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Con este ensayo se emprende un acercamien to inhabitual a la obra de Marx. Tras una delimitación exacta de «corpus» de fuentes, una vez denunciada la ausencia de rigor filológico de la obra del pensador de Tréveris, el autor sitúa el estudio de la filosofía de Marx en el entorno estrictamente filosófico. En El Capital está la filosofía de Marx, no en el «método», en la «manera de proceder», sino en el contenido de la obra misma.  Felipe Martínez Marzoa  La filosofía de “El capital”

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    Con este ensayo se emprende un acercamiento inhabitual a la obra de Marx. Tras unadelimitacin exacta de corpus de fuentes, una vez denunciada la ausencia de rigor

    filolgico de la obra del pensador de Trveris, el autor sita el estudio de la filosofa deMarx en el entorno estrictamente filosfico. En El Capital est la filosofa de Marx, no

    en el mtodo, en la manera de proceder, sino en el contenido de la obra misma.

    Felipe Martnez Marzoa

    La filosofa de El capital

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    (Contraportada)

    Desde el momento en que,sobrepasando la etapa de los tanteos y de la bsqueda de un camino,

    Marx encuentra una definicin de su problemtica

    y se pone a elaborar sistemticamente sta,la obra que se propone realizar es,ya hasta el fin de su vida,

    una sola, nunca terminada,y que no es otra que aquella que, en un momento dado,

    sale a la luzparcialmentey que lleva por ttuloEl capital

    y por subttulo Crtica de la Economa Poltica.A lo largo de la rigurosa exposicin de Felipe Martnez Marzoa

    llegamos a una slida conclusin,la teora del valor,

    y, por lo tanto,El capitalen su conjunto,es la verdadera obrafilosfica de Marx,

    y, como tal,es un momento esencial de la historia de la filosofa.

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    ADVERTENCIA

    Los sistemas de referencia empleados en las citas quedan suficientemente claros

    en las notas y en las referencias de las mismas a la bibliografa. En cuanto a la manerade dar el texto mismo en las citas, indicamos aqu lo siguiente: siempre que un textocitado por una edicin en lengua original aparece en castellano, debe entenderse que dela traduccin somos responsables nosotros mismos. Por otra parte, no siempre hemostraducido; en particular, no lo hemos hecho en aquellos casos en que la cita se hace pormor de la utilizacin original de expresiones determinadas, o cuando el traducir hubierarequerido elementos de interpretacin que, en el momento en que la cita ocurre, an nohan sido fundamentados y que an son expositivamente necesarios en ese momento.

    La redaccin de este libro se termin en el verano de 1981. Se ha optado por nohacer modificaciones. Casi inevitablemente, el autor que ha escrito un libro y que, entretanto, ya ha tenido tiempo de interiorizar lo esencial de l y de seguir adelante, se sienteinclinado, en el momento en que hojea de nuevo el libro en vista de su anunciada

    publicacin, a pensar que esto o aquello estara mejor de otra manera, en lo cual, vistala cosa en abstracto, quiz no le falte razn. Ello, sin embargo, solamente significa que,en el tiempo transcurrido, el autor ha estado trabajando, no en el mismo libro, sino enotras cosas, que su actual trabajo le plantea otras exigencias, que cuestiones que anteseran menos graves ahora lo son ms, o viceversa, etc.: pero todo esto ocurre en virtud deotro trabajo que el que se publica, y, por lo tanto, no debe conducir a una revisin deste; el libro debe dejarse tal como est.

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    OBJETIVOS Y MTODO DEL PRESENTE TRABAJO

    I.1. LA PRESUNTA ESPECIFICIDAD DEL MARXISMO Y EL VICIOANTIFILOLGICO

    El tipo de propsitos con que el presente trabajo aborda la obra de Marx es lobastante inhabitual para tener que ser inicialmente presentado mediante recursos deexpresin que tampoco son muy corrientes.

    En noviembre de 1941, Thomas Mann pronunciaba, en una alocucin desde elexilio a sus compatriotas, las siguientes palabras:

    A quien hoy os habla le fue dado hacer, en el curso de su ya larga vida, algunas cosas enpro del prestigio espiritual de Alemania. Estoy agradecido por ello, pero no tengo ningnderecho a jactarme de ello, pues fue destino y no dependi de mi intencin La fuente de laproductividad es la conciencia individual, y, aunque la simpata que esa produccin provocaredunde en bien de la nacin por cuya lengua y tradicin es llevada, est en juego en ellodemasiada involuntariedad para que pueda ser pertinente alguna aspiracin a alguna gratitud.Vosotros, los alemanes, no tendrais hoy el derecho a agradecerme mi obra, aunque quisieseishacerlo No fue hecha por mor de vosotros, sino por necesidad absolutamente propia1.

    Segn conceptos usuales, estas palabras expresaran algo opuesto al espritu del

    marxismo, aunque los trminos concretos en los que se formula la anttesis entreconciencia individual y movimiento histrico no sean los requeridos para hacer simple ysimtrica aquella oposicin (tal simetra requerira que el destino colectivo aparecieserepresentado por otros conceptos que el de nacin). Pero incluso esta nocorrespondencia entre los conceptos en que aqu aparece representada la anttesis y losque se elegiran para representarla desde el marxismo vulgar, no hace sino resaltar elaspecto ms general y elemental de la anttesis misma. Las palabras citadas de ThomasMann representan la afirmacin individualista del intelectual puro, la ruda negativaa considerarse, en cuanto artista, servidor o expresin de una praxis colectiva,cualquiera que sea la manera en que se defina esa colectividad (y es sabido que ThomasMann tampoco pensaba en ese momento en la colectividad nacin como categora

    geopoltica, ni en sentido nacionalista).Algunas nubes, sin embargo, ensombrecen la pretendida claridad del esquema.Primero: el intelectual puro del caso est haciendo algo muy comprometido al

    pronunciar estas palabras; algo por lo que haba tenido que huir de su pas unos aosantes. Segundo: el individuo, como tal, no se atribuye ningn mrito; dice que todoha sido involuntario, que ha obedecido a una necesidad y que est agradecido porhaber hecho lo que ha hecho. Eso que l no est dispuesto a compartir con nadie, no esmrito, sino obligacin. Tercero: en la actitud de rechazo que el texto expresa,consiste una profunda lealtad a aquellos mismos a los que se rehsa toda participacinen la obra. El escritor no ha hecho su obra por ellos, pero por ellos pronuncia estaalocucin, y por ellos dir ms abajo salt a la arena unos aos antes en el gesto

    1 Thomas MANN,Politische Schriften und Reden, dritter Band, Frankfurt a. M.(Fischer), 1968,pp. 211-212 .

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    que haba de llevarlo al exilio, y por ellos se negar unos aos despus a un fcil retornoa su pas.

    Cuarto: que Karl Marx, en cuanto autor de Das Kapital, tambin es unintelectual puro. No hay, en el discurso de su obra, ni la menor pretensin de que algosea aceptado en virtud de exigencias de naturaleza distinta que: las que justifican cada

    paso del discurso de Hegel, Kant o Leibniz. Y, si no fuese as, nosotros no loconsideraramos como un filsofo, del mismo modo que no consideraramos a ThomasMann como un artista si no hubiese podido (de acuerdo con el carcter de su obra)

    pronunciar frases como las arriba citadas. Marx no compuso su obra para fin alguno, niindividual (as pues, fue destino y no dependi de mi intencin), ni colectivo (o seano fue hecha por mor de vosotros).

    Y, si se trata de un intelectual, es redundante decir que se trata de unintelectual burgus. Entindase: perteneciente al Brgertum, no a la Bourgeoisie, yMarx emplea generalmente esta segunda palabra, no la primera, para referirse a la clasede las poseedores de capital.

    Pero, incluso por contraposicin a otras figuras de intelectual, es Marx

    precisamente burgus. Por ejemplo, es de lo ms opuesto al clsico intelectualpopulista. Pertenece alBrgertum, no al Volk, y es, por as decir, civil (brgerlich)como algo distinto de popular (volkstmlich). Tambin aqu nos es til haber citado aThomas Mann. El deutsches Brgertum al que el escritor llama al 1930 a unirse alsocialismo no es, desde luego, la Bourgeoisie, pero tampoco es el Volk; en aquelmomento era volkstmlich otra cosa, bastante siniestra.

    Cierta idea comn a fieles, heterodoxos y crticos (dialogantes odescalificantes) contempla el marxismo como algo situado en una dimensindiferente, como algo que no puede ser valorado en el mismo sistema o mbito, nitiene que ser estudiado con el mismo sistema o mbito, ni tiene que ser estudiado con elmismo tipo de condiciones, en cuanto a rigor histrico, etc., que la obra de Hegel, deKant o de Aristteles. No discutimos todava la cuestin de en qu sentido pudiera ser

    peculiar la relacin de Marx con el universal (o presunto universal) filosofa. Lo quediscutimos ya, es el modo a priori de abordar el material de estudio. Es un hecho que, ala hora de estudiar el pensamiento de Marx, casi todo el mundo se vale (de maneracentral o suplementaria) de modos y recursos que se consideraran inadmisibles paraestudiar a Kant, Hegel o Aristteles. Esta discriminacin de procedimiento est basadaen la conviccin (expresa o tcita, o incluso verbalmente negada) de la especificidaddel marxismo, no slo con respecto a cualquier actividad que deba reflejarsefundamentalmente en una obra literaria o artstica materialmente presente, para lainvestigacin histrica. Especificidad que sera debida al presunto carcter, que el

    marxismo tendra, de expresin de una praxis histrica.Mencionaremos algunos de los aspectos ms visibles de la citada discriminacinen el mtodo de estudio.

    En general, cuando se pretende estudiar un pensamiento, lo primero que seadmite como necesario es delimitar un corpus de fuentes. Delimitarlo,

    primeramente, en el sentido de una delimitacin externa, o sea: saber qu textos sonfuentes. As, por ejemplo, en el caso de Kant, las fuentes son las obras de Kant,incluidas las variantes entre una y otra edicin original de una misma obra. Pues bien,cuando se afirma estudiar el marxismo, la subyacente delimitacin material delcorpus suele abarcar un conjunto variable, mal definido, generalmente ms amplioque el de los escritos tericos atribuibles a la mano de Karl Marx. En la idea normal que

    cualquier estudioso tiene de lo que es el marxismo, entran infinidad de cosas que nopueden en absoluto leerse en la obra de Marx con estrictamente delimitada. Ms an: si

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    un investigador pretende dejar sola la obra de Marx como fuente para un estudio,distinguindola de por ejemplo la de Engels, se le considera obligado a dar una

    previa justificacin de su manera de proceder y, si tal justificacin previa no existe, seentiende que la contraposicin es gratuita. En otras palabras: se supone que el onus

    probandi debe recaer sobre los que distinguen estrictamente las obras propias de Marx

    de las de otros, cuando lo justo (y lo que se admite con cualquier otro pensador) seraque ese onus recayese sobre los que distinguen estrictamente las obras de Marx con lasde otros. La prueba de que los pensamientos de varios autores coinciden (o comoquiera que se le llame a lo que supuestamente ocurre) slo podra ser correcta a

    posteriori, y constituye un crculo vicioso no encontrar diferencias fundamentales unavez que se ha dado por admitida la posibilidad de basar una interpretacin de Marx encitas de Engels.

