigio. A la misma vez, tenemos que plantear
que don José Miguel Alzola, fue presidente durante diez años de la Escuela
Luján Pérez, cuando estaba también vinculado al Museo Canario. Desde
aquí enviamos también, ánimos al profesor don José Luis Navarro Valido
que en estos momentos se encuentra pasando por momentos muy
delicados.
Bien, después de este testimonio, casi comienza mi intervención. Señor
director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País e ilustres
compañeros de mesa, autoridades y representantes institucionales,
estimados cronistas oficiales, dignísima viuda de don José Miguel Alzola,
señoras y señores, buenas noches. En calidad de Secretario de la Junta de
Cronistas Oficiales de Canarias, hacemos público el siguiente
memorándum que constituye la transcripción de las correspondientes
actas asociativas como justificación del homenaje que hoy tributamos a
don José Miguel Alzola.
La Junta de Cronistas Oficiales de Canarias, reunida en asamblea general
anual, el día 11 de mayo de 2013, en la sede del Ayuntamiento de Santa
Cruz de Tenerife, estando presidida por don Juan Francisco Hernández
Delgado, Cronista de la Villa de Teguise, acoge la propuesta formulada por
don Juan José Laforet Hernández, Cronista Oficial de Las Palmas de Gran
Canaria y de Gran Canaria, de “Instituir y conmemorar cada año la figura
de un cronista histórico de Canarias, con motivo de su aniversario o
acontecimiento que lo haya caracterizado y que su trabajo sirve de
referencia en nuestro devenir histórico”. En tal sentido sugiere en el 2016
se podría conmemorar la figura de don Isidoro Romero Ceballos, con
motivo del doscientos aniversario de su fallecimiento.
En ese mismo acto la Junta Directiva considera y aporta que, si antes de
ese año, existiese alguna propuesta al respecto, se comunique
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oportunamente, para tenerlo en cuenta en la programación anual de las
actividades de nuestra Asociación. Teniendo en cuenta este acuerdo
asambleario, la Comisión Insular de Cronistas Insulares de Gran Canaria,
en virtud de sus competencias estatutarias, en reunión celebrada el 11 de
junio de 2014, en la Real Sociedad Económica, y tras el fallecimiento de
don José Miguel Alzola González, acaecido el 6 de mayo de 2014, a la
edad de 101 años, y considerando, no obstante, que no llegó a ostentar el
cargo o nominación de Cronista, propuso rendirle un homenaje póstumo a
quien fuera investigador prolífico, memorialista de múltiples
acontecimientos y aspectos de nuestra ciudad, cuyo trabajo es un
referente de rigor en el género de la Crónica.
En tal sentido el vicepresidente coordinador de la Comisión Insular de
Gran Canaria, don Pedro Socorro Santana, Cronista Oficial de la Villa de
Santa Brígida, apunta al secretario de la Junta a elaborar un programa de
actos, que se podría insertar en las fiestas patronales de San Francisco de
Asís del barrio de Triana, además de recabar el apoyo de diversas
instituciones públicas, culturales y comerciales de la ciudad y de la isla.
Tras las gestiones oportunas esta Junta Directiva ha contado con la
dirección de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de
Gran Canaria, el Cabildo de Gran Canaria, la Real Sociedad Económica de
Amigos del País de Gran Canaria, el Museo Canario, la Parroquia de San
Francisco de Asís, la Asociación de Vecinos “Terrero-Guiniguada”, la
Asociación Cultural “El Real de las Tres Palmas”, el Museo “Poeta Domingo
Rivero”, la Asociación Triana Zona Comercial Abierta, y Cam-PDS Editores
SL.
El programa, como han podido comprobar, ofrece dos vertientes: Una
con un perfil académico que iniciamos ahora, y otra, que se desarrollará el
próximo viernes día 3, consistente en un paseo histórico sentimental por
los lugares emblemáticos de los dos barrios fundacionales, Vegueta y
Triana, tan unidos en su biografía al trabajo y espíritu de nuestro insigne
homenajeado.
Los temas que se abordan en las respectivas intervenciones de cronistas y
profesores previstas en estas jornadas, se publicarán en el Anuario nº 10,
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Crónicas de Canarias, correspondiente a 2014, editado por la Junta de
Cronistas, como homenaje biográfico al insigne investigador de la
memoria histórica de la Ciudad. Desde la Junta de Cronistas Oficiales de
Canarias y en nombre de su presidente, que no ha podido desplazarse esta
tarde a nuestra isla, agradecemos a las instituciones mencionadas cuyos
representantes se hallan presentes en este acto y a los respectivos
ponentes, su apoyo y participación, al igual que a todos ustedes y otros
ciudadanos que con su presencia se adhieren de manera activa al
homenaje a nuestro ilustre memorialista. Muchas gracias”.
Interviene a continuación don Juan José Laforet, Cronista Oficial de Las
Palmas de Gran Canaria y de Gran Canaria: “Autoridades, compañeros
cronistas, Isabel, señoras y señoras, director, con la venía. Como bien nos
recordaba don Larry Álvarez hace unos momentos, días después de la
constitución oficial del primer Cabildo de Gran Canaria, entonces Cabildo
Insular de Gran Canaria, nacía en esta isla un 24 de marzo de 1913 un
grancanario, que hoy, desde la perspectiva de una existencia vivida plena
y fecundamente en el amor profundo a su tierra, a sus tradiciones y
sentires, entregada a la creación de una obra que ahora resulta
imprescindible para conocer con certeza el ser y sentir de una isla, volcado
en muy diversas responsabilidades que siempre asumió, con verdadero
espíritu de servicio a sus paisanos y algunas de sus instituciones más
notables, que ahora también, en una obra que, ahora, se nos antoja como
el más tozudo de los investigadores y creadores isleños.
Incapaz de dejar aparcada esa inquietud vital que siempre le señaló y le
distinguió, José Miguel Alzola es, sin duda, un ejemplo imborrable de amor
a la isla, de entrega a la comunidad en la que creció y en cuyo seno
maduró como intelectual y escritor al servicio de la misma.
En la estela existencial de don José Miguel Alzola aparece una obra
extensa, variada, siempre oportuna junto a un servicio a la comunidad
insular, efectivo y fecundo, en ámbitos como el Patrimonio Histórico
Artístico, la Arqueología o la Cultura isleña en general, que le hicieron
merecedor a lo largo de su vida de distinciones, premios y
condecoraciones. Unos ámbitos de conocimiento y trabajo que se
reflejaron enseguida en toda su amplia bibliografía de la cual hoy hemos
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querido dejar un mero ejemplo, una mera exposición de algunos
ejemplares en la vitrina que esta Real Sociedad tiene en el pasillo. Sería
imposible porque habría que llenar el pasillo de vitrinas para recoger
todas sus ediciones, reediciones de su obra bibliográfica.
