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7/29/2019 65240422 Beckett Basta
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Basta
(1966)
Ttulo original:AssezTusquets Editores
Buenos Aires, 2004Traduccin de Flix de Aza
Del francs, Les ditions de Minuit, 1997
Todo lo que antecede a olvidar. No puedo mucho a la vez. Esto da tiempo
de anotar a la pluma. No la veo pero la oigo all detrs de m. Es decir el
silencio. Cuando la pluma para yo sigo. A veces rehsa. Cuando rehsa yo
sigo. Demasiado silencio no puedo. O es mi voz muy dbil a veces. La que
surge de m. Eso en cuanto al arte y el estilo.
Haca todo lo que l deseaba. Yo tambin lo deseaba. Por l. Siempre
que deseaba algo yo tambin. (Por l.)
1
No tena ms que decir qu cosa.Cuando l no deseaba nada yo tampoco. Tanto es as que sin deseos no viva.
Si l hubiera deseado algo para m yo lo habra deseado tambin. La felicidad
por ejemplo. O la gloria. Yo no tena ms deseos que los que l manifestaba.
Pero l deba manifestarlos todos. Todos sus deseos y necesidades. Cuando se
callaba deba ser como yo. Cuando me deca que le chupara el pene me lanzaba
encima. Me daba satisfaccin. Debamos tener las mismas satisfacciones. Las
mismas necesidades y las mismas satisfacciones.
Un da me dijo que le dejara. Es el verbo que emple. No deba quedarle
mucho tiempo de vida. No s si al decir eso se refera a abandonarle o a
separarme de su lado un instante. No me hice la pregunta. Nunca me hice otras
preguntas que las suyas. Fuera lo que fuera me largu sin volver la cabeza.
Alejada del alcance de su voz estaba fuera de su vida. A lo mejor era eso lo que
quera. Hay cosas que se ven sin preguntarlas. No deba quedarle mucho
tiempo de vida. Yo en cambio tena todava para rato. Yo era de una generacin
completamente distinta. No dur mucho. Ahora que penetro en la noche tengo
como fulgores en el crneo. Tierra ingrata pero no del todo. Dadas tres o cuatro
vidas yo hubiera podido llegar a algo.
Deba yo tener unos seis aos cuando me cogi de la mano. Apenas sala
de la infancia. Pero no tard mucho en salir del todo. Era la mano izquierda.Estar a la derecha era algo que l no poda aguantar. Avanzbamos juntos las
manos enlazadas. Un par de guantes nos bastaban. Las manos libres o
exteriores colgaban desnudas. No le gustaba sentir una piel extraa junto a su
piel. Las mucosas es distinto. Aun as a veces se quitaba el guante. Entonces
yo tena que quitarme el mo. As andbamos unos cien metros las
extremidades desnudas en contacto. Pocas veces ms. Aquello le bastaba. Si
se me hiciera la pregunta contestara que las manos desparejadas no estn
formadas para la intimidad.
1 Eliminado de la versin inglesa. (N. del T.)
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La ma nunca encontr su sitio en la suya. A veces se soltaban. El
apretn ceda y caan cada una por su lado. Largos minutos generalmente antes
de que volvieran a cogerse. Antes de que la suya cogiera la ma de nuevo.
Eran guantes de hilo bastante ajustados. En lugar de desvanecer las
formas las ensalzaban simplificndolas. Naturalmente el mo estuvo demasiado
flojo durante aos. Pero no tard en llenarlo. Deca que mis manos eran deAcuario. Es una casa del cielo.
Todo lo que conozco me viene de l. Esto no lo voy a repetir cada vez que
salga a relucir alguno de mis conocimientos. El arte de combinar o combinatorio
no es culpa ma. Es un castigo del cielo. Por lo dems dir que no es culpable.
Nuestro encuentro. A pesar de estar ya muy encorvado a m me pareca
un gigante. Al final su torso era paralelo a la tierra. Para contrarrestar esta
anomala separaba las piernas y doblaba sus rodillas. Sus pies cada vez ms
planos se volvan hacia fuera. Su horizonte si limitaba al mismo suelo que
pisaba. Minsculo tapiz mvil de csped y flores aplastadas. Me daba la mano
como un enorme mono cansado levantando el codo lo ms posible. Yo no tena
ms que incorporarme par sobrepasarle por tres cabezas y media. Un da se
detuvo y me explic buscando las palabras que la anatoma es un todo.
Al principio siempre hablaba caminando. Me parece. Luego lo hizo unas
veces caminando y otras parado. Al final slo parado. Y con una voz cada vez
ms baja. Para evitarle tener que decir la misma cosa dos veces deba
inclinarme profundamente. Se paraba y esperaba a que yo adoptara la postura.
