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MEDICINA TRADICIONAL Y ENFERMEDAD*
Carlos Zolla, Sofa del Bosque, Virginia Mellado,
Antonio Tascn y Carlos Maqueo
Por mi parte sostengo la opinin exactamente opuesta
y afirmo que siempre que una disputa se ha desencadenado
durante cierto tiempo, especialmente en filosofa,
en el fondo no se trata de un mero problema de palabras,
sino de un autntico problema acerca de cosas.
I. Kant (1786).1
Este captulo trata esencialmente de la clasificacin de las enfermedades de la medicina tradicional, es decir, aborda problemas planteados por las palabras de los otros: los curanderos, las parteras, los hueseros y los hierberos, principalmente. La discusin sobre qu debe entenderse por mal de ojo, empacho, susto, cada de la mollera y disentera es -como en la cita de Kant- mucho ms que un debate sobre las palabras. Se trata de enfermedades percibidas y vividas como tales por varios millones de mexicanos y latinoamericanos habitantes del campo, la ciudad y, sobre todo en los ltimos tiempos, de los cinturones suburbanos.
Este solo hecho bastara para justificar nuestra investigacin sobre lo que denominamos las principales causas de demanda de atencin de la medicina tradicional de Mxico, determinadas como tales en una encuesta preliminar realizada entre 13 067 terapeutas tradicionales en 3 025 zonas rurales atendidas por el Programa IMSS-COPLAMAR.
2 En estas regiones del mundo rural
mexicano, la extensin de la cobertura llevada a cabo por el IMSS-COPLAMAR -seguramente una de las empresas ms ambiciosas realizadas en Amrica Latina durante la presente dcada- gener una dinmica de atencin mixta a la salud y, consecuentemente, de acceso diferencial a los servicios ofrecidos por el equipo de salud y por los terapeutas tradicionales. A partir de 1982-83 en Chiapas, y de 1984 en el resto del pas, los registros de las unidades mdicas rurales incluyeron en sus captulos de informacin bsica a los curanderos, las parteras, los hierberos, los rezanderos y los hueseros, es decir, a los recursos humanos para la salud de las propias comunidades. En gran nmero de unidades se colectaron o registraron las plantas medicinales usadas en el rea y los nombres de las enfermedades en cuyo tratamiento eran empleadas. Una investigacin nacional destinada a conocer el nmero y tipo de terapeutas, las causas de demanda de atencin y la flora medicinal, permiti componer un cuadro -superficial, pero muy amplio- de la medicina tradicional, de ciertas constantes a escala nacional y de particularidades significativas en las regiones. Esos trabajos pusieron de manifiesto la distribucin regular de ciertos padecimientos, permitieron inferir su alta incidencia y corroborar lo que ciertas investigaciones puntuales, hechas en poblados o regiones, afirmaban acerca de la persistencia de cuadros nosotxicos tradicionales y de la irrupcin *Tomado de Carlos Zolla, Sofa del Bosque, Antonio Tascn, Virginia Mellado y Carlos Maqueo, Medicina
tradicional y enfermedad, Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social (ClESS), Mxico, 1988. 1 Citado por Karl R. Popper; La lgica de la investigacin cientfica, Tecnos, Madrid, 1973.
2 El Programa IMSS-COPLAMAR -actualmente descentralizado parcialmente en algunos estados del pas-
fue creado el 25 de mayo de 1979 con el propsito de extender sustancial y significativamente la cobertura real de los servicios de solidaridad social al campo de la salud, a efecto de resolver el problema de la atencin mdica a los grupos marginados. El sistema se estructura en tres niveles de acuerdo a prioridades, recursos y tecnologa disponibles. [...] El primer nivel se orienta a resolver frecuentes problemas de salud que
requieren de una tecnologa sencilla, aunada a la participacin activa de la comunidad, y en l se establece el contacto directo mdico-paciente y las acciones de salud se otorgan a todos los habitantes del rea de
influencia de cada unidad de atencin, denominadas unidades mdicas rurales. CIESS-OIT, Atencin primaria en la seguridad social en Mxico, Mxico, 1987, pp. 15, 17. Estas unidades, cuyo nmero al
momento de la encuesta era de 3 025, brindan atencin a habitantes de la localidad sede y localidades,
generalmente dispersas, vecinas a la primera. Las unidades mdicas fueron instaladas en reas en las que se
comprob una notable actividad de los terapeutas tradicionales. Carlos Zolla y cols., Atlas de la medicina
tradicional de Mxico, IMSS, Mxico, (en preparacin).
de categoras, procedimientos o recursos mdicos modernos, tanto en el mbito de la atencin domstica como en el de los terapeutas. En Chiapas o en Nuevo Len, en Oaxaca o en Tamaulipas, en Guerrero o en Baja California, los nombres de ciertas enfermedades se repetan insistentemente, tanto que hacan suponer la existencia de un sistema mdico tradicional uniformemente distribuido. La informacin contenida en el cuadro 1 respalda esta suposicin:
Cuadro 1. Las diez principales causas de demanda de atencin de la medicina tradicional referidas por los terapeutas tradicionales
en las reas atendidas por el programa IMSS-COPLAMAR (Datos nacionales)
Causa de demanda de atencin
Porcentaje
a
1. Mal de ojo 55.03 2. Empacho 49.26 3. Susto-Espanto 33.81 4. Cada de mollera 30.75 5. Disentera 22.57 6. Aires 20.95 7. Diarrea 18.72 8. Torceduras (musculoesquelticas) 18.41 9. Dao (brujera) 14.04 10. Anginas 9.98
El empleo de la expresin causas de demanda de atencin en lugar de enfermedades o
nosologas de la medicina tradicional, obedeci a criterios metodolgicos y tericos: la encuesta solicitaba al terapeuta que respondiera acerca de los motivos por los que la poblacin solicitaba sus servicios, y no las enfermedades tratadas por l (esto permita incluir no slo procesos no patolgicos que exigen la intervencin de un terapeuta, como es el caso de la atencin a la embarazada, la parturienta o la purpera, sino tambin ciertos rituales preventivos que requieren su participacin); las razones tericas tienen que ver con la imposibilidad de incluir a priori como nosologas los nombres recogidos en la lista.
El examen de los nombres de las causas de demanda de atencin de la medicina tradicional
ilustra bastante bien sobre la presencia de elementos provenientes de distintas tradiciones mdicas,
fenmeno que indudablemente se acelerar debido al impacto de un programa de la envergadura del
IMSS-COMPLAMAR. Este proceso de aculturacin mdica no constituye un fenmeno indito en
el campo mexicano; antes, por el contrario, resulta una de las claves para comprender las
caractersticas y la dinmica de la cultura mdica de las clases subalternas.3 Desde el momento
mismo de la conquista espaola, la intervencin institucional (mdica, religiosa y, en general,
gubernamental) ha producido intensas modificaciones en la configuracin del perfil de los
terapeutas, en los cuadros de morbilidad (tanto a nivel de la ocurrencia real de las enfermedades
como de las clasificaciones de ellas) y en los recursos teraputicos empleados. Sobre todo, ha dado
lugar a la aparicin de complejas formas de relacin entre el modelo mdico hegemnico y las
expresiones mdicas populares o tradicionales. La conducta de las instituciones mdicas no ha
3 Para un anlisis de las medicinas como sistemas prctico-ideolgicos de las clases subalternas, cfr. Eduardo
L. Menndez, Poder, estratificacin y salud. Anlisis de las condiciones sociales y econmicas de la
enfermedad en Yucatn, CIESAS, Mxico, 1981; "Aproximacin crtica al desarrollo de la antropologa
mdica en Amrica Latina", Nueva Antropologa, vol. VII, nm. 28, Mxico, 1985; "Medicina tradicional,
atencin primaria y la problemtica del alcoholismo", Medicina tradicional y atencin primaria. Ensayos en
homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrn, CIESAS, Mxico, 1987, y "Medicina tradicional y sistemas prctico-
ideolgicos de los conjuntos sociales, como primer nivel de atencin", El futuro de la medicina tradicional en
la atencin a la salud de los pases latinoamericanos, CIESS, Mxico, 1987.
seguido un patrn homogneo y an hoy se aprecia cmo se emplean estrategias diferentes por
parte de organismos que pertenecen al mismo sector estatal.
Desde hace aproximadamente 50 aos el gobierno federal ha mostrado inters en
proporcionar los "mnimos de salud" a las comunidades rurales del pas. En ese medio
siglo, se han ensayado alrededor de 26 diversas estrategias, unas muy simplificadas y
otras muy complejas; no obstante, podemos mencionar algunos de los problemas ms
importantes que la mayor parte de ellas tiene en comn: a) ninguna ha tenido continuidad;
b) ha favorecido nicamente a ncleos muy pequeos de poblacin4; c) no ha tenido
rplica local ni nacional; d) no se ha reconocido la existencia de un sistema tradicional y
por supuesto el personal profesional prestador de servicios no ha sido el deseable para
incorporarse a las comunidades, minimizando la participacin de los habitantes de estas
localidades y teniendo como resultado muy poca respuesta hacia los "servicios
institucionales de salud" en el medio rural.5
En lo que respecta a la relacin de esos programas con los terapeutas de la medicina
tradicional, puede aseverarse que con la nica excepcin de las parteras y, salvo experiencias
aisladas, hasta la aparicin de IIMSS-COPLAMAR aqullos seguan formando parte de una
medicina invisible. El propio IMSS-COPLAMAR sigue sin definir un programa que considere relaciones o interrelaciones especficas con los miles de curanderos, hierberos o hueseros, aun
cuando la propia institucin reconozca su importancia numrica y cualitativa en las comunidades
rurales. Incluso algunas iniciativas en las que particip activamente la institucin -como la de las
reuniones de trabajo de los terapeutas tradicionales con los equipos de salud de las unidades
mdicas rurales- han sido abandonadas o no se han traducido en la prctica en acciones
mancomunadas que permitan aprovechar los conocimientos tradicionales y la ascendencia de estos
terapeutas en las comunidades para abatir los elevados ndices de morbimortalidad.
