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, , RENE MARQUES ¡l 1 LA CARRETA Drama en . tres actos \ EDITORIAL CULTURAL Río Piedras, Puerto Rico

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, , RENE MARQUES

¡l 1

LA CARRETA Drama en . tres actos

\

EDITORIAL CULTURAL

Río Piedras, Puerto Rico

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Copyright René Marqués, 1963

YALE 1

A Margot Arce de 1'ázquez

Impreso en España

Printed in Spain

1 LA CARRETA, OBRA

TEATRAL PUERTORRIQUE~A

por

MARIA TERESA BABiN

Obra y autor

Una sentencia de Séneca dice que "los hombres somos ya bastante teatro los unos para los otros", y tal vez el dramatismo inherente a la vida misma de Puerto Rico explique el hecho de que el teatro no sea un género de tanto arraigo en la isla como la poesía lírica o la literatura narrativa (cuento, en­sayo, novela). Las obras teatrales son, casi tan esca­sas en Puerto Rico como las· obras de escultura y de pintura,, y la relación no puede explicarse por accidente.

La poesía lleva la voz cantante en la expresión artística nativa, no obstante la mediocridad que su vastedad lírica pueda manifestar a primera vista. Pero la luz y el color del hermoso paisaje borincano y la complejidad de los problemas sociales y eco­nómicos que agobian a la isla superpoblada parecen P

haber ahogado, en vez de estimular, el cultivo de la pintura, del teatro y de la escultura. Al formar

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LA CARRETA (TRES ESTAMPAS BORICUAS)

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PRIMERA ESTAMPA

EL CAMPO

PERSONAJES (en orden de aparición) :

CHAGUITO (15 años) DO~A GABRIELA (50 años)

_ JUANITA (19 años) 'f.. -DON CHACO (73 años) - LUIS (24 años)

GERMANA (42 años)

LuGAR: Un barrio1 de las montañas en el distrito de San Juan

EroCA' G) Interior de una casita jíbara. Pieza que sirve de

sala, comedor, y cuando anochece de dormitorio para aquellos miembros de la familia a quienes no les es

l. Barrio es una unidad rural de la municipalidad puertorri. queña. Cada Municipio consta del pueblo y su zona urbana y de los distintos «barrios:. en que se divide la zona rural. Para deno­minar los bardos urbanos regularmente se usa el término «barriada».

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posible acomodarse en el dormitorio único con que cuenta la vivienda. Casita de buenas maderas del país, como restos de una época de me.ja¡;_ situación eco­nómica, remendada co~ y retazos de made­::a barata "Wnportada. Techo de cartón e inea. Cum­blera de mangle.

Al fondo, medio tabique con puerta al medio que conduce al dormitorio. Este dormitorio tiene una ventana abierta, invisible para el espectador, pero cuya claridad llega hasta la salita. A la izquierda, puerta de entrada abierta al batey. A la derecha, pri­mer términ~, puerta baja que conduce al colgadizo donde está la cocina. Las paredes están sin pintar, ennegrecidas por el hollín y el tiempo.

Al descorrerse el telón, la escena está desierta de personajes y muebles. En la derecha, cerca de la puerta de la cocina hay una mesa vieja y desvenci­jada que sólo se mantiene en pie por el apoyo que le brinda la pared. Es éste el único mueble en la casa. Sobre la mesa y regados en desorden por el piso, hay cajas, paquetes, líos; algunos ya hechos; otros a medio hacer. El conjunto da la impresión de una mudanza. N o sabemos si los ÍI:!:!Juilinos llegan o se marchan, p_ero..,la_casa. ti.w~~~¡;i.sf&.df!. las.

• vivieTulas _deshabitadas. En las paredes hay pegadas estampas religiosas, principalmente tomadas de al­manaques católicos. Los personajes se sentarán en el piso o sobre las cajas o líos, o simplemente se pondrán en cuclillas.

El camino vecinal cruza al fondo de la casita, pa­ralelo a ésta.

Son las cinco de la tarde de un día de septiembre.

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Izquierda y derecha del espectador. {Por la izquierda entra CHAGUITO, descalzo, con una caja de cartón en las manos. La caja tiene tapa y en sus lados han sido practicados varios agujeros. CHAGUITO entra sigiloso, mira con recelo al fondo y a la puerta de la cocina. Luego cruza la escena en puntillas, pone la caja junto a la mesa, en el piso, confundiéndola con otros pa· quetes. Le pone cuidadosamente una manta de saco encima a la caja e inicia la retirada siempre en puntillas. Desde la cocina se oye la voz de

DA. GABRIELA que llama) :

DA. GABRIELA - (De mal humor.} iChaguito! (Ch~{!.uito se detiene sobresaltado y reaccionando da una carrera veloz y desaparece por la puerta de la izquierda. Entra DA. GABRIELA por la puerta de la derecha. Trae en sus manos unos cuantos utensilios de cocina pequeños que coloca en una de las cajas. Vie­ne rezongando.)

DA. GABRIELA - (De mal humor.) Ehto2 no se acaba nunca. Y ese demonio e muchacho, aónde ehta· rá. (Llamando.) i Chaguitooo! (V a a la puerta de la izquierda} i Chaguitooo ... ! Mira aonde ehtá y no reh· ponde. iDeja ese mardito trompo y ven a lavarte loh jocicoh! Que vengah te digo. Que se jase tarde. (Vol­viéndose) i Condenao muchacho!

}UANITA - (Su voz viene de la habitación del fondo.) - Mamá, ¿aónde ehtán lah pantaletah co·

lol rosa?

2. La s está aqui sustituida por ~a h deb_ido al hecho que esta letra se EJ!ira en el habla puertornquena, esp~c1almente al final de la_s palabr.is. Para más detalles- sobre la fonética del habla puertorri­queña vea El Español en Pu~rto Rico de Tomás Navarro -Edito­rial Universidad de Puerto R1c0-- 1948.

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DA. GABRIELA - Engancháh en el clavo, en el tabique aonde ehtaba el catre.

JuANITA - (Desde la habitación del fondo, invi­sible aún.) ¿y loh sapatoh de tacón? No loh jalloh.

DA. GABRIELA - (Colocando varios libros viejos en una caja) En el baúl, en el baúl. ¿Qué te pasa hoy? Paeces una cucaracha loca dando vuertas en ese cuarto.

l Acaba e vestirte. (Murmurando.) A máh que no sé pa qué vah a ponerte sapatoh e tacón. Tenemoh que rejender cuatro quilómetroh por esah piedrah pa llegar a la carretera. iBonitoh lo vah a ponel!

JuANITA ___.. (Siempre invisible en la habitación del fondo.) -No sea boba. La carreta e bueyeh de Cico noh va a llevar loh moteteh. Y nojotroh podemoh dir con loh moteteh en la carreta.

DA. GABRIELA- Bueno, bueno, mangansona. Avan­sa y déjate e rcarreta. Entoavía hay un montón e cosah que jacer. (Se vuelve a asomar a la puerta de la izquierda.) i Chaaguitoo! i Chaaguiitoo!

JuANITA - (Entrando por el fondo y peinándose con energía.) Ay, mamá, no chille tanto. Me va a reventa! er tímpano.

DA. GABRIELA - (Molesta.) Pueh si no quié que te lo reviente ve a buhcar a ese condenao. Luis llega ahorita y entoavía no jay ná lihto. (Impaciente.) iDeja de rahquetearte la morusa y has lo que te digo!

JuANITA - Voy. Vooy. (Chillando tanto o más que la madre.) Chaguitooo. i Chaaguiiitoooo! (Sale por la izquierda.)

DA. GABRIELA - (Haciendo paquetes y hablando en voz alta.) iTanto embeleco, cara jo! Loh sijoh in· ventan loh revolú y luego una eh la que se joroba. Horita viene er Luis ese y me come si no encuentra

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tó preparao. Ese, ese eh er máh embelequero de toh. (Arrepentida.) Dióh me perdone, que siempre me ehtoy quejando. El probe Luis bahtante que se chta· saja por nojotroh. Eh er mejó de toh. Qjalá que jaya jallao ese maldito gallo. ¿Aónde ehtará ~ me acuerdo de haberlo embalao.

Entra DoN CHAGO con un lío de ropa por la puerta izquierda.

DoN CHAGO - (Asomándose a la puerta) ¿Qué se te ha perdío, muchacha?

DA. GABRIELA - (Contestando automáticamente.) El santo e palo. (Reaccionando) iAdióh, eh usté! Yo lo jasía allá, en Río Arriba, en casa e Tomá. Me ale· gro que j aya vuerto. ¿Qué, cambió ya de opinión?

DoN CHAGO - No, mija. (Se ñangota3 junto a la puerta.)

DA. GABRIELA - (Recobrando su mal humor.) Eh uhté terco como una mula, padre.

DoN CHAGO - iQué se va a jasé! Moro viejo, mal crihtiano. A máh que loh viejoh siempre ehtorbamo.

DA. GABRIELA - Será ahora. Polque ha vivío uhté con nojotroh toa la vía y nunca había ehtorbao.

DoN CHAGO - No ehtorbaba aquí. Allá... aonde uhtedeh van... sabe Dióh. -TIA. GABRIELA - Uhté se cree que una se mama el deo. Como si yo no supiera lo que le pasa.

DoN CHAGO- A lo mejól... DA. GABRIELA - No quié uhté dehpegarse de ehtc

canto.

3. Nangotarse- ponerse en cuclillas.

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~...........__,___, r;noN CHACO - Eh que aquí siempre pueo jasél"'a . '{r~a chiripita. Allá no habría ná pa ehte cahco e

IeJQ..-===--=- ""'<•' ·-· . DA. GABRIELA - Déjese e cuentoh, padre. Uhté

eh un viejo ñoño con el corasón mu flojo. Eso eh lo que pasa. Le tié miedo al cambio.

DoN CHACO- (Siempre de buen talante.} ¿Mieo? Pué ser. Loh añoh noh van poniendo miedosoh.

DA. GABRIELA - ¿Y qué dijo mi hermano Tomá? DoN CHACO - i Qué diba a dicil! Que eh taba bien.

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DA. GABRIJ;;LA - Entonce, ¿ ehtá tó arreglao? ¿Se va uhté a vi vil con elloh? ·

DoN CHAco. - Sí.

DA. GABRIELA - Cualquiera lo entiende. Se fue J antiér y ya ehtá aquí otra ves. ¿pa g:ué uhté volvió

si _2.0 se viene_con~nojQtr_oh?_ ,.--

DoN CHACO - Pueh ... pa ná. Pa ehtar con uhtedeh hoy.

DA. GABRIELA - Y pa eso ha andao mah e quince quilómetroh con esa ahma.

DoN CHACO - El ahma no se usa pa caminal. Tengo !ah piernah durah.

DA. GABRIELA - (Señalando el lío de ropa que trae DoN CHAco) Y pa venil a despedirnoh se trajo uhté la ropa. __ . _7'\

DoN CHAGO ----df2r:gien1:.p.J; ¿Qué ropa? Ah sí. Eh que no quería deja'laalla sola. No me guta que me traqueteen mih cosah.

DA. GABRIELA - Y se cree que allá le van a aguantál toah suh maníah. La mujé de Tomá no la.h va a aguantál. ¿Cómo lo recibió?

DoN CHACO - Bien ...

DA. GABRIELA - Anteh ella no lo podía vel a uhté. DoN CHA.CO - Buenooo, supongo que ya está re·

signá a ser mi yerna. DA. GABRIELA - Njú. DoN CHAGO - ¿Qué tú dise? DA. GABRIELA - Ná. Pero hay algo embrollao en

ehte asunto. {Se interrumpe} iAy, mire! Aquí ehtá el santo. Seguro que fué Juanita la que lo metió en ehte cajón. iMangansona! Lo pone con ehto cacha­rroh expuehto a que se le rompa una pata.

DoN CHACO - ¿Y qué máh da que se le rompa l una pata? r

DA. GABRIELA - ¿Cómo que qué máh da? j\"nttl DoN CHAGO - (Encogiéndose de hombros.) - Deh-

pué de tó, no sé pa qué vah cargando con ese cachi-vache.

DA. GABRIELA - Ave María, i cómo se atreve usté a dicíl eso! i Eh el San Antonio de mamá!

DoN CHAGO - Sí, lo conohco. Eh er que ayuó a tu mai a pehcanne a mí.

DA. GABRIELA - Ajá ... Como si pa uhté no hu­biera sío un guhto dejarse pehcal.

DoN CHAGO - {Socarrón} Pué sél. Ya ni mi acueldo.

DA. GABRIELA - Sí. Sí. Uhté eh dehmemoriao pa lo que le conviene.

DoN CHAGO - Eh una de lah poquititah ventajah de ser viejo. Ahora, que me guhtaría sahel lo que diría tu marío del San Antonio ése.

DA. GABRIELA - No diría ná. Polque fué mi roa­río, que en pas descanse, el que me pehcó a mí. Ja. Bahtante duro que le dí pa dejalme convensél.

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DoN CHAGO- (Riendo) Cuando loh cogí a damboh aquella noche ebajo el jigüero ya tú ehtabah bahtan­te convesía.

DA. GABRIELA - (Furiosa) No se ponga dehcarao viejo. Rehpete a loh muertoh. '

DoN CHAGO - Y a loh vivoh. Que dehpué de tó loh muertoh ni sienten ni paesen.

DA. GABRIELA - Bueno, ehtá bien ya. Uhté siem­pre le tuvo tirria al difunto.

DoN CHAGo - ~teh-ae....ser-difunto~ - Dehpuéh no• Por sacarlo de apuro en vía fuimos ji­

potecanífO"Ía finquita cuelda a cuelda. Y ahora, di­- funto, ~ía la que le dejó a tuh sijoh. Embrollah.

Pero ni un cuadro e tierra pa sembraT batatah. DA. GABRIELA - Tuvo mala pata. Eso eh tó. El

ciclón estrosó el café. Luego la caña se trepó a la montaña. Y él no entendía bien la caña. No la quería. Soñaba siempre con el trapo e café. Tam~se en-

"'"[tendía bien con la gente. Lah cosah canilieaban n la montaña, pero él no se daba cuenta. Y~ u an des­g;~:iao que en política si~e ehtaba e~ perihañi Nunca tuvo un com1sano e :Oarrio que lo

~ prote.giera. Har: ,gente que nase coja o manca o jorobá. El difunto nas10 con maln ehtrPlla. Y eso eh igual que una joroba. Naide pué curarlo.

DoN CHAGO - Ay mija. Eh mu fácil echarle la curpa a lah ehtrellah por lah picardíah de loh som-breh. Pero la purita verdá eh que por curpa del ai-

<> funto ~oh b~ta~'ª=.~ht~ié...,h2}'_,. DA. GÁBRIELA - iQué quiere uhté que jagamoh!

Se venció la jipoteca. ¿De ónde quiere que saquemoh loh chavoh?

DoN CHAGO - Era linda la finquita. Y el poso tié

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la rnejól agua de tó el barrio. Eran treinta cuerdah. En la loma siempre tenía yo el batatal máh hónito. ¿ Aónde ehtá Luis?

DA. GABRIELA - Ehtá buhcando al gallo manilo. Lo diba a vendél eh:ta mañana y cuando fué a buh" calo no ehtaba. Paese que se lo ha tragao la tierra.

DoN CHAGO - La tierra no traga galloh. A lo mejól se lo han tragao en una sopa.

DA. GABRIELA - Aquí no hay pilloh. Naide pué haberlo cogío. Y Luis ehtá furioso.

DoN CHAGO - Chaguito eh el que debiera ehtar furioso. Quería ese trapo e gallo como si fuera una jembra.

DA. GABRIELA - Sí, el condenao muchacho que· ría llevarse el gallo con nohotroh. Pero Luis dijo que ~ó podríamoh tenerlo, que era meiol venderlo

aquí. Ahora Chaguito ehtá lo máh tranquilo y Luis eh el que ehtá que jecha chihpa.

DoN CHAGO - Luis eh joven y eh fuelte Pudo haber apechao.

DA. GABRIELA -Ya le digo que salió a huscal el gallo.

DoN CHAGO - Yo no jahlo del gallo. Jablo de la fin quita.

DA. GABRIELA - Bueno, bahtante que el probe ha apechao. Pero él quiere dilse. Dise que no eh juhto que sea siempre un peón. (Se iñferrumpe.) Míe pa­qm como tíé ehfacamisa, ehbaratá. ¿Aónde jabré puehto la aguja? (Rebusca, consigue la aguja e hilo y se pone a zurcir la camisa.)

1 DoN CHAGO - Al fin y al cabo tóh somoh peo ~

)P-fní peón to.a.....mi v..fu. Peon e e casarme. Peón "en la finca de tu madre. Peón en la parte de esa

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-finca que te tocó a ti. Y ahora sigo siendo peón aonde quiera que consiga una chiripa. ¿Qué de malo tié ser peón? No hay otro mó de ehtar cerca de la tierra.

-DA. GABRIELA - (Zurciendo.) Eso ehtá bien pa uhté que no pué vivíl si no tié lah manoh llenah e tierra. Pero ~arga_máh.

DoN CHAco - ¿y tú? DA. GABRIELA - Y o tengo que dir pa onde él vaya. DoN CHAGO - Se te ha metío en el corasón ese

muchacho. 1

DA. GABRI~LA - N o sé de qué· j ah la usté. Lo ten-go -ll)'e:!i~n""el"" cor"iisóiiC'iíS}:aelfd~q_ue ... nació.

"r" ~N CHAGO - Sí, comQ...\s.i,., fu!.~ ... Jlijo tuyo. A. GABRIELA - (Dejando de zurcir.} Cállese 1

bQ.8!.;_De eso no se jabla en ehta casa. Uhté lo.sah{ DoN CHAGO -=:-'Ay7''";i'ja, ;_o sé jmé 'ta';aÍ~i cielo

con la mano. Pa mí que tó el mundo lo sabe. J DA. GABRIELA - (Reanudando su labor.) Dehpué

que él no lo sepa ... (Se oyen los gritos de CHAGUITO y }UANITA.

Entran gritando y luchando mano a mano por la puerta de la izquierda.} CHAGUITO - i Que no, coño! Suértame, si vergüenza,

suértame. }UANITA - Vah a aprendé a rehpetalme. Tó lo

que me jah jecha carrel. iAy, perro, no me muerdah! !Mamá, quítemelo!

DA. GABRIELA - (Separando a los dos y cogien­do a CHAGUITO por una oreja.) i Condena o! Te vah a ehtar quieto. Mira como andah. (Le da un cosco­rronazo.} A ver si te lavab esoh josicoh. Anda pa la cosina.

}UANITA - (Aprovecha-ndo el parapeto de la ma-

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dre.} Toma, aventao, cara e güiro. (Le tira un ma­notazo.}

CHAGUITO - (Revolviéndose furioso en los bra­zos de la madre y tirándole una patada a }UANITA que ágilmente la esquiva.} Fregá. Susia. Y o sé lo que te pasa a ti. Me tiés rabia polque te cogí el otro día apretándote con el jinchao ése.

}UANITA - Emuhtero. Lengüilargo. DA. GABRIELA - (Empujando a CHAGUITO hacia

la derecha.) Pa la cosina, he dicho. (CHAGUITO des­aparece por la puerta derecha.)

}UANITA - ¿Uhté se fija, mamá? No hay quien puéa con ese muchacho. No rehpeta a naide. Lo tuve que dir corriendo jahta la cueva.

DoN CHAGO - (Súbitamente sombrío.} iLa cueva!

}UANITA - Sí, se metió allí polque sabe que le tengo mieo a loh murciélagoh. Y entonceh empezó a tiralme piedrah. J ahta que le pude agarrar una pata. Míe cómo me ha puehto.

DoN CHAGO - Sí, sí, l~a del Ipdio eh buena

tormentera. DA. GABRIELA - (Secamente.) ¿Quién eh el jin-

chao? }UANITA - (Con cara de ingenua.) ¿Quién uhté

dise? DA. GABRIELA - No te jagah la boba. El jinchao

ése. }UANITA - Pueh ... no sé ...

(CHAGUITO asoma la cara mojada por la puer· ta de la cocina.)

CHAGUITO -Miguel, el peón de Don Tello. (Vuel-ve a desaparecer.) \..,.. · \_,.,. · "\....~

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DA. GABRIELA - ¿Ah, sí? ¿Y dende cuándo va eso?

]UANITA --'- Son embuhte. No le jaga caso a ese sin­vergüenza. Son embuhte.

DA. GABRIELA - (Secamente, con un dejo de ame­naza.) - ¿Dende cuándo ... ?

]UANITA - Pueh ... Dende jase un meh. Pero no crea ná malo. El me miraba mucho. Y un día me habló.

DA. GABRIELA - ¿Y esoh apretoneh? ]UANITA -·(Sinceramente indignada.) Embuhte de

ese lengüilarg~. Son embuhte. Lo que pasa eh que un día Miguel me cogió una manoy Chaguito noh vió. Dende entonceh ese cara e güiro se la pasa moleh­tándome y disiendo que se lo diba a dicil a usté.

DA. GABRIELA - ¿Y qué máh? J UANITA - Máh ná. DA. GABRIELA- (Dándole una bofetada a ]UANITA.)

De mó que te dejah coger la mano del primero que pasa, ¿aah?

]UANITA - (Llorando.) No eh verdá. Miguel tiene buenah intencioneh. Dijo que diba a hablar con uhté.

DA. GABRIELA- (Cambiando de tono.) ¿Dijo eso? ]UANITA - Sí. Y que díbamoh a vivil en la finca

de Don Tello. DA. GABRIELA - Pero casaos, ¿no? ]UANITA - Pueh ... sí. Supongo que sí. DA. GABRIELA - Con suponensiah no sacah ná.

~i eh. verdá que te quiere de mujé que buhque la licencia. Pero ehte será tan sinvergüenza como loh demáh. Hoy la gente de ehte barrio ya no se casa como Dió manda.

DoN CHAGO - ¿Y quién loh va a casar? Disen

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que al cura le guhta máh jugar a la pelota en er pueblo que rejender pa ehtah alturah. iAh, qué cura ése! Sabe vi vil el condenao. Loh curah de mi tiempo sí que eran curah de verdá.

DA. GABRIELA - Graciah a Dióh que noh vamos de aquí.

DoN CHACO - ¿y tú cree que en el pueblo la gente se casa máh que aquí?

DA. GABRIELA - Por lo meno allí el cura siempre ehtá a la mano. Y si no ehtá, ehtaré yo pa buhcalo.

DoN CHAGO - En mi tiempo no había que buhcalo. El cura ehtaba metío en tó, jahta en el plato de ma· rota. Me acueldo de Don Hilario. Cuando uno menoh lo ehperaba se apares1a montao en su burro. Tenía la sotana verde como la lama del poso. i Imagínense si había oído misa la sotana aquella! No apehtaba máh que a chivo. Pero trabajaba duro el Don Hilario peleando con er demonio. Claro que a veceh er de­monio lo tentaba. Sobre tó cuando lah muchachah del barrio eran demasiado bonitah. Pero aquel cura era un hombre de trabajo. Hoy disen que loh cura moderno se perfuman y que jahta usan calsonsillo e sea. (Ríe.)

DA. GABRIELA - No sea lengüilargo, padre, que Dióh lo va a cahtigá.

DoN CHAGO - Yo no lo digo. Lo dise la plena' aquella ... ¿No te acueldah (Cantando.) «El obihpo vie­ne de Roma"",~_ -

-voz DE CHAGUITO - (Desde la cocina.) «Mamita si tú lo vierah qué cosa pilla y qué cosa mona».

(JuANITA ríe a escondidas con malicia.)

4. Plena- pieza musical popular casi siempre de tono satírico. S. «La Plena del Obispo de Ponce».

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DA. GABRIELA - (Conteniendo la risa, queriendo ser severa.) Tumbe eso viejo, túmbelo. (A CHAGUITO.) Y tú, agentao, cállate la boca. (A DoN CHAGO.) No le permito que noh j aga condenal a tóh. Uhté sabe que esa plena ehtá ehcomulgá.

JuA..~ITA - ¿cómo puén ehcomulgá una plena, mamá?

DA. GABRIELA - (En un aprieto.) Pueh ... pro· hibi~_

DoN ... GHACO•=-iPueh-claro,.,mija,,Jó lo prohiben, /T..J h 1 ' . E . . l """b· a ta a mus1ca. n mi tiempo e go ·w!llo no se upaba tanto de prohibisioneh. Enanteh noh,dába­oh el guhto de desahogarnoh criticando con mú~a.

· Hoy naide se atreve. Y es que esoh «mihteh» d;~.

\jobierno son ahora paraoh como ehpequeh y no se aben reil. Y como no. se saben reil no quieren que

nojotroh gosemoh. Noh quieren jasel tan tusa y tan epunanteh como elloh. Pero yo ehtoy ya mu viej.

pli"'pO!l..!glle , serio, u(J!-íe.) • _._-.----..--}UANITA - Ave María, abuelo, paece usté un mu-

chacho. DoN CHACO - Sí, mija, er mundo ehtá patáh arri·

ba. Disen que loh viejoh paesemoh muchachoh, pero eh que loh muchachoh de ahora paesen viejo canan· cloneh.

DA. GABRIELA- ¿Qué le pasará a Luis? No acaba e veníl.

DoN CHAGO - Presisamente ese muchacho tuyo, ese Luis. ¿Tú quiereh un muchacho máh serio te y máh avejenta o? Y o nunca lo e vihto l'eírse con ganah.

DA. GABRIELA - Eh que no le guhta la charla. Pero eh mu bueno.

DoN CHACO - No digo que sea malo. Pero yo

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no entiendo a la gente que no se ríe. Deben tenel argo en el arma. Argo que loh pone fúnebreh como difuntoh. Y eso ehtá contra la ley de Dióh. Dióh eh mu sabio. Noh da la vía pa gozarla y luego, cuando se cansa, noh da un tapaboca con la muerte, pa que noh callemoh. Así eh que, mija, yo pienso movél la lengua y enseñál mi mella jahta que me den er tapa· boca ese.

DA. GABRIELA - Loh tiempoh cambean, padre. Loh muchachoh hoy tienen máh preocupasioneh que no· jotroh. Y tienen ambisión.

DoN CHAGO - Inconfonniá eh lo que tienen. Enan· teh el hombre trabajaba y la mujer se casaba. Y naide se quejaba.

DA. GABRIELA - Pero hoy fácil. (Mirando a }UANITA de tampoco.

trabajal no eh tan reojo.) Y casarse ...

DoN CHACO - Buenooo, entoavía te quea er San Antonio ése.

DA. GAI'lRIELA - Ehtá bien de bachata con el San _ ~¿De aónde uhté se ha sacao que ese sañifto' no sil ve máh que pa buhcar maríoh? (A }UANITA.( Y tú, mira aonde lo habíah metío, con esoh cacharroh: ¿Qué jaces ahí pará en la puelta, mirando pa fuera? ¿ Ehtá ehlembá? Ponte a jasé paqueteh. ¿Ya tieh toa tu ropa embalá?

}UANITA - (Encogiéndose de hombros.) Bah. Ya voy. Pa la ropa que tengo... (Entra en habitación del fondo.) \.

DA. GABRIELA - Ah, sí, a lo mejó te ha creío que ereh la gobernaora. (A DoN CHAGO.) Y a la gente tampoco sabe ser probe.

DoN CHAGO - (Riendo.) iJabrá que enseñar1eh!

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DA. GABRIELA - ~- Lo que jay que enseñarle eh velgüens~

~ · -mlli-CHAGO - De esa quea mu poca. Y la poca que quea no sé aónde la han ehcondío.

CHAGUITO - (Su voz desde la cocina.) Deme un billete e sinco y verá como le consigo arguna, viejo.

DA. GABRIELA - Cállate, malcriao. DoN CHAGO - Déjalo. Si ésa, ésa eh la purita

verdá. (Alzando la voz para dirigirse a CIIAGUITO que está en la cocina.) Poquito máh o menoh tú no jaseh máh que repetil lo que joyeh en tó sitioh. Eh lo mesmo que jabla la radio del cafetín, y lo que jablan loh ~eriódicoh, y loh maetroh de ehcuela y lo que jablan loh políticoh de la capital.

DA. GABRIELA - ¿Y qué tié que ver tó eso con la velgüensa?

DoN CHAGO- Pueh que tóh predica~~.2!.!i.:, jita. Pa tenéll velgüenza hoy día hay que tenel dinero. Eso ehtá ciai'o como la 1us dél sol. Enanteh se podí~­ser probe y tenel dignidá. ¿y tu sabeh poJ'qué? Polque el probe tenía argo en qué creer. Unoh creían en Dióh otroh creían en la tierra, otroh creían en loh hombreh. Hoy no noh dejan creer en ná. Hoy a :tuh sijoh sólo le enseñan a creel en loh chavo ... y en eso que ñaman cencia. Tóh 'loh maleh de nojotroh disen que se puén ver ahora por ese tubo que ñaman mecrohcopio. Y toah lah cosah buenah que noh prometen disen que ehtán en ese peaso e papel verde que ñaman dólar. Pero del corasón, ná. Del corasón naide se acuelda. Y al corasón se seca c~O"Una.._habichuela vieja. iAy mija, naide pué tene di i 11 ni velgüensa con el corasón seco como una abichuela!

DA. GABRIELA - iMíen quién jabla! Un hombre

18

que se burla jahta de loh santoh. Uhté no cree en ná. DoN CHAGO - Y o creo en la tierra. Enanteh creía

c:_n loh hombreh.' Pero~-ya-sólo-creo-en-Ia-tíéi:ra.­DA. GABRIELA - Pue míe gue la tierra lo va a sa­

cál de apuroh, viej¡;:"'"Sobre tó, no~ -DoN CHACO - Buenooó~ ... -J:;a-verdaen que y;-t~ngo

poquititoh apuroh. Y la tierra, sea mía o ajena, sigue siendo la tierra. Tiene el mehmo colol, y el mehmo olol cuando llueve, y se deja trabaja! como una jem­bra humilde. Y eh mejol que una jembra polque pare s~n gritoh ni ahpavientoh. Y a máh, que pare la que uno quiere. No como la jembra que uno le píe doh sijoh y ~e da veinte; le píe un macho y le dá media dosena de chancletah.

DA. GABRIELA - Póngale a la jembra la semilla contá como se la pone a la tierra y verá como no pasará suhto.

DoN CHAGO - (Riendo.) Ya pa mí pasó el tiempo ¡\ de loh suhtoh. Por suerte tu madre se portó bien. . Sólo ocho barrigoneh. Y luego, el Señol también se p~rhtófbien. Noh llevó seis. A lo mejól a El le jacían ~ ma arta que a nojotroh. Con la ventaja pa El de que en el Cielo no comen mafafo.

(Entra LUIS por la puerta de la izquierda.) LUis - Bueno, ¿ ehtá tó lihto? Hola abuelo, la

bendisión.

DoN CHAGO - Dióh lo bendiga, mijo. LUis - (A DA. GABRIELA.) ¿Me pusoh loh libroh

con mi ropa?

DA. GABRIELA - Sí. Y a va ehtal tó, Luis. ¿Y el carro e bueyeh?

LUis - Viene ahorita. Apúrese, vieja, apúrese.

19

r ~J \!

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(A DoN CHAGO.) ¿ Usté no eh taha en casa del tío Tomáh?

DoN CHAGO - Sí, allá ehtaha. LUIS - ¿Y qué le pasa que volvió? ¿Ha desidío

venirse con nojotroh? DoN CHAGO- No ... Me queo en er campo. Lurs - No le veo la tajá a eso. Pero si eh lo que

usté quiere, jágase su voluntá. DoN CHAco - ¿Qué pasó con el gallo manilo?

Me ise tu madre que se te ha perdía. Lurs - Caray, no me diga ná. No lo he podido

encontral. Y ¡mire la mala pata. Miguel, el peón de Don Tello, me lo salió a comprál ahorita mehmo. Me daba tres pesoh por él. Allá ehtá ehperando, en el cafetín. Dise que si lo encuentro ante de lah cinco que se lo lleve, que tiene loh chavoh pa comprarlo. Pero no lo pueo jallar.

DA, GABRIELA - Treh pesoh son buenoh chavoh. (}UANITA al oír el nombre de MIGUEL ha aso­mado la cabeza por {;a puerta del fondo.}

}UANITA - ¿Aónde tú dise que ehtá ehperando el peón de Don Tello?

DA. GABRIELA - (Cortante.) Aonde a ti no te importa. (JUANITA desaparece rápidamente.)

Lurs - (Preocupado.) Un gallo no se pué esparecé así, así.

CHAGUITO - (Asomando la cabeza por la puerta de la cocina.) - Eso mesmo digo yo. Paese cosa e brujería. A lo mejól eh un hechiso que le echaron al gallo ese. (Desaparece.)

DA. GABRIELA - Oye, Luis, ¿tú sahíah que ese peón de Don Tello ese Miguel, andaba etráh de Juanita?

20

Lurs - Argo me olía de eso. DA. GABRIELA - Tieneh mejol orfato que yo. ¿y

poi qué no me lo dijihte? Lurs -Bueno, no quise presipitarme. (Alarmado.)

¿Qué? ¿Pasó argo? DA. GABRIELA - No, entoavía paese que no ha

pasao ná. Pero si no noh vamoh pronto podía haber pasa o.

Lurs -No sea exagerá, mamá. El muchacho paese serio. A máh que J uanita ya ehtá en edá de novio.

DA. GABRIELA. - De novio sí. J ahta de marío. Pero de otra cosa no.

Lurs - No se preocupe, vieja. Pa eso ehtoy yo aquí. Pa salil por mi hermana. Ni Migue~ ni naide j aria una porquería sabiendo que se lah tiene que ver conmigo.

(Entra CHAGUITO de la cocina. Se ha lavado los pies, los brazos y la cara. Aún está mojado.)

Lurs -Y tú, ¿entoavía no te jás cambiao? CHAGUITO - Coño, eh que ehtah mujereh se la

pasan jalando a uno pacá y pallá. Y uno nunca sabe lo que quieren. ¿Cuándo noh vamoh?

LUIS - Y a mehmo. Eh tamos ehperando la carreta. CHAGUITO- (Alarmado.) ¿La carreta? (Ofendido.)

¿V amoh a dentral a San Juan el\-c_¡u:reta-e .. hue}'Ch.?.. (RetJelde.) iPué yo no v~y!

LUIS - No, sángano. Vamoh en carro e hueye jahta la carretera. Allí cogemoh una pisicorre E!!~

San Juan. ~-..

CHAGUITO - iAh, bueno! Polque yo no voy a selvile de mono a la gente el puehJo. Ja. Bonitoh noh veríamoh en una carreta, como jíbaroh anticuaoh.

DoN CHAGO -No, si ya toh sabemoh que tú ereh

Zl

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un jíbaro de loh modemoh. De lo que montan en pácal.

DA. GABRIELA - Bueno, víhtete, muchacho, víh­tete. Avansa. (Lo empuja al cuarto del fondo.)

CHAGUITO - (Desde la habitación del fondo.) -En pácal o en fotingo, pero por lo menos yo he dío al pueblo máh veceh que usté.

DoN CHAGO - En eso llevah rasón, tocayo. (Ríe) No lo niego.

DA. GABRIELA - Bueno, voy a colarleh un traguito e café. (Sale puerta derecha a cocina.)

DoN CHAGO 1- Será el úrtimo que tomemoh aquí. Lo voy a echál de menoh. Bueno, Luis. Cuéntame de la nueva casa. ¿Cómo eh?

LUis - Pueh no eh ná del otro mundo. Mu chi­quita. Bahtante dehvencijá. Pero tiene muchah ven­tajah.

DoN CHAGO- (Un si es no burlón.) iNo me digah! LUis - Sí. Hay una pluma pública casi al pie de

la casa. No hay que ehtal con la lata de buhcal el agua como aquí.

DoN CHAGO - ¿ Tié patio? Lms - No, no tié patio ...

l DoN CHAGO - iAjá! Una casa sin tierra. Ya lo \ sabía yo. Y la calle trepándosele ensima a la casa.

Lms - No, la calle ehtá bahtante lejoh. DoN CHAGO - Pueh entonceh tié que tenel tierra

pa sembral aunque sea una hilera de gandureh. Lms - N o, la casa no ehtá sobre tierra. DoN CHAGO - iNo me diga! ¿Lah casah la jacen

ahora en e~l aire? LUis -No, abuelo, lo que pasa eh que aquello el

piedra : Roca, ¿entiende? Como ehtá pegaíto al mar ...

2i

Y lah casah ehtán bahtante apretá polque no hay mucho ehpacio.

DoN CHAGO - Se ajogarán de la calor. Lms - iQué va! Hay mucho viento. ¿No le dije

que ehtá pegaíto al mar? La calle que le dije ehtá mu arriba. Una calle bien buena que ñaman buJevá. Pa salí o dentrá al barrio tenemoh que pasál por esa calle que ñaman bulevás.

