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    Edmund Husserl

    Traduccin de Jos Gaos y Miguel Garca-BarPrlogo de Jos Gaos

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    Digitalizado, editado, impreso yencuadernado por el CCEH, parauso exclusivo de tal congregacin opara fines no comerciales.

    CCEH

    Crculo Colimote de EstudiosHispanoamericanos

    http://www.c-c-e-h.blogspot.com

    Fondo de la Cultura Econmica;Mxico.

    Primera edicin en espaol(COLMEX), 1942.

    Segunda edicin, aumentada yrevisada (FCE), 1986.

    Primera reimpresin, 1996.

    Ttulo Original: CartesianischeMeditationen.

    ISBN 968-16-2256-1

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    NOTADELEDITOR............................................................. 11

    HISTORIAYSIGNIFICADO................................................... 13

    INTRODUCCIN................................................................. 29

    MEDITACIN PRIMERA .......................................... 35MEDITACIN SEGUNDA ........................................ 53MEDITACIN TERCERA .......................................... 77MEDITACIN CUARTA ........................................... 85

    MEDITACIN QUINTA .......................................... 105

    CONCLUSIN.................................................................. 159

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    El presente libro ha sido reeditadode su versin original, lo cual puedecontraer problemas al momento de

    citar. Es por ello que se han inscritolos datos en cuanto su edicinprocedente. As como tambin secolocan al lado de los mrgenes detexto el nmero de pgina del libro

    original.

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    ESTEVOLUMENRESCATAel notabilsimo trabajo de traduccin realizado hacems de cuarenta aos por Jos Gaos. Su autor mismo cuenta con pormenor enel prlogo la azarosa historia de la publicacin primitiva.

    YOHEAADIDOla versin de la meditacin final. He respetado absolutamen-te la obra que deba completar, aunque, desde luego, he corregido todo lo queno poda escapar a la enmienda. Ello afecta, fundamentalmente, a los trminos

    geradehin - gerade(directamente, directamente y sin ms, directo, -a) y a

    los pargrafos finales de la meditacin cuarta.NOHEINTENTADOescribir mi parte sometindome por principio y sistema a

    los criterios que fueron seguidos en la otra. Respecto a los mos propios, bastemencionar las siguientes decisiones: Leib, cuerpo vivo; Krper, cuerpo fsi-co; Leibkrper, cuerpo fsico y vivo; Eigenheitssphre, esfera de lo propio;das Eigenwesentliche, lo esencialmente propio; Einfhlung, endopata; Ver-

    gegenwrtigung, re-presentacin; Sachverhalt, estado de cosas.

    LAEXTRAORDINARIAEXACTITUDy el acabado tecnicismo del lenguaje filos-fico de Husserl hacen especialmente admirable el castellano que Gaos emple.Pero exactitud, tecnicismo y peculiaridad sintctica en los lmites mismosde la resistencia del idioma alemn ascienden a un grado mximo en el de-sarrollo de la meditacin sobre la intersubjetividad trascendental, de tal modoque slo puedo aspirar a no haber desequilibrado demasiado el valor literariodel conjunto1.

    GAOS UTILIZ UN texto que Husserl entreg personalmente a Ortega en

    noviembre de 1934, con el fin expreso de que Revista de Occidenteeditara sutraduccin.

    ESTETEXTONOha sido an encontrado. Todos los indicios apuntaban a que,si an existan, debera de hallarse entre los papeles de Ortega, conservadospor la Fundacin madrilea que lleva su nombre; pero doa Soledad Ortegame comunica que no ocurre as.

    SE

    TRATABA

    ,EN

    cualquier caso, de una copia que, por lo que respecta a lascuatro meditaciones traducidas a partir de ella, no difera ms que en liger-simos detalles de las otras copias que son conocidas por el Archivo Husserl(vase el prlogo de la mejor y ms reciente edicin alemana de las Meditacio-nes, debida a la profesora Elisabeth Strker y publicada por Flix Meiner en

    1 HAYUNAtraduccin espaola completa de lasMeditaciones: la de Mario A. Presas, publicadaen Madrid por Ediciones Paulinas en 1979. Vase mi recensin de ella enAnales del Seminario de Metaf-sica(Unov. Complutense de Madrid), XIV (1979), pp. 78 ss.

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    Hamburgo en 1977). De todos modos, la lectura del pargrafo 7 confirmarla presencia de alguna pequea variante que no se halla en ningn otro lugar.

    Por lo dems, el texto hasta ahora perdido muestra en la medida en que suversin parcial nos lo da a conocer ser sustancialmente el mismo que el de-nominado M II 5 (enviado a Dorion Cairns a Nueva York, en 1932, tambincon el propsito de que fuera traducido).

    PERO LO VERDADERAMENTE interesante es que el manuscrito recibido porOrtega es dos aos posterior a cualquier otro conocido y no puede excluirse deantemano la posibilidad de que contuviera sus principales novedades en el tex-to de la meditacin quinta. En efecto, Husserl trabaj muy intensamente en losaos 1929-1935 en el problema de la constitucin de la intersubjetividad. Noslo en el marco del libro sistemtico que preparaba como refundicin de las

    Meditaciones(1931-1932), sino incluso precisamente en los dos aos siguientes,cuando el plan de tal libro haba sido abandonado. El resultado de aquella laborest contenido en las setecientas pginasdel volumen XV de las obras completas(Husserliana), que fue editado por Iso Kern en Martinus Nijhoff (La Haya),en 1973 [Zur Phnomenologie der Intersubjektivitt. Texte aus dem Nachlass.Dritter Teil: 1929-1935]; y en La crisis de las ciencias europeas y la fenomenologa

    trascendental, 54 {Husserliana VI, a cargo de Walter Biemel; mismo lugar ymisma casa editorial, 1956). La evolucin de la teora contenida en la medita-cin quinta es uno de los progresos ms profundos que experiment la fenome-nologa trascendental,justamente en el perodo 1929-1934 y, sobre todo, en 1932-1934. Es acaso imposible que Husserl, en vez de repetir lo que haba hechocon Dorion Cairns dos aos antes, entregara a Ortega un manuscrito mejoradoprecisamente en lo que concerna al trabajo fundamental y enorme delos ltimos meses? Las modificaciones de importancia no podan afectar a lasmeditaciones iniciales; pero prcticamente deban estar presentes en la gran

    meditacin final. Naturalmente, en contra obraba el hecho de que la reformade la segunda mitad del libro no haba de dejar del todo intacta la primera. Porotra parte, hay que recordar que Husserl entreg inmediatamente a Ortega untexto que ya estaba listo para ser traducido. La visita de Ortega fue breve (laocasin la suministraba el viaje de su hijo Miguel, que iba a ampliar estudios deMedicina en Friburgo durante un curso en que vivira hospedado en casa de losHusserl). No tenemos indicio alguno de que Ortega y Husserl hubieran tratadola cuestin de la traduccin de las Meditaciones antes de conocerse personal-mente aquella semana de noviembre. Pero, se limitaran las correcciones yadiciones manuscritas mencionadas por Gaos a los detalles que reconocemoshasta ahora en las meditaciones I-IV?

    MADRID, ABRIL1984.

    M. G.-B.

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    EN1900 APARECIERONen Alemania unas Logische Untersuchungen. El au-tor, Edmundo Husserl, haba publicado nueve aos antes una Philosophie der

    Arithmetik. Era un hombre de formacin principalmente matemtica quehaba pasado resueltamente a la filosofa en los umbrales de la madurez:haba nacido en 1859 en Moravia. En filosofa haba tenido por maestroa Francisco Brentano, miembro de una familia ilustre principalmente porhaber dado a Clemente Brentano a la literatura alemana; sacerdote catlico,profesor en Wurzburgo y en Viena, donde haba dejado el sacerdocio, aun-

    que conservando su fe cristiana, y la ctedra; conocido sobre todo por sustrabajos sobre Aristteles, que le dieron la reputacin de ser en su tiempoel mejor conocedor de el filsofo. Ms influyente que por sus escritos,cuya publicacin ha continuado despus de su muerte, por su enseanza,que recibieron, adems de Husserl, personalidades tan destacadas en la fi-losofa alemana y universal contempornea como el gran psiclogo Stum-pf; los fundadores de la contempornea filosofa de los valores, Ehrenfels

    y Meinong (v. el lector el famoso artculo de Ortega y Gasset, Qu son los

    valores?, en el nmero IV de la Revista de Occidente), creador, el ltimo, dela Gegenstandstheorie, teora del objeto o de los objetos, un pendant de la fe-nomenologa de Husserl menos afortunado que sta; Marty, capital filsofodel lenguaje; Kraus y Kastil, editores de las obras del maestro. Stumpf yHusserl publicaron sus respectivasErinnerungendel maestro, en apndice allibro dedicado a ste, un par de aos despus de su muerte, que fue en 1917,por Kraus: las de Stumpf, discpulo de la primera hora, son singularmente

    vivas e interesantes y testimonio fehaciente de haber sido la genialidad deBrentano manifiesta desde su juventud; las de Husserl son ms secas, msabstractas, se siente la necesidad de decir, conformes con el estilo literario,expresin fiel del intelectual, acreditado por la obra toda del gran pensador.En el ao de publicacin de lasInvestigaciones ascenda l de Privat-dozenten Halle, donde est fechado el prlogo, a profesor en Gottinga, dondeense hasta 1916, en que pas a Friburgo de Brisgovia, su sede hasta sumuerte, en 1938.

    LAS INVESTIGACIONES, DEDICADAS in Verehung und Freundschaft (en testi-

    monio de veneracin y amistad) a Stumpf, elevado joven a la ctedra y cuyaslecciones haba seguido Husserl, aparecan en dos tomos. El primero con-tena unos Prolegmenos a la lgica pura, adaptacin de dos series de leccio-nes... dadas en Halle durante el verano y el otoo de 1896. La parte central

    y ms extensa, del captulo tercero al octavo, ambos inclusive, entre once,era una crtica del psicologismo lgico o de la concepcin radicada en la

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    general positivista predominante an, segn la cual el objeto de la lgicaes el pensamiento entendido como fenmeno o conjunto de fenmenos ps-

    quicos y por consiguiente la psicologa la disciplina fundamento de la lgicacomo de las otras disciplinas filosficas normativas, tica y esttica, o dela filosofa en general, habiendo sendos psicologismos tico y esttico, pa-ralelos del lgico, como partes o promociones, todos, de un universal psico-logismo y universal y bsico positivismo. Esta crtica impresion y empeza influir, desde luego, hasta llegar a poder ser considerada como el punto departida ms importante de la filosofa que se ha desarrollado y expandidoa lo largo de lo que va de siglo, superando decididamente el positivismo y

    devolviendo a la filosofa el rango y la amplitud que le haba menoscabadoste. Estas superacin y devolucin se han fundado en el redescubrimiento,por encima del mundo de los hechos de la experiencia sensible externa y dela experiencia psquica interna, de un mundo de las ideas y de los valorescomo objetos irreducibles a todo mundo de hechos, incluso a la regin de lopsquico, cualesquiera que sean las relaciones que este mundo de las ideas ylos valores tenga, y las tiene evidentes, con el mundo de lo fctico, no slocon la regin psquica, sino tambin con la fsica; mundo, ste de las ideas

    y valores, descubierto plenamente por Platn tras el antecedente pitagrico:pues bien, la crtica del psicologismo en los Prolegmenos sigue siendo elalegato ms cabal, poderoso e impresionante a favor de la existencia de estemundo como irreducible a todo mundo fctico. Aunque critica solamen-te el psicologismo lgico y por ello concluye simplemente la existencia deunas unidades ideales de significacin irreducibles a fenmenos psquicosdel pensamiento, la extensin desde la regin de estos objetos lgicos hastaotras, muy diversas, del mundo del ser ideal y del valer, era obra que queda-ba sugerida y facilitada y que pronto, en efecto, se empez a llevar a cabo2.