La participacin de hierberos y curanderos en las campaas de vacunacin sigue en la
prctica la orientacin utilitarista e instrumentalista que caracteriz a muchas acciones sanitarias en
el pasado; sin desconocer la importancia de estas tareas en el combate a las enfermedades
prevenibles por vacunacin -y el papel relevante que pueden desempear los terapeutas
tradicionales en la aplicacin de los esquemas inmunolgicos- es evidente que poco o nada se ha
hecho por promover las acciones de la medicina tradicional, en una prctica articulada con la del
mdico rural.
El acceso diferencial a los servicios de salud ofrecidos por las instituciones (al menos en el
primer nivel de atencin y en el caso especfico del IMSS-COPLAMAR) y por los terapeutas
tradicionales, se vincula directamente con la percepcin que de las enfermedades tienen las
poblaciones. Al menos en trminos de costo directo, las poblaciones pueden acceder a los servicios
mdicos modernos con menor desembolso que a los tradicionales, pues en la mayora de los casos
el pago por medio del cumplimiento de ciertas tareas es simblico o francamente inexistente.6
En este caso, y de modo masivo, la demanda de servicios no est condicionada
exclusivamente por razones econmicas sino por elementos derivados de una nosotaxia popular que distingue entre las enfermedades del mdico y las enfermedades del curandero y muestra claramente la importancia de los factores culturales en la determinacin de la trayectoria del
enfermo.
4 No es este el caso del IMSSCOPLAMAR, que para 1985 registraba una poblacin adscrita de 12.669.745
habitantes. IMSSCOPLAMAR, Cifras de poblacin adscrita al mes de junio por delegacin, 1983-1985, Oficina de Vigilancia Epidemiolgica y Educacin para la Salud, Mxico, 1985 (documento interno). 5 Jorge Martnez Manautou (comp.), Planificacin familiar, poblacin y salud en el Mxico. rural, IMSS,
Mxico, 1986. 6 Decimos en el IMSS-COPLAMAR pues es sabido que otras instituciones oficiales establecen una cuota
de recuperacin. Al descentralizarse este programa en algunos estados e implantarse dicha cuota, la protesta no se ha hecho esperar.
En lo que respecta a la relacin de esos programas con los terapeu-
tas de la medicina tradicional, puede aseverarse que con la nica ex-
cepcin de las parteras y, salvo experiencias aisladas, hasta la aparicin
deIIMSS-COPLAMAR aqullos seguan formando parte de una medicina
"invisible". El propio IMSS-COPLAMAR sigue sin definir un programa
que considere relaciones o interrelaciones especficas con los miles de
curanderos, hierberos o hueseros, aun cuando la propia institucin re-
conozca su importancia numrica y cualitativa en las comunidades ru-
rales. Incluso algunas iniciativas en las que particip activamente la
institucin -como la de las reuniones de trabajo de los terapeutas tra-
dicionales con los equipos de salud de las unidades mdicas rurales-
han sido abandonadas o no se han traducido en la prctica en acciones
mancomunadas que permitan aprovechar los conocimientos tradicio-
nales y la ascendencia de estos terapeutas en las comunidades para
abatir los elevados ndices de morbimortalidad.
La participacin de hierberos y curanderos en las campaas de
vacunacin sigue en la prctica la orientacin utilitarista e instrurnen-
talista que caracteriz a muchas acciones sanitarias en el pasado; sin
desconocer la importancia de estas tareas en el combate a las enfer-
medades prevenibles f?or vacunacin -y el papel relevante que pue-
den desempear los terapeutas tradicionales en la aplicacin de los
esquemas nmunolgicos- es evidente que poco o nada se ha hecho
por promover las acciones de la medicina tradicional, en una prctica
articulada con la del mdico rural,
Desde nuestro punto de vista, y teniendo presente las investigaciones realizadas con
poblaciones rurales en las reas atendidas por el IMSS-COPLAMAR, este fenmeno ocurre porque
en las zonas campesinas de Mxico las respuestas sociales a la enfermedad se realizan en tres
grandes mbitos que mantienen entre s relaciones asimtricas: el de la medicina domstica, el de la
medicina tradicional y el de la medicina acadmica (institucional o privada),7cuyas vinculaciones
no es posible resear aqu, pero que constituyen los vrtices de un tringulo por los que
eventualmente transita el enfermo.
En estas sociedades, el medio familiar y en particular las madres, asumen un papel
fundamental en la interpretacin y manejo de la morbilidad simple a travs del uso de
medicamentos caseros o populares, procedimientos mgico-religiosos y prcticas laicas
de atencin que incluyen a veces el uso de medicamentos modernos y plantas
medicinales. Estas redes familiares tienen, adems, atributos de soporte psicolgico y
afectivo con efectos preventivos, atenuantes o teraputicos frente a la enfermedad y se
constituyen en el factor decisivo en la referencia o derivacin del caso al mdico al
curandero o a otro recurso del sistema de salud.8
Las razones por las que el ncleo familiar posee gran importancia como primer nivel de atencin son de diverso tipo, pues all se conjugan elementos del sistema de creencias tradicionales (relacin mujer-medicina), de la estructura de los grupos domsticos, de las formas de produccin,
del efecto de las migraciones masculinas temporales o definitivas, etc., factores que determinan que
sea en el hogar y como tarea esencial de la mujer realizar el primer diagnstico -y, eventualmente,
administrar los primeros tratamientos-, elemento decisivo en la determinacin de la carrera del enfermo.9 Autores como E. Menndez consideran que la atencin domstica -que l denomina modelo de atencin basado en la automedicacin, distinguindolo del modelo mdico hegemnico y del modelo alternativo subordinado- es estructural a toda sociedad y en ella las acciones son llevadas a cabo por la propia persona o personas inmediatas de su grupo parental o comunal y en el cual no acta directamente un curador profesional. Esta autoatencin supone desde
acciones conscientes de no hacer nada, pero encaminadas a la cura, hasta el uso de equipos de determinada complejidad.10 Las razones por las que an no conocemos bien las modalidades de la medicina domstica dentro de los grupos indgenas o campesinos obedecen tanto a las
caractersticas mismas del fenmeno como a los enfoques empleados en el estudio de la prctica
mdica en las reas rurales. En efecto, a diferencia de la prctica de los terapeutas tradicionales, la
del mundo domstico no posee una funcin pblica, no se ofrece como un servicio a potenciales
usuarios ms all del grupo familiar o comunal inmediato, emplea mucho de los medicamentos
como resultado de una experiencia anterior y frente a un cuadro diagnstico que estima semejante y
no proporciona tratamientos a cambio de remuneracin. Por otra parte, el material etnogrfico
recogido en estas regiones no suele establecer distinciones entre las prcticas caseras y las de los
curanderos, quedando ambas bajo la denominacin comn de medicina tradicional o medicina indgena y, en los ltimos tiempos, de etnomedicina'.
7 Un fenmeno poco estudiado y que presenta un notable crecimiento es el de las formas alternativas de
atencin a la salud, impulsadas por asociaciones civiles o religiosas no gubernamentales, Jeannette Ulate y B.
de Kejzer, Sistemas de salud y participacin popular: los casos de Nicaragua y Mxico, Nueva Antropologa, vol. 7, nm. 28, 1985, pp. 153-176. 8 OPS, Grupo de trabajo sobre salud y culturas mdicas tradicionales en Amrica Latina y el Caribe. Informe
final, 28 de noviembre al 3 de diciembre, Washington, 1983 (mecanografiado). 9 La revisin de algunos modelos de trayectoria del paciente en relacin al curanderisrno urbano, puede
encontrarse en Roberto Campos Navarro, Curanderismo en el medio urbano, ponencia presentada en el Congreso Internacional de Medicina Tradicional, Lima, julio de 1988 (indito). 10
Eduardo L. Menndez, Hacia una prctica mdica alternativa. Hegemona y autoatencin (gestin) en
salud, CIESAS, Mxico, 1984, p. 8.
Al desarrollarse las polticas de atencin primaria de salud a los grupos que no contaban
con servicios mdicos institucionales, el sector domstico no slo ha sido identificado como un
sector clave para proyectar y promover las acciones, sino que su comportamiento indica una
predisposicin al cambio en los patrones de demanda de atencin mdica y de consumo de
medicamentos, producto por lo dems de su notable importancia en la toma de decisiones acerca de
lo que conviene o no conviene a la salud del grupo familiar. As, por ejemplo, la influencia de la
familia extensa es notable en la primera etapa del embarazo de las mujeres jvenes del grupo,
especialmente en los sectores campesinos menos aculturados, influencia que decae no slo cuando
la familia extensa se reduce a familia nuclear, sino cuando cambia su lugar de residencia para
incorporarse a los sectores urbanos y suburbanos.11
La medicalizacin del embarazo -fenmeno en
franco crecimiento entre los migrantes campesinos de las zonas urbanas- no slo obedece a la
promocin de la idea de control que hacen las instituciones de salud, sino tambin a la reduccin de
la influencia familiar que provea consejos, implementaba medidas teraputicas bsicas o decida el
momento en el que deba consultarse al obstetra, fuera ste la partera o el mdico.
