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Isabelle Eberhardt Los diarios de una nómada apasionada Traducción de Adolfo García Ortega PL14044-001-248.qxp 8/2/08 17:31 Página 3

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  • Isabelle EberhardtLos diariosde una nmada apasionada

    Traduccin de Adolfo Garca Ortega

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  • Primer diario

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  • Cagliari, 1 de enero de 1900

    Estoy sola,1 sentada frente a la inmensidad gris de unmar murmurante... Estoy sola... sola como lo he estadosiempre en todo lugar, como lo estar siempre por elGran Universo cautivador e ilusorio... sola, con todo unmundo tras de m de esperanzas defraudadas, de ilusio-nes muertas y de recuerdos cada da ms lejanos, tantoque se han hecho casi irreales.

    Estoy sola, y sueo...Y, a pesar de la profunda tristeza que invade mi

    corazn, mi ensueo no tiene nada de desolado ni defalto de esperanza. Despus de estos ltimos seis mesestan agitados, tan incoherentes, siento que mi coraznse templa como nunca y que de ahora en adelante serinvencible, incapaz de doblegarse incluso en medio delas peores tormentas, humillaciones y duelos. Por laexperiencia honda y sutil sobre la vida y sobre los cora-zones humanos que he adquirido (y al precio de qu

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    1. La autora escriba indistintamente en femenino y en masculino. Para facilitar la com-prensin del texto, firmado por su autora con su verdadero nombre, se ha unificado toda suexpresin en femenino. (N. del T.)

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  • sufrimientos, Dios mo!), preveo con claridad el extraohechizo triste que para m tendrn los dos meses que hede pasar aqu, adonde casualmente he llegado a enca-llar, en gran parte debido a mi prodigiosa despreocupa-cin de todo en el mundo, o al menos de todo lo que nosea el mundo de las ideas, de las sensaciones y de lossueos, que representa mi yo real y que est hermtica-mente cerrado a los ojos curiosos de los dems, sinexcepcin alguna.

    Para la galera, luzco la mscara supuesta del cnico,del perdido y del a m qu me importa... Nadie hasta lafecha ha sabido traspasar esa mscara y descubrir miverdadera alma, este alma sensitiva y pura que vuela tanalto sobre las bajezas y los envilecimientos adonde meapetece, desdeando los convencionalismos y, tam-bin, por una rara necesidad de sufrir, arrastrando conella a mi ser fsico...

    S, nadie ha sabido comprender que en este pecho,al que parece que slo mueve la sensualidad, late uncorazn generoso, antao desbordante de amor y deternura y ahora colmado de una infinita piedad haciatodo el que sufre injustamente, hacia todos los dbilesy los oprimidos... un corazn orgulloso e inflexible quese ha entregado entero por propia voluntad a una causatan querida como es la causa islmica, por la que que-rra un da verter la sangre ardiente que hierve en misvenas.

    Nadie ha sabido comprender estas cosas y tratarmeen consecuencia, ni, ay, nadie las comprender nunca.

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  • Seguir siendo inquebrantablemente la borrachina,la depravada y la escandalosa que atiborra en verano suloca y perdida cabeza con la embriagante inmensidaddel desierto, y en otoo con los olivares del Sahel tune-cino.

    Quin me devolver las noches calladas, los pere-zosos paseos a caballo a travs de las llanuras intermi-nables del Oued Righ y las arenas blancas del OuedSouf? Quin me devolver la sensacin a la vez triste yfeliz que invada mi corazn de total abandono en miscaticos campamentos, entre mis amigos trados por elazar, los spahis y los nmadas, que no sospechaban enm una personalidad tan odiosa, y de la que reniego, conla que la suerte me ha vestido como a un adefesio parami desgracia?

    Quin me devolver alguna vez las cabalgadas fre-nticas por los montes y los valles del Sahel, cara al vien-to del otoo, cabalgadas embriagadoras que me hacanperder la nocin de la realidad en una suprema borra-chera?