    El propio Husserl beneficiaba y modificaba los resultados de su crtica enel sentido de esta extensin no ms tarde ni ms lejos que en las primeras

    Investigacionesdel segundo tomo. ste comprenda seis, que intentaban unanueva fundamentacin de la lgica pura y la teora del conocimiento, como diceel prlogo. La primera, Expresin y significacin, insista en las unidadesideales de significacin, pero ya la segunda pasaba a La unidad ideal de laespecie y las teoras modernas de la abstraccin. Este segundo tomo empez porhacer su efecto ms bien entre los psiclogos que no desdeaban del todo

    la filosofa y los filsofos interesados especialmente por la psicologa. No2 ELLECTORque lo haya menester o sencillamente lo desee, puede estudiar el descurimientoplatnico en miAntologa filosfica. La filosofa griega, La Casa de Espaa en Mxico, 1941, pp. 157 y ss., oen mi dilogo epistolar con el Profesor F. Larroyo, Dos ideas de la filosofa, ib., 1940, pp. 135 y ss., donde secontina con una exposicin del redescubrimiento por Husserl y una crtica de la suya del psicologismo,pues el que sta sea el alegato que he dicho en el texto no quiere decir que no pueda y deba ser criticada asu vez desde las posiciones alcanzadas por la filosofa posterior y en especial la ms reciente, cuyo avancese constituye esta crtica realizada histricamente, como en general la de las filosofas anteriores por lasposteriores es motor y movimiento principal de la historia entera de la filosofa.

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    slo porque de lasInvestigacionesltimas y ms decisivas versase la quinta, yacaso ms importante e influyente de stas, Sobre las vivencias intencionales

    y sus contenidos, sino principalmente porque el propio autor siguiendo sinduda inspiraciones de su maestro Brentano como las podan encontrar des-de 1874 en el tomo primero de su Psicologa desde el punto de vista emprico3aun quienes no hubiesen recibido directamente sus enseanzas llamabapsicologa descriptiva a lo que poco despus pas a llamar definitivamentefenomenologa. Esta vicisitud onomstica traduca una inicial compren-sin deficiente de la ndole de su propio pensamiento por parte de Husserl,pero reconocida y declarada expresamente y rectificada por l mismo en el

    breve plazo y en los trminos indicados (v. el prlogo a la segunda edicinde lasInvestigaciones).

    ELPENSAMIENTOYel magisterio de Husserl tomaron a lo largo del deceniosiguiente un auge definitivo y fecundo, aunque no hubiera nuevas publica-ciones suyas hasta los aos 1911 y 13. En 1911 public en la revista Logos,fundada aquel ao, y sobre todo a raz de su fundacin, de muy principalimportancia entre las filosficas, un largo artculo, Philosophie als strengeWissenschaft, que result resonante. Contra todo positivismo en el estrechosentido tradicional ya, contra todo psicologismo, relativismo y escepticismo,como en los Prolegmenos a la lgica pura, pero muy particularmente contrala manifestacin del relativismo y escepticismo, al parecer, ms influyente,caracterstica, de nuestro das, el historicismo, el hacer las verdades y engeneral los valores eternos relativos a su tiempo, se alzaba la idea de la filo-sofa instituida en ciencia, no exacta, pero no por ello menos rigurosa, porobra de una nueva orientacin del filosofar, la fenomenologa, presentadacomo positivismo autntico, por ntegro, porque a diferencia del tradicio-

    nal que reduca arbitrariamente lo dado, lo positivo, a los hechos, fsicosy psquicos reconoca todo lo innegablemente dado, todo lo igualmentepositivo a saber, adems de los hechos, los objetos del mundo del ser ideal

    y del valer. Dos aos despus tuvo efecto un triple y monumental acto depresencia, conquistadora, imperial, de la nueva orientacin, como filosofa yescuela, en el territorio de la filosofa: una segunda edicin de lasInvestiga-cionesy el primer tomo de un Jahrbuch fr Philosophie und phnomenologischeForschung, y en ste al frente una primera parte de unas Ideen zu einer rei-

    nen Phnomenologie und phnomenologischen Philosophie, y a continuacin laprimera parte de Der Formalismus in der Ethik und die materielle Wertethik,de Max Scheler, uno de los libros formidables que ha producido ya el siglo

    XX, escriba una decena de aos despus Ortega (en su citado artculo so-bre los valores). Y en verdad, desde entonces sobre todo, la filosofa de Hus-

    3 LOSDOScaptulos ms importantes, traducidor por m, fueron publicados bajo el ttulo abre-viado de Psicologapor la Revista de Occidente.

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    serl y las inspiradas por ella se han extendido por el territorio de la filosofay alzado sobre l hasta descollar como las ms innovadoras e importantes en

    lo que va de siglo: el mismoAnuarioan trajo en 1927 la nica parte impresahasta ahora de Sein und Zeit, de Martn Heidegger, libro al que puede apli-carse la frase de Ortega citada hace un momento, con tanta razn, si no esque ms todava; en 1925 haba salido a luz el gran volumen de Scheler DieWissensformen und die Gesellschaft, en 1920 la Ethikde Nikolai Hartmann,que se declara expresamente deudora ya de la crtica del psicologismo en losProlegmenos, y estos aos 25 a 27 representan, por tanto, la ms alta cimaalcanzada por la filosofa en el siglo hasta hoy mismo; las grandes publica-

    ciones posteriores de Hartmann, las pequeas de Heidegger, las de Husserly Scheler, la Philosophie, en tres volmenes, de Karl Jaspers, aunque muyvaliosas todas, no tienen la novedad o la amplitud o al menos hasta ahora nohan obtenido el reconocimiento o tenido la repercusin de las obras mencio-nadas de los cuatro primeros.

    LASEGUNDAEDICINde las Investigacionesreimpresa simplemente enadelante; definitiva, pues dejaba el primer tomo, los Prolegmenos consu crtica del psicologismo, en sustancia intacto, al no hacer en l, aunquemuchas y considerables, sino correcciones en la exposicin. En cambio,refunda el segundo tanto que, a pesar de suprimir todas las aadiduras derelleno crtico, haca necesario dividirlo en dos volmenes, de los que el se-gundo, la sexta investigacin, no pudo aparecer hasta 1921. La refundicinse esforzaba por poner en la medida de lo posible la obra, de emancipacin;por tanto, no un fin, sino un principio, que las Investigacioneshaban sidopara Husserl, al nivel alcanzado por ste definitivamente en punto a la ma-nera de concebir la naturaleza de la fenomenologa, el nivel de lasIdeas. Las

    Investigaciones refundidas, serie de ensayos fenomenolgicos efectivos yascendentes, deban servir para familiarizar prcticamente con la fenome-nologa y elevar hasta el plano en que poder comprender plenamente la de-finicin de la misma y la descripcin de su campo que vienen a ser el asuntode las Ideastodas, pero principalmente de la primera parte. En 1928 editHeidegger unas Vorlesungen zur Phnomenologie des inneren Zeitbewusstseinsde su maestro; ste al ao siguiente una Formale und transzendentale Lo-

    gik; en 1931, la Sociedad Francesa de Filosofa, en traduccin francesa y

    bajo el ttulo deMditations cartsiennes. Introduction la Phnomenologie, lasconferencias, corregidas y aumentadas, que el fundador de la fenomenolo-ga haba dado en 1929 en la Sorbona, invitado inequvocamente a Franciacomo representante ms alto de la filosofa alemana contempornea. Husserlaprovech la ocasin para tres fines. Como en toda filosofa, por razonesesenciales, tambin en el desarrollo de la fenomenologa y de la reflexin so-

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    bre ella entraba el considerarla en relacin a la historia de la filosofa. En losesfuerzos de Descartes por reducirse a una verdad indubitable en absoluto,

    para partir de ella y reconstituir el saber humano entero y aun la vida huma-na toda, y en el encontrar Descartes tal verdad en el cogito, no poda menosde reconocer Husserl un primer y principal antecedente clsico precis desus propios esfuerzos por constituir definitivamente la filosofa en cienciarigurosa y de su propio encontrar en la conciencia pura o trascendental unarealidad de verdad insusceptible de error. El hablar en Pars era ocasin, antetodo, para empezar gentilmente reconociendo estas relaciones, pero tam-bin para una operacin que entra en el considerarse toda filosofa en rela-

    cin a la historia de la filosofa tan esencialmente como en toda filosofa estaconsideracin: poner de manifiesto el alcance muy limitado de las relacionessus meditaciones fenomenologas son declaradas por el propio Husserlcartesianas por el punto de que parten y la meta a que creen llegar, aunqueen el punto de partida mismo empiece una divergencia de los caminos.El hablar en Pars era ocasin, en segundo trmino, para que el creadormismo de la fenomenologa hiciera un resumen de ella que la presentase a ladeclinante pero an no ex-capital intelectual del mundo, y desde ella a ste,con autenticidad y consiguiente autoridad y en forma, pues, las ms aptaspara lograr su difusin y triunfo universales y definitivos. Y era ocasin, porltimo, para exponer lo que las publicaciones anteriores no haban podido:los desarrollos postreros del pensamiento de Husserl. El segundo de estosfines muy principalmente es lo que ha dado a lasMeditaciones la importan-cia, inters y utilidad que han hecho de ellas la publicacin de Husserl por laque ste mismo, a buen seguro, es ms conocido. Los estudiantes de filosofa

    y el pblico curioso de sta a quienes no podan menos de arredrar de ante-mano o detener en marcha la dificultad de lasInvestigacionesy de las Ideas,

    en las primeras anunciada ya y causada efectivamente por la extensin y lacomposicin, en las segundas creciente con la complicacin y concisin; losprofesores mismos, deseosos de dar a su enseanza la base autntica de lostextos de los filsofos, pero imposibilitados para leer y explicar ntegramentetextos largos en cursos de la duracin general de los universitarios; todoshan encontrado bienvenida de todo punto una obra del propio Husserl quese presenta como una breve y especialmente accesible introduccin y,sin embargo, completa exposicin de la fenomenologa. Algunos otros escri-

    tos de Husserl se han publicado antes y despus de su muerte, pero la mayorparte de los suyos, en cantidad ingente segn quienes tuvieron oportunidadde saber ms directamente de ellos, fueron as inditos depositados en labiblioteca de la Universidad de Lovaina e ignoro la suerte que haya podidocaberles4: los publicados figuran entre los libros prohibidos en Alemania, sin

    4 VID. H. L. van Breda, Die Rettung von Husserls Nachlass und die Grndung des Husserl-Ar-chivs, en: H. L. van Breda y Taminiaux (eds.) Husserl und das Denken der Neuzeit. Den Haag, Martinus

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    duda por haber en el autor sangre juda y haber consecuentemente el espritujudaico disolvente del ario en libros al parecer tan versantes con exclusividad

    sobre las cosas ms abstractas, ideales y ajenas a todas las reales de este mun-do y reino del Csar, Caesaro Kaiser, hoy llamado Fhrer.