    Hemos mencionado a Engels con el fin de que inicialmente nuestra crtica delvicio se dirija a la forma ms benigna del mismo. Pero, en realidad, el conjunto detextos que frecuentemente se manejan como si fuesen fuentes es mucho ms amplio. O,

    para ser ms exactos, su delimitacin no es como la de un corpus filolgico, sino como

    la de un canon escriturstico, incluidas las divergencias sobre qu libros y autoresexactamente se incluyen en el mismo.

    Es claro que esta (digmoslo benvolamente) irregularidad antifilolgica, en susformas ms agudas o en las simplemente crnicas, aparece como fundamentada en elmencionado supuesto de que aqu no valen las reglas de la filologa, porque sta es laciencia de los textos y aqu no se trata de textos, sino de un movimiento real. En ellose mezcla evidentemente un cierto desprecio por los meros textos, debido sin duda aque tanto fracaso histrico real an no ha sido suficiente para convencer a cualquierade que textos, palabra y letra, sean de Marx, de Aristteles o de Hegel, de Sfocles o deHlderlin, son, a fin de cuentas, lo ms precioso que la humanidad posee, lo que, porencima de cualquier cosa, no debe ser corrompido.

    Sea como fuere, el mencionado desprecio de la disciplina filolgica se extiende aotros aspectos de la misma. Mencionaremos, a este respecto, la escasa consideracinque se tiene hacia la necesidad de una delimitacin interna (y ya no slo externa) de lasfuentes, y ello en varios sentidos, que indicaremos sumariamente.

    Incluso dentro de lo escrito por Marx, no siempre se distingue como se debieraentre obras propiamente dichas y otras cosas, ni entre los diversos tipos de estas otrascosas. Por ejemplo; manifiestos, programas y declaraciones de una asociacin o de un

    partido poltico, aunque hayan sido escritos de hecho por una determinada persona, noson en principio obras de las que esa persona sea autor; un texto que uno aprueba o

    propone para firmar colectivamente no tiene por qu ser (y, de hecho, ordinariamente no

    es) una obra propia, aunque uno mismo haya sido el redactor material. No digo que esetipo de escritos (bastante abundantes en el corpus marciano y, algunos de ellos, muchoms conocidos que cualquier captulo deDas Kapital) no deban ser tenidos en cuenta;slo digo que son un tipo de dato histrico esencialmente distinto de una obra, y derango inferior, si lo que se trata de estudiar es el pensamiento de un pensador.

    Otra distincin entre tipos de textos, que igualmente suele quedar ignorada bajoel universal Marx dixit, es la que hay entre obra concluida (o parte concluida de unaobra) y borradores o apuntes preparatorios de una obra en vas de realizacin. Elcarcter subordinado de estos ltimos, para una interpretacin filosfica, no es, desdeluego, tan marcado como en el caso de los otros escritos a los que anteriormente hemosatribuido tal carcter. Ello es debido a que, en la distincin a la que ahora nos referimos,

    ambos trminos son trabajo terico: los Grundrisse son, para nuestra interpretacin,material mucho ms primario y decisivo que los manifiestos, programas y declaraciones

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    de del Consejo General de la Internacional; no slo porque tengan un contenido msinteresante, sino tambin porque son un dato de mayor autoridad desde el punto de vistade los objetivos de nuestro trabajo. Pero es preciso tener en cuenta el carcter peculiarde esa autoridad, y no es admisible escribir sin ms Como dice Marx en losGrundrisse, ..., ya que Marx no public, ni entreg, ni dio a conocer esos textos, y, por

    lo tanto, el sentido de la palabra dice en tal contexto tendra que ser precisado.Incluso dentro deDas Kapitalhay distinciones a tener en cuenta, en razn de la historiadel texto y de su publicacin.

    De la frecuencia con la que citas presuntamente decisivas de la obra de Marxse refieren a textos de carcter sumario y circunstancial, y de la precipitada manera enque se leen esos textos, comentaremos algunos ejemplos en los pertinentes captulos denuestro trabajo.

    La ignorancia de las diversas distinciones mencionadas es explicable, como yase indic, por una negativa profunda a considerar los textos de Marx precisamente comotextos, esto es: de acuerdo con reglas filolgicas. Tal ignorancia se detiene en parte antela cronologa, pero aun esto lo hace con caracteres que denuncian el mismo vicio de

    fondo. Se discute a partir de qu momento entra Marx en el mbito de eso otro que yano est bajo jurisdiccin histrico-filolgica, y para lo anterior se buscan ttulos de lahistoria de la filosofa: Marx habra sido hegeliano en tal o cual momento,feuerbachiano en tal otro, quiz kantiano-fichteano en otro, etc. Ahora bien,incluso un pensador como Kant, que tiene tan marcado el momento de la implantacindefinitoria de su propia filosofa en el campo de la objetividad literaria (1781), presentaya desde sus primeros trabajos importantes una problemtica que impide ubicarlo enninguna de las corrientes dadas. Wie du anfingst, wirst du bleiben, escribiHlderlin2: lo cual no quiere decir que Kant o Marx hayan dicho siempre lo mismo, sinoque, si hubiesen empezado por ser acomodables a una etiqueta, no hubieran llegado

    jams a ser Kant ni Marx, y, en tal caso, el eventual permanecer no hubiera sido elBleiben dicho por Hlderlin, quien no dice algo as como Wie du anfngst, bleibst du,sino Wie du anfingst, wirst du bleiben.

    Teniendo en cuenta todo lo dicho sobre la naturaleza y las causas de la ausenciade rigor filolgico en el tratamiento de la obra de Marx, pueden entenderse algunosnotables rasgos de la manera en que se viene realizando la edicin de los textos de este

    pensador. Dejaremos sin especial comentario la proliferacin (por tantos conceptosdetestable) de agrupamientos arbitrarios de textos bajo la forma de libro. Pero resultainevitable detenerse en la consideracin de que incluso las ediciones de Marx usuales enniveles cientficos de investigacin no satisfacen aquellas exigencias que se consideranvlidas para una edicin cientficamente manejable de Kant o de Hegel. Por ejemplo,

    para el libro I deDas Kapital, una edicin crtica tendra que basarse en la 2. edicinoriginal (la ltima supervisada por Marx) y registrar en notas y/o apndices todas lasdiferencias entre la primera edicin y la segunda, las indicaciones dejadas por Marx alcorregir la traduccin francesa, las indicaciones dejadas por Marx sobre la posibleutilizacin de estas variantes en una nueva edicin alemana, otras indicacionesmanuscritas de Marx sobre posibles correcciones, as como las correcciones y adicionesintroducidas por Engels en la tercera y cuarta ediciones alemanas. De hecho, es incluso

    poco frecuente llevar la relativa seriedad filolgica hasta el modesto punto de basarse enla segunda edicin (registrando en nota las variantes de las ediciones cuidadas por

    2 HLDERLIN, Smtliche Werke, ed. citada en la bibliografa, p.328.

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    Engels)3; y lo normal, incluso en ediciones generalmente usadas en trabajos cientficos,es limitarse a reproducir la 4. edicin con pequeas correcciones de lapsus mecnicos4.

    I.2. DOS ACLARACIONES POLMICAS SOBRE LA PRESUNTA

    ESPECIFIDAD

    La actitud que hemos descrito en el pargrafo anterior, y frente a la cual nosdefinimos crticamente, no es en modo alguno exclusiva de los teorizantes delmaterialismo dialctico y el materialismo histrico. Existe en ellos, ciertamente,

    pero de la manera ms burda, menos interesante desde un punto de vista crtico. Lo quems nos interesa aqu es que una actitud del tipo dicho se constata tambin en autoresque no pretenden ortodoxia alguna y que, bajo otros conceptos, parecen capaces de uncomportamiento intelectual libre. Dentro de este campo, resulta importante tambinregistrar la diversidad de recursos con los que se pretende justificar el hecho de noestudiar a Marx con el mismo tipo de rigor histrico que se aplica al trabajo sobre otros

    pensadores. Siempre se trata de que Marx o el marxismo son, presuntamente, otracosa que todo lo que por lo dems se llama filosofa; pero esta heterogeneidad sedefine de maneras diferentes. Hemos seleccionado como ejemplo dos autores muydistintos y que, sin embargo, tienen de relativamente comn el hecho de que ambos, porsu formacin, debieran estar en condiciones de dar a la tarea de aislar el verdadero

    pensamiento de un pensador un sentido distinto del de una cuestin dogmtica,abstracta o meramente filolgica.

    El ttulo mismo del libro de Herbert Marcuse El marxismo sovitico, as comola explicacin de ese ttulo en la Introduccin del libro, sugieren que al menos la

    posibilidad de conectar el adjetivo sovitico con el sustantivo marxismo es algo as

    como una obligacin para el investigador. Y, en efecto, Marcuse entiende la hipotticanecesidad de desatar semejante nudo gordiano como la mera cuestin de la validezdogmtico-abstracta consistente en si los dirigentes soviticos se guan o no por los

    principios marxistas5. Estamos totalmente de acuerdo con Marcuse en considerar queuna cuestin en tales trminos sera carente de significacin e importancia, pero elcaso es que, con haber descartado esta cuestin que l mismo se formula as, Marcuse

    parece creer que ha conjurado tambin el problema que debiera plantearle la presenciade Marx en cuanto pensador con total independencia de elementos que, como losdirigentes soviticos, nada tienen que ver con el asunto.

    Y es que, para Marcuse, la aludida carencia de significado y de importancia dela (segn nosotros tan frvolamente autoplanteada) cuestin reside en que: una vez

    incorporado a las instituciones y objetivos fundacionales de la nueva sociedad, elmarxismo queda sujeto a una dinmica histrica que prevalece sobre los propsitos de

    3 As ocurre en la edicin Ullstein citada en la bibliografa. Hay, sin embargo, en esa edicin,algunos errores y omisiones en la indicacin de las variantes introducidas en las ediciones 3. y4..4 Ese es el caso de la edicin Marx Engels Werke, citada en la bibliografa. Con el fin deajustarnos a un sistema de cita uniforme y de uso comn, utilizamos en principio la referencia aesta edicin (bajo la designacin abreviada MEW) para la localizacin de los pasajes citados,sin que ello nos impida tener en cuenta, para el libro primero de Das Kapital, el texto de la 2.

    edicin (a travs de la edicin Ullstein) y el de las partes sustituidas o suprimidas de la 1. (atravs de las publicaciones que indicamos al respecto en la bibliografa).5 MARCUSE, El marxismo sovitico, ed. castellana indicada en la bibliografa, pgina 15.

