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Luis Ceja Marín ¿Constructor o arquitecto? El propósito de este ensayo es comentar la tesis que John Ruskin sostiene en su libro Las siete lámparas de la arquitectura * : la arquitectura más allá de ser un acto constructivo que cumpla con su función original de ser una edificación con un propósito específico, es un acto de diseño que busca el arte de decorar y componer edificios cuya contemplación debe contribuir a la salud, a la fuerza y al placer del espíritu humano. Este comentario se refiere a las ideas principales de los primeros tres capítulos. John Ruskin (Inglaterra, 1819-1900), autor del libro Las siete lámparas de la arquitectura, era escritor, artista, científico, poeta, ecologista, filósofo, y uno de los críticos más grandes del arte. Fue el comentarista social de las ideas de la Época Victoriana; con su vida inspiró el arte británico y fundó una organización con la confianza nacional para la protección de edificios antiguos y del movimiento del trabajo. Dedicó gran parte de su vida escribiendo trabajos literarios como La poesía de la arquitectura, Las siete lámparas de la * John Ruskin, Las siete lámparas de la arquitectura, México, Ediciones Coyoacán ,1996. (1849)

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Luis Ceja Marín

¿Constructor o arquitecto?

El propósito de este ensayo es comentar la tesis que John Ruskin sostiene en su

libro Las siete lámparas de la arquitectura*: la arquitectura más allá de ser un acto

constructivo que cumpla con su función original de ser una edificación con un propósito

específico, es un acto de diseño que busca el arte de decorar y componer edificios cuya

contemplación debe contribuir a la salud, a la fuerza y al placer del espíritu humano. Este

comentario se refiere a las ideas principales de los primeros tres capítulos.

John Ruskin (Inglaterra, 1819-1900), autor del libro Las siete lámparas de la

arquitectura, era escritor, artista, científico, poeta, ecologista, filósofo, y uno de los críticos

más grandes del arte. Fue el comentarista social de las ideas de la Época Victoriana; con su

vida inspiró el arte británico y fundó una organización con la confianza nacional para la

protección de edificios antiguos y del movimiento del trabajo. Dedicó gran parte de su vida

escribiendo trabajos literarios como La poesía de la arquitectura, Las siete lámparas de la

arquitectura, Las piedras de Venecia, Las mañanas en Florencia, y la biblia de Amiens.

También escribió Fors Clavigera, una publicación mensual, que eran letras para los

trabajadores de Gran Bretaña que incluían asuntos científicos, socioeconómicos y

socioculturales. Con su libro Las siete lámparas de la arquitectura, Ruskin, aborda temas

básicos referentes a la práctica de la arquitectura , critica algunas obras arquitectónicas y

con sus lámparas establece criterios con los cuales el arquitecto debería de construir sus

edificaciones.**

En el primer capítulo, La Lámpara del Sacrificio, John Ruskin plantea una

diferencia entre arquitectura y construcción, dice que “...la construcción no llega a ser

* John Ruskin, Las siete lámparas de la arquitectura, México, Ediciones Coyoacán ,1996. (1849)** www.speel.demon.co.uk/artists/ruskin.htm

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arquitectura por el mero hecho de la estabilidad de lo erigido...” (Ibid.,p.17) sino que la

arquitectura va más allá de simplemente levantar muros; hacer arquitectura es interesarse en

las características del edificio, es buscar la estética en lo erigido más allá del uso que se le

pueda dar. Sin embargo también afirma que “no puede existir arquitectura que no esté

basada en la construcción, ni buena arquitectura que no lo esté en una buena

construcción”(Ibid.,p.18) por lo tanto se podría decir que van de la mano, es un acto que va

estrechamente ligado uno del otro, no podemos pensar en hacer una buena arquitectura si

no pensamos también en los elementos constructivos que ésta involucrará. Es aquí donde

entra el sacrificio del que habla el autor, no es simplemente construir algo que busque un

fin estético y funcional sino involucra el hecho de la sustancia (el concepto de nuestro

edificio), el trabajo y el tiempo que se le dedica a la obra arquitectónica ya sea de tipo

piadoso, conmemorativo, civil, militar, o doméstico, es una ofrenda de trabajo y de dar lo

mejor de uno mismo. Tomando como ejemplo a la iglesia, Ruskin, nos señala que sí uno se

preocupa por tener nuestra casa arreglada y llena de detalles decorativos y hasta a veces

innecesarios los cuales no nos producen placer, así deberíamos de preocuparnos por tener

las iglesias de nuestro pueblo, no simplemente por “...la emoción del deslumbramiento,

sino del acto de adoración; no la ofrenda, sino la donación”.(Ibid.,p.26) lo cual nos hace

pensar que si uno trata de diseñar algún edificio para que sea el mejor de la ciudad o el mas

costoso eso no vale nada y eso no es arquitectura sino que sea un esfuerzo de la búsqueda

en la creación de un espacio que nos de una sensación de satisfacción, que busque el

confort humano. También afirma que “... hay que procurar que hasta la albañilería mas

simple del edificio sea perfecta y duradera”(Loc. Cit.,p.26) esto es que no nos enfoquemos

tanto en los grandes detalles que talvez solamente sean reconocidos por unos cuantos

usuarios de nuestra construcción, hay que tener un balance entre la decoración sin llegar a

ser ostentoso y sin llegar a ser simplista.