    LAS IDEASDEFINENpassim la fenomenologa: la ciencia eidtica descrip-tiva o ciencia descriptiva de las esencias de los fenmenos puros, o de losfenmenos de la conciencia pura, o simplemente de la esencia de la concien-cia pura. En esta definicin aparecen bien coordinadas como igualmenteimportantes las dos partes que hay en la fenomenologa de Husserl y del

    distinto conocimiento de las cuales depende el cabal de la fenomenologa ensu evolucin a travs de la obra de Husserl mismo, de su difusin y prolifera-cin en la filosofa contempornea y de su significacin histrica y filosficatotal: la ciencia descriptiva de esencias o de una esencia, la ciencia eidticadescriptiva, y el objeto de esta ciencia, la conciencia pura en conjunto y losfenmenos integrantes de esta conciencia en detalle.

    ANTECEDENTES HISTRICOS DIVERSOS entre los cuales parecen habersido el inmediato y principal las proposiciones en s y las verdades en sde la Wissenschaftslehre, o lgica de Bernardo Bolzano, sacerdote catliconatural de Praga, muerto en 1848, importante en la lnea del pensamientoen los pases germnicos meridionales y catlicos en que debe insertarse aBrentano y al mismo Husserl inspiraron la crtica del psicologismo. sta

    y sus unidades ideales de significacin y la unidad ideal de la especiecondujeron a la ciencia eidtica. El redescubrimiento de los objetos idealescomo irreducibles a los reales implicaba el de un rgano de conocimiento deaqullos distinto del rgano de conocimiento de stos. Las Ideasse inician

    con la presentacin de la dualidad de los hechos y las esencias y de lascorrelativas dualidades de la intuicin de los primeros o emprica y lade las segundas o eidtica y de las ciencias de hechos o fcticas y lasciencias de esencias o eidticas. Mas hay esencias matemticas, queson los objetos de las matemticas, ciencias eidticas, pues, y esencias mor-folgicas que no pueden ser objeto sino de descripcin por parte de cienciasconsiguientemente eidticas descriptivas, como son las esencias de la con-ciencia y de sus fenmenos. De la intuicin de los hechos se pasa a la de las

    esencias por medio de una operacin llamada en lasInvestigacionesabstrac-cin ideativa y a partir de lasIdeasreduccin eidtica. As es como quedconstituida la parte eidtica de la fenomenologa y la fenomenologa eid-tica. El redescubrimiento del mundo ideal por la crtica del psicologismo ylas Investigaciones subsiguientes era la rehabilitacin certera y contundentede una doctrina tan propia de la filosofa e ilustre en su historia, que a ellaNijhoff, 1959, pp. 42 y ss. [Nota del editor].

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    parece deberse considerar vinculada la filosofa misma, y rehabilitacin talno poda menos de producir una singular impresin sobre los interesados

    por la filosofa. Esta impresin y la presentacin en primer trmino de lafenomenologa eidtica, que no poda dejar de corroborarla, juntamentecon las naturales tendencias de ciertas buenas gentes aquellas a las que,creyndose de buena fe vocadas a la ciencia o a la filosofa, slo es dado sen-tirse gozosas al encontrarse con un mtodo cientfico o filosfico al parecersusceptible de aplicacin a todas las cosas, es decir, al alcance de todas lasfortunas mentales, fueron, sin duda, los motivos de que se viniese a verla sustancial innovacin y aportacin aprovechable y perdurable de la feno-

    menologa en el mtodo fenmeno-lgico entendido en el sentido de lafenomenologa eidtica ablata del resto de la fenomenologa, resto mi-rado, y apenas, como el sistema propio de la posicin que sera forzosotomar a todo filsofo, pero que los dems pueden y deben no tomar, y quese viniese a ver en este mtodo el de la filosofa para el futuro. As lo expli-can tantas exposiciones de la fenomenologa y juicios sobre ella, que son lasexposiciones y los juicios que han prevalecido en la literatura didctico-filo-sfica (v. el pasaje dedicado a la fenomenologa en laIntroduccin a la filosofade A. Mller y el dedicado a la fenomenologa como mtodo en la reciente yexcelente Historia de la filosofa de J. Maras, tanto ms significativo cuantoque el autor, que sigui mi explicacin de lasInvestigacionesen Madrid y oymi exposicin de la Filosofa en el siglo XXen Santander, dos trabajos dondedesarroll las ideas que estoy resumiendo ahora, coincide con mi manera deexponer y explicar la fenomenologa en muchos puntos, entre ellos ste desus dos partes). Igual lo implican las fenomenologas o descripciones de lasesencias de los fenmenos ms diversos a que por el segundo quincenio delsiglo se aplicaron con diligencia y profusin las buenas gentes susomenta-

    das como por estos aos ltimos a los anlisis existenciales y que hansido en verdad la porcin ms extensa del ensanchamiento de la escuelafenomenolgica ortodoxa o estricta en la direccin ms considerable dela filosofa contempornea. Con tal manera de ver est ligada hasta ciertopunto la modificacin impresa a la fenomenologa idealista de Husserl enun sentido realista por Scheler, Hartmann que ha llevado el redescubri-miento del mundo del ser ideal y del valer hasta la extrema objetividad po-sible de los objetos ideales en general y de los valores en particular y otros

    menores; y de la prelacin de lo eidtico en general se origin, en unin conesta modificacin, o en todo caso, la filosofa de los valores que pocos lustrosatrs pareci ser la filosofa definitiva, la filosofa. Pero estos ltimos lustros,precisamente, han mostrado en los hechos que tal manera de ver haba sidoignorar la importancia que la otra parte de la fenomenologa de Husserltena para su creador, y aun la relacin entre la fenomenologa eidtica y

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    esta otra parte, y no adivinar la importancia que esta otra parte iba a teneren la filosofa contempornea.

    NOFUENADAmenos que el afn radical de la filosofa moderna entera des-de Descartes, a travs ltimamente de su maestro Brentano, lo que trajo aHusserl a la conciencia pura, con sus fenmenos puros. Laphilaradicalde la sophagriega, sophaesencia de la filosofa antigua y medieval, habasido la de una sophade las archio principios objetivos de las cosas de estemundo y singularmente del primero entre estos principios. El afn radicalde la filosofa moderna vena siendo el de fijar una realidad de verdad abso-

    lutamente indubitable y la filosofa moderna vena pensando poder y deberfijarla en la conciencia, entendida ms o menos en el sentido de un idea-lismo emprico o en el sentido de un idealismo trascendental. Husserl

    vino a creer percatarse de que la conciencia es tal realidad slo tras haberladejado pura de aquellos ingredientes en que se insertan la posibilidad delerror y los errores efectivos como no la dejaba ninguna de las anterioresconcepciones empricas ni trascendentales de ella. En la actitud natural,tenemos conciencia de las cosas como reales o irreales en diferentes sentidos,lo que implica ponerlas como reales o irreales en estos sentidos, y tenemosconciencia de nosotros mismos como sujetos reales en el mundo de las cosasreales, lo que implica apercibir nuestros fenmenos de conciencia comopropios de nosotros mismos como tales sujetos reales. Estas posiciones yapercepciones de la realidad o irrealidad de las cosas, de nuestros fenme-nos de conciencia con nosotros mismos, del mundo todo, son, pues, ingre-dientes de nuestra conciencia de las cosas y de nosotros mismos. Pues bien,en ellas se insertan la posibilidad del error y los errores efectivos. Al hombresiniestramente al acecho en el camino oscuro que habamos puesto real no

    podemos menos de ponerlo irreal unos pasos adelante. Y es sabido cmoDescartes prueba la dubitabilidad de la realidad de nuestro propio cuerpo y,consiguientemente, de nuestra realidad en la del mundo. Mas es un hechode repeticin al arbitrio de cualquiera que podemos tomar una actitud, dereflexin sobre nuestra conciencia y sus objetos, las cosas y nosotros mismos,en que nos limitamos a tener conciencia de nuestros fenmenos de concien-cia con sus objetos y todos sus ingredientes, entre ellos las posiciones yapercepciones mencionadas, abstenindonos de poner las cosas como

    reales o irreales y de apercibir nuestros fenmenos de conciencia comopropios de nosotros mismos como sujetos reales en el mundo de las cosasreales. En la actitud natural vivimos en nuestra conciencia de las cosas yde nuestros fenmenos de conciencia como propios de nosotros como sujetosreales, y como ingredientes de esta conciencia en que vivimos, ponemosla realidad o irrealidad de las cosas y apercibimos nuestros fenmenos

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    de conciencia como se acaba de repetir; en la actitud refleja vivimos ennuestra nueva conciencia refleja de nuestra anterior conciencia en la actitud

    natural y no ponemos ms que la realidad, de verdad absolutamenteindubitable, de k conciencia objeto, con sus objetos e ingredientes todos, dela refleja, ni apercibimos los fenmenos de la conciencia objeto de la reflejams que como propios del sujeto de esta conciencia objeto de la refleja ypura, con sus fenmenos puros, los nicos tales, ellos mismos: pura delas posiciones y apercepciones en que se insertan la posibilidad de errar

    y los yerros efectivos, en el sentido de que estas posiciones y apercepcio-nes se reducen a ser objeto de la conciencia refleja en cuanto ingredientes

    de la que pasa a ser objeto de sta, o de que ya no vivimos en ellas ono ponemos ni apercibimos de hecho lo que antes. Por medio de estareduccin fenomenolgica trascendental, o ms simplemente reduccinfenomenolgica o reduccin trascendental, se constituya la fenomenolo-ga trascendental. Es esencial advertir que la conciencia pura sigue siendo,segn Husserl, una conciencia emprica o fctica como la conciencia de laactitud natural con sus posiciones y apercepciones, slo que pura de stas oreducida a su pureza de ellas, o que la fenomenologa trascendental es unafenomenologa emprica o fctica, aunque trascendental: los fenmenos deconciencia no dejaran de ser hechos de la experiencia porque se les purifiquede ingredientes de falibilidad. Mas as como parece que cabe pensar de laintuicin de los hechos, entre ellos los de conciencia, es decir, de los objetosde la conciencia de la actitud natural y de los fenmenos de esta conciencia,a las esencias correspondientes, cabe pasar de la intuicin de los fenmenospuros en detalle o de la conciencia pura en conjunto a la intuicin de lasesencias de los fenmenos puros y de la conciencia pura.

