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    ALAN PAULS I

    Elpudor del. pornilgrafor

    EDITORIAL SUDAMERICANABUENOS AIBES

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    II\lJLIBRARY

    UAR 2 2004

    "A menudo pienso durante muchas horasnicamente en el cartero. Tiene que llegar .eorreo, pienso. Correo! Correo! 'JVorcisJ Al-gn dla llegar una carta que no te defraudar,De quin? No serla agradable, querido doctor,abrir una cart y decirse: Vaya, voy a morir el241',\ "No quibiera otra cosa que tenerte tomadade l mano y sentir tu proqimidad. Modestodeseo? Y sin embargo no rasga ni la lejanfa nild noehe."

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    IMPRESO EN LA ARGENTINAQuefu hccho el dePsito qac Previe'nc to by 77.721t. @ lilSIh EditorinlSufumir:arn Soedd Antnimqcol| Humbcto Io 6tl, Buetrr,s Airca

    ISBN 960'0?{111il

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    1Ursula solfa esperarme en el amplio parque que seextiende frente p mi easa. Convencida de que en sole-dad mi trabajo gan'abe'en efieiencia y rapidez, hablaelegido el panque porque desde alll -por un raz6nposician&l- le era posible divisar el peque[o balcnde mi casa, una blanea saliente eon r;ja; a h que yome asomaba a fin de apacigrar con gestos su erpecta-tiva. Entre carta y carta, yo salfa al aire y permne-cla alll unos minutos, fijado en la contemplacin de supequefla silueta, Qe ella acomodba eon decoro eRuno de los descoloridos banpos del prque. Cuandoella alzaba los ojos hacia el balcn (su cabeza parda,en la que los reflejos del sol se entrelazaban, ascendflevemente como si yo la hubiese llmado eon silen-ciosa consigna), yo intentaba haeerme entender pormedio de contorsiones corporales. Ursula se incorpo-raba de pronto, creyendo sin duda que lo que yo teanunciaba con mi aparicin en el balcn era el trmi-no de una nueva jornada de trabajo. Cunto me cos-taba entonces disuadirla: expliearle eon ademanesque me mostraba ante ella con el solo objeto de pre-

    servar nuestro contaeto!

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    10Ms tarde el trabcio aument; las eartas comenz4-ron a llegar por paquetes que un fatigado carteroabandon"f,, dlscuidadamentl frente a mi puerta. En-tonces ursula modific sensiblemente su forma de es-perar. En una ocasin, aprove.ehando le p?ull 98gsvezms estrecha entre una carla y otra, sall al balcn

    con la intencin de ofreeerme a ella, 8la que imagins-ba ya exasperada por la espera, mirando insistente-mrnt" hcia el balin com quien aguafda la salidade un llder religioso. Pero' para mi sorpresa, ellA noestaba alll. Que unos "instantes como enclavado enel banco en el que sorla sentarse, detenido en la mor}sa verifieacin de su ausencia, hasta que mis oios'desplazndose lentos por toda la extenin det par-que, fueron a dar a uni zontlateral, sombrfa; allf dis-'tinguieron la masa compacta de unos rboles agita-dOs por el viento Y, .reeortad contra ellos' una*an*h, viva, una siiueta en l qUe reconocieron elcuerpo de Ursula.Sfbitos interrogantes me asaltaron3 por qu alll' agu obedecfa ese lnesperado cambio de posicin, 9uefectos desencadenaria? La respuesta de este fltimome serla dada de inmediato, spenas intentara des'cifrar aquella mancha rojiza que se debatla en F zonap"nurbiosa: conforme a esta arbitrafl -r9disp9-$cin del espacio, resultaba que yo pos*la de ell unavisin ruyr relativa claridad me facilitaba el acceso Isus detalies; pero he aqul que ella, al dirigirlg yo misenfticos geslos con sus correspondientes significs-dos, no p"i"cla cap az de recogerl,os, alejada mi figura- al parecef - d; los llmits de su campo visual.Quedbamos, por asl decir, desconectados utio del

    - |.,:EL PuDoR DEL PonNocnAro 11

    otro: ro^to eI lozo ptbo gue noe enc,etwbol Obser'vndola desde el balcn, me pareela estar ,'frente A -uno de esos vidrios que permiten la visin de qlenest detrs, impidiendo sin embargo que este reco-nozca a qulen lo contempla, dado que eso que el quecontempla toma por vidrio (por transparencia), soloes para el contemplado una superficie opaca.Desde entonces, Ursula nunca volvi a interrumpirmi trabajo. Sin duda debido al creciente nfimero decarts que yo recibl, y tambi: a gierto hastlo deri-vado ,de la espera, prefiri aparecer, enigmtica' enaquellas rfagas de visin, como na suerte de piezApiincipal camuflada en elemento accsorio. Ftqg*en-los dsContemplaein: pegue[os cudros de los que elcuerpo de Ursul, enfunddo en vestidos de coloresextravagantes, hacl su propio escenario, el lugar desu expociein,Nobescribir aquf lo que de ella pude constatar enaquellas visiones; dir, sl, que si bien ella quedaba

    marginada del sentido de mis "envlos" 0os gestosque yo improvisaba a falta de un sistema de cOmuni''cacin ms eonveniente), no por ello parecfa molestspor'la contemplacin unilateral a la gue ella misma,cambiando su postura en relacin al balcn, ge hablaentregado, sino todo lo eontrario: de est visin $oloh, que Ie era del todo imposible correspondef, IJf-sula supo sin dud explotar las peculiaridades.

    ALAN PAULS

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    14 ALA PAuLs :mi ursula derapareci vlctima de un prodigioso_efec'to teatraL;;;bahda por un designio sobre el qlefo, desde el balcn, incapa z de conjurarlo, comenzabaa interrogsrme.

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    3reeibl tu imprevista carta, Ursula, hace unos pocosminutos, tiempo necesario par sobreponefme', lasorpresa y l cabo dgl cual ya estaba sentado escri-bindote la re$puest. No tieneo ya'nada que temer,amor: tui'lfneas se hallan en mi poder, tu carta no seha extraviado, Y yo eelebro el feliz momento en quege te ocurri eicribirme. "Par sustituir la espera",me escribes; pero por qu9 recurres a un justificis-cin que yo srfa incapa z de pedire? No tengo nada

    que preguntarte acerea de tu decisin, nada scercarie hI rizones que te han estimulado a adoptrla Pe-ro ya que th mslas comunicas, qu me queda a rnf si'no apliudirlaslEl tiempo que t pgrmaneclss en elpsrqu, la espera de mis noticias h menudo tan pe-nosamente enviadas que t no aleanzabas a enten-derlas), era Un tiempo perdido, X no veo cul puedaler la objecin al hecho. de que t hayas resueltobandonAt ese preCario rirodo de ponernos "en eon-tacto".Enhorabuenl, Ursulat Pues tu cart ha cafdoore ml como desde ls nubes (yo no la eEperaba: es-pero diariamnte otro tipo de cartas, que son'ls que

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    nos obligaron a suspender nuestros encuntros),cuando ya -comenzba a inquietarme el destino denuestr r\iiiirn. Fue como si tri hubieses c,aptado eldeseo que en ml comenzaba p desnertarse' Y'-lpenasconvocado, reclamaba urgeriie satisfaccin. Y tantoel tono como el contenido, Ursula, l otorgan a tu car-ta eI valor de prembulo para una ulterior correspon-dencia que ta vezestreche an ms nuestro vfnculo.Entre ttl y Yo, una pubrta comienza a abrirse o al me-nos ambos tenemos la mano sobre el picaporte. Yqunos sea dado descubrir del otro lado, eso depe-nder 'del curso que siga nuestro intercambio' Todo lo ques,Ursul","'quehabiendopuestorepntinofinaesas ,.sesiones de contemplacin mtua" a trvs delas cuales uno pretendla sab"r todo del otro, se hablavuelto para ml'imperiosa la necesidad de encontrar elq *oo qup nos permitiera introducirnos' porsl decir,uno "o "i otro. y ese camino, th lo has hallado y me lopropones para que yo tambin tome cartas en elronto. Itlrnejorable camino, ursul,9 sin embargono creo pa"t recorrer sin tropezar, aqu { "ll{: concierto, ar.ollos. Como t sbes, con mi "trabajo" ten-go ya suficiente correspondencia Pa.{a leer y contes-"t. (Oh, not No lo diie para que te enfadases' rniamor, mi ausente, sino- para confiarte con toda fran-queza'las penurias de mi situacin, de la que ttt-1o

    :5Y-tienes por qu participar, perg s estar al tanto' Me , ,prometes n odscarte? Deberh |abe.r atgrn P:fq: :poder tachar lo que uno ha escrito sin qle el otro loadvierta.) comprenders entonces que frente a tusenvlos yo habtS d" tomar una serie de medidaq a finde que no se mezclen eon los otros, de los que-terno la

    EL PUDOR DEL PORNOGRAFO T7contaminacin. Adems, aeostumbrado ya a contes-tar ese tipo de cartas, me atomenta la idea de queante las tuyas no sepa ya qu decir (porque estanto!) Adivino que no lograr transcribir con fluideznada de lo que previamente componga'dentro de unorden. Es cierto que mi memoria es dbil, pero inclu-so la mejor de las memorias serla incapaz de ayudar-me a transcritqir con exactitud. un prrafo, por pe-queo que sea, pensedo y retenido de antemano; puesdentro de eada frase hay transicioqes que deben per-manecer en suspenso con anterioridad a, su redac-cin. Cuando me siente luego, con el objeto de escri-bir la retenida frase, no ver sino fragmentos que es-tarn alll, y que no lograr atravesar ni sobreP4garcon la mirada. Si siguiera et dictado de mi indolenciano hara otra cosa que tirg la pluma. Y Yo, Ursula, sihay algo que quiero - aora que es el momento deenun.ir nuestros deseos -, s que trl no pierdas n8-da, ni el trozo ms insignificante de lo que tengo paradecirte!Adems: si por una parte te he tranquilizado ase-gurndote que tu earta ha llegado' por otra habr deconfesarte que tus preoeupaciones no carecen de fun-damento. Por lo tanto, si realmente est en nuestrodeseo el llevar adelante esta "eorrespondeneia" (quextratla me suena esa palabra: como de otra pocat)'nos aseguraremos de que cada carta goce de todas lasmedida de seguridad. eon' qe seamos capaees depreservarla; eunque qu mejor gsrantla que entre-grtela a ti personalmente, verdad? Pero si asl fuera,it a ml nada me apartase de nosotros' entonces qunecesidad habrla de escribirnos? Te confieso lo que

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    18 ALAN PAULSyo harl si fuese el cartero: si yo fuese el ertero en-cargado de llevar esta carta a tu casa, no d.ejarfa quenadie me contara el paso, que nada me impidiera atra-vesar en llnea rect todas las habitaciones hasta ll-gar a ti y depositar la carta en tu propia mEno. En tupropia manol Pero debes gaber, Ursula, que pese a todos los "inconvenientel" que te he citado, poso a lostemores que me asaltan, ardo en deseos de abrir esapuerta en euya cerradura juntos la llave hemos intro-ducido; puert detrs de la cual encontrremos lo queuno desa para el otro y para ambos: la felicidafBien, amor, l tiernpo apremia. Debo volver a mis"otras" eartas, aunque tbdo mi deseo me arragtre ha"cia la tuya, sobre la que en este instante pongo mimano para sentir que la poseo.PD. Una pregunr; casi al mismo tiempo que guardo

    esta carta dentro del sobre: de quin fue la ideade eseribirme? Tuya, o de alguien a quien, tlle-gado I ti, t diste parte de la singularidd denuestra situacin?