Un rápido bosquejo, por ello, a su producción bibliográfica ya hace muy
patente al grancanario siempre preocupado por la realidad histórica
insular, por el reflejo que esta tiene en el presente o por el que pueda
tener en el futuro. No sólo a través de los hechos de primera magnitud, de
acontecimientos gloriosos o de grandes tragedias, sino de todos aquellos
aspectos de la vida cotidiana isleña, gracias a los que en gran medida
dibujó poco a poco, muy delicadamente, la línea que trazó el mundo
actual y que él siguió en especial, desde esta privilegiada atalaya que
supone para todo investigador, la presencia cercana de una institución
como el Museo Canario, al frente del cual vivió una etapa larga y
fructífera.
Y es que Alzola ha tenido el acierto de idear y de ofrecer una serie de
obras como Iconografía de la Virgen del Pino, La Navidad en Gran Canaria,
El Millo en Gran Canaria, La Semana Santa de Las Palmas, La rueda en
Gran Canaria, entre otras muchas, o biografías exquisitas como la de
Domingo Déniz Grek, Víctor Grau-Bassas, José Luján Pérez, Santiago Tejera
Ossavarry, Eduardo Benítez González, Salvador Cuyás y Prat, Andrés
Navarro Torrens, entre otras, en las que en buena medida, gracias a esa
rara habilidad que tiene para la transgresión de géneros y estilos, y a la
vez conjunción, consigue los textos mucho más ricos y elocuentes en los
que se presenta, no como un cronista puntual o especializado en
determinados aspectos o hechos, sino como el cronista memorialista
total, que avanza encima de cualquier temporalidad, mucho más allá de
hechos coyunturales, ofreciendo una crónica de rostros y sentimientos
que una sociedad, la grancanaria, ha conformado a través de los siglos.
Quizás sea como en el caso, realmente suculento, y aquí ya resaltado por
quienes me han precedido en la palabra, de su obra Don Chano Corvo.
Tuve, además, la enorme suerte, la enorme honra y satisfacción de
participar en la presentación de una de sus reediciones más actuales en la
Casa de Colón, conjuntamente con otra figura enorme de esta isla,
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indesligable de José Miguel Alzola que era don Francisco Morales Padrón.
Tengo una foto que conservo como un lujo en una mesa, con don
Francisco y don José Miguel Alzola, para mí es de una enorme satisfacción
y por eso lo recuerdo.
Crónicas de un jardín y su jardinero, en la que no se trata meramente de
una crónica histórica sino que se transforma en un interesante relato, en
un trabajo en donde lo histórico y lo literario, incluso diría, lo poético y lo
costumbrista, se conjugan perfectamente con una reflexión humanista de
la que emana una interesante sociología y, hasta en ciertos aspectos, una
mirada psicológica de los insulares. Siempre he creído que los libros,
cualquier texto impreso o en caso manuscritos, están cerca de nosotros en
la biblioteca, en algún armario, mesa o lugar a la espera de que decidamos
volver a sus páginas, a retomar sus ideas, sus propuestas, sus datos.
Nunca me he terminado de creer que un libro sea flor de un día, una hoja
que se pasa una tras otra, y otra tras otra, sin que sea necesaria o posible
una vuelta atrás.
Retornar a la intimidad de un libro olvidado por uno, desconocido para
otro, o custodiado en la memoria de unos pocos, puede resultar, cuando
menos, el redescubrimiento subjetivo de un paisaje inesperado, repleto
de propuestas, de insinuaciones, de argumentos que, lejos de perder su
vitalidad, se han reforzado con la savia de un tiempo distinto, con una
actualidad no prevista pero, inevitablemente, consustancial con las ideas
e inquietudes que estimularon su creación. Si este libro es un texto de
historia, una obra que escudriña el pasado, nuestras perspectivas sobre el
mismo y lo dicho hasta el momento pueden ser muy distintas.
No mediremos por el mismo rasero un trabajo meramente literario, y me
pregunto: hay textos tan exclusivos en su género que no han tenido que
admitir la transgresión de otros, ya sea consciente o inconscientemente.
Libros filosóficos, técnicos, científicos, y volvemos a la persistente y
anodina dicotomía de ciencia y cultura, de tecnología o cultura.
Aquí habrá que cuestionar, revisar ahora con la perspectiva que nos ofrece
el tiempo transcurrido desde su primera edición la actitud de su autor, no
sólo ante el pasado, sino ante el futuro que el conocimiento de esos
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eventos pretéritos pueden alumbrar. Y es, como señala Marc Bloch, al
hablarnos de comprender el presente por el pasado no se debe olvidar
que no hay verdadero conocimiento sino se tiene una escala de
comparación, a condición, claro está, de que se haga una aproximación
entre realidades a la vez diversas y por tanto emparentadas. Es también el
caso muy probablemente de Agustín Millares Torres que ya en su Historia
de la Gran Canaria, 1860, especificaba su propósito de exponer que el
conocer esta isla, estudiando en su conjunto y sus detalles, presentar en
pocas páginas un cuadro completo de su historia, ocuparse de su
importancia como posición marítima y comercial, el día en que la luz de la
civilización ilumine esas inmensas soledades aplicadas que se extienden a
su vista. Es el plan que nos hemos propuesto en esta obra.
Algo de todo ello he sentido siempre, sigo sintiendo en la actualidad al
releer una vez más, cualquiera de las originales, suculentas y atractivas
obras que integran la amplia y variada bibliografía impresa de José Miguel
Alzola. En nuestros días, por ejemplo, cuando el trazado de nuevas vías de
comunicación, la ejecución de obras públicas ineludibles para el progreso
de Gran Canaria y el bienestar de sus habitantes, o la mejora de carreteras
o caminos vecinales, generan toda clase de comentarios, polémicas,
protestas muy controvertidas, nos encontramos y, como digo, traigo esta
obra y este asunto a modo de ejemplo o de su trabajo de investigación y
su producción bibliográfica, con que se ha estudiado y escrito muy poco
acerca del transporte, de las comunicaciones terrestres y de su realidad y
desarrollo en los últimos siglos. En este panorama su libro La rueda en
Gran Canaria, cobra una novedosa actualidad, una utilidad para muchos
inesperada.
Y es que José Miguel Alzola de siempre preocupado por la realidad
histórica insular, por el reflejo que tiene en el presente o el que pueda
tener en el futuro, no sólo a través de hechos de primera magnitud, de
acontecimientos gloriosos, sino de todos aquellos aspectos de la vida
cotidiana grancanaria, gracias a los que, en gran medida, se dibujó poco a
poco muy delicadamente el paisaje que caracteriza el mundo actual. Hace
ya algunos años, cuando esta ciudad, cuando Las Palmas de Gran Canaria,
esperaba y requería ya desde hacía tiempo un estudio histórico de los
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nuevos barrios que hoy conforman y caracterizan a esta joven ciudad
atlántica, Alzola se nos presentó con la historia de una iglesia, la de
Schamann, con la que venía, la de un barrio pionero y germen en la mitad
del siglo XX, del surgimiento y evolución de toda la enorme y aún en
ebullición y desarrollo de la ciudad.