    ENTODOCASO,ya en lasInvestigaciones, si los Prolegmenosy las primeras,sobre la expresin y la significacin, la especie y la abstraccin, los todos ylas partes y las significaciones independientes y no-independientes, prelu-diaban la fenomenologa eidtica, la quinta y sexta, sobre la conciencia ysobre el conocimiento, preludiaban la fenomenologa trascendental de laconciencia pura. En todo caso, es la ciencia eidtica, no de ningn otro ob-

    jeto ni de ningunos otros fenmenos posibles, sino de la conciencia pura y desus fenmenos, lo que constituye la fenomenologa con que pens Husserl

    instituir definitivamente la filosofa en ciencia rigurosa y la definicin de lacual y descripcin de su campo es el asunto de lasIdeas. En todo caso, pare-ce obligado conjeturar una contraposicin, a las interpretaciones y prolonga-ciones unilateral y aun slo preponderadamente eidticas de la fenomenolo-ga, de la importancia mucho mayor de la trascendental, en el hecho de queen el resumen de su filosofa redactado con las intenciones indicadas que son

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    las Meditaciones, Husserl exponga desde el ttulo y a lo largo de todo l lafenomenologa trascendental y la fenomenologa eidtica no aparezca

    hasta el 34, sino en l y como una traduccin de lo fctico a lo eidtico dela que basta de hecho, y dgase lo que se diga, tratar incidental y brevemente,como se trata de las cosas tan obvias cuanto secundarias. En todo caso, noresulta fiel al pensamiento de Husserl la ablacin de la fenomenologa eid-tica operada explcita o implcitamente por las exposiciones, juicios y feno-menologas, a las que est ligada la fenomenologa realista con la que esten unin la filosofa de los valores, a que he aludido en pasaje anterior. Y entodo caso, en fin, es de la fenomenologa trascendental de donde se han

    originado las filosofas ms recientes y ms influyentes en la actualidad. Lascuatro primerasMeditacionesresumen la fenomenologa trascendental enforma sustancialmente coincidente con la concepcin de la fenomenologaen la etapa de la evolucin del pensamiento de Husserl a que correspondenla segunda edicin de lasInvestigacionesy lasIdeas, la etapa clsica ya desdeahora y hasta ahora y con la mayor probabilidad para siempre. Pero la feno-menologa as concebida lo es tambin como el idealismo trascendental aque se refieren los 40 y siguiente de las Meditaciones, y este idealismocondujo a Husserl al problema de los otros yos tal como lo apunta singular-mente el final del 41. A este problema y a su solucin en una nueva mona-dologa dedic, pues, Husserl la quinta y ltima meditacin. En la extensinde esta meditacin, ms del doble de la de la ms extensa de las cuatro ante-riores, hay que descubrir tanto, por lo menos, como una expresin de laimportancia atribuida por Husserl a esta nueva etapa del desarrollo de sufenomenologa, un efecto del deseo de aprovechar la ocasin que lasMedita-cionesle ofrecan para exponer el tema capital de esta nueva etapa. Pero loshechos son que la nueva monadologa y esta nueva etapa en general, como

    las ltimas todas de la obra de Husserl, distan de haber obtenido el recono-cimiento o tenido la repercusin de la que he llamado la etapa clsica, segnanticip en otro pasaje. La fenomenologa trascendental de la concienciapura conduca consecuentemente al problema de los otros yos: sin embargo,la solucin ha sido criticada como un aditamento inspirado por el afn dehacer rotunda y definitiva la propia filosofa, en vez de dejar los descubri-mientos efectivos y las sugestiones fecundas abiertos a la prosecucin previa-mente indefinida y realmente nueva, en suma, como un aditamento inspira-

    do por el espritu de sistema que ha posedo en general a los filsofos (v. T.Celms,El idealismo fenomenolgico de Husserl, traduccin ma: Revista de Oc-cidente, Madrid, 1931). Cosa pareja le acaeci tambin a Bergson con susDos fuentes de la moral y de la religin (v. la crtica de Morente en el nm. IIIde la Revista de Occidente). La solucin, y aun el problema, no podan impre-sionar como lo haban hecho los problemas y las soluciones inaugurales de la

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    fenomenologa. Interesaban ya ms que los desarrollos de sta por el creador,menos nuevas que los inicios, los desarrollos novsimos por los discpulos y

    continuadoras. La naturaleza misma de la filosofa hace imposible estimar eintegrar en un cuerpo las filosofas sucesivas como las sucesivas verdades deuna ciencia y produce una peculiar curiosidad por la ltima filosofa y unamoda filosfica. Relegaron, pues, al creador y maestro al trmino de suyo untanto lejano y oscuro del fundador sus coruscantes discpulos y continuado-res. Y el ltimo descollante entre stos, releg la filosofa de los valores yeidtica en general al trmino de un momento superado en la trayectoriacontempornea de la filosofa. Y releg los objetos ideales y los valores mis-

    mos, y el conocerlos, estimarlos y en general vivirlos, al de objetos y fenme-nos de los que debe mostrarse la fundamentacin en realidades ms radica-les. De la fenomenologa de la conciencia pura de Husserl pas Heidegger asu analtica del Dasein. A la verdad indubitable de la realidad de la concien-cia pura deba sustituir la prioridad ntica y ontolgica del Dasein. Ortegasometi la fenomenologa trascendental a una crtica (cuyo resumen muyfiel puede ver el lector en la citada Historia de la filosofade Maras) en elsentido de que lo decisivo no es la conciencia objeto de la refleja, sino sta,en la que pasamos a vivir en medio de toda nuestra vida. La realidad ra-dical no es la conciencia pura, sino nuestra vida. Por mi parte, empieza yaa hacer aos que viene parecindome ver la significacin histrica y filosfi-ca toda de la fenomenologa de la manera siguiente. El pasado entero de lafilosofa puede reducirse a dos grandes movimientos sucesivos de direccinopuesta. La filosofa griega y con y tras ella la antigua y la medieval se handirigido, como insinu antes, a los principios objetivos del mundo, en unaideacin esencialmente eidtica, aado ahora: concibiendo tales principioscomo ideas, valores, esencias subsistentes en s y por s, o inherentes a un

    principio divino, o concibiendo eidticamente este principio. Radicalmenteanimada por el cristianismo, introductor decisivo de la conciencia, comoinstancia fundamental, en la historia, segn revela la anticipacin de SanAgustn a Descartes, la filosofa moderna empez por retrotraerse y retraer-se reflexivamente a la conciencia, para partir de ella hacia el mundo y hastalos principios objetivos de ste y de ella. La tensin entre la eidtica filosofaantigua y la conciencia cristiana en el seno de la filosofa medieval da a stasu peculiar complexin y situacin verdaderamente media, que no deja de

    prolongarse en su descendiente moderna. En la sucesin histrica de los dosmovimientos, de la filosofa antigua y medieval y la filosofa moderna, debereconocerse una sucesin promovida por una relacin de fondo ltimo entreambos. Pues bien, ambos o el pasado entero de la filosofa vienen a ser asu-midos notoriamente por las dos partes de la fenomenologa de Husserl: laeidtica filosofa antigua y medieval, el realismo antiguo y medieval, en la

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    fenomenologa eidtica; la moderna filosofa de la conciencia, el modernoidealismo, en la fenomenologa trascendental. Es ms. La asuncin de la

    filosofa moderna por la fenomenologa trascendental llega al detalle deasumir la transicin natural de todo idealismo a un idealismo trascen-dental. Por el lado, ya no del pasado y antecedentes de la fenomenologa deHusserl, sino de su sucesin y futuro, de sus dos partes, tambin, han salidocomo he apuntado las principales filosofas posteriores a ella, que reiteranlos dos grandes movimientos del pasado filosfico: el de la filosofa antigua

    y medieval, la filosofa de los objetos ideales y de los valores; el del cristianis-mo y la filosofa moderna, la filosofa existencial. En tales movimientos,

    asunciones y reiteraciones, cmo no palpar una encubierta pero tangiblenaturaleza de la filosofa oscilante entre dos extremos dialcticamente uni-dos? Contenido y mrito ltimos de la fenomenologa de Husserl: la articu-lacin de sus dos partes sugiere cul podra ser la relacin entre ambos mo-

    vimientos de la historia de la filosofa, fondo ltimo de esta historia entera yde la filosofa en general. Bien mirado lo que pasa realmente en la caverna desombras y asombro donde se practican las esotricas operaciones filosficas,

    y aunque Husserl ensee expresamente que la conciencia pura sigue siendounfactumemprico, o que la fenomenologa trascendental es una fenomeno-loga emprica o fctica, si no se reduce eidticamente la conciencia pura a suesencia, la reduccin trascendental, y ella slo, no trae consigo la eidtica?La conciencia pura, pura de toda oposicin y apercepcin de realidad, noser puramente la esencia de la conciencia?, el fenmeno puro la esencia delfenmeno correspondiente? Y a la inversa, cuando se piensa tener la esenciade la conciencia o de uno de sus fenmenos, se tendra en verdad la concien-cia pura o el fenmeno puro. La transicin natural de todo idealismo a unidealismo trascendental consistira en esta identificacin de la depuracin

    de realidad y la reduccin a las puras quintaesencias, fundada en la mismanaturaleza de las cosas. Tal identificacin quizs pudiera justificar a la abla-cin de la fenomenologa eidtica contra Husserl, pero seguramente queno la justificara contra las filosofas que reconocen lo trascendental, la rea-lidad radical, no en ninguna conciencia ms o menos general por abstracta,pues toda mera conciencia es un abstracto de la concrecin de la vida que lasustenta y circunda, sino en esta vida. Es por lo que me parece que de latrayectoria contempornea de la filosofa es el nico trmino lgico de llega-

    da y partida hacia el futuro tomar la realidad radical en su concrecinextrema, absoluta. La realidad de verdad absolutamente indubitable, el pun-to departida del filosofar, no puede ser, no es, de hecho, ni el cogitoa que sellegaa travs de la duda metdica, ni la conciencia pura a que se llegapormedio de la reduccin trascendental, ni en general el contrasentidode ningndatobuscado y encontrado slo al trmino de la busca y hasta rebusca; slo

