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Silvana de Mari Silvana de Mari El último elfo El último elfo ~1~

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    SSILVANAILVANA DEDE M MARIARI

    EL LTIMOEL LTIMO ELFOELFO

    1 EL LTIMO1 EL LTIMO

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    NDICENDICE

    Argumento ............................................................. 5 LIBRO PRIMERO ..................................................... 6 EL LTIMO ELFO ..................................................... 6 Captulo 1 .............................................................. 7 Captulo 2 ............................................................ 19 Captulo 3 ............................................................ 31 Captulo 4 ............................................................ 48 Captulo 5 ............................................................ 58 Captulo 6 ............................................................ 69 Captulo 7 ............................................................ 81 Captulo 8 ............................................................ 94 Captulo 9 .......................................................... 108 Captulo 10 ........................................................ 119 Captulo 11 ........................................................ 127 Captulo 12 ........................................................ 137 Captulo 13 ........................................................ 150 LIBRO SEGUNDO ............................................... 173 EL LTIMO DRAGN ........................................... 173 Captulo 1 .......................................................... 174 Captulo 2 .......................................................... 186 Captulo 3 .......................................................... 199 Captulo 4 .......................................................... 210 Captulo 5 .......................................................... 229 Captulo 6 .......................................................... 240 Captulo 7 .......................................................... 268 Captulo 8 .......................................................... 280 Captulo 9 .......................................................... 289 Captulo 10 ........................................................ 305 Captulo 11 ........................................................ 320 Captulo 12 ........................................................ 330 Captulo 13 ........................................................ 351 Captulo 14 ........................................................ 360 Captulo 15 ........................................................ 387 Captulo 16 ........................................................ 406 Captulo 17 ........................................................ 416

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    Captulo 18 ........................................................ 441 Captulo 19 ........................................................ 453 Captulo 20 ........................................................ 478 Captulo 21 ........................................................ 487 Captulo 22 ........................................................ 502 Captulo 23 ........................................................ 507 Captulo 24 ........................................................ 517

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    AARGUMENTORGUMENTO

    En una tierra desolada, anegada por una lluvia torrencial, un pequeo elfo arrastra consigo el hambre, el fro y la desesperacin de haber perdido a todos los suyos. Cuando siente que su final se acerca, dos humanos que no entienden nada de la misericordia, se hacen cargo de l. Aunque no pueden imaginarlo, salvando de la muerte al pequeo elfo salvarn el mundo. El elfo entender que slo unindose a seres diferentes a l, menos mgicos pero ms resistentes, podr irradiar sobre el mundo la luz de la esperanza.

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    LIBRO PRIMERO LIBRO PRIMERO

    EL LTIMO ELFOEL LTIMO ELFO

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    Captulo 1Captulo 1

    Haca das que llova. El barro le llegaba hasta los tobillos. Incluso las ranas habran terminado por ahogarse en aquel mundo transformado en un pantano, si no hubiera parado de llover.l, seguramente, habra muerto,

    si no hubiese encontrado pronto un lugar seco donde protegerse.El mundo era fro. El hogar de su

    abuela haba sido un lugar clido. Pero de eso haca ya mucho tiempo. El corazn del pequeo elfo se encogi de nostalgia.Su abuela deca que si soaba

    con bastante fuerza, las cosas se

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    hacan realidad. Pero la abuela ya no lograba soar. Un da, la madre del pequeo elfo se haba marchado al lugar del que no se vuelve y la abuela ya no logr soar ms. Y l era demasiado pequeo para soar. O quiz no.El pequeo elfo cerr los ojos

    durante algunos segundos y so lo ms fuerte que pudo. Sinti en la piel la sensacin de estar seco, de un fuego encendido. Sinti que los pies se le calentaban. Algo de comer.El pequeo elfo abri los ojos de

    nuevo. Sus pies le parecieron an ms helados, y su estmago an ms vaco. No haba soado con la fuerza suficiente.Se acomod la capucha mojada

    sobre su cabello hmedo. Llevaba

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    una capa amarilla de elfo. El camo amarillo de trama gruesa era pesado, spero y no lo protega nada. Ms agua resbal por su cuello y comenz a bajarle por la espalda, por debajo de la chaqueta, hasta los pantalones. Todo lo que llevaba puesto era amarillo, spero, estaba empapado, sucio, gastado y fro.

    Algn da tendra vestidos suaves como las alas de un gorrin y clidos como las plumas de un cisne, con los colores del alba y del mar.

    Algn da tendra los pies secos.Algn da la Sombra se marchara de all, el

    Hielo se retirara.El sol regresara.Las estrellas volveran a brillar.Algn da.El sueo de algo para comer volvi a

    ocupar sus pensamientos.Record los panes de su abuela; de nuevo

    el alma se le encogi de tristeza.La abuela haba hecho pan una sola vez en

    la vida del pequeo elfo. Haba sido en la ltima fiesta de luna nueva, cuando tambin

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    a los elfos se les haba repartido medio saco de harina, cuando la luna todava brillaba.

    Protegindose los ojos con una mano, el pequeo elfo trat de forzar la vista ms all de la lluvia.

    La luz estaba disminuyendo. Dentro de poco oscurecera. Tena que encontrar un lugar donde refugiarse antes de que cayera la noche. Un lugar donde refugiarse y algo de comer. Otra noche ms en el barro con el estmago vaco, y no lograra amanecer con vida.

    Sus grandes ojos se entornaron por el esfuerzo mientras vagaban entre los grises de los rboles que se alternaban con los de la tierra y el cielo; luego se posaron sobre una sombra ms oscura que se insinuaba apenas. Su corazn se sobresalt. Su esperanza renaci. Se apresur, tanto como pudo, con sus piernas cansadas, que se hundan en el barro hasta las rodillas, con sus ojos fijos en la sombra. Por un instante, mientras la lluvia arreciaba, temi que slo se tratara de una mancha ms oscura de rboles. Luego comenz a distinguir el techo y las paredes. Sumergida entre los rboles, ahogada por las plantas trepadoras, haba

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    una minscula construccin de madera y piedra.

    Deba de ser un refugio de pastores o de carboneros.

    La abuela tena razn. Si suenas con bastante fuerza, durante bastante tiempo, si la fe te llena, tu deseo se har realidad.

    De nuevo la cabeza del elfo se llen con el sueo de un fuego que lo calentaba. El olor a humo caliente con el perfume de la resina de los pinos le llen la mente hasta tal punto que se calent por algunos segundos. Los ladridos y gruidos de un perro lo despertaron bruscamente. Se haba confundido. No era un sueo. Era realmente el calor del humo y el perfume del fuego de los pinos. No estaba slo en su cabeza. Se haba acercado a un fuego de hombres.

    Ya era tarde.Las fantasas pueden matar.El ladrido del perro le estall en los odos.

    El pequeo elfo comenz a correr. A lo mejor podra lograrlo. Si lograba correr muy deprisa podra poner suficiente tierra y barro entre el perro y l. De otro modo, los hombres lo atraparan y eso de poderse morir all en paz, de fro y de hambre, se

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    convertira en un sueo imposible. Uno de sus pies tropez con una raz, y se le qued atascado en ella. Cay de bruces en el barro. El perro se le ech encima. Era su fin.

    El pequeo ni siquiera se atreva a respirar.Los segundos pasaron.El perro le respiraba sobre el cuello,

    paralizndolo, pero an no le haba clavado los dientes en ninguna parte.

    Djalo en paz dijo la voz.Era una voz seca, autoritaria. El perro solt

    su presa. El pequeo elfo comenz a respirar de nuevo. Levant los ojos. El humano era altsimo. Tena los cabellos amarillentos y enrollados como una cuerda. No tena ningn pelo en la cara. Sin embargo, la abuela haba sido categrica. Los humanos tienen pelos en la cara. Se llama barba. Es una de las tantas cosas que los distinguen de los elfos. El pequeo elfo se concentr para recordar, y de repente cay.

    T ser un hombre hembra concluy triunfante.

    Se dice mujer, imbcil dijo el humano.Oh, yo pedir perdn, mujer imbcil, yo

    poner ms atencin; ahora te llamo bien,

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    mujer imbcil dijo el pequeo, lleno de buena voluntad. El lenguaje de los humanos era un problema. l lo conoca poco y ellos eran siempre tan terriblemente susceptibles, y su susceptibilidad desencadenaba su ferocidad. La abuela tambin haba sido categrica al respecto.

    Muchacho, quieres terminar mal? amenaz el humano.

    El pequeo elfo se qued perplejo.Segn la abuela, la ausencia total de

    cualquier tipo de pensamiento lgico, resumida ms rpidamente por el trmino estupidez, era la caracterstica fundamental que diferenciaba la raza humana de la lfica; pero, a pesar de que la abuela haba tratado de prevenirlo, la pregunta era tan incomprensible que lo desorient.

    No, yo no querer, mujer imbcil asegur el pequeo elfo, yo no querer terminar mal. Esto no estar entre mis planes insisti.

    Si pronuncias otra vez la palabra imbcil te echo el perro encima; es un insulto explic la mujer, exasperada.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Ah, ahora yo comprender minti el pequeo elfo tratando desesperadamente de entender cul poda ser el sentido de esas palabras. Por qu habra querido el humano ser insultado?

    Eres un elfo de verdad?El pequeo asinti. Mejor hablar lo menos

    posible. Le ech una mirada preocupada al perro, que, en respuesta, gru.

    A m no me gustan los elfos dijo el humano.

    El pequeo asinti de nuevo. El miedo se fundi con el fro. Comenz a temblar. Ningn humano quiere a los elfos. La abuela siempre lo deca.

    Qu quieres? Para qu te has acercado? pregunt la mujer.

    Fro. La voz del pequeo elfo se estaba quebrando. El fro, el cansancio y el miedo se juntaron. La voz comenz a temblarle. La cabaa... La voz se le quebr de nuevo.