Creo que empezar por la barriada de Schamann ha sido un enorme
acierto, pues se trata de uno de los distritos que más han representado el
desarrollo de la nueva ciudad, tanto en sus aspectos sociales como los
económicos, culturales e, incluso, los políticos. Y si esta primera
aproximación a su historia a través de unos minuciosos y jugosos apuntes
redactados con un estilo claro, ameno, al alcance de todos los lectores, se
deben nada menos que al investigador y Premio Canarias, José Miguel
Alzola, entonces no hay motivos ya para dudar que el estudio histórico de
esta parte de la ciudad, era una necesidad insoslayable a la que con esta
publicación se abren las puertas de par en par, y sobre las que,
investigadores de hoy y de mañana, deberán seguir escudriñando y
ofreciéndonos miles de noticias y aspectos que aún quedan por descubrir
en las entrañas de su historia tan rica como reciente.
La experiencia del autor de esta curiosa e interesante monografía para
afrontar trabajos de la misma índole, quedó siempre más que
demostrada, me atrevería a decir que constituye una parte ineludible del
patrimonio de la historiografía local canaria. Me remito dentro de una
extensísima y diversa obra, títulos como el mencionado de La rueda en
Gran Canaria, editada en 1968 y reeditada por el Cabildo de Gran Canaria
en 1997, donde se estudian por vez primera todos los entresijos del
transporte interior en Gran Canaria a través de los siglos, en una
aportación ineludible para comprender lo que todo ello supuso de atraso
o de progreso, en su caso para la isla, me refiero al Millo en Gran Canaria,
donde camina hacia una historia de la gastronomía insular, con
aportaciones que, hasta el momento, habían pasado desapercibidas para
la mayoría. O me refiero a la Historia del Ilustre Colegio de Abogados de
Las Palmas, entre otras, que ustedes pueden contemplar en esta vitrina a
la entrad del salón, sin olvidarme de las biografías que ya antes cité de
algunos de ellos.
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No puedo, más bien, no quiero terminar sin dar rienda suelta como
grancanario la necesidad de dar las gracias a don José Miguel Alzola por la
extensa y rica obra bibliográfica que nos ha legado a todo sus paisanos. Un
tesoro bibliográfico isleño en el que nos podemos sentir todos
plenamente identificados con un pasado que al hacernos comprender
quiénes somos, cómo somos, dónde estábamos y dónde estamos. Nos
ayuda a mirar al futuro con esperanza, algo clave en unos días tan
sugerentes en este comienzo de un nuevo siglo que tantas incertidumbres
también nos está presentando. Gracias, don José Miguel, gracias
eternamente, siempre muchas gracias. Gracias a ustedes”.
Tomás van de Walle expone: “Don José Miguel Alzola, como ustedes
saben fue Premio Canarias, es decir, el Gobierno de Canarias reconoció
sus méritos a través del Premio Canarias. El Cabildo de Gran Canaria,
como dijo antes don Larry Álvarez, también le dio su distinción, el Can de
Plata, por lo tanto, su isla natal a la cual dedicó, casí todos sus estudios y
trabajos, también reconoció sus méritos y le agradeció su trabajo. El
Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria también le distinguió con su
condecoración y reconoció sus méritos.
Él fue también, socio importante de la Real Sociedad Económica de
Amigos del País, y me congratulo de haber sido justo en concederle la
Medalla de Plata a don José Miguel Alzola. Es decir, creo que estuvimos a
tiempo de reconocer la valía de una persona en vida y eso es siempre un
orgullo. Ahora tiene la palabra el historiador y catedrático don Cristóbal
García del Rosario, directivo del Museo Canario”.
El catedrático de Historia D. Cristóbal García del Rosario expone: “Buenas
noches a todos. Señora viuda de don José Miguel Alzola, doña Isabel
González, Ilustrísimas Autoridades, Señor director de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Gran Canaria, don Tomás van de Walle.
Señor presidente y Junta de Cronistas Oficiales de Canarias, Señores
presidente y directivos de las instituciones organizadoras y colaboradoras
de estos actos In Memoriam de don José Miguel Alzola, amigos todos.
Considero un alto honor el ofrecerme la oportunidad por parte de la Junta
de Cronistas Oficiales de Canarias para pronunciar esta conferencia y
poder expresar así mi profundo reconocimiento y estima hacia la grata
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persona de don José Miguel Alzola, tanto por sus valores humanos, como
por la importante obra llevada a cabo a lo largo de toda una vida,
dedicada a enriquecer y divulgar nuestro acervo cultural.
A don José Miguel Alzola no se le puede aplicar el aforismo que reza, nadie
es profeta en su tierra, la excepción confirma la regla y en este caso la
concesión del Premio Canarias 1999, en la modalidad de Patrimonio
Histórico, el nombramiento de Socio Honorario de esta Real Sociedad
Económica de Amigos del País, en el año 2001, así como del Museo
Canario en 1987. La Escuela Luján Pérez, en 2007. Y la de Hijo Predilecto
de su ciudad natal en 1996, Las Palmas de Gran Canaria, donde vio la luz
primera en 1913, y tuvo su último suspiro el 6 de mayo de este año de
2014, hablan por sí mismo de la ejemplaridad de sus virtudes que le
permitieron llevar a cabo con diligencia y constancia, todo un programa
vocacional donde el civismo y la eficacia siempre fueron norte y guía de
sus actuaciones. Sus conciudadanos, en este caso, así lo hemos
reconocido, y con este acto de hoy, en su memoria lo estamos
reafirmando.
Confieso que sintetizar la vida y obra de Alzola en una conferencia es tarea
que nos desborda, por la amplitud de los campos en los que dejó su
huella, con su siempre dispuesta predisposición y talante resolutivo.
Podrían valer aquí las palabras de Lope de Vega, cuando al comenzar su
definición del soneto escribió aquello de: ….y en mi vida me he visto en tal
aprieto.
Para salir de este embarazo y siendo deudor de mi profesión docente,
recurriré a trazar un pequeño cuadro sinóptico que didácticamente nos
permita contemplar la panorámica de sus gustos y preocupaciones,
comenzando por sus libros publicados, para resaltar, a continuación, a mi
juicio, como labor ejemplar e insólita por la época en la que actuó, de la
extensa y certera labor de gestión que suele pasar inadvertida y que Alzola
llevó a cabo desde diversas instituciones de las que solo haremos
referencia a aquellas que fueron realizadas como Consejero Provincial de
Bellas Artes, entre 1969 y 1985, y como presidente del Museo Canario
entre 1975 y 1991.
15
Las publicaciones de Alzola tienen todas ellas en común un trasfondo
intrahistórico y muy humano, ya que, como diría Miguel de Unamuno: el
hombre es espíritu, lo humano es lo espiritual, y la vida del espíritu es la
historia. En efecto, Alzola se comporta como un cronista clásico que nos
refleja hechos, acontecimientos, personajes, costumbres, que se suceden
en el tiempo. Pero a la impronta de una escritura cuidada, precisa,
correcta y con belleza literaria que no es ajena a un cierto sentido de la
ironía y el buen humor, propio en la mentalidad canaria.