DoN CHAGO - ¿y en ese barrio no jay caminoh? LUIS -Bueno, lo que hay eh callejoneh. Bien em­

pinaoh, ¿sabe? Polque el barrio eh cuehta abajo. DoN CHAGO - ¿Y cómo se ñama ese condenao ba-

rrio? ~ LUis - Se ñama ... «La Perla». DoN CHAGO - ¿La Perla? (Ríe.) iAy, cará! Una

perla que se va cuehta abajo. iEhtá bueno eso! Lms - (Con entusiasmo.) iQué importa cómo se

ñame el barrio! iQué importa que ehté cuehta abajo o cuehta arriba! Ehtá en San Juan, en la capital. Donde hay oportunidá pa toh. Donde no hay que ser un trapo e peón pa vivil. Donde hay buenah ehcuela pa Chaguito. Donde hay ~a ~í ~ Donde la vía será máh suave pa la vieJa. Ya le diJe que no tendrá que ehbaldarse cargando el agua. Y

hay lus e.1éctrica. -DoN CHAGO - Que jabrá que pagar, supongo. LUIS -Y viviremoh al lao del mar. DoN CHAGO - Bah, el mar, el mar. Agua salá que

no silve pa ná. Lms - Bueno, silve pa bañarse. Y silve pa llevar

y traer loh barcoh. Dende la ventanita del cuarto se

6. El personaje se refiere al Boulevard del Valle que conduce al antiguo Castillo del Morro.

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~lrarcoh que van pal-norte:-iSe-fija;" abue~J!-ª_r_coh_que_Ue:van,_a_<>_t.II!.l! .. Ji~!!!!ll~ .Y loh avioneh tl!mbién ...... Pájaro}:¡:~que·~van-y_vienen. Sería buenó" ;-;;, ¿ verdá? Dirse lejoh, mu lejoh ... A Ni u Yor quizá ...

DoN CHAGO - iAve María, qué prisa llevah, mi­jo! No jah llegao a San Juan y ya ehtáh de viaje pa

Joh Niu.yore~ Lms - No, si lo dije por charlal. DoN CHAco. - ~sí. Cua.1quiera diría que le ju­

yeh a argo... .i Qué prisa máh granile'paolViaar la · - tierra!--

---I:uis - Bah, la tierra. Si tan siquiera noh hubiera dao arg2_-

DoN CHAGO - Dando y tomando, mijo. Dando y ~tC?man_do._¿Qué "le"jah ªaó tú a la tierra?··

Lms - Trabajo. DoN CHAGO - Trabajo sin querencia. No eh sufi­

ciente. Hay que querel la tierra. LUis - Bah, cosah e viejo. Se quieren lah perso­

nah. La tierrJt eh una cosa y lah cosah no se quieren. DbN CHAGO - Diceh tú eso. Cuando te pateen lah

personah entoavía queará la tierra pa dejarse que­rer. (Acercándose a LUis.) Vamoh a ver, mijo. ¿Qué .te pasa a ti?

Lms - N a. ¿Qué me va a pasal?

1 DoN CHAGO - Argo ha de ser. Naide anda como

..!J'" ánima en pena sin tenel arguna picasón en el meh-~asón. ~

Lms - Bah, usté siempre con suh cosah. DoN CHAGO - Con lah míah y con lah tuya. Que

pa mí no es nenguna deshonra ser entremetío cuando

24

..

se quiere bien a lah personah. Tú ehtáh en edá de casarte y ni siquiera te hah enamorao.

LUis - ¿Y qué eh casarse, abuelo? Preñal una mujel tóh loh añoh, llenarse de hijoh que uno no pué mantena1, amarrarse máh a la vía e siempre en el mehmo canto e siempre... Un canto que ni siquiera eh de uno.

DoN CHAGO - Tú teníah un canto e tierra y una casa, y- jah dejao que te la quiten de lah manoh. Ereh fuerte y sabeh apechal al trabajo, ~­~ensando en musarañah.

Lms - Pa mí no son musarañah. DoN CHAGO - Ereh joven y debería guhtarte la

bachata, pero paese como si estuvierah · guardando luto siempre. Ahora jaseh que la familia se vaya pa:l pueblo. ¿pa qué?

Lms - Pa vivil, abuelo, pa vivil. DoN CHAGO - Ah, caray, ¿es que aquí ehtamoh

mueltoh? Lms - Peor que mueltoh. Aquí no SOJP..Qh-ná. DoN CHAGO - No te acabo e entendél, mijo. LUis --~o pien~n-!!_.polvenil, abue_o.

La tierra ya no vale ná _a....meno._ que no- se tenga __ iñücha. Cá- día jay JE.á.h~3:~1Íp._.t~n. er campo~y-me-­

noh trabajo. Ya la tiernr-Soló da ganancia al go--hieriio y a lah corporacioñeh. Pa un ehmayao como ..

yo vivil de un peaso e tierra no eh vivil. Y ahora que no tenemoh ni siquiera el canto e tierra, peor . Yo no voy a ser otro peón má,h. )Q polvenil no ehtá ya en la tierra sino en lah induhtria.h. Hay que dilse pal pueblo. -

DoN CHAGO - Si tóh piensan como tú, va a jase! de la tierra?

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' \1'

f' )' Lms - Que la trabajen lah centraleh y el go-

~ DoN CHAGO - iPobre tierra! Lms - Pobre e nojo:troh si noh queamoh. DoN""CHAGO- Niné·de-aónde~te~sacakesah--ideah.

LUis - De mí mehmo. Y de tó lo que me rodea. N o soy ciego.

DoN CHAGO - En mih tiempoh ... Lms - Loh tiempoh cambean, abuelo. Lo que era

bueno pa ust~ no es ya bueno pa mí. Mi pae tenía :ff. rasón. Si él_~_huhie~al-pueblo_p~amoh

nQj.!ltmh~om~-ehtamoh. -DoN CHAGO - Si tu pae hubiera trabajao la :tie-

rra como Dióh manda no ehtarían ustedeh como ehtán. Eh verdá.

LUis - Otroh se han dío y han tenío suerte. Míe hté el compae Moncho. Se ehtableció en er pueblo.

Y Cirilo, el de la comae Marta, se fué pa Niu Yor y e quedó.

· DoN CHAGO - i Sabe Dióh cómo! ·. LUis - Como sea. Tié que sel mejol que aqJ!h J DoN CHAGO - Ereh terco.

Lms - No máh que usté. A_m~ ~ deuda q~p.agg. (

DoN CHAGO -La que tiéh no la jáh podío pagal. ---.. LUis - No, no me refiero a la jipotec!:-Me refiero

a la vieja. DoN CHAGO - ¿ Qqé deuda eh esa? Lms- Yo le d~llamáh-que-loh-otroh. DoN CHAGO - ¿Qué quiereh dicil? LUis - Bueno, que ella se ha portao demasiado

~ bien conmigo. DoN CHAGO - Eh natural, ereh su hijo.

26

Lms - Sí, bueno, su hijo. Pero yo .tengo que 7 demohtrale que valgo máh que loh otroh. Y aquí n.o / pueo jacel ná. No sé por qué. Pero no pueo. Ehte canto me ajoga. Ahí ehtá la tierra que mi pae~ tecó. La mehma tierra que yo no pude salva.l. Y no pude porque no creo en ella. Le digo que el polvenil Q_e la tierra ehtá muerto. Y yo no voy á dedicarme a enterral muer.toh, como jasen tóh loh vecinoh del barrio. Loh veo tan ñangotaoh\ tan conformeh, y me da rabia. Y no sé si la rabia eh polque elloh son como son o polque yo soy distinto a elloh. ¿por qué

. me siento distinto, abuelo? ¿Por qué no me siento amarra o a eh te canto como loh demáh?

lJoN CHAGO - No sé, mijo. Tieneh un berenjenal en la cabesa que no lo entiendo: Y o creo que eh pol­que te jah metío demasiado ideah en la molleja. El

(hombre que trabaja la tierra no pué gastarse el lujo de \ tenel muchas ideah. La única idea que le jase felis

es la de la tierra. Lah demáh lo van poniendo jojoto. Lms - Sí. ,S§lo el jíbaro bruto eh felih. DoN CHAGO - Tó depende de lo que :tú llamah

bruto. LUis - Y o sé lo que quiero decil. DoN CHAGO - Bueno, y tú, ¿en qué vah a traba­

ja! allá en la capital? LUis - En una @br§'9 Empieso la semana que

viene. DoN CHAGO - Peón aquí. Peón en una fábrica.

Total, eh lo mehmo. LUis -No, no eh lo mehmo. Yo creo en aquello.

Allí ehtá el polvenil.

7. Rangotao está aqu! usado en sentido figurado. Un ñ4ngota¡ equivale a un hombre sin vo)untad; servil, conformista. 1

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DA. GABRIELA - (Desde la cocina.) Luis. Luis. Ven pa que le alcanseh er traguito e café al abuelo.

(LUis sale hacia la cocina. Intervalo breve. En­tra ]UANITA por el fondo. Mira con aire de ~is­terio hacia la cocina y va a arrodillarse al lado de DoN CHAGO.)

JuANITA - Abuelo. Dígale a Miguel que vaya a verme. Que voy a ehtal ehperándolo tó el tiempo.

DoN CHAGo - ¿Njú? JuANITA- ·¿se lo va a decil? DoN CHAGO¡- Pué sel. A lo mejol se lo digo. }UANITA - No sea asina, abuelo. No me jaga dir-

me con coraje. Dígaselo. DoN CHAGO. - Oye, dime. Tú oí:P.te a tu herma;no

Luis. ¿De ónde saca ese muchacho tanta musaraña si casi no ha salí o del barrio?

]UANITA - Y yo qué sé. A menoh que no sea de loh libroh y loh periódicoh. Uhté sabe que siempre ehtá leyendo. -

CHAGUITO ..,.- (Desde la habitación del fon~o. Esah son lah conversasioneh que tiene con hinto, el chofél de la pisi-corre. Toah lah tardeh ja an y jablan como doh viejah sin mahcaura. Y siempre ja­blan de lo mehmo.

DoN CHAGO- ¿y a ti quién te ha preguntao? 'CHAGUITO - (Desde la habitación del fondo.) -

Ay, no se jaga el guanajo, viejo. iCondenao sapato! ]UANITA - Bueno, abuelo, acuéldese de lo que le

dije. ¿se lo va a dicil a Miguel? (Entra Lurs por la derecha con un cacharro de

café.) Lms -- Aquí tié, abuelo. (A ]UANITA.) ¿Tú ehtáh

lihta?

28

'

1

JU4NITA - Sí. DoN CHAGO - Ehtá bueno ehte café. Mija siempre ~

ha sabio jasél buen café. Lms - i Chaguito! Acaba CHAGUITO - (Desde el fondo, invisible aún.) -

iYa voy, me cago en ná! iYa voy! No tié que apu­rarme máh.

Lurs - ¿ Ehtá contenta con la mudansa? --]uANITA - (Encogiéndose de hombros.) Me da lo mehmo.

DoN CHAGO- A lo mejol deja argo por acá. ]UANITA - iAbuelo! Lms - Lo que deje por acá pué ir a San Juan

si quiere. Y a sabrá aonde vamoh a vi vil. (Entra CHAGUITO por el fondo. Lleva un lío

de ropa debajo de un brazo. Debajo del otro lleva un zapato. Tiene a medio poner el otro zapato en el pie izquierdo y hace mil visajes para calzarlo sin que se le caiga el paquete y sin perder el equilibrio.)

CHAGUITO - Mardita sea, coño. Ehtoh sapatoh no me sirven. (Se sienta en el suelo y sigue luchando.) No sé pa qué carajo tié uno que usar cl;íamhOñeh:-¡ ·-?

LUis - Pa que te cevili~eh- ~ \ CHAGUITO -f''N'ía:'ditf seá. la madre... ~ LUIS - Y aprende a jablar mejol. Vah a vivil en

el pueblo. ---'--CHAGUITO - No me digah. ¿y qué jablan allí,

ingléh o chino? Ya éhte entró. Uf. (Empieza a cal-zarse el otro zapato.)

LUis - Ya aprenderáh a jablar bien en la ehcuela.,~ CHAGUITO - ¿Ah, si? ¿Y te creeh que yo voy a

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!ler tan sanganote de dir a la ehcuela en er pueblo en de ganal chavoh? ·

• LUis- No seah animal. Yah a dir.pa gue aprendah -::/- ,ganal máh ch~voh. El bruto siem~~ se ql)~a abaj?;_.

CHAGUITO - El que nase bruto sí.l'éio yo se bahtante ...

]UANITA - Sí, con tu tercer grado ... CHAGUITO- Tú cállate. Lah mujereh jablan cuando

..- lah gallinah mean. -...,..-DoN-CH:A'co~~iendo.} Ay, ay. Si yo jubiera

podío desile e~o a mi difunta. JUANITA - ~so eh. Ríale lah grasiah al dehcarao

ehte. 1

! (Se oye ) en este instante el canto ahogado de

~:1 . un gallo. El canto proviene de la cq,ja que colocó

CHAGUITO cerca de la mesa al comienzo del acto, pero a los presentes les es difícil localizar el sonido que parece ~gi!..de la?_ entrañas de la tierra.} .._.,. _... ~·

LUis '~l'Qué fué eso? CHAGUITO ____:, (Disimulando.) ¿El qué? LUis - Esei gallo. CHAGUITO - ¿Qué gallo? LUis - Eh f'!l cantío del gallo manilo. (Busca en

la habitación del fondo.) CHAGUITO - (Siempre ingenuo.) Yo no oí ná. ]UANITA - Pueh yo sí. Paese que viene de la

cumblera. DA. GABRIELA - (Asomando la cabeza por la

puerta de la cocina.} - ¿Oyeron eso? Luis, paese que el gallo ehtá ebajo e Ja casa. (Desaparece.}

LUis - (Indeciso.} A mí me paresió que ehtaba aquí.

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CHAGUITO - iQué va a ehtal quí! ¿No joyeh lo que dice la vieja? iQue ehtá ebajo e la casa! Vamoh a buhcalo.

(Salen atropelladamente por la izquierda LUis,. JuANITA y CHAGUITO. DoN CHAGO se acerca sigi- • Q J!'~ losamente a la caja oculta bajo la manta. Se oye 1)1'-PQ rfY ~ el cloquear del gallo. DoN CHAGO levanta la man- ~~ ta,~se ·ñangota y entreabre la tapa. La vuelve ~ cerrar precipitadamente riendo entre dientes. CHAGUITO se asoma temeroso por la puerta de la izquierda.}

CHAGUITO ---: (Sitando.) Pst. Pst. (En voz baja.} . Viejo, por su madre, no me descubra. ·X

DoN CHAGO - (En el mismo tono de voz de CHAGUITO.) Conque el gallo se había desparesío, ¿eh? . .

CHAGUITO - (Entrando.} iAy, bendito, viejo, nJ diga ná! Míe que si dise argo Luis me vende er gallo. Y a oyó lo que dijo. Miguel lo ehtá ehperando.

DoN CHAGO - Caramba, le dan 'treh buenoh pesoh por el condenao gallo. ¿Tú piensah saca le máh en er pueblo?

CHAGUITO - No, yo no quieo que lo vendan. Y o quieo tenelo.

DoN CHAGO - ¿y qué sacah con tenelo? No eh un gallo e pelea. No pone huevoh. ¿piensah guar-:lalo pa un asopao er Día e Reyeh? J/

CHAGUITO --'- N~ •. sólo. quieo tenelo. Eh !fiÍO:.~ _¡r >.~.· /

~ná. Pero el galloeli mío. ·yo lo crié. fP" Y .él me co:!i~~~ ~~íyeiie!r:-(?tñgustiado.} ¿Me va . descubril,. viejo?

(Entran po(la izquierda LUis y }UANITA.) LUis - Caray, pueh no lo entiendo. ]UANITA - No ehtá ebajo e la ca,sa. (Mirando '/uv.

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cia arriba.) Y a te dije que me paresía que eh taba en la cumblera.

DoN CHAGO - No sean boboh. El gallo no ehtá ni en la cumblera ni ebajo e la casa.

LUis - ¿Y ónde ehtá? (CHAGUITO hace desespera­dos visajes a DoN CHAGO rogándole que no hable.)

DoN CHAGO - lJahta qué hora tú dijihte que Mi­guel diba a eh peral el gallo pa compralo?

Lms ~ 1 ahta lah cuatro y media. DoN CHAGO. - Seguro que ya se ha cansao. (Mi­

rando el sol 4or la puerta.) Son lah sinco. Lms - Bueno, bueno. ¿ Usté sabe argo del gallo?

'DoN CHAGo[- (Riendo.) Ya lo creo que sé. (CHA· GUITO se hala¡"los pelos de la rabia.) Lo que uhtedeh oyeron no era er gallo manilo.

}UANITA - ¿No? Pueh lo paresía. DoN CHAGO -'- Claro, polque era el espíritu del

_gallo. (Ríe.) }UANITA - Anda ..• Lms - Paese mentira, abuelo, que usté se ponga

con esah tonteríah. CHAGUITO - (Ya repuesto del susto.) - iY

qué tié de particular! ¿Pol qué loh galloh no puén tenel e¡;píritu? A máh que yo creo que esah fue­ron figurasioneh tuyah y de Juanita. Yo no oí ná. ¿y uhté, viejo?

DoN CHAGO. - Buenooo, yo no le jago mucho caso a lah cosah que oigo. Mi oído ehtá ya mu viejo.

(Entra DA. GABRIELA con dos cacharros de café. Le da uno a LUis y le ofrece el que le queda a }UANITA.)

DA. GABRIELA - (A }UANITA.) ¿Quiereh café? }UANITA - No.

32

CHAGUITO {Terminando de calzarse e( otro zapato.) Y o quiero.

DA. GABRIELA - Pueh vé a buhcalo. (Se sienta

CHAGUITO- (Se levanta de mal humor y se dirige y empieza a beber del cacharro.} ~

a la cocina.} Eso saca uno por nacel úrtimo; ser el * ~nacu~ '"'~~ famlliii:'7Lojeáña07'1VI'aroitohcli:am­boneh, cono. (Sale-:)-

Lms - Mamá, cuarquier día voy a tenel que darle un mal gorpe a ese muchacho.

DA. GABRIELA - Dáselo cuando quierah. • Lms - Pero usté debe enderezalo. DA. GABRIELA - Y o ehtoy ya cansá de darle paloh. }UANITA - De tirarle paloh será. Polque a él nunca IJ-p

lo alcansan. JQ} ~ DoN CHAGO. - Paloh tóh lo díah no saben a paloh. -()!'-

En mih añoh se daban pocoh paloh, pero a tiempo Lms- {Con suave ironía.) Sí, abuelo, ya sabemoh

que tó se hacía mejol en su épocá. DoN CHAGO - Era unac buena época, mijo. Había

menoh gente, eh verdá, pero .la gente era máh buena. La vía era larga y no había prisa pa vivila. Lo que no se terminaba hoy se terminaba mailana. Lo im­portante no era cuándo se terminara. Lo importante era que ehtuviera bien jecho.Jioy tó se jase ajogy,i-~ Hao. Por eso sale mal. Y tó se jase sin que!!.nsia, Fr ~so duele jaserlo . .t\.nte, cá persona por pro"b~ g~e fuera tenía su easo e mundo, su orgullo, su d1 ma. Hoy no hay mundo pa t~ta gente. Y no ay sitio pal -~.!_!>ullo. Ni hay corasón pa la digniá.

Lms - (Con suavidad.) Hoy también hay dignidá, abuelo.

33 5

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DA. GABRIELA - Quizá no sea igual que la que uhté conosió, padre.

DoN CHAGO - Sí, quizá le han cambiao el nombre y por eso no la conosco. (Pausa.}

.---- (Entra CHAGUITO con el cacharro de café por la izquierda. Se sienta. N ata que el ambiente ha cambiado. Durante su ausencia, a la evocación

~·! del abuelo algo impalpable, como una sombra de ..f!OStalgia, un indefinido temor al futuro, una con­ciencia de incertidumbre del presente, se ha apo­derado de1 los personajes. Hablan pausadamente; sorbiendo el café, saboreando en cada trago algo del pasado que se les escapa.}

CHAGUITO - i Qué callao ehtá ehto! Paese que ~ando-mrnmerto..-- ~

DoN CHAGO- El tiempo que murió era lindo, mijo. (Pausa.}

\ f }UANITA - No oiremos máh loh galloh por la "'-madrugá. Ni loli coguíh a la anochesca.

r- LUIS - Pero oiremoh el mar. DA. GABRIELA - Me va a jasél farta el olol a

~choli._ LUIS - El olol a salitr~eh mejol pa la salú. }UANITA ~ <.Fué aquí onde yo nasí, mamá?

\/ DA. GABRIELA - No. Nasihte en la casa grande. ¡..Aquí sólo nasió Chaguito. ~ CHAGUITO - Y o tenía que naser en la casa pobre.

LUis - ¿se acuerdah de la jacah baya, mamá? DA. GABRIELA - Sí, la jaca de tu padr~ La ven­

dimoh dehpuéh del temporal. LUis - En ella fue que yo aprendí a montal. Hoy

día no se ven behtiah como aquella.

34

CHAGUITO - ~ tenemoh pisi-co~~que son máh rápidah. · · · · · .... s · ---------

DoN CHAGO - La finquita era toa como una tala bien cuidá. Daba guhto la finquita._

DA. GABRIELA - El dífunto era bien parecí o. ¿Se acuelda, viejo? Cmindo se ponía la múa nueva loh domingoh paresía: un tipo de la capital.

DoN CHAGO - Sí, ar difunto le guhtaba pintar la varilla. Pa jasele sentil picasón a lah mosah del barrio .

]UANITA -_Un hombre no debe sel como un gallo. v-­¿ Uhté era celosa, mam&'T -

DA. GABRIELA - ¿Quién, yo? i Las ganah del di­funto que en pas descanse!

CHAGUITO - ¿y uhté, vieja, no le jaría sentil pi casón a loh machoh del barrio?

DA. GABRIELA - Algunoh j abrían que la sintieran. No polque yo diera motivasión. Sino polque Dióh me jiso bien paresía. (Señalando una viga.} Nunca llegamoh a compone} esa viga, Luis. Bueno, mejol fué asina. Hubiera sío trabajo perdío. Que la arregle el nuevo dueño.

DoN CHAGO - (Riendo.) No se me pué olvidá er día que tú le dihte una pedrá a tu hermano Tomá. -( ~.0> Mi difunta ehtaba que echaba chihpah.

DA. GABRIELA - Sí, fué un día de la Candelaria. Uhté me ehcondió jahta que a mamá se le pasó la furia. Cuando chiquita yo era mardita, ¿verdad viejo? (DoN CHAGO ríe calladamente. Pausa.)

CHAGUITO - Sí, disen que cuando chiquitah lah mujereh son máh agusá que loh hombreh. ¿Qué uhté jiso, viejo, la primera ves que una mujé lo besó?

DoN CHAGO - ¿Y o? i Diache! i Pueh ... ! ¡Mira que jase tiempo de eso! Ya ni me acueldo. (Riendo.}

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Supongo que me jise el pendango pa que me besara en confianza.

CHAGUITO - Puéh yo no. El año pasao, cuando vino aquí el Día,e Reyes la hija e Tomá, me besó.

\ /DoN CHAGO - iAy, qué bueno! Entre pariente y _)(pariente, andan lah cosah caHenteh.

· CHAGUITO - j Y bien caliente! Le entré a pedrá limpia.

DA. GABRIELA - ¿Cómo tú diseh? JuANITA - No tié ná de particulah. Ehte eh loco

con lah piedrah. LUis - ¿ Urla pedrá por un beso? Mal negocio pa

la prima. CHAGUITO - Pueh claro, hombre. Si eso eh una

porquería. Me llenó toa la cara de baba y mocoh. {Todos ríen.)

1J LUis - ¿No viene 1

"fi puerta.} ¡. DA. GABRIELA- Mientrah máh tarde, mejol. (LUis

\ , la mira interrogante.) Ehtará máh ohcuro. Así no v noh verán llegar. -- --=---- =----="' -

Lms - ¿I:.eda vergüenza, mamá?

DA. GABRIELA - ~ _s_é_._EITQ ... _D2-_q~i~_ro, que noh J vean llegar_a~~bari.io._(.Pausa breve.) - --­

~- JuANITA - (Suavemente, como hablando para sí.) El_ sol ya ehtá llegando al cogollo del cupey.

DA. GABRIELA - Ojalá que cuiden bien la casa. Esa viga debimoh haberla arreglao, Luis. Si viniera el nuevo dueño hoy, se lo diría. ¿No le podríamoh mandar recao pa que arregle la viga?

Lms - Déjelo que se lah arregle como puea. DA. GABRIELA - La casita eh buena. Y ehtá bien

cuidá. ¿Se acueldan? Fué una de lah pocah que

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aguantó el úrtimo temporal. El soberao de la cosina nesesita que le cambeen doh o treh tablitah e parma. Lo demáh ehtá bien. (Transición apenas perceptible en la voz.) Loh ~h y el sillón que llevahte ayer, ¿ ehtán seguroh ett;)a nueva casa? ~~__ ____ _

LUIS - Sí, la casa tié candao con llave._. DA. GABRIELA - Si Tomá noh hubiera prestao al·

gunoh chavoh habríamoh salvao aunque fuera la ca­sita y lah úrtimah treh cuerdah.

JuANITA - (Absorta, como para sí.} En el palo de grosella hay ~doh ruiseñoreh peleando por una ~ hembra. ~ El tío dijo que no tenía chavoh. A lo mejol eh verdá. Ehtán loh tiempoh apretaoh.

DoN CHAGO - Pero quiso comprarle la jipoteca al nuevo dueño.

LUis - ¿De verdá? DA. GABRIELA - De mó que mi hermano se noh

quería guear con la casa y lah treh cuerdah. DoN CHAGO - Bueno, si pagaba la jipoteca tenía

derecho. De verdá de verdá, no noh ehtaba quitando ná. Le ehtaba comprando al nuevo dueño. Pero d dueño no quiso vender.

CHAGUITO - Apuehto a que uhté ehtá a favol del Tomá sarnoso ése. Como le va a comel ahora lah habichuelah ...

LUIS - (Volviéndose indignado hacia CHAGUITO con intención de pegarle.) j Cállate, animal! No 5abeh ni lo que diceh.

CHAGUITO - {Furioso.} Pégame si te atreveh. Tú no tiés derecho.

Lms - ¿Qué tú diseh? CHAGUITO- No me jagah jablar. Sé muchah cosah.

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LUis - (Deteniéndose de súbito.) ¿Qué eh lo que tú sabeh?

CHAGUITO - Que tú no tiés derecho en ehta casa ... DA. GABRIELA - (Yendo rápida hacia CHAGUITO.)

El no sabe ná. Lo único que sabe eh ser malcriao y dehconsiderao.

CHAGUITO - No me dé, vieja. Ehtoy ya jarto de que me den. Le digo que no me dé.

DA. GABRIELA - (Abofeteando con rabia a CHA· GUITO.) ¿Cómo que no te dé? Te doy jahta que te mate, lengüilargo. Soy yo la que ehtoy jarta. Jarta de tenel un hij'o como tú.

(LUis se interpone y libra a CHAGUITO de la furia de la madre.)

LUis - Déjelo, mamá. Lo ehtá maltratando. No vale la pena.

DA. GABRIELA - Ya lo creo que vale la pena. JUANITA- {Que no se ha movido, tranquilamente.)

Jasía tiempo que se la ehtaba huhcando. (Vuelve a mirar hacia fuera y se olvida de los demás. CHAGUITO gerimiquea en el suelo, detrás de LUIS que sigue in­terpuesto entre él y la madre.)

LUis - Mire cómo se ha puehto mamá. Le jase daño.

DA. GABRIELA - (Alejándose.) Máh daño me jase un hijo que me avergüenza.

CHAGUITO - Sí, ahora resurta que soy yo ... DoN CHAGO - Cállate, muchacho, que le ehtáh

buhcando otra máh gorda. Y no lloreh máh. Loh sombreh lengüeteroh deben por lo menoh aprende! a no llora! cuando el vergajo leh calienta el cuero.

LUIS - ¿Por qué se alborotan usted eh tanto?

38

1

Otrah veseh Chaguito jase y deshase y nadie se ocupa de enderesalo.

DoN CHAGO - Tó depende del humor en que uno se encuentre, mijo. Y ésa, aunque no lo parese, tiene maloh cahcoh. Salió a la difunta ...

DA. GABRIELA - (Esquivando la mirada inquisi­tora de LUIS.) No vamoh a permitirle que le falte el rehpeto a ... su abuelo.

DoN CHAGO - Bueno, bueno... oye, Luis, CÚ!QI. qué no jaseh un úrtimo ehfuerso pa salyal la finqu~?

LUis - ¿Un ehfuerso? DoN CHAGO - Bueno, un empréhtamo. Toavía eh

tiempo. Píe una prórroga. LUIS - ¿y quién va a emprehtarme chavoh a mí? DoN CHAGO - El banco. LUIS - GCon qué firma? DoN CHAGO - Con la de Don Tello. Si yo jablo

con él... pué ser ... pué ser ... En otroh tiempoh fuimoh buenoh amigoh... Me debía muchoh favoreh ..

JuANITA- {Esperanzada} ¿Qué tú dise, Luis? iPo­dría ser!

Lms- (Después de una breve pausa.) ¿Tú creeh? (Preocupado.) Bueno ... Quizá Chaguito tiene razón. Quizá yo no tenga derecho ...

DA. GABRIELA - (Autoritaria.) i No digah eso! LUis- ¿Por qué no? Quizah yo no tenga derecho

a cambiarle a ustedeh la vía así. Yo soy el único que quiero dirme. Loh demáh no piensan como yo. Quizáh }\f!· no he sabido luchal:_Si consiguiera ese empréh­tamo ...

DA. GABRIELA - (Interrumpiéndole.) iNo! Ná de préhtamoh. Noh vamoh. Hoy noh vamoh pa siempre

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do .{~Si loh domáh "' quie<on quoa• que se queen. Y o me voy. Y tú también, Luis.

LUis - Pero mamá, a uhté nunca le guhtó la idea de irnoh.

DA. GABRIELA- ¿Quién dijo que no? Nunca dije que no. Y ahora digo que noh vamoh. Ahora soy yo la que digo que noh vamoh. Ná de préhtamo. No quiero que Luis ehté embrollao toa la vía. A la larga no podríafiloh pagal y sería lo mehmo. Eh mejol salil de aquí ahora, cuando Luis eh todavía joven y pué luchar en otro lao.

LUis - ( Ac~rcándose a la madre, muy emociona­do.) ¿De verah, mamá? ¿De ver ah que uhté ehtá contenta con el viaje?

DA. GABRIELA - Sí, ehtoy contenta. (LUis la abraza.} Eh mejol así.

DoN CHAGO - Sí, a lo mejol sí. JuANITA - Bueno, total, esto ya lo habíamoh de- ~

sidío. Pero por un momento me hisieron pensar... .¡' • (Se encoge de hombros. Suspira.) Abuelo, ¿me pro- ~V~ mete una cosa? 'v\~· .r DoN CHAGO - Diga, miJa. / ~

1"- }UANITA - ¿Me consigue un DoN CHAGO - (Riendo.) ¿Un 1senol? ¿ Pa qué? }UANITA - Pa tenelo en er pueblo. DoN CHAco =7Enburza:;-Aliorita te lo consigo. JuANrTA- No, si no digo ahora. Me lo pué lleval

allá, en una jaula. DoN CHAGO - Hum ... Un ruiseñol en jaula ... CHAGUITO - (Olvidando ya la paliza y el dis­

gusto reciente.) Ayer maté yo uno de una pedrá. }UANITA - iQué bruto ereh!

~DON· CHAGO - Una jaula eh pior que una pedrá

40.

'•

]1 ruiseñol eh mu señol pa vivir encarcelao. Se m.2.:.. riría de rabia. No, mija, no. Deja libreh loh rui~­ñoreh. -}UANITA -Me paese que no voy a acostumbrarme. Le tengo mieo al mar._

CHAGUITO - i Qué boba! En el mar el agua eh máh pesá y uno pué nadál mejor que en el río. (Ol­vidando rencores.) ¿verdá que sí, Luis?

LUis - Sí, eh verdá iCon ·el tiempo que jase que no me baño en el río! ¿Ehtá jonda la posa, Chaguito?

CHAGUITO - N a... Llanitita. Y a no pué uno ni zambullir.

DA. GABRIELA - Eh verdá que de noche la mar mete mieo. Cuando murió la madre de mi difunto tuvimoh que dir a la cohta norte. Ella se había dío a vivir allá con una hija. Noh queamoh doh nocheh en Hatillo, en casa de mi cuñá. ~ mar se la pasó llorando como un niño enfermo. Era un quejío del otr;;'"-~undo._Ca veh que pienso en aquellah nocheh tiemblo como vara verde.

}UANITA- ¿se acordó de la matita de rbabuena? DA. GABRIELA - Sí. Ehtá ahí, al lao de-esa-ca a.

La tengo sembrá en_1JI .. U!. la tita p,a llevármela. - -- .. LUiS---TÓ va a salil bien. Ya verán ...

(Por la puerta izquierda entra GERMANA.) GERMANA - Buenaaaa ... LUIS - Buena, DoN CHAGO - iMía quien ehtá aquí, la Germana! DA. GABRIELA - Oooh ... (Este «Oh» dicho en el

tono de «Hola, ¿que tal?».) ¿Cómo ehtá tu marío? GERMANA -'- Ahí, el probe sigue ehbaldao. Creí

que ya uhtedeh se habían dío .. DA. GABRIELA - Ahorita noh vamoh.

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GERMANA - Ave María, iqué muchoh paqueteh! ¿Y loh muebleh?

LUis - Loh llevé ayer. GERMANA.:_ ¿No dejan ningún cachivache? ¿y ehta /

mesa? ¿Se la van a dar a arguien? CHAGUITO- (Burlón.) Sí, se la vamoh a regala! al

arcalde. GERMANA - (Examinando la mesa detalladamente.)

Ay, bendito, pero si no silve pa naita. Ehtá jecha leña. Y o no la querí~ ni regalá.

CHAGUITO _j No se apure. Naide se la ehtá rega-

lando. 1

DA. GABRIELA - Llévatela si quiereh. GERMANA _I¿De verdá? (Disimulando.) Bueno, me

la llevaré pa ja~ele el favol al nuevo dueño. Así no pá­sará el :trabajo de botala. Ehtá jecha leña. (Husmeando en la habitación del fondo.) ¿Pueo ayuda! en argo? Me guhta ser servicial. Sobre tó pa gente tan buena como uhtedeh. No Saben la pena que me da que se vayan. Eh lo que yo le dicía a mi marío. Tó 1oh día no se tién tan buen oh vecino h. ¿Ese peaso e cuartón que ehtá en el .cuarto? ¿Lo van a bo:tal?

CHAGUITO - Eh la tranca e la ventana. GERMANA- Ja. Yentana e probe no necesita tran­

ca. (A Lms.) ¿Te dehpedihte de Chinta? .._LUis - No. No lá he vihto.

GERMANA - {Husmeando los paquetes.) ~ s~a pasó jerimiqueando. Pa mí que esa cond{má se ha enamoraa de g. (Encarándose con él.} ¿Qué, no ... te guhta?

LUis - (Desconcertado, evadiendo.) Bueno ... GER:r.i:ANA - (Volviendo a husmear.} Pueh si te

~hta, Ilévatela._. Ni su pae ni yo díbamos a dicil ehta

42

boca eh mía. No eh polque sea mija, pero la mu­chacha eh buena y trabajaora. Sabemoh que contigo ehtaría en buenah manoh.

DA. GABRIELA - Mijo no eh de lo que lleva mu· jereh.

GERMANA - ¿Que no? ¿Ehtá capao, entonceh? DA. GABRIELA - Oye, lengüilarga, no te prohpa­

seh. Mijo loh tiene tan grandeh y tan buenoh como el mejol. Pero cuando quiera mujer será pa casarse.

GERMANA -·Eso, si se pué gasta! el lujo de matri­monio. (A Lms.) Tú te lo pierdes, sángano. Chinta mejol no pué ehtar. Loh machoh del barrio andan lo-coh por mija. ~

DoN CHAGo - Si andara'h tan locoh Chinta no ~ '!:~~~i_taría ~~ 2ropa_g_~_~_T!~ tú le jaseh.

LUis - No se apure, vieja, que cuando yo quiero jembra la ehcojo yo mehmo. Y si cogiera a Chinta no diba a necesita! su recomendasión.

DoN CHAGO - Muy bien dicho. Que la recomen­dación de la madre de una mosa eh una trampa que d diablo pone pa que uno caiga en el casamiento.

GERMANA - (Yendo hacia la cocina.} Bah, el ma­cho siempre cae, con trampa o sin .trampa. ( Asomán­dose a la cocina.) iOye, acaban e colar café! ¿Quea arguito?

CHAGUITO - Sí, quea la borra. GERMANA- ¿y er colaor? ¿No te lo vah a lleval?

{Sale derecha.) DA. GABRIELA - Sí, me lo voy a lleval. (A ]UANI-

TA.) Ve a enjagualo y :tráemelo. Q.ue ésa si la dejan, o¡.../'....­limpia la casa .. (]UANITA sale.)

DoN CHAGO - ¿Saben una cosa? Me va a dar pena que uhtedeh se vayan ... (Pausa. Se miran unos a otros.)

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Lurs - ¿por qué no se viene con nojotroh?

DoN CHAGO - ¿ Dirme? (Pausa.}

(

(Empieza a oírse el chirriar de una carreta que se acerca. Los cuatro personajes yerguen la cabe-

y> za en actitud expectante. Luego se miran unos a otros. Lurs es el primero que se levanta.)

Lurs - i :{.a carreta! (V a hacia la puerta iz­quierda.)

DA. GABRIELA - (Levantándose.) ¿Eh la carreta? Lurs- Sí. DoN CHAGO l.. iLa carreta! (Lms se vuelve y mira

a Do~ CHAGo.)!

(Entra /Uanita de da cocina con el colador lim­pio en la niano. Se da centa de la situación y se queda inmóvil junto a la puerta de la cocina.)