Por las formas de exposicin, por el uso de determinadas muestras de poblacin en sus
investigaciones o por haber concebido a la prctica mdica no acadmica como un todo, numerosos
autores del campo de la antropologa no establecen diferencias entre los agentes teraputicos del
grupo domstico y los terapeutas socialmente reconocidos.12
Esto, con respecto a los recursos
humanos no institucionales para la salud de las zonas rurales marginadas. En lo referente a
enfermedades ha ocurrido otro tanto: o bien se ha concentrado la atencin en las llamadas
enfermedades tradicionales (entendiendo por tales al mal de ojo, los aires, el susto o el empacho), con total exclusin u omisin de otros padecimientos tratados por los curanderos (disentera,
anginas, tosferina, presin) o bien se ha considerado como dicotmico el campo de las patologas mdicas y el de las tratadas por el terapeuta tradicional (sin distincin, dentro de ste, de los padecimientos tratados por el grupo especializado y por la medicina domstica) .
El anlisis de gran parte de la literatura antropolgica sobre las prcticas mdicas de las
clases subalternas muestra una reduccin de las patologas que son tratadas por los terapeutas
tradicionales, una indiscriminacin entre los niveles domstico y especializado y una atencin
concentrada en ciertos padecimientos que resultan exticos al mundo del investigador. Hay
muchsimas ms referencias a las enfermedades folk que a las diarreas, a las dermatosis o los padecimientos respiratorios comunes. De esto, indudablemente, deriva una imagen tanto de las
patologas como de la competencia de los terapeutas. Otra estrategia es la que han seguido los
estudios farmacolgicos sobre los recursos teraputicos empleados popularmente en el tratamiento
de los ms diversos padecimientos, enfoque mucho ms atento a los posibles efectos biodinmicos
de los vegetales que a su uso en un determinado contexto de la morbilidad, postura sta que
reclamara una descripcin y anlisis de la entidad mrbida. Estos estudios generalmente dan por
11
Al sealar esto no sugerimos que la prctica mdica domstica y la autoatencin desaparezcan con el paso del campo a la ciudad y con la reduccin de la familia extensa, aunque es evidente que en el caso del
embarazo se acenta la tendencia a la medicalizacin. Por lo dems. es sabido que las investigaciones pertinentes han evidenciado que luego de un lapso, los conjuntos subalternos que pueden acceder a la
medicina cientfica se convierten en sus demandantes ms dinmicos, Menndez, Medicina tradicional, atencin primaria, Op. cit. p. 47. 12
Nosotros consideramos terapeutas tradicionales a aquellas personas generalmente adultas y pertenecientes a la comunidad en donde ejercen, a las que el grupo social reconoce como dotadas de los conocimientos,
habilidades o facultades para curar, que diagnostican las enfermedades conforme a una idea de la causalidad
que es compartida por el grupo, y cuyo sistema de creencias, conceptos y prcticas las distinguen claramente
de los terapeutas de la medicina institucional; Zolla, Terapeutas, enfermedades y recursos vegetales, Mxico Indgena, nm. 9 marzo-abril, 1986, pp. 16-20.
sentado que existe una equivalencia, trmino a trmino, entre la enfermedad mencionada por el
terapeuta tradicional y la clasificada bajo el mismo nombre por la medicina cientfica.13
Ms drstico an es el modo de proceder del mdico, especialmente del que presta sus
servicios en las unidades mdicas o en los centros de salud rurales. Expresiones como mal de ojo, aires o susto o bien nada significan, o caen dentro del terreno de la supersticin que, por sistema, son desterrados del campo de la racionalidad cientfica. Otras, como disentera, al ser usadas por los terapeutas tradicionales o por las poblaciones, se convierten en una posible fuente de
error para el diagnstico. Finalmente, si cualquiera de estas enfermedades son designadas con los
nombres indgenas equivalentes durante la consulta mdica, se convierten en ruido lingstico (y, como bien nos ensea la teora de la comunicacin, el ruido lingstico es fuente de entropa, de
desorden en la transmisin de la informacin).
Llegamos as, por otra va, a la discusin sobre la importancia de reconstruir las principales
enfermedades de la medicina tradicional o, parafraseando a Kant, a la disputa sobre las palabras que
en ltima instancia es sobre los contenidos. La primera gran interrogante se vincula a las tareas de la
epidemiologa, a su orientacin general, sus objetivos y sus herramientas tericas y metodolgicas.
Al proponernos estudiar las cinco principales causas de demanda de atencin de la medicina
tradicional del Mxico rural situamos a nuestra investigacin dentro de preocupaciones
epidemiolgicas y ello, tanto por razones tericas como por preocupaciones prcticas que conducen,
por ltimo, a proponer mecanismos para contribuir al combate de ciertas patologas.14
Digmoslo
directamente: como una investigacin realizada en estrecha vinculacin con las polticas y los
programas de salud rural. Al proceder de esta manera superponemos nuestros resultados a los
logrados por la epidemiologa oficial o institucional que, al no atender la incidencia de ciertos
padecimientos, deja intersticios para que penetren otras modalidades de clasificacin? La respuesta
no puede ser planteada en trminos absolutos. El proceso de exclusin que lleva a cabo el modelo
mdico hegemnico respecto de los otros modelos mdicos (subordinados, alternativos) no slo se
manifiesta a nivel de las prcticas curativas, sino tambin de los saberes (incluidas dentro de estas
formas de clasificacin de las enfermedades, los criterios etiolgicos, las formas diagnsticas, las
concepciones anatmicas y fisiolgicas y los conceptos sobre la accin de los medicamentos en
relacin al equilibrio.)15
Desde el punto de vista del modelo cientfico, admitir la posible pertinencia
de otras clasificaciones significa lisa y llanamente entrar en contradiccin con sus propios
postulados de autocoherencia.16
Es por ello que las opiniones mdicas sobre enfermedades tales
como el mal de ojo lo reducen a ciertos elementos sintomatolgicos bsicos (generalmente
presentes en algunos padecimientos gastrointestinales), desdeando, negando e, incluso, ironizando
sobre una posible causalidad atribuida a la mirada fuerte que poseeran ciertas personas. Esto no resultara un obstculo si como sucede en la prctica- las investigaciones mdicas no negaran a
13
El ejemplo histrico ms ilustrativo de esta descontextualizacin del recurso teraputico fue la
investigacin llevada a cabo sobre muchos vegetales de uso popular por el Instituto Mdico Nacional (1889-
1917). En efecto, cuando los investigadores de esta institucin revisaban los usos teraputicos de las plantas,
su fuente etnogrfica fundamental eran los escritos del doctor Francisco Hernndez que datan de 1571-76, sin
referencia a los datos contemporneos. De all resultaba una determinada imagen de la enfermedad
construida a partir del efecto farmacolgico del remedio. 14
Dos conocidas autoridades de la epidemiologa Harant y Delage- resumen as las etapas de labor epidemiolgica: El conocimiento terico y prctico de las condiciones etiolgicas de las enfermedades. La informacin sobre la importancia y distribucin de fenmenos mrbidos en la poblacin. La organizacin de
la lucha para conservar y mejorar el estado de salud de la colectividad, esto es, una verdadera profilaxis. H. Harant y A. Delage, La epidemiologa, FCE, Mxico, 1986, p. 25. Es dentro de este marco de mxima
generalidad que se inscribe, a juicio nuestro, esta investigacin sobre la enfermedad en el medico rural. 15
Por ejemplo, la accin teraputica de las plantas en el marco de la dicotoma fro-calor. 16
Digmoslo sintticamente: el modelo cientfico formula su lgica interna a travs de tres postulados
jerrquicamente ordenados: no contradiccin (autocoherencia), exhaustividad y simplicidad; Louis Hjelmslev,
Prolegmenos a una teora del lenguaje, Gredos, Madrid, 1972, p. 19.
priori la existencia de estos padecimientos, es decir, si un anlisis exhaustivo de enfermedades
como el mal de ojo condujera efectivamente a concluir que todos y cada uno de sus rasgos pueden
ser explicados desde la lgica del modelo cientfico. Esta tarea no es tericamente imposible y ha
sido intentada con xito en numerosos casos dentro de las investigaciones llevadas a cabo en el
campo de la historia de la medicina. En efecto, la propia historia de esta disciplina ha dado cuenta
de las diferencias habidas al interior de la ciencia mdica respecto de los criterios para la
clasificacin de las enfermedades.
As afirma un importante investigador biomdico, mientras Linneo propona clasificar las
enfermedades en dos grandes gneros (morbi febrilis y morbi temperati) y en once categoras; Boisser de Sauvages sealaba que existan 2 400 enfermedades; Th. Burnet haca descender el
nmero a 410, y Gladbach a cuatro: fiebre, escorbuto, caquexia y catarro. Muchos de estos autores,
viviendo en el mismo pas y separados por unos cuantos aos, estaban viendo las mismas enfermedades; el problema es que las pensaban de manera distinta. Y concluye, como corolario de todo lo anterior: Para poder aprovechar sus observaciones debemos conocer tambin sus esquemas de pensamiento.17 Este trabajo de interpretacin ha llevado a los investigadores a recurrir a una rica informacin proveniente de las ms diversas reas del conocimiento al comprobar la utilidad de
rastrear los datos en los textos histricos y en los monumentos, en los restos seos y en las
formaciones geolgicas, tras el objetivo de reconstruir las entidades morbosas y deducir su
letalidad. La historia de la medicina se muestra mucho ms dispuesta a aplicar sus mtodos a las
enfermedades antiguas que a extenderlos al estudio de las enfermedades de nuestros contemporneos primitivos. El prejuicio ideolgico aparece elevado a la categora de obstculo epistemolgico, para emplear la expresin de Bachelard, impidiendo la aplicacin de mtodos cuya eficacia ha quedado suficientemente probada por los mismos investigadores cuando han
abierto su campo de indagacin a otras realidades y han flexibilizado sus puntos de vista.
