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70683893 Jonas Mekas y El Underground Neoyorkino

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Jonas Mekas y el underground neoyorkino. Una actitud nueva David Gutiérrez Camps

Jonas Mekas, el líder exiliado

"La pintura –cualquier clase de pintura, cualquier estilo de pintura-, el hecho mismo de

pintar, en realidad, es actualmente una forma de vida, un estilo de vida, por así

decirlo”. Mekas repite esta cita hasta la saciedad, en The Village Voice, en Film culture,

e incluso sirve de introducción a varios de sus artículos. Es una clave para él que va

repitiendo en varios contextos, precediendo a artículos de contenido variable. Lo dijo

Willem de Kooning, pintor estadounidense y es, sin duda, para Jonas Mekas un

fundamento clave en su estilo de escribir, de filmar, de montar. Sobre esta idea tratará el

presente trabajo. Sobre una actitud, una forma de vida, como dice De Kooning o, dicho

de otra forma, de un conjunto de películas hechas por gente joven con unos principios

similares y algunas constantes estilísticas comunes. A finales de la década de los años

50, se produjo una explosión libertaria en el cine en la ciudad de Nueva York. Se

hicieron películas muy distintas entre sí, no obstante a lo largo de este trabajo intentaré

mostrar qué tenían en común y qué las separaba de las demás.

El portavoz oficial de este movimiento, conocido como “nuevo cine americano” o “cine

underground” fue, sin ninguna duda, Jonas Mekas. Sin su ímpetu es incluso difícil

poder asegurar que este movimiento hubiera existido de la forma en que lo hizo. Su

tenacidad en la defensa de los nuevos cineastas desde la revista que él mismo creó, Film

culture, y el semanario The Village Voice, donde colaboraba, permitieron a este cine

encontrar huecos en donde se hablara de él y, por consiguiente, salas donde se

exhibiera.

Mekas, además de portavoz puede considerarse por lo tanto casi el inventor de este

movimiento. Sus artículos proclamaban Shadows, de John Casavettes, y Pull my daisy,

de Robert Frank, como el principio de una revolución que tendría que haber llevado a

un nuevo estilo de cine, el llamado underground, a derrocar al antiguo y academicista

cine de Hollywood. El tono apasionado de sus textos en defensa del espíritu de este cine

define los límites de este movimiento cinematográfico y le da una dimensión que las

películas por sí solas probablemente nunca hubieran conseguido.

El presente trabajo se centrará en los artículos que Mekas escribió en The Village Voice

y Film culture. A partir de ahí, veremos su propuesta en aquellos años en tanto

portavoz-inventor-militante-cineasta del cine underground neoyorkino, lo que nos

permitirá hablar de una actitud ante el cine que ha quedado un poco fuera de juego con

el paso de los años. Se habla muy poco de esta rebelión que intentaron unos pocos

norteamericanos, a la manera de lo que estaba ocurriendo en Europa. El estilo de lo que

Mekas llamaba nuevo cine americano se fundamenta en actitudes muy diferentes a las

de los nuevos cines europeos, aunque se puedan encontrar concomitancias entre lo que

ocurrió a ambos lados del Atlántico. El underground tiene personalidad propia y por lo

tanto, debería tener una voz en el debate sobre la historia del cine pero el exagerado

poder de la máquina de Hollywood por un lado y la autocomplacencia europea por otro,

han tendido a eliminarlo de los libros, de las escuelas y del debate teórico.

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Jonas Mekas arribó a Estados Unidos de América en 1949

procedente de Lituania, donde había nacido en el año 1922

y de donde tuvo que huir por motivos políticos. El régimen

ruso le consideraba un disidente, así que tuvo que cruzar

medio mundo hasta llegar a la ciudad de los que no tienen

lugar: Nueva York. Jonas hizo este viaje acompañado por

su hermano Adolfas, con quien pronto pudo alquilar un piso

en Williamsbourgh, Brooklyn. Ahí empezó su eterno

deambular por trabajos mal pagados en fábricas y por las

calles de Brooklyn. Esa ciudad exagerada que se llama

Nueva York emanaba una soledad insoportable para Mekas.