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    cuntas cosas nos separsr, Ursula, cuntas cosa$hechas de palabras, cuntas palabras que no pose'emos! Y entre las palabras: cuntas irrelevantes,qu sorprendente cantidad de insignificaneias! Si nofurta pr el extraflo y tenaz poder que tienp,n-de dis'tancirnos, por el empefto que ponen en diferir el;;;.on'ti que soamos una y otra ve?.,las archiva-rla cono a un viejo traje que ye comienza a traicionarlas verdaderas iormas del cuerpo. Harla con ellas(oh, cmo lo deseo, Ursulal) una pulpa informe, laeaplastarla y entremeuclarla de mneras tan diversas'que nadie serla eepaiz de reeonocer lue$o en ellas elresto de ningfin mensaje.Pero, ayt, ellas no me dejary fne sujetan, Y si acasohago algtln gesto que denuncia imprudentemente misinhneines para con ellas, de inmediato se produceun revuelo, una agftacin general de lrs cosas: otravezel imbre que suena, otra vez una ristra de cartasesperndome en el eseritorio -Y la desolacin seapodera de ml y rindo mis fuerzas al desigual comba-te.

    Pero ttt y yo bien sabemos que no 8e trata solo de

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    22 ALAN PAULsrespuesta. Desde dnde la envfas? Cules son lasprecauciones que tomas psra evitar que ella sucumbade un modo u otro al poder de las "influencias" que tehe mencionado, "influeneias'l qe sutilmente en tornoa nosotros tejen su peligroso cereo?' Es tarde. Esta invoeacin debe llegar a su fin. Haysobre mi escritorio cantidades de cartas que esperanmi respuesta: innumerables espfritus deseoncertadoqaguardando.una luz que gufe su camino. Y, Ursula,yo soy el seflalado: sobre mis hombros pega la res-ponsabilidad de iluminar a los extrviados! No puedoabandonarlos, aunque tri te quejes de que ocupen unadesmesurada parte de mi tiempo. Todo mi tiepo, enrealidsd, no est lleno sino de palabras - palabrasque mi amor por ti ordena y seleceiona y- Que nuncadirn con todas los lctru la inmensidad que las inspi.rB, oh Ursulat

    Qbadorada, distante Ursula:Debes saber que las cartas ya no me deian en liber-ad ni siquiera por unos rninutos: debo enonces 8ce'lerar et ritmo qu sigue mi lectur (que, como t sa'.bes, suele ser desdichadamente lento), y spresurartambin la velocidad que mi pulso imprime sobre eleseribir.Pero contigo todo es distinto, para ti arrancg tit*-po de mis en[ranas: tus cartas desfilan ante mis ojosnn" y mil vecs, y a cada leetura me parece eomo sidurante el breve tiempo que tu earta ha pasado el-cerrda en el cajn (e ml escritorio poseo un cainexelusivamente destinado I guardar lo que t meescribes), una mano invisible, ls fuerza de nuestrosinmensos deseog, agregara' entre llneas nuevas fra-ses, frases'llenas de esperanzas y sueflol qu9 ereo nohaber leldo antest Te as cuenta, urgula, hasta qu,itt6os puede arrastrarrne la necesidad de hallar-me junto a tif Pero: cmo sortear los infinitos obst'culos que se interponen? Pienso en el tiempo' amor'en el,tiempo que tlrdarla en llegar " tir en el tiempoq;" ;nt t"para, y exporimento la horrible sensacin

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    de su brevedad: he caleulado apenas diez, quinee mi-nutos a lo sumo. Y esa brevedad ds horribie porquees ercesiva: todo tiempo, por fugaz que sea, s mesp8reee interminable en relacin con la intensidad demi deseo de llegar junto a ti; supera mis fuerzas yaplaza mis deseos ms imperativos... T sabes de Iscondiciones en las que.me eneuentro, y tal pausa-por mfnima que sea- se torna asf descbellida.Por eso, ursula, mi ms ferviente deseo es que am-bos aproveehemos hasta la ms imaginaria posibili-dad de acercamieto, lo que trl has hecho mri"illosa-mente, antieipndote a mi,ruego, tl enviarme en tultima carta esta fotografla que, al parecer, por loque puedo distinguir en el fondo sobre el eual tu in-comparable cuerpo se recorta, te hiciste tomar en elparque, deseosa seguramente de mitigar de algunaforma la espera a la que no yo, tpor Dios!, sino esteterrible trabajo mfo, nos condena. sft es el parque, nohay dudas. Veo alll, a tus espaldss, l tronco monu-mental del rbol que hablas elegido para que yo teeontemplara desde mi balcn, l mismo troneo contrael cual dfas pasados, antes de que interrumpiramosaquella modalidad, decidiste sentarte con lai piernasmuy abiertas y el vestido recogido hasta las rodillas.Doy gracias al cielo, Ursula, por haber heeho que elfotgrafo que tuvo a su cargo esta fotografla ilgaraen otro momento y se evitara asl el extra4oespeetculo que t seguramente brindabas a riqojos, y solo a ellos. (Porque trl no podlas verme a ml,verdad?)En cuanto a la foto, te ves hermosa como siemprb,

    Ursulr, x aunque el color no sea rnuy bueno y pare zea,

    EL PUDOR DEL FORNOGRAFO 26haber padecido el torpe rigor de los empleados decorreo que transporaron hasta mf tu sobre, puedeadvertirse en tus mejillas el resto ya empalidecido deun rubor cuyb origen debers explicarme en cartasposteriores, si es que lo deseas, asl como justificar los"racostumbrados pliegues g, en la zona inferior,afean considerablemente tu apostllra... fuY gupuedes decirme de la singular sonrisa que turba tuslabios? Dirlas que se trata de la sonrisa eon quesueles regalar la contemplacin de los dichosos fo-tgfafos que eliges para ser tomada como modelo?Has p,,rcibido ya emo, de qu modo prfido y mali-cioso, sobre la comisura izquierda de tu boca, asomaun pequeo eolmillo, producto sin duda de algn eo-mentario obsceno que tu hermosura suscit en ese"fotglafo"?)Basta: tantas preguntas acabarn por cansarte. Ysi pudieras imaginar por un momento la eantidad queno puedo formular, ya sea porque nunca me a,lcanza-rla el tiempo, o porque nunca habr suficiente papel ytina para'eseribirlas, seguramente desistirlas de le-er yA miS eartAs... Todos mis sueos, Ursula, estnatdos indisolublemente a lo imposible. Quisiers' porejemplo, que mi mano comiera a una velocidad tanextraordinaria que me fuera posible escribir todo loque tengo para decirte; quisiera disponer de una m'quina que registrara por escrito cada uno de mis pel'samientos en el orden en que se presentan a mi esillritu y solo en ese orden; una mquina que exeluyeratanto la omisin como la selecein; Un artefacto dota'do del poder sobrenatural de decirlo todo sin olvidarnAda, ni siquiera lo ms insignificante... Pero, ay, Ur'

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    26 ALAN PAULSsula!, es que la realidad reserva algun lugar par s-mejante instrumento? Y qu sentido tieng gasar- no gasar sino: despilfarrart- todas mis fuerzasen eldeseo de tal instrumento, desolada invenein deuna mente sublevada contra las ligaduran que la en-cadenan al rgimen desptico del escribir?Por eso, Ursula, eualquier signo tuyo me llena defelicidad. Por eso la dedicatoria que egcribiste sobreel borde derecho de la fotograffa representa para mlel punto en que ms eercs estamos uno del otro, el lu-gar en que tods las dlstncias pareeen abolirse,euando en realidad solo se suspenden...Tengo miedo: un miedo nepentino, Ursul. Llega-r esta carta que ahora escribo eon pulso febril, 8n-que en el camino deba pasar por las sueias manos dequienes la'llevarn hasa ti?; llegar aunque alguienque nos desea mal se inmiscuya y desgarre nuestraintimidad, develando nuestros secretos? Apenas lahaya echado al buzn, el tenor me llevar f el eneierroy s la desesperacin. Cundo enviars la respuesta?No puedes lograr que algn bonocido, alguien qu te. deb algn fbvor, alguien de quien t puedas exigirlotodo sin temor al rech Lzo,se eneargue de transportarnuestra eorrespondencia? Nada- me harfa ms feliz.o hay seguridad ninguna para mf. El miedo meacorrala y por las noches busco avivar las escasasfuerzar que me quedan en la contemplacin de tu fo-tografla. Ella me permite sobrevivir hasta la llegadade tu siguiete carta.Adig, omor mfo, te deseo una budna noeh. Temoque mi earta, plagada de padecimientos, perturbe tudescanso. Deseo estar presente en tus sueos; pero

    ' Et PuDoR DEL PoRNocRAFo 2?no cotno el hornbre qusioso y dbil que firm estascartas, sino eomo ese hombre que ofreee dulcementesu cuello a._tus labios piira luego protegerte entre susbrazos.

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    6tni ursula:tQu delicioso enojo advierto en tu cartal Al leerlano puedo evitar imaginar todo tu cuerpo puesto alservieio de tus palabras, tu rostro teido de un ruborque quisiera estar preseneiando en persona, a tu la-do, como si juntos eonfabulramos contra un tereero.Pero el destinatario de esa elera soy yo o, eomo tme escribes, mi tcta negativa a informarte acercade mi "trabajo".Amor mfo! No erees que semejante minucia es in-digna de obstruir la flui dezde nuestra comunicaein?Y sin embargo pones tanto nfasis en Ia cuestin queestoy easi dispuesto a ereer que las eartas qu"diariamentb recibo, eartas QUe, mal que me pese,constituyen el principal sustento de mi penosa exis-tencia, son ms importantes para ti que para ml mis-mo. Es posible? Ah, Ursulal Si trl supieras..jDe mi "trabajo" puedo confesarte algo que supon-go te aterrar: me siento cada vez ms absorbid,o por1. Uno de mis aislados entretenimientos de solitarioeonsiste en representrmelo a veees bajo formasextrallas, a la manera de esos diagramas que los eien_

    EI, PUDOR DEL PORNOGRAFOtficos utilizan para eselarecer sus reflexioneg. Unade estas representaeiones quiz sirva para darte unaidea aproximada: mi "trabajo" es eomo un perfectomecanismo de sc ci6n de cuyo eomplejo engranaje micuerpo no es sino la principal fuente de aldmentwihnEsas cartas, Ursula, esas carradas de cartas que,,re-cibidas, van apropindose de mis energfas, seadhieren como ventosas a mi piel y con invisibles la-bios extraen de mis arterias la sangre que yo solosaerificarla sin vacilar para encontrarme eontigo,aunque fuera apenas unos segundos.Pero esa sangre, amor mlo, esa sangre .que l?t 9?{-tas extraen de ml sin piedad, yo la recupero milagro-samente al leer las tuy&s, al proaeerrne t d tus nt>ticias... Ya lo ves: lo que aquellas me quitan, t me lodevuelaes purificado, redoblado n su vigor. Es comosi t, dadora annima y desinteresada, te ofrecierasincondieionalment e' a rescatar de la agonla a estepobre cadver desangrado que soy. Es el flujo'ince-sante de tus cartas lo que permite que yo me manten-ga an en pie, y que por mis venas arln eireule lasangre que me anima.Te empeltas en una queja infantil y por ello mismotan adorablel Al interrogarme tan insistentementeacerca de.mi trabajo, demuestras un desmedido inte-rs bemejante al de un verdadero "hombre de cien-cia") por saber sobre este insecto que se aferra a misvenas pa{a vaciarlas sin delatarse; y yo siento que sime dpcidiera a narrarte alguna de las cartas quediariamente solicitan mi respuesta, si bien estarfa asfeumpliendo satisfactoriamente con un urgente pedi-do tuyo, al mismo tiempo, y esto desde uT punto de

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    30 ALAN PAut svist a mb, estarla ocupando de un modo eblo unespacio y un tiempo que mi erplritu eonidefa in-violablee y sagfados - un elpacio y un tiempo que Eo'lo eoncibo destinados a inercambiar palabrag referi-, dab exelusivamente a nosotros dos, y que no podrladedicar a otro.propsito sin sentir que cometo napenosa transgregin...