}UANITA - (Angustiada.) ¿ya?

(Hay un momento de inmovilidad en los perso­najes. Sobre ellos pasa unq: gran sombra de an-

J ~stia, una, muda interrogación al futura, un miedo al mañana, un deseo de no actuar, de per. manecer allí clavados y dejar que pase de k:z-¡g;J.

"-. la fascinació!k de la carret!f· Se oye el cf.¡,irtiar d·e la carreta que avanza lenta pero inexorable. Luego rompe el silencio la voz del boyero «Ooiis ... ooois ... Jala Lucero». Lurs se sustrae al sentimiento ge·

::-.. neral. Se vuelve hacia la puerta.) ~urs - {Moviendo la mano en saludo.} iEje ...

Cico! Y a eh tamos lihtoh. DoN CHAGO - Bueno, bueno, apuren. Hay que car­

gal ehtoh cachivacheh. .[)A. GABRIELA - iAy, bendito!_ Eh verdá. Chagui-

44

to, el baúl. Trae el baúl. Juanita, mete el colaor en esa caja.

Lurs -Avancen, avancen. {Hay un momento de confusión. CHAGUITO va

al cuarto del fondo y trae arrastrando un pequeño baúl viejo y sucio. }UANITA mete el colador en una caja. DoN CHAGO y DA. GABRIELA van amontonan­do_cajas y líos junto a la puerta de salida. Lurs va cargando los bultos de la puerta a la carreta.)

DA. GABlUELA - i Cuidao con la matita de yerba-buena que me la van a ehcocota1.

JuANITA- ¿onde ehtá el lío de mi ropa? CHAGUITO - Y o no .lo he toca o. }UANITA - iAy, bendito, no lo encuentro! DoN CHAGO - Ya Luis se lo llevó, muchacha. CHAGUITO- (A }UANITA, gritando desaforado.) iNo

'toqueh esa caja, condená! iNo la toqueh, que eh mía! JuANITA - iAve María, me asuhtate, muchacho!

Si eh tuya. cójela tú. Pero no vuelvah a gritarme así porque te arranco una oreja!

Lms - (Asomándose a la puerta y cogiendo un paquete.) Avancen, que ehtá ohcureciendo. (Sale.)

(GERMANA aparece en la puerta de la cocina con una lata de gas vacía.)

GERMANA - Oye, ¿y ehta lata, ah? DA, GABRIELA - ¿Qué lata? , DoN CHAGO - (A }UANITA.) No, mira, ese lío, no. JuANITA - Bueno, aquí ná se pué .tocal. Pueh no

ayudo náe GERMANA: - ¿Ehta lata que ehtaba en la cocina? DA. GABRIELA - No sé. Cógela. Cógela y no pre­

gunteh. Coge cuanto . cacharroh encuentreh .• F--..::

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GERMANA - Bueno, te preguntaba polque yo no soy de lah que cojo cosah que tengan dueño.

(Sale otra vez hacia la cocina.) LUIS - (Desde afuera.) Chaguito, muchacho, ven

acá pa que ayudeh a acomodal ehtoh paqueteh. CHACUITO - (Llevando cuidadosamente la caja

con el gallo.) iAy mi madre! Ojalá que no se le vaya antojal cantal a:hora. (Sale izquierda.}

DA. GABRIELA - (Echando una ojeada a la habi­tación del fondo.) ¿Ehtá tó fuera? (Mirando la ~ala desierta.} ¿No ¡se quea ná? (Asomándose a la puerta de la cocina.) ¿No quea máh ná ahí?

GERMANA -1 (Desde la cocina.) iNi una ahtillita, mija, ni una ahtillita! ~- (D'esde afuera.) iVá'fnono! iVamonooo! DA. GABRIELA - iYa vamoh! (DA. GABRIELA y

}UANITA miran a DoN CHACO en silencio.} CHACUIT~--'- (Desde afuera.} iQue se vengan! DoN CHACO - Bueno, bueno, acaben de dirse. ¿Qué

jasen ahí paráh como doh ehtacah? LUis -'-- (Asomándose a la puerta.) Hombre, que

Cico no pué ehperá máh. Abuelo, ¿se quea? DoN CHACO - Me queo. Luís - Pueh écheme la bendisión. DoN CHAGO - Dió m: lo bendig;, mijo. Cúideme

la familia. LUIS - Nt> se apure, abuelo, la cuidaré. Vamoh.

(Sale.) DA. GABRIELA - (Acercándose a DoN CHAGO.)

iViejo terco! Cúidese uhté mucho, padre. (Lo abraza . ... Es un abrazo largo, apretado, preñado de emoción, pero sin lágrimas.)

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DoN CHACO - Bah, yo he aguantao muchoh tempo­raleh.

DA .. GABRIELA - Y o sé que uhté eh fuerte. Pero ehtá uhté viejo, padre. Y se quea solo. No jaga dihpa· rate. Cúidese.

DoN CHACO - Tú ocupate de jechal pa lante ~a familita. Y de dale palo cuando lo necesiten. Vamoh, mira _que ehtán ehperando.

DA. GABRIELA - (Desprendiéndose de los brazos de DoN CHACO, yendo hacia la puerta de la izquierda, pero deteniéndose de vez en cuando para mirar al pa­dre.} Acuéldele a la mujer de Tomá la cataplahma pal ahma. Y no se fatique. (Echa una última mirada a la casa como para grabar eternamente su recuerdo.) Ciérrame la casa anteh de dirse. Bendisión (Sale rá­pida izquierda.)

DoN CHAGO - Dióh me la bendiga. {JUANITA solloza apoyada en la pared.)

CHACUITO - (Desde afuera.) iJuanita! iNo te deh máh puehto, condená!

(DoN CHACO se acerca a }UANITA.) DoN CHAGO - Vamoh mija. No tié polqué lloral.

Uhté eh ya una mujel jecha y derecha. JuANITA - (Entre sollozos.) No quiero dirme. DoN CHACO - ¿Polqué no ?""'!Si viera qué lindo

eh er pueblo! Hay mucha cosa bonita. Y er már no da mieo. Eh agua, agua salá. No pué .tragarse la tie­rra. ¿No sabe que la tierra le rompe lah olah en la orilla y no lo deja subil? Venga, mija. (Trata de con­ducirla pero ella se resiste agarrándose a un cuartón de la pared.)

JuANITA - No quiero dirme. iNo quiero dirme! LUIS - (Desde afuera.) Juanitaaaa ...

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DoN CHAGO - ¿Sabe lo que voy a j asel? Voy a desile a un peoncito que yo conosco que Juanita ehtá ehperándolo en er pueblo. (JUANITA suelta el cuartón y empieza a mirar a DoN CHAGO mientras se limpia la nariz con el revés de la mano.) Y voy a desile que pué dir a visitala a esa casita bonita que ehtá al lao del mar.

JuANITA- ¿De verdá, abuelo? DoN CHAGO - (Conduciendo a }UANITA a la puer­

ta.) Sí, mija, de verdá. iAy, cará, con lo mucho que va a gosal el Miguel ese cuando yo se lo diga! (Ríe.) Bueno, adióh, mija. Que Dióh te acompañe. Ay, ehpé­rate. Ya se me diba a olviar. (Busca en el bolsillo. Saca un pañuelo mugriento. Desata cuidadosamente un nudo y saca dos pesetas.) Toma. Medio peso. Pa ti.

}UANITA - (Conmovida.) Ay, bendito, no, abuelo. DoN CHAGO -Ah, caray, que sí. ¿pa qué lo quie­

ro yo? }UANITA - Pero uhté lo pué necesita!. DoN CHAGO - Mijo Tomá va a darme de ahora

pa lante tó lo que yo necesite. JuANITA - Adióh, abuelo. Grasia. (Lo besa y sale

izquierda.) CHAGUITO - (Desde afuera.) iAcaba, acaba, jin­

chá der demonio! (Entra GERMANA por la derecha. Trae un mazo

de leña menuda, una dita, y un pote de avena vacío.)

GERMANA - iAdióh, carajo! Se han dío sin ni si­quiera desirme adióh. (Pone los trastos sobre la mesa.) Eso se ñama tenel considerasión. iPartía e mal educaoh! (Se acerca a la puerta de entrada donde

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está DoN CHAGO.) iMal agradesíoh! (Al llegar junto a DoN CHAGO cambia de actitud.)

CHAGUITO - (Desde afuera.) iAdióh, viejo! Déle mucha candela a la mujel de Tomá. Y déle un co­cotaso a la mierda aquella que me besó el año pasao.

(Se empieza a oír el chirriar de la carreta que inicia su marcha. De vez en cuando se escucha el

«Ooo oooiis» del boyero.) GERMANA - (Con grandes aspavientos.) iAdióh,

adióh! iQue Dióh loh bendiga! iQue la Vihnen del Carmen loh proteja! iSi esa Gahriela ha sío como mi hermana! iQue tengan suerte! iAy, bendito, lo mucho que loh voy a jechal de menoh! Que jagan buen viaje. Luis, acuéldate que Chinta eh pa ti si la quiereh. i Que el Señol loh favorehca y leh aé mu­clíoh chavoh! (/ ntercalados con las frases de GERMANA se oyen voces de «Adiós» de los que van en la ca­rreta. GERMANA, cumplida su comedia de despedida, cambia súbitamente de tono y volviéndose a DoN CHAGO pregunta en forma realista.) Bueno, y uhté, ¿qué jase? ¿se va a quedal aquí?

DoN CHAGO - Voy a cerral la casa. (V a a la ha­bitación del fondo a cerrar la ventana.)

GERMANA - No sé pa qué le pone esa tranca ahí. A mí me serviría pa la puelta de entrá.

DoN CHAGO - (Regresando del fondo.) Puelta de P.robe no necesita tranca.

GERMANA- Bueno, ¿y uhté a va rejendel ahora pa Río Arriba, pa casa e Tomá?

DoN CHAGO- No. GERMANA - Lo mejol que jase. Polque la noche

se noh ja echao ya ensima. Pero aquí no va a tenel donde- dormil.

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(GERMANA empieza a recoger sus cachivaches y los coloca cerca de la puerta de entrada.)

DoN CHAGO - (Asomándose a la puerta de la co· cina.} lQuién dijo que yo diba a donnil en ehte sementerio?

GERMANA - (Se dirige a la derecha.) La cosina ehtá cerrá ya~ Pueh véngase pa casa. Le guindaré una jamaca en el colgadiso. (Saca la mesa por la puerta de la izquierda. La deja fuera y vuelve a entrar. DoN CHAGO examina la casa con cariño, acariciando las paredes.) iEsa hija suya y esoh nietoh! iMie y que dejalo a uht~ aquí! Bueno, elloh dirán que eh una boca menoh.~Eso ehtá bien pa~ marío ~del trabaja!.

DoN CHAGO - (Absorto.) Elloh querían que me fuera pal pueblo. Soy yo el que no quiero.

GERMANA - lAh, sí? Yo creía ... ~h pa como ehtamo nojotroh mejC?l eh que Chinta se vaya .• Y en· toavía. me quea el barrigonsito que siempre ehtá tra· gando. No he vihto jambre como la de ese renacua· jo. Su familia eh dihtinto. A uhté Dióh lo aprieta, pero no lo ajoga. Tié uhté un hijo con chavos. Cuan· do ehté en casa. e Tomá no se orvíe de nojotroh. Yo siempre he sío servicial con uhté y con loh suyoh. Bueno, véngase.

DoN CHAGO -Te lo agradesco, mujel. Pero yo me voy pa mi nueva casa.

GERMANA - ¿En qué queamoh? ¿ Uhté no dise que no va ehta noche pa casa e Tomá?

DoN CHAGO - Eso dije. Y lo repito. Pa casa e 'J'omá no voy ehta noche ni nunca.

GERMANA - Ad1Óh, pueh no lo entiendo ... DoN CHAGO - La yerna no me guié._ Y Tomá dise

so

' ¡ l.

1 &·

que yo ehtoy ya demasiao VIeJO pa ayudale en la finca, que ya yo ni silvo ¡'>a- ná.

GERMANA- ¿y qué va usté a jasel? DoN CHAGO - Seguil viviendo. GERMANA - De mó que el hijo con chavoh ... (Pen­

sando de súbito que le conviene zafarse del compro­miso.) iAy! iAy, mire, ahora que me arrecuerdo! En casa no tenemoh jamaca. Se la emprehtamo al cuñao de mi marío. Ya ni me acoldaba.

DoN CHAGO - (Sonriendo comprensivo.) No te apureh, mija. Yo no voy a dormil en tu casa.

GERMANA - ¿Y aónde va a vi vil? DoN CHAGO - (Echándose la mochila al hombro.)

En la Cueva del Indio. GERMANA - i Cristiano, uhté ehtá loco! DoN CHAGO - (Haciéndole seña para que salga.)

Anda ... GERMANA - lQué saca uhté con quearse aquí?

¿Va vi vil de limohna? Mire, corra. Al canse la ca· peta. Váyase pal pueblo.

DoN CHAGO - Anda, anda, que tengo que cerral. GERMANA - (Recogiendo sus tereques: la lata de

gas, la leña, etc.) lCómo uhté va vivil en esa cueva? (Sale por la izquierda. Su voz sigue oyéndose afuera sin interrupción.) Naide pué vivil en una cueva. Mire, hombre, váyase por lo menoh a casa e Don Tello. A lo mejol lo dejan dormil en el rancho.

DoN CHAGO - (Saliendo.) lPa qué? Cuando loh ~ombreh noh patean entoavía quea la tierra pa de­jarse quer~. (Cierra la puerta. La escena queda sola y a oscuras excepto la luz mortecina del anochecer que se cuela entre algunas tablas mal unidas.)

Voz de GERMANA - (Afuera, alejándose.) iAy, si

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e,htá rematao! iAve María Purísima!, ¿quién diha a pensal que ehte viejo ehtaba loco? Tan sano y ale­gre que paresía ...

(Al extinguirse la voz de GERMANA todavía se oye en la lejanía el chirrido de la carreta que se aleja.)

TELON LENTO

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1

1 11

11

'{

LUGAR:

SECUNDA ESTAMPA

EL ARRABAL

PERSONAJES (en orden de aparición):

LITO DO~A GABRIELA JUANITA CHAGUITO LUIS MATILDE DO~A ISA

EPOCA: Actual.

lln año después de la Primera Estampa. Interior de una casuchá en La Perla. La distribu­

ción de la casa tiene cierta semejanza con la casa campesina del primer acto. La entrada a la casa está a la izquierda, en primer término. Al fondo, medio

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tabique con puerta al centro que da a la única habi­tación dormitorio. En esta puerta hay una cortina de una sola pieza hecha de cretona que en un tiempo ostentó vivos colores, pero que hoy está desteñida r sucia. Por encima del medio tabique se cuela la cla­ridad de una pequeña ventana abierta en la habitación dormitorio. En segundo término, derecha, ventana abierta. En primer término, derecha, puerta a la co­cina. El techo es bajo. Las puertas y ventanas son de tamaño más pequeño que lo normal. Es obvio que la casa ha sido 'construida con retazos y desperdicios de materiales h~terogéneos: pichipén, lata, cartón de techar, tablas d~ cajones, etc.

En el fondo, izquierda, pequeña cama plegadiza de hierro. En primer término, izquierda, junto a la l!t

puerta, silla desvencijada. Entre la puerta de la co­cina y la ventanuca de la derecha, mesa cuadrada cubierta con un hule barato y estropeado que ostenta grandes racimos de frutas exóticas, principalmente manzanas y cerezas. /unto a la mesa, una silla y un banco. Sobre la mesa, un quinqué con el tubo enne­grecido por el humo. En la esquina del fondo dere­cha, enrollada y colgada de un clavo, hamaca de tela de saco blanca, sucia por el uso, con amarras de soga de maguey. Casi en medio de la habitación hay ~ ,de aquellos pequeños sillones bajos tan queridos por nuestras abuelas. Madera pintada de

n¿g~~ y es~-~ldar !_asiento d!0!.~ r detenorada;. Los brazos --aerTnueble, muy baJOS-;' ape-nas se msmuan dando libertad a las manos para labor de costura y bprdado. !:_l sí~n l"f!Pe con gran digñi¡II1d--s:ur---vek'E· Está solo, ats lulo de los demás muebles, ajeno a la mugre de las paredes, a la estre-

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'

chez de la estancia, al colorido chillón del hule de sa. El viejo sillón, recuerdo de mejores tiempos, pertenece a este mundo que le rodea. Por eso en

t digno aislamiento hay cierto aire de resignada v'

margura. Precisamente sobre el sillón, colgando del ho, hay un cordón eléctrico, sucio de excremento

e mosca. En el extremo del cordón hay rtn cubo. En el cubo no ha;y bombilla.

En la pared del fondo, derecha, hay una pequeña tablilla vacía. En la misma pared, cerca de la puerta del fondo, hay un viejo rosario negro colgado de un clavo. En la pared del fondo, izquierda, hay una es­tampa de la Virgen del Carmen, tomada probable~ mente de algún almanaque católico. Es una reproduc-ción de algún cuadro de autor reconocido. Sus colo-res están ya desvahidos. Al pie de la estampa ha;y una pequeña rama bendita, ya seca.

La casucha está en un suave acantilado que corre de izquierda a derecha. La estructura está nivelada por largos sacos en la parte derecha que da a la pla­ya. La cocina, invisible al espectador, se proyecta sobre las arenas y rocas que las olas lamen cuando el Atlántico está embravecido. El -océano, en su bo­nanza o su furia, se domina desde la ventana derecha. Puede observarse también desde la ventana que no vemos en el dormitorio. La luz que entra a torrentes por la ventanuca de la derecha y la que se cuela po·r encima del tabique del fondo es una luz difusa; las partículas de agua de mar en la atmósfera dan a esta claridad una ap_aríenciq...ff,e gasa luminosa .y-.flotante.

'~ ---- _,__~ ' .,_. '"""-' La puerta de la izquierda da a un callejón estrecho y húmedo. La, luz que nos llega de allí es fría, pobre. Excepto l!or la derecha, la casa está rodeada de vi-

SS

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viendas. Al final del callejón de la izquierda, que no vemos, hay un cafetín con vellonera!.

Izquierda y derecha del espectador. El «tempo» y la atmósfera de esta estampa con­

trasta rudamente con la anterior. No es tanto la vida del arrabal vista por e6 espectador si no sentida por .!J: campesino aún inadaptad!!.;. como un vértigo cuya causa él desconoce y contra la cual no sabe cómo lu· char.

Son las tres y media de la tarde. A esta hora el arrabal está relativamente tranquilo. De vez en cuan­do se oyen vo~es en dis uta, la vellonera del ca etín, el chillido de ·algún chiquillo. Luego vuelve a envo --;;ernos el silencio del arrabal compuesto de pequeños ruidos y del constante batir de las olas en las rocas.

Al descorrerse el telón la escena está sola. Se oye en la vellonera del cafetín Jtna rumba salvaje:..En la !!!questación predominan los bongoes y los timbal~ El ritmo enloquecido de la música ¡¡:ontrasta brutal-mente con la uietud el silencio de la casa.

Por la puerta izquierda asoma la cabez LITO Es un rapaz de ocho o nueve añ_Q§, que apenas repre­senta siete; avispado y de sonrisa fácil, pero con unos ojos muy precozmente tristes. Es el único personaje que pronuncia «Grabiela» en lugar de Gabriela.

LITO - iDoña Grabiela! (Pausa.) iDoña Grabie­la! (Entra y alza más la voz.) iDoña Grabiela!

Voz de DA. GABRIELA- (Desde la cocina.) iVooy! ¿Quién eh?

LITO - Soy yo. (Entra DA. GABRIELA por la derecha secándose

1. V e llanera - gramófono automático que funciona mediante la inserción de una moneda.

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las manos y los brazos en un refajo me¡o que se ha puesto a la cintura a guisa de delantal. Tiene adheridas a las sienes, con sebo blando, dos hojas

-{Te -s~Zvi~ para aliviars-e el dolor de cabez:r¡.)

DA. GABRIELA - ¿Y quién eh yo? Ah, ereh tú. i Condená vellonera! Me va a volver loca¡ (Yendo ha­cia la izquierda, murmurando.) iCarajo! No tién consideración pal prójimo. (Asomándose a la puerta de la izquierda y gritando.} i Poi la Vihnen del Car­men, bajen esa vellonera, que no deja viv~l a una!

Voz DE HoMBRE AGUARDENTOSA - (Gritando des­de lejos, a la izquierda.) ¿Qué le pasa, doña, no le guhta la música?

DA. GABRIELA - (Rezongando.) iMúsica! iJa! iMúsica! (Se aleja de la puerta. La música de la ve­llanera baja de volumen y sigue de fondo hasta que concluye el disco fonográfico.) ¿Qué tú quiéh mu­chacho?

LITO - Don Severo, ~ del cafetín, le manda a dicil a Luis que vaya y que ¡J_Já.

DA. GABRIELA- ¿pa qué lo quié?' LITO- Pueh ... DA. GABRIELA - ¿pa cobrale? LITo - Pueh... yo no sé. DA. GABRIELA - Sí. Sí. Tú nunca sabeh. Ven acá.

(LITO obedece remiso.) Mírame a la cara. ¿Qué fue lo que te dijo Don Severo?

LITO - A Luis que fuera allá. DA. GABRIELA -- ¿pa qué? LITO - (Con sinceridad.) .Pa jugar dómino. (Pro­

testando.} Pero si Don Severo sabe que yo se lo dije a uhté no me vuerve a dar velloneh pa dir al sine.

DA. GABRIELA - Ah, qué viejo ehtúpido. Quié

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que Luis le pague la cuenta y me lleva al muchacho pal cafetín pa enseñarle juegoh e vagoh. lCómo Luis va a pagar si no tié trabajo? ¿Y cómo va a conseguil trabajo si juega en el cafetín?

LITO - (Picaresco.} Bueno ... a lo mejol no tié que pagal na.

DA GABRIELA - (Irónica, más para sí que para LITo) lNo me digah que Don Severo se ha dedicao ahora al mantengo?

LITO - Y o no sé. Pero sé una cosa ... DA. GABRIELA }--- ¿Qué cosa? LITO - Pueh que ,}a mujel de Don Severo ehtá

enamorá de Luis• DA. GABRIELA - (Agarrando a LITO por un brazo.}

¿Qué tú dise, muchacho? LITO - Pueh... eso. DA. GABRIELA - Tú quedráh dicil la sobrina.

Martita, ¿ verdá? :\. LITO - No, Martita no .. Doña Isa, la mujer de · '-Don Severo.

DA. GABRIELÁ - (Sacudiéndolo.) Ereh un embuh­tero sinvergüenza.

LITO - Ay, no se ponga así, Doña Grabiela. Si tó el mundo lo sabe ...

DA. GABRIELA - ¿Y Don Severo? LITO- (Riendo}. iAh, bueno, ése no lo sabe! DA. GABRIELA -- ¿Y Luis? ¿Tú no sabeh si Luis ... ?

{Se interrumpe avergonzada; soltando a LITO.} iNo! Tú no sabeh ná. Si tú no sabeh ni lo que diseh. (Pau· sa breve. Se vuelve a él con energía.) Y te vah a dejal de lengüetería. Como te pongah a regar esah cosah feah por ahí te voy a ... (Su gesto de amenaza se desvanece. Se apoya en el sillón. Casi para sí.) La

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t

gente eh mala. iMala! (Reaccionando.} lQué jaseh ahí para o? ¿Qué ehperah? Y o no tengo velloneh pa darte. (LITO la mira con sus grandes ojos tristes, sonriendo un poco, sin que la rudeza de las pala· bras de DA. GABRIELA haga mella en él.} i Qué susio tú ehtáh muchachito! {Le coge la cara con una mano y con la otra toma la punta de su impro­visado delantal y le limpia un tizne de una mejilla.) ¿Dende cuándo tú no te bañah?

LITO - (Mintiendo suavemente.} Dende ayer. DA. GABRIELA - i Qué ayer ni qué ocho cua"rtoh!

Si paeseh un puerquito. Y ese pelo no ve peiniya dende jase una semana. (Le alborota el pelo con cariño áspero.) Ve al cuarto y tráeme la peiniya. {Se sienta en el sillón mientras LITO va a la habita­ción del fondo.} lConsiguió trabajo tu pae?

LITo - (Desde adentro.} Sí, consiguió. lAónde ehtá la peiniya?

DA. GABRIELA - En la tabliya, al lao del canto ehpejo. Menoh mal, que ahora ehtará contenta tu madrahta.

LITO - (Apareciendo por el fondo con una {!.Tan peinilla negra a la cual le faltan varios dientes.} iAy, deje eso! Esa doña nunca se sabe cuándo ehtá contenta. Anoche se emborrachó otra ves. (Le da la peinilla a DA. GABRIELA.) iQué peiniya máh grande!

DA. GABRIELA - Ah, ¿se emborrachó? ( 1 rónica, mientras empieza a peinarlo.) Sería pa selebral el nuevo trabajo de tu pae.

(LITO se desabrocha el único botón de su camisa y con gesto brusco se desnuda la espalda mostrándo· se la a DA. GABRIELA.)

LITo - Sí, míe como lo selebró.

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DA. GABRIELA - (Dejando escapar una exclama­mación de compasiva sorpresa.) iMuchachito! (Pasa suavemente sus dedos por la espalda magullada, pero de pronto reacciona, sube la camisa de LITO y la abotona.) Hum. Argo malo tú jaríah.

LITo - Y o no j ise ná. El viejo me trajo un trom­po y ella se puso furiosa porque dijo que eso era botar loh chavoh. Tuve que dirrne a dormir etráh el cafetín.

DA. GABRIELA - (Peinando a LITO.) ¿y por qué no te • vinihte. ~acá?

LITO - Er11- muy tarde. Y aquí ehtaban cerrao. Luis me dise que me venga a vivir con uhtedeh. Pero esa condená doña del viejo ...

DA. GABRIELA ~ Y a lo sé. Eh corno el perro del hortelano ...

LITO - ¿ Pueo quearrne otra ves aquí, ehtah noche? DA. GABRIELA - Sí, pueh. i Ay, mía pallá! i Pero

si tú tieneh pioj oh! Siéntate aquí muchacho, siéntate aquí. (LITO se sienta en el piso.) iBendito, si ehtáh cundí o e liendreh. (Empieza a expulgarlo.)

LITO - (Con la cabeza apoyada en la faJlda de DA. GABRIELA.) Y o no rnolehto ná, ¿ verdá? Duermo ahí, en el piso. Y no corno mucho.

DA. GABRIELA - Naide aquí come mucho. (Afata un piojo entre las uñas de los pulgares.) Esepto loh piojoh.

\r {Entra JuANITA por la izquierda. Está del5!!:;_

da y pálida. Hay algo de sombrío en su mirada. !!.:!: perdido parte de la espontaneidad que ten!:!:

· fa chlquilla del Primer~ LITo - Hola, Juanita. ¿sabeh que papá me trajo

un trompo?

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DA. GABRIELA - (A LITo.) Ehtáte quieto. (A JuA­NITA, pero sin interrumpir su tarea.) ¿Aónde tú ehtahah? No trajihte agua. Tuve que rejendel a buh­car agua a la pluma de allá arriba.

]UANITA - (Encogiéndose de hombros.} Gana e trabajar de rnáh. Ahí al lao tiene una pluma.

DA. GABRIELA - Y o nunca tengo ganah e traha­jal de rnáh. La pluma de ahí al lao está rompía. Si te ocuparah de lo que te tié que ocupar lo sabríah.

]UANITA - Ehtá bien. Ehtá bien. DA. GABRIELA - Y entoavía no me jah contehtao

mi pregunta. ¿Aónde ehtabah? ]UANITA - En casa e Matilde. DA. GABRIELA - No me guhta esa Matilde. LITo - A mí sí. A veseh me da velloneh. Pero

eh brava corno un ají. Anoche le dió doh pehcosáh al marío de Cirila que ehtaba borracho.

DA. GABRIELA - ¿Qué tú J.·.asía3.--en-esa~a? ]UANITA - Oyendo el radio/ ~/ LITO - ¿ Lah aventurahl""de Die Treisit? ]UANITA - (Con aire m'dy .... dig[Jo/}~Yo no oigo

esah boberíah de rnuchachoh. DA. GABRIELA - ¿Y cuál eh son lah bobería que

tú oyeh? ]UANITA - No son boberíah. Eh ~na novel~ una

novela bien buena: «Amor Atorrnentao». LITO - (Despectiv;)"~Ba! 1Esah po-;;j'ueríah de

amor! (Con entusiasmo.) Die Treisi sí que eh bueno. El otro día un pillo casi lo diba a matal, pero él se viró y i pum! i pum! le pegó cuatro tiroh en la barri­ga al condenao pillo ...

]UANITA - En lah novelah no hay pilloh ni hay tiroh en la barriga. Porque eh de gente fina. (Casi

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soñadora.) Hoy la marquesa resibió a su querío en el buduar.

LITo - ¿En el qué? JuANITA - (Molesta por la interrupción.) En el

buduar. LITO - ¿y qué eh eso?

~ ]UANITA - (Con aire de superioridad.) Si oyerah lah novelah en ves de esah boberíah de pilloh y guardia no jaríah esa pregunta. El buduar eh el cuar. tito onde lah señorah de chavo resiben a sub queríoh. ~LITO - Ah,\ yo creía que era_ letrina en inglé?·.

JuANITA -lfue una cosa bomta. Se ehtaban d1s1en­do cosah de amor y ya la marquesa había caído en el sofá. El querío, que eh sólo un ingeniero y no un noble como el marío, se arrodilló en el piso y le quitó lo sapatoh a la marques·a. Dehpuéh le quitó lah me­diah y le besó loh piéh ...

LITo - iFó! iQué pehte a sicote! ]UANITA - (Furiosa.) iAnimal! iLoh pieh duna

marquesa no apehtan nunca! DA. GABRIELA - (Levantándose indignada.) Sí que

apehtan. Y apehtah tú contando esah porqueríah. (Se oye de nuevo la vellonera a todo volumen.) Y apehta esa casa aonde vah a oírlah. (Volviéndose hacia la puerta de la izquierda.) Y apehta esa condenasión qg_e ñaman mú~. (Gritando.} iBajen eso! iBajen eso!

LITO : - (Gritando también.) Y o voy al cafetín - a bajalo, Doña Grabiala. (Sale rápido izquierda.) • ·DA. ~GABRIELA - (Tapándose los oídos con las manos.) iSanto Dióh! iSanto Dióh! (Baja la músi­

; ...... ca' hasta hacerse casi imperceptible. Pausa. DA. GA-' "' BRIELA se dirige lentamente al centro.)

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J UANITA - ¿Qué le pasa, mamá? ¿Se siente mala? DA. GABRIELA- (En voz baja.) iLa cabesa! iTen­

go un dolor de cabeza ... ! (Se dirige a la ventana de la derecha.} i Lah pehteh! i Lo ruidoh t Ni la mar pué llevárseloh. Condená mar. El aire se ensucia y jase daño. Pa qué silve tanta 'agua si no pué limpiar ~lita porquería. (Suspirando.) Era limpio el aire de

~- !ó era limpio en la montaña. t. montaña.

DA. GABRIELA - Nojotroh también. Eramoh li~

f:j. o, limpioh por dentro... (Volviéndose, con súbita nergía.) No vah a volvel a casa de esa Matilde

JuANITA - Pero mamá, yo no jago ná malo. Si nojotroh tuvieramoh un radio... ~

DA. GABRIELA - (Amarga.) No jay casi pa comer y va a jaber pa comprar un radio. (Furiosa.) iY man­que lo hubiera! ¿Tú te creeh que yo voy a tenel en mi casa un aparato que jabla de mujereh pegándole ) ctiernoh al marío, de ingenieroh que le huelen loh sicoteh a una puta?

]UANITA - Mamá, eh una marquesa. DA. GABRIELA - Marquesa o princesa, no quiero

e2rgueríah en mi casa. No quiero oír indesenciah en mi familia. -

JuANITA -::::::-(Irónica.) Pueh tendremoh que dir- t\ noh a vivil al Conda02. \

DA. GABRIELA - Mi casa será desente aquí o en \... Jurutungo. Que somoh pobreh, pero hemoh tenío ""'. buena cuna. Y eso uhtedeh no lo van a orviar. Man-que sea a palo leh voy a recordar siempre que vie- ( 1

nen de buena cuna. Lah cosah son como deben ser. 1

2. Condado - Zona residencial aristócrata.

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soñadora.) Hoy la marquesa resihió a su querío en el buduar.

LITo - lEn el qué? ]UANITA - (Molesta por la interrupción.) En el

buduar. LITo - ¿y qué eh eso?

.j; }UANITA - (Con aire de superioridad.) Si oyerah lah novelah en ves de esah boberíah de pilloh y guardia no jaríah esa pregunta. El buduar eh el cuar. tito onde lah señorah de chavo resiben a suh querioh. ~ITO - Ah, !yo creía que era. letrina en inglé?·.

}UANITA- Fue una cosa bomta. Se ehtaban d1s1en­do cosah de ~or y ya la marquesa había caído en el sofá. El querio, que eh sólo un ingeniero y no un noble como el marío, se arrodilló en el piso y le quitó lo sapatoh a la marquesa. Dehpuéh le quitó lah me­diah y le besó loh piéh ...

LITo - iFó! iQué pehte a sicote! ]UANITA - (Furiosa.) iAnimal! iLoh pieh duna

marquesa no apehtan nunca! DA. GABRIELA - (Levantándose indignada.) Sí que

apehtan. Y apehtah tú contando esah porqueríah. (Se oye de nuevo la vellonera a todo volumen.) Y apehta esa casa aonde vah a oírlah. {Volviéndose hacia la puerta de la izquierda.) Y apehta esa condenasión qg_e ñaman mú~. (Gritando.} iBajen eso! iBajen eso!

LITO : - (Gritando también.) Y o voy al cafetín . ji :{lE~jalo, Doña Grabia]a. (Sale rápido izquierda.)

~DA. ~GABRIELA - (Tapándose los oídos con las manos.) iSanto Dióh! iSanto Dióh! (Baja la músi­

,• -ca' hasta hacerse casi imperceptible. Pausa. DA. GA-' t)

BRIELA se dirige lentamente al centro.)

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JuANITA- lQué le pasa, mamá? lSe siente mala? DA. GABRIELA- (En voz baja.) iLa cabesa! iTen­

go un dolor de cabeza ... ! (Se dirige a la ventana de la derecha.) iLah pehteh! iLo ruidoht Ni la mar pué llevárseloh. Condená mar. El aire se ensucia y jase daño. Pa qué silve tanta 'agua si no pué limpiar ~lita porquería. (Suspirando.) Era limpio el aire de la montaña. ~- Tó era limpio en la montaña.

DA. GABRIELA - Nojotroh también. Eramoh lim· o, limpioh por dentro... (Volviéndose, con súb~ ergía.) No vah a volvel a casa de esa Matilde JuANITA - Pero mamá, yo no jago ná malo. Si

nojotroh tuvieramoh un radio... ~ DA. GABRIELA - (Amarga.) No jay casi pa comer

y va a jaber pa comprar un radio. (Furiosa.) iY man· que lo hubiera! lTú te creeh que yo voy a tenel en mi casa un aparato que jabla de mujereh pegándole ) cuernoh al marío, de ingenieroh que le huelen loh sicoteh a una puta?

]UANITA - Mamá, eh una marquesa. DA. GABRIELA - Marquesa o princesa, no quierg

e2-rgueríah en mi casa. No quiero oír indesenciah en mi familia. -

]UANITA ~(Irónica.) Pueh tendremoh que dir· \ noh a vivil al Conda02.

DA. GABRIELA - Mi casa será desente aquí o en \. Jurutungo. Que somoh pobreh, pero hemoh tenío ~ buena cuna. Y eso uhtedeh no lo van a orviar. Man· que sea a palo leh voy a recordar siempre que vie· / nen de buena cuna. Lah cosah son como deben ser. /

2. Condado - Zona residencial aristócrata.

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~ientrah yo viva mi familia será mi familia. Una \_familia con digniá y vergüenza. {Se detiene de súbito mirando una pequeña tablilla en la pared.) lAónde ehtá? ¿ Aónde ehtá mi San Antonio? (Se dirige a la pared y toca la tablilla vacía con .sorpresa angus­tiada.) lAónde ehtá el santo e palo?

JuANITA - Ehtaba ahí ehta mañana. DA. GABRIELA - (Volviéndose.) Sí, ehtaba ahí.

Pero ahora no ehtá. ¿Quién lo cogió? JuANITA - Yo no he cogío ná. DA. GABRIE¿ - Pueh ayúame a buhcalo. (Ambas

buscan ... ) Eh l~ único que me fartaba. Que me cogie­ran mi santito. Mira a ver en el cuarto. (JUANITA sale por puerta del fondo. DA. GABRIELA sigue buscando.} lSe lo jabrán robao? No, no pué ser. lEh que ya no se rehpeta ni a loh santoh? lLo encontrahteh ahí?

JuANITA - (Desde adentro.) iNo! DA. GABRIELA - (Buscando angustiada.) lAónde

ehtará? iNo lo encuentro! iAy, San Antonio Ben· dito, ayúame a encontrarte! (Se oyen afuera, izquier­da, gritos y carreras. Una voz de hombre grita: «A· nimal, mira por onde andah».)

}UANITA - (Entrando por el fondo.) No ehtá en el cuarto, mamá.

Voz DE CHAGUITO - (A fuera, izquierda.) i Quítate del medio, maricón!

(CHAGUITO entra de un salto por la izquierda. En el impulso de su carrera ha venido a caer casi en medio de la estancia.)

