40Años Gaudium Et Spes

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    40 aos Gaudium Et Spes1965 2005

    Leonardo van Marrewijk Arkesteyn scj1

    Resumen: La Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudiumet Spes, el ao 2005 cumpli 40 aos, razn por la cual se hace necesario hacerun balance de cunto se ha avanzado en los lineamientos generales dados por elConcilio Vaticano II y en particular por los sealados en esta Constitucin. Seanalizan los pensamientos ms destacados de la Constitucin, entre los cualesse pueden destacar: los signos de los tiempos; luces y sombras de la actividadhumana.

    Palabras claves: Concilio Vaticano II; Constitucin; Signos de los tiempos;Dignidad humana; gozo y esperanza; Espritu Santo; Inculturacin del Evangelio.

    40 Years Gaudium ET Spes 1965 - 2005Abstract: The Biblical Constitution about the Church in the present world,Gaudium ET Spes, year 2005, has just turned 40 years old. For this reason, itbecomes necessary to reflect how much it has advanced in the general proceedingsgiven by Vatican Council II and in particular by what has been indicated in thisConstitution. The most outstanding thoughts of the Constitution are analysed,that is the ones which are possible to be emphasized; the signs of the times;lights and shadows of the human activity.

    Key words: The Vatican Council II; Constitution; Signs of the times; Humandignity; joy and hope; Holy Spirit; Acculturation of the Gospel

    1 Profesor del Instituto de Ciencias Religiosas, Universidad Catlica Silva Henr-quez, Chile. Contacto: [email protected]

    CIENCIAS RELIGIOSAS, vol. XIV, 2005, pp. 9-42

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    PRIMERA PARTELa Constitucin Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo actual, Gau-dium et Spes, fue promulgada por el Papa Pablo VI el 7 de diciembrede 1965. Quiere decir que el ao 2005 ser el cuadragsimo aniver-sario de dicha publicacin. Es razn suficiente para releerla, volver ameditarla y hacer un balance de cunto la Iglesia ha avanzado por elcamino trazado por el Concilio y de cunto camino queda por reco-rrer.

    A modo de introduccin algunas palabras sobre el Concilio VaticanoII, el mayor evento de la Iglesia catlica en el siglo XX.

    El Concilio Ecumnico Vaticano II fue anunciado por el Papa JuanXXIII el 25 de enero de 1959. Fue toda una sorpresa de aquel Papabonachn que no despertaba expectativas de grandes cambios en laIglesia catlica. En el discurso de la inauguracin del Concilio, el 11 deoctubre de 1962, l mismo cuenta el origen de esta iniciativa: que deimproviso brot en nuestro corazn y en nuestros labios la simple pa-labra Concilio Ecumnico2. Un toque inesperado, un haz de luz delo alto, una gran suavidad en los ojos y en el corazn; pero, al mismotiempo, un fervor, un gran fervor que con sorpresa se despert en todoel mundo, en espera de la celebracin del Concilio3. Por eso lo llamaun regalo especial de la Providencia divina4. El Concilio ha sido reco-nocido como un don de Dios a la Iglesia y al mundo5.

    El Papa Juan dice que el objetivo del Concilio no es discutir uno uotro artculo de la doctrina fundamental de la Iglesia, sino el modode anunciarla conforme a los mtodos de investigacin y a la expre-sin literaria que exigen los mtodos actuales. La Iglesia no debe se-pararse del patrimonio sagrado de la verdad recibida de los Padres,pero, al mismo tiempo, debe mirar al presente, considerando las nue-vas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo moder-no, que han abierto nuevas rutas al apostolado catlico. El ConcilioVaticano II debe ser un concilio pastoral6.

    2 Discurso de Juan XXIII al inaugurar el Concilio Vaticano II, el 7 de octubre de1962; n.7.

    3 Ibdem.4 O.C. n.1.5 Snodo de Obispos de 1985.6 Cf. Discurso de Juan XXIII al inaugurar el Concilio Vaticano II, el 7 de octubre de

    1962; n. 13-14.

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    Los que hemos vivido el momento histrico del Concilio Vaticano II,lo recordamos como un verdadero Pentecosts, que bot con unarfaga de viento7 muchas de nuestras tradiciones y no pocas supues-tas seguridades, pero en que tambin nos aparecieron unas lenguascomo de fuego8 para anunciar el Evangelio de una forma nueva eindita. Cierto es que en el principio hubo mucha improvisacin yno poca confusin, pero tambin rica creatividad y una marcada vueltaa las verdaderas fuentes de nuestra fe.

    El resultado final del Concilio qued expresado en una serie de Cons-tituciones, Decretos y Declaraciones9. Importantsimas fueron lasConstituciones dogmticas sobre la Iglesia, Lumen Gentium (LaLuz de los Pueblos), y sobre la divina Revelacin, Dei Verbum (LaPalabra de Dios). Sin embargo, creemos que la Constitucin pastoralsobre la Iglesia en el Mundo actual, Gaudium et Spes (Los Gozos ylas Esperanzas), responde ms plenamente a los objetivos del PapaJuan XXIII, que quiso un Concilio pastoral. Con este documento, elConcilio Vaticano II puso fin al encierro que la misma Iglesia se habaimpuesto a partir de la Revolucin Francesa y que haba durado todoel siglo 19 y parte del siglo 2010. Gaudium et Spes lleg a ser el gestoreconciliador de la Iglesia hacia el mundo. Es la razn por la cualhemos elegido este documento para nuestra reflexin.

    Gaudium et Spes tiene su propia historia. Cuando el documento en-tr a la sala de los Padres conciliares, el da 20 de octubre de 1964,llamndose esquema 13, ya haba pasado por cuatro diferentes co-misiones que, cada una, haban hecho aportes y cambios sustancia-les al documento de trabajo. Entre otros fueron recogidos en l ele-mentos importantes de la moral familiar y social, despus que el es-quema preparatorio dedicado a la moral, De ordine morali (acerca delorden moral), fuera rechazado en su totalidad11. Este esquema 13 hasido discutido con vehemencia y en vivos debates, engrosndosecomo un ro majestuoso, no sin turbulencias en su curso12. Ha sufri-

    7 Hechos 2,2.8 Hechos 2,3.9 Cfr. Concilio Vaticano II: Constituciones, Decretos y Declaraciones; Madrid 1966

    Ed. BAC.10 Compare, por ejemplo, el Slaba del Papa Po IX; afirma que es un error decir

    que el Romano Pontfice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso,con el liberalismo y con la civilizacin moderna. Denz. 1780.

    11 Cfr. M. Vidal, Moral de Actitudes; Tomo I: Moral Fundamental, Madrid 1990. Ed.P.S. pg. 131.

    12 Introduccin histrica de Gaudium et Spes en: Concilio Vaticano II: Constitucio-nes, Decretos, Declaraciones, Madrid 1966 Ed. BAC; pg. 245.

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    do aun otras seis redacciones antes de ser votado definitivamente, elmismo 7 de diciembre de 1965, da del trmino del Concilio. Debeentenderse que la redaccin final concilia en todo lo posible las dife-rentes corrientes de opinin entre los Padres y que un buen lectorpuede encontrarlas en el texto13.

    Para un mejor entendimiento de la Constitucin Pastoral es muy con-veniente fijar la atencin en su estructura y en los temas que aborda.Est dividida en dos partes, teniendo la primera parte cuatro captu-los y la segunda cinco. Algunos captulos estn divididos en seccio-nes. Adems, el documento tiene una numeracin continuada, aptapara ser citada.

    Proemio. 1-3

    Exposicin preliminar. 4-10

    Primera parte: La Iglesia y la Vocacin del Hombre. 11

    Captulo 1: La Dignidad de la Persona humana. 12-22

    Captulo 2: La Comunidad humana. 23-32

    Captulo 3: La Actividad humana en el Mundo. 33-39

    Captulo 4: Misin de la Iglesia en el Mundo contemporneo.40-45

    Segunda parte: Algunos Problemas ms urgentes. 46

    Captulo 1: Dignidad del Matrimonio y de la Familia. 47-52

    Captulo 2: El sano Fomento del Progreso cultural. 53-62

    Captulo 3: La Vida econmico-social. 63-72

    Captulo 4: La Vida en la Comunidad poltica. 73-76

    Captulo 5: El Fomento de la Paz y la Promocin dela Comunidad de los Pueblos. 77-90

    Conclusin: 91-93

    La intencin de este artculo es destacar los pensamientos novedososde la Constitucin Pastoral y reflexionar brevemente sobre ellos. Unanlisis teolgico ms extenso excede la intencin del autor.

    13 Cfr. Ibdem. En la votacin final ordinaria, el 6 de diciembre, se emiten an 251non placet (10,6%). Se repite la votacin el da siguiente, alcanzando unaaprobacin de 96,5%, quedando 75 votos non placet.