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    Es un hecho que el partido bolchevique y la revolucin bolchevique se desarrollaronen un grado considerable segn los principios marxistas, y que la reconstruccinstalinista de la sociedad sovitica se bas a su vez en el leninismo, el cual era unainterpretacin especfica de la teora y la prctica marxistas9. As, pues, Marcuse acabaadmitiendo, como condicin de todo su discurso, una suposicin acerca de aquellas

    cuestiones que haba desechado como dogmtico-abstractas y carentes designificacin, a saber: si tal o cual cosa se hizo (o no se hizo, o se hizo en un gradoconsiderable) segn los principios marxistas. Su rechazo de la cuestin dogmtico-abstracta resalta ser nicamente una coartada para no levantar el velo quehuidizamente se deja notar en dos expresiones de la cita que acabamos de hacer: en ungrado considerable y una interpretacin especfica. Y, sin embargo, como acabamosde ver, slo levantando ese velo se podra quiz justificar el concepto de marxismosovitico. En Marcuse, una vez supuesto que el bolchevismo (o leninismo) era enun grado considerable marxismo, y que el stalinismo se bas en el leninismo, elmarxismo se considera incorporado en y a la sociedad sovitica por definicinfundacional.

    Como trabajos dentro de la historia del pensamiento filosfico o sociolgico dice Marcuse, los artculos del Breve Diccionario Filosfico, por ejemplo, o ladiscusin sobre lgica de 1950-51, carecen totalmente de significacin e importancia:sus errores filosficos son claramente perceptibles para cualquier persona culta. Sinembargo, la funcin de la teora sovitica no consiste en la formulacin acadmica decategoras y tcnicas de pensamiento generalmente vlidas10. Nosotrosobservaramos a este respecto dos cosas:

    Primero, que, a la funcin de la teora sovitica, Marcuse no debieracontraponerle como nica alternativa lo acadmico, dogmtico-abstracto y lastcnicas generalmente vlidas. Hay otro modo de considerar un pensamiento, mododel que Marcuse, por sus lecturas, debiera tener noticia. Consiste en considerar el

    pensamiento en s mismo, independientemente de toda realidad poltica, peroconsiderndolo no como realidad (dogmticamente), sino comoposibilidad11.

    Segundo, que, precisamente por algo de lo que Marcuse dice en el textoltimamente citado, a esa dimensin del pensamiento como posibilidad, a la que

    pertenece Das Kapital, no pertenecen las producciones de la ortodoxia, aunque seanms cuidadas que las que Marcuse cita como ejemplo. En ellas no reside posibilidadalguna. En el plano al que ellas pertenecen, Das Kapital no es ni siquiera malinterpretado, sino sencillamente ignorado o mejor, inexistente.

    Nuestra crtica del modo de proceder de Marcuse ha sido, por una parte,interna, pues ha pretendido mostrar que el autor criticado no puede fundamentar su

    proceder sin basarse en una referencia, aunque sea huidiza e imprecisa (y, por lo mismo,acrtica), al mbito o dimensin cuyos oficios previos rechaza en principio. Nuestromodo de tratamiento de la obra de Marx no se basa ni en esa dimensin (llamadadogmtico-abstracta) ni tampoco en funcin alguna referente a la realidad

    poltica. Ahora bien, la nocin de el pensamiento como posibilidad, a la que hemosaludido citando a Heidegger no se encuentra en Marcuse, ni a propsito de Marx ni deotros y por ello este aspecto de nuestra crtica pudiera quiz calificarse de mera toma de

    posicin externa, lo que ciertamente no es un argumento contra nosotros. Encualquier caso, tiene inters ver qu hace con Marx algn autor cuya concepcin de lahistoria del pensamiento tiene el mismo punto de partida que la nuestra. Para ello vamos

    9

    Ibid., p. 18.10Ibid., pp. 17-18.11 HEIDEGGER, Gesamtausgabe, tomo 2, pp. 51-52.

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    a comentar algunas (otras las comentaremos en algn captulo posterior) de lasreferencias a Marx contenidas en el libro de Jean Beaufret Dialogue avecHeidegger12.

    Beaufret empieza por subrayar la real y verdadera dependencia de Marx conrespecto a Hegel. Subraya tambin que Marx no es consciente de la naturaleza concreta

    de esa dependencia. Lo cual es cierto. Las declaraciones expresas de Marx al respectono tienen ninguna pretensin de profundizar en la cuestin; slo reconoce ladialctica de una manera externa, aunque est internamente determinado por ella. Yeso no es ningn caso raro en la historia de la filosofa, sino, por el contrario, algo

    bastante corriente. Nietzsche tampoco saba cul era la verdadera naturaleza de surelacin con Hegel y con Kant.

    Ahora bien, precisamente porque Marx no asume como problema la presencia dela dialctica (esto es: de Hegel) en su propia obra, no est justificada la opinin deBeaufret segn la cual Marx habra tenido, por el contrario una idea muy precisa acercade cmo y por qu est presente la dialctica en su obra, a saber: la idea segn la cual ladialctica sera una evidencia de hecho, en sentido positivista. Hegel, segn Marx,

    interpretado por Beaufret, habra descubierto aquel nuevo concepto de ley que ibaa permitir por fin la adecuacin cientfica del pensamiento a los hechos ya no sloen el campo de la naturaleza, sino tambin en el de la historia.

    Nuestro trabajo demostrar que esta concepcin, atribuida a Marx, es en realidaddirectamente incompatible con el pensamiento maduro de Marx. Entretanto, veamosqu puede haber inducido a Beaufret a presentar eso como marxismo.

    Marx no compuso obra alguna que responda a temticas como las de los escritosde Engels La subversin de la ciencia por el Sr. Eugen Dhring, Dialctica de lanaturaleza, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado o LudwigFeuerbach y el fin de la filosofa clsica alemana. Ms exactamente: hay un momento

    juvenil, cuyo final se refleja en el abandono del manuscrito Die deutsche Ideologie, unmomento a partir del cual Marx se aparta cada vez ms de una temtica filosficadigamos general o convencional, para ocuparse en lo que l llama la crtica de laeconoma poltica o el descubrimiento de la ley econmica que el movimiento de lasociedad moderna. Si hicisemos caso de las teorizaciones del materialismohistrico y el materialismo dialctico, esta nueva temtica, cuyo tratamiento es todala obra del Marx maduro, sera el ejercicio de una posicin filosfica general aplicada aun objeto concreto, a saber: aquel presunto objeto concreto que Marx llama la sociedadmoderna. La presunta posicin filosfica general sera precisamente lo que se llamamaterialismo dialctico y, ms restrictivamente, materialismo histrico. Encambio, el anlisis de la ley econmica del movimiento de la sociedad moderna sera

    la aplicacin de ese mtodo a un material determinado.Nuestro trabajo demostrar que la concepcin que acabamos de mencionar no secorresponde en absoluto con lo que histricamente es el pensamiento de Marx. Que elmaterialismo histrico y el materialismo dialctico no son de Marx ni son filosofa.Que la filosofa de Marx es precisamente lo que l presenta corno la crtica de laeconoma poltica y como el descubrimiento de la ley econmica del movimiento dela sociedad moderna.

    Hay unos escritos de juventud (algunos de ellos redactados en colaboracincon Engels), cuyo principal encanto reside en la bsqueda de un camino a seguir, que,

    por eso mismo, presentan una multiplicidad de posibilidades, de ensayos ms o menosfallidos, de perspectivas diversas, a menudo no bien diferenciadas unas de otras.

    12 BEAUFRET, obra citada en la bibliografa, pp. 126 y ss.

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    Incluso, ciertamente, giros en un sentido positivista, que permiten hacer citas comoaquella deDie deutsche Ideologie en la que se complace Beaufret13.

    En cualquier caso, aquella relativa indeterminacin, aquella bsqueda de uncamino, acaba por cristalizar en un proyecto, y ese proyecto no tiene nada de

    positivismo, ni es tampoco el de un nuevo humanismo basado en un nuevo concepto

    de el ser verdadero del hombre, quiz como autoproductor de s mismo por surelacin productiva con la naturaleza, cuya apoteosis sera el socialismo (todo ellointerpretacin de Beaufret con base en los manuscritos de 1844 y en Die deutsche

    Ideologie)14. Todo esto pertenece a la etapa de los intentos, de las virtualidades, no alcamino en el que finalmente Marx se compromete, camino que, como veremos en elconjunto de nuestro trabajo, hace adoptar a su filosofa esa extraa forma de crtica dela economa poltica, aun sin que Marx haya escrito obra alguna de economa, ni desociologa, ni siquiera de metodologa de esas cosas.

    Esa direccin definitiva del Marx maduro es exclusiva de Marx. Engels siguicon atencin y entusiasmo la elaboracin de Das Kapital, conoci bien el detalle y elcontenido material de la obra, quiz barrunt que era algo ms que una aplicacin

    concreta del presunto mtodo, pero, de hecho, en su propio trabajo literario, siguibajo el concepto de una filosofa genrica, de carcter condicional, filosofa que latribuye a Marx, porque, en efecto, se nutre de aspectos de los escritos de juventud, pero

    pretendiendo dar una salida de tinte cientfico, vagamente positivista, al caudalproblemtico all contenido. El resultado (las obras de Engels antes citadas) presenta talfalta de rigor que no tiene sentido ocuparse de l en un trabajo de filosofa. Sinembargo, tal resultado es el origen de todo el aparato pseudofilosfico conocido comomaterialismo histrico y materialismo dialctico, el cual pretende constituir la partegeneral y filosfica de lo que se llama marxismo.

    Que Beaufret ve el marxismo bajo este prisma, lo demostrara ya (aunque nohubiese otras pruebas) el hecho de que remita unas veces a Marx, otras a el marxismoo los marxistas, otras a Engels, etc., sin que se pueda distinguir siempre claramenteentre unos y otros trminos de referencia, ni se sepa siempre quines son losmarxistas en cuestin, y, en todo caso, sin que esas distinciones, aun en la medida enque son conocidas, resulten operantes en la argumentacin. Mas an, la amalgama no seLimita a textos, sino que, en un momento dado15, entra en juego la mencin Rusia, yun poco ms abajo China, sin que nadie nos haya explicado con qu fundamento seatribuye en general a menciones de este tipo algn papel en la discusin que se estdesarrollando.

    Cabe aadir, como otra muestra (y, a la vez, consecuencia) del procederamalgamante de Beaufret, un rasgo que se encuentra en su exposicin y que es

    desgraciadamente comn a la gran mayora de los tratamientos filosficos sobreMarx, a saber: la falta de penetracin en el contenido deDas Kapital, la cual, en el casode Beaufret, se manifiesta en cosas como pretender dar una enunciacin material de lacontradiccin del capitalismo, recurrir para ello al concepto de la pauperizacin,etc., en suma: coser sobre un caamazo hegeliano trminos de la interpretacin

    sovitica deDas Kapitalcon resultados como el de no ver en aspectos fundamentales deDas Kapitalotra cosa que lo que ya dice la Filosofa del derecho de Hegel16.