    No me hagas la escena del muerto de fro. Eres un elfo, no? Tienes tus poderes. Los elfos no sufren de fro ni de hambre. Pueden dejar de sentir fro y hambre cuando lo deseen.

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    El pequeo necesit un montn de tiempo para comprender el sentido de esas palabras, pero despus lo entendi.

    De verdad? cay en la cuenta contento. De verdad yo saber hacer esas cosas? Y cmo hacer para hacerlas?

    No lo s grit la mujer, t eres el elfo. Somos nosotros, los esculidos humanos, los tontos, los subdesarrollados, los que hemos sido hechos para el fro y el hambre. La voz del humano se volvi realmente desagradable.

    El pequeo elfo sinti que el miedo lo desbordaba, le llegaba a la garganta, seca como un desierto y hasta la cara, y se puso a llorar. No era un llanto de lgrimas, sino de lamentos y sollozos aterradores. La mujer sinti su desesperacin y su miedo, como una sensacin fra entre las vrtebras y la piel de la espalda.

    Pero qu he hecho mal?, se pregunt. El pequeo segua llorando. Era un sonido desgarrador, que penetraba en el alma, con todo el dolor del mundo.

    T eres un nio, verdad? le pregunt luego.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Uno nacido hace poco confirm el pequeo. Seor humano aadi, despus de haber buscado un trmino que no pudiera sonar ofensivo.

    Tienes algn poder? pregunt la mujer. Dime la verdad.

    El elfo sigui mirndola. Nada de lo que deca la mujer tena sentido.

    Poderes?Todo aquello que puedes hacer.Ah, eso. Pues, muchas cosas. Respirar,

    caminar, ver, yo saber tambin correr, hablar..., comer cuando haber algo para comer... El tono del elfo se volvi nostlgico y vagamente esperanzado.

    La mujer se sent en el umbral de la cabaa. Inclin la cabeza y se qued all. Luego se levant.

    Tampoco tendra nunca el valor para dejarte aqu fuera. Puedes entrar. Puedes quedarte junto al fuego.

    Los ojos del pequeo elfo se llenaron de horror y comenz a retroceder.

    Por favor, seor humano, no...Y ahora qu te pasa?

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    El fuego no, me he portado bien. Por favor, seor humano, no comerme.

    Qu dices?No comerme.Comerte? Y cmo?Con romero, creo. Mi abuela decir as,

    cuando ella estar viva. Si t no portar bien, llegar humano y te come con romero.

    Eso deca tu abuela? Qu amable!La palabra amable entusiasm al

    pequeo elfo. sa s la conoca. Tuvo la impresin de estar movindose en terreno seguro. Sonri.

    S, es verdad, as es. Abuela decir: Humanos tambin canbales, y sta es la cosa ms amable que poder decir sobre ellos.

    Esta vez lo haba hecho bien. Haba logrado decir la frase justa. El humano no se enoj. Lo mir largo rato, luego se ech a rer.

    Ya tengo comida para esta noche asegur la mujer, puedes entrar.

    Lentamente, el pequeo elfo se arrastr dentro. De todas formas, fuera el fro lo habra matado. Muerto o muerto... Un fuego

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    de pino arda con todo su perfume de resina. Por primera vez en muchos das, el pequeo estaba en un lugar seco.

    Sobre el fuego se estaba dorando una mazorca.

    El elfo la mir fijamente, casi en un trance.Luego el milagro sucedi.El humano sac un cuchillo y, en vez de

    usarlo para degollarlo y prepararlo en estofado, cort la mazorca y le dio un pedazo.

    El pequeo se qued con alguna duda sobre el humano. A lo mejor no era tan malo, aunque quiz lo estaba engordando mientras consegua el romero. Sin embargo, igualmente se comi la mazorca. Se la comi grano por grano para hacerla durar el mayor tiempo posible. Ya era bien entrada la noche cuando termin. Tambin roy el zuro, luego se envolvi en su capa spera y hmeda, y se durmi como un pequeo lirn junto a las llamas que danzaban.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Captulo 2Captulo 2

    El amanecer fue gris como todos los amaneceres. La luz se filtr entre los troncos de la cabaa en rayos tenues, atravesando las espirales de humo que todava se levantaban de las brasas del fuego.

    El pequeo elfo se despert con una extraa sensacin. Tard algn tiempo en comprender, pero luego cay en la cuenta: no tena fro, no tena mucha hambre y no tena los pies helados.

    La vida poda ser maravillosa.El humano tampoco se lo haba comido.El pequeo se levant muy contento.Estaba cubierto con un chal de lana virgen.

    Era lana ordinaria, griscea, ms huecos que lana, pero era lana. El humano lo haba cubierto.

    Por eso no tena los pies helados. Se preguntaba por qu el humano lo habra cubierto. Quiz porque si le daba la tos, no sera un bocado tan bueno.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    El humano ya estaba despierto. Estaba atareado con las brasas. Con una especie de pala minscula, estaba empujando algunas brasas dentro de una bola de hierro agujereada, que contena un poco de paja y un buen pedazo de madera seca.

    Toda la operacin le pareci al pequeo de una estupidez desproporcionada, es decir, tpicamente humana.

    No hizo comentarios y se limit a devolver el chal.

    Puedes quedarte con l mascull el humano. Anoche temblabas. Colg la bola de hierro humeante en un palo, la protegi con una especie de minsculo trapo de pieles cosidas y se la ech a la espalda. Yo voy hacia el condado de Daligar le dijo bruscamente. Est arriba, en el altiplano. Dicen que el agua corre hacia la parte baja y que all todava hay campos y cultivos.

    Silencio. El pequeo elfo se estaba preguntando qu sentido tena esa informacin.

    Quiz era una forma de cortesa y l deba responder diciendo el lugar hacia el que se diriga.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Lstima que l no se dirigiera a ninguna parte. Se estaba limitando a alejarse del lugar en donde estaba antes, que simplemente ya no exista o, ms bien, s exista, pero bajo una docena de pies de agua, barro y hojas podridas.

    Qu te pasa? El gato se te ha comido la lengua?

    No haber gatos aqu, excelencia dijo el pequeo. Haba conseguido recordar finalmente el apelativo de respeto para los humanos. Su humano, adems, pareca extremadamente loco, as que era mejor andar sobre seguro con el respeto. Eso se llamar perro, excelencia..., y si l comer mi lengua, ahora tener sangre en... comenz a explicar respetuoso y paciente, pero el humano lo interrumpi.

    Est bien, est bien. Olvdalo.El humano lo mir y emiti un suspiro,

    mientras sacuda la cabeza. Tal vez tena alguna enfermedad que no le permita respirar bien.

    Quiz la inteligencia y la magia lleguen ms tarde. Como las muelas del juicio.

    Como qu cosa, alteza? pregunt el pequeo, alarmado por la palabra muelas.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Si slo pudiera estar seguro de cul era la frmula de cortesa!

    Las muelas de aqu atrs, aquellas que salen despus de todos los otros dientes.

    Ella se las mostr. Fue una psima idea. El pequeo comenz a llorar de nuevo.

    T haber dicho que t no comer a m, majestad gimote.

    El humano suspir de nuevo. Deba de tener realmente alguna enfermedad.

    En efecto, lo dije dijo con alegra. Entonces no hay nada que hacer, ya no puedo comerte.

    Le chasque los dedos al perro y se dirigi hacia la puerta. El pequeo elfo sinti tristeza. Aunque imprevisible y loco, el humano, sin embargo, era algo; algo mejor que estar slo consigo mismo hasta donde llega el horizonte. Adems, a lo mejor todava tena algn pedazo de mazorca. El corazn del elfo se encogi de nuevo y sinti que la tristeza lo llenaba todo, como la oscuridad cuando llega la noche.

    La puerta era ordinaria, de tablas de pino mal cortadas y mal pegadas, pero tena unos buenos goznes de bronce.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    sta debe de ser una cabaa de cazadores o mercaderes de pielesdijo el humano, no de simples carboneros.

    El perro sali corriendo, completamente feliz bajo la lluvia.

    El humano, en cambio, se qued bajo el umbral observando la cabaa. Levant los ojos hacia las tejas de piedra, que estaban en buenas condiciones, y hacia los pedazos de madera que estaban metidos entre las piedras de la parte baja para disminuir las corrientes de aire. Estaban bien secos, sin moho y con los ngulos sin lijar, llenos de astillas.

    Esta cabaa no est abandonada coment. De un momento a otro los propietarios podran regresar.

    El pequeo elfo empez a entender el sentido de la conversacin.

    Ellos comer a los elfos?Seguramente no los quieren. Si yo

    estuviera en tu lugar, no me quedara aqu para averiguarlo dijo el humano.

    El pequeo elfo sali afuera ms rpidamente que el perro.

    Se pusieron en camino.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Tienes un nombre?S repuso el pequeo con conviccin.El humano emiti de nuevo ese gracioso

    suspiro.Y cul sera ese nombre?Record las lecciones de gramtica

    humana que la abuela le haba dado.No, no sera. Sera es para cosas

    inciertas, en cambio un nombre es algo seguro. Cualquiera estar seguro de su nombre, por lo tanto t no deber preguntar cul sera, excelencia, sino cul es... .

    Y cul es ese nombre? grit la mujer. Est bien, est bien, no grito ms, lo prometo. No te pongas a llorar otra vez. No grito Y no te como. Cmo te llamas?

    Yorshkrunsquarkljolnerstrink.Puedes repetirlo? pidi el humano.S, claro, yo poderconfirm el pequeo,

    complacido.El humano suspir de nuevo. Realmente

    tena que estar enfermo.Repite dijo.Yorshkrunsquarkljolnerstrink.Tiene un diminutivo?