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    1. Los gozos y las esperanzasUna de las frases ms famosas del Concilio Vaticano II es la que nosintroduce al documento Gaudium et Spes: Los gozos y las esperan-zas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos yesperanzas, tristezas y angustias de los discpulos de Cristo14. Pode-mos entender esta frase introductoria de varias maneras:

    Como una proclamacin de intenciones que la Iglesia dirige a todoslos hombres: quiere estar en el mundo y quiere peregrinar con todala familia humana, atenta a sus ms profundas vivencias. Justamentedefine mundo como la entera familia humana con el conjuntouniversal de las realidades entre las que sta vive15.

    A la vez, como un programa de accin pastoral que esta misma Igle-sia entrega a todos sus hijos: una misin por realizar. No puede lla-marse de verdad discpulo de Cristo, el que no se siente solidario delgnero humano y de su historia. La Iglesia quiere continuar, bajo lagua del Espritu Santo, la obra de Cristo que vino para dar testimo-nio de la verdad, para salvar y no para condenar, para servir y nopara ser servido16.

    Pero los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias son tam-bin el motivo para anunciar la Buena Nueva: los cristianos creenque el mundo fue fundado por el amor del Creador y que fue libera-do de la servidumbre del pecado por Cristo, para que se transforme yse consume segn el plan de Dios17. Es la persona del hombre quehay que salvar. Es la sociedad humana que hay que renovar18.

    2. Los signos de los tiemposIniciar la reflexin teolgica a partir de los signos de los tiempos eranuevo en la Iglesia del Concilio Vaticano II. Es deber permanente dela Iglesia escrutar a fondo los signos de la poca e interpretarlos a laluz del Evangelio. (...) Es necesario por ello conocer y comprender el

    14 G.S.1.15 G.S.2.16 Cfr. G.S.3.17 Cfr. G.S.2.18 G.S.3.

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    mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgodramtico que con frecuencia le caracteriza19.

    Gaudium et Spes, en su exposicin preliminar, nos entrega su visindel mundo moderno, describiendo sus rasgos fundamentales. Aunpasados cuarenta aos, el anlisis mantiene gran parte de su valor:

    Observa que el mundo vive un perodo de cambios profundos y ace-lerados, que originan una verdadera metamorfosis social y cultural.La humanidad pasa de una concepcin ms bien esttica de la reali-dad a otra ms dinmica y evolutiva. Es el mismo hombre que con suinteligencia y su dinamismo creador provoca estos cambios: el esp-ritu cientfico y tcnico; el proceso de industrializacin y urbaniza-cin; el perfeccionamiento de los medios de comunicacin; lamigracin20.

    Constata a continuacin que estos cambios producen no pocas difi-cultades, incertezas y dudas. Cambian los juicos individuales y co-lectivos, los modos de pensar y los comportamientos. Grande es elimpacto de estos cambios sobre la formacin de la juventud, sobrelas instituciones y tambin sobre la vida religiosa21.

    Es tan profunda y rpida esta transformacin, que es causa de con-tradicciones y desequilibrios en el hombre, en la familia, en la socie-dad y en las relaciones internacionales. El hombre no llega a dominary ordenar la totalidad de sus conocimientos en una sntesis, que lepudiera ser de provecho y darle seguridad22.

    Una de estas contradicciones que los Padres conciliares ven en elmundo es que la humanidad dispone de grandes riquezas y podereconmico, mientras gran parte de ella sufre hambre y miseria23. Lospueblos hambrientos interpelan a los pueblos opulentos24.

    Las personas y los grupos sociales demandan que las inmensas posi-bilidades que ofrece el mundo actual sean puestos a su servicio, a finde alcanzar una vida plena y libre, como corresponde a la dignidad

    19 G.S.4.20 Cfr, G.S. 5-6.21 Cfr. G.S.7.22 Cfr. G.S.4 y 8.23 Cfr. G.S.4.24 G.S.9.

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    del hombre25. En nmeros posteriores se extienden con mayor nfa-sis sobre la gran desigualdad social que observan en el mundo y queles parece escandalosa26.

    Otra contradiccin indican los Padres entre el agudo sentido de lalibertad que caracteriza al hombre contemporneo y las nuevas for-mas de esclavitud social y psicolgica27. La libertad no es vista comoalgo negativo. Ms adelante, Gaudium et Spes dedica un nmeroespecial a la libertad, diciendo que la verdadera libertad es signoeminente de la imagen divina en el hombre28. Pero esta dignidad elhombre solamente la puede alcanzar cuando acte libre de todo cie-go impulso interior y de toda coaccin externa.

    Una tercera contradiccin en el mundo, mencionada por la Consti-tucin pastoral, es entre el vivo sentido de unidad y de la mutuainterdependencia y su profunda divisin por graves tensiones pol-ticas, sociales, econmicas, raciales e ideolgicas29. En el perodopostconciliar, algunas tensiones de aquel tiempo han desaparecido,como las del mundo bipolar, pero han aparecido otras, entonces casidesconocidas, como es el terrorismo internacional. Hay menos ten-sin ideolgica, pero ms tensin econmica.

    El Concilio menciona una cuarta contradiccin entre una mayor co-municacin de ideas y las comprensiones muy diversas que las dife-rentes ideologas tienen incluso de los conceptos ms fundamentales30.El Concilio ve estos desequilibrios del mundo moderno como unreflejo del desequilibrio en el corazn humano31.

    Finalmente observa una ltima contradiccin en los grandes esfuer-zos para mejorar los aspectos materiales de la vida, sin avanzar de lamisma manera en los aspectos espirituales. Ms tarde los Padres orien-tarn estos esfuerzos hacia el servicio del hombre, del hombre inte-gral, de todo hombre y de todo el hombre32.

    25 Cfr. Ibdem.26 Cfr. G.S. 29 y 63.27 Cfr. G.S. 4.28 G.S. 17.29 Cfr. G.S.4.30 Ibdem.31 Cfr. G.S. 10.32 Cfr. G.S. 64.

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    3. Los fundamentos de la dignidad humanaEl primer captulo de la primera parte (12-22) habla de la dignidadhumana. El tema de la dignidad est estrechamente relacionado conel de los derechos humanos. Gaudium et Spes constata que crece laconciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su supe-rioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales einviolables33.

    La comprensin de la dignidad humana, sin embargo, no es unvoca:el hombre se exalta a s mismo como regla absoluta34; el atesmo llevacon frecuencia el afn de una autonoma humana que niega todadependencia de Dios35. Por eso, la Iglesia precisa su posicin frente altema de la dignidad y de los derechos de la persona humana:

    La Iglesia, pues, en virtud del Evangelio que le ha sido confiado,proclama los derechos del hombre y estima en mucho el dinamis-mo de la poca actual, que est promoviendo por todas partestales derechos.

    Debe, sin embargo, lograrse que este movimiento quede imbuidodel espritu evanglico y garantizado frente a cualquier aparienciade falsa autonoma. Acecha, en efecto, la tentacin de juzgar quenuestros derechos personales solamente son salvados en su pleni-tud cuando nos vemos libres de toda norma divina. Por este ca-mino, la dignidad humana no se salva; por el contrario, perece36.

    La dignidad humana significa, adems, que el ser humano ocupa unlugar particular en el conjunto de la realidad mundana. l es el cen-tro y cima de todos los bienes de la tierra. Cules son los argumen-tos que emplea Gaudium et Spes para fundamentar tal dignidad?

    El hombre ha sido creado a imagen de Dios; tiene la capacidad paraconocer y amar a Dios; ha sido constituido seor de toda la creacinpara gobernarla y disfrutarla; ha sido creado en comunin de perso-nas, ya que por naturaleza es un ser social37.

    33 G.S. 26.34 Cfr. G.S. 12.35 Cfr. G.S. 20.36 G.S. 41.37 Cfr. G.S. 12.

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    El hombre, por su condicin corporal es una sntesis de todo el uni-verso material y su ms alta cima. Por su interioridad supera el uni-verso entero38.

    Una primera expresin de dicha interioridad es la inteligencia, con laque, mediante las ciencias, las tcnicas y las artes, investiga el mundomaterial. Penetra, ms all de los fenmenos, toda realidad inteligi-ble y, sobre todo, alcanza, mediante la sabidura, la verdad y el bien.

    Otra expresin de esta interioridad humana es la conciencia moral. Laconciencia es el ncleo ms secreto y el sagrario del hombre, en el queste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto msntimo de aqulla. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianoscon los dems hombres para buscar la verdad y resolver los numerososproblemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad39.

    Una tercera expresin de su interioridad es la libertad. La dignidaddel hombre requiere que el hombre acte segn su conciencia y libreeleccin. Debe ser la conviccin interna personal que define sus de-cisiones y no la presin de un ciego impulso interior ni la coaccinexterna40.

