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48 ¿Qué quiere decir la Iglesia con «creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna»? ¿Lo del cielo se dice en serio, o es simbólico? L a frase «creo en la resurrec- ción de la carne y en la vida eterna» figura como afirma- ción final en el Credo apostóli- co. En esta fórmula tenemos el resumen y culmen de la religión cristiana. El ser humano tiene un profundo deseo de perdurar, de existir para siempre. Pero «vida eterna» en la Biblia no significa tan solo gozar de una existencia sin término (que al fin y al cabo podría llegar a ser te- diosa, como ocurre en el cuento El inmortal de Borges), sino vivir además en la perma- nente compañía de Dios, en un estado de co- munión duradera con Él. Por eso, en labios del cristiano las pa- labras «vida eterna» significan algo muy especial: no se refieren a una plenitud ob- tenida por el hombre por su cuenta y con recursos propios –una especie de autoper- fección aislada–, sino más bien al regalo de Dios, que con su presencia colma y desbor- da la indigencia humana. Dios –la Trini- dad: Padre, Hijo y Espíritu Santo– se da al hombre, saciándole con su infinita Bondad, Belleza y Verdad. Y junto a Dios el hombre queda sumergido en la santa compañía de los santos y ángeles. Solo una existencia de este tipo –vida en comunión o relación amistosa con otros– puede saciar la sed del corazón humano. Como decía san Agustín, resumiendo su propia historia de búsque- da: «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro co- razón está inquieto, hasta que descanse en ti» (Confesiones I, 1, 1). Las palabras humanas se quedan cor- tas para expresar el misterio de comunión íntima entre un Dios infinito y la criatura: «Ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por el cora- zón del hombre, las cosas que preparó Dios para los que le aman», dice expresivamente san Pablo en la primera carta a los corintios (2, 9, parafraseando al profeta Isaías 64, 3). A veces la Biblia emplea la palabra «cie- lo» (en hebreo, samayim [plural]; en griego, ouranós) para referirse al ámbito propio de Dios. No debe entenderse este término en sentido físico («arriba») sino metafórico: significa «estar donde está Dios», alcanzar al Ser trascendente y participar en su Vida. «Cielo» se entiende mejor dentro de una ló- gica «polar», según la cual la Biblia utiliza las palabras «de abajo» para aludir a la vida terrena imperfecta («tierra»), o al estado de los réprobos alejados de Dios («hades»,

50 Preguntas Sobre La Fe, nº n48

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  • 48

    Qu quiere decir la Iglesia con creo en la resurreccin de la carne y en la vida eterna? Lo del cielo se dice en

    serio, o es simblico?

    L a frase creo en la resurrec-cin de la carne y en la vida eterna figura como afirma-cin final en el Credo apostli-co. En esta frmula tenemos el resumen y culmen de la religin cristiana.

    El ser humano tiene un profundo deseo de perdurar, de existir para siempre. Pero vida eterna en la Biblia no significa tan solo gozar de una existencia sin trmino (que al fin y al cabo podra llegar a ser te-diosa, como ocurre en el cuento El inmortal de Borges), sino vivir adems en la perma-nente compaa de Dios, en un estado de co-munin duradera con l.

    Por eso, en labios del cristiano las pa-labras vida eterna significan algo muy especial: no se refieren a una plenitud ob-tenida por el hombre por su cuenta y con recursos propios una especie de autoper-feccin aislada, sino ms bien al regalo de Dios, que con su presencia colma y desbor-da la indigencia humana. Dios la Trini-dad: Padre, Hijo y Espritu Santo se da al hombre, sacindole con su infinita Bondad, Belleza y Verdad. Y junto a Dios el hombre queda sumergido en la santa compaa de

    los santos y ngeles. Solo una existencia de este tipo vida en comunin o relacin amistosa con otros puede saciar la sed del corazn humano. Como deca san Agustn, resumiendo su propia historia de bsque-da: Nos hiciste, Seor, para ti, y nuestro co-razn est inquieto, hasta que descanse en ti (Confesiones I, 1, 1).

    Las palabras humanas se quedan cor-tas para expresar el misterio de comunin ntima entre un Dios infinito y la criatura: Ni ojo vio, ni odo oy, ni pas por el cora-zn del hombre, las cosas que prepar Dios para los que le aman, dice expresivamente san Pablo en la primera carta a los corintios (2, 9, parafraseando al profeta Isaas 64, 3).

    A veces la Biblia emplea la palabra cie-lo (en hebreo, samayim [plural]; en griego, ourans) para referirse al mbito propio de Dios. No debe entenderse este trmino en sentido fsico (arriba) sino metafrico: significa estar donde est Dios, alcanzar al Ser trascendente y participar en su Vida. Cielo se entiende mejor dentro de una l-gica polar, segn la cual la Biblia utiliza las palabras de abajo para aludir a la vida terrena imperfecta (tierra), o al estado de los rprobos alejados de Dios (hades,

  • abismo, gehena).

    Quienes viven y mueren santamente ex-perimentan enseguida tras la muerte en su ncleo personal, que pervive el gozo de una unin inquebrantable con Dios; mien-tras que los que viven y mueren alejados de Dios experimentan despus de la muerte, en su alma, la pena de la ausencia divina. Pero hay ms: la frase del Credo que he cita-do al principio vaticina la resurreccin de la carne en el ltimo da. Segn la fe cris-tiana, con el retorno glorioso de Cristo al fi-nal de la historia, todos los muertos hayan vivido una vida buena o mala resurgirn como personas completas con el cuerpo reunido con el alma, para no morir ya ja-ms.

    No conocemos con detalle la manera en que el poder divino recompondr a cada persona en su totalidad material-espiritual. San Pablo en la Primera Carta a los Corintios (captulo 15) ofrece la analoga de la semi-lla que cae en tierra y muere, para dar lugar luego a una planta desarrollada. Al menos estamos seguros de que cada ser humano tendr su misma identidad: as recibir la retribucin correspondiente a su conducta en la vida mortal.

    Los sujetos humanos resucitarn segn hayan vivido una vida santa o mala en la tie-rra, unos para vida eterna, otros para ver-genza, para ignominia eterna (Daniel 12, 2). Es lgico que sea as, ya que la plenitud de vida guarda proporcin con la estrechez de la relacin que uno tiene con Dios, Ma-nantial de vida. De modo que, cuando resu-citen los santos, recibirn en cuerpo y alma la energa vivificante y transfiguradora de Dios. Mientras que los rprobos sufrirn en

    toda su persona la falta de armona, vigor y belleza, debida al alejamiento de la Fuente de vida.n

    Para saber ms: Catecismo de la Iglesia Catlica,

    988-1029. Jos Alviar

    48Qu quiere decir la Iglesia con creo en

    la resurreccin de la carne y en la vida eterna? Lo del cielo se dice en serio, o

    es simblico?