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Economía y Cultura en la Ciudad de México Economía y Cultura en la Ciudad de México CULTURA Y DESARROLLO HUMANO Aportes para la discusión

3 Economia y Cultura

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Artículo que refiere conceptos de cultura y economía.

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Ernesto Piedras Feria

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CULTURA Y DESARROLLO HUMANO. Aportes para la discusión

Economía y Cultura en la Ciudad de México

Ernesto Piedras Frías

Copyright © 2010. Todos los derechos están reservados.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD

Av. Presidente Masaryk 29, piso 9 Col. Chapultepec Morales, CP. 11575, México, DF.

Diseño Gráfico e impresión: © arte i diseño 2010.

AgradecimientosEsta serie de estudios ha sido coordinada por la Unidad de Sociedad Civil bajo la supervisión del Director del Área de Gobernabilidad Democrática, Diego Antoni, y el apoyo de Paola Gómez. El trabajo no hubiese sido posible sin el liderazgo de Cristina Martin; los aportes y el seguimiento de Flor María Ramírez; y el trabajo logístico-administrativo de Laura Patricia Morales.

Publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en el marco del Proyecto 00060565, Fortalecimiento y construcción de políticas culturales equitativas y diversas en el Distrito Federal.

El análisis y las recomendaciones aquí expresadas, no reflejan necesariamente las opiniones del PNUD, de su Junta Ejecutiva o de sus Estados Miembros, ni de la institución que ha patrocinado su publicación.

Ni esta publicación ni parte de ella pueden ser reproducidas, almacenadas, mediante cualquier sistema o transmitidas, en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, de fotocopiado, de grabado o de otro tipo, sin el permiso previo de PNUD México.

Este proyecto se implementa gracias al apoyo de la Fundación Cultural de la Ciudad de México y la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal.

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Índice

Introducción

1. Conceptualización desde la Economía

1.1. Acerca de las Definiciones de Trabajo1.2. Tipología de la Oferta Cultural1.3. Demanda y Consumo Cultural en el Distrito Federal

2. Economía y Cultura en la Literatura Económica

2.1. Economía de la Cultura en el Entorno Regional o Urbano

3. Metodología: Distrito Federal, Polo Cultural y de Desarrollo

3.1. Desarrollo y Cultura3.2. Cadena Productiva del Sector Cultural

4. Conclusiones y recomendaciones

Bibliografía

Referencias

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introducción

Existe hoy cierto avance en el reconocimiento de que la cultura representa, además de los elementos espirituales, estéticos y morales que nos caracterizan por su contenido simbólico, también un recurso económico y, como tal, productivo.

Adicionalmente, nuestra cultura constituye en sí misma un sector de actividad económica que involucra agentes económicos y sus procesos de producción, inversión, comercialización, distribución, empleo, etcétera. Pero más aún, la cultura tiene un carácter dual en el sentido de que, como actividad económica, genera simultáneamente bienestar social y crecimiento económico. Es decir que es el único sector intrínseco al desarrollo humano y social. El vínculo entre cultura y economía abre la posi-bilidad de crear un ambiente en el cual la gente pueda desarrollar completamente su potencial y conducir sus vidas productivas y creativas de acuerdo con sus necesidades e intereses. Con ello, el Desarrollo se refiere a expandir las opciones que la gente tiene para conducir sus vidas.1 Por lo tanto, se consideran factores como educación, salud, ingreso per cápita y su distribución, así como las liberta-des de expresión, políticas y culturales, por nombrar algunos.

Estos procesos económico-culturales tienen lugar, por lo general, en un espacio geográfico deno-minado mercado. A pesar de la importancia de la dimensión geográfica en que tienen lugar dicho procesos, es sorprendente la poca atención que la economía ha prestado a la dimensión espacial.2 Por ejemplo, poco se ha investigado sobre la actividad cultural y sus efectos en el desarrollo y el cre-cimiento económicos de ciudades o regiones específicas. Los pocos estudios que existen se han enfocado principalmente en los contextos nacionales.

El presente estudio busca aportar elementos para el análisis de la economía de la cultura y la crea-tividad en la Ciudad de México, además de su relación con el desarrollo humano de sus habitantes.

Con esto, entramos a una nueva conceptualización en la que atendemos a la cultura como un sector de manera integral en un ámbito geográfico delimitado, como el Distrito Federal (DF), que constituye “una fuente de desarrollo, entendido no solamente en términos de crecimiento económico, sino también como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfactoria”.3

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El desarrollo humano es un paradigma que deja de lado las nociones económicas del ingreso y el crecimiento para enfocarse en el ambiente dentro del que los individuos se desenvuelven. El objetivo es crear un ambiente propicio para que cada persona pueda alcanzar su máximo potencial con el fin de llevar una vida productiva y creativa de acuerdo con sus necesidades y sus intereses. Este enfoque se basa en la premisa de que las personas son valiosas para un país. Entonces el desarrollo necesita de la creación de opciones a partir de las cuales los individuos pueden escoger para llevar una vida plena. Así, el crecimiento económico se vuelve únicamente uno de los medios para ampliar dichas opciones.

El desarrollo de las capacidades individuales se vuelve fundamental para diversificar las oportu-nidades. Las capacidades más básicas para el desarrollo humano son la posibilidad de llevar una vida larga y saludable, la acumulación de conocimiento, el acceso a los recursos necesarios para tener un estándar de vida decente y la participación en la vida comunitaria. Sin estas capacidades fundamentales, el desarrollo del individuo no será pleno, lo cual le impedirá el acceso a muchas oportunidades de superación.4 Por esto, el desarrollo humano está fuertemente ligado a los derechos humanos que tantos países y organizaciones no-gubernamentales defienden y constituyen la base para éste.

De esta forma, el fomento de las capacidades individuales se constituye como el medio para lograr el desarrollo humano pleno. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) lo define como el “proceso por medio del cual las personas, las organizaciones y las sociedades obtienen, for-talecen y mantienen las competencias para establecer y lograr sus propios objetivos de desarrollo”.5

Dadas las características particulares de las ciudades, la distribución de las capacidades es un tema mucho más problemático para cuestiones de desarrollo humano equitativo. En el ámbito rural predo-mina la equidad aunque con niveles bajos en las dotaciones de bienes, servicios y capacidades. En las ciudades, se observa que la distribución de los recursos y las capacidades es extremadamente desigual. En el DF conviven día a día individuos con capacidades y dotaciones totalmente dispares. Dentro de la misma ciudad se encuentran los individuos más ricos y capacitados del país, debido a la ubicación de los centros de trabajo e investigación, quienes conviven con personas en situación de pobreza con una educación sumamente precaria. Estos últimos individuos también migran a las ciudades en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar su situación. Más adelante explicaremos como esta desigualdad se extiende al ámbito cultural en el DF. Así, la política cultural debe considerar estas desigualdades y favorecer el desarrollo de las capacidades de aquellas personas en la parte más baja de la distribución con el fin de disminuir la desigualdad en distintos ámbitos.6

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1. conceptualización desde la economÍa

Más allá de la relación conceptual entre la cultura y la economía, es en tiempos recientes que se desa-rrolla un nuevo enfoque orientado hacia el análisis de lo que podría ser denominado el Sector Económico de la Cultura. Inicialmente con la medición de su contribución o generación de valor en términos del Producto Interno Bruto (PIB), inversión, empleo y comercio, entre otros.