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Claro, yo tener.Pausa y un nuevo suspiro gracioso del

    humano. La conversacin con ellos era realmente un tormento, la abuela se lo haba dicho.

    Y cul es ese diminutivo? Yorshkrunsquarkljolnerstrink.Cmo no dijo el humano, que de

    repente pareci cansadsimo.Sin duda, deba de estar enfermo.Te llamar Yorsh concluy el humano.Sacudi de nuevo la cabeza.Probablemente debo de haber hecho

    algo terrible en mi vida anterior y ahora lo estoy pagando refunfu.

    Esto por lo menos tena sentido. He ah por qu el humano era tan estpido y loco: haba utilizado ocho preguntas slo para averiguar cmo se llamaba. Pero estar solo en aquella tierra era en verdad extremadamente terrible. Y adems, el chal de lana lo haba calentado un poco, antes de que se empapara.

    Yo me llamo Sajra dijo la mujer.Yorsh se puso a su lado, contento con esa

    presentacin.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Cmo se llama el perro?No tiene nombre respondi la mujer,

    se llama perro y basta. Es un sonido corto y no tuve que pensar mucho para encontrarlo.

    Al pequeo le pareci muy triste que una criatura viviente se quedara sin nombre propio, que fuera designada con uno comn como si se tratara de un rbol o de una silla, pero ahora que conoca la irritabilidad de la mujer decidi callarse sus observaciones.

    En todo caso, l no dejara a la criatura sin nombre. Le dara un nombre dentro de su cabeza. Slo deba pensarlo bien, un nombre no se escoge a la ligera. El nombre es el nombre. Una responsabilidad importante.

    La lluvia segua cayendo.Caminaban lentamente debido al barro.La mujer tena las piernas ms largas que

    el elfo. Yorshkrunsquarkljolnerstrink tena que correr para seguirle el paso y estaba agotado. Ya casi no le tena miedo al perro e incluso se haba atrevido a tocarlo para apoyarse en l. El perro le haba dejado hacerlo.

    T tener todava una cosa con los granos amarillos? pregunt discretamente el pequeo.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Todava tengo una mazorca, pero quiero dejarla para esta noche.

    Si nosotros morir en el pantano antes de esta noche, quin comer la mazorca?

    Ya tienes hambre?S. Yo tener ham..., no, yo tengo hambre.Muy bien, aprendes rpido. Entonces

    aprende esto. Si nos comemos la mazorca ahora, ser terrible no tener nada para esta noche.

    A lo mejor el mundo se acabe antes de esta noche. A lo mejor nosotros nos acabemos antes de esta noche. A lo mejor yo me acabo antes de esta noche.

    Cllate y camina. Usa tus fuerzas para caminar.

    Yo lograr, no, yo logra... mmmh, no, yo logro hacer dos cosas a la vez, caminar y hablar de la mazorca. Al contrario, menos esfuerzo si nosotros habla.

    Silencio dijo la mujer. El tono haba cambiado.

    Pero...Silencio susurr la mujer. Se arrodill

    junto al pequeo elfo para estar menos alta, menos visible. El perro gru. Los ojos de la

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    mujer continuaron explorando el caaveral y los pantanos que rodeaban el sendero.

    Est bien, nosotros comer esta noche. T no enfurece

    Corre! grit la mujer. Se levant, cogi al pequeo del brazo y comenz a correr. Por aqu! le grit al perro, que tambin se ech a correr con ellos. El pequeo elfo se cay, se levant y se cay de nuevo. Se ech a llorar.

    No enoje, no enoje, nosotros coma esta noche.

    Nos estn siguiendo le explic la mujer, con el ltimo aliento que le quedaba y sin dejar de correr. Ves esa colina all abajo? Yo tengo las piernas ms largas. Ir por la parte de abajo y har que me sigan a m. T ve por en medio de las zarzas y mantn a salvo el fuego. Toma. Nos vemos en la colina.

    La mujer le dio el bastn con la bola de metal y se ech a correr. Mientras escapaba, quebraba ramas y emita sonidos roncos. El pequeo elfo se agazap entre las zarzas y se qued all mientras su corazn se calmaba.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Se pregunt quin los seguira. Quiz los propietarios de la cabaa donde haban pasado la noche. Quiz se haban ofendido por la intrusin. Quiz tenan el romero y les faltaba un pequeo elfo para completar.

    El miedo le atenaz las entraas.Barri con sus ojos los caaverales bajo la

    fina lluvia, pero no vio a nadie.El miedo comenz a diluirse lentamente y

    se convirti en tristeza.De nuevo estaba solo; de nuevo, de ah

    hasta donde llegaba el horizonte, slo estaba l.

    Record que la abuela lo coga en brazos mientras hervan las castaas en la olla.

    La tristeza llen todo su ser, luego comenz a convertirse en desesperacin.

    Record a la mujer humana que, aunque lo aterrorizaba, le haba dado la mazorca, y eso ya era algo. Mejor que estar nuevamente l solo. l solo, hasta el horizonte. Volvi a lamentarse en silencio, dentro de su cabeza, sin emitir ningn sonido que interfiriera para nada con el sonido de la lluvia que caa ligera.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Pens que si alguna vez volva a ver al perro podra llamarlo Alguien que respira junto a ti, pero la mujer haba dicho que para un perro era mejor un nombre corto, y ste no lo era.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Captulo 3Captulo 3

    La luz se estaba acabando cuando la mujer lleg a la colina.

    El corazn del pequeo elfo se calm.La mujer estaba sin aliento. Se dej caer

    en el barro. El perro estaba con ella.Era un cazador dijo la mujer jadeando

    . Con un arco. Lo he visto. Hemos logrado dejarlo plantado.

    Ohhhhhhhhhhhhh dijo el pequeo realmente impresionado, quieres decir que despus el trigo crecer encima de l?

    Claro que no explic la mujer exasperada, slo quiero decir que lo he dejado atrs.

    Ahhhhhhhhhhhh! Ya lo entiendo minti el pequeo: por qu la lengua incomprensible de los humanos tena ms de un significado para un mismo sonido? Pero claro! La estupidez! Deba recordarlo.

    Qu es un arco? continu informndose.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    El perro comenz a gruir de nuevo.Sujeta el perro dijo la voz.El pequeo elfo comprendi lo que era un

    arco: una rama curva con una cuerda muy tensa atada para poder lanzar el palito con la punta de hierro contra el corazn de la mujer.

    El cazador era an ms alto que la mujer. Tena pelos oscuros por todas partes, encima y alrededor del rostro; l s tena barba. Llevaba ropa que pareca abrigadora, ms abrigadora que la de tela, y de la cintura le colgaba una impresionante coleccin de puales y un hacha. Haba aparecido de repente por detrs del elfo. Mientras la mujer crea que lo haba dejado atrs, el cazador haba dado la vuelta por el otro lado, a travs del bosque.

    l y la mujer se miraron fijamente, despus la mujer llam de nuevo al perro.

    El cazador baj el arco.Slo quiero un poco de fuego. El mo se

    ha apagado. Slo quiero volver a encender mi mecha. He visto que tienes una.

    La mujer lo mir.Nada ms?

    ~~3232~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Nada ms.Se miraron durante largo rato, luego la

    mujer asinti.Dale el fuego dijo. Oye, te estoy

    hablando a ti. Dale el fuego. Pero dnde lo has puesto?

    Lo he escondido all abajo dijo el pequeo.

    De verdad? dijo la mujer. Pues buena idea. Exactamente dnde lo has escondido?

    Ah, en el charco, debajo del agua, as nadie lo puede ver dijo el pequeo, feliz.

    Era tan hermoso ser aceptado. Record cuando la abuela lo sostena en sus brazos y le deca que era el mejor pequeo elfo del mundo. La felicidad lo invadi, como cuando el viento de la primavera se llevaba las nubes del invierno.

    Trot muy alegre colina abajo. La lluvia haba parado. Una plida raya azul apareci entre las nubes y se reflej en el agua del pantano, donde el pequeo se agach para extraer con aire triunfante el bastn con la bola de hierro. De la bola caan pequeos ros de agua. El hombre y la mujer lo haban seguido y lo miraban sin decir ni una

    ~~3333~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    palabra. La mujer se sent sobre un tronco y puso la cabeza entre las manos.

    Has hecho que se apagara dijo con voz ahogada.

    S, cierto, as es ms fcil esconder!Hizo un movimiento con los brazos para

    explicar el esconder.El chal se le cay, revelando sus ropas

    amarillas.Es un elfo dijo el cazador, estupefacto.S, en efecto, es un elfo confirm la

    mujer con voz inexpresiva.Ests buscando problemas? pregunt

    el hombre.No, me tropiezo con ellos, pero no a

    propsito.Tiene poderes?No, es una especie de nio.Uno nacido hace poco confirm el

    pequeo.El hombre no tena intencin de desistir.

    Fue hacia el pequeo.Sabes encender un fuego?S, creo que s. Nunca lo he hecho,

    pero todos saben encender un fuego.

    ~~3434~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    La mujer levant la cabeza y lo mir asombrada.

    Entonces encindelo le pidi el cazador.

    Tena una voz ms profunda que la mujer.El pequeo pos su mano sobre la bola de

    hierro seca que el cazador haba sacado de su alforja. Dentro haba paja. Cerr los ojos. La imagen del fuego llen su mente. El olor del fuego llen su olfato. La tibieza del fuego regres a su memoria.

    Cuando abri los ojos, el fuego brillaba dentro de la bola.

    La mujer estaba boquiabierta.Sabes encender un fuego sin yesca?S.Por qu no me lo habas dicho?T no pregunt.Te pregunt si tenas poderes!S. Yo respondo, habl de grandes

    poderes: respirar, comer, estar vivo. El fuego encendido es un pequeo poder. Basta subir la temperatura y nace el fuego. Todos saber hacer esto.

    Yo no dijo la mujer.