    El hombre, adems, ha sido creado por Dios para un destino feliz,ms all de la miseria terrestre y de la muerte. La razn ms alta de ladignidad humana consiste en la vocacin del hombre a la unin conDios y a la participacin en su felicidad41.

    Finalmente, la naturaleza humana ha sido elevada a una dignidad sinigual por la encarnacin de Verbo divino. El Hijo de Dios, por suencarnacin, se hizo uno de nosotros, devolviendo a la descendenciade Adn la semejanza divina42.

    4. El proyecto del bien comn globalEl segundo tema de la primera parte versa sobre la comunidad hu-mana (23-32). El ser humano, nica criatura terrestre a la que Dios

    38 Cfr. G.S. 14.39 Cfr. G.S. 16.40 Cfr. G.S. 17.41 Cfr. G.S. 10.42 Cfr. G.S. 22.

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    ha amado por s misma43, ha sido creado como un ser social quesolo puede alcanzar su plenitud en la sincera entrega a los dems.Despus de establecer la debida relacin entre la persona y la comu-nidad, la Constitucin pastoral define el fin de la comunidad como elbien comn, diciendo que es el conjunto de condiciones de la vidasocial que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miem-bros el logro ms pleno y ms fcil de la propia perfeccin44. De estamanera, la definicin del bien comn respeta la exigencia que elhombre es el principio, el sujeto y el fin de la institucin social45.

    Gaudium et Spes aade al tema del bien comn otro elemento im-portante: el de la globalizacin. Claro que an no se hablaba en estetrmino, pero dice que la interdependencia se hace cada vez msestrecha y ms universal, de manera que el bien comn debe consi-derar a toda la familia humana46. Nace el bien comn global.

    A continuacin menciona varias de las condiciones sociales que cons-tituyen el bien comn:

    Enumera una serie de medios indispensables para una vida dignay verdaderamente humana, aquellos que significan la satisfaccinde las necesidades bsicas: el alimento, el vestido, la vivienda, elderecho a la libre eleccin de estado y a fundar una familia, a laeducacin, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuadainformacin, a obrar de acuerdo con la norma recta de su con-ciencia, a la proteccin de la vida privada, y a la justa libertadtambin en materia religiosa47.

    Especifica an ms el respeto al hombre, a la vida y a los mediosnecesarios para vivirla dignamente, ya se trate de ese ancianoabandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciadoinjustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegtimo que debeaguantar sin razn el pecado que l no cometi, o de ese ham-briento que recrimina nuestra conciencia recordando la palabradel Seor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos hermanosmenores, a m me lo hicisteis48.

    43 G.S. 24.44 G.S. 26. Tambin 74. Cfr. P.T. 53-79.45 G.S. 25.46 G.S. 26.47 Ibdem.48 G.S. 27.

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    Reclama la igualdad fundamental entre todos los hombres. Todaforma de discriminacin en los derechos fundamentales de la per-sona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color,condicin social, lengua o religin, debe ser vencida y eliminadapor ser contraria al plan divino49. Mencin especial merecen lasdiscriminaciones practicadas a la mujer.

    Tambin denuncia varias situaciones contrarias a ese bien comn:

    Censura cuanto atenta contra la vida: homicidios de cualquier cla-se, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado;cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo,las mutilaciones, las torturas morales y fsicas, los conatos sistemti-cos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad huma-na, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detencionesarbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitucin, la tratade blancas y de jvenes; o las condiciones laborales degradantes quereducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin res-peto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana50.

    Considera que deben ser superadas las grandes desigualdades eco-nmicas y sociales existentes en la sociedad y en el mundo. Resultaescandaloso el hecho de las excesivas desigualdades econmicas ysociales que se dan entre los miembros o los pueblos de una mismafamilia humana. Son contrarias a la justicia social, a la igualdad, a ladignidad de la persona y a la paz social e internacional51.

    La preocupacin por el bien comn es un verdadero leitmotiv deldocumento.

    5. Luces y sombras de la actividad humanaEl Concilio Vaticano II, en el tercer captulo de la primera parte deGaudium et Spes (33-39), reflexiona sobre la actividad humana, elprogreso, el afn por lograr mejores condiciones de vida, la autono-ma de estas actividades, etc. Formula unas preguntas que surgenentre los hombres con respecto a estas actividades: Qu sentido y

    49 G.S. 29.50 G.S. 27.51 G.S. 29.

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    valor tiene esta actividad? Cul es el uso que hay que hacer de todasestas cosas? A qu fin deben tender los esfuerzos de individuos ycolectividades?52

    Sabemos que los griegos y romanos distinguan entre el trabajo inte-lectual, administrativo y artstico de los hombres libres y el trabajomanual de los esclavos. Aunque los primeros cristianos no compar-tan el desprecio por el trabajo manual, qued en la teologa la expli-cacin que el trabajo fatigoso es una expiacin del pecado53. Es notablela nueva visin del Concilio:

    La actividad humana, tanto individual como colectiva, para lograrmejores condiciones de vida, es conforme al plan de Dios. l entregla tierra a la responsabilidad del hombre para que la gobernara y paraque sometiera todas las cosas y, de este modo, honrara al Creador.

    Esta enseanza vale igualmente para los quehaceres ms ordinarios.Es a travs de su trabajo que el hombre tiene la oportunidad de pro-curarse el sustento para s y para su familia.

    El trabajo es, a la vez, el servicio que el hombre debe a la sociedad, asus hermanos, y a la realizacin del plan de Dios en la historia54.

    La misma actividad con la que el hombre transforma las cosas, tam-bin transforma y perfecciona al hombre mismo. Esta superacin delhombre es aun ms importante que las cosas que confecciona. Elhombre vale ms por lo que es que por lo que tiene55.

    Finalmente, el esfuerzo comn de muchos hombres permite no soloel logro de grandes progresos tcnicos, sino tambin la construccinde una sociedad justa y fraterna.

    El documento toca nuevamente el tema de la autonoma del hom-bre, de la sociedad y de la ciencia. La actividad cientfica conformea las normas morales, nunca ser contraria a la fe. Ambas realida-des, la profana y la religiosa tiene su origen en el mismo Dios. Portanto, es legtima la exigencia de autonoma cientfica para poder

    52 G.S. 33.53 Cfr. R.N. 26.54 Cfr. G.S. 34.55 G.S. 35.

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    descubrir las leyes de las cosas creadas, para emplearlas y ordenar-las. Es as la voluntad de Dios y en esto los cientficos son llevadospor la mano de Dios56.

    La visin positiva que los Padres conciliares tienen de la actividadhumana, del progreso y de la autonoma de los investigadores, noimpide ver tambin la sombra que el pecado proyecta sobre dichaactividad.

    Tanto el testimonio bblico como la misma experiencia humana mues-tran la existencia del pecado como una divisin ntima del hombre.Cuando el hombre se niega reconocer a Dios como su principio, rompela debida subordinacin a su fin ltimo; rompe, a la vez, la ordena-cin de su propia persona y rompe las relaciones con los dems sereshumanos y con toda la creacin57. La actividad humana que produceel progreso beneficioso para la humanidad, encierra tambin una ten-tacin: la soberbia y el egosmo hacen que el hombre mire solamentelo suyo, olvidando lo ajeno; el mismo progreso que sirve para la feli-cidad humana, tambin amenaza con destruir el propio gnero hu-mano58.

    En los aos en que se realizaba el Concilio, el mundo estaba divididoen dos polos polticos radicalmente opuestos, con la amenaza real deun conflicto nuclear. La realidad histrica ha cambiado, pero la so-berbia y el egosmo se muestran con igual fuerza en el mundo actualde otras maneras: en divisiones por polos econmicos, en conflictosarmados internos y en la plaga del terrorismo.

    6. Misin de la iglesia en el mundo contemporneoEl ltimo captulo de la primera parte de Gaudium et Spes (40-45)es, sin duda, el ms importante, por cuanto reflexiona concretamen-te sobre la relacin entre la Iglesia y el mundo y sobre la base de sumutuo dilogo. Este captulo vuelve sobre los temas anteriores: ladignidad de la persona humana, la comunidad humana y la activi-dad del hombre en el mundo, para asignarles el aporte de la Iglesia.