De ahí su condición de eterno exiliado en la ciudad de los

exiliados. "No existe para mí el internacionalismo

abstracto. Tampoco cuento con el futuro: estoy aquí y

ahora. ¿Se deberá esto al hecho de haber sido arrancado por

la fuerza de mi hogar? ¿Es ésa la razón por la cual siempre

siento la necesidad de un nuevo hogar, porque no pertenezco en realidad a ningún lugar,

excepto a ése, a ese lugar que fue mi niñez y que se ha ido para siempre?", reza Mekas

en sus diarios 1 . Este tono melancólico, muy sensible, es el que preside su cine, que es

casi en su totalidad un diario fílmico de su propia vida. Mekas se siente solo y exiliado.

Poco después de su llegada comienza a filmar diariamente fragmentos de su vida y lo

que la rodea. Son filmaciones improvisadas, casi al azar, que él irá reelaborando a través

del montaje, dándole una perspectiva concreta a través de la voz en off o la inserción de

intertítulos.

En cambio, en su trabajo como crítico Mekas sabrá, por lo general, dejar aparte esa

eterna melancolía de raíz romántica. Su romanticismo aparecerá en sus textos en forma

de pasión y de inocencia. Con un vasto conocimiento de la historia del séptimo arte,

Mekas consigue en sus críticas transmitir un punto de vista propio desde una

perspectiva única. Mekas no cae en divagaciones intelectualoides, ni reproduce la crítica

canónica de la época. Su estilo es más subjetivo que el que se utilizaba en el Cahiers de

la época.

"Quizá sean las palabras crítico y criticar las que tan a menudo nos confunden. ¿Quién

nos ha puesto en la cabeza que un crítico debe criticar? He llegado a una conclusión: el

mal y la fealdad se cuidaran solos; es el bien y la belleza lo que necesita de nuestros

cuidados. Es más fácil criticar que prestar cuidados. ¿Por qué elegir el camino más

fácil?” 2 . Este fragmento, además de servir de ejemplo de la forma de escribir de

Mekas, definen muy bien su estilo. Mekas no pretende criticar, sino hablar sobre cine a

través de las películas, y cuidar aquel cine que lo necesita. El underground le necesitó.

Y él cumplió con lo dicho.

Las raíces del underground

Este cine de espíritu libertario que hicieron los Robert Frank, John Casavettes, Gregory

Markopoulos, Andy Warhol... fue algo muy nuevo en su momento. Resulta interesante,

antes de hacer una aproximación directa a lo que fue el cine undeground de los 60 a

través de los textos de Mekas, tratar de encontrar cuáles son las razones que llevaron a

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Nueva York a semejante estado mental, que permitió la explosión underground. Y no se

trata de una forma de contextualizar lo ocurrido, sino también de entenderlo porque este

ambiente, este estado mental... es el underground.

Cineastas como Stan Brakhage, Keneth Anger o el propio Mekas tienen mucho que ver

con las vanguardias europeas de los años veinte. En aquella época, gente como Luis

Buñuel, Marcel Duchamp o Man Ray hicieron un cine que rompió con todo y que tuvo

una fuerte repercusión en los círculos vanguardistas. Artistas plásticos como Vikking

Eggeling, Hans Richter, Walter Ruttman u Oskar Fischinger también hicieron un cine

que se despegó de todo lo precedente. La liberación surrealista llegó al cine.

En el año 1946 Hans Richter estrena en EE UU el film

Dreams that money can buy, irrumpiedo en Nueva York

la vanguardia dadaíista abstracta. Y es que muchos de los

vanguardistas europeos tuvieron que dejar una Europa

destrozada por el nazismo. Artistas como Ernst,

Mondrian, Léger o el propio Richter llegaron a Nueva

York y se convirtieron en los dueños de la ciudad a nivel

artístico. La presencia de estos embajadores de la

vanguardia contribuyó a la formación de un movimiento

pictórico como es el expresionismo abstracto, que es otra

influencia del posterior cine underground. Arshile Gorky

fue el primero en adoptar la técnica del automatismo. Los

Gorky o Pollock “rechazaban los estilos en boga en su

época y precisamente por ello se consideraban

conscientemente vanguardistas. Sabían que su arte, por

ser nuevo y diferente, cosecharía el rechazo del mundo

artístico y del público. Y no se equivocaron” 3 .