    En estos momentos, como en todos los momentosde mi vida, slo tengo un deseo: investirme lo ms rpi-do posible de una personalidad amable que, realmente,es la verdadera, y regresar all, a frica, rehacer otra vezaquella vida... Dormir, en medio del frescor y del silen-cio profundos, bajo la vertiginosa cada de las estrellas,con el cielo infinito por nico techo y por nica cama latierra tibia..., relajarme con la dulce y triste sensacinde mi absoluta soledad, y con la certeza de que, en nin-

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  • gn lugar de este mundo, ningn corazn late por el mo,de que en ningn extremo de la tierra ningn ser huma-no me llora ni me espera. Saber todo esto, ser libre y sintrabas, plantada en el centro de la vida, en ese gran de-sierto en el que sin embargo siempre ser una extraa yuna intrusa... Esta es, con toda su profunda amargura,la nica dicha a la que el Mektoub nunca me conducir,porque a m la verdadera felicidad, esa en pos de la cualtodos los humanos corren anhelantes, siempre se meha negado...

    Fuera ilusiones y pesares!Qu ilusiones voy a conservar, si la blanca paloma2

    que fue la dulzura y la luz de mi vida est dormida alldesde hace dos aos, bajo la tierra, en el tranquilocementerio de los Creyentes de Anneba!

    Si Vava3 ha vuelto al polvo originario y si de todo loque pareca tan tenazmente duradero nada permaneceya en pie, si todo se ha derrumbado, hundido, parasiempre y toda la eternidad... Si el destino me ha separa-do, extraa y misteriosamente, del nico ser que de ver-dad se haba acercado tanto a mi alma como para entre-ver si acaso un plido reflejo suyo Augustin...4

    Si... Basta!, dejemos dormir para siempre estos lti-mos sucesos.

    A partir de ahora me dejar mecer por las olasinconstantes de la vida... Me embriagar con todas las

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    2. Se refiere a su madre. (N. del T.)3. Su padre. (N. del T.)4. Su hermanastro. (N. del T.)

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  • fuentes de la ebriedad, sin afligirme, aunque se agoteninexorablemente... Adis a las luchas y a las victorias, ya las derrotas de las que sala con mi corazn sangran-do y herido... Adis a todas esas locuras de primerajuventud!

    He venido aqu para huir de los escombros de uneterno pasado de tres aos que acaba de desplomarse,ay, en el fango y tan hondo, tan hondo... He venido aqutambin por amistad hacia el hombre que el Destinopuso en mi camino por azar en el preciso momento deuna crisis si Dios quiere, la ltima en la que nosucumb, pero que amenazaba con durar demasiado...

    Y, cosa extraa, de lo que he experimentado hoy yque me ha causado tan confusa tristeza, resurge uncambio absoluto de sentimiento hacia l.

    Mi amistad ha crecido... Magnfico! Pero en ilusin,desde el primer da, desde la primera hora.

    Otra vez me doy cuenta de que empiezo a perdermeen lo indecible, en ese mundo de cosas que siento y quecomprendo clarsimamente pero que nunca he sabidoexpresar.

    Sin embargo, aunque mi vida no ha sido ms que unentretejer dolores y tristezas, no voy a maldecir nunca lolamentable y triste que es el universo... porque en l elAmor vive junto a la Muerte y todo es efmero y transito-rio. Porque los dos me han embriagado, me han extasia-do, me han regalado muchos sueos y muchas ideas.

    No aoro ni deseo nada ms... Slo espero.As, nmada y sin otra patria que el Islam, sin fami-

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  • lia ni confidentes, sola, sola para siempre en la soledadaltiva y sombramente dulce mi alma, seguir mi cami-no por la vida, hasta que suene la hora del sueo eternode la tumba...

    Y la eterna, la misteriosa, la angustiosa preguntaaparece una vez ms: dnde estar, en qu tierra, bajoqu cielo, a esta misma hora dentro de un ao?...Lejsimos, sin duda, de esta pequea ciudad sarda...En dnde? Seguir an entre los vivos ese da?

    Cagliari, 9 de enero.Impresiones en 1900.Jardn Pblico, hacia las 5 de la tarde

    Paisaje atormentado, colinas de abruptos contornos,rojizas o grises, cinagas oscuras, filas de pinos marti-mos y de chumberas, apagadas y melanclicas.Verdores lujuriosos, casi desconcertantes en este ecua-dor del invierno. Lagos salados, superficies colorplomo, inmviles y muertas, como los lagos del desier-to argelino.