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    puede ser, slo es, de hecho, lo nico dadosin contrasentido, lo nico conque se encuentra antes de toda bsqueda el filsofo: l mismo en su situacin

    de querer partir hacia donde sea la realidad radical es nuestra vida,pero no tomada en ninguna generalidad, como la de la vida humana, puestoda generalidad es ms o menos abstracta y relativamente irreal, sino toma-da en la concrecin absoluta del filsofo aqu y ahora conviviente con susprjimos ms o menos efectivamente prximos en el espacio y en el tiem-po. Esto acarrea una primera consecuencia soliviantante: cada filosofaequivaldra tcitamente a, o sera explcitamente, una confesin personal yunas memorias histricas, una autobiografa y una autobiogrfica Historia...

    stas no pueden dar sino la verdad del autor: es que no pueden ser verdade-ras?... Tal ndole de la filosofa est encubierta en las ms de las filosofas porla orientacin de stas hacia lo objetivo, pero no obstante esta orientacin,denunciada por el modo de proponer el filsofo sus proposiciones, aun en loscasos ms favorables tan sensiblemente diversa de aquel en que propone lassuyas el cientfico por excelencia: el matemtico propone sus proposicionescon apodicticidad de la que est tan seguro que ni siquiera se le ocurre ha-cerse cuestin de ella, hacindose presente a s mismo; el filsofo propone lassuyas, en los casos extremos con una apodicticidad que tiene que mostrar yhasta probar exhibindose a s propio sucesivamente dubitativo y cierto, enlos dems casos como su manera de pensar y hasta de ver slo, su opinin yhasta su simple impresin. Tal ndole de la filosofa ha sido descubierta parasiempre por el Discurso del mtodo, al que ello exalta a su rango nico en lahistoria de la filosofa. Tal ndole est por lo regular menos encubierta queen las filosofas del realismo en las del idealismo: ste, de inicio esencial-mente solipsista, no deja de ser la historia y hasta la fbula, el mito o elcuento que un Robinsn hace de sus aventuras y hallazgos, hasta el descu-

    brimiento, en los desenlaces ms felices, del tesoro y del doble, Viernes oDomingo, trascendentales. El trmino mito o cuento no hay que decir aquin puede aludir. Los trminos fbula e historia son cartesianos. Elltimo se encuentra en estas Meditaciones cartesianas. Avance por ellas ellector en la paradjica, como notar, compaa del gran Robinsn de Mora-

    via, manteniendo desde la partida, fijos los ojos con atencin en tal aspectodel itinerario. Lo que propone el filsofo realista, algo orientado hacia elmundo, no es ya lo que propone el filsofo idealista: algo referente, inicial-

    mente al menos, a s mismo. Advirtase que en el referirse a s mismo vienea encontrar el colmo de la apodicticidad. Y no se deje de advertir que comu-nicar su verdad a otros semejantes o congneres es todo un problema. Otra,segunda consecuencia, que despus de la anterior ya no tiene fuerza parasoliviantar igualmente: la relacin entre todas las filosofas, o ms real, entretodos los filsofos, el caso radical de lo que se dice en la vida corriente

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    cambiar ideas.

    MASCOMOQUIERAque pudiera ser de todo lo ltimo, lo anterior habrmostrado unas cuantas cosas. No sin todo fundamento ha podido pensarHusserl haber alcanzado en su fenomenologa una filosofa definitiva, una

    philosophia perennis. Que sea bajo la especie de ciencia, arquetipo tradicionalde verdades definitivas, como ha visto su definitiva filosofa, no es sino com-prensible. Que se haya representado laphilosophiaperenniscomo un esencialsistema intemporal de las verdades descubiertas en contingente cooperacinhistrica por los pensadores, no es sino consecuencia. A la raza de aquellos

    en que la filosofa entera de su pasado parece ms notoriamente asumidaen la propia, los Aristteles y los Hegel, resultara pertenecer Husserl si lapublicacin de su enorme obra indita, suponindola no aniquilada, revelaseun parejo enciclopedismo monumental del sistema. Aun sin esto ltimo,es lo ms probable que el futuro ratifique el juicio que predice en Husserlel filsofo ms importante en suma de la novsima y actual edad filosfica.Mas aunque no lo fuese, habiendo asumido y originado la historia entera dela filosofa hasta el mismo da de hoy, es la fenomenologa de Husserl una fi-losofa que ha de ser asumida a su vez por toda que haya de originarse portodo el que en adelante quiera filosofar originalmente: por paradjico queresulte, no hay que desconocerla, sino que asimilarla, para ser en adelanteoriginal en filosofa, o si la filosofa fuese consustancial como a ningunaotra cosa la originalidad, sencillamente para hacer filosofa o ser filsofo.No obstante las seductoras novedades posteriores a l, a Husserl habr que

    volver, de l habr que partir, durante bastante tiempo an, hasta que hayaadvenido definitivamente el de tratarle como un gran clsico ms. Porqueesta necesidad de volver a l y partir de l anticipa desde ahora la clasicidad

    de su obra, en particular de sus Investigacionese Ideas, en un sentido, porlo que tienen de capitales; de sus Meditaciones, en otro sentido, ms propioincluso, por lo que tengan de introduccin.

    LATRADUCCINFRANCESAse difundi hasta agotarse, hace ya aos, entrminos que resulta imposible hacerse honradamente con un ejemplar5. Eltexto alemn no se ha publicado6. Se pens, pues, en publicar una traduccinespaola. Si no recuerdo mal ya, a fines de 1935 Ortega visit en Friburgo a

    Husserl y recibi de ste un ejemplar a mquina, con correcciones y adicio-nes manuscritas, del texto alemn de lasMeditaciones, para hacer sobre l latraduccin que sera publicada por la Revista de Occidente7. Ortega me confi

    5 HASIDOreproducida en 1969 por la casa Vrin de Pars [Nota del editor].6 APARECIENel primer volumen de Husserliana, editado por Stephan Strasser en 1950 [Nota

    del editor].7 GAOSSrecuerda mal. Vid. Edmund Husserl, Briefe an Roman Ingarden. Mit Erlaterungen

    an Husserl (edicin de Roman Ingarden). Den Haag, Martinus Nijhoff, carta LXXIII, de 26 de noviem-

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    la traduccin, a la que le propuse y acept agregar un comentario sacado delmaterial que yo haba reunido con ocasin de la explicacin que haba hecho

    de lasInvestigacionespargrafo por pargrafo en dos cursos acadmicos. Aldejar yo Madrid, a principios de noviembre de 1936, el texto alemn y latraduccin de las cuatro primeras meditaciones quedaron juntos sobre lasobras de Husserl en un librero del cuarto de trabajo; la traduccin de laquinta, dentro de la carpeta de la mesa de trabajo. Algo despus se pensen la necesidad de rescatar el texto alemn. La casa en que yo viva, situadaen la proximidad del frente de la Ciudad Universitaria, haba sufrido ya losefectos del bombardeo. Sin embargo, mi hermano ngel, cuyo nombre no

    parecer impertinente consignar aqu, logr rescatar del cuarto de trabajo eltexto alemn y la traduccin de las cuatro primeras meditaciones, pero nola de la quinta. Devolv el texto alemn a Ortega, quien dej en mi poderla traduccin, con la indicacin expresa de que si un da lo crea necesario,hiciera de ella el uso que estimara procedente. Por lo pronto, decid guar-darla. A ver si venan tiempos ms propicios, si no para rescatar el final, quedeba dar por perdido, para rehacerlo; en ltimo trmino, para publicar labuena parte rescatada. Un lustro justo ha trascurrido. No se ha presentadocoyuntura favorable para rehacer la traduccin de la quinta meditacin sobreel texto alemn. Ignoro incluso si el texto sigue en poder de Ortega o si stelo devolvi al autor o a heredero o representante legal suyo, y en este casoel destino que haya podido tener. Si Ortega lo devolvi y fue a parar a labiblioteca de la Universidad de Lovaina, hay muchas probabilidades de quelas Meditacionesno puedan ser conocidas nunca ms que por la traduccinfrancesa de las cinco y la ma de las cuatro primeras. Por todo, ha parecidoal fundador y director de esta Coleccin de textos clsicos de filosofa, el Sr. Lic.Eduardo Garca Maynez; a su editor, el Sr. Lic. Daniel Coso Villegas, y

    a m, que en ella poda publicarse por lo pronto esta traduccin. Dada lafinalidad de la coleccin, a que corresponde su carcter, en ella encajan per-fectamente las antologas, como son sus dos primeros volmenes. Teniendoen cuenta la historia y significacin de las Meditaciones, tema central de loescrito hasta aqu, ya una simple seleccin de la obra, en el texto original otraducido, resultara de un inters y una utilidad muy subidos. Pero las cua-tro primeras meditaciones son harto ms: la ms autntica sntesis posible dela Fenomenologa clsica, completa e inteligible por s sola. Un todo caso, la

    publicacin de esta traduccin no impide precisamente el que se la completecon la de una traduccin de la quinta meditacin en un segundo volumen.Si fuese posible an, con una traduccin del texto alemn. Si no, con unatraduccin de la francesa, que bien pudiera ser la del maestro Antonio Caso,que ha hecho y guarda indita la de las cinco. La extensin de la quinta seprestara a dar un volumen no demasiado disparejo del presente, pero el se-bre de 1934 [Nota del editor].

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    gundo se ofrece como lugar apropiado para aadir unas notas que no seranel comentario proyectado para la edicin de la Revista de Occidentepuesto

    que he perdido lodos mis papeles de origen anterior a mi partida de Ma-11lid y hay en la vida cosas que no pueden hacerse por segunda vez-, peroque, sin embargo, pudieran rendir algn servicio.