El arte de vanguardia se iba imponiendo en Nueva York. Músicos experimentales como

La Monte Young o John Cage ganaban en importancia. Precisamente Cage se esforzó

en invitar a los pintores abstractos a llevar la mirada al mundo exterior y abrirse de su

cerrazón vanguardista. El pintor y fotógrafo Robert Rauschenberg fue muy importante

en este sentido, ya que empezó a usar en sus creaciones objetos propios de la vida

cotidiana. “No quiero que la pintura parezca lo que no es. Quiero que parezca lo que sí

es” 4 , decía Rauschenberg. De este modo, la pintura dio un paso más del expresionismo

abstracto hacia el pop, que acabarían popularizando Andy Warhol.

Nueva York destronó a París como capital artística del mundo. Muchos artistas de todo

tipo deambulaban por la ciudad. Pocos años después, Andy Warhol decidiría producir el

primer disco de The Velvet Underground (1966), un grupo que mezcló influencias muy

diversas y se convirtió en símbolo clave de la escena musical de Nueva York. Melodías

repetitivas, letras apocalípticas, voces suaves, grabaciones rudimentarias... The Velvet...

supuso una auténtica revolución en el mundo del rock: son precursores del punk, pero

también del llamado art-rock.

En el ámbito de la literatura, aunque centralizado en la costa oeste, en San Francisco,

autores como Jack Kerouac o Allen Ginsberg escribían de una forma nueva, con una

suerte de espontaneidad y con un estilo poco cuidado. Estos autores no tenían problema

en atacar las bases de la cultura americana, proponiendo nuevos valores, nuevas formas

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de vida. Fueron la llamada generación beat. En cierto modo, la América institucional

estaba interesada en el surgimiento de este tipo de movimientos –especialmente, el

expresionismo abstracto-, puesto que suponía una superación del izquierdismo de raíz

claramente comunista.

Nuevas tendencias pictóricas, literarias y musicales iban llegando a Nueva York. Y no

sólo se trataba de arte. La contracultura tuvo muchas facetas en los años 60 que sería

complicado analizar aquí con un mínimo rigor. Todos estos movimientos culturales

tuvieron una influencia en los cineastas undeground y con los textos de Jonas Mekas,

también muy vinculados a esa Nueva York que se sentía especial.

Por otro lado, los nuevos cines europeos en general y la nueva ola francesa en particular

también tuvieron una relación directa con el surgimiento del underground y el

tratamiento que Mekas le dio. En muchos países europeos y algunos latinoamericanos

estaban apareciendo nuevos cineastas que reaccionaban contra el cine precedente,

demasiado academicista y acomodado, según ellos. Los fundamentos teóricos de estos

movimientos señalaban al director como el responsable y, por lo tanto, autor de la

película.

En el terreno crítico estadounidense, Manny Farber fue también muy importante en la

formación de una cultura alternativa a Hollywood. El estilo personal, pero exacto e

ingenioso de Farber fue probablemente una influencia directa para Mekas . Farber,

además, fue el primero en aplicar el término underground al cine. Pero su concepción

era ligeramente diferente a la que Mekas populizaría. Farber escribía: “Las películas del

grupo Hawks-Wellman son underground por otras razones aparte del hecho de que el

director se oculte bajo las capas superficiales de su trabajo. El rudo cine de acción halla

su lugar natural en cuevas: en cines lóbregos y congestionados que parecen tiendas de

tatuaje reformadas y que se ubican junto a las terminales de autobús en las grandes

ciudades” 5 . Farber se refería a películas de acción, de serie B, obras de Walsh, Hawks

