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99 El Castillo de Otranto

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boletín del club de lectura el grito, albacete (españa)

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Page 1: 99 El Castillo de Otranto

El castillo de Otranto El castillo de Otranto El castillo de Otranto HORACE WALPOLEHORACE WALPOLEHORACE WALPOLE

Boletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de LecturaBoletín del Club de Lectura EL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITOEL GRITO Temporada 7 / noviembre 2009. Número 99 http://clubelgrito.blogspot.com http://red.clubelgrito.com

La novela del dieciocho. La novela del dieciocho. La novela del dieciocho. La novela del dieciocho.

La novela góticaLa novela góticaLa novela góticaLa novela gótica

http://media.castalia.es/photos/otranto.pdf

Prólogo a la edición de Editorial Castalia,

Prima 29, edición de Alejandro Valero

….Cuando se publicó El castillo de Otranto

en 1764, el siglo XVIII estaba cambiando de

rumbo. A pesar de su éxito, la Ilustración no

había calado en el pueblo, pues había sido un

movimiento puramente burgués, y tampoco

parecía que colmara los espíritus más exigen-

tes, ya que el racionalismo llevado a sus últi-

mas consecuencias se quedaba corto a la hora

de explicar el fenómeno humano en su totali-

dad. Como consecuencia de ello, comenzaron

a surgir movimientos artísticos y literarios que

buscaban el lado oscuro de los seres humanos

y de la existencia.

La razón por sí sola no podía explicar todos

los comportamientos, así que se se rastreó las

profundidades del alma o de la psicología

humana y brotaron las pasiones y los senti-

mientos ocultos, los terrores ancestrales y las

supersticiones. Algunos escritores quisieron

evadirse de la realidad más cotidiana y para

ello se volvió la vista atrás para encontrar es-

cenarios más acordes con estos nuevos plan-

teamientos, que se situaban en la Edad Media.

Así nació la novela gótica, tomándose este ad-

jetivo de la arquitectura imperante en la Baja

Edad Media. Este fue el inicio de un cambio

de sensibilidad que con el correr de los años

produjo el Romanticismo.

Horace Walpole fue el iniciador de la novela

gótica con El castillo de Otranto (1764).

Walpole tuvo la sensibilidad suficiente como

para captar el cambio que se estaba producien-

do pasado ya el medio siglo y creó un tipo de

narración que tuvo mucho éxito en su época,

aunque la crítica la considerara con términos

despectivos. Al comienzo, el mismo Walpole

tuvo sus dudas acerca de la viabilidad de este

tipo de narraciones, pero el éxito cosechado

por su novela abrió las puertas a otros autores

que querían explorar el subconsciente ator-

mentado de unos personajes reales o fantásti-

cos que vivían en ambientes exóticos. Los pro-

tagonistas de estas novelas solían ser malvados

que se dejaban llevar por sus impulsos más

oscuros y jovencitas inocentes que trataban de

escapar al mal que representaban aquellos per-

sonajes. El escenario se reducía a castillos en-

cantados, criptas asombrosos y paisajes asom-

brosos, por donde deambulaban seres sobrena-

turales de toda calaña.

Los argumentos de esas novelas solían ser sen-

cillos, pero estaban sobrecargados de elemen-

tos de muy variado carácter, incluido a veces

el humor. Quizá lo más característico era la

creación de atmósferas, a la que contribuía un

minucioso suspense que el escritor se encarga-

ba de construir poco a poco, ayudado siempre

del sentimiento de miedo o terror que va sur-

giendo del desenvolvimiento de los personajes

en situaciones extrañas y exageradas.

La novela gótica se popularizó rápidamente y

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surgieron otros escritores que la perfecciona-

ron y le dieron distintos matices. Muy conoci-

da entonces era la escritora Ann Radcliffe

(1764-1823), que escribió novelas góticas con

un carácter marcadamente conservador, por-

que aunque en ellas aparecía toda la paraferna-

lia propia de este tipo de narración, al final

siempre ofrecía una explicación racional de

los horrores descritos.

Sus novelas más famosas fueron The Miste-

ries of Udolpho (1794) y The Italian (1797).

Una novela muy leída fue The Monk (1795),

de Mathew Gregory Lewis (1775-1818), que

explora ámbitos aún más oscuros que sus con-

temporáneos. Hubo muchos imitadores y con-

tinuadores de la novela gótica durante los si-

glos XVIII y XIX, algunos de ellos escritores

muy conocidos como Edgar Allan Poe, Ma-

ry Shelley y R. L. Stevenson, y su influencia

se ha hecho sentir en el cine de terror del siglo

XX.

La obraLa obraLa obraLa obra

El castillo de Otranto fue publicada de forma

anónima en su primera edición. No sabía en-

tonces Horace Walpole que estaba inauguran-

do un tipo de narración que llegaría a ser po-

pularísimo.

La novela nació de un sueño que tuvo su autor

en el que vio una mano gigante dentro de una

armadura en el pasamanos de una escalera,

imagen que luego incluyó en el relato.Se puso

rápidamente a escribirla y la terminó en me-

nos de dos meses, según cuenta su autor.