Cuando leemos en Hipcrates la palabra epilepsia -afirma el mismo Prez Tamayo- sabemos que se refiere a la misma enfermedad que nosotros conocemos hoy con ese
nombre; tambin sabemos que el padecimiento no ha cambiado a travs de los 25 siglos
que nos separan del mdico griego. En cambio cuando leemos, tambin en Hpcrates, de
una enfermedad llamada caquexia, la incertidumbre a lo que se refiere es total, aunque sospechamos que se trata de una variedad heterognea de padecimientos que producen un
desgaste fsico avanzado.18
A partir de ese mismo inters por el pasado y de ensayar enfoques anlogos, cunto no
podra obtenerse del estudio de la alfereca -padecimiento ntimamente vinculado a la epilepsia, por lo dems- en las poblaciones actuales que la mencionan como un padecimiento sumamente
difundido? Si nuestras conclusiones son ciertas, el modelo mdico hegemnico no solamente
postula (y ejercita) la exclusin terica y prctica de los otros saberes mdicos, sino que incluso los
convierte en marginales o en inoperantes conquistas del saber obtenidas dentro de su mismo marco
de racionalidad. La dinmica misma de este proceso ha dado lugar a que se definan objetos de
conocimiento a partir de los vacos del saber mdico, este es el caso de muchos de los temas abordados por la antropologa mdica y respecto de la clasificacin de las enfermedades, por la
llamada epidemiologa sociocultural.
17
Ruy Prez Tamayo, Enfermedades viejas y enfermedades nuevas, Siglo XXI Editores, Mxico, 1985, pp.
24-25. 18
A propsito del mismo tema podramos preguntamos cunto del saber hipocrtico reposa en el concepto de
"frialdad de la matriz" utilizado por las parteras tradicionales y por el mdico griego para explicar la
esterilidad femenina. Hipcrates, Aforismos. Premi, Mxico, 1979, p. 56, citado por Prez Tamayo, en op.
cit., p. 24.
Sintetizando, podramos decir que la escasa o nula atencin prestada a las enfermedades
clasificadas en el mbito de la atencin domstica y en el de los terapeutas tradicionales, por parte
del modelo mdico hegemnico, es el resultado de un proceso de exclusin de las otras prcticas y
saberes mdicos; tambin, que muchas de las tareas para lograr la reconstruccin de las causas de
demanda de atencin de la medicina tradicional podran realizarse con instrumentos metodolgicos
y tericos surgidos de, o en concordancia con, el modelo mdico cientfico; finalmente, que
estimamos pertinente enmarcar el estudio de estos padecimientos en el mbito de la investigacin
epidemiolgica general.
Con mucha frecuencia los investigadores y planificadores que trabajan en el campo de la
salud han sealado -incluso con notable dureza- las deficiencias de informacin que existen sobre
las principales cuestiones de salud en general, y epidemiolgicas en particular.19
Ms all de las
dificultades mismas que representa el diseo de tcnicas y la captacin en s de la informacin sobre
salud, existen razones tericas que hacen imposible que el modelo mdico -al menos como funciona
en los hechos- puede captar la totalidad de los eventos de morbilidad y mortalidad. Nos referiremos
nicamente a estos problemas en las reas rurales, tomando como ejemplo localidades que caen
dentro del radio de accin del IMSS-COPLAMAR. En primer lugar, los sistemas de captura de
datos de este programa no estn diseados sino para captar aquella informacin que cae dentro de
los cuadros nosotxicos de la medicina institucional.
Esto, que parece obvio y hasta tautolgico, tiene importancia por cuanto sus resultados son
mostrados corno un retrato de la morbilidad total, es decir, cuando el modelo procede corno si fuera
realmente exhaustivo, siendo en los hechos exclusivo, esto es, deja fuera muchas de las patologas
que los habitantes de estas reas viven como tales.
En los hechos, las formas que asume la morbilidad son mucho ms amplias y complejas. No
slo al exterior se verifican otros eventos de morbilidad (pensados y vividos como tales por las
poblaciones, como son las enfermedades tradicionales) que el modelo no podra captar, salvo modificando sus criterios clasificatorios, sino que los mismos recursos tcnicos de que se dispone
en las unidades mdicas rurales lleva a que se formulen diagnsticos presuntivos o muy vagos de
enfermedades reconocidas por la medicina cientfica: es ste el caso de la disentera amibiana, sobre
cuya ocurrencia efectiva slo puede dar sancin el examen de laboratorio. Por lo dems, la escasa
preparacin del mdico restringe sensiblemente su labor cuando se enfrenta a padecimientos
psicolgicos y, en general, ante la enfermedad mental.
El problema que presenta la existencia de enfermedades que son tratadas por los terapeutas
tradicionales es an ms complejo. A menudo las polticas de salud parecen olvidar que hasta hace
pocos aos -siempre ejemplificando con el IMSS-COPLAMAR- en ms de 3 000 localidades del
rea rural todas las enfermedades eran de la competencia (obligada) del terapeuta tradicional y de la
medicina domstica, por la sencilla razn de que no existan otros servicios de salud en el rea. De
sus pocos o muchos recursos y de su mayor o menor destreza y conocimientos dependa la cura de
ciertas patologas. Exceptuando a quienes mitifican a la medicina tradicional o a quienes han
convertido a los servicios institucionales de salud en el blanco de todas las crticas, nadie podra
negar los beneficios -parciales pero significativos- derivados de la extensin de la cobertura al
campo mexicano, las difciles condiciones en que deben desempear sus actividades todos -
19
El ya citado R. Prez Tamayo sealaba en 1978 las deficiencias en la informacin sobre las causas de defuncin, sobre la autopsias que anualmente se practican en el pas, sobre los diagnsticos que aparecen en
los certificados de defuncin, sobre la "representatividad [que] posee la fraccin de los sujetos fallecidos y
autopsiados, en relacin con el nmero y distribucin geogrfica de las muertes anuales", y otros temas
asociados e igualmente importantes. "La mayora de los datos existentes se refieren a los grandes ncleos de
poblacin, especialmente al Distrito Federal, mientras que el resto del pas se encuentra sumergido en una
gran nube de incertidumbre." A pesar de los avances que se han logrado en esta materia en el curso de la
ltima dcada, sigue habiendo notables vacos de informacin en cuestiones fundamentales para lograr un
diagnstico confiable de la situacin de salud en el pas. Prez Tamayo, Serendipia. Ensayos sobre ciencia,
medicina y otros sueos, Siglo XXI Editores, Mxico, 1980, p. 182.
repetimos, todos- los terapeutas que prestan sus servicios en las zonas marginadas, las limitaciones
de todo tipo y el hecho de tener que servir al sector de la poblacin con mayor nmero de carencias.
La irrupcin de un programa de la envergadura del IMSS-COPLAMAR implic en la
prctica el inicio de un proceso dinmico que an estamos lejos de comprender y que no ha recibido
de parte de los investigadores la atencin que merece. Una de las consecuencias del ingreso del
Programa fue el deslinde entre las causas de demanda de atencin y, consecuentemente, el acceso
diferencial a los servicios: ciertas enfermedades son resueltas en el seno del hogar, otras se han
definido como enfermedades del mdico y estn aquellas que siguen siendo de la competencia del
terapeuta tradicional. Este proceso admite muchos matices y la nosotaxia popular -con base en la cual se decide en gran medida la trayectoria del enfermo- est lejos de ser bien conocida. Los
mismos criterios de evaluacin usados por el IMSS-COPLAMAR siguen siendo fuertemente
cuantitativos y difcilmente logran medir el impacto sobre la morbilidad y los cambios cualitativos
en las condiciones de salud, en los hbitos preventivos, en la aceptacin del servicio y en otras
variables significativas. Por lo dems, no puede equipararse la accin del servicio en la comunidad
sede (es decir, la localidad en la que se encuentra instalada la unidad mdica rural) y en las zonas de
accin intensiva o de influencia aledaas a la primera. Dentro de la compleja geografa que abarca
el programa sigue habiendo zonas crticas, en las que las unidades mdicas rurales no cuentan con
profesionistas durante largos periodos, lo que no slo ocasiona que la demanda de servicios no sea
satisfecha sino que genera desnimo o protesta por parte de los habitantes y no poco escepticismo
hacia los programas oficiales. Con la creacin de las unidades mdicas rurales la poblacin tuvo por
primera vez la experiencia de que los terapeutas fueran jvenes, contradiciendo en los hechos la
imagen del terapeuta tradicional, quien generalmente es una persona cuyo prestigio suele ser mayor
en la madurez e incluso en la ancianidad. Precisamente en las reas atendidas por el IMSS-
COPLAMAR se comprob que 70% (9120) de los 13 067 terapeutas tradicionales registrados eran
adultos mayores de 40 aos; 52% (6 903) del total general tena ms de 50 aos, lo que corrobora la
afirmacin anterior. Los terapeutas con edades inferiores a 40 aos -que podramos considerar
corno jvenes-resultaron ser slo 10% (1 310). No se pudo establecer la edad de 2 637 terapeutas (20% del total). Aun considerando que este 20% estuviera integrado por terapeutas menores de 40
aos tendramos una proporcin de 30:70 entre terapeutas tradicionales jvenes y adultos maduros.20
Incluso el hecho mismo de que el mdico sea hombre o mujer condiciona la demanda de
servicios, como en el caso tan conocido de la consulta ginecolgica.21
Todos estos factores, y
seguramente muchos otros, contribuyen a que la clasificacin que las poblaciones hacen de las
enfermedades, las formas en que se perciben los servicios, la resolucin de consultar al curandero o
al mdico (o de recurrir a la autoatencin), los criterios para decidir (o aceptar) la derivacin del
paciente, el uso exclusivo o combinado de los recursos teraputicos o las expectativas sobre la
posibilidad de cura o rehabilitacin aparezcan en un marco de una enorme complejidad y de un
notable dinamismo. Si bien existen ciertas enfermedades tratadas exclusivamente por el mdico y
otras que aparecen como exclusivas del curandero, es posible reconocer una zona franca de la patologa en la cual los tratamientos cientficos y populares resultan alternativos.