, Wellman... donde los directores abandonaban los delirios de grandeza a los que muy

habitualmente les invitaba la industria y hacían películas mucho más humildes, pero

mucho mejores, en opinión de Farber. El término underground se mantuvo,

probablemente en referencia a ese carácter lóbrego y poco aseado, de las salas donde se

proyectaban este tipo de filmes, y al estilo descuidado de las películas que después

Mekas llamaría underground. Al respecto, aclaró recientemente Mekas en una entrevista

concedida a una revista española:“El término underground es un pequeño hecho

histórico que fue usado por primera vez por Duchamp cuando le preguntaron en

Philadelphia sobre cuál sería el futuro en el siglo XXI, y él respondió que los artistas

tendrían que ir „bajo tierra‟.”

Una(s) nueva(s) estética(s)

En 1959, se estrenan en Nueva York las dos películas que Mekas considerará como las

obras fundacionales del “nuevo cine americano”: Shadows, de John Casavetes, y Pull

my daisy, de Robert Frank y Alfred Leslie, adaptación de una obra de teatro de Kerouac.

Ambos filmes coinciden en rechazar la dictadura del guión abriendo la veda de la

improvisación. Es un cine fresco, muy directo, que no tiene miedo de filmar en las

calles y de noche, y que traza un puente con lo que se está haciendo en Europa en ese

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mismo momento, pero con particularidades muy americanas o, mejor dicho, muy

neoyorkinas.

A pesar de estar implicado con el grupo de Film culture Casavettes hizo una segunda

versión de Shadows, que levantó mucha polvareda entre sus compañeros. Volvió a rodar

algunas escenas más minuciosamente, la alargó y la hinchó a 35 mm. Al respecto,

Mekas escribe, “no me cabe la menor duda de que, mientras que la segunda versión de

Shadows es otro film más de Hollywood –aunque inspirado por momentos-, la primera

versión es el film americano de la última década que más fronteras ha traspuesto.

Debidamente comprendido y presentado, podría influenciar y cambiar el tono, tema y

estilo de todo el cine independiente americano. Y ya está empezando a hacerlo.” 7

Mekas no podía tolerar que Casavettes hubiera arreglado un poco su película, la hubiera

domesticado, cuando era un grito en favor de la liberación del cine. Pese a eso, el

director de Faces, mantuvo la famosa nota que aparece en pantalla tras el último plano

de la película: the film you’ve seen is just an

improvisation.

Pull my daisy, de Robert Frank, no sólo destaca por la

espontaneidad de la que hablábamos. Vemos cómo Mekas

ensalza su imagen: “La fotografía en sí, su agudo blanco y

directo blanco y negro, tiene una verdad y una belleza

visual que no existe en los recientes films europeos y

americanos. La higiénica pulimentación de nuestros films

contemporáneos, sean de Hollywood, París o Suecia, es

una enfermedad contagiosa que parece propagarse a

través del tiempo y el espacio. Nadie parece estar

aprendiendo nada, ya sea de Lumiére o de los

neorrealistas: nadie parece darse cuenta de que la calidad

de la fotografía es en cine tan importante como el

contenido, las ideas o los actores. (...) Cuando vemos las

primeras películas de Lumière, (...) le creemos, creemos

que no está fingiendo. Pull my daisy nos recuerda

nuevamente ese sentido de la realidad y de proximidad que es la primera propiedad del

cine.” 8

Mekas clama por una recuperación de la inocencia en la mirada, por una recuperación

de la belleza de lo virgen, por una recuperación de la verdad. Estos tres principios

podrían coincidir con lo que clamaban los franceses, pero no sólo este tipo de cine

cercano a la realidad es el considerado underground.

