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Odontólogos Destacados 7

7Odontólogos Destacados - gador.com.ar · da hacia el sur y que es obra de la gestión de ... Liga Nacional en el primer año de su creación (1985), logro que reiteró ... En la

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OdontólogosDestacados

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Estimado/a Dr./Dra.

Recorrer el mundo de las personas que, siendo odontólogos incursionaron en otros campos, es fascinante

porque permite vislumbrar cómo cada uno se preocupa por formar su futuro sin que por ello pueda hacer

otros aportes a la sociedad. Todos los personajes que abordamos en estas nuevas entregas han tenido

una formación completa: colegio primario, secundario y universidad. En muchos casos con grandes

sacrificios. Al mismo tiempo, han percibido que en algún momento de su existencia les daba placer

dedicarse a otros menesteres fuera de la Odontología. Y lo hicieron exitosamente. Algunos volvieron,

luego, a ponerse el guardapolvo blanco. Otros, nunca más, pero seguramente siempre llevaron bien

guardados los recuerdos de la formación, la facultad, los amigos estudiantes, los colegas…

En este fascículo inicial, recordaremos a Santiago Leyden, aquel dirigente que llevó a Ferro Carril Oeste, el

club porteño, a los logros más laureados de su historia. En segundo lugar, repasaremos la vida y obra de

Rubén Fernández Real, odontólogo paraguayo que, sin embargo, se destacó como jugador de fútbol de la

selección de su país y, más tarde, de equipos de muchísima convocatoria en la Argentina, como Boca y

Racing. Esperamos que disfrute de la lectura como nosotros de la preparación.

Cordialmente,

Gador S.A.

OdontólogosDestacados

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Toda persona que haya estado informada de lo

que era el Club Atlético Ferro Carril Oeste en la

década de 1980 no dudará de la gran calidad

de sus dirigentes, encabezados por un odontó-

logo, Santiago Leyden.

Nacido el 8 de octubre de 1933, Leyden pro-

venía de una familia católica irlandesa (Leaden

era el apellido original) de largo arraigo en

nuestro país. Con tres décadas de vida ya tra-

bajaba como Odontólogo y asume la conduc-

ción del club por los próximos treinta años. Fue

la época dorada de la institución del barrio por-

teño de Caballito: llegó a contar con casi cin-

cuenta mil socios, y sus colonias de vacacio-

nes y canchas de tenis estaban siempre llenas.

En fútbol, logró lo máximo que un equipo puede

aspirar a nivel local: ganar un torneo de Primera

División. Y fue doblete: los viejos Nacionales, en

1982 y 1984, ambos bajo la conducción del cor-

dobés Carlos Timoteo Griguol. Por si fuera poco,

también obtuvo tres subcampeonatos. Brillaron

nombres de la talla de Miguel Angel Juárez,

Héctor Cúper, Juan Domingo Rochia, “El Mago”

Oscar Garré, Carlos y Héctor Arregui, Oscar

Agonil, Víctor Hugo Marchesini, Gerónimo

“Cacho” Saccardi, Adolfino Cañete, Oscar Acosta

y “El Beto” Alberto Márcico.

El básquet, con la batuta inteligente de León

Najnudel, no se quedó atrás: fue campeón de la

Santiago Leyden, presidente de Ferro Carril Oeste, en

la despedida del doctor Cantilo como cabeza de la

Asociación del Fútbol Argentino, en 1979.

Santiago Leyden

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Arriba: Equipo de Ferro para enfrentar a Boca en Caballito, en mayo de 1981. Atrás, la platea nueva de madera que

da hacia el sur y que es obra de la gestión de Leyden.

Izquierda: Delantera del equipo verde en 1980: Apariente, Cañete, Rojas, Héctor Arregui y Aguilar. Empezaba a

armarse el que sería dos veces campeón del fútbol grande de la Argentina.

Liga Nacional en el primer año de su creación (1985),

logro que reiteró un año después y en 1989.

Asimismo, alcanzó la cima en tres Campeonatos

Sudamericanos: 1981, 1982 y 1987. En vóley, se

alzó con doce torneos locales y tres de América del

Sur. Inimitable época, donde también se destacaron

los equipos de handball y softball.