22 Muestran que la
poblacin no procede necesariamente con frmulas dicotmicas y que ciertas categoras
taxonmicas son mucho ms lbiles, es decir, susceptibles de transformaciones o desplazamientos.
Este es el caso registrado en una investigacin conjunta realizada por mdicos del IMSS-COPLAMAR y por investigadores de la Unidad de Investigacin en Medicina Tradicional y
20
Cfr. Zolla et al, Atlas de la medicina. .. , op. cit., datos de 1984. 21
V. Mellado, C. Zolla, S. del Bosque y X. Castaeda, La atencin al embarazo y el parto en el medio rural mexicano, ClESS, Mxico, 1988 (en prensa). 22
El empleo abusivo del trmino alternativo en la literatura dedicada al anlisis de los sistemas de salud y de las prcticas mdicas se realiza generalmente sin explicar para quines ciertas prcticas resultan
alternativas.
Desarrollo de Medicamentos del IMSS- de algunas enfermedades dermatolgicas frecuentes en
Chiapas, en donde qued demostrado no slo que la poblacin recurre tanto al terapeuta tradicional
como al mdico para recibir tratamiento, sino que ambos tipos de terapeutas coincidan en
reconocer la utilidad prestada por los medicamentos de una y otra medicina. En esa investigacin se
encuest a 200 terapeutas tradicionales en otras tantas localidades del estado a fin de configurar el
cuadro de las principales alteraciones dermatolgicas (nosologas, sntomas y accidentes) que son
tratadas por los terapeutas tradicionales. Una consulta en profundidad con 22 de esos terapeutas
permiti precisar las caractersticas generales de un grupo de enfermedades y mostrar las
equivalencias correspondientes en la medicina institucional. Para uno de estos padecimientos, en
particular, se comprob que las diferencias eran de denominacin y tratamiento, mientras en todos
los signos y sntomas eran reconocidos por igual por mdicos y curanderos. La enfermedad
conocida como mazamorra en vastas zonas de Chiapas, corresponde a los tres tipos de tias de los pies, clasificados por la medicina cientfica; los mdicos prescriben el tolnaftato, mientras que los
curanderos usan plantas medicinales (en especial tres especies del gnero Solanum). Es posible que
en el caso especfico de muchas de las dermatosis las coincidencias entre mdicos y curanderos
estn favorecidas por aspectos morfolgicos que ofrecen una buena base de comparacin. El
procedimiento elegido para seleccionar y analizar la informacin consisti en: a) un interrogatorio
sobre aparatos y sistemas; b) una exploracin por aparatos y sistemas; c) una evaluacin entre
mdico y curandero de la informacin sobre el tipo de enfermedad detectada.23
Aunque se trata de
una experiencia limitada, el ejemplo resulta ilustrativo sobre la funcin de los criterios de
clasificacin, sobre el uso alternativo de recursos teraputicos y sobre la existencia de mecanismos
de colaboracin. El ejemplo de la mazamorra sirve tambin para sealar el fenmeno inverso, esto
es, el de aquellas enfermedades que, recibiendo idntica denominacin en la medicina cientfica y
en la medicina tradicional, corresponden a fenmenos mrbidos diferentes: el cncer, por ejemplo. Al menos hasta donde alcanza nuestro conocimiento de la medicina tradicional en el
medio rural el trmino cncer designa una amplia gama de alteraciones dermatolgicas, crnicas, rebeldes a los tratamientos y de difcil cicatrizacin. No es casual que la hierba del cncer (Oenothera rosea) sea un conocido cicatrizante de uso popular.
Considerando todo lo anterior, es posible esbozar alguna conclusin a partir del
reconocimiento de la existencia de un modelo mixto de atencin a la salud rural, de una nosotaxia popular y de procesos complejos que, en ltima instancia, condicionan la percepcin de las enfermedades y la respuesta de la poblacin ante la oferta de servicios.
Los datos de campo con los que intentamos fundamentar las afirmaciones anteriores fueron
logrados en el curso de una investigacin realizada por el Centro Interamericano de Estudios de
Seguridad Social a travs de su rea de Investigacin y Asistencia Tcnica-, contando con la colaboracin de la Unidad de Investigacin en medicina Tradicional y Desarrollo de Medicamentos
del IMSS (en adelante: UMT) y del Programa IMSS-COPLAMAR.
Los trabajos preliminares se iniciaron en el segundo semestre de 1986 y consistieron
esencialmente en la preparacin del protocolo de investigacin, en la integracin del equipo de
trabajo y en la eleccin de las reas en las que se realizar la colecta de datos.24
El proyecto se inici
en febrero de 1987 con equipos regionales en los estados de Oaxaca, Puebla y Veracruz, en reas
que corresponden a las zonas de Tlacolula, Zacapoaxtla y Papantla, respectivamente, conforme a
la distribucin de entidades por delegaciones estatales y regionales del Instituto Mexicano del
Seguro Social.
El propsito fundamental fue estudiar las caractersticas de la medicina tradicional en la
atencin a la salud de la poblacin rural, con nfasis en la investigacin de las principales causas de
23
Maritza Zurita y Carlos Zolla, Enfermedades dermatolgicas en la medicina tradicional de Mxico, Bol. Of Sanit. Panam, vol. 101, nm. 4, 1986, pp. 339-345. 24
Este proyecto fue presentado ante las autoridades de la Comunidad Econmica Europea (CEE) dentro del programa de Cooperacin Cientfica entre la CEE y Mxico. Contrato C11-0091-MEX(A) CIESS-CEE.
demanda de atencin sealadas por los terapeutas tradicionales. La base informativa inicial fue dada
por una investigacin nacional que permiti registrar esas causas, seleccionndose las cinco
primeras como objeto de estudio: mal de ojo, empacho, susto, cada de la mollera y disentera.
El estudio no consider como pertinente cierta divisin que hacen algunos autores entre
enfermedades tradicionales y enfermedades cientficas (o reconocidas por la medicina cientfica), sino que trat de conocer las caractersticas que se atribuyen a estos padecimientos, las
denominaciones populares que reciben en espaol y en las lenguas indgenas de las zonas
encuestadas, el tipo de poblacin afectada, las variaciones estacionales, la causalidad, la
sintomatologa, los procedimientos diagnsticos, los tratamientos preventivos y curativos y el tipo
de recurso teraputico utilizado.
La revisin bibliogrfica realizada a propsito de estas patologas indica un inters
constante de los antroplogos y de los antroplogos mdicos por el estudio del mal de ojo y del
susto,25
principalmente, considerados casi siempre como expresin de los sistemas de creencias
indgenas o rurales y en muy escasa medida como problemas de salud de las poblaciones. Las
escasas referencias al empacho y a la cada de la mollera y la ausencia de datos sobre disentera en
esas fuentes constituyen una clara limitacin del enfoque adoptado por los investigadores para dar
cuenta de las causas de demanda de atencin de la medicina tradicional.
En algunos de sus trabajos Eduardo Menndez ha criticado al modelo antropolgico dominante en la antropologa mdica generada en los aos 40 sobre Amrica Latina, sealando como uno de sus estereotipos aquel que considera que en las comunidades indgenas las enfermedades ms importantes son las tradicionales, pues constituyen la parte bsica del ncleo
ideolgico de su integracin.26 En efecto, como veremos al estudiar el susto, esta idea de que no slo la cura sino el modo
mismo de manifestarse de la enfermedad tradicional conlleva valores de racionalidad, equilibrio o integracin grupal armnica, pertenece en gran medida ms a los deseos del antroplogo que a los datos objetivos; esta forma de actuar privilegiando cierto enfoque de la
investigacin ha llevado a dejar sin registro los daos que la enfermedad en cuestin est
produciendo, las condiciones extrnsecas e intrnsecas que favorecen su aparicin y su ubicacin y
jerarqua dentro del cuadro general de la morbilidad.
No ponemos en duda que enfermedades como el susto poseen una compleja causalidad,
afectan a diversos aparatos y sistemas y reclaman para su cura la movilizacin de mecanismos nada
sencillos en el individuo y en el grupo. Es esto lo que las hace ms importantes que la disentera, la
tosferina o las heridas? Est lejos de nuestro propsito el querer biologizar los contenidos culturales de la enfermedad, reducida a una variante poco rigurosa de las verdaderas enfermedades clasificadas y tratadas por el modelo mdico representado por la unidad mdica rural.
Pero no puede pasar inadvertido el hecho de que al figurar como las principales causas de demanda
de atencin, tanto el susto y el mal de ojo como la disentera, la cada de la mollera y el empacho
constituyen, conjuntamente, en la epidemiologa de la medicina tradicional, las entidades que atentan contra la salud del individuo y del grupo, es decir, poseen una determinada incidencia y una
determinada letalidad, una carga de dao y muerte.