La grandeza de Shadows instó al grupo de Film culture a crear el Independent Film

Award, que se convirtió en una referencia clave para el cine underground. La segunda

edición de tal galardón fue para Pull my daisy y la tercera para Primary, una película

documental de Ricky Leacock, Don Pennebaker, Robert Drew y Al Maysles. Estos

directores son hoy considerados los creadores del cine directo. El grupo de Mekas les

concedió el galardón, argumentándolo de esta forma: “Whereas the usual fiction film is

drowned in heavy theatrics, and the usual theatrical and television documentary has

become a pallid and dehumanized illustration of literary texts, in Primary, as well as in

their Cuba sí, Yankee no, Ricky Leacock, Don Pennebaker, Robert Drew and Al

Maysles have caught the scenes of real life with unprecedented authenticity, immediacy

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and truth. They have done so by darlingly and spontaneously renouncing old controlled

techniques; by letting themselves be guided by happening scene itself”.9

A pesar de que el grupo de Leacock no formara parte directamente del movimiento del

new american cinema, puesto que por ejemplo no firmaron el First statement, Mekas

defendió a rajatabla sus películas y habló de ellas como parte de un nuevo cine que

estaba cambiando las cosas. Coinciden en tener poco dinero y mucho hambre de verdad.

“La pasión de Leacock, Maysles, Brault y Pennebaker por el Cine Directo ha dado

como resultado varios hechos secundarios. Las nuevas técnicas de la cámara y los

nuevos materiales temáticos han influenciado a un cierto número de películas

independientes de bajo presupuesto. (...) La obra de Andy Warhol es, sin embargo, la

última palabra de Cine Directo. Es difícil imaginar nada más puro, menos escenificado

y menos dirigido que Eat, Haircut o Street. Opino que Andy Warhol es el realizador

más revolucionario trabajando actualmente. Está abriendo a otros realizadores un campo

de realidad cinematográfica inexhaustible y completamente nuevo”, explicó Mekas 10 .

Es interesante esta relación que establece entre

Leacock y Warhol, porque tiende un puente entre dos

estilos muy diferentes. De las historias que cuentan

Leacock y compañía, literalmente sacadas de la vida

cotidiana de algunas personas, a las experiencias

límite de Warhol, filmando durante horas una persona

durmiendo o al Empire State, hay un trecho. Son

estéticas diferentes, y ambas coinciden en un

profundo contacto con la realidad, una producción

muy pequeña y un deseo de hacer cine nuevo.

Aunque estos ya sean planteamientos ajenos a la

estética, pero sí a la ética.

El tercer Independent Film Award fue para un

director completamente diferente: Stanley Brakhage y

su película The dead and the prelude. Veamos las

argumentaciones que se hacían desde Film culture: “During the last seven years,

Stanley Brakhage has been pursuing his own personal vision. He has developed a style

and a filmic language which is able to express (...) the unpredictable movements of his

inner eye. (...) He has eliminated from his work all literary elements, making it a unique

and pure cinematic experience.” 11

Este recorrido por los Independent Film Award demuestra las variedades estéticas de los

cineastas relacionados con el grupo de Film Culture. Brakhage nada tiene que ver con

Warhol. Ni con el Cine Directo. Brakhage es el más abstracto de los cineastas

relacionados con el new american cinema. Su cine experimental indaga en las

posibilidades de la imagen y el movimiento, siguiendo la estela de gente como Oskar

Fischinger o el propio Hans Richter. Probó técnicas como el uso de imágenes negativas,

la aplicación de pintura sobre el celuloide, la utilización de lentes especiales...

La espontaneidad de Casavettes, la fotografía de Frank, los documentales del cine

directo, las experiencias límite de Warhol, la abstracción de Brakhage o Markopoulos...

Filmes muy distintos, con estéticas casi opuestas. ¿Qué les une, entonces?

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Una nueva ética

"La pintura –cualquier clase de pintura, cualquier estilo de pintura-, el hecho mismo de

pintar, en realidad, es actualmente una forma de vida, un estilo de vida, por así decirlo”,

volviendo a citar a De Kooning. ¿Era una forma de vida lo que tenían en común los

autores de los que antes hablábamos? Probablemente, pero quizá sea mas adecuado

utilizar la palabra actitud. Los cineastas del new american cinema tenían actitudes

similares ante el cine. Sin duda alguna, parte de esta actitud provenía del otro lado del

Atlántico. Allá por el 1959, Mekas decía sin tapujos que era la nouvelle vague la que

había ayudado mucho a la generación de este movimiento (“Bergman and the nouvelle

vague have stirred American critics and the American public out of a long lethargy” 12

).