Al mejor estilo del veterano presidente de la entidad

rival, don José Amalfitani del club Vélez Sársfield

que falleció en 1968, Leyden comprendió que los

premios deportivos son importantes, pero pasan; lo

que queda son las obras realizadas. En consecuen-

cia, construyó la gran platea de cemento de la

cancha de fútbol, que da espaldas a las vías del

Ferrocarril Sarmiento, la iluminación para partidos

nocturnos y el gimnasio Héctor Etchart, además de

la ciudad deportiva del barrio de Pontevedra.

Tan extraordinaria fue su gestión al mando del club

de camiseta verde, que tanto la Nación como la

Ciudad de Buenos Aires requirieron sus servicios.

Santiago Leyden fue secretario de Deportes de la

Nación durante el mandato de facto de Roberto Viola

(1982-1983), jefe de asesores de la Subsecretaría

de Deportes durante la presidencia de Raúl Alfonsín

(1986-1989) y director de Deportes de la Ciudad de

Buenos Aires en el gobierno de Fernando de la Rúa.

También traspasó las fronteras de la Asociación del

Fútbol Argentino, ya que fue secretario de la

Confederación Sudamericana de Fútbol.

Pasado este período, en 1999 volvió a su querido

club, pero la situación de la institución y del país,

en general, era muy distinta a la del reinado de oro

(1964-1993). Solo estuvo en el cargo cinco meses

y presentó la renuncia. Poco antes confesó al diario

Clarín: “No estoy acostumbrado a manejar miseria.

Hay que acomodarse a esto”.

En los seis años en que había estado ausente del sillón

de su querido Ferro, el club había aumentado su deuda

catorce millones de pesos, la masa societaria había

bajado a apenas unos siete mil que abonaban las cuo-

tas, y la colonia de niños, que supo reunir unos ocho

mil chicos, no juntaba por entonces más que dos mil.

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Leyden dixitConsultado en 1991 por la publicación Centro de

Prensa, acerca de la decadencia del deporte

argentino, Santiago Leyden contestó: “Estamos muy

atrasados y cada año que pasa nos alejamos un poco

más. Todo está relacionado con lo que le pasa al

país. El atraso no nos tiene que sorprender cuando

todavía hay escuelas rancho. Los que estamos en

esto, tenemos que entender que el amateurismo se

murió”. Cuando le preguntaron por las barras bravas

dijo: “Cuando a mí me venían a ver para pedir dinero

para algún viaje, o pedirme algunas entradas o plata

para viajar al Mundial o alguna de esas locuras, yo

siempre les hacía este planteo: ¿por qué tenían más

derecho esas 20, 30, 50 personas para ingresar

gratis a la cancha que un socio común del club?

Pero, no creo que la entrada gratuita de un grupo de

personas genere necesariamente violencia. Sí creo,

en cambio, que lo que genera violencia es la

intencionalidad de la entrada”.

Y como tarde o temprano, los resultados reflejan la

realidad económica de los clubes, Ferro se fue al des-

censo a mediados del 2000 y nunca más pudo recu-

perar ese nivel. Actualmente milita en la Primera B

Nacional. En básquet, hace tiempo que no es parte

de la Liga donde descollaron figuras como Cortijo.

Aquejado de una insuficiencia hepática, el corazón le

dijo basta el 10 de agosto de 2002 en el Sanatorio

Colegiales. Tenía cuatro hijos, era viudo y pidió que

no se realizara ceremonia velatoria. Sus restos fueron

cremados en el cementerio de la Chacarita.

Santiago Leyden marcó un antes y un después en la ins-

titución de Caballito. Su presidencia coincidió con la

expansión y distensión de la clase media debido a la

estabilidad del país. Con la hiperinflación de mediados

de la década de 1980 y la posterior convertibilidad,

mucha gente abandonó los clubes para practicar sus

deportes preferidos en los countries o viajar al exterior.

La creciente pauperización determinó que los “cluberos”

se redujeran mientras que la enorme masa de personas

de bajos recursos abandonara la práctica deportiva.

El estadio de Ferro, al lado del club: sito en Caballito

desde sus inicios en 1904, cuando empezó como lugar

de esparcimiento para los ferroviarios, se encuentra en

una ubicación de privilegio en el centro geográfico de la

Ciudad de Buenos Aires.

Ferro enfrenta en Caballito a Altos Hornos Zapla, por

la segunda fecha del Campeonato Nacional de 1984.