    PARA TERMINAR, UNASpalabras sobre la traduccin. No cre deber ins-pirarme en la francesa para hacer la ma. Haba ya una verdadera escuela yhasta tradicin de los aductores espaoles contemporneos de filosofa ale-mana. Como en muchas otras, los espaoles nos habamos adelantado a los

    franceses en la traduccin de lasInvestigaciones. No obstante haber sido he-cha esta traduccin por Manuel G. Morente y por m, tampoco cre forzososeguirla en algn punto. As, el tema Bedeutung-Erfllung, tan importanteen lasInvestigaciones, no lo es en lasMeditaciones. Por ello me pareci que se-ra hasta conveniente prescindir, en los pocos lugares en que hubiera podidoemplearlo, del neologismo implecin, usado en la traduccin de lasInves-tigaciones. Problemas difciles me planteaban, en cambio, otros trminos deloriginal mucho ms temticos y repetidos. As, los que me resolv a traducirpor asuncin y presuncin, no encontrando otros que reprodujesen me-

    jor el juego de los originales y esperando que el lector comprendiese desdesu aparicin, por el sentido del contexto, aquel en que debe entenderlos. Unproblema que sigue resultndome insoluble es el de la traduccin de realyreell: todos los trminos que se ocurren para traducir lo uno a diferencia delo otro se necesitan para otros conceptos de Husserl. Se trata de la distincinentre lo real en los sentidos corrientes del trmino y los elementos constitu-tivos del cuerpo psquico, si se me permite expresarme as, de las vivencias,que Husserl se aplica a diferenciar sutilmente. Como las vivencias mismas

    cuyos son, estos elementos son reales en uno de los sentidos corrientes deltrmino, mientras que las cosas reales que no son tales elementos de las vi-

    vencias no son reales en este sentido de elementos de las vivencias. En estesentido se encontrar el trmino real, entrecomillado, al comienzo del 37, pero ste no es el nico pasaje en que el trmino debe entenderse en elmismo sentido.

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    1. LASMeditaciones de Descartes, prototipo de la reflexin filosfica

    LA POSIBILIDAD DE hablar sobre la fenomenologa trascendental en estadignsima sede de la ciencia francesa, me llena de alegra por razones espe-ciales. El mximo pensador de Francia, Renato Descartes, ha dado con susMeditacionesnuevos impulsos a la fenomenologa trascendental. El estudiode las Meditacionesha influido muy directamente en la transformacin dela fenomenologa, que ya germinaba, en una variedad nueva de la filosofa

    trascendental. Casi se podra llamar a la fenomenologa un neocartesianis-mo, a pesar de lo muy obligada que est a rechazar casi todo el conocidocontenido doctrinal de la filosofa cartesiana, justamente por desarrollarmotivos cartesianos de una manera radical.

    ENESTASITUACIN, bien puedo estar seguro por adelantado del inters deUds., al partir, como me propongo, de aquellos motivos de las meditationesde prima philosophiaque tienen a mi juicio una significacin de eternidad, y

    al caracterizar, apoyndome en ellos, las transformaciones e innovacionesen que surgen el mtodo y los problemas fenomenolgico-trascendentales.

    TODOPRINCIPIANTEENfilosofa conoce el memorable curso de pensamien-tos de las meditationes. Recordemos su idea directriz. Su objetivo es unareforma completa de la filosofa, que haga de sta una ciencia de una funda-mentacin absoluta. Esto incluye para Descartes una reforma homloga detodas las ciencias. En efecto, stas son, segn l, simples miembros subor-dinados de la ciencia universal y nica, que es la filosofa. Slo dentro de launidad sistemtica de sta pueden las ciencias llegar a ser genuinas ciencias.Ahora bien, tal y como las ciencias se han formado histricamente, les faltaesta genuinidad, la que depende de la fundamentacin radical y total par-tiendo de evidencias absolutas, de evidencias ms all de las cuales ya no sepuede retroceder. Necestese, por lo tanto, una reconstruccin radical qued satisfaccin a la idea de la filosofacomo unidad universal de las cien-cias nsita en la unidad de dicha fundamentacin absolutamente racional.Este imperativo de reconstruccin conduce en Descartes a una filosofa de

    orientacin subjetiva. En dossignificativas etapasse lleva a cabo esta orien-tacin subjetiva.En primer trmino: todo el que quiera llegar a ser en serioun filsofo tiene que retraerse sobre s mismo una vez en la vida, y tratarde derrocar en su interior todas las ciencias vlidas para l hasta entonces, yde construirlas de nuevo. La filosofa la sabidura es una incumbenciatotalmente personal del sujeto filosofante. Debe ir fragundose como su

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    sabidura, como aquel su saber tendiente a universalizarse que l adquierepor s mismo, de que l puede hacerse responsable desde un principio y en

    cada paso, partiendo de aquella evidencia absoluta. Tomada la resolucinde dedicar mi vida al logro de este objetivo, que es la nica resolucin quepuede ponerme en camino de llegar a filsofo, dicho queda que he escogidocomo punto de partida la absoluta pobreza en el orden del conocimiento.En este punto de partida es paladinamente lo primero el considerar cmopueda encontrar un mtodo progresivo capaz de conducir a un genuino sa-ber. LasMeditacionescartesianas no pretenden ser, pues, una incumbenciameramente privada del filsofo Descartes, por no decir una mera, brillante

    forma literaria dada a una exposicin de primeros principios filosficos.Trazan, por el contrario, el prototipo de las meditaciones forzosas a todoincipiente filsofo, de las nicas meditaciones de que puede brotar original-mente una filosofa8.

    VOLVINDONOSAHORAALcontenido de las Meditaciones, tan extrao paranosotros, los hombres de hoy, nos encontramos con que en ellas se lleva acabo un regreso hacia el yo filosofante en un segundo y ms hondo sentido,

    hacia el egode las puras cogitationes. El meditador lleva a cabo este regresoen el conocido y sumamente notable mtodo de la duda. Dirigindose conradical consecuencia al objetivo del conocimiento absoluto, el meditadorse niega a admitir como existente nada que no resulte inclume ante todaposibilidad imaginable de tornarse dudoso.

    ELMEDITADORLLEVAa cabo, por ende, una crtica metdica de lo que escierto en la vida natural de la experiencia y del pensamiento, desde el puntode vista de la posibilidad de dudar de ello, y eliminando todo aquello quedeja abiertas posibilidades de duda, trata de lograr un eventual residuo deevidencia absoluta.

    EN ESTE MTODOno resiste a la crtica la certeza de la experiencia sen-sible, en que est dado el mundo en la vida natural; por consiguiente, eneste estadio inicial tiene que quedar en suspenso la existencia del mundo.Como absolutamente indudable, como innegable, aun cuando este mundono existiese, el meditador se encuentra solamente consigo mismo en cuanto

    puro egode sus cogitationes. El egoa reducido lleva a cabo, pues, una especiede filosofar solipsista. Busca unos caminos apodcticamente ciertos por loscuales pueda franquearse en su pura interioridad una exterioridad objetiva.Esto sucede del conocido modo consiente en inferir ante todo la existencia

    y veracitasde Dios, y luego, por medio de ellas, la naturaleza objetiva, el8 En confrmacin de esta interpretacin, vase la lettre de lauteural traductor de losPrinci-

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    dualismo de las sustancias finitas, en suma, la base objetiva de la metafsicay de las ciencias positivas y stas mismas, todas estas inferencias siguen,

    como no pueden menos, el lulo conductor de principios inmanentes al egopuro, innatos en l.

    2. NECESIDADde un comienzo radicalmente nuevo en la filosofa

    HASTAAQU, DESCARTES.Y ahora, nosotros, preguntamos: Vale realmente

    la pena inquirir si estos pensamientos tienen una significacin de eternidad?Son todava apropiados para infundir fuerzas vitales a nuestro tiempo?

    DIFICULTOSOESENtodo caso el hecho de que tan escasamente se hayanpreocupado de ellos las ciencias positivas, que, sin embargo, iban a recibiruna fundamentacin absoluta por obra de estas meditaciones. Cierto queen nuestro tiempo y despus de un esplndido desarrollo de tres siglos,las ciencias se sienten muy trabadas por efecto de oscuridades en sus fun-damentos. Sin embargo, no se les ocurre, en sus ensayos de reforma desus fundamentos, recurrir a lasMeditacionescartesianas. Mas por otro ladopesa mucho la circunstancia de que lasMeditacioneshan hecho poca den-tro de la filosofa en un sentido absolutamente nico, y la han hecho justa-mente en virtud de su regreso hacia el puro ego cogito. En efecto, Descartesinaugura una filosofa de una especie completamente nueva. Modificandosu estilo todo, la filosofa da una vuelta radical desde el objetivismo ingenuohacia el subjetivismo trascendental, el cual parece tender a una necesariaforma final en ensayos siempre nuevos y, sin embargo, siempre insuficien-

    tes. No llevar en s esta perseverante tendencia un sentido de eternidad,para nosotros el de una gran tarea que nos es impuesta por la historia mis-ma y en la que estamos todos llamados a colaborar?

    LADESCOMPOSICINDEla filosofa actual en medio de su actividad sin nor-te, nos da que pensar. La decadencia es innegable desde la mitad del siglopasado, en comparacin con los tiempos anteriores, si intentamos conside-rar la filosofa occidental desde el punto de vista de la unidad propia a una

    ciencia. Esta unidad se ha perdido en cuanto al objeto de la filosofa, a susproblemas y a su mtodo. Cuando con el comienzo de la edad moderna lafe religiosa fue convirtindose cada vez ms en una superficial convencinsin vida, la Humanidad intelectual se elev en alas de la nueva gran fe, lafe en una filosofa y ciencia autnomas. La cultura entera de la Humanidadiba a ser dirigida por evidencias cientficas, iba a ser penetrada de luces, a

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    ser reformada y convertida en una nueva cultura autnoma.

    PERODESDEENTONCEStambin esta fe ha cado en la insinceridad y en laatrofia. No enteramente sin motivo. En lugar de una filosofa viva y una,tenemos una literatura filosfica creciente hasta lo infinito, pero casi caren-te de conexin. En lugar de una seria controversia entre teoras pugnantes,pero que denuncian en la pugna su ntima coherencia, su unanimidad enlas convicciones fundamentales y una imperturbable fe en una verdaderafilosofa, tenemos un seudoexponer y un seudocriticar, la mera aparienciade un filosofar seriamente unos pensadores con otros y unos pensadores

    para otros. En todo ello no se manifiesta para nada un estudio recprococonsciente de su responsabilidad hecho con la intencin de llegar a unaverdadera colaboracin y a resultados objetivamente vlidos. Ahora bien,objetivamente vlidos no quiere decir otra cosa que resultados depuradospor una crtica recproca y capaces de resistir a toda crtica. Pero tambincmo va a ser posible un verdadero estudio ni una verdadera colaboracin,habiendo tantos filsofos y casi otras tantas filosofas? Tenemos an, escierto, congresos filosficos, los filsofos se renen; pero, por desgracia, no

    las filosofas. Falta a stas la unidad de un espacio espiritual en que poderexistir la una para la otra y obrar la una sobre la otra. Es posible que lascosas estn mejor dentro de simples escuelas o direcciones; pero dadasu existencia en forma de aislamiento, y a la vista de la total actualidad filo-sfica, el resultado es en lo esencial el que acabamos de describir.