En una fase aún más novedosa, se han comenzado a explorar y a desarrollar algunas más de sus implicaciones como sector económico, como la generación o identificación de indicadores cuantita-tivos y estadísticos, el diseño y ejecución de una política económico-cultural, estrategias de eslabo-namiento del sector económico-cultural con otros sectores económicos, y en fin, de aquellos aspectos que llevan al reconocimiento integral de la cultura como un motor de crecimiento y de desarrollo económicos. Este no es un fenómeno providencial. Resulta en buena medida de la evidencia cuanti-tativa que revela que la mayoría de los países desarrollados cuentan con un motor de crecimiento económico muy importante en ese sector económico-cultural.

En nuestro país los avances han sido importantes en la cuantificación de la aportación de las indus-trias culturales al PIB del país.7 El estudio aplicado a México se desarrolló con información oficial del INEGI y empleando la más reciente metodología desarrollada por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), que subdivide en cuatro categorías a dichas industrias culturales de acuerdo con su grado de contribución económica: industrias base, interdependientes, parcialmente relacionadas y no dedicadas. También de manera consistente con los más recientes desarrollos metodológicos de la OMPI, introduce la contribución de la economía sombra, es decir, la de los sectores informales e ilegales no registrados por las estadísticas nacionales.

Esos primeros resultados son alentadores para todos, autoridades económicas, legisladores, artistas, etcétera, pues es posible corroborar que las industrias culturales constituyen un sector de actividad económica importante para México. Con este análisis las industrias culturales se ubican como uno de los sectores más importantes de la economía; el cuarto, de hecho, sólo por debajo de la industria maqui-ladora, del petróleo y del turismo. Superan entre otros a sectores como el de las telecomunicaciones y el agropecuario.

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Además nos llevan a la conclusión de que efectivamente la cultura es un sector de suma importancia para nuestra economía, por su contribución al PIB, al empleo y que conjuntamente se traducen en bienestar para las familias, en recursos para el gobierno, y no sólo eso, sino que también generan entrada de divisas provenientes del extranjero fortaleciendo las finanzas del país.

Los bienes y servicios culturales tienen una serie de características únicas que los distinguen, son creados por individuos y cada unidad producida es diferente de cualquier otra (heterogeneidad). En el caso de un artista muerto, la oferta es fija y no puede ser aumentada. Las obras de arte pueden ser copiadas pero no reproducidas, de tal manera que sólo habrá un original. La actividad cultural debe entonces operar bajo reglas específicas debido a que una gran parte de los bienes y servicios que produce tienen características de bienes públicos. Una de las limitaciones que se derivan de las defi-ciencias del mercado se relaciona con la existencia de dichos bienes públicos entendidos como aquéllos que, siendo socialmente deseables, no son susceptibles de exclusión en su uso ni presentan rivalidad en su apropiación. Esto significa que nadie puede excluir efectivamente a otro del consumo del bien; y que el consumo del bien por alguien no reduce la disponibilidad del bien para el consumo de otros, respectivamente.

Cuando un bien es público, su oferta puede llegar a tener impactos en equidad. Por esto, el gobierno debe intervenir para que la provisión de ciertos bienes públicos sea suficiente y la distribución de dichos bienes sea justa con el fin de contribuir de manera positiva a mejorar la equidad. En el DF, esto repre-senta un gran reto en general y en el sector cultural en particular.

Es importante mencionar que el sector económico de la cultura se compone por dos tipos de bienes; aquellos que constituyen un patrimonio, es decir un acervo, por lo que son irremplazables e irreplicables; y aquellos que constituyen un flujo, por lo que su producción es continua y debido a las características de la creatividad, provienen de un insumo inagotable.

Por último, debemos diferenciar entre el sector público y el sector privado en el mercado cultural del DF. El sector público tiene la capacidad de incurrir en pérdidas con el fin de incentivar el consumo de bienes y servicios públicos apostando por el efecto multiplicador en términos de desarrollo humano y de capacidades de sus gobernados. Sin embargo, el sector privado también destina recursos con el mismo fin a través de fundaciones y donativos a entidades culturales, además de apoyos a artistas.

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El problema es que, al no reconocer al sector cultural como un sector de actividad económica como cualquier otro, los recursos asignados tanto por el gobierno como por la iniciativa privada son donativos o regalos en lugar de inversiones productivas que busquen obtener un cierto rendimiento como si se tratara de cualquier otra actividad.

1.1. Acerca de las definiciones del trabajo

Se define como economía o ciencia económica a aquella disciplina que estudia la conducta de seres humanos en relación mutua logrando hacer un uso eficiente de recursos escasos. Debe considerarse como una ciencia social; es decir no es una ciencia exacta, por lo tanto no bastan las demostraciones lógicas o matemáticas para aceptar que sus postulados se verifican en la realidad.

Con respecto al Desarrollo Humano, el PNUD lo define como: “el proceso de ampliación de las opciones de la gente, aumentando las funciones y capacidades humanas”. De esta manera el desarrollo humano refleja además los resultados de esas funciones y capacidades en cuanto se relacionan con los seres humanos. Representa un proceso a la vez que un fin.

Esta definición está sustentada en el trabajo de Amartya Sen sobre las capacidades o capabilities8 que permiten a los individuos tener la posibilidad de alcanzar las metas que se propongan de acuerdo con sus preferencias y su entorno. El PNUD plantea una serie de capacidades esenciales para que una persona pueda tener un desarrollo pleno, las cuales incluyen:

• Vida larga y saludable.

• Educación y conocimiento.

• Acceso a recursos para tener un nivel de vida decente.

• Participación.

• Seguridad.

• Sostenibilidad.

• Garantía de los Derechos Humanos.

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Como se puede observar, el acceso a la cultura puede ser un factor para la acumulación de por lo menos tres de estas capacidades esenciales de manera directa. En primer lugar, contribuye a la edu-cación y a la acumulación de conocimiento. En segundo lugar, constituye uno de los muchos recursos que en conjunto contribuyen a elevar el nivel de vida. Por último, incentiva la participación y el senti-miento de pertenencia a un grupo social, ya sea nacional, regional o incluso alguno de menor tamaño.

En cuanto a la cultura, una acepción empleada de manera general es la de la UNESCO, relativa a que “en su sentido más amplio, la cultura puede considerarse actualmente como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fun-damentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.9

Con todo, la economía de la cultura se puede definir como el estudio de la asignación de recursos escasos dentro del sector cultural. Generalmente se asume que las leyes objetivas del análisis económi-co se aplican al comportamiento de los agentes culturales. El énfasis se pone en la naturaleza científica de la economía y la aplicación de modelos abstractos.