Arriba: Carlos Arregui, “Palito” Brandoni, Garré, Cúper,

Marchesini y Basigalup. Abajo: Acosta, Agonil, Cañete,

Márcico y Crocco.

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Foto de Fernández Real dando

una charla sobre cirugía máxilo-

facial, tema en el que se

especializó. Estudió mientras

jugaba al fútbol.

Eran otras épocas. En 1953, Paraguay no contaba con instalaciones

apropiadas para realizar el Campeonato Sudamericano de Fútbol.

Igualmente lo organizó y se jugó en Lima, Perú. Algo impensado para

nuestra época. Curiosamente, también lo ganó y en su equipo se des-

tacó Rubén Evaristo Fernández Real, delantero, goleador y capitán.

No había internet, ni se televisaban los cotejos, ni Argentina jugó

en Perú, pero la noticia corrió rápido y los dirigentes de Boca

Juniors contrataron al jugador, comprándole el pase a Libertad de

Paraguay. El joven de 22 años se sumó a las huestes xeneizes en

uno de los peores momentos deportivos de la entidad: llevaba

ocho años sin ganar un campeonato.

Rubén Fernández Real

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Rubén Fernández Real, en un partido de Boca vs. Independiente, en 1954, que se caracterizó por ser el cotejo

de Primera División en que se contabilizaron más espectadores en nuestro país.

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Fernández Real se inició en el fútbol en el club Estero Bellaco

de Villarrica, su ciudad natal, para luego pasar a Olimpia. Un

tío lo incitó a pasarse a Libertad, donde jugó profesionalmente

entre 1950 y 1953.

Había dejado sus estudios en tercer año de Odontología en

Asunción, pero no por mucho tiempo, pues lo retomaría en

Buenos Aires dos años más tarde, ya que en 1953 debió reali-

zar los trámites de reválida. Vivió, en primer lugar, en una pen-

sión de la calle Lima, junto a su coterráneo Angel Berni, delan-

tero de San Lorenzo.

Por entonces, los clubes entrenaban generalmente solo tres veces

por semana, lo que le permitió, no sin esfuerzo, volver a los estu-

dios. En la quinta fecha del torneo de 1953, debutó ante Ferro

Carril Oeste en Caballito y ese mismo día marcó un gol, el segun-

do de su equipo que empató 2 a 2. En esa ocasión, compartió

camiseta con Mussimesi, Otero, Edwards, Lombardo, Mouriño,

Pescia, Costa, Gil, Rolando y Marcarian. No fue ese un buen

campeonato para Boca, que salió séptimo a quince puntos de su

rival de toda la vida, el campeón, River Plate.

Al iniciarse la gira de pretemporada de 1954, el técnico

Ernesto Lazatti, que debutaba en esa función y en el club

de sus amores, lo citó para conversar en un almuerzo en la

estación Retiro, ya que aguardaban el tren para viajar al

interior. En la terminal, le contó que sería el delantero cen-

tral del equipo, pues Lazatti había pedido a los dirigentes

que vendieran a Roberto Rolando que se desempeñaba en

la misma función. “Pepino” Borrello volvía a Boca luego de

su paso por Chacarita y sería su suplente.

MaestrocompatriotaA Naum Zalcman, periodista del diario

Crónica, le confesó en 1999: “Mis mejores

recuerdos de fútbol son haber conocido a

Manuel Fleitas Solich y la gira con Boca por

Europa a fines de 1953”.

Fleitas Solich era un jugador paraguayo que

había pasado por Boca y fue técnico de

Fernández Real tanto en Libertad como en la

selección que ganó el Campeonato

Sudamericano de 1953. Fernández Real

recuerda que, en medio de ese torneo,

Fleitas Solich se fue a Brasil contratado

como técnico por el Flamengo (luego de una

marcada sequía lo consagró tres veces

campeón). Los jugadores pensaban que

volvería para la final pero no llegaba.

Finalmente, les dio la sorpresa cuando lo

encontraron en el vestuario minutos antes

del partido en que vencieron por 3 a 2 y

alzaron la copa.