    ~~3535~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Nooooo? El pequeo estaba pasmado. No es posible. Todos saber...

    Y si supiramos encender el fuego para qu cargaramos con las bolas de hierro?

    Porque sois humanos explic el elfo serenamente. Sois estpidos.

    Ests pagando por una vida anterior o hay otro motivo por el cual cargas con un elfo? El hombre pareca cada vez ms perplejo. A parte del placer de su compaa, en la primera aldea os eliminarn a ambos. A la gente no le gustan los que encienden el fuego con el pensamiento.

    Por qu no? Ser ms cmodo que llevar bola con fuego adentro.

    Podras quemar a una persona, una casa. Una casa con una o dos o quince personas adentro. La idea era tan atroz que el pequeo elfo cerr los ojos y gimi de dolor. Vio en su cabeza los cuerpos quemados, incluso sinti el olor de la carne quemada. El horror lo venci. Comenz a vomitar. Fi-nalmente se recuper y se puso a llorar. No era su habitual secuencia de aullidos y chillidos, sino un largo llanto, lleno de gemidos agudos y gritos desgarradores.

    ~~3636~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Hazlo callar! grit el hombre. Hazlo callar. Es insoportable!

    Has visto lo que has hecho? grit la mujer. Te lo juro, pequeo, todo est bien, no ha pasado nada. Slo fue por decir algo.

    Slo por decir algo! El pequeo estaba indignado. En todo caso funcion. Dej de llorar. Cmo osar, cmo poder, cmo poder osar decir cosas tan dolorosas slo por decir algo.

    Comenz a llorar de nuevo. Esta vez era su habitual secuencia de aullidos desgarradores.

    El hombre se sent sobre un tronco. Tambin l deba de tener una enfermedad porque suspiraba igual que la mujer. El cielo continu despejndose. Empezaron a aparecer las estrellas, las primeras que se vean en semanas.

    Tengo un conejo dijo el hombre, lo he cazado esta maana. Me habis dado el fuego, yo tengo un conejo y ha parado de llover. Acampemos aqu y comamos algo. Me llamo Monser.

    Hubo un poco de silencio, slo un poco.Sajra dijo la mujer.

    ~~3737~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Tambin el pequeo dej de lamentarse y dijo su nombre.

    Est resfriado? pregunt el hombre.No, no ha estornudado, se es su

    nombre.Tambin el conejito tiene granos como

    la mazorca? pregunt Yorsh, que se anim rpidamente con la palabra "Comer.

    El hombre se ech a rer.No dijo, el conejo tiene una piel

    bonita, con la que despus se pueden calentar los pies, mira! Abri su alforja para que el pequeo pudiera mirar.

    Yorsh puso sus manos en los bordes del morral y mir, feliz, adentro. La idea de algo que llenara el estmago y tambin calentara los pies era simplemente paradisaca: ni siquiera la abuela, que todo lo saba, le haba hablado de semejante tesoro. Quiz los humanos no eran, despus de todo, tan... Un largo grito atraves el pantano.

    Un grito largo, atroz, cargado con todo el dolor del mundo.

    Es un cadver grit el pequeo elfo. Mira, lo ha golpeado con el palo que tiene la

    ~~3838~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    punta. Ahora est muerto. Queris comeros un cadver?

    Por qu?, vosotros os comis los conejos vivos? El hombre estaba exasperado.

    Los elfos no comemos nada que haya pensado, que haya corrido, que haya sentido hambre y que haya temido a la muerte. La abuela deca que los humanos comen seres que han estado vivos. Con romero. Hay romero por aqu? Yo no quiero ser comido. El pequeo se sumi de nuevo en su lamento desgarrador.

    La mujer se agarr la cabeza con las manos.

    Exactamente qu fue eso tan atroz que hiciste en tu vida anterior?, vendiste a tu madre? pregunt el hombre.

    Creo que es mejor que te vayas. Gracias por ofrecernos el conejo. No importa. Ya tienes fuego. Bueno, adis.

    No querrs renunciar a un pedazo de conejo por eso que est all, verdad?

    Lo s, es una locura, pero no soporto orlo llorar. Te lo ruego, vete.

    ~~3939~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    No puedo irme dijo el hombre, indeciso.

    Por qu?No puedo dejar a una mujer joven en el

    pantano. Ya es bastante peligroso que ests sola, pero adems cargando con eso a cuestas!

    Gracias, noble seor, pero hasta ahora me las he arreglado sola, no necesito ayuda. Recoge tu...

    Pero qu est haciendo?La mujer se volvi a ver. El pequeo haba

    agarrado al conejo entre sus brazos y lo acariciaba lentamente. Sus dedos se detenan donde la piel estaba empapada de sangre. Tena los ojos cerrados y una expresin ensoadora. Haba dejado de llorar.

    Pero qu haces? pregunt la mujer.Pienso.Piensas? Y en qu piensas?En l, en el conejio.Conejo.Conejo. Pensaba en cmo respiraba.

    Corra. l... s, l senta los olores y arrugaba su nariz. El ltimo olor que sinti fue el de

    ~~4040~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    las hojas hmedas y el de los hongos. No oli al cazador. Haba olor a hierba mojada y a hongos, s, un buen olor... Pienso en cmo respiraba... En la sangre que corra dentro de l...

    El conejo tembl, abri los ojos y los mantuvo abiertos y aterrorizados durante un instante; luego se sacudi, se tir al suelo y se ech a correr. Esquiv los pies del cazador, pas por entre las patas del perro, salt sobre el tronco donde estaba sentada la mujer, y despus de un ltimo desvo, desapareci para siempre en el caaveral.

    El pequeo elfo se pregunt si Conejo sera un buen nombre para el perro. Quiz no; se parecan un poco, pero la forma de la cola no tena nada que ver.

    El hombre y la mujer se quedaron un largo rato mirando el punto por donde haba desaparecido la cola blanca del conejo. El pequeo elfo pareca agotado. Estaba acurrucado en el suelo, temblando; luego comenz a recuperarse lentamente. El perro se encogi a su lado, y Yorsh lo abraz.

    Oscureci por completo.Las estrellas comenzaron a brillar sobre el

    agua del pantano, como un segundo

    ~~4141~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    firmamento irregular e interrumpido por los penachos de las caas.

    Era la primera noche clara despus de innumerables lunas.

    Adems de haber vendido a tu madre, tambin vendiste a alguno de tus hermanos menores? pregunt el hombre.

    En vez de contestarle, la mujer se volvi hacia el elfo.

    Tambin sabes hacerlo con personas?Los humanos, los elfos y los troles?

    Claro que no. Se puede hacer slo con las criaturas pequeas que tienen pocas cosas en la cabeza: el olor del agua, el color del cielo. Lo que es realmente fcil es revivir moscas, moscones y mosquitos, basta con acariciarlos y soar por un instante con su vuelo para que vuelvan a zumbar.

    De verdad? dijo el hombre. Qu bonito! Alguien que salva mosquitos es una compaa valiossima durante el verano. Alguien que sabe resucitar mosquitos, que reanima la cena, la nica cena que tena... Eres el sueo de mi vida. Cmo he podido vivir sin ti?

    Sabes hacer otras cosas? pregunt la mujer. No s, sabes multiplicar las

    ~~4242~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    mazorcas? Tenemos una, puedes hacer que se convierta en tres? O en cinco?

    Eran realmente tontos. El pequeo pareci receloso.

    Pues claro que no, la materia nunca se puede multiplicar.

    Y revivir un conejo muerto?Eso s puede hacerse. Una criatura

    muere cuando desaparece su energa.Su qu?Su fuerza. Tambin el fuego se apaga

    cuando pierde su fuerza. Revivir una criatura es como encender un fuego: slo una pequea transferencia de energa, desde dentro de mi cabeza hacia fuera de mi cabeza.

    El cazador se volvi hacia la mujer.Vete le dijo. Vete, es peligroso.

    Djalo aqu y vete.No puedo, es... pues, s, es slo un nio.Un cachorro corrigi el hombre.Uno nacido hace poco precis el

    pequeo.Se hizo un silencio. La mujer sacudi la

    cabeza.

    ~~4343~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Bueno, seores dijo el hombre, ha sido un verdadero placer conocerlos, me atrevera a decir que una autntica diversin. No quiero que toda esta felicidad me siente mal, por lo tanto retomo mi camino de horrendo cazador que aplasta los mosquitos por gusto, sobrevive comiendo conejos y prospera vendiendo sus pieles. Espero que, si mi camino vuelve a cruzarse con el de ustedes, tenga tiempo de escapar antes de que me vean.

    El pequeo elfo pareca interesado en ese descubrimiento.

    Ah, de verdad? A los humanos la felicidad no les sienta bien? Por eso se esfuerzan tanto en estar mal! No es slo que sean estpidos!

    No respondi el cazador, los humanos en general buscan ser felices. Lo que he dicho se llama irona. Me voy de aqu porque vuestra compaa me impide ser feliz o simplemente comerme mi conejo. Pero, en vez de decir una cosa, digo la contraria. Los humanos a veces hacemos eso. Lo entiendes?

    ~~4444~~

  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    S, claro minti el pequeo. Eran realmente estpidos. Locos y estpidos. Sin esperanza.

    Espera dijo la mujer, yo te doy mi mazorca. Por nuestra culpa has perdido tu conejo.

    Sac de su alforja la ltima mazorca y se la ofreci. El pequeo vio cmo los granos amarillos cambiaban de propietario. Sus ojos dejaron de resplandecer y la tristeza le cubri todo el rostro, pero no se atrevi a rechistar.

    Es la nica que tienes?S respondi la mujer. Tambin ella

    tena el rostro de alguien que acababa de enterrar a su madre. A su madre y a sus hermanos menores.

    El cazador lo pens, luego se quit el carcaj y el arco que llevaba en bandolera y se sent sobre la nica piedra plana de toda la colina.