Utiliza siempre fuentes escritas de archivos familiares, periódicos,
documentos inéditos de instituciones como el Museo Canario, Archivo
Histórico de Ayuntamientos y Parroquias, y por supuesto, las bibliografías
propias referidas al caso, no dejando por ello de dar crédito a noticias
obtenidas por la tradición, tanto figurada como oral. Es maestro en
introducir una crítica de cosecha propia, disfrutando sus libros de
apreciable valor pedagógico por la trabajada síntesis de sus textos y la
variedad de referencias enriquecida con diversa información, que, suele
dar pie a posteriores trabajos de investigación.
Como quiera que me he leído los treinta y dos libros publicados que poseo
de Alzola, la mayoría de ellos dedicados personalmente, he creído
conveniente, para retenerlos mejor asociarlos en cinco grupos que
aparecen ordenados según la aparición cronológica del primero de ellos
en 1960, en cada caso, teniendo en cuenta el fondo de la cuestión y que
son los siguientes:
Primero, seis libros sobre temas de Arte: Iconografía de la Virgen del Pino,
que es el primero que publica en 1960. Historia de un Cuadro: “el Niño
Jesús Enfermero”, (no podemos hablar de cada libro porque se haría
extensísima la conferencia). La iglesia de San Francisco de Asís, en Las
Palmas, del año 1986. Pinturas murales de carácter religioso realizadas en
Gran Canaria durante el siglo XX, en Almogarén nº 1. La pintura religiosa
de Rodríguez de Losada en la Catedral de Canarias, en Almogarén nº 2. El
pintor Isidoro González Romero, publicado en 2007, que nos descubre un
nuevo artista del ámbito canario.
16
Segundo, diez libros sobre biografías: Domingo Déniz Grek: 1808-1877, es
el segundo de sus libros, aparece en 1961. Víctor Grau-Bassas, primer
conservador de El Museo Canario. El imaginero José Luján Pérez: 1756-
1815, de la Colección Guagua, como ya se ha dicho aquí. El Maestro don
Santiago Tejera Ossavarry, en al año 1983. El doctor don Gregorio Chil y
Naranjo Fundador de El Museo Canario. Juan de Quesada. Cartas de Juan
Francisco Muñoz y Pabón a Miguel de Quesada y Déniz. El General Agustín
Nogueras, enterrado en el cementerio de Las Palmas, personaje histórico.
De la gallera al foro: Eduardo Benítez González 1850-1901. Salvador Cuyás
y Prat, fortuna y ruina de un catalán en Gran Canaria, 1838-1903.
Tercera serie, seis libros sobre Historia y Prehistoria de Canarias: Historia
del Ilustre Colegio de Abogados de Las Palmas, primera edición en el año
1966 y una segunda edición del año 1986. Don Chano Corvo, Crónica de un
jardinero y su jardín, primera edición en 1973 y segunda edición en 1999.
La Cueva Pintada de Gáldar, en colaboración con el Doctor don Antonio
Beltrán Martín. Breve Historia de las Islas Canarias, un libro pedagógico
traducido al inglés y alemán, cuya cuarta edición se publicó el año 1991,
muy utilizada por su tema. Apuntes sobre la barriada de Schamann y su
iglesia, publicada en el año 2000. Biografía de una calle: La Peregrina, en
el 2001.
Cuarta serie, tres libros de carácter etnográfico con el trasfondo histórico
de siempre: La rueda en Gran Canaria, del año 1968. La Navidad en Gran
Canaria, de 1982. El Millo en Gran Canaria, de 1984.
Quinta serie que recoge siete libros sobre cuestiones religiosas: El
Manuscrito de Fray Juan de Medinilla, publicado en 1970. La Advocación
del Pino en la Península y Canarias, del año 1991. La Real Cofradía del
Santísimo Cristo del Buen Fin, y la Ermita del Espíritu Santo, de 1992.
Florilegio de Milagros Apócrifos, del año 1996. La Virgen de La Soledad de
la Portería, historia y leyendas, de 1996. Expediente incoado por la
Inquisición con motivo de la publicación de la novena a la Virgen el Pino,
de Diego Álvarez de Silva el año 1755, publicado en 1991. Y, La
excomunión impuesta al doctor D. Gregorio Chil y Naranjo, fundador del
Museo Canario, por el Obispo don José María Urquinaona, expuesto en las
VI Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias, pendiente de publicación.
17
Con esta exposición acabo la cita de libros, extensa, es bueno recordarlos
todos. Ya adelantábamos que tan importante como la publicación de
libros, fue la gestión de Alzola en los capítulos vinculados al Patrimonio
Histórico. Para evaluar la importancia de esta dedicación basta con
recordar el lamentable estado de conocimiento, y, por tanto, de
conservación, defensa y gestión del legado patrimonial que, de las
generaciones que nos han precedido en el tiempo, hemos heredado. En el
caso de Canarias, con el agravante de la dispersión que supone el
territorio insular.
Para entender mejor las actuaciones y gestión como Consejero Provincial
de Bellas Artes durante 16 años y como presidente del Museo Canario,
también 16 años, sería bueno recordar aquí, que la actual Constitución
Española del año 1978, contempla la defensa y competencias en materia
de Museos, Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural, Artístico y
Monumental, a las diferentes Administraciones Públicas, aunque, bajo un
régimen de gestión descentralizada y coordinada.
Hasta los años 1985-1986, no vieron la luz la correspondiente Ley y Real
Decreto respectivo que desarrollaron tales principios constitucionales.
Sería en 1999, cuando aparecería le vigente Ley de Patrimonio Histórico
de Canarias que desde hace quince años nos vale como guía para la
protección, conservación, restauración, acrecentamiento, investigación,
difusión, fomento y transmisión en las mejoras condiciones posibles a las
generaciones futuras del Patrimonio Histórico de Canarias, así como su
disfrute por los ciudadanos como objeto cultural y educativo y
aprovechamiento como recurso económico.
Toda la filosofía de estas normas políticas, tanto estatales como
autonómicas ya las tenía asumidas treinta años antes, don José Miguel
Alzola, porque su pensamiento ilustrado y de lógica aplastante era la
propia de los hombres que, con clarividencia, se adelantan en el tiempo, y
cuyo aprendizaje ha sido el que le ha proporcionado su propia cultura y
educación, su respeto a los valores universales y perennes que manan, en
este caso, de su sólida formación jurídica y humanista, heredada de los
regeneracionistas del siglo XIX que dieron vida a las instituciones de las
que participó: Sociedad Económica, Gabinete Literario, El Museo Canario,
18
o la Escuela Luján Pérez, y que en muchos de sus libros refleja al escribir
sobre, por ejemplo, sobre el doctor Déniz, López Botas, Víctor Grau-
Bassas, Luján Pérez, doctor Chil, Eduardo Benítez, etc. Él se identifica con
toda esta filosofía y estos personajes.