    Setrata,adems,enes8s..eart88,,[esllcitoquelas nombremos eon la misma palabra que designa Ii nuesra correspondencia?), de asuntos en su myorfai sucios, X de los-que me eostarla gran esfu etzo hablar'i te. A vdces, l hedor que despiden esog papeluehos(hedor de toda una clvilizaein, mi querida, de la qupa menudo nos siento tan aislados!) es tan pen'et vttt;e,gue termina por asquearme a ml mismo. A ml, quepor frecuqntarlo asiduamente me crefa inmune I sustufosl Me escriben, afnor mlo (ly cmo me cuecteescribir acerea de ello, transmitlrtelot), de lrs cbsasms abyectas que t puedas imaginar (aunque de elloyo nunca te creerfa capazh detallan eon deleite susvariadas abominaciones! ya sea para pedirme consc-jo, o bien ofreeiendo sus erperienc'iU como eiempbpara los dems "desorientados" que, acUden I mf en.,''busea de una gula... i- ]Y t amor tto,-nada menos que t, me pes queno te deje ol morgen dv estas terribles narraeionetY'no slo me lo pides, gino que no vaciles en enojarteante mi negativa I concedrtelol Entiende, Ursuhmfa" que si yo eondescendiera en algtln momento I re-ferirtl al menos una parte, una simple lfnea, de lo queme llega, I eomunicrtelo d ti que esperas mis ngti'sias, me hundirfa-en la sombrfa vergewa de quien,

    r! ' ''\V EL PUDOB DEL FONNOGBATO '81tvfctima dd un impulso atroz, viola la correspondenciaajena...- Pero ys es suficiente. Antes de acbar: qu hay deese "ntensjero" que dices haber encontrado, al quepropones entreguemos nuestras eartas, y del gue' se-gn afirmabas en tu ltimo fragmento, ya menos ell-fadada, tal como se puede notar claramente en tyescritura, que lenta y sin qpererlo se suavba...r f8 Dome cabr sospechr?Nd te rlas, amor mlo, no te rfas; en estos momentoses psrs ml una cosa espantosamente sere el sigUien-te deseot si estuvieras aquf!

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    7tu mensajero lleg pop fin, en el mismo momentoen gue, inquietos por la inusual espera, mis pensa-mientos comenzaban a impacientarse. Pero he aqulque tu tardanza se debi a que finalmente resolvisteacudir I esa "persona de eonfianza", en quien has de-legado la responsabilidad de trasladar de aqul a allnuestras cartas. Person de la que, pse a tus obser-vaciones, muy elogiosas para con ella y de serena con-fianza en su honestdnd, lamento no poder manifes-tarme por entero satisfecho.Utilizss, psra designarlo, la expreiiOn 'lpersona deconfianza", expresin que asl dicha result& a mis ojosbastante oscur& Pero t escribes ms abajo: "Se tra-ta de un hombre (...) al que podemos entregarnos sinvacilar, ciegamente". Debo tomr entonees esta fra-se eomo aquello sin lo cual la expresin t'persona deconfianza" carece de sentido? Si es asf, amor mfo, noveo con claridad, el significado eonereto que trl le eon-fieres al trmino "entregarnos", y ms arln eonside-rando los variados contextos en que aparece. Escri-bes: "al que podemos entrdigarnos eiegamente", paraluego deeir: "entrgalc a l tu earta sin miedo

    /,EL PUDoR DEL PoRNocRAFo 33

    alguno"; y finalmente; "no tenemos por qu entreg(trr-nios al hedor que t mencionas".En efeeto, yo eseribf esa palabra "hedor", que tahora vinclas en una misma frase con este "enttre-garnos" euyo sentido, preso en esta nueva relacinque as t estableees, se me eseapa; pero cuando lo,escriblaludfaaalgoquett1noeesbasdepedirmeye, al apropiarte de esta palabia en cuestin, "he-dr", no deberas haber perdido de vista - pedido alque yo jur nunca aceeder y cuya improeedencia creo.haber dejado sentada de manera irrversible en miearta.De modo que: cmo tomar esta "entrego", que t di-- /ces puede ser cic,ga y sin riesgos, dado que Wra estemensajero eonstituye una "persona de confianra"?Desearla en verdad conocer las razones que te hanllevado a tan entusiasta disposicin de niro, y cuyavalidez no pongo en'duda; pero, con todo, no-puedodejar de inforrnarte aeerea de los aconteeimientosque rodearon la aparicin de este "mensajero"; por-que todas mis dudas derivan precisamente del carc-ter peculiar de tales aeontecimientos, y Do, como.sos-pecho que estars suponindolo t ahora, Ursula, alleer estas lneas, de mi naturaleza asustadiza. !.Esta "persona de eonfia nza" (no hago otra eost quecitar tug propins palnbras, Ursula) lleg justamenteeuando me hallaba sujeto a una'carta de la que noeonsegua urdir-una respuesta eonvineente. Relefdassus rlltimas lneas, haba esbozado el comienzo de mirplica, que distaba mueho de ser lo que yo deseobo.En ese instante, digo, son el timbre. Comprendersmi estupor, Ursula ma, si piensas en el aislamiento al

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    .l84 'ALaN PAtrLsque yo mismo me he eonfinado y en el heeho de que-he eliminado toda posibilidad. de reeibir visitas. Conlas dos ltimas frases de la carta dan zndorne en lacabeza, abr la puerta. No era el cartero, ni la mujerque me provee de alimentos, sino un hombre joven,alto, algo quebradizo, vestido con un impeeable trajenego. Dirs: ..Y bien: qu?"- La particularidad deeste "hombre", impeeable traje negro' presencia de-maerada, consista en que ocultaba sys ojos bajo unneglo antifa z, tan negro como el traje que le colgabaholgadamente del cuerpo. , oo r .Te das euenta, amor mo? Un antifaz! Voy a abrirla puerta (puesto que han tocado el timbre y estoyaqu sold, siempre meditando lo recientemente leldo,y qu me encuentro? Un hombre disfr azado; un mo-nigote en quien la apostura y la seriedad del trajeque viste parecen perteneeer a otro, ridiculizados enel contraste con el burdo antfaz.Pregunto, mi ambr: era necesario? No me refieroal mensajero como tal, funcin que creo imprescin-dible para nuestro trfico de cartas, sino ala cora del"hombre de eonfia nza" a quien t quieres que yo meentregu,e: era necesario gue ese antif.ag me impi'diera ver su verdadero rostro, hacla falta todo ese ri-dculo carnoufh,ge?Desde la puerta, desde su antif.az, me sonrea. Yosupuse que no era otro que el mensajero del que thablas hablado. Pero no-lo sab lq no estaba segurp deque fuera el "hombre de confianza". Cmo el'ihombre de confia nza" llevara un antifaz? Qu cla'se de eonfianza depositaras t en alguien que velarasu rostro eon un antif.az negro?

    EL puDon DEL poRNocRAFo 86Durante el tiernpd que tard en reponerme dd Iasorpresa, observ nuevo s detallps, pequefledes, cosi-tes de nada, eomo por ejemplo la asombrosa palidequ contrastaba con el traje lueuoso, la palidez delas lnanos entrel azadas sobre el pubis, las aureolasviolceas que cercaban sus ojgs, el color tenue deaquellos labios, esa textura rugosa, como rasgada, de

    la boea, 8l cuerpo delgado, casi raqultico envuelto en-el traje negro de solapas puntiagudas, los hombroslevantados y reetos, como vrtices de un atmazn demadera"..Observado en sus detalles, en sus partes (porquepareela haberse quedado quietb para que yo lo obser-aq,se), se adelant, entrendo en la habitaein eon unpaso amplio, lleno de solemnid&d, que yo no interrunt-pf . Un a vz adentro, buse en sus bolsillos y ertrajouns carta, entregndomeln sostenida con los dedos.'pulgar e lndiee y alejando de stos a los dems dedos,que se arqueaban eomo huyendo de la siniestra eom-binacin digital. lQu delgad ez de dedos, la de aquelhombre! iQu delgadez, la de los dedos que me [en-dieron tu carta, Ursula querida!La sens&ein de poseer una earta tuya me expulsfuera de all por un momento; pero la impasibilidadeon que el rnensajero se mantenfa sin hablar en la ha-bitacin,'de pie junto a mi escritorio, a corta distan-cia del papel donde un annimo confidente exhiblapara m sus "experiencit$", desnudndose en ma-eabro relato, e igualmente prximo a la hoja donde yohabla comen zado a bosquejar una respuesta ineierta(porque: qu tena yo para responder a aquella exhi'bicin?) volvi a atraer mi atenein.

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    ALAN PAULS"Comprendl entonces, oh Ursula!, que- este"hombre de confianza" a quien t te entregarlas, "si. 'fuera preciso, con los ojos cerrados y maniatada", $-. peraba; y haciendo demasiado visible su espera meincolhodaba, alll parado como un siru'tente; pero no' eom o cualqu,,er sirviente, sino como un tipo especialde sirviente, una clase de la que l constitula el pri-

    mer y nico representante, una clase compuesta pgrun solo elemento: 1, paliducho, enfermizo, las ropaschorrendole de los huesos como de una pereha, l sehablradueado del papAl de sirviente y -no resulta.l; ba difcil dvertirlo - estaba dispuesto a desempe-- narlo no de cualquier forrl&, tampoco de la forma ho,ll ni de guantes blancos en las manos. "Tiene su estilo",[ , ' pens en un momento. Un estilo de sirviente distintot. de todos los derns. Me pareci, mi Ursula, recono-li cerle un estilo de sirviente macabro. Sabes lo que in-!1 tento decir? Has visto esas manos, ese rostro, esosJ, pmulos salientes, esas sdmbras abalanzndoseil.' nY" sus ojos? No parec, & deeir veriad, un cad"If fue necesario que yo devanara mis sesos para hallarfl : la frmula; 1, seraicinl, me inform que t esperabasI una respuesta de m. "Ursula espera una respuestaI de usted", fue lo que dijo. Dijo "tlrsula"; no: "la sefl,o-I raUrsula", lo que confirm los privilegios de su estir-F ' , pe. Mencion tu nombre .con gran naturalidad, como[;' ' ii su lxico estuviera acostumbrado a contar con lI con reltiva frecuencia. Antes de contestarle, le re-i cord tus palabras. "LJrsuli me ha dicho que usted esi

    It

    EL PUDOR DEL PORNOGRAFO 87'\un hombre de confia nza" , dije. Me di euenta de queyo nd habla dieho "la se,oro Ursula", como deb,deeiren caso de que hubiera querido que l se retraetasede su omisin,anterior o cobrase conciencia de su fal-ta. "Nadie debe ener seeretos Wra rnl", dijo, reeal-eando las dos ltimas palabras en lugar de poner n-fasis en,"secretos", e a mi juicio era ms importan'te en aquel enunciado vanidoso. El segula esperando:ra como si en mi presencia efeetuase un ejereicio deesper& "V& a tener que esperrr", dije. Porque deblaler tu carta, Ursula, la carta que me hablan entrega-do los dedos huesudos. El sonri, abriendo un poeolos labios "tajeados, detrs de los cuales brillaronblanqulsimos dientes que pareclan reein eolocados.Sonri cuando yo le dije que esperara, Ursula. Al"hombre de eonfianza" le guso esperar. No es algoextrao? A una persona, rorrnal el hecho de esperarpuede no perurbarla mayormente; pero de alll a que1". g,rctp, de alll I que encuentre cierto placer en espe-rar... Sabes qu me dijo enonces, despus de apro-ximarse, de reducir la distancia que nos separaba?Dijo que cuando yo tuviese la respuesta lista la arro-jase por debajo de la puerta, eu l pasarla a reco-gerla. Ni una palabra ms, Ursula: "Cuando ustedtenga su respuesta lista, arrjela por,'debajo de lapuerta; yo pasar a reeogerla", dijo. Eso diio,sonriendo, mientras las palabr as pareclan brotarlede los dientes. Al despedirse no hubo revereneias, e(>mo era de prever: la suya fue una retirada de sirvien-te, acompaada del silencio de toda retirada de sir-vidnte, pfo al mismo tiempo hubo algo que la dife-

    , renciaba de cualquier retirada de sirviente, y era,

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    gB " ALAN BAuLs Ictreo, el hecho de que sns dientes hubiesen tenido la,ltima p,Inb*u. Desapareci ras un portazo que noreson, absorbldo por el sepulcrol silencio que hablaereado nuestra eonversacin; y yo qued junto alesCritorio con tu erta en las manos' y por vezprime-ra mis pensamientos se entretuvieron en otr eosantes de desgarrar el sobfe...Portodasestasr8zones,Ursula,noteresultatl8-tural, incluso prudeneial, el que yo me interrognreaeerea del sentido de la entrega que t me reclamasen tus cartas? Adems: no tengo yo el dereeho depreguntarte g i por ese hombre? De dnde lo cono.rriSabes ,itgoi*.t.a de su pald"r,las razones desu raquitigmo, las cusas que lo han impulsado Iaceptar el papel que t le has ofrecido? Qu tipo devlneulo te ata a l? Es que te debe algo? Es que hayalgo en tu pasado qqe afn no me'has ddcho? No, amor,no estoy conforme con esta gituacin, sunque s concerteza que no te ha guiado sino la mejor de las intIl-eiones. En euanto al ;hombre de confia nza" rposee laterrible virtud de despertar en ml el demonio de lainterrogacin. .Tengo arln tantas cosas que decirte y que pfegun. ,tarte, pero la masa de eosas que deeir es aln ms. grqnde y ms diffcil que la distancia real qu9_nos se-pare, X mbas parecen ser inveqcibles. Ms Inevaldrfa ser el vigilante noeturno de iu sueo, y no ellejano enamorado que soy.

