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1 6.- Gaudí y la naturaleza Antoni Gaudí creció en el Mas de “La Calderera”, entre Reus y Riudoms, que era propiedad de su familia, y estaba rodeado de campos de viña, montes y bosques. Pasó grandes temporadas allí debido a una fiebre reumática que sufría desde su niñez. Seguramente allí, desde su niñez, el arquitecto quedó fascinado por sus formas, sus colores,… y ese pudo ser el origen de su profunda admiración hacia la naturaleza. El lenguaje gaudiniano rebosa color, texturas, formas ondulantes y constantes referencias al mundo vegetal y animal. Las referencias botánicas y animales pueblan sus obras y forman parte de un “crescendo” creativo que culminará con sus trabajos de madurez (Casa Batlló, Casa Milà, Cripta Güell y, sobre todo, en la Sagrada Familia), en los que consiguió una identificación perfecta entre arquitectura y naturaleza. Las grandes fuentes de inspiración del arquitecto fueron el mar Mediterráneo, las montañas, las flores, los animales y los árboles. En cierta ocasión, incluso, a Gaudí se le preguntó cuál era su tratado de arquitectura favorito y él contestó, mirando por la ventana: “Ese árbol que crece ahí fuera, ése es mi mejor libro de arquitectura”. Mar mediterráneo en Tarragona, paisaje inspirador del arquitecto 6.1.- La definición de tres nuevas superficies Gaudí observaba el entorno natural, y en él encontraba estructuras funcionalmente perfectas y formas decorativas de gran belleza estética. Las geometrías de la naturaleza se basaban en muchos casos en sus superficies torcidas, es decir, curvas en el espacio pero compuestas de líneas rectas. Estas se pueden encontrar con gran frecuencia en las plantas, los seres vivos, y en las montañas.

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6.- Gaudí y la naturaleza

Antoni Gaudí creció en el Mas de “La Calderera”, entre Reus y Riudoms, que

era propiedad de su familia, y estaba rodeado de campos de viña, montes y bosques.

Pasó grandes temporadas allí debido a una fiebre reumática que sufría desde su niñez.

Seguramente allí, desde su niñez, el arquitecto quedó fascinado por sus formas, sus

colores,… y ese pudo ser el origen de su profunda admiración hacia la naturaleza.

El lenguaje gaudiniano rebosa color, texturas, formas ondulantes y constantes

referencias al mundo vegetal y animal. Las referencias botánicas y animales pueblan sus

obras y forman parte de un “crescendo” creativo que culminará con sus trabajos de

madurez (Casa Batlló, Casa Milà, Cripta Güell y, sobre todo, en la Sagrada Familia), en

los que consiguió una identificación perfecta entre arquitectura y naturaleza.

Las grandes fuentes de inspiración del

arquitecto fueron el mar Mediterráneo, las

montañas, las flores, los animales y los árboles.

En cierta ocasión, incluso, a Gaudí se le preguntó

cuál era su tratado de arquitectura favorito y él

contestó, mirando por la ventana: “Ese árbol que

crece ahí fuera, ése es mi mejor libro de

arquitectura”. Mar mediterráneo en Tarragona, paisaje inspirador del arquitecto

6.1.- La definición de tres nuevas superficies

Gaudí observaba el entorno natural, y en él encontraba estructuras

funcionalmente perfectas y formas decorativas de gran belleza estética. Las geometrías

de la naturaleza se basaban en muchos casos en sus superficies torcidas, es decir, curvas

en el espacio pero compuestas de líneas rectas. Estas se pueden encontrar con gran

frecuencia en las plantas, los seres vivos, y en las montañas.

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Por esto, Gaudí puso todo su empeño en descubrir cómo aprovechar esas

estructuras y aplicarlas al mundo de la arquitectura, y se pasó largos años intentando

descubrir su fórmula. Combinaba sabiamente su dominio de la geometría y los cálculos

matemáticos con métodos intuitivos y elementales que aplicó a su arquitectura para

lograr formas equilibradas muy parecidas a las que brinda la naturaleza. Finalmente,

basándose en la teoría de la geometría reglada (su gran aportación arquitectónica),

definió tres superficies distintas extraídas de la naturaleza y trasladadas a la

arquitectura: el helicoide, el hiperboloide y el paraboloide hiperbólico, de los cuales ya

se ha tratado con mayor profundidad anteriormente, de manera matemática.

La inspiración del helicoide proviene de un tronco de eucaliptos. Gaudí lo

introdujo en las columnas torsas del Colegio de las Teresianas, usándolo más tarde

también en el Park Güell.