    Esta falta de penetracin en el contenido de Das Kapital, por parte de lageneralidad de los autores que se ocupan de filosofa, responde a que dicha obra, por

    13Ibid., p. 135.14

    Ibid., p. 126.15Ibid., p. 133.16Ibid., pp. 127 y 132.

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    lo que se refiere a su contenido (no a los aspectos lgicos y metodolgicos), seconsidera de economa, y se pretende encontrar expresin directa de la filosofa enotras partes, a saber: en prlogos y otros escritos de carcter marginal, as como,naturalmente, en los escritos de juventud y en las obras de Engels. Para nosotros, encambio, es en Das Kapitaldonde est la filosofa de Marx, y, adems, no est en el

    mtodo, en la manera de proceder, etc., sino que es la obra misma en su contenido.Esto se demostrara en el desarrollo de nuestro trabajo Lo que de momento nos interesams, lo que justifica que nos ocupemos de las pginas de Beaufret, es la cuestinsiguiente: un autor como Beaufret, por sus puntos de partida y de referencia constante,

    jams se hubiera permitido los procedimientos de amalgama que arriba hemosdenunciado, si el pensador del que tratase fuese otro que Marx. Eso que hace con Marx,a saber: interpretarlo a travs de los marxistas o de Engels, o incluso de realidades

    poltico-estatales y/o poltico-partidarias, es absolutamente opuesto a cualquier cosa queBeaufret pudiese querer hacer con Kant o Hegel o Nietzsche o Aristteles. La cuestines: por qu con Marx?

    La respuesta es que, para Beaufret, Marx no pertenece al mismo nivel que

    Kant, Hegel o Nietzsche, esto es: no pertenece al nivel de la filosofa. A Marx habraque entenderlo, segn Beaufret, en otro mbito, a saber: el de un movimiento llamadosocialismo, dentro del cual el marxismo representara el intento de servirse de lafilosofa (y concretamente de la filosofa hegeliana) para los fines de este movimiento,el cual sera de suyo extrafilosfico; del mismo modo que la escolstica cristiana fue elintento de servirse de la filosofa para la profesin de la fe cristiana. Beaufret lo dice as:Lessentiel pour lui [i. e.: pour Marx] est den faire usage [i. e.: de faire usage de ladialectique, de lheritage hglien] au service du socialisme, dont la phiosophie ntait

    pas le fort, pas plus qu son dbut le christianisme ne sentendait philosopher. Quil yait dans lun et dans lautre quelque chose dautre et de plus essentiel peut-tre que la

    philosophie, savoir leur rapport plus direct au mythe initiateur, ne les a pas gards dese soumettre son cole, quitte se renier eux-mmes. A lcole de la philosophie, lechristianisme a donn lieu en son temps la scolastique et le socialisme en un autretemps au marxisme17.

    De este modo resulta, en efecto, teorizada la amalgama, por cuanto la obra deMarx, segn este punto de vista, no sera libre pensamiento, sino servicio a unmovimiento que se supone definido como tal antes y por encima de la propia obra deMarx. Este movimiento se designara con el nombre de socialismo.

    Subrayemos, en primer lugar, la imposibilidad de sostener tal tesis por otra vaque la del crculo vicioso: esa concepcin general del significado de la obra de Marxslo puede legitimarse en apariencia por cuanto dicha obra se confunde de antemano en

    un nico bloque histrico con los marxistas, con Engels y con otras cosas,procedimiento que, a su vez, se fundamenta en la citada concepcin general que lmismo habra de legitimar. El crculo es vicioso, y no meramente crculo, porque,mientras los telogos cristianos de la Edad Media proceden ellos mismos (digamos:aproximadamente y con matices) en la manera indicada por Beaufret, Marx no pretendeque tesis alguna le sea concedida en razn de otras exigencias que las del libre

    pensamiento, exactamente tal y como lo hacen Kant, Hegel y Nietzsche. Por lo tanto, elaludido servicio debera ser puesto de manifiesto en la obra de Marx desde fuera y,en cierta manera, contra ella misma; el intrprete debe, en este caso, asumir un onus

    probandi que Beaufret no asume.Pero, adems, hay otro tipo de consideraciones, que caracterizan la tesis de

    Beaufret no slo como infundamentable, sino como carente de sentido. Decir que la17Ibid., p. 131.

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    filosofa resulta asumida por mor de algo distinto, presupone que ese algo tiene unsentido con anterioridad a tal asuncin y que no se fundamenta como tal en primer lugara partir de la filosofa misma. Y, en efecto, esto es lo que ocurre con el otro caso citado

    por Beaufret: la fe cristiana es, para la teologa, positum18, por cuanto la teologa tienesu propia esencia en el hecho de que, desde la fe y por mor de ella, asume la filosofa, o

    sea: adopta un marco ontolgico de conceptos fundamentales para la expresinconceptual de la fe. La fe es lo que es antes de que, por mor de ella, se eche mano de lafilosofa.

    En cambio, qu es o dnde est o cmo se define ese socialismosupuestamente anteriorypara cuya expresin conceptual Marx habra echado mano dela filosofa? En la obra de Marx, el socialismo no es interpretado, sino que esfundamentado, producido como concepto, no interpretativamente, sinoespeculativamente. O, dicho de otra manera: socialismo en la obra de Marx es untrmino propio del pensamiento de Marx, que no tiene sentido antes ni fuera de laarticulacin total de ese pensamiento.

    Cierto que alguien puede utilizar o haber utilizado la palabra socialismo antes

    o al margen del uso de esa palabra en la obra de Marx y de la filosofa en general. Perolo mismo ocurre con cualquier otro trmino tcnico de cualquier filosofa, y el problemase plantea a este respecto con la palabra socialismo no es de distinto tipo que elreferente a otros trminos empleados, con coincidencia en la palabra, pero no en elsentido, en uno y otro contexto filosfico, o en la filosofa y en otros tipos de discurso.

    Beaufret mismo no hace ni la menor tentativa de indicar qu es, o, al menos, aqu dimensin pertenece, ese socialismo que, segn sus tesis, sera positum para elmarxismo. Se limita a enunciar de manera puramente externa un paralelismo con el casode la escolstica y la fe cristiana. Para ello recurre a una frase que apareceincidentalmente en elNietzsche de Heidegger: Da die mittelalterlichen Theologen aufihre Weise, d. h. umdeutend, Platon und Aristoteles studieren, ist dasselbe, wie da KarlMarx fr seine politische Weltanschauung die Metaphysik Hegeis bentzt19. Beaufretse considera obligado a advertir en nota que esta frase, pronunciada en 1940, no es,evidentemente, la ltima palabra de Heidegger sobre el marxismo20. La verdad es queno es ni la ltima ni la primera. En el texto que se cita, Heidegger no habla en absolutodel marxismo. La mencin de Karl Marx en esa frase es puramente casual. Buentestimonio de ello es, aparte del contexto global en el que la frase se inserta, el hecho deque tal mencin de Marx aparece como determinativo de una frmula, politischeWeltanschauung, que no pertenece al lxico heideggeriano. Si Beaufret tomasetotalmente en serio su cita, tendra que preguntarse: as como el positum de la teologaes la fe cristiana, el presunto positum del marxismo, o sea: el socialismo, del que

    Beaufret reconoce sin duda que no puede ser una fe en el sentido en que lo es la fecristiana, qu es (o qu deviene mediante los servicios de la filosofa)?; unapolitische Weltanschauung?, y eso qu es, o, ms exactamente, qu es cuando esHeidegger quien emplea la frmula, qu puede significar ella en el lenguaje deHeidegger?; la verdad es que tal locucin no pertenece a tal lenguaje. La mencin deMarx en la frase citada por Beaufret (que, efectivamente, data de 1940) pertenece allenguaje comn y ordinario; Heidegger, en 1940, no haba pensado por su cuenta sobreMarx. La Carta sobre el humanismo fue escrita en 1946, y, en todo caso, el dilogono empez, ni siquiera en esta ltima fecha, ni aun posteriormente.

    18

    HEIDEGGER, Gesamtausgabe, tomo 9, pp. 51 ss.19 HEIDEGGER,Nietzsche, II, p. 132.20 BEAUFRET, obra citada, p. 136, nota.

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    I.3. LA OBRA QUE ESTUDIAMOS Y EL OBJETIVO DE NUESTROESTUDIO

    Desde el momento en que, sobrepasando la etapa de los tanteos y de la bsquedade un camino, Marx encuentra una definicin de su problemtica y se pone a elaborar

    sistemticamente sta, la obra que se propone realizar es, ya hasta el fin de su vida, unasola, nunca terminada, y que no es otra que aquella que, en un momento dado, sale a laluzparcialmente y que lleva por ttuloDas Kapitaly por subttuloKritik der politischenkonomie. La forma y ordenacin de la obra empieza a concretarse desde 185721. En1859 se publican dos captulos bajo el ttulo Zur Kritik der politischen konomie; peroel contenido de esos dos captulos ser nuevamente recogido y reelaborado para la

    publicacin, en 1867, del libro I deDas Kapital, nico publicado por Marx.Puede constatarse que las sucesivas variaciones del plan de redaccin de la obra

    se mueven en el sentido de que lo designado como la ley econmica del movimientode la sociedad moderna o el modo de produccin capitalista sea cada vez con mayorclaridad un singular directamente construido como tal, y no un caso concreto de ununiversal. Toda construccin a partir de consideraciones sobre presuntas nociones deley econmica en general o de modo de produccin en general, toda derivacin decategoras econmicas a partir de conceptos presuntamente aplicables ms all de lasociedad moderna, resulta eliminada.

    Ya en el texto publicado como Zur Kritik der politischen konomie la obrapropiamente dicha comienza con la presencia inmediata de la riqueza reconocidacomo tal en la sociedad moderna: Auf den ersten Blick erscheint der brgerlicheReichtum als...22, concretamente als eme ungeheure Warensammlung23, y, por lotanto, die einzelne Ware [erscheint] als sein [i. e.: des brgerliche Reichtums]elementarisches Dasein24. No se encuentra ya como paso estructural en la exposicin

    ningn concepto de riqueza en general, del que der brgerliche Reichtum sera unsubgnero, sino que se encuentra der brgerliche Reichtum como un concepto nicoy primario. Igualmente, no aparece primero la produccin de mercancas como unfenmeno presuntamente ms general, del cual la produccin moderna o capitalistasera un caso particular. Por el contrario, la mercanca slo aparece como daselementarische Dasein des brgerlichen Reichtums.