    Arriba del todo, la silueta de una ciudad tras de tre-par por la colina abarrancada y ardua... Viejas murallas,viejo torren almenado, formas geomtricas de lasterrazas, todo de un blanco ceniciento uniforme perfi-lndose sobre un cielo ndigo.

    Tambin aqu arriba, verdor a raudales y rboles dehojas perennes. Cuarteles parecidos a los que hay en

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  • Argelia, largos y de una sola planta, cubiertos de tejasrojas, con paredes leprosas y decrpitas, pero con elmismo tono dorado que todo lo dems.

    Muros pintados con cal roscea o rojo sangre o azulcielo, como las casas rabes... Viejas iglesias oscuras yllenas de estatuas y mosaicos de mrmol, todo un lujoen este pas de miseria srdida. Pasajes abovedados endonde los pasos resuenan secamente, despertandoecos sonoros. Callejuelas enredadas que suben y bajan,a veces con escalones labrados en la piedra gris, y, comoaqu arriba no hay trfico, los adoquines puntiagudosdel pavimento se recubren de finas hierbas marchitas,de un verdor casi amarillo.

    Puertas que dan paso a negros stanos, donde semeten familias miserables pese a lo increblementeoscuros y hmedos que son. Otras lo hacen en zaguanestechados con escaleras de azulejos.

    Tiendas con escaparatitos de colores chillones, ten-deretes orientales, estrechos y ahumados, de los quesalen voces gangosas, cansinas...

    Por aqu y por all siempre hay un joven apoyadocontra una pared hablando por seas con una mucha-cha que se inclina en la barandilla de su balcn...

    Campesinos cubiertos con largos pauelos que lesbajan por la espalda, chaqueta negra ajada por fuera delpantaln de calic blanco. Caras morenas y barbudas,ojos hundidos bajo unas pobladas cejas, fisonomasrecelosas y huraas, mezcla de griego montas y decabila en una inslita fusin de rasgos.

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  • Las mujeres, belleza rabe, ojos enormes muynegros, lnguidos, pensativos... Expresin resignada ytriste de pobres bestias temerosas.

    Mendigos con soniquete plaidero, obsequiosos,asaltan al recin llegado, lo siguen, lo agobian por todaspartes que vaya... Canciones infinitamente tristes oestribillos populares se convierten en una especie deobsesin angustiosa, cantinelas que invitan a confun-dirlas con las de all, con las de ese frica al que todo,aqu, recuerda a cada paso y hace aorar intensamente.

    Cagliari, 18 de enero, jueves, 5 y media de la tarde

    Desde que estoy aqu, en la adormecedora calma de estavida que el azar, o, ms bien el destino, ha puesto degolpe en mi trayectoria aventurera, cosa extraa, losrecuerdos de La Villa Neuve trastean con frecuencia enmi memoria... tanto los buenos como los malos... Digolos buenos porque no hay que ser injustos, en especialahora que todo est acabado y muerto, metido en unmsero atad... No hay que olvidar que en l se ocultpara siempre la bondad y la dulzura de mam, las bue-nas intenciones, nunca cumplidas, de Vava... y sobretodo, el mundo catico de mis propios sueos. No, nadade maldecir aquella vida de antao. He conocido horastan preciosas, a pesar de todo, a pesar de la esclavitud,de los hastos y de las injusticias! Desde que dej parasiempre aquella casa en la que todo se apag, en la que

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  • todo estaba muerto antes de convertirse definitivamen-te en ruinas, mi vida es slo un sueo, rpido, fulguran-te, por pases disparatados, bajo diferentes nombres ydiferentes aspectos.

    Y s de sobra que este invierno tan tranquilo queestoy pasando aqu slo es un parntesis en esa existen-cia, que ha de ser la ma hasta el final.