CHAGUITO - (En el suelo, jadeante.) i Cierren la puerta! i Cierren esa puerta!

(Las mujeres, que se han sobresaltado con la

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entrada ruidosa y meteórica de CHAGUITO le m~­ran asombradas.) DA. GABRIELA - ¿Qué eh eso? ¿Qué demonioh

te pasa a ti? (CHAGUITO se levanta rápido, sin contestar. Va

presuroso a la izquierda y cierra la puerta. El benjamín de la familia ya usa zapatos a diario. -~sucio y tiene aire -inconfundible de pillete urbano. V a al fondo izquierda, se quita rápida­iñé'iüe los zapatos y se acuesta en la cama cubrién­dose hasta el cuello con la manta.) DA. GABRIELA- ¿Qué te pasa a ti, ah? lTe hah

vuerto loco? CHAGUITO - Ehtoy enfermo. Si alguien pregunta

por mí, ehtoy enfermo. JuANITA - Tiéh máh cara e suhto que de enfermo. CI-IAGUITO - Tú, cállate la boca. DA. GABRIELA - (Yendo hacia la puerta de la

izquierda) Suhto o enfermeá, ahora mehmo voy a averiguar qué ha pasao.

{En el momento en que DA. GABRIELA va abrir la puerta, CHAGUITO se incorpora en la cama y grita histérico.) CHAGUITO - iNo abra esa puerta, viej.!0. iNo la

abra! (DA. GABRIELA se detiene. Rápidamente va a

la cama, da un tirón a la manta, hace levantar a CI-IAGUITO y zarandeándolo con furia pregunta.}

DA. GABRIELA- ¿Qué pasa? lA quién le juyeh? iContehta! ¿Qué tú jah hecho, demonio, que tú ja hecho?

CI-IAGUITO - No jise ná. Suérteme. DA. GABRIELA- ¿por qué no ehtáh en la ehcuela?

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CHAGUITO - (Mintiendo.) Porque fartó una maeh· tra y me sortaron temprano.

DA. GABRIELA - ¿Y por qué juyeh, ah? CHAGUITO - (Mintiendo.) Tuve una pelea. DA. GABRIELA - ¿por qué peleahte? ¿Por qué? CHAGUITO - (Siempre mintiendo.) Porque... me

mentaron la m¡~.dre. DA. GABRIELA - ¿Y qué tú jisihte pa ponerme a

mi en boca d,e otro? i Contehta! (Tocata~ a la puerta. CHAGUitO se muestra

aterrado.} 1

GHAGUITO - (En voz baja, llorosa) iSuérteme! iEhtán ahí! ~No lo oye? Déjeme sartar por la v~n­tana. i Suérteme!

(Vuelver- a tocar a la puerta.) DA. GABRIELA - Juanita, abre esa puerta. CHAGUITO - (Revolviéndose impotente entre los

brazos férreos de la madre.} i·No! iNo! ¡Suérteme! iNo! {Se detiene al fin jadeando, observando espan· tado cÓmo }U,ANITA abre la puerta. }UANITA abre Y aparece LITO.)

LITO - ¿Por qué cerraron? (DA. GABRIELA sueltq, a CHAGUITO quien se

deja caer extenuado en la cama. }UANITA se echa a reír mientras acaricia la cabeza de LITO.)

}UANITA - iNo II1e digah que tú erah el que eh· taba persiguiendo a Chaguito!

LITO - ¿A Chaguito? (Viendo a CHAGUITO por primera vez saca el trompo del bolsillo y se acerca alegre al camastro.} i.A.dióh, Chaguito, no te habíah vihto! iMira, mira qué bonito! Me lo trajo papá anoche. {Se sienta al lado de CHAGUITO.) ¿Te guhta? Báilalo si quiereh. Aqúí tiéh· la cabuya.

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CHAGUITO - {Mal/w,morado.) Déjame quieto. (LITO le mira sorprendido. Luego mira el trom·

po. Se levanta y se acerca a DA. GABRIELA.) LITO - ¿Qué le pasa a Chaguito? DA. GABRIELA - (Distraída.} Ehtá enfermo ... }UANITA - {Burlona.) De míeo. CHAGUÚ'O - iCállate! }UANITA - No le jagah caso a ese sangrigordo,

Lito. Ven, enséñame el .trompo a mí. LITO - {Entusiasmándose} ¿Tú lo quié bailar? }UANITA - ¿yo? Hombre, sí. iClaro que sí! Soy

una gran bailaora de trompoh. (DA. GABRIELA se sienta en el sillón, recuesta

la cabeza en el espaldar, cierra los ojos y empie­za a mecerse. El sillón cruje rítmicamente. Mien­tras }UANITA ha estado embollando la cuerda al trompo con bastante torpeza. Es obvio que jamás ha practicado el deporte.)

}UANITA - Ya ehtá. LITO - {Entusiasmado.) iBáilalo! iBáilalo! }UANITA- {No muy segura de sí.) Sí, ya mehmo ...

Ya lo voy a bailar ... (Cierra los ojos y tira el trompo. El trompo salta sin bailar.)

LITO - (Riendo a carcajadas.) i Tú no sabeh bailar trompo, Juanita!

}UANÜA- (Corrida.} ¿Quién dijo que no? LITO - Lo digo yo. Ereh una chata. (Cantando.)

N o sabe h. N o sabeh. N o sabeh. }UANITA - Pero sé darte un buen cocotaso si te

ríeh de mí. LITO - (Huyendo de ella.) No sabeh. No saheh. }UANITA - (Persiguiéndole.) Ven acá, jirihilla.

Como te coja te voy a arrancar una oreja.

6'1

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(Con risas y gritos }UANITA persigue a LITO alrededor del sillón de DA. GABRIELA. Una sonrisa tenue se dibuja en los labios de la madre que continúa meciéndose sin abrir los ojos. iQué mun­do de recuerdos despierta en ella la felicidad sim­ple de esta escena familiar! Por fin }UANITA le da alcance a LITO. Ambos ruedan por el suelo riendo.}

}UANITA -Te cogí, piojoso, te cogí. (Se revuelcan en el piso manoteando. De pronto }UANITA se pone pálida y se ~leva una mano a la frente. LITO aprove­cha para escapar yendo a refugiarse, riendo aún, en la falda de DA. GABRIELA. Esta lo abraza protectora y le da un beso mientras lo acomoda sobre su pecho como si fuerq, un bebé.)

LITO - iQue me coge, Doña Grabiela! iNo deje que me coja!

DA. GABRIELA - No. Naiden te cogerá aquí.

U (JuANITA se levanta penosamente y va hacia el

fondo. Se apoya en el marco de la puerta de la habitación)

CHAGUITO - ¿Qué te pasa a ti? (JuANITA no contesta y entra en la habitación

del fondo. DA. GABRIELA y LITO no se dan cuen­ta del incidente.}

LITO- {Acurrucado en la falda de DA. GABRIELA.) Uhte huele a mamá, Doña Grabiela. Así olía ella. Me arrecuerdo de cuando yo era chiquito.

(Por la izquierda entra LUis. Trae una bolsa de papel con provisiones y otro paquete envuelto toscamente. Se detiene en la puerta.)

LUIS - (Con tono festivo, después de echar una ojeada.) iAve María, qué buena vía se dan losombreh

68,

de ehta casa! Uno en el catre y el otro en la farda de la mejor mujer der mundo.

LITO ___: (Incorporándose alegre.) iLuis! {Corre hacia LUIS y salta a sus brazos.) ¿Aónde tú ehtabah? Don Severo quería que tú fuerah a jugar dómino al cafetín. ¿y qué tú traeh ahí? ¿A qué no sabeh lo que me trajo mi papá? (Salta al suelo y busca el trompo.) iMira!

LUis - i Ah, caray, un trompo! ¿Y tú lo sabeh bailar?

LITO - Yo sí. Pero Juanita no. DA. GABRIELA - Luis ... LUis - (Adelantándose.) Quéese ahí quietesita, vie­

ja. Que tengo argo pa uhté. DA. GABRIELA - (La voz le tiembla de emoción

e incertidumbre.) Luis... tú ehtáh,,. i ehtáh alegre,..! (No sabemos si es una pregunta o una exclamación.)

LUis - {Poniéndose en cuclillas junto al sillón.) Sí, vieja. Mire, (V a sacando artículos de la bolsa y poniendo en la falda de DA. GABRIELA.) Plátanoh. Yautía amariya. Batatah. Ñame. Guineo verde. iY bacalao!

DA. GABRIELA - iVihnen del Carmen! ¿Pero de ónde tú jah sacao eso?

LUis - Ya verá. Vamoh a tener una «serenata»3

de viandah' y bacalao. Ná de arrós ni de porque­ríah e lata. Viandah y bacalao. ¿Se arrecuerda cómo cuando vivía el abuelo, allá en er campo? Y otra

3. cSerenata:. - nombre de plato t!pico que consiste de tu­bérculos, rizomas, plátano y guineo hervidos, como complemento a bacalao hervido o asado. Se sirve con aceite de oliva.

4. Viandas - se usa en Puerto Rico como término especifico para describir conjunto de plátano, guineo verde, tubérculos y rizo­mas que se producen y consume,. en la Isla.

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cosa. Durse de coco. (Saca UTUJ, bolsa pequeñita con la golosiM.)

(CHAGUITO y LITO se han acercado y observan con ojos golosos.)

CHAGUITO - Y o quiero de ese durse. LITo - Y yo también. DA. GABRIELA- No, señor. Ahora no. Ya leh daré

dehpué e comía.

[

Lms- No será tan bueno como el que uhté jasía 1eja. Pero noh sabrá bien si recordamoh al abuelo.

.,. DA. GABRIE;LA - ¿Y Luis... aónde conseguihte tó hto? 1

Lms - ((';alocando de nuevo los artículos en el bolso de papJl.) En la plasa del mercao de Río Pie­drah. Y mié qué mala suerte. Dehpué de jaber com­prao ...

DA. GABRIELA - Pero loh chavoh... De ónde tú ... Lms- Ati!'!nda, dehpuéh de jaber comprao ehto me

encuentro con Miguel. .. LITO - ¿Quién eh Miguel? CHAGUITO - ~~ jinc~e Juanit!k LITo - ¿y por qué eh jinchao? CHAGUITO - Porque ~h un jíba!Q. Toh loh jíbaroh

son jinchaoh. Lms - (Levantándose con los paquetes.) Si te

mirah al ehpejo veráh ,que jah dicho la verdá máh grande de tu vía.

DA. GABRIELA - No te jagah caso a ehte agentao. Sigue.

Lms - ¿Aónde ehtá Juanita? CHAGUii'o -.., Ehtá en el cuarto. Ahora le dan

~como a lah artihtah de sine. --­(Lms pone los paquetes sobre la mesa.)

70

DA. GABRIELA - Bueno. Sigue. ¿Y qué pasó? Lúrs - Pueh que Miguel había dío a vendel vian

dah y me lah pudo jaher dao máh baratah. DA. GABRIELA - (Levantándose.) ¿preguntó por

Juanita? Lurs - Sí, y le ma~d~l una cog_Ahí la traje. Me

dijo que pensaba traer a e, pero que como me había encontrao allí era mejor que la trajiera yo.

DA.~GABRIELA - Me hubiera guhtao mejor que la trajiera él.

LITO - (A voz en cuello.) Juanita, tu novio te mandó un regalo.

CHAGUITO - (Dándole un coscorronazo.) iSooó!-iGritón! ¡Boca e chicharra!

Lurs - Chaguito, vete a jugar con Lito fuera. LITO - Sí, sí. Vamoh a bailar er trompo. CHAGUITO - (Ofendido.} Yo no juego con neneh. LUis - Váyanse afuera. CHAGUITO- No tengD gana}¡ e salir. DA. GABRIELA - Será ahora. Porque tú viveh máh

en la caJle que en ehta casa. CHAGUITO - Ehtá bien. Pueh entonseh ~ voy B'l

~ DA. GABRIELA - ¿con qué chavoh? CHAGUITO - Con loh míoh. DA. GABRIELA - ¿y de ónde lo jah sacao? CHAGUITO - Ay, no se ocupe, vieja, que yo me

lah sé buhcal. LITO - ¿Me llevah al sine, ah? CHAGUITO - No. Acaba. Sal tú primero.

(LITO sale izquierda. CHAGUITO se acerca cau­teloso a la puerta, echa una ojeada afuera, luego mira a Lurs y al fin sale.)

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_D.A. GABRIELA - (Después de echar una rápida mLrada hacia la habitación del fondo, en voz baja.) Oye, Luis, ¿tú creeh que Miguel hubiera venío si no te encuentra a ti?

LUis - No sé. A lo mejor sí. La verdá eh qu'" como ~nita po qujé cuenta con a ..

D.A. GABRIELA - Eso eh lo que no entiendo. ¿Qué le pasa a tu hermana, Luis? No se quería venil pal pueblo porque ehtaba enamorá de ese muchacho. Y ahora que él vino a jablar conmigo, ahora que hl_ quiere casars~ y llevársela pal campo ella no guié

~ LUis - No sé, vieja. Supongo que lah mujereh

son asina ...

t D.A. GABRIELA - Nooo .... Lah mujereh no son

asina a menoh que no leh pase argo. Juanita jase doh meseh que no trabaja. Se salió del taller or ue dise

ue tuvo una e otera'con-1a ·e a. o uié volvel a . !ra aja afu_!lQ!. Tampoco trabaja en la casa. No jase,

ná_51áh que ehtar oyendo novela!!_ por radio en casa e·esa Matirde. Y fíjate en Cha~ilo· No va a la es-~otra~ Ehtá siempre metío en el sme viendo _toriah de pilloh y guardiah. El otro día lo cogí

mando. Dise que jase mandaoh. Pero lo que saque d~ da pa tanto. ¿De ónde saca loh chavoh?

No tenemoh en qué caernoh muertoh y él tiene chavoh pa dir al condenao sine y pa comprar Cigarrilloh.

LUis - Vieja, tengo que desile argo. rgo malo. DA. GABRIELA - (Mirando a LUis fijamente.)

¿Malo? Desembúchalo, mijo. Ya yo me ehtoy acoh­tumbrando

LUis - El m eh pasao cogieron a Chaguito 9 D.A. GABIÚELA - ¿Preso?

72

LUis - Sí. Cuando le dije que Chinto, el de la pisi-corre, se había llevao a Chaguito a pasar unoh díah al campo, Chaguito ehtaba preso. Le selebraron juicio y grasia a Don Severo, el del cafetín, le sr pendieron la sentensia. La juesa dijo que por ser Ir primera ves lo perdonaba. Pero que si volvía no diba a tener compasión dél.

DA. GABRIELA - ¿Pero qué jiso Chaguito? ¿Por que lo cogieron? .

LUis - ~bale una pulsera a un quincallero .. Cuando ehtaba vendiendo la pulsera en La Marina lo cogió un polisí~

DA. GABRIELA ~(Pausa breve. Volvién­dole la espalda a LUis.) iUn pillo! Nunca quise pen­sar lo que debí pensar. iUn pillo! (Se lleva la mano a la frente, en voz baja que luego, en e6 transcurso del parlxzmento, va aumentando hasta hacerse un grito de rebeldía y de dolor.) ¿Qué le pasa a mi familia? Qué le pasa a misijoh? iSan Antonio Bendito! ¿Qué cahtigo ehtoy pagaq!l,Q.? ¿Qué yo jise de malo? Tr~ jo, sudor, lágrimah, quer~... Y arguna veseh gorpeh pa que andaran derechoh en la vía. Pero ná de eso sirve. i Qué mundo eh eh té ónde lah madreh no puén ya jaser buenoh a susijoh!

LUis - Vamos, vieja ... DA. GABRIELA - El abuelo disía que al pobre lo

sarva su digniá. (Desesperada.) iAy viejo, viejo, qué­bien uhté jiso en morirse! iQué bien uhté jiso en dirse de ehte mundo onde el obre o tié di niá Ea sarvarse;. e e¡a caer sollozando en una silla.)

LUis - (Emocionado.) Vieja, no se me ponga asina. No llore. Mire que no puéo aguantalo.

DA. GABRIELA - (Después de una pausa, levantando

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~A~ ,: --~ bruscamente la cabeza.) ¿Será que Dióh se ha orviáo

e nojotroh? Hoy se me desparesió mi San Antonio. Luis, ¿qué noh ehtá pasando? N o entiendo. Si el abue~o ehtuviese aquí, el podría esplicalo. ¿Por qué

'-._ Dió se ehtá orviando e nojotroh? · " ) --r:u-Is - Mamá, no se desehpere. Dió no se orvía . .t der pobre.

DA. GABRIELA - Tú tiéh rasón. Perdóname, Dióh mío. Perdóname, San Antonio Bendito. Me ehtoy po· niendo vieja. ,Eso eh lo que pasa. Le ehtoy cogiendo mieo a la vía.! Y no pué ser. Dióh me dio una familia. (Levantán&e y volviéndose a Lms bruscamente, re­cobrando sus 'energías.) ¿ Onde ehtá Chaguito? ¿ Onde ehtá ese condenao muchacho? i Le voy a dar j ahta entre el pelo! i Lo voy a ser honrao manque tenga que matalo!

LUis - Vieja, no. Atiéndame. Chaguito no tié la curpa.

DA. GABRIELA - ¿Cómo que no tié la curpa?

1 Lms - La curpa la tengo yo. Por traerloh a uh~

deh pal p~blo_._ Y luego por jaber tenío tan mala Pata con loh trabajoh. Sinco trabajoh en un año. Y tantah semanah desempleao. Si yo jubiera tenío un buen trabajo Chaguito tendría chavoh pa dir al sine ...

DA. GABRIELA - ¿Y pa qué tié que dir al sine? Tú nunca fuihte al sine cuando tenía su edá.

LUis - Pero aquí eh dihtinto. En er campo ehtá ¿ el río pa sabullirse, loh árboleh pa treparse: loh

pichoneh pa casaloh, la jonda pa jaser puntería, loh animaleh pa correloh. Aquí loh muchachoh no tién en qué divertirse. Y luego el gallo que trajo Chaguito der campo se lo tuve que vender porque

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necesitamoh loh chavoh. ¿Qué va a jasel el mucha­cho si no se mete al sine?

DA. GABRIELA - Se podía meter a trabajar. LUis - Sí, presisamente argo de eso quería decile.

(Animado.) iPero, vieja! Tanto jablar y entoavía no le he dicho lo máh importante. (Pausa intencionada para darse importancia.) ifonseguí trabajo!

DA. 9ABRIELA - (Acercándose a él entre incrédu­la y gozosa.) ¿De verdad, Luis?

LUis - De verdá. ¿Con qué cree que diba a com· prar esah viandah?

DA. GABRIELA - i Pueh claro! Si eso te diba a pre­guntar jase rato. De ónde salían loh chavoh. (Incré­dula) ¿Pero... te pagaron., ya?

LUIS - Me jisieron un adelanto. DA. GABRIELA - (Desechada ya toda duda y re­

celo.) iLuis, conseguihte trabajo! iGrasia, San An­tonio Bendito! Por eso ehtabah tan contento cuando llegahte. Por eso comprahte er durce de coco. Y yo no te dejé desírmelo. Y yo te puse trihte jablándote de tantah cosah. i Qué bruta soy! Bueno, cuéntame. ¿Qué clase de trabajo eh? ¿cómo lo conseguihte?

Lms - (Riendo.) Si casi no me lo va a creer. Si paese una película.

DA. GABRIELA - Y o no sé cómo eh una película. Pero lo que tú me cuenteh te lo creo, Luis, te lo creo. Dime.

LUis - Pueh yo salía de una construcción en Hato Rey. No conseguí allí ninguna chiripa. Entonseh em· pecé a andar sin idea de dir a nengún sitio fijo. Sólo andar por la asera y ponerme a mirar lah casah y loh jardineh. En eso pasé por una casa que tenía casi doh cuerdah de terreno. La casa era como un palacio.

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Y en el jardín había una doña con pantaloneh cortoh, ñangotá, dehyerbando unah matah e rosa.

¡t/DA. GABRIELA - ¿con pantaloneh ... cortoh? ¿No tAse ría con pantaletah, Luis?

LUis - (Riendo.) No, vieja. Con pantaloneh cor· toh, como lah turihtah.

DA. GABRIELA - iVihnen del Carmen! ¿y se veía dende la calle?

LUIS - i Pueh claro que sí! DA. GABRIELA - ¿Y ella, lo sabía? LUis - Lo' tenía que saber. Entonseh yo me paré a

mirar... j DA. GABRIELA - (Reprochando.) iLuiis! LUis - No, vieja, no eh eso. Si tenía unah patah

fl.acah y pelúah. Y lo muloh paesían e pollo. No daban ganah e miraloh. Pero me dio grasia porque la do­ñita usaba guanteh. Y no sabía dehyerbar. Tenía una palita e mano y lo que jasía era ehtropeándole lah raiseh a la mata e rosa. A to ehto la pobre doña sudaba máh que si eh tuviera cortando caña. i Si uhté la llega a ver; vieja! Y o ehtaba muerto e la risa por dentro. Pero al mehmo tiempo me daba pena y por eso puse una cara e tusa y le dije: «Oiga, dc,ña, ¿ quié una manita?»

DA. GABRIELA (Riendo.) ¿y ella, qué dijo? LUis - Pueh me dijo: (Pronunciando con correc­

ción afectada.} «¿Qué quiere usted?» Entonseh yo le dije: «Yo no quieo ná, doñita. Pero lah yerbah que ehtán al lao el tronco sólo se puén arrancar con lah manoh. Y con esoh guanteh no va a poder jaselo, Y pa dehyerbar con la palita, no debe picar tan jondo por­que le rompe lah raíseh a la mata e rosa.:.

DA. GABRIELA - ¿Le daría coraje éso, verdá?

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LUis - Pueh mire que no. Se levantó con bahtante trabajo, como si se ehtuviera partiendo por la cin­tura y me dijo: (Pronuncia con corrección afectada.) «¿Entiende usted de jardinería?» Entonseh yo le dije: «Soy der campo, doña. Y conohco la tierr-ª,>~ Y ahí pegamóli a-jiílílar. Yo me-ruetren '"el jardín y me puse a dehyerbar la "mata·~ r;;;-a:-tá doña ehtaba Imhciüicto un jardinero porque el de ella se le había dío. Y me dió el trabajo.

DA. GABRIELA - iN o me digah! ¿Y cuánto te va a pagar por eso?

LUis - Dies pesoh semanaleh, almuerzo tó loh díah y loh domingoh libreh. A la verdá no eh muchQ., .. - VA. GABRIELA - Pueh eh bahtante pa dehyerbar matah e rosa ¿Qué máh hay sembrao en ese terreno?

Lms - Floreh, y grama, y árboleh ... DA. GABRIELA - ¿Ná de comer? LUis - No, naíta. DA. GABRIELA - (Moviendo la cabeza.) iQué co-

. S!lh! Máh de .una c:U~Jda .e-tierra-y-no-~Eran=ñá-' P_!!:~e.!.L~~

~ Lms - Será que como no lo necesitan. Pero qué diache, eh bonito aquello, vieja. Y yo le dije a la doña que podíamoh sembrar una hortalisa en la parte de atráh. Ella me dijo que ehtaba bierf' si no atraía sabandijah. La pobre dise que le da un patatúh ca ves que ve una sabandija. Ah, y ~ sábadoh tengo gue lavar el carro de la casa. Una máqmna que eh un dije. Y con un motor que suena lindo, como si fuera un ruiseñol. Eh Cádilac de loh pesaoh. Y podré llevar a Cha ito pa que me ayúe toh loh díah. Por-que yo Je jablé a la ona se portó bien. Me adelantó treh pueo llevar _______ .......;

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a Chaguito a ayudarme siempre que ella no tenga que pagarle. Así Chaguito va aprendiendo .Y se pué guear de jardinero cuando yo encuentre otro traba~

DA. GABRIELA - Ehtá bien eso, Luis. LUis - i Claro, vieja! Y a verá como tó sale bien.

Chaguito ehtará conmigo y no la molehtará máh ni se meterá en máh líoh. Y otra cosa, vieja. Ahora que tengo trabajo voy a jablar con Martita, la sobrina de Doña Isa y qe Don Severo. Así en cuanto consi a -;m--r~·tra ajo noh poemoh casar.

DA. GABRiliLA - Me alegro eso que jah desidío, Luis. Un hombre no ~~tá completo jahta que tié una mujer que sea suya. {De buen humor, cogiendo la bolsa de provisiones.} Y bueno, si vamoh a tener «serenata» mejor será que vaya sancochando la vian· da. (Se dirige a la derecha. Se detiene en la puerta de la cocina y se vuelve riendo.) ¿sabeh una cosa,

uis? Que tú vinihte pal pueblo juyéndole a la tierra. Y la tierra te saca de apuroh aquí mehmo en er

ueblo. LUIS - ¿Qué uhté quié dicir con éso, vieja?

A. GABRIELA - Que una cuerda e tierra en Hato te da lo que no te dan lah industriah. (Sale

echa.) LUIS - (Con risa forzada.) Eh verdá, vieja. Será

que l~ra sie~e tend,w tirar pal mon~. (LUis se pone repentlnamente serio y sombrío.

Mira el piso mientras se muerde las uñas. Se oye un avión que se aproxima por encima de la casu­cha. Luis alza lentamente la cabeza y luego se acerca a la ventana de la derecha. Sigue con su. mirada el «Constellation» de la Pan American que va rumbo a Nueva York. ]uanita aparece en la

78

•'

puerta del fondo. Está pálida y despeinada. Mira en silencio a Luis. Luego dice:)

J UANITA - ¿Toa vía piensah en dirte? (Luis se vuelve sobresaltado.)

LUis - Ah, ereh tú. {Se aleja de la ventana lenta­mente con la cabeza baja.} Encontré trabajo.

}UANITA - (Sin apartar los ojos de él.) Sí, de peón.

LUIS - Loh tiempoh ehtán maloh. }UANITA - Loh tiempoh siemP.re ehtán maloh pa

gente como no}otroli. Lodebihte haber sabío cuando -~noh trajihte pacá.~ ( Am7ffga} Tofál,-To ·mehino. Peón

allá, peón aquí. - - · LUIS - Ehta bien. Ya me lo jah dicho. }UANITA- ¿y qué? ¿No te guhta oírlo? iJá!~r

campo no era bueno pa un jíbaro como tú. Er pueblo sí. En la capital ehtaba el porvenil. Toíto lo bueno.' Buenoh trabajoh, buenah ehcuelah, lus elétrica ... (Mi- i \

randa sarcásticamente el cordón eléctrico.} iTe or- \ ' viabah que la lus elétrica no la daban gratih. Y la playa era bonita y uno se podía bañar en ella! Pero \ / la playa eh ahquerosa y el que se meta en esoh ma· \j rulloh der demonio se lo lleva patete. iY el aire era saludable! Pero aquí tó apehta a mierda y a basura. iY ehta eh la vía de musarañah que tú buhcahah! iY ehte el porvenil que noh diba a salvar a toh!

LUIS - Ehtá bien. Ehtá bien. Lah cosah me han salí o mal. Pero ¿por qué en ves de criticarme no me ayudah? iPor qué no te poneh a trabaja! en lo que me pasa ehta racha de mala suerte? .. ----

}UANITA - Porque no me da la gana. LUIS - Pero te da la gana perder el tiempo oyen·

do esoh emhelecoh por el radio.

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-------

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. ' ' ti .~

' ]UANITA - ¿y qué? Yo también tengo derecho a tener mih embeleco h. ¿Qué tú te creeh? ¿Que voy a ehtar tó el día viendo y olien.do ,la porquería en que vivimoh, ah? Pueh no me da la gana, hay. Cuando oigo una novela sierro los ojoh y se me orvía onde vivo. Y veo palasioh, y trajeh e sea, y huelo esensiah huenah, y oigo a gente que jahla fino.

Lms - Pero Juanita, esah cosah no son verdá. ]UANITA -No son verdá pa loh pohreh. Y aunque

no fueran verdá pa naiden yo lah creo. Sí, lah creo y máh ná. P¡orque si me pongo a cavilar que no jay otra cosa máh que ehta onde tú noh trajihte me vor­vía loca.

LUis - (Enérgico.) No tié rasón en echarme la curpa de que seamoh pohreh. Siempre hemoh sío pohreh. (En grito de impotente protesta.) ¿Qué quié que yo jaga? ¿Qué pué jaser un hombre pa dejar de ser pobre?

]UANITA- (Recobrando su tono de hermana menor, n súplica apasionada.) iQué importa ser pobre si no ehtá limpio por dentro! Pero aquí no se pué. Vá-

monoh de aquí, Luis. iVámonoh de aquí! Lms - ¿ Dirnoh? ]UANITA - Sí. LUIS - ¿Pero a ?

}UANITA -..,..j_:_ Niu. ~or- , al~infiernQ, a cualquier sitio! ahora-nrehmo e ta -ah-peñsando-en...iliJte. iNo ~roeJ;;~iegueh! Ehtahah en esa ventana mirando el aeroplano que va pal Norte, deseando tener alah pa dirte de ehta tierra.

LUIS - (Sombrío.) Pero el hombre no tiene alah.

G }UANITA - Don Severo dijo que te prehtaha cha­

oh pa loh pasaje si te dihah a trabaja! al Norte con hermano dél.

80

Lurs - Sí, pero ... no puéo. No quiero dehele máh ~havoh a Don Severo. No quiero meter a la vieja en

máh líoh. Ahora tengo trabajo aquí. Conseguiré otro máh mejor. (Mirando a la ventana empezando a sen­tir la fascinación del horizonte.) Claro, que 'allá se­ría más fácil. Disen que ha mucho traba· o. ue

..E_agan 1en. ue e po re eh igual gue el ricQ. (Se va acercando a la ventana.) Será lindo, ¿verdad? Un paíh aonde un hombre puéa jaser argo pa dejar de ser pobre ...

]UANITA -_Y aonde una mujer puéa vivir con eJ rehpeto de losombreh. .... Lurs - De onde-salen lah máquinah der mur{d~

y el dinero der mundo y lah cosah huenah que ale­gran a toh losomhreh der mundo

]UANITA - (Se ha acercado a la ventana y está de­trás de Luis.) Aonde el aire no ehtá susio de ruidoh y de pehteh. Porque disen que la nieve eh blanca y limpia como cla'i=godón·-. -----------~

-r;urs=..-Liffipía-y:1}fanca ... ]UANITA - Como el paíh de la felicidad de que noh

hablaba el abuelo cuando eramoh chiquitoh. Será lin-do, Luis .... _ _..-...---------

Lurs í, el aíh de la felicidad. (Sustrayéndose al hechizo y dándole la espaláa a a ventana.) iNo! No, Juanita, no pué ser. lJn hombre no pué pasar~e

Ja vía juyend-2; A máh ... que a la vieja no le guhta el frío.

]UANITA - (Aferrándose a un brazo de Luis, con voz sorda.) i Qué importa el frío! Vámonos, Luis. Yo no puéo seguir viviendo aquí. ¿Tú no entiendeh? N o ~o. iNo "j)lmo! ~

Lurs - (Deshaciéndose de élla.) Conseguiré un em-

81 S

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pleo e otr aquí hay porvenir. Y tú e casaráh

UANITA O,

LUis - Claro que sí. Mira, se me orviaba. Ahí Miguel te mandó eso. Me encontré a. Miguel en la plaza el mercao. Ehtaba vendiendo viandah. Me dijo que otro día vendría.

}UANITA - iN~?! iQue no venga! LUis - ¿y por qué no? ¿Qué te pasa a 'ti? (Le

1 alarga el paquete.) Toma ehto.

(Se oye a lo lejos el pito de un policía, tumul­to de vades y la voz de Lito que llama: «Luis».)

JuANITA 1 A mí no me pasa ná. Pero no quiero que venga. No quiero eso.~o.

Voz DE LITO - (Acercándose por la izquierda.) iLuis! iLuis! ~llevan pr~ iLuis!

(Aparece LITO en la puerta de la izquierda. Se detiene jadeante.)

LITo - Luis ven, avansa. Un policía cogió preso a Chaguito. e

(DA. GABRIELA aparece en la puerta de la co· cina.)

DA. GAB. - ¿Qué tú diseh? LUis - (Acercándose a LiTo.) ¿pero qué jiso

ahora? ;LITO - El polisía dise que lo ehtaba buhcando den·

de jase rato. Q?e Chaguito le vendió un santo, e palo en dos pesoh a unos turihtah. Que loh tunhtah 1~ Íheron un b1llete e dies pa que lo cambiara y que Chaguito arrancó a correr con el billete, y no se pre­sentó máh.

(Antes de que Lito termine ya Luis ha salido presuroso por la izquierda.)

82

DA. GAB. - iEl Santito! lTú oyeh, Juanita? iFué él! iFué él! (Sale presurosa por la izquierda. Se oye su voz desgarrada alejándose.) i Chaguito! i Cha· guito!

LITO - ¿Tú no vieneh, Juanita? (Juanita no con­testa. Lito desaparece mientras grita.) Por ahí no, Doña Grabiela. iPor el callejón der cafetín!

- (JuANITA, quien ha permanecido casi ajena a lo sucedido, mira fijamente el paquete sobre la me­sa. Se acerca a él lentamente y lo abre. Aparece ante sus ojos un modelo toscamente labrado de la carreta en la cual sa ió de su barrio 'íbaro ra j.r a la capita~ Lo coge suavemente y lo levanta a la altura de sus ojos. Al hacerlo se oye una música bucólica muy suave, el chirrar de una ' carreta y la voz del boyero que grita lejana, como en sueños: «000/S LUCERO, 000/IIS~. De pronto se oye -7:,~que se acerca. Al pasar sobre la casa a ga orra los demás sonidos. !uanita se deja caer en el banco de la mesa y apo­yando la frente en su brazo solloza convulsiva-mente. 1

Por la izquierda entra MATILDE. Es una mu,jer

~e 35 años, metida en carnes, pero conservando us formas muy femeninas y provocadoras. Su voz rave tiene cierto dejo de cansancio que contrasta

con sus movimientos energtcos. Echa una rápida ojeada a la casa y luego mira compasiva a !ua­nita.)

MATILDE - i Qué bueno eh llorar solita! (JuANITA se sobresalta y trata de limpiarse furtivamente las lágrimas.)

MATILDE- No te asuhteh. Soy yo. Vine a ver qué

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ehcarseo eh ese del polisía. Me dijeron que habían cogió a tu hermano Luis.

}UANITA - (Levantándose.) No. Fue a Chaguito. MATILDE - ¿Ah, fué a ese? Entonseh no hay que

llorar nenita. Mientrah no pillen al hombre que trae lah jabichuelah a la casa ... (Acercándose a la mesa.) Oye, ¿y ·qué eh eso? ( !uanita ha tratado de ocultar el modelo de carreta, pero ya es demasiado tarde.) iUn carro de bueyeh! (Riendo.) No me digah que en­toavía te guhtan loh jugueteh. ¿Quién te lo trajo? ¿Luis? 1

JuANITA __; Bueno, sí. Lo mandó un conosío del barrio.

MATILDE - ¿Un conosío? Hum, apuehto a que eh más que cono,sío y a que se llama Miguel, ¿no? (En­cogiéndose de hombros.) iUn carro e bueyeh! ¿Por qué no te mandó un rasimo de plátanoh?

}UANITA - (Pensativa, más para sí que para Ma­tilde.) Eh igualito que el carro e bueyeh de~

MATii:DE - G i qué carro eh ~se? JuANITA - (Volviendo de su abstracción.) El ca­

rro onde salimoh del barrio. ~ATILDE- Ah, bueno. Entonseh te manda ehte pa \_!J~_vuervah al barrio lo mehmo que salihte, ¿no?

JuANITA -No te ríah de mí, Matilde. MATILDE - No me río de ti, nenita. Me río de los

hombreh que no saben jablar nunca sino eh en jerin­gonsa. i Mira y que un carro e bueyeh!

MATILDE- ¿y qué carro eh ese? Voz DE HOMBRE - (Viniendo de una casa vecina

a la izquierda.) iMatilde! iMatilde! }UANITA - Oye, paese que te ehtán llamando. Voz DE HOMBRE - i Matilde!

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\

JuANITA - ¿No eh ese tu marío? MATILDE- {Con desgano.} El mehmo que vihte y

calsa. (Se dirige a la izquierda.) i Qué tempranito llega hoy el muy afrentao! (Asomándose a la puerta, gri­tando hacia afuera.) ¿Qué le pasa? ¿Qué se le ha perdí o a mi negro?

Voz DE HOMBRE - ¿Aónde tú ehtáh? Vente, que acabo e llegar.

MATILDE - (Haciéndole un guiño a !uanita, con voz melosa, pero a gritos.) iNo me diga, mi santo! iConque ya llegó! iAy, qué bueno! (Con súbita se­quedad.) Pueh si ya llegó aguántese, que estoy ocupá.

Voz DE HOMBRE - Pero, nena, ven pa que me buhqueh ropa limpia

MATILDE - (A !uanita.) iRopa limpia, dise! ¿No te digo que jablan en jeringonsa? Lo que quiere eh que me vaya a tumbar con él en el catre. i Lo conosco como si lo hubiera parí o! (gritando hacia afuera.} Quédese sucio otro ratito, mi negro, que así me guhta mucho.