Situada en la Italia del siglo XII, la obra cum-

ple por ello con una de las características dis-

tintivas de la novela gótica, que es la admira-

ción que provocaba la Edad Media como una

época de caballeros y de Cruzadas, pero tam-

bién de fenómenos sobrenaturales, que abun-

dan en la obra, como no podía ser menos. El

principal personaje de El castillo de Otranto

es el Castillo mismo, omnipresente durante

toda la obra. En él y en una iglesia cercana se

desarrolla toda la intriga, protagonizada por el

usurpador del principado, Manfredo, para que

no se cumpla una profecía que vaticina que

será desposeído del castillo y su linaje será

castigado.

El autorEl autorEl autorEl autor

Phttp://www.islaternura.com/APLAYA/

NoEresElUnico/wLETRA/WalpoleHoraceFeb2004/

WalpoleHoraceBio.htm

Horace Walpole cuarto hijo de Sir Robert

Walpole (Primer ministro 1721-1742) nació

en 24 de septiembre de 1717 en Arlington

Street en Londres. Desde adolescente fue co-

nocida su orientación homosexual y tuvo rela-

ciones mas o menos duraderas con Thomas

Gray y con el 9º Conde de Lincoln. Tuvo una

juventud apacible, pasando tres años en la uni-

versidad de Cambridge con los poetas Thomas

Gray y William Mason, sus íntimos amigos,

pero abandono sus estudios sin haber conse-

guido el titulo. Posteriormente viajó por Fran-

cia e Italia con el poeta Thomas Gray consi-

derado uno de sus primeros compañeros ínti-

mos en un plano sentimental.

Su familia quiso que se dedicase a la política,

pero el no mostró ninguna aptitud hacia las

cuestiones legales, y aunque intento hacer ca-

rrera política durante un breve tiempo, se limi-

to solamente a sentarse en el Parlamento de

vez en cuando. Sir Robert Walpole, a pesar

de no ser un hombre de gran fortuna, le dejo a

Horace una buena herencia, permitiéndole vi-

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vir sosegadamente, añadido al salario de su

"carrera" política.

Walpole fue quien creó el término

"Serendipity" (encontrar cosas constante-

mente por azar) a partir de un cuento llamado

"The Three Princes of Serendip", hoy olvida-

do. Esa palabra aparece en el idioma inglés,

por primera vez en una carta de Walpole en

1754.

Walpole es co-

nocido ante to-

do por su nove-

la El castillo

de Otran-

to (1764); re-

pleta de ele-

mentos sobre-

naturales, es

una de las pri-

meras obras del

género conoci-

do como relato

gótico. Escribió

también La

madre misteriosa (1768), una tragedia sobre

el tema del incesto. Su fama literaria reside

igualmente en sus cartas, que contienen inge-

niosos e incisivos comentarios sobre las cos-

tumbres de la época. Fue un corresponsal pro-

lífico: más de 3000 cartas que son de fértil y

agradable lectura, llenas de detalles sobre la

vida social de su época.

En 1749, hizo su única contribución a la cultu-

ra europea comprando Strawberry Hill, una

pequeña granja con una gran vista sobre el Tá-

mesis, en una carretera principal cerca de

Twickenham, cerca de Londres. Aparte de

querer usarla como residencia de verano, in-

tento remodelarla para ir transformándola en

un castillo del estilo gótico francés. Escribió a

su amigo Sir Horace Mann, que estaba en el

servicio diplomático en Florencia, pidiéndole

cuantos fragmentos góticos (quería decir con

esto artefactos medievales ) se pudieran en-

contrar a precio barato.

Una de las dificultades de querer convertir

Strawberry Hill en un "castellino", era que

Horace no era ni arquitecto ni anticuario, aun

cuando era un experto en antigüedades. Su

interpretación de la forma para crear el castillo

se limito a lo que atraía a la visión, y así, lo

que hizo fue simplemente ensayar papel de

pared con aristas pintadas en la superficie; co-

mo almenas clavo cajas de cartón sobre el ar-

mazón del cottage. Siempre en construcción,

Strawberry Hill iba siendo modificado: de un

pequeño cottage, creció en una larga y arrella-

nada concatenación de habitaciones, y cada

una de ellas, era objeto de entusiasmo de

Horace a medida que iban tomando forma.

Se agregaron la

biblioteca, el re-

fectorio, la gale-

ría, el gran claus-

tro, el recibidor y

el dormitorio del

Norte. Intentaba

imitar cualquier

edificio que le

gustase a él o a

sus amigos. El

resultado final

fue una mons-

truosidad de dise-

ño, pero aparentemente con encanto. Intento

amueblar el castillo con una variada mezcla de

estilos que expresaban la atmósfera del góti-

co: importo vitrales que exhibían santos en

distintos tormentos y bendiciones; lleno

"nichos ahítos de trofeos, de viejos sacos de

correspondencia, escudos indios hechos con

cueros de rinoceronte, espadones, arcos, todo

supuestamente debido a las conquistas de Sir

Terry Robsart (personaje inventado por él)

en las Guerras Santas". Comenzó una colec-

ción de arte y librería igualmente estrambóti-

cas.

