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Estimado/a Dr./Dra.
Recorrer el mundo de las personas que, siendo odontólogos incursionaron en otros campos, es fascinante
porque permite vislumbrar cómo cada uno se preocupa por formar su futuro sin que por ello pueda hacer
otros aportes a la sociedad. Todos los personajes que abordamos en estas nuevas entregas han tenido
una formación completa: colegio primario, secundario y universidad. En muchos casos con grandes
sacrificios. Al mismo tiempo, han percibido que en algún momento de su existencia les daba placer
dedicarse a otros menesteres fuera de la Odontología. Y lo hicieron exitosamente. Algunos volvieron,
luego, a ponerse el guardapolvo blanco. Otros, nunca más, pero seguramente siempre llevaron bien
guardados los recuerdos de la formación, la facultad, los amigos estudiantes, los colegas…
En este fascículo inicial, recordaremos a Santiago Leyden, aquel dirigente que llevó a Ferro Carril Oeste, el
club porteño, a los logros más laureados de su historia. En segundo lugar, repasaremos la vida y obra de
Rubén Fernández Real, odontólogo paraguayo que, sin embargo, se destacó como jugador de fútbol de la
selección de su país y, más tarde, de equipos de muchísima convocatoria en la Argentina, como Boca y
Racing. Esperamos que disfrute de la lectura como nosotros de la preparación.
Cordialmente,
Gador S.A.
OdontólogosDestacados
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Toda persona que haya estado informada de lo
que era el Club Atlético Ferro Carril Oeste en la
década de 1980 no dudará de la gran calidad
de sus dirigentes, encabezados por un odontó-
logo, Santiago Leyden.
Nacido el 8 de octubre de 1933, Leyden pro-
venía de una familia católica irlandesa (Leaden
era el apellido original) de largo arraigo en
nuestro país. Con tres décadas de vida ya tra-
bajaba como Odontólogo y asume la conduc-
ción del club por los próximos treinta años. Fue
la época dorada de la institución del barrio por-
teño de Caballito: llegó a contar con casi cin-
cuenta mil socios, y sus colonias de vacacio-
nes y canchas de tenis estaban siempre llenas.
En fútbol, logró lo máximo que un equipo puede
aspirar a nivel local: ganar un torneo de Primera
División. Y fue doblete: los viejos Nacionales, en
1982 y 1984, ambos bajo la conducción del cor-
dobés Carlos Timoteo Griguol. Por si fuera poco,
también obtuvo tres subcampeonatos. Brillaron
nombres de la talla de Miguel Angel Juárez,
Héctor Cúper, Juan Domingo Rochia, “El Mago”
Oscar Garré, Carlos y Héctor Arregui, Oscar
Agonil, Víctor Hugo Marchesini, Gerónimo
“Cacho” Saccardi, Adolfino Cañete, Oscar Acosta
y “El Beto” Alberto Márcico.
El básquet, con la batuta inteligente de León
Najnudel, no se quedó atrás: fue campeón de la
Santiago Leyden, presidente de Ferro Carril Oeste, en
la despedida del doctor Cantilo como cabeza de la
Asociación del Fútbol Argentino, en 1979.
Santiago Leyden
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Arriba: Equipo de Ferro para enfrentar a Boca en Caballito, en mayo de 1981. Atrás, la platea nueva de madera que
da hacia el sur y que es obra de la gestión de Leyden.
Izquierda: Delantera del equipo verde en 1980: Apariente, Cañete, Rojas, Héctor Arregui y Aguilar. Empezaba a
armarse el que sería dos veces campeón del fútbol grande de la Argentina.
Liga Nacional en el primer año de su creación (1985),
logro que reiteró un año después y en 1989.
Asimismo, alcanzó la cima en tres Campeonatos
Sudamericanos: 1981, 1982 y 1987. En vóley, se
alzó con doce torneos locales y tres de América del
Sur. Inimitable época, donde también se destacaron
los equipos de handball y softball.
Al mejor estilo del veterano presidente de la entidad
rival, don José Amalfitani del club Vélez Sársfield
que falleció en 1968, Leyden comprendió que los
premios deportivos son importantes, pero pasan; lo
que queda son las obras realizadas. En consecuen-
cia, construyó la gran platea de cemento de la
cancha de fútbol, que da espaldas a las vías del
Ferrocarril Sarmiento, la iluminación para partidos
nocturnos y el gimnasio Héctor Etchart, además de
la ciudad deportiva del barrio de Pontevedra.