Voz DE HOMBRE - Pero, santita mía ... MATILDE - Aguante lah ganah ... de la ropa lim•

pia. (Terminante.) Y déjese de ehtar berreando. No me molehte máh. (Se aleja de la puerta.) i Qué peji­guera, Ave María! El otro borrachón sólo usaba el catre pa vomitar lah tripah. Ehte se cree que el catre no se jiso na máh que pa aguantar revolconeh. ¿Ja­brá arguno que se le ocurra usar el catre pa dormir? i Con lo bueno que eh dormir tranquilita! {Suspiran­do.) i Se cansa una! Lo malo eh que no ehcarmenta­moh. ¿Pero quién se aguanta sin marío? ¿Quién, mi jita?· (Deteniéndose bruscamente.) ¿Qué te pasa? ¿Te da vergüensa lo que digo?

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]UANITA ~{Un tanto cohibida.) Matilde, mamá no quiere que yo vuerva por tu casa.

MATILDE - (Sin afectarle ni poco ni mucho la no­ticia.) ¿De verdá? iPobre vieja! Ehtá tan perdía _aquí. No digo que a la larga no coja el piso. Toah­lo cojemoh. Pero a susañoh la cosa da trabajo. (Se­ñalando el sillón, riendo.) Mira ese sillón. ¿A quién se le ocurre hoy día sentarse en un sillón? Esa son cosah de tiempo de lah abuelah. La mía, allá en el campo, tambié~ tenía un sillón. ¿Y me quiereh creer que se pasaba j tó el santo día de Dióh mesiéndose? De atráh palante. Y de al ante patráh. i Imagínate éso! Moviéndose, sin moverse. Moviéndose, pero sin lle­gar a ninguna parte. i Queándose en el mehmo sitio! Como una pisi-corre que no corre. Como una guagua que no sale de la pará. i Qué cosah! i Cuidao que la gente de enante era bruta! ...... TUANITA- Mamá no tié na de bruta, ¿sabeh?

MATILDE -Bueno, ehtá bien. No lo digo por ella. Pero l.Q.h tiempoh cambean, Que pa argo vinieron~ loh americano& a modernisarnoh. Sí, mijita, sí. Tú te coge a un americano y no te mueve una uña sino eh pa conseguir argo que sé vea y que se toque. Dile tú a un americano que pierda su tiempo mesiéndose en un sillón. Díselo y veráh como te manda pa la mierda. Claro, te mandará en ingléh. Pero te manda. (Con aire superior.) El año pasao me lié con un americano y aprendí mucho, nenita, mucho.

]UANITA- (Interesada.} ¿Aprendihte ingléh? ¿Eh difícil?

MATILDE - iNooo! Inglé sabía yo ya. Aprendí otrah cosah ...

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]UANITA - Y oye, Matilde, tú que conosihte a ... ese americano ...

MATILDE - Bueno, a ese sólo no, ¿saheh? No sé por qué pero anteh de yo sentar cabesa tenía la mar de suerte con esoh _yadq::!J!·

]UANITA- ¿ne ver á. ¿y por qué sería? MATILDE- (Dándose golpecitos en la opulenta ca­

dera.J Pueh ..• a lo mejor sería por la diferencia que hay entre lo que Dióh me dió a mí y lo que le dió a esoh bacalaoh que tién loh pobreh por mujereh.

]UANITA- ¿Pero cómo son, Matilde? ¿cómo son los americano&? -. -• MATILDE - (Recobrando su brusquedad.) Ay, mija, en el catre son tan puercoh como cualquier otro. (Encogiéndose de hombros.) iQué se la va a jaser! Yo ya ehtoy convensía de una cosa, nenita . .!ó los_ homhreh son iguales. (Con sarcasmo.) Y he oído de­~ir por la radiO q\i;" ésa fue .Ja mejor ocurrencia que tuvo Dióh : j aser a tóh losombreh iguales; y que por· que eso eh democrático. Pueh yo digo que esa fué la primera metía e pata de Papá Dióh. iPorque cui­dao que éso eh tremendo! Saber que tóh son igua· leh. (Con amargura.) Y cuando una se convense de eso le entra a una el aburrimiento. Ya no hay ehpe· ransah de encontrar a un hombre diferente, a su hombre. Ya una sabe que sólo hay... hombreh, mu­chosombreh, tóh lo mehmo, tóh igualeh ... Y se acaban lah ílusioneh. (Recobrándose, queriendo sacudir la tristeza que sus propias palabras despiertan en ella, alzando lo, voz.) Pero por lo menoh loh americanoh jablan claro y ~ién chav.Qb Y ~~an~ ¿saheh?, pa· gan. Paese que en inglé no exihte la palabra «mico». (Preguntándose a sí misma, como si le asaltara una

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súbita duda.} ¿Será por eso que aparentan ser tan cumplioreh?

}UANITA - Deja ya eso. ¿Por qué siempre tieneh que jablar de porqueríah? No me guhta.

MATILDE - A mí tampoco, nenita. Pero tú fuihte la que me preguntahte.

}UANITA - Sí, pero te pregunté otra cosa. ... MATILDE - Me preguntahte por loh americanoh.

Loh americanoh son hombreh. Y cuando se jabla de hombreh sólo se pué jablar de una sola cosa, la meh· ma de siempre.

}UANITA - Lo que yo quería saber eh si eran bue­noh,.. si eran~ mejoreh .•. Si eran ... máh considerao •..

MATILDE- iPero mijita si eso mehmito te lo acabo de contehtar! ¿O eh que quiereh que empiese otra ves?

}UANITA - (Bruscamente enojada.) iNo! MATILDE - Bueno, de toh roóh, yo no vine aquí a

jablar de hombreh sino de ti. }UANITA - (Con pueril intención polémica.) Tú

dijihte que habíah venío a saber a quién se habían llevao preso.

MATILDE - Sí, pero eso se dise por cortesía. A mí me importa un pito que se lleven preso a un títere como Chaguito. Lo que de verdá me importa eh tu asunto.

}UANITA - (Demudada.} ¿Mi asunto? MATILDE- iPueh, claro! Ereh mi amiga y quiero

ayudarte. Mira, te tenía que decil que ya jablé con Qoña Celind~. Ehtá tó arreglao. Ehta. ~ vah a dir a su casa.

}UANITA - (Aterrada.} ¿ Ehta tarde? (Retroce· diendo.) iNo!

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MATILDE - ¿Qué eh eso, mi jita? Claro que sí. Ahora mehmo. Si ayer queamoh en eso. Si tú meh-ma ehtabah conforme. •

}UANITA - No, no puéo. MATILDE - Sí puéh. (Acercándose a ]UANITA, con­

vincente.) Si no jaseh ehto, ¿qué vah a jaser, ah? }UANITA - No sé. No sé qué jaser. Me voy a vor­

vel loéa. MATILDE - iQué ehperansa! Sería formidable

volverse loca cuando una quiere. Pero no, nenita, al manicomio sólo van loh que no querían volverse lo­coh. V amoh. V amoh.

}UANITA - (Agarrándose a un cuartón de la pa­red.) iNo!

MATILDE - ¿Entonseh, le vah a decil a Miguel lo que pasa? - }UANITA - No, no. Me moriría de vergüensa.

MATILDE - Bah, de éso no se muere naid;;. ¿Y qué? ¿Te vah a casar con él sin desile ná?

]UANITA - No. Yo no jaría eso. -MATILDE - Y qué tú ha:ríah, vamoh a ver. }UANITA - ~ue no guieo que naiden lo sepa:..

iAy, bendito, mamá! Mamá que eh tan limpia, tan limpia por dentro. Se moriría de pena. iMatilde, ayúame!

MATILDE - (Molesta.) ¿y cómo quiereh que te ayúe si no te dejah ayuar? ¿Qué eh éso de vorverse loca? ¿Qué eh eso de morirse? ¿Qué eh eso de ver­güensa? ¿ Onde tú viveh, nenita? ¿Te creeh que ereh la primera que le pasa? Y total, ¿qué ha pasa o? ¿Que un día te quéah a comer dehpuéh del trabajo en casa una amiga? ¿Que llegah a La Perla de no­che y que en un calleTn ofícuro un hijo e puta ;

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te echa ensima y jase en la arena contigo lo que ~troh jasen en el catre?

}UANITA - iCállate "la boca! MATILDE - T¿n sinvergüensa que ni siquiera sabeh

quién eh. }UANITA - iCállate! MATILDE - (Haciendo caso omiso de la interrup­

ción.} ¿y qué máh da? Tan animal fué ese co~­loh demáh. Tóh son-igual eh:· ¿y qué tú te creíah?

Pa-qu~ ail:iah ·a tener ·ese cuerpo sino pa que un nimal te lo cbmiera? Si no era ese hubiera sío otro.

Eh lo mehmo.1 ¿y qui~uere por eso? No, mi­~ita. Cuando una ehtá~no eh _cuehtión de ID_?· ~:irse. Eh cue~:¡:!""de.p_arJ-~~~~.._o ... de,p.rr a~_casa e Dona Celin~k.J!~~ge. (JUANITA solloza. MATILDE va hacia ella, maternal.) V amoh, nenita,_N o_ se -saca-

ná llora~ T~~~j~~l!j~. Yelifali cosali noh pasan a Iah muJereh. Ya se que la primera ves paese cosa del otro mundo. Y que dá vergüensa. Y que da mieo. Pero no eh pa tanto. Eh la mehma hihtoria de siempre. La que máh que la que menoh hemoh pasao por eso. Vamoh ... No te apureh. Doña Celinda tié buena mano. Y no te tiéh que preocupal por loh chavoh. Y o voy a paga le el trabajito.

JuANITA- Pero eh que disen que eso eh un pecao,

M atilde. MATILDE - Sí, eso disen. Pero no te vah a poner

a creer tó lo que oyeh. A máh que toah esah vainah lah inventaron losornhreh. l:Qh loh aprietoh de la m_!!· Jereh son a elloh un pecao. iPecao! 1Pecao! Con la boca eh un mamey. ero ya quisiera yo ver argún macho de esoh en un aprieto como eh te. i Loh muy

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\ .. , '

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sinvergüensah! Elloh tién derecho a jaser con una lo que leh da la gana. Y luego una no pué jaser lo que le da la gana con la porquería que le han dejao adentro. i Qué bonito!, ¿verdad? (Ha ido conducien­do a }UANITA hacia la izquierda. Sus palabras terri­bles han sido dichas con perfecta naturalidad, como si esgrimiera uno de esos argumentos inocentes que las madres utilizan para convencer a sus hijos de que deben o no hacer una cosa.)

}UANITA - Y doña Celinda, ¿no se lo dirá a nai­den?

MATILDE - iNo seah boba! Doña Celinda eh una tumba. Eso eh parte de su negosio.

}UANITA - (Deteniéndose.) Y Matilde... ¿duele mucho?

MATILDE - No, mijita, no duele ná. A mí Doña Celinda me trabajó doh veseh anteh de que me ope­raran en el hospital. iY ni lo sentí!

]UANITA - (Deteniéndose otra vez.) ¿No será me­jor dejalo ... · pa mañana?

MATILDE - ¿pa qué? Ehtah cosah mientrah más se dejan, peor eh. Vamoh, vente, no tengah mieo.

}UANITA - (Ya junto a la puerta de la izquierda.) ¿Y tú, vah a dir conmigo?

MATILDE - (Saliendo izquierda mientras mantiene cogida una mano de }UANITA.) Claro que sí, nenita, claro que sí. Vente. Vamoh. (Sale.)

]UANITA - iQué bravo ehtá el mar! ¿Lo oyeh? MATILDE - (Desde afuera.) Sí, no te ocupeh del

mar ahora. Vente. ]UANITA - Ya ... voy. (A pesar de sus palabras

JuANITA hace alguna resi3tencia y suelta la mano de

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MATILDE. Mira angustiada a su redor como esperando una llamada que la retenga en la casa.)

MATILDE - (Desde fuera.) iAvanza, mijita, avan-za!

(JUANITA hace la señal de la Cruz y sale iz­quierda. Durante el final de la escena anterior el ruido de las olas batiendo los cimientos de la parte derecha de la casucha se ha hecho más in­tenso. Ahora el mar se oye claramente como una fuerza amenazadora. La escena permanece sola por unos ~nstantes. Luego entra LUis por la iz­quierda. Está hondamente preocupado. V e la ca­rreta en la mesa. Se acerca. Luego mira al fondo, y llama suavemente.)

LUis - iJuanita! {Va a la puerta del fondo. En voz alta.) iJuanita! {Se vuelve.)

{En ese instante entra DA. ISABEL por la iz­quierd~A-orisA..,..coTT}p Ua!!J;f!n los, vecinos a la mujer""'ae DoN SEVERO, perte~que podría­mo~r la «burguesía» deLarraha.L~ Viste me-

jor que t::'ht;:as mujeres, usa medias de nylon y se peina cuidadosamente. Tiene alrededor de cuarenticuatro años. Es alta y delgada. Su foné­tica demuestra influencia urbana y escolar. Tiende a pronunciar la «s» débilmente en lugar de aspi­rarla. Sin embargo a menudo recurre a la aspi­ración de la «S» final. En su habla luchan tenaz· mente las formas correctas de «nada» y «para» con las poputas de «na» y «pa».)

DA. IsABEL - Juanita iba por el callejón con Matilde. ¿ Quiereh que la llame?

Lms - (Turbado por la presencia de DA. lsA.) No ... No, grasiah.

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1

1

DA. ISA - i Vaya mal rato que estará pasando tu madre! Lo peor eh que ahora Chaguito no se salva de la cárcel. Severo me dijo que no iba a poder haser nada.

Lms - Y a lo sé, Doña lsa. DA. ISA - ¿y tú, qué vas a haser? Lms - Hoy conseguí trabajo. DA. lsA - ¿Ah, sí? Eso te anclará máh aquí, ¿no? LUis - (Pasando por alto la observación.) Ah,

y quería decile que ahora pronto podré pagar a Don Severo la cuenta del cafetín.

DA. lsA - {Sonriendo.) No hay prisa ninguna. Lms - Pa uhté no, pero pa mí sí. Me arde la cara

de vergüensa de debele a Don Severo. DA. ISA - (Acercándose a Lms.) ¿Por qué? Tó

el mundo vive de deudas. LUis - {Incómodo.) Sí, pero Don Severo ... Se ha

portado tan bien con nojotroh. DA. lsA - (Poniendo suavemente una mano en el

brazo de LUis.) - ¿Ehtáh seguro que eh por Severo por lo que sienteh vergüensa?

Lms - {Inmovilizado por el contacto de la mano de ella, sin mirarla.} ¿Por qué ... por qué me pre­gunta éso?

DA. lsA - {Acercándose más a é!.J ¿No será por lo que dise la gente? ¿No será porque todos disen que soy ... tu querida? ... LUis - (Apartándose de ella bruscamente.} iEm­buhteh! i Embuhteh!

DA. lsA - Eso es lo que disen. LUis - Pero uhté sabe que son embuhteh. DA. ISA - Tó depende. (Alejándose de él.) La

verdá es que la gente es Siega. Tengo en casa una

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sobrina que si no es lo que se llama bonita, por lo menos es bastante mona. Nadie puede negar que te gusta Martita. Nadie puede negar que has andao rondándola. Pero la gente no lo ve. Es mucho más sabroso imaginar que tú andas detrás de la tía. Por­que la tía es casada y es vieja. Y eso sí tiene pique.

LUis - A esah cosah no se le jasen caso. DA. lsA - iClaro que no! Hasta que una noche

.tú vas a casa a ver a Martita. Pero antes de ir te has dao unos palos. Pa darte ánimo. Porque al fin te das cuenta~ que necesitah una mujer. Y vas a de­clararte. Con unoh palos en la cabesa.

LUis - iNo siga, Doña lsa! DA. lsA - Pero Martita no está en casa. Severo

la ha llevao al sine. iPorque hay que ver lo que Severo quiere a mi sobrina! Y tú me encuentrah sola. A mí, a la tía casada y vieja. A la que el barrio te da por querida.

LUis - Ehtá bien. Ehtá bien. Cállese ya. DA. lsA - (Rememorando, casi soñadora.) - Es­

tábamoh tú y yo solos. Y el ruido del mar que en­traba por el balcón. Y tú dijiste: «El mar ehtá bravo esta noche.» (Yendo a la ventana de la derecha.) Sí, estaba bravo. Igual que hoy. El mar siempre se pone bravo cuando algo malo va a pasar. (Volviéndose a él.) Y pasó aquella noche, pasó.,

Lu1's - Ya lo sé. Lo que jise no tié perdQn. No me lo recuerde máh, cDoña lsa. ya sé que soy ~ ~ve~ - ---uA. lsA - No, Luis, los sinvergüensah no saben nunca que lo son. Tú no tuviste la culJ>a.

LUis - Sí, la .tuve. Por jaber bebío. ¿pa qué tuve que bebe~~e ron?

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1

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DA. lsA - Pero, Luis, tó el ron del mundo no hu­biera servido de ná, si yo no quiero. A mi edá una mujer sabe no querer. Pero ~ quis';_ que pasara.

LUis - iDoña lsa! DA. ISA - Es verdá, Luis. Lo quise. Y no siento

vergüensa. A lo mejor tú no entiendeh. Tú tienes familia. Tú no sabes lo que es vivir solo. Sí, ya sé. Tengo marido y tengo una sobrina. Pero no es eso . Dime, ¿tú nunca has quería algo de tó corasón, con toas las fuersah de tu alma? ~/)

Lms - Sí... 1 _ l.;? DA. lsA- Desde que me casé o uise tener hi'oh. U/ct¡:-1 /

Y no pude. Aquí, onde hasta lah putah paren yo · t¡' he sentí o mis entrañas siempre vasíah. Donde las que e~,.., S? no pueden mantener un hijo tienen seis, yo, que po- P' 11¡ dría mantener seis, no puedo tener ninguno. Y una h

0 mujer que no puede resibir la semilla del hombre (" _ siempre está sola. No sé. Debe haber en el mundo Yv /h t¡ t,, J' algún tornillo mal ajustao. Porque lah cosah no son

1 · 1 :_ 1

como debieran ser. LUis - Eh verdá. Tó sale mal. ~t': DA. ISA - Tú eres bueno, Luis. Desde que te vi re. e

supe que erah bueno. Tan bueno que a veseh se me 1 f hase difícil pensar que ereh un hombre. Me parese 1 h -1 ": que ereh un muchachito buscando una madre que lo Ov.cA , acaricie. Y nunca sé si esah ganah ue ten o de aca- ;.(e ) risiarte son pal om re o pa muchachitQ. · Lms - No diga eso... 1- V<s

DA. lsA- No, si no te comprometo a r( A uella ~che pa§.Ó. Es ver a que por unah horah no me sentí sola. Pero tú ereh demasiado \desente pa volver a eso. Y yo no quiero acostumbrarme a pensar que podría no estar sola, que podría tener a alguien. A

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máh que tú no podrías quererme como quieres a Martita. Y.__yo, yo no sabría nunca en verdá si eras "iñi hom~e,., o mi hijo. · LUis - No Jable así:" Me da pena de uhté.

DA. IsA - N o te dé. Y o no necesito tu pena. k que necesito eh que te vayas de aquí.

LUIS - G Qué me vaya'? DA. ISA - Sí. LUis - Pero acabo de encontrar trabajo. DA. IsA - No importa. LUis - Pero Doña Isa, aunque ehté mal el desilo.

yo pensaba 1ue ahora ... ahora que· tengo trabajo ... Martita... 1

DA. IsA - Martita nunca se casará contigo ... LUis - Pero uhté acaba de disil que lo de a.quella

noche no cuenta. DA. IsA - Eh verdá. No cuenta. LUis - Entonseh, uhté daría el permiso. DA. IsA - No eh cosa de permiso. LUIS - (Impaciente.) No entiendo. Jable claro

de una ves. DA. IsA- ¿Es que no hablo claro? Mi sobrina no

puede casarse. Contigo ni con nadifh. LUIS - (Irritado.) ¿por qué no? (Pausa.} No, si

no me lo tié que desil. Si yo sé por qué. Porgue uhté tiene seloh de e!!ll. Porque ella eh jo;¡;n y eh bo­nita. Porque uhté no guié que ella se case y_que. t~ga hijoh como lah demáh muje.reh.

DA. IsA - No eh por eso, Luis. LUis - ¿y por qué eh? DA. IsA - (Tras una breve pausa.) ~ue Mar.-

tita es la querida de mi marid.Q:. '\ Luis - (Atónito) ¿Qué .. ,?

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DA IsA - La gente que tanto ve no ha visto eso, ¿ verdá? Ni tú mismo lo has visto.

LUIS - i Uhté ehtá loca! DA. IsA - Una ves creí volverme loca. Por ella.

No por él. Porque ella era como mi hija. Pero ya no. Ya no es mi hija. Ni ya me vuelvo loca.

LUis - No lo creo. Uhté dise eso pa que no me case con Martita. Dise un embuhte pa desacreditala a ella.

DA. IsA - Te digo la verdá pa salvarte a ti. ¿Por qué tu creeh que Severo te tolera? ¿Por qué creeh que es alcahuete contigo? Porque se imagina que tú ereh mi querido. Porque teniendo yo un querido siente su conciencia máh tranquila. Por eso. Pero si supiera que le quiereh quitar a Martita te mataría. Aún sin sa erlo siente seloh, seloh por ella, no por mí. Y le gustaría que te fueras. Y está dispuesto a darte dinero pa que te vayah a trabajar con su her­mano a Nueva York.

LUIS - iY uhté ... ! iUhté aguanta eso! ¿En su propia casa?

DA. IsA - ¿y q~é puedo haser? LUis - iDirse! iUhté eh la que debe dirse! DA. lsA- ¿Adónde? ¿con quién? ¿pa qué? Hase

ya tantos años que vinimos a vivir aquí. Entonses este era un barrio chiquito. Pobre sí, pero desente. Yo era la maestra de la escuelita. Y Severo montó el cafetín. Tú no lo creerás, pero esto no se paresia a lo que hoy. Hasta bonito era coq las murallas es-

añoJas, el faro, las garitas, el mar. Lue o, casi sm darnos cuenta nos ue arropando esta cosa horrible. Llegaban más y más y más. Y el pedasito e tierra no cresía. Cambió la gente, cambió el mar, cambió

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el aire. Dejé la escuela. Severo y yo también hahíamoh cambiado ¿Tú ves? Si un cambio así viniera de golpe una se asustaría y le daría tiempo pa huir. Pero cuando el cambio viene poquito a poco, una se acostumbra, una también cambia, y entoseh no hay manera de escapar. Pero tú sí puedeh huir..._Luis. Pa ti es tiempo todavía.

Lms - Y o no pueo aceptar un chavo de su marío pa ese viaje.

DA. lsA - Te doy yo loh chavoh. Y luego tú me loh mandah cuando puedas.

Lms - N; o. Menoh toa vía. Y o no puo coge le cha­voh a una mujer.

DA. ISA - Es un préstamo, Luis. Me lo devolverás. Lms - No. Yo tengo que salir alante por mi meh­

mo. No pueo darme por vensío. Ehte eh mi paíh. Aquí se ehtán jaciendo cosah nuevah, cosah grandeh. Ehta ,eh una nueva época. La época de lah máquinah_ Y yo tengo fe en eso. Lo demáh ehtá muerto. Y o tengo que encajar en ehta nueva vía. Tengo que luchar.

DA. lsA - ¿Luchar contra qué? LUIS - Si no hubieran serrao la fábrica. y o no sé.

Hay cosah que no entiendo. De alláS noh mandan fábricah y que pa darnoh vía. Pero si de allá mehmo ordenan que noh suban loh salarioh, entonseh sierran lah fábricah y se lah vuerven a llevar pallá porque no eh negosio pa elloh. De moh que el negosio eh que nojotroh ganemoh menoh que loh de allá. ¿y por qué? Dígame. ¿No somoh tóh igualeh, lo de aquí y loh de allá?

DA. lsA - N o lo sé, Luis.

5. La metrópolis.

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Lp1s - Pué ser que uhté tenga rasón. Debe jaber a gUn tornillo mal ajuhtao. Yo no consigo loh traba­j h que quiero. A mí me guhtan lah máquinah. Porque

ay argo grande y como mihterioso en una máquina.' on pwsa de 1erro y asero, pero cua quiera diría

que tién vida. Casi como si tuvieran arma. ~DA. ISA - Eres un niño, Luis. ¿Cómo va a tener

alma un pedazo de hierro? Pa mí una máquina es sólo ... una máquina.

LUis - iPero eh máh que eso! Anteh un hombre era dueño de otrosombreh que se llamaban ehclavoh. '\ · Pero hoy un hombre eh dueño de una máquina y la máquina no eh su ehclava sino su amiga.

DA. ISA - i Qué cosas raras tú dises! A mí las máquinah no me gustan. No las entiendo. Me dan miedo.

Lms - El porvenir ehtá en lah máquinah. DA. lsA - Sí, pero el tuyo, tu porvenir. ¿Qué vah

a haser? r Lms - No sé, Doña lsa. Ehtoy como sin raíse6;1 ~ .~o encuentro tierra. ~o encajo en ningún sitio J

DA. lsA - Pueh cuidado, Luis. Cuidado no eches tus raíseh aquí porque ~~~_p_u.$&! .. ,1Vli~o:,.qu~"'noh ha paS[_Q:;"a-:¡~éiirás::::l\1íraJo .. que,le .. p,asa:, ~ma familia. Mírate bien por dentro y fíjate lo que te éstá

Pasan'do~Jí-ti;;-:::-- --- "'"""' - ....---=:-¡. · ="' ~~w

LUis - Pero ehta racha pasará. Ehtoy seguro que pasará.

DA. lsA - Ehtá bien, Luis. Dióh te ayude. Lms - ¿se va a dir ya? DA. lsA- Sí. No debía haber venido. {Se detiene.)

Luis deja a Martita quieta. Eh por el bien de todo h.

99

\

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Lurs- (Resentido.) No la volveré a mirar máh en mi vía . ..Y_a no la quiero.

DA. IsA - Será mejor así. LUis - Doña Isa, yo quisiera ayuarla a uhté. ¿Qué

va jaser? DA. lsA - Seguir fingiendo que soy tu querida.

Pa despistar a la gente. Y a Severo. Y seguirle mi· rando el vientre a Martita. ¿ Sabeh? Lo he estado ve· lando por años, meseh tras meseh. Eso me conforma· ha. Yo desía: «Si tiene un hijo será mío, mío.» Pero sigue igual. \Tiene cintura de avispa y caderah de muchacho. Yi los pechoh no se le hinchan. ¿pa qué sirve un cuerpo de mujer si no se llena de savia?

LUis - (Volviéndole la espalda, bruscamente.) No jable esah cosah de Martita.

DA. lsA - Eh verdá. Tú no mereseh eso. ( Acer-1 cándose a él, con voz quebrada por la emoción.) Pero es que aquí nadie tiene lo que se merece, Luí~

·Esto es como una lotería donde los númeroh se han vuelto locoh. (Se ase suavemente a ambos brazos de Lms, apoya su mejilla sobre la ancha espalda del hombre con tímida posesión mientras murmura.) Vete de aquí, Luis, vete.

(Por la izquierda entra DA. GABRIELA. A pesar de su abatimiento le hiere la escena que tiene ante sí. Se yergue y dice con dureza.)

DA. GABRIELA - i Ehto también! (LUis y DA. IsA se sobresaltan. DA. lsA se apar­

ta rápidamente de Lms.) DA. GABRIELA - (A LUis.) i Conque te dihah a

casar! i Con la sobrina! iY pa eso te tiéh que ehtru-1jar con la tía! (A DA. lsA.) GNo le da vergüensa?

100

1

l ¿Aquí, en mi propia casa? ¿Una mujer casá? ¿Una mujer de susañoh?

LUIS- Mamá ... DA. GABRIELA - iN o me llameh mamá! (A DoÑA

ISA.) Yo me creía que lah mujereh que tién lah aga­llah de jecharse un querío al cuerpo tendrían también onde recibÜo. Pero no, lo tié uhté que venir a huhcar aquí. A jaser suh porqueríah aquí, en mih propiah nariselí.

DA. lsA -No eh lo que usté se imagina, Da. Ga-briela. Por favor.-.

DA. GABRIELA- iNo, claro que no! Lo que yo me imagino no eh. Eh lo que se imagina el barrio en­tero. Eh la verdá de loh cuernoh que uhté le pega a su maño con mijo.

LUis - iVieja, no diga eso! (DA. IsA sale rápida­mente por la izqueirda. Pausa.) Uhté ha cometío una gran injuhtisia con esa mujer.

DA. GABRIELA - Pa cometer una injuhtisia tengo que jaber levantao una calurnia. Si la he lev~tao, le pediré perdón a Dióh, a ti y a ella. Ahora, d1me: ¿eh verdá o no eh verdá?

LUis - (Evasivo.) ¿El qué ... ? DA. GABRIELA - ¿Te jah acohtao con esa mujer

o no? Lms - Vieja ... DA. GABRIELA - ¿Sí o no?

(LUIS quiere explicar pero se da cuenta de que no puede.)

LUis - (Bajando la cabeza, vencido.} Uhté no en-tendería.

DA. GABRIELA - Tiéh rasón. Y o sólo entiendo lah corah como Dióh manda.

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Lms - No eh una mujer mala. DA. GABRIELA - No digo que lo sea. Pero ya ves

que no he levantao ne:ilguna calurnia. LUis - Eh una dehgrasiá que sufre mucho. DA. GABRIELA- Toh sufrimoh. Y eso no quita pa

que no}:¡ portemoh con vergüensa. (Interrumpiendo a Lms que intenta hablar.) No me digah máh. No quieo­máh esplicasioneh. 'fú eresombre y puéh tener tuh líoh. Nunca pensé que fuera con una mujer casá. Yo me creía que 1 era con la ... sobrina. Pero ese eh asunto tuyo. Si no t~ quié casar allá tú. Lo único que te P.ÍO

eh que no metraigah a tu quería a ehta casa.5sahta-;­teh maloh ej¿mploh tié Juanita en ehte barrlo. ¿Aón-de ehtá ella?

Lms - Creo que salió. DA. GABRIELA -Le dije que no saliera. (Mirando

en torno suyo.) No se ocupa de la casa. iFíjate qué reguerete! Nunca mi casa había ehtao tan tirá. (Em-

. za a recoger.} Tengo que jaselo tó.\.!Ihtedeh se creen que yo tengo veinte manoh. (Viendo la carre­ta.} ¿Fue eso lo que le mandó Miguel a J uanita? (Cogiéndola.} iQué bien jechesita, ¿verdá? Se paese mehmamente al carro e bueyeh de Cico. (Suspiran­do.) iAy, ehtoh muchachoh! iCuándo se acabarán de casar!~(Pone la carreta en la tablilla donde estuvo el an Antonio.} i Qué cosah! Y pensar que mi San Antonio fué a arar a manoh de unoh condenaoh ~ 6Pa qué carajo o que ran. o turi . tah son protehtanteh, y no creen en loh Santoh. (Re­coge los papeles que envolvían la carreta.) Me da rabia pensar que esoh herejeh se puéar>, reír de mi San Antonio. ~li verdá que era bien viejo y que un

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¡ ~ \

ratón le hab~a comío la naris, pero era mi santito. Naiden tié que reírse de mi santo e palo.

LUis - A lo mejor no se ríen, vieja. A lo mejor lo quién pa llevárselo como recuerdo.

DA. G¡BJUELA - Sí, ~al que se llevan un guí· éaro o unah maracah. Y yo me gueo sin mi santo. Eso~eh lo trihte. (Arregla la manta del camastro.} ¿Cuánto tú creeh que le jechen a ese muchacho?

Lms - No sé. A lo mejor lo mandan a La Co­rrercional jahta que sea grande.

DA. GABRIELA -- (Interrumpiendo su labor.) ¿Tó ese tiempo?

Lms - Pué ser ... DA. GABRIELA - Entonseh va a quearse sin eh-

cuela. Lms - Disen que allí y que le enseñan un ofisio. DA. GABRIELA - ¿Qué ofisio? Lms - Pueh no sé. Será el que a él le guhte. DA. GABRIELA - ¿y si lo que le guhta eh robar? Lms - Pueh lo enseñan a ser honrao. DA. GABRIELA - (Reanudando su labor mientras

mueve la cabeza con escepticismo.} Dióh quiera que elloh puéan. Yo no púe.

LUis - Y a verá. Cuando vuerva será otro. DA. GABRIELA - ¿podemoh dirlo a ver el do­

mingo? LUis - Creo que sí. DA. GABRIELA - Jay que dejar del durse e coco

que tú trajihte pa llevale un poquito. ¿y allí, le dan ropa?

Lms -No sé. DA. GABRIELA - Le llevaremoh una múa limpia..

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1.

Si lo dejan ver será mejor llevale una múa toah la semanah.

LUis - .Si se lo llevan pa La Corrercional no po­dremoh, vieja. Porque eso quea en Mayagües, en la otra cohta. . • DA. GABRIELA- ¿Tan lejoh se lo llevan? Bueno, pero mientrah tanto lo veremoh aquí en... la cársel (Se interrumpe al sonido de la palabra cárce . vergüensa; Luis!

VIS _.:__ No. piense en eso, VIeJa. DA. GABRIELA - Dióh sabe lo que jase. Ojalá sea

por su bien. Nr eh malo, tú lo sabeh. Lurs - Sí, ¡vieja. DA. GABRIELA - ¿Te arrecuerdah cómoh quería

aquel condena o gallo? Lms - Sí, 'como a una persona. DA. GABRIELA - Y a veh que no pué ser malo.

Aunque eh verdá que jasía rabiar mucho ai abuelo. Lms - Bueno, noh jasía rabiar a tóh. DA. GABRIELA - 1\fardito que era. Lms - Y agusao. Tenía una puntería fenómena

con la jonda. ¿se arrecuerda? Y era el que máh jon­do sabullía en el río.

DA. GABRIELA - Aquí no podía sabullir. Ese mar 1/ eh demasiado bravo. ~omo si siempre tuviera coraj~

con arguien. A mí nunca me guhtó el mar. Pero nai­d~n le ganó a correr a Chaguito en esa playa. El condenao siempre corrió máh que una guinea. Caray. iTú sabeh que me ehtá dando pena no jabele dao un cantito e durse e coco! ¿Te arrecuerdah que me lo pidió? i Con lo lambío que eh! Y hoy que teníamo serenata. (Dando un grito súbito.) i~y! iAy!, Vih­nen del Carmen, i lah viandah! Que se me secan lah

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~\ . \ viandah. (Sale presurosa por la derecha. La oímos

desde la cocina.} iMía pallá! Si no me arrecuerdo. Por poquito se me achicharran.

LUIS- No me vaya a dañal la serenata, vieja. (Se oyen muy lejanos gritos de «socorro», «au­

xilio», «sálvenla». Y luego un murmullo confuso de voces que va in crescendo en el transcurso de la escena siguiente.}

Da.-GABRIELA - (Apareciendo en la puerta de la cocina.) No te apureh. Que ya ehtá arreglao. Lo que noh va a j aser farta eh aceite. ¿Qué eh eso?

LUis - No sé. Arguna pelea. DA. GABRIELA - Y a no tengo que pensar que Cha­

guito ehtá metío en lah peleah. (Se lleva una mano a los ojos y se los aprieta como si quisiera evitar que se le cuajaran las lágrimas.) Dióh sabrá lo que jase. Pero ~h duro perder un hijo.

LUis - V amoh, no diga eso. Chaguito ehtá vivo. Uhté no lo ha perdío.

DA. GABRIELA - Lo empesé a perder jase tiempo. ¿Tú ehtáh seguro que eso eh una pelea?

(Las voces se acercan a la casa. Se oyen ya claramente algunos comentarios: «Abran pasó», «¿Pero ehtá viva?», «Que se quiten del medio, digo.», «Dejen pasar.»)

Lms - (Yendo hacia la izquierda.} Paese como que llevan a arguien ...

Voz DE LITO - (Afuera, izquierda.) iLuis! iDo­ña Grabiela! iLuis!

LUis - (Asomándose a la puerta.) ¿Qué· pasa .. ? ¿Qué pasa ... ? (Se interrumpe.) iDióh Santo! (Sale presuroso. DA. GABRIELA se ha quedado inmóvil mi­rando hacia la puerta de la izquierda. A medida que

105"

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el ruido de afuera se acerca a la puerta su mano len· tamente va buscando su pecho y por último se crispa sobre et corazón. En ese instante entra LUis con }UA· NITA en brazos. El cuerpo de JuANITA está inerte y mojado. Detrás de Lms entran LITO y MATILDE.)

DA. GABRIELA - (Dando un paso hacia Lms y deteniéndose.} ¿ Ehtá... muerta?

MATILDE _: No, señora, no. LUis - uA accidente, mamá. Disen que se cayó

~¡ (DA. GABRIELA reacciona diligente.) DA. GABRIELA - Llévala al cuarto. iSeguío! A·

cuéhtaia. (A MATILDE.) Uhté, consígame agua calien­te. (MATILDE sale rápida por la derecha. A LITO.) Tú, ve al cafetín a buhcar una botella de alcoholao. iCorre! (LUis sale por la puerta del fondo con }UA· NITA en brazos. LITO sale veloz por la puerta izquier­da. DA. GABRIELA se asoma a dicha puerta.) Gra­siah por traela. Ahora jagan el favor de dirse. No quieo a naiden máh aquí. (!unta la puerta izquierda.) Luis sácame la manta kaki del baúl. (V a al camas· tro del fondo izquierda, coge la manta que había es­tirado poco antes y se dirige a la habitación del fon­do.) iSan Antonio Bendito, ayúanoh. (Se detiene en la puerta del fondo y grita a MATILDE.) iEn cuanto ehté el agua caliente me la trae acá! (Sale fondo.)