Otro de los aspectos que según Ruskin deberíamos de considerar es el valor

económico , dice que nuestras obras “...siempre tienen la mirada puesta en el valor del

dinero...”(Ibid.,p.28), siempre estamos buscando tener lo mejor en los acabados sin pensar

que a veces solo metemos lo peor de lo mejor, es decir en lugar de buscar el mejor material

de un costo menor, buscamos el peor material del costo mas caro y a veces la dejamos hasta

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mal terminada, afirma Ruskin “es mejor una obra inconclusa que mal terminada.”(Loc.

Cit.,p.28)

Hablando del Espíritu del sacrificio, Ruskin menciona dos grandes condiciones, “la

primera, que hemos de hacer todo del mejor modo posible; y la segunda, que hemos de

considerar el aumento del trabajo visible como un incremento de la belleza del

edificio.”(Loc. Cit.,p.28) Si nos ponemos a pensar en la visibilidad, afirma Ruskin, no solo

depende de la situación sino de la distancia, no hay porque ornamentar todo el edificio ya

que sería un derroche de trabajo y dinero sino sólo ornamentar las partes visibles del ojo,

cuidando las líneas que dan forma a nuestra obra. Por último señala “que la obra puede ser

un derroche por demasiado buena para el material que la sustenta, o demasiado primorosa

para aguantar la exposición...”(Ibid.,p.32) hablando de las obras renacentistas como la

Certosa de Pavía y la capilla de Colleone. Nos muestra como la talla en marfil incrustada,

los gabinetes taraceados y las arquetas aterciopeladas son detalles que no tienen ni un valor

visual importante ni son materiales que pudieran aguantar a la intemperie simplemente

están por demás en la obra arquitectónica. Por eso es importante pensar bien en los detalles

que vamos a meter en nuestras obras arquitectónicas siempre cuidando que todo detalle este

ad hoc con nuestro concepto y que los materiales que coloquemos sean los mas apropiados

tanto económicamente, térmicamente, estéticamente y visualmente. Es obligación del

arquitecto considerar todos estos aspectos antes mencionados en el diseño, para no ser unos

simples constructores sino hacer arquitectura, hacer espacios que sigan los ordenes

arquitectónicos, espacios que nos digan algo que hagan al usuario sentirse en confort.

En el capítulo segundo, La Lámpara de la Verdad, John Ruskin define a la Verdad

como todo lo real, todo lo que existe y fue creado por el Todopoderoso, todo lo que puede

ser conceptual izado en la imaginación a pesar de que esté ausente o sea imposible.

En la arquitectura afirma que “...aunque no seamos capaces posiblemente de

dominar una arquitectura buena o hermosa o creativa, sí podemos dominar una arquitectura

honesta...”(Ibid., p.39) una arquitectura que busque la verdad, que no trate de engañar a los

usuarios o a los espectadores. Ruskin es este capítulo afirma que la arquitectura en términos

generales se puede distribuir en tres categorías: La primera es “La insinuación de un tipo de

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estructura o soporte que no es el verdadero: como en los medallones de las techumbres del

gótico tardío.”(Loc. Cit., p.39); en esta categoría menciona que los engaños estructurales

principalmente se basan en la insinuación de apoyos que no son los verdaderos, esto es que,

hay algunos arquitectos que tratan de engañar poniendo apoyos falsos ya sea con pilastras,

soportes y suspensiones en el aire, entre otros, que en realidad no están ejerciendo ningún

trabajo. Señala que la estructura simplemente debe de cumplir con su función, por ejemplo,

una columna que se coloca simplemente por estética es totalmente inaceptable porque

pierde su valor esencial que es el de sustentar una carga y pasa a ser un elemento mas de

ornamentación. De esta mentira arquitectónica da algunos ejemplos como “...la disposición

de los pilares maestros de Santa Sofía, en Constantinopla.”(Ibid., p.41), la capilla del King

´s College en Cambridge, y los arbotantes del gótico tardío.

La segunda categoría es “Pintar superficies para representar un material que no es el

que en realidad hay (como la marmoración de la madera), o la representación engañosa de

ornamentos esculpidos sobre ellas.”(Loc. Cit., p.39) esto lo define como “...la inducción de

la creencia en alguna forma o material que en realidad no existe; como el frecuente pintado

de la madera para representar mármol, o el pintado de adornos en falso relieve, etc.”