Alzola poseía el conocimiento del valor de los Bienes de Interés Cultural-
BIC-, como llamamos hoy a los documentos, y todo tipo de obras de arte
tanto tangibles como intangibles. Sabía que en el Derecho Medieval,
Fuero Real, y Código de las Partidas de Alfonso X El Sabio, existía
preocupación jurídica por lo bienes culturales de la Corona y de la Iglesia,
ya que manda prohibir, estos textos medievales, a obispos y abades,
“vender o enajenar cualquier bien de sus iglesias”, y señalar como los
monarcas deben tratar de conservar el patrimonio real.
Sabía también Alzola que la novísima recopilación legislativa de 1805,
producto del pensamiento ilustrado era heredera de estas preocupaciones
medievales, así como de la circular de 1777, de quien preside esta sala, el
Rey Carlos III y fundador de estas Reales Sociedades Económicas, sobre el
modo de ejecutar las obras en las iglesias y las cualidades que habrían de
poseer los materiales empleados en la construcción de los edificios
públicos y privados. Cuestión muy importante a tener en cuenta.
Recorremos aquí en esta Institución, nacida desde la Ilustración, que ya
Viera y Clavijo, participó en el Diccionario de los más ilustres profesores de
las Bellas Artes en España, escrito realizado y dirigido por Ceán Bermúdez.
Así como en la información de los Bienes Culturales más importantes de la
Diócesis de Canarias, que los recopiló y los metió para ser publicados. No
podemos olvidar la irrupción en el siglo XVIII de la fundación de las Reales
Academias de la Historia y de las Bellas Artes de San Fernando de Madrid,
que han jugado desde entonces un importante papel en el impulso,
protección y difusión de los valores históricos y artísticos existentes en
España.
Alzola recibe múltiples influencias y se siente imbuido por el espíritu de las
Academias, no en vano, fue designado Académico Correspondiente de,
además de las ya citadas, de la Real de la Historia y la de Bellas Artes de
San Fernando, de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de
19
Hungría, de Sevilla. De la de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Arte de
Córdoba. De la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Y también,
correspondiente de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San
Miguel Arcángel de Santa Cruz de Tenerife.
Su pertenencia al Instituto de Estudios Canarios de La Laguna,
dependiente entonces de la Universidad de La Laguna, a esta Sociedad
Económica de Amigos del País, al Gabinete Literario, al Museo Canario y la
Escuela Luján Pérez, nos delata cual fue su universo social, dónde
encontraba su acomodo y dónde, siguiendo el refrán popular, nadaba
como pez en el agua. Con toda esta carga de participación en instituciones
cívicas, creo que estamos predispuestos para entender porqué don José
Miguel Alzola jugó un papel providencial y oportuno para revalorizar, ser
valedor, como llamo yo a esta conferencia, Valedor de nuestro
patrimonio.
Ser valedor de nuestro patrimonio histórico y cultural en aquellas
gestiones llevadas a cabo desde que fue designado Consejero Provincial
de Bellas Artes, el 13 de septiembre de 1969. Y hay, también que decirlo,
de forma gratuita, es decir sin asignación económica alguna, es decir, no
cobraba nada, que esto dicho hoy parece inaudito, aunque nos transmita
toda esa carga de valores que significaba el auténtico patriotismo altruista
de los ilustrados, quienes desde el siglo XVIII abrieron un camino a los
principios que hicieron posible la nueva sociedad, donde la educación, el
amor al país y los derechos humanos constituyen la base de la
convivencia.
Esta etapa de responsabilidad como Consejero Provincial de Bellas Artes,
viene marcada por actuaciones concretas que diferenciamos en cuatro
campos, a saber: Arqueología, Conjuntos Históricos, Monumentos y
Restauraciones de Obras de Arte. Son las siguientes que nos da la idea de
la ingente labor que llevó a cabo don José Miguel Alzola en este campo.
En Arqueología que significó una verdadera pasión para él:
1.- Dirección de los trabajos de excavación, limpieza de las pinturas
rupestres y cerramiento de las parcelas colindantes a la Cueva Pintada de
Gáldar, que permitieron convertir aquel espacio en el Museo y Parque
20
Arqueológico, que hoy presenta nuestra isla como uno de los referentes
de nuestra cultura aborigen. Sobre este yacimiento fue publicado un libro
del doctor y eminente catedrático de Historia de la Universidad de
Zaragoza, que ya hemos citado, don Antonio Beltrán Martínez, y don José
Miguel Alzola.
2.- Construcción del acceso al Cenobio de Valerón en Guía de Gran
Canaria, acondicionamiento del yacimiento y control de vigilancia en el
acceso público de visitantes.
3.- Declaración de Zona Arqueológica, hoy clasificada Bien de Interés
Cultural-BIC- de los siguientes 14 espacios: Dos en Agaete, la Gran
Necrópolis del Malpaís de Arriba, en el año 1973, que recientemente ha
sido ratificada como Museo de Sitio y abierta al púbico, y el Yacimiento
Arqueológico del Valle de Guayedra. Dos en Gáldar, La Cueva Pintada, de
1972 y el Yacimiento de Botija de 1983. Uno en Agüimes, los Grabados
Rupestres del Barranco de Balos, del año 1973, tema sobre el cual, el
Museo Canario y el Patronato José María Cuadrado, entonces del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, publicó un excelente trabajo
firmado por el ya citado doctor Beltrán. Por cierto, una anécdota corta,
Víctor Montelongo y yo nos encontramos con él en Zaragoza, o en
Valencia, ya no recuerdo, y nos expresó que le diéramos abrazos a don
José Miguel Alzola, que le recordara su estancia en Canarias, porque ya
era un señor mayor, que ya falleció también, pero se lo comuniqué en su
momento.
Dos en Guía de Gran Canaria, el Cenobio de Valerón y el Tagoror El Gallego
en el año 1978. Uno en Santa Lucía de Tirajana, el Roque de la Fortaleza.
Uno en San Bartolomé de Tirajana, la Necrópolis de Arteara, del año 1973.
Dos en Telde, Cuatro Puertas y las ruinas del Poblado Prehistórico de
Tufia. Uno en Teguise, Lanzarote, el Yacimiento Arqueológico de
Zonzamas, con quesera y construcciones ciclópeas. Dos en La Oliva,
Fuerteventura, La Cueva de Villaverde y los Grabados Rupestres de la
Montaña de Tindaya. Todo esto en el campo arqueológico.
En el campo de los Conjuntos Históricos logró nominar los diez siguientes:
21
Barrio de Vegueta en Las Palmas, en el año 1973. Arucas, en 1976-77.
Teror en 1979. Villa de Betancuria, Fuerteventura, en el 1979. En Arrecife,
el Castillo de San Gabriel, su camino de acceso y puente levadizo, en 1979.