En el First statement, declaración que en 1960 hicieron algunos cineastas

independientes -entre ellos, Mekas, Frank, Markopoulos y Bogdanovich-, se recoge

abiertamente la herencia de los nuevos cines europeos, pero es interesante ver dónde

ponen el acento los americanos: “Nuestra rebelión contra lo viejo, oficial, corrupto y

pretencioso es fundamentalmente ética, lo mismo que en las otras artes de la América de

hoy, -pintura, poesía, escultura, teatro- sobre las cuales se han estado soplando vientos

renovadores durante estos últimos años. Nuestra preocupación es el hombre y lo que le

ocurre. No somos una escuela estética que encierra el realizador dentro de un molde de

principios muertos. Creemos que no podemos confiar en los principios clásicos, ya sea

en el arte o en la vida” .

Ellos mismos lo dicen: no son un movimiento estético, sino ético. No sólo les concierne

el cine, sino el hombre. Y hay que rechazar todo principio estético. De esta forma, se

abren muchísimas posibilidades, muchos experimentos posibles. Cine barato, cine libre.

De ahí que el grupo de Mekas incluya a cineastas tan diferentes como Frank,

Markopoulos o el propio Mekas.

Entre otras cosas, Mekas –con el permiso de Andrew Sarris- se hizo portavoz de la

politique des auteurs, con ciertos matices. Hablaban sin tapujos del cine como un arte,

algo que nunca se ha hecho fácilmente el EUA, al decir que “creemos que el cine es una

expresión personal indivisible. Por tanto, rechazamos la interferencia de productores,

distribuidores y inversores hasta que nuestro trabajo esté listo para ser proyectado en la

pantalla”. A diferencia de sus colegas europeos, el grupo del New American Cinema no

pone tanto énfasis en el autor, como en el rechazo a las injerencias del business en el

cine. Las comparaciones con la pintura, la música y la literatura son constantes, e

impusieron la consideración del cine como arte. Un arte más, sin tener que dar más

explicaciones.

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Y es que no era –ni es- lo mismo hacer cine en Francia que en

EUA, porque en tanto en Francia no existía un gigante como

Hollywood había muchos sectores del establishment que, de

una forma u otra apoyaban - pienso en las subvenciones- las

producciones independientes. La marginalidad del

underground se vio acrecentada por la grandeza de

Hollywood. Los Godard, Rivette, Truffaut o Chabrol no

tenían un enemigo tan grande contra el que luchar y la

situación política y económica era muy diferente en su país. A

ellos les fue más fácil entrar en los círculos por donde se

mueven gran cantidad de películas. Mekas y su gente tuvieron

que inventárselo. Para tener su propio circuito, crearon un

sistema alternativo: la Filmmakers Cooperative, para poder

hacer sus películas y el Filmmakers Showcase, para poder

exhibirlas. Estas acciones no eran sólo una forma de poder

hacer y mostrar películas, sino un auténtico desafío al

establishment americano y, más en concreto, a las redes de distribución del cine

imperante. No se trataba sólo de que no les quisieran ayudar a levantar sus películas,

sino que ellos no querían entrar en contacto con el sistema de producción estándar. Las

convicciones éticas de los firmantes de la declaración les obligaban a hacer filmes

pequeños, de bajo presupuesto, más a la medida del hombre que el monstruo de

Hollywood.

