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ACADÉMICO / -----~/
Lectura en la universidad ¡ . . . . . . . . . . . . • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
I Fecha de recepción: febrero 20 de 2007. Fecha de aceptación: abril 24 de 2007.
I Docente -Investigador. Un iversidad Naciona l de Colombia .
PhD. Fobia Jurado Valencia I
RESUMEN
En general, este es un campo que está abierto o la investigación. Lo cierto es que
lo lectura es posible también por un diálogo con el texto, lo que supone reconocer
que los textos piensan, provocan y inducen hacia lo acción. En otro momento he
llamad o la atención en la fuerza dialogante con los textos cuando en ellos dejamos
las huellas a través de múltiples signos que nos inventamos, como los ti pos de
su brayados, dibujitos al margen e inclusive enunciados y rem isiones a otros textos.
Es decir, el lector simból ico también alega, como lo hace igua lmente cuando
escribe. ¿Puede la escuelo, incluida aquí la universidad, formar sujetos dia logantes?
Presumo que sí. Pero el asunto tiene que ver con la fo rmación pedagógica del
profesorado universitario y con lo identidad en el oficio de ser maestros .
INTRODUCCiÓN
Qué es lo que le do soporte a l discurso del profesor universitario en el aula, es
una pregunta necesaria pa ro indagar por los modos de leer de los estudiantes
univers ita rios; táct icamente estamos señalando que según los códigos prevalecientes
en el discurso del profesorado los estud iantes tienden (tienden, no es una
generalidad) a usar los textos de cierto modo. Entonces hay aquí una posición frente
a la lectura : se lee seg ún lo que se necesita, de tal modo que si só lo se necesita
lee r litera lmente (como devolver información consignado en el libro) es porque
los códigos circulantes en el contexto de la academia hacen sentir esa necesidad;
pueden circular muchos froses acuñadas, como las que recalcan en la importancia
de leer críticamente, pero si la experiencia de lectura de quienes participa n en el
contexto académico no trasvasa esos niveles primarios que son sólo la entrada al
universo profundo de todo texto, no es posible que emerja la lecturo crít ica.
No hay algo más comple jo que comprender cómo son una lectura inferencia l y
una lectura crítica, cuando la academia desde la escuela básica ha anclado sus
horizontes en el fragmentorismo textual y en lo devolución de información (lectura
literal). No es aprendiendo la definición de lo que es uno inferencia y de lo que
es hacer uno critica textual como el lector se consti tuye como tal, sino haciendo
lectu ras inferenciales y lectu ras críticas, y éstas sólo se logran desde la inte rlocución
co n el otro; este otro es el profesor, pero también es el amigo o es el papá o
el hermano mayor, o es la comun idad académica en la que se mu eve el lector.
Entonces cobe preguntarnos por la colidad de las discusiones, cuando las hay, en
torno a los materiales textuales que consti tuyen los referentes para la construcción
de conocimiento en un cam po de formación profesional.
Si el trabaio en las aulas se reduce a la recontextualización de fuentes, desde la
com petencia para la g losa y la paráfras is, ora l o escrita, lo cua l no hay que invalidar
pero sí trascender, es ésta una modalidad que empuja hacia la asu nción de los
textos como depositarios de verdades
universales. Lo problemótico está en que
no se trascienda esta competencia y se
caiga en la rutina; es decir, en no dar el
pasa hacia la duda, hacia el sentido de
lo inconcluso, de la búsqueda y hacia el ca rócter de inacaba miento de los
saberes científicos, como presupuesto
necesaria para dar el paso hacia la lectura crítica.
Una manera de rastrear los niveles
de lectura crítica en los estudiantes la
constituye la identificación de las otras
voces que todo acto de interpretación
presupone: voces que provienen de la
experiencia de otras lecturas. Son voces
ya incorporadas en ese proceso dialógico
que se construye en el pensamiento
ref lexivo y analítico de la escritura,
luego de pasar por muchas lecturas
y discusiones. La escen ificación de la
experiencia a través de la palabro (la
experiencia pedagógica en este caso) es
un marcador del grado de autenticidad de la escritura y de la dicha en ella. Esto
que está aquí escrito es irrepetible.
La investigación de campo, dice
Witt rock, "exi ge las facultades de
observación, comparación, contraste
y reflexión que poseen todos los seres
humanos". Investigar sobre cómo
se lee en la universidad, indagando
por los modos como se abordan
conceptos y problemas específicos de
las disciplinas de estudio, presupone
necesariamente ir al terreno - el aula
desde donde se padrón comprender mejor los obstácu los para acceder
01 conocim iento. Y esto es lo que
ha propiciado la cua lificación de las pedagogías universitarias.