    Las sucesivas modificaciones del esquema tienden a conseguir que las categoraseconmicas se generen en el anlisis de la mercanca, entendida sta como la formaelemental de existencia de la riqueza de la sociedad moderna, y precisamente que segeneren en el anlisis de esa forma en su propia necesidad interna, sin que nada tengaque venir dado de otra parte. En otras palabras: que toda la estructura de la sociedad

    capitalista se revele contenida en germen (cuyo desarrollo es especulativo, no histrico-evolutivo, pasa por momentos de la construccin terica, no por etapas de desarrollofctico) en la proposicin segn la cual lo que hay (la riqueza), en la sociedadmoderna, es mercanca. Como veremos, es un punto esencial para la coherencia del

    pensamiento de Marx el de que la sociedad en la que la riqueza en general tiene elcarcter de suma de mercancas no pueda ser otra que la sociedad capitalista, y que,recprocamente, la sociedad capitalista no pueda ser estructuralmente definida de otromodo que construyndose especulativamente a partir de la proposicin segn la cual lariqueza es en su conjunto una suma de mercancas.

    21 El material recogido en los Grundrisse atestigua esto.22

    MEW, XIII, p. 15.23Ibid.24Ibid.

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    El tipo de desarrollo especulativo a que nos referimos aparee ya publicado comoZur Kritik der politischen konomie, pero no se encuentra all claramente efectuado, noslo porque lo publicado no llega hasta la gnesis de los conceptos de capital. Plusvala,etc., sino tambin porque el plan adoptado concibe todava los captulos Lamercanca y El dinero (o la circulacin simple) como los dos captulos precedentes

    al titulado El capital (dividido ste en El proceso capitalista de produccin, Elproceso capitalista de circulacin y Unidad de ambos, o capital y ganancia, capital einters), y de manera que los tres captulos (La mercanca, El dinero y Elcapital) constituiran slo la seccin primera, titulada El capital en general, de unlibro titulado Del capital, el cual, sin embargo, sera slo el libro primero de laobra, cuyo ttulo global iba a serKritik der politischen konomie.

    Por contra, en los aos siguientes, toda la crtica de la economa poltica pasaa llamarseDas Kapital, ttulo ahora de toda la obraproyectada, para el que Crtica dela economa poltica es un subttulo explicativo. Los temas la mercanca y eldinero pasan a estar, constituyendo un nico captulo, dentro de lo que antes erasubcaptulo y ahora libro, El proceso capitalista de produccin. La gnesis del

    dinero en el propio anlisis de la mercanca, como necesidad interna de la propianaturaleza de la mercanca, es expresamente efectuada como gnesis especulativa, y delconcepto del dinero, en cuanto exigido por y para la naturaleza de la mercanca, surge elconcepto del capital, del salario y de la plusvala y, sucesivamente, a la serie de lascategoras econmicas.

    De acuerdo con esto, si la obra en 1867 comienza con la misma frase que en1859, esa misma frase, sin embargo, se ha alterado en el sentido de que der brgerlicheReichtum aparece en 1867 concretado, para que no quepa la menor duda de que era

    precisamente esto lo que se quera decir, como der Reichtum der Gesellschaften, inwelchen kapitalistische Produktionsweise herrscht25.

    Del movimiento de Marx, en los sucesivos planes y reelaboraciones de la obra,en el sentido de realizar con la mayor precisin el proceso especulativo que hemosindicado (de modo que la articulacin de los momentos y el detalle del procesodiscursivo son lo esencial, el verdadero contenido, y no la forma de la exposicin) datestimonio el hecho de que Marx no se dio an por contento con la redaccin del primercaptulo en la 1. edicin de Das Kapital, y aadi como apndice a dicha edicin unaexposicin ms clara de una parte del contenido de dicho captulo (Die Wertform),escrita cuando el libro ya estaba en imprenta. Finalmente, la ltima y ms perfectaversin del captulo, resultante de refundir el citado apndice con el texto de la primeraedicin, retocando a la vez todo ello, es la aparece en la segunda edicin (1872) deDas

    Kapital.

    Con todo lo anterior, ha quedado ya implcitamente dicho qu es lo quepretendemos demostrar en el presente trabajo, a saber:1. Que todoDas Kapitalno es sino la exposicin desarrollada de la teora

    del valor expuesta globalmente en el captulo primero, o sea: la construccin efectivadel modelo requerido por las condiciones de aquella teora. (Cuando decimos todo

    Das Kapital, nos referimos a la totalidad del proyecto, y no slo a la parteefectivamente escrita.)

    2. Que la teora del valor, y, por lo tanto,Das Kapitalen su conjunto, esla verdadera obra filosfica de Marx, y que, como tal, es un momento esencial de lahistoria de la filosofa.

    25 MEW, XXIII (Das Kapital I), p. 49. La frase citada aparece en esta misma forma ya desde la1. edicin.

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    Tambin ha quedado ya implcitamente dicho que nuestro estudio no esgentico-evolutivo, sino sincrnico. Concierne directamente al Marx de Das Kapital.De acuerdo con esto, aunque tenemos en cuenta la totalidad de la obra de Marx, losdiversos textos se distribuyen, en cuanto a su valor como fuentes, en categoras, no enun mero orden de mayor a menor autoridad, sino de acuerdo con una apreciacin

    cualitativa de su carcter. El centro es el libro primero (nico que Marx lleg a publicar)deDas Kapital.La suma de material manuscrito perteneciente aDas Kapital y no dispuesto para

    publicacin, que Marx dej a su muerte, es de una gran extensin y complejidad. Dehecho, gran parte de l fue publicada, fundamentalmente en dos marcos editoriales.

    Primeramente, la publicacin que hizo Engels de dos conjuntos de textos deMarx como libros segundo (1885) y tercero (1894) de Das Kapital. Los textos son deMarx, en un estado no final de elaboracin, y ms o menos retocados o completados porEngels. La agrupacin y ordenacin la hizo Engels, pretendiendo ajustarse a laintencin de Marx.

    En segundo lugar: aquellas partes manuscritas que contienen una especie de

    historia crtica de la economa poltica, publicadas inicialmente por Kautsky en edicinhoy superada, son conocidas con el ttulo Theorien ber den Mehrwert.

    No es posible saber cul hubiera podido ser la configuracin definitiva que Marxhubiera dado a su obra en el caso de que hubiese llegado a disponer por s mismo la

    publicacin de toda ella. Podemos, ciertamente, afirmar que todo ese material pertenece(junto con el publicado libro primero) a una sola obra proyectada. Pero, aun suponiendoque ya no hubiesen de ser necesarios nuevos materiales hasta una hipottica elaboracinfinal (suposicin difcilmente sostenible), Marx hubiera necesitado bastantes aos msde vida y bastante reposo para llevar el conjunto de lo que tena escrito al estado de obraacabada; no slo por la gran riqueza, extensin y complejidad del material, sinotambin porque la manera de trabajar de Marx en este proyecto presenta un asombrosonivel de autoexigencia en cuanto a rigor, trabazn interna y precisin de todas lasarticulaciones del discurso. Ni siquiera podemos dar por seguro que el libro primerohubiese de poder permanecer inalterado dentro de la totalidad de la obra acabada.

    Decimos todo esto para dejar sentado que nuestro estudio sincrnico (y, por lotanto, estructural) no puede, para llegar a la estructura profunda, partir de la presuntaconstatacin de una estructura superficial o externa, ya que tal constatacin no se da,

    pues la obra en su conjunto no est presente. Esto quiere decir que, partiendo deestructuras que s se realizan, incluso externamente, en partes determinadas del texto(como es el caso, fundamental para nuestro estudio de las dos primeras secciones),tendremos que seguir luego el hilo de conexiones conceptuales de fondo que, ms que

    reflejarse en una estructuracin externa del material, lo atraviesan de lado a lado.No pretendemos en ningn punto demostrar que nuestra lectura de Marx sea lanica posible. Tal lectura nica posible nunca existe con referencia a la obra de un

    pensador. Lo que s hay son lecturas imposibles, o, para ser ms exactos, presuntaslecturas que no son lecturas. En otras palabras: el conjunto de las lecturas posibles podrser infinito, pero es todo lo contrario de indeterminado.

    En varias ocasiones, a lo largo de este captulo, hemos empleado la palabramarxismo. Debe quedar claro (y creemos que lo est en virtud del contexto) que lautilizacin de ese vocablo responde nicamente a un procedimiento gramatical dederivacin, y que no significa en modo alguno el reconocimiento de una familia ocorriente de pensamiento. En el plano de la historia de la filosofa propiamente dicha

    y tal como nosotros la entendemos, no existe tal corriente; lo nico que hay es la obrade un pensador, y ms particularmente un cierto libro inacabado que se titula Das

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    Kapital. Eso es todo. O, si se pretende mantener la palabra marxismo comodesignacin emprica de una corriente, de un subconjunto de la literatura filosfica ofilosfico-poltica, entonces lo que decimos es que el marxismo no es en modoalguno nuestro tema, no nos interesa y aqu no se trata de l; a lo sumo, lo habremostenido en cuenta a nivel tcnico-bibliogrfico, pero no como parte positiva del objeto de

    nuestro estudio.Asimismo, ha aparecido ya (y quiz vuelva a aparecer) en nuestro trabajo laincidental frase de Heidegger sobre el dilogo con el marxismo26. Conviene evitarescrupulosamente el dar a esta frase una importancia mayor o ms especfica que la quede suyo tiene. En primer lugar, vale aqu para nosotros (incluso con independencia de loque Heidegger pensase) lo que acabamos de decir sobre la expresin el marxismo.Pero, adems, conviene advertir que eso del dilogo con es una frmula que apareceen Heidegger referida a toda obra fundamental en la historia de la filosofa, y en todoslos casos en razn del mismo imperativo; no se trata de ninguna particular referencia aMarx. Por otra parte, el dilogo con Marx es inseparable del dilogo con

    Nietzsche, Hegel, Kant, Leibniz, Aristteles y otros. Todo ello es en el fondo lo mismo,

    a saber: la historia de la filosofa, considerada como una sola cosa y como la filosofaque queda por hacer, lo cual apareci inicialmente en Sein und Zeitcomo destruccinde la historia de la ontologa27. Lo nico que pretende el presente trabajo es removeralgunos de los obstculos que (por lo que se refiere a la lectura de Marx) no slo cierranel camino de ese dilogo, sino que adems hacen traidoramente equvoca la expresindilogo con el marxismo.

    I.4. ETAPAS DEL PRESENTE TRABAJO

    Los captulos II a V de este trabajo, ambos inclusive, exponen aquelloscontenidos que, en una lectura inmediata de Das Kapital, deben poder captarse en laespecfica manera que se indica, si toda la obra ha de poder ser entendida como laexposicin desarrollada de la teora del valor que el captulo primero de la obra de Marx

    presenta solamente en abstracto. Se exponen, en esos captulos, determinadoscontenidos fundamentales expresos enDas Kapital, pero precisamente se los expone demanera que Das Kapital resulte no contener otra cosa que la teora del valordesarrollada. La seleccin de los contenidos a tratar en esos captulos se hizo tratandode incluir slo lo estrictamente necesario para que pueda quedar aceptablementedefendida la tesis de que nada se aade a la teora del valor ni viene despus de ella,sino que todo se limita a exponerla de manera desarrollada.