Lms ..,...- (Desde adentro.) ¿Ehta eh la manta?

DA. GABRIELA - (Desde adentro.} Sí, tráela. Cie­rra esa ventana. (La luz que entra por la ventana de la habitación del fondo se extingue.) Ahora salte. (LUIS entra por el fondo. MATILDE asoma la cabeza por la puerta de la cocina.)

106

\ MATILDE - El agua, ¿ tié que jervir o pué ser

templá?

DA. GABRIELA - (Desde adentro.) Templá eh su­ficiente. Mira, Luis, cuando venga Lito mándalo a huhcar café.

Luis -:- Éhtá bien. ~(LITO aparece por la izquierda, jadeante, con

una botella de alcoholado barato.) LITO - Aquí ehtá.

LUIS - Dame. Vete 11. huhcar una cuarta e café. iCorre! Ehpera. (Saca unas monedas del bolsillo.} Págale a Don Severo el alcoholao y el café.

LITO - ¿Cómo ehtá Juanita? LUIS - Ehtá bien. Vete. LITo - No se cayó, ¿saheh? o !a vi

(LITO sale izquierda como una ex a acwn. a la puerta del fondo.}

LUis - Aquí ehtá el alcoholao. (Mete la botella tras la cortina sin mirar hacia ad€ntro. Por la dere­cha entra MATILDE con una cacerola de agua caliente.}

MATILDE - (Yendo al fondo.} Ya ehtá el. agua, Doña Gabriela. (Sale fondo.}

DA. GABRIELA - (Desde adentro.) Póngala aquí. MATILDE - (Desde adentro.} ¿Quié que la ayúe? DA. GABRIELA - {Dentro.} No, grasiah. Vaya a

calentar máh agua pa colar café. (Aparece MATILDE por la puerta del fondo. Se

dirige presurosa a la cocina. Antes de llegar a la puerta de la derecha LUis la detiene bruscamente por un brazo.} Lurs - (En voz baja, imperiosa.) ¿Qué pasó? MATILDE - No sé. Suértame. Tengo que jaser. LUIS - (Sin soltarla.} Dígame qué fué lo que pasó.

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MATILDE- Ya tú lo sabeh. Juanita se cayó al mar. LUis - No se cayó ná. La vieron tirarse. ¿Por

qué? MATILDE- ¿y yo qué sé? LUis - {Sacudiendo a MATILDE.) Uhté lo sabe.

Uhté andaba con ella. ¿Qué pasó? MATILDE - Bueno, ehtá bien. Al fin y al cabo tú

lo debeh saber. Doña Celinda .le ehtaba jasiendo un. yabajo. De pronto se vorvió como loca, salió co: .giendo y se tiró al mar.

LUis - ¿Qué jasían uhtedeh en casa de Doña Celinda? '

MATILDE -Ya te dije que le ehtaban jasiendo un trabajo a Juanita.

LUis - ¿Qué eh eso de un trabajo? ¿Qué tenían que jase le a Juanita, ah?

MATILDE - Pueh lo que se le jase a una muchacha cuando no guié tener un hijo_,_ - LUis - (Ciego de rabia.) ¿Qué uhté dise? ¿Qué uhté dise?

MATILDE - Pueh eso. Que Juanita ehtaba preñá. LUis- (Sacudiéndola con furia.) iEmbuhte! iEm­

buhte! MATILDE - Déjame. Déjame si no quiéh que. lo

grite pa que tó el mundo lo sepa. (LUis la su~lta.~ Sí, eh taba preñá. X.. fue a sacarse el mucha~. (,Que otra cosa queríah que jisiera?

LUis - (Después de una pausa.) ¿Quién fué? MATILDE - No sé. Lms - ¿Quién fue? ¿Miguel? MATILDE - No. Lms - (Agarrándola una muñeca.) Dígame quién

filé. Ahora roehmo. Dígame quién fué.

108

'

MATILDE - No sé. No sé te digo. Lurs- iPueh ella me lo tendrá que decil! (Hace

ademán de dirigirse al fondo.) MATILDE - (Deteniéndolo.) Ella no te lo pué decil.

No seah bruto. iDéjala quieta! Lurs - iSi no me lo dise la mato! (Se deshace

bruscamente de MATILDE y se dirige ciego de rabia al fondo.)

MATILDE ,_ iPiensa en Doña Gabriela! iElla no lo sabe!

(Cuando Luis va a llegar a la puerta de la ha­bitación aparece en ella DA. GABRIELA. Está lívida. Los brazos cuelgan inertes a lo largo del cuerpo. En una mano lleva la botella de alcoholado y en la otra l!!!_E!!ño manchado de sangre Lurs se. queda inmó­vil. Las miradas de ambos se cruzan. La botella de alcoholado cae al piso. Al ruido que produce DA. GABRIELA mira hacia abajo. V e el paño manchado en sangre. Abre la mano lentamente y lo deja caer. Hay un silencio terrible roto sólo por el batir de las olas en las tocas. MATILDE huye presurosa por la izquierda.) Lurs - iMamá! (DA. GABRIELA no contesta. Da unos pasos m­ciertos y al fin dice con voz ronca.) DA. GABRIELA - Y yo eché a una mujer de mi

casa porque pecó contra Dióh. Y Dióh me cahtiga echándole ensima a mi/hija el pecao máh horrible que puea cometel una mujer. Pero la sarvó del otro pecao. No la dejó que muriera. Pa que lo pagáramoh juntoh.

Lurs - Yo buhcaré al hijo e puta, vieja. Yo lo jaré casarse con ella.

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f

DA. GABRIELA ~ Luis, loh de mi sangre ehrán marditoh. Mi ~re ~urió sobre la tierra, en una cueva, como un perro sm ueno. ijo ehtá en a.

'Cácel. Mija ehtá desonrá ... Sólo tú te has salvao. Porque .tá no ereh ... '-:cms ~ (Casi~ un grito.) iNo, vieja, no! La mardisión noh toca a tóh. Y me alegro gue me toque. Pa. yo sufrir también. Pa que uhté no ehté sola.

MATILDE '--' No, Luis, tú no. ,..--- Lm. - ¿Y se cree que no tengo yo la mardisión?

l1

¿La mardisiózi de jabeloh sacao a toh der campo? ¿La mardisión de jabeloh metí o en ehte jnfi.erno? ¿La mardisiónj de no dejar de ser pobre? ¿La mar­disión de no s~rvir nul!ca pa na?

DA. GABRIELA- ¿y por qué será eso, Luis? ¿por que será? Eht¿ bien que a una le pase argo y que diga: «Jága;se la voluntá de Dióh.» Y que otra ves le pase argo y vuerva decil': «Que sea lo que Dióh quiera». Pero Dioh no pué ehtar siempre queriendo lo malo. No pué ser su voluntad herirnoh siempre en lo que máh noh duele. Porque entonceh Dios se­ría malo. Y Dióh no pué ser malo, Luis. Dióh no pué ser malo.

Lu'Is - Si El no eh malo, hay arguien malo. Hay argo malo. Y no sabemoh lo que eh. Y no poemoh ver esa cosa. No poemoh tajeala, matarla.

DA. GABRIELA - N o, no pué. Si tú pudierah, eso sería pa ti un consuelo. Un hombre tajea y mata y se le ehcurre así el odio y el sufrimiento del corazón. Pero una madre a la que le han secao el arma, una madre a la que el comején le ha coplÍo así, de gorpe el corasón, no la puén consolar loh tajoh ni la muerte.

110

)

Lms - ¿y entonceh, qué vamoh a jaser, vieja? DA. GABRIELA - Na, Luis, na. (Descuelga el ro­

sario de un clavo.) Yo voy a resar. (Besa la cruz del rosario y se persigna con ella.)

Lms - (En grito de angustia.) iVieja, vámonoh i{e aquí! (V a a ella y la sacude por los hombros.) iVámonoh! No se ponga a resar. Grite, diga argo. iPégueme! Mándeme a jaser lo que quiera, pero no se q!J.ée asina, tan callá, pensando en Dióh. V amoh a jaser argo. Vamoh a sacudirnoh ehta mardisión de ensima. Vámonoh de aquí. Lejoh. A jaser otra vía. Onde la gente sea dihtinta. Jábleme, vieja. iDígame que ehtamoh vivoh, que entoavía poemoh luchar!

DA. GABHIELA - Me siento vieja, Luis. Lms - Yo seré joven por loh doh. Noh iremoh

~i2h· Muy lejoh. DA. GABRIELA ...,.- ¿ Pa qué, Luis pa qué? Lms - ~-a empesar otra ~ Pa volver a luchar ...

(Pausa.) · DA. GABRIELA - Sí, tú ereh hombre. Tú necesitah

luchar . .&esitah luchar pa sentirte vivo,. ¿verdad, Luis? (Se dirige al sillón.) ~reh el hombre e la casa. Lo que tú desidah se hará, Luis. Lo que tú des1dafi. • (Se sienta en el sillón. Se oye la misma rumba del principio en la vellonera del cafetín. DA. GABRIELA suspira.) Resaré un poquito.

Lms - iEse condenao ruido! (Sale izquierda.) DA. G¡BRIELA - No importa, Luis.1_oh ruidoh...l.~

no importa~: -· (Se mece en el sillón con los ojos cerrados pa­

sando las cuentas del rosario entre sus dedos. Por la izquierda entra LITO llorando con el paquetito de café. V e a DA. GABRIELA y se acerca a ella len-

111

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tamente. Se sienta a los pies de DA. GABRIELA. Ha-ciendo pucheros dice.) . LITo - Un títere me robó mi trompo, Doña Gra­

biela. (Llora desconsolado.) (DA. GABRIELA acaricia con una mano la cabe­

za que LITo apoya sobre sus rodillas. Con la otra mano sigue pasando las cuentas del rosario. La rumba de la vellonera se oye más salvajemente al caer el

TELON

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TERCERA ESTAMPA

LA METRO PO LIS 1

PERSONAJES (por orden de aparición):

(!

DOÑA GABRIELA JUANITA LUIS PACO LIDIA MR. PARKINGTON

LUGAR: Bronx hispano, Ciudad de Nueva York, «V. S. A.»

EPOCA: Actual.

Un año después. Pequeño apartamiento en Mo­rrisonia, zona boricua del distrito de Bronx en Nue­va York. Sexto piso de un edificio viejo y deterio-

1. En el diálogo se . usan algunas de las corrupciones del in­glés que los puertorriqueños de Harlem y Bro?x. han b,ispanizado incorporándolas a su habla. Entre ellas, las stgutentes: marqueta -plaza de mercado; del inglés «market», grocería--pulpería, cbl­mado; del inglés «grocery store», suera--chaquetilla de. lana tejida, jersey; del inglés «sweater:~~, lonchera--maletín pequeño de '!letal

113 10

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rado. En primer término, extremo derecha, puerta de entrada al apartamiento. Ocupando poco menos de una cuarta parte del escenario, a tres pies de la lí­nea de la cortina, hay una pared de cinco pies d~ largo que corre paralela al proscenio, partiendo casL del marco de la puerta de entrada. En esta pared hay una puerta cerrada que da al pequeño cuarto de baño A 1a derecha de la puerta del cuarto de bañ~ hay ¡res ganchos corrientes que sirven de percha. Dos de los ganchos están oc:upados con chaquetas de lana. En en tJrcer;o hay un sombrero de fieltro: A la izquie;da de l¿icha puerta hay una lámina enmarca­da mostrando un relamido paisaje de nieve. Esta pa­red forma un, pasadizo que va de la puerta de entrada a la sala propiamente dicha. La sala ocupa el resto

de la escena. Al fondo derecha de la sala hay una pequeña ven­

tana de cristales que da a un patio interior sombrío. Desde el marco exterior de la ventana hacia otro punto invisible para el espectador, se' extiende sobre el patio una cuerda movediza para ten.der .ropa cuan­do hay buen tiempo. Al fondo, a la LzqULerda. de la ventana, inmediata a ella, hay una puerta abLerta a la cocina. Vemos en la cocina una mesa con tres sillas. La mesa está cubierta con tela plástica blanca que imita un mantel calado. Un jarro verde, un bote de café negro y una azucarera amarilla, sobre la mesa.

para la merienda; viene del inglés <dunch», merienda o almuerzo

ligeOtras palabras inglesas, sia llegar a la deformación, son inC<?r­poradas al habla d!' la col011ia puertorriqueña en Nueva York hts-panizando su f< néttca : . . , b sóu.:.-tren subterráneo metropohtano; de! mgles «s.u way» . . bildin-usado especlficat,nente por . 1~ coloma para destgnar edific10s de apartamientos; del mglés «bmldmg».

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En el trecho de la pared del fondo que comprende desde la puerta de la cocina hasta la pared de la izquierda hay una litografía enmarcada del Cora­zón de Jesús. A cada lado de la litografía hay un florero de pared, pequeño y chillón, con flores arti­ficiales ajadas y no muy limpias. Debajo de la li­tografía hay un viejo diván-cama cubierto con cre­tona. A la derecha del diván, en la esquina que for­man las dos paredes, hay una mesa pequeña con un radio de último modelo, reluciente y agresivo, que contrasta con el resto del mobiliario. Sobre el radio está la carreta de madera que Miguel le regalara a Juanita.

En la pared izquierda de la sala hay una puerta amplia cubierta con cortina de cretona rameada que da a la única habitación dormitorio.

En primer término, izquierda, butaca tapizada, con señales inequívocas de vejez y mugre. Junto a la pared de la derecha de la sala, entre la ventana del fondo y el pasadizo de entrada, hay otra butaca, gemela a la anterior. A la derecha de la butaca hay una lámpara de pie con pantalla de cartón ostentando flores litografiadas. A la izquierda de la butaca está el aparato de calefacción, anticuado, mohoso e inac­tivo.

El piso de la sala está cubierto con un «linoleum» floreado bastante estropeado. El pasadizo y la sala fueron pintados hace años con pintura de aceite de color rosa subido. La humedad y el tiempo han des­vaído el color original y en muchos sitios se obser­van grandes manchas blancuzcas. Lo que vemos de la cocina está pintado de verde claro. AllíJ también la humedad y el tiempo han deteriorado la pintura.

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La habitación de la izquierda, cuya puerta vemos, abre sus ventanas a la calle. Se oye el ruido de una perforadora eléctrica roturando el pavimento. A in­tervalos regulares se escucha a lo lejos el tren ele­vado que pasa.

_Izquierda y derecha del espectador. f Es un día gris y frío de otoño con amenaza de l nevada.

DA. GABRIE;LA sale de la cocina con una bolsa de compras de material plástico. Deja la bolsa sobre el diván. Coge una bufanda de lana .... y se la pone en la cabeza ama'rrá(ú]ola bajo la barbilla. Abre una pe­queña cartera negra y examina su contenido mien­tras se dirige a la puerta de la izquierda. Se detiene frente a dich(f puerta y dice:

DA. GABRIELA - Luis, te dejo el desayuno pre­parao. Sólo tiéh que calentar la leche. (Cierra la cartera y se dirige al diván. Suena el timbre de en­trada. Doña Gabriela se detiene indecisa. Se dirige a la derecha. Vuelve a sonar el timbre y luego se oyen golpes con los nudillos sobre la puerta. Doña Ga­briela abre. §ntra ]uanita con abrigo de lana .• Lleva pañuelo de seda en la cabeza, atadas sus puntas de­bajo de la barbilla. Usa guantes de lana y bolsa di!_ mano de cuero. Por vez primera la vemos acentuada­~a.J Trae un paquete debajo del bra­zo.) ¿Adióh ereh tú, mija?

]UANITA - ¿Qué tal, mamá? (La besa.) Bendi­sión ...

DA. GABRIELA - Dióh te bendiga. (Cerrando la puerta.) iAve María, qué<€9entra por esa condená ehcalera!

JuANITA- (Despojándose de su abrigo.) ¿y Luis?

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DA. GABRIELA - No se ha levantao entoavía. ¿Adióooh, ese abrigo eh nuevo? (Ayuda a ]uanita a quitarse el abrigo y lo engancha junto a la puerta mientras lo examina.) Caro, caro· te cohtaría, ¿ verdá?

(Juanita finge no oír la pregunta de la madre. Se quita el pañuelo de la cabeza y deja al des­cubierto su pelo rimdq ahora con «permanente~

JuANITA - ¿Uhté va a salir? DA: GABRIELA - Sí, voy a la «marqueta»,. (No­

tando por vez primera el pelo rizado de ]uanita.) Oye, ly qué te jisihte en el pelo?

]UANITA - Una permanén. Mire, aquí le traigo argo que compré ayer en la «grocería».

DA. GABRIELA - iQué ehtraña te veh! (Coge el paqu_ete y lo lleva a la cocina.) Tan bonito pelo que tú teníah. (Sale fondo.)

]UANITA - Le traje pahteleh en lata. Ya verá qué buenoh son.

DA. GABRIELA - (Desde la cocina; invisible.) Ay, eh verdá. Luis se va a vorver loco. i Pero miren y que pahteleh en lata! iQué cosa! (Pausa breve.) Oye, ¿y cuehta caro eso que te jah hecho en el pelo?

]UANITA - (Riendo mientras termina de quitarse los guantes.} ¿Qué, uhté piensa darse una permanén?

DA. GABRIELA- (Desde la cocina.) i]a! Ni man· que me maten me dejo yo tocar mi pelo. Eso de no tener pelo eh peor que quearse en cueroh. Lo desía porque ehtáh gahtando mucho, ¿ sabeh?

]UANITA - No se apure. Peso mah o menoh no hase a nadie rico. (Frotándose los brazos.) ¿Qué le pasa a la calefasión?

DA. GABRIELA - (Entrando por el fondo.) Ese cachivache no funciona.

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}UANITA - ¿y por qué no se quejan? DA. GABRIELA - Te veíah máh bonita con el pelo

largo. (Se oye el ruido del tren elevado que pasa.}

}UANITA -No sé cómo puén uhtedeh aguantar ese ruido del tren elevao.

DA. GABRIELA - Y o ya ni lo oigo. Lo que me ehtá molehtando eh el ruido de lah má uinah que tienen arreglando a calle. Cuando una pasa por el lao paese que 1 e eht' arrenando la cabesa.

JuANITA - ~y Lidia? "Sabe que yo venía hoy? DA. GABRIErlA. ~ (Cogiendo la bolsa de compras

del sofá-cama./ Sí, se lo dije. Horita se aparece poi ahí. Te vah a quear a almorsar, ¿verdá?

JuANITA - Sí, claro. Ah, le dije a un amigo que 1 -viniera a verme aquí.

DA. GABRIELA - ¿Un amigo? Bueno. Vuervo en­seguiíta. (Se acerca de paso a la ventana del fondo derecha y mira hacia afuera.} i Qué día! i Qué día máh feo! (Se dirige al pasadizo de la derecha.) Si te da frío métete en la cocina y prende el horno.

}UANITA - Póngase mi abrigo, mamá. DA. GABRIEL{\ - No, mija, no, (Coge una cha­

quetilla de lana tejida de un gancho junto a la puerta y se la pone mientras observa a ]uanita.) Yo no sé si será la cosa esa del pelo, pero hoy como que te veh má_h vieja. -

r }UANITA - (Con risa forzada.) La gente se cort-ª" el pelo pa verse máh ·oven mamá.~--

a. Gabriela va a abrir la puerta y se detiene. Se vuelve a ]uanita.)

DA. GABRIELA- Juanita ~eh ve~ vivir ~n ~Abre y sale.}

118

1

. ' .,

( ]uanita se queda mirando pensativa hacia la puerta de entrada. Luego va al diván-cama y en­cogiendo las piernas se sienta sobre ellas en la es,quina derecha del mueble. Enciende la radio. Alarga el brazo, coge su bolso de cuero, saca un cigarrillf!..., y lo enciende. Se oye música de un «blue». ]uanita da una intensa chupada al ciga­rrillo y se fija en la carretfb, La mira. Alarga la mano y la coge. La' examina y vuelve a ponerla so­bre el radio. Sus dedos están aún acariciando la tosca estructura cuando Luis entra por la izquier­da. Se ve ahora n.ervio-;;;-:;-taciturno_. Hay algQ_ terriblemente perturbador royendo el alma de este

@aro transplantmiQ;) Esta s~n camisa y sin za­patos. No ve a ]uanita y cruza rápido hacia la derecha.)

]UANITA - (Sin moverse.} iHola! LUis - (Deteniéndose y volviéndose.) Ah, ehtáh

ahí. }UANITA - Sí, ya lo veh. LUis - ¿y la vieja? }UANITA - En la «marqueta.» (Luis hace un gesto

de impaciencia) ¿Qué, te molehto? LUis - Caliéntame la leche pal café. (Entra al

cuarto de baño y cierra.} ( ]uanita se levanta indolente. Sale fondo. Se

oye el bregar de ]uanita en la cocina, el chorro del agua del lavamanos en el cuarto de baño y el «blue» somnoliento en el radio.)

Voz DE LUIS - i Cámbiate esa música! }UANITA - (Asomándose a la puerta del fondo.}

¿ Qué tú diseh?

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Voz DE LUis - (Desde el cuarto de baño.) Que te cambie esa música.

JuANITA - ¿Por qué? Eh bonita. Voz DE LUis - Da ganah e llorar. Paese un ve·

lorio. i Quítala! ( !uanita se encoge de hombros, va al radio

y cambia la sintonización. Se oye la danza «Mar· garita» de Tavárez.) Í

}UANITA - Ahí .tieneh la ehtasión latina. {Juanita va a la cocina. La vemos sirviéndole

el desayuno a Luis en la mesa. Luis sale del cuar· to de bañó, cruza presuroso la escena y sale por la puerta izquierda. A los pocos segundos vuel­ve con la camisa a medio poner y los zapatos en la mano. Se sienta en el sofá y empieza a poner­se los zapatos. Se interrumpe para apagar la ra· dio. Vuelve a reanudar su tarea.)

JuANITA- (Desde la cocina.) Ya ehtá el desayuno. (Se acerca a la puerta del fondo.) ¿Qué pasó?

LUIS- Ná. JuANITA - ¿Quitahte el radio? LUIS- Sí. JuANITA - ¿pa qué tieneh radio si no lo oyeh? LUis- (Levantándose y metiéndose la camisa den-

tro del pantalón.) Pa oírla cuando me dé la gana. JuANITA- (Burlona.) ¿y no te da la gana ahora? LUis- No. J UANITA - Se te enfría la leche.

(Luis entra a la cocina, se sienta a la mesa de espaldas a la sala y empieza a desayunar. fuanita coge un periódico y se sienta en la butaca de la derecha. Echa una ojeada indiferente a la pri­mera página, luego mira hacia la cocina.}

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1

~ ~~, 1

JuANITA - ¿Necesitah argo? {Luis no contesta. Ella hojea el periódico. De pronto parece interesa­da.) ¿Vihteh eso del fuego?

LUis - (Sin volverse.) lQué fuego? J UANITA - El de Harlem. Lurs - (Sin volve~e periódico eh viejo. JuANITA -Ya lo sé. Te pregunto si lo vihte. Tre~

puertorriqueñoh achicharraoh porque no tenían ehca­lera de eh cape. ¿Bonito, no? Ni el alcalde, ni la policía ni nadie ha hecho ná.

LUis - (Sin volverse.} Notisia vieJa. }UANITA - Sí, siempre que aquí muere un puerto­

rriqueño eh noti~ia viei.!.l.. Ademáh que esah cosah 'i' ti no te importan, ¿ verdá? Tú tieneh otrah preocu­pasioneh. (Espera un comentario de Luis que no se da por aludido.) ¿Cómo va tu trabajo? (Luis sigue comiendo y no contesta. !uanita se levanta.) Ese radio nuevo te debe haber costao un capital. (Pausa.) Se ve que progresah~ (Pausa.) Claro que a mamá le hubiera guhtao mejor unah butacah nuevah. ( Acer­cándose a la puerta del fondo, cambiando de tono.} ¿pah notao qué vieja e~ (En voz baja, cargada de emoción.) Se noh ehta acabando, Lui.§.:.

LUis - (Volviéndose a medias) iCállate! JuANITA - (Se vuelve.) Era como un tronco;J.é

ausubo. Loh temporaleh no podían tumbarla. Pero aquí se noh ehtá doblando como una caña sin agua. Se n~mo un pajuilito seco.

LUis - (Levantándose violento.) iCállate! Ehtá mejor que nunca.

JuANITA- El pelo se le ehtá poniendo del mehmo color de eh te cielo americano. Y la manoh... ¿Te arrecuerdah de suh manoh? Cuando empuñaba la

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vara del molino de piedra y volteaba el molino, suh manoh paresían lah manoh de un gigante. Y cuando el maís salía hecho harina amarilla paresía como un milagro de suh manoh y no el trabajo de la vara y lah piedrah. Entonseh yo era chiquita y suh manoh eran grandeh y fuerteh. Hoy le he vihto lah manoh. i Y eran tan chiquitititah, y temblaban tanto cuando se abotonaba la «suera»!

LUis - Ehtá fuerte. Ehtá mejor que nunca. iEhtá fuerte, te digo!

]UANITA -/Y ~ no noh regaíi!;. ¿Te fijah como ya no noh regaña? P,$rO me mi!!!· i Me mira de una manera! Y ell peor que un regaño.

LUis -No le jase farta ná. Lo tiene tó. Tó. }UANITA .:_ ¿Ehtáh seguro, Luis? -LUis - ,L~ dao lo gue siempre quise darle;

~!!!!.~«!_esente. Tiene ropa y tiene comÍ.f!.. Y una cama bien buena. Y pué dehcansar cuando quiera. -y·~ le farta un pe~ Y eso se lo he da o yo. Pa eso me he ehtasajao. Pa eso trabajo horah ehtrah. Pa que viva bien.

]UANITA- Ya sé que hah conseguío lo que queríah. LUis - Y me la traje de Harlem pa ehte barrio.

Pa que aquí viva mejol. Y no le debemos ná a nadie. Hase doh meseh que le mandé a Doña lsa el último chavo que noh prehtó pa loh pasajeh. ¿cuándo ha­bíamoh ehtao mejor? iNunca!

}UANITA - Sí, ehtáh hasiendo dinero.

mamá ... tiéh tú que meter con la vieja?

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'1 ¡'-

'1

1

Ehtá bien. No le farta ná. iY eso se lo he dao yo! Tú te fuihte a vivir fuera ...

]UANITA- Trabajo en Bruklin. Eh demasiao lejoh ... LUIS - Otroh de aquí trabajan en Lon Ailan. Y

eh máh lejoh todavía. Pero viven aquí, en suh casah. fSólo que en suh casah no se puén jaser argunah lJ:osah ...

]UAJ'iiTA - iCálJate! Lms - No me jagah hablar, entonseh. ]UANITA - Ehta bien. Habla. No le tengo mieo a

lo que pueah desir. LUis - Porque ya no tiéh vergüens_a. J UANITA - Dichoso tú que tieneh tanta. Pero

atiéndeme bien. Esah cosah que tú diseh 5e puén jaser dondequiera. La único que jase farta eh que­rer jaserlah. Y lo mihmo dá Brons, que Bruklin, que Lon Ailan. Si me fui e ehta casa fue por el bien de

_tóh. Porque tú y mamá me diban a volver loca. T( ~elándome, ehpiándome to el tiempo como si yo fuera una criminal. Y mamá mirándo~ mirándome siempre, como si no me conosierª-' Como si quisiera conoserme y no pudiera.

Lurs - Le dihte una puñalá yéndote de aquí. }UANITA- Lah puñaláh se curan. Queándome aquí

hubiera sío un cuchillo siempre clavao en su cora­són. Y eso no se cura. A máh que tú no hubierah llegao a lo que tieneh si me queo. Y o me gano la vía y no te cuehto un chavo. Y pa que lo sepah, si hah podio pagarle a Doña Isa eh porque yo le he eh­tao dando una mensualidá a mamá. - LUis - i Mentira! Ella nunca me dijo ...

}UANITA - ¿pa qué? Si ya tú no oyeh lo que te hablan.

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Lms - lPero qué se jasen loh chavoh? JuANITA - lQué se jasen? Tú debeh saberlo.

Comprah un radio lujoso y mamá tié que salir a la calle con una «suera.»

Lms - Le compré un buen abrigo. Pero no l.2, quiere usar. Lo tiene guardao en el roper!?· Dise que

-eh mejor que ehté nuevo por si hay un apuro y ne­cesita venderlo. Yo no tengo curpa de suh maníah.

}UANITA - No, si ya sé que tóh tenemoh nuestrah maníah. (Señalando el reloj de pulsera de Luis.) Como €se reloj de or!!J ¿Cuándo debeh de él? .

Lms - {Furioso.) ¿y a ti qué te importa? 6Eh que yo te pregunto cuánto debeh de esa cadena, o de ese permanén, o de toa esa porquería que te untah en la cara?

}UANITA ---'- No, no me preguntah porque sabeh lo que te voy a contehtar. Sabeh que tó eso no lo debo yo. Lo deben otroh. -LuiS - Pueh de ese dinero te prohibo que le deh un chavo máh a la vieja.

JuANITA - lDe verdad? ¿y por qué? LUis - Porque eh dinero sucio. JuANITA - No hay dinero sucio ni dinero limpio.

Hay dinero. Y yo gano apenah en <ij[ tal~ lo sufi­ciente pa vivir malamente. El rehto que yo consiga pa ayudar a la vieja y pa lah cosah que quiero no le importa a nadie la clase de dinero que sea.

Lms - A mí sí me importa.

GJUANITA - Pero a mí no. Eh la ventajita de ser u j er, ¿ sabeh? N o tenemoh que ser tan desenteh mo ustedeh los hombreh. Lms- (Avanzando amenazador.) Te debería rom­

per la cara.

124

'

}UANITA - (Sin moverse.) Sería fácil. (Pausa.) Pero no te atreveh.

LUIS - (Volviéndole la espalda.) No eh que no me atreva. Eh que ereh mujer. Y ereh mi hermana. (Pausa.) lPor qué no te vieneh a vivir con nojotroh? ¿pa qué tieneh que trabajar? Yo pueo trabajar pa tóh. (Volviéndose a ella.) No te hará farta ná. Tra­bajo horah ehtrah. Voy a ganar máh dinero. Tendré máh chavoh. Deja toa esah cosah. Vente pacá, Jua­nita, pa que cuideh a la vieja.

JuANITA - Si fuera pa eso ... Pero no, conohco la cantaleta. Sería mamá la que me cuidaría a mí. Y tú volveríah a velarme.

Lms - No, te prometo ... Si te portah bien ... JuANITA- ¿Ah, veh? iSi me porto bien! La cosa

eh que ya no me quean ganah de portame ble~. ¿Y qué eh eS'o de portarse bien? Un día salimoh de nueh­tro campito en una carreta porque díbamoh a huhcar la libertá. Noh ens~rraban ]ah montañah y juímoh al mar. Pe;o el ma;=ta~hién noh- enser~ juímoh

del mar. Ahora noh ensierran edif'isioh gue paresen . ;ontañah y mareh de gente gue noh empujan, _y noh empuj!!:!l· Si ehta eh la libertad quiero gosa_rla sola. ~ darle cuenta a nadie. ¿Me oyeh? Voy a guiar ... ~a carreta y a echar loh bueyeh pa onde _l.!?.. ~ierl!:..,

(Suena el timbre de entrada.) Lms - i Cállate! Ahí ehtá la vieja. JuANITA - Mamá tiene llave. No necesita tocar.

¿Qué te pasa? ¿Por qué no ahreh? (V a a la dere­cha y abre. Entra Paco. !aco tiene 30 años. Vist'!.., bien y se ve acicalado, como la mayoría de los ~ teratos frustrados de la colonia puertorriqueñf!. en

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Nueva York. Es el tipo de jíbaro rubio de ascenden­cia canaria. STj-, poz=ti¡;~q,_ incon undibl metaliza­ción.,y ... atilit:r;,¡ento de if/frfFcfttoi!f-~~. radio. La nos­talgw del terruño, en él, escritor frustrado, marcadas características románticas.)

ACO - Hola, a~{!kluanita.l"'-----_.~ .... Ju - i ola, Paco! PAco- iCaramba! Se me olvidó el número. Creí

que no iba a dar con la casa. ]UANITA -1 iClaro, como aquí toh loh «bildins»

son igualeh! ¡Pase. Pase. (Paco S(!' adelanta y se detiene al ver a Luis.)

PAco - Buenos días. ]UANITA - Ah, ehte eh mi hermano Luis. Luis,

un amigo. PAco - (Extendiendo su mano, calurosamente.}

Mucho gusto. (Luis le estrecha la mano con cara hosca. Hay un instante de silencio embarazoso.}

]UANITA- Siéntese. Mamá salió. Viene en seguida. Conosiéndola a ella conoserá el rehto de la familia. {Pausa. Paco se sienta.)

PAco- (Por decir algo.) Es agradable este barrio, ¿verdad?

]UANITA - Por lo menoh eh mejor que Harlem. Eso dise Luis.

(!uanita y Paco miran a Luis comprometién­dole para que asiente. Luis no se da por alu­dido.)

]UANITA - (Insistiendo.) ¿verdá, Luis? LUis- ¿Ah ... ? ]UANITA - ¿Tú no dihah a salir? LUis- No. ]UANITA - Ah, me paresí.a ...

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LUIS - No. (Pausa molesta.} JuANITA - Por qué no le traeh una serveza a Paco? LUis - No hay serveza ]UANITA - Sí hay. Yo traje. Bueno, la iré a huh­

car. (Se levanta.) PAco - Por favor, no se moleste. JuANITA - Si no eh molehtia. Pero creo que no

ehtá muy fría. (Sale fondo. Luis y Paco se miran de reojo. Paco saca cigarrillos. Se levanta y le ofrece a Luis.)

LUis - Agradesío, pero no fumo. (Paco se vuelve a sentar y enciende un cigarrillo.)

PAco - Es una suerte no tener vicios menores. LUis - (Asintiendo.) Njú ... PAco - ¿En qué trabaja usted? LUis - En una fábrica. PAco~~ LUis - Casi al lao. PAco - ¿Y de qué es la fábrica? LUis - Qe calder@.. PACO - iAh ... ! LUis - Y uhté, ¿trabaja? PAco - (Riendo.) iHombre, sí! iQué remedio! LUis - ¿Qué hase? PAco - Locutor. LUis - ¿Cómo? PACO - Locutor de radio, LUis- iAh ... ! PACO - {Señalando el radio.} Bonito aparato ése. LUIS - Sí. PACO - ¿Oye usted la estación latina? LUIS - De cuando en ves. PAco - Y o tengo mis programas de 8 a 11 por

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las mañanas, y de 2 a 5 por las tardes. A -lo mejor usted me ha oído.

Lurs ~ (Recalcando.) A esah horah yo trabajo. PAco - (Riendo.) Pues yo también. Lurs - ¿Le pagan por eso? PAco - Sí, claro. }UANITA - (Desde la cocina.) No encuentro el

abridor, Luis. Lurs - Ehtá en la gaveta chiquita. (A Paco.) ¿ Dón­

de uhté conosió a J uanita? PAco - En casa de mi hermano. Lurs - ¿:su hermano?

j

PACO - Sí. Mi cuñada es compañera de trabaj2. de J uanita. , '

Lurs - ¿La mujer de su hermano? -PAcO - Naturalmente. Lurs - ¿Y uhté tiene· máh familia? PACO - Aquí no. En Puerto Rico. (Pausa.} ¿y

qué? ¿Cómo le gusta esto? Lurs - ¿y su mujer? PAco - ¿Mi mujer? Ah no, soy soltero.

(Entra /uanita con dos vasos de cerveza en un plato. Le ofrece a Paco.}

}UANITA - No sé si a uhté le guhta con ehpuma. PACO - Está bien así, gracias. JuANITA - (Dándole el otro vaso a Luis.) ¿be

verah que no vah a trabajar? PACO - ¿Trabajar hoy? i Pero si es día de fiesta! JuANITA - Mi hermano trabaja -«overtaÍm»z._5áj,g

. p 1 b • =:::::..---suve pa eso. a tra a.10,.

~VIS - ~turno empiesa a las onc~ No tengo pnsa.

2. overtaim.--horas extras; del inglés covertimu.

128

PACO - ¿Y usted no bebe? }UANITA - No me gusta la cerveza. Lurs - ¿Cuánto tiempo hase que ustedes se cono­

cen? PAco - Dos semanas, poco más o menos. ¿No es

éso? }UANITA- Nos hemoh encont~ao cuatro veseh con

ehta. (PtJUsa. Los hombres beben.) Lms -La vieja tarda. }UANITA --'-- Sí. (Pausa.) Lurs- Tengo que irme. (No se mueve.) PACO - ¿De veras? (Mintiendo.) iCuánto lo sien-

to! (Pausa.} Lurs - (Levantándose.) Bueno .. . PACO - (Levantándose.) Bueno .. . }UANITA - No te olvideh de la chaqueta. (Le quita

el vaso de la mano.) Lurs - No necesito chaqueta. No voy por la calle.

¿ Hah vihto loh dóminoh? }UANITA - No. Loh tendráh en tu cuárto. Lurs __...., (Sale izquierda.) PAco- (Con cómico desconcierto.) ¿va a invitar­

me a jugar dómino? }UANITA - No. Va a jugar con un vesino. Esa eh

~u única diversÍÓ,ll. PAco - P,1!!ece preocup~, ¿verdad? }UANITA - (Encogiéndose de hombros.) ~

se ha puehto. Y a no sabe ni tratar a la gen@; PAco----'- iBa! No tiene importancia. Todos tenemos

nuestros días de malhumq¡, }UANITA - ¿Malhumor? No, no eh eso. ¿Quiere

máh serveza? PAco - Tengo todavía;

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JuANITA- iAh, eh verdá! (Entra Luis por la izquierda con una caja de

dominó.} Lurs - (A /uanita.J ¿ Sabíah que ehtaban arreglan-

do la calle? PACO - Hombre, sí; noté las perforadoras al en-

trar. Lurs - Son una máquinah ehtupendah, ¿verdad?