Economía y cultura son dos campos estrechamente ligados desde siempre, aunque es verdad que esa relación se ha hecho más estrecha y más visible con la irrupción de las llamadas industrias cultu-rales. Es difícil negar el valor económico de ciertos bienes culturales y su peso en la riqueza de un país o la importancia del desarrollo cultural como factor de bienestar social y de desarrollo económico.10

1.2. Tipología de la Oferta Cultural

De acuerdo con David Hesmondhalgh,11 las industrias culturales tienen que ver principalmente con la producción industrial y la difusión de textos. Sus características principales a diferencia de las industrias productoras de otros bienes manufacturados son:

a) Interacción e interconexión compleja entre ellas, por lo que su sistema de producción está ligado.

b) Competencia entre ellas por grupos limitados de ingresos del consumidor, de publicidad, de tiempo, de consumo y por tener mano de obra altamente calificada en técnica y en creatividad.

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La clasificación de categorías de Hesmondhalgh se enfoca en las Industrias Creativas ya que incluye los componentes de diseño, publicidad y videojuegos. Así, este autor propone los siguientes compo-nentes de las industrias culturales:

• Publicidad y mercadotecnia. Están centradas en la creación de textos y requieren crucialmente del trabajo de creadores simbólicos.

• Radiodifusión y televisión. Incluyen cable, satélite y formas digitales de difusión masiva.

• Industrias cinematográficas. Se refieren a la difusión de películas en video, DVD y otros formatos en televisión.

• Industrias de Internet. Dedicadas a la creación de sitios web y proveedores de portales.

• Industrias musicales. Consideran la grabación (incluso de otros sonidos no musicales), publi-cación (tiene que ver con la impresión de partituras y la posesión y control de derechos en obras musicales) y presentaciones en vivo.

• Publicaciones impresas y electrónicas. Incluyen libros, CD-ROMs, bases de datos en línea, servicios de información, revistas y periódicos.

• Juegos de video y computarizados.

La creatividad es cada vez más un elemento central de las economías contemporáneas. Esto se debe fundamentalmente a la migración de las economías de la predominancia de la industria hacia la predomi-nancia de los servicios y el surgimiento de la denominada “Nueva Economía” basada principalmente en la información. Esta información necesita de medios para su difusión y de contenidos cuyo insumo esencial es la creatividad. Hasta ahora, en México, únicamente se había considerado a la cultura como actividad cuyo principal insumo es la creatividad. Las tendencias mundiales apuntan hacia la cuantificación de otras actividades con el mismo insumo esencial, como la publici-dad y el diseño, en conjunto con las Industrias Culturales tradicionales.

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El término Industrias Creativas se origina en el Reino Unido en 1997 a petición del gobierno británico con el fin de mapear la actividad creativa que genera beneficios económicos para implementar una serie de políticas públicas destinadas a maximizar dichos beneficios. Las Industrias Creativas abarcan “aquellas actividades que tienen su origen en la creatividad, habilidad y talento individual y que tienen el poten-cial para crear riqueza y empleo a través de la generación y explotación de la propiedad intelectual”.12

Las Industrias Culturales representan por lo tanto un subconjunto de las Industrias Creativas, las cuales abarcan un universo más amplio que incluye actividades que sin ser culturales dependen en su totalidad de la creatividad. En el DF contamos con un universo muy amplio tanto de Industrias Culturales como de Industrias Creativas. Esto se debe principalmente a la centralización de todo tipo de activi-dades en esta ciudad, por ser la capital política y financiera a lo largo de la historia de nuestro país.

En México, las actividades que son identificadas como parte intrínseca de la Economía Cultural son:

• Museos.

• Editorial.

• Música.

• Expresiones populares.

• Servicios Turísticos.

• Publicidad.

• Artesanías.

• Tradiciones y Creencias.

• Radio y Televisión.

• Publicación de libros y revistas.

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Un país como México cuenta con una serie de tradiciones y creencias tanto nacionales como regionales. Dada su característica inmaterial y el componente subjetivo de éstas, es difícil medir su impacto eco-nómico. Aún así, sería posible mediante un estudio minucioso, aproximar los efectos de tradiciones específicas en la actividad económica. El principal problema reside en la superposición tanto geográ-fica como conceptual de dichas creencias y tradiciones, lo cual hace que los límites sean difusos y se confundan entre sí.

En el DF existe un alto grado de coexistencia entre las tradiciones y creencias regionales y naciona-les y otro tipo de tradiciones y creencias características de las grandes ciudades, incluso de países con distintos niveles de desarrollo.

Cabe mencionar que la serie de categorías mencionadas arriba se puede reproducir para el DF, pero es propio agregar otras que son particulares de las grandes ciudades y no son la excepción en el caso de la Ciudad de México. Esto se debe a que el DF tiene una doble característica: es un amplio ámbito geográfico generador de bienes y servicios culturales y al mismo tiempo es un imán de la creatividad a nivel nacional y regional. De esta manera, a las categorías expresadas anteriormente, podemos agregar algunas otras exclusivas de las grandes urbes en general. En el DF en particular podemos encontrar:

• Artes Interpretativas en Espacios Públicos.

- Conciertos. - Obras de teatro. - Danza.

• Espectáculos Artísticos.

• Arte Urbano.

- Vagoneros del Metro. - Grafiti.

• Exposiciones al aire libre.

- Parques. - Plazas Artísticas.

• Expresiones populares.

- Organillero. - Pajarero. - Globero. - Heladero.

• Gastronomía y Arte Culinario.

- Restaurantes. - Comida Callejera (Tamales, Elotes, Camotes).

- Dulces Tradicionales (Merengues, Algodón de Azúcar, Muéganos).

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La oferta cultural en el DF se alimenta por el sector privado principalmente a través de la producción de bienes comercializables. El sector público, por su parte, contribuye de manera sustancial en la oferta de servicios a través de museos, teatros y otros foros donde se desarrollan actividades culturales que no son susceptibles de ser apropiados.

Sin embargo, debemos resaltar que tanto el sector público como el privado participan activamente incentivando la oferta y la demanda culturales a través de un número importante de fundaciones cuyo propósito es la promoción de la cultura en la ciudad.

mapa de las industrias culturales y creativas en el distrito Federal

Investigación y Educación en Cultura y ArtesFormación artística

Otras actividades que forman parte del sectors cultural

* Listado ilustrativo no exhaustivo.