Tan extraordinaria fue su gestión al mando del club
de camiseta verde, que tanto la Nación como la
Ciudad de Buenos Aires requirieron sus servicios.
Santiago Leyden fue secretario de Deportes de la
Nación durante el mandato de facto de Roberto Viola
(1982-1983), jefe de asesores de la Subsecretaría
de Deportes durante la presidencia de Raúl Alfonsín
(1986-1989) y director de Deportes de la Ciudad de
Buenos Aires en el gobierno de Fernando de la Rúa.
También traspasó las fronteras de la Asociación del
Fútbol Argentino, ya que fue secretario de la
Confederación Sudamericana de Fútbol.
Pasado este período, en 1999 volvió a su querido
club, pero la situación de la institución y del país,
en general, era muy distinta a la del reinado de oro
(1964-1993). Solo estuvo en el cargo cinco meses
y presentó la renuncia. Poco antes confesó al diario
Clarín: “No estoy acostumbrado a manejar miseria.
Hay que acomodarse a esto”.
En los seis años en que había estado ausente del sillón
de su querido Ferro, el club había aumentado su deuda
catorce millones de pesos, la masa societaria había
bajado a apenas unos siete mil que abonaban las cuo-
tas, y la colonia de niños, que supo reunir unos ocho
mil chicos, no juntaba por entonces más que dos mil.
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Leyden dixitConsultado en 1991 por la publicación Centro de
Prensa, acerca de la decadencia del deporte
argentino, Santiago Leyden contestó: “Estamos muy
atrasados y cada año que pasa nos alejamos un poco
más. Todo está relacionado con lo que le pasa al
país. El atraso no nos tiene que sorprender cuando
todavía hay escuelas rancho. Los que estamos en
esto, tenemos que entender que el amateurismo se
murió”. Cuando le preguntaron por las barras bravas
dijo: “Cuando a mí me venían a ver para pedir dinero
para algún viaje, o pedirme algunas entradas o plata
para viajar al Mundial o alguna de esas locuras, yo
siempre les hacía este planteo: ¿por qué tenían más
derecho esas 20, 30, 50 personas para ingresar
gratis a la cancha que un socio común del club?
Pero, no creo que la entrada gratuita de un grupo de
personas genere necesariamente violencia. Sí creo,
en cambio, que lo que genera violencia es la
intencionalidad de la entrada”.
Y como tarde o temprano, los resultados reflejan la
realidad económica de los clubes, Ferro se fue al des-
censo a mediados del 2000 y nunca más pudo recu-
perar ese nivel. Actualmente milita en la Primera B
Nacional. En básquet, hace tiempo que no es parte
de la Liga donde descollaron figuras como Cortijo.
Aquejado de una insuficiencia hepática, el corazón le
dijo basta el 10 de agosto de 2002 en el Sanatorio
Colegiales. Tenía cuatro hijos, era viudo y pidió que
no se realizara ceremonia velatoria. Sus restos fueron
cremados en el cementerio de la Chacarita.
Santiago Leyden marcó un antes y un después en la ins-
titución de Caballito. Su presidencia coincidió con la
expansión y distensión de la clase media debido a la
estabilidad del país. Con la hiperinflación de mediados
de la década de 1980 y la posterior convertibilidad,
mucha gente abandonó los clubes para practicar sus
deportes preferidos en los countries o viajar al exterior.
La creciente pauperización determinó que los “cluberos”
se redujeran mientras que la enorme masa de personas
de bajos recursos abandonara la práctica deportiva.
El estadio de Ferro, al lado del club: sito en Caballito
desde sus inicios en 1904, cuando empezó como lugar
de esparcimiento para los ferroviarios, se encuentra en
una ubicación de privilegio en el centro geográfico de la
Ciudad de Buenos Aires.
Ferro enfrenta en Caballito a Altos Hornos Zapla, por
la segunda fecha del Campeonato Nacional de 1984.