¿Le gusta el ruido de'lah máquinah? PACO - Bheno ... Supongo que uno se acostumbra .. , Lurs - Suena 'mejor que la radio. PACO - (Riendo.) Sí, a veces. JuANITA --'- ¿No te vah a llevar la tabla pa jugar

al dominó? Lurs - No. Juan tiene una. La prósima semana

cambiaré el radio por un «set» de televisión. JuANITA- ¿y con qué vah a pag~ Lurs- Con mi trabajo. ¿Uhté tiene televisión? PAco- No ... Lurs - El radio no da pa eso. Loh calderoh sí. JuANITA- Bueno, ¿te vah a ir o no? Lurs - Ehtoy en mi casa. . JuANITA- Por lo mihmo debería tener máh consi-

deracioneh con lah visitah_., LUIS - a' tu visita, no mía. (Encarándose con Paco.) Uhté nasió en el pueblo, ¿verdad? En San Juan, a lo mejor. hté jabla fino y tiene cara de nene rico. Nojotroh somo )1 aroh. Venimoh de la mon­taña. Comíamoh mafafo. J?ero aquí somoh tan buenoh ~ cualquiera. Y vivimoh bien. Y tenemoh rad~ y~ a tener televisión. Porque pa eso yo lo gano.

}UANITA- ¿pero .te hah vuerto loco? ¿Qué le im­porta a ehte señor lo que tú comeh o lo que tú ganah?

130

¡¡

PACO -No importa. Déjelo. El me ha preguntado algo. No, yo no nací en el pueblo. ~ací en un carnEo de Morovis. El hablar fino, como usted dice, es un medio de ganarme la vida. Cada cual hace lo que puede.

JuANITA - Y eso de gue aguí somoh tan bueno como-=.cualguier~h un buen chih~. iJa! Se me parte el labio riéndome. Con lah patáh que noh dan a toa]!_ horah. Sí, sí, somoh igualeh. Solo que tótitirimundi

;--;¡;"aquí máh que nojotroh. Pero eso no te preocu-. pa. Te preocupan loh chavoh y lah máquinah; Anda,

vete a ehperar el tumo de tu trabajo. Vete a jugar ómino. Pero mientrah juegueh ehtaráh pensando en uh máquinah. Y no podráh divertirte. Porque lah á uinah te eht'n comiendo la vía. Esah son tuh

migoh, y tu familia. La máquinah son tu mujer y us hijoh. iVete, jártate de ellah y revienta! Pero dé­

janoh tranquiloh. Lurs - ¿Qué te ha dao a ti con lah máquinah?

¿Qué jaríamoh si no fuera por ellah, ah? Lah má­quinah noh dan la vía.

JuANITA -.La vía ~oh la da Dióh.. Lurs - No ehtoy hablando de Dióh. (Bruscamen­

te, volviéndose a Paco.) ¿Qué uhté cree? PAco - No sé ... Para mí las máquinas son sólo

un buen instrumento de .trabajo. Pero, claro, hubo trabajo antes de haber máquinas.

Lurs - ¿Pero uhté sabe lo que eh una máquina? No, no sabe ná. Una máquina eh una cosa tremenda. Eh como un mii'~gro. Hay argo que no se acaba d!, entender en·- una maqunia. Cualqmer d1a hase argo ~-uno no ehp-eraba. Pero la gente cree que con conoser lah tuercah y loh tornilloh que tiene dentro

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ya saben lo que eh. Pero no saben, no saben ná. Uno punca acaba de conoserla. ¿se fija por qué digo que eh una maravilla?

PAco - Sí... Parece que usted cree que una má­quina tiene .. , vida y cerebro .. , alma y voluntad.

}UANITA - ¿Te vah o te quedah? Porque si te quedah a hablar ge máquinah soy yo la que me voy.

Lms - Cuando me monto en el «sóuei» siempre voy pensando : «¿Qué hará ahora? ¿Qué va a haser ahora?» Ayer el «souei» de Bruklin se volcó. iA que no lo sabía!

1

PAco - $í, lo supe. No son tan raros esos acci­dentes.

Lms - iY el ruido en la fábrica! iEl horno! ¿ Uhté sabe lo que eh esa panza enorme con hambre de cosah que uhté no pué ni adivinar? Como el mar. Sólo que mejor ... o peor. Eh una maravilla. Eh un mihterio que uno no entiende. Pero algún día sabré ... Tengo que saberlo. (Sale dered;a. Pausa.)

}UANITA - iAy, uhté perdone! Ese hermano mío pierde la chaveta cuando habla de máquinah.

PAco - Es ~un chico raro. }UANITA - iUn idiota! PAco- No. Su hermano no es feliz.

... -----}UANITA - iBah, qué adivinansa! ¿Uhté conose a arguien que sea feliz?

PAco - Sí... relativamente. }UANITA - Bueno, yo o soy felis o no soy felis.

Eso de «relativamente» no lo entiendo. PAco - ¿Y .. , es usted feliz? }UANITA - (Después de una breve pausa.) Si yo

fuera americana le diría que eso a uhté no le im­porta.

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'

1

1

.\1

PAco - Pero como no es americana ... !UANITA - Bueno, l~á eh que no sé si so_y ·

~H~Il""fíeiñ¡:ro-. en que ñiNelis.-Y-~ que iba a se~mah fe lis toa vía. Pero en ves de eso fiii'deh­gr,Siá de v~rdá. 4hora no sé. :\'!i sufro ni ehtoy c.Qir tenta. Me _2.1ento vasía como una higü~.

PAco - Es el vacío de Nueva York ... }UANITA - (Rienqo amarga.) Sí. Vasío.

ll élí de higüerah. PA - Por eso es más terrible. }UANITA - (Acercándose a la ventana.) Y el ve­

rano eh tan corto. Ehte sielo parese que le da ver­güensa de que lo vean asul.

PACO - ¿ f&.ha de menos la islita, no? JuANITA - Aunque de tóh móh eh difísil ver el

sielo. Esah montañah de edifi~Qh. no tienen piedá de üna.

PAco - No hay lugar para la piedad cuando el c~o está tan lejano.

JuANITA - Será que el frío le aprieta a uno el corasón. (Alejándose de la ventana.) El abuelo desía que el corasón puede secarse como una habichuela vieja. ~ro aquí no se seca. Se enfría. Se enfría como ~Y eh j;or.

PAco - .Ilillim_ gue el amor derrite los corazones de hiel2t_ • JuAÑiTA - Sí, en lah novelah de radio. Y en lah pelíctilah. ------...

PAco .:_ iQué amarga es usted, Juanita! JuANITA - El perejil eh amlftgo, pero da gusto a

la comida. PAco - No la entiendo. JuANITA - Eh fásil no entender.

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l

PACO - ¿por qué me invitó a venir? ]UANITA -No sé. Uhté me pone trihte. Mejor será

que se vaya. PACO -- ¿por qué? ]UANITA -- Ya le digo que me pone trihte. PAco -- Usted no vive aquí, ¿verdad? JuANITA -- No. PACO -- ¿Y por qué no me invitó a su casa? }UANITA -- Ehta eh mi casa. PAco -- ¿y la otra? JuANITA --IUn hohpedaje. PACO -- ¿ Rero recibe allí visitas? JuANITA -.1 ¿visitah? Sí. PACO -- En cambio a mí. .. }UANITA -- ¿Le pesa haber venío? PAco -- No. Quisiera ser su amigo. JuANITA.---' Ya lo sé. PAco -- ¿y usted? ]UANITA -- No tengo amigoh. Son ocho milloneh

de higüerah. PAco -- También yo me siento solo. .TuANITA-- ¿solo? ¿Hablando buen ingléh? ¿Con

esa cara dehpercutía? J ahta puedeh uhté pasar por

~~ PAco -- Soy puertorriqueño. Y siento la soledad

como la siente usted. }UANITA -- Un americano a lo mejor no sentiría

eso que uhté siente. Pero hay otrah cosah que un americano entendería y uhté no.

PACO -- ¿Qué cosas? ]UANITA - Le .traeré otra serveza. PAco -- Creí que usted quería que me fuera.

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11

.1

JuANITA -- Puede bebérsela anteh de irse. (Sale fondo.}

PAco - {Después de una pausa, mirando hacia el fondo.) ¿Qué le parece si almorzamos juntos fuera y luego vamos a Radio City?

}UANITA -- (Desde la cocina.) ¿piensa arruinarse por mí?

PAco - No se apure. Cobré ayer. JuÁÑITA-- ¿y no sería mejor un sine del barrio? PAco - Bueno, como usted quiera. ]UANITA -- (Apareciendo por el fondo con la cer­

veza.) Estaba charlando. No pienso salir. (Le alarga el vaso de cerveza.)

PAco -- Me toma usted el pelo como le da la _sana.

JuANITA -- Ehtá máh fría ahora, lverdá? PACO - ¿Qué se propone usted, Juanita? JuANITA - Fue una brutalidad mía traer cerveza.

Hase demasiado frío. Pero el ron resulta caro. Y di­sen que el wiski americano eh malísimo. ¿A uhté

• le guhta el wiski? PAco - Juanita, míreme a la cara. ¿Qué juego

es este? JuANITA -- ¿Juego? (Le mira maliciosa y luego

canta.} «Arroz con leche se quiere casar, con una viudita de la capital...»

PAco - (Yendo hacia ella.) Está bien de bro­mas ...

}UANITA -- (Esquivándolo y cantando.) « ... que sepa tejer, que sepa bordar, que ponga la mesa en

su lugar. Tin. Tan.» (Ríe.) Arrós con leche quiere una sirvienta en la casa. Por eso buhca una viuda. Peto pa enamorarse dehgraciará una señorita... por

135

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la isquierda. ¿ Verdá que eh ehtupendo ser hombre? PACO -'- Díg~e, (,qué clase de hombres ha co­

nocido usted? JuANITA - Dicen que vivimoh en un paíh donde

no hay «claseh». PAco - ¿por qué no contesta mis preguntas? JuANITA - Me pone trihte. No sé quién eh uhté. PAco - !Jn hombre que le ofrece compartn SI}.

soledad . ..... JuANITA - (Turbada.) ¿cómo?

PAco - Casándome con usted. JUANITA - (Pálida, esquivánlolo.) Ehtá loco. PAco - N o ~10y a mentirle diciendo que estoy loco

de amor... Pero desde que la conocí supe que· nos necesitábamos :mutuamente.

JUANITA - Sí, «arrós con leche» se quiere casar. Pero yo no soy viuda pa poner la mesa en su lugar. Ni soy ... seño~ pa lo otro.

;f'Aco -No me importa lo que sea. JuANITA - Sólo me ha vihto cuatro veseh. PAco - Veo mujereh 365 veces al año. Y no me

interesan. JUANITA - ¿y por qué yo sí? PAco - Será porque hay algo en usted que no

~~nece a ~s.te._mundo d~uevB:__~ Porque hay en usted algo fresco como de mi campo de Morovis. Quizás un sabor a tierra ...

JuANITA - La tierra eh amarga ... PAco -- Pero da vida. Y yo no he podido horrar

la visión de mi tierra. - JUAN~- ¿Vr~la dej§, entonseh?

PAco - ~. lo que la dejamos todos. Porque creemos que el triunfo está lejos 'de ell~

136

'

.,

JUANITA - ¿Uhté también tenía ilusioneh? PAco - Sí. Quería ser escrito.:: JuANITA - lEhcritor? Pa eso hay que ehtudiar

mucho. PAco - No lo crea. De todos modos yo no pude.

Apenas llegué a Río Piedras para estudiar en la Universidad, mis padres murieron. No pude seguir.

JUA~ITA - ¿y qué hiso? PAco - Fui conserje de un edificio del gobierno.

Luego ayudante de linotipista en una imprenta. Lo­gré algunos papeles secundarios en novelas radiales. La cosa era ganar algo para vivir. Pero lo que me importaba eran los cuentos que escribía y que nadie quería publicar. Hice todo ló imagmable por trali'il­jar como periodista. No fue posible. En el periódico del gobierno mis ideas resultan independentistas En los periódicos capitalistas lo que yo escribía sonaba a comunismo. Y una revista comunista rechazó algu­nos trabajos míos porque le parecieron burgueses.

JUANITA - ¿Y por q~u~é~e;:,r;a,.;e;s;.:¡o;.;?...,"'?'t-o:::il'-~-----, ACO - No sé:='"Todos teman especíal empeño en

encajarme en algún encasillado político. Yo no po· día pensar por mí mismo. Tenía que pertenecer a algún grupo donde otros pensaran por mí. Así los demás se sentían tranquilos.

JuAN o siempre he pensao lo que he querío.

PAco - No, Juanita. Usted no se da cuenta, pero es el caso que los demás piensan por usted. Y a mí aquello me hartó demasiado. Decidí enviarlos ~ to­dos al infierno. Y vine aquí, a buscar mi libertad.

J UANITA - ¿Y uhté encontró la libertá? PAco - (Riendo.) Sí. A la entrada de la bahía,

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~. an;orcha en\na mano y un l~rot.¡a. ero la antorcha y el libro son de cemento armado. J UAN:~...,j,Ah¡---ésa .. la:he;.vihto"'yo"'tambiéri'!/ PAco - Claro, para eso la tienen allí, para que la

veamos. Pero para mí la cosa siguió igual, o peor. Hace diez años ll~é a Nueva York a escribir una

. noveTa.-Uñiinüv;~1a terrible que me daría nombre Y.

Gama. Entonces podría regresar a Puerto Rico y los

que me habían rechazado tendrían que aceptarm~ y reconocer su estúpido error.

JuANITA -j ¿y cómo se llama la novela? PAco - No la escribí nunca. JuANITA ~ iAdióh cará! iBonita plancha la que

uhté ha hecho! PAco - Es verdad. Nueva York no me dio la li­

bertad, pero me secó el entusiasmo. 1 Aunque ya no me importa! Lo más probable es que nunca sirviera como escritor.

JuANITA - iUhté eh un animal! iMire que si yo pudiera escri,bir bonito diba a darme por vensía! i Máh nunca! i Con lah cosah tremendah que yo ten­dría que decir! i Máh nunca me daría por vensía!

PAco - A lo mejor lo que necesito es su ayuda. ]UANITA -- ¿Mi ayúa? PACO - Cásese conmigo, y oblígueme a escribir.:... JuANITA - ¿Quién, yo? Ay, deje eso. Nadie pué

obligar a nadie a haser ná. A máh que yo no me caso con uhté. N o lo entiendo bien.

PAco - Lo único que necesita entender es mi so­ledad. ~ITA- No sea idiota. Si su soleá se junta con la mía tendtíamoh una soleá máh grande. ¿Qué ga­namoh con eso?

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PAco - Dos soledades juntas dejan de· ser soledad. JuANITA- Habla uhté ahora como en lah novelah

de radio. Pero yo hase tiempo que no creo en la radio. Fíjese, ha dejao calentar la servesa. .

Voz DE LIDIA ·- (Viene de la derecha.} iJuanita! i El teléfono!

:PAco - Parece que la llaman. L!DIA- (Tocando a la puerta de la derecha y lla­

mando.) iJuanita! iQue vayah al WfOiiQ)del «ya­nito!»!

JuANITA - (Gritando.) Voooy. (A Paco.) Bueno, váyase.

PAco - ¿Me echa ya? JuANITA - Habíamoh quedao en que se diba tan

pronto se bebiera la servesa. Y como no se la a va beber ...

PAco - Pero antes habíamos quedado en que me invitaba usted a almorzar o en que la invitara yo.

JuANITA- Sí, pero anteh yo no lo conosía a u~. (Le da el sombrero.)~

PAco - No he conocido a su mamá. JuANITA - Yo le contaré de uhté. Y será lo mihmo. PACO ~ ¿Cuándo nos veremos? JuANITA - Algún día. No sé. Adióh.

(Paco abre y se encuentra con Lidia, Lidia tiene 26 años. Es delgada y alta, con pelo muy lacio, cortado en melena, con una pollina a lo Clauáete Colbert sobre la frente. Sus ojos negros resaltan febriles sobre una tez aceitunada que le da aspecto áe gitana. Paco saluda rápidamente y sale. Lidia entra, mira hacia atrás y lanza un sil­bido de admiración.)

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LIDIA - i Qué varón más bien forma o! ¿De dónde lo sacaste?

JuANITA - ¿No sabeh quién me llama? LIDIA - Nadie, mija. La mujer del «yanitol»3

me dijo que un hombre muy «handsome»' había venío aquí poco después de tu llegada. Y yo quería ver ese tesoro con mis propios ojos.

}UANITA - iSángana! LIDIA - ¿Es latino? }UANITA -pe Morovis. Bueno, ¿y qué eh de tu

vida? ' LIDIA - No me cambies la conversación. Estamos

hablando de trt vida, no de la mía. ¿Cómo es que lo trajiste aquí?

G }UANITA - iQué sé yo! Sería porque me pa1esió

ihtinto. Y porque me guhtaba. Pero ahora no me uhta. Y no me guhta, presisamente por eso, porque h dihtinto.

LIDIA - No entiendo ese lío. }UANITA - Yo tampoco. Pero así eh. Me vine a

dar cuenta aquí, hase un momento, mientrah él ha­blaba.

LIDIA - (Encogiéndose de hombros.) Cuando a las mujeres nos da por enredar las cosas no nos entendemos ni nosotras mismas. (Examinando el ·vaso que dejó Paco.) ¿Tienes cervesa?

}UANITA - Sí, en la nevera hay. LIDIA - (Dirigiéndose a la puerta del fondo.) Voy

G coger una. T~ ~ermano y. ~i marido se quedaron lá jugando dommo y beb1endose la que me que­

aba. (Sale fondo.)

3. «ianitor»--eonserje, 4. «handsome»-guapo.

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..

1 l

1

}UANITA - ¿Y cómo va tu marío? LIDIA - (Invisible, en la cocina.) Regular. Siem­

pre en lo mismo. }UANITA - Eh r.eligroso eso. ¿No se da cuenta

ese marío tuyo? LIDIA - (Apareciendo con un vaso de cerveza.)

Se da. Se da. Pero no le importa. }UANITA - Claro, como eh hombre. LIDIA - Estoy cansá de decírselo: «Mira, Juan,

con mi «rilif»s de viuda y alguna chiripa honrá que tú pegaras podemos arreglárnosla.» Pero él dise que prefiere ir a la cársel antes que trabajar pa un americano.

JuANITA - Pueh mira que el día menoh pensao ... LIDIA - ¿Y te cveeh que no lo sé? Si no tengo ·

vida. Si ca ves que veo un polisía se me va el arma a los pies. Si de noche me dan pesadillas. Y oigo tiros, unos tiros horribles, y veo luego a Juan tirao en el piso, chorreando sangre. Entonces me despierto lla­mándolo a gritos. Y él se pone furioso porque no lo dejo dormir tranquilo. No, si te digo que no vivo.

JuANITA - Yo, siendo tú, ya lo habría dejao. LIDIA - Sí, desirlo así, es muy fásil. Pero no pue­

do haserlo. Y lo peor es la nena. Ca día se p~ más al difunto. Y ca día quiere menos a éste. La casa se me está volviendo un infierno. Si no fuera por esa pobre muchachita yo ...

JuANITA - Cuídao, Lidia. Hay cosah que no se deben ni siquiera pensar.

LIDIA - Pues tú lo pensaste y casi lo hísiste. JuANITA - Por eso, Lidia, por eso. Por lo caro

5. rilif-Beneficencia; ayuda del gobierno a desamparados o desempleados. Del inglés relief.

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que lo he pagao. Por eso te digo: m siquiera lo pienseh.

LIDIA - iMaldita sea! ¿por qué tendría yo que tener esta suerte? i Porque mira que es desgracia! Mi primer marío, el que traje de Puerto Rico, era tan honrao, tan ·honrao, que porque estuvo un mes sin encontrar trabajo no lo pudo aguantar y se tiró de a azotea. Tenía demasiao vergüensa. Pero me dejó

en la calle con una hija pa mantener. Este en cambio tiene tan poca, tan poca vergüensa, que no sabe ser honrao. y m¿ está volviendo loca.

JuANITA -1 iCobardeh! LIDIA- iNo, eso sí que no! Que mi Juan es muy

macho. }UANITA - Macho pa lo que le conviene. Pero en

el fondo, un~ Como tóh. Como tóh loh que vienen ~-_de Puerto R~ porque creen que aquí la cos~~e~que no saben darle la cara a la vía allá, en su propia tierra. Porque sólo piensan en elloh mihmoh. Y noh arrastran a noso· trah como a perrah falderah pa onde quiera que van. Y lo único que noh píen eh que seamoh buenah cosinerah, y que leh demoh muchos hijoh, y que nun­ca, nunca, leh peguemoh cuernoh. Y son tan brutoh que ni siquiera ven lo que loh demáh le basen a elloh. Como ese hermano mío que tiene un radio y un buen «mátres»s y cree que ya tó ehtá bien. Pero ese radio y ese «mátres» le ha cohtao no sólo loh chavoh que ha ganao. Le ha cohtao el ser aquí un «Puerto Rican boy»7, el ser U!l ñangotao; Lo

6. «mátres»---eolch6n de mueiies; del inglés mattress. 7. «Puerto Rican boy»-frase inglesa que sigoifica «chico

puertorriqueño». Utilizada por los neoyorquinos tiene un marcado acento despectivo y Ileva consigo toda la carga de prejuicios de que es objeto un grupo minoritario en la gran urbe norteamericana.

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nú~~Í "Ie~iticaba a loh jíbaroh-aé"'nu.estro

frío lo ha venío a ser él en ehte barrio que . n~h~ ¡ ehtro. Sí, sí, mi hermano trabaja. Tú marío no abaja. Pero son igualeh. Son nuestrosombreli.

i osonibreh máh machoh del mundo! iLoh máh co· bar e~~

(Entra doña Gabrtela por la puerta de la de­recha a tiempo de oír las últimas frases de /ua­nita.}

DA. GABRIELA - A veseh se nesesita mucho valor pa ser cobarde. i Hola, Lidia! --

• LIDIA - ¿Qué tal, Doña Gabriela? (Le quita la bolsa de provisiones y la lleva a la cocina.)

DA. GABRIELA - (Quitándose el «sweater» y la bufanda.) Apuehto a que hablabah de tu hermano. Se ve. Se ve. :Eh muy fácil ser valiente.. . con la len­gua. Pa eso sí servimoh lah mujereh. ¿y tu amigo, vino?

}UANITA- Vino y se fué. DA. GABRIELA - ¿Tan pronto? Creí que diba a

almorsar con nojotroh. }UANITA - Se arrepintió. DA. GABRIELA - No me ehtraña ná. A losomb1eh

no leh guhta oír hablar a lah mujereh de cosah que no entienden.

LIDIA- (Entrando por el fondo.) Lo malo es que cuando una entiende las cosas a ellos .tampoco le gusta.

DA. GABRIELA - Hay cosah que eh mejor no en· tender... ¿Y cómo ehtá tu nena? Hase díah que no viene por acá.

LIDIA - Ha tenío u.n principio de monga.

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DA. GABRIELA - Haseh bien en cuidarla. Ehtoh díah son fataleh. {Saca una carta del bolsillo.) Ah, mira, Juanita. Tenemoh carta. Léemela.

( ]uanita coge la carta.) LIDIA- iAy, qué bueno! iCarta de Puerto Rico! }uANITA - Eh del tío Tomás. (Rompe el sobre.) DA. GABRIELA - Hasía díah que no ehcribía ... LIDIA - Si quieren, me voy. DA. GABRIELA - ¿pa qué, mijita? Una carta del

barrio no eh secreto pa nadie. Siéntate. (A ]uanita.) V amoh a v~r. ¿Qué di se? ¿Qué di se ese tío tuyo?

J UANITA -;-- (Leyendo.) «Querida hermana: Espe­ro que al recibo de ésta todos estén bien ahí. Por acá, gracias a Dios, todos bien, menos la doña que sigue con sus achaques.»

DA. GABRIELA - i La pobre! Siempre fue ehminiá. Y siempre se lo dije a mi hermano. «Esa mujer tuya se va a ehbaldar en el primer parto. Eh demasiao eh­trecha de cadera.» Y así ha sío.

}UANITA - (Leyendo.) «De Tomasita le diré que tiene buenas notas en la escuela, pero como está en la edad del pavo no hay quien la aguante en la casa.» (Interrumpiendo la lectura.) i Qué muchachita esa! ¿Se arrecuerda la ves que Tomasita besó a Chaguito y él se puso furioso?

DA. GABRIELA - Sí, porque lo llenó de moco. Su­pongo. que ya habrá dejao esa cohtumbre de besar a loh muchachoh. (Ríe.) Sigue. Sigue.

}UANITA - {Leyendo.) «Ayer les mandé unas li­hritas de café de la finca y un dulce de batata.. Les iba a mandar también unas cuantas chinitas del palo aquél que sembró el viejo al lado del aljibe, pero en

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el correo no me dejaron porque disen que las chinas \../J de aquí pueden infestar las chinas americanas.» T

LIDIA - i Qué poca vergüenza! i Con las ganas que yo tengo de chuparme una china del país!

DA. GABRIELA - Y esah del palo del aljibe que son como melao ...

}UANITA - (Leyendo.) «Tengo que decirles q~ (pienso comprar cuatro cuerdas de tierra. Son de Mi- J \ guel, el peón de Don Teyo.» (Interrumpiéndose.) l_iMiguel!

DA. GABRIELA - Será el peasito e .tierra de su pae • }UANITA - (Reanudando la lectura con avidez.)

f«Son la herencia del padre que murió hase dos se­l.manas ... »

DA. GABRIELA- iNo me digah que murió! iPobre Simón, bendito! (Hace la señal de la cruz.) Dióh lo tenga en la Gloria.

}UANITA - (Leyendo.) «Miguel quiere vender las cuatro cuerdas para irse a Nueva York.» ( 1 nterrum­piendo la lectura.} iNo! iQue no haga eso!

DA. GABRIELA - iSigue! iSigue! JuANITA - (Leyendo muy despacio, con voz poco

segura.} «Desde hace tiempo Miguel viene hablando de ir a trabajar al Norte. Pero no quiere ir a Michigan, sino a Nueva York. Pa mí que ese muchacho no se ha podío olvidar de Juanita ... »

DA. GABRIELA - i Grasia, San Antonio Bendito! LIDIA - Ese Miguel, ¿no eh el que te regaló la

carreta de palo? DA. GABRIELA - El mehmo, el roehmo. Pero sigue,

¿qué mah dise la carta? JUANITA - (Leyendo con dificultad, la voz tem­

blorosa de emoción.) «Todavía él tiene que arreglar

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la rr¡ar de papeles para eso de la herencia •.. » (Jua­nita se interrumpe y se pone de pie.)

LIDIA - ¿Qué te pasa? JuANITA - No puedo leer máh. Tengo la gargan­

ta seca. DA. GABRIELA- Ve a tomar agua. Anda. {luani­

ta sale presurosa por el fondo.) Sigue leyendo tú, Lidia.

LIDIA - (Cogiendo la carta.} Déjeme ver por don­de iba... (Busca. Lee entre dientes) «... la mar de papeles, pape~es para eso de la herencia ... (En voz alta.} Sí, aqu~ es. (Lee.) «Por eso no podré comprar­le las cuatro cuerdas hasta dentro de un mes. Y yo he pensado qhe si ustedes tienen en mente volver yo podría darles ese terrenito que voy a comprar pa que lo trabajaran a medias.»

DA. GABRIELA- (Riendo.) iA mediah! iAy, cará! iEse hermano mío eh la changa! ¿Tú oyeh, Juanita? Paese que se ehtán ehcaseando loh peoneh en el ba­rrio.

LIDIA- ('4eyendo.) « ... y quizás más .tarde Luis po­dría comprar esas cuatro cuerditas que bien valen la pena». -DA. GABRIELA - iAh, bueno, eso ya eh máh ra· sonable!

LIDIA - (Leyendo.) «Si se desiden, avísenme. Mi­guel me pidió la dirección de ustedes. De modo que cuando llegue a Nueva York se les presentará por ésa y podrán hablar mucho del barrio y de la gente de por acá.» (Se interrumpe, mira al fondo y luego, acercándose a doña Gabriela pregunta en voz baja.) Oiga, y el Miguel ése, ¿es bonito?

DA. GABRIELA- (En voz baja.) iBonito! (Riendo

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entre dientes.) Eh máh flaco que un ehpeque y tiene una cara seriota, seriota, como una piedra de indio. (En ~ono serio.) Pero es muy bueno, ¿sabeh? Y muy trabajador. Y a Juanita le guhta. (Mirando al fondo, en voz alta, disimulando.) Bueno, ¿qué te pasa? Si­gue leyendo, sigue.

LIDIA - (Leyendo.) «Espero que resiban bien el café y _el dulce de batata. Mi doña les manda muchos recuerdos. Recuerdos de mi parte a todos y usted reciba el aprecio de su hermano que le quiere, T 0 •

más.» (Luis entra

DA. GABRIELA ná?

LIDIA- No ...

por la puerta de la derecha.) - ¿se acabó ya? ¿No dise máh

LUis - (Avanzando de prisa hacia la sala.) i.Jua­nita, la lonchera, que me voy! (Al ·entrar a la sala y ver a doña Gabriela.) Adióh, ya uhté volvió. (Mi­rando alrededor.) ¿Y el tipo ése?

DA. GABRIELA - ¿Qué tipo? LUis - Ese que vino a ver a Juanita. LIDIA - Se fue hase rato. LUis - Ah, mira, a tu marío que te vayah a aten­

der la nena, que tié un ataque de tóh. LIDIA - (Dirigiéndose a la derecha.) iAy, Virgen

Santísima! ¿otra ves? DA. GABRIELA - Espera. Espera un momentito. Te

voy a buhcar algo pa la nena. (Sale puerta izquier­da)

LIDIA - Toma, carta de tu tío. (Luis coge la car­ta y se sienta a leerla en la butaca de la izquierda. Li'd_ia l~ mira, y al fin se le acerca tímidamente.}' Lms ... GJuan no te dijo ná de buscar un trabajo?

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Lms - ¿Ah? (Levantando momentáneamente los ojos de la carta.) lTu marío? No, no me dijo ná. (Vuelve a absorberse en la lectura.)

LIDIA -Tengo miedo por Juan. Cá día tengo más miedo, Luis.

(Entra doña Gabriela por la izquierda con una botella de alcoholado y un pomo pequeño.) DA. GABRIELA - Toma, mija. Le vah a dar una

buena frisión de alcolao caliente a la nena. Luego le frotah el pechito y la garganta con mentolatum. Y dihpuéh la abrigah bien y no la dejah salir de la cama ni coger aire. iYa veráh qué bien le viene! Mañana Dióh mediante va amanecer mejorcita.

LIDIA - iAy, bendito, muchas grasias, Doña Ga­briela! Dios se lo pague.

(Se oyen en la escalera gritos confusos y carre­ras que van en crescendo.) Voz l- «The Police! The police!» Voz 2 - Huye, que ahí vienen. iHuye! Voz DE PoLICÍA- Stop him! Stop him! Voz 2 - Déjenlo huir. iNo sean cabroneh! Voz DE PoLICÍA - «Godamit! That Puerto Rican

bastard!» Voz 3 - (Dominando las otras voces, urgente, de­

sesperada) - « i Corre, negro, que te matan!» (Lidia y doña Gabriela que se dirigían a la dere­

cha se detienen.) DA. GABRIELA- lQué pasará? lPor qué gritan?

¿Qué dise esa gente? LIDIA - (Angustiada.) iLa polisía! (Espantada.)

iLa polisía, Dios Santo! (Luego en un grito.) iJuan! (Simultáneamente con el grito de Lidia se oyen

seis disparos de pistola, terribles, ensordecedores,

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:1 '' 1

estremeciendo el edificio. ]uanita aparece por el fondo. Luis se levanta de un salto. Lidia se escapa de los brazos de doña Gabriela y llega hasta la puerta de la derecha. Doña Gabriela, Luis y ]uani­ta corren a detenerla.) LIDIA - iJuan! iJuan! iJuan!

(Luis llega a tiempo para apoyarse en la puer­ta y mantenerla cerrada mientras doña Gabriela y ]uanita agarran a Lidia y la arrastran hasta la sala.) LIDIA - iDéjenme, bendito, déjenme salir! DA. GABRIELA - No puedeh salir ahora, mijita. JUANITA - Cálmate, Lidia, por Dioh, cálmate. LIDIA - iJuan! iMe lo han matao! Y yo se lo

desía. iNo lo hagah, Juan, no lo hagah! iBendito, Dios mío! i Me lo han mata o!

Lms - Iré a ver lo que pasa. LIDIA - Sí, Luis, ve a ver. Ve a ver.

(Luis sale. Lidia grita.} iLa nena, Luis, la nena! (Doña Gabriela y !uanita la llevan al sofá.) ilgual que mis sueños! i Ruidos y sangre! i De qué sirve ~l

rpo d~ un hombre lleno de agujeros y chorreando gre? G De qué sirve una mujer si no puede salvar cuerpo de su hombre? (Rebelde.) Pero nadie e·

nía derecho de matarlo. El sólo quería las cosas que tó el mundo quiere. (La sientan en el sofá. Doña Ga­briela se sienta a su derecha.) iNadie tenía derecho de dejarme otra vez sola! {Solloza ruidosamente ocul­tando el rostro en la falda de doña Gabriela. Doí!IJ Gabriela la acaricia maternalmente.)

DA. GABRIELA - Si tú no sabeh lo que ha pasao. ¿Por qué tenían que matar a tu marío? Ehtáh asuhtá con loh tiroh. Eso eh lo que pasa. Que te ha asuh-

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tao máh de la cuenta. V amo h. V amoh. Y a veráh como no ha sío ná. Juanita, tráeme el alcolao.

(iuanita trae la botella de alcoholado que Li· dia ha dejado caer en el pasillo. Doña Gabriela le pasa alcoholado a Lidia por el cuello.) LIDIA -.(Entre sollozos.) No era malo, Doña Ga·

briela, Juan no era malo ná. (Entra Luis por la derecha. Tiene aspecto ~um­

brío. Se adelanta hasta la sala y se detiene. Doña Gabriela y ]!wnita se yerguen instintivamente y le interrog~n angustiadas con la mirada. Lidia siim­te el peso del silencio expectante y lentamente alza la cabeza ~e la falda de doña Gabriela. Con gesto de autómata aparta de su rostro los mechones de pelo que cubren sus ojos. Va levantándose y si­multáneamente va volviendo muy despacio el ros­tro hacia donde está Luis. Le mira un instante. Luego se abalanza sobre él y le sacude por los hombros.} L,DIA - iDilo! ¿Qué esperas? iDilo! LUis - (Lentamente.) No. No fue él.. LIDIA - (Petrificada.) lCó~O'? LUis - (Siempre sombrío. Sin intención de con­

solarla.) No fue tu marío. LIDIA - (Sin c~-;;;¡;;:;;;;t"er.J lNo? lNo? lNo fué

él? (Captando al fin toda la felicidad que implica la noticia para ella.) iNo fué Juan! (Se aparta fle Luis y se dirige temblorosa hacia la derecha.) iJuan! (dando al fin rienda suelta a su emoción echa a co­rrer y sale llamando a gritos; su voz¡ un trémolo de alegría salvaje.) iJuan! Juan! iJuan!

DA. GABRIELA - ¿Quién fue, Luis?

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\.

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1 1

Lms - No sé. Uno que le robó la cartera a una americana en la calle.

DA. GABRIELA - lPero ... lo mataron? LUis - Venía huyendo y se metió en ehte «bil­

din». Lo achicharraron a tiroh en el piso de arriba .. DA. GABRIELA - Dióh lo haya perdonao. (Ha;;;-­

la señal de la cruz y musitando una oración sale por la izquierda.)·

JuANITA - lEra ... puertorriqueño? Lms - Sí, y negro. JuANITA - iCanallah! iMatar así a un hombre

por haber robao ... ! LUis - Un billete e sinco, un lapis de labio y un

pañuelo susio. Eso tenía la cartera que le robó a la yanqui. Pero a él no le encontraron ni pihtola ni cuchillo. Sólo un ehcapulario de la Virgen del Car· men. Y una carta de la madre timbrá en Lares, Puer­to Rico. «Me alegro que Dióh te haya ayudao y que ehté echando palante» -desía la carta. Era una mierda de hombre, casi un muchachito, pero le me­tieron seih balah en el pecho. iPa matarlo de verdá! iPa matarlo bien matao!

JuANITA - iY lo diseh tan tranquilo! LUis - (Bruscamente.) No ehtoy tranquilo. iNo

ehtoy tranquilo por dentro! JuANITA- (Furiosa.) Pero pareseh que ehtáh tran­

quilo. Y eh lo mihmo que si lo ehtuvierah. Porque lo que uno siente lo demuehtra. iY si no lo demueh­tra eh un cobarde!

LUis - ¿y qué carajo tú quiereh que yo haga? JUANITA - Que demuestreh que tieneh sangremn

lah venah. Que si sienteh la mihma rabia: que yo • siento, en ves de guardarla por adentro, la griteh

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a voz en cuello. Así, como yo. (Abre la ventana y grita.} i Canallah! i Ases in oh! iHi j oeputah!