La Villa de Teguise, el año 1981. En Telde, los Barrios de San Juan y de San
Francisco, año 1981. Gáldar, en 1981, declarado como Plaza de Santiago.
Santa María de Guía, en el año 1982, y un peculiar Conjunto Histórico
formado por las trece ermitas dispersas de la isla de Fuerteventura
pertenecientes a los seis municipios de la isla, que señalamos a
continuación, y todas ellas declaradas BIC entre los años 1985 y 1986, a
saber, un auténtico camino de peregrinación por Fuerteventura, una
gozada visitar todas las ermitas, pero estas trece en particular:
En Betancuria, cuatro ermitas: Nuestra Señora de La Peña, donde está la
Patrona. Santa María de Betancuria, que llegó a ser catedral. San Diego de
Alcalá y San Buenaventura. En Antigua dos ermitas: Nuestra Señora de
Guadalupe en Agua de Bueyes, y San Francisco, en Pocetas. En La Oliva,
dos ermitas: San Antonio de Padua en Lajares y Nuestra Señora del Buen
Viaje en El Cotillo. En Puerto del Rosario tres ermitas: Santo Domingo de
Guzmán, en Tetir. San Agustín en Tefía, y Nuestra Señora de la Concepción
en Llanos de La Concepción. En Pájara, una ermita, San Antonio, en Toto.
En Tuineje, San Miguel Arcángel. Muchas de estas ermitas, la pintora y
acuarelista Josefina Aguiar, presente aquí, las ha recogido en sus obras de
arte y ha hecho una exposición en las navidades pasadas.
En el campo de los Monumentos es una labor ingente porque hay que
saber lo que cuesta declarar un solo monumento, estamos hablando de
docenas y docenas de monumentos. En el campo de los monumentos los
17 siguientes diferenciando en este apartado los monumentos de carácter
religioso, de los de carácter militar y civil.
Primero, de carácter religioso los nueve siguientes: Uno en Agaete, ermita
de Las Nieves, años 1971-1972, fue el primero que tramitó, por la fecha
que tiene. Tres en Las Palmas de Gran Canaria: Catedral de Santa Ana, en
el año 1974, Iglesia de San Telmo en el año 1979, e Iglesia de San José, año
1980. Uno en Teror, la Basílica de Nuestra Señora del Pino, en 1976. Uno
en Guía de Gran Canaria, Centro Parroquial de Santa María en 1981. Uno
en Telde, Iglesia de San Pedro Mártir en el año 1981. Uno en Agüimes,
22
Iglesia Parroquial de San Sebastián, año 1981. Uno en Pájara,
Fuerteventura, Nuestra Señora de La Regla, año 1986.
De carácter militar y civil los ocho siguientes: Cinco en Las Palmas de Gran
Canaria: Castillo de San Pedro Mártir, en el Barrio de San Cristóbal. Teatro
Pérez Galdós. La Casa de los Reyes Católicos, nº 47, que fue Cuartel de la
Guardia Civil, hoy es Gerencia del Ministerio de Justicia, declarada en el
año 1973. El edificio del Gabinete Literario, año 1985. Y la Casa Museo
Pérez Galdós, en el año 1985. Un edificio en La Oliva, Casa de los
Coroneles, año 1979. Uno en Gáldar, las Casas Consistoriales, año 1981.
Uno en San Bartolomé, Lanzarote, La Casa del Mayor Guerra, año 1986,
esta si permanece en un lamentable estado de abandono todavía, a pesar
que está declarado BIC.
En el campo de las Restauraciones ha promovido entre otras, las nueve
siguientes restauraciones de edificios en ruinas: Cuatro en Las Palmas de
Gran Canaria, primera restauración del Patio de los Naranjos de la
Catedral de Santa Ana. La ermita del Espíritu Santo en Vegueta. La Iglesia
de San Agustín y el Castillo de La Luz en La Isleta, en su primera
restauración. Una en Guía de Gran Canaria, la Iglesia parroquial de Santa
María. Una en Arrecife, el Castillo de San Gabriel. Una en Teguise, Castillo
de Santa Bárbara, en Guanapay. Una en Yaiza, Castillo de San Marcial del
Rubicón. Una en Puerto del Rosario, Castillo de Fuste, la Torre de San
Buenaventura, que así se llamaba también.
Además fueron restaurados numerosos cuadros pertenecientes a la
Catedral de Santa Ana y a las parroquias de San Juan Bautista de Telde,
Santa María de Betancuria y San Francisco y Santo Domingo de Las
Palmas.
Hemos resaltado esta amplia relación de actuaciones para dejar
constancia que cada yacimiento, cada templo religioso, cada conjunto
histórico, cada monumento individualizado, llámese castillo, centro cívico,
museo, escultura, pintura o arquitectura de las muchas que hemos
enumerado, conlleva un estudio para motivar el expediente que justifique
la declaración de BIC, dado su valor histórico, espiritual, social o artístico,
que, aunque sea modesto, para las Islas Canarias, es de primer orden
23
dadas las circunstancias que conllevan la brevedad de nuestra Historia,
apenas seiscientos años.
Aunque esta faceta queda compensada con una rica arqueología
prehistórica que se remonta y nos retrotrae a los tiempos de las antiguas
civilizaciones mediterráneas, donde los recuerdos egipcios, púnicos,
romanos o altomedievales, tienen sus ecos, tanto en la literatura
descriptiva de viajes o de hechos históricos, como de objetos materiales
encontrados que lo confirman, cerámicas, grabados, ídolos, pintaderas,
momificaciones, etc.
Constituyen así estas actuaciones, a mi juicio, la gran obra de Alzola,
porque contribuyó al adelanto de proteger todo aquello sobre lo que
existía el peligro real del deterioro, por la apatía y la desidia de buena
parte de una sociedad que, durante mucho tiempo, ha vivido sumida en
una despreocupación y olvido para decidir qué bienes culturales merecen
la preferencia a la hora de ser protegidos, sobre todo, cuando el riesgo de
desaparición o de declaración en ruinas los hace ya irrecuperables del
todo.
El camino que inició Alzola ha constituido un modelo a seguir para
cualquier gestor que se precie de tal en nuestras islas. Nuestro Patrimonio
Histórico es escaso, de dimensiones prácticamente poco monumentales
de acuerdo con nuestras circunstancias, pero no por ello deja de contener
ricos reflejos de lo que significó el Gótico, sea Normando, Manuelino, o
estilo Reyes Católicos, el Mudéjar, el Renacimiento, el Barroco, el
Neoclásico o ya, más recientemente, los estilos Contemporáneos,
Romanticismo, Modernismo, Racionalismo o Internacional. Estilos todos
ellos que no sólo se manifiestan en el monumento arquitectónico sino en
los contenidos que encierran, artesonados de techumbres, retablos,
imaginería, coros, orfebrería, vitrales, carpinterías, patios, balcones,
escaleras, composición arquitectónica, etc.