    Dentro de pocos das, la vida verdadera, errante eincoherente, reaparecer. Dnde? Cmo? Slo Dioslo sabe! No puedo ya atreverme a hacer suposiciones nihiptesis al respecto despus de que, al poco de decidirquedarme uno o dos meses ms en Pars, he venido adar a Cagliari, a este rincn perdido del mundo, en elque jams haba pensado, y no menos importante quecualquier otro lugar en el que mi ojo se hubiera fijadodistradamente sobre el mapa del mundo.

    Despus de esto, se acabaron las suposiciones y lashiptesis.

    Hay no obstante una cosa que me alegra: a medidaque me voy alejando de los limbos del pasado, mi carc-ter se forma y se afirma justamente tal y como yo desea-ba. En m se estn desarrollando la energa ms obsti-nada, la ms invencible, y la rectitud de corazn, doscualidades que estimo por encima de todo, y, ay, dema-siado raras en una mujer.

    Con ellas, y cuatro meses en el desierto, muy proba-blemente en primavera, estoy segura de convertirme enalguien... y, por eso mismo, alcanzar tarde o tempranoel fin sagrado de mi vida: la venganza! Vava me reco-

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  • mendaba siempre no olvidar la tarea que mam nosleg, a l, a Augustin y a m... Vava ha muerto; Augustinno ha nacido para ello y se ha perdido para siempre porlos senderos trillados de la vida... Slo quedo yo.

    Afortunadamente, mi pasado, mi adolescencia,han contribuido a hacerme comprender que la felici-dad reposada ni est hecha para m, que, solitaria entrelos hombres, estoy llamada a una lucha sangrienta con-tra ellos, que soy, si se quiere, la vctima propiciatoriade cuanta iniquidad y cuantos infortunios han precipi-tado la prdida de estos tres seres: Mam, Vladimir5 yVava.

    Y, ahora, he vuelto a mi misin. La amo ms que acualquier dicha egosta, todo se lo sacrificar a ella pormuy querido que me sea. Este objetivo ser para siem-pre el punto que me gue a travs de mi vida.

    He renunciado a tener una parcela ma en estemundo, un home, un hogar, paz, fortuna. Me he vestidocon la librea, bien pesada a veces, del vagabundo y delaptrida. He renunciado a la felicidad de volver a unacasa, de encontrar seres queridos, de descansar y tenerseguridad.

    Mientras tanto, en este hogar provisional deCagliari en que renacen dulces sensaciones, me hagola ilusin de imaginarme al ser que realmente amo, ycuya presencia se me ha convertido en una de las con-diciones indispensables para mi bienestar... Pero este

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    5. Su hermanastro, que se suicid en La Villa Neuve. (N. del T.)

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  • sueo tambin ser breve: habr de empezar luegoduras y peligrosas peregrinaciones, estar de nuevosola y abandonar la somnolienta quietud de la vidaentre dos.

    Debe ser as y as ser. Al menos, en la larga noche demi vida existir el consuelo de saber que, en mis regre-sos, tal vez encuentre todava a ese amigo, a ese ser vivoque se alegra de volver a verme, que hasta es feliz porello... Hay algo terrible: la separacin prolongada, aun-que favorezca los reencuentros... Y puede que halle yoalgn da mi sitio ocupado. Es incluso muy probable,dadas sus ideas sobre la mujer y el matrimonio. Seramuy raro que no encontrara nunca la compaera conquien compartir esas ideas tan opuestas a las mas. Peros que mientras siga errante y exiliado no dar con esetipo de compaera, no le bastar saber que por ah tieneuna esposa que le ama y que temblar con l en losmomentos de peligro, desde lejos, al abrigo y calentita.

    Mientras yo est all, con l, en los malos momen-tos, y nada me lo va a impedir, no encontrar a esa otra.

    Pero luego se pasar ese tiempo transitorio y le inva-dir, como a Augustin y como a todo el mundo, la nos-talgia del reposo y del hogar domstico.

    El da en que eso ocurra, volver a correr por el mun-do, con la triste certidumbre de hallar siempre e inexora-blemente vacos el cuarto del hotel, la gourbi o la tiendaque sirvan de asilo temporal a mi existencia de nmada.