El hiperboloide es la forma del

fémur. Se puede encontrar en las columnas

de las ventanas del primer piso de la Casa

Batlló, donde se puede observar

claramente que tiene forma de hueso.

La forma que adoptan los tendones entre los dedos de

una mano le inspiró para definir el paraboloide hiperbólico, que

fue introducido por primera vez en la historia de la arquitectura

en las bóvedas de la Cripta de la Colonia Güell.

6.2.- La integración de la naturaleza dentro de los edificios

Gaudí no sólo intentó que la influencia de la naturaleza estuviese presente en sus

obras mediante el uso de estructuras arquitectónicas que eran reflejo de formas

naturales, sino que fue más lejos.

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Por eso, los elementos del medio dejaron su huella también en los elementos

decorativos. El pensamiento ecologista de Gaudí le llevó a reciclar materiales, y

reutilizaba azulejos, trozos de

cerámica, vajillas, vidrio,... Estos

eran rotos a pedazos pequeños y

después se usaban para recubrir sus

edificios. Así implantó un nuevo

sistema decorativo, el “trencadís”,

que se ha convertido en bandera y

símbolo del Modernismo. Trencadís hecho con baldosas rotas, en el Parque Güell

En numerosas ocasiones Gaudí incorporó

elementos vegetales. Un ejemplo sería la Casa

Vicens, obra primeriza de estilo oriental, donde

usó por primera vez los girasoles cerámicos como

elemento decorativo. Esta planta tenía para el

arquitecto un especial significado: para él era

símbolo del alma. Más tarde volvió a aplicarla en

el Capricho de Comillas, palacete cántabro en el

que todas sus paredes exteriores aparecen

cubiertas con este motivo.

Casa Vicens, donde usó los girasoles

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Casa Comillas, con girasoles en su decoración externa, y

detalle de las baldosas de girasol

En la iglesia de la Colònia Güell, las columnas

inclinadas de su interior que ocupan la parte central están

hechas con piedra de Castellfollit de la Roca, pueblo

cercano al natal del arquitecto. Estas columnas no fueron

arregladas ni pulidas, y con eso consigue darle un aire

rústico y prehistórico a la Cripta.

Otros ejemplos serían el uso de estructuras

arborescentes en la nave central de la Sagrada Familia,

o la casa Batlló y la Pedrera, en las que no existe ni una

sola línea recta, como ocurre en la naturaleza. En este

último, uno de sus edificios más orgánicos, trató

incluso de convencer a los allí residentes para que

llenaran

los

balcones

de plantas enredaderas. Lo hizo para

conseguir una sensación de edifico vivo,

integrado por dos partes independientes

y palpitantes, al igual que un organismo. Fachada completamente curva de la Casa Milà

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6.3.- Los colores

Gaudí intentó imitar también en este campo a la naturaleza. Por este motivo,

todas sus obras son policromadas, de colores brillantes y variados.

Para él, la ornamentación, tanto en la arquitectura como en el diseño era pieza

clave en el proceso creativo. Afirmaba que el color era señal de vida y por esa razón

toda su obra tiene vivos coloridos. En sus trabajos se pone de manifiesto su audaz

imaginación plástica, un universo decorativo riquísimo y complejo, repleto de

simbología en sus más pequeños detalles.

Gaudí exploró al máximo las técnicas tradicionales de decoración para tener una

mayor base práctica a la hora de decidir como debía ser la decoración estética de sus

obras. Los conocimientos de forja que adquirió en el taller familiar, donde aprendió a

dominar el manejo del martillo, le permitieron supervisar después los trabajos de forja.

Además exploró al máximo las otras técnicas tradicionales: el uso del ladrillo, los

revestimientos cerámicos (el “trencadís”), la ebanistería,…

Ejemplos de la colorida decoración que usaba Gaudí en sus obras

en el Park Güell y la casa Batlló respectivamente

6.4.- Formas explícitas y metáforas en sus obras

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En las obras de Gaudí encontramos bellos ejemplos de figuras al servicio de una

metáfora, para transmitir un mensaje o dar concreción formal a un significado que el

observador debe descubrir, aunque el arquitecto también puede representar

explícitamente lo que quiere decir. Así, encontramos cuatro grados de concreción en sus

obras:

-Formas que evocan explícitamente formas naturales y

que todo el mundo puede apreciar: son representaciones

directas de lo que significan. Algunos ejemplos son: el

dragón del Park Güell, el árbol de la fachada del

Renacimiento de la

Sagrada Familia, las

tortugas, los

ángeles,… Expresan

siempre el máximo

realismo. Dragón del Park Güell

Tortuga de la Sagrada Familia

-Formas que evocan explícitamente algunos elementos

relativos al propietario: se pueden llegar a deducir si se conoce al

mecenas de la obra. Por ejemplo, algunos detalles de la Casa

Vicens evocan la dedicación del cliente al ramo textil; o los

elementos grecorromanos del Park Güell son una señal de la

admiración que sentía el conde Güell por la cultura griega

antigua. Columnas griegas

del Pake Güell

-Formas que evocan muy

implícitamente algunos hechos concretos: en

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principio solamente puede apreciar un núcleo reducido de entendidos. El ejemplo más

claro es la puerta de hierro del dragón de los pabellones de la Finca Güell, que presenta

un dragón-serpiente que, junto con más elementos del conjunto, glosa los ideales

catalanistas nacionales que puso en verso Verdaguer en La Atlántida.

-Formas que evocan muy

subliminalmente algunos hechos que

forman parte del pensamiento del

Gaudí: son formas más sutiles que las

anteriores y pueden dar lugar a

interpretaciones diversas. Por ejemplo,

en la casa Milà, la puerta de hierro

tiene formas redondeadas, como

reflejo del agua del mar o las burbujas

de jabón aplastadas. Otro ejemplo serían las baldosas del Paseo de Gràcia, que quizás

representen el fondo marino, o los techos de yeso de La Pedrera, que nos recuerdan el

agua del mar.

El ejemplo más claro quizás sea la fachada

de la Casa Batlló. Mediante el uso del “trencadís”

con tonos azules y su caída vertical, Gaudí quiso

evocar una catarata. Con los reflejos de la luz del

sol, dependiendo de cómo la reciba, se puede ver

cómo cae el agua por la catarata.

Esta evocación al agua cayendo se vuelve a

producir en la entrada de luz que hay dentro de la

casa. Mediante el uso del trencadís, también en

tono azules , consiguió crear otra catarata en el

Efecto catarata en el exterior interior de la casa. Esta vez, al ser una claraboya

y no recibir luz directamente, Gaudí consiguió esa

ilusión óptica graduando el color de los azulejos dependiendo de la luz que les llegaba:

más oscuro en la parte superior, donde recibe más iluminación, y más claro conforme va

bajando.

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Efecto catarata que se produce

en el tragaluz de la casa Batlló

Otro ejemplo muy conocido

sería la terraza de la casa Milà. Sus

chimeneas tan originales, de formas

sinuosas y onduladas, evocan las olas

del mar, en este caso las del Mar

Mediterráneo.

Evocación al mar Mediterráneo y sus olas

en la casa Milà

Pero aún hay otro ejemplo. Según algunos

expertos, el tejado de la casa Batlló podría estar

representando la escena de la muerte del dragón por

parte del cabalero Sant Jordi. Esto sería muy probable

porque Gaudí congeniaba con el pensamiento

nacionalista catalán y estaba inmerso, en su época, en el

movimiento del catalanismo de la arquitectura, literatura

y demás artes. Así, la cruz que corona la casa sería una

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alusión a la espada del Sant Jordi, mientras que las bolas de colores que se encuentran a

lo largo del borde del tejado representarían las vértebras del dragón, muerto ya por el

caballero.

7.- Mosaicos

Gaudí no se contentaba con diseñar la estructura del edificio. Cuando recibía un

encargo proyectaba hasta el último detalle decorativo, y luego seguía personalmente

siempre que podía las obras de construcción. Esta preocupación por buscar la estética

perfecta en todas sus obras hizo que se preocupase también por los elementos que

servían para recubrir las superficies. Para esta función, la técnica que el arquitecto

introducía en sus obras eran las baldosas cerámicas. Él mismo se encargaba de diseñar

su forma, color…

Durante toda su vida, Gaudí estuvo en proceso de “autoaprendizaje”. Nunca se

cansó de descubrir nuevas formas de usar las matemáticas ni dejó de descubrir sus

aplicaciones en todo lo relacionado con su trabajo, incluyendo las baldosas. Por eso, le

gustaba estudiar la generación de mosaicos poligonales. Quizás influyera en ello el

trabajo en Barcelona de un grupo de albañiles valencianos especializados en hacer

mosaicos con losetas muy pequeñas (como el trencadís, del que hablaremos más

adelante).