Arriba: Carlos Arregui, “Palito” Brandoni, Garré, Cúper,
Marchesini y Basigalup. Abajo: Acosta, Agonil, Cañete,
Márcico y Crocco.
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Foto de Fernández Real dando
una charla sobre cirugía máxilo-
facial, tema en el que se
especializó. Estudió mientras
jugaba al fútbol.
Eran otras épocas. En 1953, Paraguay no contaba con instalaciones
apropiadas para realizar el Campeonato Sudamericano de Fútbol.
Igualmente lo organizó y se jugó en Lima, Perú. Algo impensado para
nuestra época. Curiosamente, también lo ganó y en su equipo se des-
tacó Rubén Evaristo Fernández Real, delantero, goleador y capitán.
No había internet, ni se televisaban los cotejos, ni Argentina jugó
en Perú, pero la noticia corrió rápido y los dirigentes de Boca
Juniors contrataron al jugador, comprándole el pase a Libertad de
Paraguay. El joven de 22 años se sumó a las huestes xeneizes en
uno de los peores momentos deportivos de la entidad: llevaba
ocho años sin ganar un campeonato.
Rubén Fernández Real
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Rubén Fernández Real, en un partido de Boca vs. Independiente, en 1954, que se caracterizó por ser el cotejo
de Primera División en que se contabilizaron más espectadores en nuestro país.
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Fernández Real se inició en el fútbol en el club Estero Bellaco
de Villarrica, su ciudad natal, para luego pasar a Olimpia. Un
tío lo incitó a pasarse a Libertad, donde jugó profesionalmente
entre 1950 y 1953.
Había dejado sus estudios en tercer año de Odontología en
Asunción, pero no por mucho tiempo, pues lo retomaría en
Buenos Aires dos años más tarde, ya que en 1953 debió reali-
zar los trámites de reválida. Vivió, en primer lugar, en una pen-
sión de la calle Lima, junto a su coterráneo Angel Berni, delan-
tero de San Lorenzo.
Por entonces, los clubes entrenaban generalmente solo tres veces
por semana, lo que le permitió, no sin esfuerzo, volver a los estu-
dios. En la quinta fecha del torneo de 1953, debutó ante Ferro
Carril Oeste en Caballito y ese mismo día marcó un gol, el segun-
do de su equipo que empató 2 a 2. En esa ocasión, compartió
camiseta con Mussimesi, Otero, Edwards, Lombardo, Mouriño,
Pescia, Costa, Gil, Rolando y Marcarian. No fue ese un buen
campeonato para Boca, que salió séptimo a quince puntos de su
rival de toda la vida, el campeón, River Plate.
Al iniciarse la gira de pretemporada de 1954, el técnico
Ernesto Lazatti, que debutaba en esa función y en el club
de sus amores, lo citó para conversar en un almuerzo en la
estación Retiro, ya que aguardaban el tren para viajar al
interior. En la terminal, le contó que sería el delantero cen-
tral del equipo, pues Lazatti había pedido a los dirigentes
que vendieran a Roberto Rolando que se desempeñaba en
la misma función. “Pepino” Borrello volvía a Boca luego de
su paso por Chacarita y sería su suplente.
MaestrocompatriotaA Naum Zalcman, periodista del diario
Crónica, le confesó en 1999: “Mis mejores
recuerdos de fútbol son haber conocido a
Manuel Fleitas Solich y la gira con Boca por
Europa a fines de 1953”.
Fleitas Solich era un jugador paraguayo que
había pasado por Boca y fue técnico de
Fernández Real tanto en Libertad como en la
selección que ganó el Campeonato
Sudamericano de 1953. Fernández Real
recuerda que, en medio de ese torneo,
Fleitas Solich se fue a Brasil contratado
como técnico por el Flamengo (luego de una
marcada sequía lo consagró tres veces
campeón). Los jugadores pensaban que
volvería para la final pero no llegaba.
Finalmente, les dio la sorpresa cuando lo
encontraron en el vestuario minutos antes
del partido en que vencieron por 3 a 2 y
alzaron la copa.