    56 Cfr. G.S. 36.57 Cfr. G.S. 22.58 Cfr. G.S. 37.

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    El Concilio ha reflexionado ampliamente sobre la naturaleza y la mi-sin universal de la Iglesia en la Constitucin dogmtica sobre laIglesia, Lumen Gentium59. Ella es una comunidad espiritual, nacidadel amor del Padre, fundada en el tiempo por Cristo Redentor y re-unida por el Espritu Santo con una finalidad escatolgica y de salva-cin. Pero, a la vez es una sociedad visible en el mundo, constituidapor hombres con la misin de formar en la historia la familia de loshijos de Dios. Su razn de ser es actuar como fermento y como almade la sociedad humana. La Iglesia, al avanzar juntamente con toda lahumanidad, refleja sobre ella su luz, dando un sentido ms humanoal hombre y a su historia, curando y elevando la dignidad de la per-sona, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando a la actividadhumana con una significacin ms profunda.

    Con respecto al hombre y a su dignidad, la Iglesia tiene la misin espe-cial de descubrir al hombre el sentido de su propia existencia; mostrar-le la manifestacin del misterio de Dios, que es el fin ltimo del hombre.Slo Dios, quien cre al hombre a su imagen y lo redimi del pecado,puede dar respuesta cabal a las preguntas del hombre.

    Desde esta fe en Dios y en Cristo, su Hijo, la Iglesia rescata la autn-tica dignidad del ser humano. En efecto, el Evangelio anuncia y pro-clama la libertad de los hijos de Dios y rechaza todas las esclavitudes,respeta la dignidad de la conciencia y su libre decisin, advierte quetodo talento debe servir a Dios y al bien de la humanidad y enco-mienda a todos la caridad de todos. En virtud del mismo Evangelioproclama los derechos humanos y estima en mucho la promocin dedichos derechos que se hace por todas partes60.

    En la comunidad humana, la Iglesia no tiene una misin poltica,econmica o social, sino religiosa. Desde esta misin propia nacenunas funciones, luces y energas que pueden servir para consolidar lacomunidad humana y fortalecer su unidad. La unin de la familiahumana cobra fuerza y se complementa con la unin de la familia delos hijos de Dios. Considera los aspectos social y universal de estacomunidad humana:

    En el proceso hacia una mayor unidad social, que se manifiesta enuna sana socializacin civil y econmica, la Iglesia tiene una misin

    59 Cfr. L.G. 1.60 G.S. 41.

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    especfica: fortalecer la unin social exterior con una unin de espri-tus y de corazones, quiere decir, de la fe y de la caridad. Porque laIglesia es en Cristo como sacramento, signo e instrumento de launin ntima con Dios y de la unidad de todo el gnero humano61.

    La Iglesia es universal, no est ligada a una civilizacin humana espe-cial, ni a algn sistema poltico, econmico o social; esto le permite elservicio a la comunidad mundial: constituir vnculos estrechos entrelas diferentes naciones y comunidades humanas. La Iglesia advierte asus hijos y a todos los hombres a que superen las desavenencias entrenaciones y razas y, de este modo, den firmeza a la comunidad huma-na. La Iglesia, por su parte, quiere desarrollarse y servir bajo cual-quier rgimen poltico que reconozca los derechos fundamentales dela persona y de la familia y los imperativos del bien comn62.

    Al hablar de la actividad humana en el mundo, la Constitucin Pas-toral se dirige a diferentes grupos en la misma Iglesia:

    Dirigindose a los cristianos, los exhorta a que, por esperar la ciudadeterna, no descuiden las tareas temporales. Pero tampoco deben en-tregarse a estos asuntos temporales de una manera que fuera ajena ala vida religiosa; hacer divorcio entre la fe y la vida diaria es uno delos ms graves errores de nuestra poca, como si aquella se pudierareducir a unos actos de culto y al cumplimiento de ciertas obligacio-nes morales. La vocacin cristiana es hacer una sntesis entre el es-fuerzo humano, familiar, profesional, cientfico y tcnico y los valoresreligiosos.

    Hablando especficamente a los laicos, los que tienen la misin decristianizar el mundo mediante las tareas seculares, los anima a ad-quirir competencia en los campos en que laboran, a colaborar conlos que tienen fines idnticos, y a tomar iniciativas y llevarlos acabo. De los sacerdotes ellos pueden esperar orientacin e impulsoespiritual. Advierte que en las tareas seculares (polticas, econmi-cas o sociales), la perspectiva cristiana puede sugerir varias solucio-nes a un mismo problema; en estos casos no deben presentar susolucin como la del Evangelio ni reivindicar la autoridad de laIglesia para ella.

    61 L.G. 1.62 Cfr. G.S. 42.

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    Los obispos y los sacerdotes, por su parte, deben procurar que elmensaje de Cristo que predican, ilumine la actividad temporal de losfieles. Conscientes de que con su trato y trabajo pastoral presentan almundo el rostro de la Iglesia, deben capacitarse para participar en eldilogo con el mundo y con los hombres de cualquiera opinin. Lospastores de la Iglesia deben evitar toda causa de dispersin y mostraral mundo la unidad de la familia de Dios.

    El nmero63 cierra reconociendo la fragilidad humana de los miem-bros de la Iglesia, clrigos y laicos; es mucha la distancia entre elmensaje que anuncian y las deficiencias de sus mensajeros. Para quela seal de Cristo brille en el rostro de la Iglesia, ella exhorta constan-temente a purificarse y a renovarse.

    En estas pginas, los padres conciliares, repetidamente, se expresanen forma positiva sobre ciertos dinamismos que observan en el mun-do: estiman en mucho el dinamismo de la promocin de los dere-chos humanos por todas partes64; reconocen cuanto de bueno se hallaen el dinamismo social hacia la unidad65; aprecian cuanto de verda-dero, de bueno y de justo se encuentra en las mltiples institucionesexistentes y en las que se fundan constantemente66; reconocen agra-decidos toda promocin de la comunidad humana en cuanto a lafamilia, la cultura, la vida econmico-social y la poltica, tanto nacio-nal como internacional67; incluso reconocen que la oposicin y lapersecucin que la Iglesia ha experimentado de sus contrarios, lehan sido de provecho68.

    Por eso, la Iglesia puede reflexionar sobre los muchos beneficios queha recibido de la evolucin histrica del gnero humano, de su expe-riencia del pasado, del progreso cientfico y de los tesoros culturales.El mundo, cmo ha beneficiado a la Iglesia?

    En ofrecer al mensaje cristiano los conceptos, la lengua de cada pue-blo y el saber filosfico que le han permitido inculturarse y expresar-se. La Iglesia adapt en todo lo posible el Evangelio al nivel del saberpopular y a las exigencias de los sabios. Esta adaptacin de la predi-

    63 Cfr. G.S. 43.64 Cfr. G.S. 41.65 Cfr. G.S. 42.66 Ibdem.67 Cfr. G.S. 44.68 Ibdem.

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    cacin de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda evan-gelizacin.69

    En estos tiempos, caracterizados por los cambios rpidos, es espe-cialmente significativa la ayuda de los que viven en el mundo, seancreyentes o no, y que conocen a fondo las diversas instituciones ydisciplinas y comprenden con claridad la razn ntima de todas ellas.Es propio de todo el pueblo de Dios, pero principalmente de lospastores y de los telogos, auscultar, discernir e interpretar, con laayuda del Espritu Santo, las mltiples voces de nuestro tiempo yvalorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la Verdad reveladapueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en formams adecuada70.

    La misma evolucin de la vida social permite a la Iglesia enriquecersu propia estructura social, a fin de expresar de forma ms perfecta laconstitucin que Cristo le dio, y para adaptarla con mayor acierto anuestros tiempos.

    El captulo cuarto termina afirmando que la Iglesia pretende sola-mente el advenimiento del Reino de Dios y la salvacin de toda lahumanidad. El bien que el Pueblo de Dios puede dar a la familiahumana deriva del hecho de que la Iglesia es sacramento universalde salvacin. Afirma que el Seor es el fin de la historia humana,punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historiay de la civilizacin, centro de la humanidad, gozo del corazn huma-no y plenitud total de sus aspiraciones71.

    SEGUNDA PARTEEn esta parte queremos continuar y concluir nuestra reflexin sobrela Constitucin Pastoral Gaudium et Spes, como aporte al cuadrag-simo aniversario de su publicacin. Como ya manifestbamos al es-cribir la primera parte, la intencin de este artculo es destacar algunosde sus pensamientos novedosos y reflexionar brevemente sobre ellos.Un anlisis teolgico ms extenso lo debemos dejar para una otraoportunidad.

    69 Ibdem.70 Ibdem.71 G.S. 45.

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    1. Soluciones a la luz del evangelio y de la ex-periencia humana

    Gaudium et Spes 46 fcilmente puede pasar inadvertido: es corto; notrata ningn tema en especial; slo introduce a la segunda parte deldocumento, mencionando los problemas actuales a los cuales quierebuscar solucin. El Concilio quiere hacer estas reflexiones a la luzdel Evangelio y de la experiencia humana72. Ya en la primera partedice que desea unir la luz de la Revelacin al saber humano parailuminar el camino recientemente emprendido por la humanidad73.La reflexin teolgica considera que, de esta manera, est indicado elprincipio epistemolgico para resolver los problemas morales74. Pero,qu significan aqu Evangelio y experiencia humana?