    Bueno, de todos modos el conejo ya se ha ido. Me quedo aqu por esta noche, y partimos un pedazo para cada uno.

    El cielo se oscureci de nuevo, pero no volvi a llover. Acamparon sobre una roca seca. La mazorca se dor. El cazador la

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    parti en tres y se la comieron lentamente, un grano tras el otro, y luego el pequeo se durmi como una pequea marmota. Antes de dormirse, pens por un instante en un nombre para el perro: El que corre con el viento le pareci bonito, pero no estaba seguro de que, por ser tan largo, fuera aceptable. Despus de que el sueo lo venciera, el cazador lo cubri con su chaqueta de piel para calentarlo.

    Tambin le coloc la chaqueta sobre la cabeza, sobre los ojos, las orejas, la nariz. Luego agarr una alforja ms pequea que tena debajo del carcaj, y de all sac una codorniz. La desplum con movimientos furtivos y silenciosos. La mujer lo ayudaba como poda. Pusieron el pjaro en el fuego, que estaba a sotavento del pequeo elfo, y cuando por fin la codorniz estuvo cocinada, o menos cruda pero comestible, se la comieron. Esta vez comieron deprisa y en silencio, como dos ladrones, y mirando, continuamente y con preocupacin, el bulto del pequeo elfo que dorma. Cuando terminaron, le dieron los huesos al perro, que, feliz, los hizo desaparecer dentro de su boca. Luego juntaron todas las plumas y el

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    cazador se alej para cavar un hueco mi-nsculo y hacerlas desaparecer dentro.

    Despus, finalmente se durmieron.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Captulo 4Captulo 4

    El alba surgi un poco menos gris que de costumbre. De nuevo, no llova y haba un dbil vestigio de azul plido.

    El hombre fue el primero en levantarse. Se estir, respir profundamente y pens que el aire tena un olor agradable. A hojas hmedas y a hongos. Un olor agradable. Mir dormir a la mujer y al pequeo elfo. Recogi sus cosas, se las ech a la espalda junto con el bastn que llevaba la bola de hierro, recuper la chaqueta de piel que haba envuelto alrededor del pequeo elfo y se march. Mientras descenda la colina se volvi y vio todava all a la mujer y al pequeo elfo, dos bultos alrededor del fuego que quedaba. El pequeo elfo temblaba de fro. Aun a esa distancia poda verse. El hombre regres y de nuevo envolvi al pequeo en la chaqueta y luego atiz el fuego. Finalmente se puso en camino otra vez. En la mitad de la colina se volvi nuevamente y vio los dos bultos cerca del

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    fuego. Camin casi un kilmetro ms y mir otra vez. Las luces de las llamas se fundieron con la luz del sol naciente, que despus de muchos meses apareci por primera vez en el horizonte durante algunos minutos: aun a esa distancia poda verlos. El hombre se qued un largo rato mirndolos; luego, lentamente, paso a paso, regres.

    Se sent sobre una piedra y esper.El primero en despertarse fue el pequeo

    elfo.Un grito largo y agudo atraves el pantano.

    Lleno de todo el dolor del mundo.El pequeo elfo grit un buen rato contra

    ese horrible trapo hecho con pieles de cadveres. El grito se prolong y luego se perdi dentro de otros gritos que se entrelazaron con el eco de los anteriores, mientras que el sol apareca, desapareca y apareca de nuevo, hasta que comenz a llover otra vez.

    Reanudaron la marcha. Una de las plumas de la codorniz comenz a flotar con el viento y fue identificada inmediatamente como perdida por una codorniz muerta (debido a su olor o quiz a los pensamientos que evocaba; esto no se aclar). A continuacin

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    hubo una largusima serie de lamentos desgarradores.

    En su dolor, el pequeo no vio una raz y se tropez con ella. Enseguida comenz un lloriqueo sosegado que se prolong hasta el medioda. En ese momento el cazador ame-naz con ensartarlo como un pincho si no dejaba de llorar, y esto provoc una serie de chillidos aterrorizados que duraron hasta la noche.

    Comenzaba a oscurecer cuando el pequeo elfo percibi que tena un hambre considerable. Era un tipo de hambre que naca dentro de la barriga y llegaba hasta la cabeza, pasaba por los pies fros y de alguna manera tambin por las orejas heladas. Describi con todo detalle la sensacin que experimentaba dentro de s, sin lograr decidir si se trataba simplemente de un vaco, una carencia o una verdadera entidad negativa.

    Despus la conversacin se transform en un discurso sobre el sufrimiento en general, que tampoco quedaba claro si era una entidad negativa independiente, o si era simplemente una falta de alegra, o solamente una falta de bienestar, pues, para ser ms precisos, la falta de bienestar es en

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    general un sufrimiento mayor que la simple falta de alegra, y la falta de alegra, de hecho, puede constituir una situacin estable, o por lo menos casi normal. En cambio, a propsito del sufrimiento como entidad independiente, alguna vez les haba contado cuando se clav una astilla debajo de la ua del dedo gordo del pie derecho? O era del izquierdo? Ah, no, era del derecho, s, ahora que lo pensaba bien estaba seguro, se haba clavado una espina y la abuela se la haba sacado con una aguja, una aguja! Todava se senta mal cuando lo recordaba; haba sido terrible, terrible! Y adems aquella vez que se haba cado y se haba hecho una herida en el codo. La sangre le haba salido desde dentro desparramndose hacia fuera. Una cosa horrible, horrible! Fue el codo izquierdo. Y la ua fue la del dedo del pie derecho, ahora estaba seguro. All incluso le haba quedado la cicatriz, en el codo, quera decir. Queran verla? La cicatriz. Estaban seguros de que no queran verla?

    Mientras el pequeo se extenda sobre la tercera vez que haba tenido un resfriado y en la cantidad, color y densidad del moco que sacaba por la nariz durante los

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    diferentes momentos de la evolucin de su enfermedad, encontraron unas matas verdes que, tanto la mujer como el cazador, identificaron como romero. A partir de ese momento, por primera vez desde el alba, el pequeo elfo se call.

    De repente, cuando estaban cruzando un bosque de castaos y alerces en la falda de una colina, despus de una curva, apareci Daligar. Estaba en el extremo de un pequeo valle, sobre las dos riberas de un pequeo ro de aguas caudalosas. Pareca salido de un cuento. Haba muchas casas y todas tenan luces en las ventanas, que iluminaban los palos puntiagudos y afilados que protegan los muros exteriores. Todas las ventanas se reflejaban en el agua oscura y, como si eso no fuera suficiente, haba ms fuegos, uno sobre cada una de las torres intercaladas en los murallones que rodeaban la poblacin, y en las que se encontraban los arqueros. Y sobre los murallones haba antorchas, una a cada seis pasos, frente a las parejas de alabarderos. Todas estas luces se reflejaban en el agua del foso. El puente levadizo estaba levantado, y ste, al igual que los murallones y las torres, tena unos palos afi-

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    lados que apuntaban hacia el exterior, lo que le daba a la pequea ciudad el aspecto de un gigantesco puercoespn.

    El cazador se qued contemplndolo todo.No parecen muy amigables coment.Claro que s objet el pequeo. La

    gente enciende luces cuando espera a los amigos. Donde hay tantas velas, tambin hay mazorcas. Este lugar debe de ser hermoso. Debe de haber mesas con mazorcas y tambin castaas y adems velas! Quiz tambin haya platos. A lo mejor una cama de verdad. Grandes chimeneas. Vamos?

    No, ahora durmamos, y maana nos vamos rpidamente, pasando de largo.

    Por qu?Porque su amigable puente levadizo

    iluminado como un pastel de cumpleaos est cerrado como una concha cerrada. Porque parece uno de esos lugares donde es difcil entrar y an ms difcil salir.

    Qu es una concha?Una cosa que est en el mar, el agua que

    est al otro lado de las montaas de las tinieblas.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Se come?De ninguna manera! Las conchas estn

    vivas, nacen, mueren, piensan y se las arreglan tambin para escribir poesa. Aparte del puente levadizo y la empalizada, t eres un elfo, y los elfos slo pueden estar en Lugares para Elfos, y ste no lo es. Si aparecemos all contigo, terminaremos col-gados de uno de esos torreones antes del amanecer. Prefiero no averiguar qu fin tendras t, porque aquellos como t que se dejan pescar fuera de un Lugar para Elfos tienen un final desagradable, sabes? Realmente desagradable.

    Descargaron sus fardos y comenzaron a recoger lea y pifias para el fuego. El cazador cort dos ramas grandes y las co-loc una contra otra para formar un minsculo refugio, una especie de madriguera que los protegiera un poco durante la noche. La mujer busc musgo, helechos y hierba seca para rellenarlo y as poder dormir sobre algo mullido.

    A propsito dijo la mujer, los elfos han estado en los Lugares para Elfos desde tiempos inmemoriales. Creo que existen condenas, que no son cosa de risa, si uno de

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    vosotros sale fuera de all. Qu haces t vagando por el mundo?

    El Lugar para Elfos donde estaba se inund respondi el pequeo. El recuerdo le encogi el alma. Su cara se descompuso nuevamente, y los ojos se le apagaron por la tristeza y se volvieron vagamente grisceos, de modo que el azul fue desvanecindose en ellos como el color del cielo en un lodazal.

    Se inund? Haba agua por todas partes?

    S, todo estaba bajo el agua; luego la abuela me dijo que me fuera.

    Que te fueras hacia dnde?No lo s. Que me fuera.Pero tu abuela no saba algo de magia?

    No s, calentar el agua para hacerla desaparecer igual que desaparecen los charcos en verano, o algo por el estilo.