    Dentro de esos contenidos que se tocan en los captulos II a V, est incluida (y, por razones obvias, en primer lugar) la propia exposicin abstracta del captulo primero de Das Kapital. Con ocasin de la misma, se adelanta ya la asuncinontolgica que habr de recogerse posteriormente. Esto no significa apartarse de lalectura inmediata, pues los propios trminos en que Marx introduce el anlisis de lamercanca invitan a plantear cuando menos la posibilidad de tal interpretacin28.

    El esbozo de lectura ontolgica del captulo primero deDas Kapital, junto con elhecho de que toda la obra pueda o deba entenderse como la exposicin desarrollada de

    26 HEIDEGGER, Gesamtausgabe, tomo 9, p. 340.27 HEIDEGGER, Gesamtausgabe, tomo 2, p. 27 y ss.28

    A la redaccin del captulo II del presente trabajo he incorporado (con correcciones deimportancia) buena parte de mi escrito Sobre el captulo primero de El capital , publicadodentro del libroRevolucin e ideologa, Barcelona, 1979.

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    lo abstractamente enunciado en dicho captulo, conduce a la exigencia de establecerun conjunto de premisas que permitan interpretar la tarea deDas Kapitalcomo un tipo

    peculiar de averiguacin ontolgica. Para ello, en primer lugar, se descarta lainterpretacin materialista de Marx, incompatible con la nuestra, y esta polmica(captulo VI del presente trabajo) resulta ser la ocasin adecuada para introducir algunos

    conceptos que se necesitarn posteriormente. A continuacin, tras haber realizado unabreve aclaracin necesaria sobre la nocin misma de ontologa (captulo VII), se pasa aintroducir en la interpretacin el pargrafo del captulo primero de Das Kapitalsobreel carcter de fetiche de la mercanca, que hasta ese momento no haba sidoespecialmente aducido, y ello se hace ahora con el fin de introducir en la interpretacinontolgica el concepto marxiano de ideologa (captulo VIII de este trabajo). Esto, asu vez, es la base para poder ensayar una especie de prueba de hecho de lainterpretacin ontolgica de la ley del valor, prueba que consistir en mostrar cmo,efectivamente, puede entenderse que dicha ley desempea en la experiencia moderna delo ente el papel de la ontologa implcita en toda patencia de algo ente; para ello seadopta como figura de eso que hemos llamado la experiencia moderna de lo ente, por

    una parte, la ciencia (en el sentido moderno de la palabra) y, por otra parte, el Estado(tambin en el sentido moderno del trmino). Tal mostracin se realiza para la cienciaen el captulo IX del presente trabajo y para el Estado en el captulo X del mismo.

    Todos los aspectos hasta aqu mencionados (y, por lo tanto, todas las cuestionesinterpretativas tocadas) del pensamiento de Marx se cruzan y concentran en el conceptode la revolucin. Este concepto no es ciertamente la base, pero s el nudo (endonde se rene todo) del pensamiento de Marx. Cada uno de los dems conceptos esabsolutamente necesario para entender este. Por tal motivo, la cuestin de por qu al

    pensamiento de Marx, de acuerdo con lo expuesto en los captulos II a X, le es inherentela revolucin, y en qu sentido le es inherente, ocupa nuestro capitulo XI.

    Una vez concluida por el momento la aclaracin de lo que se considera elcontenido fundamental (como posibilidad interna) de la obra de Marx, se emprende(captulo XII) una caracterizacin general de su posicin dentro de la historia de lafilosofa moderna.

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    II

    LA MERCANCA

    II.1. CARCTER DEL ANLISIS MARXIANO DE LA MERCANCA

    Lo dicho en el capitulo precedente sobre las etapas de elaboracin del comienzode Das Kapitaly sobre lo que se persigue a travs de las sucesivas modificaciones,excluye de toda validez la creencia habitual (sobre todo entre los economistas) de que elcaptulo primero de la obra tendra un modo de expresin poco adecuado a lo que se

    pretende comunicar en l. Ese captulo fue extraordinariamente cuidado por Marx, y, sialguien lo encuentra mal construido o mal redactado, ser porque desea leer en l

    algo distinto de lo que Marx quiere decir.Desde 1859, la obra fundamental de Marx, en sus diversas redacciones,comienza siempre con una misma frase, ligeramente retocada entre Zur Kritiky la

    primera edicin deDas Kapitaly que en esta ltima obra suena as:

    La riqueza de las sociedades en las que impera el modo de produccin capitalistaaparece como una enorme reunin de mercancas, y la mercanca individual aparece como laforma elemental de esa riqueza1.

    Resulta notable, en primer lugar que Marx no solo emplee, sino que acue yrepita una frase de la que es sujeto un trmino absolutamente no definido, el trmino

    riqueza. La riqueza es aquello que se tiene en cuanto que uno es rico Y ricoes aquel que tiene. La riqueza es, pues, lo que se tiene, lo .que hay. Y lo quehay es lo que es, o sea lo ente.

    Quiz alguien se apresure a objetarnos que no es as, porque la mercanca, paraMarx, es producto del trabajo humano, y no todo ente (por ejemplo: no el aire querespiramos, como el propio Marx dir) es producto de trabajo humano. Pero noadelantemos acontecimientos. Marx no hace entrar eso de producto de trabajo en unadefinicin previa de mercanca. Solamente dice que mercancas son aquello de lo queest constituida la riqueza de las sociedades en las que impera el modo de produccincapitalista. Lo de producto de trabajo humano vendr unas pginas ms adelante, yya veremos cmo y por qu. De momento se trata de la riqueza, o sea: de lo que

    hay.Si lo ente en la sociedad moderna es una enorme reunin de mercancas y la

    mercanca individual es la forma elemental de ello, entonces, al proponerse Marxanalizar en qu consiste la mercanca como tal (el carcter-de-mercanca de lamercanca), la cuestin que Marx se plantea es la de una ontologa, pero sta es de uncarcter muy peculiar, porque Marx habla de la riqueza de las sociedades en las queimpera el modo de produccin capitalista, o sea: de la sociedad moderna. En uncaptulo posterior aportaremos ms consideraciones sobre esto. Ahora nos limitaremos aaquellas que son necesarias para continuar el presente desarrollo.

    1 MEW, XXIII, p. 49.

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    La tarea filosfica de Marx es el anlisis del modo en que las cosas son en elmbito de la sociedad moderna. Marx no pretende exponer leyes del desarrollo desociedades en general (ni cree que tal pretensin pudiese tener sentido), sino poner demanifiesto la ley econmica de movimiento de la sociedad moderna. Lo cual noconstituye propiamente una limitacin, dentro de la historia, del objeto de

    investigacin; porque no hay la historia, suprahistricamente considerada, sino que laautntica comprensin histrica consiste en asumir nuestra propia historia, y, por lotanto, lo que Marx tiene que decir de la sociedad antigua o de la asitica o de lafeudal est dentro de su anlisis de la sociedad presente y asume conscientemente elcarcter que ese anlisis le marca.

    Fundamental importancia tiene para nosotros el descartar toda interpretacin delo anterior segn la cual Marx establecera una ontologa sobre la base de una previadelimitacin del mbito (a saber: la sociedad moderna) para el que esa ontologa seravlida. No es eso, sino que la propia ontologa es la definicin del mbito. En otras

    palabras: se parte de la constatacin de que las cosas son mercancas, son en cuantomercancas; se investiga en qu consiste ese especfico modo deser, y el camino de esa

    ontologa resulta ser el de la construccin de un modelo, de una estructura, a la cualllamamos estructura de la sociedad moderna o modo de produccin capitalista. Losconceptos de sociedad y modo de produccin no son previamente dados y

    posteriormente adjetivados como moderna y capitalista, sino que sern, en todocaso, abstracciones posteriores a partir del fenmeno llamado estructura de la sociedadmoderna o modo de produccin capitalista, el cual se genera o descubre en elanlisis de la mercanca, en cuanto contenido de la ontologa referente a ese modo deser.

    Resultar seguramente chocante, para las concepciones habituales sobremarxismo, el que esa ontologa de la que hablamos no se encuentra en el campo de laideologa,, sino en el de aquello que se suele llamar la base econmica. Cualquiermarxista esperara que, si se trata de una ontologa propia de la sociedad moderna,eso aparezca como un elemento de lo que comnmente se llama superestructura. Si elmarxista en cuestin es, adems, instruido en filosofa, esperar que la ontologa seano slo un elemento entre otros de la ideologa, sino la raz de toda ella. Pero nisiquiera es simplemente as. La cuestin de en qu consiste ser en el mbito de lasociedad moderna, coincide con la manifestacin de la ley econmica de movimientode la sociedad moderna, con el descubrimiento de lo que se llamar la baseeconmica. Lo que es en ese mbito, la riqueza de la sociedad moderna, aparececomo una enorme reunin de mercancas, y la mercanca individual como su formaelemental. La propia definicin del mbito es la ontologa, porque el anlisis de la

    mercanca es el principio dentro del cual se desarrolla el proceso constructivo en el queacontece la gnesis ideal de las categoras econmicas.Cuando se habla de las relaciones de produccin capitalistas, pretendiendo

    hacerlo en trminos marxistas, no es procedente situarse de entrada en la relacincapital-plusvala-salario; y esto no slo porque esa relacin no es definible sin dar porsupuestos los conceptos del anlisis de la mercanca, sino por mucho ms, a saber:

    porque las categoras econmicas (incluida la propia relacin capital-plusvala-salario)surgen de aquel anlisis. En otras palabras: el libro primero de Das Kapital es laexposicin de cmo una sociedad cuya riqueza es una enorme reunin demercancas tiene que ser una sociedad en la que hay capital y salario y plusvala concarcter general. En esta construccin tienen lugar tambin una serie de conceptos

    intermedios, de finalidad y funcin precisamente constructiva, los cuales no deben enabsoluto ser interpretados como expresin de realidades histricas; del mismo modo, la

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    serie de momentos del anlisis de la mercanca no representa en absoluto momentos dela historia, aunque algunos de ellos puedan ser ilustrados accidentalmente por referenciaa hechos histricos. El proceder de Marx no es histrico-gentico: sino ideal-constructivo.