Fuente: Ernesto Piedras (2009)

Industrias Creativas Sector Cultural

Expresiones Populares

Bibliotecas

Publicidad

Audiovisuales (sin videojuegos)

JuegosEditorial

DiseñoArtesanía

Música

Videojuegos PatrimonioInmaterial

Gastronomía y Arte Culinario

Patrimonio Material

Artes Interpretativasen Espacios Públicos

Artes Visuales: Pintura, escultura, fotografíay artes

gráficas

Arte Urbano Artes Escénicas

Exposiciones Artísticas

Museos

Industrial culturales

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Es importante mencionar que la actividad cultural en la Ciudad de México ha tomado características propias que la diferencian de otras ciudades o regiones. Un ejemplo de esto es un estudio realizado recientemente que culminó con la publicación del libro Sonidos Urbanos/df13 y que pretende generar información primaria sobre la música urbana originada en el DF. Este esfuerzo representa una muestra del potencial y la diversidad de las expresiones culturales de nuestra ciudad al registrar información de 150 agrupaciones musicales que por su relevancia y localización geográfica conforman una muestra del gran potencial y diversidad del DF como fuente de inspiración, creatividad y actividad cultural.

Este tipo de estudios demuestra lo propicio del entorno urbano para el desarrollo del potencial creativo, el consumo cultural, el crecimiento económico y, más importante, el desarrollo humano de todos aquellos que están expuestos a las diversas y omnipresentes manifestaciones culturales en la capital.

Es a partir de esta diversidad que las categorías generales que componen la actividad cultural deben ampliarse para abarcar expresiones específicas de las grandes urbes como la Ciudad de México.

1.3. Demanda y Consumo Cultural en el Distrito Federal

Debido a la concentración económica y demográfica característica del DF, es normal que sea, además de un polo económico, la región con el mayor consumo cultural del país. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales14 publicada en 2004, el DF se encuentra por arriba del promedio nacional en cuanto a asistencia a diversas actividades culturales. Este comportamiento de los capitalinos se debe principalmente a dos factores fundamentales del concepto económico del mercado: la existencia de una oferta amplia y la capacidad de adquisición de bienes o servicios deseados. En primer lugar, la capital cuenta con la mayor y más diversa oferta de servicios culturales del país, tanto pública como privada. En segundo lugar, el DF es la entidad con el mayor poder adquisitivo del país además del mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH). En este momento es importante mencionar que el Desarrollo Humano y la demanda cultural forman una especie de círculo virtuoso en el cual ambos se alimentan mutuamente.

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Desagregando por tipo de bienes, los habitantes del DF prefieren el cine a cualquier otro. Aunque el consumo de cine en esta ciudad es alto, es ligeramente superado por Monterrey en términos de la proporción de la población que lo consume. Es importante mencionar que el cine, sobre todo el comercial, es de las pocas industrias culturales que no necesitan, por lo general, de apoyo guberna-mental para el desarrollo de infraestructura ni de una cantidad mínima de películas. Aunque se puede argumentar que la gran mayoría de las películas comerciales carecen de valor cultural, es innegable que forman parte de las Industrias Creativas y contribuyen, en menor o mayor medida, al desarrollo de las personas.

Las casas de cultura o centros culturales son los servicios menos demandados por los capitalinos. Esto resulta extraño ya que este tipo de infraestructura es característico de las grandes urbes. Sin embargo, este hecho representa una oportunidad para la elaboración de una política pública enfocada a llevar la cultura a colonias o barrios con el fin de acercarla a los consumidores. Además, es importante mencionar que el Gobierno del DF ya ha intentado paliar esta deficiencia a través de su proyecto Faro del Saber basado en la experiencia brasileña. Aunque en el diseño el proyecto parece una buena pro-puesta para incrementar el consumo cultural, actualmente únicamente existe uno en operación, en la delegación Miguel Hidalgo, por lo que su impacto ha sido reducido.

Los sitios arqueológicos también son poco visitados por los capitalinos. A diferencia de los centros culturales, los sitios arqueológicos, siendo parte de un acervo histórico, no pueden ser creados por el gobierno o la iniciativa privada. Por esto, la escasa demanda se explica por una oferta relativamente pequeña en comparación con otros estados o regiones de la república.

Como se puede apreciar, los capitalinos prefieren consumir bienes culturales de fácil acceso y comprensión aunque estos tengan un costo. Tal es el caso del cine, actividad cultural consumida por más habitantes del DF. El reto de las políticas públicas es entonces incentivar la demanda acercando los servicios culturales a los individuos, facilitando su acceso. También es importante desarrollar las capacidades de los habitantes para aumentar la satisfacción derivada del consumo de este tipo de bienes y servicios.

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En el lado de la demanda también participan tanto el sector público como el privado. El gobierno local y la Universidad Nacional Autónoma de México, además de los museos, cuentan con acervos cul-turales propios que exponen en sus edificios y foros diseñados específicamente para este propósito. Además, el Gobierno del DF (GDF) organiza conciertos y otros eventos culturales en diversos espacios públicos. En cuanto al sector privado, tanto los individuos como las instituciones son demandantes de bienes y servicios culturales. Por un lado, los individuos consumen dichos bienes y servicios para satisfacción propia; mientras que los consumidores institucionales (fundaciones, museos privados, organizadores de espectáculos, etcétera) lo hacen tanto para beneficio propio como para beneficio público en algunas ocasiones.

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2. economÍa y cultura en la literatura económica

En la actualidad existe un número muy limitado de estudios sobre la llamada “Economía Cultural”. Sin embargo, en muchos de ellos se muestra que las dimensiones económica, social y cultural no se encuentran aisladas. Hay una relación dinámica entre los procedimientos productivos del sector cul-tural y el desarrollo de procesos sociales. “Su vinculación implica una ruptura con la idea de la cultura y la economía como campos separados, como dominios extraños y hasta opuestos el uno al otro”. 15 Los límites entre estos dos factores, junto con el papel de la cultura como generador de productos económicos, cambian rápidamente con el tiempo y se restablecen constantemente gracias a los avan-ces tecnológicos y sus aplicaciones en términos de las telecomunicaciones y de los demás medios de comunicación, cuyos contenidos son precisamente los bienes y servicios generados por las industrias culturales.

Los primeros en asociar a la cultura con otras industrias fueron Theodor Adorno y Max Horkheimer, quienes argumentaron que la manera de producción de los objetos culturales era análoga a la forma en que otras industrias manufactureras se abastecían de bienes consumibles. Los autores consideraron solamente a las industrias musical, editorial y cinematográfica dentro de esta categorización.16 Adorno y Horkheimer ligaron el concepto de industria cultural al de “producción masiva”, en donde la producción cultural se convierte en una operación estandarizada, repetitiva y rutinaria que genera bienes culturales menos exigentes como resultado de un tipo de consumo cada vez más pasivo y estandarizado.

Con el propósito de articular dimensiones abstractas como la cultura, el arte y la creatividad con otras tan concretas como la industria, la economía o el mercado, los autores vincularon la definición de Industria Cultural con el derecho de autor. Por lo tanto, las Industrias Culturales reproducen a escala industrial, utilizando como materia prima creaciones protegidas por derechos de autor, bienes y servi-cios culturales sobre soportes tangibles o electrónicos. Los subsectores que constituyen estas industrias son desde pequeñas empresas hasta grandes conglomerados.