    Puedes hacer eso con un poco de agua. Un cuenco de agua. Pero no si el agua es tanta como para inundar el mundo. Y adems tambin mam se haba ido al lugar de donde nunca se regresa. Para m era mi madre y para la abuela era su hija. Y la abuela ya no volvi a hacer magia. Cuando uno tiene mucha tristeza, la magia se ahoga

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    dentro, como las personas en el agua. La abuela saba cmo se haca: si piensas con fuerza en las cosas, stas se vuelven realidad. Pero si dentro hay tristeza, lo nico que sale de la cabeza es tristeza. Si ests triste, no enciendes ni siquiera el fuego. Nosotros tenamos fuego porque siempre estaba en la chimenea. Si sta se hubiera apagado, nos habramos quedado sin fuego, porque la abuela ya no tena la fuerza y yo era demasiado pequeo. Luego lleg el agua y apag tambin el fuego de la chimenea y luego lleg ms agua y luego ms y la abuela me dijo: Vete.

    Irme a dnde?, pregunt yo. A cualquier lugar que no sea ste, dijo ella. El agua ha arrasado tambin los puestos de guardia. No te detendrn. Ve. Yo ya estoy demasiado vieja, pero t puedes lograrlo. Vete y no mires hacia atrs. Y yo me fui. Un paso tras otro, por el barro y por el agua. Sin embargo, mir hacia atrs. En el Lugar de los Elfos, las cabaas no tienen puertas y tampoco ventanas, slo grandes huecos abiertos por los que se poda ver a la abuela sentada en su silla y el agua que suba, y ella estaba ah y el agua suba y luego slo se vio el agua.

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    El pequeo se puso a llorar otra vez, una serie de lamentos dbiles, silenciosos, casi imperceptibles.

    El hombre y la mujer encendieron el fuego usando la yesca del cazador. Luego, al buscar en el bosque, encontraron un puado de castaas. Las doraron y se las dieron casi todas al pequeo elfo, porque ambos notaron que, curiosamente, no tenan hambre.

    El pequeo se las comi lentamente, una por una, para hacerlas durar ms tiempo, y su tristeza se desvaneci dentro de la pulpa clara de las castaas.

    Antes de dormirse pens en un nombre para el perro, que tena el mismo color de las castaas, pero corra y ladraba, mientras que las castaas estaban quietas y calladas y nunca se acercaban a lamerte la cara y tampoco saban menear la cola. Tampoco Castaa era un buen nombre. Deba pensar en algo mejor. Antes de lograrlo, se durmi cerca del fuego, entre el hombre y la mujer, envuelto en su chal de lana.

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    Captulo 5Captulo 5

    Los despertaron los alabarderos.Era la patrulla.No slo Daligar, sino tambin sus afueras

    estaban vetadas para cualquiera que no fuera residente, pariente de un residente, husped de un residente o de alguna manera aceptado por sus residentes, y ellos no entraban en ninguna de estas categoras.

    La patrulla hizo indagaciones sobre la existencia y la cantidad de sus bienes y, en general, sobre sus medios de sustento. La respuesta obtenida, que fue nada de nada, salvo la ropa que llevamos puesta y tres monedas de un peso, hizo que los guardias fueran an menos cordiales con ellos.

    La patrulla les pregunt exhaustivamente sobre su estado de salud. Tenan garrapatas, piojos, pulgas? Haban tenido contacto con colricos, leprosos, pustulosos, escrofulosos, apestados, personas afectadas por vmitos, disentera, fiebre, manchas de

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    cualquier tipo, ulceraciones, ojos lagaosos, lombrices intestinales? De ser as, habran sido abatidos en ese mismo lugar para evitar cualquier forma de contagio. Tambin el nio se encontraba bien? Si estaba bien, por qu la madre lo llevaba entre sus brazos envuelto con ese chal? Por qu estaba cansado, pequeo y lloroso? No, los nios pequeos, cansados y llorones no estaban prohibidos.

    Despus fue el turno de las armas. Tenan armas de corte, de lanzamiento, de tiro, incendiarias, contundentes, penetrantes, cortantes, quemantes, para la caza, para el combate a pie, el combate a caballo, en mua, a cuatro patas, el duelo, la guerra de bandas, la guerra de trincheras, el asedio, el contraasedio, el tiro al blanco y de diversin? S?! Un arco, un pual, un hacha, unas pequeas tijeras y un cuchillo para cortar el pan. Todo confiscado. Tambin las dos bolas de hierro para llevar el fuego: armas incendiarias.

    Haban sido ellos los que haban cortado dos ramas enteras que pertenecan al condado de Daligar, y haban arrancado cuatro plantas de helecho para hacer un refugio? Esto entraba en la definicin de

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    delito contra el patrimonio pblico, para el cual exista un debido proceso. Les molestara tener quieto al perro mientras ellos lo enjaulaban? Estaba prohibido todo tipo de animales, ya fueran domsticos o salvajes, y el de ellos entraba en ambas categoras.

    Ahora podan ponerse en marcha.Entraron a Daligar escoltados por los

    alabarderos. Era el lugar ms estrambtico e increble que el pequeo elfo jams hubiera soado. Haba humanos por todas partes: grandes, pequeos, varones, hembras, armados, desarmados y con ropas de todos los colores posibles.

    Haba mucho ruido. Al parecer, todos vendan de todo. Panes, mazorcas, manzanas grandes, ollas para cocinar, lea para el fuego y madera para hacer sillas. Tambin haba unos graciosos pjaros que caminaban en medio de la gente. Eran pjaros extraos, grandes, gordos y con alas demasiado pequeas para volar, que emitan un canto curioso que repeta continuamente co-co.

    Los alabarderos los escoltaron hacia el centro de la plaza. All haba una especie de

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    baldaqun cubierto con una variedad de telas rojas y doradas que daba la curiosa impresin de ser una enorme cuna y en cuyo interior estaba alguien envuelto en un largo vestido blanco con bordados, que tam-bin le cubra la cabeza, y que le haca parecer un enorme recin nacido.

    El enorme recin nacido dijo responder al curioso nombre de JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes que no era exactamente un nombre hermoso como Yorshkrunsquarkljolnerstrink, pero que no dejaba de ser un nombre bonito.

    El JuezadministradordeDaligarytenitorioslimtrofes les pregunt sus nombres, edades, actividades o lo que saban hacer y, sobre todo, qu haban ido a hacer a Daligar y sobre todo si eran residentes, parientes de residentes, huspedes de residentes o por lo menos gratos a los mismos.

    El cazador respondi que no les importaba nada Daligar ni sus habitantes, parientes de residentes, huspedes de residentes y simpatizantes o lo que fueran, y que todo lo que queran era salir lo ms pronto posible

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    de Daligar y de sus territorios limtrofes para seguir su camino.

    El JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes pareci molestarse con esa respuesta. Su rostro se ensombreci y la muchedumbre a su alrededor tambin murmur en seal de desaprobacin. No es corts decirle a alguien que no te interesa su casa, estas cosas se las haba explicado la abuela.

    El JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes dijo que si no les gustaba Daligar, ni sus territorios limtrofes ni sus residentes, ni aun los parientes huspedes y simpatizantes, habra bastado con que se hubieran quedado en sus casas, dondequiera que stas se hallaran. As les habran evitado a los alabarderos el esfuerzo de tener que descubrirlos, interrogarlos y arrestarlos, y a l, el JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes, la molestia de encontrarlos, juzgarlos, condenarlos y expulsarlos, para no hablar del delito contra el patrimonio pblico: la rotura de dos ramas enteras y la fragmentacin de cuatro plantas de helecho

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    que, en su barbarie, le haban infligido a la comunidad.

    La muchedumbre murmur en seal de aprobacin. En ese momento comenz nuevamente a llover y los nimos empeoraron.

    La condena fue de tres monedas de un peso, que era justo lo que tenan (qu casualidad!) y la confiscacin de todas sus armas y de la yesca con el fuego. Les dejaban el perro.

    Bueno murmur la mujer, mientras comenzaban a alejarse, podra haber sido peor.

    Y cmo? pregunt el cazador.En aquel momento comenzaba el segundo

    caso de la jornada para su excelencia el JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes.

    Era una mujer a quien una carretilla le acababa de matar uno de esos graciosos pjaros que hacan co-co y que resultaron llamarse gallinas. La mujer la llevaba en la mano y se le vea el cuello partido. Mientras pasaba por el lado de Sajra, un minsculo dedo pegado a una manita que se extenda desde una manga de un inconfundible color

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    amarillo, sali por debajo del chal de lana gris para posarse sobre las suaves plumas junto a la fractura y detenerse all. El cuello de la gallina recuper su curvatura normal y luego, lentamente, sus ojos se abrieron de par en par.

    Despus de esto se arm una barahnda: la gallina que escapaba, la palabra elfo que resonaba entre la multitud, todo el mundo gritando y chocando entre s, y finalmente, ellos tres en medio de las lanzas de los alabarderos, con las puntas apoyadas justamente sobre sus gargantas.

    Ahora s dijo la mujer, la cosa est peor.

    Despus de la resurreccin de la gallina, el ambiente se haba vuelto realmente candente.

    Esta vez, el JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes se dirigi en particular a Yorshkrunsquarkljolnerstrink, quien de todas maneras pensaba que era afable y simptico y adems tena un nombre bonito, y bien, s, el cazador haba sido un tanto brusco cuando haba hablado con l. No se le dice a una persona que su pueblo no es gran cosa

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    y que a ti no te gusta. No es corts. Nunca se debe hacer.

    T eres un elfo dijo el Juez, con severidad.

    Sus palabras eran duras. El tono era solemne y definitivo. Haba pronunciado lentamente la palabra elfo, deletrendola, e-l-f-o. Las letras cayeron como piedras sobre la multitud enmudecida.

    Es slo un cachorro dijo el cazador.Un pequeo dijo la mujer.Uno nacido hace poco precis el elfo

    muy contento. l tambin quera dar a conocer que tena un nombre bonito: Yorshkrunsquarkljolnerstrink se present, haciendo una pequea inclinacin de cabeza.