Por otra parte, la idea de que las enfermedades tradicionales constituyen parte bsica del ncleo ideolgico de la integracin de las comunidades es cuestionable desde varios puntos de
vista. En primer lugar, no est probado que la actitud del grupo difiera sustancialmente -ni en
trminos de las clasificaciones ni en trminos de las conductas- cuando enfrenta una enfermedad
tradicional como el susto y una no tradicional como la disentera. No slo porque ambas admiten en su diagnstico elementos de interpretacin de diversa filiacin que se han fundido con
25
Axel Ramrez, Bibliografa comentada de la medicina tradicional de Mxico (1900-1978), IMEPLAN,
Mxico, 1978 (Monografas Cientficas, 11I). Esta obra contiene 52 referencias al mal de ojo, seis para el
empacho, 42 para el espanto, 33 para el susto, cinco para la cada de la mollera y ninguna para la disentera. 26
E. Menndez, ''Aproximacin crtica... ", op. cit., p. 20.
los sistemas de creencias ancestrales, no slo porque en la cura ingresan recursos teraputicos con
una historia muy antigua junto a otros que son adquisiciones recientes de la materia mdica popular,
sino fundamentalmente porque todo proceso de cura se hace siempre dentro de una estrategia de
recuperacin del sujeto enfermo, de reintegracin e inscripcin en los patrones de normalidad con
los que el grupo opera. En un texto registrado por Luis Reyes Garca y recogido por Alfredo Lpez
Austin, se relata un episodio en el que un indgena nahua del municipio de Zongolica, en Veracruz,
es picado por una vbora de las llamadas palanca. En el curso de una cacera el reptil atac al indgena, hirindolo cerca de un ojo y enrollndose en su cuerpo. Aterrorizado solicit auxilio a un
hermano que iba con l, a fin de que lo asistiera y matara al animal. La vbora sin embargo,
consigui huir y el herido comenz a resentir los efectos del envenenamiento. Perdi sangre y se le
hinch el rostro; como medida de emergencia le dieron a comer plvora, camote antiviperino y
acuyo, lo que a su juicio le permiti resistir. Das ms tarde, y habiendo ya ingerido medicinas, fue necesario consultar a un mdico en Zongolica y luego a otro que logr aliviarle:
Bueno, me alivi, pero me vine a mi casa. Pues del todo se alivi completamente, mi
rostro; pero no me levantaba y enflaquec mucho, me sequ, y adems soaba que vea
venir a la vbora y vea venir a la vbora. Pues as, de esta manera soaba. Esto me
sucedi en junio, a fines de junio, y fue hasta diciembre cuando ah se encontraba un
seor cuyo nombre era Anselmo Xalamihua. l saba llamar a la tona.
Es decir, al alma-tonalli perdida a causa del suceso traumtico inicial. Despus de una compleja ceremonia oficiada por el curandero en el lugar en donde el enfermo fue mordido por la
vbora, se inici el proceso de recuperacin definitiva:
Eso fue todo. Y siete das despus ya haba cobrado fuerzas; ya empec a salir: haba
sanado en verdad. Y si no hubera hecho esto, no me hubiese aliviado. Si no me hubieran
llamado, no me hubiera aliviado. Me sucedi esto en junio, y en diciembre me alivi. Ya
estaba tardando as, y hasta que fueron a traer mi tona me alivi. Fue el susto fuerte que
tuve all.27
El relato, impresionante desde varios puntos de vista, nos alecciona respecto a muchos
temas: en primer lugar, nos muestra que susto y prdida o salida de la tona pueden ser sinnimos y
que, consecuentemente, toda epidemiologa de la medicina tradicional debe considerar el problema
de la designacin de las enfermedades; en segundo lugar, seala diversos momentos en el proceso
de curacin que requirieron la participacin de la medicina domstica, de la medicina cientfica y de
la medicina tradicional; tercero, que cada uno de los agentes teraputicos implic, para el enfermo,
un factor complementario y no exclusivo del proceso de curacin; cuarto, que aun cuando cada una
de las etapas del tratamiento o de la derivacin implique la puesta en juego de elementos culturales
(empleo de determinadas sustancias, percepcin del dao, eleccin del terapeuta), la estrategia de
curacin y de recuperacin del sujeto fue el factor comn. Debemos separar lo tradicional de la cura del susto del resto del proceso, incluida la consulta al mdico y presentar como antagnico lo
que en la prctica resulta complementario? Los elementos biolgicos y emocionales se encuentran
de tal manera anudados que nada nos autoriza a pensar que en realidad el problema fue una
intoxicacin causada por el veneno de un animal y que ciertas condiciones del estado general del
sujeto retardaron su recuperacin. Tampoco nada nos autoriza a concluir que lo determinante en el
cuadro morboso fue en ltima instancia el susto y que la picadura fue slo un elemento
circunstancial o irrelevante de la causalidad fsica. Estos hechos bastaran para probar que es arbitrario desde todo punto de vista considerar que existe una clara distincin entre las
enfermedades tradicionales y las que no lo son. Lo paradjico resulta, en todo caso, comprobar
27
Luis Reyes Garca, "Relato sobre llamada de tona", en Lpez Austin (comp.), Textos de medicina nhuatl,
UNAM, Mxico, 1984, pp. 215-217.
que tanto los partidarios a ultranza del modelo mdico hegemnico como los defensores
incondicionales del modelo antropolgico divorcien aquello que en la prctica los enfermos suelen
asociar y considerar -poco importa si intuitiva o racionalmente- complementario y provechoso.
Ahora bien, si consideramos inadecuada la distincin entre enfermedades tradicionales y enfermedades no tradicionales, cules son los criterios que deberan fundamentar una clasificacin? El criterio ms usado en antropologa ha sido el que postula una distincin tripartita
entre enfermedades naturales, enfermedades personales y enfermedades sobrenaturales,
clasificacin basada en la causalidad, segn se reconozca que el factor etiolgico es un fenmeno o
un accidente fsico, un dao, una ofensa o una agresin personal (como la envidia o la brujera) o un castigo divino. Por ejemplo:
segn los huaves las enfermedades se distinguen en: enfermedades de Dios, enfermedades
leves muy a menudo de carcter epidmico; narangic hecho por alguien, enfermedad grave producida por vicisitudes causadas por una accin humana (voluntaria o
involuntaria) o por un nexo con un difunto; niing ahliy donde est, enfermedad tambin bastante grave que afecta al tono. Existen tambin estados patolgicos que escapan a esta
catalogacin (por ejemplo los provocados por el mal de ojo) y que se podran colocar en
una cuarta categora de contornos no muy definidos ya que resulta de una exclusin y de
un agrupamiento residual. [...] no parece oportuno distinguir las enfermedades segn su
mayor o menor ubicacin en la nosologa moderna, ya que el sistema huave es global e
incorpora [...] tambin a esta ltima.28
En efecto, las enfermedades identificadas por medio de la nosologa occidental [...] que se las hace tratar por el mdico del centro y con los medicamentos que ste suministra, caen dentro de las enfermedades de Dios, clasificacin que abarca: a) enfermedades por 'fro' o 'calor'; b) achaques pasajeros y de poca importancia; e) enfermedades cuyo conocimiento ha sido
transmitido a los huaves por nuestra nosologa y que, por lo tanto, ya no son vistas como resultado
de una intervencin voluntaria que no sea la inescrutable de Dios.29 Antes de comentar la utilidad que podra tener para nuestro trabajo esta forma de enfocar la
clasificacin de las enfermedades, obtenida en un medio especfico como el de la cultura huave,
convendra exponer otra clasificacin de alcances ms generales, debida a uno de los ms
importantes antroplogos mexicanos, Gonzalo Aguirre Beltrn. Esquemticamente, la clasificacin
del autor de Antropologa mdica, aparece adelante.
Antes de proseguir es necesario aclarar que para Aguirre Beltrn la cada de la mollera no
es un padecimiento psquico o mental, sino ms bien derivado o provocado por una determinada
conducta: Si [el nio] sufre una brusca cada o una intensa sorpresa padece de cada de la mollera.30
Una manera an ms general de clasificar los padecimientos de la medicina tradicional sera
apelando a dos grandes categoras empleadas en ocasiones por los antroplogos (especialmente
ingleses y franceses que han trabajado en comunidades del frica negra): la posesin y la
desposesin, dando a estos trminos su mayor amplitud clasificatoria. Dentro del primer grupo
podramos incluir todos aquellos padecimientos en los que la enfermedad se apropia o toma posesin del cuerpo y del espritu del sujeto: el dao o mal puesto causado por un brujo, el mal de ojo, todas las formas del contagio (en sentido mstico o en el sentido ms organicista del que habla Aguirre Beltrn en grupos ms aculturados) entraran en esta clasificacin. Todas las
prdidas (del alma, de ch'ulel, del tonalli, de la sombra, de la tona) corresponderan al segundo grupo, en donde el individuo es despojado, desposedo de una entidad anmica o de un principio
vital que posee normalmente.
28
Italo Signorini, Los huaves de San Mateo del Mar. Ideologa e instituciones sociales, INI, Mxico, 1979, p. 220, 29
Ibid., pp. 229-231. 30
G. Aguirre Beltrn, op. cit.
segn los huaves las enfermedades se distinguen en: enfermedades de Dios, enfermedades leves muy a menudo de carcter epidmico; narangic "hecho por alguien", enfermedad grave producida por vi- cisitudes causadas por una accin humana (voluntaria o involun-
segn los huaves las enfermedades se distinguen en: enfermedades de Dios, enfermedades leves muy a menudo de carcter epidmico; narangic "hecho por alguien", enfermedad grave producida por vi- cisitudes causadas por una accin humana (voluntaria o involun-
segn los huaves las enfermedades se distinguen en: enfermedades de Dios, enfermedades leves muy a menudo de carcter epidmico; narangic "hecho por alguien", enfermedad grave producida por vi- cisitudes causadas por una accin humana (voluntaria o involun-
En este brevsimo itinerario que nos ha llevado desde una clasificacin de las enfermedades
en un grupo tnico especfico hasta la distribucin de todas las enfermedades segn dos criterios
polares de mxima generalidad, es posible recoger algunas enseanzas. En primer lugar, la
generalizacin de los criterios clasificatorios deja siempre la puerta abierta a encontrar excepciones
que invaliden la universalidad de la mayor parte de las modalidades taxonmicas empleadas por los
estudiosos. En segundo lugar, casi todas las clasificaciones de las enfermedades de la medicina
tradicional combinan criterios ticos y micos31 -a veces de modo inconsciente, a veces como
31
Empleamos las expresiones "tico" y "rnico" -hoy usuales en los estudios sobre la conducta- conforme a la
clsica definicin de K. Pike: "Concepcin externa vs. concepcin interna. Las descripciones o los anlisis,
realizados desde el punto de vista tico tienen una concepcin 'extraa', con criterios exteriores al sistema. Las
descripciones micas brindan una concepcin interna, con criterios elegidos dentro del sistema. Representan
para nosotros la concepcin de quien conoce el sistema y sabe cmo actuar dentro de l." El mismo Pike ha
sealado que: "Es conveniente, aunque algo arbitrario, describir la conducta desde dos puntos de vista
diferentes, los cuales llegan a resultados que se confunden mutuamente. El punto de vista tico estudia la
conducta desde afuera de un sistema particular y como un esencial enfoque inicial de un sistema extrao. El
Enfermedades
naturales
Mal de ojo
Maleficio
Embrujamiento
Por quebrantar tabes, normas e interdicciones sociales
A causa de hechizos
A causa de la prdida de una entidad anmica
Por intrusin de un cuerpo extrao dentro del organismo (el espritu de la enfermedad)
Bilis
Corajes
Alfereca
Chipilez
Cada de la mollera
Vergenza
Tiricia
Insulto
Buche o bocio
Accidentes: heridas, fracturas, lesiones, picaduras.