    De hecho, Das Kapital, obra filosfica fundamental de Marx, fue rpidamente

    incluida en la rbita de una cierta disciplina llamada economa, es decir su contenidofue interpretativamente remitido a respuestas al tipo de cuestiones que se planteandentro de esa disciplina, para la cual el captulo primero de Das Kapital resultanotablemente incmodo por su mismo tipo de discurso. Dijimos que el anlisis de lamercanca no slo est supuesto en la teora del modo de produccin capitalista, sinoque esta teora surge como necesidad interna de aquel anlisis. Pues bien, lo primero esgeneralmente reconocido: casi todos los expositores de la teora econmica de Marxanteponen una exposicin ms o menos pragmtica de la teora del valor-trabajo,indispensable para entender la nocin de la plusvala capitalista. Lo segundo, encambio, no es asumido, que yo sepa, por ninguna exposicin global existente del

    pensamiento econmico de Marx; ninguno de esos expositores hace surgir los

    conceptos de capital, plusvala y salario del propio anlisis de la mercanca.No citaremos ejemplos triviales de la mencionada desconsideracin, por parte de

    autores marxistas, hacia el modo en Marx hace que el entero sistema de las categoraseconmicas (la estructura de la sociedad moderna) surja del anlisis de la mercanca.Preferiremos como ejemplo de tal desconsideracin un libro cuidado y biendocumentado: el Tratado de economa marxista de E. Mandel, en el que loselementos conceptuales del anlisis marxiano de la mercanca aparecen traducidos arealidad histrico-emprica y como esparcidos a lo largo y lo ancho de la historia de lahumanidad. Las categoras econmicas (en las que Marx expresa la ley demovimiento de la sociedad moderna) aparecen en el libro de Mandel comocontraccin, a determinadas circunstancias histricas, de ciertas supracategorasaplicables a una escala ms amplia. As, Mandel maneja con frecuencia el concepto deuna sociedad basada en la produccin simple de mercancas de un modo realmentedescriptivo, cuando ese concepto no es en Marx otra cosa que un momento posible en el

    proceso de construccin ideal en el que, precisamente, de la determinacin de lo entecomo mercanca se siguen todas las categoras de la sociedad moderna, demostrndoseas que una sociedad en la que los bienes en general son mercancas no puede ser otraque la sociedad capitalista, y que, por lo tanto, no hay sociedad basada en la

    produccin simple de mercancas. Lo que sucede en esas sociedades a las que serefiere Mandel es que slo la produccin de mercancas simple alcanza una extensinconsiderable, pero, por lo mismo, la produccin de mercancas no puede ser la base de

    esas sociedades. Otra consecuencia del mismo modo de proceder citado es el que la plusvala capitalista aparezca como un caso particular del fenmeno ms general de laasuncin de la fuerza de trabajo humana como mercanca; as: La plusvala producida

    por el esclavo representa la diferencia entre el valor de las mercancas que produce...y los gastos de produccin de esas mercancas2, etc. Por nuestra parte, diramos que,aunque la venta de productos del trabajo esclavo llegue a producirse en escalaconsiderable, sigue en pie que, esencialmente y por definicin, el esclavo no es

    productor de mercancas, y que, por lo tanto, tampoco produce plusvala en ningnsentido que a esta palabra pueda drsele a partir de la teora del valor-trabajo en suforma marxiana. Ello parece no ser as para Mandel, porque l, en la misma lneametodolgica que hasta aqu hicimos notar, deriva tambin la citada teora del valor de

    2 MANDEL, Tratado de economa marxista, traduccin castellana citada en labibliografa, I, p. 81.

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    la consideracin general de que toda sociedad en la que existe una divisin del trabajorelativamente compleja se ve en la necesidad de medir el tiempo de trabajo dedicado acada labor, y. dado que el cambio generalizado slo aparece una vez alcanzado esteestadio de desarrollo, el valor de cambio de las mercancas se mide por el tiempo detrabajo necesario para producirlas3. Tesis, esta ltima, que, en ausencia de precisiones

    suficiente en alguna otra parte de la obra, resulta tambin equvoca en cuanto que, dichoms correctamente, aquello por lo que se mide el valor de cambio de una mercanca esla cantidad de otra mercanca por la que (o las cantidades de otras mercancas por lasque) se cambia una cantidad dada de la mercanca primera; sobre esto tendremosocasin de volver. En este punto, sucede que Mandel no toma en consideracin algo queen el captulo primero deDas Kapitalest insistentemente afirmado: la distincin entreel valor-de-cambio (como la forma de valor) y el valor (como la sustancia devalor), as como la cuidada dialctica marxiana de la forma de valor. Fruto de estano consideracin es la manera descriptiva y un poco vulgarizante de que usa Mandel

    para introducir en su exposicin la forma de dinero, que, en Marx, es precisamente elresultado de dicha dialctica. Finalmente, el hecho de que los momentos del discurso

    constructivo marxiano, en la medida en que aparecen, aparezcan bajo la forma desituaciones histricas precapitalistas dadas, da pie a que a menudo el paso de unmomento a otro se presente como introduccin narrativa de una circunstancia nueva;esto es particularmente notable cuando de la simple circulacin de mercancas al

    proceso D-M-D se pasa asumiendo que la sociedad en cuestin entra en contacto conuna civilizacin comercial ms avanzada4 (de dnde sale sta?).

    Mandel parece estar defendiendo este modo de proceder cuando alude alsiguiente prrafo de Marx:

    En todo caso, el modo de la presentacin debe formalmente distinguirse del modo de lainvestigacin. La investigacin tiene que apropiarse el material en detalle, analizar sus diversas

    formas de evolucin y rastrear su nexo interno. Slo despus de cumplido este trabajo, puedeser correspondientemente expuesto el movimiento real. Si esto se logra y la vida del material serefleja idealmente, puede parecer como que estuvisemos tratando con una construccin apriori5.

    Pues bien, en el mismo sentido que de hecho tiene el texto anterior, puede citarsetambin el siguiente:

    Lo concreto es concreto porque es la com-prensin de muchas determinaciones,por lo tanto unidad de lo mltiple. De ah que aparezca en el pensar como proceso decom-prensin, como resultado, no como punto de partida, aunque es el verdadero punto

    de partida y, por lo mismo, tambin el punto de partida de la intuicin y larepresentacin. En el primer camino, la representacin plena fue sublimada endeterminacin abstracta; en el segundo, las determinaciones abstractas conducen a lareproduccin de lo concreto en el camino del pensar6.

    Lo abstracto de que habla aqu Marx no puede serlo en el sentido empirista onominalista de la palabra, porque entonces, por definicin, en un orden racional-constructivo, sera precisamente posterior y ms complejo con respecto a lo concreto, ya

    3Ibid., p. 60.4

    Ibid.. p. 75.5 MEW. XXIII. p. 27.6Grundrisse, Berlin 1953, pp. 21-22.

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    que procedera de la composicin-comparacin de muchos concretos. Por lo tanto, en elsentido en que Marx maneja aqu la palabra abstracto, una determinacin no es msabstracta porque se aplique propiamente a una diversidad mayor de situaciones; eso esla mala abstraccin, la abstraccin arbitraria, fortuita. Lo abstracto, por el contrario, esaqu lo verdaderamente ms simple y anterior; es aquello que entra como elemento

    constitutivo, que est supuesto como algo an no desarrollado y que ha de serdesarrollado en esa gnesis ideal-constructiva (no histrico-evolutiva) que permite seradecuadamente lo concreto mismo, expresar idealmente la vida del material. Estagnesis es lo que Marx realiza enDas Kapital, y de manera especialmente transparenteen sus dos primeras secciones.

    II.2. LA SUSTANCIA DE VALOR Y LA FORMA DE VALOR

    De acuerdo con la direccin interpretativa establecida en el pargrafo anterior,ofrecemos a continuacin una lectura estructurada del captulo primero de Das

    Kapital, con excepcin de su ltimo pargrafo (El carcter de fetiche de la mercanca ysu secreto), cuya interpretacin dejamos para un captulo posterior de nuestro trabajo

    por razones que en su momento se vern.Los tres primeros pasos conducen, siguiendo la argumentacin de Marx, hasta la

    nocin de una sustancia de valor, ms all de la forma de valor o valor-de-cambio.Un paso posterior, intermedio, justificar la necesidad de mantener la distincin entreforma y sustancia, en vez de reducir la primera a la segunda, y, por lo tanto, lanecesidad de seguir una dialctica propia de la forma, lo cual se har en los tres pasosltimos.

    Primer pasoMarx comienza sentando el ser, no problematizado, inmediato, el ser vulgar o

    prosaico o natural de la cosa; aquel sentido de ser en el que no hay mencin delas condiciones, de la constitucin del mbito dentro del cual puede algo en general seralgo. La cosa como cosa, an no como mercanca, esto es: an sin mencin expresa delsistema de condiciones ontolgicas. El cuerpo de la mercanca. Las cosas como elsimple contenido material de la riqueza.

    No obstante, podr observarse que, ya en la manera en que Marx asume esteser, hay (slo que no expresamente reconocidas como tales) determinaciones cuya basese pondr de manifiesto en la averiguacin ontolgica ulterior. El crculo no es vicioso.

    El filsofo busca poner de manifiesto expresamente aquello por lo cual est yadeterminado. En este sentido, la filosofa es siempre circular. Dejemos constancia,por el momento, de cules son esas determinaciones, a las que la investigacin habr devolver luego para fundamentarlas expresamente:

    a) La cosa es cosa til, esto es: sus propiedades se entienden comoposibilidad de satisfacer necesidades humanas de alguna ndole.

    b) La cosa est determinada cualitativa y cuantitativamente, es decir: es siempretal cantidad de tal cosa. Obsrvese que esto no es en absoluto obvio, o, cuando menos,no lo fue siempre. Es un supuesto ontolgico tpicamente moderno.

    Del mismo modo que aparecen estas dos notas (por as decir: anticipadas),aparece tambin ya la palabra valor, puesto que la cosa es designada como valor-de-

    uso.

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    Segundo paso

    La determinatez cualitativa y cuantitativa es requerida por cuanto la cosamaterial, corprea, es el soporte material, de cierta condicin que configura el ser deella en el mbito del que nos ocupamos. Esta condicin es el carcter (que la cosa tiene)

    de valor-de-cambio.En efecto, la relacin de cambio consiste, en primer lugar, en que dos cosasdistintas (lo cual supone la determinatez cualitativa de la cosa material) se cambian launa por la otra en determinadas proporciones (lo cual presupone la determinatezcuantitativa de la cosa material). Sin tener como valores-de-uso esa doble determinatez,cualitativa y cuantitativa, tampoco podran las cosas ser valores-de-cambio. Y, noobstante, vamos a ver que el valor-de-cambio es la negacin del valor-de-uso, que lamercanca es algo conflictivo.

    El valor-de-cambio se nos presenta en primer lugar como una relacincuantitativa, que, adems, vara constantemente segn el tiempo y el lugar; a saber: la

    proporcin en la que valores-de-uso de un tipo se cambian contra valores-de-uso de otro

    tipo. A primera vista es, pues, algo contingente y puramente relativo. Pero vamos a verque esta apariencia se vuelve en su contraria mediante la consideracin siguiente7:

    En la relacin de cambio, en el valor-de-cambio de la mercancaxA, aunque stase cambie de hecho poryB, est implcito que tambin podra en principio cambiarse

    por alguna cantidad determinada (slo una) de cada una de las dems clases demercancas, digamos: porzC, por vD, etc. Es decir: que toda mercanca tiene una

    pluralidad indefinida de expresiones como valor-de-cambio. Pluralidad que, sinembargo, no es tal, ya que en ella est, por su parte, implcito que, en tal caso, yB,zC,vD, etc., en cuanto valores-de-cambio, son intercambiables, interequivalentes.