    Evangelio debe ser entendido en el sentido del Concilio de Trento, esdecir, como Revelacin. Dei Verbum dice que la Tradicin y la Escri-tura constituyen el depsito sagrado de la palabra de Dios, confiada ala Iglesia75. De esta manera, el Evangelio es fuente de toda verdadsalvadora y de toda norma de conducta76. Por otra parte afirma queel oficio de interpretar autnticamente la palabra de Dios, oral yescrita, ha sido encomendado nicamente al Magisterio de la Iglesia,el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo77. Reflexionar sobre losproblemas actuales a la luz del Evangelio, significa entonces recu-rrir a la Sagrada Escritura y a la Tradicin como las fuentes constitu-tivas de la Revelacin, y al Magisterio como la fuente interpretativa.

    El mismo Concilio reconoce que la experiencia humana puede ex-presarse de maneras muy diversas: Es propio de todo el pueblo deDios, pero principalmente de los pastores y de los telogos, auscul-tar, discernir e interpretar con la ayuda del Espritu Santo, las mlti-ples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina,a fin de que la verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejorentendida y expresada en forma ms adecuada78. Cules son estas

    72 G.S. 46.73 G.S. 33. Cfr. tambin G.S. 63.74 Cfr. M. Vidal, Nueva Moral fundamental; El Hogar teolgico de la tica. Bilbao

    2000 Ed. Descle De Brouwer, Pg. 922. Vidal hace un extenso anlisis de laprimera parte de la mencionada expresin.

    75 D.V. 10.76 D.V. 7.77 D.V. 10.78 G.S. 44.

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    mltiples voces? Vamos a enumerarlas segn aparecen en el mismotexto.

    Creemos que, en primer lugar, debemos mencionar los gozos y lasesperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestrotiempo, sobre todo de los pobres y de todos los que sufren79. Sonstas las experiencias vividas por las personas y por los pueblos.

    Los signos de la poca, que son las preguntas angustiosas, lasmltiples transformaciones de nuestro tiempo y las contradiccio-nes entre riqueza y pobreza, entre libertad y esclavitud, entre uni-dad y divisin que experimenta el mundo80. A partir de estos signostiene que hacerse la reflexin tica.

    La cultura expresa, comunica y conserva en sus obras grandesexperiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de prove-cho a muchos, e incluso a todo el gnero humano81. Gaudium etSpes dedica un captulo especial a la cultura.

    La literatura y el arte son otras tantas expresiones particulares deesta experiencia humana, ya que manifiestan los problemas y lasexperiencias de los hombres, sus miserias y alegras, sus necesida-des y recursos, sus intentos de conocerse y de superarse82.

    Las ciencias, especialmente las ciencias humanas, son parte im-portante de esta experiencia humana. Por eso, el Concilio exhortaencarecidamente: Hay que reconocer y emplear suficientementeen el trabajo pastoral no slo los principios teolgicos, sino tam-bin los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo enpsicologa y en sociologa, llevando as a los fieles a una ms puray madura vida de fe83.

    Junto con las ciencias se mencionan tambin la historia y la filosofa,ya que suscitan problemas nuevos que traen consigo consecuenciasprcticas e incluso reclaman nuevas investigaciones teolgicas84.

    79 G.S. 1.80 Cfr. G.S. 4 - 11.81 G.S. 53.82 Cfr. G.S. 43.83 G.S. 62.84 Ibdem. Sobre la importancia de la filosofa: Juan Pablo II, Fides et Ratio, San-

    tiago de Chile 1998. Ed. San Pablo.

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    Buscar soluciones a los problemas actuales ms urgentes que afec-tan profundamente al gnero humano85, siguiendo el comentadoprincipio epistemolgico, exige una cooperacin estrecha entre am-bos elementos: revelacin y experiencia humana. Consideramos unaevolucin favorable el hecho de que laicos, comprometidos activa-mente con la Iglesia, deciden perfeccionarse en teologa. Muchos deellos ya tienen una vida de experiencias profesionales y sociales, queenriquecida con una visin teolgica los hace especialmente prepa-rados para entender los problemas matrimoniales, culturales, econ-micos, sociales y polticos que aborda Gaudium et Spes. Los pastoresde la Iglesia deben aprovechar al mximo esta riqueza laica en sudilogo con el mundo.

    2. La ntima comunidad conyugal de vida y amorEl primer captulo de la segunda parte de Gaudium et Spes (47-52)versa sobre el matrimonio y la familia. Es un captulo denso, intensa-mente discutido en la sala conciliar.

    Como primer punto queremos observar que el Concilio emplea, paradefinir el matrimonio, diferentes expresiones: dice que es una insti-tucin que a travs de la alianza de marido y mujer crea un pactoconyugal con un vnculo sagrado; habla tambin del sacramento delmatrimonio; pero con mayor nfasis lo describe como comunidadconyugal y familiar, como comunidad de amor, como ntima unin ycomo la ntima comunidad conyugal de vida y amor86. Las prime-ras expresiones: institucin, alianza, pacto y vnculo pertenecen a ladimensin institucional y jurdica del matrimonio, mientras las ex-presiones: unin, intimidad, comunidad y amor pertenecen a la di-mensin conyugal, psicolgica y vivencial del matrimonio.

    Este enfoque del matrimonio como ntima comunidad conyugal devida y amor, signific un cambio revolucionario en el lenguaje ecle-sial. Durante siglos, el matrimonio haba sido definido como un con-trato, expresin que an permanece en el derecho cannico87 quedefina las relaciones entre los esposos como derechos y deberes (jusad corpus). Al hablar de una comunidad de vida y amor, las relacio-

    85 G.S. 46.86 G.S. 48.87 C.D.C. 1055.

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    nes se definen por el afecto, por el amor eminentemente humano,por la amistad conyugal, por el don libre y mutuo, por sentimientosy actos de ternura, por la gozosa gratitud, por la magnanimidad decorazn, por el espritu de sacrificio, por la armona en el mutuoamor, todas ellas expresiones del documento conciliar.

    Naturalmente, no deben hacerse separaciones entre lainstitucionalidad, la sacramentalidad y la conyugalidad, ya que elmatrimonio es, a la vez, institucin, sacramento y comunidad con-yugal. Pero la solidez de la institucin y la claridad del signo sacra-mental dependen, en la vida concreta, de la autenticidad con que losesposos viven su unin ntima. La preocupacin pastoral de la Iglesiadebe centrarse en el fortalecimiento de esta unin de vida y amor, siquiere garantizar y promover la intrnseca dignidad del estado ma-trimonial y su valor eximio88.

    Hay un segundo tema que llama la atencin en la reflexin del Con-cilio sobre el matrimonio y la familia: al tratar los fines del matrimo-nio: el amor conyugal y la procreacin, no hace distincin en laimportancia del fin primero o del segundo. La discusin sobre losfines del matrimonio haba dominado buena parte de la historia de lamoral matrimonial. Santo Toms distingua como fin primario (des-de la ley natural genrica) la procreacin, y como fin secundario (desdela ley natural especficamente humana) la ayuda mutua entre los es-posos. Durante siglos se haba interpretado esta distincin como unasubordinacin del segundo al primero. Nuestro documento no hacereferencia a esta discusin, ciertamente no por olvido89, sino porqueno quiso avalar subordinacin alguna.

    El tercer elemento de este captulo sobre el matrimonio y la familiaque queremos destacar es la valoracin de la sexualidad, de la vidagenital y del placer sexual. Gaudium et Spes no aborda el tema direc-tamente, sino en relacin con el amor conyugal. Es preciso recordarque el cristianismo ha tenido dificultades para asimilar la sexualidadhumana. Los primeros cristianos tuvieron que construir su tica sexualen una cultura caracterizada tanto por el hedonismo epicurista comopor el rigorismo estoico y el dualismo. Una determinada interpreta-

    88 G.S. 47.89 Cfr. A. Hortelano, Problemas actuales de Moral II; La Violencia, el Amor y la

    Sexualidad. Salamanca 1980. Ed. Sgueme, Pg. 615.

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    cin de las cartas de San Pablo y la moral de san Agustn han pesadomucho en la tradicin moral sobre la sexualidad. En este contextoson liberadoras las palabras del Concilio: que el amor entre esposo ymujer, cuando abarca el bien de toda la persona, es capaz de enrique-cer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espri-tu. Por ello los actos con los que los esposos se unen ntima ycastamente entre s son honestos y dignos, y, ejecutados de maneraverdaderamente humana, significan y favorecen el don recproco, conque se enriquecen mutuamente en clima de gozosa gratitud90. Noms condiciones fuera de abarcar el bien de toda la persona y deactuar de manera realmente humana.