En cuanto vea por el rabillo del ojo que mi cabeza estaba al lado de la suya
empezaba sus murmullos. Nueve de cada diez veces no me concernan. Pero l
quera que se lo oyera todo incluso las jaculatorias y trozos de padrenuestrosque lanzaba sobre el suelo florido.
O sea que se par y esper que mi cabeza llegara antes de decirme que lo
dejara. Desenlac prontamente mi mano y me largu sin mirar atrs. Dos pasos
y ya l me haba perdido para siempre. Nos habamos escindido si eso era lo
que quera.
Rara vez hablaba de geodesia. Pero debemos haber recorrido varias
veces el equivalente al ecuador terrestre. A razn de cinco kilmetros ms o
menos por da y noche de media. Nos refugibamos en la aritmtica. Cuntos
clculos mentales efectuados de comn acuerdo doblados por la cintura!Elevbamos a la tercera potencia nmeros ternarios completos a veces bajo una
lluvia torrencial. Bien o mal grabndose progresivamente en su memoria los
cubos se acumulaban. En vistas a la operacin inversa en un estado ulterior.
Cuando el tiempo habra hecho su obra.
Si se me hiciera la pregunta en los trminos adecuados dira que s en
efecto el fin de este largo paseo fue mi vida. Digamos que los once mil
kilmetros ms o menos. Contando desde el da en que por primera vez me
solt una palabra sobre su enfermedad diciendo que a l le pareca que l ya
haba alcanzado el punto crtico. El futuro le dio la razn. Por lo menos aquel
del que bamos a hacer pasado comn.
Veo las flores a mis pies y son las otras las que veo. Aqullas que
hollbamos al paso. Son por otra parte las mismas.
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Contrariamente a lo que durante mucho tiempo me divirti pensar l no
era ciego. Slo perezoso. Un da se detuvo y buscando las palabras describi su
visin. Concluy diciendo que le daba la impresin de que ya no empeorara.
No s hasta qu punto se haca ilusiones. No me hice la pregunta. Cuando me
inclin para recibir la comunicacin entrev bizqueando en mi direccin un ojo
azul y rosado aparentemente impresionado.A veces se detena sin decir nada. No s si porque finalmente no tena
nada que decir o porque aun teniendo algo que decir finalmente renunciaba.
Como siempre yo me inclinaba para que l no tuviera que repetir y as nos
quedbamos. Doblados por la cintura las cabezas pegadas, mudos, las manos
enlazadas. Mientras que a nuestro alrededor los minutos se sumaban a los
minutos. Tarde o temprano su pie se separaba de las flores y nos ponamos en
marcha. Quiz tan slo para pararnos de nuevo al cabo de algunos pasos. Para
que dijera por fin lo que tena en su corazn o renunciara nuevamente.
Otros ejemplos importantes se manifiestan en el espritu. Comunicacin
continua inmediata con salida inmediata. Lo mismo con salida retardada.
Comunicacin continua retardada con salida inmediata. Lo mismo con salida
retardada. Comunicacin discontinua inmediata con salida inmediata. Lo mismo
con salida retardada. Comunicacin discontinua retardada con salida inmediata.
Lo mismo con salida retardada.
O sea que es entonces cuando he vivido o nunca. Diez aos como poco.
Desde el da en que habiendo paseado largamente sobre sus ruinas sagradas el
dorso de la mano izquierda lanz su pronstico. Hasta el da de mi supuesta
desgracia. Sigo viendo el lugar a un paso de la cima. Dos pasos adelante y ya
estaba bajando por la otra vertiente. Volvindome no lo hubiera visto.A l le gustaba trepar y por tanto a m tambin. Exiga las pendientes ms
inclinadas. Su cuerpo humano se descompona en dos segmentos iguales. Eso
gracias a la flexin de las rodillas que disminua el inferior. En una cuesta del
cincuenta por ciento su cabeza rozaba el suelo. No s por qu le gustaba. Por
amor a la tierra y a los mil perfumes y matices de las flores. O ms vulgarmente
por imperativos de orden anatmico. Nunca plante la cuestin. Alcanzada la
cima ya haba que descender.
Para poder gozar del cielo de vez en cuando se ayudaba de un espejito
redondo. Despus de velarlo con su aliento y frotarlo contra el muslo buscabalas constelaciones. Ya la tengo! Gritaba refirindose a la Lira o al Cisne. Y muy
a menudo aada que el cielo estaba como siempre.