La Arqueología canaria posee el valor de la diferenciación y singularidad
que aporta cada isla, como ya afirmara nuestro profesor Hernández
Perera, en su libro, Arte, amén de la experiencia que supuso el choque
tardío en el siglo XV de la cultura neolítica de los aborígenes con la bajo
24
medieval cristiana y europea. Esta Arqueología, como afirma el ilustre
sabio Vere Gordon Childe: “Adquiere el valor de auténtica ciencia auxiliar
de la Historia no escrita”, al permitir la refundición de muchos elementos
culturales aborígenes con los de los pueblos europeos colonizadores del
Archipiélago.
La importancia del mundo aborigen en la cultura generada en las Islas
Canarias, tiene su baluarte defensivo y protector en el pensamiento de
aquellos ilustres científicos y patriotas que fundaron el Museo Canario en
1879. El doctor Chil, don Agustín Millares Torres, don Víctor Grau-Bassas,
don Amaranto Martínez de Escobar, don Juan Melián y Caballero, don
Francisco Padilla y Padilla, y un largo etcétera que constituye varias
generaciones para orgullo de la historia de nuestra cultura.
Digno continuador de aquellos prohombres podemos considerar a don
José Miguel Alzola, quien ingresa en el Museo Canario en 1937. Desde
1953 había desempeñado los cargos de secretario, tesorero, bibliotecario,
o sea, que probablemente ha sido el socio de más larga pertenencia y
colaboración que ha tenido la institución, nada más y nada menos que 77
años, que son los que separan 1937 de este año en el estamos 2014. Sobra
decir que como escribía Juan Rodríguez Doreste en sus Memorias de un
Hijo del Siglo, el Museo Canario fue mi segunda casa, aplicado en este
caso a Alzola, Institución a la que donó en vida su rico archivo particular.
Los museos y la conservación del patrimonio son conceptos inseparables
en la personalidad de Alzola, vocación que alternaba con la profesión de la
abogacía, cuya licenciatura en Derecho había cursado en La Laguna. Su
actuación fue la de un auténtico misionero en la defensa del patrimonio
cultural. En el Museo Canario se tomó conciencia de que los Bienes de
Interés Cultural, los BIC, desde el momento que forman parte del catálogo
de los fondos del propio Museo, sean libros, documentos, o reliquias
arqueológicas, pasan a ser bienes públicos, lo que hasta entonces eran
bienes privados.
De ahí el concepto de consideración del Museo Canario como un servicio
público, aún teniendo este su origen jurídico en una asociación de carácter
privado, pero con una vocación de servicio público desde que fue creado
25
al quedar vinculado al Ayuntamiento de la ciudad, teniendo su primera
sede en el ático de las propias Casas Consistoriales de la Plaza de Santa
Ana, siendo trasladada dicha sede al lugar que ocupa hoy avanzada la
década de 1920.
El Museo Canario hoy como institución tiene bien claro que presta un
servicio público, al que el ciudadano tiene el derecho de gozar igual que
para otros servicios públicos, tal como son la Educación o la Sanidad. Y ya
en parte se nutre de fondos públicos, aunque no en la medida de los
servicios que hoy presta a la sociedad. La dimensión didáctica y su
proyección educativa entre nuestros estudiantes, la custodia y fuerte
disposición de los investigadores de sus archivos, bibliotecas y
hemerotecas, la presentación expositiva de las colecciones de
Antropología, Etnografía y Arqueología aborigen, la publicación de sus
centenarias revistas científicas, entre otros servicios, con el costo
económico que ello supone, llevó a don Miguel Alzola y su junta directiva
a presentar una propuesta de Patronato al Cabildo Insular de Gran
Canaria, en mayo de 1973, siendo aprobada por esta institución en agosto
del mismo año, y que aún, cuarenta años después, sigue vigente.
La voluntad política y cívica fueron de la mano para resolver el problema
de la supervivencia del Museo Canario por mor de dos excelentes canarios
que presidían ambas instituciones: don Juan Pulido Castro y don José
Miguel Alzola. Hoy los dos, por lógica, lamentablemente ausentes. El
presupuesto que el Museo Canario elaborase para cumplir con sus fines
propios, sería aprobado por el Patronato formado por representantes de
ambas instituciones, de los claustros de profesores de los Centros de
Enseñanza Universitaria, que ya existían en Las Palmas de Gran Canaria,
aunque no había Universidad y el Ministerio de Educación. Con esta
cobertura económica que aportaba seguridad y perspectivas de futuro,
Alzola acometió la tarea de modernizar la imagen de las diferentes salas
del Museo, creando otras. Sus vetustos muebles y recargada exposición se
actualizan acomodándose a las exigencias de los nuevos tiempos, después
de cincuenta años del montaje realizado en los años veinte.
Su labor y gestión concreta, como presidente, creemos recordarla aquí
sintetizándola en los siguientes apartados, y que nos refleja la imagen que
26
vienen representando las instalaciones del Museo desde hace cuarenta
años, si no se recuerdan, no nos imaginamos lo que Alzola hizo por
renovar este Museo:
1.- Reabre al público la Biblioteca, que por el mal estado que presentaba y
carente de personal se hallaba cerrada desde hacía más de 15 años.
2.- Se realizan obras en la Hemeroteca y se imparte un cursillo para el
personal responsable por especialistas venidos de Madrid, de la
Hemeroteca Municipal de Madrid. Se clasifican los fondos y se abre al
público, que es la única Hemeroteca que tiene la ciudad.
3.- Firma la escritura pública de aceptación y donación de la colección
numismática de don Alejandro Lifchuz, formada por 1.067 piezas de época
republicana e imperial romana, además de épocas anteriores a la cultura
de Roma. Se instala en ella una nueva sala y se abre al público.
Quiero hacer un inciso, esta donación de don Alejandro, al cual tuve el
honor de declararle años después, Hijo Adoptivo de La Ciudad, él no era
español, la mitad de sus riquezas numismáticas las regaló a la Ciudad de
Las Palmas, se conservan en el Museo y tiene su sala. La otra mitad a la
Real Academia de la Historia, que no la tiene expuesta por espacio. Tuve la
oportunidad de verla en exposición sobre bienes arqueológicos de interés
nacional en el Palacio Real de Madrid. O sea que la mitad de la colección
tiene un valor inmenso porque no existe otra prácticamente, 1.067 piezas,
hay de oro, de plata, medallas, de un valor inmenso que donó a la Ciudad
de Las Palmas de Gran Canaria y se conservan en el Museo. Se expondrá al
público y se abrirá, lógicamente, cuando el edificio nuevo lo permita.
4.- Se remodelan y decoran el salón de actos y la sala de Juntas, con
motivo de la celebración del Centenario de la Sociedad en 1979.