    '( EL PUDoB D.EL poBNocRAFo 'ggPD. Sufro, querid, de solo pnsar que esos dedos es-pantosamente delgados te entregar n a ti mi ear-ta, la mism que Xo, a mi vez,le habr entregadoI l no sin reiquemores...

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    , ,1"

    8.En la prodigiosa debilidad del escribir, he salido ull ,instante al balcn. El enmascarado ha de estar ron-dand,o por los alrededores, si es que est verdadera-mente dispuesto a recoger puntualmente las cartasque escribo para Ursuls, Y a haerselas llegar en elmenor tiempo posible.Mi amada ha tolerado mal las preguntas que estenuevo protagonista de nuestra correspondencia des-pert en mi esplritu, preguntas que aecedi a contes-lar, sin embargo, en una sola carta, eon un lenguaie

    irnico y burln del qe no pude menos que sos'pechor, " l,Te atreves a dudar de 1, un amigo de la in-fancia, r hombre ante el cual no hay seereto algunoque no pueda ser develado, un hombre que conoce deml lo ge, excptundote, nadie sabe?", me escribeen un tono no exento de indignacin. "Sabes qu,medijo", escribe, "euando le propuse lo que eontigo, trasmucho deliberar, convinimos? Sus ojos se abrieron deadmiracin y dijo, estrechndome en sus btazos, diio:"Nada me harla ms feliz", y luego volvi a deeir, conlos ojos llenos de lgfim&s, que en aerdad, nada lo ha-tfa-ms feliz". IJrsula afirma que todas mis "especula-

    EL puDon DEL poRNocRAFo 4Lciones acerca de la sonrisa, el color de la piel, lbcomplexin de su cuerpo, y los dems detoll,es queconforman su aspeeto" no son ms que "divagacionespropias de un enfermo obsesionado por visioes fan-tsmales". Tales sus palabrss, glle hablan sido eseri- .taq con visible energa, porque sobre el final de cadafrase la tinta se volva an ms oscura e intensa, des-tacando involuntariamente algunas palabras en per-juicio de otras.La suave brisa que flotaba en el balcn pareci dar-'me cierta tranquilidad. Al fln de cuenta,s, hac(omosfeli a alguien. Ya lo aseguraba Ursula en su carta, y,a deeir verdod, yo no hubiera podido contradgeirla alcontemplar el rostro del m.ensajero en nuestros fuga-ces encuentros, al asistir i una suerte de desvaneci-miento de su palidez. Entregada la carta que l deblaencargarse de transportar hasta Ursula, sus seasmejillas se pigmentaban, las negruzcas sombras desus ojos pareclan retroceder; y se hubiera dicho quetodo su cuerpo, habitualmente encogido por un per-manente sentimiento de desazn, se recomponla ar-

    a ' I t I almoniosarnente en la esbelta silueta de un jov en cornotodos." Yo entendfa, an en mi situacin de sospechp,que al mensajero le gustara el heeho de que nuestracorrespondencia pasara necesariamente por su euer-Po; es ms: que este mismo hecho lo llerwra de felici-dad resultaba para m un fenmeno curioso, peroaeeptable.Pero si todo estaba bien, si todos nos "llenbamosde felicidad", si uno llenaba al otro a travs de un ter-ceto que de estar lleno se regodeaba, acaso no hablaalgo fieticio en este "eolmo de felicid&d", acaso este

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    ,aEL PuDoB DaL p0hr.ocnAro 49infanetdl qo, apbullado por el nmero de cOriipeti'dores'qu. ie disputabln el migmo tesoro y Y vlctimadp la naturalezs retralda de su propio carcter, "per-manecl siempre aistado, leios de rnl, como si llevarasn su Cuerpo lOs vestigiog de una enfermedd mortal'de lr que quisiera preservarme". SingularrnenterAlda Por l qUe denomina en su earta "facultad dedesear en sileneio", virtud rarlsima que_ tlgll. "lllaguel Joven enserraba dentro de sf, ursula inici efi.ceCes,gestiones a fin de "haeerle saber que su deseosilencioro por el mlo propio era eorrespondido", ges-tiones que no tardaroo en "dar sus frutos", intensifi.cando snsiblemente la freeuencia con que se citaban."Fue sn un de esas eitas", ttre eSeribe una Ursulasarestiea a la que me parece olr relrse a carcajadas,"euando Aeonteci el sueeso del que el ntifaz consti-tuye l invariable reminisceneia. Hllndorye en.pilaUitaein, se me irtform que este joven, &l qu9 ha-blr eqmenzado a dispensar cautos favores, deseabbvertne en el acto. Orden que subiers, I fin de que_ laespera no lo impaeientase. Cuando penetr en_mi ha-bilacin, cref hberme equivoeado de persolla- No era.egte", cscribelJrsula, "el joven tlmido y educado queyo habla aceptado por compala, sino un sujeto tras-lornado pgr un neeesidad urgente y bestial, para cu-ya pronia consumacin habfa subido las esclleras.iletiocedf", escribe Ursula, "pues sabfa hasta quextremos eiertos apetitos enajenan al hombre, peroel joveD, demente, se'abalanzf sobre mf buscando uncuerpo que, confida en que otra habrla de ser la visi-t, yo habfa desdellado eubrir ms spropiadamelte.Nog debatimos", escribe Ursula, "en un forceieo bru-

    : r.-

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    44 ALAN P,ULSal delque l intenaba sacar partido merced al vigorde sus descontrolados mseulos, y del que yo ya meadivinaba perdedora, ms afin teniendo en cuentaque mi socavada resistencia comenzaba a librar a susembates ciertas zonas indefensas que l aprovechabapara rasgpar con sus manos crispadas. Atinl',escribe Ursula, "eomo riltimo recurso antes de ceder,a clavar mis uas en la piel de su frente y en el espa-cio existente entre los ojos, regin de su cara que meera prxima dado ge, aproximndola a mis piernas,que l habla apartado eon violdncia y desnudado, yfrotndola desesperadamente contra la piel de rylis' muslos, era utilizada por l como el arma que le abri-rla el camino haeia el supremo blaneo de su ataque".Afirma Ursula que "ensangtentado el rostro por laprofu rdidad de las heridas, el contacto de los labiosde aquel alienado con la abundante sangre apacigurepentinamente sus convulsiones, devolvindolo aesa primitiva timidez", eseribe Ursula, "dg la que yohubiera preferido que nunca saliera". A partir de en-. tonces, escribe Ursula, "lo que entre aquel joven y yo-habfa comenzado a insinuarse tlebi, nntural,mente,limitarse a un contaeto protoeolar y distante-en cuyotranscurso el arrepentido joven evidenci su recupe-. racin, ostentando en la zona herida un'eoqueto anti-faz negror pors que yo", eseribe Ursula, "segtln lrnismo os confesrmelo, no recordara lo pasado cadavez que lo eneontrase".(Oh debilidad del escribir, que otro escribir provo' ca y alimerta!)H"y, en la misma carta, una tercera "explicacin" \del antifaz: versin ge, por sery todavla ms clnica

    I I,'

    EL PUDoR DEL PoRNocRAFo 45respecto de mis "divagaciones", no reproducir aqu.Baste con dejar bien sentado que el antifaz no consti-tufa, para Uisula, motivo de inquietud, y menos derotp".ha, Era un "accesorio destinadO", eseribi,"a legrar un pocO ms cada acto de entrega".

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    .#.,

    , EL PUDO QEr, PORNOGRAFO 4ljante mtodo de intereambio, s desvanr.*ron antela brusca apariein de nuevas series de obstculos- obstculos Q, representados fugazmente en mi. pensamiento, resultaban ser an ms perjudicialesque los que antes nos afanbamos por evadir. Afroraque ya no debo pensar ni torturarte con mi de{eon-fianza hacia el correo (no sabes qu extrao es sdptirque lo que antes era terror, ahora no es ms que PdSa-dittat), rutgen en ml inmediatamente nue*ras blr-ras nuevos peligros que "amen az&n" nuestra corres-pondencia: a veces pienso que no soy sino una m-quina de medir obstculos, un obs tacultnetro.No me eabe dud, sin embargo, de que rnis eartasllegan a destino; tengo la cert ez& de que los torrentesde pasin que diariamente vierto en ellas no se pier'den en el eamino, en el, ay!, interminable camino que 'conduce a tu respuest&. De otro modo, me preguntocmo harlas tri para escribirme siguiendo ten al piede la letra lo que yo te escribo. Pero mi certidumbreno significa nada cuandq me interrogo aeerca de lascondiciones en que t recibes mis cartas, condicionesge, con la aparicin del "mensajero", S me vuelvencada yez ms confusas. tQu haces t cuando el en-mascarado llama a tu puerta con mis noticias en Iarnano? Qu hace l antes de entregrtelas? ,Cmodisponen el tiempo para que l est alll cuando ttienes pronta la respuesta? Permanece l en tu casamientris t lees, mientras te abocas a eseribirme?Presencia l toda la eeremonia de la contestaein, oi"n le ordenas que se retire hasta que llegue el mo''mento? En tal caso, a dnde se dirige 1, y de quforma te arreglas para.llamarlo?