    Est prohibido eructar en la corte dijo el Juez, muy serio, y yo, el JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes, te prohbo mentir tambin. Al pronunciar esas ltimas palabras, el Juez se haba puesto de pie con un aire cada vez ms solemne.

    El pequeo se qued perplejo. Los elfos no pueden decir nada diferente de lo que est dentro de su cabeza. Bueno, s, alguna

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    mentirijilla por cortesa: decir que has entendido cuando las conversaciones son incomprensibles, porque tratar a los estpidos de estpidos es una falta de buena educacin, pero eso es todo. Lo que est dentro de la cabeza tambin est fuera. De la perplejidad pas a la desilusin. Aunque tena un nombre bonito, este humano no era menos extrao que los dems.

    Y exijo que me hables con el respeto que merezco.

    Cmo era la frmula de cortesa? El pequeo elfo comenz a inquietarse.

    Imbcil!No, quiz no era esa.Imbelencia, no. Excelele.Cmo era?Silencio le grit el Juez a la multitud

    que se carcajeaba, y t llmame JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtrofes termin el hombre dirigindose al elfo.

    Claro! Claro! respondi el pequeo, entusiasmado, mientras una enorme sonrisa le iluminaba el rostro: JuezadministradordeDaligaryterritorioslimtr

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    ofes es un nombre muy bonito, se lo podramos poner al perro! aadi, contentsimo.

    La muchedumbre se descontrol del todo. Un anciano casi se ahog de la risa, y a un alabardero se le cay la alabarda sobre un pie. Esto volvi a disparar la hilaridad general. El pequeo elfo, contagiado, tambin se ech a rer: cuando los humanos rean, eran realmente hermosos.

    El nico que permaneci serio fue el Juez.Responde dijo dirigindose al pequeo

    , conoces a este hombre y a esta mujer?S dijo el pequeo, con decisin.Aparte de la culpa gravsima de llevar un

    elfo consigo y la culpa, an ms grave, de haberlo introducido con engaos en nuestra bienamada ciudad, han cometido otros delitos?

    S. El humano varn come cadveres con romero, creo, y adems gana dinero vendiendo sus pieles. Esa hembra vendi a su mam y a sus hermanos grandes, no, a los pequeos, mmmm... S, primero a los pequeos, no lo recuerdo bien.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    De nuevo se hizo un silencio total. Luego estall una barahnda infernal; realmente ya no se entenda nada.

    Te dije que yo me tropiezo con los problemas le dijo la mujer al cazador. Por qu no seguiste tu camino?

    Debo de haber vendido a mi padre en mi vida anterior respondi l.

    Mientras se los llevaban, el pequeo elfo vio otra vez a la gallina, que estaba descansando en el nicho de una ventana donde tena una especie de nido con dos huevos dentro. Se miraron y se saludaron, porque por un instante haban sido una misma mente y esto los una para siempre.

    El pequeo se pregunt si Gallina o Pollo podra ser un buen nombre para el perro. No tenan el mismo aspecto, pero el color de las plumas de la cola de la gallina se pareca un poco al color de la cola y de las patas traseras del perro. Despus pens que el perro no pona huevos y que la gallina no le lama la cara a alguien cuando lo vea triste, y que, por consiguiente, ese nombre tampoco era apropiado.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Captulo 6Captulo 6

    Los haban metido en un lugar que se llamaba prisin.

    En verdad era muy bonito.Era lodo de piedra slida con grandes

    columnas que sostenan las bvedas en arco. Ese tipo de arquitectura era de la tercera dinasta rnica; se poda deducir porque los arcos no eran redondos sino formados por dos semiarcos que se cruzaban en ngulo agudo, mientras que los arcos redondos pertenecan a la primera dinasta rnica y los alargados hacia arriba, a la segunda.

    Adems, haba paja de verdad para acostarse encima. Y tambin les haban dado un cuenco de granos de mazorca y guisantes que estaba bastante bueno. Bastante bueno y tambin abundante. El pequeo le dio algunos granos de mazorca y algunos guisantes a un simptico grupo de grandes ratas, de un bonito y reluciente color negro, que salieron de todas partes

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    cuando se esparci el olor a comida y que ahora corran de aqu para all sobre el suelo de piedra.

    Ese lugar era realmente el paraso.Y no haba lluvia por ningn lado excepto

    en el rostro de la mujer, que llova extraamente por cuenta propia.

    Por qu ests goteando? le pregunt el pequeo elfo a la mujer.

    Se llaman lgrimas respondi el hombre, es nuestra manera de llorar.

    De veras? Y la cosa que le chorrea por la nariz y que ella se est secando con la manga?

    Siempre forma parte del llanto.Cuando nosotros estamos tristes nos

    lamentamos, as los dems sienten nuestra tristeza y hacen algo para disminuir nuestro sufrimiento dijo el pequeo con un orgullo mal disimulado. Pero estar sentado en el suelo goteando por la nariz y por los ojos de forma que despus los ojos quedan rojos y se tiene que respirar por la boca, es como pescar un resfriado a propsito.

    En efecto coment el hombre secamente.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Por qu est llorando?De nuevo fue el hombre quien le

    respondi.Porque maana por la maana nos

    colgarn.De verdad? Y eso qu quiere decir?No dijo la mujer, te lo ruego, no; si no

    se pondr a llorar y no quiero or su llanto.Bueno, todo el mrito es suyo si...No repiti la mujer, no soporto orlo

    llorar.Est bien. Escucha pequeo: maana nos

    colgarn, ser muy bonito. Nos colgarn en lo alto y podremos ver desde arriba a toda la multitud y tambin los techos de las casas. Ser como convertirse en pjaro y volar.

    Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. De verdad? Entonces ella por qu est goteando?

    Ella llora porque sufre de vrtigo. Cuando est en las alturas se siente muy mal y le dan ganas de vomitar. Para ella maana ser horrible. Una verdadera pesadilla.

    Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. De verdad? El pequeo elfo se haba quedado sin palabras. Nunca se termina de aprender.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Entonces no. No, no, no, no, no, no, no, no. Si eso la hace sentir mal, nada de colgamientos dijo el pequeo, resuelto. Ese asunto de volar de aqu para all en las alturas sobre los techos deba de ser maravilloso, pero no si haca sentir mal a alguien.

    No?No.Y cmo lo hacemos? Ellos ya han

    decidido colgarnos.Podemos irnos de aqu.Claro, buena idea el cazador pareca

    realmente impresionado, muy buena idea. Eres bueno para pensar. Tienes una solucin para los cerrojos?

    Los abrimos! explic el pequeo, entusiasmado.

    Ya, claro. Absolutamente genial! Y las llaves?

    Esas cosas largas que giran, hacen clank y las puertas se abren?

    Exacto, esas cosas largas que giran, hacen clank y las puertas se abren.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Estn colgadas ocho pasos detrs de la esquina que se ve si se mira a travs de los barrotes.

    El cazador, que estaba acostado, se incorpor de repente.

    La mujer, que estaba en un rincn con los brazos alrededor de las rodillas, se sec la cara y tambin se levant.

    Y t cmo lo sabes?Est en la cabeza de ellas dijo el

    pequeo sealando a las ratas. Pasan frente a ellas muchas veces al da. No saben qu son unas llaves, pero tienen su imagen en la cabeza.

    Puedes hacer algo para coger las llaves? No s, hacerlas volar hasta aqu?

    Pero noooo, claro que no, esas cosas son absolutamente imposibles! La gravedad es inviolable.

    La qu?El principio por el cual todo cae hacia

    abajo explic el pequeo. Lo veis! Dej caer los dos ltimos guisantes, las ratas corrieron hacia ellos.

    El hombre y la mujer se sentaron de nuevo.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Es el principio por el cual maana nuestros cuerpos caern hacia abajo, mientras el cuello permanecer arriba, amarrado a la cuerda explic la mujer, y comenz a llorar otra vez.

    Puedo mandar a esos graciosos animalitos a coger las llaves. Las llaves estn justo encima del banco que est con-tra el muro. Es un lugar fcil de alcanzar para el gracioso animalito.

    De nuevo, todos de pie.De verdad?Pues claro confirm serenamente el

    pequeo. Dnde est el problema? Ellas ahora son mis amigas agreg el pequeo sealando a las ratas. Si yo pienso con fuerza en un gracioso animalito que coge las llaves y las trae aqu, este pensamiento es una imagen que pasa desde el interior de mi cabeza al interior de la cabecita del gracioso animalito, y luego l lo hace.

    El pequeo se inclin y sus pequeos dedos acariciaron las cabezas de las ratas. Los animalitos salieron en estampida, alegres, y pasaron uno tras otro a travs de los barrotes que cerraban la celda; y despus de un clank bastante fuerte y una

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    serie de chirridos ms leves, reaparecieron arrastrando un pesado manojo de llaves. El pequeo elfo las cogi, eligi una del pesado manojo, y clank!, el pestillo se abri.

    Listo dijo el elfo.La mujer y el hombre se abalanzaron

    afuera.Y ahora hacia dnde vamos?Por aqu; todo est en la cabeza de los

    pequeos y dulces animalitos. Diez pasos a la izquierda, luego otra vez a la izquierda y luego las escaleras. Aqu hay una reja. De nuevo el pequeo escogi la llave exacta en el primer intento. Otras escaleras, otra reja, upa, otra vez abajo, escaleras, reja, llaves, clank, listo. Ahora pasamos por los subterrneos y despus est el ro. Es hermoso, aqu. Mira, estos son arcos redondos, primera dinasta rnica.

    Ciertamente esplndidos. Despus regresamos para mirarlos con calma. Ahora vmonos. Sabes, pueden ofenderse porque rechazamos el colgamiento.