    La fecundidad del matrimonio es otro punto digno de realzar. ElConcilio introduce aqu un concepto nuevo en la moral matrimonial:el de la paternidad responsable. Afirma que el matrimonio y el amorconyugal estn ordenados por su propia naturaleza a la procreacin yeducacin de la prole91, pero esto no debe significar actuar espont-neamente, dejando a la naturaleza o a Dios la determinacin del n-mero de hijos. Los esposos deben formarse al respecto un juicio recto,un juicio ante Dios, un juicio que a ellos, ambos, corresponde for-marlo personalmente. Es interesante la enumeracin de los factoresque los esposos tienen que tomar en cuenta en este juicio: su propiobien personal; el bien de los hijos, ya nacidos o todava por nacer; lascircunstancias de los tiempos y del estado de vida, tanto materialescomo espirituales; y el bien de la comunidad familiar, de la sociedady de la Iglesia. Los Padres conciliares no resuelven el problema decmo los esposos deben practicar esta paternidad responsable, esdecir, el de los medios de control de la natalidad. Exhortan a loscientficos, y aqu se nombran mdicos, bilogos, psiclogos y soci-logos, a contribuir al bien del matrimonio y de la familia y a la paz delas conciencias, aclarando las circunstancias favorables a la honestaordenacin de la procreacin humana. Esperaba el Concilio un m-todo natural de control de la natalidad ms sencillo, seguro y eficaz?Para resolver el problema, ya el Papa Juan XXIII haba encargado lainvestigacin a la Comisin pro Estudio de Poblacin, Familia y Na-talidad. El Papa Pablo VI publicar en 1968 la encclica HumanaeVitae sobre la cuestin.

    90 G.S. 49.91 G.S. 50.

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    La Constitucin Gaudium et Spes hizo pasos importantes para la re-conciliacin entre el cristianismo y la sexualidad. Pero an existe unabismo, el que aumenta con el tiempo, entre la propuesta de la Igle-sia y lo que en nuestro mundo (pos)moderno es considerado nor-mal. Los recursos morales y pedaggicos de la moral sexual cristianason sentidos insuficientes e ineficaces para orientar la vida sexual ymatrimonial de los hombres y de los mismos cristianos. Hace faltaun renovado estudio de este tan complejo problema, que deber unirla luz de la Revelacin al saber humano92.

    3. Inculturacin del Evangelio; evangelizacin dela cultura

    Uno de los objetivos del Papa Juan XXIII para convocar el ConcilioVaticano II fue reconstruir el puente entre el Evangelio y la culturahumana. Gaudium et Spes dedica el segundo captulo de la segundaparte (53-62) al sano fomento del progreso cultural; un captulo ex-tenso, dividido en una introduccin y tres secciones.

    El tema es introducido por una especie de definicin, evitando deeste manera discusiones estriles entre diferentes comprensiones decultura. A continuacin hace una caracterizacin de la cultura delhombre moderno, bajo las influencias de las ciencias naturales y hu-manas, del desarrollo de la tcnica y del avance de los medios decomunicacin. El Concilio dice ser testigo del nacimiento de un nue-vo humanismo, no libre de mltiples contradicciones que el hombremismo debe resolver. En seguida, exhorta a los cristianos a trabajarcon todos los hombres en la edificacin de un mundo ms humano.No deben restarse a esta misin.

    Queremos centrar nuestra atencin en cmo la cultura humana pre-para, acompaa y apoya el mensaje del Evangelio y en cmo estemismo Evangelio promueve, purifica y eleva la cultura humana.

    Por una parte, la cultura es una ayuda indispensable para la predica-cin del Evangelio:

    La filosofa, las ciencias y las artes elevan a la humanidad a losms altos pensamientos sobre la verdad, el bien y la belleza y al

    92 G.S. 33.

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    juicio de valor universal, facilitando el paso a la contemplacindel Creador. Es cierto que la cultura contempornea cientfica ytcnica puede favorecer el agnosticismo y la mentalidad de auto-suficiencia, pero tambin tiene valores positivos, como la fideli-dad a la verdad, el trabajo en equipo, la solidaridad internacional,la responsabilidad por crear condiciones de vida ms aceptablespara todos los hombres, todos estos factores favorables a la recep-cin del mensaje de Evangelio.

    Despus que Dios habl a su pueblo segn los tipos de culturapropios de cada poca, tambin la Iglesia ha difundido el mensajede Cristo, empleando las diversas expresiones culturales en supredicacin, en la teologa, en la liturgia y en su organizacin co-munitaria. Como la Iglesia no est ligada de manera exclusiva eindisoluble a raza o nacin alguna, puede entrar en comunincon las diversas formas de cultura.

    Los cristianos, por lo tanto, no deben detenerse ante las dificulta-des para compaginar la cultura con la educacin cristiana: los re-cientes estudios de las ciencias, de la historia y de la filosofareclaman nuevas investigaciones teolgicas e invitan a buscar unmodo ms apropiado para comunicar la doctrina, conservandosu original significado. Para una vida de fe ms pura y madurahay que emplear en el trabajo pastoral tanto los principios teol-gicos como los descubrimientos de las ciencias profanas, espe-cialmente de la psicologa y de la sociologa. En los seminarios ylas universidades, los que se dedican a los estudios teolgicos de-ben colaborar con los hombres versados en otras materias y cui-darse de no perder contacto con su tiempo.

    Asimismo, hay que esforzarse para que los artistas se sientan com-prendidos por la Iglesia y que las nuevas formas artsticas seanpor ella reconocidas. La literatura y el arte son expresiones delmismo hombre y de sus miserias y alegras, sus necesidades y susrecursos; tienen el poder de elevar la vida humana y elevar lamente a Dios.

    Por otra parte, la Iglesia contribuye a la cultura humana:

    Los cristianos encuentran en su fe valiosos estmulos para trabajarpor un mundo ms humano, sabiendo que as cumplen el plan de

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    Dios, se perfeccionan a s mismos y sirven a sus hermanos, loshombres.

    La Iglesia contribuye a la cultura humana, renovndola, comba-tiendo los errores y los males del pecado, elevando la moral de lospueblos, fecundando las cualidades espirituales y las tradicionesde cada pueblo, perfeccionndolas y restaurndolas en Cristo.

    La Iglesia, junto con afirmar la legtima autonoma de la cultura y,especialmente de las ciencias, tambin recuerda que la culturadebe respetar el orden moral: los derechos de la persona y el biencomn de la sociedad nacional y global. La cultura debe servir ala perfeccin integral de la persona humana; es preciso que culti-ve la capacidad de admiracin, de intuicin, de contemplacin yla formacin del juicio personal.

    La Iglesia exhorta a todos los hombres y sobre todo a los cristia-nos para que trabajen, a fin de que se reconozca en todas partes,en la poltica y en la economa, el derecho a la cultura exigido porla dignidad de la persona, sin que haya distincin de raza, sexo,nacionalidad, religin o condicin social. Hay que procurar lacultura bsica a todos y crear oportunidades superiores a los mscapacitados, para que puedan realizar las funciones, tareas y ser-vicios que cada pas y cada grupo social necesitan para su plenodesarrollo.

    Asimismo, la Iglesia insiste en conservar, en medio de la expan-sin y diversificacin de las expresiones culturales, la estructurade toda la persona humana, destacando los valores de la inteli-gencia, voluntad, conciencia y fraternidad. Los cristianos debencooperar para que las manifestaciones y actividades culturalescolectivas se humanicen y se impregnen del espritu cristiano.

    Como un resumen de la preocupacin de la Iglesia por este puenteentre Evangelio y cultura humana, el Concilio escribe: Vivan losfieles en muy estrecha unin con los dems hombres de su tiempo yesfurcense por comprender su manera de pensar y de sentir, cuyaexpresin es la cultura. Compaginen los conocimientos de las nuevasciencias y doctrinas y de los ms recientes descubrimientos con lamoral cristiana y con la enseanza de la doctrina cristiana, para quela cultura religiosa y la rectitud de espritu vayan en ellos al mismo

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    paso que el conocimiento de las ciencias y de los diarios progresos dela tcnica; as se capacitarn para examinar e interpretar todas lascosas con ntegro sentido cristiano93.