    Gocemos del momento efmero y de la borracherahasta que se disipe... La misma flor no se abre dos veces,

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  • y el mismo agua tampoco baa dos veces el lecho de unmismo riachuelo.

    Por qu no tener confianza en ese amigo? Por qujuzgarlo antes de ver sus obras, y sobre todo por quatribuirle ideas acerca del matrimonio y del reposodomstico que no tiene?

    Su vida ser siempre una vida de luchas por idealesnobles, siempre ser el soldado de la Santa Causa delIslam, siempre estar de pie, como una rosa en mediode las ruinas decadentes de sus compatriotas.

    No, no se casar nunca. Y sin embargo, le hara tanfeliz poder descansar su cabeza de exiliado en el pechode una verdadera amiga...

    Le hara tan feliz tener un corazn que latiera al un-sono del suyo, tener un afecto y un alma tierna a quienconfiar sus penas y alegras. Esa amiga, ese corazn, esealma, l cree haberlos encontrado en ti. Por qu dudasentonces?

    Por qu la vida humana no acabar como los otoosde frica, con un cielo claro y vientos tibios, sin decrepitudni presentimientos? (Eugne Fromentin, Une anne dansle Sahel).

    Cagliari, 29 de enero de 1900

    El breve sueo de tranquilo recogimiento en la vieja ciu-dad sarda, bajo un cielo dulcemente pensativo y benvo-lo, en el seno de este paisaje tan africano, ha concluido.

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  • Maana a estas horas estar ya muy lejos de losbarrancos cagliarinos, por all, por el mar gris que llevadas y das bramando y rompiendo las olas.

    Esta noche, los ecos de Cagliari sonaban a rugido detrueno... Hoy, el mar ha tomado un aspecto siniestro;tiene reflejos vidriosos o lvidos... Todo ha terminadoaqu, y maana me ir a reiniciar la lucha srdida, lalucha encarnecida que se prolonga desde hace ocho lar-gos meses en una tumba cerrada, en una vida sin vida yvuelta hacia el misterio original...

    Esta tarde, en el anochecer grisceo, en nuestra que-rida casa desolada, devastada y entregada al desordende los preparativos de viaje, vuelvo a sentir esa tristezaprofunda que acompaa a los cambios de existencia,los sucesivos vacos que, sin inmutarse, nos conducenal gran vaco ltimo.

    Cmo ser esa nueva etapa de mi vida?

    Abril 1900. Pars

    Vistas, una noche, a la vaga claridad de las estrellas y delos reverberos, las siluetas blancas de las cruces delcementerio de Montparnasse perfilndose como fan-tasmas en el negro manto de los rboles... Pens quetoda la respiracin poderosa de Pars tronando a la vezno llegara a turbar ni por un instante el inefable sueode los desconocidos que duermen all...

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  • Ginebra, 27 de mayo de 1900. 9 y media de la noche.Domingo

    Una vez ms dato mi triste diario en esta ciudad malfi-ca en la que tanto he sufrido y que ha estado a punto decostarme la vida.

    Llevo aqu apenas una semana y ya siento la opre-sin mrbida de antao, slo aspiro a quitrmela deencima para siempre.

    He vuelto a ver, bajo el cielo pesado y cubierto, lavivienda de la desgracia, cerrada y muda, perdida entrehierbajos, como sumida en un sueo fnebre y moroso.

    He vuelto a ver la carretera, la blanca carretera, blan-ca como un ro de plata mate, recta como una flechahacia el gran Jura melanclico, rodeada de rboles deterciopelo.

    He vuelto a ver las dos tumbas, en el incomparabledecorado de ese cementerio infiel, en tierra de exilio,tan lejos de la otra colina sagrada del eterno descanso ydel silencio inmutable...

    Y me siento totalmente extranjera en esta tierra quemaana dejar para no volver nunca.

    Esta noche, insondable, indecible tristeza y resigna-cin cada vez ms absoluta frente al ineluctableDestino...

    Qu sueos, qu magias y qu ebriedades mereserva todava el futuro?

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  • Qu alegras... aunque problemticas, y qu do-lores?

    Cundo sonar por fin la hora de la libertad, lahora del reposo eterno?

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