9 - DELUMEAU-La Leyenda de la Edad Media Cristiana.docx

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/i) Las insuficiencias del cuerpo pastoral pretridentino1. La moralidad del clero parroquial: el concubinato deLOS SACERDOTES

Estas recriminaciones contra la moralidad del clero parroquial deben aceptarse con cierta reserva. En efecto, es muy difcil precisar la proporcin de sacerdotes concubinarios que poda haber en una dicesis o en parte de ella. Reclamos no eran por la inmoralidad, sino que por por el detrimento del acaparamiento de beneficios de acceso al clero, por la familia del cura, frente al detrimento de las opciones del resto de los hijos de la parroquia-Investigacin por motivos religiosos, no orales. Los oficios religiosos eran mal realizados, por eso los reclamos, no porque se casaran y tuvieran hijos.

-Absentismo, ms grave que el tema moral, se daba ms en parroquias rurales-

-Poca conciencia profesional: residencia en el campo, poda ser buscada para vivir lejos de la mirada de los superiores.3. La responsabilidad del episcopadoEl abuso del absentismo o, por el contrario, el comportamiento poco pastoral del sacerdote residente alejado del control de la autoridad jerrquica, son hechos aparentemente opuestos que, sin embargo, plantean idntica acusacin contra un episcopado no demasiado atento a las necesidades espirituales del pueblo cristiano.Seguramente, los obispos anteriores a la Reforma catlica quiz no fueran tan malos como se ha dicho, especialmente en cuanto concierne a su vida privada. As pues, debemos guardarnos de generalizaciones prematuras acerca del episcopado pretridentino. Segn ha escrito R. Antenas, sin duda es tentador el intento de efectuar un juicio de conjunto sobre el alto clero de la poca; [...] pero no debe disimularse el hecho de que tamaa empresa sera (actualmente) algo menos que imposible, incluso en el caso de que se intentara a escala nacional [...] En efecto, el episcopado de finales del siglo xv y comienzos del xvi nos ofrece una gama extremadamente rica de personalidades que reproducen la infinita variedad de los tipos humanos, donde se codean lo mejor y lo peor22.Sin'embargo, cmo evitar la impresin de que el obispo del Renacimiento tena escassimo contacto tanto con su clero como con los fieles? Ciertamente, si l mismo hubiera nombrado a los sacerdotes de su dicesis, los habra tal vez? conocido mejor. A comienzos del siglo xvi, en el conjunto de la dicesis de Tour- nai, de un total de 506 parroquias 452 no haban sido provistas por el obispo23, y sta era la regla general para la mayor parte de las dicesis. En ningn momento los obispos fueron bastante conscientes de que se planteaban ante ellos grandes problemas religiosos, de que la mentalidad de las muchedumbres cristianas residentes en las ciudades evolucionaba, ni de que las necesidades de las almas no eran las mismas que dos o tres siglos antes. Eran demasiados los prelados que no residan en su dicesis y que se encontrabanfuertemente ligados a servicio del Estado. Por otra parte, en el caso de que residieran, no hay duda alguna de que conceban la direccin de su dicesis de un modo excesivamente rutinario y administrativo, y buena muestra de ello nos la proporciona el hecho de que raramente emprendan visitas pastorales, y de que no convocaban snodos con la regularidad recomendada y precisa. Los obispos crean que para estar en paz con ellos mismos 24 bastaba con conservar la sociedad cristiana en la inmovilidad y administrar correctamente o hacer administrar los aspectos temporales relativos" a sus obispados. Les faltaba la inquietud pastoral que, en lgica consecuencia, tena asimismo que ser escasa en el bajo clero.La sustitucin de los sacerdotes ahsenistas por prrocos mercenarios, pagados por los titulares de los beneficios, tuvo como resultado que se confiara la salud de gran parte del pueblo cristiano a un proletariado de vicarios temporales, designados muy a menudo despus de verdaderos regateos. Estos sustitutos, generalmente vagabundos y en cualquier caso ordenados sin ttulo, eran generalmente ignorantes y poco celosos de sus deberes. Por otra parte, para poder subsistir necesitaban compaginar su cargo con un trabajo manual, obligacin que se impona asimismo a los curas titulares de un beneficio demasiado modesto. Los estatutos sinodales alemanes prevean la lista de oficios autorizados. Un sacerdote poda trabajar como jardinero, almaciguero, pastor, vaquero, agricultor, pintor, escriba, librero, boticario y pescador. En Tournai tambin estaban autorizados a ejercer como barberos o sastres. Por el contrario, les estaba prohibido ejercer de bataneros, tejedores, bai- los, comerciantes, prestamistas, taberneros, matarifes, traficantes o abogados 25. As pues, el pastor de una parroquia se encontraba al mismo nivel que su grey, lo cual deba ser ocasin para convertirlo en personaje simptico. Pero el hecho de que no hubiera pasado por seminario alguno reportaba como consecuencia que su instruccin fuera aproximadamente similar a la de sus feligreses. Ser bueno recordar, llegados a este punto, de qu modo san Vicente de Pal tom consciencia de su vocacin. Se encontraba en 1617 en Folleville, Picarda, en las tierras de los Gondi, y descubri que el prroco del lugar desconoca incluso la frmula de la absolucin26. Instruido por esta primera experiencia, tuvo ocasin de constatar la mediocridad del clero rural, y se sinti impulsado a fundar lo ms pronto posible la congregacin de la Misin. Dicha mediocridad era un mal que, ya a comienzos del siglo XV, haba alarmado a Nicols de Clamanges:5%