Lurs - iCállate! (Va hacia ella, la empuja brus­camente y cierra la v~?)~ Ju~~te dan ganali de~e~go,

lo...,.d.emuestreh t;,ompiéndolo. Así, ~omo .lo ha~o~o. (Coje el vaso de cerveza que habLa de¡ado LidLa · lo hace añicos contra el aparato de calefacción.) Por­que de alguna manera hay que protehtar. De alguna manera hay que desir que uno no ehtá conforme con lah cosah que pasan. De alguna manera hay que de­mohtrar que uno tiene sangre y corasón, digniá y

·~Ent~b · ór la izquierda.} DA. GABRIELA- ¿Qué eh eso, Juanita? ¿Qué eh­

cándalo eh ése? Lurs - (Apartando con el pie los pedazos de vi­

drio.) Y a gritahte. Y a rompihte. ¿Qué sacah con eso? }UANITA - Ná, no saco ná. Armo un ehcándalo

y máh ná. Porque ahí arriba han matao a un negrq_ .Qe Lares y yo me ehcandaliso. A nadie máh le im­porta. Pero a mí sí. Y por eso armo un ehcándalo. Porque me importa. Y porque quiero que sepan que me importa.

DA. GABRIELA - A tóh noh importa, mija. Era un semejante. Y a máh que era de loh nuehtroh. Pero hay cosas que no tienen remedio. Y menoh lah pué remediar una mujer. Y menoh toavía una mujer hih­térica. Porque ehte mundo eh de losombreh ...

}UANITA - (Interrumpiéñdola.} 1Puehque lo de­muehtren! Si eh de elloh, ¿por qué no lo hasen máh bueno? Pero no se atreven. ¿ Uhté no ve, mamá, que son unoh cobardel.!J

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Lurs - Hablar. Hablar. Eh lo único que sabeh. Pero no bahta eso.

DA. GABRIELA - i Eh duro ser hombre, Juanita, eh duro!

}UANITA - (Volviéndose a Luis.) iClaro que no bahta hablar! Pero por lo menoh eh mejor que eh­tarse quieto y callao como si uno fuera un muerto. Porque hay gente que vive y que ehtá peor que muer­ta. Como el hombre de ayer ...

DA. GABRIELA - ¿Qué hombre? ]UANITA - (Volviéndose a Doña Gabriela.) Mire,

ayer yo ehtaba en Harlem. Había un mitin. Me arri­mé pa averiguar. Era un mitin a favor de siete ne­groh que han sentensiao a muerte allá en el Sur. ¿y uhté sabe por qué loh van a matar? Porque di­sen que quisieron dehgrasiar a una mujer blanca. ¿ Uhté entiende? Ni siquiera lo hisieron. Loh matan

__E9rque trataron de ha_serlo. Y son siete vidah. Siete J ~dah negrah por el vugo de una mujer blanca.

DA. GABRIELA - iJuanita! iTe prohibo que ha­bleh asina!

}UANITA - Ehtá bien, mamá. Perdóneme. Pero yo ehtaba allí. Y o, que perdí mi honra en «La Perla» ehtaba allí, y ehcuchaba aquello. Y~ no tuve poli­síah que me protegieran. Ni hil60filíCaTéhaiqüe~-

-----= -saran al anim~l aquél. Ni aparesierori jueseh. que lo condenaran por haberme atropellaoJo¿:guetfñgó el el o ne ro la cara percutía. i Qué vale una jí­bara atropellá! La onra e una americana rubia vale siete vidah. Pero la mía no valió un chavo prieto. Y oyendo aquello sentí dentro de mí una ra­

ia muy grande. Y pensé cosah que nunca anteh ha~

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hía pensao. Entonseh vi que ehtaban pasando un pa­pel..

DA. GABRIELA - ¿Un papel? ¿Y pa qué era ese papel?

}UANITA - Pa que lo firmara el que quisiera. Era una petisión de nuevo juisio. Loh del mitin que­rían que el gobernador suhpendiera la sentensia de muerte por un tiempo pa selebrar otro juisio. Porque desían que loh siete negroh no habían tenío un juisio legal como lo, manda la ley.

DA. GABRIE,LA - Pueh tenían rasón en pedir eso. Si yo hubiera ehtao allí habría firmao el papel. (Son­riendo.) Lo malo eh que yo no sé firmar.

}UANITA -' Uhté sí, mamá, uhté sí hubiera firmao. Porque uhté eh-~~-;¡:-m'ujer ___ con el corasón ensusrtío: Pero al lao mío :hiiEía u;-;;egro, un negro muy gt an­de y muy fuerte. Era tan grande y tan fuerte que un puñetaso de aquel hombre hubiera podío matar el .toro canelo del tío Tomás. Y cuando le dieron el papel pa firmar aquel hombre que paresía un gigante se puso amarillo como la flor de majagua. Y vi que temblaba, mamá, como un perro asuhtao. El, rnáh que nadie, debía firmar porque no mataran a esoh siete hombreh. Eran siete vidah de su mihma rasa. Pero no firmó. Entonseh yo le arrebaté el papel y enfrente de suh nariseh, pa que lo viera, firmé mi nombre con letrah muy grandeh. ¿ Uhté entiende por qué digo que son un oh cobardeh?

LUis - Ese negro sabía lo que hasía al no firmar el papel del mitin. A ehtasorah ehtaría fichao por la polisía y a la menor cosa que hisiera lo reventarían

,.J>ien reventao. ¿De qué le valdría entonseh ser va­\..!_iente entre lah cuatro paredeh de una cárcel? Y tú

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anda lihta con eso de firmar papelitoh. Si te meten en la cársel no serán loh negroh americanoh loh que te ayuden a salir del lío.

}UANITA- Me ayudaríah tú, ¿verdá? iComo ereh tan valiente!

DA. GABRIELA - Bueno, bueno, dejen ya eso. Ella quiso firmar el papel y lo firmó. Eso no tié remedio. Lo que-sí tié remedio eh ehto. Juanita, búhcate el reco­gedor y recoge esoh vidrioh. Y cuando vuelvah aquí me traeh otro vaso igualito al que rompihte. ( !ua­nita sale fondo.) Y si no andah lihta firmando pa­peleh en la calle sí vah a andar lihta portándote como debeh en mi casa. La prósima ves que se te ocurra dar gritoh como una loca o que se te ocurra ponerte a romper cosah te voy a dar hahta entre el

elo. Van a ver que entoavía tengo la mano caliente. no van a olviar que entoavía son misijoh. iMisijoh án siempre misijoh manque lah barbah leh He-

en al ombligo! (A Luis.) ¿Y a ti qué te pasa. or qué me mirah asina?

G-Lms - (Sonriendo.) Hasía tiempo que uhté no

noh regañaba. ·- DA. GABRIELA - Y como tú ya habíah perdío la cohtumbre, ahora no te guhta.

LUis - Al contrario. Me guhta. Me guhta máh que verla a uhté trihte.

DoÑA GABRIELA- (Refunfuñando.) iTrihte! iTrih­te! ¿Quién ehtá trihte? ¿Tú te creeh que pa ehtar contenta una se tié que pasar la vía bailando un seih chorrea o? i Pues eso sería lo trihte! Que a mis­añoh ehtuviera yo arrehmillá to el tiempo como una pollita e quince. No, mijo, no. Esah cosah se dejan pa lah nenah con pavera como la hija de Tomáh, (Se

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interrumpe.) Adióh, y ahora que digo Tomáh. No te había dicho que resibimoh carta de ese hermano mío. (Buscando.) ¿Dónde ehtá esa carta? ¿Dónde Lidia la habrá metío? (El rostro de Luis vuelve a ensom· brecerse.)

Lms - Y o la tengo. DA. GABRIELA - ¿La leihte ya? Lurs - Sí. (Se sienta en la butaca de la izqnierda.) DA. GABRIELA - (Tratando de ocultar su ansie-

dad.} ¿Y qué te paresió? LUis - i PJieh ... ! DA. GABRIELA - Cuatro cuerdah a mediah. LUis - i Bah! ¿Quién vive de cuatro cuerdah? DA. GABRIELA - Sí, eso digo yo ... Manque depen-

de. Eh la finquita del pae de Miguel. Buen terreno. LUis - Njú. (Entra /uanita por el fondo y se

pone a recoger los vidrios del piso.) DA. GABRIELA - Y tiene un buen poso. Lms -Sí. DA. GABRIELA - El mejor poso del barrio. El

agua eh máh dulse y máh limpia que la del aljibe .P9e Tomáh. (Pausa breve.) Un poso en la mihma finca ~h la ventaja más grande que se puea tener

Lms ~na finca a mediah ... DA. GABRIELA - Eh verdá. (Fingiendo indigna­

ción.) No, si a Tomáh na máh se le pué ocurrir. iEh máh jaiba ese hermano mío! (Transición.) Claro que noh da la oportunidá de comprar el terrenito ... Y mientrah tanto, él tendría que fasilitarnoh lah se­millah, y loh bueyeh ... y el arao ... (Sin poder ocul­tar ya su entusiasmo.) Loh tomateh se dan bien allí. Y ~n buen presi~. ¿Qué .tú creeh? Sería negosio. (Sentándose en 'el suelo a los pies de Luis.} Claro

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que yo te ayudaría en lah siembrah. Y jahta tú po· dríah pegar en otra cosa que te guhtara máh... Y o me haría cargo de la finquita. Chaguito sale pronto de la Correcional. Entre él y yo echaríamoh p'alante el terrenito ése. La última ves que ehcribió desía que ehtaba a cargo de la hortalisa. Ahora tiene ehpe· riencia.

( /uanita ha terminado y se ha puesto de pie. Observa conmovida el entusiasmo de la madre.}

LUis - (Inclinándose hacia doña Cabriela y mi· rándola fijamente, sin poder ocultar un ligero tem­blor en la voz.) Mamá, luhté eh felis?

DA. GABRIELA - (Tomada de sorpresa.) lAh? ¿Y o? Sí... i Pueh claro que soy felis!

(!uanita mira con dureza a Luis y sale brus· camente por el fondo.)

Lms - lLe hase farta algo? DA. GABRIELA- lA mí? iVihnen del Carmen, no!

(Levantándose.) i Qué me va a j aser farta! Lms - (Levantándose, tomando a doña Cabriela

por los hombros y forzándola a mirarlo frente a frente.) ¿ Ehtá segura?

DA. GABRIELA - i Claro que sí! Si... .tú me lo dah tó. Si tú me dah tó lo que me puea fartar.

Lms - (Sonriendo.) Me alegro. Entonseh prepá· reme la lonchera, que se me jase tarde y horita em­piesa mi turno en la fábrica

DA. GABRIELA - iAy, eh verdá! (Se aparta de él y se dirige al fondo.) iQué bruta soy! Charlando, char· lando y no me acuerdo ni de la hora. Pero no te apureh, mijo, que te .traigo la lonchera enseguía en· seguiíta. (Sale presurosa fondo.) '

(Luis va a la percha de entrada, coge una ca·

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zadora de lana a cuadros y se la pone. Mientras se la abotona vuelve a la sala. Entra ]uanita por el fondo.)

Lms - (Viendo a ]uanita.) Me alegra que Miguel vuelva. Eh lo mejor que podía haser.

}UANITA - (Secamente.) lMejor pa quién? Lms - iHombre, pa él! Y a lo mejor pa ti. A

Chaguito le mandaré el pasaje en cuanto salga ... }UANITA - lQué tu ereh? lEl Departamento de

Emigrasión o el de Turihmo? LUis - (i3r~scamente.) iA mí no me importa ni

la Emigrasión hi el Turihmo! iLo que me importa eh mi familia. 1

}UANITA- (Irónica.) iY lah máquinah! iLah má· quin ah que dan vida!

LUis - Sí, eso también me importa. / JUANITA - Máh que la familia. No lo niegueh.

1-" Porque. nosotro. h no teuem. oh el mihterio que tienen lah máquinah. Ese II).ihterio que tú buhcah y que no acabah de encontrar. · · L~~traré ... }UANITA - SVÍo encontraráh. iEl tesoro e11condío

por Juan Bobo en la barriga de la caldera de acero! i E11 la barriga de la máquina! i De la máquina que da vida! ¿y qué eh una máquina? Lah pihtolah que hase poco dihpararon seih tiroh en el piso de arriba son máquinah. lNo se .te había pasao eso por la

nte? Sí, son máquinah. ¿y dónde ehtá la vi

Mih máquinah tú no lah en· tiendeh.

}UANITA - No, no lah entiendo. Grasiah a Dióh,

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\"'no. iY ojalá que Miguel y Chaguito no lah entien· \__c!_an nunca!

(Entra doña Gabriela por el fondo con la «lon· chera».)

DA. GABRIELA - Y a ehtá, Luis. Aquí tiéh. (Le entrega la «lonchera» a ~uis.}

LUis - (Dirigiéndose a la derecha.) Bueno, hahta la tarde.

DA. G;<\BRIELA - El café ya ehtá endulsao. Ah, y te puse uno de los pahteleh de lata que trajo Juanita.

(Luis coge el sombrero de fieltro que está enganchado en la pared y se lo pone. Abre la puerta y va a salir, pero se detiene. Vacila. "e vuelve y va hacia doña Gabriela. Se detiene ante ella.) LUis~ (Con humilde suavidad.) Bendisión, mamá. DA. GABRIELA - (Besándolo tiernamente.) Dióh

te bendiga, mijo. (Luis la abraza estrechamente y sale rápido por la derecha.) iPobresito ·hijo mío! No de­hemos pelear con él, Juanita.

JUANITA - Si peleo con él eh por su bien, mamá. DA. GABRIELA - (Volviéndose lentamente a la

sala.) Pero hay que cuidarlo. Hay que cuidarlo mu­cho. Ehtá enfermo.

JuANITA - (Acercándose a Da Gabriela.) lEn-fermo?

DA. GABRIELA - Ehtá enfermo por dentro. JuANITA - lQué uhté quiere decir? -DA. GABRIELA - Argo malo le ehtá pasando. lNo

lo hah nota o? JuANITA ____:_ Bueno, sé que ha camhiao. DA. GABRIELA - Un gusanillo de pena le ehtá

=---royendo el corasón.

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}UANITA - Yo diría que la mente ... DA. GABRIELA- No, el corasón. Mihijo eh como un

huerfanito que ehtá muy solito, muy solito. Y que no sabe pa onde tirar. Como un cabrito sin madre en la pendiente de un rihco. N~_,~J!bir p'arriba. Y abajo"'er-mreo eh j_c:mdo;"'jo1t"do... ~ , }UANITA - (Cautelosamente, con suavidad.) Mamá,

is eh ... huérfano ¿v_erd~d?-No .eh. hHo suyo ... }. . , - ELA - ~ose-'tritltgnada-como st

la hubiesen dbofeteaáo.) iLuis eh mihijo! iEh mihijo! }UANITA ~ Sí, mamá, ya sé. Eh como si fuera su

hijo. Pero eh hijo de mi padre y de ... DA. GABRIELA - (Violenta.) iCállate! }UANITA- Mamá, no se pué tapar el sielo con la

mano. Esah cosah siempre se saben ... DA. GABRIELA - ¿y tú, cómo lo supihte? }UANITA - En el barrio la gente hablaba ... DA. GABRIELA - Y te lo tenían que desir a ti. ~

gente eh mala, mala! JUANITA- ¿y qué máh da? Yo soy mujer mamá.

Entiendo de ehtah cosah. A máh que no importa. Luis eh mi hermano. Siempre ha sío mi hermano. Aunque él no lo sepa yo ...

DA. GABRIELA - iPero lo sabe! (Se deja caer en una butaca.) iEso eh lo tremendo, que lo sabe!

}UANITA - (Asombrada.) ¿Lo sabe? DA. GABRIELA - Sí. Nunca me lo ha dicho. Esah

cosah no hay que desirlah. Pero lo sabe. Y me quiere. máh por eso. Me quiere, por gratitú;..J eso ehtá mal. Un hijo debe querer a suh padreh porque sí, porque le sale del arma. Por gratitú no. Y a Luis se lo ha comío la gratitú. ¿por qué tú creeh que noh montó en la carreta pa llevarnoh a «La Perla»? ¿por qué

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fu creeh que noh trajo aquí? ¿por qué tú creeh que se ehtasaja trabajando como un animal? Porque quie­re darme la felisidá a la brava. Porque piensa que pa mí la felisidá eh tener cosah que anteh yo no tenía. iPobre hijo mío! iQué poquito sabe de la

lisidá! JuANITA - ¿y por qué no habla con él? DA. GABRIELA - ¿y qué voy a desirle? Tengo

mieo de que puea adivinar máh de la cuenta. }UANITA - Pero él ya sabe ... DA. GABRIELA - Lo que él adivina no eh máh que

la mitad. Pero no sabe la verdá, toa la verdá. }UANITA -'- ¿Qué verdá, mamá? DA. GABRIELA - Juanita, ehto no lo sabe nadie.

Ni siquiera la mala gente del barrio. Y Luis no debe saberlo. No debe saberlo nunca.

}UANITA - No lo sabrá, mamá. Se lo juro por Dióh Santísimo.

DA. GABRIELA - '(!! pae tuvo una quería anteh de casarse conmigo. Poco dehpuéh del casono me difo que tenía ... un hijo de ella, que si yo quería criarlo él lo reconosería y le daría nombre. Le dije que sí. Lo trajo y lo bautisamoh como si fuera nuehtro. La mujer aquella se enquerió con otro y un día me la encontré en el pueblo. Me dijo entonseh una cosa tremenda. Que Luis no era hijo de mi marío, que ella ehtaba ensinta cuando conosió a mi hombre. Dende entonseh toa mi vida la dediqué a evitar que el difunto se enterara de la verdá. Porque pa él, con lo agentao y pretensioso que era con lah mujereh, ese hubiera sío un gorpe terrible. Y murió sin sa­berlo. Murió queriendo a Luis máh que a ninguno

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J UANITA - i Mamá, uthé eh una santa! DA. GABRIELA - (Levantándose indignada.) iUna

santa! iUna santa! Si ®hiera sío una santa hubiera podío jaser el mi agr~- de-d~a felisidá a ese hijo ñüo. Hubtera podío ]aser que no smtiera!a~ de una madre. Pero Luis siempre lia sío un huéfano-:"

lf·o 1o veh perdío eii'"ehte mundo que no eh el del? No te dah cuenta que se la pasa buhcando, como un abrito perdío que no encuentra a su madre?

}UANITA - (Pensativa.) ¿será eso lo que buhca? ¿Será eso lo que buhca en lah máquina, mamá?

DA. GABRIE4- No sé. No sé. Sólo sé que se me ehtá volviendot loco. Loco de pena porque no en­cuentra lo que buhca. (Solloza.)

}UANITA - Mamá, mamá, no' llore. Lo cuidaremoh, mamá. Seremoh doh madreh pa él.

DA. GABRIELA - Por eso te desía que te vinierah a vivir con nojotroh. Porque ya yo me siento sin fuersah. Porque ya yo no pueo haserlo felis.

JuANITA - Sí, mamá, me vendré a vivir con uhte­deh. Mañana mihmo traeré mih cosah. Pero ahora, ¿por qué no se acuehta un ratito a dehcansar? Mien­trah, yo voy a preparar el almuerso.

(Tocan a la puerta. Doña Gabriela se seca las lágrimas rápidamente.)

DA. GABRIELA - Hay arguien ahí. }UANITA - Váyase al cuarto. Yo abriré. DA. GABRIELA - No, no. Vete tú a preparar el

almuerso. Y o atenderé al que sea. (Doña Gabriela va al pasillo de entrada. /ua­

nita duda un instante y luego sale fondo. Doña Gabriela abre la puerta y entra Mr. Parkington, un norteamericano alto y delgado de alrededor de

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cuarenta años. Viste de negro y lleva al brazo una gabardina de otoño. Trae maletín de cuero en la mano Y una sonrisa extremadamente amable en los labios. Habla español con fluidez, pero _s;on maa:.@o_qs;§.fll.Q ___ T}:!_J_Iteamericaryo.) -

PARKINGTON - iMuy buenos días! DA.- GABRIELA - iBuenoh ... ! PARK - ¿La señora de la casa, sin duda? DA. GABRIELA - ¿En qué puéo servirle? PARK- S' 1 . d' 1 no es mo esha ten na sumo placer en

hablarle en nombre del Señor DA. GABRIELA - ¿Qué seño; ... ?

. PARK - El Señor Creador del Cielo y de la Tierra. 1He nombrado a Jehová, mi querida hermana! ¿Pue­do pasar? (Pasa sin esperar respuesta.) Gracias. Es usted sumamente amable. (Doña Gabriela · ' d l , mtran-

o e asombradísima cierra la puerta y le sigue h t la sala. El visitante echa una ojeada y al ver la U:s~ tempa del Corazón de Jesús, frunce el ceño, se acer­ca a la pared del fondo, mira la litografía y se vuelve murmurando despectivamente.) ~dolatry! lgnorant folks!s - =----=-

DA. GABRIELA - ¿Cómo dise?

PARK - (Recobrando su sonrisa amable.) Digo que t~nemos que hablar' señora. ¿Puedo sentarme? {Se stenta antes de que doña Gabriela pueda indicar­le que lo haga.) Gracias.

}UANITA - (Invisible en la cocina.) ¿Quién h mamá? e •

DA. GABRIELA- No sé. Un americano.., PARK - Parkington es mi nombre, hermana.

8. ¡Idolatría! ¡Gente ignorante!

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JuANITA - (Apareciendo en la puerta del fondo con una lata de jamón picado en una mano y el abridor en otra.) ¿y qué quiere?

DA. GABRIELA - Entoavía ehtoy ehperando que me lo diga. .

PARK - (Levantándose cortés al ver a ]uanLta.} Mucho gusto, señorita. .

}UANITA - (Midiéndole de pies a cabeza mtentras le habla a ~oña Gabriela.) Mamá, te tengo dicho que aquí no 1se le abre la puerta a gente que uno no conose.

G DA. GABRIELA - La puerta de mi casa siempre ha

htao abierta. Aquí si la iierro eh por el ~río. Bue~o, eñor, acabe de desir lo que tiene que desu. ( ]uantta

sale fondo.) . . PARK - Muchas gracias, señora. La hosp1tahdad

de los latinos es maravillosa. Siempre lo he dicho. Pues bien, tenga usted mi tarjeta. (Se la entrega Y vuelve a sentarse.) Como verá soy representante de la Iglesia de Dios, Incorporada.

DA. GABRIELA - (Estupefacta.) ¿Di oh incorporao? ¿lncorporao a qué?

PARK- No, no. Dios no está incorporado. La que está incorporada es la Iglesia.

DA. GABRIELA - ¿Y qué quiere desir eso? PARK _ (En un aprieto.} Quiere decir. .. verá

usted... Incorporado es... una corporación: }UANITA - (Invisible en la cocina.) 1 Como .la~

Sentraleh mamá! iComo la sentraleh de Puerto R1co. ' p . DA GABRIELA - No entiendo. ero s1ga ..•

PA~K _ Bueno, habrá usted leído en los periódi· cos ..• es algo que ha tenido una magnífica pub~!cidad, una publicidad de primera plana... la creec.1on del

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'

({:omité Municipal Pro Mejora de los Puertorrique· ~s. El alcalde de esta gran democrática ciudad de

New York está terriblemente interesado en ustedes. ( ]uanita aparece en la puerta del fondo y escucha con aire escéptico .. ) El alcalde, siguiendo la doctr:J" a de Jehová, no distingue entre negros o blancos, ricos o pobres, puertorriqueños o americanos.

JuANITA - ¿Dende cuándo? · PAIÚc - (Cortado.} ¿Cómo dice la señorita? JuANITA - La señorita dise que dende cuando el

alcalde no hase dihtingoh. PARK- {En otro aprieto.) Pues ... Desde siempre.

Pero claro, se han cometido errores en el pasado ..• Errores que todos lamentamos... i Eso no volverá a suceder! Ahora será otra cosa.

}UANITA - ¿Qué cosa? PARK - ¿cómo? }UANITA - Digo, que qué cosa será esa otra de

ahora. PARK - Pues ... el mejoramiento de la colonia

2uertorriqueña, seño;ha. Para que así pueda estar a nivel... (Se da cuenta de que mete la pata.) Quiero decir, para que sea iS!:!_~l... {Se muerde la lengua a tiempo.) Bueno ..• g:ue no sea objeto de discrimÉ!l!; ción. fuANITA - (Apoyándose en el marco de la puerta de la cocina.) De mó que noh van a haser mejoreh.

oh van a haser tan buenoh como a los americanoh. Eso quiere desir que ahora no somo_!¡ __ buen oh, que Msü~oh igualeh que·-~ht~d~h.-- ·--·---·

ARK =-íPor- favór,- ~~tal Usted me entiende mal. Quizás sea mi español.

}UANITA - (Adelantándose un paso.) Mire, «mih-

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ter», lo que uhté quiere desir se lo entiendo yo jahta en chino. Ehtá clarito como la lus del día. (Mira ha­cia la ventana y se corrige.) Como la lus del día en mi paíh, por supuesto. (Sale fondo.}

PARK - j Oh, qué lástima! La señorita no entiende.

G. ero el caso es que la Iglesia de Dios, Incorporada, a a cooperar estrechamente con el Comité Munici­al Pro Mejora de los Puertorriqueños. Es una labor

titánica, hermana mía. i Pero la haremos! Puede es-tar segura que la haremos. (Saca unos folletos que va entregándolJ a doña Gabriela.) La Iglesia de Dios, Incorporada, e~tá a cargo de la labor social y religio­sa en esta zona. Quizás otras Iglesias vengan también. Pero hermana mía, la salvación sólo está en Jehová. Jehová es el que señala el camino. Aquí tiene infor­mación reveladora. Está en español, muy bien tradu­cido. Todo buen americano cree en Jehová y~ puertorriqueños son buenos americanos. Nosotros no hacemos... «distmgos», ·-para usar la frase pintoresca y simpática de la señorita . .:fodos somos hijos ~ Jehová,__ -D¡· GABRIELA - Dígame, señor ¿por qué uhté !e llama Jehová a Di oh? ¿Eso eh en ingléh?

PARK - (Otra vez desconcertado.) iNo, señora! iJehová es el nombre hebreo de Dios!

DA. GABRIELA - iAh! ¿uhté eh judío? ·PARK - (Ofendido) iNo, hermana, yo soy ameri­

cano! iUn buen americano! Jehová es el nombre que da la biblia· al Dios omnipotente. El único nom­bre, el verdadero. La biblia, hermana, es la palabra. Los papistas, desgraciadamente, están muy desorien­tados. Pero es nuestra misión iluminarlos mediante la palabra de Jehová. Tome usted. Esta biblia le reve-

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lará a usted la verdad. Está en español, muy bien traducida del inglés Y es gratis, completamente gratis.

JuANITA - (Apareciendo en la puerta del fondo.) No gahte máh saliva, «mihter», Mamá, ehte señor eh protehtante y lo que trata eh de venderte propaganda

' k su iglesia americana incorporá. DA. GABRIELA - i Ah, era eso! PARK ,....- (Protestando indignado.) iVender! iSe­

ñorita, le estoy regalando a su madre la palabra de Dios! i Gratis, completamente gratis!

DA. GABRIELA - (Devolviéndole los libros y fo­lletos.} Lo siento mucho, señor. Aquí somoh cató­licoh.

.... PA;K- iPero no importa! Quédese con ellos, her­mana. Léalos. i Son gratis!

DA. GABRIELA - Ni gratih podría leerloh. (Se los entrega. !uanita sale fondo.}

PARK - iPero eso ya es fanatismo! DA. GABRIELA - No sé leer, señor. Pero grasiah

de tó móh. PARK - (Tratando de salir airoso de la situación.)

Pero ... Pero es que ustedes deben entender que nues­tra misión no es sólo· religiosa. Es también social. ..

DA. GABRIELA - (Queriendo ser amable y de­mostrar interés por algo de lo que propone el visi­tante.) i Ah, van a dar baileh!

PARK - (Dando un salto} ¿Bailes? DA. GABRIELA- (Cohibida.) ¿pero uhté no dise ... ? PARK- (Espantado.) iQue me salga un cáncer en

la le~gua si yo . he ~i_c,ho ~te _¿ng~ru?sidad! El baile es'1Ina-mvencwii::® QU!!l.Lilimás, her­mana, jamasr-i)amás verá-usted-a-un-hijo..de.._khová cometie~_horrendo-pecado!

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DA. GABRIELA - iAy, uhté perdone! PARK - Somos parte del Comité Pro Mejora de

los Puertorriqueños. Y no resolvemos problemas so­ciales con bailes. Lo que hacemos son reuniones. Y se discuten problemas. Y se hace labor de orienta­ción. (Saca otra serie de folletos.) Los puertorrique· ños tienen que orientarse en esta ci~'nttaciiffl"meca· nizada. Tie~n que Kcabai-"'con las sup~hticiones y la ido~a. Tienen que co~UP.undo_,d_e las máqui· n~ire, aquí haYtolletos mu~s~ Son en es· pañol, muy bien traducidos. (Le va dando los folle­tos a doña Gabi:iela.) Los obreros puertorriqueños tie· nen que conocer sus responsabilidades y rendir el má· ximo de labor. Nosotros los orientamos. Y así se evi· tan dificultades. Y.se evitan accidentes. Como ese que _ acaba de ocurrir ahí en l!Lláhrica de calderos. -DA. GABRIELÁ-_::::-¿&; la fábrica de calderoh?

PARK - Sí, señora, sí. Me tropecé con el tumulto momentos antes de venir aquí. ( ]uanita aparece en la puerta del fondo.) Todo por un descuido, por una torpeza de un obrero puertorriqueño. Es por eso que

l~ digo ... }UANITA - (Adelantándose.} ¿un obrero puerto·

rriqueño? PARK - Sí, señorita. Es por eso que le digo que

L:a orientación obrera es esencial en una sociedad altamente mecanizada

DA. GABRIELA ~ ¿Qué pasó en la fábrica de cal-

deroh? PARK- El accidente que le dije. Porque New York,

como bien afirma nuestro democrático alcalde, le abre los brazos a los puertorriqueños Pero ...

JuANITA - ¿Qué accidente? ¿Qué accidente?

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PARK - (Molesto por las interrupciones.) ¿Pero no se lo he dicho ya?

DA. GABRIELA - (Terriblemente angustiada.) iNo, no ha dicho uhté ná! i Diga, por la Vihnen del Car· men, diga lo que pasó!

PARK - Bueno, uno de esos accidentes comunes cuando se trata de gente que no está familiarizada ...

JuANITA - (Yendo a él, violenta.) iDéjese de eh· tupideseh y acabe! i Acabe de desir! ¿Qué pasó? ¿Qué pasó en la fábrica de calderoh?

PARK- Pero señorita si no me deja usted hablar. ues resulta que un obrero estaba examinando el

interior de una de las máquinas. La máquina empezó a funcionar y el hombre quedó atrapado entre las mil piezas de acero que siguieron moviéndose a toda velocidad. El cuerpo del infeliz .••

(Se oye tocar violentamente a la puerta al mis­mo tiempo que se escucha la voz apremiante de Lidia: «iluanita! i!uanita! i!uanita abre! i!ua­nita!~ ]uanita corre a la puerta de la derecha y abre.)

(Entra Lidia demudada. Trata de hablar en voz baja a ]uanita. Doña Gabriela da un paso hacia el pasillo pero se detiene en la sala con los ojos muy abiertos, los dedos de ambas manos apre­tados contra los labios como si quisiera impedir que algo vital escapara de su cuerpo.)

LIDIA - (Jadeante, en voz baja.) i Juanita! El teléfono. En la ofisina del «janitol». iEs urgente! Ven en seguida. iEs urgente! {luanita y Lidia salen presurosas por la derecha.)

(Doña Gabriela se dirige lentamente al sofá del fondo. Se detiene frente a él, ante la imagen

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del Corazón de ! esús. Se deja caer de rodillas y hunde el rostro en el cojín del asiento del sofá. Sólo vemos su espalda encorvada que se mueve al ritmo de una respiración anhelante. Mr. Parking­ton, desconcertado, no sabe qué hacer. Al fin re­coge sus cosas en silencio. Luego da un paso hacia doña Gabriela. Se detiene. Se vuelve len­tamente y sale derecha. Intervalo. Inmovilidad. Silencio. Por la derecha entra ]uanita. Luego, Li­dia. !uanita está muy pálida y sus movimientos

rdan_~~- ~!!lfres~ de un !JJOmentán_~--~ Crllimo •. Entra lentamente en la sala. Lidia, lloran·

do en silencio, la sigue a distancia. Al llegar al final del pasillo y ver a doña Gabriela de rodillas Lidia se detiene y se lleva las manos a la boca para ahogar un sollozo. Recostada sobre la pared, el rostro entre las manos, llora silenciosamente. Juanita sigue avanzando. Se detiene junto a doña Gabriela y con la mirada perdida en el vacío, dice:)

}UANITA - El huérfano encontró lo que buhcaba, madre. Luis dehcubrió al fin el mihterio de lah má­quinah que dan vida. (Doña Gabriela permanece in­móvil. !uanita baja lentamente los ojos hacia la fi­gura arrodillada.) ¿Entendió lo que le dije, mamá?

(Doña Gabriela va alzando la cabeza hasta mirar el Corazón de Jesús.)

DA. GABRIELA - Acógelo en tu seno, Señor. Sé un buen padre pa mihijo.

}UANITA - Lo llevarán del hohpital a la funera­ria máh sercana. Dentro de una hora podemoh ir a velarlo.

(Doña Gabriela se levanta.)

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G DA. GABRIELA - No quiero que lo entierren en

hta tierra sin sol. ¿ Cohtará mucho llevarlo a Puerto ico?

¡- JuANITA - No importa lo que cuehte. Se hará lo l.T:e uhté diga.

DA. GABRIELA - (Notando la presencia de Lidia.) ¿Cómo ehtá la nena, Lidia? (Lidia corre a echarse en brazos de doña Gabriela y solloza convulsa sobre su hombro. Doña Gabriela la acaricia maternal.) Vamoh. Vamoh. No .lloreh. Mihijo eh felis ahor_a. _!:a ti~ donde nasió será pa siem;ere la mlúlrequé lo haga dor­mir sm trabajon~oren:-7LUlia-se ·separa de los· brazos de doña "Gabriela, va al pasillo más calmada, enjugándose las lágrimas, y sale derecha. Doña Ga­briela habla con acento iluminado.) Porque ahora mé doy cuenta-lo que noh pasaba a toh i La mardisión de

tierra! La tierra es sagrá. La tierra no se abando­ay que volver a lo que dejamoh paqUeM

oh persiga máh la maralsíón de la tierrn.·-y---yo-

vuervo con mihijo a la tierra de onde salimoh. y huno diré mih manoh en la tierra colorá de mi barrio como lah hundía el abuelo pa sembrar lah semillah. Y mih manoh volverán a ser fuerteh. Y volverá a oler mi casa a pacholí y yerbabuena. Y habrá tierra

afuera. Cuatro cuerdah a mediah. i Manque no sean máh! Eh t~~~a buena. Eh tierra g:ue da vía. Cuatro cuerdah sólo. "TM:añque" -ño~ean n:¡;ehtr!ih.r __ .,__..

JüA:~T"i...:.:... Y ~e~ii~ -~-~~htrah. i s;rán ;~h, mamá! Porque yo también me vuelvo con uhté a mi barrio.

DA. GABRIELA - (Como despertando de un sueño, suavemente.) ¿Tú? ¿Tú también? Pero tú desíah que ahora la carreta de tu vía la dibali a guiar pa onde tu quisierah.

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]UANITA - iPor eso, mamá, por eso! Porque la guío pa donde yo quiero. Y llegarernoh al barrio anteh de que Miguel venda esah cuerdah. Y si eh ver· dá que Miguel me quiere seré su mujer y la tierra será nuehtra. Y salvaremoh a Miguel de venir a buh· car el mihterio que mató a mi hermano. Y salvare­moh a Chaguito. Porque no eh cosa de volver a la tierra pa vivir corno rnuertoh. Ahora sabernoh que

(el mundo no cambia por sí mihmo. Que somoh noso­l!:_oh loh que c¡tmbiarnoh al mundo. Y vamoh a ayu·

dar a cambiarlo. V arnoh a dir como gente con digniá, como desía el1 abuelo. Con la cabesa muy alta. Sa­biendo que hay cosah por qué luchar. Sabiendo que tóh loshijos de Dióh somoh igualeh. Y mishijos apren­derán cosah que yó no aprendí, cosah que no ense­ñan en la ehcu'ela. i Así volveremoh ál barrio! i Uhté y yo, mamá, firmeh como ausuboh sobre la tierra nuehtra, y Luis dehcansando en ella!

DA. GABRIELA - Sí, así como tú diseh. Como ausu­boh. Firmeh como ausuboh. (La voz empieza a que­brarse.) iComo ausuboh que lah máquinah no puéan jamáh talar! (Solloza. Su llanto, largo tiempo con­tenido, va áesbordárulose ·ruidosamente, hasta que todo el cuerpo se sacude y empieza a troncharse. Poco a poco doña Gabriela va deslizárulose al piso, al lado de !uanita, y queda arrodillada, luego sentada sobre los talones, luego encorvada sobre si misma como un ovillo pequeño, insignificante, agitado de sollozos y transido de dolor, a los pies de la hija que se yergue firme y decidida.)

TELON

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IN DICE

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