    Ohhhhhhhhhhhhhhh, mira!Esos signos?No son signos, son letras.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Son signos, un adorno.No. Son letras. Runas de la primera

    dinasta. Yo las s leer. La abuela me ense. Ella saba leerlas. "Es...to fu...e... cons... tru... ido... Esto fue construido bajo el sitio donde corre el ro... Por suerte, lo he entendido. Si pasamos por aqu moriremos ahogados. Por encima, y luego alrededor. Aqu, mirad, la ltima reja, la ltima llave y estaremos fuera. Clank. Qu bonito sonido: son capamillas, no, campanillas; son campanillas, verdad?

    Son las armaduras de los soldados, creo que estn muy enfadados, se deben de haber ofendido.

    Oye, mira! Estos del prtico...Prtico.Son arcos alargados: segunda dinasta

    rnica. Son los primeros que veo.Estoy bastante impresionado. Podemos

    intentar darnos prisa? Las campani..., s, los soldados estn encima de nosotros.

    stas, en cambio, son runas de la segunda dinasta rnica... Se distinguen porque la parte superior de las letras tiene esas espirales.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Fascinante! Eso es lo mximo que puedes hacer con esas piernas, o puedes andar ms deprisa?

    Ese tipo de espiral es el smbolo del infinito..., no, del tiempo que se envuelve en s mismo: esto es una profeca!

    La emocin me embarga. Quieres que te coja en brazos para poder correr ms rpido?

    Q...uan...do el a...gua su...mer...ja la tie...rra... Quando el agua sumerja la tierra.

    Ahora, sin embargo, dmonos prisa. Nos estn siguiendo. Estn muy ofendidos. Te llevo en brazos, as lees ms cmodo mientras corremos.

    Oye, habla de los elfos! "Quando el agua sumerja la tierra, el sol desaparecer, las tinieblas y el fro llegarn. Quando el ltimo dragn y el ltimo elfo rompan el crculo, el pasado y el futuro se encontrarn, el sol de un nuevo verano brillar en el cielo... Oye, espera, ve ms despacio. Deca algo ms, pero no he conseguido leerlo. Deca algo de uno grande y... poderoso que desposar... debe desposar una joven virgen que se llama como la luz naciente y que ve en la

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    oscuridad y que es hija de.... No he ledo de quin!

    se no es nuestro problema dijo el hombre con el ltimo aliento que tena en el pecho. Seguramente no ser nuestra hija, ser la hija de algn rey o de algn mago. Los que son como nosotros nunca aparecen citados en los escritos de las paredes.

    Estaban fuera del palacio. El cazador corra con el elfo entre los brazos y la mujer al lado. Las calles eran estrechas, llenas de curvas y, por fortuna, estaban casi desiertas, excepto por ellos y los soldados que los seguan.

    Los soldados estaban realmente molestos por esa historia del colgamiento y haban comenzado a tirarles encima los palitos con punta, que no es divertido, no, no, no, no, no, no, y adems uno se puede hacer dao.

    Al pequeo elfo se le estaba acabando la paciencia. En realidad esa gente era demasiado susceptible. Ellos tres slo se haban negado a dejarse colgar!

    Uno de los soldados se les par enfrente y les apunt con su arco.

    El pequeo elfo dese con todas sus fuerzas que eso no estuviera sucediendo. La

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    imagen se form en su cabeza y vol hacia la cabeza de quienes haban sido uno con l. El conejo, que en ese momento estaba corriendo tras las caas, se detuvo bastante sorprendido. La gallina, que estaba em-pollando en un nicho entre las columnas de arriba, justo encima de los soldados, se levant de la paja y con toda la fuerza de sus alas se lanz en picado sobre la cara del guerrero, quien se tambale y cay, dejando libre el paso.

    En el extremo de la plaza haba unas jaulas con animales encerrados. El perro de la mujer ladraba con todo el aliento que tena en su pecho. Por suerte, aqu no haba cerrojos, sino un gancho grande que la mujer hizo saltar.

    Una calle, una esquina, todava otra calle, los muros del cerco, el puente levadizo: salvados.

    No, an no. Les cerraron el puente levadizo justo en las narices. El cazador, con el pequeo entre los brazos, se abalanz rpidamente hacia las escaleras que trepaban los muros. El perro, que los preceda, derrib a un soldado que se les haba parado enfrente. Una vez arriba, el hombre cogi a la mujer por la mueca y,

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    siempre con el pequeo en brazos, salt sobre la baranda y se lanz hacia el agua glida del ro. El perro los sigui.

    Quiz un pequeo colgamiento no habra sido tan terrible! protest el pequeo, pero ya era demasiado tarde.

    La ley de la gravedad no tiene remedio.Todos cayeron al agua oscura.El pequeo elfo se pregunt si Fuerza de

    gravedad podra ser un buen nombre para el perro, pero, pensndolo bien, no era ni corto ni daba la idea de algo tierno que sa-ba jugar.

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    Captulo 7Captulo 7

    El agua se le meti por la boca y por la nariz. El fro era terrible. Le faltaba el aliento. El pequeo elfo sinti que el fro y la desesperacin lo llenaban todo. La desesperacin y el miedo pueden llenar la cabeza y entonces la magia se ahoga adentro.

    Luego, de repente, se le ocurri ser un pez. Pens, bueno, cmo llamarla, en la pecidad, en la esencia pura de los animales acuticos.

    Pens en la sensacin de tener branquias, en el placer del agua fra, en la alegra de deslizarse, volando bajo las olas como un pjaro bajo las nubes.

    El aire le llen los pulmones; el fro del agua fue una delicia.

    Se desliz por debajo de la superficie para evitar los palos puntiagudos que llovan sobre el agua, lanzados por todos los arqueros de la guarnicin de Daligar. Nad

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    cerca de los dems. El perro se las estaba arreglando ms o menos bien, pero el hombre y la mujer, como de costumbre, hacan cosas estpidas: ella meta la cabeza debajo del agua, y l trataba de sacrsela afuera. El pequeo elfo intent decirles que se no era el momento para jugar a la lucha. Trat, adems, de explicarles el mtodo correcto: la imagen del pez que se forma en la cabeza, luego la atencin que se concentra en las branquias; pero el cazador no slo no quiso escucharlo, sino que tambin fue increblemente descorts.

    Por fortuna, la corriente iba en la direccin correcta: lejos y lejos y cada vez ms lejos, lejos de Daligar, de sus alabarderos y de sus colgamientos, hacia la llanura y las colinas.

    El paisaje estaba volvindose ms amigable. Las piedras de las riberas comenzaron a espaciarse y los caaverales a aumentar. El agua se volvi menos profunda, la corriente menos violenta. Finalmente consiguieron llegar a la orilla y arrastrarse fuera.

    La mujer no respiraba bien; cuando el aire le entraba haca un ruido de agua: una especie de borboteo que recordaba el de una olla hirviendo con habas; siempre y

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    cuando uno tenga una olla, el fuego, el agua y las habas; pero tambin si no hay habas, si se tiene slo el agua, cuando hierve, hace ese ruido.

    El hombre pareca desesperado.Los cabellos del cazador chorreaban un

    montn de agua y de barro, que le baaba la cara, de modo que el pequeo elfo no poda estar seguro, pero hubiera jurado que tambin al hombre le estaban goteando los ojos y la nariz.

    Haz algo le grit el hombre, haz algo si puedes, te lo ruego. Puedes hacer algo, verdad? Ella se est muriendo.

    Oh, de veeeeerddaaaaadd!El pequeo elfo estaba estupefacto:

    cuando los humanos mueren hacen el mismo ruido que las habas al fuego.

    Estir su mano y la pos sobre el rostro de la mujer.

    Fue como recibir un puetazo en el estmago. No, mejor un puetazo en los pulmones y en la garganta. El pequeo elfo sinti el agua borbotendole por dentro, mientras que la garganta le arda como si uno de los palos con punta se le hubiera metido dentro. Pero la cosa ms horrible

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    estaba en la cabeza: la sensacin de que son los ltimos minutos, de que todo est a punto de terminar. El miedo casi lo domin, pero por suerte logr detenerlo, pues la magia se ahoga en el miedo.

    El pequeo se concentr con todas sus fuerzas en la respiracin: el aire que entra y el aire que sale, el perfume de la hierba hmeda, del caaveral, de los hongos.

    El aire entra, huele bien. Los pulmones se ensanchan. l aire sale. La cabeza se llena del olor del aire y sabemos que la aspiracin que estamos haciendo no es la ltima, sino que despus de sta habr otra y luego otra y luego otra ms.

    La mujer expuls una buena cantidad de agua pantanosa, luego abri los ojos y respir. El pequeo elfo tambin tosi. Los dos estaban palidsimos y temblaban. El cazador sonri feliz, luego corri a recoger caas y ramas secas. stas abundaban; aunque l ya no tena su hacha y tena que hacerlo con las manos, trabajaba con rapidez. Cuando el montn fue suficientemente grande, el pequeo lo toc con el dedo y el fuego crepit alegremente. Estaban helados y empapados, pero el cazador continuaba recogiendo ramas y el

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  • Silvana de MariSilvana de Mari El ltimo elfoEl ltimo elfo

    fuego continuaba crepitando, y muy lentamente el fro y la humedad comenzaron a disminuir. La mujer se durmi. El cazador encontr algunas nueces en un nido de ardillas y las comparti con el pequeo.

    Ya no tenemos armas, pero por lo menos no nos han colgado dijo el hombre.

    Qu lstima, tuvimos que renunciar a ser colgados y a mecernos en las alturas! Habra sido tan bonito!

    El hombre se ech a rer.Si realmente te interesa, se puede hacer.

    No me han quitado la cuerda. Mira, todava la tengo. Ahora te lo ensear. Esta rama es bastante fuerte. Anudo aqu, luego aqu. Aqu pongo la