Casi todos los sacerdotes son apenas capaces de leer lentamente, slaba por s-194

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laba, sin comprender ]as palabras ni su sentido. Qu fruto producirn en los dems, si lo que leen es para ellos mismo algo prcticamente incomprensible? Cmo podrn actuar de intercesores ante Dios y pedirle gracias para otros, si ellos mismos ofenden y deshonran su ministerio con su ignorancia y la indignidad de su vida?27.Si el clero parroquial era ignorante hasta tal punto y en las parroquias rurales ello deba de ser cierto no slo entre los sustitutos sino tambin entre los curas residentes, como poda aportar una alimentacin religiosa sustancial? J. Toussaert ha demostrado magistralmente esta hiptesis en el caso concreto de Flan- des 2S, observando que durante los siglos XIV y xv se enseaba poco y mal el catecismo a los fieles. En los sermones de la poca que han llegado hasta nosotros, dogmas y sacramentos slo ocupan un lugar accesorio. Asimismo, se ha podido observar con estupefaccin los pocos libros de horas que contenan textos de las Escrituras. El examen (sumario) para acceder al sacerdocio antepona Pedro Lomhardo a san Pablo y el derecho cannico a los Padres de la Iglesia. Subrayemos, pues, con J. Toussaert, este aspecto esqueltico de la forma de comprender la religin, caracterstico de un conocimiento orientado hacia una prctica puramente moral, legal y externa, sin armazn dogmtica, sin luz que permita profundizar sobre la frecuentacin de los sacramentos, sin espiritualizacin, incluso en quienes posean un nivel de instruccin y cultura que les haca ms maleables. Sobre qu podan fundar su vida religiosa? En este contexto, es perfectamente comprensible el asalto protestante que colocaba la religin bsicamente en el terreno de la fe y de un comercio ntimo con Dios 29.4. Una nueva problemticaNos encontramos a punto de llegar a una conclusin que a muchos an les parece revolucionaria30: acaso no sera simplemente una leyenda la edad de oro del cristianismo medieval? No se ha confundido la religin de la masa de los habitantes de Occidente con la de una lite de clrigos? Partiendo del postulado de que el cristianismo alcanz un notabilsimo nivel durante los siglos xn y xiii, se ha credo en la existencia de una decadencia posterior, contra la que se habra alzado la Reforma protestante, y a continuacin la Reforma catlica. Pero, acaso es vlido el postulado inicial?Observando el comportamiento de los pastores se descubren hechos de signo contrario al postulado expuesto. Cierto que, entre los siglos xiv y XVI, ni el papado ni el alto clero dieron siempre ejemplos demasiado edificantes. Pero J. Janssen, que ha reunido una impresionante documentacin sobre la Alemania preluterana, cita numerosos testimonios sobre la existencia de buenos superiores, prelados cumplidores y obispos piadosos de los que se beneficiaba la Iglesia del Imperio31. Tambin es cierto que a partir de Juan XXII los papas concedieron con demasiada facilidad dispensas de no residencia a los obispos, quienes por su parte siguieron la, misma tnica en lo que respecta al bajo clero. Pero acaso el cuerpo clerical en conjunto era peor en 1500 que cuando, en 1074, durante el papado de Gregorio VII, el concilio de Roma conden la simona, el trfico de beneficios, y el matrimonio y la disolucin de las costumbres de los eclesisticos? Cuando es posible efectuar un sondeo profundo sobre la situacin en el siglo xm la poca de las catedrales, por ejemplo gracias a los registros de visitas pastorales de Eudes Rigaud, arzobispo de Kun, se descubre que el clero de la poca no era superior en ningn aspecto al del perodo siguiente32. Inversamente, J. Toussaert, en su investigacin sobre Flandes en los siglos XV y XVI, saca la impresin de que el clero de esta regin, desde el doble punto de vista de las costumbres y la residencia, haba realizado algunos progresos entre 1450 y 1520.Si consideramos ahora en conjunto la vida religiosa occidental durante los siglos xiv y XV, qu constataremos? Se observar que las, iglesias se multiplicaban a un ritmo creciente en Francia, Alemania e Inglaterra; que se desarrollaba una religin ms personal entre las lites, gracias especialmente a los Hermanos de la Vida Comn y a la comente creada por la Devotio moderna; y la apertura aunque ciertamente en un clima de anarqua de nuevas y populares formas de piedad. Todo parece presentarse como si, al menos en las ciudades, las masas estuvieran ms despiertas y no que se hubieran despertado al sentimiento cristiano. Acaso no constituyen irrecusables testimonios sobre la sed religiosa de las muchedumbres la eclosin de los Via Crucis, los desfiles de flagelantes, las procesiones tras el Corpus Domini, las representaciones de la Pasin, y el extraordinario xito de predi* cadores tales como Vicente Ferrer, Bernardino de Siena, Olivier Maillard o Savonarola?

Frente a estas acrecentadas necesidades espirituales, el clero parroquial, sobre todo en las zonas rurales, segua siendo poco instruido. Ello nos permite afirmar que el drama de la Iglesia era la inconsistencia teolgica de la mayor parte de sus pastores, que, en consecuencia, se hallaban incapacitados para responder a la nueva demanda religiosa de sus fieles. En estas condiciones, se compren-