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    10Ursula amada, me encuentro en un estado desespe-rante. Despus de un dla entero consagrado a la res-puesta de mi interminable correspondencia, solo.existe en m la sensacin de un vaco y un agotarnien-to que" me reduce a la condiCin de un fantasma.Agrad ezeo, entonces, la distancia que nos separa, laimposibilidad de que t vengas a visitarme: la solaidea de que puedas enfrentarte eon este despojo quesoy basta para desvelarme. Al final de cada jornada,mi facultad de desear est, por asl decirlo, aniquilada,

    y slo pido dos cosas al cielo, las tlnicas dos quepodran aplacar esta fatiga: la llegada de una de tus.cartas y algunag horas de sueflo.Pero el sueo, de un modo u otro, tro hace ms queprolongar la esclavitud que me ataa las cartas. Todaslas noches, antes de acostarme, debo poner orden enmi escritorio, clasificar las respuestas que durante elda he redactado, escribir cada sobre cuidando de noequivocarme de destinatario Y, finalmente, colocaren mi fiehero todas las cartas recibidas. Al cabo deeste. penoso trabajo, que s por completo intil, yaque al dla siguiente todo deber recomenzar y habr

    .\ l

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    ALAN PAULSque volver a restablecer este orden ilusorio, deboapilar mis respuestas en una caja que deposito juntoa la eama. Te preguntars por qu no me deshago deellasdejndolasdirectamenteenlapuertadeentra.da, antes de acostarme.. Pues bien, Ursula: en primerlugar, porque no puedo expenerme a que una sola deesas cartas se pierda; de modo que cuanto menostiempo estn fuera de mi alcanee, mayor ser mi se-guridad; y en segundo lugar, mi cansancio es tal, ytan foderosa la inercia que se aduea de mismiembros, que apenap poseo la fuerza suficiente psratrasladar la gran caja desde el escritorio hasta mi ca-rna, desde donde puedo vigilarla. Entenders cunimposible es para ml bajar las escaleras cargando conla caja llena de cartas.Duermo unas pocas horas, apremiado por la estric-ta iuntualidad eon que el correo suele pasar por micasa. La mayorla de las veces me despierto en rnediode la noehe, sobresaltado. La eaja est alll, tal comoyo'la he dejado al acostarme. Faltan dos horas paraque llegue el correo, de modo que intento reanudai elsueo. Pero ya no es posible, Ursula: permanezcosentado en la cama, completamente a oseuras, miran.do hacia la ventana abierta, mientras en el delirio m[ ]cerebro imagina sin parar que me arrojo por la venta-D&, despus de lo eual les toea el tumo a los automvi-les que, uno tras otro, pasan por eneima de mi euerpotendido sobre la calle desierta, ahondando y en-sanehando los dos tajos: el del cuello y el de las pier-nas. Pero, por qu te digo todo esto? De nuevo sloeon el fin de atraerte hacia ml por medio de la conpa-sin.

    t,,i

    EL PUDoR DEL PoRNocRAr'o 51La llegada de tus cartas, eD cambio, ejerce sobrem{ un et"cto mucho ms complejO, que no s si estaren condiciones de describirte. No sabes, Ursula, nopuedes darte una idea de la intensidad con que yo es'p"to cada una de tus cartas, intensidad qle me ha-cepensar que solo hay una eosa de la que sin,.lugar a du.-drr pu"o ser eapaz,i esperar F para rlf, la impacien'eia no es otra eosa que el pasatiempo de la espera).Podrs imaginarte sin dificultad, entonces' la reac-cin que.provoc en m tu ltima carta, que me fueentregad preeisamente cuando me encontraba enese estado qu" describo ms arrib d, y en la gue cifra-ba todas mis esperanzas de pasar una buena noche.Tarde f &, estaba.todavfa abocado a la tarea de con-testar uno de los pedidos del da, cuando llaman a mipuerta esos tlmids golpes que nuestro "mensajero",iesde el primer momento, adopt a modo de carta depresentacin. Abrl la puerta y lo hice pasar. Desde suantifa z, lme obsequiba su acostumbrado cadaveris-rDo, una sonrisa paa, eomo de enfermo, le torca los

    Iabios. De inmediato solieit de l lo que t me hablasenviado. ceremonioso-, l hizo un movimiento extra-o con su capa negr a y extrajo de un bolsillo el incon-fundible sobre con tu escritura y mi nombre, sobreque al punto le arrebat de las manos eomo si se tra'tara de un milagroso suero que debiera ingerir paracombatir una eof"rmedad mortal, y con el que volvf atomar asiento en mi escritorio, dispuesto a desentra'ftar su contenido antes de reanudar mi trabajo. Peronuestro "mensajero" permanecla a mis espaldas, laspiernas un poco abiertas y entrelAzadas las manos, QIIun" posiein que, apenas hube comenzado la leetura

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    EL PUDoR DEL t ono8RAF 0 58de la intromisin!: ese hombre sobre el que acos-, tumbras brOmear ("un'amigo de la infancia": eres tla que hablas) se interpona entre nosotros, inmiscuasu cuerpo de cadver en el circuito de nuestras car-tas - hecho inadmisible si consideramos que su pre-sencia junto a ti, junto a m, su "colaboraciD", solofue convocada'.on el objeto de acelerar y garantizaruna comunicacin, y no precisamente de obstaculi-zarla!Por qu, amor, esta repentina sublevacin del sir- :viJnh?.ieorquestebrscoapropiarsedellug?lajeno? Nada encuentro en tu carta que me lo expli-qe, nada hay en ella que insinrle una respuesta. Ytbm.bin me pregunto, Ursula: por qu esa incorre-gible voeacin elusiva que creo leer en tus cartas, Porqu bse empeo en no contestar, tr esquivar la rpli-ca, en contar otras cosas, sucesos pertenecientes a tuvida, lo s, pero que yo no me resigno a admitirdentro de nuestra correspondencia, y menos arln enel desgraciado estado en que me hallo..'?

    Contarl Cunto tiempo crees trl que el "enmasea-rado" permaneci en usurpacin de puesto? Cu'ntotiemp dirlas t que requiere la leguperacin de unhombre qge ha "eorrido nucho" 'y est "muycansado"? TodO lo que pudieras responderme seraintil, porque nu"riro imensajero", "nttaldntondopor no s qu confianzu, prohijado por no s qu im-punidad, n-o'slo se apropi de un lugar que no lecorrespondla, sino -y he aqul lo peor' Ursula- quehizo d semejante apropiacin una estq'dfn, un modosubreptiiio y canalla de quednrse alllinstalado, en si-lencio, como un viejo mueble en desuso, ajeno a mi

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    EL PUDoR DEL PoRNocRAFo 55por aqul & recoger su respuest 8," , dijo antes de despe-irr", cuando ya haba abierto la puerta y deslizadoafuera su voltil osamenta, la capa en perfectaeomplicidad con las sombras. Y si hay algo que me in-quiela, Ursula, es esa perfecta ligazfiA ese asombro-iO enCajar del "enmAsCarado" etl la nOChe...No puedo seguir escribiendo. El recuerdo del"mensatro" es an demasiado vivo para ll, y la ideade que a l deber encargarle esta carta' que solocontiene injurias dirigidas contra su persona' me co-loca en ua situacin diflcil, D la que desearla que tfuerasmigufa'Harsesoporrrf'Ursula?Sersesefare que ilumina la noche, ahuyentando las tinieblas?

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    Q, sbre el costado derecho del parque, zolra que'por coneentrar la sombr a y el necesario freseor' fneextrafr hallar poeo concurrida. El primer impacto,Ursul, deriv del alarmapte parecido que emparen-taba su rostro con el tuyo, parecido que no resida so-lo en el rostro y no era decididamente el produeto deun espejismo ocasionado por la distancia, sino que seextenda milagrosamente al cuerpo todo, a la posturaadoptada e incluso - no temo exagerar, Ursula, lo vicon mis propios ojos - a la vestimenta, que recorda-ba fiehnt tut ropas por ti usadas en el transcursode aquellos "eneuentros". Lo juro: de no ser porquete ralla inmovilizacia en tu easa' a la espera de miscartas, imposibilitada de trasladarte hasta aqu, hu-biera podido asegurar que esa mujer eras t, incon-fundible y nica; t, que habas retornado al viejo"mtodo'i! Parali zado por esta analoga (t sabes quraro poder ejrcen las semej anzas sobre mi espritu),no pude evitar el fijar mis ojos sobre esa figura que,suavemente apoyacla contra el troneo, pareca ensi-mismada, como hundida en una profunda meditacin:y debi s-er sin duda este estado de fijaein el que meimpidi descubrir, pfoveniente del sector ms aleja-do'del bosqU, & un segundo personaje, en este casomasculino, que se eneaminaba cautelosamente haciael lugar donde la mujer se abocaba a sus reflexiones.Cautelosamente, rligo, el hombre se aproximaba pordetrs, y los movimientos de su cuerpo no traslucansino una oscura intencin que la mujer estaba incapa-eitada para detectar, dado que, hallndose de espql-das a i, y de frente a m, que la eontemplaba a medi-da que ta iUan eereando, no par eca dar signos de vi-

    11hoy, poeo anes de recibir tu carta (tod avlame pre-gunto por qu el "mensajero" prefiri esta vez nodarse a conocer), presenci una escena de cuyo im-pacto an no he logrado recuperarme. Aorandoquizs aquellos singulares "contactos visuales" quesollamos mantener tiempo atrs, antes de que lacorrespondencia nos absorbiera por entero, rle con-cedl una breve pausa que aprovech para salir al bal-cn. Te aeuerdas? Desde alll yo intentaba haeerteentender con gestos todo lo que ahora transcribimosenelpapel,ytmerespondlasdesdeelparQ,eon.testabs uno a uno mis ademanes. Y cuando alguna .,de mis seales no llegaba a, ti claament, y t la ilIa- ,linterpretabas y tu cuerpo me enviaba palabras in-comprensibles: qU enredo! Recuerdas? Permane- lcfamos largo tiempo tratando de deshacer elembrollo, y en verdad pareclamos dos amantes deses- 'perados.Puesbien:laescenadelaquehablotuvolu-'gar en ese mismo parque, p@o despus de mediodfa,horaenquelatemperaturaasciendeyparececalci.nai los rboles. Descubrl a la protagonista reeliRada' l'icontra uno de los gruesos troncos que forman el bos-

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    EL PLIDOR DNL PORNOGNAT'O 59que resultaba extraflo en el comportamiento de sucqerpo, hasta entonces de una irreproehable digni-dad, era ese desequilibrio, el hecho de que por unaparte prosiguiera tenazmente la resistencia - lo queera evidente por las saeudidas de su pierna de'recha - y por otra no fuera ya eapaz de persistir enella, lo que se infera de la lasitud en que su pierna iz'quierda habfa cafdo, suspendida en el aire y en pro-nunciada abertura respecto de la otra, que conti-nuaba agitndose.Mis sospechas, Ursula, se vieron eonfirmadas cuan-do, habindose agregado el tercef protagonista, delque slo me era visible la espalda pues enfrentaba di-rectamente a la vfctima, cuyo cuerpo sujetado yo andivisaba, aquella pierna izquierda, abandonada ensuave molicie, se abri an ms, apartndose decidi.dampnte de la que resistla como para acoger (s, aun'que ello te suene descabellado!) el impulso con que elsegundo verdugo se aproximaba a ella. No me extra- entonces que este, disfrutando de la ayuda inapre'ciable que su eompaero le ofrecla al maniatarla, re-solvier rodear tal miembro laxo'ben su bttzo de"recho y a partir de all allzat bruscamente el cuerpode la mujer a la altura de su vientre. (Espero, IJrsula,que mi deseripcn haya podido ponerte en situacin,y que gracial a ella ests en condicin de juzgar elcuadro con lU misfna amplitud de que yo goc al eon-templarlo.) Desde el instante en que el segundo ver'dug se acomod entre las piernas de la mujer, todore detaruoll vertiginosamente; habiendo cesado laspiernas toda resisteneia, entrel azadas sobre la espal-da del segundo verdugo, el.primer verdugo, hasta ese

    da: de llf qrc todo su cuerpo $e contraiera en unamueca viqlenta cuando el segundo personaie, extendiendo sus brazos por ambos costados del tronco yaprisionando fuertemente los de ella, haeindolostenderse y oprimindolos contra el tronco, la inmovi'liz del modo ms cruel e inesperado ponindola I imerced de sus aberrantes objetivos. Atada, pof 4sl .decir, al rbol, sujetadas sus muecas por el vigor del jasaltante, la mujer comen z6 a saeudir desordenadamente las piernas en unos iataleos convulsivos, de llos que slo obtuvo como resultado que el tenue vesti-do que llevaba se arremangara involuntariamente endireccin de las inglqs, desnudndole asl los muslos. iAbsorto yo en la contemplacin de tan ominoso es'peeteulo, incapa z de adivinar el eurso que tomarlan jlos aeontecimientos, advertl que desde el seetor infe-rior de mi campo visual, ingresando en el euadro conpaso8presurado,untercerpersonajehacasuapari=cin con la evidente finalidad de sumafse al drio inmo-vilizado en torno del rbol, do del que se distingula ,con claridad el esfuerzo que la mujer efectuaba para Iliberarse, desesperado, las dos piernas desnudadasdebatindoseenelairetpfoencuyatnsinrnepa.reelo ver, simultneamente eon el arribo dei te-"eerpersonaje, un eierto aflojamiento, una suerte de eese,como si al trabajo aloeado de uno de los miembros nole eorrespondiera ya un idntico trabajo en el otro, si- '"no un cierto ablandamiento: seal de cuerpo que qu-cumbe al dolor o se resigna. No era difcil suponf,Ursula, que la mujer, vfetima finalmente de la mal-vola torsin de brazos a que la someta su primer ver- ;dugO, comen zaba a abandonarse a su suerte, pero lo