Dos años después de la declaración, algunas críticas hicieron que Mekas publicara un

largo artículo titulado Notes on the new american cinema 13 . Se trata de un acto de

defensa ante los ataques que estaba recibiendo, pero también es otro acto de amor, ya

que no podía dejar de ayudar a todos esos cineastas que él mismo había instigado a

unirse y plantear las cosas de otra forma. En este artículo, el lituano hace un exhaustivo

repaso a los nuevos cineastas, sus estilos y los principios que les unen. Aclara, entre

otras cosas, que “it is a mistake for the critics to treat these filmmakers as a conscious

anti-Hollywood movement. Like the experimentalists, these “stream-of-life” film-

makers did not band together to fight Hollywood. These were single individuals who

were quietly trying to express their own cinematic truth”. El tono de las palabras de

Mekas difiere ligeramente del que se usó en el First Statement. Más que nunca, en este

artículo, el lituano habla este nuevo cine como un movimiento ético: “The new

american artist cannot be blamed for the fact that his art is a mess: he was born into that

mess. He is doing everything to get out of that mess. His rejection of “official”

(Hollywood) cinema is not always based on artistic objections. It is not a question of

films being bad or good artistically. It is a question of the appearance of a new attitude

towards life, a new understanding of man”.

Mekas insiste. Este caótico grupo de personas por el que tanto estoy luchando tan sólo

quiere hacer cine libremente, vivir libremente, ignorando todo lo prestablecido. Esta

actitud de ruptura tiene mucho a ver con la generación beat, la música de

LaMonteYoung, John Cage o la Velvet y las pinturas de Pollock, Gorky o

Rauschenberg. Tanto Casavetes como Frank o el propio Mekas pertenecieron a este

momento de aires revolucionarios. Entonces aún podían pensar en derrocar al

establishment americano. Me pregunto qué deben pensar ahora.

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La revolución es posible

Andrew Sarris habla de Mekas. “He wasn‟t a critical journalist. Ha was an evangelist.

There is something in Jonas that is consistent, this marvellous consistency, the

personality, the life, the career. And I think that Jonas‟ great virtue is in demonstrating

through himself that anything is possible. Jonas goes out and does things that no one

had any reason to belive can exist”. 14

Lo que dice Sarris es una de las razones por la cual los textos de Mekas emocionan.

Habla de cosas que, en cualquier otro caso, nos parecerían completamente imposibles.

Sí, es inocente. Inocente, pero apasionado y, aún ahora sigue haciendo las cosas a su

manera. Y le han funcionado. Cierto es que la Filmmakers Cooperative nunca derrocó a

Hollywood, pero él ha podido seguir trabajando, haciendo su cine, sus textos y su

Anthology Film Archives, gran “filmoteca” de

cine vanguardista en Nueva York.

Mekas creía que la revolución era posible.

Creía que ese grupo de cineastas amateurs y

caóticos podrían cambiar muchas cosas. Creía

que el centro del cine se podría desplazar de

la costa oeste a la costa este, de Los Ángeles a

Nueva York. Mekas creía en esta revolución

del individuo, en esta liberación de cada uno

de nosotros. Jonas Mekas era un sacerdote

romántico o, como dice Sarris, un evangelista.

Un evangelista de lo libertario, que mucho

tiene que ver con el clima que se generó en

los años 60 gracias a las múltiples formas de

la contracultura.

Incluso Dwight MacDonald, un autor muy crítico con el despedazamiento que los

medios de comunicación de masas estaban causando en el mundo del arte, supo ver el

movimiento beat y cineastas como Mekas, Rogosin y Frank como una posible salvación

de lo que él llamaba Cultura Superior. “La mochila del beatnik es el equivalente

moderno de la buhardilla del poeta, bajo distintos aspectos, menos el de la creación

poética” 15. Su lucha por recuperar alguna forma de verdad les obligó a replantearse

todo, desde su raíz. Por lo que al cine se refiere, ese replanteamiento implicó una

reformulación total de los métodos de rodaje, en busca de lo verdadero, lo natural.