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La UNESCO retomó el concepto de Adorno y Horkheimer para explicar las actividades culturales alre-dedor del mundo como productos que ejercen una influencia creciente en las grandes compañías de medios y comunicación. Esta organización las define como “[…] aquellas industrias que combinan la creación, producción y comercialización de contenidos que son intangibles y culturales en su natura-leza. Estos contenidos están típicamente protegidos por los derechos de autor y pueden tomar la forma de bienes y servicios.”17

Si bien Adorno y Horkheimer fueron los primeros en asociar la cultura con los medios de producción masiva, desde Adam Smith los economistas han tocado temas de producción cultural. Adam Smith escribió serios ensayos académicos sobre música, pintura, danza y poesía. En 1959, John Kenneth Galbraith analizó la situación económica de los artistas y el potencial del diseño para impulsar las exportaciones manufactureras. Se puede considerar que éste fue el primer reconocimiento del potencial de la creatividad para generar valor económico más allá del puro valor estético. De acuerdo con David Throsby, el origen de la economía de la cultura moderna está en un libro publicado por William J. Baumol y William Bowen en 1966 debido a que es el primer esfuerzo por analizar una de las ramas de la cultura por medio de una teoría sistematizada y su posterior comprobación empírica.18 Finalmente, Gary S. Becker desarrolló un modelo sobre el consumo de bienes adictivos, que con el tiempo se consumen en mayores cantidades, el cual ha sido aplicado al consumo cultural.

Al unirse la economía y la cultura, fue inevitable que algunos conceptos clásicamente económicos migraran o fueran adoptados por la economía de la cultura. De esta manera surgió el concepto de capital cultural descrito por David Throsby.19 Los bienes de capital, al combinarse con otros insumos permiten la creación de nuevos bienes y son parte fundamental del proceso productivo. A partir de esta noción surgieron los conceptos de capital humano y capital natural. El primero está fuertemente ligado al desarrollo humano puesto que al incrementarse, contribuye con el desarrollo de las capacida-des individuales e incluso es un insumo en la producción de bienes y servicios culturales. Eventualmente surgió el término de capital cultural, el cual puede ser un bien cultural con características de bien de capital o más precisamente un bien que tiene un valor intrínseco más allá de su valor económico o de venta. Así, el capital cultural se puede dividir en dos categorías, tangible e intangible.

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De acuerdo con la UNCTAD20, existen otros dos tipos de capital que se conjugan con el cultural y el humano para resultar en manifestaciones creativas que son el insumo principal del quehacer cultural. El capital social y el capital institucional se unen a los dos ya mencionados para producir “ideas” o resultados creativos que derivan en bienes o servicios culturales.

En la conceptualización de Amartya Sen, después de ser asociada con la economía en los años sesenta, la cultura se vuelve un medio y un fin fundamentales del desarrollo humano.21

interacción entre distintos tipos de capital y creatividad

Manifestaciónes Creativas

(Producción y Resultados)

Capital Humano

Capital Social

Capital Institucional

Capital Cultural

Fuente: Creative Economy Report 2008, UNCTAD con base en A Study on Creativity Index, 2005.

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Sen asimila el desarrollo humano a la “expansión de la libertad” en un sentido amplio en el cual dicha expansión se constituye como un “fin primordial” y “el medio principal” del desarrollo. Las libertades consideradas como fundamentales incluyen evitar la inanición, la desnutrición, la morbilidad, la mor-talidad prematura y otras libertades como leer, escribir, calcular, participar en política, de expresión y otras. Además de estas libertades básicas, cada vez más se incluyen libertades creativas y culturales por medio de las cuales los individuos pueden expresar su creatividad o incluso enriquecer su cono-cimiento a través de las expresiones culturales de otros. Todo esto con el fin de dotar de capacidades al individuo y así maximizar su potencial sin importar su contexto.22

Debido al rol que tiene la cultura en el desarrollo, la intervención gubernamental en el sector cultural puede ser deseable con el fin de potencializar los efectos multiplicativos derivados de su actividad económica. Por esto, el gobierno debe proveer soluciones eficientes frente a las muy comu-nes fallas de mercado en el sector cultural.23 Estas fallas se deben al acceso limitado al financiamiento y la falta de economías de escala derivada del tamaño de la mayoría de las empresas culturales. El gobier-no puede entonces intervenir de distintas maneras; política fiscal, regulación o gasto público son las tres principales descritas por Rizzo.

2.1. Economía de la Cultura en el Entorno Regional o Urbano

De acuerdo con Allen Scott,24 las ciudades han cobrado una renovada importancia en la generación de arte, ideas, actitudes, estilos, además de su ya conocido rol en el crecimiento económico y la inno-vación tecnológica. Estas tendencias, en conjunción con la importancia de la ubicación geográfica de la cultura y la concentración de la población en localidades urbanas vuelven relevante a la economía cultural de las ciudades. Así, la ciudad ha dejado de ser un centro de producción industrial y se vuelve cada vez más un centro de producción de ideas y servicios; ambos fuertemente ligados a la producción cultural. Esto se vuelve importante cuando tratamos de explicar la relación entre el desarrollo humano y la cultura en una metrópoli como la Ciudad de México, centro financiero, político, comercial y cultural de México.

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En un estudio realizado con el fin de medir el impac-to económico de las artes en el estado de Luisiana en los Estados Unidos de América, se establece que el acceso a la cultura enriquece la calidad de vida de los individuos. Además de esta mejora en la calidad de vida, se prueba que la cultura es capaz de generar riqueza, empleo y capital humano en una región, incentivando el crecimiento económico de ésta.25 En el mismo estudio se demuestra el efecto multiplicador que tiene la actividad cultural en la economía del estado. Esto se vuelve más cierto en el caso de la economía del DF debido a la fuerte centralización de la actividad económica de nuestro país. El efecto multiplicador sucede cuando los beneficios econó-micos obtenidos de la cultura son usados para con-sumir otros productos y servicios dentro de la misma región, continuando hasta que eventualmente dichos recursos abandonan la región. Debido al tamaño y la fuerte concentración de actividades en la Ciudad de México, se puede asumir que los recur-sos generados por la explotación de la cultura per-manecen en la ciudad por un tiempo considerable, perpetuando el efecto multiplicador.

A raíz de la creciente urbanización de la población mundial, las ciudades se han vuelto centros sumamen-te importantes de consumo, producción, provisión de servicios, y el DF no ha sido la excepción.

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25

3. metodologÍa: distrito Federal, polo cultural y de desarrollo

El DF es la entidad federativa con la mayor población de nuestro país. De acuerdo con el INEGI, en el 2005, la población de la entidad ascendió a 8.72 millones de personas, cifra que representa el 8.4% de la población nacional. Si bien la participación de la población del DF en el total nacional ha disminuido de poco más de 14% en los años setenta, esto no significa que el número de potenciales consumidores y/o productores de bienes y servicios culturales haya disminuido. Esto se debe principalmente al creci-miento de la zona conurbada que incluye municipios de los estados de México e Hidalgo. Si contabili-zamos la totalidad de la Zona Metropolitana del Valle de México, la población de la metrópoli alcanza los 20 millones de habitantes.