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    EL PUD0R DEL PORNOGRAFO qlidea de su dimensin si piensas en la distancia que mesiparaba del lugar) prenda negra en estado de hara-po por el feroz tironeo, que con hbil ademn el se-gundo verdugo enreg al prirnero para que ste, a sulrr, en lugr de anojarla, como cualquiera su-pondr, la conser YaFa en un bolsillo. En el bolsillo!o les bastaba solo con arranearla, apartarla de su lu-gar correspondiente mediante abominables tironeos,rino que aems la conservaban:'trofeo de maldad,premi,o del vilsimo ataque! Y as los dos verduBos,primero y segundo, se complementaban en el ejerci-lio d" desprender: mientras el primero' sosteniendoa la mujer con una mano, con la otra desgarraba elvestido a la altura del cuello, el segundo, a la vez quecon la mano izquierd4 se ocupaba de arremangar laparte inferior hasta deseubrir el blanco vientre feme-nino, con la mano derecha hurgaba en sl mistro, se de-sabrochaba y desprenda a s mismo para que vienlrecon vientre, desnudos verdugo y vlctima quedaranenfrentados. SQu r.esto de resistencia podla pedirseque quedara en algn miembro, Ursula, tras tamaa"tt"tnetida? Y de qu modo iustificar una sospechaacerca de la blandura de aquellas piernas si, entrela-zadas en torno a la cintura del segundo verdugo, am-bas formaban parte del conjunto veneido del cuerpo'avas&llada toda voluntad de oponerse? En breves ins-tantes la boca de la vctima se acopl, de un solo gol-pe efic az, alvientre que tanto primero como segundohaban eontribuido a desvestir, vientre que el prime-fo, vigilando de cerca la accin' procuraba hacervibrar al ritmo convenido, al ritmo d respiracin; pe-ro de aquel gfito amargo, fruto de tanto sufrir, Do fe-

    60 ALAN PAULSmomento dedicado a inmov ilizer los brazos de la vc- 4tima, liber uno de los ellos, permitiendo que fuera .ese miembro el que encab ezara la dudosa resistbncia-resisteneia que no prosper,yx que el segundover-. dugo, atento a toda'reaccin, lo contuvo en el aire.an-tes de que golpease; sujetado el primer brazo, el se-gundo protagonista procedi a liberar al restanteQu, a difereneia del pnimero, fue a apoyarse suave- *mentesobreelhombrodelsegundoverdugo,Qienera el encargado, ahora que el segundo protagonista ihaba abandonado su posicin y funcin iniciales, desoportar el pesg del cuerpo de la mujer y de mante- :nerlo en el aire contra el troneo del rbol, merced auna dura presin de su propio cuerpo sobre el de ella.De nuevo se provoc el juego pendular de la resis-tencia, distribuido desigualmente en los dos brazos:uno de los cuales, febril, luchaba contra el podero del.segundoverdu8o,mientraselotro,"comoadormeci-do,iniciabaunrecorridoporsobrelanucadeaqulalque aparentemente tales maniobras divergentes ins'taban a proseguir la empresa. Empresa eue, siendodos los agresors, y ambos de robusta complexin,musculosos, se converta en juego de niiios, tal comolo demostrara la facilidad con que el segundo verdu-go, respaldado por la eolaboracin del primero, queahora sostena a la mujer por las axilas, contra eltronco, introduca sus manos libres debajo del arre-mngado vestido, y alll abajo de la bombacha tirone-

    'aba, furioso, haciendo que el cuerpo eada vez msinerte de la mujer cabalgara, por asl decir, espoleadopor su ardor. De tanto tironear, Ursula mla, cedi lo ',que buscaban arrancar: una minseula (tendrs una

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    62 AI,AN PALTLs ,.eib yo ms que sus plidos ecos: resonancias que sinduda falsearon lo que el grito quera decir.No te ser diffcil, Ursula, informada de todo lo queanteeede, imaginar mi nimo al retornar al trabajo, )despus de haber sido sacudido, por asl decir, por lanotable sem ejanza que deseubrl entre aquella mujery tu figura, y por la estreeha relacin que liga la esee- lna presenciada a las narraeiones que diariamente me ,veo obligado a leer, narraeiones de las que t, en estaltima carta, pareces estar al tanto a pesar de mi ng-gativa L referlrtelas, lo cual me llena de asombro. ':,"Cmo han llegado a tus ofdos? Por qu subterrneo icamino las has recibido?Ni bien abandon mi lugar en el balcn, negndo-me a seguir observando aquel espectculo, y me diri.gl al escritorio, donde las cartas estaban aguardndo-me, Bdveftf que por debajo de la puerta hablan desli-zado un sobre que reeonoef como uno de los tuyos y :cuya llegada annima no dej de sorprenderme. Trasreeogerlo del suelo, abrf la puerta con la espera nzade toparme eon nuestro "mensajero", del que solo melleg el sonido inequlvoco dq sus pasos huyendo esea-leras abajo. Alarmado por este nuevo "procedimien-to" que me tomaba desprevenido (a f, Ursul&, gue .ya estaba aeostumbrndome a las visitas del '*enmas.earado"), abr de inmediato el sobr y, tomando asin- ,'to frente al escritorio, le tu carta.Aparentemente, aquel era un dla de imprevistos,de modificaciones, porque: qu distinta tu earta, q,ueambiada tu voz pareea _llegarme a travs de las pa-Iabras escritas! Era como si otra persona, otra "LJrsu-la" hubiese tomado tu lugar, aduendose de tu mano

    ,/

    y de todo lo que en ti esperaba para manifestarse conel objeto de verterse en un lenguaje nuevo'Y lo ms nueao ha sido que en tu carta demostra-ras conoeer al dedillo todo aquello que yo siempre mendgu a confiarte por considerarlo indigno, toda es&masa de palabras obscenas que siempre qui$e conser-var para iltf, como quien guarda para sl un esea'lofriante seereto familiat. Cmo ha podido ser' Ur-sula? Cmo? Si yo siempre intent que en mis car-tas tbdo ese "aipecto" pasara desapereibido, quedaraautornticamenie excluido de nuestr& corresponden-cia, f aun tuve que luehar denodadamente eontra tucieg voluntad de saber. saber! Y ahora que sabes:'q; has obtenido a cambio? Seguramelte nada msque sospeehas acbrca de mi "honestidad", dudss acer-.t " *i "franqueza", Y Ult escepticismo general-re-pecto det futur de nuestra correspondencia. Todo 1ocual es perfectarnente eomprensible para 1, ya que'de no entenderlo, qu me hubiera impulsado a rehu-sar durante tanto tiempo el revelarte este "lado oscu-ro" de mi vida? Y hasla entenderla sin dificultad elhecho de que resolvieras suspender tus cartas, otor-garte una pausa para reflexionar y ealcular los bene-li.ior que te . proporcionarla la continuacin denuestro epistolario, aun con el riesgo - eon el espan-toso riesgo, amor - de que, habiendo evaluado dete'nidamente la situaein, decidieras dejar de escribir'me para siempre. Y aun as lo entiendg: Ursula; pesea qe significirla mi calda irremediable, eualquierafuera tu resolucir, yo la aceptarla sin titubear, inca-p*z d rebatir tus srgumentos. Para colmo, Ursula,esa carta que t citas en tu filtima carta, carta que

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    EL PUDOR DEL PORNOGRAFO 65Y si mi nfasis te resulta excbsivo, Ursula, debersatribuirlo a que no encontr en tu carta..signo de alar-ma alguno por este nuevo giro que ha cobradonuestro intercambio: antes bien, me pareci notarque el hecho de ser por fin partcipe de mi "trabajo",de acceder a las abominaciones que me escriben, teprovocaba una excitaein... juvenil, una suerte de en-tusiasta curiosidad como la que invade a un novio quedescubre un dla el diario ntimo de su prometida. Pe-ro debo advertirte, Ursula, que no encontrars alllnada "mlo", ninguna palabra que me pertenezco, nin-guna frase euya autorla pudiera yo reclamar. Nada!Excepto esa sarta de "experieneias ntimas" que losdesorientados cornpulsivamente busean compartir, yque .han encontrado en m el reeipiente ideal paraverterse. Me preguntas, querid -y aqul es dondereparo en eierta enfermiza inquietud -, qu les escri-bo yo, de qu forma me las arreglo para "ayudarlos".Quieres que te conteste con franqu eza? Pues no los. Ireo cada carta como sumergido en un vrtigo, las

    sienes me laten, el pulso se aceler &, y cuando terminoprocuro perpetur ese vrtigo, de tal modo que mirespuesta hilvanada cabi de inmediato se asimile loms posible a la condicin de tales cartas - condicinque deplorara si no estuviera, precisamente, atrapa-do en dicha maquinaria. Es como si, eiego, debiese di-sertar sobre lo que ignoro; entonces tomo impulso,me dejo arrastrar... y as logro contestar todas laspreguntas satisfactoriamente; tal es as que he reeibi-do cartas de algunos correspondientes que me alaba-ban por haber "sabido comprender y cornpartir la in-tensidad de mis experiencias". Haber sabido! Sa-

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    caliente que me dollan los huevos y podla sentir el ti-'bio extremo de mi pija contra el muslo'; o las respues-tas gue pueden ocurrlrsete frente a semejante pre-gunta:'Nos pasamos toda la tarde y Ia noche cojiendoi pasendonos desnudos por la casa' Nunca goc tan-to una mujer corno a Felisa. No cree usted que esporqe la dese en silencio durante. muchos aos?"'- Dices, Ursula, que se te hace diffcil imaginarme le-yendo semejante prrafo, y sin embargo una vezmsme fuerzas a leerlo, una vezms me obligas a enfren-tar la ignominia, desplegndola ante mis ojos con to-das las letras, sin olvidar nada. Y eE ese "ir dereeho ala cuestin", ese certero "apuntar", lo que no deja depreocparme. Qu extrallas influencias pesan sobretu eabecita, amor mlo? Qu influencias sobre las quenada puedo, y que te incitan a escribir tales cosas? Sies verdad que detrs de todo esto Se eseonde un ter-cero, alguien cuyo nombre desconozco y cuyas inten'ciones resultan pata ml diffciles de suponer' entoncestendremos que tomar ciertos recaudos' Ursula: nosveretnos obligados a encerrar nuestra corresponden-cia en el interior de un cerco inexpugnable' cerco queproteja cada una de nuestras palabras y gue se encr-Sut de hacer que tanto las tuyas como las mas lle-guen I destino sin sufrir modificacin alguna. Pero[uta ello deber contar con tu apoXo, Ursul t, Y t meapoyars si abandonas esa innoble euriosidad por mi"lrabajo" de la que te acuso ms arriba. El "uni-verso" que te vanaglorias de haber conocid,o a travsde la carta citada slo me concierne a m, asl como so-lo yo debo hacerme cargo del sufri,miento que implicanadar diariamente en 1. Sabes, Ursula, lo que signi-