Ciertos procesos fisiolgicos: parto
Por aire: clicos, dolor de cabeza, etc.
Enfriamiento brusco: pulmona, fros, etc.
Por transmisin de calor: en los nios (chincual), en los adultos (anginas)
Por ingestin de alimentos calientes o fros
Por recargo del estmago: empacho
Por abuso en las relaciones sexuales: empacho de hombre, empacho de mujer
Por aspiracin de miasmas: andancias
Por microbios: sarampin, tosferina, sarna, disentera, parasitosis intestinales, etc.
De causa
psicolgica
Enfermedades
preternaturales
De causa
emprica
parte de la estrategia misma de distribucin de los datos de campo-; es frecuente que los
investigadores desarrollen, por ejemplo una clasificacin a partir de los parmetros descubiertos
dentro de la cultura del grupo investigado, pero que al advertir la existencia en l de ideas o
prcticas que supone introducidas, las defina conforme al marco de la cultura donde l supone que
se originaron y no conforme al marco en donde son usadas32
. En tercer lugar, que aun cuando
muchas de esas clasificaciones no sean exhaustivas o no estn libres de contradicciones, contienen
datos con fiables y son tiles pese a sus limitaciones. Estos ejemplos ilustran, finalmente, sobre las
dificultades que presenta el objeto de estudio y la interferencia de factores de todo tipo presentes al
momento de interpretar los datos de campo.
Analizados ms en detalle, los ejemplos arriba citados pueden mostramos ciertos matices
importantes para nuestro propio trabajo sobre las causas de demanda de atencin de la medicina
tradicional en los tres estados que hemos mencionado. La clasificacin que hacen los huaves de las
enfermedades de Dios no impide incluir en ella padecimientos que han pasado a ser de la exclusiva
competencia del mdico y los niveles de explicacin de su etiologa -aparte de ser consideradas
como emanadas de la voluntad divina- al parecer resultan insuficientes para instrumentar los
procedimientos teraputicos en trminos tradicionales. Esto nos lleva a una conclusin que creemos resulta fundamental para comprender el estado actual de la atencin a la morbilidad en las
zonas rurales: la prctica mdica de las unidades o de los centros de salud rurales, sitios a los cuales
las poblaciones recurren para recibir atencin por la emergencia de enfermedades que han sido
clasificadas por los mismos usuarios (no importa si de manera vaga, racional o mstica), constituye
un elemento exterior a la cultura de las comunidades? Si la respuesta es afirmativa, cules son los
elementos que -en rigor- pertenecen al mundo cultural de estos grupos? Y tambin, por qu motivo
los habitantes de estas comunidades no slo encuentran legtimo el acto por el cual el Estado decide
la instalacin de dichas unidades o centros, sino que adems lo consideran el pago de una vieja
deuda?33
El reconocimiento de estos fenmenos no disimula -antes al contrario- la existencia de
contradicciones, tanto a nivel de la prctica mdica como al de los sistemas taxonmicos, entre el
modelo mdico hegemnico y los modelos subordinados. Subraya, en cambio, que la cultura
material y espiritual debe ser comprendida como un proceso de apropiaciones, prdidas,
modificaciones y refuncionalizaciones.34
Este reconocimiento debera alertarnos para comprender
punto de vista mico resulta del estudio de la conducta desde el interior del sistema." Kenneth Pike, "Puntos
de vista ticos y micos para la descripcin de la conducta", en A. G. Smith (comp.), Comunicacin y cultura.
1. La teora de la comunicacin humana, Nueva Visin, Buenos Aires, 1976. 32
Este es el caso de la conocida polmica entre George Foster y Alfredo Lpez Austin acerca de la dualidad
"fro-calor". Foster, quien niega que esta pareja de conceptos existiera en el mundo prehispnico, la supone
introducida con la colonia y la conquista espaola. Dado este paso, las analiza como si pertenecieran al marco
de los conceptos humorales. Coherente con esta posicin, su ltimo trabajo sobre el tema se denomina On the origin of humoral medicine in Latin America", Medical Anrhropology Quarrerly, nm. 1, 1987, p. 4, y
Alfredo Lpez Austin, Cuerpo humano e ideologa. Las concepciones de los antiguos nahuas, UNAM,
Mxico, 1984. 33
En 1981 las autoridades del IMSS-COPLAMAR sealaron a algunos de los investigadores que
participamos en esta investigacin un fenmeno que se produca frecuentemente en algunas localidades: la
poblacin no demandaba los servicios del mdico, razn por la cual muchas de las unidades eran consideradas
de "baja productividad"; sin embargo, si las autoridades tomaban la decisin de trasladar la unidad a otra
regin, esas mismas personas reaccionaban -incluso con violencia- oponindose a que los servicios fueran
removidos. Una auscultacin ms profunda permiti comprobar que en gran medida desconocan el tipo de
servicios que la unidad poda brindarles, que no compartan ciertas actitudes de los mdicos recin llegados y
que consideraban como una reivindicacin largamente anhelada el tener el servicio en sus comunidades
(doctor Arnulfo Ramos, comunicacin personal). 34
A propsito de las posiciones que tienden a considerar como "tradicional" todo aquello que no es cientfico,
Menndez seala que tales posturas dejan "de lado que tanto este 'sector' (los grupos tnicos amerindios, el
campesinado indgena, criollo o mestizo, es decir 'los denominados grupos folk' o 'tradicionales'), como otros
grupos, sectores o estratos reconocibles (proletariado industrial, sectores medios y altos) practican actividades
dos rdenes de problemas a menudo minimizados, cuando no obviados: en primer lugar, que resulta
idealista -en el sentido filosfico del trmino- el deslinde de las teoras y las prcticas (mdicas o de
cualquier otro tipo) al margen de los procesos; en segundo lugar, que la sobrevaloracin de ciertos
contenidos culturales lleva a menudo -especficamente en el campo de la salud- a minimizar los efectos del dao que toda enfermedad acarrea y a considerar a este problema como subordinado o
secundario.
Formularnos las preguntas anteriores no implica que partamos del supuesto de que todos los
contenidos expresados en las clasificaciones de las enfermedades tengan la misma densidad
semntica, la misma antigedad e idntica genealoga. El llamado mal de chaneques,35 aun cuando pueda haberse impregnado de nociones populares espaolas (duendes, demos) sigue manteniendo asociaciones profundas con el mundo hmedo de Tlloc: los sustos en los que se alude
a la prdida de la tona o del tonalli prolongan hasta el presente elementos de la etiologa de las
enfermedades del mundo prehispnico; otro tanto sucede con el complejo de los aires. Son
elementos de una tradicin -si bien dinmica- arraigada en los sistemas de creencias actuales.
Otro tanto podra decirse del uso de ciertos recursos teraputicos: el empleo del zoapatle
(Montanoa tomentosa) como teroactivo en la atencin del parto, tal como es usado en la actualidad
por numerosas parteras del rea rural, no difiere esencialmente de la forma de administracin
prehispnica; otro tanto puede decirse de procedimientos hidroteraputicos como el temazcal.
Otras formas de clasificacin y el empleo de recursos medicamentosos surgieron como una
forma de respuesta a las nuevas condiciones de salud y enfermedad a raz del contacto con los
europeos y con los esclavos africanos durante el periodo colonial.
Otros finalmente, ingresaron al cuadro de los saberes (y de los padeceres) en los ltimos
200 aos. Es precisamente el examen histrico, el apoyo en fuentes documentales y en
investigaciones modernas, el que permite ver la emergencia de nuevas enfermedades y de nuestras
respuestas sociales a ellas. Si hacemos uso del adjetivo tradicional es precisamente para referimos a matrices -a veces muy generales, a veces expresadas en un detalle- que se corresponden con
formas mdicas (e ideolgicas) del pasado, remanentes quizs, pero que continan siendo elementos
importantes de la cultura material y espiritual de muchos hombres del campo y de las ciudades
mexicanas: para usar una expresin de Balandier: aquellas formas que muestran en ocasiones un
extraordinario vigor cuando un sinfn de caractersticas culturales ha desaparecido.36 La discusin acerca de las modalidades que asume lo tradicional, su significacin social e
histrica (conservacin de valores que son caros a un grupo, freno a la modernidad, imagen
especular del progreso, elemento de cohesin e identificacin) y su no menos importante relevancia en las prcticas mdicas, ocupara todo un volumen.