Lo importante de Strawberry Hill es que por

primera vez alguien derrochaba entusiasmo

con la vida y artefactos de la Edad Media,

dándole a la palabra gótico nuevos significa-

dos como audacia, heroicidad, encanto, ro-

manticismo. Antes de Horace, gótico era sinó-

nimo de rudeza, barbarie, falta de gusto...

Strawberry Hill pronto llegó a ser uno de los

espectáculos de Inglaterra, y visitantes de to-

dos los puntos de Inglaterra y del continente

escribían a Walpole pidiéndole permiso para

visitar el lugar, su espléndida biblioteca y sus

colecciones de arte y curiosidades. De Straw-

berry Hill sacó las ideas para su novela "El

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Castillo de Otranto".

En 1757 Walpole instaló allí una imprenta en

1757 y editó libros exquisitos que influyeron en

el desarrollo de la impresión y la producción edi-

torial en Inglaterra, fundando la famosa Strawbe-

rry Hill Press, donde pretendía publicar todo

cuanto mereciera la pena preservar según su cri-

terio. La editorial tuvo una existencia de treinta y

dos años, produciendo mas obras perdurables que

cualquier otra editorial en la historia inglesa.

Por ello, es sorprendente

saber que la obra mas im-

portante de Walpole, "El

Castillo de Otranto", no se

imprimió en Strawberry

Hill Press, sino que fue pu-

blicada de forma comercial

en Londres en una edición

de 500 copias. Proclamada

como la traducción de un

texto italiano de Onufrio

Muralto, apareció en la no-

chebuena de 1764.

Inmediatamente, Horace

envió copias a sus amigos y

a los críticos, con el deseo

de que si la obra era elogia-

da, recibir crédito, y si era

condenada, a negar su res-

ponsabilidad. Muchas de

sus amistades consideraron

que la obra era una chanza

sin sentido.

Los orígenes del Castillo de Otranto son un con-

fuso maremagnum de material consciente e in-

consciente. En el prefacio a la segunda edición,

Horace declara que había deseado tender un

puente sobre el abismo entre la narración de anta-

ño, que era toda maravilla y fantasía, y la novela

realista de su tiempo, posiblemente refiriéndose a

las obras de Richardson y Fielding. La novela

sucede en Strawberry Hill.

La novela " El Castillo de Otranto" ha sido consi-

derada como una de las pocas obras de su genero

de verdadera importancia histórica en Inglaterra.

Fundadora de una escuela de ficción, la novela

gótica, sirvió como modelo para una enorme can-

tidad de novelas escritas durante la primera mitad

del siglo XIX.

Al principio, la novela solo fue apreciada por un

pequeño grupo de amigos de Horace, y recibió un

pequeño elogio en The Monthly Review. Su pri-

mera adaptación para el teatro, sucedió en 1781

en Covent Garden, donde Robert Jephson, con la

colaboración de Walpole, dramatizó la obra con

el título de "El Conde de Narbonne".No obtuvo

un éxito especial, y en realidad no se parece mu-

cho a la novela.

Mas tarde empezaron a surgir imitaciones. En

1777, Clara Reeve escribió en su prefacio a " El

campeón de la virtud ",

conocida también por " El

viejo Barón inglés": "esta

historia es la consecuencia

literaria de El Castillo de

Otranto".

Hasta la última década del

siglo XVIII, no se sintió

con fuerza la influencia de

la obra de Walpole. Duran-

te ese tiempo, la novela

gótica adquirió un status

de genero popular. Muchas

de esas novelas eran muy

extensas, de varios volú-

menes, y otras eran peque-

ños libritos publicados pa-

ra vender en la calle por

unos pocos céntimos, ilus-

trados con espeluznantes

grabados de madera.

La vida de Walpole des-

pués de la aparición de "El Castillo de Otranto",

continuó sin mayores incidentes. Hizo un viaje a

Paris en 1765, lo presentaron en la corte francesa

y participó en una controversia surgida entre

Hume y Rousseau. Al año siguiente regresó a In-

glaterra y continuó sus trabajos literarios.

En 1768, Chatterton lo conoció, y le envió copias

de los poemas "Rowley". Walpole los entrego a

Gray y a Mason, quienes lo declararon una falsi-

ficación, y Walpole los rechazó. Al poco tiempo,

Chatterton se suicidó, y se condenó injustamente

a Walpole por no haberlo ayudado. Esto le ator-

mentó, y hay versiones muy siniestras acerca de

los cartílagos que emergían de sus heridas en las

rodillas y en los dedos del pie. Inhabilitado la

mayor parte del tiempo y sin apenas poderse mo-

ver, siguió siendo el gran corresponsal de la épo-

ca. En 1791 heredó el titulo de Lord Orford a la

edad de 74 años. Murió en 1797.