(Ibid.,p. 47),y como consecuencia de estos intentos de engaño los edificios pierden su

dignidad y se convierten en edificaciones falsas. John Ruskin afirma “…que ninguna forma

o material ha de ser representado con engaño.”(Ibid., p.48). Dentro de esta categoría Ruskin

señala que hay cosas lícitas en torno a la pintura, como el repellado del tabique en muros y

éste con pintura al fresco o bien pintar todo siempre y cuando no se trate de engañar

pintando como si se sugiriera algún material. Ruskin ilustra esta afirmación con la Camera

di Correggio de San Lodovico en Parma y el Campo Santo de Pisa en donde la aplicación

de la pintura es totalmente lícita ya que no trata de engañar; por el contrario la cúpula del

Duormo de Parma, donde la intención es totalmente engañar es un claro ejemplo de la

violación a la Verdad.

La tercera categoría es “El empleo de ornamentos de cualquier tipo, hecho a

máquina o moldeados.”(Loc. Cit., p.39) es el engaño de la fabricación. Para Ruskin el

empleo de moldes o máquinas para hacer cierto tipo de capiteles o alguna forma escultórica

es totalmente inadmisible ya que pierde ”...la belleza abstracta de sus formas...y la

sensación de esmero y trabajo humano invertidos en ella”(Ibid., p.54) por ejemplo “...una

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mujer con sensibilidad no llevaría joyas falsas, así un constructor con honor debería

despreciar los adornos falsos.” (Loc. Cit., p.54). El uso del hierro fundido o de la tracería

solo son engaños que para el autor solo tratan de cautivar la mirada del arquitecto y hacen

de su obra simplemente sea algo imitativo. “En consecuencia, se puede afirmar que la

arquitectura será noble exactamente en la medida en que se eviten esos recursos

falsos.”(Loc. Cit., p.39).

En el capítulo tercero, La Lámpara del Poder, John Ruskin define al Poder como

esa energía que esta en la naturaleza, la magnitud de las edificaciones, toda esa fuerza

visual y espiritual que se genera con una obra arquitectónica. Divide a las edificaciones en

dos tipos, “una se caracteriza por un preciosismo y una delicadeza sumos, a los que

volvemos con una sensación de afectuoso asombro; y la otra, por una majestuosidad severa,

y en muchos casos, misteriosa, que recordamos con reverencia no disimulada, como la que

sentimos ante la presencia y actuación de un gran Poder Espiritual.”(Ibid., p.67).

En la arquitectura para Ruskin, siempre se debe de buscar la imitación de la

naturaleza, ya que en ella esta la Sabiduría de Dios; tomando en cuenta ”la justa y humilde

veneración por las obras de Dios en la tierra, y la otra, en una comprensión del dominio

sobre esas obras con que el ser humano ha sido investido.”(Ibid., p.68). Es aquí donde el

arquitecto ejerce su Poder, ese dominio que el humano puede establecer ante la

majestuosidad de la obra arquitectónica; pero siempre respetando el contexto y todas las

demás fuerzas que hay a su alrededor. Aquí establece un principio en cuanto a las

edificaciones de gran altura afirmando que “Lo que es necesario para la exhibición de la

magnitud en altura, también es adecuado para detonarla en superficie.” por eso se debe de

tomar en cuenta la superficie del terreno y el impacto que este tendrá a su alrededor con las

demás edificaciones y ante el desarrollo social. El poder de la belleza y de la excelencia

siempre debe de ser buscado por el arquitecto según Ruskin, para que la obra arquitectónica

llegue a ser sublime y majestuosa.

Como conclusión mencionaré la gran diferencia entre construir y hacer arquitectura.

Construir es simplemente edificar, llegar a un terreno y empezar a construir sin tomar en

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cuenta nada, solo satisfacer una necesidad constructiva que de abrigo al ser humano para

realizar sus actividades. Por el contrario la arquitectura va más allá de la construcción,

hacer arquitectura involucra un espíritu de Sacrificio, es analizar un proyecto poniendo todo

de nuestra parte para que hasta la más simple edificación sea digna, es buscar siempre la

Verdad en la obra arquitectónica sin tratar de engañar a los usuarios o a los espectadores,

es buscar siempre el confort en nuestros espacios y la estética en nuestras fachadas tomando

en cuenta los ordenes arquitectónicos que siempre han existido dentro de la naturaleza,

ordenes y proporciones que Dios, el creador de todo, nos muestra en su Obra.

DATOS BIBLIOGRÁFICOS

John Ruskin, Las siete lámparas de la arquitectura, México, Ediciones Coyoacán ,1996. (1849)

www.speel.demon.co.uk/artists/ruskin.htm