Los casi 12 millones de personas que habitan en los municipios conurbados contribuyen a la activi-dad del DF en distintos ámbitos. Si bien estas personas no viven en el DF, interactúan con la ciudad de diversas formas: trabajan, consumen y disfrutan de su tiempo libre, entre otras actividades.

En términos de actividad económica, el DF contribuye a generar alrededor del 20% del Producto Interno Bruto Nacional. Asimismo, concentra la mayor parte de las Unidades Económicas (UE) registra-das en nuestro país. Según el Censo Económico realizado por el INEGI en el 2003, existen 342,454 UE registradas en la entidad, lo cual representa el 11.4% de las UE en todo el país.

En cuanto a la actividad productiva cultural, el DF cuenta con 29,938 UE dedicadas a la provisión de bienes y servicios cul-turales en el 2003 de acuerdo con el Censo Económico del INEGI lo cual representa 13.2% de de las UE dedicadas a la cultura en nuestro país. En comparación con el porcentaje de UE totales, se puede observar que el número de UE culturales en el DF se encuentra por arriba del promedio nacional. Esto es indicativo del alto potencial que tiene la ciudad para el desarrollo de acti-vidades culturales.

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Aunque el DF constituye un mercado de gran tamaño, esto no garantiza que dicho mercado sea eficiente. En efecto, no todos los “mercados” son igualmente importantes ni operan por los mismos mecanismos y reglas. El mercado del DF en su conjunto está compuesto por un gran número de mercados particulares de acuerdo a cada bien y/o servicio que se ofrece y se demanda en la ciudad. De estos mercados particulares existen algunos que operan con mayor eficiencia que otros. Para evaluar dicha eficiencia la teoría económica establece el ideal teórico de la competencia perfecta bajo el cual se garantiza la eficiencia de los mercados.

En la realidad, es difícil encontrar un escenario de competencia perfecta y la cultura no es la ex-cepción. Por lo mismo, las políticas públicas deben enfocarse a maximizar la competencia en todos los mercados de bienes y servicios culturales para garantizar los menores precios posibles y la mejor calidad.

3.1. Desarrollo y Cultura

Para explicar de forma clara el carácter dual de las actividades económicas del sector cultural es importante diferenciar entre el concepto de crecimiento y desarrollo económicos. El primero es defi-nido como incremento en el nivel de producción de bienes y servicios de un país en un determinado periodo de tiempo. Su desempeño está relacionado de forma íntima con una expansión en la fron-tera de posibilidades de producción y consumo que en general resulta de un cambio tecnológico y una acumulación de capital.

Por ello el crecimiento en el sector cultural permitiría el desarrollo del potencial en términos de eficiencia, productividad y rentabilidad, lo cual incidiría de forma directa en un incremento proporcio-nal en el PIB como sucede en los sectores de maquila y turismo.

El desarrollo económico se refiere al efecto combinado del crecimiento, más la elevación de los niveles de bienestar de la población en general. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo define a este último como:

La creación de un ambiente, en el cual la gente pueda desarrollar completamente su potencial y conducir sus vidas productivas y creativas de acuerdo a sus necesidades e intereses [...]. Desarrollo es acerca de expandir las opciones que la gente tiene para conducir sus vidas.26

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27

Por lo tanto, se consideran factores como educación, salud, ingreso per cápita y su distribución, así como las libertades de expresión, políticas y culturales, por nombrar algunos.

cultura, crecimiento y desarrollo

Bienestar

Cultura Salud

Otros

Crecimiento

Educación

Así, las Industrias Culturales poseen el carácter dual de generar al mismo tiempo tanto crecimiento como desarrollo económico.27

Los bienes y servicios culturales (materiales e inmateriales) además de los activos, como zonas arqueológicas, monumentos, museos, edificios, fiestas populares y ferias, entre otros, generan flujos de ingresos mediante tres tipos de impacto:

• Gasto cultural que ejerce el gobierno;

• Consumo directo (por ejemplo, las tarifas de entradas a museos o festivales, compra de bienes culturales); y

• Efectos multiplicadores (como la derrama económica que reciben hoteles, restaurantes y el combustible).

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Los efectos multiplicadores también pueden ser vistos como externalidades positivas. Por ejemplo, cuando una zona arqueológica o festival atrae un gran flujo de turistas los comerciantes de la zona también se ven beneficiados. Otras derramas económicas pueden observarse en el empleo, atrac-ción de inversión de otras regiones o países, revitalización de las ciudades y zonas de éstas y creación de pequeños negocios, entre otros.

Por supuesto, el hecho de que las industrias culturales puedan ser una fuente importante de ingre-sos para una región no significa que deban ser vistos sólo en función de este potencial. En el largo plazo, su impacto en el crecimiento económico es menos importante que en el bienestar o desarrollo del país mediante los efectos culturales, educacionales, sociales y estéticos, el cual es generado por su valor mismo o en acervo.

Dado que el DF cuenta con un importante acervo cultural gracias a su cualidad de capital histórica y actual, además de otro tipo de bie-nes y servicios, es importante considerar el turismo cultural como una fuente de ingresos y desarrollo local. Si bien son válidos todos los cues-tionamientos acerca de la conveniencia de fomentarlo debido a los efectos de homogeneización que suelen traer los desarrollos turísti-cos, también es cierto que el patrimonio histórico puede ser clave para el avance del DF, derivado de la abundancia de éste en México, que cuenta con amplio capital cultural. Además de que el turismo puede actuar como promotor de la demanda, la puede llegar a elevar.

Esta relación entre desarrollo, crecimiento y cultura se mantiene para unidades geográficas de menor tamaño como es el caso del DF. Como ya se ha mencionado, el DF cuenta con un importante patrimonio his-tórico debido a la larga trayectoria de la ciudad como centro comercial, financiero y político del país. Asímismo, el DF se constituye como un imán para los creadores del país y de la región debido a su gran tamaño, con-centración de consumidores potenciales y la existencia de práctica-mente todos los medios necesarios para la actividad cultural. Por esto, la ciudad se ha constituido como el principal generador de bienes y servicios culturales del país.

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29

3.2. Cadena Productiva del Sector Cultural

Todas las actividades económicas asociadas a la cultura pasan por un proceso que va desde su creación o conceptualización, inversión o gestación, materialización o producción, distribución, comercialización final y, finalmente, apropiación o ejecución pública final.

Cada una de estas fases tiene un grado de importancia fundamental para la creación cultural. Sin embargo, una de las fases de vital importancia en este proceso es la Fase Creativa, que es intensiva en el uso del recurso productivo esencial que es precisamente la creatividad. Sin ese elemento, no existiría el complejo proceso económico de la cultura, de manera semejante a que sin el petróleo crudo, no existiría la compleja cadena productiva del petróleo en sus fases de extracción, refinación, petroquímica básica, secundaria, etcétera.