Afectos guaraníesRubén Fernández Real provenía de una familia de clase media sostenida por el padre, don Evaristo, representante de varias firmas
comerciales. Tuvo tres hermanas y un hermano, que también fue profesional como él (Doctor en Ciencias Económicas). Durante
años, cada 22 de septiembre, viajaba desde Buenos Aires a Villarrica, su ciudad natal en Paraguay, para celebrar el cumpleaños de
su mamá, Tomasita, que murió cerca de los cien años de edad. Por iniciativa del periodista y dirigente guaireño Silvio Martínez,
Fernández Real fue designado “hijo ilustre” de dicha localidad. Un justo reconocimiento a un embajador deportivo y cultural.
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Nato romperredesEn la gira que Boca realizó por Europa y
que tan grato recuerdo le traía a
Fernández Real, marcó varios goles: tres
en la victoria por 6 a 3 ante el combinado
de París, uno en el 3 a 1 frente al Austria
Viena, uno en el empate 2 a 2 contra
Rott-Weiss y uno en el 4 a 0 frente al
Sporting Lisboa.
En el primer partido oficial de ese año, Boca le ganó
a Newell´s en Rosario y Fernández Real marcó dos
goles. En el segundo, perdió contra Independiente, y
luego venció a Banfield y San Lorenzo. En estos últi-
mos dos encuentros, el paraguayo marcó un gol por
partido. Lamentablemente, una lesión lo postergó.
En su lugar se afirmó el citado Borrello, que se des-
tacó por la potencia que lo llevó a convertir muchos
goles. Boca resultó campeón en el año de mayor
cantidad de espectadores registrada en los estadios
de fútbol de la Argentina, y Fernández Real lo feste-
jó aunque sin ser titular.
En 1955, Boca cedió al jugador paraguayo a Racing,
a cambio de Juan José Pizzuti, quien descollaría
como el técnico que entre 1966 y 1967 logró que “la
Academia” ganara el título local, la Copa Libertadores
de América y el Campeonato Mundial de Clubes.
Con la casaca celeste y blanca, Fernández Real tuvo
escasa participación porque Racing había incorpora-
do a un crack, Antonio Angelillo. Así volvió a Boca en
1956, donde integró la reserva campeona que con-
vocaba a los hinchas a llegar temprano a la cancha
para ver buen fútbol.
En 1955, Fernández Real se recibió de Odontólogo. Al
tiempo, trabajaba en el desaparecido Hospital Rawson
y en su consultorio particular. Mientras tanto, jugaba
ese año en San Lorenzo con figuras de la talla de
Boggio y Sanfilippo. En el segundo partido del campe-
onato, marcó su primer gol con la camiseta azulgrana
en el 3 a 3 frente a Argentinos Juniors.
Lamentablemente, otra lesión lo marginó. En este
caso, el puesto lo ocupó Miguel Angel Ruiz. Un año
más tarde, abandona la entidad de Boedo por falta de
pago y deja definitivamente el fútbol, pero sin alejarse
del todo, ya que, tiempo después, trabajó en los con-
sultorios médicos de la Asociación del Fútbol Argentino
y de Futbolistas Agremiados. En 1960, fue docente de
la cátedra de Cirugía Máxilo-Facial en la Facultad de
Odontología de la Universidad de Buenos Aires. Fue un
verdadero ejemplo en épocas en que pocos jóvenes
deportistas se dedicaban a los estudios más allá de la
escuela primaria y los primeros años del segundo nivel.
©MV Comunicación & Marketing® www.mvcomunicacion.comOdontólogos Destacados Nº 7: Santiago Leyden - Rubén Fernández Real - ISBN 978-987-1708-36-9El contenido de esta publicación se presenta como un servicio a la profesión odontológica, reflejando las opiniones, conclusiones o hallazgos propios de los autores incluidos en la publicación. Dichas opiniones, conclusioneso hallazgos no son necesariamente los de Laboratorios Gador, ni los de ninguna de sus afiliadas, por lo que Laboratorios Gador no asume ninguna responsabilidad de la inclusión de las mismas en dicha publicación. Fotos gentileza: Archivo de la revista El Gráfico y diario Crónica.
Rubén Evaristo Fernández Real jugó, en sus inicios en la Argentina, 27 partidos en Boca Juniors, en los que marcó 8
goles y fue parte del equipo campeón de 1954. La cancha xeneize lo tuvo como uno de sus ídolos, pese a los pocos
cotejos que jugó allí.