    4. El hombre es el autor, el centro y el fin detoda la vida econmico-social94

    Cuarenta aos despus de publicarse Gaudium et Spes, lo dicho enel tercer captulo de la segunda parte (63-72) sobre la vida econmi-co-social sigue siendo muy actual, no solamente en cuanto a los prin-cipios all expresados, sino tambin, en grandes lneas, en lo que serefiere a las situaciones concretas. Es cierto que desde entonces hadesaparecido casi en su totalidad el sistema colectivista; que, por otraparte, el sistema liberal se ha renovado y, en muchas partes, radicali-zado; que la tcnica se ha perfeccionado, la comunicacin se ha glo-balizado y la riqueza mundial se ha multiplicado varias veces. Perolas situaciones fundamentales que aborda la Constitucin Pastoralhan permanecido en el tiempo. Mencionamos en forma especial:

    El espritu economicista que tie casi toda la vida personal y so-cial, convirtiendo el progreso95 en la finalidad fundamental delhombre. El Concilio no niega que la actividad econmica tengasus propios mtodos y leyes, ni se opone al progreso tcnico, pro-ductivo, empresarial y econmico; pero sta debe, a la vez, cum-plir con el orden moral: estar al servicio del hombre, del hombreintegral con sus necesidades intelectuales, morales, espirituales yreligiosas, de todo hombre y de todo grupo de hombres, sin dis-tincin de raza o continente96.

    Las enormes desigualdades sociales entre inmensas muchedum-bres que carecen de lo estrictamente necesario y unos pocos queviven en la opulencia y malgastan sin consideracin. La desigual-dad social es una preocupacin que el Concilio expresa repetidasveces97 y en duros trminos: El lujo pulula junto a la miseria98.

    93 G.S. 62.94 G.S. 63.95 Nos parece que el trmino progreso aqu tiene el significado de crecimiento

    econmico-productivo y no de desarrollo humano.96 Cfr. G.S. 64.97 Cfr. G.S. 4, 9, 29, 63, 66, 83 y 85.98 G.S. 63.

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    Observa la misma desigualdad entre las naciones econmicamen-te desarrolladas y las restantes, la cual puede poner en peligro lamisma paz mundial.

    La conclusin es que son necesarias muchas reformas en la vida eco-nmico-social y un cambio de mentalidad y de costumbres en todos;que las decisiones del progreso econmico no deben quedar en ma-nos de unos pocas personas o pases, sino que deben ser participadaspor el mayor nmero posible de personas99; y que las desigualdadesdeben desaparecer lo ms rpidamente posible100. Para lograr estasmetas, la Iglesia ofrece su reflexin sobre los principios de justicia yde equidad. Son especialmente estos principios los que nos interesadestacar.

    El valor del trabajo humano es muy superior a los otros elemen-tos de la vida econmica, ya que imprime a la materia la improntade la persona, sirve para el sustento del hombre y de su familia,une al hombre con sus hermanos a quienes sirve, perfecciona lacreacin divina y asocia a los hombres con la obra redentora deJesucristo, trabajador de Nazaret. Los dems elementos son me-ros instrumentos. Por eso, el Concilio establece que el conjuntodel proceso de la produccin debe, pues, ajustarse a las necesida-des de la persona y a la manera de vida de cada uno en particular,de su vida familiar, principalmente por lo que toca a las madresde familia, teniendo en cuenta siempre el sexo y la edad101.

    El trabajador tiene derecho a una remuneracin que le permita a l ya su familia una vida digna en el plano material, social, cultural yespiritual, tomando en cuenta el puesto de trabajo, la productividadde cada uno, las condiciones de la empresa y el bien comn. Asimis-mo tiene derecho a condiciones laborales de seguridad, capacitacin,descanso y a todas aquellas que le permitan cultivar la vida familiar,cultural, social y religiosa.

    Consecuentes con lo anterior, los Padres conciliares consideranque la empresa econmica es una asociacin de personas y que laempresa ideal es aquella en que todos los que la componen, par-ticipen en su gestin. Los trabajadores deben participar incluso

    99 Cfr. G.S. 65.100 Cfr. G.S. 66.101 G.S. 67.

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    en los niveles institucionales superiores, donde se toman las deci-siones econmicas y sociales importantes.

    Los trabajadores tienen el derecho a formar las asociaciones que losrepresentan y a pertenecer a ellas sin riesgo de represalias. Se lesreconoce el derecho a la huelga como medio necesario en casos ex-tremos, exhortndoles a resolver los conflictos econmico-socialesde manera pacfica, mediante negociacin.

    Antes de hablar acerca de los bienes de la tierra y de su dominio,el Concilio recuerda el principio del destino universal de los bie-nes: Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para usode todos los hombres y pueblos102. Por tanto:

    - Los bienes creados deben llegar a todos conforme a la justicia, laequidad y la caridad. Nadie puede ser excluido.

    - Toda organizacin de propiedad, la que es responsabilidad de cadapueblo, debe cumplir con este principio.

    - La propiedad legtima nunca es absolutamente privada; siemprelleva una carcter social: ser de provecho tambin a los dems.

    - El que se encuentre en situacin de extrema necesidad, tiene elderecho de tomar de lo ajeno lo necesario para s. (El derecho dela vida es superior al de la propiedad.)

    - Es una obligacin moral ayudar a los pobres, especialmente a losque sufren hambre.

    El carcter social de la propiedad, tambin de la privada, trae uncomentario especial sobre las inversiones y la poltica monetaria.Las inversiones deben orientarse a asegurar posibilidades de tra-bajo y beneficios suficientes a la poblacin presente y futura103.Adems, deben tomarse en cuenta las urgentes necesidades de lasnaciones y regiones econmicamente menos desarrolladas.

    Dicho todo lo anterior, el Concilio confirma una tradicin moralsecular: la propiedad privada y otras formas de dominio sobre losbienes exteriores contribuyen a la configuracin de la persona. En

    102 G.S. 69.103 G.S. 70.

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    efecto, ellas deben ser consideradas como una ampliacin de lalibertad humana y como un seguro para la autonoma personal yfamiliar. Permiten, a la vez, al hombre ejercer su funcin respon-sable en la sociedad y en la economa. Por lo tanto, debe fomen-tarse el acceso de todos, individuos y comunidades, a algndominio sobre los bienes externos.

    No debe escapar a la atencin del lector la distancia que separa lasprcticas de la economa neoliberal de estos principios. Gaudium etSpes no nombra directamente los sistemas econmicos existentes, peropara el buen entendedor basta lo siguiente: No se puede confiar eldesarrollo ni al solo proceso casi mecnico de la accin econmica delos individuos ni a la sola decisin de la autoridad pblica. Por estemotivo hay que calificar de falsas tanto las doctrinas que se oponen alas reformas indispensables en nombre de una falsa libertad como lasque sacrifican los derechos fundamentales de la persona y de los gru-pos en aras de la organizacin colectiva de la produccin104.

    5. Entre la comunidad poltica y la iglesia: inde-pendencia, libertad y cooperacin

    En los dos mil aos en que la Iglesia ha convivido con diferentesregmenes polticos, ha habido relaciones muy diversas, segn la pocahistrica y la configuracin de los reinos. En ciertos momentos ylugares, la Iglesia ha sufrido severas persecuciones de parte de lasautoridades pblicas, sin libertad para predicar la fe y sin coopera-cin entre ambas instituciones; en otros tiempos y regiones, la Iglesiase confunda con el rgimen poltico, compitiendo con l por el po-der y por los privilegios. Los caminos y medios para predicar el Evan-gelio ms de alguna vez se asemejaban a los medios utilizados por laciudad terrena.

    El tema que nos parece ser el principal de este cuarto captulo de lasegunda parte de Gaudium et Spes (73-76), es definir la relacin queel Concilio desea entre la comunidad poltica y la Iglesia. La comu-nidad poltica y la Iglesia son independientes y autnomas, cada unaen su propio terreno105. La Iglesia, por razn de su misin y de sucompetencia, no se confunde en modo alguno con la comunidad

    104 G.S. 65.105 G.S. 76.

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    poltica ni est ligada a sistema poltico alguno. Sin embargo, ambasestn al servicio de la vocacin personal y social del hombre, por locual una sana cooperacin entre ambas, segn las circunstancias delugar y tiempo, ayudar a realizar este servicio con mayor eficacia.

    La Iglesia reclama una autntica libertad para realizar su misin es-pecfica en la comunidad poltica, que consiste en:

    Ser signo y salvaguardia del carcter trascendente de la personahumana.

    Difundir el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cadanacin y entre las naciones.

    Respetar y promover la libertad y la responsabilidad polticas delciudadano.

    Fomentar y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bellohay en la comunidad humana.

    Consolidar la paz en la humanidad para gloria de Dios.

    La comunidad poltica y la autoridad pblica, por otra parte, porfundarse en la naturaleza humana, tambien pertenecen al orden pre-visto por Dios.

    El fin de la comunidad poltica consiste en el bien comn. Unavez ms106, el Concilio define el bien comn como el conjunto deaquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, lasfamilias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud yfacilidad su propia perfeccin107.