    ENMEDIODEesta desventurada actualidad, no estamos en una situacinsemejante a aquella con que se encontr Descartes en su juventud? No sertiempo, pues, de renovar su radicalismo de filsofo que inicia su actividad,de someter a una revolucin cartesiana la inabarcable literatura filosficacon su confusin de grandes tradiciones, de innovaciones serias, de modasliterarias calculadas para hacer impresin, pero no para ser estudiadas,

    y, en fin, de empezar con nuevas meditationes de prima philosophia? No sepuede atribuir en definitiva lo desconsolador de nuestra situacin filosfi-ca al hecho de que los impulsos irradiados por aquellas meditaciones hanperdido su vitalidad originaria, y la han perdido porque se ha perdido elespritu del radicalismo en la autorresponsabilidad filosfica? No debiera

    pertenecer, por el contrario, al sentido radical de una genuina filosofa, elimperativo, que se supone exagerado, de una filosofa resuelta a conseguir laextrema limpieza imaginable de prejuicios, de una filosofa que, con efecti-

    va autonoma, se d forma a s misma, partiendo de ltimas evidencias hijasde s mismas, y se haga por ende absolutamente responsable?

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    ELANHELODEuna filosofa viva ha conducido en estos ltimos tiempos atoda clase de renacimientos. No ser el nico renacimiento fructfero pre-

    cisamente aquel que resucite las meditaciones cartesianas? No para adop-tarlas, sino para descubrir lo primero de todo el muy profundo sentido desu radicalismo en el regreso al ego cogito, y a continuacin los valores deeternidad que brotan de este regreso.

    ENTODOCASO, se ha sealado con esto el camino que ha conducido a lafenomenologa trascendental.

    VAMOS, PUES, Arecorrer en comn este camino. Como filsofos que ini-ciamos nuestra actividad radicalmente, vamos a llevar a cabo meditacionesa la manera cartesiana. Naturalmente, con extrema cautela crtica y pres-tos a toda transformacin necesaria de las viejas meditaciones cartesianas.

    Tenemos que ilustrar y evitar tentadores extravos en que han incurridoDescartes y su posteridad.

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    3. LArevolucin cartesiana y la idea directriz de una fundamentacin abso-luta de la ciencia

    EMPEZAMOS DE NUEVO, pues, cada uno para s y en s, con la resolucin

    propia de unos filsofos que inician radicalmente su actividad: lo primero,dejar en suspenso todas las convicciones vlidas hasta ahora para nosotros,y con ellas todas nuestras ciencias.

    LAIDEADIRECTRIZde nuestras meditaciones ser, como para Descartes, lade una ciencia que hay que fundamentar radical autenticidad, y ltimamen-te la de una ciencia universal.

    PEROQUPENSARde la indubitabilidad de esta misma idea, de la idea de

    una ciencia que hay que fundamentar absolutamente, desde el momento enque no disponemos de ninguna ciencia dada como ejemplo de esta autnti-ca ciencia, puesto que ninguna tiene valor para nosotros? Representa estaidea una justa idea directriz, un objetivo posible de una actividad posible?

    ESPATENTEQUEtampoco podemos dar esto por supuesto, ni menos decirque consideramos sentada de antemano ninguna norma reguladora de se-mejantes posibilidades, ni todava menos un estilo que sera de suyo natural

    y propio de toda autntica ciencia en cuanto tal. Porque esto equivaldra,en conclusin, a dar por supuesta toda una lgica y teora de la ciencia,cuando en rigor tambin sta se halla sujeta a sufrir la revolucin de todaslas ciencias.

    DESCARTESTENAPORadelantado un ideal de ciencia, el de la geometra, osi se quiere, el de la ciencia matemtica de la naturaleza. Este ideal decide,como un prejuicio fatal, de aquellos siglos, y decide tambin, sin ser some-

    tido a crtica, de lasMeditacionesmismas. Para Descartes era de antemanouna cosa comprensible de suyo que la ciencia universal haba de tener laforma de un sistema deductivo, en el que la construccin entera haba dereposar ordine geometricosobre un fundamento axiomtico y absoluto de ladeduccin. Un papel semejante al de los axiomas geomtricos en la geo-metra es el que por respecto a la ciencia universal tiene para Descartes el

    MEDITACIN PRIMERAENQUESERECORREELCAMINOQUELLEVAALEGO

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    axioma de la certeza absoluta que el egotiene de s mismo y de los principiosaxiomticos innatos en l: sin ms diferencia sino que este fundamento

    axiomtico yace an ms hondo que el de la geometra y est llamado acooperar a la ltima fundamentacin de sta.

    NADADEESTOpuede influir sobre nosotros. En cuanto filsofos que ini-ciamos nuestra actividad, todava no tiene valor para nosotros ningn idealde ciencia normativo. Ni podemos llegar a tenerlo sino solamente en cuantopodamos forjrnoslo de nuevo.

    MAS NO POResto renunciamos al universal objetivo de una fundamen-tacin absoluta de la ciencia. Este ideal debe motivar constantemente lamarcha de nuestras meditaciones, como motiv el de las cartesianas, y debeir tomando paso a paso en ellas una forma cada vez ms concreta y al mismotiempo determinada.

    NICAMENTE TENEMOS QUE ser cautos en la manera de proponrnoslocomo objetivo: por lo pronto ni siquiera podemos prejuzgar su posibilidad.

    Cmo, pues, dejar clara y con ello hacer segura esta manera de proponer-nos nuestro objetivo?

    LA IDEA GENERALde la ciencia es una idea que debemos, naturalmente,a las ciencias dadas de hecho. Si, pues, en nuestra radical actitud crticaestas ciencias se han convertido en meras ciencias conjeturales, tambinha de convertirse en meramente conjetural, en el mismo sentido, la ideageneral de ciencia que es su idea directriz general. No sabemos todava,por lo tanto, si ser en resumidas cuentas realizable. Con todo, en esta

    forma de conjetural, y en una generalidad indeterminada, fluida, tenemosciertamente la idea, por ende tambin la idea de una filosofa, a saber, tomola de una filosofa que realizar, no sabemos si posiblemente ni de qu manera.La tomamos como una asuncin provisional a la que nos entregamos por

    va de ensayo, de la que nos dejamos guiar por va de ensayo en nuestrasmeditaciones. Mentalmente, consideraremos cmo habra que concebirlaen cuanto posibilidad, y luego cmo habra que darle realidad. Es ciertoque con ello entramos sin rodeos al pronto extraos; pero cmo evitarlos,

    si nuestro radicalismo no ha de reducirse a un gesto vacuo, sino convertirseen hecho? Avancemos, pues, pacientemente.

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    4. DESCUBRIMIENTOdel sentido ideolgico de la ciencia, vivindola como fen-meno neomtico

    ES PATENTE QUE ahora habr de ser lo primero aclarar la idea directrizque flota ante nosotros al comienzo en vaga generalidad. Naturalmente,no se trata de formar el concepto de ciencia por medio de una abstraccincomparativa a base de las ciencias existentes. En el sentido de toda nuestramanera de considerar estas cosas entra, en efecto, el que las ciencias comoun hecho de la cultura y las ciencias en el verdadero y autntico sentidono son una misma cosa, o el que aqullas llevan en s, por encima de su fac-

    ticidad, una pretensin de cuyo logro no es precisamente la mera facticidadtestimonio bastante. Precisamente en esta pretensin radica la ciencia encuanto idea: la idea de una autntica ciencia.

    CMODESCUBRIR Yentender sta? Concedemos que pueda estarnos re-husado tomar posicin respecto a la validezde las ciencias fcticas (la quees pretensin de ellas), esto es, respecto a la autenticidad de sus teoras y,correlativamente, a la fecundidad de su mtodo de teorizar, nada >ir opone,

    sin embargo, a que hagamos un esfuerzo por vivir sus tendencias y susactividades en cuanto ciencias, ni a que as hagamos claro y distinto paranosotros el trmino a que propiamente se quiere llegar con ellas. Si as lohacemos, ahondando progresivamente en la intencin de las tendencias delas ciencias, despliganse ante nosotros las notas constitutivas de la ideageneral directriz de una autntica ciencia, y por lo pronto en una primeradiferenciacin.

    A ESTEFINes menester, ante todo, conseguir aclarar la actividadde juz-gar y el juicio mismo, con la distincin de juicios inmediatos y mediatos:en el sentido de los juicios mediatos est inclusa una referencia a otros jui-cios, de tal suerte que la creencia implcita en todo juzgar presupone enlos juicios mediatos la de estos otros juicios, al modo de una creencia que setiene porque ya se cree otra cosa. Es menester, adems, aclarar la tendenciaa pronunciarjuicios fundados, o lo que viene a ser lo mismo, la actividad defundamentar, cuya misin es demostrar la justeza, la verdaddel juicio; o enel supuesto de un fracaso, la falta de justeza, la falsedad. Esta demostracin

    es en los juicios mediatos ella misma mediata, pues se apoya en la de losjuicios inmediatos inclusos en el sentido del juicio mediato, y comprendeconcretamente la fundamentacin de estos juicios. A una fundamentacin

    ya llevada a cabo, o bien a la verdad demostrada en ella, se puede retornara voluntad. Por virtud de esta libertad para la neorrealizacin de la verdadsabida como una y la misma, es sta una adquisicin o una ganancia perma-

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    nente, y en cuanto tal se llama un conocimiento.

    SIPROSEGUIMOSDEeste modo (aqu, naturalmente, slo en forma de ligerasindicaciones), pronto llegamos, al desentraar con ms exactitud el sentidode una fundamentacin, o de un conocimiento, a la idea de la evidencia.En la autntica fundamentacin, los juicios se revelan justos, acordes,esto es, la autntica fundamentacin es la concordancia del juicio con elhecho mismo objeto del juicio (la cosa o el hecho objetivo). Dicho msexactamente: el juzgar es un asumir, y en general un mero presumir, que talcosa existe o es de tal manera; el juicio (lo que se juzga) es, por consiguiente,

    una cosa o un hecho meramente presunto, o en suma, la presuncin de unacosa, la presuncin de un hecho. Pero frente a esto hay en ocasiones un emi-nente asumir juzgando o tener conciencia juzgando de algo. Su nombre esevidencia. En lugar de estar presente la cosa en el modo del mero asumirlaa distancia, en la evidenciaest presente la cosa, ella misma, el hechoobjetivo, l mismo, o sea, que el sujeto que juzga es consciente de estemismo. Un acto de juzgar meramente presuntivo, al pasar en la concienciaa la correspondiente evidencia, se ajustaa las cosas, a los hechos mismos.

    Este paso lleva en s el carcter de confirmacin de la mera asuncin, elcarcter de una sntesis de identificacin concorde; es conciencia evidentede la justeza de aquella asuncin a distancia de la cosa.