Afectos guaraníesRubén Fernández Real provenía de una familia de clase media sostenida por el padre, don Evaristo, representante de varias firmas

comerciales. Tuvo tres hermanas y un hermano, que también fue profesional como él (Doctor en Ciencias Económicas). Durante

años, cada 22 de septiembre, viajaba desde Buenos Aires a Villarrica, su ciudad natal en Paraguay, para celebrar el cumpleaños de

su mamá, Tomasita, que murió cerca de los cien años de edad. Por iniciativa del periodista y dirigente guaireño Silvio Martínez,

Fernández Real fue designado “hijo ilustre” de dicha localidad. Un justo reconocimiento a un embajador deportivo y cultural.

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Nato romperredesEn la gira que Boca realizó por Europa y

que tan grato recuerdo le traía a

Fernández Real, marcó varios goles: tres

en la victoria por 6 a 3 ante el combinado

de París, uno en el 3 a 1 frente al Austria

Viena, uno en el empate 2 a 2 contra

Rott-Weiss y uno en el 4 a 0 frente al

Sporting Lisboa.

En el primer partido oficial de ese año, Boca le ganó

a Newell´s en Rosario y Fernández Real marcó dos

goles. En el segundo, perdió contra Independiente, y

luego venció a Banfield y San Lorenzo. En estos últi-

mos dos encuentros, el paraguayo marcó un gol por

partido. Lamentablemente, una lesión lo postergó.

En su lugar se afirmó el citado Borrello, que se des-

tacó por la potencia que lo llevó a convertir muchos

goles. Boca resultó campeón en el año de mayor

cantidad de espectadores registrada en los estadios

de fútbol de la Argentina, y Fernández Real lo feste-

jó aunque sin ser titular.

En 1955, Boca cedió al jugador paraguayo a Racing,

a cambio de Juan José Pizzuti, quien descollaría

como el técnico que entre 1966 y 1967 logró que “la

Academia” ganara el título local, la Copa Libertadores

de América y el Campeonato Mundial de Clubes.

Con la casaca celeste y blanca, Fernández Real tuvo

escasa participación porque Racing había incorpora-

do a un crack, Antonio Angelillo. Así volvió a Boca en

1956, donde integró la reserva campeona que con-

vocaba a los hinchas a llegar temprano a la cancha

para ver buen fútbol.

En 1955, Fernández Real se recibió de Odontólogo. Al

tiempo, trabajaba en el desaparecido Hospital Rawson

y en su consultorio particular. Mientras tanto, jugaba

ese año en San Lorenzo con figuras de la talla de

Boggio y Sanfilippo. En el segundo partido del campe-

onato, marcó su primer gol con la camiseta azulgrana

en el 3 a 3 frente a Argentinos Juniors.

Lamentablemente, otra lesión lo marginó. En este

caso, el puesto lo ocupó Miguel Angel Ruiz. Un año

más tarde, abandona la entidad de Boedo por falta de

pago y deja definitivamente el fútbol, pero sin alejarse

del todo, ya que, tiempo después, trabajó en los con-

sultorios médicos de la Asociación del Fútbol Argentino

y de Futbolistas Agremiados. En 1960, fue docente de

la cátedra de Cirugía Máxilo-Facial en la Facultad de

Odontología de la Universidad de Buenos Aires. Fue un

verdadero ejemplo en épocas en que pocos jóvenes

deportistas se dedicaban a los estudios más allá de la

escuela primaria y los primeros años del segundo nivel.

©MV Comunicación & Marketing® www.mvcomunicacion.comOdontólogos Destacados Nº 7: Santiago Leyden - Rubén Fernández Real - ISBN 978-987-1708-36-9El contenido de esta publicación se presenta como un servicio a la profesión odontológica, reflejando las opiniones, conclusiones o hallazgos propios de los autores incluidos en la publicación. Dichas opiniones, conclusioneso hallazgos no son necesariamente los de Laboratorios Gador, ni los de ninguna de sus afiliadas, por lo que Laboratorios Gador no asume ninguna responsabilidad de la inclusión de las mismas en dicha publicación. Fotos gentileza: Archivo de la revista El Gráfico y diario Crónica.

Rubén Evaristo Fernández Real jugó, en sus inicios en la Argentina, 27 partidos en Boca Juniors, en los que marcó 8

goles y fue parte del equipo campeón de 1954. La cancha xeneize lo tuvo como uno de sus ídolos, pese a los pocos

cotejos que jugó allí.