    '66 ALAN PAULSber! Estoy metido en un equlvoeo tan gfande que meparece imposible poder salir algrln dfa de 1. , lMe p*rmltrrs una afirmacin, Ursull, X la rebati'rs si no eoineides eon ella: creo qe, de alguna formq,;;; "tgunas seliales que distingo en tu carta, t parti'[ipr* urnbin de est equfvoco, y te dir por qu. Tededicas I deseubrir, ."ri a citar eon palabras tex-. ;tuales, una carta que integra mi arehivo (curiosamen- ite se trata de un envfo my reciente que, segn te he :coqlenado, representa el extremo a que puede llegarelrelatodeeiertas..desviaciones''}..Leyendotu*r.tifcin, se rne dio por pensar que tal carta estabarealmente en tu pod,ei,lo ual es imposible, ya que aleonsultar mi arehivo comprob que permaneela en mipropiedad. Y repentinamente me pregunt: por quLr"'*inuciosidad, por qu esa pasin por detallar loque yo ya he leldo, por qu referirfne otra vez lo quevo intento olvidar confinndolo al archivo? Y la res-puesta reside en esa "participacin" que te concedo,en el entusiasmo que tu "r.ritura delata. Evocas laseseenas ms repugnantes, las palabras ms soeees;nada en tu earta tiende a euitar, sino que- tsdo pareee Idirigido deliberadamente a enfrentar lo ms "t!t^ 1nor de ta cuestin. Bastar con que te recuerde uno Ide los pasajes de tu carta, aquel en el que escribes: i, iM" ur Aifln - y por eso milmo me atrae - imagi- '', *rie leyendo lo-que yo he deseubierto por prime,ra, Ilalt tr9 rVJ srrr\' \t Y--vez;imaginar tu ictilud al encontrarte con pgafoscomo este: ,Nos besamos largamente y con violencia,' t ru r*ngua se meneaba rpida dentro de mi bo*_l'Deslic mi mano bajo el eorto vestido y frot las nal'gas de su eulo a trvs de la bombacha. Estaba tan l

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    t2quiero! Quiero! iQuiero! Es que hay alguna pa-labra en tu carta, Ursula, que no encubra esta impe-riosa necesidad, este pedido desmesurado? Y no solodeslizas por lo bajo tu querer "a toda costa", sino quecada tanto lo escribes sin disimulos, desnudando suinsistente inconveniencia! No era esta la elase de co-laboracin que yo esperaba de ti; al parecer, habin-dote pedido que apaeiguaras tu querer, tri no hashecho ms gue aereeentarlo, malinterpretando mi so-licitud o bien desoyndola abiertamente. No te dascuenta de que, cuanto ms crecen tus g@rurc, ms difl-cil se torna para m la posibilidad de satisfacerlas? Ytanto ms cuanto e, insatisfecha con reclamarmet, el cumplimiento de tus deseos, no vacilas en dele-gar en la figura del "enmascarado" el poder de recor-drmelo. Era acaso de esta forma como te sugerque Ie dpras parte de nuestra relacin?Pero he aqul que esta noche, l "enmascarado" sepresenta en mi euarto, en una mano portando tu car-ta (carta que yo supona ser una nueva serie de in-terrogantes de los que yo debla urdir las contesta-ciones) y en su cavidad bucal, incubado, tu mensaje,

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    que habfa gonprendido quo de ellas hbfa surgido elequfvoeo, sino por medio de gestos, tomndome porlos hombros, empujndome suevemente hasta sen-tarme en el escritbrio donde yacfan las cartas(milesl) por responder. Me exeu$ars ante 1, Ursula, .1ot mi descontroh pero n ahora prsiste en mf lalera, tl pensar en lo que debiste eondeseender I re- 'velarle para logfar que l reprodujese tu "mensaje"-Porque no irs a decirme que todo lo que l sabla eraque t querlas saber.lNo, Ursula! Tu carta te delata desde el principiohasta el final: que t sabeS, la carta delata, y que loque sabes es muchol Y eon lo que sabes srmas un p8'quete n forfna de carta que luego me envfas a mf, tlr-iula, que supe antes gue nadie eso de lo que ahore, slsaber, lte vanaglorias!Ah, amor mfol Debo repetrtelo? Es para mf untormento it en contra de tus deseos, deseos gue tmisma no vacilas en definir como "urgentes" y de losQ, cualesguiera fuesen su condicin y su origen, fono sabrla impedirme la participacin. Me escribes:"Sabet ms acerea de las eartas es mi deseo ms uf'gente", Y me pregunto entonces: Cmo podrla yoeumplir semejante deseo si tti, por algn medio quean desconozco X Que, se ve' te ernpeflas bien en, ocul'tarme, te las ariegtas para procurarte "informacin"(y qu informacihu detalles!) seerca de ese materlaldel que me eulpas por mantenerte a distancia?Dnds, Pues, ests, Ursula? Dnde estar segurode hallarte, cuando te busque? En el saber' en la lg'norancia, o en la triste ostentacin que, digimulndo-se, asf se manifiesta al esplritu? Crno puedes pedir-

    que l no titube en comunicarme apenas le hubeaUierto la puerta. Y tu mensaie, Ursula, sali de suboca tal eomo t, sin duda, lo depositaste en ella:"Ella quiere saber", ttto comunic el "mensajefo". Yen su rostro no habfa ninguna expresin, ningn ras-go que se agudizara en desmedro de otro, ninguna in-[enciOn de-refleiar nada; apenas ese irreproducibleenunciado, ese presente: "yo quierO saber", Y comoyo tardse en reaccionar, l aprovech pars reiterarll "mensaje" que supuestamente t, a modo de suple'mento verbal, le hablas encomendado transmitirme:"Ella quiere saber". T{t querlas sabert - y yO (obser-vB, Ursula, cmo mi esplritu, I pesar de todos estosinfortunios, permanece fiel a lo nico que ama incon'- dicionalmente: tu nombre), ingenuo' crdulo, ato[ta-do por ese presente que el enmascarado usaba, crelgU tl estabas allf, en algn lado, e ese ,nornento,matizando la espera con las ganas de saberl Sl! Aun'que parczea increlble, Ursula' spareeiste en mi men-fr, aill, esperando que yo bajara a encontrarme eoR'tigol Y qu iba a haeer sino bajar tropezando lasetcaleras, acudir eOrriendo A. tu encuentro? Pero ldecepcin fue tan gfande como la eufori4, squella alno hillarte en la puerta de entrada, esta al imaginar'te esperndome alll donde no habrlas de estar, Ah'presente enganoso!De rnodo que ouando volvl a subir, toda mi desilu-sin se virti como ira sobre el "mensajero" que, x-ceptuando ligerlsirnos carnbios, no se habfa movidodo la posicin en qqe mi vertiginosa esctpada lo ha-bla dejado -ira que el "entnasearado" se esfon poratenuar no mediante palabras, ya que er evidente

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    me "ms", "ms" n cuanto al saber sobre mis cartas,si luego en las tuyas te regodeas citndolas con pun.tos y eomas, como si t fueras la destinataria de esosatroees envos?Infringir pues, por un instante, mis propias leyesde Silencio, para ilustrar lo descabellado de tu pedidoeon la ayuda de una vieja carta de la que pasar anarrarte ciertos detalles significativos. Se trata delrelato de una mujer joven ge, perseguida por elaburrimiento, decidi convocar en su domicilio a sustres ms "fntimos" amigos, amigos que no tardaronen acudir ala cita, alarmados seguramente por la ur-gencia que ella evidenci al llamarlos, y de los queella pensaba eon ra;z6n obtener ciertos beneficios."Reunidos mis tres amigos", me eseribi ella, matu-fiado su nombre bajo un sobrio "Elisa", "pasamos loscuatro al living de mi casa, por el que yo pase cubier-to el cuerpo con una ligera thnica de seda, tejido que,antes que cubrir, anunciaba, y del que ellos, sentadosfrente a ml, no consegulan despegar los ojos, vidospor verificar de un modo ms concreto si lo que aellos se hs permitia ver concordarla en verdad con loque ms tarde libremente se les ofrecerla. Culminadomi pavoneo, euya luncin se reducla a'poner en si-tuaeih'a mis turbados amigos, tom asiento frente aellos, cruzando las piernas de manera tal que el deba-jo de mis muslos no pasara para ellos desapercibido,cuidando bien de eihibir la parte de la carne en laque la liga cava su surco tornndola asl de un colorms rojizo que el del resto del muslo. IJna vez alll ubi-cada, envi a dos de mis 'inVitados'a preparar algo debeber, orden cuyo eumplimiento exigi que ambos s'e

    retiraran, no sin oposicin, a la eocina, dejndome asolas, transitoriamente, con el ms joven-de lbs tresQUe, sentado en absurda postura, estaba atareado sinduda en disimular lo que la visin que a sus ojos mispiernas ofrecla habfa suscitado en l: efecto inme-diato del que quise a toda costa asegurarme, para locual, aprovechando la ausencia de los otros dos, lo lla'm a tgmar lugar a mi lado, lo que 1, enrojeciendo re-pentinamente, hizo no sin vacilacin, viniendo a sen-tarse en el mismo silln en que yo me hallaba, pero auna distaneia que imposibilitaba toda comprobacin.Lo obligu I acercarse", me escribla Elisa, "hastaestrechar nuestros respeetivos cuerpos; el mo, alque notaba ardiendo bajo la leve trlnica; el de 1, enerupein bajo la ropa, erupcin de la que hacla deno-dados esfuerzos por no traicionar los signos.Estrechados, habiendo yo descrzado completamen-te mis largas piernas y'habindolas abierto de par enpar, me aboqu a susurrarle al oldo ciertas palabrasde las que conoclala efieacia, palabras que l recibi,por fin, con una sonrisa, aeompandose con un gestodel btazo derecho que desliz primero sobre mishombros desnudos, luego por mi talle, enseguida porlos contornos de mi cadera, hasta posarlo finalmentesobre mi muslo dereeho, para eomen zar alll a arre-mangar con delicadeza la falda de la tnica. Incapazde resistirme a semejante iniciativa, cuya eonsuma-cin habla esperado adems con ardor, e inclinndo-me ligeramente sobre 1, lle una de mis manos alsector donde suponla que mis atractivos y su explora-cin manual estarlan surtiendo efecto, sector al queaccedl tras desabrochar unos euantos botones inopor-

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    cuatro", escribfa Elisa, eerebral y regocijada, "engta-nados por la precisin de nuestros movimienos^ rnovi obligada, vislumbrndo que de aquella situacinnos serla imposible extraer un disfrute mayor, a di-solver eI cudro, invitndolos a pasar eonmigo l dor-mitorlo, donde el espacio permitla una eombinatoriams plena. Fue diffcil arrancarlos de rus diferentes,complementaiias aetividades; pero como , enten-dieran que la invitacin solo apuntaba a un perfec-eionamiento, y no I una interrupcin, acordaron sus-pender el intenso trajln para reanudarlo en el sitio lque yo aspiraba a trasladarlos. Ya en el dormitorio",escribfa Elisa, en el dormitoriol, "todo escap a micontrol, todo se desafor, todo a la violenta pasin serindi: ne habfa terminado yo de penetrr en el euar-to -los tres venlan I mis espaldas*, cuando sentfere, a la altura de los muslos unos brazos titnicos amf se aferraban, empujndome hcia el lecho dondecafmos en desordr, yo y el que me habfa ataedo pordetrs, cuya cqra me fue imposible ver; en el scto, losotros dOs se reunieron con nosotros, eomo en una por-fecta maquinria; y mientras mi trsero asaltante seocupaba de despojarme de la ttlnica, rpidmente losotios dos tornaban posicin: uno, resbalando por de-bejo de mi euerpo, en sentido inverso al gue yo elta.b, hsta obtener de su reptar lo que buscaba: bebercon us taios mis innobles unciones, mientrat conviolencia sus manbs logratran en mi propia bocs encE'jar Io qu deqeaban, con furor de bestia; un tparatoenofme cuyos ltidos estremecfan, tremendos; elotro, ms brutrl, desplzando de un golpe el que en ellecho me hbfa tumbdo, procedi abrir ni piernar