5.- Se instalan las siguientes ocho nuevas salas a saber: La sala dedicada al
hábitat de los aborígenes canarios, donde se inaugura la gran maqueta de
un granero colectivo. La dedicada a la introducción de la tecnología
aborigen. La dedicada a recursos naturales, economía y alimentación. La
centrada en el mundo mágico artístico en la que se agrupan los ídolos, las
pintaderas y se hace una reproducción a gran tamaño de la Cueva Pintada
27
de Gáldar. Sala en la que se exhiben las colecciones de fibras vegetales y
vestimentas de piel. La dedicada exclusivamente a la momia procedente
de Arguineguín. La dedicada a Paleopatología y el mundo funerario. Se
reproduce a gran tamaño en esta misma sala una cueva funeraria con la
presencia de restos humanos momificados. Y la dedicada a cerámica
aborigen del Archipiélago Canario, reproducción del proceso de
construcción de la misma y de un alfar.
6.- Se remodela totalmente la sala Verneau de Antropología, realizándose
el estudio radiológico de las momias y análisis de datación cronológica.
7.- Se crean los servicios de restauración de cerámica y otras piezas
arqueológicas de construcción de maquetas y de piezas arqueológicas y se
crea el laboratorio de fotografía.
8.- Se crea el Departamento de Arqueología dotándolo de los medios
necesarios para el trabajo del gabinete y campo. Se informatizan las
colecciones arqueológicas.
9.- Se adquiere la casa número 2 de la Calle Santa Bárbara, para depósito
de colecciones arqueológicas.
10.- Se recupera la casa de la calle Luis Millares que se encontraba
arrendada y se trasladan a ella los servicios creados.
11.- Por coincidir la etapa de su presidencia en el Museo con la
conmemoración del 500 Aniversario de la Fundación del Real de Las
Palmas, le encomienda a don Francisco Morales Padrón, la investigación y
estudio del material para la publicación de una obra que no debe faltar a
ningún investigador o persona que le guste la Historia de Canarias:
Canarias Crónica de su Conquista, en 1978. En un solo libro se recopilan
las cuatro crónicas de la conquista, dos relaciones y las Crónicas de los
Reyes de la Península, editada en la Colección Viera y Clavijo del Museo
Canario, el mismo año de 1978, cuando el Museo cumplió su Centenario.
Esta labor de Alzola mereció que el Gobierno de España a propuesta del
Ministerio de Cultura concediese la Medalla al Mérito de las Bellas Artes,
en su categoría de oro, al Museo Canario, en marzo de 1980. Desde el 22
de marzo de 2012, hace poco, dos años y medio, la fachada de su casa
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natal de la calle Peregrina, nº 15, luce una placa informativa
recordándonos así, el aprecio que siempre tuvo entre sus conciudadanos y
los movimientos cívicos. Particularmente, tuve la fortuna de gozar de su
amistad y compartir la advocación de la defensa de nuestro Patrimonio
Cultural, desde que nos conocimos en el Museo Canario, allá por 1970,
cuando tratamos sobre los problemas de abandono del artesonado de la
Ermita de Nuestra Señora de Las Nieves y del extraordinario valor del
mismo, siendo quien estaba de Concejal de Cultura y Turismo del
Ayuntamiento de Agaete.
Posteriormente tratamos sobre la documentación de esta Real Sociedad
Económica, que yo podría utilizar en el Museo. Recuerdo que me
recomendó la lectura de su biografía sobre el doctor Déniz, antepasado
suyo, que había sido Secretario de esta Económica durante más de quince
años. Desde entonces he sido un asiduo lector de sus publicaciones y
admirador de sus actuaciones como gestor, las cuales avalan el título de
esta conferencia: Don José Miguel Alzola Valedor del Patrimonio Cultural
de Canarias. Muchas gracias a todos por la atención prestada”.
Tomás van de Walle después de la amplia, documentada e interesante
exposición del historiador don Cristóbal García del Rosario expresa: “Sólo
la gestión como responsable cultural ya es para llenar una vida y hacer un
gran hombre, una gran personalidad al servicio de la comunidad. Para
terminar este acto tiene la palabra doña María Isabel García Bolta,
Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria”.
Interviene doña María Isabel García Bolta, Concejala del Área de Gobierno
de Educación, Cultura y Deportes del Ilmo. Ayuntamiento de Las Palmas
de Gran Canaria que expone: “Buenas noches Sr. Director, autoridades,
Señora doña Isabel González, cronistas oficiales, señoras y señores. Quiero
que mis primeras palabras sean de agradecimiento a la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Gran Canaria, y a los cronistas oficiales,
por invitarme a clausurar este emotivo acto, dedicado a uno de nuestros
sabios historiadores más queridos, D José Miguel Alzola, cuya voz hemos
dejado de oír, tan solo físicamente, hace unos meses.
29
Todos los que con frecuencia transitamos la calle de La Peregrina,
sentimos su presencia y le recordamos con mucho afecto. Pero de
inmediato, a lo largo del recorrido de esta singular vía - hace años en
dirección al crecimiento floreciente de la ciudad hacia el Puerto, hoy, en
dirección contraria, al reencuentro de nuestra histórica ciudad- como
digo, en su trayecto, rememoramos sucesos, actividades e inestimables
presencias, entre ellas la silueteada figura del estudioso caballero don
José Miguel que sale siempre a nuestro paso.
Su sabiduría, su rigor intelectual, junto a otras tantas virtudes de todos
conocidas, y que esta tarde hemos recordado a través de los que me han
precedido en el uso de la palabra, han significado una aportación
fundamental para el conocimiento de nuestro patrimonio cultural. Por lo
tanto, los actos que en estos días celebramos suponen para esta capital,
mantener viva la memoria de un hombre de bien, de un ilustre caballero,
que dedicó buena parte de su vida a la investigación y a la difusión de la
historia de nuestra ciudad y de nuestra isla.
Si me lo permiten, en mi condición de Concejal de Cultura, quiero
agradecer a todas las entidades organizadoras de los actos que rinden
sincero tributo a don José Miguel, a la vez que invito a todos, a leer y
releer sus trabajos, y animo, en particular, a los jóvenes historiadores a
seguir la senda del estudio y de la reflexión rigurosa que emprendiera a lo
largo de su vida este ilustre hijo de Las Palmas de Gran Canaria. Porque
solo conociendo a fondo nuestra historia, nuestro patrimonio seremos
mejores grancanarios y sabremos trasmitir los valores y señas de
identidad que nos legaron nuestros antepasados, uno de cuyos ejemplos
es nuestro querido y admirado don José Miguel Alzola González. Buenas
noches. Muchas gracias”.
El director de la Real Sociedad económica de Amigos del País de Gran
Canaria, don Tomás van de Walle, después de la última intervención, da
por clausurado esta primera serie de actos del programa homenaje
dedicado a don José Miguel Alzola González. Muchas gracias.
Jesús Ruiz Mesa, colaborador cultural Telde www.teldeactualidad.com Círculo Cultural de Telde. Casa
Museo León y Castillo. R.S.E.A.P.G.C. 1 de octubre 2014
*textos íntegros transcripción de la grabación en directo de las intervenciones.
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OBRAS LITERARIAS DE JOSÉ MIGUEL ALZOLA GONZÁLEZ