No estbamos en la montaa de todos modos. A veces yo intua en el
horizonte un mar cuyo nivel me pareca superior al nuestro. Sera el fondo de
algn enorme lago evaporado o desaguado por la base? No me hice la pregunta.
(Todos estos conceptos son suyos. Yo no hago ms que combinarlos a mi
modo. Dadas cuatro o cinco vidas como sta yo hubiera podido dejar un
rastro.)2
El hecho es que aparecan con bastante frecuencia esa especie de panes
de azcar que tenan un centenar de metros de altura. Levantaba
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contrariadamente mis ojos y vea el prximo a veces en el horizonte. O en lugar
de alejarnos del que acabbamos de descender lo escalbamos de nuevo.
Hablo de nuestro ltimo decenio comprendido entre los dos
acontecimientos que ya he dicho. Oculta los anteriores aos engullidos a los que
razonablemente hay que culpar de mi educacin. Porque no recuerdo haber
aprendido nada en stos que recuerdo. Es con este razonamiento con el que mecalmo cuando me paraliza mi sabidura.
He situado mi desgracia muy cerca de una cima. Sin embargo fue en la
planicie y en una gran calma. Si me hubiera vuelto le hubiera viso en el mismo
lugar donde lo dej. Una nadera me habra hecho comprender mi error si es
que haba habido error. En los aos que siguieron no exclu la posibilidad de
volver a encontrarlo. En el mismo lugar donde lo dej o en otro. O de or que
me llamaba. Al mismo tiempo me deca a m misma que ya no le quedaba
mucho tiempo de vida. Pero no contaba demasiado con ello. Porque yo apenas
levantaba los ojos de las flores. Y l ya no tena voz. Y como si esto no fuera
suficiente yo segua repitindome que ya no le quedaba mucho tiempo de vida.
De modo que no tard mucho en no contar con ello para nada.
Ya no s el clima que hace. Pero durante mi vida era de una dulzura
eterna. Como si la tierra se hubiera dormido en primavera. Estoy hablando de
mi hemisferio. Lluvias pesadas perpendiculares y breves nos caan de
improviso. Sin sensible oscurecimiento del cielo. Yo no hubiese notado la falta
de viento si l no hubiera hablado de ello. Del viento que ya no haba. De las
tormentas que haba capeado. En honor a la verdad hay que decir que poco
hubieran podido arrastrar. Las mismas flores estaban sin tallo y pegadas al
suelo a modo de nenfares. Ni soar con que brillaran en el ojal.No contbamos los das. Si llego a diez aos es gracias a nuestro
podmetro. Recorrido final dividido por recorrido medio diario. Tantos das.
Dividir. Tal cifra la vspera del da del sacrum. Tal otra la vspera de mi
desgracia. Media diaria siempre al da. Restar. Dividir.
La noche. Larga como el da en este equinoccio sin fin. Cae y
continuamos. Antes del alba ya nos hemos ido.
Postura de descanso. Plegados en tres encajados uno en otro. Segundo
ngulo recto en las rodillas. Yo en el interior. Cuando mostraba deseo
cambibamos de flanco como un solo hombre. Lo noto de noche contra m contoda su retorcida largura. Ms que de dormir se trataba de tumbarse. Porque
caminbamos en una semisomnolencia. Me sostena con la mano superior y
tocaba donde quera. Hasta cierto punto. La otra estaba enredada en mis
cabellos. Hablaba en voz baja de cosas que para l ya no eran y para m no
haban podido ser. El viento en los tallos areos. La sombra y el abrigo de los
bosques.
No era hablador. Una media de cien palabras por da y noche.
Escalonadas. No ms de un milln en total. Muchas repetidas. Eyaculaciones.
Para rozar apenas la materia. Qu se yo del destino de los hombres? (No me
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hice la pregunta.)3 Se ms acerca de rbanos. Esos s que le gustaban. Si viera
uno lo nombrara sin ninguna duda.
Vivamos de flores. Eso en cuanto al sustento. Se paraba y sin necesidad
de inclinarse coga un puado de corolas. Luego volva a ponerse en marcha
masticando. En general ejercan una accin calmante. Estbamos totalmente
calmados en general. Cada vez ms. Todo lo estaba. Este concepto de calmame viene de l. Sin l yo no lo tendra. Voy ahora a borrarlo todo menos las
flores. No ms lluvias. No ms pezones. Nada sino nosotros dos arrastrndonos
por las flores. Bastante mis viejos senos sienten su vieja mano.
Samuel Beckett
3 Eliminado en la versin inglesa (N. del T.)