    La autoridad pblica tiene la misin de dirigir la accin de todos aeste bien comn. Lo debe hacer basndose en la libertad y respon-sabilidad de los ciudadanos, respetando el orden moral y el ordenjurdico establecido o por establecer. Los ciudadanos estn obliga-dos en conciencia a obedecer a la autoridad legtima, pero les eslcito defender sus derechos contra los abusos de la autoridad.

    El Concilio se declara partidario del rgimen democrtico, delcual pueden darse diferentes formas, mediante una constitucin

    106 El bien comn ya haba sido definido en el G.S. 26.107 G.S. 74.

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    poltica que posibilita la participacin ciudadana en el estableci-miento de las estructuras polticas y en la eleccin de los gober-nantes. Los regmenes totalitarios y dictatoriales son inhumanos,por cuanto lesionan los derechos de las personas y de los grupossociales.

    Los que se dedican a la poltica tengan presente que sta es unarte difcil y noble, que es un servicio a todos, que requiere since-ridad, rectitud, caridad y fortaleza, que hay que ejercerla con olvi-do del propio inters y de toda ganancia material, que nunca leses permitido anteponer los intereses de los partidos al bien co-mn y que deben luchar con integridad moral y con prudenciacontra la injusticia y la opresin, contra la intolerancia y el abso-lutismo de un solo hombre o de un solo partido poltico108.

    Los cristianos deben sentirse responsables por la comunidad po-ltica y dar ejemplo en el servicio al bien comn. Deben demos-trar con los hechos cmo armonizar la autoridad con la libertad,la iniciativa personal con la solidaridad, la unidad con la diversi-dad. Deben tambin reconocer la legtima pluralidad de opinio-nes en asuntos temporales.

    6. Transformar las espadas en aradosAl leer el ltimo captulo de Gaudium et Spes (77-90) sobre el fomentode la paz y la promocin de la comunidad de los pueblos, no podemosdejar de percibir la angustia de la humanidad de aquellos aos, y tam-bin del Concilio, por la amenaza de una nueva guerra mundial con eluso de todos los inventos cientficos de destruccin y muerte. La hu-manidad se encuentra, dice el documento, ante un momento de su-prema crisis y puede ser arrastrada a aquella hora en la que no habrotra paz que la paz horrenda de la muerte109. Los Padres conciliareshacen un ardiente llamamiento110 a cimentar la paz.

    La paz pertenece al mensaje evanglico: es imagen y efecto de la pazde Cristo que reconcili a todos los hombres con Dios, reconstitu-yendo la unidad del gnero humano. La paz no es la mera ausenciade guerra, no se basa en el equilibrio de fuerzas adversarias, ni en el

    108 G.S. 75.109 G.S. 82.110 G.S. 77.

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    dominio desptico. Los cristianos deben cooperar con todos los hom-bres a cimentar la paz en la justicia y en el amor y a promover eldilogo fraterno entre los hombres y los pueblos.

    Pero la guerra es an una realidad en el mundo y las armas cientficasamenazan llevar a los que luchan, a la barbarie y al uso del terroris-mo. A fin de frenar esta crueldad, el Concilio expone con energa suspensamientos sobre varias situaciones relacionadas con la guerra.

    Aun en la guerra estn vigentes el derecho natural de gentes111 ysus principios universales. Los actos, pues, que se oponen deli-beradamente a tales principios y las rdenes que mandan talesactos, son criminales112. Nombra especficamente el genocidio.

    Deben cumplirse y perfeccionarse los tratados internacionales, quetienen por fin atenuar la crueldad de la guerra y hacer menos inhu-manas sus consecuencias. Por ejemplo, los referentes a los comba-tientes heridos, a los prisioneros y a los objetores de conciencia.

    Los gobiernos, a los que incumbe el deber de proteger la seguri-dad de los pueblos a ellos confiados, tienen el derecho de legtimadefensa, utilizando la fuerza militar. La potencia blica, sin em-bargo, no legitima cualquier uso militar o poltico de ella, sinoaquel que se emplea con justicia y responsabilidad.

    El empleo de las armas cientficas puede sobrepasar excesivamen-te los lmites de esta legtima defensa, causando el exterminio re-cproco entre las partes enemigas. En este punto, el Concilio escategrico: Toda accin blica que tiende indiscriminadamente ala destruccin de ciudades enteras o de extensas regiones juntocon sus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad quehay que condenar con firmeza y sin vacilaciones113.

    A pesar que muchos consideran el llamado equilibrio de fuerzascomo el medio ms eficaz para asegurar la paz entre las naciones,los Padres conciliares advierten que tal equilibrio no solamenteno es una paz segura y autntica, sino adems agrava las causasdel conflicto, al gastar inmensas cantidades a nuevas armas, en

    111 Ius gentium naturale se refiere al derecho internacional, en cuanto su conte-nido es considerado conclusin necesaria de la ley natural.

    112 G.S. 79.113 G.S. 80.

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    vez de destinarlas a remediar tantas miserias en el mundo. Por lotanto (...): la carrera de armamentos es la plaga ms grave de lahumanidad y perjudica a los pobres de manera intolerable114.

    Es preciso encontrar caminos para solucionar las diferencias de unmodo ms digno al hombre y preparar una poca en que toda guerrapueda ser prohibida.

    El Concilio propone establecer una autoridad pblica universalreconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguri-dad, el cumplimiento de la justicia y el respeto por los derechos115.

    Pero mientras tanto, los organismos internacionales existentesdeben estudiar los medios para la seguridad comn, el trminode la carrera de armamentos y la reduccin de ellos.

    Hay que apoyar todo intento para alejar el peligro de la guerra yayudar a las personas que con profundo respeto a toda la humani-dad se esfuerzan por construir la paz.

    Hay que promover los sondeos, las conversaciones y los congre-sos internacionales que tratan los temas espinosos y serios de lapaz y del desarme.

    Pero, a la vez, es urgente educar la mentalidad de las multitudes yformar la opinin poltica, a fin de superar los sentimientos dehostilidad, de menosprecio y de desconfianza, los odios raciales ylas ideologas obstinadas que dividen a los hombres y los enfren-tan entre s.

    Edificar la paz requiere quitar de raz las causas de discordia entre loshombres, ya que son ellas las que alimentan las guerras.

    Deben desaparecer, en primer lugar, las injusticias, muchas de lascuales provienen de las excesivas desigualdades econmicas. Lasmismas pasiones que se encuentran entre los hombres, como eldeseo de dominio, el desprecio por la persona, la envidia, la des-confianza y la soberbia, estn tambin presentes en las relacionesinternacionales. El esfuerzo por la paz debe vencer y prevenir es-tos males.

    114 G.S. 81.115 G.S. 82.

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    La comunidad de las naciones debe ordenarse para buscar y reali-zar eficazmente el bien comn universal, teniendo en cuenta quemuchas regiones an se encuentran en estado de miseria intolera-ble. Se espera que las instituciones internacionales trabajen en labsqueda de soluciones para tanto problema.

    Debe establecerse una mayor cooperacin internacional en el or-den econmico, a fin de superar las excesivas desigualdades entrelos pueblos, de eliminar las inadmisibles dependencias y de alejarlos conflictos internos. Esta cooperacin debe ayudar a los pasesdbiles y pobres con medios humanos y financieros y con relacio-nes comerciales que les sean beneficiosas.

    Para establecer un autntico orden econmico universal hay queacabar con las pretensiones de lucro excesivo, las ambiciones na-cionalistas, el afn de dominacin poltica, los clculos de carc-ter militarista y de las maquinaciones para difundir e imponer lasideologas116.

    ConclusinLos Padres conciliares concluyen la Constitucin pastoral sobre la Iglesiaen el Mundo actual, manifestando que el objeto de su exposicin esayudar a todos los hombres, para que logren un mundo ms conforme ala dignidad humana, para que tiendan a una fraternidad universal msprofundamente arraigada, y respondan a las urgentes exigencias de nuestrotiempo. La Iglesia desea reunir en un solo Espritu a todos los hombresde cualquier nacin, raza o cultura y promover entre todos el dilogosincero. Invita en primer lugar a los catlicos a practicar este dilogo,reconociendo todas sus legtimas diversidades; invita en seguida a losdems hermanos cristianos a una cooperacin fraternal en el servicio a lafamilia humana, ya que todo avance en la unidad de los cristianos es, a lavez, un presagio de unidad y de paz para el mundo entero. Quiere exten-der este coloquio a todos los que creen en Dios y a todos los hombrespara lograr su cooperaracin en la edificacin del mundo. Los Padresreunidos en Concilio terminan exhortando a los cristianos a poner ma-nos a la obra y hacer efectivo el amor a Cristo en todos los hombres, paraque stos puedan descubrir el misterio de amor del Padre celestial ysentir la viva esperanza que es don del Espritu.

    116 G.S. 85.