7.1.- El hexágono en las baldosas

Las formas poligonales planas son omniscientes en la obra de Gaudí en dos

ámbitos: como determinantes de elementos constructivos (ventanas, separadores, etc.) y

como generadoras de decoración (cerámica, letras, trencadís, etc.).

El polígono plano regular más usual en las obras de Gaudí son los hexágonos.

Descubrió que éste tenía dos posibles divisiones: por una parte era la reunión de tres

rombos; por otra, era la reunión de 12 triángulos rectángulos.

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División del hexágono en tres rombos y 12 triángulos rectángulos, respectivamente

Esta última división fue la más usada por el arquitecto. Obtuvo una subdivisión

de los 12 triángulos del hexágono en dos colores distintos, consiguiendo una baldosa

perfecta que genera un mosaico que presenta un efecto sorprendente.

Baldosa hexagonal bicolor con división de 12 triángulos rectángulos

Las baldosas hexagonales las encontramos en muchas de sus obras con motivos

ornamentales distintos. En la casa Escofet las

encontramos con espirales, en la casa Milà con detalles

inspirados en las algas marinas, en la casa Vicens con la

división en triángulos y en el paseo de Gracia.

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Baldosas hexagonales de la Casa Escofet (espirales) y de la casa Milà, (algas) respectivamente

7.2.- El trencadís

Gaudí tenía un especial interés en el “trencadís”. Esta técnica de reciclaje

consistía (como ya hemos comentado en el punto anterior) en romper losetas y vajillas

para decorar superficies. Una vez

rotas componía un mosaico al

estilo bizantino, pero con la

peculiaridad de que mezclaba

fragmentos de distintas piezas y

conseguía así el sorprendente

efecto de una nueva composición

más viva e interesante y que no

tiene nada que ver con el original

de las baldosas. Mosaico de estilo bizantino del Park Güell

Esta técnica tenía la particularidad de que le permitía recubrir superficies no

planas, las cuales no se podían recubrir con las baldosas planas convencionales, y

además conseguir el toque de originalidad y colorido que existe en todas sus obras.

Esta técnica era muy respetuosa con el entorno natural y muy recicladora (de

acuerdo con los ideales de Gaudí) ya que la cerámica

provenía de desechos de fábricas.

Gaudí se fijó en el efecto de la reflexión de la

luz en los objetos, y en su capacidad de refracción, es

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decir cuando los rayos de luz

inciden sobre una superficie

brillante o sobre el agua, se

produce el efecto de

refacción que causa el brillo

o la iridiscencia. Por eso, en

sus trencadissos utilizó la

cerámica esmaltada, más

brillante que la habitual. Así,

este material ofrece

vivísimos colores y con él se

crea perfectamente el efecto

de iridiscencia. Efecto de iridiscencia de la

cerámica esmaltada Como ya hemos comentado, Gaudí entendía el

color como señal de vida. Su inspiración era el

entorno natural, y en él se encuentran siempre formas

policromadas, de colores brillantes y variados.

Mosaico colorido

7.3.- El Park Güell, el paraíso de los mosaicos

La obra de Gaudí donde podemos encontrar los

mosaicos en todo su apogeo y diversidad es sin duda el

Park Güell. En él encontramos el trencadís en muchos de

sus elementos decorativos. Antes de entrar, ya lo podemos

encontrar en las letras de la entrada. El embaldosado de la

escalinata de entrada, la torre de la entrada, el escudo de

Catalunya, los rosetones del techo en la plaza del mercado,

llamada también teatro griego,… también están recubiertos

con esta técnica. Incluso cuando vamos andando por sus

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curvos pasadizos podemos ir encontrando mosaicos de trencadís con formas poligonales

encastrados en la pared.

Letra en la entrada del Park Güell

Torre de la entrada

Rosetón de la Plaza Griega

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Escudo de Catalunya

Mosaicos en las paredes del Park Güell

Pero quizás los ejemplos más conocidos sean el sinuoso y largo banco de la

plaza mayor y el emblema del parque, el dragón, que también están cubierto con esta

técnica. Para la construcción del banco, Gaudí contó la colaboración de Josep Maria

Pujol, un conocido arquitecto.

Banco sinuoso

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Dragón, símbolo del parque, cubierto mediante la técnica del trencadís

Pero Gaudí no utilizó sólo el mosaico para recubrir superficies con la cerámica

esmaltada, también usó el ladrillo, con el que recubrió las columnas inclinadas que se

encuentran a lo largo de sus pasillos, formando un bonito mosaico natural.

Mosaico natural con ladrillos