    SIHACEMOSAS, en seguida resaltan algunas piezas fundamentales de laidea directriz de toda actividad cientfica, ejemplo, que el cientfico no secontenta con juzgar, sino que quiere fundamental sus juicios. Dicho msexactamente: no est dispuesto a conceder, ni para s, ni para los dems,

    valor de conocimiento cientfico a ningn juicio que el no haya fundamen-tado perfectamente, y que despus no pueda justificar en todo momento yhasta el ltimo extremo por medio del regreso siempre posible a la funda-mentacin susceptible de repetirse. Es posible que todo esto se quede defactoen una mera pretensin: mas en cualquier caso hay en ello un objetivoideal.

    PEROHAYQUEhacer resaltar todava un punto complementario. Tenemosque distinguir entre el juicio (en el sentido ms lato, de la asuncin de un

    existir o manera de ser) la evidencia, por un lado, y, por otro, el juicio ante-predicativo y la evidencia antepredicativa. La evidencia predicativa implicala antepredicativa. Lo asumido, o en su caso lo con evidencia, encuentrasu expresin, y la ciencia quiere, en resumidas cuentas, juzgar expresandosus juicios, y fijar el juicio, la verdad, por medio de la expresin. Pero laexpresin en cuanto tal es por su parte ms o menos adecuada a lo asu-

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    mido y dado ello mismo, o sea, tiene su propia evidencia o no evidencia,que tambin entra en la predicacin, y que por ende tambin contribuye a

    definir la idea de la verdad cientfica como una predicacin ltimamentefundamentada y que fundamentar.

    5. LAevidencia y la idea de la autntica ciencia

    PROSIGUIENDONUESTRASMEDITACIONESen esta forma y direccin, reconoce-

    mos, filsofos que iniciamos nuestra actividad, que la idea cartesiana de unaciencia (y a la postre de una ciencia universal) obtenida partiendo de unaabsoluta fundamentacin y justificacin, no es nada ms sino la idea quedirige constantemente todas las ciencias y su tendencia a la universalidad,como quiera que suceda con la realizacin efectiva de esta idea.

    LAEVIDENCIA, ENel sentido ms amplio posible, es experiencia de la exis-tencia y de la esencia de las cosas: un llegar a ver con el espritu las cosasmismas. La pugna con lo que ella, con lo que la experiencia muestra,tiene por resultado el polo negativo de la evidencia (o la evidencia nega-tiva), cuyo contenido es la falsedad evidente. La evidencia, que abarca dehecho toda experiencia en el sentido ms estrecho habitual, puede ser mso menos perfecta. La evidencia perfecta, y su correlato, la verdad pura y au-tntica, se da como una ideainherente al deseo de conocimiento, de confir-macin de la intencin asuntiva, o colegible viviendo este deseo. La verdad

    y la falsedad, la crtica y la adecuacin crtica a los datos de la evidencia,son un tema cotidiano que desempea constantemente su papel en la vida

    precientfica. Para esta vida cotidiana con sus fines cambiantes y relativos,bastan verdades y evidencias relativas. Pero la ciencia busca verdades quesean vlidas y continen sindolo de una vez para todas y para todos; y deconsumo busca verificaciones de nueva ndole y llevadas hasta el ltimoextremo. Si la ciencia, como a la postre comprende necesariamente ellamisma, no alcanza de facto a realizar un sistema de verdades absolutas

    y se ve obligada a modificar continuamente sus verdades, esto misil nidemuestra que persigue la idea de la verdad absoluta, o de la autntica ver-

    dad cientfica, y que vive en consecuencia dentro de un horizonte infinitode aproximaciones que aspiran a tocar esta idea. Con estas aproximacionescree poder superar in infinitumel conocer vulgar y a s misma. Y tambincree poderlo con su apuntar a la universidad sistemtica del conocimiento,

    ya dentro del dominio cerrado de una determinada ciencia, ya en referenciaa una unidad total del ser que se da por supuesta, si es que es posible y entra

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    en cuestin una filosofa. En cuanto a la mil intencin, pues, es inherentea la idea de la ciencia y de la filosofa un orden del conocimiento que va desdelos conocimientos anteriores en s a los posteriores en s; o en ltimo trmino, noun punto de partida y una marchaarbitrariamente elegibles, sino fundadosen la naturaleza de las cosas mismas.

    DEESTAMANERAse nos descubren, viviendo en la reflexin lo que hay degeneral en la tendencia medular de la ciencia, piezas fundamentales de laidea directriz de la autntica ciencia, idea que en un principio slo comoidea vaga domina dicha tendencia; sin que por ello hayamos prejuzgado la

    posibilidad de la idea, o de un ideal de ciencia que se supone comprensiblede suyo. No se puede decir aqu: para qu molestarse con semejantes in-vestigaciones y comprobaciones! Pertenecen, es patente, a la teora generalde la ciencia o lgica, que hay que aplicar, naturalmente, ahora como enadelante. Pero tenemos que guardarnos justamente de esta naturalidad. In-sistimos en lo que ya hemos dicho frente a Descartes: lo mismo que todaslas ciencias existentes, tambin la lgica ha quedado en suspenso por obrade la universal revolucin. Tenemos que adquirir radicalmente por nosotros

    mismos todo lo que hace posible un punto de partida filosfico. Sobre sims adelante se nos dar como resultado una autntica ciencia de la ndolede la lgica tradicional, no podemos saber nada ahora.

    GRACIASALAprevia labor hecha ms bien rudimentariamente indicadaque explcitamente ejecutada hemos ganado en claridad hasta tal punto,que podemos fijar unprimer principio metdicopara toda nuestra marcha ul-terior. Es patente que, en cuanto filsofo en cierne, y como consecuencia detender al objetivo conjetural de una autntica ciencia, yo no puedo formularo admitir como vlido ningn juicio que no haya sacado de la fuente de laevidencia, de experiencias en las cuales me estn presentes las respectivascosas y hechos objetivos ellos mismos. Cierto que tambin en este caso hede reflexionar en todo momento sobre la evidencia correspondiente, sope-sando su alcance y hacindome evidente hasta dnde llegue, hasta dndesu perfeccin, el efectivo darse las cosas mismas. Donde falte an, no puedoproclamar una validez definitiva, y lo que puedo hacer en el mejor de loscasos es registrar el juicio como un posible estadio intermedio en el camino

    que lleva a ella.

    COMOLASCIENCIASquieren llegar a predicaciones que expresen en su in-tegridad y con adecuacin evidente lo visto antepredicativamente, de suyose comprende que tambin hay que cuidar de este lado de la evidencia cien-tfica. Dada la fluidez y multivocidad del lenguaje corriente, y su facilidad,

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    ciertamente demasiado grande, para darse por satisfecho en lo que respectaa la integridad de la expresin, es menester, all donde se utilizan sus me-

    dios de expresin, dar de nuevo un fundamento a las significaciones de lasexpresiones, orientndose de un modo original en las evidencias cientfi-camente logradas, y soldar las expresiones a estas significaciones. Tambincontamos esto dentro de nuestro principio metdico de la evidencia, quedesde aqu nos dar consecuentemente la norma.

    PERODEQUnos servir este principio, ni toda la meditacin hecha hastaaqu, si no nos ofreciese asidero para fijar un efectivo punto de partida, esto

    es, para poner en va de realizacin la idea de la autntica ciencia? Comoa esta idea es inherente la forma de un orden sistemtico de conocimien-tos de autnticos conocimientos, plantase como cuestin del punto departida, la cuestin de los conocimientos primeros en s que deban y puedansoportar el edificio entero del conocimiento universal. Por consiguiente,para nosotros, los meditadores, si en medio de nuestra completa pobrezade conocimientos cientficos nuestro objetivo conjetural ha de poder ser unprincipio prcticamente realizable, es menester que haya evidencias asequi-

    bles que lleven ya en s el sello de tal vocacin, es a saber, siendo suscepti-bles de ser reconocidas como anteriores a todas las dems evidencias ima-ginables. Pero es menester, adems, que traigan tambin consigo una ciertaperfeccin, una seguridad absoluta, en lo que respecta a esta evidencia dela anterioridad, si es que partiendo de ellas ha de poder tener un sentido elcurso y la construccin de una ciencia, dirigida por la idea de un sistemade conocimiento definitivamente vlido con la infinitud que conjetural-mente es inherente de igual manera a esta idea.

    6. DIFERENCIACIONESde la evidencia. La postulacin filosfica de una eviden-cia apodctica y primera en s

    SINEMBARGO, ALllegar aqu, a esta decisiva cuestin del punto de partida,tenemos que penetrar ms hondo con nuestra meditacin. La expresin deseguridad absoluta, o, lo que vale tanto, de absoluta indubitabilidad, necesita

    de aclaracin. Hace que nos fijemos en que la perfeccin de la evidencia,postulada como ideal, se diferencia al examinarla con ms exactitud. En elpresente estadio inicial de la meditacin filosfica, nos encontramos antela infinitud sin orillas de las experiencias y evidencias precientficas: unasms perfectas, otras menos. Imperfeccin quiere decir aqu, por regla ge-neral, falta de integridad, unilateralidad, relativa oscuridad e indistincin

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    en la autntica presencia de las cosas o hechos objetivos, en suma, conta-minacin de la experiencia por componentes constituidos de presunciones

    y coasunciones no confirmadas. El perfeccionamiento se lleva a cabo, deconsiguiente, como progreso sinttico de experiencias concordantes, en queestas coasunciones llegan a la efectiva experiencia confirmativa. La corres-pondiente idea de perfeccin sera la de la evidencia adecuada, pudiendoquedar abierta la cuestin de si esta evidencia no reside por principio en loinfinito.

    SIBIENESTAidea dirige constantemente la intencin del cientfico, tiene

    para ste una dignidad mayor (como advertimos en aquel vivir la in-tencin) otra perfeccinde la evidencia, a saber, la de la apodicticidad, queeventualmente puede presentarse tambin en evidencias inadecuadas. Esuna absoluta indubitabilidad, en un sentido enteramente determinado y pe-culiar, aquella que el cientfico exige a todos los principios, y cuyo valor sedenuncia en los esfuerzos del cientfico por fundamentar una vez ms, y enun grado superior, remontndose a principios, fundamentaciones evidentes

    ya en s y por s, y por otorgarles de esta manera la suprema dignidad de

    la apodicticidad. El carcter fundamental de sta puede describirse comosigue. Toda evidencia es autntica aprehensin de una existencia o de unaesencia en el modo ella misma, con plena certeza de este ser, que por endeexcluye toda duda. Lo que no excluye es la posibilidad de que lo evidente setorne ms tarde dudoso, de que el ser se revele como apariencia; de lo quenos proporciona ejemplos la experiencia sensible. Esta abierta posibilidaddel tornarse dudoso, o del no ser, a pesar de la evidencia, es susceptible deser comprobada por anticipado en todo momento, mediante una reflexincrtica sobre la obra de la evidencia. Pero una evidencia apodcticatiene lainalada propiedad, no slo de ser, como toda evidencia, certeza del ser delas cosas o hechos objetivos evidentes