Es importante mencionar que la cadena productiva de las industrias creativas y culturales se desarrolla en gran medida dentro de la economía formal. Sin embargo, se ha demostrado que cada vez cobra mayor importancia la participación de la economía sombra dentro del sector cultural. Siendo el DF una ciudad de considerable tamaño con alta concentración de población y actividad, la economía sombra tiene una fuerte presencia.

La economía sombra se compone tanto de la economía informal como de la economía ilegal, las cuales se pueden definir como la producción de bienes y servicios tanto informales como ilegales que escapan de la detección de las estimaciones oficiales. La economía informal en el sector cultural representa una pérdida para la sociedad en general, y para el gobierno en particular, puesto que sus actividades no se registran en la actividad económica oficial por lo que no se perciben los impuestos que se generarían. En cuanto a la economía ilegal, las pérdidas más cuantiosas son para los produc-tores victimas del plagio y la piratería que evita la completa apropiación de los beneficios derivados de sus creaciones.

cadena productiva de las industrias creativas y culturales

Economía Formal

Fase Creativa Inversión Producción Distribución ComercializaciónComunicación

Pública

Economía Sombra

Fuente: Ernesto Piedras (2009)

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Aunque se puede llegar a pensar que la economía sombra provee mayores facilidades de acceso a la cultura, la repartición de los beneficios económicos es injusta e inequitativa. Como ya men-cionamos, las personas que consumen bienes y servicios cultu-rales no perciben beneficios económicos, únicamente perciben satisfacción derivada del desarrollo de sus capacidades, lo cual puede eventualmente repercutir en beneficios económicos.

Esta realidad nos lleva a la necesidad de otorgarle a la cultura un tratamiento serio, tal y como se hace con otros sectores eco-nómicos, para que de esta forma produzca beneficios tanto a creadores como a trabajadores y empresas vinculadas a ese ámbi-to y, en consecuencia, haya un beneficio distribuido de manera equitativa entre todos los actores de la cadena productiva.

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4. conclusiones y recomendaciones

Como ya se ha establecido, el DF cuenta con un gran potencial cultural, el cual a su vez es un catalizador del desarrollo humano de sus habitantes. Sin embargo, a pesar de este potencial, es importante considerar que algunos de los riesgos y problemas ya existentes en la ciudad están presentes en el ámbito cultural.

La desigualdad e inequidad en la repartición de los recursos de todo tipo, no sólo económicos, reducen las posibilidades de los habitantes para ser partícipes de la economía de la cultura local y así obtener beneficios económicos derivados de un insumo que prácticamente es gratuito y omnipre-sente: la creatividad. Además, por el lado de la demanda, el consumo se ve limitado por la falta de capacidades para aprovechar en su totalidad los bienes y servicios culturales que ofrece el DF.

Así, un primer paso para detonar el desarrollo de las industrias culturales de la ciudad y aprovechar los efectos multiplicadores en otros sectores además de los beneficios en términos de desarrollo huma-no ya mencionados sería la promoción del acceso pleno y en términos igualitarios de la población al mayor número de actividades culturales posible.

Existe una gran interdependencia entre el objetivo de las políticas públicas y los instrumentos, por lo tanto el pri-mer paso es determinar perfectamente los objetivos que se buscan. Los objetivos de las políticas públicas diseñadas para fomentar la actividad cultural podrían ser las siguientes.

En primer lugar, debe constituirse como una acción de bajo costo para el gobierno. Toda vez que es de esperar un alto impacto en la generación de empleo y producción en el sector cultural.

El segundo principio es que sea administrativamente fácil de manejar. Esto con la finalidad de no agregar cargas innecesarias a la administración pública y evitar el involu-cramiento de un número excesivo de actores o la burocra-tización de la política específica.

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En tercer lugar, la equidad debe prevalecer en este tipo de aplicaciones de política pública. Éste es uno de los argumentos más fuertes para proponer políticas integrales, toda vez que contribuye a generar equidad en la operación económica de las unidades económicas, en este caso de las pequeñas que operan en desventaja ante las empresas grandes y los corporativos del mismo sector. Además, una política bien implementada puede contribuir a la equidad en el acceso a la cultura, que como ya se ha explicado contribuye al desarrollo individual. La ausencia de capacitación, acceso a financiamiento, a medios de divulgación y las limitadas economías de escala, entre otros, operan en detrimento de la operación de los pequeños productores locales que a la vez son altos generadores de empleo.

Un ejemplo de política pública que puede lograr impactos positivos en la equidad es la política fiscal. El objetivo de la política fiscal es la recaudación de recursos para financiar la provisión de bienes y servicios públicos a través del gasto gubernamental. Las actividades fiscales permiten a los gobier-nos la provisión de servicios, redistribución del ingreso y la influencia en el nivel total de la actividad económica, lo que implica que el gobierno dispone de recursos escasos para las numerosas funcio-nes que debe cumplir.28

Sin embargo, los impuestos necesariamente afectan el comportamiento económico. Se trata de una transferencia de los individuos al gobierno. Como resultado, los individuos tienen que alterar su comportamiento de alguna manera.29 De aquí que una política impositiva deba ser eficiente en los efectos sobre las decisiones de asignación de recursos de los individuos y las empresas y de esta forma minimizar las distorsiones.

Algunas veces estas distorsiones son deseables por la misma estructura de los mercados, por ejemplo, con la presencia de fallas de mercado como la información imperfecta, las externalidades, los bienes públicos y las altas concentraciones de mercado (monopolios u oligopolios). Cuando estos fenómenos se presentan, el mercado, por sí solo no produce la cantidad óptima de bienes o servicios ya que las ganancias privadas son distintas a las ganancias sociales por lo que el gobierno debe inter-venir. Al cambiar la asignación de los recursos, la política impositiva es una herramienta útil para corregirlas y maximizar el bienestar social. Además la política fiscal es una buena herramienta redistri-butiva al reasignar los recursos de la sociedad, tomando de quienes más tienen para repartirlos entre los menos aventajados, incrementando así el bienestar agregado de la sociedad siempre con la equidad como objetivo último.

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Ahí radica precisamente el elemento adicional de beneficio de las políticas de fomento, la evidencia de su alto impacto en términos de desarrollo humano. Hay que recordar que la mayoría de las industrias culturales y creativas consisten en micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMes) y que son en su mayoría unidades económicas de subsistencia que crean altos volúmenes de empleo y autoempleo. Se ha identificado que en México, al igual que el resto del mundo y especialmente en los países en vías de desarrollo las MiPyMes son la mayor parte del total de empresas. En los países de la OCDE éstas representan el 95% del total de las empresas generando entre el 60% y el 70% del empleo.

Existen muchos factores de desventaja en las MiPyMes como son la baja producción en volumen, es decir, las economías de escala limitadas. Esto se traduce en altos costos en los insumos, imposibilitando la competencia en precio y en calidad con las grandes empresas.

En la búsqueda de la promoción de programas y actividades culturales que incentiven el apro-vechamiento de los beneficios económicos derivados de la cultura, debe tenerse presente y, sobre todo, evitar su duplicación, que en su fase de apropiación de los beneficios el sector de la cultura replica hoy día los fenómenos de concentración tanto en las fases de comercialización y venta de los bienes y servicios culturales, como en las empresas o unidades económicas más grandes.