Digamos que lo escritura es la
representación de la representación, en
tanto en ella se intenta configura r lo que
el pensamiento elabora sob re la base
de otro pensamiento - el pensamiento
vehiculado en los textos-o Lo que
resalta aquí, al poner la escritura de los
jóvenes en el escenario de otra escritura
- la escritura que da cuenta de una
indagación-, es la aprehensión de otro
modo de ver los procesos de la lectura
y la escritura por parte del docente.
Se suspende la mirada perspectiva, descalificadora y discriminatoria para
reconocer las d iferencias y el logro. No
se trota entonces de buscar lo carencia
sino de buscar lo que ya se tiene,
para desde allí - desde esta formo de balance- definir estrategias para la
cua lificación continua, que no es más
que la continuación de un proceso que
nunca se cierra : aprendemos a leer
durante toda lo vida, descubriendo
siempre lo que es leer, es decir, en el
juego metacomun ica fivo.
Comencemos preguntándonos cuándo
la lectura y la escritura no logran sus
efectos y sus propósitos y por qué llegan a ser inúti les e improductivos . Es decir, en
qué circunstancias es preferible no leer
ni escribir. Una primera circunstancia es
de carácter pragmáti co: si no necesito
comun icarme a través de la escritura,
porque no tengo nada qué comunicar
que tenga alguna trascendencia,
enton ces por mucho que me insistan
sobre )0 importancio del escribir o de
hablar sobre los textos no podré hacerlo de manera genu ina. Una segunda
circunstancia es de carácter axiológico:
si se me impone la escritura como
un deber (académico, económico,
ideológ ico, familiar, ete.) y no como una
asunción personal, como posibilidad
de interacción con los otros, entonces
el escribir seró sólo una mimetización
en donde, por supuesto, no habró destinatario, porque el discurso fingido
no forma destinatarios.
Visto así, la escritura, a la vez lectura,
parece instaurar una necesaria
dimensión afectiva de identidad entre el
sujeto que la ejerce y la acción misma
de hacerla posible. Es una identidad
entre sujeto y hacer: el sujeto hace para
auto- reconocerse o para completarse,
aun a pesar de los obstáculos y las
dificu ltades . Si esta relación de identidad -que es búsqueda- no se actualiza en
el acto del escribir, la "buena voluntad"
na basta. Zuleta, can Nietzsche, diría
que aquí se trata más bien de una
.. ACADÉMICO
"yoluntad de dominio", de un empuje
y de una persistencia por hacer de lo
lectura - escritura uno posibi lidad de la
comun icación, con todo lo que se le es
afín : la persuasión, la divergencia, lo
provocación, la interlocución.
liLa escri tura es la manifestación integro
de l discurso", dice Ricoeur, y nosotros
diremos ahora que la escrituro obre
camino para comprender lo complejo
que son los discursos mismos, por
cuanto el leer, el leer como producción
de sentido, es un acto de escritura, o
un acto de representación simbólica
en nuestro pensamiento: 01 leer
reconstruimos la escrituro que ha
suscitado el acto del leer, porque el
acto de interpretar es de cierto modo
un acto de escritura.
La comunicación electrónica es otro
asunto inhe rente o la educación. El
permanente contacto con lo realidad
virtual o través de sus dife rentes
mecanismos ha conducido a una
reconceptualización de prácticas ton
defini tivas en lo escuela, como lo son
la lectura y la escritura. Es necesario
reconoce r que los efectos obsesivos
hacia lo lectura tiene su origen en eso
capacidad de juego de la mente, en
donde simultáneamente se construyen
campos diversos de sentido y, en
consecuencia, se generan tensiones
tímicas y orgánicas en el lecto r, y esto es
p recisamente lo que los niños vivencian
cuando vio jan por 1 nternet o se desplazo n
en máq uinas virtuales . También aquí
cabe preguntarse cuónda la escuela
podrá recurrir estas expe riencias para
fo rtalecer la capacidad de lectura y
de escritu ra, en tanto potencial idad
de los niños y los jóvenes . Porque
no es que los niños no sepan leer ni
escribir ni quieran hacerlo, sino que
hay modos de lee r y de escribir disti ntos
a los modos canónicos, y es desde
estos modos donde la escue la , en sus
disti ntos estadios, tiene que propiciar
condic iones para su fo rta lecimiento.
Sobre las categorías o los niveles de
competencia en la comprensión de texto .
Respecto 01 término competencia es
necesario aclarar que no se trata de l
acto de competir con otros n i se trata
de la competitiv idad en el ómbito del
mercado; se trata de un saber - hacer que todo su ieto porta en un dete rminado
campo, que siempre es diferente en
cada sujeto y que só lo es posible
identificar en la acción misma; se troto
de un dominio y de una acumulación
de experiencias de distinto tipo, que
le ayudo al sujeto a desenvolverse en
lo vida práctica y a constru ir horizonte
social, siempre en relación con el otro.