Por otro lado, es interesante preguntarse ahora sobre la vigencia del Jonas Mekas

teórico. Creo que ya nadie puede hablar de la forma en que él lo hizo sobre la

revolución que estaban llevando a cabo. Mucho tiempo tendría que pasar para poder

subvertir un imperio americano que ya ha generado demasiados anticuerpos como para

plantear una revolución real. Pese a esto, el planteamiento teórico de Mekas está más

vigente que nunca. Su forma de escribir y pensar sobre cine es propia, única, personal.

Muestra sus opiniones sin ningún tipo de problema, sin caer en la arrogancia o el

esnobismo. La suya es una teoría, poética, fragmentada, subjetiva ... valores cercanos a

las teorías más avanzadas de hoy en día. Heredero de Kracauer y Farber, Mekas supo

encontrar su propia forma de hacer las cosas, rechazando la aburrida crítica académica.

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A diferencia de lo que querían hacer los cineastas europeos, Mekas apostaba por

películas completamente nuevas. Se decía, en aquella época, que en Europa se hacía un

cine comercial independiente y que en Nueva York se hacía cine independiente. Sea

esto verdad o no, lo cierto es que Mekas y su grupo supieron cortar cualquier relación

con el cine comercial y comenzaron a construir por sí mismos su alternativa, su

revolución, sin que nadie les ayudara.

En este sentido, quizá tenga que ver el hecho de que los distribuidores europeos no son

iguales que los americanos. Mekas vio en la distribución uno de los grandes problemas

del modo de funcionamiento del cine. Una vez más, esto es algo hoy plenamente

vigente. “Daría mucho por saber a qué círculo del infierno irán nuestros distribuidores,

especialmente el distribuidor de la obra maestra y cumbre realización de Max Ophuls,

Lola Montes. Lo más probable es que Lucifer obligue a dicho distribuidor a escribir una

y otra vez, en el ardiente calor del verano infernal, su nuevo título, inventado en un

momento de mundo inspiración, Los pecados de Lola Montes. Y eso no será todo. Creo

que será también obligado a comerse, fotograma por fotograma, los sesenta y cinco

minutos que cortó del film, y apuesto a que los vomitará antes de acabar con el último,

con el que tendrá que empezar otra vez desde el principio.” 16

Y así actuó Mekas, creando su distribuidora y no actuando de esta forma,

replanteándoselo todo para hacer las cosas bien. Gente de su talante, de su honestidad,

de su humildad, de su tesón seria muy útil hoy en este maltrecho mundo en el que

vivimos, donde nos resulta difícil ver el cine que nos interesa y aún más difícil evitar lo

que no nos interesa. Quizá el cine se ha democratizado, en cierta forma, porque hay

mucha gente haciendo cosas libremente, pero el control sigue perteneciendo a los

mismos y probablemente su poder se ha exagerado. Su control sobre incluso las

intenciones de los espectadores. Estamos confundidos (otra vez). Habría que volver a

empezar desde el principio.

NOTAS 1 Esta cita sirve de introducción a la recopliación de sus artículos en el Village Voice.

Mekas, Jonas; Diario de cine. El nacimiento del nuevo cine americano, Editorial

Fundamentos, Madrid, 1975.

2 Mekas, pp 86.

3 A.A. V.V; Made in USA, „Fundació la Caixa‟, 1991. pp. 14.

4 Op cit., pp 38.

5 Farber, Manny; Arte termita contra arte elefante blanco y otros escritos sobre cine,

Anagrama, Barcelona, 1971. pp. 48-49.

6 Alcorta, Imanol; Pinet, Antoni; Conversación con Jonas Mekas, Cabeza borradora, nº

2, junio de 2003.

7 Mekas, pp. 25

8 Mekas, pp.21.

9 Film culture, 1961, nº 22, pp. 11.

10 Mekas, pp 204-

11 Film culture, 1962, nº 24, pp. 5.

12 Film culture, nº 21, 1960, pp 8.

13 Film culture, nº 24, 1962, pp. 6-16

14 James, David E; Jonas Mekas and the New York Underground; Preinceton

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University, 1992. pp. 69

15 MacDonald, Dwight; Masscult y midcult, Monte Ávila Editores, 1969.

16 Mekas, pp.17-18.