De igual manera, al promover la oferta, es importante generar o incentivar una demanda por los diversos productos y los servicios culturales. Los beneficios potenciales para las MiPyMes culturales sólo podrán realizarse si las personas derivan un beneficio personal por consumir cualquier tipo de bienes y/o servicios. Por esto, cualquier política cultural enfocada a incentivar las industrias culturales de la ciudad, ya sea por el lado de la demanda o de la oferta, tendrá efectos positivos en su contraparte del mercado. Por ejemplo, si se lograra aumentar la demanda por algún tipo de bien, las MiPymes que lo produzcan podrán colocar una mayor cantidad de dicho bien en el mercado, resultando en mayores beneficios económicos para éstas, además del beneficio personal de quienes lo consumen, con los ya mencionados efectos en el bienestar social y desarrollo humano.

Si bien la pura derrama económica no garantiza que la población en general amplíe sus capacida-des, reforzar la oferta constituye un primer paso. Mejorar la calidad de la educación y el acercamiento a la cultura desde temprana edad constituye una serie de políticas complementarias a las políticas culturales.

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La mayoría de las ciudades, y de los países, cuentan con un tratamiento fiscal específico para los agentes económicos, personas físicas, unidades económicas y empresas dedicadas a la producción o al comercio de bienes o servicios culturales que conforman las MiPyMes. En el caso de México, el régimen fiscal al que están sometidas es, en el mejor de los casos, el mismo que para el resto de las personas físicas o morales. Lo cual las coloca en una relativa desventaja ya que varios sectores de la economía reciben y se benefician por tratamientos de privilegio por parte del fisco.

La operación de las MiPyMes culturales podrá optimizar su aprovechamiento económico al contar, como lo hacen los demás sectores de la economía, con reglas de operación que sean, para las personas y empresas que en él participan, claras, estables en el tiempo y conducentes para el desarrollo del sector.

La evidencia muestra que un sector económico que cuenta con estas reglas, tiene en consecuencia una política económica sectorial, una atención y tratamiento específico en lo relativo a sus relaciones comerciales con otras empresas, y de manera destacada, una política fiscal en general y de incentivos fiscales para su promoción en lo particular.

Por lo tanto, se deben elaborar políticas de incentivos fiscales para los agentes económicos y empre-sas dedicadas a las actividades económico-culturales. La atención también se debe concentrar en aquellas empresas de tamaño micro, pequeño y mediano por ser éstas las que se caracterizan por su origen y operación local, con alto impacto en la generación de empleo, producción, inversión y valor.

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reFerencias

1) Véase United Nations Development Programme, What is Human Development? Disponible en Web: http://hdr.undp.org/hd/ [página consultada en abril de 2004].

2) “Mainstream economics has traditionally paid remarkably Little attention to the location of economic activity-to the choices firms and households make about where to produce and consume, and about how these choices interact. Krugman, Paul, Masahisa Fujita and Anthony J. Venables, The Spatial Economy, (Cambridge, 200), xi.

3) ONU, “Diagnóstico sobre la situación de los Derechos Humanos en México: Derechos Culturales”, 2003, p. 115.

4) PNUD, http://hdr.undp.org/en/humandev

5) PNUD, Informe Anual 2008, El Fomento de la Capacidad: Empoderamiento de las Personas y las Instituciones, p.3.

6) Actualmente, varios países y ciudades han adoptado políticas públicas para cuantificar y favorecer a la Cultura como impulso para el desarrollo económico y humano. Algunos ejemplos son Barcelona, Milán, Berlin, Helsinki y Dublín además de los gobiernos nacionales de Singapur y Malasia.

7) Véase Piedras, Ernesto, ¿Cuánto vale la cultura? Contribución económica de las industrias protegidas por el derecho de autor en México, Conaculta, CANIEM, SOGEM y SACM, (México, 2004).

8) Véase Sen, Amartya K. Commodities and Capabilities, Oxford: Oxford University Press, 1999.

9) UNESCO, Declaración de México sobre las Políticas Culturales, 1982, p.1.

10) Véase De Pedro, Jesús Prieto. “Cultura, Economía y Derecho, tres conceptos implicados”. Pensar Iberoamérica, 2002.

11) Véase Hesmondhalgh, David, The Cultural Industries, SAGE, (London, 2003).

12) Citado en http://www.culture.gov.uk/about_us/creative_industries/default.aspx

13) Véase Olvera, María Fernanda (coord.). Sonidos Urbanos. México, 2007.

14) Véase Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes (Conaculta). «Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales.» 2004.

15) OIC-Observatorio de Industrias Culturales de la Ciudad de Buenos Aires, Industrias Culturales en Argentina, Documento de Trabajo No. 1, (Buenos Aires, 2004), p. 7.

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16) Du Gay, Paul, Production of Culture/Cultures of Production, The Open University, Glasgow, 2003, p. 70.

17) UNESCO, Declaración Universal de la UNESCO sobre Diversidad Cultural, adoptada por la 31 Sesión de Conferencia General de la UNESCO, art. 8, París, Noviembre 2000, p. 3.

18) Throsby, David. “The Production and Consumption of the Arts: A View of Cultural Economics.” Journal of Economic Literature, 1994:1-29.

19) Throsby, David. «Cultural Capital.» En A Handbook of Cultural Economics, de Ruth Towse, 2003:166-169. Northampton, MA: Edward Elgar Publishing.

20) Véase UNCTAD, Creative Economy Report 2008.

21) Véase Sen, Amartya. “Culture & Development.” Second Annual Global Development Conference. Tokyo, 10-13 de Diciembre de 2000.

22) Véase Sen, Amartya, Desarrollo y Libertad. Ed. Planeta: Barcelona, 2000.

23) Rizzo, Ilde. «Regulation.» En A Handbook of Culltural Economics, de Ruth Towse. Northampton, MA: Edward Elgar Publishing, 2003:408-414.

24) Véase Scott, Allen. The Cultural Economy of Cities, Oxford: Blackwell Publishers, 1996.

25) Véase ArtsMarket Inc., Economic Impact of the Arts in Louisiana, Louisiana Division of the Arts, 2001.

26) En United Nations Development Programme, What is Human Development? Disponible en Web: http://hdr.undp.org/hd/ [página consultada en abril de 2004].

27) García Canclini, Néstor, y Ernesto Piedras Feria, Las Industrias Culturales y el Desarrollo de México, Siglo XXI Editores/ FLACSO/Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 1ª reedición, 2008.

28) The Economist, Guide to Economic Indicators, Third Edition, London, 1997, p.67.

29) Stiglitz, Economics of the Public Sector, 3rd Edition, New York, 1999, p. 518.

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EconomíayCultura

en la CiudaddeMéxico

EconomíayCultura

en la CiudaddeMéxico

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en laCiudaddeMéxico

CULTURA Y DESARROLLO HUMANOAportes para la discusión

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