    De donde se sigue que los diferentes valores-de-cambio vlidos de una mismamercanca expresan todos ellos alguna otra cosa que es la misma para todos. Y, al deciresto, hemos dicho ya que el valor-de-cambio es slo el modo de expresin, la forma demanifestacin, de algn contenido o sustancia que debe ser distinguido de esa mismaforma o expresin.

    Tercer paso

    Hemos cerrado el paso anterior con la cuestin de qu es ese contenido que, dealguna manera, se esconde tras la forma de valor-de-cambio. Comenzamos ahora conla siguiente consideracin:

    Dadas dos mercancas cualesquiera,A yB, hay siempre unx y uny tales que, en

    cuanto valores-de-cambio,xA = yB.El significado de la tesis que acabamos de formular es que un algo existe a lavez enA y enB, y precisamente en la misma cantidad en xA que enyB. Que ambos soniguales a un tercero. Este tercero no puede ser ninguno de los dos dados. Tampoco

    puede ser ninguna otra mercanca, como C,D oE, porque en la igualdad que tomamoscomo punto de partida est incluido que existan tambin cantidades (pongamos z, v, r,etc.) de C, D, E, etc., respectivamente, tales que zC, vD, rE, pueda ser el primero osegundo miembro de la igualdad. El carcter de valor-de-cambio, que las mercancastienen, manifiesta, pues, que cualesquiera mercancas distintas se reducen, en cuanto

    7

    A partir de aqu, escribiremosxA oyB como abreviacin de la cantidadx de la mercancaAo la cantidad y de la mercanca B. Esto es: la letra minscula designar la determinacincuantitativa y la mayscula la determinacin cualitativa.

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    valores-de-cambio, a algo comn, de lo cual se manifiestan como cantidadesdeterminadas.

    Esto comn no puede ser ninguna propiedad corprea, sensible, fsica en sentidoamplsimo (incluido: geomtrica, qumica, etc.). En efecto, las propiedades de este tipo,segn el punto de partida de toda la averiguacin, pertenecen a la cosa como valor-de-

    uso y, por lo tanto, son precisamente aquello que resulta negado en la relacin decambio, en la que todo valor de uso es igual a todo otro simplemente con que sedetermine la adecuada proporcin cuantitativa.

    Ahora bien, negada toda propiedad sensible, toda propiedad real, de la cosa,qu queda entonces? Aqu es donde aparece por primera vez enDas Kapitalla nocinproducto del trabajo, e igualmente la nocin misma del trabajo como mediacin delhombre para la satisfaccin de las necesidades del hombre, o sea: como produccin devalores-de-uso. Esto requiere ciertas precisiones.

    En primer lugar, es cierto que hay cosas reales, cosas de las que efectivamentenos servimos, valores-de-uso fcticos, que no son productos de ningn trabajo, porejemplo: normalmente (y hasta ahora) el aire que respiramos. Pero esto es simplemente

    una cuestin de hechos, que no se opone al fundamental supuesto filosfico de Marx deque, esencialmente, la totalidad de lo ente aparece como el mbito de la mediacin porel trabajo. El hecho de que, en un momento dado, el hombre mantenga an con lanaturaleza ciertas relaciones an-no-mediadas no quiere decir que esas relaciones nohayan de ser mediadas o no puedan serlo.

    Pero, en segundo lugar, esta nocin del trabajo y de lo ente como producto deltrabajo an no nos da lo especfico de ese trabajo que mentamos al decir que, negadatoda propiedad material o real queda en las mercancas su condicin de productos detrabajo; no nos da el carcter especfico que el trabajo ha de tener como trabajo-

    productor-de-mercancas o trabajo-en-la-sociedad-moderna. En efecto, el trabajo esdeterminado (por su fin, objeto, medios, pericia) tal como es determinado el producto aque da lugar; las dos determinaciones son, en realidad, una sola. Luego, si decimos quela mercanca sigue siendo producto del trabajo una vez negadas todas sus propiedadessensibles, es claro que el trabajo del que ahora hablamos es el trabajo desprovisto detodo carcter concreto. As como ya no es ni tela, ni traje, ni armario, tampoco es ni eltrabajo del tejedor, ni el del sastre, ni el del carpintero, ni el de este sujeto o de aquelotro; o sea: es todos esos trabajos considerados como una sola cosa, de la que hay slocantidades diversas, como gasto de una nica fuerza de trabajo humana en general,como trabajo humano igual o trabajo abstractamente humano. Este trabajo, encuanto cantidad del mismo cuajada o cristalizada en una mercanca, es el valor, ylas mercancas, en cuanto cristales o cuajos de trabajo abstractamente humano, son

    valores. El valor es el contenido o la sustancia de la que es forma demanifestacin o modo de expresin el valor-de-cambio.El trabajo, como mediacin, es una constante separacin y superacin de

    momentos. Esto es el tiempo. El tiempo del trabajo concreto ni siquiera es un continuodescualificado en el que no pueda haber otra cosa que lmites indiferentes. Pero, con laconstitucin de un trabajo igual, se constituye un tiempo nico y tambin igual, del quetodo tiempo es simplemente una cantidad determinada. Las cantidades de trabajoigual son cantidades de ese tiempo; el trabajo nico igual se mide en horas-hombre.

    Evidentemente, la reduccin del trabajo a trabajo humano igual significa que yano puede tratarse del trabajo que hay en esta chaqueta, sino de cunto trabajo hay engeneral en una chaqueta como sta. La mercanca existe slo como un ejemplar de su

    clase, como indefinidamente repetible. De este modo comprendemos cmo la asuncinde lo ente como mercanca exige de la propia realidad material de la cosa la doble

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    determinacin, cualitativa y cuantitativa, que ya apareca anticipada en la presenciapedestre, prefilosfica, de la cosa como valor-de-uso.

    El valor-de-cambio, en cuanto que es la forma de valor, es la negacin de lamaterialidad concreta, del ser-determinado de la cosa; es la negacin del valor-de-uso.Pero negacin que es a la vez conservacin: el valor-de-uso es conservado en cuanto

    aquello-que-es-negado. En efecto, la forma de valor, la relacin de cambio, presupone(tal como fue ya expuesto) la determinatez material, el valor-de-uso de cada cosa, perolo presupone precisamente negndolo.

    Este carcter conflictivo de la mercanca permite ver el mismo conflicto en eltrabajo mismo. Si hablamos del trabajo como algo que produce mercancas, entoncesestamos entendiendo el trabajo como una actividad real (luego: determinada por su fin,objeto, medios, resultados) y las mercancas no precisamente como mercancas, sinocomo cosas, cuyo conjunto es la riqueza; es decir: las mercancas como valores-de-uso, el trabajo como trabajo til. Por eso es falsa la tesis El trabajo es la fuente detoda riqueza, ya que las cosas producidas por el trabajo no brotan de l; el trabajo nohace otra cosa que transformar la materia natural. Ahora bien, si, en esa tesis, ponemos

    valor en lugar de riqueza y, de manera presuntamente correspondiente, pasamos aentender trabajo como trabajo humano igual, entonces la tesis es errnea no slo ensu contenido, sino en su misma sintaxis. En efecto, el trabajo humano igual no esactividad real alguna, ni de l puede decirse que produzca, y el valor tampoco esninguna realidad material, nada que pueda ser producido. La tesis correcta sera queel valor es trabajo humano igual o que el trabajo humano igual constituye valor.

    Trnsito

    Sin embargo, el valor es siempre el valor de tal o cual mercanca. El trabajohumano igual, que constituye la sustancia de valor, no se da en estado fluido, sinosiempre cristalizado en cantidades determinadas y vinculado a la materialidad de esta oaquella mercanca. Por eso mismo, el simple hecho de que el valor sea trabajo humanoigual no da al valor realidad alguna, ni material ni de otro tipo. El trabajo humano igual,tambin llamado tiempo de trabajo socialmente necesario, no aparece como tal en elmercado; solamente aparece en el anlisis que hacemos del fenmeno mercanca. Enel mercado, las mercancas no se cambian por horas-hombre, sino por otras mercancas;su valor no se expresa en horas-hombre, sino en cantidades de otras mercancas.

    Podemos preguntar, y de hecho estamos preguntando ya, no por la realidad opresencia material, sino por aquel modo de presencia que no consiste en otra cosa queen la propia operacin del mundo de las mercancas, esto es: en la existencia de la

    sociedad moderna. Hablamos entonces de presencia o realidad social. Y, entonces, conrelacin a uno y otro modo de presencia, cabe decir lo siguiente:Materialmente, el valor no aparece de ninguna manera, pues no es ningn

    carcter real de las cosas. Socialmente, aparece, pero slo en la forma de ciertarelacinsocial(no material) que se da entre unas y otras cosas materiales, relacin a laque llamamos valor de cambio. Sabemos que es la sustancia de valor, pero esasustancia no se da directamente, el modo de expresin o forma de manifestacin,que es el valor de-cambio o forma de valor, es su nica y esencial presencia, es unaapariencia, pero una apariencia necesaria

    Por lo tanto, la forma de valor ha de tener su propia necesidad interna, quehabr de ser mostrada.

    La forma de valor: Forma I

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    El punto de partida ser la presencia ms inmediata de la forma de valor: lallamada por Marx forma simple, singular o contingente de valor, a saber

    xA valeyB

    Una mercanca expresasu valoren otra. Las dos mercancas desempean, pues,papeles distintos. Por lo tanto, la forma en cuestin se escinde en dos, a las que Marxllama, respectivamente, forma relativa de valor (adoptada porxA, cuyo valor quedaexpresado como valor relativo) y forma de equivalente.

    Las dos formas son los dos polos de una misma expresin, pero en esa expresinsolamente se expresa el valor de una mercanca, dexA. En que consiste esa expresinde valor?, o, en otras palabras, qu aporta esa expresin en cuanto a dar unarepresentacin real del valor de alguna mercanca? Respuesta: aporta una forma distintade la forma natural (o sea: del valor-de-uso) de la mercanca en cuestin, aunque esaforma distinta resulte ser, en s misma, el valor-de-uso de otra mercanca. La mercanca

    xA expresa su valor haciendo de la forma natural de (y)B la manifestacin del trabajoabstracto, o, lo que es lo mismo, haciendo que el valor tome para (x)A la figura de (y)B.Mediante este rodeo, la mercanca (x)A se pone ella misma como mero valor, al ponersecomo igual a (y)B.

    La insuficiencia de la forma simple de valor, el hecho de que la cosa evaluadaquede incluida en una relacin de cambio con slo una cosa, reside en su mismacontradiccin interna, a saber: en que sea valor-de-uso lo que aparece comomanifestacin de su contrario (esto es: del valor), trabajo concreto lo que aparece comomanifestacin de su contrario (esto es del trabajo abstracto), trabajo individual lo qu