    74 ALAN. tunos y donde tropec con lo que habls sospechado,slo ge dotado d una sorprendente dimensin. No. acbaba yo de proteger entre mis dedos aquel mons-truo orgulloso, cuando por la puerta de la coeina re-apareciron los otros dos invitados trayendo er lasmanos unos vssos que el estupor no tard en derri'bar, hacindolos trizas en el selo. Y comb mi joven

    putenaire", escribla Elisa, "se atareara febril a lSviolentas caricias a las que sometla mi muslo desnu-dado, dedicando simultneamente su bocs a lamer micuello, fui yo la que tuvo que pedir a los dos restantesque sg sumaran at uego, pedido del que ellos, al pare'.r, triuieran sabio preJcindir,.ya que de inmediatolos tuve frente 1, uno acuclillndose en la aberturade mis piernas, el otro introduciendo sus rpidas ma'nos en el interior de la't{nica, donde palp derespera'do mis senos. En cuestin de segundos, pues",-escri' ,';-ig, v aqul viene lo ejemplirizador, Ursula, leebien, ,'mi cuerpo era desbordado por una delicioss si-multaneidad ar asaltos de los que no querla perderninguna ventaja, y pera cuyo favorecimiento mi euer-po se adaptaba aios reclamos de los tres violadoresque, con habilidad de expertqs, se distribufsn eguit'tivamente los placeres: t ms joven' cuyl mano ha-bla progresado hasta encontrar, erguidt, itPonente'mi fuenir de deleite, frotndol entre sus dedos unts'dos; el que, aeuclillado entre mis piernas abiertas, h-ba ,u*Lrgido su cab ezabajo la tnica arrernangada,dando de azotes con su lengua eontra mi encendidomatorrah el tercero, cuy-o tremendo vigor sentla yoen la furiosa presin eJercida sobre mis senos, Ju-gueteando con los pezones encantAdos' Asf los

    76 LAN PAULS

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    EL PUDoR DEL poRNocRAFo 77Porque otra eartade las que he recibido aparece ci-tada literalmente- en la tuya; otra vez eonocesnombres y apellidos, detalles, narraciones ge, enprincipio, solo a ml estaban destinadas. Cmo es po-sible? Cmo reincides habindome sumido Xa, con tucarta anterior, en la peor de las ineertidumbres? Atravs de qu oscuras operaeiones has logrado pe-

    netrar en rni archivo, saeando a luz lo que yo hubieradejado morir en la oscuridad?Me hablas, esta vez, de Dora Diamante, cuyo casodemuestras manejar eon conoeimiento de causa almencionarme morbosa y detenidamente cada una desus "hazaas". De dnde has sacado su nombre, dednde la earta, si ella permanece an en mi archivotal como yo la eoloqu, aunque tal vezun poco arruga-da (como si una rnano invasora la hubiese tocado)? Yno te limitas nicament e & "describirla", o psrafrase-ar desde la distancia sus propias palabras, sino e,esta vi, v h" aqul lo que me asombra de ti, pareeesdeleitarte con lo que te encargas de retransmitirme.Qu, si no ese deleite, se desprende de frases como:"Has pensado algun& vez en el casi infinito abanieode posibilidades que se abre a una mujer ee, comoDora Diamante, se ofreee desnudn t toda improvisa-cin amorosa, sin otro bagaje que el inmenso peso desus deseos? No resulta notable e, tan pronto comosu marido se ocult en el interior del armario,cumpliendo asl el paeto que ambos, de perfeeto gra-do, habln eonvenido, y dejando a su mujer 'a solas'eon la primera vlctima de las improvisaciones, unamujer de deslumbrante belleza que habla acudido aDora con el objeto de hacerse haeer por ella un vesti-

    hASta el extremo de desgsrrarlas, lo que arranc demi boca un grito suficientemente sostenido para quela senteneia que allf se alojaba, a punto de verters, Yque pertenecla al que en ese mismo instante se entro-metla con su lengua en mi regocijado tesoro, fueradespedida, posibilitando que viniese a rellenar su lu-gqr la que de mi trasero habla sido injustamente de-salojada por el que, tras haber humedecido con minu-cioso euidado mi entrada posterior, faena para la cualel que lama la principal habla prestado valiosa ayu-da, se empeftaba en incrustar en ella su magistral,aeerada lanza: Bloqueadas todas las salidas de miuerpo", escribla Elisa, bloqueada!, "todo mi orga'nismo convertido en una mquina de absorber, relle'nada hasta lo hltimo, aquf, all, adelante, abajo yatrs, meta pujo y meta friccin, lanc entonces elgrito", escribla, rellenada, "el grito de 'Ms, Ms,Ms!!!"'De ms est aclarar, Ursula, que el referirte a ti es-te relato "privado" solo encuentra su plena justifica-cin en esa ltima palabra repetida tres veces, pa-labra e, oh coincidencia, figura tambin reiteradaen tu pedido, y de la que te aferras eiegamente. En tucaso, como en el de la protagonista de la bochornosaorgfa, tal palabreia sobru Sl, est de ms tanto enuna boca como en otra b hasta aqu, Ursula, llega micomparacin, quiero que lo sepas): en la'de aquella- por estar, segfin sus propias palabras, "rellenada has-ta lo ltimo"; en la tuya, por fin, debido a que, sabin-dolo todo, no eoncibo la posibilidad de que sepas ms.Con qu derecho me pides acreeentar tu saber, si elque tu carta revela casi supera al mo propio?

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    EL PLIDOR DEL POR.IOGRAFO 7g

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    "fatuidad de todo lmite"! Cundo com enz.esta ce-guera tuya, amor rnlo, eundo se produjo - rile pre-gunto - el sutil desvlo que ahora, cada vea ms, eon-duee tus crtas haeia la adhesitu alejndolas de laparfrasis? Porque tu simpatla rcspecto de todo estematerial que has recibido me induce a pensar, desca-bellado!, que bien pudieras t ocupar el lugar de lasprotagonistas de tales narraciones; lugar eu, lejosde inspirare repulsa, pareee atraerte peligrosamen-te. Entiendes, amor, lo que este pensmiento signifi-ca para ml? Trl, en el lugar de Dora Diamante! T, enla apologla del desenfreno. Ttl: ignominiosatPor lo tanto, te pedir que suprimas de tus prxi-mas cartas todo reclamo acerea de mi "trabajo". Pa-rece magia, Ursula: cuanto ms me pides saber, ycuanto ms firme es mi negativa a satisfcere, msinformacin psreces ser crpaiz de recoger. [Sercuestin, quiz, de comen zat a cambiar el mtodo?)Lo que sl puedo asegurarte es que el dla en que des-cubra a quien ha violado mi arehivo, mi silencio, todala dignidad que yo rne obstinaba en preservar ennuestra correspondencia, ese dla me desconocers:pasar a tu lado, pero la furia desdibujar mi rostro,y trl no tendrs tiempo de detenerme.

    18 ALAN PAUTS. I -!^ --rll srArd jdo, ella experimentara en su 'propig cyg-rPo', ie,qor^da- ,;;;;;p.['u'as,l8definitivafatidaddetodollmite,sensacinqueellanodudenponerenprctieacuan.do, habieno arrnudado & su amiga y lraPindose co rloeado las dos en posicin tal que iu marido, desde la iprqu"a abertura de la puerta del armario, pdiera ;,ont"*plarlas actuar coo libertad, 'av8nc hacit Ju'

    lia y pote mis manos sobre sus senos' cuyos P"tgn:talertados alcanzaban el tamao de una moneda. Juliano se movi, solo cerr los oios y ech suavemente laeabeza hacia atrs. Fue enton.ur cuando, presintien- 'do la aetividad febril a la que se entregaba mi esposodentro del armario, vretima de la contemplacin' su-surr al odo de Julia: (qu magnlfico par de tetastienesD, susurro cuya intensidad me encargu de-ql'llegaseaoldosdemiespo3o,yalqu9^aeompaf1.ju.gando eon los pezones ersuidos de JuHa. Julia orien'l'trrru- vv--t mi eabeza en direccine etlos y los hundi, por asldecir, en mi boca, no has intentado, solo por un mo-mento, poorte *o l lugar d"l esposo' espectador pri-vilegiado de la ,r."nt que las dos rnujeres, en elcent-ro del cuarto, silenciosamente le dedicaban, eimaginar'8unquefueraporun-ossegund9.,lanatura-lezade sus sentimientos euando, por la.abertura de lepu"ti", divis a su,mujer-desabroctrylo I $P:lt-5v-r!'t-'--al La - l Ldose de ropa, para lueio dedicarse a'iugar con la her-mosa, negfa, peluda Joneha de Julia, en cuyo horno ,notardninirodueirenterorutodemisdedos'?Esaes la rlnica manera' creo YO", esCfibe$, "de fespondera semejantes relatos"." : , !Y tti, Ursula!, tfi te embarcss en la tarea de impa'tirme conseosl Tr Q en todo esto no ves sino la :

    EL PUDOR DEL PORNOGRAT'O 81

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    que resulta para ml replicarte en el extrao perodopor el que atraviesa nuestra correspondencia), alen-tdo por la idea de que con mi respuesta tu recientepostura sufrir alguna modificacin benvola, en elacto recibo la siguiente eue, lejos de adecuarse a miseirpectativas, parece insisir en la tnica que yodeploro, insistencia cuyos efectos sobre mi esplrituseran mucho ms leves si a ella no viniera a acoplr-sele, como es el caso ahora, otra carta, perteneeienteesta vez a mi "trabajo", en cuya natutaleza adviertociertos rastros que la tornan "sospechosa". Ms "sos-pechosa" sin duda que el resto, cuyo contenido' aunhabindome yo negado a revelrtelo, oscuramentehas descifrado. Y en la expresin "ms so.spechosa"debes leer, Ursula, "digna de serte referida". No"digna'] en el sentido d^ algn supuesto valor moraldel ee, descubierto en ella, mereeeras partieipar, si-no en el sentido de que exige que t tomes parte en loque describe. Hasta qu punto es esta carta "digll&",que me impulsa voluntariamente a transmitlrtela,pervirtiendo as mi ms precioso juramento!Juramento del que t, en tus riltimas cart&s, y conprogresivo nfasis, te has empeado en prescindirpor considerarlo "en exceso pudoroso", o porque atravs de l vislumbrabas en ml una secreta inten-cin de rnantenerte al margen de esta "parte impor-tante de tu vida" 0as comillas indican que eres t laque habla). Pero en tu ltimo envlo, que el'lenrnasca-rado" se preocup por entregarme sin rnostrar Ia ca-ra, llegas al extremo de simular el respeto de dichojuramento, cuando en realidad por debajo lo violas dela forma ms desfachatada. Acaso creste que en el

    13es que acaso este acontecer de las cosas no se in-terrumpir nunca? No pueden los fenmenos dejarde ocurrir, aunque fuera por un fnomento, apenas eltiempo suficiente para que yo recobre el aliento y, re-agrupando las "defensas" en torno a mi asediadocuerpo, pueda hacer frente al fenmeno que no tarda-r en presentarse?Porque si hay algo que est mirwndo mis fuerzas,Ursula, las que t sabes que ya por naturaleza, son es-:asas, es esta sucesin, este implacable encadenarsele los hechos. Interminable! A menudo me siento,trente a esta lgica de los sucesos, como si me hallarapresenciando una extraa pellcula euyas imgenesdesfilan a un ritmo tal, que no habiendo terminado yode descifrar la ltima, y& debo ocuparme de la si-guiente. Asl van aumentando las cosas que escapan ami comprensin; asl una sobre otra las dudas se acu-mulan en desordenadci'aeoplamiento.Y debo confesarte, Ursula, que la llegada de cadauna de trs cartas no escapa a dicha "aeumulacin";porque ni bien respondo lb ltima que el "mensajero"me tra heeho llegar (bien abes, adems, lo costoso

    EL PUDOR DEL PORNOGRAFO 8382 ALAN PALII,Si,1il

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    se me agolpa y me urge decir todo euanto tengo qubdeeirte, como una mu*hedumbre que quiere entrar lmismo tiempo por una estreeha puerta." Pero el queii '*uchedu*rr" no consiga aravesar la "estrechafuerta" no significa, Ufsula, qul trl ests capacitadapai seleccionar, de entre los elementos que cofnpnen esa ln8sa, aquellos gue creeg tnerecen entrart Lopactado violado y es eso, precisamente, lo que hacesln tu hltimq envlo: un desvlol Porq, no obstanteafirmar que dejars de lado aquello gue yo he califiea-do com oio que no debe decirse (por lo menos aqu eneste lugar),-y ?pesar de que tu estilo adquiere un to-no mB so$egad, como el de los primeros tiempos, tucarta no dej de ser una carta dnfraetora. Infraetora'por inconclsal Has enviado un& carta sin final, sin si-' quiera continuaein: un& carta que asl eomo da co'mienao se interrumpe abruptaniente, bortada! Yeste aborto de earta,