37 Nuestra intencin al emplearla
e ideologas tradicionales -se deja de lado que todos estos sectores potencialmente practican mezclas y a veces sntesis de prcticas tradicionales y cientficas-; de hecho se tiende a desconocer el presupuesto terico
de que las prcticas, por ms referencia cientfica que tengan, en la medida que son usadas por los conjuntos
sociales, se ideologizan y culturalizan". E. L. Menndez, "Medicina tradicional o sistemas ... ", op. cit., p. 28. 35
Los actuales "chaneques" son seres mitolgicos custodios de las fuentes de agua que pueden daar
provocando "enfermedades de fro". Constituyen un remanente de las creencias en los tlaloques, servidores
del dios Tlloc. 36
G. Balandier, frica ambigua, Sur, Buenos Aires, 1964, p. 42. 37
Para una discusin detallada sobre el tema, cfr. Menndez, Poder, estratificacin y salud ... , op. cit., pp.
321-448; Hacia una prctica ... , op. cit., pp. 1-23, y "Medicina tradicional o sistemas ... ", op. cit., pp. 19-32;
G. Balandier, Antropolgicas, Pennsula, Barcelona, 1975, pp. 117-210, y Antropologa poltica, Pennsula,
Barelona, 1976, pp,. 179-209; C. Zolla, "La medicina tradicional mexicana y la nocin de recurso para la
salud", en X. Lozova y C. Zolla (comps.), La medicina invisible, Introduccin al estudio de la medicina
tradicional de Mxico, Folios, Mxico, 1983, pp. 14-37, Y B. Velimirovc, "Traditional medicine is not
primary health care: a polemic", Curare, vol. 7, 1984, pp, 61-79. Este ltimo autor -quien incluso parece
alegrarse al verificar las limitaciones teraputicas de la medicina tradicional- no vacila en afirmar que: "La
cultura de los pueblos debe protegerse tamo como sea posible pero la medicina tradicional resulta ser aquella
aqu es, a la vez, ms sencilla y ms pragmtica: consideramos, por una parte, que slo recurriendo
a elementos caractersticos de la tradicin que se encuentran presentes en la clasificacin de algunas
enfermedades muy frecuentes en el medio rural es posible explicar la percepcin que se tiene de
ellas, los procedimientos diagnsticos y las estrategias preventivas o curativas, mostrar cmo esas
tradiciones poseen una gnesis diversa, un notable dinamismo y una indudable vigencia. Por otra
parte, en la medida en que sostenemos que toda investigacin en salud debe contribuir al combate
efectivo de ciertas enfermedades y al mejoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones,
creemos que al hacer inteligibles ciertos contenidos de la medicina tradicional, contribuimos a
mejorar la formacin del mdico o del personal paramdico que presta sus servicios en las zonas
rurales del pas. Finalmente, que esta informacin pude ayudar a tener una comprensin ms cabal
de la prctica de los terapeutas tradicionales.
Desde este enfoque, la clasificacin que proponemos de la informacin sobre los
padecimientos, comunicada por los terapeutas tradicionales, considera prioritariamente la coyuntura
que ha generado la intervencin del IMSS-COPLAMAR en las regiones en estudio, la movilidad de
ciertas categoras taxonmicas y los aspectos operativos (no slo tericos) que resultan de la
prctica de mdicos y curanderos.
A partir del anlisis de dicha informacin creemos posible construir series de datos, segn
puntos de vista diferentes, aunque no necesariamente contradictorios:
l. Por las manifestaciones patolgicas.
a) Trminos que indican signos o sntomas caractersticos y que son empleados como
designaciones autnomas: tos, vmitos, llagas, sarpullido, "pao", etctera.
b) Trminos que indican accidentes o traumatismos: heridas, picaduras, quemaduras,
golpes, etctera.
c) Trminos que indican enfermedades o nosologas: cada de la mollera, chincual, diabetes, sarampin, "dispela", etctera.
d) Trminos que indican sndromes con claras referencias a un aparato o sistema: disentera,
diarrea, etctera.
e) Trminos que indican sndromes de filiacin cultural: susto, aires.
2. Por las causas.
a) Padecimientos a los que se les reconoce una causa natural: empacho, picaduras de
animales ponzoosos, susto, aires, etctera.
b) Padecimientos a los que se les reconoce una causa personal: mal de ojo, susto, dao o
mal puesto, etctera. c) Padecimientos a los que se les reconoce una causa preternatural o sobrenatural: mal de
chaneques, susto, etctera.
3. Por el mbito de la demanda.
a) Causas de demanda de atencin de la medicina tradicional: mal de ojo, susto, empacho,
disentera, cada de la mollera, mal de chaneques, etctera.
b) Causas de demanda de atencin de la medicina domstica: diarrea, tos, empacho, heridas,
quemaduras, etctera.
c) Causas de demanda de atencin de la medicina acadmica: anemias, dorsopatas, heridas
y fracturas, desnutricin, gastritis, disentera, amigdalitis, etc.; aplicacin de los esquemas
inmunolgicos, etctera.
parte de la cultura menos importante de proteger (en comparacin con el lenguaje, el arte, la msica, la
tradicin oral, la poesa, etc., los cuales deben protegerse a toda costa), ibid., p. 66.
Podr objetarse -no sin razn- que esta forma de agrupar las enfermedades de la medicina
tradicional es un tanto tosca. Digamos en defensa de tal modo de proceder que no creemos que
existan hoy criterios ms elaborados para clasificar las enfermedades reconocidas por los terapeutas
tradicionales. Hay enormes huecos de informacin -en especial de estudios clnicos comparados-
que no permiten avanzar significativamente en el establecimiento de una nosotaxia general,
exhaustiva y confiable, Sealemos tambin que el procedimiento por nosotros adoptado deja ver
cmo se establecen agrupamientos en las clasificaciones, surgidos de los diferentes puntos de vista
que se adoptan para observar el fenmeno.
El procedimiento muestra, adems, cmo en ocasiones se producen entrecruzamientos entre
los niveles taxonmicos, lo que produce mezclas entre las clases de enfermedades o bien cmo se
descubren padecimientos cuya causalidad es mltiple y diversa (este es el caso de la clasificacin
del susto).
Consideramos que en esta etapa del trabajo la fidelidad a los datos de campo es una
exigencia metodolgica: as, por ejemplo, al referirnos a la cada de la mollera como a una
enfermedad -y no como un signo caracterstico de la deshidratacin de segundo grado en los
lactantes- no hacemos sino reconocer la existencia de una informacin consistente que enlaza la
etiologa, la sintomatologa y la teraputica bajo una misma lgica: la del desequilibrio mecnico.
Una ltima aclaracin que conviene hacer est referida al uso de la expresin sndrome de
filiacin cultural que empleamos aqu para referirnos a ciertos padecimientos. Consideramos dentro
de esta categora a aquellos complejos mrbidos que son percibidos, clasificados y tratados
conforme a claves culturales propias del grupo y en los que es evidente la apelacin a
procedimientos de eficacia simblica para lograr la recuperacin del enfermo. El susto es, segn
este criterio, uno de los ejemplos ms notables de construccin terica de una enfermedad que vincula estructuras orgnicas, del psiquismo inconsciente, sociales e ideolgicas y en la que tanto la
estrategia teraputica como las formas de comportamiento del enfermo, del terapeuta y del grupo,
reconocen la pertinencia de todas y cada una de esas estructuras.
A juicio de algunos colegas, la expresin sndrome de filiacin cultural es obvia o
contradictoria: es que acaso -se nos dice- existen sndromes que no posean una filiacin cultural?
Agreguemos que quienes esto afirman se refieren no slo a los sndromes clasificados por los
terapeutas tradicionales, sino a los sndromes en general, incluidos los descritos por la medicina
cientfica. Ms an, no slo los sndromes, todas las enfermedades poseeran una filiacin
semejante.
La objecin pone en evidencia aspectos importantes de la clasificacin de las enfermedades
que requieren una aclaracin ms prolija.
Una distincin bsica que es necesario hacer es aquella que distingue entre la emergencia
efectiva del padecimiento, es decir, el proceso mrbido concreto y su descripcin: caracterizacin y
ubicacin o arreglo dentro de un cuadro nosotxico. El primero es un proceso concreto; lo segundo,
una construccin intelectual. Recordemos que:
El famoso dicho: No hay enfermedades; lo nico que hay son enfermos es rigurosamente cierto, como tambin lo es que varios o muchos sujetos pueden estar
enfermos de la misma manera, lo que nos permite entonces abstraer lo que tienen en
comn y a tal abstraccin llamarla enfermedad. Una vez construido, el concepto
abstracto de una enfermedad se enfrenta al tiempo y hemos visto en estas pginas cmo
muchos de esos conceptos han cambiado de una poca a otra.38
Es claro que toda clasificacin es hija de la cultura de su tiempo y, en este sentido, toda
clasificacin es siempre cultural. Pero, y he aqu lo importante, no todas las clasificaciones recurren
a lo cultural para definir una enfermedad. O es que acaso el sndrome disentrico, el sndrome
38
R. Prez Tamayo, Enfermedades viejas..., op. cit., p. 163; las cursivas, salvo en la palabra enfermedad, son nuestras.
febril o el sndrome premenstrual -para mencionar slo tres complejos mrbidos sumamente
comunes en las reas rurales- han sido construidos apelando a elementos de la cultura? Ms an, lo
social, lo cultural, lo econmico, lo psicolgico y -hasta no mucho tiempo- incluso lo ecolgico,
como factores que inciden en la configuracin de muchas enfermedades, fueron desdeados por las
orientaciones mdicas ms organicistas. Sin embargo, resulta alentador constatar que varias
enfermedades (diabetes mellitus, hipertensin arterial, artritis reumatoide, entre otras) son
abordadas en los estudios cientficos modernos mostrando los efectos enfermantes de factores
sociales y culturales en el organismo. Todo lo expuesto hasta aqu sobre las causas de demanda de
atencin de la medicina tradicional muestra la complejidad que implica su investigacin y la no
menos compleja tarea de enfrentarse l ellas como enfermedades concretas en grandes grupos de
poblacin para lograr abatirlas.
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