Dice Gardner (1994) que "como
especie, los seres hu manos somos
capaces de un ampl io número de
competencias simbó licas, cuyo alcance
se extiende más allá de la lógico y de l
lengua je en su atuendo científico". En
efecto, uno se asombra por los maneras
como los seres humanos, y sobre todo
los niños no escolarizados, que tienen
que trabajar vendiendo to mates o
cebollas en la plaza de mercado, acuden
o ciertas configuraciones simbólicas
de lógicas no convencionales, para
comprender los conceptos de cantidad,
suma, resta y multiplicación o para
so lucionar los problemas afines . Es en el
desempeño de una labor donde dichas
competencias emergen, como una
fuerza que corresponde a una necesidad
del sujeto que actúa y que hace; este
actuar, o desempeño, es posible por
la competencia, que no es más que
el saber-hacer en uno determinada
situación. El reconocimiento de los
estados de competencia de consti tuir el
punto de referencia para definir aquel lo
que las cualificaría: sólo si se sabe qué
es lo que se sobe hace r se podrá defin ir
lo que se debería saber hace r, según
sean las prospecciones de los sujetos .
El trabajo pedagógico para la formación
en la lectura - escritura debe orientarse
desde los materia les textuales, que los
estudiantes pueden usar los veces que
sean necesarias. De cierto modo, con esto
estrategia se insinúa cómo la mejor manera
paro garantizar una producción intelectual
de los estudiantes es la de trabajar todos los
materiales posibles en el aná lisis y desarrollo
de un tema o problema, a diferencia del
examen canónico (no mirar a los lados,
no tener papelitos, no abrir el libro ... ) en
donde lo capacidad memorística es la que
decide, supuestamente, los lagaras de los
estudiantes.
El reto pedagógico de todo maestro
radica en el tipo de problema o de
tema que le propone 01 estudiante paro
activar la competencia, ayudándose de
todos los materia les posibles e inclusive
interactuando con los compañeros; es
asumir entonces lo eva luación no como la
práctica panóptica sino como una práctica
para el fortalecimiento del aprendizaje,
en donde se espera que los saberes construidos constituyan redes convergentes
y en donde se supone que el sujeto sigue
aprendiendo. Dice Gardner, 01 respecto,
que 11 en lugar de imponerse en formo
externo en momentos inoportunos durante
el curso, la evaluación tendría que formar
porte del entorno natural de aprendizaje." (1998: 188)
BIBLIOGRAFíA
En "el entorno natural del aprendizaje"
los saberes d ialogan y se representan en
esos esquemas que Novack denominó
mapa conceptual y que aquí se podría
llamar macroestructura cogni tiva.
Vale la pena recordar aquí los
postulados de Bajtin y de Voloshinov:
La palabra en la vida, con toda
evidencio, no se centra en sí
mismo. Surge de la situación
extroverbal de lo vida y conservo
con ello el vínculo mós estrecho.
Es mós, la vida misma completa directamente a la palabra, la que no puede ser separada de la vida sin que pierdo su sentido.
He aquí las características y
/as va/oraciones que solemos
contribuir como los enunciados
determinados de la vida real: "es mentira", "es verdad", "está
dicho atrevidamente", "no había que decirlo If, etc.
BAJTIN, Mi jai l. Estética de la creación verbal, México: Siglo XXI, 1982.
_____ Hacia la filosofía del acto ético, Barcelona: Anthopos, 1997.
DUCROT, Oswald. Polifonía y argumentación, Cali: Univalle, 1998.
ECO, Humberto. La búsqueda de la lengua perfecto, Barcelona: Crítica, 1994.
_____ Cinco escritos mora les, Madrid: Lumen, 1997.
GREIMAS, Julión Algirdas. Semóntica estructural. Madrid: Gredas, 1971.
Entonces, éstas y otros valoraciones
seme;antes, no importo qué criterio
las dirige -ético, cognoscitivo,
político u otro-, abarcan más
lejos y más extensamente lo
que se encuentra en el aspecto
propiamente verbal, lingüístico del enunciado: junto con la palabra abordan también fa situación
extroverbal de lo enunciación ..
(1997 113)
De alli la necesidad de hablar sobre los
textos en los distintos escenarios que
comprometen a la vida académica y
más allá de dichos escenarios: la lectura
se afianza, se materializa, en unas
tiempos posteriores al de acto mismo
de leer. Los simposios internos de los
estudiantes en cada carrera constituyen
una manera entre otras para socializar
la experiencia de trabajo con estos
materiales que le dan fundamento a la
formación profesional: los textos, como
dispositivos de los acervos investigativos
de un campo.
_____ y Courtés. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Madrid: Gredas, 1982.
_____ Y Fontanil le . Semiótico de las pasiones: de los estados de cosas a los estados de ón imo. México: Siglo XXI,
1994.
VOLOSHINOV, Valentin. El marxismo y la filosofia del lenguaje, Madrid: Alianzo, 1992.